Al conversar con personas extrañas a nuestra organización observamos con
frecuencia una especie de expresión cínica en sus rostros cuando decimos que la Orden Rosacruz esta principalmente interesada en el estudio de los misterios de la vida. Algunas veces esas personas dicen claramente que tales propósitos les parecen poco importantes e indiferentes, porque dicen ellos, que en la vida no han visto que haya grandes misterios, excepto tal vez el misterio del nacimiento y el de la muerte.
Quienes no tienen verdadero interés en los propósitos serios de la vida han
dicho muchas veces que la vida es apenas un juego de azar y que los únicos misterios que se encuentran en la vida son los que hace de la nada el mismo hombre al tratar de mirar con ojos de hechicero estados y condiciones naturales y normales, como si fueran formas inusitadas de algún extraño misterio. Es cierto que los dos mayores misterios de la vida son los que constituyen el principio y el fin de nuestra existencia terrenal. El misterio de la concepción de la célula, de su crecimiento y desarrollo hasta ser una forma viviente es no solamente un misterio biológico sino un misterio cosmológico y universal. La separación de la consciencia y el alma, por una parte, y el cuerpo, por la otra, en el momento del transito o fallecimiento, es un misterio asombroso cuando lo contemplamos cara a cara. Pero entre esos dos grandes misterios hay millares de misterios mas que deberían ocupar la atención y la mente del hombre en el mismo grado de intensidad, devoción y comprensión universal que cuando se consideran los dos grandes misterios. Millares de personas han pasado noches de insomnio y largas hora del día en laboratorios, con los ojos pegados a un microscopio, tratando de penetrar o comprender el misterio de la vida celular y de la reproducción de la célula. Millares de personas han tratado de hallar la causa de la muerte y millones han dedicado su tiempo a ver si hallan como impedir la separación precoz y aparentemente innecesaria del alma y el cuerpo. Pero relativamente pocos han pensado en los otros misterios que están tan estrechamente relacionados con las horas activas, vivientes y vitales de nuestra vida, que representan todo el trayecto que hay entre el nacimiento y el transito. El misterio del pensamiento, mientras más tratamos de analizarlo y de profundizar en el, se hace tanto más evasivo y sorprendentemente complicado. No puedo evitar una sensación de admiración y de maravilla mientras estoy dictando estas palabras, al pensar que una idea, un pensamiento, puede formarse instantáneamente en mi mente y antes de que tenga la oportunidad de analizarlo, mis labios lo han pronunciado y han producido sonidos que permiten a la estenógrafa escribir en una pagina ciertos rasgos que representan los sonidos que ha escuchado. No necesito detenerme y formar deliberadamente mis palabras y pensar en ellas separadamente y de manera independiente, ni ella tiene tampoco que detenerse y analizar los sonidos que escucha y pensar acerca de su naturaleza y de la forma que deben tomar al consignarlas con el lápiz. Todo este proceso parece ser instantáneo. Desde que un pensamiento viene a mi mente, las palabras lo expresan y parece como que yo me escucho a mm mismo declarando las cosas que mi mente contiene, antes de que tenga yo oportunidad de comprender que están en mi mente. Es todo un proceso maravilloso y verdaderamente mas allá de la comprensión humana.
Si deseo tomar la pluma, tan pronto como el pensamiento comienza a formarse
en la mente, mi mano se extiendo y toma la pluma. !Que mecanismo tan maravilloso y que maravilloso poder el del pensamiento humano! El pensamiento dirige la mente y la mente dirige una energía y esa energía fluye debida e inteligentemente hasta ciertos músculos y los hace actuar y mi pesado brazo se mueve en el espacio y mis dedos toman cierta posición para tomar la pluma y entonces mueven la pluma otra vez hacia mm. La construcción de un mecanismo que hiciera lo que mi mano y mi brazo hacen requeriría millares de piezas de aparatos delicados, ruedas, resortes, palancas, ejes y muchas piezas mecánicas muy delicadas.
Requeriría también una energía superior que pudiera ejercerse
instantáneamente y con toda su fuerza, si fuera necesario, y todas estas cosas deben ser hechas con inteligencia. Por lo tanto, la energía tendría que ser dirigida por alguna inteligencia mecánica que esta mas allá de lo que puede crear el hombre. Un brazo mecánico que actúa por un impulso o por un pensamiento, como mi brazo, sería el invento más maravilloso del mundo. Sin embargo, el hombre posee eso y muchas otras habilidades que emplea cada día y cada hora sin pensar en el misterio que las envuelve.
El misterio de ver y de comprender por medio de las impresiones visuales es otro
gran misterio, apreciado solo por aquellos que viven en eternas tinieblas. El misterio de escuchar y de interpretar los sonidos, el misterio de oler y sentir, son demasiado grandes para simples explicaciones de laboratorio. El misterio del amor y de la ira, del odio, de la envidia, de los celos y otras emociones han dejado perplejos a los psicólogos, psicoanalistas y otros, aún cuando nuestros órganos en sí, no inspiren consideración. El misterio de la mente del hombre y su control sobre el cuerpo es asombroso. El hecho de que puedo solamente crear el pensamiento de levantarme de la silla e inmediatamente hacer que la mente cree y dirija en todo el organismo una energía invisible y que levante mi pesado cuerpo hacia arriba, es un misterio que el místico y el estudiante de los grandes secretos de la vida consideraran siempre como digno de la mayor atención y de la mejor consideración. El hombre curioso e intranquilo siempre esta buscando misterios y manifestaciones no resueltas de la inteligencia invisible. Crea e inventa aparatos que pueden llevarlo al fondo del mar donde es posible descubrir algo acerca de las profundidades desconocidas de las grandes masas de agua. Concibe y crea maquinas que pueden llevarlo a grandes alturas para poder así explorar los misterios del Cósmico. Inventa otros aparatos que lo llevaran a donde el aire esta enrarecido para tratar de descubrir el misterio de las radiaciones del sol, de las vibraciones cósmicas y de los rayos invisibles que producen tan extraños efectos en la tierra. Desciende a las profundidades de la tierra y pasa horas, días y meses entre pasadizos y canales oscuros tratando de hallar la clave del misterio de la riqueza de la tierra y de su composición minera. Hay millares de inteligencias que se ocupan del misterio de las líneas que se divisan en Marte, y de las sombras que aparecen en la luna y de otras cosas extrañas que rodean a los planetas. Pero esos hombres y la mayoría de nosotros, tomamos a la ligera los grandes campos de exploración que están dentro de nuestro propio ser. El explorar la mente humana, visitar interiormente el alma humana y buscar las oportunidades que pueden revelar el estudio de la naturaleza propia del hombre, parecen ser desechados como poco importantes o indignos de la gran atención que se da a otros asuntos. Es solamente cuando el hombre dirige hacia adentro el fanal de la investigación, y trata de conocerse a sí mismo, el más grande misterio de todos los misterios, cuando él llega a comprender a Dios y al resto del universo, y al mimo tiempo se convierte en un verdadero obrero de la vida de los Hijos Divinos de la Luz. Conocerse a sí mismo es conocer su propia herencia y su propio poder. Por esto es que nosotros, los Rosacruces, creemos que el asunto de nuestros estudios es digno de todo el tiempo y de toda la devoción que les damos y llevara al hombre a mayores poderes y mayor gloria que los estudios e investigaciones secundarios de los misterios siderales.
Este articulo fue publicado por primera vez en la revista "El Rosacruz" Vol. II No.3 Editado en Enero de 1949