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CUADERNOS 230

Para qué sirve llorar


José Laguna
PARA QUÉ SIRVE LLORAR
EL DUELO COMO CRÍTICA POLÍTICA

José Laguna
[Epílogo de F. Javier Vitoria]

Introducción  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
Los tiempos del llanto  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4
Los lugares del llanto  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Epílogo: Las lágrimas de Dios Padre [F. Javier Vitoria]  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
Notas  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
Bibliografía  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Preguntas para la reflexión  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
José Laguna. Teólogo y músico. Miembro del área teológica de Cristia-
nisme i Justícia. Ha publicado en esta colección diversos cuadernos.

A Jorge Picó que, con su excelente artículo en el blog de CJ,


«¿Para qué sirve llorar?», me puso sobre la pista de la fuerza
política del llanto.
(https://blog.cristianismeijusticia.net/critique/para-que-sirve-llorar)

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Imprime: Ediciones Rondas S.L. Depósito Legal: B 20055-2022
ISBN: 978-84-9730-524-2, ISSN: 0214-6509, ISSN (virtual): 2014-6574

Dibujo de la portada: Roger Torres. Edición: Santi Torres


Corrección del texto: Cristina Illamola. Maquetación: Pilar Rubio Tugas
Impreso en papel y cartulina ecológicos. Noviembre 2022
INTRODUCCIÓN

Descendiendo el tópico de que llorar no sirve para nada, este cuaderno mantiene
que, en el contexto actual de globalización neoliberal indolente, la expresión pú-
blica del padecimiento constituye una crítica política imprescindible.
Desde un punto de vista estrictamente fisiológico, llorar no es otra cosa que la
respuesta instintiva ante un dolor físico o emocional, por no hablar de las fun-
ciones lubricantes y antisépticas de las lágrimas para los ojos. Pero, a poco que
nos elevemos sobre estos cometidos biológicos, el llanto se presenta como un
paralenguaje emocional complejo (Kottler 1997): con él manifestamos nuestro
dolor y sufrimiento internos e informamos a los que nos rodean de la conmoción
de nuestro mundo interior. Podemos ir aún más allá y, rebasando las dimensiones
individuales del llanto, preguntarnos por su naturaleza sociopolítica. Al llorar no
solo descubrimos a los demás nuestra aflicción interna, sino que llorando junto a
otros y por otros podemos convertir el llanto en signo de empatía, protesta, crítica,
clamor o resistencia.
Cuándo, dónde y junto a quiénes lloramos determinan el tránsito de las lágrimas
resignadas al clamor político. Como enseguida veremos, todas las sociedades
establecen tiempos y lugares para llantos políticamente correctos, y es preci-
samente ahí, en el desbordamiento de esas fronteras normativas que buscan
mantener a raya el desconsuelo, donde el duelo aparece como aguijón crítico de
culturas impasibles. Llorar a destiempo y fuera de lugar disloca un modelo de pro-
greso exponencial aséptico que no tiene un minuto que perder ni padecimientos
que llorar. Este cuaderno reivindica la necesidad de instaurar tiempos y lugares
para el duelo en sociedades bélicas hiperproductivas y ajenas al sufrimiento. Es-
tablecer momentos disruptivos para la expresión pública del llanto supone pisar el
freno de un globalitarismo acelerado para hacer memoria y construir esperanza a
favor de todas las vidas sufrientes que se niegan a que su dolor quede arrumbado
en las cunetas silentes de la historia.

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LOS TIEMPOS DEL LLANTO

Según el libro de Eclesiastés, hay un tiempo para cada cosa: tiempo


de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar; tiem-
po de llorar, tiempo de reír; tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar...
(cf. Ecl 3,1-8).

En el relato conservador de Qohélet, el vida arrastró el mar hasta una playa de


carácter cíclico de los acontecimientos Turquía el 2 de septiembre de 2015?,
exige su contención temporal, ¡no po- ¿cuándo deberíamos quitarnos el luto?
demos estar toda la vida llorando! Los Porque una cosa es asumir sanamente
psicólogos advierten que cuando un el principio de realidad de los sufri-
duelo dura más de la cuenta es sínto- mientos inevitables dando por conclui-
ma de alguna patología no resuelta. La do el duelo y otra, muy distinta, cerrar
cuestión es durante cuánto tiempo es en falso el lamento por aquello que
razonable mantener el llanto, es decir, nunca debió ocurrir. El llanto por una
cuándo deberíamos parar de sollozar pérdida previsible quizá pueda cerrarse
para entrar en el tiempo saludable de con un duelo terapéutico; el de la injus-
la calma o la risa. En duelos por pérdi- ticia solo se clausura con la reparación:
das irremediables como la muerte na- el duelo se mantiene abierto esperando
tural de un ser querido, nos tomamos que se haga justicia, no hay consuelo
el tiempo necesario para atravesar las paliativo posible.
cinco fases que la psiquiatra Elisabeth
Kübler-Ross describió hace tiempo:
negación, ira, negociación, depresión Morir antes de tiempo
y aceptación. Pero ¿cuánto debería
durar el duelo por la muerte injusta No todos morimos del mismo modo ni
del pequeño Aylan Kurdi, el niño si- en los mismos tiempos. Hay quienes
rio de origen turco cuyo cuerpo sin fallecen «al final de sus días», colma-
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dos de años y rodeados de sus seres lizan a algunos. Solo era una niña que
queridos, y hay quienes mueren «antes abrazaba, lloraba y merecía un sitio
de tiempo» en la más absoluta soledad digno en el mundo, tal y como tantos
ahogados en mares que lejos de llevar- niños que nacen a este lado de la playa
los a la tierra prometida se convirtie- que sirvió de tumba.
ron en fosas comunes de esperanzas
truncadas. ¿O acaso alguien se atre- […] Canarias, Ceuta, las costas del
verá a decir que al pequeño Aylan le sur o tantos rincones del Mediterráneo
había llegado su hora? ¿Alguien tendrá dejan casi 2.000 muertos en este año
la osadía de afirmar que vino al mun- 2021. Son hijos de Dios. La tierra tam-
do con la hora y el día de su muerte bién es suya, la casa común también
inscritos en el ADN de su existencia? les pertenece. Solo nos queda saber
Aylan Kurdi murió antes de tiempo, su qué manos somos. Esas que tocan el
vida y su futuro quedaron frustrados. asfalto, o las que se tapan los ojos para
Su destino no era morir ahogado en sentirse seguros, a costa de descartar el
el Mediterráneo. No, no era su hora, llanto de tantos (2021).
como tampoco lo era para su hermano
Galip de cinco años, ni para su madre, ¿Resulta enfermizo seguir llorando
Rehan, quienes también fallecieron por Aylan después del tiempo pasado,
engullidos por las olas. Hay personas o lo que resulta cínico e indignante es
que mueren antes de tiempo, muertes dar por amortizado aquel sufrimiento y
que no pueden ser homologadas al pasar página? La decisión de clausurar
resto bajo el denominador común de el llanto o mantener el duelo, más allá
la resignación: ¡al fin y al cabo, todos de los tiempos estipulados por el reloj
hemos de morir un día! Es cierto, antes de un progreso para el que las vícti-
o después todos moriremos, pero la di- mas son daños colaterales inevitables,
ferencia entre morir «a nuestra hora» dirime el carácter político del llanto.
o morir «antes de tiempo» es abismal. La persistencia del llanto desafía las
Hay quienes mueren porque lloran necropolíticas que pretenden construir
desde su nacimiento; en estos términos la historia de espaldas al sufrimiento.
se refería el obispo José Cobo, respon- Es fundamental que el llanto tenga
sable de Migraciones de la Conferen- presencia en el espacio público y siga
cia Episcopal Española, a la muerte de reclamando lugares y tiempos para el
una niña maliense de 24 meses en el duelo. Duelos ininterrumpidos en los
muelle de Arguineguín, en Las Palmas que la memoria de las víctimas se pre-
de Gran Canaria: senta como exigencia perenne de res-
ponsabilidad.
Murió por llorar desde que nació. Por
la asfixia de tener que encontrar un ho-
gar, y el atrevimiento de perseguir ese Duelos ininterrumpidos
sueño junto a su madre con 29 mujeres
y niños en una patera. No tenía edad Para quienes el reclamo de un llanto
para entender de fronteras o de ideolo- social ininterrumpido se les antoje una
gías, ni de cupos legales que tranqui- patología masoquista, baste recordar la
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reciente conmemoración por las víc- o la razón universal. El llanto desafía
timas de los atentados terroristas del el dictum hegeliano según el cual «la
11S. En 2021, se cumplían veinte años razón no puede eternizarse en las heri-
de los atentados de las Torres Gemelas, das infligidas a los individuos, pues los
el Pentágono y el Capitolio; con ese objetivos particulares se pierden en el
motivo los estadounidenses salieron a objeto universal» (1972); puede que la
las calles para expresar públicamente razón no, pero las lágrimas sí pueden
un dolor aún presente. Durante horas –y algunas, deben– eternizarse. Los re-
y horas, en una interminable letanía, latos engreídos de los vencedores que
se leyeron uno tras otro los nombres aspiran a pervivir en los anaqueles de
de las 2.977 víctimas asesinadas aquel la historia universal ocultan la persis-
día. Ningún medio de comunicación ni tencia de aquellas lágrimas incómo-
ningún psicólogo social cuestionaron das que ponen sordina a la pretendida
la salud mental del pueblo estadouni- heroicidad de sus gestas. Marguerite
dense que, después de dos décadas, ha- Duras escribía indignada contra los re-
bría tenido tiempo más que suficiente latos victoriosos de la Segunda Guerra
para superar las fases de negación, ira, Mundial que ocultaban llantos y clau-
negociación, depresión y, por tanto, suraban duelos precipitadamente:
habría llegado ya a aceptar un presen-
te grávido de ausencias. Los llantos El tres de abril De Gaulle dijo esta frase
renovados de familiares y amigos al criminal: «Los días de llanto pertene-
recordar a sus seres queridos –lágri- cen al pasado. Los días de gloria han
mas que las televisiones acercaron en vuelto» [...] De Gaulle no habla de los
primer plano a todos los rincones del campos de concentración, es extraordi-
planeta– no los interpretamos como nario ver hasta qué punto no habla de
la expresión enfermiza de heridas sin ellos, hasta qué punto muestra una cla-
cicatrizar, sino como la necesidad de rísima aversión a integrar el dolor del
mantener viva la memoria de vidas pueblo en la victoria, y todo por temor
arrebatadas injustamente. a desvalorizar su propio papel. [...] De
¿Quiénes siguen llorando hoy por Gaulle ha decretado luto nacional por
Aylan, Galip, Rehan, Mamadú, Ara- la muerte de Roosevelt. Hay que tratar
zu, Shiar, Tarek, Snaid, Ayse, Halil...?, a América con tiento. Francia llevará
¿quiénes leen hoy en conmemoración luto por Roosevelt. El luto por el pue-
pública los nombres de cada una de blo no se lleva. (1985, 41-43)
las víctimas anónimas asesinadas en
fronteras fratricidas, en guerras estra-
tégicas, por violencia de género o por Las «locas plañideras» de Plaza
hambrunas evitables? Su memoria, sus de Mayo
causas y sus esperanzas merecen y re-
claman que sus nombres también sean Las madres y las abuelas argentinas de
pronunciados pausadamente uno a uno. Plaza de Mayo son un claro ejemplo
El duelo ininterrumpido se niega a de un duelo mantenido en el tiempo,
inmolar ninguna lágrima en el altar de que se resiste a abandonar el espacio
la globalización, el progreso, la historia público. Desde 1977, este grupo de
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mujeres se reúne todos los jueves en dades neoliberales que buscan norma-
la emblemática plaza de Buenos Aires lizar el sufrimiento bajo la categoría de
para denunciar el secuestro, robo, tor- «accidente inevitable» (Díaz-Salazar
tura y desaparición de sus hijos y nie- 2004). Como ya hemos dicho, para los
tos durante la dictadura de Jorge Rafael marcos normativos que tasan las dosis
Videla. La constancia de este duelo de llantos socialmente aceptables, los
ininterrumpido ha obtenido frutos con- duelos que se extienden en el tiempo
cretos como el reencuentro de algunos son síntomas de patologías individua-
familiares o el reconocimiento interna- les instaladas en procesos de negación
cional de su lucha, pero lo que aquí nos no resueltos. Pero pudiera ocurrir que,
interesa destacar es la determinación desde la orilla del sufrimiento injus-
de convertir el llanto en reivindicación to, lo más sano sea no parar de llorar:
política permanente, su negativa a dar «En Argentina, las locas de la Plaza de
por clausurado el dolor y a acotar el Mayo serán un ejemplo de salud men-
duelo en los marcos institucionales que tal, porque ellas se negaron a olvidar
buscan cerrar apresuradamente el agui- en los tiempos de la amnesia obliga-
jón de una herida siempre acusadora: toria» (Galeano 2009). Julio Cortázar
supo ver también la salud y el carácter
[…] Poco a poco intentaron que las político de ese llanto cuando en 1982
Madres aceptáramos la muerte de los escribía desde París: «El día en que
hijos, que [...] hay que exhumarlos en los plumíferos y los sicarios de la Jun-
los cementerios, para confirmar que ta Militar argentina echaron a rodar la
están todos muertos, sin que nadie nos calificación de “locas” a las Madres de
diga quién, cómo, cuándo y por qué. Plaza de Mayo [...] no se dieron cuen-
[...] No le prohibimos a la madre que ta de que echaban a volar una inmensa
así lo desee, la madre que cree que es bandada de palomas que habría de cu-
su hijo, rescatar el cuerpo, pero no con brir los cielos del mundo con su men-
el pañuelo blanco. Y estamos en contra saje de angustiada verdad» (2014).
de los homenajes póstumos, porque así Como me hace notar Jorge Picó,
se limpian los políticos, los que estu- las «locas plañideras» argentinas son
vieron de acuerdo con la dictadura [...]. el trasunto actual de los coros que en
En Arquitectura había 145 jóvenes des- las tragedias griegas clásicas disloca-
aparecidos, y querían poner todos sus ban con sus llantos el orden de las polis
nombres en una pared [...]. Parece que inalterables. A su saber dramatúrgico
se los llevaron por estudiar arquitectu- debo la referencia a la tragedia Los sie-
ra. ¡No señores, falta lo principal, eran te contra Tebas de Esquilo, en la que
revolucionarios, se los llevaron por «mujeres enloquecidas» desafiaban la
eso! Rechazamos los homenajes, las disciplina exigible a una virtud cívico-
plaquetas, los monumentos. ¡Seguimos religiosa viril y autocontenida:
diciendo que nuestros hijos viven, cada
vez con más fuerza! (Bonafini s/f)1 El coro de las tebanas, con su angus-
tiosa apelación a una presencia divina,
Mantener la presencia constante del sus carreras enloquecidas, sus gritos tu-
duelo colectivo resulta vital en socie- multuosos, el fervor que las arroja y las

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mantiene vinculadas a los más antiguos tisfecho de su llanto y este deseo se ale-
ídolos, los archaîca brétê, no en tem- jó de sus entrañas y de sus miembros,
plos consagrados a los dioses, sino en se levantó de su asiento y ayudó al an-
plena ciudad, en la plaza pública... Ese ciano a incorporarse, apiadado de su
coro encarna una religión femenina canosa cabeza y de su canoso mentón.
que es categóricamente condenada por
Eteocles en nombre de una religiosidad «[…] Mas, ea, dime también y respon-
distinta, a la vez viril y cívica. (Vidal- de puntualmente y con detalle: ¿cuán-
Naquet y Pierre Vernant 1987, 36) tos días deseas para tributar exequias
al divino Héctor? Estoy dispuesto a
«Las locas» nos recuerdan que aguardar ese tiempo y a contener a la
nuestro ser social, nuestras polis, se le- hueste». Le respondió entonces el an-
vanta sobre necrópolis; no en vano el ciano, el deiforme Príamo: «Si deseas
significado de patria es la tierra donde que realice funerales en honor del di-
están enterrados nuestros ancestros co- vino Héctor, mi agradecimiento te
munes, los patres. En nuestras ciuda- ganarías, Aquiles, si obras de esta ma-
danías «trágicas» acecha siempre cerca nera: sabes qué asediados estamos en
una tumba mal cerrada. la ciudad, que la leña está lejos para
traerla del monte, y que los troyanos
tienen enorme temor. Nueve días nos
Tiempos para el duelo, brechas harían falta para llorarlo en el palacio;
para la paz al décimo lo enterraríamos y la hues-
te celebraría el banquete; al undécimo
El llanto que reclama tiempo para la erigiríamos una tumba sobre sus restos;
memoria tiene la capacidad de alum- y al duodécimo entablaremos combate
brar tiempos inéditos. Las lágrimas si es preciso». Díjole a su vez el divi-
riegan horizontes sociopolíticos des- no Aquiles, de pies protectores: «Así
conocidos. Forzando un tiempo para se hará también eso, anciano Príamo,
el duelo, el llanto desconsolado de como solicitas. Pues suspenderé el
Príamo fue capaz de detener la guerra combate todo el tiempo que me pides».
entre griegos y troyanos. La Iliada re- (Homero, Canto XXIV, versos 599-
lata cómo Aquiles, ejecutor de Héctor, 604)
conmovido por las lágrimas del ancia-
no padre que reclama el cuerpo de su La persistencia del llanto desafía
hijo, le otorga doce días para llorar y las políticas que construyen la historia
celebrar el funeral: en campos de batalla permanentes. Las
necropolíticas de Aquiles naturalizan
El recuerdo hacía llorar a ambos: el el sufrimiento y la muerte como pea-
uno al homicida Héctor lloraba sin pau- jes inevitables de un poder que busca
sa, postrado ante los pies de Aquiles; ampliar fronteras aun a costa de edifi-
y Aquiles lloraba por su propio padre carlas sobre cadáveres. Con sus llan-
y a veces también por Patroclo; y los tos, los Príamos de todos los tiempos
gemidos se elevaban en la estancia. En plantan cara y construyen lugares don-
cuanto el divino Aquiles estuvo ya sa- de la memoria del sufrimiento es una
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presencia irritante para los poderes im- bien» (2021). Y, precisamente porque
periales, bélicos o económicos. Pararse no todo está bien, seguimos esperando
a hacer duelo abre una brecha crítica –y llorando, añadimos nosotros– nue-
en los relojes del mercado y la guerra. vos tiempos y nuevos lugares. El Apo-
La necesidad de mantener un due- calipsis bíblico promete que, el día del
lo ininterrumpido en sociedades apa- juicio final, advendrán un cielo y una
rentemente pacíficas viene urgida por tierra nuevos en los que Dios mismo
el convencimiento de que vivimos en «enjugará todas las lágrimas de nues-
contextos de guerra, por más que a tros ojos, y ya no habrá muerte, ni due-
nuestro alrededor no estallen obuses lo, ni llanto, ni dolor...» (Ap 21,1-4).
ni suenen alarmas antiaéreas. Tercera El tiempo de la justicia no se asienta
guerra mundial por etapas, conflictos sobre el devenir cronológico que mar-
híbridos o guerra de cuarta generación can los relojes. El progreso histórico
son distintas maneras de denominar –si tal cosa existiera como simple iner-
nuevos escenarios bélicos que no se cia o mera evolución automática– no
parecen en nada a antiguas campañas tiene capacidad de otorgar redención
militares. Zonas grises de guerras no alguna. El puro acontecer no genera
declaradas en las que los ciudadanos ningún futuro esperanzador para las
de a pie nos convertimos en armas víctimas que anhelan ser justificadas.
arrojadizas de estrategias políticas Solo Dios puede enjugar las lágrimas
combativas. Conflictos bélicos en los porque solamente él puede presentarse
que los campos de batalla son las so- como Juez e instaurar el tiempo otro de
ciedades; las armas, los ciudadanos; la sentencia exculpatoria. «El tiempo,
y las estrategias militares, la desinfor- en el mundo, seca todas las lágrimas;
mación, el control de recursos básicos es el olvido de este instante no perdo-
(agua, alimentos, electricidad, gas, me- nado y de esta pena que nada podría
dicamentos...), el sabotaje informático compensar» (Lévinas 1947, 154).
y el reforzamiento de fronteras. Sin el Las lágrimas señalan el camino
estrépito de las guerras clásicas, estas hacia el «tiempo de Dios». Hasta que
batallas larvadas siguen produciendo Dios seque definitivamente todas las
hoy millones de víctimas. En estos lágrimas, tenemos la exigencia de
nuevos escenarios de guerras de des- mantener el llanto desconsolado por el
gaste social, la presencia del duelo ins- asesinato colectivo del pequeño Aylan
taura momentos de tregua que aspiran frente a poderes lastimeros que preten-
a convertirse en tiempos permanentes. den pasar página y seguir alimentando
el monstruo de un progreso fratricida
construido sobre campos y mares de
Cielo y tierra nuevos, porque cadáveres sin memoria.
no todo está bien La perspectiva política que condi-
ciona nuestro acercamiento a un llanto
Los coros plañideros que se resisten a activista no desatiende la vertiente pa-
desalojar los espacios públicos son el siva –por momentos mística– que tam-
recuerdo incómodo de que, como dice bién anida en las lágrimas. El reclamo
Josep María Esquirol, «no todo está de redención, reparación o consuelo
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para las víctimas que el duelo expresa La vivencia no creyente también
esconde el recuerdo íntimo de un en- consigna la dimensión relacional del
cuentro. Las razones para la espera y llanto como añoranza de una Alteri-
la esperanza que recogíamos de Josep dad radical o de un «Otro» en lengua-
Maria Esquirol no se agotan en el hori- je levinasiano. Sea como experiencia
zonte de un futuro redentor; esperamos creyente o puramente antropológica,
porque no todo está bien, pero también el llanto siempre se presenta como rea-
–añadirá– «porque todo (buen) en- lidad relacional. Incluso el llanto más
cuentro pide reencuentro» (2021, 153). recóndito que acontece en la absoluta
En cada llanto late la añoranza de un intimidad invoca siempre a una pre-
encuentro primero. La experiencia re- sencia o a una ausencia. Aunque lo ha-
ligiosa tematiza esa relación como re- gamos a solas, siempre lloramos frente
ligación divina. En su Tratado de las a alguien humano, divino, desconoci-
lágrimas, la filósofa Catherine Chalier do, ignorado o añorado.
ancla el origen de todas las lágrimas en
el momento fundante en el que Dios Lejos de constituir un tener lástima de
crea a los seres humanos a su imagen uno mismo, como a veces se dice para
y semejanza; todos los llantos remiti- expulsarlas de la propia vida y enseñar
rían, según ella, a recuerdos fugaces de una cierta dureza, las lágrimas se diri-
ese vínculo original entre lo humano y gen siempre, en efecto, a alguien distin-
lo divino que nos constituye como vi- to de uno mismo, aunque permanezca
vientes: obstinadamente ausente y silencioso,
aunque sea desconocido. Apelan a él,
[…] Las lágrimas no serían la confe- a su justicia o a su perdón, a su mise-
sión irreprimible de una debilidad o ricordia o a su auxilio. En otros térmi-
una indignidad añadida, sino que, por nos, buscan un cara a cara, hasta en el
el contrario, significarían el despertar a abismo de la desesperación y, también
una conciencia agudizada de las conse- muy a menudo, sin la clara conciencia
cuencias posiblemente nefastas propias de esta búsqueda. (Chalier 2007, 69)
del estatuto de criatura, pero, y esto es
esencial, en la memoria, recuperada El llanto político es llanto místico
por un instante, de esta asombrosa pro- en la media en que reclama, aunque
posición bíblica que anuncia al hombre sea de modo inconsciente, la necesidad
y a la mujer que han sido creados am- de un Otro con capacidad de escuchar
bos a «imagen de Dios». (2007, 36) y responder.

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LOS LUGARES DEL LLANTO

Las sociedades suelen establecer espacios para el llanto. Lo mismo


que hay lugares políticamente correctos donde morir (hospitales, re-
sidencias, lazaretos, etc.), existen lugares donde llorar está bien visto
(velatorios, tanatorios, iglesias, etc.). En ambos casos, se pretende
sustraer del espacio público experiencias que nos resultan especial-
mente perturbadoras.

Las escenas de moribundos por ham- sidades de los llantos permitidos), lo


brunas en las calles de algunos países o que resulta relevante es la ruptura del
aquellas otras de víctimas de desastres orden social que se produce cuando el
ambientales o guerras nos inquietan llanto acontece de forma espontánea
profundamente, del mismo modo que y pública en espacios «libres de llan-
nos estremece ver llorar a alguien en to». La irrupción inadecuada del llanto
público. Fuera de los espacios en los obliga a cuestionar el por qué, el para
que el llanto se acota en las convencio- qué e, incluso, el contra quién de este.
nes sociales de teatralización ritual, las
lágrimas incomodan y cuestionan. No
hago una interpretación peyorativa de El cuerpo que llora
los lugares y rituales aptos para el llan-
to (en todas las culturas encontramos El primer hogar de las lágrimas es el
ritos de duelo en los que se modulan cuerpo humano y, más concretamen-
socialmente los momentos y las inten- te, el cuerpo del neonato. El llanto
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es nuestra primera palabra al mundo. toma el control de nuestra expresión
Inauguramos la vida con un grito que en las situaciones límite, aquellas que
implora una demanda radical de cuida- nos conectan con nuestra impotencia
do. Venimos a la vida exigiendo que más radical. Llorar es poder hacer algo
alguien nos cuide y, en cierto sentido, cuando no se puede hacer nada:
la permanencia del llanto a lo largo de
toda nuestra existencia no será otra Sólo se ríe y se llora en situaciones
cosa que diferentes modulaciones del para las que no hay otra respuesta. Es
mismo imperativo de cuidado. Para la decir, para aquel a quien una palabra,
psicoterapeuta J. K. Nelson, el llanto una imagen, una situación afectan
es el fundamento de los vínculos so- tanto, que tiene que reír o llorar, no
ciales (2005): la demanda de atención hay otra respuesta; aunque los demás
intrínseca al acto de llorar –reclamo no entiendan su humor, le tengan por
que no está necesariamente presente en necio o sentimental y crean que debía
otras expresiones emocionales– gene- comportarse de otra manera.
ra comportamientos vinculantes y, en
cierto modo, es la argamasa que cons- […] Acabar y no-poder-hacer-nada no
truye la comunidad política. significan aquí haber puesto fin a la pa-
El llanto es una emoción deman- ciencia y fuerzas propias o estar harto
dante, pues no podemos permanecer de una cosa, de un hombre, sino que
impasibles ante el llanto ajeno; aun- significa haber llegado a un límite que
que decidamos desatenderlo, el llanto prohíbe no sólo fácticamente, sino por
no dejará de reclamar insistentemente principio toda posibilidad de explica-
nuestra respuesta. Precisamente, la de- ción. (Plessner 2007, 153-154)
manda de reacción alimenta el poten-
cial político de las lágrimas. El llanto Al inscribirse en los intersticios de
encierra la tensión de una responsabi- nuestra corporalidad, el llanto resulta
lidad siempre pendiente de acometer. menos susceptible de ser manipulado
El anclaje corporal del llanto le que otras emociones más etéreas. El
otorga además un valor testimonial de cuerpo no miente. La psicología ense-
autenticidad. Obviamente, como toda ña que, por mucho que nuestra mente
expresión humana, el llanto puede per- intente convencernos de que todo mar-
vertirse y trastocar el germen de ver- cha bien en algún momento vital críti-
dad que le otorgamos espontáneamen- co, nuestro soma se encarga de man-
te. No somos ingenuos, sabemos que dar señales de alerta para sacarnos del
las «lágrimas de cocodrilo» también autoengaño. Ancladas en el cuerpo, las
existen, pero no son sino una excep- lágrimas se sitúan en el lugar de la ver-
ción a la regla de que, al llorar, nuestro dad, en esa frontera de la muerte donde
ser dice de verdad. No decidimos llo- –dirá, Irene Vallejo– no hay razones
rar –como tampoco decidimos reír–; el para mentir:
llanto aparece como un tsunami emo-
cional que escapa a nuestro control Cuenta una tradición romana que la be-
y que se gesta en las profundidades lla Lucrecia pasaba la noche sola cuan-
abisales de nuestro cuerpo. El cuerpo do llamó a su puerta el hijo del rey Tar-

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quinio el Soberbio buscando cobijo de llanto de aquellas que han permaneci-
la lluvia. Lucrecia, intimidada, acogió do junto a Jesús hasta la cruz las hace
al poderoso visitante. De madrugada, cómplices de la suerte de aquel que fue
entre tinieblas, él entró en su dormito- juzgado como sedicioso y blasfemo.
rio con una espada y la violó. Al día Llorar pública y compasivamente en
siguiente ella esperó el regreso de su favor y al lado de las víctimas desafía
marido y, con ojos helados, le contó lo al poder que las condena injustamente,
sucedido. Entre los pliegues de su tú- es decir, niega la validez de los marcos
nica escondía un puñal. Al terminar el sociales y jurídicos que establecen las
relato se suicidó. Tras la muerte, sus fa- fronteras entre culpables e inocentes.
miliares lideraron una revolución que José de Arimatea acudió a Pilato
derrocó al rey, exilió al violador y dio pidiéndole autorización para enterrar
nacimiento a la república romana hace el cuerpo de Jesús (Jn 19,38); el llanto,
27 siglos. La escalofriante lección de sin embargo, no necesita permiso para
esta leyenda es que Lucrecia se clavó acercarse a la víctima, surge a pesar
la daga para apuntalar la veracidad de y, muchas veces, en contra del poder
sus palabras. Tuvo que hablar desde la hegemónico. Con su llanto compasi-
frontera de la muerte donde ya no que- vo, las mujeres mandaban un mensaje
dan motivos para mentir. (2021) a Pilato: no reconocían su poder, no
admitían la demarcación política que
establece qué vidas merecen ser llora-
A los pies de la cruz das y cuáles no (Butler 2006). El llanto
o escondidos en casa como expresión política impugna la
interpretación peyorativa que afea el
No es lo mismo llorar a los pies de la «llorar como una Magdalena». Lejos
cruz que escondidos en una casa con de alentar sollozos resignados, el llan-
las puertas cerradas por miedo a las to de María Magdalena señala un lugar
autoridades judías (cfr. Jn 20,19). Para de crítica política en la cartografía del
definir la naturaleza política del llanto, dolor: a los pies de la cruz.
es vital precisar el lugar desde el que En una época como la actual,
se llora. marcada por una globalización que
El Evangelio de san Juan recoge la desarraiga pertenencias, resulta vital
escena de unas discípulas arremolina- apuntalar espacios para el llanto. La
das alrededor de la cruz, acompañando globalización es una empresa desloca-
la agonía de Jesús (Jn 20,25). Llorando lizadora en la que mercancías y finan-
junto a la víctima, María la madre de zas transitan libremente por encima de
Jesús, María Salomé, María Cleofás, fronteras nacionales. Al circular sin
María Magdalena y el discípulo ama- ningún enraizamiento local, el capi-
do se posicionan públicamente en fa- talismo neoliberal –rostro visible del
vor del ajusticiado. Frente a la huida nuevo globalitarismo económico– se
y las respuestas elusivas de un Pedro desresponsabiliza de los sufrimientos
que observa y llora desde la pruden- siempre concretos que generan sus
cia de una distancia autoexculpatoria transacciones. En el mercado global no
(cfr. Jn 18,17.25-27), la elocuencia del hay sufrimiento ni llanto. Reivindicar
13
la presencia pública del llanto es asu- un final es lo que permite que otras co-
mir el compromiso político de señalar sas comiencen. Naturalmente, los reyes
los lugares del sufrimiento. Llorando a piensan que la puerta de la aflicción no
gritos a los pies de las cruces históricas debe abrirse, porque ello sirve para de-
que seguimos generando, marcamos rribar a los reyes fraudulentos. […] El
sobre el mapa aquellos lugares de su- enigma de la fe bíblica (que es a la vez
frimiento que las políticas defensivas su gran intuición) consiste en el con-
ocultan bajo eufemismos administra- vencimiento de que sólo el dolor lleva
tivos. Las fronteras nacionales se han a la vida, de que sólo la aflicción con-
convertido hoy en valles de lágrimas duce a la alegría, y de que sólo la acep-
de resonancias bíblicas: campos de re- tación del término de las cosas permite
fugiados, CIEs, pasillos humanitarios, nuevos comienzos.
concertinas, puertos fronterizos... seña-
lan lugares donde las multitudes lloran […] La comunidad alternativa sabe
porque sufren injustamente. Integrar- que no tienen necesidad de recurrir al
se en el coro plañidero acompañando engaño; que puede mantenerse soli-
compasivamente esos sufrimientos es daria con los moribundos, porque son
un acto de resistencia política. Baja- estos los únicos que esperan. Jeremías,
do el cadáver de la cruz, Pilato puede fiel a Moisés, comprendió lo que los
respirar por fin tranquilo: ¡un problema insensibles nunca sabrán: que sólo los
menos! Seguir llorando en los Gólgo- que lloran y se afligen pueden vivir de
tas de la historia es mantener la memo- verdad sus propias experiencias y se-
ria de condenas injustas y recordarles a guir avanzando. (Brueggemann 1983,
los Pilato imperiales una responsabili- 71-72)
dad pendiente de la que no puede des-
entenderse lavándose las manos. El testimonio del desconsuelo del
No es casual que los regímenes to- llanto a los pies de la cruz anticipa el
talitarios repriman violentamente las veredicto exculpatorio que Dios dicta-
expresiones públicas del llanto. Las rá en la resurrección de Jesús. El Juicio
lágrimas riegan el terreno de una rea- definitivo de Dios invalida la sentencia
lidad alternativa no subyugada por el de culpabilidad decretada sobre Jesús.
poder, abriendo la posibilidad de nue- Jesús es inocente, como inocentes son
vos comienzos: todos los crucificados de la historia
condenados injustamente; con la resu-
Las lágrimas son un modo de expresar rrección de Jesús se hace justicia –es-
la solidaridad en el sufrimiento cuando peranzada– sobre todos ellos. El llanto
ya no queda ninguna otra forma de so- compasivo, inadecuado e intempestivo
lidaridad. mantiene esta esperanza como memo-
ria y exigencia. El llanto desquiciado
[…] Esta tradición de la fe bíblica [pro- que irrumpe fuera de las casillas socia-
fetismo de Jeremías] es perfectamen- les creadas para contenerlo inaugura
te consciente de que la aflicción es la topologías y cronologías novedosas
puerta de acceso a la existencia históri- donde las víctimas pueden vivir y es-
ca y que el aceptar que las cosas tienen perar.
14
Del lamento al clamor La manifestación colectiva del due-
lo no necesita de explicaciones aña-
Para que el llanto se exprese como crí- didas; como afirma Judith Butler, el
tica política tiene que ocupar el espa- mero hecho de que los cuerpos se reú-
cio público. Para asentarse en la polis, nan, aunque sea en silencio, constituye
las lágrimas necesitan recorrer el tra- ya una expresión política en sí misma,
yecto del ámbito privado en el que so- una performatividad corpórea altamen-
lemos confinarlas al colectivo, donde te significativa (2017, 15). El llanto se
se juegan las dinámicas institucionales politiza –se hace queja exigente– en la
de justicia y bien común. La politiza- medida en que se colectiviza. Llorar
ción del llanto requiere transitar del la- juntos empodera a las lágrimas. La ato-
mento individual al clamor colectivo, mización individualista que promueve
pasar de la expresión personal de un la lógica neoliberal de nuestras socie-
malestar a la reivindicación grupal de dades consumistas fomenta la lástima
una exigencia. Las lágrimas se hacen privada como modo de mantener a
política cuando se llora junto a otros. raya al clamor colectivo que cuestiona
En la obra Del sentimiento trágico y desestabiliza. Vivimos en sociedades
de la vida, Unamuno expresa el poder muy lastimeras y poco clamorosas. El
del llanto compartido. Condoliéndose grito de un anciano Stéphane Hessel
con el sufrimiento de Solón de Atenas arengando a los jóvenes a indignarse2
por la muerte de su hijo, recrimina la era una invitación a pasar del lamento
impertinencia del que afirma que llorar al clamor, a transformar la expresión
no sirve de nada: políticamente correcta del duelo re-
signado que apuntala el presente, en
Claro está que el llorar sirve de algo, llanto indignado que se rebela contra
aunque no sea más que de desahogo; el statu quo indolente.
pero bien se ve el profundo sentido de El relato en el libro del Éxodo de
la respuesta de Solón al impertinente. la liberación del pueblo hebreo puede
Y estoy convencido de que resolvería- leerse como ejemplo del tránsito poli-
mos muchas cosas si saliendo todos a tizador del lamento al clamor. El teó-
la calle, y poniendo a luz nuestras pe- logo José Ignacio González Faus suele
nas, que acaso resultasen una sola pena decir provocativamente que tenemos
común, nos pusiéramos en común a noticias de Dios a partir de un conflic-
llorarla y a dar gritos al cielo y a lla- to laboral. La situación de esclavitud
mar a Dios. Aunque no nos oyese, que de los hebreos en Egipto es la que, si-
sí nos oiría. Lo más santo de un templo guiendo su metáfora, determinó la in-
es que se va a llorar en común. Un Mi- tervención liberadora de Dios en favor
serere, cantado en común por una mu- de su pueblo –y en contra del faraón–.
chedumbre azotada del destino, vale No pretendo enmendar la potencia de
tanto como una filosofía. No basta cu- esta sugerente imagen, pero propongo
rar la peste, hay que saber llorarla. ¡Sí, ampliarla del conflicto «patronal» al
hay que saber llorar! Y acaso ésta es la territorio del llanto.
sabiduría suprema. ¿Para qué? Pregun- El relato del Éxodo3 insiste en que
tádselo a Solón. (1983) Dios ve y oye la situación de su pue-
15
blo. En el versículo 3,7, la visión de terior el imperativo de una exigencia,
la opresión antecede a la escucha de se clama siempre frente a alguien. Se
la queja: «He visto la opresión de mi «clama al cielo» porque esperamos que
pueblo en Egipto y he oído sus quejas este responda a nuestra demanda des-
contra los opresores»; más adelante, en esperada. Entre el lamento y el clamor
el versículo 3,9 se invierten los térmi- se sitúa la queja que puede asentarse
nos y el oído se anticipa a la vista: «El en el coto cerrado de la pena resigna-
clamor de los hijos de Israel ha llegado da o, ir más allá, y presentarse como
a mí y he visto cómo los tiranizan los acusación que pleitea ante el tribunal.
egipcios». Los ojos de Dios ven opre- El llanto terapéutico funciona como
sión y tiranía, mientras que a sus oídos desahogo sanador; el político, como
llegan la queja y el clamor. A modo querella demandante. El lamento indi-
de paréntesis, conviene advertir que vidual puede contentarse con el alivio
la expresión auditiva del sufrimiento de un consuelo afectivo, el clamor co-
por medio del llanto permite esquivar lectivo, por su parte, no busca alivio,
el riesgo de la espectacularización por- sino liberación, una demanda inscrita
nográfica de este cuando se nos arrojan en su propia enunciación. Lo determi-
a la vista situaciones de injusticia sin nante en el relato del Éxodo que nos
las mediaciones compasivas del duelo. ocupa no es que un Dios supuestamen-
Más allá del juego de prioridades en- te experto en escrutar los signos de los
tre visión y audición, lo que, en última tiempos vaya más allá del llanto de los
instancia, determina la intervención hebreos para descubrir detrás de él la
divina es el reconocimiento del «su- opresión del Faraón; si esto fuese así,
frimiento» del pueblo. Dios no es un el clamor no sería más que un toque de
sindicalista que tras realizar un análi- atención sin contenido alguno. Dios no
sis de las condiciones laborales de los responde al clamor saltando sobre él
hebreos propone una estrategia nego- para llegar por su propia iniciativa a la
ciadora con la empresarial faraónica, injusticia, es el propio llanto colectivo
es alguien que conmovido por el sufri- el que «informa» a Dios de la opresión
miento de los suyos sale en su ayuda. que anida en el sufrimiento. Del mis-
Los análisis planifican; el sufrimiento mo modo que los oídos expertos de los
moviliza. padres saben interpretar los matices
La expresión pública del daño pa- del llanto aparentemente invariable de
decido es el desencadenante del ca- sus hijos (llantos que unas veces de-
mino de liberación. Dios reacciona mandan alimento, otras abrazos, aseo,
al clamor y la queja, que no son otra descanso...), Dios comprende e inter-
cosa que el llanto colectivo politizado. preta correctamente lo que el pueblo le
Lamento y clamor no son lo mismo, dice a través de su lamento: he visto,
por más que ambas expresiones pue- he oído..., conozco sus sufrimientos.
dan compartir idénticas lágrimas. Uno Desde el ámbito de la liturgia, la
puede lamentarse resignadamente por teóloga Paula Depalma reivindica la
su mala suerte, pero la autocompasión atención ritual a los gritos y lamentos
no genera ni exige ninguna respuesta para que las celebraciones conecten el
política. El clamor sí contiene en su in- misterio con las encrucijadas sufrien-
16
tes de la vida (2022, 173). Los espacios llanto se presenta como aglutinante de
y los tiempos litúrgicos deberían hacer un único duelo compartido. Los llantos
el esfuerzo de integrar en sus celebra- por los desastres climáticos, las crisis
ciones la presencia incómoda del cla- migratorias, los feminicidios que no
mor y la queja. Cubierta bajo el manto cesan o por la precaria situación de las
protector de la experiencia pascual, la personas sin hogar manan de la misma
ritualización litúrgica se suele presen- fuente. Todos los llantos son afluentes
tar como resquicio consolador en el del mismo río de injusticia estructural.
que la expresión de la pena cuenta con El clamor compartido se sitúa en la in-
el calor balsámico de una esperanza terseccionalidad de todas las opresio-
activa. La queja, sin embargo, rompe nes (Crenshaw 2017).
todo marco ritual paliativo, no se avie- Reconocer el caudal de fondo que
ne a las razones de los consoladores irriga todas las lágrimas permite cons-
inoportunos que intentan convencer a truir tupidas redes de poder político.
Job de lo merecido de su sufrimiento Judith Butler dirá lo siguiente:
y, de paso, justificar la inocencia divi-
na. El clamor y la queja buscan pleitear Es imperativo que trabajemos a través
con Dios, sacarlo a la intemperie del de las diferencias y que construyamos
tribunal para pedirle cuentas del su- redes complejas de poder social. Rela-
frimiento padecido injustamente, aun tos que nos ayuden a construir vínculos
a riesgo de quedar herido como Jacob entre los pobres, los precarios, los des-
(Gn 32). poseídos, los colectivos LGTBIQ+, los
trabajadores y todos aquellos sujetos
En los Salmos, en la queja de Agar, en al racismo y la subyugación colonial.
las lamentaciones de Jeremías, en las Estos no siempre son grupos o identi-
lágrimas de las compañeras de la hija dades separados, sino formas de subyu-
de Jefté, en el desafío al cielo de Job gación superpuestas e interconectadas
y en el grito de un Jesús abandonado que se oponen al racismo, la misoginia,
por Dios en la cruz, la lamentación está la homofobia, la transfobia, pero tam-
curiosamente ausente de las prácticas bién al capitalismo y sus destrucciones,
cristianas de oración, particularmente incluidas la destrucción de la Tierra y
en el ámbito litúrgico. (Johnson 2005, las formas de vida indígenas. (2021)
329-330)
En su desplazamiento hacia la
transversalidad, el llanto ha de romper
La transversalidad del llanto con el anclaje patriarcal que lo anuda
a una naturaleza femenina cataloga-
Poniendo en común nuestros llantos da como débil. Un imperativo varonil
quizás lleguemos a descubrir que, en el socialmente aceptado dicta que «los
fondo, todos y todas lloramos la misma hombres no lloran» o, expresado des-
pena, como sugería el texto de Una- de su reverso, que «el llanto es cosa de
muno citado más arriba. En un mun- mujeres». Bastaría un somero análisis
do global en el que se agolpan causas histórico para desmentir el tópico de la
y luchas aparentemente dispersas, el impasibilidad masculina ante el sufri-
17
miento. Aquiles, Odiseo, Carlomagno, Sufrimiento, compasión
Roland, Francisco de Asís..., la litera- y resistencia
tura universal está plagada de hombres
que lloran desconsoladamente,4 pero Lloramos cuando somos heridos per-
esta presencia literaria del desconsue- sonalmente, pero también nos condo-
lo masculino no desdice el imaginario lemos compasivamente con el sufri-
colectivo que, aún hoy, sigue alimen- miento ajeno. La manifestación de la
tándose de la visión aristotélica que compasión que el llanto expresa como
mantiene que la hombría es una carac- participación en el sufrimiento del otro
terística masculina que se define por la va más allá de la mera empatía o de
ausencia de compasión. Como advierte las lágrimas reflejas ante la visión de
MacIntyre: la aflicción ajena. El Nuevo Testa-
mento propone un sentido radical de
Cuando [Aristóteles] comenta la ne- la compasión, expresada con el térmi-
cesidad que el ser humano tiene de los no griego splagchnizomai, verbo que
amigos, particularmente, en momentos utilizan los evangelios para referirse
de adversidad o de pérdidas, sostiene a la conmoción visceral (el sustantivo
que quienes poseen hombría se distin- plural splagchna designa el interior de
guen de las mujeres porque no desean las víctimas del sacrificio, las vísceras)
que otros se entristezcan por su pena. que siente Jesús –y el samaritano de la
No desean hacer sufrir a los demás, al parábola lucana (Lc 10,25-37)– ante el
compartir su pérdida. Claramente da sufrimiento de los demás.
por supuesto que el hombre que actúa Una lectura estricta de los evan-
como mujer a este respecto, es inferior gelios solo reconocerá tres momentos
en su virtud masculina. Además, al en los que Jesús aparece llorando de
hombre magnánimo, que es el modelo forma explícita: ante la muerte de su
de la virtud en la teoría de Aristóteles, amigo Lázaro (Jn 11,35), al acercarse
le desagrada reconocer de cualquier a Jerusalén y profetizar su destrucción
modo su necesidad de ayuda o consue- (Lc 19,41) y en la oración y agonía
lo por parte de los demás. (2001, 21-22) de Getsemaní (Mt 26,36-46 y Mc 14,
32-42); sin embargo, no creemos for-
La extirpación del llanto mascu- zar la interpretación de otros muchos
lino determinada por una valoración textos en los que la intensidad de la
negativa de las emociones se relaciona conmoción compasiva de Jesús su-
además con las dinámicas internas del gieren también la presencia del llanto,
capitalismo neoliberal: al mercado no aunque el papa Francisco no duda en
le interesa que los varones-productivos afirmarlo:
se detengan a llorar. El espacio público
cooptado por el mercado necesita ser Jesús, en el Evangelio, lloró. Lloró por
inmune al dolor y al duelo para que el amigo muerto. Lloró en su corazón
la cadena de montaje no se detenga. por esa familia que había perdido a
Como reza un antiguo proverbio fla- su hija. Lloró en su corazón cuando
menco: «Ningún arado se detiene por vio a esa pobre madre viuda que lle-
la muerte de un hombre». vaba a enterrar a su hijo. Se conmo-

18
vió y lloró en su corazón cuando vio el mundo del activismo sociopolítico,
a la multitud como ovejas sin pastor. solemos encontrarnos con militantes
(2015) que combaten todas las luchas y que,
haciendo suyo aquel proverbio latino
Más allá de precisiones exegéticas, de que «nada humano les es ajeno», se
me interesa destacar la conexión entre desviven en el compromiso con cien-
compasión y llanto: llanto y compa- tos de causas variopintas. No entro a
sión confluyen en la «verdad» con la juzgar el valor de estas vidas entrega-
que el cuerpo responde de manera irre- das en cuerpo y alma (me precio de la
frenable ante las situaciones-límite. La amistad de activistas a «tiempo com-
empatía se puede modular, es contro- pleto»), aunque desde la perspectiva
lable; la compasión no, esta nos arras- del llanto conviene advertir que uno
tra. Siguiendo a Joan-Carles Mèlich, puede sentirse concernido por múl-
afirmamos que la moral –aquella que tiples causas justas, pero no llorarlas
dicta lo que debemos hacer– se puede todas. Nos puede doler el mundo, pero
enseñar, entrenar e, incluso, anticipar; las lágrimas afloran cuando ese dolor
la acción compasiva, sin embargo, no universal toca de forma concreta nues-
se puede prever, es la reacción espon- tro cuerpo. El migrante que malvive en
tánea ante un sufrimiento inesperado: un campo de refugiados no es ajeno a
los grandes retos políticos, medioam-
La ética no es la moral, sino su punto bientales, descolonizadores o feminis-
ciego porque emerge en un escenario tas de su momento histórico, pero el
en el que el «marco normativo here- desencadenante de su llanto indignado
dado» es puesto en cuestión. La ética seguramente tendrá que ver con la au-
surge en una situación-límite, en una sencia de condiciones de futuro para
situación de radical excepcionalidad. sus hijos e hijas. No estoy animando a
la desmovilización social ni a la frag-
[…] Repitámoslo una vez más, la ética mentación asistencialista que renuncia
es la respuesta que doy aquí y ahora al a análisis y compromisos estructurales,
sufrimiento del otro. (2010, 90, 228) únicamente quiero advertir que, en un
planeta global en el que, a través de
La compasión que nos revuelve las medios de comunicación omnipresen-
entrañas y nos saca de nuestras casi- tes, estamos permanentemente asedia-
llas, nos domina. «El dejarse-dominar dos por un sufrimiento masivo, el llan-
–dirá Helmut Plessner– es el elemen- to funge como universal concreto en
to originante y constitutivo del llanto. el que anclar nuestro compromiso. El
Capitula ante un poder contra el que no llanto permite desactivar el sentimien-
puede más» (2007, 157). to de impotencia culpable que, según
Las lágrimas que no brotan de una Umberto Eco (1973), define la frus-
compasión desquiciante tienen el peli- tración de los hombres y las mujeres
gro de expresar «llantos despóticos», de este siglo, incapaces de responder
llantos que suspiran por los demás, eficazmente a las infinitas heridas que
pero sin compartir su dolor, llantos que les llegan desde las ventanas abiertas a
abrazan causas pero no a personas. En un mundo globalizado.
19
Sin más refrendo que mi propia ex- la ansiedad que se calma con pastillas».
periencia personal, me atrevo a dictar (2021)
que nadie debería comprometerse con
más causas de las que es capaz de llorar. Lejos de cegar, las lágrimas funcio-
Las causas que movilizan eficazmente nan como colirio develador de la rea-
son aquellas que nos han hecho derra- lidad: purifican la mirada y nos mues-
mar alguna lágrima. La experiencia tran el mundo tal como es. «Cuando los
del llanto levanta una atalaya invisible ojos se llenan de lágrimas –dirá Melina
desde la que otear con clarividencia la Balcázar– revelan para qué están he-
verdad última de luchas y compromi- chos en realidad. No para ver sino para
sos. Desde el dolor experimentado por llorar e implorar» (2017, 135). El llan-
la muerte de su hijo, el escritor Sergio to atesora el privilegio epistemológi-
del Molino eleva la vista sobre lamen- co y hermenéutico con el que algunas
tos retóricos que no llegan al territorio teologías y filosofías caracterizan la
del llanto, el lugar, volvemos a insistir, mirada de las víctimas. Ellas no ven lo
de toda verdad: que vemos nosotros. La mirada de las
víctimas es fundamental porque, como
A quienes se nos ha cruzado por delan- afirma Reyes Mate:
te el dolor en su versión definitiva e in-
efable (mi amiga escribiendo un texto Nos da una perspectiva de la realidad
póstumo para su hija, por ejemplo, o que los demás no podemos tener: lo que
el último abrazo que di al cuerpo frío para nosotros es progreso, para ellas es
de mi hijo, de ese tipo de dolor hablo) muerte; las muertes que para unos son
se nos da bien camuflarnos. Nos senti- inconvenientes de un proceso hacia la
mos extranjeros las más de las veces, plena realización como país, para ellas
pero nadie nos pilla el acento. Parece- son negación de todos los valores –llá-
mos tan normales como cualquiera y mense libertad, respeto, reconocimien-
aprendemos a celebrar en silencio que to– que se persiguen. Como su mirada
el dolor no ha podido con nosotros, que no es el resultado de una tesis doctoral
es bueno estar vivos. Hasta que la des- sino la expresión de su propia expe-
gracia es general o civil y nos rodean riencia, lo que nos dice esa mirada es
hipérboles apocalípticas. Entonces nos que o paramos drásticamente la lógica
delatamos como los intrusos que so- de ese proceso en el que nos hemos
mos. Se nos nota demasiado calmados, metido o el crimen acabará alcanzando
escépticos o apartados. Sabemos que a todos. (2005, 28)
toda la gravedad reflexiva que domina
la sociedad es retórica de la peor espe-
cie, un suflé mal hecho. Lo sabemos de Y al final..., ¡sonarse la nariz!
una forma rotunda, instintiva e inex-
plicable. Se os pasará pronto el susto, Para cerrar este cuaderno apologético
pensamos. Todas estas palabras harán en favor de la politización del llanto
eco un rato y luego pasarán también en sociedades indolentes, hago mía
porque no proceden del mismo dolor la conclusión de Lucrecia Maldona-
de donde vienen las verdades, sino de do. Después de hacer un recorrido
20
apasionante por el misterioso país de que la época actual nos proporciona
las lágrimas, culmina su reflexión rei- para volvernos hacia dentro y poder
vindicando el valor contracultural del observar, más allá de la prisa y el tráfa-
acto pedestre de limpiarse los mocos. go de cada día, no solamente el sentido
Después de todo, pudiera ser que el individual de nuestros sentimientos,
valor político del llanto se resuma en sino toda la carga humana y ancestral
su capacidad de detener el tiempo para que traen las lágrimas a nosotros, que
sencillamente... ¡sonarse la nariz! nos lleva hacia ellas, y que así le da sig-
nificado a nuestra vida emocional, tan-
«Por muchas lágrimas que uno derra- to como personas cuanto como socie-
me, siempre termina por sonarse la na- dades, y posiblemente también como
riz» (Lutz 2001, 362). Y así es. Pero humanidad que no ha perdido aún su
el período comprendido entre el inicio capacidad de sentir, y de saber decirlo
del llanto y el hecho de sonarse la nariz con el poético y misterioso lenguaje del
es quizá uno de los escasos momentos llanto. (2007, 20)

21
EPÍLOGO: LAS LÁGRIMAS DE DIOS PADRE
F. Javier Vitoria

Siempre ha existido en la tradición cristiana la conciencia de la inade-


cuación de los conceptos y las imágenes que utiliza para hablar de
Dios, aunque esto no suponga guardar obligatoriamente silencio sobre
Él. Para explicar esta cautela suelo recurrir a una fórmula atribuida a
Dionisio Areopagita, que se ha hecho clásica en teología: «En relación
con Dios, las negaciones son verdaderas y las afirmaciones insuficien-
tes». A buen entendedor, pocas palabras bastan.

Con esta reserva presente, afirmo que ser su pueblo, su timbre de gloria y su
cualquier lenguaje sobre Dios, que honor: Jr 13,11) de la tentación de al-
pretenda ser cristiano, debe tomarse en tanería, que los llevará a no escuchar
serio el pathos de Dios o al Dios em- su palabra y a entregarse a los ídolos
pático, aunque tenga que soportar su (cf. Jr 13,11-16). Pero el pueblo no
insuficiencia. En caso contrario, falsi- escucha su advertencia y Yahvé, im-
ficará la relación de Dios con los hom- potente ante la desobediencia, añade:
bres, tal como fue revelada concreta- «Pero si no oyereis, en silencio llorará
mente en Jesús crucificado. El Padre, mi alma por ese orgullo, y dejarán caer
lejos de permanecer impasible frente al mis ojos lágrimas, y verterán copiosas
sufrimiento de Jesús, padece profunda- lágrimas, porque va cautiva la grey de
mente con él. Más aún, podemos inclu- Yahvé» (Jr 13,17).
so hablar del llanto del Padre en la cruz La cruz de Jesús es el lugar del si-
del Hijo como la expresión emocional lencio abisal de Dios donde el Padre
del «sufrir juntos»5. llora a causa del orgullo de los pecado-
En el profeta Jeremías, Yahvé ad- res que han silenciado su Palabra en-
vierte a Judá y a Israel (elegidos para carnada y por el sufrimiento y la muer-
22
te de su Hijo. Me permitiré la licencia los más fieles corran el riesgo de blas-
de trasladar los primeros versos del femar?» (Chalier 2007, 52).
Stabat Mater a Dios Padre: «Estaba el La refutación pierde de vista dos
Padre doloroso en la cruz, lloroso re- cuestiones decisivas. Primera: que
conciliando el mundo, mientras pendía las lágrimas de Dios, como su ira en
el Hijo. Cuya ánima gimiente, contris- otras ocasiones, expresan de manera
tada y doliente atravesó la espada». insuperable su amor por los hombres
La pasión de Cristo se prolonga y las mujeres: por las víctimas y por
históricamente en todos los que sufren. los victimarios. Las lágrimas del Padre
«Él sigue en agonía hasta el fin de los brindan la prueba más radical de que
tiempos», dice Pascal. En los sufridores ama hasta las últimas consecuencias.
de este «mundo/campo de concentra- Lo que ha salvado a los seres huma-
ción» sigue sufriendo Cristo, singular- nos es un Amor tan extremado, Dios
mente en todas las víctimas del sistema mismo, que carga con las últimas con-
económico de mercado que mata: los secuencias de la encarnación del Hijo
pobres, los precariados, los refugiados, hasta dejarse alcanzar en su propia mé-
los niños famélicos, los niños solda- dula por el sufrimiento de la humani-
dos, las niñas víctimas de la prostitu- dad. Dios no salva a los seres humanos
ción infantil, las mujeres maltratadas, porque los libera del sufrimiento y del
etc. Los gritos y el llanto de «los so- fracaso, sino porque se hace presen-
brantes» impresionan hoy a Dios como te en ellos. Dios, como nos recuerda
antaño los de los esclavos de Egipto. la bellísima fórmula de Alfred North
Y Dios, lejos de permanecer impasible Whitehead, es «el compañero de viaje,
frente a las tribulaciones humanas, a la el colega de sufrimiento que por ello
manera del primer motor aristotélico, nos entiende». Paradójicamente, el
no se hace el sordo y padece profunda- mal se puede convertir, de objeción o
mente con ellas (cf. Sal 39,13), hasta el interrogante angustiado frente a Dios,
punto de que es Dios quien, en su amor en el lugar de su revelación decisiva y,
mayor que toda severidad, llora cuan- en ocasión, para el asombro y la ado-
do oye los gritos de desesperación de ración de la grandeza insondable del
sus hijos: el llanto consume sus ojos, le Amor.
hierven las entrañas por la ruina de la Segunda: las lágrimas de Dios nos
humanidad, mientras niños y lactantes recuerdan a los hombres y a las mu-
desfallecen en los arrabales del mundo jeres la gracia y la responsabilidad de
(cf. Lm 2,11). haber sido creados a «imagen suya»
Esta visión del Padre llorando pue- (cf. Gn 1,27). Por tanto, «los seres hu-
de provocar la pregunta que da pie a manos, para corresponder a la imagen
este Cuaderno: «¿Para qué sirven los inscrita en nuestro corazón, lejos de
lloros de Dios?». La «imagen de un volvernos ciegos a los sufrimientos
Dios patético, incapaz de retener sus presentes o a las tragedias actuales, de-
lágrimas pero impotente para salvar a bemos agudizar la mirada y la concien-
sus criaturas, ¿no equivale acaso a un cia de ellas» (Chalier 2007, 121-122).
último e irrisorio consuelo cuando el Pero, como ha denunciado el papa
abismo atroz del sufrimiento hace que Francisco, ocurre que:
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Se ha desarrollado una globalización Las lágrimas del Dios misericor-
de la indiferencia. Casi sin advertirlo, dioso echan sobre las espaldas de los
nos volvemos incapaces de compade- hombres y las mujeres la tarea de en-
cernos ante los clamores de los otros, cargarse del sufrimiento del mundo.
ya no lloramos ante el drama de los En ese empeño, la revelación de Dios
demás ni nos interesa cuidarlos, como en la cruz es una permanente invita-
si todo fuera una responsabilidad aje- ción a convertimos, como Simón, en
na que no nos incumbe. La cultura del «cireneos» de Dios, que hoy –¿más
bienestar nos anestesia y perdemos la que nunca?– carga con una insopor-
calma si el mercado ofrece algo que table multitud de cruces por la tupida
todavía no hemos comprado, mientras red de vías dolorosas en la que se han
todas esas vidas truncadas por falta de convertido los caminos del mundo por
posibilidades nos parecen un mero es- donde transitan los seres humanos.
pectáculo que de ninguna manera nos Como el rabí Moisés Cordovero nos
altera. (EG 54) recuerda:
A la divinidad le sucede que se
Necesitamos la empatía con los que encuentra «enferma de amor» (a los
sufren, el «sufrir juntos» (la «simpa- hombres y a las mujeres: cf. Cant 2,5),
tía») y compartir el llanto de los descar- y el hombre debe saber que su curación
tados para vivir como Dios. Agudizar depende de él. Le sucede que Dios
nuestra mirada y tomar conciencia de «languidece ante el sufrimiento de Is-
las tragedias de nuestro mundo recla- rael» (cf. Jue 10,16), y él debe calmar
ma de nosotros una alteración de nues- esta postración; lo cual significa con-
tra mirada con el fin de ponernos en el secuentemente que debe experimentar
punto de vista de un rostro «que me cómo sufre la imagen de Dios en el
mira y desde el que yo miro» (Franz presente en tal o cual persona, o en él
Rosenzweig). Nuestra indiferencia nos mismo, y actuar para aliviar su aflic-
impide ver y tomar conciencia de la ción. Nadie puede, por tanto, emanci-
realidad de los ahogados en el Medite- parse de las emociones [...] bajo el pre-
rráneo, de los niños muertos de hambre texto de «parecerse a Dios». (Chalier
del Yemen, de los «menas» y «jenas», 2007, 30)
niños y jóvenes que deambulan con el Desde los días de la crucifixión
peso de sus historias estremecedoras de Jesús, la mirada cristiana percibe
por nuestras ciudades y a los que los los despojos humanos de la exclusión
políticos de extrema derecha solo son cargados con «el peso inmenso de la
capaces de contemplar como delin- gloria eterna» de Dios (cf. 2Co 4,16).
cuentes. Sus rostros que nos miran son El permanente «exilio» de Dios no en-
como un colirio (cf. Ap 3,18) que lim- cuentra otra posada terrena que no sea
pia nuestros ojos y crea las condiciones ese descampado donde se amontonan
para ver aquello esencial que era invisi- y ocultan los excedentes humanos de
ble a nuestros ojos: la (llamada a la) re- la aldea global. Ellos constituyen su
conciliación de los hijos e hijas de Dios sacramento, su palabra/presencia más
(Mt 5,8), «aunque no sepamos cómo elocuente, su llamada inerme a inte-
dar el siguiente paso» (Jacques Haers). rrumpir definitivamente la historia de
24
la violencia y de la explotación del ayudar lo mejor posible a Dios y, cuan-
hombre por el hombre. En ellos, la do lo consiga, bueno, entonces también
gloria que Dios ha otorgado al ser hu- lo lograré con los demás. (2007, 135-
mano se encuentra borrada y alienada 138)
a la condición de imagen divina y de
hijos suyos. El mismo Dios de la gloria Y Paul Celan, desde una perspecti-
vive libremente en ellos reclamando su va increyente, nos dejará esta oración
liberación. (2002, 125):
Así lo entendieron algunos testigos
de Auschwitz. Etty Hillesum desde Cerca estamos, Señor,
una perspectiva creyente escribe en su cerca y asibles
diario: Agarrados ya, Señor
Asidos por garras, como
Si Dios no me sigue ayudando, enton- si el cuerpo de cada uno de nosotros
ces tendré que ayudar yo a Dios. Toda fuese tu cuerpo, Señor.
la superficie de la tierra se va convir- Ora, Señor.
tiendo poco a poco en un gran campo Ora hacia nosotros.
de concentración del que pocos se es- Estamos cerca [...]
capan. Es una fase por la que tenemos Ora Señor.
que pasar [...]. Siempre me ocuparé de Estamos cerca.6

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NOTAS

1. Hebe de Bonafini, presidenta de la asociación como una actitud vergonzante, sobre todo para
Madres de Plaza de Mayo. Declaraciones ex- los hombres, más o menos desde mediados del
traídas de Gerardo Romo Morales (coordina- siglo xviii, cuando a partir de la Ilustración,
dor) 2016, 67-69. se le da a la razón, o al razonamiento lógico,
2. Hessel, Stéphane (2011). ¡Indignaos! Un una preeminencia sobre lo intuitivo o lo sen-
alegato contra la indiferencia y a favor de la timental. En el Romanticismo se revaloriza la
insurrección pacífica. Barcelona: Ediciones sensibilidad humana y sus manifestaciones;
Destino. pero más tarde, en la segunda mitad del mis-
3. «El Señor le dijo: “He visto la opresión de mi mo siglo xix, el Positivismo y la Revolución
pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra Industrial, sobre todo esta última, pondrán en
los opresores; conozco sus sufrimientos. He entredicho el llanto no solamente masculino,
bajado a librarlo de los egipcios, a sacarlo de pero sí el masculino por encima de todo, pues
esta tierra, para llevarlo a una tierra fértil y es- quien llora no está razonando ni produciendo
paciosa, tierra que mana leche y miel, la tierra bienes tangibles, sino que más bien coarta o
de los cananeos, hititas, amorreos, pericitas, impide la producción, y atenta contra la pro-
heveos y jebuseos. El clamor de los hijos de ductividad como concepto o valor (2007, 13).
Israel ha llegado a mí y he visto como los tira- 5. Por todo lo apuntado sobre la impasibilidad y
nizan los egipcios”» (Ex 3,7-9). (El resaltado Dios, el mundo de las emociones y, singular-
es nuestro). mente, las de Dios ha sido muy olvidado en la
4. Haciéndose eco de El llanto. Historia cultural teología. Sin embargo, un recorrido por el Pri-
de las lágrimas de Tom Lutz (2001), Lucrecia mer Testamento con la inestimable ayuda de
Maldonado muestra una selección de relatos la tradición oral del judaísmo (el Talmud y el
épicos y poéticos en los que el llanto masculi- Midrash) le ha permitido a Catherine Chalier
no se expresa intensamente y sin ningún rubor. hablarnos del llanto de Dios (2007).
Según ella: «El llanto comienza a considerarse 6. Según la traducción de Joseba Arregui (2020).

26
BIBLIOGRAFÍA

Arregui, Joseba. «75 años de la liberación de Auschwitz.» El Correo, 20 de enero


de 2020: 40.
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Vidal-Naquet, Pierre y Jean Pierre Vernant. Mito y Tragedia en la Grecia Antigua.
Vol. I. Barcelona: Paidós, 1987.

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PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN

1. ¿Por qué decimos que el llanto tiene valor político?

2. ¿Qué consigue el sistema impidiendo o invisibilizando el llanto en espacios


públicos?

3. ¿Qué relación podemos establecer entre llanto y compasión?

4. ¿En qué sentido el autor habla de la necesidad de «transitar del lamento


individual al clamor colectivo»?

5. ¿Cuál es el pathos de Dios que describe F. Javier Vitoria en el epílogo?

6. Ethy Hillesum habla de «ayudar a Dios». ¿Cómo puede ser eso posible?

29
Cristianisme i Justícia (Fundació Lluís Espinal) es un centro de estudios
creado en Barcelona el año 1981. Agrupa un equipo de voluntariado
intelectual que tiene por objetivo promover la reflexión social y
teológica para contribuir a la transformación de las estructuras sociales
y eclesiales. Forma parte de la red de centros Fe-Cultura-Justicia de
España y de los Centros Sociales Europeos de la Compañía de Jesús.

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223. Luz y sombras. J. I. González Faus


224. La verdad secuestrada. J. García del Muro, F. J. Vitoria y S. Herrera
225. El coronavirus: espejo de creencias. Josep F. Mària
226. Recuperar los bienes comunes, reivindicar el buen vivir. J. Carrera
y D. Murillo
227. Sabiduría divina. J. I. González Faus
228. El desperdicio de alimentos. J. C. Romero y J. Tatay
229. El reconocimiento de las personas LGTBIQ+ en la Iglesia. M. Escribano
y E. Vilà
230. Para qué sirve llorar.J. Laguna

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