Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Dejando aparte dicha lista, con la cual tampoco concuerdo en líneas generales,
quiero concentrarme en una frase del Dr. Calviño que me evoca el recuerdo de
viejas épocas de obtusa polémica emprendida por psicólogos marxistas contra
el conductismo. Pues bien, siguiendo su tradición, el colega refiere en su ácido
1
Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
disPerSión. Revista Electrónica del Instituto Psicología y Desarrollo Página 2 de 15
Año II, Número 4, Abril 2005. ISSN 1811-847X
www.ipside.org/dispersion
No busco tampoco revisar tales debates tal como fueron planteados entonces,
sino actualizar el tema a la luz del desarrollo reciente de la teoría de la
conducta, en confrontación directa con lo que dicen los clásicos del marxismo.
¿Qué entiendo aquí por teoría de la conducta? Al respecto debo decir que
yerran, en mi opinión, quienes identifican al “conductismo” exclusivamente con
disPerSión. Revista Electrónica del Instituto Psicología y Desarrollo Página 3 de 15
Año II, Número 4, Abril 2005. ISSN 1811-847X
www.ipside.org/dispersion
La filosofía que ampara tales cambios puede decirse que ancla en una
forma de postpositivismo, que Staats (1989) llama “positivismo unificado”. En
resumen, según sus proposiciones:
Dicho esto, paso a discutir tres cuestiones relativas al tema que me parece que
se prestan a encontrar gran similitud entre el pensamiento marxista y el
conductista, por encima de sus diferentes focos de atención: 1) el uso de la
dialéctica como herramienta conceptual, 2) la delimitación del objeto de estudio
de la psicología, y 3) el papel del lenguaje y del trabajo en la estructuración y
cambio del entorno social.
La lógica de Marx no es tan explícita, por ello muchas veces hay que advertir
sus principios entre líneas. Eso remite el problema de si su interpretación ha de
ser: a) formalista, o b) a manera de canon: un método estructuralista cuya
función es crítica y heurística. Tras el fracaso de las fórmulas simples y
rotundas que caracterizaron la alternativa formal en la versión “oficial “ del
socialismo, parece evidente la pertinencia de la segunda opción. Sin embargo
la tarea no es fácil, porque los clásicos no carecieron de irresoluciones. Como
señala el sociólogo Gurvitch, en los textos marxistas es poco clara la diferencia
entre dialéctica y explicación, al punto que ambas se funden en una sola
filosofía “escatológica”, perdiendo credibilidad. Las simplificaciones debidas al
uso indiscriminado de la dialéctica —entre las cuales se halla el ejemplo del
“grano de cebada que germina”, según lo nota Manuel Sacristán—, ilustran el
abuso del lenguaje de tipo cosmológico (enunciativo de verdades
supraempíricas), aplicado a condiciones que pertenecen más bien a un nivel
reductivo de la ciencia positiva. Dicho abuso crea metáforas y falsas antinomias
en la órbita gnoseológica de cualquier disciplina. Una consecuencia de esto en
psicología es la inadecuada oposición que hacen los colegas marxistas entre
“esencia” y “fenómeno” como símil para conceptuar el objeto de estudio
(psiquismo como esencia y conducta como fenómeno).
... la forma mercancía del producto del trabajo o la forma valor de la mercancía son
formas económicas celulares... Se trata... de minucias, pero de minucias como las
que son objeto de la anatomía microscópica. (Marx, 1867/1970b, p. 70)
¿Qué tiene que ver esto con el conductismo? Creo que el nexo es claro,
porque ilustra las ventajas de una concepción materialista científica frente a los
enfoques idealistas. El plano de que parten aquellos—centrado en la
formalización de operaciones mentales más que en los esquemas de acción
que supuestamente los originan—, hace imposible convertir lo sintético en
analítico de buenas a primeras (Piaget, por ejemplo, niega que hayan unidades
de análisis en psicología). Se limitan, así, a enunciar generalidades poco
prácticas, por más que, como en el caso del inefable Edgar Morin, su retórica
contenga muchas alusiones a la “complejidad”.