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0. Introducción
El estudio de la relación entre Antiguo y Nuevo Testamento tiene bastante interés porque
afecta a la comprensión de judaísmo y cristianismo, como puede comprobarse por las
consecuencias que se han derivado de los distintos puntos de vista. El tema no es nada nuevo, pues
se ha reflexionado desde muy pronto sobre la relación entre cristianismo y judaísmo y
respectivamente sobre sus Escrituras. Resultado de este trabajo son los variados modelos que se
han propuesto para explicar la relación mutua, modelos unos genéricos y otros más concretos, que
difieren en matizar un determinado aspecto. En el fondo todo se resume en dos posturas básicas:
¿AT sí o no? La gran mayoría responderá positivamente, pero ¿hasta qué punto es verdadero este
sí, pues hay posturas en las que el sí de hecho es un no? En este trabajo, después de recordar las
diversas soluciones dadas y los problemas pendientes, se afronta la cuestión básicamente desde la
actitud midrásica, para llegar a la conclusión de que AT y NT son una misma alianza y deducir
algunas consecuencias, como el valor soteriológico de las Escrituras judías y de la religión judía.
1. Modelos propuestos.
A. El NT cumplimiento y continuación del AT. Históricamente ésta fue la primera postura cristiana. Los
autores del NT parten de la herencia que han recibido, la Escritura, sin más adjetivos distintivos,
pues es la única que existe. Cuando reflexionan sobre la persona y obra de Jesús, se esfuerzan en
presentarla y justificarla a su luz, como cumplimiento y continuación de la misma, de la que siguen
reconociendo la validez y actualidad, por lo que la citan frecuentemente. Y cuando aparecen
escritos propios, como expresión literaria de la fe en Jesús, los presentan en la misma línea de
Escritura, como aparece en el testimonio de 2 Pe 3,16, que equipara las cartas de Pablo a la Escritura.
Para distinguir de ésta a los nuevos escritos, se empezó a utilizar antiguo Testamento o Alianza y nuevo
Testamento o Alianza, uso inspirado en el empleo de nueva alianza para la obra de Jesús (2 Cor 3,6; 1
Cor 11,25; Lc 22,20; Hebr 8,8.13; 9,15). En esta denominación antiguo no tiene connotación
negativa, se refiere a la primera alianza, que es una realidad positiva, el tiempo de la promesa sin la
cual no tiene sentido el tiempo nuevo del cumplimiento.
Que el NT cumple el AT y que ambos están íntimamente relacionados ha sido convicción
constante de la Iglesia (cf Mt 5,17s), pero la fórmula deja cabos sueltos pues considera globalmente
todo el AT y, cuando se considera analíticamente y se encuentran en él realidades negativas desde el
punto de vista cristiano, surgirán nuevos problemas que se afrontarán de diversas formas: ¿todo el
AT, incluido lo negativo, es promesa y palabra de Dios? ¿Qué sentido tiene para nosotros
cristianos el AT, histórico y literal o alegórico? ¿Después del cumplimiento del AT por Jesús, sigue
teniendo vigencia en sí mismo o queda como un objeto de museo, sin vida propia, ya que todo lo
positivo de su contenido ha sido asumido por el NT?
B. El NT anula el AT. Esta fue en el siglo II la postura de Marción, ante la presencia de elementos
negativos en el AT. Negó la validez del AT, por ser obra de un dios justiciero, superado por el Dios
Padre de Jesús, autor del NT (incluso niega partes del NT). La Iglesia antigua rechazó en bloque
esta postura en su forma crasa, que supone y contrapone la existencia de dos dioses, el del AT y el
del NT. Pero este modelo pervive de varias formas sutiles y se manifiesta hoy todavía cuando se
contrapone al Dios del AT, Dios justiciero y vengativo, al Dios misericordioso, padre de nuestro
Señor Jesucristo; en determinados usos de la exégesis histórico-crítica, que convierte el AT en un
cadáver diseccionado sin valor alguno para la vida; y en muchos de los modelos que expongo a
continuación (modelos sustitutivo, antológico, alegórico), que, por una parte, admiten la validez
del AT, pero, por otra, la niegan de hecho.
C. El NT sustituye el AT y consiguientemente la Iglesia de Cristo hereda todos los privilegios y
gracias de Israel. La Iglesia es el nuevo Israel, el verdadero Israel, el pueblo elegido de Dios. La postura esta
inspirada en el hecho de que el NT cumple las promesas, llevando a plenitud todo lo positivo de la
antigua alianza y dejando al lado todo lo negativo. No significa esto que se considera el AT como
una realidad negativa y sin valor, es una realidad positiva, pero llamada a desaparecer cuando
llegase el tiempo del cumplimiento, en que todos sus valores positivos pasarían a la Iglesia, es decir,
todo lo positivo de la Ley y los Profetas ha sido incorporado a la Ley nueva de Cristo y sólo quedan
restos rituales, reliquias venerables de un pasado que ya no tienen valor alguno (cf Hebr 8,13).
Desde el s.II hasta tiempos recientes este ha sido el esquema dominante en la reflexión teológica
cristiana. Ya en el s.II la Carta de Bernabé (hacia el 130) afirma que Israel no ha conseguido la
gracia de la alianza, que en cambio sí ha recibido la Iglesia. Un poco más tarde Justino, en el
Diálogo con Trifón (h 159) emplea por vez primera la fórmula antigua alianza en sentido antitético,
opuesta a nueva alianza en el plano histórico-salvífico. Para él cristianismo y judaísmo son
inconciliables. Siguiendo en la misma línea Ireneo y Tertuliano contraponen el modelo de la
antigua y nueva alianza. Es un modelo que se generaliza y llega hasta nuestro días cf el Diccionario
Teológico, editado por K.Rahner y H.Vorgrimler, que en su primera edición de 1961 escribía en el
artículo Antiguo Testamento, Antigua Alianza: “Jesús lleva a plenitud la ley y pone fin en su sangre a la
antigua alianza”1. Esta forma de pensar ha influido en la exégesis, determinando la interpretación
en esta línea de textos como Hebr 8,13; Gal 3-4, y 2 Cor 3, creándose así un círculo vicioso: el
modelo sustitución determina la exégesis y ésta lo confirma. Este modelo, además de ignorar la
afirmación paulina de que los dones de Dios y la vocación del pueblo judío son irrevocables (Rom
11,28s), frecuentemente recordada por Juan Pablo II, anula de hecho el AT como una realidad
autónoma y entra a saco en todos sus valores, tomando aquello que se considera positivo y
desechando el resto (cf. modelo antológico). Igualmente tiene su correspondencia en la valoración
negativa del pueblo judío, que deja de ser pueblo de Dios y es privado del título de Israel; así mismo
su lectura de la Escritura no tiene valor, pues la única auténtica es la lectura desde el NT. Desde esta
postura fácilmente se llega a la conclusión, con apoyo en Mt 27,25, de que el pueblo judío es un
pueblo rechazado y maldito, por haber rechazado a Jesús.
Los dos modelos siguientes son variantes del anterior:
D.Modelo antológico 2 . Este modelo instrumentaliza el AT, tomando sólo aquello que se cree
importante y no crea problema. Es una praxis que se practica entre cristianos y entre humanistas.
Desde el punto de vista creyente, se privilegian las páginas más fácilmente interpretables para la
cristología y se deja aparte lo complejo y difícil cf praxis de eliminar en liturgia católica los
versículos de salmos que suenan mal. Véanse igualmente los motivos de fondo de la aparición de
las Historias Sagradas o de las ediciones parciales del AT. Desde el punto de vista humanista laico
se seleccionan las páginas más válidas desde los valores universales, desapareciendo Israel como
pueblo que tiene un rol propio en la Historia de la salvación. Esto es otro modo de vaciar de
contenido y eliminar el AT, aunque sea parcialmente.
E. Modelo alegórico: el AT sugiere las realidades del NT. Acepta el AT, pero no en su sentido histórico sino
1
K.Rahner - H.Vorgrimler, Diccionario Teológico (Barcelona, Herder, 1966) 26s, traducción de Kleines
Theologisches Wörterbuch (Freiburg, Herder, 1961) 16. Pero en la décima edición, en 1976, escribe: Jesús lleva
a plenitud la ley e inaugura con su sangre la nueva alianza (pag.15). Citas tomadas de Erich Zenger, L’alleanza
mai rovocata. Inizi di una teologia cristiana dell’Ebraismo, en Norbert J.Hoffmann, Joseph Stevens, Maurizio
Mottolese (eds.), Chiesa e Ebraismo oggi. Percorsi fatti, questioni aperte (Roma, PUG, 2005) 117 y notas 5.6.
2
Cf. Carmine di Sante, L’Antica et la Nuova Alleanza, en S.Quinzio / C. di Sante, Israele e le genti (Roma, AVE,
1991) 61-62; B.Klappert (Der Veslust und die Wiedergewinnung der Israelitischen Kontur der Leidensgeschichte
Jesu, en H.H.Henrix / M.Stöhr (dir.), Exodus und Kreuz im ökumenischen Dialog zwischen Juden und Christen
(Aquisgran 1978) 107-153 (Citado por Franz Mussner, Traité sur les Juifs (Paris, Cerf, 1981) 75 y n.128.
que lo relee a la luz del misterio de Cristo, sirviéndose para ello de la alegoría, haciendo decir a los
textos cosas totalmente ajenas a su sentido histórico original (cf allegorein = decir otra cosa). Es un
método muy usado por los Santos Padres y autores medievales y en cierta manera se inspira en el
modo cómo los mismos textos del NT interpretan el AT. Como se expone más adelante, es legítimo
hacer una relectura cristológica del AT, siempre que se haga debidamente, pero sin negar o
descuidar para ello su sentido histórico propio. En el fondo es un método ambiguo, pues, por una
parte, quiere salvar el AT, pero ,por otra, lo vacía de contenido propio, espiritualizándolo y con el
riesgo de des-historizar la revelación.
F. Modelo de la tipología: el AT es tipo del NT . Es un modelo parecido al anterior, del que se diferencia
en que reconoce las realidades del AT como tipo del NT. Mientras que en la alegoría el AT
realmente no ofrece punto de apoyo real y objetivo para la interpretación, aquí el AT es tipo, una
realidad incipiente, que encontrará su plenitud en Cristo. Esta forma de pensar encuentra su apoyo
también en formas de argumentar del propio NT, pero tiene el peligro de anular el sentido propio
del AT y consiguientemente de des-historizar la revelación.
G. Modelo de oposición. Es la forma de ver de Lutero, que acepta el AT como una realidad con entidad
propia, pero negativa. Es el tiempo de la la ley, la justicia y el pecado, al que se opone el NT como
tiempo de la gracia y el perdón. El modelo niega de hecho la continuidad entre ambos testamentos.
Los cuatro modelos siguientes realmente son variantes de la misma concepción, que
pretende desarrollar los elementos positivos del primer modelo propuesto.
H. Modelo de la Historia de la salvación. Este modelo considera el AT como un tiempo de preparación,
a Jesús y su obra el comienzo del cumplimiento y su parusía el tiempo de la consumación final. Al
modelo se le objeta que simplifica una realidad muy heterogénea, como es el AT, reduciéndola a
una línea dinámica sencilla, que avanza en línea recta, sin tener en cuenta los vaivenes de la historia
con avances y retrocesos. Responden a esto que es posible que se dé este peligro, pero realmente se
trata de historia, es decir, serie de hechos concatenados, de salvación, es decir, dirigida por Dios, en,
por y sobre las causalidades humanas.
J. Continuidad-ruptura-superación. Este modelo destaca que entre ambos testamentos hay continuidad,
ya que sin ella no se puede hablar de cumplimiento; pero, junto a ella, hay también ruptura, ya que se
pasa de un orden a otro, del orden de la promesa de unos valores al orden de la recepción de estos
valores; ahora bien, estos valores son de un orden superior, por lo que hay superación. Supone,
pues, este modelo que el AT es una realidad positiva, pero incompleta ya que no contiene los valores
que comporta el cumplimiento; por otra parte, mantiene una unidad entre AT y NT, ya que la
ruptura se da en el orden de los significantes, no en el de los significados. Así, por ejemplo, hay una
clara ruptura en la concepción material del culto, ritual en el AT, existencial en el NT, pero el culto
ritual del AT es un significante que debe expresar la entrega de la vida, como ponen de manifiesto
los profetas. Esta entrega existencial ya exigida en el AT, es lo que subraya el culto del NT
adoptando para ello otros significantes sin culto ritual de animales. Igualmente las leyes de pureza
dejan de tener vigencia en el NT, pero no su significado profundo. Así según Mt 5,23s hace falta
estado de pureza para presentar la ofrenda en el altar, pero ésta no es fruto de ritos purificatorios
externos con agua, sino del vivir en comunión con el hermano cf igualmente Mc 7,1ss. Es el punto
de vista defendido, entre otros, por A.Vanhoye y hecho suyo por la Pontificia Comisión Bíblica en
su documento sobre El pueblo judío y sus Sagradas Escrituras en la Biblia Cristiana, nº 64-65 (Roma 2001).
K. Modelo de integración: Jesús es el heredero natural del AT, el culmen hacia el que camina todo el
tiempo de preparación y en quien comienza el cumplimiento de las promesas. El “resto de los
elegidos de Israel” que aceptan a Jesús, la Iglesia judeo-cristiana, comparten con él todos los valores
positivos del AT, que llegan a su cumplimiento. Ahora bien, en esta rama principal judeo-cristiana
han sido integrados los étnico-cristianos, constituyendo la Iglesia ex judaeis et gentibus. La Iglesia, pues,
es una realidad íntimamente vinculada al AT sin el cual no tiene explicación. Hay pues continuidad,
ruptura y superación, en cuanto que Jesús asume las promesas y les da cumplimiento de una forma
cualitativamente superior de lo que aparentemente se esperaba. El modelo es válido y pone de
relieve la obra del judío Jesús, hijo de Dios.
2. Balance y síntesis. En el fondo toda esta diversidad se reduce a dos posturas, una positiva y otra
negativa. Recogiendo los elementos positivos, hay que explicar la relación AT-NT teniendo en
cuenta estos datos:
1) AT y NT forman parte de la misma Historia de salvación. Esto implica que hay que verlos dentro
de un proceso dinámico, que tiene lugar en este mundo y condicionado por la historia humana, pero
que está dirigido por Dios, que asegura la concatenación de los acontecimientos en, por y sobre las
causalidades humanas, sujetas a vaivenes, avances y retrocesos. Exige la cooperación humana, pero
es secundaria, porque el protagonista de la historia es Dios.
2) En esta Historia AT y NT se corresponden mutuamente como promesa y cumplimiento, tiempo
de preparación y tiempo plenitud. Con Jesús comienza el cumplimiento, que no se consumará hasta
su parusía.
3) La secuencia promesa-cumplimiento implica que entre ambos hay continuidad, ruptura y
superación. La ruptura hay que entenderla en sentido de superación de realidades positivas
anteriores, que no quedan anuladas por el hecho de ser superadas. Como consecuencia de esto el
NT supera al AT pero no lo priva de valor, por lo que hay que reconocer la validez de las Escrituras
judías, tanto en el tiempo antes de Cristo, como en su tiempo y ahora, cuando la mayor parte del
pueblo judío ha rechazado a Jesús. Consecuentemente hay que tener una visión positiva del pueblo
judío actual, que no reconoce a Jesús.
4) La persona y obra de Jesús es esencial en la conexión AT-NT. Jesús es judío y, en cuanto tal,
copartícipe y heredero de todas las promesas y gracias hechas al pueblo judío. Es parte integrante
del tronco del olivo cuyas raíces son los patriarcas. Su condición de Hijo de Dios significa que la
divinidad por él se ha injertado de una manera especial en el olivo; con su obra ha dado comienzo al
cumplimiento de las promesas, tarea que culminará en su parusía. La Iglesia judeo-cristiana es el
“resto de los elegidos de Israel” que ha aceptado la vida nueva que ha traído Jesús. En esta iglesia
han sido injertados los gentiles, ramos extraños y salvajes, que participan de este modo en el
cumplimiento de las promesas hechas al pueblo judío. Por ello en un sentido verdadero la Iglesia
hereda de Israel y comparte con él, a través de Jesús, y de la Iglesia judeocristiana, el título de pueblo
de Dios y de Israel.
4) Una parte notable del olivo no ha recibido la vida nueva aportada por Jesús, pero continúa en la
situación soteriológica anterior.
5) A la luz del cumplimiento que ha tenido lugar en Jesús, es legítima una lectura cristológica del
AT, en sus líneas generales y en los textos que ofrezcan base objetiva para ello.
6) Esto implica que la Escritura puede tener varios sentidos en función de las circunstancias
históricas en que se escriben y en función de los datos que la vivencia de la Historia de la salvación
proporciona al lector. El AT puede tener un sentido judío, otro cristiano, cristológico, y otro
escatológico, a la luz del cumplimiento final, que todavía no ha llegado..
7) Negativamente hay que excluir todo tipo de modelo marcionita explícito o implícito y todo
modelo sustitutivo que niegue valor actual al AT y a la religión judía actual.
Hoy día existe un amplio consenso sobre los datos expuestos, pero éstos dejan todavía
algunos cabos sueltos, importantes para esclarecer el tema. En concreto dos: ¿Cuando se habla de
AT y NT, se refiere a la misma alianza o a diferente alianza?¿Se lo concibe como una realidad simple
y estática o como una realidad compleja y dinámica?
3
Cf ARN IV,3.
4
El cristianismo primitivo judeo-cristiano no lo hizo ni se vio obligado a hacerlo. Toda la polémica de Pablo radica
en la necesidad soteriológica de esta praxis, pero no se condena el que se practique Desapareció porque
desapareció la Iglesia judeocristiana y se impuso la praxis étnico cristiana. Hoy día hay corrientes judeocristianas
que quieren restaurar esta forma eclesial.
deuteronómica, pero no elimina a ésta; ambas aparecen en la Biblia hebrea. Esto explica que el AT
recoja diversas interpretaciones de un mismo hecho, por ejemplo, la favorable y la hostil a la
monarquía. La Biblia es así una realidad dinámica y compleja, testigo de la vida pasada y presente del
pueblo de Dios. Esto hay que tenerlo siempre presente para evitar simplificaciones a la hora de
enjuiciar el AT como un todo.
A la luz de todo lo expuesto aparece el AT como una realidad muy compleja y dinámica. Por
ello hay que precisar el aspecto que se trata cuando se hace una referencia a él para compararlo con
el NT: el AT en cuanto que contiene líneas básicas permanentes, como promesa con carácter
dinámico creciente, o en cuanto a sus aspectos caducos, que se recuerdan pero no se observan.
Igualmente estas características iluminan el modo cómo de la misma corriente vital del AT nace
naturalmente el NT como consecuencia de una relectura de carácter cualitativo que hace Jesús con
su palabra y vida. Finalmente, explica que la relectura de Jesús sea válida, pero no por eso la
tradición anterior deja de tener valor.
Continuamos nuestra reflexión analizando el concepto alianza.
9
Estos dos sentidos básicos se reflejan en el NT, con predominio del segundo: en el sentido de contrato es poco
frecuente cf Hch 7,8 (alianza con Abraham a base de la circuncisión cf Gn 17); en sentido promesa cf Lc 1,72-75
(recordando su “santa alianza”e.d. el juramento hecho a Abraham); Ef 2,11-12: ([gentiles eran] extraños a las
alianzas de la promesa); Hch 3,25-26 (hijos de los profetas y de la alianza que Dios estableció con nuestros
padres cuando dijo a Abraham...); Gal 3,15-18 (diatheke = testamento (diatheke) , que no puede ser invalidado,
e.,d. la promesa hecha a Abraham y descendencia); en Gal 4,22-31 tiene ambos significados (esas dos mujeres son
dos alianzas, uno que se define a partir de la promesa hecha a Abraham y otro de la Ley del Sinaí. La primera se
refiere a la promesa hecha a Abraham, es decir, alianza-promesa, y la otra está en línea deuteronomista,
alianza-tratado-Ley.
10
Cf.E.Zenger, art.cit. 123.
11
Cf N.Lohfink, op.cit
12
Cf.E.Zenger, art.cit. 124s, y N.Lohfink, op.cit. ??????????????????
13
Cf. E.Zenger, art.cit. 125s.
14
Así piensa J.Schoneveld para quien Jesús vive e interpreta la Torá, “Torá hecha carne” y se pone al alcance de
11,25).
A la luz de todo lo visto, las diversas alianzas y la nueva alianza es la misma alianza que
progresivamente se va concretando en nuevas circunstancias históricas. Leyendo la Biblia nos
encontramos con dos alianzas en forma de promesa, las hechas a Noé y a Abraham. La alianza de
Noé es una promesa incondicional de vida dirigida a toda la humanidad; la de Abraham es promesa
incondicional de una bendición divina especial dirigida primeramente a su descendencia y extensible
a todas las gentes; ésta se le renueva a Isaac y Jacob; la alianza del Sinaí la concreta en forma de
contrato y más adelante la concreta más todavía la hecha a David. Dado lo precario de su
cumplimiento Dios la vuelve a promulgar como nueva alianza por medio de Jeremías, subrayando de
nuevo el carácter de promesa gratuita. De esta forma, independientemente de su origen concreto, el
pueblo judío en la medida en que va tomando conciencia de la Historia de la salvación, con
relecturas midrásicas las va unificando como diversas manifestaciones y concreciones de un único
proyecto de alianza, que al principio toma dos formas (Noé y Abraham), pero que al final se
identificarán. Más adelante Jesús reivindica el comienzo de su cumplimiento, que será total cuando
tenga lugar la redención final; por eso Pablo, en Rom 11,26-27 cita Is 59,20 e implícitamente Jer
31,33s (Vendrá de Sión el Libertador para alejar de Jacob las impiedades. Y esta será mi alianza con ellos, cuando
borre sus pecados) afirmando que sólo se cumplirá en la parusía, es decir, que la venida redentora del
Mesías no será plena hasta la parusía, cuando también el pueblo judío lo reciba. Entonces esta
alianza se unificará con la de Noé: Dios será todo en todos con la humanidad y la creación renovada
(1 Cor 15,28). De esta forma “la historia de Israel es la historia de la alianza, en cuanto que trata
cómo Dios acompaña el caminar de su pueblo con continuas demostraciones de bondad y
fidelidad... Cada pacto de alianza puede considerarse como renovación y confirmación de los
precedentes ... en función de los cambios que acaecen en la historia ... si el pueblo no es fiel y rompe
la alianza, ésta no decae por esto... Dios está dispuesto a perdonar las violaciones y a renovarla cf Ex
19-34: becerro de oro”15.
La tendencia a oponer las alianzas, como si el NT anulara el AT, viene de un uso incorrecto
de algunos textos del NT. En éste es raro el uso de la fórmula nueva alianza. Aparece en 2 Cor, Gál y
Hebr. En 2 Cor 3,6. Pablo se presenta como servidor de una alianza nueva, (basada) no en la letra sino en
el espíritu. Aquí no se opone el AT al NT como conjunto sino dos tipos de interpretación de la
alianza, la que hace Jesús, y la que siguen haciendo los judíos incrédulos, que desde este punto de
vista permanecen en la antigua alianza (2 Cor 3,14). Gal 4,24 habla de dos alianzas, en sentido
contractual (Agar) y en sentido promesa (Sara). Uno de los escritos del NT que más han influido en
la afirmación de dos alianzas, en la que la segunda sustituye y anula la primera, es Hebreos.
Realmente, aunque Hebr no habla de “antigua alianza”, habla de tal forma de la nueva alianza que da
la impresión de que hay una antigua que queda condenada a la desaparición (Heb 8,13). Sin embargo
la idea de fondo de Hebr no es contraponer las alianzas en sí mismas sino los medios que emplean
para conseguir la finalidad de unir a los hombres con Dios, contraponiendo los que utiliza la
primera alianza, culto sacrificial de animales en un templo material, con los de Cristo, su propia
oblación existencial, que realmente llega a Dios. Esto implica que en la primera alianza hay
elementos que desaparecen para dar lugar a otros más perfectos, y en nuestro caso cualitativamente
superiores. Todo esto es propio de la actitud midrásica.
4. Sentido propio de la Biblia judía o AT. La alianza de Dios con Israel no ha sido revocada
(Rom 11,29), afirmación recogida por Nostra Aetate 4, el Catecismo de Iglesia Católica 16 y
los gentiles, citado por B.Forte, Israele e la Chiesa, i due exploratori della promessa. Per una teologia
dell’ebraismo, en Norbert J.Hofmann, J.Sievens, M.Mottolese (eds.), Chiesa ed ebraismo oggi (Roma, PUG) 101s.
15
Cf.E.Zenger, art.cit. 123-124.
16
Nº 121: La antigua alianza no ha sido nunca revocada.
recordada por Juan Pablo II (cf 17-11-80 en la sinagoga de Mainz). Esto implica que la palabra que
Dios ha dado a Israel sigue siendo válida, continúa teniendo un sentido propio y un valor salvador,
independiente del que le da el NT. Confirma esta conclusión lo arriba expuesto sobre las
características de la actitud midrásica: la relectura de la tradición no anula ni niega su sentido
primitivo, simplemente añade un nuevo sentido, que no siempre es aceptado por todos. Así ha
sucedido con la interpretación que hizo Jesús, que no ha sido aceptada en general por el pueblo
judío, por lo que para ellos el sentido propio del AT es el que tienen los textos en su contexto
histórico judío. Igual sucede desde el punto de vista de promesa-cumplimiento: no todos aceptan el
cumplimiento de una promesa con un hecho determinado, por lo que para ellos el sentido sigue
siendo de promesa incumplida. El AT sigue siendo para el pueblo judío una promesa incumplida
cuyo cumplimiento esperan. Esto significa que los hechos del AT tienen un valor propio en sí 17.
Son, pues, legítimas dos lecturas, la judía y la cristiana. Hoy día emplean el salterio en la oración
judíos y cristianos, cada uno de forma propia a la luz de su tradición, pero ambas legítimas. Todo
esto está acorde con la hermenéutica y lingüística modernas, como pone de manifiesto el
documento de la Pontificia Comisión Bíblica de 1993 (nº64): el “discurso humano tiene una
pluridimensionalidad, que hace que no esté ligado a un único punto histórico, sino que se proyecta
hacia el futuro”; por ello el sentido profundo que se descubre “corresponde a una potencialidad de
sentido que está efectivamente presente en los textos”.
17
Cf E Zenger, Il primo Testamento 157, citado por Grilli 130
18
Cf A.Pitta, Lettera ai Romani (Paoline 2001) 334ss
Israel sigue siendo amado por Dios a causa de ellos (Rom 11,28). Todo esto implica que sigue
vigente el carácter soteriológico de la vocación del pueblo judío, a pesar del rechazo de Jesús por
parte de la mayoría. El hecho del rechazo judío de Jesús es complejo, en unos pudo ser rechazo de
la gracia de la fe que se les ofrecía y por eso el NT condena la postura, pero en otros puede ser
expresión de fidelidad a su tradición bíblica19. Pablo incluso lo presenta de facto como una acción
del mismo Dios con la finalidad positiva de la entrada de los gentiles (Rom 11,11-15).
Realmente el judaísmo rabínico actual continúa la relectura midrásica del AT en una línea
igual a la anterior, actualizando los contenidos básicos del yahvismo de forma que se puedan vivir en
las nuevas situaciones. Esta relectura mantiene los elementos básicos del yahvismo, elementos
salvíficos, que comparte con los cristianos. Nostra Aetate 4 habla del “gran patrimonio espiritual
común”: monoteísmo, fe, esperanza, amor a Dios y al prójimo, penitencia y perdón, oración,
pueblo de Dios, carácter moral de la religión.. El pueblo judío se autocomprende como testigo de
Dios en el mundo, llamado para dar testimonio de Dios entre las naciones.
La primera alianza sigue vigente y tiene un sentido hoy dentro del plan salvador de Dios.
Por ello “La Iglesia debe abandonar definitivamente todas las variantes de la teoría de la sustitución
y de un Israel desheredado y en su lugar vivir, como Iglesia, la solidaridad con Israel: Lejos de
sustituir a Israel, la Iglesia debe permanecer solidario con él20” No significa esto que el cristiano
debe renunciar a sus convicciones sobre el cumplimiento de las promesas en Jesús, sino que
reconoce la validez religiosa del judaísmo actual, colabora con él y espera el día en que todos, judíos
y cristianos, reconozcamos plenamente al Mesías. El Mesías que ellos esperan para el final de forma
genérica es el mismo que nosotros esperamos de forma concreta en la plenitud de su parusía 21.
6. Sentido cristiano del AT. Las afirmaciones anteriores no desautorizan la existencia de una
lectura cristiana del AT, pues son textos que están abiertos a una relectura posterior de tipo
cristológica. La interpretación que hacen Jesús y la Iglesia cristiana del AT se sitúa dentro de la
corriente de reinterpretación midrásica presente en la génesis del AT. Al igual que la religión israelita
y el judaísmo hicieron constantes relecturas a la luz de sus nuevas experiencias, Jesús y la Iglesia
desde la novedad que implica su obra, descubren un sentido nuevo y profundo en los textos del AT,
usando para ello los mismos métodos midrásicos que los judíos de su época. Por ello el fundamento
real del sentido cristiano está, no en texto, sino en la comunidad de fe que lee22.
19
Cf E.Zenger, art.cit. 111.
20
La Biblia judía, 65, documento de la PCB 2002, que añade en una nota: El NT nunca llama a la Iglesia nuevo
Israel. Cf. E.Zenger, L’alleanza mai revocata. Inizi di una teologia cristiana dell’Ebraismo, en Norbert
J.Hofmann, J.Siervers, M.Mottolese (eds.), Chiesa e Rbraismo oggi (Roma 2005) 129.
21
El card Martini explica la situación de separación actual con el concepto de “cisma”, lo que comporta al
menos dos implicaciones, la primera es que esta ruptura no tenía que haber sucedido y que siempre queda abierta la
posibilidad de unirse de nuevo. En este proceso de separación el cristianismo ha sufrido un empobrecimiento. La
segunda es la obligación de superar la ruptura actual cf The relation of the Church to the Jewish People, From the
Martin Buber House 6(1948) 3-10, citado por J.T.Pawlikowski, Judentum und Christentum,3, en TRE XVII
331-402.
22
Cf.E.Zenger, art.cit. 131.
23
B.Forte, op.cit. 104
que "re-judaizar” el cristianismo24.
Hay que evitar todo tipo de maniqueísmo práctico en la presentación del AT y de la religión
judía actual, por ejemplo, cuando se habla de la Iglesia como nuevo pueblo de Dios, verdadero Israel,
nueva alianza en el sentido de que el pueblo judío ha dejado de ser pueblo de Dios o Israel o que la
primera alianza ha sido anulada o sustituida 25. El pueblo judío sigue siendo pueblo de Dios e Israel,
aunque, desde el punto de vista cristiano, la Iglesia comparte estos títulos en cuanto continuadora y
actualizadora de la obra del judío Jesús de Nazaret..
Dado el contexto en que nacen y se desarrollan tanto el judaísmo como el cristianismo,
Historia de la salvación dirigida por Dios y relecturas midrásicas de las tradiciones, ambos son y
permanecen “instituciones abiertas” como consecuencia de su radical dependencia de la iniciativa
divina en la historia, como dice C.Thoma: “El cristianismo es una institución abierta destinada a
todos los tiempos y hombres... a la vez es y crece, es devenir... un cristianismo que concibe y predica
su Iglesia como un simple sistema, una institución estática y completa, como una ideología, la
degrada y reduce... El cristianismo está abierto especialmente respecto al judaísmo... igualmente el
judaísmo está abierto... al futuro”26
24
Jacques Le Brun, en la presentación de la obra colectiva Les Chrétiens devant le fait juif. Jalons historiques
(Paris, Éditions Beauchesne, 1979) pone de relieve cómo a lo largo de la historia se dan en la Iglesia dos tendencias
contrarias, des-judaizar el cristianismo y re-judaizarlo, según el valor que se conceda al AT
25
Para evitar equívocos entre el Judaísmo como pueblo de la antigua alianza y la Iglesia, pueblo de la nueva
alianza, Juan Pablo II emplea para el pueblo judío la fórmula el pueblo de la alianza en un discurso del 31-10-1997.
Hay que tener en cuenta que el NT nunca llama a la Iglesia “nuevo Israel”.
26
Teologia cristiana dell’ebraismo, (Casale Monferrato 1983) 204s