Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Dedicatoria
Reconocimientos
Prólogo
Introducción
PARTE II . ATADURAS
PARTE IV , SUFRIMIENTO
Capítulo 9 . El divorcio
Parte V . CAOS
Palabras finales
Caos en el matrimonio
Cómo vencer consecuencias, ataduras,
opresiones y sufrimientos en su relación de pareja
Richard Martínez
Scott Wilson
Red Oak, TX
El pastor Richard Martínez nos ayuda a navegar las Sagradas Escrituras
exponiendo uno de los temas más transcendentales en nuestra generación:
el matrimonio. En las páginas de su libro, encontrará lecciones y principios
bíblicos que le ayudarán a proteger, edificar y guiar su matrimonio en un
mundo cambiante. Sea soltero, casado o divorciado, no importa la
temporada en que se encuentre, su vida será enriquecida por las enseñanzas
provistas en este libro. Felicitaciones, pastor Martínez, por su arduo y
excelente trabajo en este proyecto. Gracias por exponer y compartir las
verdades bíblicas sobre este tópico tan importante en nuestras vidas.
Fuego Church
De Soto, TX
Considero que este libro será un instrumento revelador de las causas de los
problemas que conducen a las parejas a conflictos graves. Expone de
manera práctica y sencilla las diversas situaciones que afectan las relaciones
matrimoniales y también soluciones para mantener un matrimonio
saludable.
Luis Fernández
Presidente y fundador
Apóstoles y Fundadores
Damos muchas gracias a Dios por la vida de nuestro amado pastor Richard
Martínez, quien ha sido el instrumento que Dios usó para nuestra
restauración personal y matrimonial. A través de su mensaje “Las ataduras
del cristiano” , pudimos entender la estrategia del enemigo desde el
principio y cómo nosotros mismos habíamos quedado atados al pasado, a
antiguos rencores, malos hábitos y muchas cosas más que terminaron
dañando hasta quebrar nuestra unión.
Conferencistas internacionales
Dallas, TX
Queens, NY
Conozco al Pr. Richard Martínez y su gran pasión por Dios. Richard, que
actualmente preside la iglesia CAFE en Dallas, TX, es un sobreviviente. Él
y su esposa han sido probados por Dios de muchas y distintas maneras, han
sido aprobados y perfeccionados.
Esto se lee muy fácil, pero no es nada sencillo llevarlo a cabo. En estos dos
versículos, lo que más me resaltó es eso de que el matrimonio es “un gran
misterio”.
Es por eso que necesitamos la ayuda que Dios nos brinda a través de las
experiencias de otros, y aprender de la sabiduría que Dios les ha dado en
cuanto a este tema.
Recomiendo este libro a todos aquellos que están casados, a aquellos que
están luchando por su matrimonio, y aun a aquellos que piensan que ya no
hay posibilidad de rescatar su matrimonio.
Dallas, TX
Daniel Calveti
Dedicatoria
Este libro de CAOS en el matrimonio te lo dedico a ti, la dueña de mis
amores, mi amada y hermosa esposa: María Martínez. Fuiste una campeona
durante todo este proceso que enfrentamos en nuestro matrimonio y nuestra
familia. Soy el hombre más afortunado del mundo por tenerte en mi vida
como esposa, compañera y amiga. Te admiro porque, aunque estos procesos
fueron mucho más duros y fuertes que lo que podemos expresar en un libro,
nunca te rendiste, nunca tiraste la toalla, guardaste la fe y continuaste
amando y creyendo. Es maravilloso poder contar nuestra historia y poder
decir que Dios nunca nos dejó, que Dios nunca nos desamparó, que Dios
siempre estuvo con nosotros y que fue Dios quien nos restauró y nos dio la
victoria. Y que hoy nos amamos como nunca antes imaginamos. Por eso te
reconozco, te amo y te valoro, y quiero seguir contando nuestra historia
unidos por el resto de nuestras vidas.
Quiero también dedicar este libro a mis hijos, Richard, Jonathan y José
Martínez, quienes durante esta temporada difícil para toda la familia, nunca
nos juzgaron, nunca dejaron de ser los hijos amorosos, obedientes y
respetuosos que siempre han sido. Quiero que sepan que después de Dios,
ustedes fueron la razón que nos impulsaba a luchar y hoy, gracias a Dios,
estamos unidos en familia. Los admiro, los valoro, pero sobre todo, los amo
con todo mi corazón.
Reconocimientos
Quiero reconocer a CAFE, por ser la mejor congregación del planeta. El
apoyo, amor, el cuidado, la discreción y la consideración que tuvieron con
nosotros durante nuestro proceso fueron únicos. Ustedes son,
verdaderamente, lo que resume su nombre: una Comunidad de Amor, Fe y
Esperanza. El corazón que tuvieron para cubrirnos en oración y amor nos
ayudó a poder ser sinceros y transparentes mientras atravesábamos el
proceso. Eso nos dio la paz, la fortaleza y la confianza para luchar y salir
adelante en nuestro matrimonio, la familia y el ministerio. Por el respaldo
que recibimos de ustedes, podemos continuar declarando que: NO HAY
NADA MEJOR QUE SER CRISTIANOS.
Prólogo
Era el comienzo de una linda temporada. Luego de tres años de habernos
casado, mi esposa Raquel y yo veíamos cómo Dios traía un nuevo e
inolvidable capítulo a nuestras vidas. Allí como esposos, junto a nuestra
primera hija Hosanna, estábamos abriendo las puertas de nuestro primer
hogar. La emoción era notable, este sí sería nuestro hogar.
Como todos los nuevos dueños de casas, comenzamos con los arreglos que
queríamos hacer para darle a la casa nuestro toque especial. Queríamos que
cada espacio y rincón hablara de nosotros y de la familia que estábamos
edificando. Allí viviríamos momentos inolvidables y eso nos entusiasmaba.
Sin mucho más que decir, luego de ese gran mensaje motivacional, nuestro
vecino, alias NUBE NEGRA, se despidió. Allí me quedaba yo paralizado.
Sin darse cuenta, en tan solo unos minutos, su comentario nos quiso robar la
alegría y emoción que teníamos al hacer nuestro primer jardín. Ahora sí,
nosotros estábamos muy determinados. Así que, a pesar de ese mensaje
desalentador, continuamos.
Muchos se casan pensando que esa pasión que los lleva a casarse será
suficiente. Una boda puede ser preciosa e inspiradora, pero todos sabemos
que para que un matrimonio sea fructífero y abundante, necesitamos mucho
más que solo una linda boda. Se necesita regar y cultivar día a día ese
jardín. En otras palabras, comenzar una vida matrimonial es como sembrar
las plantas en el jardín, pero también se requiere una porción diaria de amor,
comprensión y reconciliación. Si no, ese jardín se secará. Debemos
activamente asegurar que en nuestra relación matrimonial procuremos
cultivar la intimidad, la amistad y el romance que un día nos unió.
Son muchos los que pasan una vida tratando de hacer que su matrimonio
funcione. Tienen un alto compromiso y por eso los ves sembrando y
regando diariamente su matrimonio con amor, pero aun así no ven todo el
fruto porque les falta limpiar su terreno. No habrá la salud y el fruto que
tanto anhelamos en el presente si no aprendemos a sanar las heridas del
pasado. Si deseamos un matrimonio victorioso y lleno de Dios, debemos
pedirle al Espíritu Santo que nos guíe a toda verdad, y que nos enseñe a
eliminar todo escombro dejado en nuestro terreno. Una tierra limpia de
desechos siempre será un mejor terreno para ver fruto abundante, el que
Dios tiene para nosotros.
Puedo recordar como si fuere ahora a nuestro vecino alias NUBE NEGRA.
Él me aseguraba que en nuestra vecindad no había jardines como el que
queríamos tener. Sentenciaba que nunca podríamos tener un buen jardín
porque simplemente la tierra no lo permitiría, pero al final, lo que
necesitábamos era aprender a limpiar nuestra tierra.
Son muchos los que piensan así. Pasan una vida dando explicaciones de por
qué no pueden ver el fruto del matrimonio sano y fructífero que han
deseado. Muchos repiten: “En nuestra familia nadie podrá experimentar
algo así”. Otros, sencillamente declaran que tendrán que conformarse con
una vida matrimonial mediocre, pero debes entender que Jesús dijo en Juan
10.10 que él vino para que tengamos vida y vida en abundancia. Esa verdad
incluye tu vida matrimonial.
Hoy es un gran día, amigo, porque hoy es el día donde puedes comenzar a
dar un paso firme para ver el jardín de tu matrimonio dar fruto abundante.
Al entrar en las páginas de este libro, no solo encontrarás experiencias e
historias que te animarán a creer en lo que Dios es capaz de hacer, sino
también se te revelarán principios eternos que te ayudarán a vivir en
libertad plena.
Tal vez, te preguntarás qué pasó con nuestro jardín finalmente. Te cuento
que luego de haber logrado sacar del terreno todo escombro que había allí
oculto, cada planta creció de manera sorprendente. Muchos venían para
hablarnos sobre nuestro jardín. Aun nuestro vecino, sí, NUBE NEGRA.
Hoy es el día de preparar tu corazón para todo lo que Dios tiene listo para tu
vida y tu matrimonio.
Jacobo Ramos
Gateway Church
Introducción
Escribí mi primer libro, CAOS , porque quería traer a la luz las experiencias
que atravesé cuando unas áreas de mi vida se vieron afectadas por no
conocer una forma más práctica y balanceada de mirar la guerra espiritual.
CAOS nos enseña, de una manera práctica, algunos procesos que cualquier
persona puede atravesar y cómo salir de ellos. Relata cómo atravesamos
muchas cosas por causa de nuestras decisiones. Cuando enfrentamos el
resultado de esas decisiones, eso se llama “consecuencias”.
Mas el enemigo es astuto y nos hace sentir que una opresión tiene autoridad
sobre nuestras vidas cuando la persona bajo opresión no ha perdido su
autoridad en Cristo. Mas si no confrontamos la opresión, tal opresión puede
terminar llevándonos al sufrimiento. De eso se trata el libro de CAOS
(Consecuencias, Ataduras, Opresiones y Sufrimientos).
Si está pensando: “¿Qué me puede enseñar este libro si este hombre siendo
pastor estuvo a punto de divorciarse?”, estoy de acuerdo con usted. Nadie
quiere consejos de nutrición de una persona que tiene sobrepeso, ni
tampoco quiere consejos de finanzas de alguien que está en bancarrota.
PARTE I
CONSECUENCIAS EN EL MATRIMONIO
CAPÍTULO 1
DIAGNÓSTICO DE LA RELACIÓN
“Entonces el Señor Dios hizo que el hombre cayera en un profundo
sueño. Mientras el hombre dormía, el Señor Dios le sacó una de sus
costillas y cerró la abertura. 22 Entonces el Señor Dios hizo de la
costilla a una mujer, y la presentó al hombre. 23 «¡Al fin! —exclamó el
hombre—. ¡Esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Ella será
llamada “mujer”[b] porque fue tomada del hombre». 24 Esto explica
por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa,
y los dos se convierten en uno solo. 25 Ahora bien, el hombre y su
esposa estaban desnudos, pero no sentían vergüenza”. (Génesis 2: 21-
25)
N o conozco ninguna persona que se haya casado diciendo algo como:
“Me voy a casar y dentro de diez años me divorcio para conseguirme a otra
persona”. Pero esa fue la mentalidad con la que yo entré al matrimonio. Yo
solía decir desde muy joven: “Cuando yo me case, voy a estar con mi
esposa unos diez años, luego de eso, me divorcio y me caso de nuevo” . No
sé de dónde aprendí eso porque mis padres no se divorciaron hasta que
tenían veintiséis años de casados, pero ambos venían de diferentes
matrimonios.
◆◆◆
El problema de los matrimonios cristianos hoy día es que generalmente
buscan una solución a su crisis matrimonial, cuando ya la situación está
grave.
◆◆◆
En el matrimonio ya han pasado por tantas peleas, conflictos, infidelidades,
en algunos casos hasta agresión física, daños emocionales, que vienen a
buscar ayuda en el consultorio para lo que ya está de cuidados intensivos.
Esto no solo ocurre con las personas que comienzan a congregarse. Una
gran cantidad de personas que llevan años en el evangelio esperan que la
situación esté grave para comenzar a buscar la ayuda que necesitan.
Algunos esperan demasiado por temor a lo que los demás piensen; otros,
por orgullo; otros, por indiferencia; otros, por miedo a ser removidos de
algún ministerio o por muchas otras razones. El asunto está en que mientras
más esperamos, más difícil es trabajar con la situación, tomando en cuenta
que “…para Dios todo es posible ” (Mateo 19: 26) .
Causa de la separación
La consecuencia de la separación
Esto trajo como resultado que de los dos hijos que tuvieron, uno de ellos,
Abel, quiso conocer de una forma más personal e íntima a ese Dios que sus
padres describieron. Por eso, le trajo lo mejor de sus corderos, porque quiso
honrar al Dios que sus padres temían. Mientras tanto, Caín prefirió dejarse
llevar por el mal ejemplo de sus padres y trajo simplemente una ofrenda
para cumplir, aunque la Biblia nos revela en 1 Juan 3: 12 que ya Caín
“pertenecía al maligno” ; en otras palabras, ya tenía su corazón dañado.
Preguntémonos: ¿de dónde Caín aprendió esto si no fue del ejemplo que
obtuvo de sus mismos padres?
Esto no quedó solo ahí, sino que Caín se enojó y Dios lo confrontó para que
se arrepintiera, pero en vez de arrepentirse, prefirió asesinar a su hermano.
Luego, la Biblia nos dice en Génesis 4: 16 el siguiente enunciado: “Caín
salió de la presencia del Señor y se estableció en la tierra de Nod” (Nod
significa: errante o vagabundo). Aquí podemos apreciar cómo de un solo
pecado, de un solo incidente, vemos las consecuencias de un hijo asesinado
por su hermano, el otro desterrado, errante y vagabundo, o sea, que los
padres se quedaron sin sus dos hijos por la consecuencia de un solo acto.
Parece una exageración mirarlo desde esta perspectiva, pero es la realidad.
Este es el problema que hoy día tenemos: una gran cantidad de parejas no
miden las consecuencias de sus decisiones. Muchos matrimonios toman
decisiones sin meditar en las consecuencias devastadoras que eso les trae a
ellos, y lo que es peor, a los hijos y eventualmente a los nietos.
CAPÍTULO 2
LA COBARDÍA DE LA INDIFERENCIA
“Por lo tanto, pueblo de Israel, juzgaré a cada uno de ustedes, según
sus acciones, dice el Señor Soberano. Arrepiéntete y apártate de tus
pecados. ¡No permitas que tus pecados te destruyan! 31 Deja atrás tu
rebelión y procura encontrar un corazón nuevo y un espíritu nuevo.
¿Por qué habrías de morir, oh pueblo de Israel? 32 No quiero que
mueras, dice el Señor Soberano. ¡Cambia de rumbo y vive!”.
(Ezequiel 18:30-32 )
U nos padres que se divorciaron, por mejores padres que trataron de ser
después de su divorcio, enviaron un mensaje directo a la formación de sus
hijos. Cuando ellos se casan y tienen problemas en su matrimonio, lo
primero que les cruza por la mente es aquello que les fue sembrado, el
divorcio. Esto es sin contar que en nuestra sociedad, la causa principal de
embarazos en adolescentes, drogadicción en la juventud, jóvenes envueltos
en pandillas, desórdenes emocionales, hasta suicidios, es la ausencia de uno
de los dos padres en la familia. Las consecuencias de la desintegración
familiar son devastadoras.
Muchos padres hoy día se comportan como el Rey Ezequías en sus últimos
tiempos. En 2 Reyes: 20 se nos enseña que Ezequías enfermó gravemente.
El profeta Isaías fue a visitarlo y le profetizó que pusiera sus asuntos en
orden porque moriría. En ese momento, Ezequías clamó al Señor y el Señor
le dio la oportunidad de vivir quince años más. Yo creo que cualquier
persona a quien se le dice que va a morir, lo primero que piensa es en que
ya no va a ver más a su familia, que ya no va a poder disfrutar de sus hijos.
El asunto es que Dios le añadió a Ezequías quince años más.
Sin embargo, un día el rey de Babilonia envió una comitiva a Ezequías con
regalos porque se había enterado de su enfermedad. Ezequías se movió en
su orgullo y en vez de darle la gloria a Dios, le mostró al rey todos sus
tesoros y su poder. Esto hizo enojar a Dios y Dios le dio a Ezequías en 2
Reyes 20: 16 – 18 la siguiente palabra:
Es así, como Ezequías, que muchos padres y madres piensan hoy cuando
deciden abandonar a su familia, cuando lo primero que piensan es en el
divorcio. La línea de pensamiento es: “Yo necesito paz, yo no puedo vivir
así, yo necesito mi tiempo, yo necesito mi espacio, y siempre y cuando yo
esté bien, entonces no importan los demás”. Lo malo es que esos demás no
tienen la culpa de nuestras decisiones egocéntricas y egoístas. Un padre que
no mide las consecuencias por sus decisiones puede atrofiar el destino de
sus hijos.
◆◆◆
Un hombre puede soportar cualquier cosa, pero con lo que un hombre
jamás podrá vivir es con la conciencia de que el resultado devastador de
su familia vino como producto de sus decisiones.
◆◆◆
Es tiempo de que analicemos, pensemos, recapacitemos y luchemos por el
matrimonio.
Yo fui Ezequías
Como dije al principio, no escribo esto desde la posición del papá perfecto
ni del esposo ejemplar, al contrario, antes de conocer a Cristo, yo fui como
Ezequías. Antes de ser cristiano, decidí vivir para mí, decidí pensar que era
mejor abandonar a mi familia e ir tras lo que yo quería, lo que me produjera
gozo y placer a mí, y terminé viviendo dos años con mi amante sin
considerar las consecuencias devastadoras que esto produciría en mis hijos.
En ese momento, mi hijo menor contestó: “Nunca, papi”. Mis dos hijos
mayores permanecieron en silencio. Cuando me percaté, añadí: “Bueno,
quiero decir, desde que estoy en Cristo”. El mismo silencio llenó la mesa.
Cuando les pregunté que me dijeran lo que sentían, uno de ellos dijo: “Sí
nos has fallado, porque cada vez que discutes con mamá, te montas en el
carro y sales para evitar las discusiones, nosotros nos quedamos despiertos
esperando junto a la ventana hasta que regreses, y mi hermano no para de
llorar hasta que regresas a casa”.
Ese día, el orgullo se me quitó, lloré con mis hijos y les pedí perdón
nuevamente. Les prometí que yo jamás me iría de la casa, que jamás los
dejaría. En ese momento, me di cuenta de cuánto daño irreparable les
había causado. No quisiera ser malinterpretado, yo confío plenamente en la
restauración que el Espíritu Santo hace en las vidas. Mis tres hijos, gracias
a Dios, le sirven al Señor. Con todo y eso, en ese momento de nuestras
vacaciones me di cuenta del daño que les había causado.
La solución
Las consecuencias son nuestro primer nivel de restauración en el
matrimonio. Si no buscamos analizarlas y continuamos nuestro rumbo
ignorándolas, se convertirán en una avalancha de devastación que
terminarán arropándonos. Pero si las enfrentamos, podremos salir y sacar
adelante a los nuestros.
2. Abandonar la rebelión
◆◆◆
Arrepentirse es mucho más que decir “lo siento” y sentir remordimientos.
Arrepentirse significa “cambio de pensamiento”.
◆◆◆
El verdadero arrepentimiento empieza con cambiar radicalmente el
pensamiento que nos lleva a la conducta incorrecta. Al adoptar un nuevo
pensamiento (de lo que es correcto) en nuestra mente y nuestro espíritu,
tomamos una decisión seria de hacer un cambio permanente en la dirección
contraria que nos llevaba a la destrucción y nos determinamos a no repetir
la conducta jamás.
◆◆◆
Al arrepentirnos estamos reconociendo nuestra insuficiencia para
resolver la situación;
estamos a la vez reconociendo nuestra total dependencia de Dios.
◆◆◆
Estamos reconociendo nuestro error y nuestra necesidad de que Dios
intervenga en nuestra situación en el matrimonio.
2. Abandona la rebelión.
Podemos ver siete cosas que nos pueden ayudar si estamos operando en
rebelión:
3. Resista la carne.
7. Tema al Señor.
CAPÍTULO 3
EL PERDÓN EN EL MATRIMONIO
“Si perdonas a los que pecan contra ti, tu Padre celestial te perdonará
a ti; 15 pero si te niegas a perdonar a los demás, tu Padre no
perdonará tus pecados” (Mateo 6: 14-15) .
La mayoría de los problemas que más afectan al matrimonio no son los más
grandes, aunque esos también pueden terminar destruyendo una relación.
En realidad, esos traen devastación al matrimonio cuando vienen
acompañados de pequeños problemas o pequeñas zorras. Por ejemplo,
cuando usted habla con una persona que ha sido víctima de adulterio y
escudriña un poco más allá del dolor, le contará que las situaciones que más
le afectaron fueron cosas como: las mentiras que le contó para poder ver a
la otra persona, las actividades que se perdió, cuando no llegó a comer,
todas estas pequeñas cosas que se acumulan y terminan produciendo más
dolor.
◆◆◆
El perdón es la clave, no solo para la restauración matrimonial, sino para
la salud matrimonial.
◆◆◆
Otro problema en el matrimonio radica en que muchas veces las parejas no
quieren perdonarse el uno al otro, porque al no perdonarse, mantienen cierto
nivel de control sobre su pareja. Hay otro grupo de personas que no
perdonan porque no saben cómo perdonar. Aunque para poder hablar en
detalle del perdón tendríamos que escribir todo un libro y no un solo
capítulo, tratemos de analizar cómo perdonar en el matrimonio.
Hay matrimonios que si uno de ellos ofendió al otro o cometió alguna falta,
la otra parte siente que tiene algo valioso acumulado para hacer sus
negociaciones o sus manipulaciones. Esto es una forma tóxica y perturbada
de llevar cualquier relación, especialmente la matrimonial. Debemos
siempre recordar que el matrimonio se compone de dos personas
imperfectas que deben complementarse el uno al otro, buscando
perfeccionarse para bendecirse el uno al otro. El Apóstol Pablo nos da en
Filipenses 2: 3 – 4 un gran ejemplo de lo que debe ser el matrimonio:
Hay personas que piensan que perdonar en el matrimonio les da algún tipo
de poder, autoridad o gobierno sobre su cónyuge. Si al perdonar me
enseñoreo de mi cónyuge, entonces no he perdonado. Otros piensan que
perdonar los pone en una posición más alta que su cónyuge. Tenemos que
tener cuidado de usar el perdón que otorgamos como herramienta de
manipulación. Cuando Cristo enseña del perdón en Mateo 18 : 35 dice que
tenemos que “perdonar de todo corazón”. Para esto estaremos mirando qué
es y qué no es perdonar.
Perdonar no es olvidar
Hay un refrán que dice la gente: “Yo perdono, pero no olvido”. Muchos
matrimonios se rigen por esa frase, pero desde otra perspectiva. Si
analizamos la frase, tiene mucha razón y mucho sentido, porque el hecho de
que nosotros perdonemos a nuestra pareja no significa que de forma
automática olvidamos lo que sucedió. Ni tampoco significa que podemos
borrar automáticamente de nuestra memoria lo ocurrido. Cabe la
posibilidad de que el dolor todavía esté latente en nuestro corazón o que,
por más que tratemos, no podamos controlar los recuerdos de lo que
sucedió.
◆◆◆
Jesucristo enseñó en Mateo 5: 43 – 48 cuando habló de amar al enemigo,
haciendo una declaración poderosa: “Si solo amamos a los que nos aman,
¿qué recompensa hay por eso? Cuando eso lo puede hacer cualquiera”. En
el v. 48 , Él dijo: “Pero tú debes ser perfecto, así como tu Padre en el cielo
es perfecto” . ¿No te parece irónico que Jesús estuviera hablando de
perdonar a nuestros enemigos si en ocasiones se nos hace más difícil
perdonar a los que amamos y que nos aman?
Este es un tema controversial porque la mayoría de las personas con las que
hablo del perdón dicen cosas como: “Cuando perdonas tienes que confiar
nuevamente igual que antes”. Si somos sinceros, el que perdonemos no
significa que estemos obligados a confiar inmediatamente. La confianza es
algo que se gana; no es algo que simplemente sucede. Si le decimos a
nuestro cónyuge que confiamos en él o en ella, pero en realidad en nuestro
corazón y en nuestra mente no confiamos, eso no es confianza.
◆◆◆
La confianza no se aparenta; la confianza radica en una decisión que
comienza en la mente y continúa hasta gobernar el corazón.
◆◆◆
Confiar es el descanso de la mente en la integridad, veracidad y justicia de
la otra persona. La confianza en el matrimonio es el yo tener la paz mental
y emocional de que mi pareja, en quien he depositado mi confianza, es
íntegra, veraz, justa y que no violará estos principios. Cuando estos
principios son violados, se rompe la confianza y otorgarla no sucede
automáticamente. Aunque digamos que hemos perdonado y confiado, si aún
tenemos ciertas dudas en nuestra mente, ciertos temores en nuestro corazón,
es porque no confiamos; eso es apariencia de confiar.
Hay hombres o mujeres que han sido infieles y cuando su pareja les
perdona, no quieren rendir cuentas e inmediatamente apelan a la frase de:
“Ya me perdonaste; ¿acaso no confías en mí?”. Las respuestas pueden ser
solo dos: sí o no, porque no hay tal cosa como confiar a medias. No se
puede decir: “Estoy comenzando a confiar en ti”. Si confía, entonces confía,
y si no confía, no confía. Eso no es un asunto moral o de falta de
espiritualidad. Es más bien un asunto del corazón y los pensamientos. La
persona que aún no puede confiar debe tener mucho cuidado de no llegar a
manipular la situación a su conveniencia o permitir que esa desconfianza le
lleve a celos insensatos.
Una de las cosas que puede ayudar a este proceso es que la persona que
causó la desconfianza rinda cuentas constantemente para ganarse
nuevamente la confianza. La confianza no es algo que desarrolla la parte
ofendida; para confiar se requiere el esfuerzo de ambas partes,
especialmente en el matrimonio. Por un lado, es necesario que la persona
que falló, que ofendió, que dañó, rinda cuentas no solo para ganarse
nuevamente la confianza de su pareja, sino porque así produce seguridad en
su pareja y le ayuda a sanar su corazón y salud emocional. Mientras tanto,
la otra parte debe comenzar a recibir la sanidad que solo el Espíritu Santo
puede dar de forma sobrenatural cuando perdonamos.
Observemos esta ilustración para por lo menos entender este punto. Los
Evangelios nos describen de una forma gráfica todo lo que Jesús atravesó
en su camino a la cruz: fue golpeado, azotado, coronado con espinas,
humillado, clavado en una cruz; pero aun con todo el dolor que sentía en
ese momento, Él dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”
(Lucas 23: 34). Esa declaración fue sincera. El perdón que les otorgó a
todos los que lo habían herido, azotado, humillado y continuaban
burlándose de Él mientras estaba en la cruz, y aun a nosotros, fue sincero,
fue real. Pero el dolor de los golpes, los azotes, la corona, los clavos aún
estaba ahí latente. El que nos hubiera perdonado no había eliminado el
dolor.
Hay personas que les dicen a otras para animarlos a perdonar: “Si perdonas,
sanas tu corazón, y ya no te va a doler tanto lo que te hicieron”. Suena
bonito, pero la realidad es otra: perdonar no elimina el dolor; simplemente
nos libera, nos prepara para sanar y nos ayuda a ser libres para continuar.
Las personas que han tenido que perdonar a sus parejas, hijos u otras
personas saben que el dolor aún está ahí, pero a pesar del dolor, tomaron
una decisión que va por encima del dolor: perdonar.
Por eso, vemos parejas que cuando algo sucede en la relación prefieren
pretender que no sucedió nada, pensando que eso les ayudará a sanar más
rápido. Eso es como tener un tumor canceroso y pretender que un día va a
desaparecer; todos sabemos que terminará sucediendo que nos matará.
Cuando hablamos del perdón en el matrimonio no podemos aparentar que
hemos perdonado; tenemos que ser sinceros con nosotros mismos y
reconocer que nos va a doler perdonar.
◆◆◆
Ignorar la situación no es la solución, y pensar que al decir “te perdono”
desaparece el dolor, es una ilusión.
◆◆◆
Si nos hicieron algo doloroso, pues nos hicieron ese algo; no tenemos por
qué ignorarlo. Es mucho más efectivo perdonar cuando reconocemos el
nivel de la ofensa y cuán profundo nos dolió, y a pesar de esto, perdonamos
a la persona que nos ofendió.
◆◆◆
Si perdonaste a tu esposo o esposa, no sigas visitando el pasado, porque
continuar visitando el pasado te limitará de disfrutar tu futuro.
◆◆◆
La Biblia en Hebreos 12: 1 nos dice:
“Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de
testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr,
especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y
corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por
delante” .
La solución
Perdonar puede llegar a ser una de las cosas más difíciles que la Biblia nos
exige que tengamos que hacer, pero es una de las más necesarias en
nuestros matrimonios. Cuando Jesús le dijo a Pedro que perdonara “setenta
veces siete” no se lo decía para que Pedro se sintiera bien, sino porque Jesús
sabía cuánto la falta de perdón, el resentimiento y la amargura alcanzan a
limitar a una persona en su desarrollo y su destino. Perdonar le roba al
enemigo la oportunidad de formar en nuestros corazones una raíz de
amargura que contamine nuestro destino y el de los que nos rodean.
No debemos creer jamás las mentiras del diablo que nos limitan a perdonar
y nos hacen presa del resentimiento, como:
En ese momento entendí que para nosotros poder perdonar de todo corazón
tenemos que descubrir qué parte de responsabilidad recae sobre nosotros, de
lo que estamos sufriendo o hemos sufrido, por mínima y pequeña que haya
sido.
PARTE II
ATADURAS
CAPÍTULO 4
◆◆◆
Las ataduras son conductas aprendidas sin confrontar ni resolver que se
manifiestan y afectan nuestro presente.
◆◆◆
Cuando en una relación, una o las dos partes llegan al matrimonio con
conductas que no han confrontado, que no han buscado ayuda para resolver,
esto se convierte en una atadura que eventualmente termina afectando la
relación. ¿Por qué? Porque muchos de nosotros llegamos a la relación con
situaciones del pasado que nos marcaron, nos formaron y nos hicieron
quienes somos hoy, y terminan perjudicando nuestra relación.
En el intento de no ser como su papá, tal vez no sabe cómo hacer esto.
Posiblemente se haya convertido en un hombre duro, áspero en el trato con
su familia porque sabe que mientras no le pegue a su esposa es mejor que su
papá. En su sistema de pensamientos, este hombre está haciendo las cosas
lo mejor posible, pero su esposa, que no se crió en ese ambiente, y sus hijos
quisieran que su padre fuera más cariñoso, más amoroso. Van a consejería y
el hombre no entiende por qué no es comprendido si está haciendo lo mejor
que él puede. Dentro de su mundo, es lo mejor que él puede, pero no lo que
su familia necesita. Estas son ataduras, conductas aprendidas que nos
formaron y ahora vienen a afectar el desarrollo de nuestro matrimonio y de
la familia.
Veamos otro ejemplo: el de una hija que creció en el mismo ambiente que
ya mencionamos, donde vio a su padre golpear a su mamá y ella en su
crecimiento va desarrollando conductas, patrones, pensamientos que ahora
en el matrimonio le pueden afectar de una de dos formas. Posiblemente
llega al matrimonio con tales inseguridades y temores que en el matrimonio
no se atreve a tener iniciativa, no se atreve a disciplinar a sus hijos, no se
atreve a involucrarse en nada y lo único en lo que se enfoca es en no hacer
enojar a su esposo. Mientras tanto, el esposo quisiera que ella fuera más
extrovertida, más segura y se esfuerza por hacerla sentir así, pero sus
esfuerzos son en vano. Por el otro lado, posiblemente ella llegue al
matrimonio con una actitud rígida, seca, agresiva, donde ella siempre está a
la defensiva porque piensa: “A mí ningún hombre me va a decir lo que yo
tengo que hacer”. Esto le trae grandes conflictos en el matrimonio.
Estos dos casos nos demuestran cómo las ataduras operan en la vida de una
persona, afectando sus vidas y sus relaciones. Esto sin analizar que hay
personas que llegan al matrimonio habiendo pasado por situaciones de
infidelidad, habiendo sido víctimas de abusos, habiendo atravesado
violaciones, posibles maltratos emocionales y un sinnúmero de cosas más
que aunque posiblemente la persona haya aprendido a sobrevivir a ellas,
seguirán las consecuencias manifestándose en el matrimonio.
Por esa razón, debemos analizar nuestras vidas: ¿Por qué hacemos lo que
hacemos? ¿Por qué nos comportamos como nos comportamos? ¿Por qué
estamos en la condición en la que estamos? Y es muy posible que esté atado
a nuestro pasado. Es cierto que 2 Corintios 5: 17 nos dice que todo el que
pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua
ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado! Somos nuevas criaturas, con
una nueva esperanza, con una nueva fe, con una nueva manera de vivir,
pero también es cierto que aunque estamos en Cristo y somos una nueva
criatura, adentro muy adentro de nuestro ser, todavía puede haber asuntos y
cosas que no hemos resuelto y que aún en Cristo, terminan afectándonos y
afectando a los que nos rodean.
Así que si hay algo que siente que está afectando su relación matrimonial,
la familia, los hijos, recordemos que en el Sermón del Monte, el Señor
prometió en Mateo 5: 3 – 5 lo siguiente:
El Señor sabe bendecir a los que han sido afectados a tal punto que se
encuentran una pobreza espiritual, a los que lloran, pero también a los que
son lo suficientemente humildes para aceptar que necesitamos ser sanados.
El silencio no resuelve nuestros conflictos, más bien nos afecta más.
Mi propia atadura
Esta es una de las razones por la que yo creo que mi matrimonio se vio
afectado desde el principio. La manera en la que yo me había criado, en el
medio ambiente que yo me desarrollé era de adulterios, de poca interacción
familiar. Yo no recuerdo haber pasado un día de Acción de Gracias con
toda la familia comiendo en la mesa juntos; o levantarme unas navidades a
buscar mis regalos con toda la familia. Para mí no había nada de malo con
eso; era el estilo de vida de mi familia y yo me adapté a él; yo nunca vi a mi
padre diciéndole a mi madre a dónde iría. Todas estas cosas sin yo darme
cuenta fueron formando mi carácter y mi perspectiva en cuanto al
matrimonio y a la familia.
Esta y muchas otras cosas más fueron las que yo vine arrastrando al
matrimonio. Yo jamás pensé que eso en algún momento dado me afectaría,
porque yo había sobrevivido. Para mí todo estaba bien hasta que no lo
estuvo, hasta que mi esposa comenzó a pedirme que pasara tiempo con
ella, que le informara a dónde iba, que pasara tiempo con mis hijos. Para
ella lo que me estaba pidiendo era lógico, era lo que cualquier esposo o
padre debía hacer. Para mí significaba que ella no era una persona
normal; se traducía como que era controladora, manipuladora, hasta que
me di cuenta de que fueron las ataduras de mi pasado las que habían dado
definición a la forma en que yo veía la relación.
Del mismo modo yo quería una familia mejor, yo quería una familia
estable, yo quería todo lo que no tuve cuando niño. Sin embargo, cuando
me vi bajo la presión de lo que no conocía, de estas nuevas exigencias que
nunca había visto, este asunto lógico para todo el mundo, pero extraño
para mí, de pasar tiempo con la familia, de rendir cuentas, de sacar a
pasear a los hijos, de sentarnos a la mesa a comer, yo busqué reaccionar de
la misma manera que aprendí; rompiendo con la relación.
◆◆◆
Si queremos en realidad resolver el caos en nuestros matrimonios, lo
primero que tenemos que hacer es lidiar personalmente con los conflictos
internos que cada cual hemos traído al matrimonio.
◆◆◆
Cuando llegué a Cristo y vi a las personas saliendo con sus familias,
pasando tiempo con sus hijos, compartiendo con las esposas, aprendí un
nuevo estilo de vida, pero ni mi esposa ni yo resolvimos los conflictos
internos o las ataduras que traíamos cada cual. Solo aprendimos que un
matrimonio cristiano hace estas cosas, se viste de esta manera, habla y se
comporta de esta forma, pero muy adentro, aún estaban los conflictos, aun
había asuntos sin resolver. ¿Y a que no saben qué sucedió? Exactamente.
Las ataduras volvieron a encontrar la manera de salir a flote.
Por eso, en el 2012, cuando atravesábamos por uno de esos momentos que
le llegan a todo matrimonio y a toda familia, volvimos a hablar de divorcio,
a pensar en la separación, a considerar que todo era una pérdida de
tiempo, hasta que fueron confrontados los conflictos internos que yo traía,
que habían malformado mi carácter y que ahora estaban dando lugar a
este círculo vicioso que ya habíamos vivido.
Cuando fui confrontado con mi pasado, pude enfrentar aquellas cosas que
habían influenciado mi carácter. Fue como si se me hubiese abierto un
panorama que jamás había visto, como que algo se hubiera despertado en
mí cuando fui confrontado, porque pareciera que pasaron por mi cabeza
una película de mi vida. Pude ver cómo había cosas de mi pasado que
estaban afectando la manera en que miraba mi matrimonio, la manera en
que estaba mirando mi familia, y hasta la manera en que estaba mirando
mi propia vida. Tomé una decisión y dije: “Se acabó; voy a cambiar”.
¡Como hubiese querido que hubiese sido así de fácil! Ese día tomé la
decisión, pero no fue el final de la batalla.
CAPÍTULO 5
Sin embargo, en todo mi intento de cambiar, tenía una lucha interna porque
quería cambiar para el beneficio de los demás, pero había una lucha dentro
de mí, como una resistencia impresionante. En ese tiempo me identifiqué
con el aguijón de Pablo (2 Corintios 12); me identifiqué con la lucha de
Pablo (Romanos 7), y pensé que había encontrado la clave en Efesios 4: 20
– 29. Todo lo que tenía que hacer era deshacerme de la naturaleza
pecaminosa, cambiar mi mente y mis actitudes, ponerme la nueva
naturaleza y dejar de hacer las cosas que nos estaban afectando. Pues me
di cuenta de que eso no era así de fácil y que estaba perdiendo de vista un
concepto súper importante.
La clave de la libertad
Por eso, luego en el v. 23 nos dice: “En cambio, dejen que el Espíritu les
renueve los pensamientos y las actitudes” . Eso nos enseña que mi trabajo
no es buscar cuáles conductas voy a adoptar o a cambiar. Mi trabajo es
enfocarme en Cristo, amar a Cristo, adorar a Cristo. Entonces, el Espíritu
renueva mis pensamientos y mis actitudes. Por eso, los versículos siguientes
son el resultado de lo que el Espíritu hace cuando dependemos totalmente
de Cristo.
◆◆◆
La respuesta para ser libres de las ataduras presentes está en Jesucristo,
está en enfocarnos en Cristo, en amar a Cristo, en buscar a Cristo.
◆◆◆
El hacer sentir culpable al padre y a la madre de familia no resuelve su
problema, no resuelve su dilema ni tampoco los hace libres de ataduras.
Presentarles a las personas que Cristo les ama en su condición, que Cristo
les ama en su lucha les presentará a ellos el amor que todo lo puede y que es
capaz de liberarlos de las ataduras más profundas y complejas que puedan
tener.
La solución
Las ataduras en el matrimonio y los conflictos no se solucionarán con
lágrimas, gritos, peleas, ataques, culpabilidad, insultos, amenazas, mucho
menos con golpes, maltratos, con nada de eso que es producto de la
frustración, la desilusión y la carnalidad. Hombre, no esperes a que tu mujer
cambie para buscar cambiar tú. Mujer, no esperes a que tu esposo cambie;
cambia tú. Más bien, reconozcan que cada cual tiene ataduras que están
estorbando, afectando, dañando la relación. Tomen una decisión de hacer a
Cristo el centro de sus vidas, su matrimonio, su familia, su hogar y dejen
que sea el Espíritu quien renueve los pensamientos y las actitudes.
“Es mejor ser dos que uno, porque ambos pueden ayudarse
mutuamente a lograr el éxito. Si uno cae, el otro puede darle la mano
y ayudarle; pero el que cae y está solo, ese sí que está en
problemas. Del mismo modo, si dos personas se recuestan juntas,
pueden brindarse calor mutuamente; pero ¿cómo hace uno solo para
entrar en calor? Alguien que está solo puede ser atacado y vencido,
pero si son dos, se ponen de espalda con espalda y vencen; mejor
todavía si son tres, porque una cuerda triple no se corta fácilmente” .
◆◆◆
La mejor estrategia para lidiar con las ataduras y las conductas que
venimos arrastrando de nuestro pasado no es pelear con nuestro cónyuge,
sino unirnos para buscar a Cristo juntos y dejar que el Espíritu cambie
nuestros pensamientos y actitudes.
◆◆◆
Las ataduras en el matrimonio no se deben tomar ligeramente, porque de así
hacerlo, abrimos una gran puerta a la opresión.
PARTE III
OPRESIÓN
CAPÍTULO 6
Hay una verdad que se ve claramente: hay una agenda del enemigo contra
el matrimonio, no solo en los matrimonios del mundo, sino también contra
los matrimonios cristianos.
◆◆◆
Una gran cantidad de matrimonios están en una constante opresión del
enemigo, quien hace lo necesario para persuadir, dividir, y destruir.
◆◆◆
La palabra opresión significa “una carga impuesta; un trato injusto y severo;
persuadir a realizar un servicio, trabajo o vida irrazonable; dominar a
alguien hasta la aflicción”. También quiere decir “sentirse apretado, afligido
y angustiado”. Esta es la condición en la que muchos matrimonios están
viviendo hoy día. Algunos de ellos no están disfrutando de la hermosura del
matrimonio, de sus beneficios ni de su bendición. Más bien están viviendo
bajo una carga impuesta, un trato injusto y severo, una vida irrazonable,
dominados por la aflicción, afligidos y angustiados.
En una ocasión que estaba en una angustia profunda, con los ojos llorosos,
una persona se me acercó y me preguntó: “Pastor, ¿está bien?”. Yo le
contesté: “Sí”. E inmediatamente me comenzó a contar un problema que
tenía. No me ofendí, más bien me sonreí, porque por un momento pensé:
¡Wow, alguien se dio cuenta! Pero no... Durante este proceso, estoy seguro
de que muchas personas se dieron cuenta de nuestra condición. Pero lo
más seguro era que pensaban que nosotros teníamos muchas personas a
nuestro alrededor que nos debían estar aconsejando o consolando.
Por eso hago un paréntesis: la próxima vez que veas a tus pastores, ámalos,
valóralos, reconócelos, déjales saber que estás ahí porque no te imaginas lo
que pueden estar atravesando en ese momento; la presión tan impresionante
que pueden estar enfrentando.
◆◆◆
El problema de la opresión está en que una persona lastimada, lastima;
una persona herida, hiere; una persona oprimida, oprime.
◆◆◆
Cantidad de veces en este estado de opresión mi esposa y yo nos
preguntábamos: ¿Qué nos pasa? ¿Por qué estamos así? Nos íbamos a
dormir sin respuesta. En ocasiones, nos abrazábamos en la cama para
dormirnos y luego, por ninguna razón, nos apartábamos con desprecio.
CAPÍTULO 7
LA OPERACIÓN DEL ENEMIGO
“Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra
gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra
fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos
de los lugares celestiales”. (Efesios 6:12)
Esto luego lleva a los matrimonios a pelear entre sí, a faltarse el respeto, a
menospreciarse, a dividirse, a separarse emocional y físicamente; a mirar a
nuestro cónyuge como nuestro adversario.
◆◆◆
La mayor estrategia del enemigo es persuadirnos a tal punto que
ignoremos sus maquinaciones y veamos a la persona equivocada, en este
caso nuestro cónyuge, como el enemigo.
◆◆◆
La Biblia nos dice en 2 Corintios 2: 9 – 11 :
El Apóstol Pablo está hablando del perdón y está diciendo que la falta de
perdón permite y abre una puerta para Satanás aprovecharse, y luego
declara: “Pues ya conocemos sus maquinaciones malignas ”. La palabra
maquinaciones viene del griego noema que significa una trampa, una
estrategia, un propósito malvado. Nos enseña que cuando estamos luchando
con nuestro cónyuge, en vez de luchar con nuestro adversario, estamos
siguiendo los planes malvados de Satanás.
CAPÍTULO 8
EL RESULTADO DE LA OPRESIÓN
“No te inclines ante ellos ni les rindas culto, porque yo, el Señor tu
Dios, soy Dios celoso, quien no tolerará que entregues tu corazón a
otros dioses. Extiendo los pecados de los padres sobre sus hijos; toda
la familia de los que me rechazan queda afectada, hasta los hijos de la
tercera y la cuarta generación. 6 Pero derramo amor inagotable por
mil generaciones sobre los que me aman y obedecen mis mandatos”.
(Éxodo 20: 5-6)
¿Alguna vez ha llegado a visitar un lugar donde horas antes había ocurrido
una discusión y usted no sabía nada al respecto, pero encontró el ambiente
cargado y pesado? Usted se dio cuenta de que algo no estaba bien, la
atmósfera estaba pesada y se sentía incómodo. Cuando usted preguntó, le
contaron lo que había sucedido horas atrás. Aunque la discusión había
terminado, el ambiente aún se sentía cargado. Si usted podía sentir el
ambiente cargado, ¿se imagina cómo se sienten los hijos que no son
visitantes a ratos del hogar, sino que tienen que vivir permanentemente en
él?
La opresión en el matrimonio no es cualquier cosa, no desaparece con el
tiempo, solo se hace más fuerte. No podemos olvidar lo que nos dijo el
Apóstol Pedro en 1 Pedro 5: 8 – 9 :
Para poder vencer la opresión tenemos que entender que no se logra con el
razonamiento humano. Más bien el razonamiento humano nos puede hundir
aún más en la opresión. Por eso el Apóstol Pablo nos dice en 2 Corintios
10: 3 – 4 :
Pero así como el diablo nos odia, Dios nos ama aún más. Dios nos ama con
lo más profundo de su ser. Dios nos ama tanto que aun cuando éramos sus
enemigos envió a Cristo a morir por nosotros en la cruz del Calvario. Dios
nos ama, ama nuestro matrimonio, ama el amor en nuestros hogares, ama a
nuestros hijos, ama a nuestros nietos, ama nuestra descendencia, ama la
unidad, ama la paz en el hogar.
◆◆◆
El amor de Dios sobre nuestros matrimonios siempre será mayor que el
odio del diablo. La gracia de Dios en nuestros matrimonios siempre
sobrepasará las artimañas del diablo contra nuestros matrimonios.
◆◆◆
Éxodo 20 nos dice que Dios derramó su amor inagotable por mil
generaciones sobre los que lo aman y obedecen sus mandamientos.
◆◆◆
Vencemos la opresión del enemigo cuando en el matrimonio nos ponemos
de acuerdo en hacer al Señor nuestro refugio y nuestro resguardo.
◆◆◆
La solución
¿Qué hacemos cuando estamos bajo una opresión en el matrimonio? La
contestación es: resistir, mantenerse firmes . En diferentes ocasiones en el
Nuevo Testamento, cuando se nos habla de la guerra espiritual se utiliza el
término “resistir o mantenerse firmes”. Lo vemos en Efesios 6: 11; Santiago
4: 7 y 1 Pedro 5: 9 . Esto nos debe enseñar un principio importante.
¡Si los matrimonios se dieran cuenta de que cuando se unen son diez veces
más fuertes que uno solo peleando! Hasta el enemigo sabe esto ( v. 32 ). Por
eso, él busca dividirnos.
Tenemos que unirnos, y juntos buscar a Dios para que podamos, también
juntos…
◆◆◆
Cuando en nuestros matrimonios resistimos como Cristo resistió,
triunfaremos como Cristo triunfó.
◆◆◆
No resistimos porque somos fuertes o hábiles, resistimos porque Cristo en
nosotros es la esperanza de gloria.
PARTE IV
SUFRIMIENTO
CAPÍTULO 9
EL DIVORCIO
“Enseña a los hombres mayores a ejercitar el control propio, a ser
dignos de respeto y a vivir sabiamente. Deben tener una fe sólida y
estar llenos de amor y paciencia. 3 De manera similar, enseña a las
mujeres mayores a vivir de una manera que honre a Dios. No deben
calumniar a nadie ni emborracharse. En cambio, deberían enseñarles
a otros lo que es bueno. 4 Esas mujeres mayores tienen que instruir a
las más jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, 5 a vivir
sabiamente y a ser puras, a trabajar en su hogar, a hacer el bien y a
someterse a sus esposos. Entonces no deshonrarán la palabra de
Dios”. (Tito 2: 2-5)
◆◆◆
El divorcio es una de las experiencias más difíciles que
cualquier persona pueda atravesar estando en Cristo o no.
◆◆◆
No importa la edad, el estatus social, económico o espiritual, cuando el
divorcio azota a un matrimonio trae consigo consecuencias devastadoras y
mayores que las que cualquier persona puede llegar a imaginar, ya que no
solo afecta a las personas que componen el matrimonio, sino a todos los que
les rodean y aman.
Creo que todos conocemos una pareja que cuando se divorcia nos sorprende
la noticia. Recuerdo cuando era niño que mis padres tenían unas amistades
que para mí eran la pareja perfecta y aun siendo niño cuando me enteré de
su divorcio, fue impresionante para mí, ya que jamás pensaba que ellos
hubiesen podido terminar así.
Iba con un pastor Asociado a una actividad en otra ciudad por varios días
y nos detuvimos a comer en un “Cici’s Pizza”. Cuando vi entrar a una
pareja de ancianos adorables, el señor parecía estar en un estado más
limitado que la esposa. Ella lo llevó a la mesa que estaba frente a nosotros,
y él quedó de frente a mí. En ese momento, ella le puso una servilleta en el
pecho; luego se fue a buscarle unas pizzas y un refresco, y se los trajo a la
mesa. Los dos se veían muy felices. Recuerdo como ahora que yo los
observaba, los contemplaba y pensaba: así deben ser las cosas, que la
pareja esté unida hasta la muerte. También a la vez me preguntaba: ¿por
qué mi esposa y yo no podemos ser así? ¿Por qué no podemos amarnos
para llegar a esa edad, juntos y felices?
Recuerdo que mi lema con mis pastores y consejeros era, “yo no quiero
ponerme viejo para estar peleando”, todo por aquella escena que viví. Yo
no quería ser aquel anciano, ni que mi esposa fuera tampoco aquella
anciana; en ocasiones nos alternábamos en quién sería como la anciana.
Algunas veces, yo iniciaba la pelea, y en ocasiones, era ella. En fin, el
hecho es que comencé a considerar que era mejor estar lejos que unidos .
Hay algo que aprendí durante este proceso: por lo general los matrimonios
que terminaron en divorcio, comenzaron a practicar la vida de
divorciados antes de divorciarse. Lo digo porque los matrimonios antes de
divorciarse dejan de comunicarse, se tratan con frialdad, buscan aislarse lo
más posible, comienzan a vivir vidas individuales aun viviendo bajo el
mismo techo. Ya para cuando se divorcian, están preparados. Y eso fue lo
que mi esposa y yo comenzamos a vivir: un divorcio en la misma casa.
A esto la sociedad aporta mucho, porque nos ha hecho creer que cuando las
cosas van mal en un matrimonio lo mejor es divorciarse. Ya la sociedad no
ve el divorcio como algo traumático, como algo serio, inclusive como he
mencionado; encontramos más recursos para personas que se divorcian que
los que encontramos para ayudar a los matrimonios a restaurarse. Esto se
debe a que la sociedad ve el matrimonio como un contrato y no como un
pacto.
CAPÍTULO 10
Esta Escritura nos enseña que el matrimonio no fue la idea del ser humano,
sino la idea de Dios. Por esa razón, no es la sociedad la que tiene el derecho
de regir los principios y estatutos del matrimonio cuando fue Dios quien lo
creó. Y en mi opinión, el mayor problema que tenemos en el matrimonio
hoy día está en que muchas personas ven el matrimonio desde la
perspectiva de la sociedad y no desde la perspectiva de Dios.
Cuando dice que: “y los dos se convierten en uno solo” ( v.8 ) y “que nadie
separe lo que Dios ha unido” ( v.9 ), nos muestra que la unión matrimonial
no es solo física, sino también emocional y espiritual. Es física, porque los
dos se unen en intimidad sexual; emocional, porque se casan enamorados o
uniendo sus corazones; espiritual, porque es Dios quien los une y convierte
en uno solo. Así lo vemos en Malaquías 2: 15 : “ ¿No te hizo uno
el SEÑOR con tu esposa? En cuerpo y espíritu ustedes son de él...” .
◆◆◆
El matrimonio no es un contrato, es un pacto sellado por Dios que nadie
tiene el derecho de separar.
◆◆◆
Y existe una gran diferencia entre un contrato y el pacto matrimonial. El
mejor ejemplo que podemos tener de un pacto lo vemos en el pacto de Dios
con nosotros. Así que miremos la diferencia entre un contrato, un pacto y el
pacto que Dios hizo con nosotros.
Los gabaonitas vinieron con un plan de hacerles creer a Josué y a los líderes
de Israel que venían de muy lejos y querían llevarlos a entrar en una
relación de pacto que comprometiera al pueblo de Israel de no atacarlos, ni
quitarles sus propiedades. Por eso nos dicen los vs. 14 – 15 :
Nos dice el v. 18 : “Sin embargo, como los líderes israelitas habían hecho
un voto en el nombre del Señor, Dios de Israel, no atacaron a ninguna de
las ciudades gabaonitas”. Podemos ver que Josué entró en un pacto con
ellos bajo engaño. Tres días más tarde, se dieron cuenta de que los
gabaonitas les habían mentido y engañado, y el pueblo quiso matarlos; pero
Josué y los líderes de Israel dijeron en Josué 9: 19 – 20 :
“Dado que hicimos un juramento en presencia del Señor, Dios de
Israel, no podemos tocarlos. Lo que tenemos que hacer es dejarlos con
vida, porque el enojo divino caería sobre nosotros si no cumpliéramos
nuestro juramento”.
CAPÍTULO 11
Cuando analizamos cómo Dios une los matrimonios en Él (como nos dice
Malaquías 2: 15 ), la única explicación lógica o coherente para el divorcio
es una infiltración del enemigo en el matrimonio como la hubo en el Edén.
Con esto aclaro dos cosas:
Mirémoslo desde otro punto de vista: piense en el nivel de maldad que tiene
que haber en el corazón de un hombre para golpear a su esposa, o en el
corazón de un hombre o de una mujer para abandonar la familia por otra
persona. Es demasiada maldad la que se necesita para endurecer el corazón
a ese nivel. Yo he sido testigo de personas que están en medio de un
proceso de divorcio que tienen más misericordia por una mascota como el
perro de la casa o por un gato, que por su cónyuge. Aunque el ser humano
por naturaleza es malo, ese nivel de maldad solo puede provenir de una sola
fuente: Satanás.
2. Da lugar a la rebelión.
Por eso, si alguien que esté leyendo este libro está contemplando el
divorcio, si está considerando separarse y abandonar su familia, si está
pensando que está mejor sin su cónyuge o que está mejor con alguien más,
deténgase y busque dirección de Dios. El divorcio es mucho más duro de lo
que piensa, es mucho más profundo de lo que puede imaginar, es mucho
más serio de lo que considera. Es mucho mejor buscar la restauración y la
ayuda de Dios.
◆◆◆
El divorcio afecta la estima, la vida emocional, el futuro, los sentimientos
de la pareja y de los hijos; afecta cosas más profundas de lo que
alcanzamos tan siquiera considerar.
◆◆◆
Dios dijo que odia el divorcio, porque el divorcio produce consecuencias
devastadoras, produce un dolor insoportable, traumas mentales,
emocionales y espirituales. Hay encuestas que prueban que el divorcio
afecta la fe de los hijos y que revelan las consecuencias devastadoras que
produce. Si lo está pensando, deténgase, no lo haga, a menos que sea la
única alternativa porque está en una relación abusiva o de adulterio. Pero
nunca vaya a cometer el grave error de tomar la decisión de divorciarse por
gusto.
La solución
Un corazón renovado y transformado
Quisiera dejar en claro que la Biblia dice que Dios odia el divorcio, pero no
he encontrado en ninguna parte en la Biblia que diga que Dios odia,
condena, maldice o rechaza al divorciado. Aquí es donde las personas
cometen graves errores cuando hablan del divorcio, porque hacen sentir a
las personas como si Dios rechazara al divorciado. Hay algo que creo que
es importante considerar y es el hecho de que la persona que ha atravesado
la dura experiencia de un divorcio ya ha recibido suficiente dolor y rechazo,
como para sentirse rechazado por el cuerpo de Cristo que tiene la habilidad
de sanarle.
“Cualquiera que toma de esta agua pronto volverá a tener sed, pero
todos los que beban del agua que yo doy no tendrán sed jamás. Esa
agua se convierte en un manantial que brota con frescura dentro de
ellos y les dará vida eterna”.
Lo que hacía Jesús en ese momento era confrontar las áreas profundas del
corazón de esta mujer para poder llegar a donde ningún hombre había
podido llegar, y comenzar a saciar las áreas que no habían podido saciar
cinco hombres y un amante.
Cuando Jesús vio que esta mujer estaba vacía y sedienta aún después de
tantos hombres, en vez de rechazarla le hizo la invitación a saciar la sed de
su alma, a sentirse amada por Él, a ser completa con Él. En otras palabras,
le hizo la invitación a experimentar un verdadero amor que solo Él puede
dar.
Por si está leyendo este capítulo y ha pasado por la experiencia dolorosa del
divorcio… o si tuvo que pasar por la experiencia trágica de vivir el divorcio
de sus padres… si tiene un cargo de conciencia porque reconoce que su
divorcio fue por su culpa y se siente responsable… o si aún están las
heridas que le causaron el divorcio… yo quisiera aprovechar para decirle
que hay vida en Cristo, que hay esperanza en Cristo, que hay restauración
en Cristo, que Cristo jamás ha dejado de amarle y jamás le ha rechazado.
Hay personas que pasan años enojados con Dios, no porque necesariamente
culpen a Dios de su divorcio, pero sí porque se preguntan: ¿dónde estaba
Dios cuando mis padres se divorciaron?, o ¿dónde estaba Dios cuando mi
esposo o esposa me abandonó? Yo quiero asegurarte que Dios estaba ahí
contigo; Él estaba ahí consolándote y cuidándote. Él estaba ahí contando
cada lágrima que derramabas, y si estás con vida hoy es porque Dios te
mantuvo, te fortaleció, te sostuvo y Dios te dice hoy: “No olvides que te
amo”.
◆◆◆
El divorcio lo único que produce es sufrimiento innecesario, profundo,
irreparable en las personas que lo atraviesan y en quienes las rodean.
◆◆◆
Por esa razón enfatizo: no se divorcie, pelee por su familia, valore a su
familia, cuide a su familia, viva por la familia y honre a Cristo con su
familia.
CAPÍTULO 12
EL SUFRIMIENTO EN EL MATRIMONIO
“Entonces Sarai le dijo a Abram: — ¡Todo esto es culpa tuya! Puse a
mi sierva en tus brazos pero, ahora que está embarazada, me trata con
desprecio. El Señor mostrará quién está equivocado, ¡tú o yo! 6 Abram
respondió: —Mira, ella es tu sierva, así que haz con ella como mejor
te parezca. Entonces Sarai comenzó a tratar a Agar con tanta dureza
que al final ella huyó”. (Génesis 16: 5-6)
S i hay algo que toda persona quiere evitar a toda costa es el sufrimiento.
El sufrimiento es la sensación motivada por cualquier condición que somete
al desgaste del sistema nervioso. El sufrimiento puede ser por causas físicas
o emocionales. Existen al menos tres causas de sufrimiento: el temor, la
frustración y la desesperación.
Hubo momentos en los que había llorado tanto que ya no salían lágrimas;
momentos en los que me postraba a orar y a buscar consuelo de Dios, pero
no podía concentrarme lo suficiente en la presencia de Dios como para
poder aceptar el consuelo que Él me brindaba .
◆◆◆
Cuando estamos en estas etapas de sufrimiento, en ocasiones no podemos
ni siquiera ver lo que Dios tiene para nosotros, porque estamos tan
enfocados en nuestro dolor que no nos prestamos para ser consolados por
nadie, ni aun por Dios.
◆◆◆
La ceguera del dolor y el sufrimiento
Agar se rindió, cesó de creer en la promesa que Dios le había dado años
atrás, porque el sufrimiento presente le había llevado a perder la esperanza
en la promesa de Dios que es permanente.
◆◆◆
Cuando estamos en una temporada de sufrimiento, debemos tener
cuidado de que nuestro sufrimiento presente no nos lleve a perder la
esperanza en la promesa de Dios que es permanente.
◆◆◆
El sufrimiento de Agar no le permitía ver más allá, ni descansar en la
promesa que Dios le había dado. Más bien se resignó a ver morir su
promesa. Pero Dios, que es amor; en misericordia, cuando escuchó llorar a
Ismael, envió su ángel para socorrer a Agar y a Ismael y dice el v. 19 :
“Entonces Dios abrió los ojos de Agar y ella vio un pozo lleno de agua.
Enseguida llenó su recipiente con agua y dio de beber al niño” . Me llama
la atención cómo Dios tuvo que abrir los ojos de Agar, para ella poder ver el
pozo de agua. Al parecer Agar estaba cegada por su sufrimiento y por su
dolor.
Esto suele suceder en el matrimonio cuando el sufrimiento nos azota.
Olvidamos las promesas de Dios para nuestras vidas y matrimonios.
Olvidamos los momentos hermosos, las cosas hermosas que hemos vivido,
las promesas hechas, el pacto que nos hicimos en el altar. Permitimos que el
sufrimiento nos ciegue hasta no poder ver que aún hay esperanza, que aun
Dios no ha terminado con nosotros, que aún hay restauración. Siendo
pastor, yo también llegué a este momento de ceguera hasta el día que mis
ojos fueron abiertos.
Ese día algo pasó dentro de mí, algo cambió. Los problemas y el
sufrimiento no se acabaron en ese día, pero ese día fue cuando decidí
comenzar a buscar ayuda y no rendirme. Yo me decía a mí mismo; no es
con ella, sino por ella que tengo que pelear. Peleaba conmigo mismo para
encontrar la forma de luchar por mi matrimonio, peleaba con mis
sentimientos, con mis deseos, con mi orgullo y con un sinnúmero de cosas,
con el fin de sanar nuestro matrimonio.
Yo puedo decir que nos sentíamos como Ana en 1 Samuel 1. Nos sentíamos
que todos sanaban, pero nosotros no sanábamos. Yo no sé cuántas veces
tuvimos que dar consejería a un matrimonio en medio de nuestro propio
dolor y sufrimiento, y mirábamos cómo sus matrimonios eran restaurados y
el nuestro seguía mal. Yo sé lo que muchos pueden estar pensando en este
momento: “¿Cómo puede estar dando consejería a otros cuando su
matrimonio está mal?”. Algunos pueden llegar a pensar que éramos
hipócritas porque no aplicábamos lo que aconsejábamos, pero la verdad es
que seguíamos mal. Era como Elcana, Ana y Penina; porque Penina sí
podía tener hijos y Ana no. Por eso digo que nos sentíamos como Ana, que
otros sí eran restaurados y nosotros no.
Todos estos consejos son ciertos y muy buenos; pero es importante que
antes de nosotros dar ese consejo entendamos que no todos los matrimonios
son iguales, no todos los consejos se aplican a todos los matrimonios por
igual, ya que cada situación es diferente. En nuestro caso, Dios seguía
restaurando matrimonios, seguía salvando personas y a pesar de que
estábamos en esa condición, sabíamos que necesitábamos ayuda y la
estábamos buscando. Sin embargo, no le recomendamos a toda pareja que
está pasando una crisis que siga en el ministerio sin tomar un descanso para
trabajar en su situación, como tampoco le recomendamos a toda pareja que
está en ministerio que deje el ministerio un tiempo. Creo que cada pareja es
diferente y debe tener la responsabilidad de saber dónde está con relación a
este asunto.
◆◆◆
Es difícil en ocasiones estar en medio del dolor y ser invadido por la
gracia, el amor y la misericordia de Dios a la vez de estar enredado en la
autocompasión, el enojo, el orgullo y todos los demás sentimientos que se
manifiestan en medio del caos matrimonial.
◆◆◆
Pero dentro de todo eso, en la oración y la búsqueda de su presencia, su
gracia, misericordia y amor triunfaban en mi corazón. Tuvimos que
aprender a buscar a Dios no importando cómo nos sintiéramos.
La solución
Lo que aprendí del sufrimiento
Es difícil creer que de una crisis matrimonial como la que mi esposa y yo
atravesamos se pueda aprender algo o que tenga algún tipo de beneficio,
pero lo que aprendimos en medio de ese proceso fue valiosísimo. Es muy
cierto lo que el Apóstol Pedro dijo en 1 Pedro 5: 10 ; él le escribió a un
grupo de personas que estaban pasando por un sufrimiento terrible:
Del sufrimiento aprendimos muchas cosas que nos han ayudado, formado y
edificado hasta el día de hoy. Podemos decir que nuestro matrimonio es
mucho más fuerte, maduro, nos valoramos más, nos amamos más y nos
comprendemos más. Estas son algunas lecciones que aprendimos del
sufrimiento.
◆◆◆
Cuando en medio del sufrimiento nosotros buscamos a Dios, lo mejor de
Dios se manifiesta en nosotros.
◆◆◆
Por eso, como matrimonio no dejen de buscar a Dios, no dejen de confiar
en Dios. Recordemos que las armas de nuestra milicia no son carnales, pero
sí son poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas ( 2 Corintios 10:
4)
◆◆◆
No hay un mejor lugar donde podemos estar que en el de total
dependencia de Dios.
◆◆◆
Cuando no tenemos a dónde mirar y sentimos que el fin está tocando la
puerta y no tenemos otra alternativa que solo decir: “Señor, de ti dependo”,
esto produce un temor único porque en nuestra incredulidad podemos llegar
a pensar que Dios no va a obrar. Yo puedo decir que Dios definitivamente sí
llegó, obró, sanó y restauró.
Si hay algo que pudimos hacer de aquella noche que conté donde encontré
a mi esposa llorando y clamando por lo mismo que yo me estaba
preguntando es que aprendimos a unirnos. Aun con diferencias, pero
unidos; aun con conflictos, pero unidos. Aún no nos sanábamos del todo,
pero entendimos que era mejor sanar unidos que por separado, y
aprendimos a luchar juntos y unidos.
Dios sabe lo que está haciendo. Su plan es mejor que cualquier idea que yo
pueda tener. Su propósito es mayor que cualquier sentimiento que yo pueda
desarrollar. Por eso, si Él nos unió, es mejor mantenernos unidos y luchar
contra cualquier cosa que venga, que dejarnos llevar por nuestro dolor y
sufrimiento.
Eclesiastés 4:12 nos dice:
“Alguien que está solo puede ser atacado y vencido, pero si son dos,
se ponen de espalda con espalda y vencen; mejor todavía si son tres,
porque una cuerda triple no se corta fácilmente”.
Cristo dijo algo similar a esto en Mateo 18: 20 con las siguientes palabras:
“Pues donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí entre ellos” .
En medio del sufrimiento, si nos unimos en Su nombre y buscamos Su
presencia, podemos tener la garantía de que Él está con nosotros. Es
impresionante considerar que el Rey de Reyes, el Señor de Señores, el que
venció en la cruz del Calvario está con nosotros, en nosotros y entre
nosotros.
◆◆◆
Es mejor luchar con mi cónyuge que contra mi cónyuge.
◆◆◆
4. El sufrimiento nos enseñó que al otro lado de él, hay una
recompensa.
Hoy mi esposa y yo podemos decir que Dios fue fiel, siempre ha sido fiel y
siempre será fiel. Pudimos ver su recompensa, cómo Dios nos fortaleció en
el proceso, cómo Dios nos restauró. Hoy tenemos un matrimonio no libre
de problemas ni discusiones, pero podemos decir que tenemos una hermosa
relación y una hermosa familia. Para mí, esa es la mejor recompensa que
Dios me pudo haber dado.
Más allá de eso, pude conocer a Dios de una forma más íntima, más
personal, más paternal, y esa recompensa no tiene comparación. La
recompensa de poder decir: “ Pero Dios …” es impresionantemente
maravillosa. El poder decir: Así era que yo estaba, pero Dios …; estábamos
que nos divorciábamos, pero Dios …; no nos entendíamos, pero Dios …;
no existe una mayor satisfacción que poder decir: pero Dios …
“Dios bendice a los que soportan con paciencia las pruebas y las
tentaciones, porque después de superarlas, recibirán la corona de vida
que Dios ha prometido a quienes lo aman”.
Aquí nos enseña que definitivamente hay una recompensa para los que
soportan las pruebas y el sufrimiento. Así mismo es en el matrimonio
cuando a pesar del dolor nos mantenemos firmes en la promesa de que
veremos a Dios obrar en nuestra relación.
PARTE V
CAOS
CAPÍTULO 13
MATRIMONIO EN CAOS
“La castigaré por todas las ocasiones en que quemaba incienso a las
imágenes de Baal, cuando se ponía aretes y joyas y salía a buscar a
sus amantes, olvidándose de mí por completo», dice el Señor. 14 «Pero
luego volveré a conquistarla. La llevaré al desierto y allí le hablaré
15
tiernamente. Le devolveré sus viñedos y convertiré el valle de la
Aflicción en una puerta de esperanza. Allí se me entregará como lo
hizo hace mucho tiempo cuando era joven, cuando la liberé de su
esclavitud en Egipto. 16 Al llegar ese día —dice el Señor—, me
llamarás “esposo mío” en vez de “mi señor”. (Oseas 2:13-16)
P ara poder iniciar este capítulo, quiero que volvamos a revisar el
significado de la palabra “caos”. Caos es un estado de confusión muy
grande. La palabra confusión significa falta de claridad y orden causada por
la mezcla de muchas cosas. La definición de la Real Academia Española es
“mezclar, fundir cosas diversas, de manera que no puedan reconocerse o
distinguirse”.
◆◆◆
Nunca nos preparamos para aprender cómo enfrentar el caos en el
matrimonio y termina sucediendo que, al no saber cómo lidiar con el
caos, recurrimos a lo que parece más lógico o más fácil: la separación o
el divorcio.
◆◆◆
Por ejemplo, muchas personas conocemos a una pareja que cuando no los
vemos por un tiempo y los volvemos a ver y nos enteramos que han
atravesado por un divorcio, nos preguntamos qué les sucedió. La respuesta
es muy sencilla: No supieron cómo lidiar con el caos en su matrimonio.
◆◆◆
El ir a retiros, congresos, conferencias de matrimonios y salir
emocionados con un sinnúmero de principios y recursos, pero no
aplicarlos, es como tener una caja de herramientas y no saber usar
ninguna de ellas.
◆◆◆
Lo peor era que ya estábamos en el caos tratando de aplicar principios que
debimos haber aplicado hacía meses o años atrás. Era como estar ya
necesitando terapia intensiva y comenzar a tomarme la medicina que tenía
que haberme tomado meses atrás.
Así se encontraba nuestra relación. Por eso nos sentíamos como que no
había esperanza, como que no podríamos encontrar la restauración;
porque comenzamos a aplicar muy tarde los principios aprendidos, y a
tratar de cambiar cuando ya nos habíamos herido demasiado. Lo que
estábamos viviendo era un verdadero caos.
Un padre que ama a sus hijos y escucha esas palabras, siente un dolor
intenso en la fibra más profunda del corazón. En ese momento me percaté
de cuánto daño no solo nos estábamos ocasionando mi esposa y yo, sino
del daño tan grande que les estábamos causando a nuestros hijos, aun
teniendo en cuenta que mi esposa y yo evitábamos lo más posible discutir
delante de nuestros hijos. Pero no teníamos que pelear delante de ellos
para ellos sentir la cargada atmósfera que estábamos creando por el caos
que estábamos viviendo.
Sin embargo, dos días más tarde tenía que salir de viaje a predicar en una
conferencia para pastores. Hice las maletas para mi viaje y las puse a un
lado de la puerta para tomarlas en la mañana. Recuerdo como hoy su
rostro caído y decepcionado, cuando entró al cuarto y con una voz de dolor,
a la vez de reto y con lágrimas en los ojos me reclamó diciendo: “Me
mentiste, Papi, me mentiste. Tú nunca me habías mentido. ¿Por qué me
mentiste? Tú prometiste que no te ibas a ir, tú lo prometiste, me fallaste.
¿Por qué me dijiste que nunca te irías y ahora te vas?”. Sentí confusión
porque no sabía de lo que me hablaba. Él me trajo las maletas y si dos días
anteriores mi corazón se deshizo, en ese momento fue peor porque me di
cuenta de que no solo estaban viviendo una atmósfera de caos, sino que
también estaban con un miedo terrible a que llegara ese momento en que la
familia se desintegraría.
Muchas veces los padres no nos detenemos a pensar en el daño tan terrible
que les causamos a nuestros hijos cuando no resolvemos nuestros asuntos.
◆◆◆
A muchos padres hoy día se les hace fácil dejar la familia y renunciar al
matrimonio, sin pensar en las consecuencias que eso produce en el
corazón, la estima, el desarrollo y la vida emocional, familiar y espiritual
de los hijos.
◆◆◆
Recuerdo que luego de que mi esposa y yo invertimos horas sosteniendo a
nuestros hijos y consolándolos, no dijimos una sola palabra, pero sabíamos
que algo tenía que cambiar. Esa noche les pregunté a mis hijos si preferían
que cancelara mi viaje; que no me importaba el compromiso más que ellos.
Pero todos me dijeron que no; que se sentirían peor si cancelaba el
compromiso. Yo me fui a mi viaje con una carga impresionante y con la
decisión de que a mi regreso buscaría ayuda para nuestro matrimonio.
«Ve y cásate con una prostituta, de modo que algunos de los hijos de
ella sean concebidos en prostitución. Esto ilustrará cómo Israel se ha
comportado como una prostituta, al volverse en contra del Señor y al
rendir culto a otros dioses».
Es interesante que Dios quisiera usar el matrimonio de Oseas para revelar la
condición de Israel, y que el Apóstol Pablo en Efesios 5 utilizara el
matrimonio cristiano para ilustrar nuestra relación con Dios. Es posible que
por esa razón el diablo ataque tanto a los matrimonios, buscando producir
caos en ellos.
Cuando Oseas se casó con Gomer, ella tuvo varios hijos y todo parecía estar
bien, hasta que Gomer decidió volver a su vida pasada; ella volvió a sus
amantes. ¿Se imagina el nivel de caos que había en ese matrimonio y en esa
familia, la atmósfera tan tóxica y compleja que había en esa casa? Era un
caos al punto tal que Oseas se desahogó con sus hijos y les dijo:
Esta relación estaba en tal caos que Oseas se desahogó con sus hijos,
desenmascaró a Gomer ante sus hijos y expresó su dolor. Imagínese la
historia de este hombre de Dios, que Dios le dijo que se casase con una
prostituta y como hombre de Dios, me imagino que pensaba que todo iba a
estar bien, porque él la honraba, la amaba, la valoraba. Pero de repente, un
día llegó a la casa y se encontró con que su esposa se había ido con un
amante. Eso generó una atmósfera tensa, de decepción, de dolor y angustia.
CAPÍTULO 14
Si hay algo que yo aprendí en este proceso fue que no podemos atacar el
egoísmo con más egoísmo, la amargura con más amargura, la soberbia
con más soberbia, el orgullo con más orgullo, la ira con más ira, el dolor
con más dolor. Generalmente, eso hacemos cuando estamos en medio del
caos: cuando sentimos que nuestro cónyuge está siendo egoísta, buscamos
comportarnos con mayor egoísmo; si está operando en ira, buscamos operar
con mayor ira. Lejos de sanar lo que hacemos es dañar, humillar y destruir.
“Esfuércense por vivir en paz con todos y procuren llevar una vida
santa, porque los que no son santos no verán al Señor. 15 Cuídense
unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de
Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de
amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos”.
Digo que es una lucha contra nosotros mismos, porque cuando su cónyuge
recurre a comportamientos como la ira, el orgullo o la indiferencia, nuestra
naturaleza carnal quiere reaccionar de la misma manera, pagarle de la
misma forma y aún más. Pero por eso, tenemos que perseguir la paz
agresivamente, como un cazador persigue a su presa, a toda prisa hasta
capturarla. Eso es algo que tenemos que trabajar con nosotros mismos.
2. Llevar una vida santa
◆◆◆
Estar en medio de un caos en el matrimonio no nos da licencia para dejar
de buscar a Dios, sino todo lo contrario, es cuando más tenemos que
buscar la presencia de Dios.
◆◆◆
3. Cuidarnos el uno al otro
4. No permitirnos amargarnos
Uno se preguntará: ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo puede una persona amar
a alguien que le hizo tanto daño? La contestación es que el amor es la
decisión más fuerte e intensa que cualquier ser humano puede tomar . La
Biblia nos dice en 1 Corintios 13: 7 que el amor nunca se da por vencido,
jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda
circunstancia. Cuando damos lugar a la manifestación del amor de Dios en
nuestras vidas, cuando dejamos que Dios sea quien ministre y dirija
nuestras vidas y corazones, es su amor lo que se revela y manifiesta en
nosotros, para poder dar lugar a su amor en nuestra relación aunque
sintamos que nuestro cónyuge no lo merezca. Nunca olvidemos que
nuestras vidas fueron transformadas por su amor y no por su manipulación.
Así mismo somos nosotros el medio para que el amor de Dios se manifieste
en nuestros matrimonios, y sea transformado por amor y solo por amor.
En ese momento, Dios continuó diciendo: “Pero con ese hombre que sale,
también estaré y a él también lo amaré”. Luego dijo: “Pero si te quedas…”
En ese momento el muñeco se hizo muy grande, más grande que la primera
visión y me dijo: “Este es el hombre que se queda, y con él también estaré y
a él también lo amaré”. En ese momento, Dios concluyó con una
declaración que marcó mi vida; porque Él dijo: “Todo está en qué hombre
quieres ser”, como diciendo: “Tu salida no invalida mi amor, pero sí afecta
tu hombría” .
PARTE VI
RESTAURACIÓN Y ORDEN
CAPÍTULO 15
CONSEJOS DECISIVOS
“ Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús. 6 Aunque era Dios,
[a] no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse.
7 En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde
posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció
en forma de hombre, 8 se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y
murió en una cruz como morían los criminales ”. (Filipenses 2: 5-8)
H ay algunos consejos prácticos que creo que pueden ayudar en este caso.
Esto fue lo que nos funcionó a mi esposa y a mí. Fue lo que ahora, después
de varios años de nuestro proceso de caos, podemos decir que vimos
manifestado en nuestra relación.
1. Comienza conmigo.
◆◆◆
Si esperamos cambiar cuando nuestro cónyuge cambie,
cambiamos muy tarde o posiblemente nunca cambiaremos.
◆◆◆
En ocasiones escucho decir: es el hombre quien tiene que cambiar, porque
él es la cabeza. Otras personas dicen que es la mujer quien tiene que
cambiar porque puede ganarse a su marido con su conducta. Yo no sé cuál
es el punto de vista correcto. Lo que sí sé es que debe cambiar primero
quien recibe la revelación de cambio de parte de Dios, quien quiera
obedecer más a Dios, quien quiera humillarse como Cristo lo hizo. Por eso
el Apóstol Pablo dijo en Filipenses 2: 5 que debemos tener la misma actitud
que tuvo Cristo Jesús.
En nuestra relación, si les soy muy sincero, no sabría decirles quién cambió
primero. Yo recuerdo que en la consejería que tomamos con nuestros
amigos, yo decidí morir; yo dije que iba a morir y punto. También recuerdo
que la noche que vi a mi esposa postrada, yo me postré a su lado a orar.
Esos fueron eventos que me motivaron a cambiar. Aún después de eso,
pasamos muchas etapas difíciles. No sabría decir quién cambió primero, ni
creo que sea importante, porque lo importante no es saber quién cambió
primero, sino que la relación se restauró.
4. Es necesario perdonar.
Por último, cuando estamos en medio del caos, suceden muchas cosas,
muchos insultos, peleas, acciones que afectaron el corazón, la estima. En
fin, suceden un sinnúmero de cosas que dañan la relación. No hay algo que
el perdonar no pueda sanar. Es importante que lo volvamos a mencionar
para que no lo olvide: no hay nada que perdonar no pueda sanar .
Una de las razones por las que la Escritura nos llama constantemente a
perdonar es porque el perdón no solo desata de su culpa a la persona que
nos hirió, sino que nos sana a nosotros mismos. Muchos matrimonios tratan
de restaurarse sin tomar una decisión genuina de perdonar. Mirémoslo de
esta manera: cuando no perdonamos tenemos un caos interno; si tenemos un
caos interno eventualmente ese caos se manifestará y afectará nuevamente a
la relación.
◆◆◆
El dolor y la amargura nos enfocan en el pasado,
mientras perdonar nos desata para mirar hacia el futuro.
◆◆◆
La solución
El 15 de julio del 2018 nació Analisse, nuestra primera nieta. Mientras yo
estaba en la sala de espera, me entró un profundo gozo que terminó
desatado en llanto de alegría, no solo porque mi primera nieta estaba por
nacer, sino porque en ese momento me llegó un pensamiento: ¿Y qué si nos
hubiésemos dejado llevar por el caos y hubiésemos terminado divorciados?
Es muy posible que aun así yo estuviera allí en la sala de espera, pero
hubiese sido un ambiente tenso, en vez del ambiente de paz, amor y gozo
que se sentía mientras esperábamos.
CAPÍTULO 16
U na de las cosas que más aprendí en todo este proceso y que creo que ha
quedado bien plasmado en los capítulos anteriores es que tenemos una
responsabilidad de pelear por la familia. La verdad es que no siempre fue
así conmigo. Como he mencionado anteriormente, yo llegué al punto de
nuestra relación donde no quería pelear por la familia, no quería luchar más,
no quería una discusión más, un argumento más, un reclamo más.
No sé si alguna persona que esté leyendo este libro se ha sentido así alguna
vez, si ha sentido que ya no quiere otra interacción en el matrimonio, ni
buena ni mala. Llega un momento donde nos cansamos a tal punto que ya
no queremos nada más. Lo que queremos es rendirnos, dejar todo tirado y
simplemente seguir nuestro camino.
Aunque soy muy claro en que no todo lo que nos sucede es culpa del
diablo, es cierto también que si nos sentimos cansados, fastidiados,
hastiados en nuestro matrimonio es muy posible que nuestra lucha sea más
espiritual que matrimonial o emocional. Por esa razón, no podemos ignorar
tampoco que tenemos una guerra espiritual contra el enemigo que viene a
perturbar a la familia. Porque el diablo sí odia a la familia, odia a la suya y a
la mía, odia el matrimonio, odia su matrimonio y el mío.
◆◆◆
La razón por la que el diablo odia al matrimonio y a la familia es porque
el matrimonio y la familia reflejan la relación de Cristo y la Iglesia;
revelan el propósito generacional de Dios y el amor de Dios por nosotros.
◆◆◆
Cuando leemos Efesios 6 nos habla de la guerra espiritual. Antes que el
Apóstol Pablo enseñara a los Efesios acerca de la guerra espiritual, enseñó
primero el orden del matrimonio; luego sobre la relación de los padres con
los hijos y de los hijos con los padres; y por último habló de la guerra
espiritual. Es como explicando que si no hay orden en el matrimonio, no
habrá orden en la familia, y si no hay orden en la familia, es mucho más
difícil hacer frente al enemigo que quiere destruir la familia. Por eso, vemos
que para destruir la familia, el futuro de la familia, el propósito de Dios para
la familia, lo primero que el enemigo hace es buscar destruir el matrimonio.
Otra de las razones por las que creo que el diablo odia a la familia y al
matrimonio cristiano es porque un matrimonio firme en la fe forma hijos
firmes en la fe, que luego tienen nietos firmes en la fe y así sucesivamente.
Y esto es algo que el enemigo odia fervientemente. Una familia firme en la
fe funciona para la edificación del Reino de Dios generacionalmente. Hoy
día, hay personas que aman a Cristo porque sus padres les educaron en la fe
que habían aprendido de sus padres, y en eso vemos la transferencia
generacional del ejemplo de fe.
◆◆◆
La manera en la que el diablo opera en el matrimonio y en todo lo que
hace es por la persuasión. Él es un experto en persuadirnos hasta
llevarnos a rendirnos, a dejar de luchar, a cansarnos con una y otra cosa
hasta debilitarnos y lograr que cesemos de luchar por la relación.
◆◆◆
Creo que eso nos sucedió a nosotros. Creo que fue una cosita y luego otra y
luego otra, hasta que nos cansamos, hasta que nos rendimos, hasta que
estábamos tan agotados que no queríamos ya pelear más por la familia; no
queríamos continuar luchando por la restauración.
Esto hace la batalla más compleja. Podemos estar yendo en contra del
diablo cuando tenemos que crucificar la carne, o podemos estar
crucificando la carne cuando tenemos que ir en contra del diablo. Es una
confusión de nunca acabar. Para ser verdaderamente honesto, yo no tengo la
respuesta a eso. En nuestro caso, hacíamos lo que pensábamos o creíamos
que debíamos hacer conforme a lo que veíamos que estaba sucediendo.
CAPÍTULO 17
Reitero que nadie se casa para tener a quien maltratar, a quien lastimar, a
quien matarle la estima, a quien manipular. Aun con la maldad en la que el
hombre opera, estas cosas demandan un nivel de maldad superior al que
puede existir en la mente y el corazón de un ser humano. La influencia solo
puede venir de una sola persona y es el diablo. ¿Puede meditar el nivel de
maldad que se requiere para que una persona abuse de su familia, golpee a
su cónyuge y maltrate física y emocionalmente a sus hijos? Es demasiada la
maldad que se requiere para que eso nazca naturalmente en el corazón de
una persona sin influencia del reino de las tinieblas.
Por esa razón, como padres tenemos que pelear por la familia. Nuestros
hijos están expuestos a una sociedad que no tiene misericordia de ellos. No
podemos seguir ignorando el hecho de que el mundo en el que ellos se están
desarrollando está lleno de maldad, y cada vez más nuestros hijos se
enfrentan a cosas que los desaniman de buscar de Dios y a Dios.
◆◆◆
No podemos permitirnos colaborar con el reino de las tinieblas y el
mundo tomando decisiones que afectan la familia y comprometan la fe de
nuestros hijos.
◆◆◆
Hay personas que le echan la culpa a la iglesia local, porque dicen que la
iglesia no está haciendo lo suficiente por enseñarles a nuestros hijos; que
deberíamos tener mejores programas de niños y jóvenes. Debemos
preguntarnos: “¿De quién es la responsabilidad de la crianza y el desarrollo
de nuestros hijos y la edificación de nuestra familia? Es de los padres, y
como padres debemos asumir la responsabilidad de modelarles a nuestros
hijos, con nuestras propias vidas, que Cristo es real y es digno de ser
exaltado.
◆◆◆
Pelear por la familia es asumir la responsabilidad como padres, esposos,
abuelos, de enseñar a nuestra familia los valores y principios de la fe para
que nuestra familia no se contamine o corrompa con los conceptos que la
sociedad ve como aceptables, pero que van en contra de la Palabra de
Dios.
◆◆◆
Lo que estamos viendo en este tiempo en nuestra sociedad no viene de
ahora. El enemigo ha buscado contaminar las generaciones para que se
olviden de Dios y nieguen a Dios.
La Biblia nos dice en Génesis 6:5 que en el tiempo de Noé, Dios “…vio la
magnitud de la maldad humana en la tierra y que todo lo que la gente
pensaba o imaginaba era siempre totalmente malo” . Esto escaló al punto
donde nos dice en el v.6 : “ Entonces el Señor lamentó haber creado al ser
humano y haberlo puesto sobre la tierra”. Se le partió el corazón (énfasis
del autor) .
¿Se imagina ser la única persona intachable en ese tiempo? ¿Se imagina el
nivel de crítica, de insultos, de burla que debió haber recibido Noé por
guardar intactos sus principios y valores? Noé no se dejó influenciar por
una sociedad corrupta y perversa. Noé decidió ser diferente, se esforzó por
ser diferente, y es lo mismo que debemos hacer nosotros.
Así como Noé decidió no ser influenciado por la sociedad, sino que decidió
vivir una vida intachable, n osotros debemos esforzarnos por vivir una vida
intachable. Meditemos en esto: Noé, en medio de una sociedad llena de
corrupción donde la maldad era a tal nivel que le partió el corazón a Dios,
por su vida intachable pudo salvar a su familia. Así mismo yo creo que en
una sociedad corrupta como la de hoy, nosotros como padres y esposos
tenemos también la capacidad de salvar a nuestra familia.
Nuestros hijos tienen que vernos luchando por la familia, no pueden ver que
nos rendimos. Tienen que vernos mantener intactos nuestros valores. Noé
peleó por la familia convirtiéndose en un ejemplo a seguir, modelando
principios y valores claros enfocados en Dios en medio de una sociedad
perdida en la maldad al punto tal, que en medio de toda una sociedad que
no honraba a Dios, Dios pudo identificar a Noé. Nosotros tenemos que
hacer lo mismo. Tenemos que convertirnos en el ejemplo que queremos que
nuestros hijos imiten, no importa lo que diga la sociedad.
1. La persuasión.
2. El engaño.
3. La intimidación.
4. La mentira.
5. La manipulación.
1. Analizar la situación
Esto es una bomba de tiempo por estallar. Nadie puede vivir toda la vida
ignorando los problemas, porque lo que no confrontamos y toleramos
eventualmente se levanta para destruirnos. El que ignoremos un problema
no lo arregla, no lo desaparece, más bien se hace más grande o peor.
Aunque no nos guste, es mejor tener las conversaciones que no queremos
tener con nuestro cónyuge, que esperar a que la bomba explote.
2. No temamos al enemigo.
3. Sí temamos a Dios.
La razón por la que Nehemías les decía que no temieran al enemigo era
porque les exhortaba a que a quien tenían que temer era a Dios. Más bien,
Nehemías les mostró que para no temer al enemigo, era necesario enfocarse
y temer a Dios. Era necesario “Recordar al Señor, quien es grande y
glorioso”.
Así mismo nosotros tenemos que temer a Dios. Si somos honestos nos
damos cuenta de que muchos de nuestros conflictos en nuestros
matrimonios vienen por la falta de temor a Dios . Si temiéramos a Dios
como deberíamos, no haríamos la mayoría de las cosas que hacemos
cuando estamos en un caos en el matrimonio.
El asunto era que las murallas de la ciudad estaban destruidas. Cuando una
ciudad tenía sus murallas destruidas y sus puertas derribadas era un blanco
fácil para que el enemigo atacara y conquistara la ciudad. Nehemías estaba
animando al pueblo a reedificar las murallas con el fin de poder resistir el
ataque de sus enemigos. El plan del enemigo era prevenir que eso
sucediera. Nehemías les recordaba que levantaban las murallas no solo para
proteger la ciudad, sino también para que su familia estuviera protegida.
◆◆◆
La clave de pelear por la familia es mantener
enfocada nuestra mirada en Cristo.
◆◆◆
La estrategia de Nehemías no fue que se enfocaran en ellos mismos, sino
que se enfocaran en Dios, y esa sigue siendo la estrategia hasta hoy. Dice el
v. 23 :
CAPÍTULO 18
CÓMO PELEAR POR LA FAMILIA
“David ahora se encontraba en gran peligro, porque todos sus
hombres estaban muy resentidos por haber perdido a sus hijos e hijas,
y comenzaron a hablar acerca de apedrearlo. Pero David encontró
fuerzas en el Señor su Dios. 7 Entonces le dijo a Abiatar, el sacerdote:
— ¡Tráeme el efod! Así que Abiatar lo trajo 8 y David le preguntó al
Señor: — ¿Debo perseguir a esta banda de saqueadores? ¿Los
atraparé? Y el Señor le dijo: —Sí, persíguelos. Recuperarás todo lo
que te han quitado” (1 de Samuel 30: 6-8).
P ara algunos, pelear por la familia puede ser agotador y difícil, más aún
cuando uno de ellos no quiere y el otro sí; o cuando ninguno de los dos
quiere, pero están juntos por los hijos; o cuando el matrimonio está bien,
pero los hijos no andan bien; aunque el proceso sea agotador, no debemos
rendirnos. Puede haber muchas maneras de edificar una familia firme y
saludable. Yo personalmente solo conozco y recomiendo una. La única
forma que conozco es poniendo todo nuestro enfoque y nuestra mirada en
Cristo.
2. Busquemos a Dios. ( v. 7 )
Lo segundo que hizo David fue buscar a Dios. Aunque David sabía que
tenía que hacer algo al respecto, no se lanzó a hacerlo sin tener la paz de
que Dios estaba con él. Yo creo con todo mi corazón que si la mayoría de
las personas que están teniendo problemas en sus matrimonios se dedicaran
a buscar a Dios, no tomarían decisiones que devastan al matrimonio y a la
familia.
Las instrucciones que Dios le dio a David no fueron muy detalladas, Dios
solamente le dijo: “Sí, persíguelos. Recuperarás todo lo que te han quitado
”. Dios no tuvo que motivar a David, Dios no tuvo que darle las mismas
instrucciones a David semana tras semana, David simplemente le creyó a
Dios. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Si le creemos a Dios, si
creemos en su Palabra, si creemos lo que ha hablado sobre nuestras vidas,
matrimonio, familia, por encima de lo que vemos ocurriendo en el mundo,
en nuestro matrimonio y familia?
Tenemos que creerle a Dios, creer que Dios sí quiere restaurar los
matrimonios y las familias, que Dios sí tiene la habilidad de hacer un
milagro en nuestras vidas y familias, que Dios tiene un plan mayor que lo
que estamos viendo. Tenemos que creer lo que Dios ha prometido, creer en
el pacto que él selló cuando hicimos nuestros votos matrimoniales.
Debemos creerle a Dios por encima de lo que estamos sintiendo o
pensando.
4. Obedeció́ a Dios. ( v. 9 )
Vemos que una vez que David recibió las instrucciones de Dios, eso fue
todo lo que David necesitó para obedecer. Lo que Dios le ordenó a David
parecía imposible, era difícil, pero David decidió obedecer a Dios aunque le
costara la vida. Esa es la actitud que todos debemos tener: la de obedecer a
Dios aunque nos duela, aunque sea difícil, aunque no nos guste.
◆◆◆
Para tener la autoridad de vencer al enemigo que se levanta contra
nuestra familia, tenemos que vivir una vida de obediencia a su Palabra.
◆◆◆
La solución
No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras vemos al enemigo
causando estragos en nuestra familia y en nuestro matrimonio. Cuando se
habla de la guerra espiritual en el matrimonio o la familia, algunas personas
piensan inmediatamente que se trata de reprender, atar, desatar, lo que no
critico y es bueno hacerlo. Pero si no trabajamos con áreas más allá de las
batallas internas que podemos tener, de nada nos servirá hacer todo lo
demás.
Por eso, quiero enfatizar en que tenemos que hacer nuestra parte por nuestra
familia con los siguientes pasos:
◆◆◆
Cuando nuestra dependencia, confianza y fortaleza está en Dios, nuestra
victoria es segura.
Palabras finales
“David se refugió en unas fortalezas que había en el desierto y en la
zona montañosa de Zif. Saúl lo perseguía día tras día, pero Dios no
permitió que Saúl lo encontrara”
(1 Samuel 23:14).
T uve un poco de temor al escribir este libro, porque no quería que fuera a
ser de tropiezo para alguien que lo leyera y pensara: ¿Cómo siendo pastor
pasó por todas esas cosas? Por eso le llamamos Caos en el matrimonio.
Yo quiero hacer una nota aclaratoria: los pastores también pasamos por un
sinnúmero de conflictos en nuestras vidas, finanzas, matrimonios y
familias.
◆◆◆
Cuando usted ve a sus pastores que a pesar de que están atravesando
conflictos en las diferentes áreas de sus vidas, ponen su mejor cara,
predican su mejor mensaje, dan su mejor consejo, les aseguro que no es
hipocresía, sino amor y obediencia a Dios.
◆◆◆
Todo pastor, conociendo la gracia de Dios, quiere hacer lo mejor posible
para Dios. Lo hacen por amor a usted que está leyendo este libro, porque
créalo o no, los pastores en este tiempo sí sienten cargas por sus ovejas. Lo
hacen porque posiblemente es lo único que los está ayudando a mantener su
cordura. Lo hacen por muchas otras razones que nada tiene que ver con la
hipocresía y la apariencia.
Por eso, ame y honre a sus pastores, respáldelos. Si llega a conocer que sus
pastores están atravesando una situación difícil en el matrimonio, no los
juzgue, no los critique, no se aproveche de su vulnerabilidad. Más bien
cuídelos, ámelos, respáldelos y déjeles saber que usted está ahí. Medite en
el hecho de que la razón por la que Dios le permitió ver la vulnerabilidad de
sus pastores no era para violarlos, sino para cubrirlos. Al fin, fue Dios quien
les llamó a pesar de que conocía sus defectos y virtudes.
Por eso, yo doy gracias a Dios a todas las personas de CAFE que en
nuestro proceso nos respaldaron en oración, amor, consejo; que aun
cuando posiblemente se dieron cuenta de nuestro proceso, nos honraron y
amaron. A todas las personas que dieron la milla extra e hicieron más de la
cuenta por mantener las cosas en orden en el ministerio mientras
atravesábamos por nuestros procesos, de verdad, ¡muchas gracias!
Hoy tengo que decir que eso fue precisamente lo que sucedió con nosotros.
Hoy yo puedo decir: Yo estaba camino a vivir un matrimonio desastroso,
Pero Dios … Yo hasta consideré quitarme la vida, Pero Dios … Mi esposa
y yo llegamos a ser indiferentes el uno con el otro, Pero Dios … Yo pensé
tirar la toalla y renunciar al ministerio, Pero Dios … Yo llegué a considerar
el divorcio, Pero Dios … Yo estuve a punto de abandonar a mi familia,
Pero Dios … Yo estuve a punto de cometer el peor error de mi vida, Pero
Dios… ¡Qué maravillosa frase es Pero Dios …!
Hoy entiendo mucho mejor lo que el Apóstol Pablo escribió a los romanos
en Romanos 8: 35 – 39 :
“¿Acaso hay algo que pueda separarnos del amor de Cristo? ¿Será
que él ya no nos ama si tenemos problemas o aflicciones, si somos
perseguidos o pasamos hambre o estamos en la miseria o en peligro o
bajo amenaza de muerte? (Como dicen las Escrituras: «Por tu causa
nos matan cada día; nos tratan como a ovejas en el matadero»). Claro
que no, a pesar de todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por
medio de Cristo, quien nos amó. Y estoy convencido de que nada
podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni
ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras
preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno
pueden separarnos del amor de Dios. Ningún poder en las alturas ni
en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás
separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús
nuestro Señor”.
Richard tiene una firme pasión por ver pastores y familias pastorales
restauradas cumpliendo con el llamado de Dios en sus vidas. Su pasión por
la Gran Comisión ha servido como motor para motivar a que muchas
iglesias sean impactadas y enfoquen su mirada y esfuerzos a hacer
discípulos.
Contacto:
info@editorialcafe.com
www.seriecaos.com
Publicado por
EDITORIAL CAFE
www.editorialcafe.com