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(PRONALEES)
LECTURAS BASICAS
LISTADO DE LECTURAS:
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AUTOEVALUACION DEL PRONALEES
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HORIZONTALES: VERTICALES:
1.- El enfoque de la asignatura de Español 1.- El niño descubre que existe cierta
además de ser funcional es … correspondencia entre sonido-letra, toma
2.- La misma cantidad de grafías y en el conciencia de que en el habla cada sílaba
mismo orden le sirven al niño para cada sílaba pueden contener distintos
representar diferentes significados, a este sonidos.
tipo de escritura se le denomina… 2.- A cada sílaba le hace corresponder una
3.- Secuencia de cadenas gráficas, una letra grafía.
sigue a la otra. 3.- Ubicación espacial de la escritura, de
4.- El conocimiento se construye cuando el izquierda a derecha.
sujeto se acerca al objeto de conocimiento 4.- Es un sistema de representaciones de
dotado de ciertas estructuras intelectuales ; estructuras y significados de la
extrae de él información , la cual produce lengua .Tiene una función social. .
modificaciones – 5.- Se caracteriza porque a cada palabra o
acomodaciones ,modificando sus enunciado le hace corresponder una grafía o
observaciones sucesivas conforme a sus seudografía.
estructuras cognoscitivas . 6.- Es el espacio que existe entre la escritura
5.- Las producciones de los niños de palabras.
representan significados, mediante
diferencias objetivas en la escritura y las
posibilidades de variación, se relaciona con
el repertorio de grafías que el niño posee.
6.- Proceso de construcción de significados
y de interpretación, en el que participan 2
elementos (el lector y el texto).
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PRONALEES
ANTECEDENTES
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PRONALEES Hoy
Indudablemente que este programa es un gran reto para todos; para los maestros y
asesores, así como para los miembros de la Unidad Coordinadora. Estamos, sin
embargo, seguros de que los maestros responderán positivamente y, contando con el
entusiasmo y la dedicación que los caracteriza, este programa contribuirá
significativamente al logro de nuestro objetivo principal: que todos los niños tengan la
oportunidad de recibir la sólida educación que por justicia merecen. Sólo así lograremos
que al finalizar la Educación Básica todos los alumnos sepan utilizar eficazmente la
lengua oral y escrita, invaluable herramienta para enfrentarse a la vida”.
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6
INICIACION AL SISTEMA DE ESCRITURA.
La adquisición de la lectura y la escritura en la escuela primaria Lectura.-
SEP.-PROGRAMA NACIONAL DE ACTUALIZACION PERMANENETE.-
Enero de 2000
MARGARITA GOMEZ PALACIO
Antes de que el niño sea capaz de comprender que los signos gráficos representan
sonidos, pasa por una serie de momentos que dan cuenta del proceso mediante el cual
finalmente toma conciencia del sistema de escritura.
Describiremos esa serie, aunque no necesariamente todos los niños siguen el orden
señalado.
Le puedes pedir que haga un dibujo de él mismo, y luego ofrecerle anotar su nombre
debajo del dibujo. Por ejemplo, si a la pregunta “Tú, ¿cómo te llamas?” el niño responde
“Manuel”, le podemos decir: “Bueno, debajo de tu dibujo voy a escribir tu nombre con
letras”. Y escribimos Manuel. Luego se le muestra un libro y se le señala el nombre del
dueño, explicándole: “Mira, este libro tiene un nombre escrito, ¿quieres saber lo que dice?
Dice Pedro. Eso significa que este libro es de Pedro. Para leer necesitamos letras, para
escribir también necesitamos letras”.
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Segundo momento. [Escritura Primitiva. Trazo-escritura]
El niño se da cuenta de que las personas mayores se fijan en las letras, y comentan que
allí dice algo; entonces él comienza a fijarse también en las letras y a tratar de
comprender lo que dicen, por ejemplo:
En los anuncios, especialmente en los más conocidos, hace como si leyera: “Aquí
dice coca cola”; “Aquí dice Pemex”, etcétera.
Se da cuenta de que los camiones y autobuses llevan un letrero al frente que
indica a dónde van.
Sabe que en las esquinas hay letreros que indican el nombre de las calles.
Distingue un periódico de otro fijándose en el nombre.
Comienza también a hacer rayones y garabatos con intencionalidad; es decir, si
uno le pregunta “¿Que escribiste?”Él contesta: una carta, es mi tarea, un cuento,
etcétera.
Con frecuencia acompaña sus escritos con dibujos explicativos.
El docente puede mostrar al niño libros con dibujos y textos y preguntarle: “¿Quieres que
te lea lo que dice?”.
También se puede sugerir:
Haz un dibujo y luego me dictas lo que quieres que le escriba abajo.
Tú me cuentas el cuento y yo lo escribo. Luego yo te lo leo y tú me dices si quieres
cambiar algo.
Todo con la finalidad de que el niño tome cada vez más conciencia de la utilidad de la
escritura.
El niño toma conciencia de que otros saben leer y él no. Deja de centrarse en los dibujos
y busca las letras para leer.
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El docente puede:
Leer cuentos para los niños señalando la direccionalidad de la lectura. Leerá
el título y la página inicial, y preguntará en dónde debe continuar leyendo y en
dónde terminará el cuento.
Pedir que le dicten cuentos y que intenten escribirlos libremente, pero sin exigir
que lo hagan de manera convencional.
El docente debe tratar de satisfacer las necesidades de escritura y lectura que el niño
plantee y promover el surgimiento de otras.
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Es importante que cuando el niño empieza a reconocer el sonido de ciertas letras y
pregunta “¿Qué letra es ésa?”, se le conteste con el sonido de la letra y no indicando el
nombre. Por ejemplo se pronuncia p y no pe, s y no ese, r y no erre, s y no zeta, etcétera.
No hay que enseñar las letras por separado ni el alfabeto en el orden clásico, el cual
aprenderá más tarde.
El docente puede:
Pronunciar una palabra-por ejemplo cara- e invitar al niño a que encuentre
oralmente otras palabras que comiencen igual. Y así se puede continuar con
otras letras.
Enseñar al niño a distinguir con qué letra comienza una palabra, por ejemplo,
se le pregunta:¿Con qué letra comienza cara? ¿Con qué letra comienza mano?,
etcétera.
Preguntar con qué letra termina la palabra, por ejemplo: ¿Con qué letra termina
mano?
La concepción figurativa lleva al niño a pensar que las palabras que representan
objetos llevan un número de letras proporcional al tamaño del objeto que
representan; así, para escribir vaca o toro se necesitan muchas más letras que para
escribir hormiga o cochinilla.
Poco a poco el niño va notando que hay palabras grandes o largas y que hay otras
chicas o cortas. El docente puede jugar con el niño para que poco a poco reconozca las
palabras largas y vaya contrastándolas con las cortas. Se le puede dar una lista de
palabras muy largas por ejemplo: rinoceronte, hipopótamo, cavernícola; y otra de palabras
cortas: dado, casa, cama, etcétera, escritas en tarjetas; mezclarlas y pedir al niño que
vaya diciendo si son largas o cortas.
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Si pronunciamos una palabra monosílaba el niño percibe un solo sonido y por lo tanto
piensa que se representa con una sola letra, pero si la pronunciamos lentamente el niño
comienza a percibir que se escribe con tres sonidos y, por lo tanto, que se escribe con
tres letras. Por ejemplo, se puede mostrar al niño la imagen de un pan y preguntarle:
“Esto, ¿cómo se llama? ¿Con qué letra comienza pan? ¿Con cuál termina? ¿Con cuántas
letras escribiremos pan?” Así, es posible mostrar otras láminas que representen palabras
como: mar, sol, pie, sal, luz, etcétera, y formular preguntas similares para apoyar el
descubrimiento de la relación entre los aspectos sonoros del habla y la escritura.
El niño piensa que la palabra que representa un objeto es lo único que se puede escribir;
ejemplo: si preguntamos al niño cuántas palabras tengo que poner para escribir María
compró pan nos dirá que dos: María y pan.
También es interesante que los niños se den cuenta del espacio blanco que separa
las palabras, cosa que no sucede al hablar.
Conclusión.
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EL PROCESO DE ADQUISICIÓN DE LA LENGUA ESCRITA
La lengua escrita en la educación primaria, capacitación y
actualización docente, PARE, SEP. México 1994
Las producciones e interpretaciones que los niños realizan, así como las diversas
preguntas y conceptualizaciones que formulan acerca de lo que se escribe y lo que se lee,
son indicadores que nos permiten comprender los diferentes momentos evolutivos que
constituyen el proceso de adquisición de la lengua escrita.
Los estudios realizados sobre dichos procesos muestran que cuando los niños ingresan a
la escuela ya han iniciado el trabajo de reflexión sobre la lengua escrita, ya que en la
sociedad actual los textos aparecen en forma permanente en el medio: propaganda en la
calle y en la televisión, periódicos, revistas, libros, envases de alimentos, de productos de
limpieza, etc. El niño que siempre investiga el mundo que lo rodea, no puede pasar
indiferente ante estos textos que aparecen por todas partes. Los ve, pregunta sobre ellos,
observa cómo los adultos o los hermanos mayores leen o escriben; reflexiona sobre este
material y construye hipótesis en torno a él.
Sin embargo, como el medio cultural del cual provienen los niños es diverso, algunos han
podido avanzar más que otros en este proceso. Así, aquellos cuyas familias usan en
forma habitual la lectura y la escritura, tienen un mayor contacto con ella y sus
oportunidades de reflexionar y preguntar sobre ese objeto de conocimiento son mayores
que la de otros provenientes de hogares en los que la lengua escrita no es usada. A pesar
de las diferencias entre unos y otros, el proceso de adquisición por el que atraviesan es
similar, pero distinto en su evolución.
Al principio el niño en sus producciones realiza trazos similares al dibujo cuando se le pide
que escriba.
Ejemplo:
1. Casa
2. Pelota
3. Muñeca
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4. Cotorro
5. Pelota
6. Muñeca
Por otro lado si se le presenta un texto y se le pregunta que dice, el niño responde que
“no dice nada” o que ahí dice “letras”. Así mismo, cuando se le presenta, por ejemplo un
cuento y se le pregunta donde se puede leer, señala las imágenes del mismo, vemos que
para el niño, los textos todavía no tienen significado.
Más adelante las producciones del niño manifiestan su diferenciación entre el trazo-dibujo
y el trazo-escritura, como puede apreciarse entre los ejemplos:
En estos casos los niños insertan la escritura en el dibujo, asignando a las grafías o
seudografías trazadas la relación de pertenencia al objeto dibujado, como para garantizar
que ahí diga el nombre correspondiente. Las grafías sin el dibujo solo son letras.
Ejemplo:
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Ya no escribe dentro del dibujo sino fuera de él pero de una manera muy original: las
grafías se ordenan siguiendo el contorno del dibujo. Ejemplo:
Poco a poco la escritura comienza a separarse del dibujo; aunque se mantiene cerca, no
se incluye dentro del él.
En este caso la grafía que acompaña el dibujo es una grafía convencional del sistema
de escritura.
En lo que a la interpretación se refiere, el niño con esta conceptualización asigna un
significado a sus producciones, el cual está estrictamente ligado al dibujo, ya que es la
presencia de éste la que garantiza la estabilidad de la interpretación.
Al interpretar textos producidos por otros, acompañado de dibujos, el niño considera que
en los textos dice ”los nombres de los objetos” o bien en diversos portadores de textos
“las letras dicen lo que las cosas son”, a estas concepciones se les ha denominado
“hipótesis del nombre”.
Por ejemplo, en todas las letras que aparecen en una cajetilla de cigarros predice que
dice “cigarros”, o en los textos impresos en un lápiz, que dice “lápiz”.
A estas representaciones que el niño realiza en su intento por comprender nuestro
sistema de escritura se les denomina “representaciones graficas primitivas”.
Posteriormente el niño elabora y pone a prueba diferentes hipótesis que lo llevan a
comprender que la escritura no necesita ir acompañada del dibujo para representar
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significados, aun cuando no haya establecido la relación entre escritura y aspectos
sonoros del habla.
A partir del momento en que el niño considera a la escritura como un objeto válido para
representar, las hipótesis que elabora manifiesta la búsqueda de diferenciación en sus
escrituras para representar diferentes significados, lo que le permite garantizar las
diferencias en la interpretación.
Esta diferenciación gira en torno a los criterios de cantidad y variedad de grafías, que
progresivamente lograra coordinar, hasta llegar a una diferenciación máxima posible entre
las escrituras producidas.
ESCRITURAS UNIGRÁFICAS
Las producciones que el niño realiza se caracterizan porque a cada palabra o enunciado
le hace corresponder una grafía o pseudografía, que puede ser la misma o no, para cada
palabra o enunciados. Por ejemplo:
Cuando el niño considera que la escritura que corresponde al nombre de un objeto o una
persona se compone de más de una grafía, emplea la organización especial lineal en sus
producciones; no obstante, no controla la cantidad de grafías que utiliza en sus
escrituras. Para el niño que emplea este tipo de representación no hay más límite que el
de las condiciones materiales (hojas, renglón, etc.) para controlar la cantidad de grafías.
Para representar una palabra, o enunciados, algunos niños repiten una grafía
indefinidamente, otros utilizan varias grafías.
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Ejemplo:
1. MARIPOSA 4. MAR
3. PESCADO 6. GATO
ESCRITURAS FIJAS
A partir de este momento se hace presente una exigencia en las producciones del niño,
dicha exigencia tiene que ver con la cantidad de grafías para representar una palabra o
enunciado; los niños consideran que con menos de tres grafías las escrituras no tienen
significado. En contraste con esta exigencia, el niño no busca la diferenciación entre las
escrituras, y lo único que permite un significado diferente es la intención que el niño tuvo
al escribirlas. La misma cantidad de grafías y en el mismo orden le sirve para representar
diferentes significados.
Esta exigencia aparece como demanda cuando el niño se enfrenta a textos producidos
por otros; al tratar de interpretarlos dice: “son nomás dos” “son muy poquitos” “no dice
nada”, etc; sin embargo cuando el texto cumple con esta característica, es posible, para el
niño, asignar distinto significados a escrituras iguales.
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Ejemplo:
ESCRITURAS DIFERENCIADAS
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Cantidad constante con repertorio fijo parcial: en estas representaciones se manifiesta la
búsqueda de diferenciación entre una palabra y otra a través de variar algunas de las
grafías, mientras que otras aparecen siempre en el mismo orden y lugar. Una secuencia
inmutable de grafías puede aparecer al principio, al final o incluso en medio de cada
representación, mientras que las otras grafías varían. Por otra parte, la cantidad de
grafías empleadas es constante.
Ejemplo:
Cantidad variable con repertorio fijo parcial: las producciones de los niños como en el
caso anterior, presente constantemente algunas grafías en el mismo orden y en el mismo
lugar y también otras grafías de forma diferentes o en un orden diferente, de una
escritura a otra; la diferencia radica en que la cantidad de grafías no es siempre la misma.
Ejemplo:
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Cantidad constante con repertorio variable; en estas producciones la cantidad de grafías
es constante para todas las escrituras, pero se usan recursos de diferenciación cualitativa:
se cambian las grafías al pasar de una escritura a otra, o bien el orden de las grafías.
Ejemplo:
Ejemplo:
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Cantidad y repertorio variables y presencia de valor sonoro inicial: estas escrituras
presentan características muy peculiares ya que el niño manifiesta en sus escrituras el
inicio de una correspondencia sonora: la letra con que se inicia cada palabra no es fija ni
aleatoria, sino que corresponde al valor sonoro de unas de las grafías de la primera sílaba
de la palabra; la cantidad y el repertorio del resto de la palabra suelen ser variables.
Se puede considerar que en este momento el niño se encuentra en una etapa transitoria
ya que, por un lado, se manifiestan características de la hipótesis presilábica y por otro,
características de la hipótesis silábica; es decir, el niño hace una correspondencia sonora
gráfica al principio de la palabra, mientras que en el resto, esta correspondencia no se
manifiesta.
Ejemplo:
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REPRESENTACIONES DE TIPO SILÁBICO
Al tratar de interpretar los textos, el niño elabora y prueba diferentes hipótesis que le
permitirán descubrir que el habla no es un todo indivisible, y que a cada parte de la
emisión oral le corresponde una parte de la representación escrita.
Este momento del proceso se caracteriza porque el niño hace una correspondencia
grafía-sílaba, es decir, a cada sílaba de la emisión oral le hace corresponder una grafía .
A estas representaciones se les denomina “silábicas”.
Ejemplo:
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Dicha hipótesis puede coexistir con la de cantidad mínima de caracteres; por ejemplo, si
un niño tiene una concepción silábica de la escritura , al tener que escribir palabras
como sol, pan, sal, se enfrenta a un conflicto: en virtud de la hipótesis silábica considera
que los monosílabos se escriben con una sola grafía. Puede resolver el conflicto
agregando una o varias letras como “acompañantes” de la primera, con lo cual cumple
con la exigencia de cantidad mínima.
Ejemplo: un niño escribe “sol “y coloca una grafía (M); se queda viendo la grafía que hizo
y agrega, sin decir nada, dos más. El producto final es:
Escribe: moa
Lee: sol
Otro tipo de conflicto surge cuando se enfrenta con modelos de escrituras proporcionadas
por el medio. Es probable que muchos niños que ingresan a primer grado sepan escribir
sus nombres y otras palabras aprendidas en casa (oso, mamá, papá, etc.). Estas
escrituras correctas no indican, necesariamente, que hayan abandonado la hipótesis
silábica.
Cuando a los niños se les pide que lean y a la vez señalen el texto con el dedo, a
menudo es posible observar distintas soluciones que encuentran para hacer coincidir la
escritura de las palabras con las sílabas de éstas. Por ejemplo, la palabra mamá puede
ser leída de la siguiente manera:
Consideran que en la palabra sobran letras
Leen: m a m á
Ma má sobran
M a m á
Leen: ma má
Hacen corresponder a cada una de las partes de la emisión sonora con cada una de las
grafías de la escritura, solo al comienzo de la palabra y la totalidad de ésta con la sílaba
final .
Leen: m a m á
J A V I E R
Lee: ja vier
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Piensa en las posibles razones por las cuales en su nombre están esas letras (VIER) que
para él sobran; y puede encontrar diferentes soluciones:
Cuando el niño conoce algunas letras y les adjudica un valor sonoro silábico estable :
puede usar las vocales y considerar, por ejemplo, que la A representa cualquier sílaba
que la contenga (ma, sa, pa, ca, la, etc. ) : o bien trabajar con consonantes, en cuyo caso
la p, por ejemplo, puede representar las sílabas pa,pe,pi,po o pu . Lo más frecuente es
que los niños combinen ambos criterios usando vocales y consonantes.
Cuando trabajan con vocales pueden presentarse escrituras como las que aparecen en el
siguiente ejemplo:
Y para pelota: pa to pe lo ta
Como puede verse, utilizó la letra A para representar las sílabas pa y ta y la letra O,
tanto para la sílaba to como para lo.
Si a los niños con esta conceptualización se les pide que escriban palabras de varias
sílabas, en las que la vocal es siempre la misma, como en el caso de papaya, naranja,
manzana, etc. Su escritura puede ser similar a ésta:
A A A
Na ran ja
A A E
AAE (papaya)
Al trabajar con consonantes pueden aparecer escrituras como las que figuran en el
siguiente ejemplo:
Para pato
Escribe: P T
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pa to
Para pelota
Escribe: P L T
pe lo ta
Como puede advertirse, la letra T representa las sílabas to y ta; la letra P representa
tanto la sílaba pa como la pe.
Escriben: escriben:
P O P L A
Pa to pe lo ta
Al tratar de leer textos escritos por otra persona, el niño pone a prueba su hipótesis
silábica y comprueba que ésta no es adecuada, por que cuando la aplica se da cuenta de
que le sobran grafías.
Por ejemplo:
Para pato,
Escriben: P to
Leen: pa to
Para pelota
Escriben: D O T A
Leen: pe lo t a
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Para casa,
Escriben: K S A
Leen: ca s a
Cuando el niño descubre que existe cierta correspondencia entre fonos –letras , poco
a poca se va recabando información acerca del valor sonoro estable de ellas y lo aplica en
sus producciones hasta lograr utilizarlo ; para que ocurra esto , por supuesto , habrá
tenido que tomar conciencia de que , en el habla , cada sílaba puede contener distintos
fonos .
Así, paso a paso, pensando, tomando conciencia de los fonos correspondientes al habla,
analizando las producciones escritas que lo rodean, pidiendo información o recibiendo la
que le dan “los que ya saben “, los niños llegan a conocer las bases de nuestro sistema
alfabético de escritura: cada fonema está representado por una letra. Desde luego lo
anterior es cierto, considerado en términos generales, ya que existen grafías dobles como
ch, rr, ll, para un solo sonido; un solo sonido representado en varias grafías (c, z, s; o c, k,
q) y grafías que no corresponden a ningún sonido como la h o la u de la sílaba gue.
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2.- Con valor sonoro convencional.
Todo lector hace uso de dos tipos de informaciones: información visual y no visual.
Todo buen lector sabe, cuando se enfrenta a un material escrito, que tipo de información y
de lenguaje va a encontrar en él. Es decir, a partir de las características generales del
portador del texto, hace una predicción. Sabe que es distinto lo que va a encontrar en un
periódico en una carta o en una receta médica .En general, se acerca al texto con un
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conocimiento previo de las características de su contenido y, cuando esto no ocurre,
cuando no tiene idea de lo que en {el va a encontrar, la lectura es mucho más difícil
porque simultáneamente debe realizar una indagación de su contenido temático. Cuando
un lector se enfrenta a un texto, también pone en juego conocimientos previos
gramaticales o de las características de una determinada palabra.
Después de “a las…” tiene necesariamente que seguir la hora de la función: “20:30 h”.
Además hay otra serie de marcas que facilitan la lectura y que parten del conocimiento
previo de convenciones.
El lector pone en juego, además, el conocimiento que posee sobre las características
especificas de las palabras leídas, letras iniciales y finales, largo de la palabra, etc.
Por ejemplo en: “”cerca del campamento corría un arroyo , podría anticipar, teniendo en
cuenta algunas de las letras de la palabra “campamento” que allí podría decir “campo”
pero sabe que la palabra que está leyendo es más larga, tiene más letras que las
correspondientes a su primera
anticipación.
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En resumen, no es suficiente conocer el valor sonoro de las letras para saber leer, el
deletreo penoso y sin sentido no es lectura, porque esta implica necesariamente la
comprensión de los textos. Por la razón, no es adecuado someter a los alumnos al
descifrado de silabas sin sentido, ni enfrentarlos a enunciados carentes de significado,
desde el punto de vista de la realidad del niño; por ejemplo, “susi se asea”, “lalo mete la
maleta” o “mi mama me mima”. Tales enunciados parecen trabalenguas y no conducen ni
a comprender el sentido de los textos, ni a despertar el interés por la lectura.
Cada uno de los momentos evolutivos muestra las distintas conceptualizaciones que
tienen los niños acerca de lo que escribe y de lo que se lee.
Las reflexiones que realiza el niño le permiten establecer una relación entre las emisiones
sonoras y los textos. A una emisión sonora larga le corresponde un texto largo; a una
emisión sonora corta le corresponde un texto corto. Sin embargo, en estos intentos por
hacer corresponder emisión sonora-texto, descubre que el habla no es todo indivisible y
hace corresponder cada grafía a cada una de las silabas que comprenden la palabra.
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Sin embargo, aun cuando ha logrado establecer la relación entre la escritura y los
aspectos sonoros del habla, es necesario que descubra la relación entre la secuencia
gráfica y la secuencia de fonos en el habla para que los textos sean leídos, es decir, para
que pueda obtener significados de ellos.
29
MOMENTOS DE LECTURA
LECTURA
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MODALIDADES DE LECTURA
AUDICIÓN DE LECTURA:
Se promueve la atención a la lectura realizada por
el maestro u otros lectores competentes y permite
a los niños descubrir las características de la
lectura en voz alta en relación con el contenido
que se expresa, así como la interpretación de los
signos de puntuación, al seguir la lectura en sus
libros.
GUIADA:
COMPARTIDA:
Tiene como fin enseñar a los
alumnos a formularse Esta modalidad brinda la
preguntas sobre el texto y oportunidad a los niños de tomar
garantizar la comprensión del el "papel del maestro" en el
mismo mediante la aplicación momento en que "guían" la
de las estrategias de lectura lectura que realizan con un grupo
pertinentes. pequeño de compañeros. Al
principio elaborada por el maestro
y posteriormente los niños.
COMENTADA:
INDIVIDUAL:
Se realiza en pequeños equipos,
por turnos y se formulan Se caracteriza por la selección
comentarios durante y después de libre de textos de acuerdo con
la lectura. Con esta modalidad se los propósitos particulares de
favorece la reflexión acerca de los lectura. El cuestionamiento
temas leídos, se promueve el gusto del maestro sobre la
por la lectura y el hábito lector. Los comprensión alcanzada no
niños tienen la oportunidad de forma parte de ésta
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ESTRATEGIAS DE LECTURA
Consiste en la posibilidad de
Permite complementar descubrir, a partir de la lectura de
información ausente o implícita, a una palabra o de algunas letras de
partir de lo dicho en el texto. ésta, la palabra o letras que
aparecerán a continuación.
Autocorrección y confirmación: Al
El lector imagina el contenido de un comenzar a leer un texto, el lector
texto a partir de las características se pregunta sobre lo que puede
que presenta el portador que lo encontrar en él. A medida que
contiene; del título leído por él o por avanza en la lectura va
otra persona, o de las imágenes que confirmando, modificando o
lo acompañan. rechazando la hipótesis que se
Anexo 4
formuló.
32
RÚBRICA PARA SER ESCRITOR (Anexo 4)
33
3 -Aunque la escritura se -Utiliza detalles, -Escribe oraciones con confusión.
desvíe, el lector puede pensamientos, perspicacia, y estructura básica. -Deletrea palabras comunes
seguir la secuencia de sentimientos sin consistencia. -Empieza a expresar su correctamente.
ideas. -Puede definir el tiempo, lugar personalidad. -Empieza a arriesgarse a
-Organiza las ideas en o contexto. deletrear palabras nuevas.
párrafos.
-Indicación de la idea -Presenta ideas, pero no las -Utiliza vocabulario -Trata de usar la mecánica,
2 principal/ incidente/ explora ni las desarrolla. sencillo. pero sin claridad.
problema. -Muy pocos detalles. -Escribe oraciones o -Hace algunos intentos
-Enumera eventos o ideas -El contexto es definitivo. frases sencillas. ortográficos con éxito pero
pero es difícil seguir la -Expresa su personalidad en su mayoría utiliza
secuencia de ideas. de una manera limitada. ortografía aproximada.
-No tiene párrafos.
-Ninguna indicación de la -Ideas no están claras. -Utiliza vocabulario -No demuestra
1 idea principal/ incidente/ -No utiliza detalles. limitado. conocimiento de la
problema. -Falta de claridad. -Escribe frases sencillas y mecánica.
-Difícil de entender más de desorganizadas. -Utiliza ortografía
unas palabras por frases. -No expresa su aproximada en todo.
-No tiene párrafos. personalidad.
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METODOLOGIA PARA LA EVALUACION DE LA COMPRENSION LECTORA
GOMEZ, Palacio Margarita; Ma Beatriz Villareal; et al. La lectura
en la escuela; Biblioteca para la actualización del maestro, SEP;
Mexico 1995
En relación con las características del texto, el maestro seleccionará entre una amplia
variedad de textos (narrativos, informativos, periodísticos, recados, instrucciones,
convocatorias, recetas, invitaciones, entre otros) aquellos que, de acuerdo con la lectura
que realicen, le parezcan más apropiados para sus alumnos, considerando en su análisis:
Con respecto al tema, el maestro identificará la idea central que se desarrolla en el texto-
de quién o de qué se habla y que información proporciona, son preguntas que pueden
orientar este reconocimiento-.generalmente, el título y la parte introductoria del texto son
indicadores del tema.
Otro elemento que queremos destacar en el análisis del texto, es el que se refiere a la
identificación de los pasajes cuya comprensión requiere la elaboración de determinadas
inferencias por parte del lector, es decir, aquellas en que el lector deberá aportar al texto
la información implícita requerida para construir el significado.
En el análisis de las inferencias que el texto exige realizar se tendrá en cuanto su tipo y
cantidad. Este conocimiento servirá solo como control para el maestro, ya que los
alumnos seguramente presentarán diferentes capacidades para su elaboración.
La determinación de la secuencia de textos para cada alumno con base en este aspecto,
puede iniciarse considerando la cantidad, y se puede luego ir incorporando, según las
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capacidades de los niños, los tipos de inferencias que les vayan resultando más
complejas.
Otras marcas lingüísticas que deben considerarse son las relaciones endofóricas. Es
conveniente conocer cuántas y de qué tipo se presentan en el texto así como su
pertinencia. También es importante analizar si el uso de la ortografía y la puntuación,
como recursos de la escritura para la construcción semántica del texto, facilita y dificulta
su comprensión. Igualmente significativa es la observación de la concordancia entre
género, número y persona, ya que el texto puede adquirir mayor o menor complejidad si
presenta fallas en este aspecto.
a) Saber qué tipo de trabajo les está planteando a los alumnos por medio de
los textos, con sus características.
b) Conocer la forma en que sus alumnos están desarrollando su proceso
lector ante esos textos.
c) Seleccionar o elaborar las preguntas más adecuadas; que le indiquen lo
que pretende saber de la comprensión lectora de sus alumnos y,
finalmente
d) Orientar o reorientar su práctica de maestro en torno a la lectura.
En relación con las preguntas es necesario destacar que aquéllas que elabore el maestro
deberán propiciar la reflexión del lector en torno al contenido del texto y activar sus
esquemas de conocimiento previo y su relación con la información literal para elaborar las
inferencias necesarias en la construcción del significado. En este sentido el planteamiento
de las preguntas responde a la necesidad de conocer cómo los niños son capaces de
evidenciar su comprensión no obstante las diferentes formas de preguntas, y distinguir,
hasta cierto punto, entre las dificultades que éstas pueden presentar por sí mismas y las
características de la comprensión alcanzada.
La detección que el maestro realice de las dificultades que cada tipo de preguntas genere
en los niños, será un indicador para indagar de manera más específica la comprensión de
cada uno de ellos, y para diseñar las situaciones didácticas que se requieran para mejorar
la capacidad de los alumnos al enfrentarse con tales tipos de cuestionamientos.
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El maestro puede elaborar preguntas de tres tipos: preguntas abiertas, de opción múltiple
y de opinión. Así mismo, es importante señalar que pueden elaborarse preguntas tipo
cloze (de llenar huecos). Estas son formas con las que probablemente no estén
familiarizados los niños y, como consecuencia de este desconocimiento puede crear
confusión sobre la tarea que se debe desarrollar, o dar una imagen errónea de la
comprensión lograda. Para evitar tales situaciones es recomendable que el maestro
incorpore en el trabajo cotidiano preguntas de esta tipo, sin que se aludan a los
contenidos de los textos o se empleen las preguntas de los cuestionarios de evaluación.
Se recomienda elaborar cuestionarios con todo tipo de preguntas, no sólo con intención
de introducir variedad, sino porque cada una de ellas, al propiciar la reflexión del lector, le
exige el establecimiento de diferentes relaciones, el desarrollo de estrategias de lectura, la
consideración de las marcas lingüísticas y su articulación en el contexto de las diferentes
proposiciones; en fin, porque motivan la realización de la tarea intelectual que permite al
niño activar su conocimiento previo para comprender el texto.
Cabe señalar que, en una situación de evaluación, el maestro podrá plantear en forma
oral preguntas complementarias a las que se presentan en los diferentes cuestionarios, de
acuerdo con las respuestas que den los niños. Estas preguntas promueven en los
alumnos el análisis de sus propias respuestas, para reparara en los detalles no
considerados hasta entonces, o bien para que argumenten sus respuestas y den su
opinión respecto de las de sus compañeros. En este sentido se constata si la elaboración
del significado se limita a lo expresado inicialmente por el niño o puede ampliarse.
Actividad grupal
Una vez seleccionados los textos, el maestro los releerá con el fin de diseñar la situación
didáctica que utilizará para explorar, mediante un diálogo con los alumnos, el
conocimiento que éstos poseen con respecto al tema del texto elegido.
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Para el desarrollo de esta situación didáctica es necesario que el maestro propicie una
interacción grupal, como un principio metodológico, a través de la cual los alumnos
intercambien la información que poseen sobre el tema, confronten sus opiniones y
construyan nociones y conceptos que amplíen el esquema conceptual desde el cual
orientarán su actividad lectora. Esto no implica abordar el tema de la misma manera en
que aparece tratado en el texto de la evaluación, ya que de hacerse así se desvirtuaría el
propósito y se estarían evaluando otros factores.
Antes de solicitar la lectura individual del texto, el maestro deberá informarle el propósito
de que realicen dicha lectura: conocer la manera en que están comprendiendo lo que
leen. Les indicará que lean detenidamente para que después respondan al cuestionario
que les va a entregar (o bien, a las preguntas que formulará de manera oral, para discutir
sus respuestas con los miembros del equipo).
Actividad individual
El maestro entregará el texto a cada niño, solicitándole que realice la lectura en voz alta o
en silencio, como cada niño prefiera. Ante cualquiera de estas posibilidades, el maestro
tiene la oportunidad de conocer en forma directa algunas de las estrategias que los niños
emplean para realizar la lectura. A partir de la observación del movimiento ocular, es
posible identificar estrategias de confirmación y autocorrección, o bien de anticipación y
predicción, en el caso de la lectura en voz alta. Se recomienda, además, registrar los
desaciertos que cometan, tales como: cambio de palabras, omisiones de palabras o de
signos de puntuación, etcétera, que pueden ser indicadores de obstáculos para la
comprensión; aunque existen casos, por supuesto, de niños que presentan estos
desaciertos sin que la comprensión se vea gravemente afectada.
Actividad individual
Cuando el niño haya terminado la lectura, el maestro le preguntará si está listo para
contestar el cuestionario. Si la respuesta es negativa, y si el niño así lo desea, se le
permitirá realizar nuevamente la lectura. Si la respuesta es afirmativa, se le entregará el
cuestionario para que lo responda.
Cuando el maestro observe que el niño no responde a alguna pregunta, debe indagar la
causa y, si lo cree necesario, le sugerirá leer nuevamente el texto para que más adelante
concluya el cuestionario.
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actividad limitándola a una sola oportunidad de lectura, como correspondería a una
medición tradicional.
El maestro propiciará que los alumnos regresen al texto para identificar en qué parte del
mismo pueden encontrar la información necesaria, o bien los ayudará a identificar el
pasaje en el que es posible encontrar dicha información.
El grupo se puede dividir en pequeños equipos (de cinco alumnos como máximo por
equipo). Cada equipo se conformará de acuerdo con las características cognoscitivas de
los niños, mismas que los relacionan entre sí. Una vez que se hayan formado equipos, el
maestro indagará su conocimiento previo sobre la temática del texto.
Esto implica la selección de tantos textos como equipos haya formado. La lectura y
solución del cuestionario se realizará de acuerdo con lo señalado en la “actividad
individual” correspondiente a este tercer momento, excepto en aquel equipo con el que
trabajará el maestro. La participación en éste se hará de acuerdo con lo señalado en la
primera opción de este tercer momento.
Los tres momentos hasta ahora señalados para el desarrollo de las situaciones de
evaluación se pueden realizar con base en la secuencia establecida para cada uno de los
alumnos o equipos.
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evaluaciones es posible, y hasta preferible, cuando los niños estén cansados, pues
obviamente este factor influirá de manera negativa en su desempeño lector. Además, el
lugar y ambienten en los cuales se realice la evaluación tendrán que caracterizarse por
proporcionar las condiciones óptimas para el trabajo que el niño llevará a cabo.
El análisis y la interpretación de las respuestas que dieron los niños en cada evaluación
se realizarán sobre la base de los aspectos implicados en ellas, y servirán de parámetro
para el diseño de las situaciones didácticas que, en forma específica, propicien el
desarrollo lector de los alumnos.
En el caso de que los niños hayan respondido por escrito al cuestionario, el maestro
analizará cada respuesta para identificar los elementos que indiquen la elaboración de la
inferencia, el establecimiento de las relaciones entre su conocimiento previo y la
información literal, y la comprensión del texto en su conjunto.
En los dos últimos casos, y de acuerdo con el análisis global del cuestionario, el maestro
podrá determinar si el alumno comprendió el texto o sólo comprendió una parte. Lo que
interesa en el análisis e interpretación es la identificación de los avances obtenidos por
cada uno de los alumnos y la detección de las dificultades que se les presentaron en la
construcción del significado, para brindarles apoyo.
En el caso de los alumnos con respuestas parcialmente adecuadas, el maestro sabrá que
éstos pueden acceder a textos más complejos, para poner a prueba los esquemas de
conocimiento que hasta entonces han construido, y favorecer su ampliación o la creación
de nuevos esquemas.
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En cada cuestionario, el maestro anotará el tipo de respuesta según corresponda:
adecuada, parcialmente adecuada o inadecuada; el tipo de inferencias que no elaboró el
alumno, y una conclusión general sobre la comprensión lectora alcanzada. Este registro le
servirá de base para diseñar situaciones didácticas y decidir la forma de trabajo que se
debe utilizar con los alumnos – individual o en equipo- para favorecer su desarrollo lector.
En esta nueva lectura el maestro observará el desempeño del niño, registrando los
aspectos significativos: señalamiento del texto por parte del alumno como un apoyo para
su lectura, detenciones momentáneas, retrocesos en la lectura del contenido; o bien, si el
alumno lee en voz alta, los desaciertos que presente. En estos casos, el maestro le pedirá
que vuelva a leer la palabra u oración en la que se cometió el desacierto, con el fin de que
el alumno se percate del error y confirme o autocorrija su lectura.
Las preguntas sin respuesta serán leídas por el niño. Una vez que esto se haya realizado,
el maestro le preguntará si entendió la pregunta. En caso de que conteste
afirmativamente, le pedirá que la responda. Si contesta de manera negativa, el maestro
podrá formularla en otros términos (sin inducir la respuesta), para ayudar al alumno a
reflexionar y desarrollar la tarea intelectual que requiera para responderla.
Si con esta ayuda el alumno no resuelve las preguntas, el maestro puede decidir entre las
dos siguientes alternativas:
En el caso de que algún alumno no responda a ninguna de las preguntas del cuestionario,
el maestro, al término de esta actividad de cuarto momento de la situación de evaluación,
interrogará al niño para conocer las causas por las cuales no escribió. Según sea la
respuesta del niño, el maestro puede sugerirle que conteste de manera oral, y que si no
quiere escribir en ese momento, no es necesario que lo haga; lo importante es que el
alumno sepa que el interés del maestro es conocer cómo lee y qué entiende de la lectura.
Cabe señalar que muchos alumnos piensan que se trata de un examen, lo que es
ocasionado por las prácticas escolares que conciben a la evaluación como una forma de
medir lo que no saben los alumnos. Frente a esto, ellos piensan que recibirán una mala
calificación. Si las razones que da el alumno aluden a su desconocimiento –a la no
comprensión del texto-, el maestro elegirá un texto menos complejo para entregarlo al
niño en días posteriores. Cuando esto suceda, el maestro estimulará y animará al alumno
para que responda como él quiera y pueda, sin preocuparse por sus respuestas. De
acuerdo con ello, el maestro realizará el análisis del cuestionario como se señaló
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anteriormente. Considerará a los casos similares a éste como prioridades en el trabajo
cotidiano del aula.
En lo que se refiere a las respuestas que los alumnos dieron en las anotaciones que
realizó, identificará a los alumnos que presentaron mayores dificultades para elaborar las
inferencias correspondientes, o para establecer la relación entre su conocimiento previo y
la información literal, y detectará en qué momentos requirieron regresar al texto, buscar
más información y aceptar los puntos de vista de los compañeros.
A estos niños, en una nueva situación de evaluación, se les entregará el cuestionario para
que lo respondan en forma escrita. Posteriormente, en equipo, se propiciará el
intercambio y confrontación de opiniones, con el fin de que reflexionen sobre sus
respuestas. En los casos en que sea necesario complementarlas o modificarlas se pedirá
que lo hagan por escrito y con sus propias palabras, previa identificación del pasaje en el
que se encuentra la información necesaria para elaborar la inferencia.
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“¡Fantástico! ¡Vamos a leer!” Motivando para la lectura
El trabajo en grupos. Cuadernillo PRONALEES. Publicación trimestral
elaborada por la unidad del Programa Nacional para el Fortalecimiento de
la Lectura y la Escritura en la Educación básica. SEP. Año 6. No. 1-2.
Enero-Junio 2000.
Ninguna tarea de lectura debería iniciarse sin que las niñas y los niños se encuentren
motivados para ello, sin que esté claro que le encuentran sentido.
Para encontrar sentido a lo que debemos hacer –leer en este caso– es necesario que el
niño sepa qué debe hacer –que conozca los objetivos que se pretende que logre con su
actuación–, que sienta que es capaz de hacerlo –que piense que puede hacerlo, que tiene
los recursos necesarios y la posibilidad de pedir y recibir la ayuda precisa– y que
encuentre interesante lo que se le propone que haga.
También hay que tener en cuenta que hay situaciones de lectura más motivadoras que
otras; por ejemplo, la práctica de la lectura fragmentada –un párrafo cada uno, dos
páginas cada día…– muy frecuente en nuestras escuelas, es más adecuada para
“trabajar la lectura” en determinados aspectos que para que los niños lean. En cualquier
caso, este tipo de lectura nunca debería ser usado con exclusividad.
Las situaciones de lectura más motivadoras son también las más reales: es decir,
aquellas en las que el niño lee para evadirse, para sentir el placer de leer, cuando se
acerca al rincón de la biblioteca o acude a ella.
O aquellas otras en las que con un objetivo claro –resolver una duda, un problema o
adquirir la información necesaria para determinado proyecto– aborda un texto y puede
manejarlo a su antojo, sin la presión de una audiencia. Como señalan acertadamente
Colomer y Camps (1991), sería más productivo dedicar buena parte del tiempo que en las
escuelas actualmente se consagra a oralizar los textos a discutir y comentar qué y cómo
se ha leído, que se ha pretendido, etc. Las autoras indican, que la lectura en voz alta
debería responder siempre a un propósito real: comunicar algo escrito a los demás que
carecen del texto de que se trate, pues si lo tienen es francamente absurdo tener que
escuchar cómo leen otros.
Por otra parte, la motivación está estrechamente vinculada con las relaciones afectivas
que los alumnos puedan ir estableciendo con la lengua escrita. Ésta debería ser mimada
en la escuela , y mimados los conocimientos y progresos de los niños en torno a ella:
Aunque muchas veces se atiende sobre todo a la presencia y funcionalidad de lo escrito
en el aula, quiero insistir en que esta vinculación positiva se establece principalmente
cuando el alumno ve que sus profesores , y en general las personas significativas para él,
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valoran, usan y disfrutan de la lectura y la escritura y, por supuesto, cuándo él mismo
puede disfrutar de su aprendizaje y su dominio.
Para que un niño se sienta implicado en la tarea de lectura o simplemente para que se
sienta motivado hacia ella, necesita tener algunos indicios razonables de que su actuación
será eficaz, o cuando menos, que no va a consistir en un desastre total. No se puede
pedir que tenga ganas de leer aquel para quien la lectura se ha convertido en un espejo
que le devuelve una imagen poco favorable de sí mismo. Sólo con ayuda y confianza la
lectura dejará de ser para algunos una práctica abrumadora y podrá convertirse en lo que
siempre debería ser: un reto estimulante.
Motivar a los niños para leer, por lo tanto, no consiste en que el maestro diga “¡Fantástico!
¡Vamos a leer!”, sino en que lo digan –o lo piensen– ellos. Esto se consigue planificando
bien la tarea de lectura y seleccionando con criterio los materiales que en ella se van a
trabajar, tomando decisiones acerca de las ayudas previas que pueden necesitar algunos
de los alumnos, evitando situaciones en las que prime la competición entre los niños, y
promoviendo siempre que sea posible aquellas que se aproximen a contextos de uso real,
que fomenten el gusto por la lectura y que dejen al lector que vaya a su ritmo para ir
elaborando su propia interpretación –situaciones de lectura silenciosa, por ejemplo–. (¿Se
da cuenta de que éstas son las más habituales en la lectura cotidiana, y las más
alejadas de lo que suele ocurrir en la escuela?).
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interacción entre iguales, como base para los aprendizajes, o bien las relaciones
tutoriales entre los mismos alumnos.
Como hemos dicho, uno de los temas que tiene que resolverse para trabajar en pequeños
grupos en el aula es el de las agrupaciones del alumnado. Es posible enunciar algunos
criterios que orienten la formación de los pequeños grupos. Ciertamente existe un amplio
abanico de posibilidades en el momento de formar las agrupaciones, y no puede decirse
que unas sean más adecuadas que las otras: sería más acertado decir que sirven a
distintos objetivos. En todo caso, en este apartado, desplegaremos una propuesta sobre
las decisiones de la cantidad idónea de componentes en los pequeños grupos, los
criterios de heterogeneidad o de homogeneidad de niveles, ritmos e intereses, la
movilidad y permanencia de las agrupaciones, y las preferencias del alumnado y del
mismo docente. Por último mencionaremos el papel del educador en esa toma de
decisiones.
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siendo fácil y se reduce el número de grupos que el docente tiene que dinamizar. Las
actividades que hemos citado para resolver en grupos de tres miembros también son
adecuadas para grupos de cuatro.
Los grupos de cinco componentes se apartan poco de las características de los
grupos de cuatro y son, después de estos, los que formamos con mayor frecuencia.
Las agrupaciones de seis alumnos comportan más dificultades en lo que respecta a la
participación equilibrada. Las tareas suelen hacerse más lentas. Procuramos no llegar
a juntar seis alumnos, preferimos partir el grupo en dos y formar dos grupos de tres.
Finalmente, sólo optamos por grupos de siete u ocho en algunas actividades que se
dirigen justamente a trabajar la relación a la autoimagen de los componentes a través
de técnicas de dinámica.
Al organizar los grupos el docente tiene en cuenta, en principio, que los alumnos y
alumnas sean de niveles diferentes, pero cercanos. Con todo, ya hemos comentado que
la distancia entre niveles de conocimientos de los alumnos de educación infantil o de
primeros cursos de primaria, en una misma clase, no puede ser excesiva para nuestras
conveniencias. Una de las desventajas de agrupar alumnos y alumnas de niveles muy
cercanos es que se pierde la posibilidad de confrontar producciones resultantes de
hipótesis conceptuales diferentes o de estrategias de distinto nivel de complejidad. Si hay
demasiada distancia, una de las desventajas es que se tiende a reproducir la situación
adulta del “que sabe” y del que aprende en una situación “pasiva”. Esto no impide, como
veremos, que en un momento determinado el docente anime a un alumno o alumna a
ponerse en el papel de enseñar a otros compañeros.
Hay alumnos y alumnas con gran facilidad para comunicar saberes, maneras de hacer los
trabajos o actitudes bien dispuestas para abordarlos: sabiéndolo o no, transmiten
informaciones que pueden suponer una gran ayuda para el aprendizaje de los
compañeros. Consideramos como alumnos o alumnas “buenos informadores” aquellos
que tienen buena capacidad para transmitir conocimientos a otros compañeros.
Se puede ser buen informador porque se dispone de conocimientos que otros no tienen y
él los puede aportar. Con todo, unos alumnos pueden tener facilidad para aportar
conocimientos a unos compañeros y no a otros, porque, por ejemplo, no se entiendan
bien con ellos y se comuniquen poco. En este caso no serán buenos informadores para
determinados compañeros, debido al tipo de relación que se establece. Por lo tanto, un
alumno será buen informador, no sólo debido a sus características personales, sino
también, por las características de los potencialmente receptores y las relaciones que se
establezcan entre ellos.
Por una parte, entonces, para cada nivel de aprendizaje, hay compañeros que, por los
conocimientos que tienen, poseen una capacidad óptima para ser informadores. Aquí es
donde suele hablarse de niveles ligeramente por encima del alumno o alumna que recibirá
la información o de la distancia óptima entre ellos. Al margen del nivel de conocimientos,
hay alumnos más sociables, más aceptados, más abiertos, con mayor capacidad de
relación, que pueden aportar más que otros. En muchas ocasiones los líderes son buenos
informadores para los componentes sobre los que ejercen el liderazgo.
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Los alumnos o alumnas más necesitados
El lugar que ocupan en la clase los alumnos y alumnas que requieren atención
especial
No es indiferente el lugar físico del aula donde se ubica cada uno. Porque las condiciones
varían y afectan al alumnado a favor o en contra de los aprendizajes y del entendimiento
con los demás.
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El docente intenta ubicar a los alumnos y alumnas con más necesidades de ayuda en el
espacio de la clase que tiene más tendencia a recorrer. Es sabido que hay lugares en el
aula que tienen tendencia a quedarse más atendidos que otros; esto debe tenerse en
cuenta para aumentar la atención allá donde se necesite y para poner al alumno o alumna
más necesitados en los lugares más atendidos.
De hecho, de este último caso existen buenas experiencias: el trabajo con grupos fijos,
donde cada componente tiene unos papeles determinados asumidos, corresponde a una
modalidad de trabajo interesante.
Pero en nuestra práctica hemos optado por orientar la formación de grupos relativamente
fijos, que periódicamente, por ejemplo cada trimestre, se deshacen y vuelven a hacerse.
Entendemos que, en general, todos los compañeros del aula tienen que aprender a
trabajar con todos los demás o con casi todos. Por lo tanto, mientras no se tope con
situaciones especialmente difíciles por incompatibilidad entre alumnos, de lo que se trata
es de que si hay dificultades en la eficacia o en el entendimiento en los grupos, los
componentes aprendan a resolverlas, más que a sortear obstáculos, y no sólo trabajen
con los compañeros con los que cada uno se entiende mejor.
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Otras formas de trabajo complementarias en la organización en pequeños grupos
El alumnado tiene que aprender a trabajar solo, en pequeños grupos y en gran grupo.
Tradicionalmente se ha potenciado el trabajo individual: se han alternado explicaciones
del docente delante de toda la clase con actividades de los alumnos realizadas
individualmente, sin dar lugar al trabajo en pequeños grupos. Entendemos que es una
manera de trabajar que se ha de complementar, del mismo modo que tampoco sería
pertinente que pusiésemos una organización y un funcionamiento en el aula que olvidase
el trabajo individual. Pero en realidad, lo que se suele desatender es el aprendizaje del
trabajo en grupo. Haremos, a continuación, una relación de otros tipos de agrupaciones
que se utilizan dentro y fuera del aula:
Todos en las mesas realizando actividades que requieren interactuar con todos los
compañeros del aula: el docente puede pedir, por ejemplo en cada pequeño grupo de
una clase de párvulos que haga el listado de todos los compañeros que se quedan en
el comedor, o de todos los niños y las niñas. Si el grupo de trabajo tiene que hacer
una lista con nombres de compañeros que no saben escribir, los tendrán que
consultar. De este modo, el educador pone las condiciones para favorecer la
interacción entre todos los alumnos y alumnas del aula.
Trabajo dentro del aula con una parte del alumnado, mientras la otra parte está
haciendo una actividad fuera. El maestro de soporte puede tener un papel importante
para facilitar situaciones como ésta: puede coger media clase e ir a trabajar en otro
espacio, mientras el resto de los alumnos y alumnas se quedan en el aula.
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Todos los alumnos sentados en pequeños grupos, pero haciendo actividades
individuales. No tenemos que confundir trabajar en grupo, y sentarse en grupo. En
este caso, los alumnos y alumnas se sientan en grupo, pero cada uno tiene su hoja o
su material, y trabaja por su cuenta. En ocasiones puede ser conveniente explicar a
toda la clase que la actividad preparada es para hacerla cada uno, sin consultar con
sus compañeros.
Trabajar por rincones: los alumnos sobre todo de primeros niveles, se agrupan en
diversos espacios en el aula, dispuestos a trabajar por rincones.
En pequeños grupos o individualmente fuera del aula: una parte de las actividades
requiere el uso de espacios externos en el aula: la biblioteca, el patio, el aula de
informática, de música, de tecnología, el huerto, otros espacios exteriores al centro,
etc. Algunas pueden llevarse a cabo en horario escolar, y otras fuera de clase. Hay
actividades individuales para las que necesariamente se tienen que usar estos
espacios: buscar el material en casa, recoger información en la biblioteca, etc.
Entendemos, por lo tanto, que el trabajo en pequeños grupos tiene que ocupar un lugar
de consideración en la organización y funcionamiento de los procesos de enseñanza –
aprendizaje, pero articulado con un amplio abanico de recursos organizativos que
incluyen, como hemos dicho, el trabajo en gran grupo y el individual. La práctica de estas
tres formas de trabajo ha de ser consecuente, de hecho, con los objetivos pretendidos en
cada caso.
En nuestra propuesta es el docente quien toma las decisiones sobre las agrupaciones del
alumno en el aula. De la misma manera que es quién vigila la dinámica de clase.
Consideramos que es más ventajoso que sea él quien decida las agrupaciones porque es
el que tiene el saber más elaborado sobre las condiciones óptimas del aula para favorecer
el despliegue de las capacidades del alumnado. Otra posibilidad es pedir a los alumnos y
alumnas que se agrupen libremente, pero los criterios de agrupación que utilizan no
tienen en cuenta las óptimas condiciones de cada uno para el despliegue de sus
capacidades; no suelen pensar en equilibrar los grupos de modo que incluyan alumnos y
alumnas de diversos niveles. Muy al contrario, en muchas ocasiones observamos que los
alumnos y alumnas menos dotados que dan arrinconados, mientras que los conflictivos se
juntan y forman un grupo en el que no se trabaja. Para evitar estas situaciones, el docente
debe decidir los integrantes de cada pequeño grupo.
Esto no quiere decir que no se tenga en cuenta la voluntad del alumnado. Se trata de
formar grupos en los que, además de ser eficaces en las tareas, los componentes se
sientan cómodos. Por lo tanto, uno de los criterios que debe tenerse presente en la
formación de los grupos es la previsión de si los alumnos y alumnas se llegarán a sentir
bien. En este sentido ya hemos dicho que un sociograma podría aportar información
valiosa para saber qué elecciones mutuas hace cada uno, y tiene en cuenta, al mismo
tiempo, como criterio de agrupación, las afinidades y los rechazos entre ellos.
Para decidir las agrupaciones del alumnado, es preciso que el docente disponga de la
información referente a los niveles, ritmos e intereses de cada uno, de los alumnos con
capacidad para informar, de los más necesitados de ayuda, etc.
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Un centro habituado a hacer demandas de asesoramiento para temas de estas
características puede enriquecerse sustancialmente si solicita un acompañamiento en la
toma de decisiones sobre la formación de pequeños grupos. En ese sentido, el asesor
tiene un papel significativo para ayudar a establecer los criterios que se utilizarán para las
agrupaciones en la valoración previa de niveles, ritmos e intereses de los alumnos y
alumnas, en la detección de los que requerirán más ayuda; puede colaborar , al mismo
tiempo, en la decisión sobre el lugar de cada uno. Además de trabajar haciendo
observaciones en el aula, puede estar alerta del funcionamiento de cada grupo y de cada
alumno para complementar la percepción que el docente tiene del aula con lo que vaya
observando y valorar los aciertos y los errores en la formación de pequeños grupos.
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LA EVALUACION DEL PROCESO DE APRENDIZAJE
b) Dictado para evaluar: Este dictado puede ser frente a frente, en pequeños equipos, o
grupal dependiendo de las necesidades evaluativas y a las características del grupo así
como de la idiosincrasia de la comunidad usando preferentemente palabras conocidas por
el niño aunque no se respeten al 100 % el criterio de selección preestablecido –Patrón
silábico: estructura y cantidad de silabas de las palabras-
1.- Dictado de palabras. Los dictados de palabras se emplean para tener una muestra
especifica que se logra mediante la selección sistemática y con fines evaluativos en base a
su estructura (directa; inversa; trabada; mixta; y, diptongo) y como a la cantidad de silabas
que poseen: monosílabo, bisílabo, trisílabo, etc. Además debe cuidarse que todas las
palabras pertenezcan al mismo campo semántico y sean parte del universo vocabular de
los alumnos
Dictado de oraciones. Se selecciona una oración corta en donde se deberá incorpora
una palabra de las anteriormente dictadas con la finalidad de constatar la permanencia de
la hipótesis del alumno.
Redacción de un texto libre breve. Se le invitara al niño a realizar un escrito breve de lo
que desee con la finalidad de corroborar sus avances.
Ejemplo de dictado:
conejo
ardilla
gallina
periquito
guajolote
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Una vez determinada la conceptualización que maneja el niño evaluado deberemos
concentrarlo en un cuadro llamado Nivel de Adquisición de la Lecto-Escritura (NALE) para
tener la contrastación grupal -no comparar a los niños-.
Después se elaboraba un un seguimiento puntual durante todo el año escolar con un cuadro
como este:
Con estos dos concentrados el maestro sabia con certeza el NALE del niño, además se
establecían reuniones de trabajo con maestros de primero y segundo grado donde se
compartía la practica y la teoría del PRONALEES. Conociendo el Nivel de Adquisición de la
Lecto-Escritura (NALE) y en cual de los nueve momentos del proceso de “Iniciación al
sistema de escritura” se encuentre el niño, el docente debe correlacionarlos, para que pueda
replantear su actuar pedagógico implementando las estrategias acordes a las necesidades de
aprendizaje de los alumnos. Debemos agregar que en una educación escolarizada como la de
un sistema publico el maestro didácticamente se ve obligado a planear en función del grueso
del grupo lo que no le impide seguir los procesos de individuales de adquisición de la lecto-
escritura de cada alumno.
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Lo anterior era una aplicación sumamente practica que hacíamos y que nos daba una buena
lectura de los avances, estancamientos o retrocesos individuales así como el desempeño
grupal. Años después conocí una guía de evaluación muy bonita y con una solida
metodología aunque un poco mas compleja la podrán obtener con esta liga
https://docs.google.com/file/d/0B_ppotFKeA9OQkY4anpTamEtWTg/edit
Compas por ultimo los invito a que sean creativo diseñen sus propias antologías de trabajo;
pero ante todo les deseo éxito en su labor educativa.
Vaya este esfuerzo en memoria del PRONALEES y en especial al “libro del perrito” como
cariñosamente le decían mis alumnos acá en Oaxaca su libro de Español. Lecturas.
Primer Grado.
Por último.
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