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Las 10 Frases que más odian escuchar los Psicólogos

Los psicólogos y estudiantes de psicología se enfrentan, día tras día, a un buen


número de clichés, estereotipos y mitos en torno a su profesión. Una faceta de
estos clichés son las frases que, por alguna razón, todo psicólogo ha tenido que
oír en múltiples ocasiones.

Son frases tópicas y manidas, fruto del desconocimiento sobre el oficio de


psicólogo. Con este artículo esperamos concienciar a la población en general:
¡Absténgase de usar estas frases tópicas! Su familiar, amigo o conocido que se
dedica a la psicología se lo agradecerá eternamente.

Empecemos:
Frases más odiadas por los psicólogos (o mitos sobre los psicólogos)

1. “¿Eres psicólogo? ¡No me leas la mente!”


Es una frase que puede irritar bastante al psicólogo. Nadie tiene la capacidad para
leer la mente de otras personas, nadie. Si así fuera, los profesionales de la salud
mental no usaríamos test y multitud de técnicas para explorar la psique del
paciente; bastaría una “lectura mental” para conocer los problemas de la persona.
Por otra parte, ¿a qué viene esa actitud agresiva? Tal vez no seas la persona más
interesante del mundo, no tengo por qué anhelar descubrir las cosas maravillosas
que piensas. No hace falta que me adviertas de algo que ni se me había ocurrido
hacer.
Los psicólogos nos dedicamos a analizar patrones conductuales, rasgos de
personalidad, contextos psicosociales y ese tipo de cosas. A partir de esa
información objetiva, podemos trazar alguna hipótesis sobre los pacientes, o
prever conductas que pueden desarrollarse en el futuro en base a los parámetros
estudiados. Esto significa que no somos como Sandro Rey: no tenemos bolas de
cristal ni gafas “científicamente comprobadas” que nos permitan ver más allá de la
percepción común.
También está la persona afable que insiste en que le “leas la mente”. Esta es una
variante simpática del tópico, puesto que por lo menos no nace de una actitud
pasivo-agresiva. Unas palabras para la persona que me pide que le lea la mente:
“admiro tu predisposición abierta y jovial ante la vida y que quieras mostrarme tu
mundo interior. Espero no decepcionarte si te digo que el trabajo de psicólogo es
mucho menos místico. De todos modos, te invito a un café, para compensarte”.

2. “Los psicólogos están locos”

No es insensato pensar que en todo psicólogo hay un punto de locura. Ocurre con
toda aquella persona que ama su disciplina de conocimiento; aquello que ha
estudiado y que probablemente es su vocación. Es quizá por esta razón que la
gente puede concluir que “aquel que pasa tanto tiempo pensando en la psique,
quizá puede acabar un poco tocado…”.
Lo cierto es que muchas series televisivas han abonado el terreno para que este
mito de la locura de los psicólogos vaya ganando adeptos. Los productos
culturales que nos ofrecen son ficción y sus tramas se basan en lo anómalo, lo
inesperado, lo impactante… de ahí que los psicoterapeutas que cobran vida en las
series o películas sean de lo más excéntricos. Igual que, por ejemplo, el Doctor
House encarna a un médico misántropo y adicto a los narcóticos, pero extrapolar
que todos los médicos son como él sería un craso error.
Con todo, la realidad es bien distinta. La mayoría de psicólogos y psicólogas
somos muy normalitos, y hasta aburridos, si me apuras.

3. “¿Dónde está el diván? No puedes ser psicólogo si no tienes diván”

Para empezar: a los psicólogos no nos regalan el diván en el acto de graduación.


Comprarse un diván si vas a pasar consulta (que esta es otra, no todos los
psicólogos se dedican a la psicoterapia) no es obligatorio ni se vulnera ninguna ley
si no lo tienes.
El diván fue muy usado por los psicoanalistas por una cuestión de tradición.
Algunos psicoterapeutas actuales, sean de la corriente del psicoanálisis o de
cualquier otra, pueden decidir tenerlo, o no. El diván no tiene poderes mágicos ni
es ningún valor añadido. Su función es servir para que el paciente se relaje y
pueda expresar mejor sus inquietudes y problemas, y para evitar que mire a los
ojos del psicoterapeuta y pueda sentirse cohibido.
Si vas a terapia y tu psicólogo no tiene diván sino un sofá normal y corriente o bien
una butaca o tresillo, por favor, no pienses que es un mal psicólogo por ello, y
evita que tenga que oír la frase cliché: “¿dónde está el diván?”.

4. “Con lo que cobran los psicólogos, deben ser ricos”

Este punto depende mucho del país en el que te encuentres: en cada región
existen unos parámetros de honorarios al psicoterapeuta, o la profesión está
valorada mejor o peor. Esto influye en lo que se paga por una sesión de
psicoterapia. ¿Es caro ir al psicólogo? Pues bueno… como diría Pau Danés, todo
depende.
En términos generales, los psicólogos no somos ricos. Ni mucho menos, vaya.
Muchas personas se creen que estudiando la carrera de Psicología van a hacerse
millonarias dando consulta, y luego se encuentran con la cruda realidad.
Entonces, ¿por qué cobran tanto los psicólogos? Bueno, empecemos a hacer
cuentas. Debes ser consciente a la hora de valorar si es muy cara una sesión de
terapia que los terapeutas hemos estudiado cinco años de carrera y, habiéndonos
graduado, hemos tenido que cursar posgrados, masters… Es una inversión en
tiempo y dinero nada desdeñable. Los masters en España no bajan de los 3.000€.
Y, con la última subida de tasas, cada año de la carrera puede costar más de
1.500€.
Por otra parte, los test necesarios para diagnosticar pacientes son
asombrosamente caros. Súmale el alquiler del despacho, los impuestos (IRPF,
autónomo…), el seguro de responsabilidad civil, el material (el diván también, pero
es opcional). Y fíjate, además, que los psicólogos no solo trabajamos con nuestros
pacientes durante las sesiones, sino que podemos pasarnos muchas horas en
casa repasando el historial, buscando información, corrigiendo test y actividades,
aprendiendo mejores técnicas, actualizándonos, formándonos… Hay muchas
horas invertidas detrás de cada paciente, y no se ven a simple vista.
En cualquier caso, y sobre todo tras la crisis, lo cierto es que hay psicólogos que
pueden tratarte a un precio muy asequible. También los hay que, por una cuestión
de prestigio, cobran mucho más caras las sesiones. De todo hay en la viña del
señor, pero si de verdad necesitas terapia, el dinero no debería ser impedimento.

5. “No, es que yo no creo en eso” (en la psicología)

Me alegro por ti, que lo sepas. De corazón.


Pero procedamos a analizar esta frase cliché. La verdad es que la psicología no
es ni una religión ni nada parecido. No se trata de “creer o no creer”, como si la
psicología fuera algo así como un acto de fe. Tú puedes no creer en la ley de la
gravedad, pero está demostrado que existe algo que atrae los cuerpos hacia el
suelo. En consecuencia, tu opinión al respecto resulta totalmente irrelevante
puesto que las leyes físicas están ahí y no van a dejar de actuar por mucho que no
creas en ellas. Podríamos decir que la psicología o la física tienen suficiente
autoestima como para que no les afecte lo que tú piensas de ellas.
La psicología se rige por el método científico; intenta analizar la realidad partiendo
de bases metodológicas contrastadas para poder llegar a conclusiones veraces.
Esto no quiere decir que todo lo que lleva el apellido “psicología” sea
absolutamente indiscutible, ni quiere decir que no pueda haber fallos
metodológicos que puedan conducir a conclusiones equivocadas (como ocurre en
casi cualquier ciencia social o de la salud).
La psicología es una ciencia que actualmente se enmarca dentro de las ciencias
de la salud. No puedes “no creer” en la psicología, en todo caso tendrás una visión
crítica sobre la metodología y la empírea usada por esta disciplina. Las pruebas
empíricas que aporta la psicología en torno al conocimiento sobre la psique son
dinámicas y mutables, de eso no hay duda (¡el ser humano es cambiante!), pero
es innegable que estos datos redundan en una mejora de la calidad de vida de las
personas que acuden a terapia, esto está demostrado científicamente (perdón por
la tautología).
Por supuesto, el estudio de la psicología está normativizado dentro de un marco
legal bastante exigente.
Si con esa frase de “No creo en la psicología” quieres dar a entender que no te
gustan los psicólogos, estás en tu derecho de tener esa opinión, pero si es ese el
caso es mejor que te expliques adecuadamente y que no emplees la frase típica,
porque como has podido leer, es una falsedad.

6. “No te puedes enfadar; ¡eres psicólogo!”

Siguiendo esta misma lógica, un médico no se puede resfriar, un mecánico no


puede tener una avería en su coche o un dentista no puede tener dolor en una
muela. Debes tener en cuenta que los psicólogos nos exponemos a altas cuotas
de estrés: nos enfrentamos a la carga emocional que supone escuchar todos los
problemas de los pacientes, y se supone que estamos entrenados para que no
nos afecte, pero…
Fuera de la consulta, los psicólogos somos personas de carne y hueso, nos
emocionamos, reímos, lloramos, y… tenemos defectos. Aunque resulte increíble.
A pesar de que nuestra formación y profesión nos doten de habilidades en el
control de las emociones y la gestión del estrés y los conflictos, no somos inmunes
a tener malos momentos, cometer errores, enfadarnos, etcétera. Esto no quiere
decir que seamos malos psicólogos: hay que aprender a separar la vida personal y
la profesional, y saber ponderar también que los psicoterapeutas somos personas,
y por tanto, la perfección no es nuestro denominador común. Ni el nuestro, ni el de
nadie.

7. “¡La psicología no es una ciencia!”

Volvemos otra vez a ese tipo de personas que, por un motivo u otro, “no creen en
la psicología”. Esta vez es el turno de la persona que asevera que la psicología no
es una ciencia. Primero de todo, cabría preguntarse qué entiende esa persona por
“ciencia”. Porque tal vez su visión de lo científico se reduce a leyes matemáticas y
físicas, perfectas e inmutables. Esta visión perfeccionista del concepto ‘ciencia’ no
está aceptada por casi nadie.

En realidad, ciencia es… (Tiremos de enciclopedia):

«El conjunto ordenado de conocimientos estructurados sistemáticamente. La ciencia


es el conocimiento que se obtiene mediante la observación de patrones regulares, de
razonamientos y de experimentación en ámbitos específicos, a partir de los cuales se
generan preguntas, se construyen hipótesis, se deducen principios y se elaboran leyes
generales y sistemas organizados por medio de un método científico.»

Y sin duda, la psicología es ciencia en tanto que es la disciplina de conocimiento


que estudia, de forma ordenada y siguiendo el método científico, la conducta
humana y los procesos mentales. Lo que quiere decir esto es que la psicología
establece hipótesis sobre fenómenos y luego los comprueba empíricamente
(mediante la observación sistemática), como cualquier otra ciencia. De hecho, la
psicología no deja de ser una disciplina que bebe de la biología, la medicina, la
química, las neurociencias, las ciencias sociales y hasta la mecánica cuántica.
¿No son ciencias, tampoco?
La psicología, por tanto, sí es una ciencia. Es un hecho consumado, no una
opinión. Si te crees el amo del universo vanagloriándote de tu escepticismo, te
recomiendo la lectura atenta del siguiente artículo:
“Efecto Dunning-Kruger: cuanto menos sabemos, más listos nos creemos“
Sin rencores.
8. Te encuentras con una persona de casualidad, empezáis una
conversación, por casualidad se entera de que eres psicólogo y… Te
explica sus problemas y te exige diagnóstico y tratamiento en 5
minutos.

A qué psicólogo no le ha ocurrido: coges un taxi para ir a otro punto de la ciudad, y


en cuanto el taxista se entera de tu profesión, empieza a bombardearte con sus
historias personales y espera que le “diagnostiques” y le “cures” antes de llegar al
destino.
Vamos a ver: volviendo un poco a lo mismo, los psicólogos no somos magos ni
hacemos milagros. Lo siento, de verdad. Tampoco es muy grato que alguien te
explique sus problemas en cinco minutos, a toda prisa, y te responsabilice de su
futuro a tenor de un diagnóstico y una cura que tienes que realizar a la velocidad
del sonido.
Normalmente, los psicólogos somos personas abiertas y no tenemos ningún
problema en echar una mano a quien lo necesita. Pero tienes que entender que,
de igual forma que el médico no está las 24 horas del día explorando a personas
que se encuentra por la calle en búsqueda de enfermedades o el camarero no se
dedica a ofrecerte el menú cuando está de vacaciones, el psicólogo tampoco
puede estar permanentemente atendiendo los problemas psicológicos o las
inquietudes existenciales de desconocidos.
Hay que saber cuándo es el momento de exponer estas cuestiones, y de qué
modo hacerlo. Para establecer un diagnóstico serio, es preciso un trabajo de
horas, hasta días, de exploración metódica; requiere de concentración por parte
del psicólogo.
Y, sea como sea y por mucho humanismo que se nos atribuya, también debes
tener en cuenta que intentamos ganarnos la vida con nuestro trabajo.

9. “¡Ir al psicólogo es para tarados mentales!”

Esta es una de las frases más irritantes, puesto que demuestra una ignorancia
absoluta a muchos niveles. Empecemos: ¿qué es para ti un tarado mental? ¿Un
loco? Si te refieres a personas que tienen algún tipo de problema emocional, algún
desorden temporal del estado de ánimo, o algún conflicto familiar… ¿cuánta gente
se escaparía de tu concepción de loco?
Además, por si no lo sabías, los psicólogos también tratan cuestiones tan
asépticas como bajas laborales, dificultades en el aprendizaje o problemas de
pareja… Por no hablar de la rama de la psicología positiva, que se encarga de
potenciar las cualidades de la persona (y que por tanto su objetivo no es “tratar”
nada, sino potenciar algunas habilidades en que la persona quiere mejorar).
Desde luego, decir que los que van al psicólogo es porque están locos es una
auténtica barbaridad. Lo que es de locos es no buscar ayuda cuando no estás
bien. Y ten en cuenta que todas las personas, en algún momento de su vida,
pasarán por algún tipo de conflicto en el que sería necesaria la intervención de un
terapeuta.
Ninguno de los casos mencionados entra dentro del saco de la “locura”. Pedir
ayuda a un profesional si tienes un problema no va a hacer que ese problema sea
mayor o menor. La cuestión es intentar ayudar a las personas, y cada caso es
único. No caigamos en estigmas propios del desconocimiento con aquellos que
tienen la valentía de afrontar sus miedos.

10. “El otro día tuve un sueño… (Te lo explica) ¿Qué significa?”

Ser psicólogo no es lo mismo que ser psicoanalista. Y apuesto que la mayoría de


los psicoanalistas tampoco sabrían ofrecerte una explicación rigurosa sobre el
significado del sueño que acabas de explicar en tres minutos, sin conocer más
datos de relevancia crucial a la hora de indagar sobre algo tan complejo e
intangible como tu inconsciente.
La realidad es que la mayoría de psicólogos no tenemos formación en este tipo de
teorías que inquieren acerca de la interpretación de los sueños en base al análisis
del inconsciente, los símbolos, etcétera. Esto es así.
A modo de diversión, la mayoría de terapeutas podemos intentar hacer alguna
hipótesis sobre qué creemos que pueden significar estos sueños que has
explicado, pero no esperes una conclusión incontestable, porque no dejará de ser
una interpretación sumaria y faltarán muchísimos datos para poder analizar bien
cómo funciona tu inconsciente

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