Está en la página 1de 21

Facultad de Lenguas y Educación.

Educación
Dr. Don Juan Esteban Rodríguez Garrido
Máster en Formación del Profesorado
Educación, Sociedad y Política Educativa

Tema 4: Origen y desarrollo de la escolarización


obligatoria y pública.
Educación, sociedad y política educativa.
Índice / tabla de contenidos

1. Presentación 3

2. Objetivos 4

3. La escolarización en la España del XIX 5

3.1. La Ley Moyano

4. La escolarización pública en España durante el siglo XX

4.1. El primer tercio de siglo

4.2. La educación durante la II República

4.3. La educación pública durante el franquismo

4.4. La Ley General de Educación

4.5. La escolarización en la España democrática

4.6. Una perspectiva internacional: la Declaración de los Derechos Humanos

5. Bibliografía

Educación, Sociedad y Política Educativa [2] 2021-2022


1. Presentación

Con la llegada del nuevo Estado liberal en España, ya en el siglo XIX, surgirá por fin un sistema
educativo estructurado, que no consistiera únicamente en la superposición de variadas enseñanzas
sin relación entre ellas
El llamado Informe Quintana (1813) supuso el primero de esos esfuerzos gubernamentales por
regular el sistema pero el retorno a España de Fernando VII supuso un importante frenazo en estas
intenciones. Solo a partir de 1833 encontraremos un nuevo avance enfocado a la consolidación de
una educación nacional estructurada.
A partir de entonces, resultarán habituales los esfuerzos en este sentido aunque, hay que lamentarlo,
con escaso éxito. Encontramos así el Plan Rivas (1836), nombre debido a su impulsor: el Duque de
Rivas, que creará los institutos de enseñanza media y superior; la Ley de Primera Enseñanza de
Someruelos (1838); el Plan Pidal (1845) o el Proyecto de Ley de Alonso Martínez (1855) supondrán
los siguientes intentos. Intenciones que se materializarán con éxito en la llamada Ley Moyano de
1857, pionera en garantizar desde el Estado una enseñanza obligatoria y gratuita (con algunos
condicionantes) hasta los 9 años.
Desde 1931, II República intentará afrontar las enormes necesidades materiales, especialmente la
escasez de profesores y centros escolares pero el comienzo de la Guerra Civil y el cambio de
régimen supondrán un importante paréntesis que se cerrará en 1970, con la promulgación de la
llamada “Ley de Villar Palasí”, es decir, la Ley General de Educación, que extenderá la enseñanza
obligatoria hasta los 14 años.
Veinte años después, la conocida LOGSE (1990) estiró de nuevo la edad de escolarización
obligatoria, para llevarla a los 16, donde se sitúa a día de hoy.
Como vemos, el camino para consolidar un sistema público de escolarización obligatoria y de calidad
ha sido arduo y lleno de dificultades, parones y retrocesos. Este tema transita por él.
2. Objetivos

Repasar los orígenes de la escolarización pública en España.

Conocer el estado de la educación en la España del XIX.

Repasar los principales cambios que fueron operando en la situación


educativa española desde 1857.

Analizar la situación de la educación pública en España durante la II


República, el franquismo y la democracia.
3. La escolarización en la España del siglo XIX

3.1. La Ley Moyano

En nuestro país, el sistema educativo público y estatalizado encuentra su kilómetro 0 hace 200 años.
La Constitución de 1812, la llamada “Pepa”, establecida por las Cortes gaditanas reflejaba la
necesidad de afrontar la cuestión educativa como un problema de interés nacional cuya organización,
financiación y control el Estado debería asumir. Esta idea pondrá las bases para el establecimiento
del sistema educativo español. Sin embargo quedará en suspenso, debido a la vuelta de Fernando
VII, hasta la Ley Moyano de 1857.
El estado de la Educación en España durante aquellos años era francamente crítico, como nos
muestra Gómez Moreno (1988):1

La situación inmediatamente anterior a la promulgación de la Ley Moyano se puede retratar


de la siguiente manera: en 1856 encontramos una España culturalmente deprimida. El índice
de analfabetismo supera el 80 %, la mitad de los niños en edad escolar están sin escolarizar,
algo más del 42 % del profesorado de instrucción primaria no posee titulación específica y
más del 60 % de las escuelas no tienen el material técnico ni arquitectónico adecuado.

Durante el XIX la educación primaria en España dependía del municipio, mientras que la media y la
superior dependían del Estado. Estas últimas las realizaba muy poca gente, apenas algunos hijos de
las clases más pudientes.
Los ayuntamientos no daban importancia a la educación de los niños, por lo que no dedicaban
presupuesto a las escuelas, las dejaban morir abandonadas, sin infraestructuras ni personal, y las
cifras de asistencia eran alarmantemente bajas. Los niños, especialmente en zonas rurales,
comenzaban pronto a trabajar y su formación básica a menudo era inexistente. Por ello, y como una
medida para solucionar el problema, a la vez que se intentaba modernizar al país y regenerarlo
moralmente, se propuso la potenciación de la educación.

Este es el panorama que, reinando Isabel II, deberá afrontar don Claudio Moyano como ministro al
frente del colosal ministerio de Fomento (al que pertenecían también las competencias educativas).
Será este ministro el que saque adelante la ley, conocida frecuentemente con el nombre de su
impulsor, que regirá durante 113 años (1857-1970): la llamada Ley Moyano.

1 GOMEZ MORENO, A. (1988). La enseñanza primaria en España entre 1846 y 1856: Apuntes de
estudio. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, nº 1, Universidad de Zaragoza.
Ilustración 1: http://www.fuentelap.com/otros%20temas/peryper/moyano.htm

En su articulado se puede ver cómo se procuraba la construcción de nuevos centros escolares en


toda España, especialmente en las capitales de provincia y poblaciones superiores a 10.000 personas
como se puede leer en su artículo 105: El Gobierno cuidará de que, por lo menos, en las capitales de
provincia y pueblos que lleguen a 10.000 almas, se establezcan escuelas de párvulos. 2

La Ley Moyano, continuó con el criterio habitual de la existencia de dos etapas de enseñanza –
elemental y superior– y garantizó la gratuidad para quienes que no pudieran pagarla, así como la
escolarización obligatoria hasta los nueve años.

La ley establecía también el número de escuelas públicas elementales de niños y de niñas en relación
al número de almas de las poblaciones, así como de la situación de las escuelas superiores. Como
mínimo una tercera parte habrían de ser escuelas públicas.

Para el estudio de la enseñanza media la ley contemplaba Institutos públicos que, teniendo en cuenta
el rango de las poblaciones donde se estableciesen, se dividirán en tres clases: de primera clase, los
de la capital de España, Madrid; de segunda, los de capitales de provincia de 1a o 2a clase, o
pueblos donde exista Universidad; y de tercera, los del resto de poblaciones.

Las Universidades y las Escuelas superiores y profesionales eran públicas y sostenidas por el Estado.
Para la enseñanza superior, la ley de Claudio Moyano contemplaba diez Universidades: la
Universidad central estaba en Madrid; las de distrito en Barcelona, Granada, Oviedo, Salamanca,

2 Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857.


Santiago, Sevilla, Valencia, Valladolid y Zaragoza.

Como conclusión, podemos decir que la ley era hija de su tiempo y, como tal, mantenía una
concepción elitista de la educación superior y concedía a la Iglesia un gran control sobre los
contenidos educativos.
En cualquier caso, representó un avance decisivo porque establecía, por primera vez, la
obligatoriedad de la enseñanza para todos los niños y niñas menores de nueve años y la posibilidad
de que el Estado costease su educación, configurándose así como un hito en la historia de la
escolarización pública en España.

4. LA ESCOLARIZACIÓN PÚBLICA DURANTE EL S. XX

4.1. El primer tercio de siglo

El siglo XX se inicia absolutamente protagonizado por la crisis provocada por las pérdidas de las
últimas colonias españolas, Cuba y Filipinas, que trajeron consigo una importante crisis de la
conciencia nacional y todo un debate sobre la esencia y el sentido de España. Ese nuevo
cuestionamiento de lo qué éramos, habíamos sido y debíamos ser dio en llamarse
“regeneracionismo” y encontró en Joaquín Costa a su principal representante

Una de las ocupaciones más intensas del regeneracionismo será el problema de la educación y
pronto una certeza se impondrá tanto entre los liberales como en las filas más conservadoras: la
escuela pública debía ser estatal, para los niños de cualquier clase, no únicamente un centro
asistencial enfocado a los descendientes de los económicamente débiles.

Así las cosas, se irán dando pasos importantes para avanzar en esa idea: en 1900 encontramos ya
un Ministerio de Instrucción Pública y en 1901 los maestros pasarán a ser considerados como
funcionarios del Estado.
Por otra parte, la influencia de la Institución Libre de Enseñanza, fundada en 1876 por Francisco
Giner de los Ríos se hará evidente en las nuevas actuaciones políticas referentes a la educación. En
palabras de Liébana Collado (2009)3.

El cambio de escuelas unitarias (donde estaban juntos alumnos de distintas edades y


capacidades) por escuelas graduadas (separación en clases distintas por edades y niveles)
resultó uno de los grandes avances promovidos por la ILE y asumidos por la administración;
primero nacieron experimentalmente anejas a las Escuelas Normales como experimentales y

3 LIÉBANA COLLADO, A. (2009). La educación en España en el primer tercio del siglo XX: la
situación del analfabetismo y la escolarización. Conferencia pronunciada en la Universidad de
Mayores Recíproca el día 4 de mayo de 2009.
luego se generalizaron. Esto permite también cambiar la relación del maestro con el número
de alumnos, siendo en las escuelas unitarias 1/60, 1/80 y hasta 1/100, pasando en la
graduada a 1/40 en la propuesta republicana. Se establecieron tres niveles: párvulos,
elemental y superior. Pero la escuela unitaria en zonas rurales pervivió hasta nada menos
que 1960.

En cualquier caso, la triste realidad era que, en las dos primeras décadas del siglo XX, apenas se
hicieron 216 escuelas con aportación estatal. Con la idea de beneficiar la imperativa construcción de
las mismas se fundó entonces la Oficina Técnica de Construcciones Escolares, que logró acelerar el
ritmo de construcciones hasta unos 1500 centros anuales a finales de los años 20.

4.2. La educación durante la II República.

La Constitución republicana de 1931 mostró buenas voluntades en el ámbito de la educación al


consagrar la escuela única, la gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza primaria, la libertad de
cátedra y la laicidad de la enseñanza. Además, determinaba que los maestros, profesores y
catedráticos de la enseñanza oficial habrían de ser funcionarios y que se legislaría para favorecer a
los menos pudientes el acceso a cualquier nivel de la enseñanza, para que no tuviesen más limitación
que la que determinasen su aptitud y vocación.

De entre todas las dificultades que esperaban al primer gobierno provisional de la República en el
ámbito educativo, una se destacó pronto como la más apremiante: el escaso número de maestros y
escuelas (apenas 36.680 maestros nacionales en este momento). Tal carestía va a afrontarse con la
aprobación de un plan a cinco años vista (ley de 22 de octubre de 1931) que proyectaba la creación
de 5.000 plazas de maestro cada año, salvo el inicial, en que estaban previstas 7.000.

Además, para optimizar y profesionalizar la formación de los maestros, se fomentó la reforma de las
Escuelas Normales. En palabras de Pérez Galán (2000) 4:

Se establecieron tres períodos para la formación de los maestras: uno cultural, exigencia del
bachillerato para acceder a las Escuelas Normales; dos, profesional, durante tres cursos en
las Escuelas Normales; y tres, un periodo de práctica docente, durante un curso escolar, en
una escuela primaria nacional, bajo la dirección y orientación del profesorado de la Normal y
de la Inspección Primaria. Se accedía directamente al escalafón. Con esta reforma se
implantaba la coeducación en las Escuelas Normales, quedando una Normal por provincia
para ambos sexos, a excepción de Madrid y Barcelona que, por sus habitantes, tendrían dos
cada una. La formación de los maestros en España alcanzó con esta reforma un alto nivel de

4 PÉREZ GALÁN, M. (2000): La enseñanza en la II República, en Revista de Educación, nº


extraordinario.
exigencia y rigor que no había tenido hasta entonces y que no tendría después de la guerra
civil hasta bien entrados los años sesenta.

Del mismo modo, resultó importantísima, en el ámbito rural, la labor de las Misiones Pedagógicas.
Estas buscaron aproximar la cultura y el saber a las poblaciones más aisladas del país, donde
llevaron bibliotecas itinerantes (que muchas veces acababan quedándose en el pueblo y siendo el
germen de alguna biblioteca municipal), proyecciones cinematográficas, representaciones teatrales,
etc.

En estos años encontramos también una importante intención de asentar el laicismo en la enseñanza.
En palabras de Pérez Galán (2000)5:

Tres líneas de actuación, en síntesis, cabe establecer en el desarrollo constitucional en esta


cuestión en el bienio azañista: el laicismo en la escuela primaria; la disolución de la
Compañía de Jesús en cumplimiento del artículo 26 de la Constitución, y la sustitución de la
enseñanza impartida por las Órdenes y Congregaciones Religiosas, tanto en la enseñanza
primaria como en la secundaria, según lo establecido por el artículo 26 de la Constitución, y
concretado por la ley de Confesiones y Congregaciones religiosas, aprobada el 17 de mayo
de 1933.

A partir de 1933, y durante los siguientes dos años (1933-1935) gobernó la República la coalición
formada por el llamado Partido Radical, de Alejandro Lerroux y la CEDA, liderada por el abogado
José María Gil Robles y triunfadora en las elecciones de 1933. Durante este bienio podemos ver un
cambio de rumbo en las políticas educativas de la República. Se volvió a la educación separada por
sexos, disminuyeron las plazas para nuevos maestros y se eliminó la Inspección Central de Primera
Enseñanza.

Las elecciones de 1936 trajeron la victoria de llamado Frente Popular, una coalición de partidos de
izquierdas que, tras llegar al poder, pretendió retomar las políticas educativas de los primeros dos
años del nuevo régimen. Se intensificaron los planes de construcción de nuevas escuelas y las
convocatorias de plazas de maestros y maestras.

Toda esta situación quedó interrumpida con la tragedia de una nueva guerra civil en suelo español.

5 PÉREZ GALÁN, M (2000): Op. Cit.


Ilustración 2: https://asturiaslaica.com/2016/04/10/aquella-escuela-laica-de-la-ii-republica/

4.3. La educación pública durante el franquismo.

La Educación pública en España experimentó un giro de 180º tras la victoria del bando franquista y la
consolidación del nuevo régimen. En estos años, los posicionamientos religiosos, sociales y políticos
del franquismo determinarán absolutamente los valores que se transmitían en la educación formal: el
concepto católico de la existencia, el respeto a la jerarquía, el valor del patriotismo, etc.

La cuestión educativa se entregó en estos años, principalmente, a la iglesia católica pues el Estado
tampoco disponía de fondos suficientes para llevar a cabo todas las infraestructuras que España
necesitaba en materia educativa. Así nos lo cuenta González Madrid (2007):

Se financiaron y se homologaron sus centros, a los que se les reconoció incluso la capacidad
para expedir títulos oficiales a pesar de no estar sometidos a ningún tipo de control o
inspección, una capacidad fiscalizadora que sin embargo si disfrutaba la Iglesia sobre el
conjunto de la estructura educativa. Y antes de que terminase la guerra la totalidad del corpus
legislativo en materia educativa presentaba como denominador común su profunda y
exclusiva identificación con los intereses del integrismo católico. 6

6 GONZÁLEZ MADRID, D. (2007): Educación y dictadura franquista en los años 40, en DEL POZO,
M. (dir.) (2007): La educación en Castilla – La Mancha durante el siglo XX, Biblioteca Añil: p. 3.
Ilustración 3: http://4.bp.blogspot.com/-igTY_jNhQFI/UB 1

La educación franquista, especialmente en sus dos primeras décadas, se levantó sobre una serie de
principios básicos: el patriotismo vinculado a un fuerte nacionalismo español, el catolicismo entendido
como principio fundamental de la esencia histórica española, la fortísima disciplina, la concepción
social jerárquica, el corporativismo estatal, etc.

Un análisis que González Madrid (2007) amplía con su aportación del anti modelo:

Concepción maniquea de la sociedad y negación del otro, casi todo lo que el régimen aspira
a ser se construye a partir de lo que no quiere ser y por tanto hay que destruir por ser
encarnación de todos los males habidos y los que podrían llegar, es por ello que la educación
se articula en torno a una larga serie de negaciones, anti-liberalismo, antidemocracia, anti-
comunismo, anti-laicismo, anti-separatismo, lo bueno frente a lo malo, el modelo y el anti
modelo.7

En estos años encontraremos también los problemas acuciantes del analfabetismo y las bajas tasas
de escolarización, como nos muestra Escolano Benito (1992):

Para afrontar el problema, el régimen puso en marcha, en 1950 y 1963, sendas campañas
nacionales. La Junta Nacional contra el Analfabetismo, establecida a comienzos de la década

7 GONZÁLEZ MADRID, D. (2007): Op. Cit: 7.


que estudiamos, respondía aún a modelos estratégicos tradicionales y sus logros fueron muy
discutibles. El analfabetismo neto sólo bajó del 14'2% al 11'2% en los años cincuenta y al
8'5% a finales de los sesenta. Las tasas eran evidentemente demasiado elevadas para un
país que iba a iniciar su despegue hacia el desarrollo y manifestaban, más allá de la retórica
del sistema que quiso asociar la alfabetización con el patriotismo y el sentimiento nacional, la
subestimación de la cultura primaria popular por parte del régimen. 8

De todas formas, sería un error pensar en una foto fija mantenida entre 1936/39 y 1975. Lógicamente,
al ritmo de la misma forma que cambió el mundo, cambiaron España y las actuaciones del Régimen,
también en cuanto a las políticas educativas.

Con el desarrollismo de los años 50 empezaron a llegar campañas oficiales de alfabetización, cursos
de formación profesional en el ejército, la potenciación de la Formación Profesional como nunca antes
se había hecho en la historia de España (con la Ley de Formación Profesional de 1955), la adopción
de crecientes medidas liberalizadoras en el ámbito de la educación universitaria o la puesta en
marcha, a partir de 1956, del plan quinquenal de construcciones escolares.

En 1967 la tasa de escolaridad total llegaba al 87,8 % de la población en edad escolar obligatoria. La
cifra de niños sin escolarizar era de 560.928 (12,2 %) de la población en edad escolar obligatoria.
Algo que se puede explicar, entre otros motivos, por la extensión de la educación obligatoria hasta los
catorce años sin que se hubieran previsto con la anticipación suficiente las instalaciones pertinentes
para acoger a toda la población afectada por la citada medida

4.4. La Ley General de Educación.

La puesta en marcha, en 1970, de la Ley General de Educación impulsada por el ministerio del
valenciano José Luis Villar Palasí traería cambios notables en la educación española.

Algunas de las principales características del sistema regulado por la LGE serían las que
mencionamos a continuación:

1. Generalización de la educación de los 6 a los 14 años para toda la población, en el doble


sentido de integración en un sistema único, no discriminatorio, de todos los niños y niñas
comprendidos en estas edades, y de escolarización plena.
2. Preocupación por la calidad de la enseñanza. La LGE no sólo supuso la extensión de la
educación, además procuró una enseñanza de calidad para todos.
3. Fin del principio de subsidiariedad del Estado, presente hasta 1970. Esta ley reconoce la
función docente del Estado en la planificación de la enseñanza y en la provisión de puestos
escolares.
8 ESCOLANO BENITO, A. (1992): Los comienzos de la modernización pedagógica en el franquismo,
en Revista Española de Pedagogía, año L, nº 192: 7.
4. Presencia notable de la enseñanza privada en los niveles no universitarios.
5. Preocupación por establecer relaciones entre el sistema educativo y el mundo del trabajo, por
entender que la educación debe preparar para el trabajo.
6. Configuración de un sistema educativo centralizado, que trajo consigo una uniformidad en la
enseñanza.

La Ley General de Educación permaneció vigente hasta la LOGSE de 1990.

Ilustración 4: http://slideplayer.es/slide/5407976/17/i 1

Según el estudio de Ruíz de Azúa (2000) las tasas de escolarización en todos los niveles
aumentaron en los últimos años del Régimen:
Las tasas de escolarización mejoraron notablemente en los diez últimos años del
Régimen franquista, y en vísperas de la Transición ofrecían estos valores indicativos: 11
por 100 en los jardines de infancia o escuelas maternales (dos y tres años); 63 por 100
en párvulos (cuatro y cinco años); una escolarización total en los seis primeros años de
E.G.B., y del 97,3 por cien y 80,4 por 100 en los cursos respectivamente de séptimo y de
octavo, si bien unos 250.000 alumnos estaban escolarizados en forma deficiente, al
menos en cuanto a la distribución de su horario, por falta de unidades escolares. Otra
parte dcl alumnado (87.151 chicos y chicas en el curso 1976-1977) no siguió sus
estudios en BUP o en Formación Profesional incumpliendo así la Ley. 9

4.5. La escolarización en la España democrática.

Tras el fallecimiento del General Franco en noviembre de 1975 y la progresiva sustitución de su


régimen por una democracia parlamentaria, se inició el último período de la historia de la
educación en España del siglo XX.

Tras la muerte física del hombre que había pilotado con mano de hierro la política española entre
1939 y 1975, se fueron produciendo cambios sustanciales en todos los ámbitos de la sociedad.
Cambios que hicieron imperativa la nueva organización del sistema educativo. Entre tales cambios
encontramos, en primer lugar, la aprobación de la Constitución de 1978. Un texto legal que nos habla
de un modelo de educación distinto al anterior, y que, sobre todo, consagró una organización
diferente a la del Estado centralista que había venido funcionando en las últimas décadas: el llamado
Estado de las Autonomías, en el que las competencias educativas (y muchas otras) han ido siendo
asumidas, de manera creciente por las distintas administraciones autonómicas. Un reparto
competencial entre el gobierno central y los autonómicos que ha determinado la evolución de la
legislación educativa española en las últimas décadas del siglo XX. Además, de esto, en palabras de
la profesora Ruíz de Azúa, se planteaban los siguientes retos:

El proceso de integración de España en las Comunidades Europeas que si, por una parte,
exigía aumentar los niveles de calidad para soportar la competencia, por otra la movilidad de
los ciudadanos en el marco de un mercado europeo único planteaba la necesidad de
equivalencia interestatal y adaptación de las capacitaciones y titulaciones profesionales; la
evolución del sistema productivo ha generado, a su vez, un incremento enorme de la
demanda de educación que se manifestó en que el período de escolarización empieza cada
vez más temprano y se prolonga más tras la escolaridad obligatoria debido a las aspiraciones

9 RUÍZ DE AZÚA, E. (2000): Un primer balance de la Educación en España en el siglo XX, en


Cuadernos de Historia Contemporánea 2000, nº 22: 169
personales a una formación más cualificada, y a la insuficiencia de la oferta laboral
disponible.10

Ilustración 5: http://recuperarmadrid.blogspot.com/2009/11/1975-80primaria-15secundaria-2estudios.html

En 1990, el ministro socialista José María Maravall, con la incesante colaboración de Álvaro
Marchesi, promulga la ley educativa de más calado desde la LGE: la LOGSE, siglas por las que
se conoce a la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo.

Con la nueva ley, la educación primaria y la educación secundaria obligatoria pasaron a


conformar los diez cursos (de 6 a 16 años) de enseñanza básica, obligatoria y común para todos
los alumnos. La educación primaria se desarrollará desde los 6 a los 12 años y sería, según esta
ley, la primera etapa obligatoria del sistema, tras una etapa voluntaria conocida como
“Educación Infantil”. La Primaria quedó organizada en tres ciclos de dos cursos académicos
cada uno. Por su parte, la etapa de Enseñanza Secundaria Obligatoria se extendería entre los
12 y los 16 años, y constaba de de dos ciclos de dos cursos académicos cada uno: el primero, de
los 12 a los 14 años; y el segundo, de los 14 a los 16 años.

10 RUÍZ DE AZÚA, E. (2000): Op. Cit.


Ilustración 6: https://previa.uclm.es/profesorado/ricar 1
Las estadísticas disponibles referidas a los años noventa confirman el progreso operado en la
escolarización en los niveles primeros del sistema educativo. La extensión de la escolarización y la
expansión de la educación pública en España que se observa desde la década de los 80, supuso
también el retorno a un mayor protagonismo de la escuela estatal frente a la privada.

Ilustración 7: https://image.slidesharecdn.com/pwp1dere 1

Hasta aquí llega nuestro repaso a los principales procesos sociales, legislativos y políticos que
han determinado los avances y retrocesos en la escolarización obligatoria y pública en la
España de los siglos XIX y XX. Queda para próximos temas un análisis más pormenorizado de
las leyes educativas que aquí se han ido esbozando así como de otras que, por exceder la
cuestión central de este tema, no han aparecido en él.

4.6. Una perspectiva internacional: la Declaración de los Derechos


humanos.
En un plano más internacional, la escolarización obligatoria garantizada por el Estado encuentra
un hito legislativo el 10 de diciembre de 1948, con la Declaración de los Derechos Humanos
pues, en su artículo 26, se reconoce expresamente que:

1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos
en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental
será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el
acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos
respectivos.

2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el


fortalecimiento del respeta a los derechos humanos y a las libertades fundamentales;
favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos
los grupos étnicos o religiosos y promoverá el desarrollo de las actividades de las
Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.

3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de
darse a sus hijos.

Aunque la Declaración Universal de los Derechos Humanos no constituye en sí misma un


documento vinculante y obligatorio para los Estados signatarios, sí se considera una base desde
la que adquirir compromisos internacionales y aparece como un referente ineludible en las
Constituciones de varios países, España entre ellos.

Decimos, por tanto, que este artículo 26 supone un hito en la historia de la educación pública y
obligatoria pues es la primera vez que se habla de la educación como de un “derecho universal”
concretado en la obligación de los gobiernos de costear una enseñanza elemental, respetando,
asimismo, el derecho de las familias a elegir el modelos educativo que quieren para sus hijos.
Un derecho, este último, que se explicita en el apartado 3 del artículo, como hemos visto.

Once años después de esta Declaración, el 20 de noviembre de 1959, la Asamblea General de


la ONU aprobó la Declaración Universal de los Derechos del Niño o, mejor dicho, adoptó y
amplió la llamada “Declaración de Ginebra” que, en 1923, ya hablaba de estos mismos
derechos. En el principio 7 de esta Declaración se insiste en los mismos principios que ya vimos
en el artículo 26 de la Declaración de Derechos Humanos. Se hace a través del siguiente texto:

El niño tiene derecho a recibir educación, que será gratuita y obligatoria por lo menos en
las etapas elementales. Se le dará una educación que favorezca su cultura general y le
permita, en condiciones de igualdad de oportunidades, desarrollar sus aptitudes y su
juicio individual, su sentido de responsabilidad moral y social, y llegar a ser un miembro
útil de la sociedad.
No obstante la importancia de estos documentos y del reconocimiento de tales derechos, 70
años después de la Declaración de Derechos Humanos y 60 años tras la Declaración de los
Derechos del Niño, queda mucho terreno por cubrir para poder felicitarnos por su pleno
cumplimiento. A día de hoy, se calculan en más de 50 millones de niños sin escolarizar en el
mundo aunque, bien es cierto, se ha logrado avanzar en este sentido pues, en el año 2000 esta
cifra se calculaba en unos 100 millones. Asimismo, si en 1960 solo el 42 % de la población
mundial sabía escribir, a día de hoy se calcula que este porcentaje está en torno al 86 %.

Son buenas noticias pero esconden otra dura realidad: aproximadamente 750 millones de
adultos en el mundo son analfabetos, en su mayoría mujeres y en muchos países,
especialmente de África y Oriente medio, la escolarización de las niñas está muy por debajo de
la de los niños. Asuntos que constituyen a día de hoy los principales retos internacionales en el
ámbito de la Educación porque, como dijo la premio Nobel Malala Yousafzai: Con pistolas se
pueden matar terroristas, con la educación se puede matar al terrorismo.

Sirva esta última reflexión como corolario de lo aquí repasado: nunca más un niño sin pupitre,
una escuela sin maestros, un pueblo sin escuela, ni una generación sin una educación de
calidad garantizada por el Estado.
6. BIBLIOGRAFÍA

Referencias bibliográficas

 ESCOLANO BENITO, A. (1992): Los comienzos de la modernización pedagógica en


el franquismo, en Revista Española de Pedagogía, año L, nº 192

 GOMEZ MORENO, A. (1988). La enseñanza primaria en España entre 1846 y 1856:


Apuntes de estudio. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, nº 1,
Universidad de Zaragoza.

 GONZÁLEZ MADRID, D. (2007): Educación y dictadura franquista en los años 40, en


DEL POZO, M. (dir.) (2007): La educación en Castilla – La Mancha durante el siglo
XX, Biblioteca Añil: p. 3.

 Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857.

 LIÉBANA COLLADO, A. (2009). La educación en España en el primer tercio del siglo


XX: la situación del analfabetismo y la escolarización. Conferencia pronunciada en la
Universidad de Mayores Recíproca el día 4 de mayo de 2009.

 PÉREZ GALÁN, M. (2000): La enseñanza en la II República, en Revista de


Educación, nº extraordinario.

 RUÍZ DE AZÚA, E. (2000): Un primer balance de la Educación en España en el siglo


XX, en Cuadernos de Historia Contemporánea 2000, nº 22

Bibliografía complementaria

 CIPOLLA, Carlo M (1983).: Educación y desarrollo en Occidente, Barcelona, Ariel.

 CONSEJO ESCOLAR DEL ESTADO: Informe sobre el estado y situación del sistema
educativo, Madrid, MEC, 1999.

 DÍAZ DE LA GUARDIA, Emilio (1988): Evolución y desarrollo de la Enseñanza Media
en España, 1875-1930. Un conflicto político-pedagógico, Madrid, MEC.

 MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL (1969): La Educación en España, La.


Bases para una política educativa, (Libro Blanco), Madrid, MEC.

 GONZÁLEZ-ANLEO, Juan (1985): El sistema educativo español, Madrid, Instituto de


Estudios Económicos.

 MORENTE VALERO, Francisco (1997): La escuela y el Estado Nueva La depuración


del Magisterio nacional (1936-1943), Valladolid, Ámbito.

 PÉREZ GALÁN, Mariano (1975): La enseñanza en la Segunda República española,


Madrid, Cuadernos para el Diálogo.

 FUELLES BENÍTEZ, Manuel de (1980): Educación e ideología en la España


contemporánea (1767-1975), Barcelona, Labor.

También podría gustarte