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Analisis de La Obra La Casa de Los Conejos
Analisis de La Obra La Casa de Los Conejos
“De pronto el sol brilla más fuerte. El pelo rojo sobre la cabeza de ésta que ha
venido a buscarme relumbra como el fuego. Qué estruendo, es ensordecedor. Una
vez más, vuelvo a fruncir los párpados, tan fuerte como puedo, mucho más fuerte
que antes. Inútil.
Desde ahora, lo sé, la luz no estará de mi lado.
Mi abuelo se va y nosotras salimos en sentido contrario, lejos de la calesita y de la
plaza llena de sol”
“Del altillo secreto que hay en el cielorraso no voy a decir nada, prometido, Ni a los
hombres que pueden venir y hacer preguntas, ni siquiera a los abuelos.
Mi padre y mi madre esconden ahí arriba periódicos y armas, pero yo no debo decir
nada.”
“Algunos pasos más y ahí estoy, presa de una descompostura y de un escalofrío que
trato de contener. Es la náusea, tan sorpresiva como poderosa. Mi estómago se
convulsiona violentamente, pero consigo sin embargo dar unos pasos más hasta
aferrarme a una de las mangas azules del uniforme de mi padre. Llegada junto a él,
le vomito en la oreja”
“Nunca la había visto antes, pero le sonreí y ella respondió a mi sonrisa. Estaba
probablemente en una situación semejante a la mía. Pero en todo caso, sólo su
mirada me bastó para comprender que ella vivía también en el miedo. Y el miedo
sería el mismo después, yo lo sabía, y por todo el tiempo que aquello durara, pero
cómo me conformaba ver aquella otra niña. Fue como si aquel día, entre las dos,
durante un tramo del camino, hubiéramos cargado juntas con el peso del miedo.
Por supuesto, nos pareció entonces un poco menos pesado”.