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La Suegra más linda del

Mundo Mundial
Cuando la conocí, al primer segundo que la vi, supe que era
ella la mujer a quien amaría por toda la eternidad, dicen que el
amor se cruza solo una vez en tu vida y que si la pierdes nunca
más la vuelves a encontrar, la incógnita está saber en qué
momento te has topado con el amor de tu vida, y no con error
de la misma, muchas veces he deseado que exista algún
mecanismo que me permita descubrir aquel ínfimo detalle, sin
embargo, ese es uno de los tantos misterios que existen en la
vida y que seguramente jamás serán resueltos, fuera de todo
aquello en ese preciso instante estaba seguro que aquella
mujer era la indicada; se llamaba Laura, de apellido hermosa,
divina la llamaban, aunque el término “diosa” le caía grandiosa,
se vestía de rosa pero no de un rosa cualquiera sino de aquella
que la hacía clamorosa, todo en ella era perfecto sin embargo
tanta perfección no podía ser posible, seguramente era muy
celosa o jugadora, aunque talvez la imperfección estaba ligada
más con la inteligencia, o se trataba de modales, o educación,
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quizá no se bañaba o simplemente era menor de edad. Me


llamo Laura, me dijo mientras me pedía permiso
respetuosamente para sentarse al lado mío, tengo 25 años y
soy abogada, disculpe si soy atrevida, ¿usted cómo se llama?,
culminó. La humildad de sus palabras, la educación con la cual
había iniciado su charla, su forma de vestir, y el hermoso aroma
que brotaba de ella desbarataban todos mis “supuestos”,
dentro mí, mi “yo soltero” saltaba de emoción “es ella
compadrito, es ella” me decía a mí mismo, sin duda aquel
paseo al cual había sido invitado estaba siendo fructífero. “Me
llamo Alberto” le respondí, tengo 21 años concluí mis estudios
de contabilidad en la Universidad Nacional de Huancavelica, y
es un verdadero placer conocer a una chica tan bella como
usted, concluí, en realidad eso quise decir, sin embargo, el
nerviosismo que me había provocado su presencia me hizo
decir: “soy beto”. Aquel día terminamos siendo enamorados,
¿Cómo? Ni yo lo entiendo, era ella una chica hermosa y yo….
“era gracioso”, como decía ella, lo importante de todo esto es
que ahora ella era “mi flaca” y quieran o no aceptarlo la química
que había entre ambos era “espectacular”, ni con María, la
chica que fue mi primera enamorada, había logrado tal química.

Los tres años vividos con ella fueron verdaderamente


espectaculares, solía esperarla al terminar el trabajo, nos
íbamos a cenar y después de eso nuestras caminatas
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interminables y nuestras charlas de comedía hacían que cada


vez me enamorara más de ella, nos sentábamos en la orilla del
rio y disfrutábamos de ese clima “duro” de nuestra tierra, los
fines de semana terminábamos de cenar y nos dirigíamos a la
discoteca, ella bailaba como “loca” como una loca súper sexy,
se robaba las miradas de todos los asistentes y de vez en
cuando oía decir “que suerte tiene ese feo”. Después de mucho
tiempo había aprendido a aceptarlo, era verdaderamente feo,
pero un “feo con suerte”, nos divertíamos hasta más no poder,
salíamos exhaustos de la discoteca y emprendíamos la
aventura de todos nuestros fines de semana “buscar un hotel
donde descansar”, los dueños de los hoteles nunca querían
atender a esa pareja que llegaba cargando una botella de licor,
riéndose escandalosamente y sosteniéndose milagrosamente
en pie, cuando al fin encontrábamos un lugar para descansar,
lo que menos hacíamos era eso, la adrenalina que nos causaba
tocar puertas, caminar incesantemente y mandar a volar a uno
que otro dueño causaba en nosotros una atracción sexual
inevitable, la chica tímida, respetuosa y educada olvidaba en la
cama sus “principios”, en más de una ocasión salí del hotel con
la camisa rota y ella con la blusa o falda rasgadas, parecía
como si hubiésemos tenido una pelea, una pelea que se
prolongaba por mucho tiempo y que tenía como escenarios “la
cama”, “el baño”, “la mesa de noche” y hasta “el piso”, vivíamos
una aventura de amor alocado en la que “todo era perfecto”, al
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despertar los fines de semana nos enrumbábamos hacia


lugares nuevos y misteriosos, los inquietantes cerros que
bordeaban la ciudad de Huancavelica eran perfectos para
satisfacer nuestros deseos de aventura y caminata; el cerro
soltera, potocchi, cruz pata, tesorero y demás habían sido
testigos de nuestras aventuras, disfrutábamos tanto el uno del
otro que en más de una ocasión aprovechábamos los
descampados para dar rienda suelta al amor, no quiero darles
una mala idea, pero que bien se sentía estar desnudo al aire
libre frente a la mirada de los “apus” disfrutando el amor de tu
bella enamorada, una postal que seguramente muchos han
querido tener y que jamás se han atrevido.

Los días domingos solía llevarla a casa, mi madre y padre la


conocían y aunque no habían llegado a tratarla la aceptaban y
recibían de la mejor manera, nos pasábamos todo el día viendo
películas, nos gustaba repetir una y otra vez la “Saga de Harry
potter”, a ella le gustaba “Los Simpsons”, yo consideraba que
aquella serie era “estúpida y denigrante”, tarde muy poco en
volverme fanático y fiel seguidor de aquella serie, llegue a tal
punto de fanatismo que compre dos poleras, “una de Marge y
otra de Homero”, para lucirlas juntos por la calle, compartíamos
los gustos y eso era más que fantástico.

Hasta que llegó el día que uno jamás desea que llegue,
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sentados en la cima del cerro cruz pata contemplábamos el


gran abismo que nos separa de la ciudad, cuando de pronto
ella dijo: “¿quieres conocer a mi mamá?”, un frio terrible invadió
mi cuerpo, “conocer a la suegra” es algo que me escarapelaba
el cuerpo, hubiera preferido que me dijera que “que estaba
embarazada” o “que me engañaba”, todo era mejor que eso, en
pocos segundos empecé a recordar a mis “exs”, María mi
primera enamorada me llevaba por 12 años, tenía 15 cuando
acepte ser enamorado suyo, la chica había tenido las mil y una
experiencias sexuales que ni tú, ni yo, ni los dos juntos hemos
tenido jamás, su madre me trataba como un maniquí, un
sirviente, un “bueno para nada”, me veía únicamente como un
semental para su hija, anhelaba tanto un nieto que no le
importaba que yo aún fuera estudiante de colegio, ella quería
cumplir su sueño cueste lo que cueste. María se me insinuaba
a cada instante, no había manera de ocultar el gran deseo
sexual que tenía hacia mí, hacía todo lo posible por no
quedarme solo con ella, pero uno de esos días caí en la trampa,
ella me había pedido que la ayudara a acomodar un mueble de
su cuarto y tarde me di cuenta cuando descubrí que todo había
sido planeado, en un abrir y cerrar de ojos ella se apareció con
un baby doll rojo muy diminuto, las curvas de su cuerpo
alborotaban cada uno de mis nervios, me deje llevar y cuando
me di cuenta estábamos ella y yo en la cama desnudos,
entonces recordé lo que mi madre me decía: “¡cuidadito que
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me vengas con cuentos, ahí si me vas a conocer!”, salí


rápidamente de la cama y cogí uno de los condones que ponía
mi madre en mis bolsillos, en mi cabeza resonaba a cada
instante lo que ella repetía: “¡Lleva esto siempre!, te voy a cortar
los huevos si me entero que has embarazado a alguien”,
estaba a punto de ponerme uno de los condones sabor a fresa,
cuando de pronto de manera intempestiva ingresó mi suegra,
“¡sin condones carajo!”, me tape con lo que pude, aquella mujer
estaba dispuesta a agarrar mi miembro viril y meterlo a la fuerza
a su hija, cogí la poca ropa que pude y hui del lugar, ¡Jamás
volví a verla!.

Después de aquella experiencia prometí nunca más tener algo


que ver con alguien mayor que yo. Mi segunda experiencia en
el arte del amor se llamó Marisol, ella era una chica humilde,
aunque su madre no lo era tanto, Gloría que así se llamaba su
madre no quería que nadie este con su hija, ella consideraba
que ningún chico era suficiente para su hija, sin embargo,
cuando se enteró que mi familia era de buena posición
rápidamente cambiaron las cosas, pase de ser el patito feo a
convertirme en el gran cisne blanco, ella me recibía de gran
manera, me preparaba de comer, me hacía postres deliciosos
e incluso se ofreció a lavar mi ropa en alguna de aquellas
ocasiones, yo por mi parte trataba de ser considerado, de vez
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en cuando le llevaba uno que otro presente, ella empezaba a


mándame indirectas y decía: “¡No te preocupes hijito, en vez
de traerme algo a mí, cómprale algo a mi hija, mira como está
vestida!”, en aquella ocasión era tan inocente que empecé a
cumplir los deseos de mi querida suegra, poco a poco noté que
mis gastos se iban incrementando más y más, mis padres
empezaron a preguntar el porqué de mis gastos elevados, no
podía decirles que había cogido dinero para comprarle una
cocina a mi suegra o que había usado un poco de su dinero
para comprarle una plancha nueva, tampoco podía decirles que
el motivo de mis gastos eran las constantes cenas en los
mejores restaurantes de la ciudad o las innumerables prendas
que había comprado para ella y su hija, en menos de dos
meses pase a ser de enamorado a cajero familiar. Marisol no
decía nada y al contrario se había vuelto muy materialista, por
lo que decidí apartarme de ella, días después de que mi suegra
se enteró que había terminado con su hija, vino a mi casa con
el cuento de que su hija había quedado embarazada, y Marisol
se prestó para el cuento, fue necesaria una prueba de
embarazo para por fin librarme de ellas.

Mi tercera enamorada era un amor, se llamaba Gabriela,


éramos compañeros en la facultad, iba a recogerla a su casa
para ir a la universidad y al salir de clases la acompañaba de
regreso, su mamá que ya me empezaba a tratar me llamaba
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“yerno”, todo iba muy bien hasta que un día empezaron los
reclamos, “ayer te vi andando con una chica, ¿quién era?”, era
mi compañera señora, estábamos haciendo un trabajo de la
universidad, respondí, “vi que aquella chica era muy melosa,
no deberías darle mucha confianza”, “¿porque no haces ese
trabajo con mi hija?”, “no le estas dando demasiada
importancia a mi hija”, “porque no la presentas ante tus papás”,
“me han dicho que tienes vergüenza de tomarle la mano a mi
hija”, “me han contado que te han visto en la discoteca”,
“porque no sales a la discoteca con mi hija”, “¿cuándo piensan
formalizar?”, “¿Cuántos hijos piensan tener?”, estas solo eran
unas de las tantas interrogantes y reclamos que me hacía mi
querida suegra, no podía creer la capacidad que tenía de meter
sus narices donde no le importaba, era un verdadero infierno
tratar con ella, por lo que no dude en marcharme de aquel lugar.

Y para que contarles de Diana, mi cuarta enamorada, ella era


una chica “súper, híper, ultra, archí mega sexy”, era tan
hermosa y jugadora que no la soporte ni una semana, al
segundo día de tenerla como enamorada, conocía ya a su
madre; Mi cuarta suegra era imagen y semejanza de su hija,
otra “súper, híper, ultra, archí mega sexy” y también jugadora,
no le importaba ni la edad, ni la religión, ni la raza, ni la
condición del hombre con el que estaba, tenía una reputación
sinigual, el cuarto día que fui a su casa no encontré a su hija,
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ella me invitó a pasar, me dijo que el amor en estos tiempos


solo se trataba de sexo, que lo importante era disfrutar, que
debería salir con otras chicas y que a su hija eso no le
importaba, que ella hacía lo mismo y que el amor en esas
condiciones se mostraba de verdad, decía que si después de
vivir todo aquello aún queríamos estar juntos, entonces se
trataba de verdadero amor, y efectivamente al sexto día de
enamorados, constaté con mis propios ojos que Diana cumplía
al pie de la letra la filosofía de su madre, mi inmadura suegra
me abrió los ojos y me mostró la cara más fea del amor.

Comprenderán ahora el porqué de mi miedo a las suegras, una


relación puede ser lo más bonita del mundo, pero si tu suegra
es una psicópata, una interesada, una metiche o una “Candy”,
todos tus proyectos con el amor de tu vida se van a la basura,
pero bueno retornemos, recuerdan que estaba con mi quinta
enamorada sentado en la cima del cerro Cruz Pata y que ella
me había preguntado si deseaba conocer a su madre, pues ya
imaginarán mi respuesta: “Dije que sí”, ella me abrazó me dio
un beso y minutos después nos pusimos en pie, caminamos
rumbo a su casa, estaba muy nervioso iba a conocer a mi
quinta suegra y estaba más nervioso que cuando conocí a mi
enamorada misma, ¿Qué suegra me tocaría en esta ocasión?,
sería acaso una interesada, o quizá una metiche, quien sabe si
tiene complejos de “Candy” o si es una Psicópata, no lo sabía,
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caminamos por yananaco que era el barrio donde vivía, grande


fue mi sorpresa cuando se detuvo en un lugar que no era su
casa, ingresamos a aquel lugar, ella compró un obsequio,
pensé que era para algún familiar, y al ingresar muy triste me
dijo: “Beto, te presento a mi madre”, los ojos de Laura se
llenaron de lágrimas, la abrace muy fuerte, el cielo empezó a
llorar como nunca lo había visto, el viento soplaba con tristeza
una sinfonía que inquietaba el alma, aquel cementerio
albergaba a mi quinta suegra.

Laura, me contó que su madre murió de un cáncer que invadió


todos sus pulmones, que la ahogo sin compasión y que no dudo
en dejar a una hija huérfana, me dijo que su madre luchó hasta
el último minuto de su vida, me dijo que deseaba que su madre
no se hubiese ido, me dijo que le hubiese gustado que ella me
conociera, me dijo que quizá no hubiese sido la mejor suegra
del mundo, pero que con sus errores y defectos me hubiese
querido mucho, muchas veces queremos una suegra ideal, y
no pensamos en lo mucho que pasó esa madre para poder
sacar adelante a esa hija que tienes en brazos, queremos
perfección cuando nosotros no somos ni mínimamente
perfectos, cuando tenemos más defectos que virtudes, tenía a
la mujer más linda del mundo y había descubierto a la suegra
más linda del mundo mundial, ahora solo quedaba conocer al
“suegro”.
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AUTOR: Carlos Esteban Loardo Condori

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