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La metamorfosis de Narciso 

es uno de los cuadros más famosos del pintor


surrealista Salvador Dalí. También es uno de los mejores exponentes del método
paranoico-crítico que el artista catalán desarrolló, basándose en las teorías de Sigmund
Freud.
Es una interpretación original de una antigua leyenda grecolatina, un sueño plasmado
sobre lienzo y un juego de espejos, ya que Dalí se refleja a sí mismo en una historia que
habla del amor al propio reflejo.
La metamorfosis de Narciso  es una obra compleja y hermética que integra elementos
dispares, aparentemente irreconciliables, que parecen no guardar más relación entre
ellos que la escondida en el subconsciente de su creador. Por ello, constituye un ejemplo
elocuente del método paranoico-crítico propuesto por el pintor, que él mismo describió
como:
“un método espontáneo de conocimiento irracional basado en la objetividad crítica y
sistemática de las asociaciones e interpretaciones de fenómenos delirantes”

A pesar de la enorme dificultad, distintos estudiosos han intentando descifrar los sentidos
ocultos en esta escena, encontrando claves en los escritos autobiográficos de Dalí.

El mito de Narciso
Cuenta una antigua leyenda recogida por el poeta latino Ovidio en sus Metamorfosis, que
Narciso era un joven tan bello que prendaba a todo el mundo a su paso, pero que
despreciaba el amor. Sus rechazados pretendientes lo maldijeron. Los dioses decidieron
castigarlo, haciéndolo caer presa de una pasión terrible: la fascinación por el propio
reflejo.
Hallándose un día de caza en las profundidades de un bosque, Narciso encontró un
pequeño claro de agua. Aquí se paró a descansar y a dejarse atrapar por su dramático
destino: enamorarse de sí mismo.
Tras repetidos intentos de abrazar su reflejo, el muchacho acabó reconociendo la tragedia
que protagonizaba: adorar una ilusión creada por el agua, con la que nunca podría llegar
a tener una interacción amorosa. Sin embargo, incapaz de apartar la mirada del objeto de
su deseo, se dejó morir al lado de su imagen. Su cuerpo, consumido por esta pasión
inefable, fue transformado en la flor que lleva su nombre: el Narciso

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