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La Palabra de Dios Trae Sanidad al Cuerpo

El Evangelio trae sanidad al cuerpo, al alma y al espíritu

3 Juan 2-3

Amado, mi oración es que seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como
prospera tu alma. Pues me gocé mucho cuando venían hermanos y daban testimonio de tu
verdad, es decir, de cómo andas en la verdad.

Juan 17:17

Santifícalos en la verdad, tu palabra es verdad

A) Que tengas salud


La palabra salud viene del griego HUGIANO y describe una virtud que puede traducirse como
puro, limpio e higiénico; en 3 Juan 2 se utiliza en relación al cuerpo
En 1 Timoteo 1:8-10 y 2 Timoteo 4:3,
1 Timoteo 1:8-10

Ahora bien, sabemos que la ley es buena, si se aplica como es debido. Tengamos en cuenta que la ley no se ha instituido
para los justos, sino para los desobedientes y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos. La
ley es para los que maltratan a sus propios padres, para los asesinos, para los adúlteros y los homosexuales, para los
traficantes de esclavos, los embusteros y los que juran en falso. En fin, la ley es para todo lo que está en contra de la
sana doctrina

2 Timoteo 4:3

Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán
de maestros que les digan las novelerías que quieren oír.

En estos versículos la palabra salud se utiliza en relación a la doctrina, pero ¿qué es doctrina?

Doctrina = lo que es recibido= la Palabra


Es decir, la salud o higiene en la doctrina corrige y limpia nuestro entendimiento de malas y falsa
enseñanzas espirituales y está dirigida a la mente.
En Tito 1:13 se utiliza en relación a la Fe, es decir, corrige la “ubicación” de la confianza, produce
higiene o pureza en lo que creemos y está dirigido al corazón.
Juan 17:17, dice que Dios trae sanidad a través de darnos a conocer su Voluntad que viene de la
Palabra. La palabra Santidad significa separación y purificación, también podemos decir que trae
higiene y pureza a nuestra mente y a nuestro corazón, o mejor dicho a nuestra sabiduría y a nuestra
fe y esto se llama prosperidad en nuestra alma, como lo dice la Palabra en 3 Juan 2, por eso
podemos afirmar que si prospera nuestra alma, habrá salud en nuestro cuerpo.
Existen creyentes que piensan que la enfermedad la manda Dios, que Él la permite, cuando son
ellos mismos que por su falta de fe permiten que la enfermedad los ataque.
Hay mucha tradición y malas enseñanzas espirituales que el Señor desea quitar, enseñando su
Verdad en la Palabra.
Entonces podemos reafirmar que Santificar es limpiar y purificar, esto es lo que hace la Palabra
de Dios es Verdad y lo hace en el siguiente orden:
a. 1 Timoteo 1:8-10, Doctrina sana en nuestra mente Sabiduría
b. Tito 1:13, Fe sana en nuestro corazón Fe
c. 3 Juan 2, sanidad en el cuerpo Salvación
Es decir, Dios primero corrige los errores de enseñanza o doctrina que nos están ensuciando
nuestra mente, luego corrige y limpia nuestro corazón para purificar nuestra Fe y, finalmente,
sana nuestro cuerpo para darnos salvación.
B) La medicina de Dios
Jeremías 33:6
He aquí que yo les traeré medicina y sanidad; yo los sanaré, y les revelaré tiempos de paz y de
verdad
Aquí la Palabra nos dice que Dios traerá medicina, pero, cuál es esa medicina,
Proverbios 4:20-22
Hijo mío, pon atención a mis palabras; inclina tu oído a mis dichos. No se aparten de tus ojos;
Guárdalos en medio de tu corazón; Porque ellos son vida a los que los hallan, y medicina a todo
su cuerpo.
Este versículo es muy claro, al decirnos que la Palabra de Dios es la Escritura que podemos leer y
meditar. Y los dichos, que es lo que Dios dice al corazón de cada uno de nosotros directamente a
través de las predicaciones, son la medicina de Dios para todo el cuerpo

C) Tomando la medicina de Dios


Esta escritura nos enseña que cuando no hay respuesta, cuando un cuerpo después de orar, insistir y
esperar no sana, es importante preparar para recibir sabiduría y verdad de Dios; esto se obtiene
clamando, como lo indica la Escritura, dispuestos a cambiar la enseñanza y entendimiento
recibidos.
LA ENFERMEDAD ES UNA MALDICIÓN
Hoy hablaremos de la enfermedad. La enfermedad no es obra de Dios; Dios obra para bendición y
te advierte: “Fuera de mis caminos no hay bendición”. No es que Dios quiera maldecirte, sino que
fuera de su voluntad, todo lo que hay es maldición. Dentro de su reino todo es bendición, fuera de
su reino, todo es maldición. Él nos advierte que en nuestros caminos no hay bendición, y que si
salimos de sus caminos, nos comenzará a perseguir la maldición. Dios ordenó a los hijos de Israel
que cuando pasen el Jordán, pusieran en determinados montes, las bendiciones y las maldiciones
para que las tengan presentes todos los días.

La maldición es un poder espiritual que te persigue no de parte de Dios para bendecirte sino de
parte de satanás para destruirte, la maldición nunca es un premio, la bendición sí. Pero, ¿la
enfermedad es un premio o es una maldición? Nadie debe considerar la enfermedad como algo que
Dios le mandó: “Será la voluntad de Dios”, dicen algunos. ¡No! Es una maldición que viene a causa
del pecado, a causa de las obras malas. Quizás te preguntes: “¿Y yo que habré hecho pastor?” Estar
ofendido con alguien y no perdonar, es suficiente obra mala para que la maldición te persiga. Los
médicos han descubierto que la mayoría de las enfermedades son psicosomáticas, es decir, son
problemas intelectuales, de la mente, la voluntad y las emociones que se somatizan. “Soma”
significa carne, se manifiestan en el organismo, pero nosotros que somos hijos de Dios, e “hilamos
más agudo”, decimos que los problemas psicológicos, tienen una raíz más profunda aún que es el
pecado del hombre. Muchos han caído en pecados que jamás pensaron cometerlos, se creían fuertes
en esa área pero terminaron cayendo… y dicen: “¡Cómo pude caer en eso!” Porque son
pecadorores.. pero el pecador para ser libre de esa maldición necesita ir a Dios y recibir perdón por
sus pecados.

Cuando la enfermedad aparece, los cristianos hemos perdido la sensibilidad espiritual de entender
que ella viene por causa del pecado. Por ejemplo, un adúltero necesita vivir mintiendo y fabricando
historias para cubrir su pecado; un día su esposa que siempre le creyó, comienza a dudar de él y el
esposo se ve obligado a mentir más y a ensuciar a otros para cubrirse él. ¡El adúltero vive nervioso
y estresado para cubrir su adulterio! Un buen día, le aparece un quiste grandísimo a causa de sus
nervios y ansiedades. Los tumores también son psicosomáticos, son degeneraciones de los tejidos
que tienen un origen en la comida que comemos y en los problemas que vivimos; el adulterio te
puede traer un tumor, te puede traer problemas sanguíneos e infinidad de enfermedades. A Pasteur
se le ocurrió preguntarse si no habría algún “bichito” que produjera las enfermedades y todo el
mundo se le rió en la cara; ¿cómo un virus tan pequeño y microscópico puede afectar la salud de
una persona? ¿Cómo puede un bichito tan insignificante producir una enfermedad si es invisible a
los ojos? Pasteur descubrió que ese “bicho invisible” causaba las muertes más frecuentes de su
época y descubrió un método sencillo que llamaron después “pasteurización” a través del cual
llevando los alimentos a más de 100 grados, los virus que están en esos alimentos se eliminan.
¡Tendríamos que pasteurizar a los creyentes!

EL ARREPENTIMIENTO TRAE SANIDAD


Cuando viene la enfermedad a la vida del creyente, lo primero que se le ocurre hacer es tomar
algún remedio para ver si se le va el dolor; a nadie se le ocurre decir: “He pecado”. En vez de correr
a Dios, corremos a las aspirinas, al último antibiótico que nos recetó el médico y por último, al
médico quien ataca el problema externo de la enfermedad, pero el verdadero problema de la
enfermedad es el pecado y la maldición por causa del pecado. La enfermedad es solamente la rama
del árbol pero lo importante del árbol está en el tronco y en la raíz. La Biblia nos enseña que la raíz
de la enfermedad está en el pecado. Observemos lo que dice Santiago 5:16: “Confesaos vuestras
ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo
puede mucho”. Fíjate cómo se relaciona la enfermedad con las ofensas que hay entre hermanos. Si
alguno está enfermo tiene que confesar sus ofensas para ser sanado. ¡Nada de aspirinas! Algunos
creen que la enfermedad, en algunos casos, no viene por el pecado, pero yo afirmo hoy, que la
enfermedad SIEMPRE viene por el pecado. Muchos se oponen a este argumento diciendo que en
una oportunidad Jesús sanó a un enfermo diciendo que no era que había pecado él o sus padres, sino
que nació ciego para que las obras de Dios se manifestasen en él (Juan 9:3). Pero Jesús no quiso
decir que este hombre o sus padres no hayan pecado, porque no hay justo ni aún uno debajo de la
tierra, ni la virgen María. Hubo un solo hombre que no pecó en la tierra y recibió sobre sí mismo el
pecado de todos nosotros, se hizo pecado, no habiendo pecado y ese fue Jesús. Jesús, en el caso del
ciego, no dijo que éste había nacido sin pecado, sino que su enfermedad fue para la gloria de Dios.

Horrendo error es atribuir a la voluntad de Dios, lo que es la consecuencia de nuestras malas obras;
otro error es creer que la solución es ir al médico: Lo que necesitamos, es que Dios nos perdone y
en todo caso, si Dios nos perdonó vayamos al médico (no estamos en contra de ellos) pero no
podemos dejar la raíz de la enfermedad.

Tú tienes que asegurarte que Dios te limpia de todo pecado; necesitas preguntarle a Dios: “¿Qué
hay en mí que necesita limpieza? El pecado es la infracción de la voluntad de Dios. La muerte
espiritual obedece al pecado, pero en el mundo visible, esa misma verdad se manifiesta por la
muerte física que tiene su origen en la enfermedad. La enfermedad es tipo del pecado en el área
visible. Siempre hay realidades visibles que tienen manifestación en el mundo visible. En el mundo
visible el tipo del pecado es la enfermedad, y el tipo visible de la muerte espiritual, es la muerte
física; entonces el pecado actúa trayendo muerte espiritual, es decir, separación absoluta de Dios, lo
cual te impide conocer sus caminos y su voluntad, trayendo esto, condenación a tu vida; la
enfermedad en tanto, actúa para la muerte del cuerpo, nadie se muere de muerte natural. No existe
eso… no es sanidad que el corazón deje de latir. Toda persona muere porque la enfermedad ha
luchado contra esa existencia toda la vida. Y si no lo entiendes, mírate al espejo…

CONCLUSIÓN
La enfermedad acecha y la Biblia nos enseña que Jesús al morir en la cruz del calvario, trajo
provisión no sólo para el pecado, evitando así la muerte eterna, sino también provisión para nuestro
cuerpo, a través de la sanidad. La conclusión es que todo aquel que es perdonado de sus pecados,
tiene derecho a ser sano de sus enfermedades, por eso el capítulo 53 de Isaías que habla de la
redención del hombre, habla también de que el Mesías pagó el precio por nuestras enfermedades.
¡En la cruz Él llevó nuestras enfermedades también! Salvación incluye creer que no sólo tenemos
vida eterna en el cielo sino que Él sana nuestras enfermedades aquí abajo en la tierra. Creer que
Dios me ha perdonado, incluye creer que Él me sana también; en el mismo pasaje donde habla de la
salvación, habla de la liberación de la enfermedad: Pecado y enfermedad están relacionados. Dirás:
“Si Él murió por mis pecados, ¿por qué estoy enfermo?” Porque toda bendición debe ser alcanzada
por la fe. ¡Tienes que buscar tu sanidad primeramente delante de Dios! ¿Cómo? Arrepintiéndote de
tus pecados. Dios hoy quiere librarte; si reconoces tus pecados, hoy Él te sanará y te librará de la
maldición que te persigue. Si hoy quieres vida eterna y también sanidad, haz esta oración ahora
mismo:

“Padre querido, reconozco que he pecado y he cometido malas obras; perdóname Señor, límpiame
de mi pecado y seré sano, límpiame de mi maldad y será limpio mi cuerpo. Creo por la fe, que tu
hijo Jesucristo, vino a este mundo para redimirme física y espiritualmente. Lo creo, en el nombre de
Jesús, amén”.

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