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CARLOS LIÑAN
DOCENTE
“La Doctrina italiana considera que estos documentos poseen una función de
legitimación meramente pasiva, esto es, que confieren eficacia liberatoria al
cumplimiento de buena fe que haga el deudor al portador del documento,
considerado como acreedor.
El deudor puede también pagar válidamente, aun sin que el documento le sea
exhibido, así como puede declararse insatisfecho con la mera presentación y
exigir pruebas extracartulares adicionales; es decir, tiene facultad para
cuestionarse la titularidad del poseedor del documento sobre el derecho en él
consignado. En este sentido, los documentos de legitimación tienen una diversa
conformación a los títulos valores, y una diversa eficacia, ya que, no obstante
conferir la legitimación pasiva, con lo que se le permite al deudor hacer buen pago
con la sola presentación del documento, no otorgan a su tenedor la legitimación
activa, por lo que éste no tiene derecho a exigir la prestación.” (FERRI, 1965)
Los documentos de legitimación, a diferencia de los títulos valores, no están
destinados a circular. Por el contrario, están predispuestos a cumplir la finalidad de
facilitar la ejecución del contrato, aportando un medio de prueba de particular
eficacia para la individualización de la persona del acreedor.
Acerca de los documentos de marras encontramos esta posición, “no puede
hablarse de una incorporación del derecho en el título, ya que ningún vínculo y
ninguna dependencia existen entre el derecho y el documento. En consecuencia,
no rigen ni la literalidad ni la autonomía, por lo que el tenedor de uno de estos
documentos está expuesto a todas las excepciones que pudieren oponerse a
cualquiera de los tenedores que le precedieron.
Estos documentos de legitimación sirven para facilitar al deudor la identificación
del acreedor, constituyendo el dato objetivo de aquella compleja situación, por lo
cual, la ley atribuye efecto liberador al pago realizado al acreedor aparente; ellos
son indirectamente útiles también a su poseedor, en cuanto al deudor, si no tiene
particulares motivos para desconfiar de la calidad de acreedor del requirente,
pagará a éste sin oponer excepciones.” (Rodríguez Moreno, 2006)
Contraseñas de legitimación.
La función de las contraseñas de legitimación es la de liberar al deudor
cumpliendo una prestación conocida frente al tenedor de la contraseña. Ejemplos:
fichas de guardarropa de una discoteca, resguardo de la reparación de una
televisión.
Cartas-órdenes de crédito.
Son aquellas cartas expedidas de comerciante a comerciante o destinadas a
atender una operación mercantil.
Son títulos nominativos (carta) que indican una cuantía fija, a través de los cuales,
el emitente invita a otra persona a que pague a un tercero directamente designado
en el título (portador de la carta) Está en desuso.
Cartas de patrocinio.
Estos títulos-valores impropios, son títulos basados en una relación empresarial o
relación de patrocinio preexistente entre el remitente (patrocinador) y el
beneficiario (patrocinado)
Normalmente ambas partes son sociedades mercantiles, su función es perseguir
que el patrocinado pueda cumplir normalmente ante el destinatario, las
obligaciones que se deriven del crédito que se le concede, contando con la
garantía del patrocinador, Son conocidas también como «confort letters», cartas
de conformidad, de responsabilidad o de garantía.
Tarjetas de crédito.
Se basan en la relación jurídica existente entre un establecimiento financiero
(emitente o dador) y sus clientes (beneficiario o titular), con los que mantienen un
contrato de cuenta corriente. Despliega sus efectos frente a una serie de
empresarios ante los cuales va a hacerse valer la tarjeta (cuando pagas con
tarjeta en un establecimiento mercantil).
El beneficiario se obligará con los empresarios a título oneroso adquiriendo bienes
y servicios (compra de un bien o servicio), dirigiéndose posteriormente éstos
contra el emitente o entidad bancaria para obtener el cobro de los créditos
derivados de las adquisiciones.
Tarjetas de débito.
El titular de una cuenta corriente y titular de la tarjeta puede disponer ante terceros
del dinero que tiene depositado en la entidad bancaria. A diferencia de las tarjetas
de crédito el banco no asume ninguna obligación de crédito.
Se limita a facilitar los fondos de la cuenta corriente al cliente, la cantidad de la
que puede disponer el cliente está limitada al importe que haya en ese momento
en la cuenta corriente.
Bibliografía
FERRI, G. (1965). TIULOS DE CREDITO. Buenos Aires: Abaledo Perrot.
Urbina, H. V. (2013). DE LOS TITULOS VALORES. DE LOS TITULOS VALORES . UNIVERISDAD LA GRAN
COLOMBIA .