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OBJETIVOS:
El Mediterráneo central y oriental fue escenario, a partir del tercer milenio a. J.C, del desarrollo de
pequeños estados marítimos, los estados griegos, los cuales configuraron de manera progresiva
un modelo de civilización propio y peculiar que influiría de manera decisiva en la génesis y
evolución de la cultura occidental hasta nuestros días.
El antecedente inmediato al período de mayor apogeo de la Grecia antigua está caracterizado
por la presencia de dos importantes culturas:
√ La minoica (Creta) y,
√ La micénica.
a. La Civilización Micénica:
El pueblo micénico, llamado así por Micenas, su centro cultural más importante, era de origen
indoeuropeo y estaba organizado en pequeños reinos. Se conoce fundamentalmente gracias a
los testimonios arqueológicos (Micenas, Tirinto, Pilos) y al desciframiento de su sistema de
escritura, el lineal B. Este pueblo, llamado aqueo por los griegos, se infiltró desde el norte de la
península y se estableció en recintos fortificados, a menudo en zonas elevadas, que contenían
el palacio y sus dependencias, mientras que la población vivia en aldeas sobre las colinas de
los alrededores.
La religión micénica: era una síntesis entre las aportaciones de los inmigrantes indoeuropeos
y las viejas creencias mediterráneas en las fuerzas de la fertilidad, la fecundidad y la vida
eterna. En ella encontramos gran parte de los dioses de la Grecia posterior.
La cultura micénica fue, en muchos aspectos, una clara adaptación de la cultura minoica
Desapareció violentamente a lo largo del siglo XII a.J.C., coincidiendo con un momento de
amplios movimientos de población que sacudieron todo el Mediterráneo oriental, creando un
aislacionismo cultural. No se sabe si los invasores dorios fueron los responsables de la caída
de Micenas o si ésta fue debida a procesos revolucionarios de naturaleza interna, contra el
poder de sus pequeños estados despóticos. En todo caso, el conjunto de valores estéticos,
literarios, políticos y filosóficos que configuraron la cultura de la Grecia clásica surgieron en los
llamados «siglos oscuros» (1100-750 a.J.C.) posteriores al derrumbamiento de la sociedad
micénica.
A lo largo de estos siglos, los testimonios arqueológicos son escasos; se constata el abandono
de los antiguos emplazamientos por otros nuevos, la utilización de los antiguos asientos como
lugares funerarios y la sustitución de la inhumación por la incineración. Todo ello parece
indicar la influencia de un pueblo nuevo, quizá los dorios de quienes habla la leyenda, que dio
lugar a una nueva etapa en la historia de Grecia.
b. La Civilización Minoica
La civilización minoica (Creta) fue el resultado de la fusión de inmigrantes anatólicos con la
población autóctona. Despojados de las influencias orientales, los cretenses crearon unas
formas de vida y unos valores propios que imprimieron un carácter original a su civilización,
conocida fundamentalmente por sus grandes y hermosos palacios (Cnosos, Festo, Malia).
Creta extendió su dominio más allá de la isla, gracias a una poderosa flota naval que les llevó
a obtener un vasto imperio marítimo bien retribuido por las poblaciones sometidas. Asimismo,
conocían la escritura (lineal A), utilizada para llevar la contabilidad y la administración del
palacio, y desarrollaron un sistema de intercambios y factorías que les convirtió en un centro
económico de primer orden en toda la cuenca mediterránea.
En el siglo XV a.J.C. fueron conquistados por los micénicos, que absorbieron gran parte de
sus valores.
En la época arcaica (siglos XII – VI a.J.C.) tuvieron lugar dos fenómenos capitales para la historia
posterior: el nacimiento de las ciudades-estado o polis, cuna del sistema democrático, y el proceso
de colonización, base de su expansión.
sin voz ni voto en las decisiones de su comunidad que estaba en la obligación de ceder parte
de la producción a la aristocracia a cambio de su protección.
El descontento de la población agrícola ante este panorama trajo consigo, apenas un siglo
después, una serie de disturbios que acabaron con la instauración de
tiranías. El tirano procuraba satisfacer las necesidades de los
campesinos y favorecía la ascensión de una incipiente burguesía,
surgida a raíz de las expansiones comerciales. Estas nuevas
clases intermedias crearon un grupo de presión política y social
para equiparar sus derechos a los de la aristocracia, sentando los
antecedentes del desarrollo democrático. No obstante, la tiranía
fracasó en Grecia debido a la incompetencia o ambición desme-
surada de sus representantes. La democracia acabaría imponiéndo- se
como sistema de gobierno excepto en Esparta.
A partir del siglo VII a.J.C. se consolidó una nueva situación jurídica para evitar la arbitrariedad
de los poderosos. En este sentido, hay que mencionar la promulgación del código de Solón
(640-558 a.J.C.).
La coexistencia en Grecia de tantas unidades soberanas fue un inconveniente que repercutió
en la desmembración de la civilización griega. La conciencia de unidad cultural fue el único
elemento común de unión ante las amenazas exteriores pero, políticamente, el individualismo
de los estados griegos impidió que llegaran a formar un gran estado con aspiraciones e
intereses comunes.
Aporte cultural: En todas ellas, Grecia introdujo en mayor o menor medida elementos tales
como el alfabeto griego, la moneda, el uso sistemático del hierro como metal o la extensión del
torno de alfarero, e impactó en gran manera en la tradición económica y cultural que
desarrollaron aquellos pueblos.
En el siglo VI a.J.C. la colonización se detuvo debido a la presencia de fenicios, cartagineses y
persas en el Mediterráneo, así como por la disminución de la presión demográfica.
Al igual que los griegos, los fenicios estaban organizados en ciudades-estado independientes.
Gobernadas por reyes-sacerdotes, las ciudades fenicias más importantes fueron Tiro y Sidón,
aunque su supremacía estuvo constantemente amenazada por los imperios asirio-babilónico,
egipcio e hitita.
Las ciudades fenicias cultivaban al máximo la escasa tierra de que disponían; sus bosques de
cedros y pinos les proporcionaban la madera necesaria para sus naves y para el intercambio.
La principal industria era la de los tejidos, aunque también destacaron por el trabajo del metal,
el cristal y el marfil.
La independencia de los fenicios duró poco tiempo. A partir del siglo VII
a.J.C. este pueblo volvió a ser sometido por asirios, egipcios y persas y se
vio obligado a reducir su vitalidad comercial. La tarea colonizadora fue
asumida por Cartago, su colonia más activa, pero la derrota ante Roma
supuso el fin del imperio cartaginés.
C. LA ÉPOCA CLÁSICA:
a. La Época Clásica.
La introducción de la democracia supuso la participación activa de los ciudadanos en las
decisiones políticas de su comunidad. Así lo demuestra la creación de la asamblea de
ciudadanos (ekkíesid), con potestad para elegir a los miembros del Consejo (Jbulé) y los tribu-
nales.
D. LA HEGEMONÍA DE ESPARTA:
La guerra del Peloponeso supuso el traslado del poder político a terreno espartano. Este hecho
debilitó los pilares democráticos consolidados en Atenas. Ni siquiera el fin de la hegemonía de
Esparta consiguió recuperar el marco esencial en el que se habían insertado las polis, sus
instituciones y, por extensión, la civilización griega.
Los periecos e ilotas eran los encargados de desarrollar las diferentes actividades
económicas, de las que dependía la supervivencia de los homoi. De este modo, los homoi
quedaban libres para dedicarse exclusivamente a la preparación militar.
Conocemos gran parte de los hechos acontecidos durante la guerra del Peloponeso gracias
a la labor del historiador ateniense Tucídides, contemporáneo de la contienda. Considerado
el fundador de la ciencia histórica racionalista, Tucídides apostó por una reconstrucción de la
historia a partir de indicios lógicos o psicológicos, lo que hace que su historia sea una
historia de la actividad humana, del poder y de la ambición: una historia universal y
atemporal.
En referencia a la guerra del Peloponeso, Tucídides apunta que fue un enfrentamiento
inevitable (debido al expansionismo imperialista y militar ateniense y el temor que éste
suscitaba en Esparta y sus aliados) y grandioso: es la primera guerra civil del mundo griego
y de Occidente; a ella acuden dos bandos en plenitud de recursos económicos y militares
tras veinte años de paz casi desde las guerras médicas; cada bando arrastró consigo a sus
aliados, no sólo de la Grecia continental, sino también de las islas, de Asia Menor y de sus
colonias como Sicilia y la Magna Grecia; y su duración fue de veintisiete años.
Esparta, aprovechando los recelos hacia el poderío ateniense por parte de algunos estados
de la Confederación, promovió suspicacias e intrigas y los incitó a la sublevación. Por otra
parte, la actitud de Atenas ante el enfrentamiento entre Corinto y su colonia Corcira, a la que
ayudó, fue el detonante definitivo del conflicto.
La acción mediadora de Persia decantó la balanza del lado de Esparta, cuya política de
terror, junto a su sistema de oligarquías, provocó numerosos levantamientos y alianzas entre
las polis. La Liga del Peloponeso llegó a su fin con la caída de Esparta ante Tebas en
Mantinea. Sin embargo, la herencia de la guerra del Peloponeso se haría notar en la
posterior crisis política y social, en la que los estratos más bajos se llevarían la peor parte
(pérdida de tierras del campesinado).
Las tensiones entre ricos y pobres se acentuaron y dieron lugar a disturbios sociales que
canalizaron en aspiraciones igualitaristas y de reparto de tierras.
La guerra del Peloponeso conllevó la decadencia de la polis y
de sus instituciones como marco esencial de la
civilización griega. A partir de entonces el mundo grie-
go entró en una nueva etapa, en la que surgieron
nuevos centros de fuerza política y cultural: la monar-
quía, la caballería y los mercenarios, en detrimento de
las instituciones y de los valores democráticos que
habían caracterizado la época clásica, asumieron una
importancia mucho mayor
a. El Dominio Macedonio
A mediados del siglo IV a.J.C. Filipo II, rey de Macedonia (382-336 a.J.C.), aprovechó la
crisis social y política de los estados griegos para extender el dominio macedonio hasta el
mar Egeo y la Grecia continental. Tras la batalla de Queronea, en la que Atenas y Tebas
fueron derrotadas, Filipo se adueñó de toda Grecia; al año siguiente constituyó una liga, de
la que formaron parte todos los estados, menos Esparta y algunas islas, y cuyos miembros
se comprometieron a respetar las libertades reciprocas y a suprimir las sublevaciones
locales provocadas por una injusta distribución de la tierra; en política exterior, la liga declaró
la guerra a Persia.
El asesinato del rey provocó la sublevación de las polis griegas contra la hegemonía
macedonia, pero fue sofocada por Alejandro Magno (336-323 a.J.C.), hijo de Filipo.
Alejandro se embarcó en la conquista de Persia, empresa que logró en 331 a.J.C. Tres años
antes había liberado las ciudades griegas de Asia Menor. Posteriormente, se incorporarían
al imperio Mesopotamia, Babilonia, Siria y Egipto, donde fundó Alejandría.
Aunque el sueño de Alejandro fue la unificación política y cultural de todo su gran reino, lo
cierto es que no supo establecer las bases para hacer del imperio una estructura
homogénea.
b. La Época Helenística
AUTOEVALUACIÓN Nº 04
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