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Besos de viejo

Monologo modernoso sobre la autenticidad

BOTELLA SOBRE UN TABURETE, SILLA CON ROPA Y CESTO DE BASURA.


APARECE UN HOMBRE EN CAMISETA, CON UN LÁTIGO DE MUCHAS TIRAS Y UN
VASO, MIRA AL PÚBLICO, SE PEGA EN LA ESPALDA CON EL LÁTIGO Y, PARA
CALMAR EL DOLOR, TOMA UN TRAGO

HOMBRE: Imperdonable…(se pega, toma)”besos de viejo”… imperdonable (se pega,


toma) nunca me lo voy a perdonar (besa el vaso, se ríe al recordar) ”besos sopapa” (se
pega. Toma, le duele, cambia) bueno, no se… el tiempo cura todo, si no, no podríamos
seguir. (cambia el tono) Yo no lo entendí en ese momento, le eché la culpa a ella, pensé
“pendeja histérica, pendejadas, se está burlando de mí”, pero después me di cuenta… (de
pronto levanta una mano, como para detener la conversación) Perdón, explico. Soy
Andrés, Andrés Zurita, 44 años, tengo una hija de 20 y estoy separado desde hace tres
años… y… (se pega, toma) Estoy tratando de acomodarme, de volver a aprender a vivir
en… esta nueva vida… (se pega, toma) imperdonable… Quiero decir, que desde que me
separé yo… ando raro, es como que…. Estoy descolocado, como que el mundo cambió
en estos 20 años y yo no me di cuenta, como que el mundo siguió evolucionando y yo me
quedé afuera, como decirlo… (se prepara para pegarse pero se arrepiente, solo bebe) Yo
tengo una pequeña empresa, una pime como dicen ahora, que anduvo muy bien durante
muchos años funcionando a la antigua, o sea… cuando hay que comunicarse con alguien
se los llama por teléfono, se va hasta su negocio, y así, todo bien. Pero un día me
empezaron a llenar la cabeza con esto de modernizarse, de utilizar las nuevas
tecnologías, para hacer publicidad en Internet, tener página web, y un montón de nombres
en inglés que ni se pronunciar guasap. Twiter, fanpage... cosas absolutamente
desconocidas para mí, por lo que decidí contratar a uno de esos pibes que nacieron con
una computadora, y puse un aviso en el diario, (piensa, se prepara para pegarse pero
sigue hablando) a las antigua para variar. Entre los pibes que aparecieron por el trabajo,
había una muchachita de 25 años chiquitita, bonita, preciosa… muy suave (piensa, de
pronto se da un terrible latigazo, queda un rato temblando y bebe) y tres pecosos
colorados con manitos blancas, alfeñiques. Yo hacía un año y medio que me había
separado, había salido con un par de mujeres de mi edad, pero nada más…por supuesto
contrate a la chica. Sol se llamaba… se llama… al poco tiempo me di cuenta de que iba a
ser un problema, pero eso no fue suficiente, estuvo lejos de hacerme pensar en echarla.
(se pega despacio, con cuidado, ya que la anterior le dolió mucho) Me fascinaba la
pendeja, me removía por dentro. Y eso que yo soy un tipo tranquilo, pensaba… “podría
ser mi hija”, yo… no ando jodiendo, yo… tranquilo, pero… me acuerdo que empecé a ir
más contento al laburo, la chica iba dos veces por semana a la empresa, arreglaba todo
eso de la tecnología, esos días yo iba a la empresa más feliz que nunca, y eso que no
tenía en mente que pasará nada, yo soy un tipo a la antigua… nunca había tenida nada
con una empleada… se entiende? pero igual era un placer ver a esa chica, verla sonreír…
escucharla hablar suavecito… sentir la dulzura con la que opinaba… con la que
escuchaba los pedidos o daba soluciones, (levanta el látigo, se crispa, pero lo baja sin

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pegarse) hasta ahí todo bien. Un día llovía, llovía fuerte, un diluvio y cuando terminó el día
del trabajo casi sin darme cuenta me encontré con ella a solas en el palier del edificio. Ella
esperaba que parara un poco para tomarse un colectivo… no pude irme, no pude… tuve
que quedarme hablando de cosas tontas, de tecnologías! tratando de entender cosas que
realmente no entiendo, tratando de derivar la conversación a lugares más reconocibles
para mí y en un momento casi sin darme cuenta le ofrecí llevarla a la casa en mi coche.
(de pronto se pega varios latigazos, como si ese fuera el GRAN ERROR) Ella aceptó
fresca, tranquila. Segura! sin dar ninguna señal de que YO significara algo más que un
remisero en ese momento. Traté por con todas mis fuerzas de hablar de cosas triviales,
de no ponerme pesado, de que no se me notara… (lento, recuerda) que no podía dejar de
mirar su imagen de perfil recortada en la luz de la ventanilla del acompañante del auto.
Llegamos a su casa, habíamos conseguido una conversación que nos unía, estábamos
riendo juntos… ella no se bajaba de mi auto, no estaba apurada y yo no detenían el motor
(suave) casi para cuidar de no destruir ese momento mágico. Charlábamos
superficialmente, relajados, yo disfrutaba ese momento, disfrutaba la conversación como
si me hubiera olvidado que estaba con una hermosura de 25 años con la dulzura más
inquietante que había visto en mi vida… (cambia el tono, explica fastidiado) porque yo,
desde que me había separado, había salido con algunas mujeres… De mi edad, todas…
SEÑORAS DESESPERADAS! (trata de beber pero no tiene más) desde mi separación,
mis intentos de volver al ruedo de la seducción, del romance… habían sido un fiasco,
todas minas llenas de mañas, artificiales, que tenían estudiado cada gesto, cada palabra
para hacerse las sexis…(pausa, cambia) Y de repente, yo ahí, en ese auto… todo era
dulce, natural, simple… Cuando de pronto salió algún tema que no recuerdo… (Se
angustia) Ella sonrió y dijo “igual que mi papá, a él también le gusta”… no recuerdo de
que hablábamos… sólo que para ella, yo, era igual que su papá. (Amenaza pegarse, mira
el látigo y sigue hablando) no puede evitar preguntarle cuántos años tiene tu papá? 48 me
dijo, ¿y vos? “tengo 44” “mirá! Podés venir un día a visitarnos y charlan con mi papá de…”
no me acuerdo de que tenía que hablar con su papá…se me hizo un nudo en la garganta
y no pude seguir hablando, me daba cuenta de que por un momento había olvidado que
tenía 44… ella tardó unos segundos en sentir que algo se había roto. Se bajó del auto
saludando, agradeciendo… relajada, fresca, como si no hubiera destruido nada, como si
no hubiera volado de un soplido mi enorme castillo de naipes. (Sopesa el látigo y el vaso)
Después de ese día cada encuentro que la empresa estaba bañada de la sensación de
dos viejos amigos, grandes esfuerzos de mi parte para no estar todo el día sentado al
lado de su escritorio, para no estar horas mirándola trabajar, para poder pensar en otra
cosa, para no mirarla enfrascada en su computadora, para no derretirme cuando me
encontraba con su sonrisa. Un año estuve derritiéndome ante cada gesto, ante cada
sonrisa, ante cada frase dulce. Un año ocultado fantasías, tratando de no pensar. (deja el
vaso) Un día vino mi hija a visitarme a la empresa, viene de vez e cuando… y hay una
secretaria de su edad, una gordita muy divertida que trabaja en la empresa con la que se
lleva muy bien, son casi amigas. Se reían, mi hija, la gordita y Sol, que justo estaba cerca
y yo me puse a escuchar disimulando… parecía que una experiencia de la noche anterior
no había salido bien.. se reían las chicas porque a mi empleada la gordita le habían
dado… según ella “besos de viejo” y empezaron a hace un catálogo de besos, según

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ellas había hombres que dábamos “beso lagartija” parece que es como una lengüita de
lagartija que entra y sale rapidito, “besos, sopapita”, “ besos secos” “besos mojados” y no
recuerdo cuantos más. Se reían las chicas… y mi empleada les contaba que este
muchacho que también era de su edad, le daba besos cariñosos y suaves en su primera
cita “besos de viejo” y ella esperaba la fogosidad! la pasión! hasta que, harta! se decidió
por agarrar y violar al muchachito directamente para no perder más tiempo. Sól se reía
con ellas de los aburridos “besos de viejo” del muchachito, y a mí me corrió un frio por la
espalda… al entender que no tenía ni idea de cómo eran los nuevos códigos de
seducción entre los jóvenes y que no sabría cómo tratarla si quisiera seducirla…
(recuerda) “besos de viejo” (se acomoda prolijamente y pone la mano derecha sobre el
taburete. Luego ceremoniosamente se comienza a pegar en la mano con el mango del
látigo mientras habla) Pasaron algunos días de esa anécdota cuando una noche mientras
revisaba mis correos encontré un mensaje de sol con algunas dudas del trabajo.
Inmediatamente le respondí haciendo un esfuerzo tecnológico por el método este nuevo
que se usa… (ceremonioso) el “chat”…(golpe) y ahí descubrí una nueva forma de
comunicación… estuvimos un largo rato “conversando”… (golpe) si es que se puede
llamar “conversar” a esta locura de escribir las cosas que uno quiere decirle a la otra
persona… pero me gustó! (golpe) me gustó mucho el sistema (golpe) porque te da tiempo
a pensar las respuestas (golpe, va enloqueciendo de felicidad, sádico) y aparte te da una
impunidad… (golpe) uno puede decir cosas que a veces en el cara a cara la mirada del
otro nos inhibe… (golpe) los tiempos más urgentes de la comunicación verdadera… cara
a cara digo…no nos permiten ser tan creativos. (último golpe, enloquecido) y no se dicen
pavadas porque en el “chat” se habla con las manos!!! (Levanta y mira la mano arruinada,
a la mano, desafiante) apretá enter ahora! Apretá enter!!! (va hasta el cesto de basura y
tira el látigo) Esa fue la primera de varias noches de “chat” en las que me encontraba
terminando de cenar apurado para abrir la computadora y mirar ansioso el puntito verde al
lado de su nombre. (Prolijamente busca una venda y se empieza a vendar la mano
mientras habla) Conversaciones primero amistosas, simpáticas, luego tiernas, luego
íntimas. Hasta que no pude más y un día empecé a dejar que aparezcan las palabras
“preciosa, hermosa, dulce” a mi forma de armar las preguntas y respuestas del chat. A
veces me preguntaba qué estaba haciendo, que estaba buscando? Es una nena! ¿Qué
vas a hacer con una nena?... pero desear se me hacía inevitable. A la siguiente noche de
chat me decidí y empecé a ser más directo en mis elogios hasta que Sol abandonó el tono
amistoso. Con el corazón en la mano… palpitando… escribí “a veces sueño con vos” me
quedé mirando la pantalla…pausa, silencio, va, que silencio, se escuchaba el corazón, la
respiración, todo… hasta que el botoncito titila… me ahogo, otro silencio, nada, de pronto
la frasecita que dice “sol está escribiendo” y el rato… “a mí me pasa lo mismo”. (Larga
pausa, se empieza a poner la camisa y abrochar los botones) quedamos en encontrarnos
en su casa al otro día a las cuatro de la tarde… hora en que sus padres habrían salido…
Que gracioso! Sus padres no estarían, por eso yo podría ir…parecía un chico…mientras
iba caminando… el corazón en la boca, la ansiedad, los años que hacía que no sentía
esas sensaciones retumbándome la cabeza… de pronto apareció la frase "besos de
viejo". Eso fue el principio del fin… los últimos metros hasta su casa los caminé
pensando… ”besos de viejo” en vez de disfrutar el momento… pensaba en cómo debía

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conquistar a una chica 19 años menor… como debería tratarla? Toqué la puerta, pasó un
tiempo, ella la abrió lentamente, mirándome a los ojos, no había sonrisas, si la frescura, si
la dulzura de siempre y la suavidad de siempre. Ella cerró la puerta, yo acerqué
lentamente mi cara a la de ella "besos de viejo” retumbaba en mi cabeza… al primer
contacto de los labios… “besos de viejo”… entonces la abracé fuertemente… mi lengua
en su garganta… empecé a respirar más intensamente… Hacía mi personaje de joven
excitado… (Pausa. Angustiado) nada de eso era cierto… nada de eso coincidía con la
dulzura, con la ternura, con la suavidad con la que ella me había derretido durante un
año… sentía que Sol me abrazaba… respondía a mis caricias mecánicamente,
incómoda. De pronto apartó su cara, me miró a los ojos y dijo “esto no está bien” se
separó de mí, se alejó unos pasos… empezó un monólogo de mi condición de hombre
mayor, que su problemas con la imagen paterna, de un novio anterior… que estaba por
empezar una relación.. Nada de esto era cierto, lo sospeché desde el primer momento, lo
sentí seguro después. En realidad ella sólo quería que yo fuera el hombre que se derretía
con sus miradas,(pausa, lento) quería mis besos verdaderos, (pausa, se ríe de sí mismo)
quizás quería mis “besos de viejo” y yo no supe dárselos…Imperdonable.

Mario carneglia

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