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La histeria de una ilusión: crisis de 1873


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La primera crisis financiera mundial llegó tras un período de euforia
BRAULIO GARCÍA JAÉN 07/08/2010 18:10

El terrible pánico había desplomado la confianza. (...) Todos parecían deseosos de


querer vender y había muy pocos compradores; Jay Gould adquirió casi todos los
stocks a la venta, y (...) pareció que el pánico estaba hasta cierto punto controlado,
aunque los Rothschilds difícilmente habrían podido contener la tendencia a la baja".

El New York Times desplegó en su portada del domingo 21 de septiembre la


histeria con la que los agentes de Wall Street corrían a deshacerse de las
acciones, sobre todo de las empresas de ferrocarriles del banquero y gran
especulador Jay Gould, que intentaba frenarla a todo coste. Dentro, daba cuenta
del intento de suicidio de un broker arrojándose al East River el sábado por la
tarde. La desconfianza había descarrilado el viernes.
Las calles de Nueva York durante el viernes negro en que se desató el
Ese domingo, el presidente, Ulysses S. Grant, pánico bursátil de 1873.BRAULIO GARCÍA JAÉN
El pánico bursátil llegaba a la ciudad para reunirse con el
secretario del Tesoro y los grandes banqueros.
contrajo el crédito y
El lunes, el Gobierno depositó fondos en los principales bancos comerciales de la ciudad para evitar un pánico
llevó a 12 países a la bancario generalizado. EEUU, aún así, sufrió una larga recesión.
suspensión de pagos
Bienvenidos a 1873, la primera gran crisis financiera del capitalismo globalizado. Esta vez era Nueva York
quien se resfriaba. El estornudo se había oído en mayo, en la capital del entonces Imperio Austrohúngaro,
Viena. Luego golpearía con virulencia a Latinoamérica y Oriente Próximo, donde 12 países suspendieron el
pago de su deuda. En España, los tiros iban por otro lado: la Primera República lidiaba con una nueva guerra carlista.

El descomunal desarrollo del ferrocarril (en EEUU como en Europa) contribuyó a crear el espejismo del incremento ilimitado de las
ganancias de los inversores. Y la indemnización que Francia tuvo que pagar a Alemania tras su derrota en la guerra franco-prusiana (200
millones de libras), la mayor operación financiera del siglo, impulsó una especulación sin precedentes.

Bonos hondureños
Aquella crisis tuvo también su Madoff. El delincuente que explotaba la gran ilusión: ganar mucho dinero en poco tiempo. En 1870, Honduras
obtuvo un préstamo extraordinario de Bischoffsheim, una entidad londinense. Honduras, uno de los países centroamericanos más pobres,
seguro que lo agradeció, pero varios bancos londinenses pusieron especial empeño, según cuenta Carlos Marichal, en su Nueva historia de las
grandes crisis financieras (Debate). Las primeras emisiones de bonos hondureños a finales de los años sesenta habían
fracasado, así que Bischoffsheim contrató a un especulador profesional.

Charles Lefebvre creó un mercado artificial para los bonos hondureños, gracias a los agentes contradados (entre 50 y 100), y colocó gran parte
de ellos a un 13% de interés. Lefebvre, se supo luego, reservó 4.000 libras de sus ganancias para el diamante que regaló a la mujer del
embajador y otras 10.000 para el presidente hondureño, José María Medina.

La prensa financiera británica quiso achacar a los bonos centroamericanos toda la inestabilidad, según Marichal. Pero la causa de la fiebre
especulativa era bien conocida. Ni siquiera un Nathaniel de Rothschild, banquero y miembro del parlamento británico, podría haberla frenado,
según la ironía del Times, pero nadie mejor que él para diagnosticarla: "Yo diría que el problema es el deseo del público de obtener una tasa
de interés más elevada por su dinero".

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