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El Crack del 29

El Crack del 29 fue la más desbastadora caída del Mercado de Valores en la


historia de la Bolsa en Estados Unidos. Mucha gente se arruinó y lo perdió todo. A
este crack le siguió una fuerte crisis económica conocida como “La Gran
Depresión”. En este video le vamos a contar la historia que creíamos que nunca
se iba ha volver a repetir.

Miércoles 23 de Octubre de 1929. Los precios se desploman en el Mercado de


Valores de Nueva York, la Bolsa newyorquina situada en el número 11 de Wall
Street. Los inversores están sorprendidos y preocupados. Durante años los
precios de las acciones no habían parado de subir. A ese miércoles le sucedió el
“Jueves Negro”. De repente la Bolsa de Nueva York se llenó de gente que en vez
de comprar quería vender. Dicen que hubo gritos, llantos y empujones en el
parque. En las calles aledañas se congregó una gran multitud.

Para entender el crack debemos retroceder una época. En 1919 los Estados
Unidos habían emergido como primera potencia tras la Primera Guerra Mundial.
Estados Unidos estaba viviendo una etapa de su historia muy gratificante y
placentera que creían duraría para siempre. Eran “los elices años 20”. Las fábricas
americanas producían productos para la vieja Europa.

Para costear la guerra el Estado había emitido unos bonos llamados “bonos
libertad”. Si pagabas por dichos bonos el Estado te devolvería el precio de los
bonos con intereses. Por primera vez los ciudadanos vieron que podían obtener
rentabilidades interesantes por sus ahorros.

Así, Charles Mitchell, presidente del National City Bank, viendo que se acababa de
crear un público con tendencia a invertir decidió sacar al mercado bonos
corporativos o acciones y le dijo a la gente que eran inversiones fiables y con poco
riesgo.

Pronto los bancos empiezan a sacar nuevos productos financieros, abriendo


también el grifo para que la gente acceda al capital. Por primera vez se instala el
“compre ahora y pague después”. El acceso al crédito era facilísimo y todo el
mundo, desde el director de un banco hasta un limpiador de zapatos podía
endeudarse y vivir por encima de sus posibilidades.

En esta expansión de crédito tuvo mucha culpa la recién creada Reserva federal
en 1922, bajando los tipo de interés a niveles históricamente bajos, hinchando una
burbuja inflacionista e iniciando una borrachera bursátil.

La bolsa en aquel entonces era un mercado en el que solo invertían expertos, muy
restringido al público, y se acomodaba como un mercado competitivo rigiéndose a
las leyes de oferta y demanda. En este punto el mercado especulativo se abrió a
todo el mundo, todo el mundo quería su tajada.
Mitchell abría agencias de corretaje por todo el país, eran lugares donde se podían
invertir en bolsa, se actualizaban los valores a cada segundo y era necesario
acudir para poder comprar o vender. Allí se te proporcionaba un papel para dar
validez a tu compra o venta, y este debía ser conservado. Y llegó al alcance de
todo tipo de personas en Estados Unidos. La gente estaba estancada.

Se creó un mercado alcista que parecía que no bajaría nunca. En los años 20 se
llegaban a obtener grandes beneficios con un capital pequeño. La situación se
embellecía aún más por la venta de acciones a crédito. Si querías comprar
acciones pedías dinero prestado a un tipo de interés muy bajo, total en un
mercado alcista al vender vas a recuperar tu dinero y al final salías ganando.

El mundo se endeudaba y las agencias permitían un apalancamiento uno a diez,


es decir, invertir una suma diez veces superior a tu capital real. Se calcula que 2/3
partes de las acciones de Wall Street se compraban con dinero prestado.

La bolsa sube o baja rigiéndose por la ley de la oferta y la demanda, es decir, de lo


que la gente está dispuesta a pagar. Aquí la demanda crecía sin precedentes. En
vista del gran beneficio que todo el mundo estaba obteniendo, la gente no le
importaba cuanto pagar por las acciones siempre y cuando subieran. Este exceso
de demanda provocó que los valores creciesen y creciesen sin control, fuesen de
la empresa que fuesen, no importaba por qué estaban subiendo, siempre subían.
Por lo tanto, el precio de las acciones se empezó a inflar alejándose de sus
valores reales. Así es como se crean las burbujas.

Paul Warburg, un banquero estadounidense, lanzó un aviso de la burbuja que se


había creado y avisó de una enorme depresión, pero nadie le quiso escuchar, lo
hicieron callar. Nadie escuchaba a las personas que querían pisar la realidad y la
gente seguía envuelta en su “sueño americano”.

Se continuó invirtiendo mucho y aumentando la burbuja. Hubo un momento en el


que algunos inversores profesionales se dieron cuenta de que el mercado se
estaba sobre calentando. Los más profesionales y astuto se salieron, como Joe
Kennedy, el padre del que luego sería presidente de los Estados Unidos. Llegó a
decir, “si un limpia botas sabe tanto como yo sobre el mercado de valores, tal vez
es hora de que yo lo deje”.

Así llegamos al punto máximo y de inflexión de la burbuja. La tendencia de los


valores se iba invirtiendo levemente, el mercado se había vuelto más volátil y el
malestar aumentaba. Toda la burbuja se convirtió por un exceso de los
ciudadanos y cuando esta confianza cae ya no hay nada que hacer.

Miércoles 23 de Octubre de 1929. La Bolsa sufrió un gran golpe al bajar en una


sola sesión casi un 7%. Aquél día, solo fue un augurio de lo que pasaría al día
siguiente, el fatídico y recordado “Jueves Negro” de Wall Street.
Jueves 24 de Octubre de 1929. Se desató una furia vendedora de manera que en
pocos minutos se cursaron ordenes de venta por 1 millón de títulos. Las
cotizaciones de esas acciones iban cayendo. Se llegaban a ofrecer paquetes de
acciones a 1/3 de su valor sin encontrar comprador. Los agentes de bolsa pedían
desesperados garantías para aquellos títulos que con anterioridad se habían
comprado a crédito, pero, obviamente, nadie podía cubrirlos.

Empezaron a circular rumores de suicidios, gente tirándose desde rascacielos y la


gente de la calle, curiosa, empezó a entrar en las instalaciones. El pánico fue
gigante. La policía de Nueva York tuvo que tomar posiciones para evitar posibles
disturbios. Ya se había roto la burbuja. La reacción popular fue “esto no puede
estar pasando”.

Para el medio día, los principales jefes de los bancos se reunieron para intentar
solucionar la situación. La reunión incluyó a Thomas W. Lamont, actuando como
representante de JP Morgan Chase, Albert H. Wiggin, representante de Chase
National Bank, escogen a Richard Whitney vicepresidente de la Bolsa de Nueva
York (NYSE) para actuar en su nombre. Para palear la debacle inyectan dinero en
una serie de valores que se suponían fiables, los que se conocen como “blue
chips”. El multimillonario John D. Rockefeller hace lo mismo con esperanza de que
cambie la tendencia. Lo consiguieron, la bolsa empezó a subir.

Una intervención en los valores por parte de gente poderosa había logrado revertir
la sangría de precios. Invirtieron grandes sumas de dinero para remontar los
valores y volver a generar confianza en los inversores. El mercado remontó,
incluso los periódicos anunciaban “la crisis de la Bolsa ha pasado”. Pero esta
inyección de confianza no fue suficiente.

Tras una recuperación el viernes y otra pequeña el lunes, llegamos al Martes 29


de Octubre de 1929, conocido como el “Martes Negro”. El índice de la Bolsa
descendió mas que ninguna otra jornada de la Bolsa en la Historia de Nueva York.
Las bajadas continuaron hasta el mes de Enero cuando se tocó fondo. El
gobierno, presidido por el republicano Herbert Hoover, no sabe cómo parar el
golpe.

Consecuencias. Mucha gente se arruinó. Los bancos también se arruinan al no


poder recuperar el dinero prestado, cerraron porque dejaron de ser solventes.
Millones de personas pierden los ahorros guardados en esos mismos bancos. 3
mil de ellos cerraron en los dos años siguientes. Después de aquello, la gente
guardaba el dinero bajo el colchón. Muchas fábricas se echaron al cierre. Aumentó
el paro significativamente. Empiezan a aparecer barrios echas bolas por todo el
país (Hoovervilles). Y como sucede en todas las caídas, finalmente terminó
llegando a Sudamérica, Europa y hasta Australia. Inglaterra se cerró tras sus
fronteras y abandonó el patrón oro. El paro se disparó en Francia e Inglaterra. El
malestar y la crispación social, producto de la crisis económica, se disparó en
Alemania. Un joven soldado Austriaco empezó a abrirse paso como el símbolo de
la salvación económica y el poderío alemán, se llamaba Adolf Hitler.

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