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El porvenir lo organizan los pueblos

Comunicado frente al acuerdo por una nueva Constitución

Junto al resto del país nos enteramos de lo resuelto tras 98 días de negociaciones por los
partidos políticos y sus invitados: el núcleo de la propuesta de nueva Constitución será
redactada por 24 personas designadas por el Congreso, a las que llaman “expertos”, quienes
junto a una Comisión Técnica de Admisibilidad designada por el Senado tutelarán el trabajo de
los 50 escaños elegidos en el próximo proceso constitucional. En este acuerdo, del que no
somos parte nosotras ni ningún sector del movimiento social, se definió ya el carácter del
proceso. Entre la exclusión deliberada de los movimientos sociales, la mínima inclusión de
pueblos originarios, la no inclusión del pueblo tribal afrodescendiente chileno y el inaceptable
rol asignado a los designados, este proceso está fuertemente inclinado a repetir o empeorar
el escenario institucional actual.

Si el proceso constituyente anterior estuvo marcado por la irrupción de la amplia movilización


social, en impugnación a quienes han administrado la miseria en estos 30 años, el nuevo
Acuerdo es la revancha de los impugnados que, envalentonados, buscan anular la experiencia
de la revuelta y despreciar la participación ciudadana, castigando y pactando un “nunca más” a
la legítima aspiración popular de participar en la construcción de una nueva Constitución para el
país.

El acuerdo impone la voz de una élite política y económica, entregándole poder de veto a los
expertos designados. Quienes son responsables de nuestra precarización, elegirán a dedo a
quienes tendrán la tarea de mantenerla, y serán ellos, los designados, los mismos de siempre,
quienes vendrán a decirnos qué queremos y cómo tenemos que lograrlo. Este acuerdo es un
atentado contra la democracia y nuestra memoria histórica. A casi 50 años del golpe de
Estado, no olvidamos al último órgano redactor conformado por expertos designados: la
comisión Ortúzar, responsable de escribir la Constitución ilegítima de 1980. Vuelve la
democracia tutelada que nunca se fue.

Pero ni el conflicto social en curso ni el proceso constitucional se agotan en la discusión sobre


los mecanismos de representación, en 100% electa o Mixta. Tampoco se agotan en la existencia
de cualquier nueva Constitución. En última instancia, lo verdaderamente decisivo, tanto en
el proceso anterior como en este, son las fuerzas sociales que inciden en los
acontecimientos. La Convención Constitucional logró en parte expresar un momento de
irrupción popular y sus aspiraciones -esa es la razón por la que diversos movimientos sociales,
entre ellos el feminismo, con su enorme potencia histórica, pudimos estar allí. En cambio, el
Consejo Constitucional, la Comisión Experta y el Comité Técnico de Admisibilidad expresan la
prepotencia de las élites, así como la subordinación política que asumieron los sectores
oficialistas tras la derrota del 4 de septiembre ante una derecha violenta, pero errática, dividida
y sin proyecto alguno que ofrecer al país. Cuando la iniciativa dejó de estar en la calle era de
esperarse la clausura antidemocrática que han pactado este 12 de diciembre.

Las amplias mayorías que con nuestros trabajos sostenemos el país, las empobrecidas,
precarizadas y endeudadas, las madres y cuidadoras, las disidencias sexuales y de género, las
trabajadoras sin fondos previsionales, las comunidades sin acceso al agua, las migrantes sin
derechos, las dueñas de casa sin casa, y todas quienes luchamos por erradicar la violencia de
nuestras vidas, necesitamos una nueva Constitución, pero no cualquiera, sino una que
recoja y brinde un marco capaz de resolver estas necesidades y urgencias. Ese marco
constitucional no va a provenir, ya no provino, de los mismos que durante más de 30 años no
han podido ni han querido cambiar la actual Constitución dictatorial.

Así como el triunfo del Rechazo en el plebiscito del 4 de septiembre no resuelve la crisis, este
Acuerdo tampoco. Será en otros escenarios y conflictos abiertos, que ya aparecen y que seguirán
apareciendo, en los que nos jugaremos las posibilidades de disputa de los movimientos sociales.
Estos conflictos son indisociables del incremento de las ideologías de odio, en un giro autoritario
generalizado, acelerado por la profunda desigualdad social, que reafirma las expresiones más
brutales del patriarcado y del capitalismo depredador. Tenemos que prepararnos y para
nuestra fortuna, en nuestro país hay al menos 5 millones de personas dispuestas a
abrazar el NO+ a la institucionalidad de Pinochet, a la precarización de la vida y a los
pactos por arriba.

Como feministas e integrantes del movimiento social nos llamamos a tomar colectivamente las
tareas para organizar el porvenir que queremos. Nos urge reencontrarnos y recrear nuestras
luchas para que no nos hagan olvidar la fuerza de la que somos capaces cuando estamos
juntas y juntes. Hoy nos toca sostener y volver a dar un paso adelante en la lucha contra el
dique neoliberal, racista y patriarcal, para sumarnos y activar todas aquellas instancias
territoriales, comunicacionales, articuladoras y de movilización que nos permitan levantar, hoy
como ayer, la fuerza popular que hará posible encarar las disputas por venir. En lo inmediato,
nos llamamos a levantar juntas el Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias que
luchan y el camino hacia el próximo 8M. Nosotras ya elegimos, la nuestra es una lucha que
no calla ni cede hasta desterrar la injusticia. Ya hemos escrito un horizonte común, nos
toca seguir caminando y construir esta, nuestra memoria de futuro.

Las semillas del pueblo florecerán

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