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Lola Cánovas Valverde

Práctica 11.

Resumen de Aristóteles, Met. Λ, 6-7 y 9-10.

La primera causa es tratada en el último momento de la metafísica, que podría


denominarse “momento teológico” o de la última causa, que parece derivarse del
estudio del ente en cuanto ente. Otra concepción de la metafísica inspirada en Ibn Sina
parte de ese momento para deducirlo todo del primer ente a Dios, tal concepción es
defendida por los racionalistas modernos como Leibniz, Spinoza, o Descartes, pero no
por Aristóteles o El Comentador. El objeto de este estudio es una mera consecuencia del
ente en cuanto tal y no un fundamento del mismo. Para ello abordaremos el
pensamiento del Estagirita que, además de en la Metafísica, se encuentra en el Libro
VIII de la Física, donde expone por primera vez el motor inmóvil o la última causa.

El capítulo VI demuestra mediante argumentos físicos que necesariamente debe


existir una causa eterna e inmóvil que origine el movimiento, que es eterno según
nuestro autor. En segundo lugar, explica la naturaleza de dicha causa, que es
eternamente activa, es decir, que al mismo tiempo es acto e inmaterial. En tercer lugar,
dicho estudio nos remite a una tesis expuesta con anterioridad en su obra: la doctrina del
acto y la potencia, las cuales son de carácter trascendental y no categorial. El acto es
anterior a la potencia, lo cual nos conduce al cuarto punto de la argumentación, donde
Aristóteles afirma que el Universo es eterno y regular, mediante un análisis físico de los
movimientos de los cuerpos celestes y de los procesos de generación y corrupción.

En el capítulo VII, “El acto de la entidad primera o Dios consiste en ser eterna
actividad intelectual” nos muestra la teoría del ente que se piensa a sí mismo, el noesis
noesos, con tesis aristotélicas y teológicas importantes. En primer lugar, demuestra el
modo en que la primera sustancia se mueve mediante la doctrina de la Física, la teoría
de las cuatro causas (causa material, formal, final y eficiente), donde el motor inmóvil
es la causa final, el bien deseado. En tercer lugar, caracteriza de otro modo este ser
viviente inmaterial: su vivir consiste en una actividad intelectual eterna que le permite
vivir en un acto vital perfecto y placentero.

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