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Surcos

Surcos
Reflexiones para el perdón

PRIMERA EDICIÓN DEL CONCURSO IBEROAMERICANO ENTREVERSOS


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Luis Manuel Marcano Salazar

En el cementerio del Este, 13-09-2011

Las flores vuelven a ser flores cuando regresa


la semilla a la tierra. Como una flor de intensos colo-
res de vida has vencido a la muerte, de la mano de
Dios, para dignificar con la última sonrisa que nos
dejaste, el significado de la existencia. Y es que siem-
pre fuiste una artista de delicados trazos. Dibujaste
un amor con rojos de pasión al lado del hombre que
te dejó dos hijos: semillas tuyas, continuidad inmuta-
ble de tu conciencia, pléyade que germinó en un ho-
gar levantado con los colores del trabajo: marrón de
arboles y raíces profundas, verde de esperanza, azul
de cielos y horizontes marcados por la necesidad que
diseñaba el progreso del hombre como consecuen-
cia de logros: «nada se consigue por la suerte ni el
azar», -solías replicar-, el ser humano busca su ca-
mino en un bosque tupido, parecido a los negros co-
lores de la desesperanza; con tan solo aproximarnos
con humildad, veríamos claramente el verde que sig-
nifica la frondosidad: -hay que dar el paso-, afirma-
bas-, cuando el temor asechaba. Con el morado de
la disciplina trazaste una economía familiar que hoy
tenemos como legado: construiste el castillo que so-
ñabas de niña y lo llamaste “La Caranta”. Hiciste
que un sueño se convirtiera en cuartos, en libros, en
orquídeas que admirabas todas las mañanas y que te
llenaban de orgullo, -¡que lindas mis orquídeas!-, ex-
clamabas. Pintaste una profesión como docente con

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Surcos

el amarillo de la felicidad: -tu didáctica de juegos se


adelantó a la época. El rol de madre lo trazaste con
la energía del naranja: -el estudio es progreso social
y no existe logro sin lucha, ni victoria sin guerra-.
Tempranamente, lograste proteger con tus virtudes
todas nuestras terribles imperfecciones con el oro de
la fortaleza, y el purpura de la serenidad nos ayudó a
levantarnos cuando nuestro padre se marchó a los
cielos. El añil de la verdad fue tu bandera en las
turbulentas aguas del destino. Hoy, nos dejas con el
gris de la distancia y tus amigos «Leones» te saludan,
la «Mesa Panamericana» te da una despedida, que
no es adiós, es hasta luego. Pero, nuestros ojos no
ven otra realidad: “Papá te tomó de la mano y te
invitó a una mesa vestida como te gustaba. A tu
diestra mi tía Emma levanta una copa de vida,
mi tío Aquiles te recita un poema de bienvenida y
canta una guaracha porque sigues nerviosa, Je-
sús Aquiles te regala una cartera Carmesí de cie-
lo, que construyó con nubes de blanca pureza, y
Preguntas ¿ y esta mesa tan bella de mármol,quien
la hizo? , mi tío Luis Pedro se levanta para expli-
car su obra de buen constructor, mis abuelos sen-
tados al final de la mesa te llenan de besos colo-
rados, Erasmo propone un brindis de alegría,
Marlene, Capo, Simona, Vicente, Enrique, Luis
Felipe, Vidal, Viví y Aida te piden que estés a su
lado en una velada llena de los más queridos in-
vitados, Moncho da una charla, Biaca te obse-
quia su última escultura, Peñalver canta un An-

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Luis Manuel Marcano Salazar

drés Eloy Blanco, Aurelena, Delia y Humberto te


preguntan por todos nosotros y te piden que mi-
res a tu izquierda, Dios con delicado amor infini-
to, a la cabeza de la mesa, le pide a Carlos Javier
que sirva su mejor receta” y Juan Velásquez y
Bernardo Acosta se deleitan de verte de nuevo.
Con fe, el llanto es una mala jugada de los lagrimales,
con fe, Dios movió las montañas de la muerte y lo
hizo un encuentro de amor y cariño, y Cristo hecho
niño te besó en las manos, como yo te besaba.

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Surcos

A mi Cristo.

Quiero ser como él

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El Beso

No muere quien se resiste a dejar


una huella,
muere por el beso,
por el recuerdo de una sonrisa
que se olvida en el tiempo,
esperanza, el retorno,
pidiendo perdón,
por el sollozo.

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Surcos

Quiero morir
Asfixiado de besos,
Que tus palabras
Se traguen a las mías,
Dejar en la inconciencia
Mi reclamo
Y suspendida en el aire
Mi alegría.

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Los labios

Mis labios son tu sello


para marcar con ellos el recuerdo,
palabras sin recetas,
prefiero callar
que hablar como los muertos.

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Surcos

Tápame la boca,
Los ojos,
Los oídos
Pero no el entendimiento.

Permíteme comprender
Por lo que muero.

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El grito

Grito de pasión desordenada,


odio y amor,
desatinos de la Concupiscencia,
olor a sabanas desordenadas,
vivencia de la nada
cuando aquel adiós
se hizo una sombra.

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Surcos

Quiero que mi grito


Se escuche en las estrellas
Se convierta en luz
De iluminados,
Sea eco
Del silencio
de los que están atados,
Retumbe
Y abra surcos
Debajo de sus pasos,
Temor
Pena
Que mi grito se convierta en condena,
En abrazos
En jurado
En justicia..

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La historia

Tristeza es recordar lo que hoy se vive,


historia personal,
lugar de todos,
aglutinados en un tiempo
de muchos contragolpes,
todos hablan de nada,
pocos dicen de mucho.

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Surcos

Estoy sentado sobre mi historia


La veo, la siento, la puedo oler
Es como lluvia que se hace sentir
La brisa que te mueve
Que no tocas,
La risa ajena
Y el niño que llora
Veo el desmán
La farra irresponsable
Y el grito descarado de un errante
Con el rojo en el pecho
Delirante
La mano sujetando el agua ardiente
La voz difusa
Cortada
Vetada,
Balbuceante,
Uh, Uh, Ah

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Los sueños

Sensaciones de una necesidad


que nunca ha existido,
viva voz de la noche,
cuando se acerca el día.

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Surcos

Vengo de soñar
con algo diferente.
una ilusión,
Con pasión
el anhelado cambio,
arribo del destino
La política del desatino
La improvisación
El desencanto.

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El silencio

Son palabras vacías de gran contenido


aprisionadas en los pensamientos,
emoción consagrada
al solemne tormento,
calma momentanea
de la vida,
vaivén de las ideas,
sin un eco.

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Surcos

No puedo opinar
Estoy callado.
Trato de hablar
En un coro de gritos
Nadie escucha los míos.
Son destellos de libertad
Sobre la calma
Que pronto vendrá,
El amo del silencio
luz intensa
Que nace de la oscuridad.
No puedo opinar,
Prófugos de la maldad
Jinetes de voces apagadas
Nos harán hablar
Y callaremos todos.

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La esperanza

Nace en el corazón
cuando la vida calla,
luz que disipa la oscuridad
por un momento,
salvavidas de la melancolía,
cuando la lluvia cae
y se acuesta el sol
que disipa las penas.

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Surcos

No puedo ver el arco iris


Ni el eco de grises
bocanadas
Un lejano latido
Me despierta
Es el corazón de la mañana
Los latidos de la tarde
Que se hace noche.

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Resilencia

Mi llanto había cesado,


fue lluvia pasajera,
el corazón latía en desconsuelo,
la mano levantada.
He decidido regresar el trancazo
que caiga la cabeza
sobre el millón de gotas desalmadas
!Silencio administrativo!
nido de gatos!!

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Surcos

Nadie tiene la razón,


latidos intensos nos separan,
ritmo de un caluroso saludo en cámara lenta
descubre la nada
Camino con mi grito
Justicia despiadada
Promesa del amo del silencio.
Debo callar
Mi risa se ha convertido en un eco
lejano.
He despertado del sueño de muertos,
Estoy vivo.

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La ceguera

No quiero mirar,
aunque todo lo veo.
Es la oscuridad de mis temores,
verdades luminosas
odiosas sensaciones.

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Surcos

Tengo miedo de abrir los ojos


Parece que la noche es infinita
Que no hay rayo de luz
que ilumine el camino
Es un matiz de ideas
Sobre las ideas
de borrones inescrupulosos
a la historia
con surcos de odio sobre nuestras mejillas
y frentes
y todo.

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Revolución

Se impuso sobre mis anhelos


para aplastar mis sueños,
soy su dueño,
cambio interno.

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Surcos

La Revolución,
Es un cambio de lema
Y de consigna.

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Luis Manuel Marcano Salazar

El Talento

Libre argumento de la geniealidad,


saber conducir el destino,
con atino,
la mueca perniciosa
sin valor, alejada,
trabajo sin ser recompenzado.

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Surcos

Yo voté por el cambio


Que nunca llegó.
Sigo en la Revolución
La del silencio, la del trabajo, la
del talento.

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La virtud

Monstruo de mil cabezas


que mutila las ganas de venganza,
permite que el perdon aparezca,
que hace del odio un remoto pasado,
Angel o demonio?
terrible sensación de la revancha

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Surcos

Cae la gota sobre la cabeza,


Ha pasado un poco
Otro tanto,
Un poco mas de tiempo
La cabeza cae sobre la gota
Y lo hace con fuerza.

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El pendejo

Testigo de la nada,
vacío clandestino de la desesperanza,
hacer todo por todos,
sin recompensa.

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Surcos

Siento que estoy al borde del abismo,


Es mi ceguera de la política
O mi estrabismo
Nadie se preocupa por mí
Y yo por todos.

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Luis Manuel Marcano Salazar

La vilolencia

Rigor de la desesperanza,
cuando la lluvia cae y no hay abrigo,
sutil desvarío de la templanza,
cuando nada se puede callar,
y las palabras son de puños.

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Surcos

Tengo miedo a la violencia,


Guerra de demencia,
De vehemencia,
Es la apología
De consignas,
Vítores de la locura.

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Luis Manuel Marcano Salazar

Los surcos

Son grietas del destino,


huellas dejadas en un largo camino,
sin rumbo,
con espacios profundos,
de lamentos.

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Surcos

Hay surcos
En el alma ,
En la mente,
Bultos de rencor
En franco encuentro,
desbordamiento de mil locuras,
Fisura social que se avecina,
mis manos en rezo suspendidas,
cierro mis ojos y bostezo,
veo la nada desencadenada,
ataviada de duelo
y desconsuelo.

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Luis Manuel Marcano Salazar

La libertad

Gozo de la vida,
cuando callar es una opción del alma,
hablar, sin discimulo es un orgullo,
pensar,
nadie puede leernos,
solo el silencio interpreta los sueños.

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Surcos

Cuando se apaga la esperanza,


Un murmullo silencioso
Irrumpe la soledad del alma,
Una calma siniestra
Penetra las entrañas,
Cobija un temor victorioso,
Que se convierte en gozo,
Las manos levantadas
Paz clamada por un eco de cuna libertaria,
Paz de todos los que son hermanos,
Al coro del himno de los venezolanos.

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Luis Manuel Marcano Salazar

La fe

Nadie puede dudar,


cuando al cerrar los ojos
la paz nos acobija,
la noche nos encanta,
seguridad venida de los cielos,
que nace y muere en el corazón.

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Surcos

Cuando nace la fe en la conciencia,


El miedo emprende su viaje en el tiempo,
Remonta los rencores que salen de los versos,
Ataja los temores y atiza un poco el fuego,
De incendios sociales olvidados,
fútiles y vanas vanidades,
maldad que se riega con palabras,
como si los humanos fueran cabras,
como si los partidos fueran ídolos
y el campo de batalla
furor de la metralla,
sacude su rigor
donde hay amor,
hogares que parecen hospitales,
iglesias en donde no se reza,
es cobijo de quienes buscan un poco de paz
como si fuera pan.

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Luis Manuel Marcano Salazar

Olvidar

Olvidar es un acto de fe,


un religioso encuentro
con el resentimiento,
una gota de ira derramada
sobre la nada,
existencia
penitencia,
que deja una grieta enorme
sobre las conciencias.

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Surcos

Surcos que se olvidan,


Surcos de rencor que no cobijan,
Vientos de las necedades,
Frio amargo del destino,
armas que atrapan los sentidos,
odio apretando el gatillo,
hermanos,
que no se ven las manos,
levantadas al cielo
como rezo.

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Luis Manuel Marcano Salazar

El rencor.

no se oculta la ira
cuando las palabras han dejado un camino.

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Surcos

Los surcos son rencores del alma


Que arrancan del espíritu la calma,
Son dardos asesinos,
Silos del corazón herido,
De palabras obscenas
Sobre los talentos,
De la injusticia que ocasiona la pena,
Del yugo inusitado de las sangre en las venas,
De pulmones hinchados
Imitando las hienas,
Verbos que suenan como los adjetivos
Palabras sin sentido,
Apología de la insensatez,
Joven que emula la vejez,
Vida que se inserta en la muerte,
Muerte que se cobra una vida.

43
Luis Manuel Marcano Salazar

La torpeza

Es una lenta pena


la torpeza,
nace en la mente,
crece en la vida.

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Surcos

Surcos de mis malos amores,


Y de mis imprudencias,
Pedazos de corte sobre la piel
Y sobre el alma,
Aberturas en el recuerdo,
Que llegan encendidas al corazón,
Terrible sensación,
Es el rencor.

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Luis Manuel Marcano Salazar

La reflexión

Nos tropezamos con un poste de hierro,


es la única forma de
detenernos,
la vida convertida en un infierno,
abajo,
caminabamos por el desenfreno,
una luz
en la boca
freno de los cielos.

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Surcos

Un faro alumbra mi visión interna,


Mis ojos apagados ya no miran,
Respiran,
El olor del perdón.

47
Luis Manuel Marcano Salazar

El verdadero amor

Todo lo puede, soporta


y nada pide,
es imposible un ser así,
con flores en su corazón.

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Surcos

Tengo flores en el corazón,


Siembra de Dios,
Con voluntad de humano,
Siembra en el cielo,
Con semillas con olor de hermanos,
Palabras vanas
Que ya no son profanas,
Y verbos que vuelven a ser verbos,
Adjetivos que levantan mis manos,
Rojo que es amor,
Azul de brazos
Levantados.

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Luis Manuel Marcano Salazar

Libertad de expresión

Hablo hoy,
hablé ayer,
no sé mañana
pues todos han callado.

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Surcos

No me cierren la boca,
O me hagan callar,
El silencio es un duro puñal
Como un cincel,
Que abre grandes surcos,
Más allá de la piel,
Donde el respiro se hace vida,
Y la carne construye adrenalina.

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Luis Manuel Marcano Salazar

El salvador

No es un hombre de camisa roja ni amarilla,


tiene clavadas sus manos
a mi cielo de nubes coloradas,
el perdón ha llegado
puedo sentirlo.

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Surcos

Anchas espaldas del sabio ancestral,


Tus versos me iluminan,
Cristo de la misericordia,
Tu amor me anima.

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Luis Manuel Marcano Salazar

El arrepentimiento

Un paso hacia el corazón


me aleja del orgullo,
suyo,
alma desesperada
que no recuerda nada,
semilla de rencor
no te alimento,
mi aliento es el destino
conjunto de errores y pecados
pasados
de ayer,
de hoy.

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Surcos

Como puede el corazón amar?


Si el odio le da vida,
Son surcos las venas
Cuando el viento,
el mal recuerdo aviva
El fuego que le anima,
Agua de vida es el espíritu que ama,
Y apaga los senderos de ardor
Que surcos,
en el alma deja.

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Luis Manuel Marcano Salazar

La inteligencia

Saber llevar la vida


obviando el camino de espinas,
como saber caminar sobre la nada,
la oscuridad de lo que no sabemos,
piel que da el entendimiento,
piel y no palabras,
emociones que guían
la alegría.

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Surcos

Tecnología del entendimiento,


Es abandonar el llanto
Por la risa,
Viva voz del encuentro cercano
Con la vida.

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Luis Manuel Marcano Salazar

La violencia de palabras

Duele más que los golpes,


deja heridas en el alma
marca las huellas en la vida.

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Surcos

Quiero amar lo que se puede odiar,


Un acto voluntario del deseo,
Ejercicio de quienes abren los ojos al cielo,
Con manos extendidas sobre el alma,
Apaciguando el sollozo lejano del hermano,
Lágrimas de duelo por el fallecido,
Aquel que estando vivo
Prefiere la muerte que el olvido,
Abraza el rencor con surcos en su cuello,
Sucumbiendo al latido del infierno,
Cuando el perdón en un inexistente encuentro,
Se pierde entre los gritos.

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Luis Manuel Marcano Salazar

El odio

Consume la vida,
la suprime
inhabilita las palabras,
nubla el entendimiento,
nos anula,
somos nadie.

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Surcos

Quiero amar y nunca más odiar,


Es una victoria del espíritu,
Necesidad de vida,
Capacidad que emana de los cielos,
Amor con las mejillas al viento,
Esperando un crujido de surcos
En una bofetada del destino,
No se puede saber
Si el amor es parte del olvido.

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Luis Manuel Marcano Salazar

La memoria

Nos deja vivir


lo ya vivido,
facilita que los olores pasados
sean nuevos perfumes,
imagenes,
como fotografías,
alegrías,
recuerdos,
surcos olvidados.

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Surcos

Abriré el baúl del recuerdo,


Y tomaré del vino del olvido,
Es enamorarse del destino,
Camino frente a nuestro camino,
Pasos alejados
Son los míos.

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Luis Manuel Marcano Salazar

Viajero del tiempo

Es la sensación de saberlo todo,


iluminación de mi pasado
al costado del alma
sobre la respiración
que huele a corazón.

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Surcos

Vengo del futuro,


Sé cómo lidiar con mi destino.
Voy de regreso al manantial de odio
Agua que no bebo,
Río que desaparece entre las rocas,
Piedras del perdón sagrado,
Muralla de amor,
Yo te saludo.

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Luis Manuel Marcano Salazar

Ellos

Ellos de ayer,
seremos todos.

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Surcos

Hay un río de lágrimas sobre mis sentidos,


Son mis seres queridos que se han ido,
Manuel, Carlos, Aquiles, Enma, Marlene
y mi querido tío,
Y el amor que tenía por lo desconocido,
Futuro que no anhelo,
Miedo de sentir el rigor del tiempo
en mis latidos.

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Luis Manuel Marcano Salazar

El amor

Vive quien respira amor,


Parte del perdón,
Un barniz de salud sobre la piel del alma,
Que cubre los caminos del tormento,
Surcos que ya no lo son,
Imagen del olvido
De aquello que se ha ido,
Sabor de la mañana que ya es noche
Y de la madrugada que es de día.
Vive quien abre sus ojos y la alborada anhela,
Que el llanto lo asimila como el vino,
Resaca del pasado,
Festejo y nueva vida.

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Surcos

El tiempo pasa
Y la vida se asemeja a un pequeño hilo,
Quiero extender su camino,
Es mi destino.
Quiero vivir lo bello de la vida,
Y respirar cada parte de ella,
Sentir los surcos y su huella
Y sonreír porque ya no me aqueja.

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Luis Manuel Marcano Salazar

La voluntad

Es querer hacerlo todo


aunque los surcos se cubran de lodo,
de tristeza,
de pereza.

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Surcos

Voy a amar aunque me callen,


Aunque me maten,
Aunque me duela,
Es un ejercicio de locura,
Concierto de cordura:
Palabras de amor, notas del cielo,
Perdón, música del firmamento,
Olvido, tonadas de Dios sobre mi desconsuelo.

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Luis Manuel Marcano Salazar

El sueño

Voy a escribir sobre los surcos viejos,


Grutas del pasado en mis anhelos,
Deseos que no fueron,
Sueños que no se dieron,
Promesa de Dios que siempre espero,
Fe de los iluminados,
Son uno de ellos.

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Surcos

Una gota cayó sobre la cabeza de la vida,


No hubo cabezas que cayeran.
El ciclo se ha cumplido,
Los surcos no son más que huellas del olvido,
Atisbos de un lamento lejano
Que hoy es risa.

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Luis Manuel Marcano Salazar

El rencor y la ira

Los surcos nacen


por el desatino de las sensaciones,
Por el peso de palabras y acciones,
sobre las emociones,
Nacen cuando el perdón ha dejado su nido,
Y las miradas buscan los errores.
Los surcos nacen cuando muere la vida,
cuando el amor ya no es puerto ni un bote,
cuando el querer olvidar el pasado,
se convierte en pecado,
Ahí nacen los surcos,
Del enfado.

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Surcos

La carrera de un hombre,
No es un trabajo,
Es parte de sus venas,
De su aliento,
Construcción detenida
De su fundamento,
Piedra angular del puente de su vida,
Asta central de su navío,
Brújula de su sentimiento.
La carrera de un hombre se respeta.
Es parte de su honor,
Es su bandera,
Un partido político llamado: familia.

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Luis Manuel Marcano Salazar

El enfado

Quiero retomar mi enfado


Y pintarlo de risas,
Dibujar en el centro un corazón eterno,
Que lata más allá de nuestras vidas,
Que transforme los surcos en caminos
El llanto, en melodía,
El puño en mano abierta, extendida,
Amiga,
Que sean una canción
Con letra de lección de vida,
Que enseñe, que aprenda,
Y que una vez de herida,
Sea solo sinfonía de elegía,
Un remoto suspiro del camino.

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Surcos

Padre: te has ido,


Tu blanca cabellera me ilumina el camino,
Y hace 20 diciembres que llevo yo este duelo,
Dejaste un poema sin tocar su destino,
La tinta aún palpita, son esos tus latidos,
Puedo sentir tu risa de viejo consentido,
Y aquí en tu biblioteca percibo tus sentidos,
Manos grandes, ojos sin desatino,
Piel morena por el sol del destino,
Sabia concepción sobre aquello vivido,
Maestro de las letras y los ritos latinos,
Compadre de los tangos campaneando tus vinos,
Poeta de mil voces, rigor de mi destino,
Luz que no te apagaste, dibujas mi camino,
Padre: te has ido,
Por siempre soy tu hijo.

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Luis Manuel Marcano Salazar

La reflexión

Amo la revolución de mis abuelos,


Cuando Marx era fantasía,
Amo lo que es de todos,
Aunque la risa es mía,
Y el dolor es un privado celo,
Y el rencor sólo lo siente un corazón herido,
Común es lo de afuera,
El alma no se toca,
La materia no es nada,
El amor no la invoca,
Amo la revolución de mis abuelos,
Aquella bella elegía.

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Surcos

Soy libre de los surcos del tiempo,


Estoy erguido sobre mi destino,
No permito de mí un solo lamento,
Y mis lágrimas son como el sabor del vino,
Uvas de un pasado remoto,
Surcos que son ahora un camino,
Penas y errores,
Vanas emociones,
He aprendido.

79
Luis Manuel Marcano Salazar

El inocente

Me levanto para no caer


Debajo de mis pasos.
Que mis pisadas no invadan mis promesas,
Palabra de hombre, la etiqueta
Sobre la cual he plasmado mi nombre.

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Surcos

Que injusto es odiar a un inocente


Es un asesinato de la mente,
Demente,
El valiente
Que reconoce errar como un mundano,
Valerosa consigna del que se dice hermano.

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Luis Manuel Marcano Salazar

El tiempo

Tiempo, sacúdeme!,
déjame crecer al calor de tu abrazo,
Que la monotonía no sea un mazo de fuego
Que sacuda de un golpe mis heridas,
Tiempo, déjame llegar al final del camino,
Que mis cabellos en un blanco divino
Se gocen de tu misericordia,
Que los años,
Sean bendiciones de lo alto,
Que mi abrazo a los cielos
Ocurra en un profundo sueño,
Que el dolor no sepulte los ojos de los míos,
Que las rosas hagan una fiesta del duelo,
Y que tu magnificencia, tiempo,
Dios de mis días
Sea tierno abrigo en noche fría.

82
Surcos

Permite que el enfado que ha hecho surcos,


Desaparezca de la luz del día,
De la noche que sólo puede ser nido de alegría,
De cada respiro de la vida,
De cada pensamiento escondido en sollozo,
Que el enfado sea un lejano destello
del recuerdo
Un corazón partido
Con vendajes de amor
Y de perdón eterno.

83
Luis Manuel Marcano Salazar

La piedad

Ven semilla de rencor


Y muere bajo el peso del tiempo,
Que no germine tu maldad
En un valle de sueños,
Con Dios como su dueño,
Ilusiones eternas de piedad,
De manos extendidas en un amor eterno.

84
Surcos

La reconciliación es un puente de hierro,


Que une dos amores lejanos
Como hermanos,
Extiende un camino de amor
Sobre la pena,
Como las venas
Que transportan la sangre al corazón que late,
Es un divino gesto de los cielos,
Voluntad de apartar lo que ha hecho daño,
Un paso,
Un abrazo,
Sin el mezquino gesto del recelo.

85
Luis Manuel Marcano Salazar

El perdón

Quiero caminar por el perdón


Con un calzado de rosas de múltiples colores,
Que cada pisada deje un olor profundo,
Que cubra todo el mundo,
Y oriente su rumbo,
De amor sin restricciones,
Y grandes velones
De cuya luz se alumbre
El final del camino,
Cuando la noche llegue
Y nuestra alma despegue
Al infinito.

86
Surcos

Un paso de sinceridad
Abre los huesos del enfado,
Cierra las grietas
De heridas abiertas,
Cubre los surcos
De lutos e insultos,
La sinceridad es un salto al compromiso
Un decomiso
De la ira,
Vida
Que deja un fuerte abrazo.

87
Luis Manuel Marcano Salazar

Mi carrera

Amo a la diplomacia
Y su divina esencia,
Por el camino de la humana existencia,
Amo el logro de la paz,
Y su presencia,
Las cartas credenciales,
El placet,
Asuntos vivenciales
Que el diplomático vive en la vejez,
Amo ser un tercer secretario,
Segregado
en una sinfonía de colores
y de cantos,
Amo ser un diplomático de mi destino
Profunda sensación,
sabor a vino.

88
Surcos

La diplomacia interrumpida
Me ha enseñado
A no amar el enfado
Ni su huella
Es como una querella de la historia,
Pasajera.

89
Luis Manuel Marcano Salazar

El odio y el perdón

El rencor es un monstruo marino


Que se vence
Con sal
Lágrimas como la mar.

90
Surcos

El perdón
Es un soplo divino,
Pedirlo,
Otorgarlo,
Titanes del corazón,
Música para las tempestades
de la indolencia,
Clemencia
Que es demencia para los entendidos,
Voltear en un camino de cruces sin flores,
Sólo las espinas
Mirando en cada esquina,
Con una gota de revancha,
Como avalancha de resabios,
Sólo un sabio
Lo pide
O lo desecha.

91
Luis Manuel Marcano Salazar

Dios

Pido perdón a Dios por esas cruces,


Sobre sus pies desnudos los coloco,
Camino un poco
Para sentir las luces.
Ha pasado el oprobio.

92
Surcos

Levanta tu castigo omnipotente,


Soy una huella deleble,
Que borrará el tiempo.
Como pámpano endeble
Sobre el campo,
La brisa me domina,
Disciplina del viento
Que lamento.

93
Luis Manuel Marcano Salazar

Surcos

Surcos tengo,
Porque los he causado.
Soy como un escapado de mi mismo,
Vista que no veo,
Que no escucho
Caminé tan deprisa con autismo.

94
Surcos

Perdón vida,
por haberte sentido.
Perdón a la inocencia,
Por mi vana presencia,
Quisiera regresar
aunque en ausencia,
Sentir que mis latidos son quejidos,
Y que mi caminar
Es una marcha firme a perdonar.

95
Luis Manuel Marcano Salazar

Mis enemigos

Ellas,
Ellos,
Son todos rostros de mis desatinos,
De ladino,
Son los surcos de mi vana conciencia,
Pido clemencia
Siendo verdugo.

96
Surcos

Cristo
A usted le escribo
Con la reverencia de un amigo
Intima revelación de tus caminos
La hoja ha caìdo
Dame tu corazón
En mi pecho
Tu mirada
En mis ojos
Tu integridad
Carácter nuevo que deseo,
Tu sangre ha borrado los surcos añejos
Mis manos elevo
A tu Espíritu Santo,
Y tu perdón divino
Ahora tengo,
Oro de mil quilates
¡regalo de los cielos!

97
Luis Manuel Marcano Salazar

Amanecerá

Ha amanecido.
Llueven mis lágrimas
Por un pasado que ya es viejo,
No he de voltear
Sobre mis cruces,
A todos mis errores
Despido de mi cielo,
Mi señor ha rellenado con amor
Las heridas,
y riego con el tiempo
una súplica eterna
perdón yo pido a ellas
a ellos,
ahora desconocidos,
victimas de un remoto silencio,
He cambiado.

98
Surcos

No hay surcos en mi vida


Ni en mis sueños,
Son secuelas del tiempo
Y un profundo silencio,
Son ecos de males del pasado,
Necio y pendenciero,
Viveza sin virtud
Que ya no es nada,
No hay surcos en mi alma
Ni en mi cuerpo
Son remotas vivencias
De un mal sentimiento
Lejanas letanías
Que precipitan la calma de mi cielo

99
Luis Manuel Marcano Salazar

Mis maldades

Surcos fueron mis males


en retorno,
las cruces que se levantaron,
para crucificarme,
las vanas melodías de mi lengua,
la mengua de todos mis desatinos,
el rencor al pasado,
y el amor que Cristo derramó de los cielos,
Surcos,
es el perdón de otros,
el propio,
todo lo que ha dejado su huella
sobre la piel ajena,
sobre mis vellos erizados
grietas por donde corren lágrimas,
cerradas por el sol,
cuando Dios, en un intenso furor,
eliminó la noche
de la vida.

100
Surcos

Soy culpable
de mis vanidades,
deleidades en un tiempo de sombra,
realidades cuando la luz alumbra,
soy culpable
de mis penas,
por mi bienestar
a veces ajenas.

101
Luis Manuel Marcano Salazar

FIN

102

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