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1 //Escenario
Escenario26
Lectura fundamental
Fundamental
Principios
Etapas de un
de plan
libertad
de comunicación
e igualdad en la
estratégica Política de 1991
Constitución
Contenido
Palabras clave: Libertad, autonomía, libre desarrollo de la personalidad, libertad física, igualdad.
1. Los derechos de libertad.
Analizado el principio de dignidad humana (Unidad 2) y su relación con los derechos fundamentales
(Unidad 3), referidos como derechos civiles y políticos, es menester analizar los derechos de libertad,
los cuales tienen una relevancia vital en el Ordenamiento Jurídico, históricamente arraigada en la
Revolución Francesa y que se ha decantado en múltiples instrumentos internacionales, así como
Constituciones Políticas de varios países.
Íntimamente ligada a la dignidad humana y la igualdad, la libertad reviste una triple característica
como valor, principio y un derecho fundamental reconocido en la Constitución Política en diferentes
artículos y asumiendo diferentes acepciones.
La libertad como principio se encamina a una autorización a los particulares de desarrollar todas
aquellas actividades y acciones que no estén prohibidas en la ley o bien cuyo ejercicio no está
supeditado a precisos requisitos legales. Por último, la libertad como derecho es comprendida como la
opción que tiene toda persona a tomar decisiones a efectos de determinar el curso de su vida.
Justamente, en esta última arista, la libertad asume varias facetas tales como derecho al libre
desarrollo de la personalidad (art. 16 C.P.), libertad de conciencia (art. 18 C.P.), libertad de cultos (art.
19 C.P.), libertad de expresión y de información (art. 20 C.P.), entre otras tantas disposiciones. Al
respecto la H. Corte Constitucional ha señalado:
la libertad constituye un presupuesto fundamental para la eficacia de los demás derechos y el instrumento
“primario” del ser humano para vivir en sociedad. Por esta razón, el constituyente no sólo otorgó a la libertad
el triple carácter: valor (preámbulo), principio que irradia la acción del Estado (artículo 2º) y derecho (artículo
28), sino que diseñó un conjunto de piezas fundamentales de protección a la libertad física de las personas
que, aunque se derivan de ella se convierten en garantías autónomas e indispensables para su protección
en casos de restricción. Dentro de estos se encuentran los derechos a ser informado sobre los motivos de la
detención, a ser detenido por motivos previamente definidos por el legislador y a ser detenido en virtud de
mandamiento escrito de autoridad judicial competente (artículos 28 y 29 de la Constitución). (Sent. C-176
de 2007 M.P. Dr. Marco Gerardo Monroy Cabra).
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Efectuada esta aclaración conceptual procedamos a determinar los diferentes escenarios en los que
se decanta la libertad como derecho.
La libertad entendida como derecho de la persona a ejercer libremente su autonomía, esto es, elegir
un plan de vida determinado acorde con sus intereses subjetivos, creencias y convicciones. En este
escenario puntual evidenciamos los siguientes derechos:
En este contexto se pueden ubicar fenómenos como las preferencias sexuales, la forma de vestir,
la forma de expresarse, el ejercicio de alguna actividad deportiva o pasatiempo, el uso del cuerpo
(modificaciones corporales, tatuajes, piercing, etc.), elección de sustancias a consumir, y todas
aquellas elecciones amparadas en la autonomía personal.
En una segunda perspectiva, el libre desarrollo de la personalidad implica una restricción tanto al
Estado como a terceros de ignorar la voluntad del sujeto en la elección de su forma de ser y de
proyectarse. Esta limitante, implica que el Estado no puede imponer una forma o estilo de vida
determinada bajo la premisa de lo ‘bueno’ o lo ‘malo’ moralmente; característica propia de Estados
totalitarios (policivos) y fascistas.
Como consecuencia lógica del respeto por la dignidad de la persona se encuentra el de libre desarrollo de la
personalidad, cuyo núcleo esencial protege la libertad general de acción, involucrando el derecho a la propia
imagen y la libertad sexual, entre otras manifestaciones de la personalidad merecedoras de protección. El
derecho al libre desarrollo de la personalidad, conocido también como derecho a la autonomía e identidad
personal, busca proteger la potestad del individuo para auto determinarse; esto es, la posibilidad de adoptar,
sin intromisiones ni presiones de ninguna clase, un modelo de vida acorde con sus propios intereses,
convicciones, inclinaciones y deseos, siempre, claro está, que se respeten los derechos ajenos y el orden
constitucional. (Sent. C-336 de 2008. M.P. Dra. Clara Inés Vargas Hernández).
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De allí que este derecho se vea conculcado cuando se le impide a una persona, de forma arbitraria la
posibilidad de alcanzar sus objetivos o propósitos, o bien se transgrede su facultad de discernir y elegir
aquellas circunstancias que considere vivenciar a efectos de desarrollar su proyecto de vida. Es por
este motivo que aquellas regulaciones normativas o regímenes estatales que busquen un estándar o
modelo ideal de conducta en el sujeto redundan en la lesividad al derecho que venimos comentando.
Algunos de los principales escenarios en los que se decanta el derecho al libre desarrollo de la
personalidad, son los siguientes:
d. Decisión sobre optar o no por el matrimonio. Refiere a la posibilidad de elegir que tienen las
personas de suscribir un contrato de matrimonio libre y voluntariamente. Téngase presente que
en otras partes del mundo aún se mantiene la medieval costumbre del matrimonio forzoso o
arreglado por los padres.
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e. Decisión sobre optar o no por la maternidad. Refiere el reconocimiento de la autonomía de las
mujeres al momento de decidir si quieren o no concebir un hijo. Este derecho entra en fuerte
tensión con el concepto de interrupción del embarazo, el cual ha sido objeto de fuertes debates
constitucionales en nuestro Ordenamiento Jurídico. Si bien, aún se penaliza el aborto como
conducta punible, la Corte Constitucional ha dado paso en dirección a la despenalización del
mismo en tres casos particulares: i. En caso de concepción producto de acceso carnal violento,
ii. En caso de malformación o grave enfermedad del feto (ligado al principio de dignidad
humana), iii. En caso de inminente riesgo para la vida de la madre.
f. Decisión sobre la identidad personal. Bajo esta concepción se aglutinan el derecho al nombre, la
libre opción de identidad sexual y la libertad de apariencia personal; elementos articuladores de
la identidad (diferenciación) de una persona.
c. El derecho a celebrar las ceremonias, ritos, rituales o todos aquellos actos acordes con las
convicciones religiosas de la persona que lo profesa (libertad de cultos).
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Por supuesto, este derecho supone la opción real de una persona de creer, descreer o bien no
creer en nada (religión, sacralidad, etc.), pues se reconoce la integridad e indemnidad en las
creencias de las personas. Algunas de las principales vertientes de este derecho las encontramos
en las siguientes pautas:
a. Derecho a profesar cualquier creencia. Este derecho incluye la posibilidad de variar, dejar o
transformar la creencia, así como no profesar ninguna.
b. Derecho a realizar actos de culto, bien sea de forma privada o pública, individual o grupalmente.
c. Derecho a recibir digna sepultura en consonancia con los ritos y preceptos de la creencia
específica y determinada.
e. Derecho a recibir servicio religioso, esto es, la posibilidad de confesarse y de recibir educación
en torno a la de la creencia específica y determinada.
¿Sabía que...?
El satanismo o los rituales que tienen por objeto la adoración a Lucifer no son
reconocidos como religión en el Estado colombiano, como quiera que sus
postulados básicos parten de la negación del derecho de la vida, entre otros
tantos estamentos del Estado Social de Derecho.
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Por supuesto estos derechos confluyen en la concepción del Estado laico que se soporta en el principio
de neutralidad y en la prohibición de persecución por causas religiosas, permitiendo el desarrollo del
derecho a la igualdad material individual y comunitaria, así como la efectiva separación entre el Estado y
la Iglesia. Idea que proviene de las revoluciones liberales que señalamos en la Unidad 1 y que responde a
las perversas consecuencias que trae aparejada la relación Estado-Iglesia (Política - Religión), tendientes
al establecimiento de un modelo de ciudadano específico, concepción ésta que termina lesionando las
libertades mínimas, tal y como venimos observando.
b. Derecho a no revelar las propias convicciones. Esta garantía es una derivación del derecho a
guardar silencio.
c. Derecho a no ser obligado a actuar en contra de las convicciones o creencias de una persona.
(Objeción de conciencia).
En este último apartado surge la objeción de conciencia como un derecho fundamental decantado de
la Constitución Política de 1991 y que deviene en la resistencia que le asiste a una persona respecto
de la obediencia de una disposición jurídica, alegando para ello la presencia de un juicio de valor o
dictamen de conciencia que le impide acatar la conducta prescrita. Esta interesante figura ha tenido
su mayor desarrollo constitucional en los siguientes escenarios:
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b. La objeción de conciencia y la objeción profesional. En este escenario encontramos a aquella
persona que en ejercicio de la objeción de conciencia se resiste al cumplimiento de un deber
profesional que le estaba exigido legalmente. Piénsese en el caso del médico que objeta por
razón de conciencia la práctica de una interrupción de un embarazo, amparado en las tres (3)
causales señaladas anteriormente (Sent. C-355 de 2006).
Al hablar de los derechos a la libertad desde una óptica de libertad física, hacemos referencia
al ejercicio que efectúa una persona respecto de su propio cuerpo y que se decanta en los
siguientes derechos:
a. Derecho a circular libremente por el territorio nacional, teniendo la posibilidad de entrar y salir
del mismo, sin restricción alguna.
Reviste pues este derecho un criterio universal que tiene como principales destinatarios a los
nacionales colombianos (Unidad 2), puesto que en lo que refiere a los extranjeros son los tratados
públicos los que se encargan de regular esta situación (Art. 22 Convección Americana sobre
Derechos Humanos).
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Sobre el contenido primario de estos derechos, la H. Corte Constitucional señaló:
Si bien refiere la Corte que dichos derechos no tienen un carácter absoluto, pues bien pueden ser
limitados por el Legislados, atendiendo estrictos parámetros objetivos. Así, el literal a del artículo 38
de la Ley estatutaria 137 de 1994 que versa sobre los estados de excepción, señala que en los estados
de conmoción interior el gobierno cuenta con la potestad de restringir, sin afectar el núcleo esencial,
el derecho de circulación y residencia.
Ejemplo clásico de lo anterior lo hallamos en el toque de queda, figura mediante la cual se prohíbe
la circulación o permanencia de personas en determinados lugares y que tiene como propósito el
restablecimiento del orden público.
Regulado en el artículo 28 de la Constitución Política de 1991, es factible extraer cuatro (4) garantías
de dicho postulado:
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Obedeciendo al espíritu liberal de las revoluciones constitucionales señaladas en la primera unidad
(inglesa, francesa, norteamericana), las precedentes garantías responden a límites mínimos que
históricamente fueron denostados por los gobernadores y que atentaban directamente contra la
libertad personal. En tal sentido, las dos (2) primeras garantías, si bien no son absolutas, si requieren
de mandamiento escrito proferido por autoridad judicial competente, el cual debe ser motivado y
acorde con las formas legales (Principio de Legalidad).
Lo anterior, responde a la costumbre histórica que tuvieron varios gobernadores (Estado absolutista)
de aprehender a personas o de violar el domicilio, encerrándolas en mazmorras y calabozos, sin dar
cuenta de aquella a nadie. Justamente, es a partir de esta práctica que surgió la figura del hábeas
corpus (Mostradme el cuerpo) (1215), y que se constituyó en uno de los principales aportes del
constitucionalismo inglés.
A partir de esta evolución histórica, la libertad personal se erigió en pilar fundamental del Estado social
de Derecho, comprensivo de la posibilidad de desplegar todas aquellas acciones que se encaminen a
desarrollar las aptitudes y elecciones individuales de un individuo, siempre y cuando no riñan con los
derechos de los demás individuos o bien impliquen abuso de los propios derechos. (Sent. C-774 de
20001. M.P. Rodrigo Escobar Gil).
Reservas Característica
La reserva judicial aplica en los casos de privación de la libertad,
así como de afectación del domicilio (práctica de allanamientos
o registros). Dicha reserva es una garantía constitucional
Reserva Judicial
que señala que dichas afectaciones sólo se pueden
adelantar por virtud de orden escrita proferida por autoridad
judicial competente.
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Respecto de la reserva judicial, la Constitución Política de 1991 establece tres excepciones puntuales:
Estado de flagrancia
01
Dispuesto en el artículo 32 de la Constitución Política, refiere que el
delincuente que sea sorprendido en la comisión de la conducta punible,
podrá ser aprehendido y llevado ante el juez por cualquier persona.
Detención preventiva
Establecida en el inciso 2° del artículo 28 de la Constitución Políitca, refiere a
02
las detenciones preventivas efectuadas por autoridades administrativas
(policía), en casos de requisas, solicitud de documentos de identificación,
capturas ilegales de jóvenes por causa de reclutamiento militar (mal llamadas
batidas), o bien captura por riñas y disturbios del orden público.
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2. Los derechos de igualdad.
Establecidos en la Declaración de Derechos de Virginia de 12 de junio de 1776, el artículo 1 de la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, el artículo 24 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y el artículo 3 del Protocolo Adicional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos en torno a Derechos Económicos, Sociales y Culturales
“Protocolo de San Salvador”; y en igual nivel de preponderancia que los derechos a la libertad y
afianzada en la dignidad humana, la igualdad es pilar fundamental del Estado Social de Derecho,
asumiendo un triple rol como valor, principio y derecho fundamental.
Como valor lo evidenciamos en la disposición del preámbulo constitucional que lo refiere como uno
de los valores fundantes del nuevo orden constitucional (1991), cuyo rol esencial es fungir como
criterio eficaz de interpretación, pues orienta sobre el sentido del Ordenamiento Jurídico.
Es a partir de esta ausencia de contenido material que se refiere por parte de la Corte Constitucional
la característica definitoria de la igualdad, esto es, su rasgo relacional; fenómeno que explica la
aplicación sistémica y holística susceptible de ser invocado ante cualquier actuación desplegada por
las diferentes ramas del poder público.
Claro está que esta ausencia de contenido material no refiere a que el principio de igualdad sea un
concepto vacuo, sino que adquiere una noción multinormativa que ha superado la noción incipiente
de Aristóteles en torno a la igualdad como “el trato igual a los iguales y desigual a los desiguales” y se ha
consolidado desde la doctrina constitucional como:
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Por una parte, un mandamiento de tratamiento igual que obliga a dar el mismo trato a supuestos de hecho
equivalentes, siempre que no existan razones suficientes para otorgarles un trato diferente, del mismo modo
el principio de igualdad también comprende un mandato de tratamiento desigual que obliga a las autoridades
públicas a diferenciar entre situaciones diferentes. (Sent. C-250 de 2012. M.P. Humberto Sierra Porto).
A partir de este postulado -reiterado por la H. Corte Constitucional-, se han decantado cuatro (4)
postulados específicos:
Las anteriores sub reglas se condensan en el artículo 13 de la Constitución Política de 1991, que
en un primer apartado enarbola la igualdad en torno al goce de derechos y libertades mínimas
de los asociados; mientras que los apartados subsiguientes establecen cláusulas encaminados al
reconocimiento del trato diferenciado de sectores sociales históricamente discriminados, excluidos o
en alto riesgo de vulnerabilidad (discriminación positiva).
En consecuencia, son titulares del derecho a la igualdad todas aquellas personas que han sido objeto
de un trato diferenciado injustificado o bien de un trato identitario, ignorando los elementos fácticos
diferenciadores. Así, el derecho fundamental a la igualdad se traduce en un mecanismo de defensa
frente a actos ora discriminatorios ora igualadores emanados de las ramas del poder público y en claro
desconocimiento de las disposiciones constitucionales.
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b. Acciones afirmativas y discriminación positiva. Enmarcado en el criterio de promoción
del artículo 13 de la Constitución Política, este postulado se decanta en (i) las acciones
afirmativas, entendidas estas como políticas públicas encaminadas a favorecer a ciertas
personas o colectivos a efectos de reducir la brecha social y económica, así como aumentar
la representación de aquellos (Ejemplo de acciones afirmativas serían los subsidios estatales,
apoyos educativos, etc.). Por otra parte, (ii) acciones de discriminación positiva, esto es, líneas
de acción que buscan apoyar a personas o colectivos históricamente excluidos, facilitando
el acceso en ámbitos como la educación, el empleo y la participación política. En tal sentido
se pueden establecer diferencias de trato (positivo) en torno a grupos como mujeres, niños,
personas de la tercera edad, discapacitados, indígenas, raizales, afrocolombianos, Room, etc.
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Referencias
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INFORMACIÓN TÉCNICA
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