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Esta ponencia presenta una reflexión sobre las posibilidades del enfoque biográfico en la
metodología feminista para transformar los sesgos de género de la sociología. El feminismo
es una perspectiva histórica, interdisciplinaria y situada (Castañeda, 2011) que apela a la
construcción de una sociedad más justa. A partir de lo anterior, se considera que legado,
espacio y tiempo son elementos analíticos necesarios para identificar la relación cambio
social y mujeres. Se propone la genealogía como un enfoque metodológico que permite el
desarrollo de teorías feministas que son explicaciones sobre la vida social y la experiencia
humana desde una perspectiva centrada en las mujeres (Lengermann, Patricia y Jill
Niebrugge-Brantley, 2002). Las biografías personales condensan la experiencia a lo largo del
ciclo vital, por ello son experiencia desde el cuerpo sexuado que permiten observar a las
mujeres como agentes de cambio social; al tiempo que las herencias recibidas por las
feministas de una generación y los usos transformadores que hicieron de dicha herencia para
entregarla hoy como un legado a las generaciones sucesoras de mujeres y feministas. Este
acercamiento a la experiencia alude al cuerpo vivido y, como tal, alude a una síntesis y una
concreción del mundo de lo social y lo personal.
Palabras clave: genealogía feminista, cronotopía feminista, métodos cualitativos, estudios
feministas.
¿Existe una metodología feminista? Esta interrogante ha sido planteada por académicas
feministas de diversas disciplinas 2 desde hace medio siglo. Interrogarnos acerca de las
características y posibilidades de una metodología feminista en las ciencias sociales forma
parte de una discusión sobre los alcances y características de una epistemología y de la teoría
feminista. La cuestión también se concentra en la forma particular de proceder de la teoría
feminista al observar el mundo y construir explicaciones. Así, el surgimiento y características
de la Teoría y Epistemología feminista han transformado el conocimiento en las ciencias
sociales, así como las condiciones de vida de las mujeres.
encontrar en Teresita de Barbieri (1996 y 2002), Eli Bartra (1999 y 2002), Sandra Harding (1996), Norma
Blazquez (2010) y Patricia Castañeda (2008)
Estudios de la Mujer, Estudios de Género y Estudios Feministas
Estudios de Género, Estudios de la Mujer y Estudios feministas son parte de los efectos de
las mujeres en la universidad y en las ciencias (Blázquez y Güereca 2015). La incorporación
y presencia de las mujeres en las universidades es un proceso histórico que ha llevado varios
siglos en los que lentamente se van superando:
3 Margaret Mead desarrolló una antropología centrada en las mujeres y abarcativa en el terreno de la
sexualidad que posibilitó entender que la sexualidad es una construcción histórica y variable de cultura en
cultura. Publicó Adolescencia, sexo y cultura en Samoa (1928), Creciendo en Nueva Guinea (1930), La cultura
cambiante de una tribu india (1932), Nuevas vidas para lo viejo: transformación de lo cultural en Manus, 1928-
1953 (1956), Gente y lugares (1959); Hombre y Mujer (1961), Continuidades en la evolución cultural (1964),
Cultura y compromiso (1970), Invierno de mora (1972), Ciencia y el concepto de raza, genética y conducta
(1972)
2) Visiones androcéntricas en las ciencias.
3) Efectos negativos de la ciencia sobre las mujeres, tales como la patologización y
control de la sexualidad femenina, la justificación “científica” de la inferioridad de
las mujeres (Blazquez 2008; Blazquez y Güereca 2015), así como el desarrollo de
interpretaciones que en el ámbito de las ciencias sociales están basados en
experiencias masculinas que no abarcan a las mujeres y se tiende a tratar a las mujeres
como “no hombres” (Morley, 1995 y 1996)
1) Es siempre relacional y con ello remite a las relaciones entre el género femenino y el
género masculino.
2) Es una construcción histórico-social.
3) Nunca aparece n forma pura, sino entrecruzada con otras condiciones como la raza,
la religión, la clase social, la nacionalidad. (Burín, 1998)
Epistemología feminista
En relación con la primera interrogante se puede afirmar que es la génesis y la estructura del
conocimiento científico la que determina y establece, a través de la sedimentación histórica
de sus comunidades y paradigmas, los dominios conceptuales para explicar el mundo y sus
relaciones; así como los procesos para llegar a tales explicaciones. La impronta sociopolítica,
histórica y económica de este dominio resulta relevante, pues las aportaciones de la economía
política de la ciencia (Hilary y Steven Rose 1972, 1979 y 1980) demostraron cómo los países
desarrollados invierten en determinados conocimientos científicos, en los cuales las Ciencias
Sociales no ocupan un lugar privilegiado, que tienen una larga historia vinculada al
capitalismo y a las revoluciones industriales. La estructura social en que descansa esta
génesis y estructura es profundamente patriarcal. De ello han dado cuenta pensadoras como
Sandra Harding, Helen Longino, Linda Schiebinger, Eulalia Pérez-Sedeño, Donna Haraway,
Amelia Valcárcel, Diana Maffía, entre otras. En relación con la segunda pregunta, la
respuesta parecerá redundante, pues si ya se afirmó que la estructura social de la ciencia es
patriarcal y predominantemente capitalista, es evidente que la mirada de las mujeres como
sujetos excluidos de los círculos de poder, prestigio y reconocimiento, ofrece una mirada
parcial y particular. Sin embargo, la condición de las mujeres no es unívoca. El universalismo
de la organización patriarcal descansa sobre las particularidades locales que determinan las
temáticas y los modos en que deben abordarse.
El paradigma científico posee una clave de género geopolítica: es el paradigma del científico
“masculino y europeo”. Esta clave abre la ventana a las relaciones de poder-saber que se
jugaron en la instauración del método experimental, de la ciencia moderna, y de sus
disciplinas. La primacía de las Ciencias Naturales deriva de los alcances económico-
expansivos que ofrecieron sus tecnologías. Liliana Vargas (2010) plantea que la figura del
testigo modesto4 posee una relación con la subjetividad colonizadora, en cuatro ámbitos:
4El testigo modesto surge en la Inglaterra del siglo XVIII. Implicaba las normas entre caballeros del cara a cara
para certificar la verdad de los resultados de los experimentos científicos. Era modesto, en el sentido de que
era un observador no implicado, imparcial e impaciente (Wajcman, 2006). Donna Haraway (1991) encuentra
que de estos testigos modestos surge una narrativa inmodesta, una gran narrativa de la razón científica, que
además fue y sigue siendo un hombre blanco europeo.
4. La visión europea y masculina que se enuncia como universal y descorporiza su
producción.
[…] una ruptura que resulta central en las discusiones poscoloniales, ella formula una
continuidad fundamental entre el proceso colonizador y el surgimiento de la ciencia
ilustrada. Punto cero de observación y descorporización del conocimiento parecen
entonces, fenómenos estrechamente ligados desde sus lógicas de funcionamiento. Lo
cual plantea una visión alternativa, de fuertes diferencias frente a las lecturas
tradicionales del fenómeno de la modernidad. (2010: 88)
5 Visibilizar es demostrar la existencia de las mujeres, más que un descubrimiento, como la forma
en que están en el mundo. (Castañeda, 2008)
6 Historizar es un proceso en que se reconstruye la formación de las ideologías y los procesos naturalizadores
de la desigualdad. (Castañeda, 2008)
7 Desnaturalizar es dejar de pensar en identidades y cualidades esenciales preexistentes a las personas que
despoja a mujeres y a hombres de conciencia crítica y creativa para modificar su experiencia humana.
(Castañeda, 2008)
clave feminista para la teoría de género. Esta clave requiere además de un lenguaje innovador
e incluyente que potencie formas de vida libertarias.
Para que pueda formarse una oposición efectiva a la vida política y a la ciencia y
epistemología androcéntricas y burguesas, deben generalizarse las condiciones en las
que contribuyen las mujeres a la vida social de todos los humanos. Desde el punto de
vista político, esto llevará a una sociedad no estructurada ya por las oposiciones
machistas, tanto en su forma burguesa como en la proletaria; desde el punto de vista
epistemológico, conducirá a una ciencia que dirija y sea dirigida por la lucha política
por esa sociedad. (Harding, 1996: 129)
Es en este sentido, que dar voz a las mujeres y su experiencia en torno a las interacciones y
movimientos sociales en que participan, es un acto epistémico, teórico y político que las
nombra, visibiliza y reconoce como:
- sujetos de conocimiento,
- sujetos sociales,
- sujetos políticos,
- sujetos éticos,
que son productivos y creativos, en tanto protagonistas de las acciones sociales en que
participan y desde las que proponen, construyen y transforman el mundo social.
Las metodologías cualitativas son dialógicas, nos acercan a la experiencia de los actores
sociales y a su condición de sujetos. Nos acercan reflexivamente a procesos sociales en los
que se negocian, disputan y construyen el poder, la autonomía, la autoridad, y la posición
social. La metodología feminista ha privilegiado el enfoque cualitativo y genealógico para
la revelación, visibilización, historización y desnaturalización de las mujeres, a partir de su
propia voz. Los enfoques cualitativos en la metodología posibilitan la autorreflexión y
desatan procesos de toma de conciencia. Son metodologías que implican procesos
transformadores basados en la construcción de conocimientos reivindicativos, así como la
construcción de alternativas éticas en el mundo que hoy nos toca vivir y transformar.
Desde la teoría feminista, la experiencia es un concepto de alude al cuerpo vivido y como tal
implica un síntesis y una concreción del mundo de lo social y lo personal. Por ello requiere
de un análisis multidimensional que permita recuperar las elaboraciones que hacen los sujetos
de conocimiento a partir de vínculos entre lo macro y lo micro, la sociedad y la persona. Al
respecto, Patricia Castañeda explica que:
Cada orden de género crea los cuerpos que requiere, cuerpos construidos, cuerpos
históricos, semejantes sólo en apariencia a los cuerpos de otras latitudes y sistemas.
En esos cuerpos sexuados se construyen habilidades físicas y subjetivas, destrezas,
maneras de hacer las cosas, deseos, deberes y prohibiciones, maneras de pensar, de
sentir y diversas maneras de ser asociadas a posiciones políticas. (1995: 14)
Se produce así una cultura de género que es un conjunto de sistemas explicativos sobre la
naturalidad del mundo y los deberes de género, elevados al rango de ley natural en que las
naturalezas humana, femenina y masculina son percibidas como entelequias eternas,
ahistóricas y universales. En esta cultura genérica que da soporte a la organización genérica
del mundo el hombre se erige como el sujeto de la historia que trasciende la sexualidad,
mientras que la mujer es sexualidad y con ello inmanente y ahistórica.
8El ubi es, en términos de Celia Amorós (1994) el lugar que ocupa el sujeto en el mundo, lugar construido
ontológica y políticamente, por lo que incluye el espacio concreto junto con la construcción filosófica y política
que le da sentido. (Nota de la autora)
Estas distinciones toman forma en todos los ámbitos de la vida de las personas: social,
interpersonal, privado, laboral, lúdico; y legitima que el poder sea masculino a través de un
proceso de aculturación de género (García de León 2002) en que las mujeres viven en un
modelo social dominado y los hombres en un modelo social dominante.
Si algo hay cierto en el mundo social, es el poder, los fenómenos de dominación; por
tanto siempre se impondrá el modelo cultural hegemónico, el masculino, y hacia él
tenderán las mujeres que están inmersas en el actual proceso de aculturación. […]
Todo lo anterior no está en contradicción con el hecho de que los procesos de
aculturación produzcan una tensión entre la cultura nueva y la antigua que lleva a la
adaptación tanto dela una como de la otra. No son procesos lineales, mecánicos, sino
que son procesos llenos de resistencias, de forcejeos, de pasos adelante y pasos atrás.
(García de León 2002, 48)
9 La metáfora del cíclope sirve para ilustrar el androcentrismo en la ciencia que, al sobregeneralizan la
experiencia masculina como experiencia de humanidad, invisibilizando y deshumanizando a las mujeres.
son esas antecesoras de feministas que formaron centros y redes de estudios de género, así
como espacios mediáticos. La cronotopía feminista es un concepto propuesto por Teresa
Del Valle (1999) 10 que hace alusión a la relación entre la experiencia, el espacio y el tiempo.
En este caso, hago uso de lo propuesto por Marcela Lagarde (2012, 1996) y por Celia Amorós
(2000 y 2006) en torno a la reflexión del tiempo y el lugar de las mujeres que es transformado
por el feminismo. Marcela Lagarde (2012) plantea la diversidad de tiempos que conforman
la experiencia de las mujeres en el mundo moderno: el tiempo histórico, el tiempo biográfico
(que puede ser tradicional o dinámico), el tiempo de la vida cotidiana, y el tiempo hito 11 (Del
Valle Teresa 1997). En esta diversidad de tiempos, las mujeres participamos de la historia
colectiva y personal a través de repeticiones inconscientes de la cultura tradicional de género
así como de transformaciones personales y colectivas de dicha cultura. Por su parte el topos
se refiere “a un lugar común de referencia como ubi desde el cual cobra su sentido la práctica
de autodesignación. […] el ámbito en el que se inscribe una práctica concertada, sino
precisamente, como hemos dicho, del correlato simbólico de unas prácticas serializadas.”
(Amorós 2006, 119) Célia Amorós utiliza el concepto para explicar el topos de los pactos
patriarcales a través de los cuales los hombres se autoinstituyen como grupo juramentado
con derecho de hacer de “la mujer” su topos. Este topos existe, conforma la base de la cultura
patriarcal. Por ello utopía y tiempo forman una bisagra en la que se construyen cambios
sociales. El feminismo ha construido alternativas de vida dentro de diversos espacios
sociales, es decir, ha transformado la estructura del espacio social.
Legado, espacio y tiempo conforman así elementos analíticos necesarios para identificar las
herencias recibidas por las feministas de una generación y los usos transformadores que
hicieron de dicha herencia para entregarla hoy como un legado a las generaciones sucesoras.
Desde la teoría feminista, la experiencia es un concepto de alude al cuerpo vivido y como tal
implica un síntesis y una concreción del mundo de lo social y lo personal. Por ello requiere
de un análisis multidimensional que permita recuperar las elaboraciones que hacen los sujetos
10 Teresa del Valle (1999) define el cronotopos como la “memoria basada en experiencias que han quedado
incorporadas como parte vital de la existencia, […] memoria en la que participamos todos los humanos, ya
que tenemos capacidad para simbolizar y experimentar la densidad de las distintas emociones […] Es una
memoria que se ejercita de distintas maneras: individual, grupal explícita o mediante procesos indirectos. Se
trata de una memoria no discursiva que está vinculada al concepto de embodiment, […] en el sentido de algo
pasado por la experiencia corporal que incluye el proceso emocional.” (1999: 8). Si bien, parte de lo que se
analiza en esta tesis tiene que ver con la memoria de las feministas en el sentido planteado por Teresa del
Valle, el uso que propongo aquí está referido a los términos cronos y tropos entendidos como en enlazamiento
tiempo-espacio (lugar) a partir del cual las mujeres (feministas o no) pueden hacer suyos los legados de la
cultura feminista.
11 Marcela Lagarde (2012) parte del concepto de tiempo hito propuesto por Teresa del Valle que está “ligado
a hechos lacerantes en la vida de las mujeres. El instante en que el orden social, la cultural el espacio y el
tiempo culminan, se sintetizan en situaciones de riesgo para las mujeres” (Lagarde y de los Ríos 2012, 72) en
este sentido es tiempo que marca la experiencia de género dominante en la vida de las mujeres donde
encontramos violencias. Más adelante, Marcela Lagarde propone el tiempo hito del ser-para-sí que refiere a
una marca en la vida de las mujeres en la que produce un cambio de paradigma en los usos del tiempo y la
construcción de la historia de las mujeres, tanto personal como colectiva.
de conocimiento a partir de vínculos entre lo macro y lo micro, la sociedad y la persona. Al
respecto, Patricia Castañeda explica que:
La genealogía privilegia las acciones sociales desde la valoración y experiencia de los sujetos
que las realizan. Las biografías personales condensan la experiencia a lo largo del ciclo vital.
Nos permite mirar la temporalidad del gerundio: las acciones siempre están haciéndose. Una
persona condensa en su historia de vida: las expectativas sociales que lo interpelan, su
12El ubi es, en términos de Celia Amorós (1994) el lugar que ocupa el sujeto en el mundo, lugar construido
ontológica y políticamente, por lo que incluye el espacio concreto junto con la construcción filosófica y política
que le da sentido. (Nota de la autora)
genealogía, la forma en que se explica el mundo en que vive, la forma en que explica su
inserción o no en el mundo, las experiencias que lo constituyen como sujeto.
Bibliografìa