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Emociones y moralidad claves de interpretación desde una aproximación

cognitiva
La historia de las relaciones entre las emociones y la moral viene desde
tiempos antiguos, en los que desde entonces se trataba de establecer un
vínculo entre ellas que pudiera explicar determinadas conductas
manteniendo la armonía y las dimensiones creativas del ser humano, así
mismo se dejaba de lado el hecho de la lógica y la razón mantenían otro
vínculo importante con ellas.
Actualmente en nuestra sociedad occidental aún se separan las experiencias
cognitivas e intelectuales de lo emocional o sentimental con la diferencia de
que constantemente se intenta clarificar y relacionar su naturaleza.
De acuerdo con los griegos las emociones eran pasivas, y se consideran
como el resultado de una activación corporal específica que surge frente a
situaciones particulares, por lo que para poder experimentar la emoción
debe primero experimentarse cambios corporales como producto de algún
estímulo. Esto mismo menciona James-Lange, el nos dice que las emociones
son percepciones de los cambios fisiológicos y viscerales que presenta un
individuo, por ejemplo, sentimos tristeza porque lloramos y estamos
asustados por que temblamos.
Con diversas propuestas se ha propuesto ampliar las ideas que se tienen
sobre este tema, describiendo a las emociones como respuestas complejas
de un individuo a los estímulos del entorno, y aunque esto implica reacciones
fisiológicas, se caracterizan fundamentalmente por una valoración positiva o
negativa de un objeto intencional, y una tendencia a la acción según la
evaluación realizada.
Según Lazarus cada emoción se define en función del tipo particular de
relación que un individuo establece entre el y su entorno, a esto, Lazarus lo
llama “relaciones nucleares”, es decir, los prejuicios y beneficios personales
en cada relación persona-medio.
En relación con el aspecto moral, de acuerdo con Lazarus (1999) si una
persona tiene una reacción de indignación frente a determinada situación en
donde se vulneren los intereses o derechos de una persona.
Cornelius nos presenta una tabla que explica como determinadas emociones
como la ira, la ansiedad, o el temor, se generan debido a una fuerte ofensa, a
una amenaza externa o a un peligro inmediato.
Por otro lado, se afirma que las emociones están vinculadas a creencias y
juicios, lo cual permite que surja la posibilidad de la responsabilidad por
nuestras emociones, al ser las emociones, juicios, estas se pueden debilitar o
transformar por la introducción de otras creencias y otros juicios,
haciéndonos responsables de ellas.
Finalmente, es claro que las relaciones entre las formas cognitivas y
emocionales pueden llevarse de forma armónica, es decir, una relación
invisible entre ambas que permiten una integración coherente, dentro de lo
básico.

Referencias.
Pinedo Cantillo. Las emociones y la moral: claves de interpretación desde una
aproximación cognitiva Tesis Psicológica, vol. 12, núm. 1, enero-junio, 2017,
pp. 82-104 Fundación Universitaria Los Libertadores Bogotá, Colombia.

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