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Joseph Nye · TEDGlobal 2010
Global power shifts
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Español
Translated by Sebastian Betti
Reviewed by Amaranta Heredia Jaén
00:03
Voy a hablarles del poder en este siglo XXI. Y, básicamente, lo que me gustaría contarles es
que el poder está cambiando y hay dos tipos de cambios que quiero tratar. Uno es la
transición de poder, que es el cambio de poder entre estados. Y la versión simple del
mensaje es que se mueve de Occidente a Oriente. El otro es la difusión de poder, la forma en
que el poder pasa de los estados, de Occidente u Oriente, a los actores no estatales. Esas
dos cosas son los dos grandes cambios del poder de nuestro siglo. Y quiero contarles cada
uno por separado y luego cómo interactúan y por qué, al final, puede haber buenas noticias.
00:54
Cuando hablamos de transición de poder a menudo hablamos del crecimiento de
Asia. Debería l amarse en verdad la recuperación, o el retorno, de Asia. Si mirásemos el
mundo de 1800, encontraríamos que más de la mitad de la población mundial vivía en Asia y
tenía más de la mitad de la producción mundial. Avancemos rápido a 1900: la mitad de la
población del planeta, más de la mitad, todavía vive en Asia, pero tiene sólo un quinto de la
producción mundial. ¿Qué sucedió? La Revolución Industrial. Que significó que, de
repente, Europa y EE.UU. se volvieron el centro financiero del mundo. Lo que vamos a ver en
el siglo XXI es a Asia volviendo gradualmente a representar más de la mitad de la población
del mundo y a tener más de la mitad de la producción mundial. Eso es importante, es un
cambio importante. Pero déjenme que les cuente un poquito del otro cambio del que estoy
hablando, la difusión de poder.

01:59
Para entender la difusión de poder piensen en lo siguiente: los costos de informática y
comunicaciones han caído a una milésima parte de su valor entre 1970 y el comienzo de
este siglo. Esto es un número grande y abstracto, pero hagámoslo comprensible: si el precio
de un automóvil hubiese caído tan rápidamente como el de la potencia de cálculo, hoy se
podría comprar un auto por 5 dólares. Cuando el precio de una tecnología cae tan
estrepitosamente, bajan las barreras de entrada; todos pueden entrar en el juego. Así, en
1970, si uno quería comunicarse de Oxford a Johanesburgo, o a Nueva Delhi, o a Brasilia, o a
cualquier lado simultáneamente, se podía, existía la tecnología. Pero para poder hacerlo había
que ser muy rico: un gobierno, una empresa multinacional, quizá la Iglesia Católica, pero uno
tenía que ser muy rico. Ahora todos pueden hacer lo que previamente estaba restringido por
precio a unos pocos actores, si tienen el precio de entrada a un cibercafé; la última vez que
miré costaba algo así como una libra la hora... y si uno tiene Skype, es gratis. De modo que
cosas que antes estaban restringidas, ahora están disponibles para todos. Y eso no
significa

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que se haya acabado la era del Estado. El Estado todavía importa. Pero el escenario está
colmado. El Estado no está solo. Hay muchos, muchos actores. Algunos son
buenos. Oxfam, un gran actor no gubernamental. Algunos son malos. Al Qaeda, otro actor no
gubernamental. Pero pensemos cómo cambia eso nuestros términos y conceptos
tradicionales. Pensamos en términos de guerra y de guerra entre estados. Y remontándonos
a 1941, cuando el Gobierno de Japón atacó a EE.UU. en Pearl Harbor. Vale la pena
destacar que un actor no estatal que atacó a EE.UU. en 2001 mató a más
estadounidenses que el Gobierno de Japón en 1941. Podría entenderse esto como la
privatización de la guerra. Estamos viendo un gran cambio en términos de difusión de poder.
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Ahora, el problema es que no estamos pensando en esto de formas innovadoras. Por eso
déjenme volver y preguntar: ¿qué es el poder? El poder es sencil amente la capacidad de
afectar a otros para obtener los resultados que queremos y se puede hacer de tres
maneras. Se puede hacer con amenazas, coerción... palos, se puede hacer con
pagos... zanahorias, o se puede hacer que otros quieran lo mismo que uno. Y esa capacidad
de hacer que otros quieran lo mismo que uno para obtener los resultados deseados, sin
coerción ni pagos, es lo que l amo el "poder blando". Y se ha descuidado mucho este poder
blando, ha sido muy malentendido. Y es tremendamente importante. De hecho, si
aprendiéramos a usar más poder blando, se podría ahorrar mucho en zanahorias y
palos. Tradicionalmente la gente pensaba en el poder principalmente en términos de poder
militar. Por ejemplo, el gran historiador de Oxford que enseñó en esta universidad, A.J.P.
Taylor, definió como gran potencia al país capaz de imponerse en la guerra. Pero
necesitamos una nueva narrativa para entender el poder en el siglo XXI. No es sólo
imponerse en la guerra, aunque la guerra todavía persiste. No es sólo qué ejército gana; es
también qué historia gana. Y tenemos que pensar mucho más en términos de narrativas y
qué narrativa va a ser más eficaz.

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Ahora déjenme volver a la cuestión de la transición de poder entre estados y qué está
pasando ahí. Las narrativas actuales tienden a contar el ascenso y caída de las grandes
potencias. Y toda la narrativa actual es sobre el crecimiento de China y la caída de Estados
Unidos. De hecho, con la crisis financiera de 2008, mucha gente dijo que esto era el
comienzo del fin del poderío estadounidense. Se estaban desplazando las placas tectónicas
de la política mundial. Y el presidente Medvédev de Rusia, por ejemplo, marcó en 2008
que este era el comienzo del fin del poderío de EE.UU. Pero, de hecho, esta metáfora de la
caída suele ser muy engañosa. Si miramos la historia, la historia reciente, veremos que los
ciclos de creencia en la caída estadounidense van y vienen cada 10 ó 15 años más o
menos. En 1958, después de que los soviéticos lanzaran el Sputnik, era "el fin de Estados
Unidos". En 1973, con el embargo petrolero y el cierre de la ventana del oro, era el fin de
Estados Unidos. En la década de 1980, cuando EE.UU. atravesaba una transición, en el
período de Reagan, de la economía "cinturón de óxido" del Medio Oeste a la de Silicon
Valley en California, ese era el fin de EE.UU. Pero, de hecho, lo que hemos visto es que nada
de eso era cierto. De hecho, la gente estaba demasiado entusiasmada en la década del
2000, pensando que EE.UU. podría hacer algo que nos l evara a alguna aventura desastrosa
de política exterior, y de vuelta al cuento de la caída.

07:54
La moraleja de esta historia es que estas narrativas de ascenso, caída y decadencia nos
hablan más de psicología que de la realidad. Si tratamos de centrarnos en la
realidad, entonces tenemos que focalizarnos en lo que pasa realmente en términos de China
y Estados Unidos. Goldman Sachs ha proyectado que China, la economía china, superará a
la de EE.UU. en 2027. Así que tenemos 17 años más aproximadamente antes de que China
sea más grande. Algún día, con 1.300 mil ones de personas cada vez más ricas, va a ser más
grandes que Estados Unidos. Pero sean muy cautelosos con proyecciones como
estas, como las de Goldman Sachs, si quieren hacerse una imagen precisa de la transición de
poder en este siglo. Permítanme mencionar 3 razones por las que es demasiado simple. En
primer lugar, es una proyección lineal. Ya saben, todos dicen: esta es la tasa de crecimiento
de China, esta la de EE.UU., aquí van... línea recta. La historia no es lineal. A menudo hay
baches en la carretera, accidentes en el camino. La segunda cosa es que la economía
china sobrepase a la estadounidense, digamos en 2030, que puede ser, considerando el
tamaño de la economía total, pero no el ingreso per cápita... no indicará la composición de la
economía. China todavía tiene grandes áreas de subdesarrollo. Y el ingreso per cápita es una
mejor medida de la sofisticación de la economía. Los chinos no lograrán alcanzar o pasar a
los estadounidenses hasta finales... después de 2050, de este siglo.

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El otro punto que vale la pena destacar es lo unidimensional de esta proyección. Mira el
poder económico medido por el PIB. No dice mucho sobre el poder militar, no dice mucho
sobre el poder blando. Todo es en una sola dimensión. Y, también, cuando pensamos en el
crecimiento de Asia, o el retorno de Asia, como lo l amé un poco antes, vale la pena recordar
que Asia no es una sola cosa. Si uno está en Japón, o en Nueva Delhi, o en Hanoi, el punto
de vista del ascenso de China es un poco diferente que si uno está en Pekín. De hecho, una
de las ventajas que tendrán los estadounidenses en términos de poder en Asia es que todos
esos países querrán una política de seguros de EE.UU. contra el crecimiento de China. Es
como si México y Canadá fueran vecinos hostiles de Estados Unidos, cosa que no son. Por
eso estas proyecciones simples del tipo de las de Goldman Sachs no nos dicen lo que
tenemos que saber sobre la transición de poder.

10:45
Pero pueden preguntarse, bueno ¿y con eso qué? ¿Por qué importa? ¿A quién le importa? ¿Es
acaso un juego de diplomáticos y académicos? La respuesta es que importa mucho. Porque
si uno cree en la caída y le dan las respuestas incorrectas, los hechos, no los mitos, uno
puede adoptar políticas muy peligrosas. Déjenme darles un ejemplo de la historia. La Guerra
del Peloponeso fue el gran conflicto en el que se desintegró el sistema griego de ciudad-
estado hace 2.500 años. ¿Qué lo causó? Tucídides, el gran historiador de la Guerra del
Peloponeso, dijo que fue el aumento de poder de Atenas y el temor que creó en
Esparta. Observen las dos mitades de esa explicación.
11:36
Muchas personas argumentan que el siglo XXI va a repetir el siglo XX: la Primera Guerra
Mundial, la gran conflagración, en la que el sistema estatal europeo se desintegró y destruyó
su centralidad en el mundo, y que eso fue causado por el aumento de poder de Alemania y el
temor que eso creó en Gran Bretaña. Hay gente que nos está diciendo que esto se va a
reproducir hoy en día, que vamos a ver esto mismo en este siglo. No. Pienso que eso es un
error. Es una mala lectura. Por un lado, Alemania había superado a Gran Bretaña en poderío
industrial en 1900. Y, como dije antes, China no ha superado a Estados Unidos. Pero
también, si uno cree eso y eso genera una sensación de miedo, eso l eva a una reacción
exagerada. Y el mayor peligro que tenemos al manejar esta transición de poder del
desplazamiento hacia Oriente, es el miedo. Parafraseando a Franklin Roosevelt, de un
contexto diferente, «a lo único que debemos temer es al miedo mismo». No tenemos que
temer al crecimiento de China o al retorno de Asia. Y si tenemos políticas, si adoptamos
políticas con esa perspectiva histórica más amplia, vamos a ser capaces de manejar este
proceso.

12:59
Permítanme decir unas palabras ahora sobre la distribución de poder y cómo se relaciona
con la difusión de poder para luego unir ambos conceptos. Si uno quiere saber cómo se
distribuye el poder en el mundo de hoy, se distribuye como un ajedrez tridimensional. En el
tablero superior: el poder militar entre los estados. Estados Unidos es la única
superpotencia y es probable que se mantenga de esa manera durante 2 ó 3 décadas. China
no va a sustituir a EE.UU. en ese tablero militar. El tablero medio de este ajedrez
tridimensional: el poder económico entre los estados. El poder es multipolar. Hay
equilibradores. EE.UU., Europa, China, Japón, pueden equilibrarse mutuamente. El tablero
inferior del ajedrez tridimensional: el tablero de las relaciones transnacionales, cosas que
cruzan las fronteras fuera del control de los gobiernos: el cambio climático, el comercio de
drogas, los flujos financieros, las pandemias, todas estas cosas que trascienden las
fronteras fuera del control de los gobiernos, ahí nadie está a cargo. No tiene sentido l amar a
esto unipolar o multipolar. El poder está distribuido caóticamente. La única manera de
resolver estos problemas -y aquí entran muchos de los desafíos más grandes de este
siglo- es mediante la cooperación, gracias al trabajo conjunto. Es decir, que el poder blando
se torne más importante, esa capacidad para organizar redes para hacer frente a este tipo
de problemas y poder lograr la cooperación.

14:35
Otra forma de decirlo es que al pensar en el poder en el siglo XXI, queremos alejarnos de la
idea de que el poder es siempre de suma cero: mi ganancia es tu pérdida y viceversa. El
poder también puede ser de suma positiva, donde tu ganancia puede ser mi ganancia. Si
China desarrolla una mayor seguridad energética y una mayor capacidad para hacer frente a
sus problemas de emisiones de carbono, es tan bueno para nosotros como para China y
también para todos los demás. Así que dar poder a China para enfrentar sus propios
problemas de carbono es bueno para todos, y no es una suma cero: yo gano, tú pierdes. Es
una suma en la que todos podemos ganar. Así que cuando pensamos en el poder en este
siglo, queremos abandonar este punto de vista que es todo "yo gano, tú pierdes". No quiero
decir que haya que ser ultra optimista. Las guerras persisten. El poder persiste. El poder militar
es importante. Mantener el equilibrio es importante. Todo esto aún persiste. El poder duro
está ahí, y seguirá estando. Pero a menos que uno aprenda a combinar poder duro con
poder blando en estrategias que yo l amo de "poder inteligente", no se podrá hacer frente a
los nuevos tipos de problemas que enfrentamos.

15:55
La pregunta clave que tenemos que hacernos al mirar esto es: es, ¿cómo podemos trabajar
juntos para producir bienes públicos globales, cosas de las que todos nos podamos
beneficiar? ¿Cómo definir nuestros intereses nacionales de modo que no sean de suma
cero, sino de suma positiva? En ese sentido, si definimos nuestros intereses, por ejemplo,
para los Estados Unidos, la forma en que Gran Bretaña los definió en el siglo
XIX, manteniendo un sistema comercial abierto, una estabilidad monetaria, la libertad de los
mares, eso era bueno para Gran Bretaña, y también para los demás. Y en el siglo XXI hay
que hacer un paralelismo. ¿Cómo producimos bienes públicos globales que sean buenos para
nosotros pero buenos para todos al mismo tiempo? Y esa va a ser la dimensión de buenas
noticias de lo que tenemos que considerar al pensar el poder en el siglo XXI.

16:46
Hay maneras de definir nuestros intereses en las que, mientras nos protegemos con poder
duro, podemos organizarnos con otros en redes para producir no sólo bienes públicos sino
maneras de mejorar nuestro poder blando. Así que si uno mira las declaraciones que se han
hecho al respecto. Me impresionó cuando Hil ary Clinton describió la política exterior de la
Administración Obama; dijo que la política exterior de la Administración Obama iba a usar el
poder inteligente, según sus palabras: "la amplia gama de herramientas disponibles en política
exterior". Y si vamos a lidiar con estos dos grandes desplazamientos de poder que
describí, el cambio de poder representado por la transición entre estados y el cambio de
poder representado por la difusión de poder de todos los estados, vamos a tener que
desarrollar una nueva narrativa del poder en la que combinemos poder duro y blando en
estrategias de poder inteligente. Y esa es la buena noticia que tengo. Podemos hacerlo.

17:49

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