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Al lado de los tradicionales elementos del tipo (sujetos, objeto,

conducta) la doctrina ha reconocido que la correcta definición


de la conducta punible no siempre es posible acudiendo al
esquema objetivo formal que puede brindar el lenguaje, sino
que en muchos casos la determinación de lo penalmente
prohibido tiene que ver con valoraciones de carácter normativo
o subjetivo que se conocen como ingredientes del tipo. Sobre
este aspecto en particular el maestro Alfonso Reyes Echandía en
su obra Derecho Penal General expresa:

“Estos ingredientes no son de suyo elementos del tipo, sino


expresiones que se predican de cualquiera de ellos; sirven pues para
cualificar a los sujetos activo y pasivo o al objeto material, o para
precisar el alcance y contenido de la conducta misma o de una
circunstancia de ella predicable.

(…) Los ingredientes normativos pueden ser de contenido jurídico o


extrajurídico. Los primeros implican una valoración de iure en cuanto
se trata de conceptos que pertenecen al ámbito del derecho; los
segundos tienen un contenido cultural y requieren valoración de orden
académico, ético y social. Expresiones como “privado de la libertad en
virtud de auto o sentencia” (C.P., art. 178), “sin facultad legal” (art.
197), son de naturaleza jurídica; en cambio otras como “calamidad
pública” (C.P., art 199), “ambiente” (art. 247), “prostitución“ o “persona
honesta” (art. 308), son de carácter extrajurídico.”

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