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Papel del administrador en el cumplimiento ético y responsable de las

obligaciones tributarias.

Por: María Anabela Camejo.

Es verídico que todo administrador debe ser capaz de controlar de manera

competente cualquier área bajo su cargo, y el ámbito tributario no es la excepción; pero

en primer lugar, ¿sobre qué trata la administración tributaria y cuál es su importancia?

De forma resumida, (Kommer, 2011) explica que es “una tarea gubernamental clave

que consiste en la implementación de leyes tributarias, incluyendo la gestión de las

operaciones de los sistemas tributarios”. Generando el cumplimiento de pago por parte

de los contribuyentes.

En ese sentido, (Togler, 2009) expresa que dicha administración es importante

porque “Es la pieza clave para lograr el cumplimiento tributario…” por lo tanto impulsa al

cumplimiento integral en el entorno socioeconómico, puesto que la política fiscal es

esencial para impulsar el desarrollo económico del país, por medio de una eficiente

recaudación de impuestos y la distribución equitativa de la riqueza, lo que sustenta la

generación de fuentes de empleo e incentiva la inversión y crecimiento del entorno

productivo del país.

De modo que, el administrador es el encargado de hacer cumplir con todos los

trámites administrativos que se necesitan para cumplir con la ley, ya que actúa como un

asesor en cuestiones fiscales y políticas teniendo en cuenta las jurisdicciones que

rodean el espacio donde está trabajando. Además, debe ser capaz de tomar decisiones

acertadas relacionadas con los impuestos y debe tener la aptitud para interpretar e
identificar cuál es la mejor opción para desarrollar una buena relación entre el Estado y

los contribuyentes.

Se debe destacar que los administradores deben cumplir con sus deberes
fiduciarios, es decir, obrar de buena fe, con lealtad y con la diligencia de un
buen hombre de negocios. Sus actuaciones deben observar el interés de la
sociedad y se deben hacer teniendo en cuenta los intereses de sus
asociados. (Fernando Cervantes, 2006)

Independientemente del tipo de empresa según su forma jurídica, el término de

obligación tributaria está presente, y el administrador debe trabajar de forma ordenada y

consciente para ejecutar de forma eficiente según la ley, el cumplimiento de sus

funciones, y sus actuaciones se deben cumplir en interés de la sociedad. Del mismo

modo, el administrador tiene la obligación formal de presentar dentro de los periodos

señalados las respectivas Declaraciones Tributarias y efectuar el pago de los impuestos

a cargo.

Indudablemente cada vez es más compleja la normativa tributaria debido a los

constantes cambios y continua creación de figuras jurídicas y nuevas obligaciones

formales al contribuyente, sin embargo lo más recomendable es que el administrador se

asesore enteramente desde el punto de vista fiscal para evitar futuros imprevistos que

afecten a la empresa, ya que mientras mejor asesorado esté, será mayor el ahorro

económico y la protección del patrimonio de la empresa en caso de que no se tuviese

liquidez o patrimonio para hacer frente ante los pagos y deudas.

Entonces, el administrador siempre debe mostrarse responsable ante la realización

de actos necesarios que sean de su incumbencia para el cumplimiento de las

obligaciones y deberes tributarios, y no debe consentir el incumplimiento o adoptar


acuerdos que posibiliten infracciones para evitar conflictos legales que conduzcan a

embargos patrimoniales o similares.

La responsabilidad tributaria de los administradores es compleja y supone

una ampliación de los supuestos de derivación de responsabilidad, que

obligan a reflexionar a aquéllos que pretendan asumir o bien el cargo de

administrador o bien estar apoderado y adquirir poderes amplios de gestión

de una entidad, por lo que puede suponer, ya no sólo desde un punto de vista

civil o mercantil, sino, desde un punto de vista del casi siempre olvidado en los

contratos, ámbito tributario. (Elena Martínez, 2006).

Asimismo, asumir el cargo de administrador con poderes suficientes para gestionar

la mayoría de actividades de una sociedad incluyendo las de carácter legal, no solo

puede suponer la asunción de responsabilidades de carácter mercantil, sino también

tributarias, a pesar de que la administración no siempre suponga una relación directa

con el ámbito fiscal, por lo que el administrador debe cumplir con ciertos aspectos éticos

y formales que contribuyan al cumplimiento exitoso de las obligaciones tributarias con el

fin de apoyar legalmente a la empresa, para proteger el patrimonio de la empresa y,

además, el patrimonio personal.

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