Está en la página 1de 3

Historia Social Latinoamericana 2021- Teóricos

Prof. Leandro Sessa.

Recuperatorio del primer trabajo integrador de los contenidos desarrollados en las


clases teóricas.

a) ¿Existe América Latina? Desarrollar una breve reflexión acerca de la identidad


latinoamericana.

Bohoslavsky sostiene que no hay ningún criterio objetivo y coherente que permita
recortar una América Latina de una anglosajona; ni la lengua, ni la historia, ni la
religión, ni el territorio, etc. Y señala la necesidad de entender a las identificaciones
como procesos de naturaleza relacional y situacional, esto es, alejadas de cualquier
esencia inmutable auto-construida. Sin embargo, aun en la construcción de imaginarios
e identidades se pone en juego la conformación de un colectivo que delimite fronteras
con otro(s) y permita una suerte de abstracción general por sobre las diferencias
particulares. Por lo que, en el ejercicio de desmitificar ‘la esencia auto-construida’
debemos señalar que los proyectos político-sociales que ponen en funcionamiento
diversos imaginarios, sin dejar de ser construcciones histórico-concretas, apuntan a
hacer operar la eficacia de esas identidades esenciales y auto-construidas. Por lo tanto,
decimos con él, que “(…) el nombre puede remitir a muchas cosas a la vez,
dependiendo de qué se quiera decir y de quién lo quiera decir.”

Entonces, en cuanto a qué América Latina es que estamos debatiendo sobre su


existencia, un asunto clave es, como sostiene Bohoslavsky, que el término permitió
invisibilizar las herencias racialmente indeseables, como la indígena y la negra, y de allí
parte de su eficacia. ‘La eternización en el imaginario de la condición colonial e
infantil’ que el autor vincula, sin embargo, a la identificación de la subordinación frente
a las metrópolis europeas como otro elemento de peso en la definición del continente
latinoamericano, saca un soporte analítico a la discusión de la identidad y omite
relaciones de subordinación realmente existentes en un orden geopolítico mundial
basado en relaciones de poder (todo lo cual no incluye fatalidad ni justificación, o sí).
Que el proceso de las independencias latinoamericanas se haya resuelto en una
rearticulación de la colonialidad del poder sobre nuevas bases institucionales –como
explica Segato- y que en ese proceso la construcción de las identidades haya sido
conceptualizada contra la mayoría de la población, en este caso, contra los negros, los
indios, los mestizos, etc., constituyen elementos insoslayables en una discusión sobre la
existencia o definición de latinoamericanidad.

En todo caso, (sostiene Segato) el mosaico heterogéneo y abigarrado que constituye la


realidad latinoamericana –en todas sus dimensiones- parece estar en permanente e
irresoluble suspensión, y simplemente no puede ser aprehendido por categorías
coloniales (marxistas, republicanas-liberales, etc.) Ciertamente la capacidad de operar
una exclusión política es la fortaleza principal de la idea de América Latina, y el motivo
de su obstinada permanencia como identidad. Más hay que señalar que esta exclusión
(la afirmación constituyente de lo no-somos y de lo que ahí no- hay) se demarca en
torno a la américa anglosajona (el otro negado del cual sí hablaremos) y no en relación a
las otras exclusiones políticas negadas internamente: de las que, como la independencia
de Haití, se hace mención pero no se habla.

“El mundo de Occidente se regodea en lo que Francois Furet llama la segunda ilusión
de verdad: lo que ocurrió es lo que debía ocurrir.” (Trouillot)

b) Qué relaciones pueden establecerse entre el caso de la Confederación Peruano-


Boliviana analizado por Cecilia Méndez y las ideas desarrolladas por
Chiaramonte acerca del significado de nación y Estado en la primera mitad del
siglo XIX.

Chiaramonte desarrolla algunos de los hilos fundamentales para entender mejor el


proceso de organización de los nuevos Estados iberoamericanos, en este proceso de
construcción, es importante resaltar que las nacionalidades son un producto y no un
fundamento de la historia del surgimiento de los Estados nacionales, explica. En ciertos
casos, los acuerdos necesarios fueron fruto del condicionamiento de las negociaciones
por la imposición de una ciudad y/o provincia más fuerte, más, la emergencia del Estado
nacional, fue, en general, fruto de un acuerdo contractual.

En el caso de la Confederación, el proyecto que se impuso fue el de las élites limeñas, y


una de sus importantes armas fue la literatura y la prosa. Cito a Méndez; “(…)la
Confederación suscitó, en los sectores más militantes de la oposición limeña, lo que
podríamos considerar la exteriorización más vívida de sentimientos racistas desde que
se fundó la República. Se trató de un momento crucial en la elaboración de
concepciones sobre lo que era “nacional-peruano” y lo que no. El rasgo más relevante
del discurso político antisantacrucino fue precisamente la definición de lo nacional-
peruano a partir de la exclusión y desprecio del indio, simbólicamente representado por
Santa Cruz.” (Pp.8 -Cursiva agregada)

En la guerra contra la Confederación, la idea de nacionalidad peruana, (la autora retoma


las sátiras poéticas de Felipe Pardo y Aliaga), implicaba un primordial rechazo al
elemento indígena. Este rechazo era en sí mismo un requisito de nacionalidad. Como
explica Chiaramonte, en estos procesos de conformación del Estado y la nación,
paradójicamente, el obstáculo no fue –para ninguno de los países hisponaemericanos ni
Brasil- el de no poseer rasgos definidos de homogeneidad cultural sino el de
compartirlos de un extremo al otro del continente. Quizás por eso la importancia de
retomar, para las élites en el Peru de esos años, la tradición incaica como un elemento sí
aceptable al tiempo que se rechazaba y estigmatizaba al indio actual, principal portador
de la tradición incaica, en todo caso. “Poco importaba que el padre de Santa Cruz
hubiese sido un criollo peruano nacido en Huamanga, que se hubiese educado en el
Cusco, que desde la llegada de San Martín hubiese combatido en los ejércitos patriotas
por la propia independencia del Perú. El estigma venía de su madre, una india
aymara(…)” (pp.8)

No se trata, empero -afirma Chiaramonte- decidir qué fue primero, Estado o nación. La
historia de los pueblos hispanoamericanos y la del Brasil proporcionan valiosos
elementos de juicio para verificar cuáles fueron los acuerdos políticos que dieron lugar a
la aparición de diversas nacionalidades y cuáles fueron los procedimientos utilizados
por el Estado y los intelectuales -historiadores en primer lugar, sostiene, en acuerdo con
el lugar que les da Méndez- para contribuir a reforzar la cohesión nacional mediante el
desarrollo de sentimiento de nacionalidad. En Perú, explica Méndez, a medida que se
desarrollaba la República, estos elementos presentes en la retórica nacionalista criolla
serían racionalizados y articulados en un discurso histórico instrumental al poder,
promoviendo la reproducción de una ideología que tendía al mantenimiento de las
jerarquías sociales.

También podría gustarte