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SAMUEL ACEVES

DR. EN C.S. REYES LUCIANO ALVAREZ FABELA

LA FIESTA
BARROCO
. Tanto los festejos, como los lienzos del mismo tamaño y  marco fueron costeados
íntegramente por la Real Fábrica de Tabacos cuyo director era Don José Antonio de Losada,
asimismo se publicó un grueso volumen que describía el magno acontecimiento.
Estas pinturas son un valioso testimonio ya que nos permiten comprobar como era la
Sevilla de la época. El cortejo pasa por delante de la catedral, del palacio arzobispal y del
ayuntamiento (cuyo piso alto todavía no estaba labrado). La ciudad aparece engalanada y repleta
de público observando la procesión que consta de una serie de  carrozas fastuosamente decoradas
con personajes disfrazados que hacen alusión a las futuras alegrías que se suponía traería el
nuevo reinado. La clase alta presencia el cortejo desde los balcones que aparecen abarrotados,
vemos a damas lujosamente ataviadas con sus joyas y pelucas empolvadas. Cada estamento
ocupa su sitio, la nobleza no se mezcla con el pueblo.
Domingo Martínez, a través de sus pinceles, nos brinda un excepcional documento
histórico que nos permite reconstruir una  fiesta barroca. Los festejos se componían de máscaras
y mojigangas que desfilaban en comparsas de personas disfrazadas, en este caso de personajes
alegóricos y mitológicos que personificaban vicios y virtudes. Aparecen entre otros: Apolo y las
musas, los dioses Baco, Eolo, Vulcano, Neptuno y Cupido  además de ninfas y sátiros; todo ello
dentro de un programa iconográfico que alude al buen gobierno.  En España, al igual que en el
resto de Europa se celebraba con gran entusiasmo las fiestas asociadas al monarca y su familia
como el embarazo de la reina, el nacimiento de un infante, las bodas reales o la ascensión al
trono de un nuevo monarca. Estamos en plena Ilustración, el poder real se considera de origen
divino, es incuestionable. Las personas nacen y mueren en el mismo estamento social, todo está
regido por un orden superior en que cada uno ocupa el lugar que le ha sido asignado.
La fiesta era un perfecto elemento de persuasión en manos del poder, un instrumento de
ostentación y propaganda. La cultura barroca era fundamentalmente visual, su objetivo radicaba
en impresionar al espectador por lo que se gastaban verdaderas fortunas en este tipo de actos.  Se
levantaban arquitecturas efímeras y se engalanaban las ciudades a pesar de que la situación

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económica no estaba para tales dispendios, pero era el precio de la paz social, había que tener
entretenida a la masa.
 Este fenómeno ha tenido lugar a lo largo de la historia de la humanidad, cada época  tiene
sus “métodos” para distraer la atención general, hoy en día tenemos el futbol  que parece que
deja a la gente anestesiada. En 1864 se estrenó en Madrid la célebre zarzuela “Pan y toros” que
evocaba la famosa frase del poeta romano Juvenal “Pan y circo”. A pesar de los siglos de
distancia, la élite que detenta el poder siempre tiene sus recursos para distraer la atención
general. En la antigua Roma los gobernantes regalaban trigo y entradas para los espectáculos del
circo a los mas desfavorecidos para tenerlos contentos. Si tenéis  ocasión de acercaros al Museo
de Bellas Artes de Sevilla no dejéis de ver estas pinturas, están llenas de detalles interesantísimos y
nos acercan  a las diversiones de otros tiempos.

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