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Los beneficios de una acción pueden incluir cualquier bien deseable (placeres,
salud, vidas, satisfacciones, conocimiento, felicidad) producido por la acción, y
los “costos” podrían incluir cualquiera de sus males indeseables (dolor,
enfermedad, muerte, insatisfacción, ignorancia, infelicidad). El término inclusivo
que se usa para referirse a los beneficios netos de cualquier índole producidos
por una acción es “utilidad”; de ahí el nombre de Utilitarismo para cualquier
teoría que recomiendo seleccionar la acción política que maximiza los
beneficios (o minimiza los costos).
Utilitarismo tradicional
Una acción es correcto desde el punto de vista ético si y solo si el total de las
utilidades que dicho acto produce es mayor que el total de utilidades
producidas por cualquier otro acto que el agente podría haber efectuado en su
lugar.
El principio supone que todos los beneficios y costos de una acción se pueden
medir en una escala numérica común y luego sumarse o restarse.
Una acción es correcta si produce el máximo de utilidad para todas las
personas a las que la acción afecta (incluida la persona que efectúa la acción).
El utilitarismo postula que a fin de cuentas solo hay una acción correcta:
aquella cuyos beneficios netos son mayores en comparación con los beneficios
netos de cualquier otra alternativa posible. Hay que tomar en cuenta todos los
costos y beneficios tanto inmediatos como previsibles en el futuro que cada
alternativa implique para cada individuo, además de cualesquiera efectos
indirectos significativos que vaya a tener.
El utilitarismo también encaja bien con los criterios intuitivos que usamos al
hablar de conducta moral. La moralidad requiere tomar en cuenta
indistintamente los intereses de todo el mundo. El utilitarismo cumple con este
requisito en la medida en que toma en cuenta los efectos que las acciones
tendrán sobre todos los afectados, y en la medida en que obliga a escoger
imparcialmente la acción que tiene la utilidad neta más grande, sin importar
quien reciba esos beneficios.
Una ventaja del utilitarismo es que puede explicar por qué sostenemos que
ciertos tipos de actividades son en general oralmente erróneas (mentir, cometer
adulterio, asesinar) y mientras que otras son en general moralmente correctas
(decir la verdad, ser fiel, cumplir con lo que se promete). Sin embargo, los
utilitaristas niegan que cualquier tipo de acción siempre sea correcta o siempre
sea indebida.
Los utilitaristas han propuesto una importante versión alternativa del utilitarismo
llamada utilitarismo por reglas. La estrategia básica del utilitarismo por reglas
es limitar el análisis utilitarista a las evaluaciones de reglas morales. Según el
utilitarista por reglas, al tratar de determinar si una acción dada es ética o no,
nunca debemos preguntarnos se esa acción especifica va a producir o no el
máximo de utilidad. En vez de ellos debemos preguntarnos si esa acción es
obligatoria según las reglas morales correctas que todo el mundo debe
obedecer. Si la acción es obligatoria según esas reglas, debemos efectuarla.
La regla moral correcta es la que produce la mayor cantidad de utilidad a todos
los que resultan afectados.
1- una acción es correcta desde un punto de vista ético si y solo si las reglas
morales que son correctas requieren esa acción.
El hecho de que una acción maximice la utilidad en una coacción dada nos
indica que sea correcta desde un punto de vista ético.
Conclusiones