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UNIVERSIDAD DE COSTA RICA

FACULTAD DE DERECHO
Curso: Razonamiento Jurídico II
Profesor: Gustavo González Solano.
Estudiante: Jonnathan Torres Oviedo (Carné B77659).

Reporte 6 de lectura:
El Mono Desnudo por Desmond Morris (p.61 -115)

Capítulo 4: Exploración
Se describe que todas las crías del mono desnudo, desde pequeñas, desarrollan en mayor o
menor medida la curiosidad por lo que les rodea y la capacidad para explorar y manipular el
entorno. Esto lo harán ya sea por juego, por satisfacer una necesidad o bien para imitar lo
que ven de sus padres. Esta característica es idéntica para los primates en sus primeros años
de vida, pero que sin embargo al llegar a la edad adulta la pierden porque no les resulta útil
(son herbívoros), cosa que con la especie del mono desnudo no sucede en la medida que
este depende de su capacidad para mantenerse aprendiendo para explotar, cazar y ser capaz
de escapar de posibles depredadores.

De lo anterior, apunta el autor, el mono desnudo se destaca por una cualidad en particular
que le ha permitido desarrollarse sobre otras especies, siendo esta la necesidad por ir más
allá de la simple y llana exploración. Esto le ha permitido en sus años de evolución no solo
descubrir las cosas (el “qué”), sino ser más minucioso que eso e indagar las razones o
causas de los fenómenos de su entorno (el “porqué”). De no haberse avocado en estos
esfuerzos, concluye el autor, posiblemente el mono desnudo se hubiese convertido en un
mamífero oportunista y lejano a sobreponerse a las demás especies contemporáneas.

Siendo así, el autor hace énfasis en la importancia de dicha excepcional capacidad


exploratoria que las crías del mono desnudo desarrollan desde temprana edad y casi de
manera instintiva. Por ejemplo, señala que las crías pequeñas al tener un objeto en sus
manos, lo suele lanzar, torcer y golpear; acciones las cuales se ven motivadas por la extrañez

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que le representa los objetos a su alrededor y, además, el aprendizaje inconsciente que
obtuvo por medio de la estimulación de sus sentidos.

Capítulo 5: Lucha

Este capítulo se enfoca en explicar y comparar el comportamiento agresivo presente en el


mono desnudo y que proviene de herencia por parte de los primates. Se menciona que si bien
la convivencia y organización jerárquica de estas especies son elementos que usualmente
contienen a raya los conflictos a lo interno, siempre existen causas que propician la lucha y el
comportamiento agresivo.

El autor indica que la agresividad no solo se trata de un factor que causa cambios a nivel
conductual, sino también a nivel fisiológico, directamente en el sistema nervioso simpático y
parasimpático. Al respecto, se aclara que el primero de estos es el responsable de incitar a la
violencia de forma extrema y agresiva; mientras que, el segundo se encarga de la parte más
racional, que puede someter al mono desnudo a la reflexión y recapacitación sobre el
conflicto que enfrenta de manera tal que pueda optar por soluciones más razonables.

Según el autor, lo que determinará cuál de los dos sistemas prevalece y se impone en un
momento determinado, será o el estado de reposo de la mente (en el que el parasimpático se
sobrepone) o los impulsos negativos como el odio o la repugna que usualmente aparecen de
forma espontánea (y que provoca la activación del sistema simpático). Durante la
experimentación de dichos estados emocionales, también se generan de forma abrupta
cambios en cuando al olor, sudoración, respiración, ritmo cardiaco, entre otros.

Por otro lado, los estados de violencia en conjunto con la exploración llevaron al mono
desnudo a la utilización de armas artificiales para su defensa y ataque en momentos de
supervivencia. Además, la creación y portación de estas armas le permitían ser amenazantes
ante otras especies, quienes se enteraban de su presencia por medio de vocalizaciones
particulares que generaban en momentos de conflicto y lucha.

A pesar de ello, el autor rescata que transcurridos miles de años el mono desnudo comenzó a
tener más control sobre sus sistemas simpático y parasimpático, lo cual le fue permitiendo

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crear relaciones más estrechas con sus homólogos. Esto en el mediano plazo, fue concretando
la unión de esfuerzos para un mejor cuidado de la manada y medios de subsistencia para el
bienestar de todos los miembros. Es así como las sociedades cada vez fueron siendo más
complejas y se fueron fijando nuevas pautas o costumbres dentro de estas.

Capítulo 6: Alimentación
Parte de la satisfacción de las necesidades básicas del mono desnudo se encontraba en la
alimentación. Dicha actividad, menciona el autor, constituía una de las más variables,
oportunistas y culturalmente influenciables, lo anterior debido a que poco a poco la
búsqueda constante de alimentos fue siendo un factor para la adopción de diferentes
comportamientos que lo podían hacer más benevolente o caprichoso dependiendo de la
situación con sus semejantes y la disposición de alimento.

Entre los comportamientos que se destacan como adoptados con el tiempo, se encuentra
que el macho fuera el encargado de proporcionar los alimentos, mientras la hembra protegía
las crías. Asimismo, la caza fue transformándose en una actividad cada vez más organizada
y meticulosa entre los miembros de las manadas, teniendo que planificar muy bien la forma
de ataque y el momento. De la misma manera, se tuvo que separar el impulso de comer
luego de la caza, reemplazándolo en su lugar por llevar a la presa a la manada para que esta
fuera lavada y cocinada para su consumo.

En esta misma línea, resalta que la cohesión entre los miembros del grupo permitía que los
alimentos fuesen compartidos para todos aquellos incapaces de colaborar (por ser crías o
estar incapacitados), dejando de lado el sentimiento de egoísmo primitivo sobre el consumo
de alimentos. Luego de largas jornadas de caza, el mono desnudo solía descansar para
poder repetir su rutina al día siguiente, momentos en los cuales se dedicaban al estiramiento
y a la curación de las heridas generadas en los combates.

Capítulo 7: Confort

En relación con la higiene del mono desnudo, el autor resalta que en un inicio esta actividad
respondía a meramente una función para el cuidado de infecciones o problemas de salud en
general, no obstante, con el tiempo y el estrechamiento de las relaciones entre semejantes, la
actividad se fue convirtiendo a la vez en un comportamiento para reforzar las relaciones

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sociales entre los miembros de las manadas. Esto debido a que tales actividades eran
realizadas en conjunto, entre unos y otros para mayor facilidad en la limpieza de sus cuerpos.

Estas actividades eran una forma de confort y satisfacción para el mono desnudo, que basaba
su rutina principalmente en la caza para su subsistencia, su alimentación y en el descanso para
recuperar fuerzas. El factor del descanso era determinante no solo para que tales especies se
mantuvieran con una salud óptima, sino también para estimular el ánimo entre los miembros
del grupo, aspecto que hasta la actualidad se ve reflejado en el actuar del ser humano
convencional.

Capítulo 8: Animales

En este último capítulo el autor recurre a realizar un contraste del mono desnudo y otros
animales. Se identifica que el ser humano convencional, como una forma superior de la vida
animal poseedora de conciencia y raciocinio para su común accionar, también es parte de un
entorno en el que coexisten con otros animales que mantienen diferentes relaciones
interespecíficas, siendo estas: víctimas, simbióticas, competidores, parásitos y rapaces.

De las anteriores categorías, cada una presenta características propias en las que una especie
se aprovecha de otra para su supervivencia, o bien, actúan paralelamente en beneficio
propio. En el caso del ser humano, ha logrado llevar sus relaciones mucho más lejos y de
forma más compleja, sin embargo, en la práctica continúa existiendo tales comportamientos
entre humanos y otros animales, en donde se puede buscar la afectación del otro para el
beneficio propio, o bien, el trabajo en conjunto para el beneficio mutuo.

Siendo así, el autor hace énfasis que en el proceso de desarrollo del mono desnudo, este
tiende a generar mejores relaciones con otros animales que con su misma especie,
principalmente debido a la simpleza que le significa sobrellevar una relación con otras
especies que en lugar de miembros semejantes. El ejemplo más claro de tal argumento se
encuentra en la relación de miles de años que se forjó entre el hombre y el perro, misma la
cual se cree que se comenzó a consolidar en la época de los primates a raíz del beneficio que
obtenían ambas especies de su colaboración conjunta. 

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