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EL LLANO EN LLAMAS.

CUENTO 1º: Nos han dado en la tierra.

Este cuento en lo personal me gustó, a unos campesinos que les han dado una tierra para
sembrar, pero descubren que esa tierra no es fructuosa, ya que está muy árida. Los personajes
son Melitón, Faustino, Esteban y el narrador del cuento. A lo lejos de su camino se oyen ladrar
a los perros, y en el aire se siente el olor a humo. Cerca de ellos está un pequeño pueblo. La
historia es campirana, ellos van recorriendo la tierra, y llevan varias horas caminando con la
esperanza de que haya sido una equivocación la tierra que se les dio, uno de ellos comenta:
“Esta tierra sólo sirve para ver correr a las yeguas”. Ellos sufrieron un engaño por parte del
gobierno, que les prometió una tierra fértil, y al final les dijo que no era cierto, que esa era la
parte de la tierra que les había prometido. Al final del cuento, la esperanza muere al ver
debajo de ellos una tierra llena de vida, pero la de ellos está allá, arriba del llano.

Tipo de Narrador: Protagonista, Testigo.

Personajes primarios: Esteban, Melitón, Faustino y Narrador.

Personajes secundarios: gallina y el señor delgado.

*Características Físicas y psicológicas de los personajes:

- Faustino es pretencioso y dijo “Puede que llueva”, hasta que cayó una gota.

- Melitón es muy positivo, se conforme con lo que tiene

- Esteban andaba con una gallina. Lleva puesto un gabán que le llega al ombligo.

- Señor Delgado es muy decidido, no quiso cambiarles la tierra. También es pesado.

CUENTO 2º: La cuesta de las comadres.

El cuento "La cuesta de las comadres" del libro "El Llano en Llamas" del autor Juan Rulfo, es
una obra narrada en primera persona por el protagonista, quién nunca menciona su nombre.
Mientras explica su relación con los Torricos, al mismo tiempo explica el odio que le tenía el
pueblo de Zapotlán hacia los de la Cuesta de las Comadres.

Los hermanos Torricos se sentían dueños de aquellas tierras, aunque cuando fue el reparto
agrario, la mayor parte de la Cuesta de las Comadres les había tocado por igual a los sesenta
que allí vivían, y a Odilón y Remigio Torrico un pedazo de monte con una mezcalera, donde
estaban esparcidas casi todas las casas del pueblo. A pesar de eso, la Cuesta de las Comadres y
la docena y media de lomas verdes que se veían a lo lejos era donde ellos acostumbraban a
hacer sus fechorías.

Las maldades que era cometida hacia la gente de la Cuesta de las Comadres, fue lo que hizo
que se fueran, el protagonista fue el único que no se fue, decía que le gustaba su terreno que
tenía donde sembraba todos los años maíz y frijol, y porque se llevaba bien con los Torricos.

Después de la muerte de los Torricos, la gente nunca regreso a la Cuesta de las Comadres, lo
que hizo que se volviera un pueblo fantasma.

La historia termina cuando él comenta que regresó con la canasta pizcadora, cuando la luna ya
se había metido del otro lado de los encinos, y que antes de guardarla le dio unas cuantas
zambullidas en el arroyo para que se le enjuagara la sangre de Remigio Torrico, quedando todo
como un simple recuerdo, con la frase del protagonista al final del relato: “De eso me
acuerdo”.

Cuento 3º: Es que somos muy pobres.

El cuento "Es que somos muy pobres” que ocupa la tercera posición en el libro El llano en
llamas, comienza con el relato del protagonista, que al parecer es un niño que nunca menciona
su nombre. Nos cuenta que todo iba empeorando a partir de la muerte de su tía Jacinta una
semana antes de que comenzara a llover. La lluvia había comenzado el sábado cuando la
enterraron, mientras que el niño al parecer nos narraba todo esto, un martes de la semana
siguiente.

Nos platica de cómo la cebada recién cortada que habían puesto a asolear fue quemada por la
lluvia sin que les diera tiempo de nada. También la lluvia había hecho crecer el río de aquel
lugar llevándose la vaca de su hermana Tacha el lunes. Ese mismo día que había cumplido 12
años.

El día martes nos habla que se levantó, y el cielo estaba lleno de nublazones, que se oía el
ruido del río más cerca, y se olía el olor a podrido del agua revuelta. Fue cuando el río comenzó
a meterse en casa de la señora que le decían la Tambora, y fue también cuando se dio cuenta
que el único tamarindo del pueblo ya se lo había llevado el río días antes.

Más tarde él y su hermana Tacha fueron a ver el río, y suponían que este ya pasaba por encima
del puente. Pero por el ruido que no los dejaba escuchar lo que decían los del pueblo,
decidieron subir a la barranca y ahí fue donde se enteraron de que la vaca Serpentina se la
había llevado la creciente.

El niño decía que no entendía por qué la Serpentina había decidido cruzar el río, lo único que
suponía era que había estado dormida cuando eso pasó, e imagina que pudo haber bramado o
intentado salir, pero no lo logró.

Nuestro protagonista también nos informa que la vaca Serpentina tenía un becerrito del que
no saben su paradero, y que el mismo es la esperanza que tiene su familia de Tacha para que
no se vaya por el mal camino como sus hermanas que por culpa de la pobreza se hicieron
pirujas.

Pues la preocupación de su papá y de su mamá, de los que por cierto, tampoco se menciona el
nombre, es que ahora que Tacha se quedó sin nada sea más difícil que ella se encuentre un
hombre que se quiera casar con ella, ya que suponen que si ella tuviera la vaca, más de alguno
se animaría a esposarse con ella, con tal de hacerse dueño de aquella vaca.

El relato concluye cuando los padres de Tacha se preocupan de que su hija se vaya ir por el mal
camino, mientras que ella es consolada inútilmente por nuestro protagonista en lo alto de la
barranca, y es cuando él comienza a imaginar cómo sus pechitos empiezan a hincharse por su
perdición.

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