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La teoría de la alucinación
Las alucinaciones son apariciones individuales. Por su propia naturaleza, solo una
persona puede ver una alucinación dada a la vez. Ciertamente no son algo que un
grupo de personas puede ver. Ni es posible que una persona pueda de algún modo
inducir una alucinación en otra persona. Dado que la alucinación existe solo en
este sentido personal, subjetivo, es evidente que otros no puedan presenciarla.
Sin embargo, ¿se supone que debemos creer que en el transcurso de varias
semanas, personas de todo tipo de trasfondo, de todo tipo de temperamento, en
varios lugares, todas ellas tuvieron alucinaciones? Eso es forzar la hipotesis
bastante, ¿no es así? »Además, si establecemos que los relatos de los Evangelios
son confiables, ¿como explica que los discípulos comieron con Jesús y lo tocaron?
¿Como camina con dos de ellos por el camino a Emaús? ¿Y qué de la tumba vacía?
Si la gente solo imaginaba que veía a Jesús, su cuerpo estaría todavía en la tumba.
En primer lugar, aunque solo esté registrado en una sola fuente, ¡resulta ser el
pasaje más antiguo y mejor autenticado de todos! Y eso sí que es algo. »En
segundo lugar, parece que Pablo tuvo cierta cercanía a estas personas. Dice: "la
mayoría de los cuales vive todavía, aunque algunos han muerto". Pablo conocía a
algunas de estas personas o se lo dijo alguien que las conocía y sabía que todavía
estaban con vida y dispuestos a ser entrevistados. »Ahora deténgase a
considerarlo por un momento: uno nunca incluiría esa frase a menos que tuviera la
seguridad de que esas personas confirmarían que en verdad sí habían visto a Jesús
con vida. ¡Quiero decir que Pablo prácticamente estaba invitando a las personas a
que lo corroboraran por sí mismos! No lo habría dicho si no supiera que lo iban a
respaldar.
Donde debe haber ocurrido este encuentro con quinientas personas? -le pregunté.
-Bueno, en los campos de Galilea -especulo Habermas-. Si Jesús pudo alimentar a
cinco mil, podía predicar ante quinientos.
Y Mateo sí menciona que Jesús apareció en una montaña; quizás allí hubo más
gente que los once discípulos.
»Muchos eruditos creen que Pablo recibió este credo de Pedro y Santiago durante
su visita a Jerusalén tres años después de su conversión. Este suceso habría que
situarlo dentro de los cinco años posteriores a la crucifixión -Licona puso los ojos
como platos--. Piénselo, ¡es algo realmente sorprendente! --dijo, en un tono de
voz que expresaba una genuina estupefacción--.
Como dijo un experto, "Este es el tipo de dato que hace babear a los historiadores
de la Antigüedad.'?' No solo es extraordinariamente antiguo, sino que, según
parece, a Pablo le fue transmitido por testigos presenciales que él consideraba
dignos de confianza, y esto hace que su grado de credibilidad sea todavía más
elevado.
»Tenemos también a Policarpo. Ireneo dice que Policarpo fue "instruido por los
apóstoles, y conversó con muchos de quienes habían visto a Cristo," entre los que
estaba Juan; dice igualmente que "recordaba sus palabras"; y que "siempre
enseñó las cosas que él había aprendido de los apóstoles." Tertuliano
confirma que Juan nombró a Policarpo obispo de la iglesia en Esmirna.
En primer lugar, su disposición a morir por sus creencias prueba, sin lugar a
dudas, que éstos las consideraban ciertas --dijo él-o No es muy probable que
mintieran a sabiendas con respecto a estas cuestiones. Los mentirosos no suelen
ser buenos mártires. En segundo lugar, no es que los discípulos creyeran que
Jesús resucitó de los muertos, sino que, para ellos, era un hecho.
Fueron testigos de las apariciones y podían establecer con seguridad que había
resucitado. De modo que, la razón por la que estuvieron dispuestos a morir, era la
verdad de la Resurrección.
Sabemos por múltiples fuentes que Pablo (a quien entonces se conocía como Saulo
de Tarso) era un enemigo de la iglesia y estaba comprometido con la persecución
de los fieles -siguió diciendo Licona.- Pero el propio Pablo afirma que se convirtió
en seguidor de Jesús a raíz de un encuentro personal con el Jesús resucitado." De
modo que la resurrección de Jesús la atestiguan por igual amigos y enemigos, y
esto es algo muy significativo.
»Inventándose esto no tenía nada que ganar en este mundo (solo el sufrimiento y
la muerte).
Los síntomas típicos del trastorno de conversión son ceguera, parálisis, pérdida de
la voz, dolor, vómitos descontrolados, tics y convulsiones. El término conversión no
se usa aquí en un sentido relacionado con una conversión religiosa, pero podemos
preguntarnos si la conversión religiosa de Pablo del judaísmo al cristianismo fue un
resultado del trastorno de conversión. Quizás la luz brillante que lo cegó podría
haber sido el resultado de un mal funcionamiento neurológico u otras causas
médicas en lugar de una visita divina.
Un trastorno de conversión por parte de Pablo no refuta la resurrección de Jesús
debido a las siguientes razones cruciales:
Primero, hoy sabemos que las alucinaciones son ocurrencias privadas, que ocurren
en la mente de un individuo. No son experiencias colectivas'. En un grupo, todas
las personas pueden estar en el estado de ánimo para alucinar, pero cada una
experimenta alucinaciones de forma individual. Tampoco experimentarán la misma
alucinación.
EJEMPLO: Las alucinaciones son como los sueños. Despiertas a tu esposa y dices:
"Cariño, acabo de soñar que estábamos en Hawai. Vuelve a dormir y únete a mí en
mi sueño y disfrutaremos de unas vacaciones gratis". Sería imposible para ella
hacerlo, ya que un sueño existe solo en la mente del individuo. No se puede
compartir con otra persona. Del mismo modo, una alucinación no puede ser
compartida.
Jesús se apareció:
• A María Magdalena, en Juan 20:10-18;
• A las otras mujeres, en Mateo 28:8-10;
• A Cleofas y a otro discípulo en el camino a Emaús, en Lucas
24:13-32;
• A once discípulos y otros, en Lucas 24:33-49;
• A diez apóstoles y otros, con Tomás ausente, en Juan 20:19-
23;
• A Tomás y a los otros apóstoles, en Juan 20:26-30;
• A siete apóstoles, en Juan 21:1-14;
• A los discípulos, en Mateo 28:16-20;
• Y estuvo con los apóstoles en el Monte de los Olivos antes de su ascensión, en
Lucas 24:50-52 y Hechos 1:4-9.
1. Jesús era de carne y hueso (Lucas 24:39), comió pescado (VV. 42, 43) y
desafió a los escépticos para que lo tocaran y vieran (V. 39)
A tomas le dijo: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos y acerca tu
mano y métela en mi costado (Juan 20:27).
Esta clase de contacto imposibilita sugerir que los discípulos vieron un espíritu o
una ilusión, hasta la Biblia deja en claro que hay cierta diferencia entre ver una
visión (donde algo no se manifiesta en el mundo sino solo en la mente Hechos
7:54-58, caso de Esteban) y una aparición de Jesús donde todos los que estaban
alrededor vieron o escucharon con sus sentidos físicos.
Y se quedó lo suficiente para enseñarles del reino de Dios (hechos
1:3) 40 días.
Además, las apariciones duraron lo suficiente para cerciorarse de la
identidad del hombre que caminó y hablo con algunos (Lucas 24:13)
Camino a Emaús 11,100 metros (11 kilómetros)
CONCLUSIÓN: