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DIAPOSITIVA 2

8.1 Derechos fundamentales de grupos sociales

La garantía social implica la existencia de derechos y obligaciones para sus sujetos.

El art. 123 constitucional es el precepto que más relevantemente contiene garantías sociales, que
tienen que ver con la relación jurídica que entraña la garantía social, en donde trabajador y patrón
interactúan.

Es una medida jurídica de preservación de la clase trabajadora en general y de los trabajadores en


particular, bajo el concepto económico de tales, los derechos que de la relación jurídica respectiva
se derivan y originan a favor de dichos sujetos activos.

Las garantías individuales y las garantías sociales no se oponen ni son incompatibles. Las primeras
persiguen como objetivo proteger al sujeto como gobernado frente a las arbitrariedades e
ilegalidades del poder público, frente a los desmanes de las autoridades depositarias del ejercicio de
la actividad estatal soberana; por ende, la titularidad de las garantías individuales se hace extensiva
a todo individuo, a toda persona, independientemente de sus condiciones peculiares.

Por lo que corresponde a las a las garantías sociales nacieron como medida jurídica para preservar
a una clase social económicamente inferior y a sus componente particulares, ya no frente al Estado
y sus autoridades como obligados directos, sino ante otra clase social más pudiente. En este
sentido, la titularidad de las garantías sociales es mucho más restringida que la que corresponde a
las garantías individuales, puesto que se circunscribe a una clase social y a sus miembros
determinados y particulares, que estén colocados en una situación jurídica y económica específica.

Alfonso Noriega afirma que existe una gran compatibilidad entre las garantías individuales y las
sociales, señala que los hombres no son sólo individuos aislados, abstractos, sino que son personas
humanas racionales y libres. Por tanto, el concepto central del derecho no es la igualdad, sino: la
nivelación de las desigualdades que existen entre los hombres. La igualdad es una meta, no un
punto de partida, y por consecuencia, lo económico y lo social no pueden entregarse al libre juego
de las fuerzas privadas y el derecho público debe imponerse y reglamentar campos que antes se
consideraban reservados al derecho privado, como ejemplo, las relaciones obrero-patronales, la
propiedad rural, el régimen de los recursos naturales, la situación de los menores de edad, de la
familia, de los burócratas, etc. Son derechos vinculados a un grupo social determinado y que tienen
un contenido específico, un deber, una acción que impone al estado. Estos derechos fijan una
política económica o social que el Estado debe realizar en beneficio de la persona, en tanto que, es
miembro de un grupo, o una clase social determinada. Se trata de derechos inherentes a la persona
humana, pero en su carácter de persona social.

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8.1.2 Antecedentes

En el ámbito de la teoría constitucional y del Estado, se define comúnmente el Estado social en


contraposición al modelo de Estado policía propio del liberalismo.
El modelo liberal separa radicalmente el orden jurídico del orden económico, postulando que a las
instituciones jurídicas les corresponde únicamente garantizar la seguridad jurídica, dejando que las
relaciones entre clases económicas se basen exclusivamente en las leyes de la economía. En
oposición, el modelo de Estado social impulsa la intervención del Estado en las relaciones
económicas, postulando que entre los fines de toda organización política se encuentra promover un
mínimo de justicia social así como el bienestar material de todos sus integrantes. Para esto, el
Estado social postula el empleo del derecho como medio para la redistribución de la riqueza y para
la protección de las clases necesitadas.

El surgimiento del Estado social se asocia de manera generalizada con el pensamiento marxista
socialista, que concibe la historia como una lucha de clases que ha de avanzar hasta lograr la
implantación de un estado comunista, en el que prive la igualdad, a partir de la abolición de la
propiedad privada sobre los medios de producción. Aunque el socialismo marxista no logra éxito
histórico como modelo político, contribuye a colocar las exigencias sociales del proletariado como
objeto de interés de la política estatal, ya en el siglo XX. En tal sentido, el Estado social no asume la
lucha de clases, pero sí las exigencias de progreso material de las clases desprotegidas, las cuales
se incorporan en las legislaciones.

En la historia del constitucionalismo destaca la Constitución Política de los Estados Unidos


Mexicanos de 1917 como la primera que recogió los derechos de los obreros y de los núcleos
agrarios, seguida por la de Weimar de 1919. El Estado que asume como fines de la política la
igualación social, en el marco de un modelo político de participación democrática en el gobierno, se
caracteriza como Estado social y democrático de derecho.

En el auge del derecho internacional de los derechos humanos a partir de la segunda mitad del siglo
XX, las prestaciones sociales que daban contenido a un modelo de Estado social pasan a formar
parte del catálogo universal de derechos humanos. Se asume que la satisfacción de las necesidades
básicas y el goce de bienestar material son indispensables para llevar adelante cualquier plan de
vida. En ese sentido, es claro que la pobreza y la precariedad material son enemigos de las
libertades, igual que lo son las dictaduras. En este marco, el modelo de Estado que asume como
fines la garantía de los derechos tanto liberales como sociales previstos en las constituciones, queda
caracterizado como Estado social constitucional.

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8.1.3 Sujetos

Los sujetos en la relación jurídica en que se traduce la garantía social están constituidos, desde el
punto de vista activo, por las clases sociales desvalidas, esto es, carente de los medios de
producción, es decir, la clase trabajadora, aquella que en el proceso productivo tiene injerencia a
través de su energía personal o trabajo; y desde el aspecto pasivo, por aquel grupo social
detentador de los medios de producción o capitalista, o sea, por aquel que en la producción
interviene, no con su labor personal, sino mediante la utilización de bienes de que es poseedor o
propietario.

Los sujetos de la relación que implica la garantía social bajo su aspecto general son los dos grupos
sociales y económicos mencionados. Sin embargo, la garantía social no sólo consta de estos sujetos
genéricos y sociales, sino que también existe entre individuos particulares, considerados éstos como
miembros pertenecientes a dichas dos clases. En consecuencia, si genéricamente la garantía social
se concibe como una relación jurídica entre dos grupos sociales y económicos distintos, el trabajador
y el capitalista, particularmente se traduce en aquel vínculo de derecho que se entabla entre un
trabajador individualmente considerado y un capitalista o empresario bajo el mismo aspecto.

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8.2 Derechos de los campesinos

El legado del movimiento agrarista que fue parte fundamental en la revolución de 1910 se expresa
en el artículo 27, que prevé entre otros principios los derechos a la propiedad colectiva ejidal y a la
justicia en materia agraria. De esta manera, estos derechos tienen como contenido sustantivo
formas de propiedad social de la tierra, que buscan recoger el conocido reclamo de que “la tierra es
de quien la trabaja”.

De este modo, según la fracción VII del párrafo décimo del artículo 27: “se reconoce la personalidad
jurídica de los núcleos de población ejidales y comunales y se protege su propiedad sobre la tierra,
tanto para el asentamiento humano como para actividades productivas”.

El precepto añade que: “la ley, considerando el respeto y fortalecimiento de la vida comunitaria de
los ejidos y comunidades, protegerá la tierra para el asentamiento humano y regulará el
aprovechamiento de tierras, bosques y aguas de uso común y la provisión de acciones de fomento
necesarias para elevar el nivel de vida de sus pobladores”.

Asimismo, se dispone que “con respeto a la voluntad de los ejidatarios y comuneros para adoptar las
condiciones que más les convengan en el aprovechamiento de sus recursos productivos, regulará el
ejercicio de los derechos de los comuneros sobre la tierra y de cada ejidatario sobre su parcela.
Asimismo establecerá los procedimientos por los cuales ejidatarios y comuneros podrán asociarse
entre sí, con el Estado o con terceros y otorgar el uso de sus tierras; y, tratándose de ejidatarios,
transmitir sus derechos parcelarios entre los miembros del núcleo de población; igualmente fijará los
requisitos y procedimientos conforme a los cuales la asamblea ejidal otorgará al ejidatario el dominio
sobre su parcela. En caso de enajenación de parcelas se respetará el derecho de preferencia que
prevea la ley”.

El artículo 27 expresa también una prohibición de los latifundios, incluyendo garantías para evitar las
formas de acaparamiento de la tierra que fueron características del régimen político económico
mexicano durante el siglo XIX.

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8.3 Derechos del consumidor

Como antecedente directo en materia de protección al consumidor, encontramos la Cumbre de París


y la Carta Europea de protección de consumidores. En este ultimo instrumento, se estableció el
Programa Preliminar de la Comunidad Económica de Protección al Consumidor ; dicho Programa vio
al consumidor como una persona interesada en los diferentes campos de la vida social, es decir, ya
no como a un simple comprador, razón por la cual, se le atribuyeron cinco derechos básicos:
a) Derecho a la protección de su salud y su seguridad;b) Derecho a la protección de sus intereses
económicos; c) Derecho a la reparación de los daños;d) Derecho a la información y la educación;e)
Derecho a la representación (derecho a ser escuchado).

En conexión con los cinco principios que se le reconocen al consumidor es importante destacar la
opinión de OVALLE FAVELA cuando aclara que “una comparación entro los cinco derechos
fundamentales del consumidor reconocidos en forma explícita en el Programa Preliminar de la
Comunidad Económica Europea, del 14 de abril de 1975, y los seis derechos que en forma implícita
enuncian las Directivas de las naciones unidas, del 16 de abril de 1985, lleva a la conclusión
evidente de que ambos documentos reconocen exactamente los mismos derechos, con la única
variante de que las directrices señalan por separado el derecho a la información y el derecho a la
educación, aunque los regula conjuntamente. La clara influencia del programa preliminar sobre las
directrices se advierte con mayor intensidad en la reglamentación de cada uno de estos derechos”.

A nivel nacional en relación con lo que venimos comentado la Ley Federal de Protección al Con-
sumidor (en adelante, LFPC), en su artículo primero señala:

ARTÍCULO 1.- La presente ley es de orden público e interés social y de obser- vancia en toda la
República. Sus disposiciones son irrenunciables y contra su observancia no podrán alegarse
costumbres, usos, prácticas, convenios o estipulaciones en contrario. Párrafo 2004 El objeto de esta
ley es promover y proteger los derechos y cultura del consumidor y procurar la equidad, certeza y
seguridad jurídica en las relaciones entre proveedores y consumidores.

Son principios básicos en las relaciones de consumo:

1La protección de la vida, salud y seguridad del consumidor contra los riesgos provocados por
productos, prácticas en el abastecimiento de productos y servicios considerados peligrosos o
nocivos;

2La educación y divulgación sobre el consumo adecuado de los productos y servicios, que
garanticen la libertad para escoger y la equidad en las contrataciones;

3La información adecuada y clara sobre los diferentes productos y servicios, con especificación
correcta de cantidad, características, composición, calidad y precio, así como sobre los riesgos que
representen;4 La efectiva prevención y reparación de daños patrimoniales y morales, individuales o
colectivos [...].

Como se aprecia en la LFPC, Se retoman los derechos básicos del Programa Preliminar de la Unión
Europea del año 1975.

Por otro lado, la LFPC tiene su fundamento en el artículo 28 tercer párrafo de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos (en adelante CPEM), cuando aclara:

[...] Las leyes fijarán bases para que se señalen precios máximos a los artículos, materias o
productos que se consideren necesarios para la economía nacional o el consumo popular, así como
para imponer modalidades a la organización de la distribución de esos artículos, materias o
productos, a fin de evitar que intermediaciones innecesarias o excesivas provoquen insuficiencia en
el abasto, así como el alza de precios. La ley protegerá a los consumidores y propiciará su
organización para el mejor cuidado de sus intereses [...].

Aunado a lo antes expuesto, la supremacía constitucional se encuentra regulada en el artículo 133


de la CPEM:

Artículo 133. Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella y todos los
tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se celebren por el Presidente de la
República, con aprobación del Senado, serán la Ley Suprema de toda la Unión. Los jueces de cada
entidad federativa se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados, a pesar de las disposiciones
en contrario que pueda haber en las Constituciones o leyes de las entidades federativas.

De esta manera, la protección al consumidor es un derecho humano en relación con el principio de


libre desarrollo de la personalidad.

CONCEPTO DE CONSUMIDOR

Si bien en un principio el concepto de “consumidor” fue tomado de la economía, hoy también forma
parte de la ciencia jurídica tal y como ha apuntado la doctrina. Por otra parte, se han desarrollado
distintas nociones de consumidor, unas de carácter pragmático y otras de desarrollo. Así,
encontramos los siguientes conceptos del consumidor:

1.- Noción abstracta: se identifica consumidor con “ciudadano”, a quien se debe tutelar el derecho a
la información y a la educación. Está noción guarda estrecha relación con los programas y políticas
de gobierno, los cuales tienen como uno de sus principales objetivos la protección del consumido.

De acuerdo con lo anterior, el Estado garantiza la protección de los consumidores y usuarios, res-
petando y salvaguardándola como uno de los principios constitucionales. Como consumidores se
protege así a todos los ciudadanos, siendo está idea tomada del conocido discurso del presidente
Kennedy. De está manera, la noción abstracta de consumidor, se identifica con la de ciudadano.

2.- Noción jurídica y material: el consumidor jurídico será, conforme a la normativa comunitaria y
nacional, quien ejecute el acto de contratación del servicio, o compra del producto. En cambio, el
consumidor material es aquella persona que hace uso o disfrute del bien o servicios, teniendo
derecho a la sanidad y seguridad. Además, puede ejercer los derechos, garantías y acciones que le
correspondan como resultado de la adquisición del bien o contratación de servicios. Por ejemplo,
demandar la responsabilidad de daños por productos o servicios defectuosos.

3.- Noción de “consumidor-cliente”: este concepto tiene un alcance amplio, incluyéndose cualquier
persona que en el mercado adquiera un bien o disfrute de un servicio por cualquier título. No importa
que éste sea comprador, arrendatario, usuario, derechohabiente, espectador, etc.

4. El consumidor como “cliente potencial” : Este concepto “incorpora los aspectos sociológicos para
determinar quiénes deben ser considerados como consumidores en cada es aplicable en relación
con las normas del Derecho de la competencia en sentido amplio, esto es, Derecho antitrust y
regulación contra la competencia desleal, así como en materias de marcas”.
Como podemos observar, no hay una noción uniforme del consumidor. En consecuencia, su
delimitación vendrá determinada en atención al sector de que se trate.

El artículo segundo, fracción primera de la LFPC define al consumidor de la siguiente manera:

Consumidor: la persona física o moral que adquiere, realiza o disfruta como destinatario final bienes,
productos o servicios. Se entiende también por consumidor a la persona física o moral que adquiera,
almacene, utilice o consuma bienes o servicios con objeto de integrarlos en procesos de producción,
transformación, comercialización o prestación de servicios a terceros, únicamente para los casos a
que se refieren los artículos 99 y 117 de esta ley [...].

Los puntos medulares que regula la LFPC.

1. Garantía de bienes de consumo

De acuerdo con la teoría tradicional de los contratos, el incumplimiento contractual podía darse de
dos maneras una subjetiva, en la cual es necesario que se acredite el dolo y la culpa o de forma
objetiva, al no haber contravención, es decir, por incumplimiento definitivo, cumplimiento parcial o
tardío, o porque no se satisfizo el interés del acreedor. Ante tal situación, el deudor podía quedar
exento de responsabilidad siempre y cuando demostrara que el incumplimiento se debió a un caso
fortuito o fuerza mayor.

En cambio, en la teoría moderna, si el acreedor prueba que no se realizó la prestación debido a que,
el deudor actúo de forma dolosa y culposa sin la debida diligencia que le incumbe en sus asuntos,
estamos ante un incumplimiento del contrato, a menos que se demuestre lo contrario, razón por la
cual, el deudor tendrá la obligación de probar que su infracción se debió a causa de fuerza mayor o
a un caso fortuito.

Ahora bien, existen diferentes tipos de incumplimiento:

. 1.-  Pura y simple inejecución, definitiva o temporal;

. 2.-  Prestación defectuosa en las obligaciones de hacer y de dar cosa genérica o bienes de
consumo que hayan de fabricarse;

. 3.-  Prestación incompleta;

. 4.-  Simple inejecución definitiva o temporal, prestación defectuosa o incompleta de obligaciones


accesorias.

Además, como aclara GONZÁLEZ CARRASCO: “cuando el incumplimiento de la obligación


pretendidamente accesoria supone el incumplimiento de la principal, no tiene sentido preguntarnos si
nos hallamos ante una obligación accesoria, porque tal obligación no existe de forma autónoma. En
este caso, nos hallaremos ante un deber de conducta que tiene como efecto el “ensanchiamiento”
del contenido de la prestación”.

Para complementar lo anterior, la LFPC en los artículos regula la garantía de bienes de consumo a
favor del consumidor:
ARTÍCULO 77.- Todo bien o servicio que se ofrezca con garantía deberá sujetarse a lo dispuesto por
esta ley y a lo pactado entre proveedores y consumidor. Para los efectos del párrafo anterior la
garantía no podrá ser inferior a sesenta días contados a partir de la entrega del bien o la prestación
total del servicio.

ARTÍCULO 78.- La póliza de garantía deberá expedirse por el proveedor por escrito, de manera
clara y precisa expresando, por lo menos, su alcance, duración, condiciones, mecanismos para
hacerlas efectivas, domicilio para reclamaciones y establecimientos o talleres de servicio. La póliza
debe ser entregada al consumidor al momento de recibir éste el bien o servicio de que se trate.

ARTÍCULO 79.- Las garantías ofrecidas no pueden ser inferiores a las que determinen las
disposiciones aplicables ni prescribir condiciones o limitaciones que reduzcan los derechos que
legalmente corresponden al consumidor. El cumplimiento de las garantías es exigible,
indistintamente, al productor y al importador del bien o servicio, así como al distribuidor, salvo en los
casos en que alguno de ellos o algún tercero asuma por escrito la obligación. El cumplimiento de las
garantías deberá realizarse en el domicilio en que haya sido adquirido o contratado el bien o
servicio, o en el lugar o lugares que exprese la propia póliza. El proveedor deberá cubrir al
consumidor los gastos necesarios erogados para lograr el cumplimiento de la garantía en domicilio
diverso al antes señalado

Como se observa, dentro de las obligaciones del vendedor la más importante es la de entregar la
cosa con sus accesorios. Además, la teoría del riesgo le es imputable al vendedor mientras no se
haya entregado el bien, razón por la cual, éste tiene la obligación de custodiarlo con la debida
diligencia de un buen padre de familia. Sin embargo, cuando se demuestre que existió caso fortuito o
fuerza mayor, se le exime de la responsabilidad de devolver la cosa.

Por otra parte, cuando el bien no es conforme se prevé el saneamiento para subsanar las
deficiencias de la cosa objeto del contrato, por lo tanto, se señalan dos clases de saneamiento, el
saneamiento por vicios ocultos y el saneamiento por evicción.

Clausulas abusivas

La LFPC prevé el “control de contenido” en sede de contratos de consumo (adhesión), con el fin de
evitar cláusulas abusivas como las que establezcan la renuncia a derechos reconocidos por el ad-
herente y las que atenten contra el principio de la buena fe y el justo equilibrio entre las partes.

Por otro lado, el control de inclusión tiene como objetivo brindar transparencia, claridad, concreción y
sencillez (art. 86 Ter LFPC, teniendo el adherente conocimiento de las condiciones generales. En
cambio con el control de contenido se trata de evitar que el empresario imponga cláusulas abusivas
al consumidor (art. 86 LFPC.).

Derecho a la información

De acuerdo con los artículos 33, 34 y 35 de la LFPC, el consumidor tiene derecho a conocer La in-
formación de productos importados, los cuales expresarán su lugar de origen y, en su caso, los
lugares donde puedan repararse, así como las instrucciones para su uso y las garantías correspon-
dientes, en los términos señalados por esta ley. Asimismo, Los datos que ostenten los productos o
sus etiquetas, envases y empaques y la publicidad respectiva, tanto de manufactura nacional como
de procedencia extranjera, se expresarán en idioma español y su precio en moneda nacional en
términos comprensibles y legibles conforme al sistema general de unidades de medida, sin perjuicio
de que, además, se expresen en otro idioma u otro sistema de medida.

De esta, manera, el legislador nacional con las previsiones señaladas líneas arriba, intenta que el
consumidor emita un consentimiento informado.

Por otro lado, La información precontractual cumple funciones de diversa índole, como la de hacer
frente a la complejidad del tráfico jurídico, la diversidad de bienes y servicios que ofrece el mercado,
la aparición de nuevas figuras contractuales o la proliferación de condiciones generales de la
contratación, las cuales han dificultado el acceso a la información del usuario de dichos bienes, lo
cual a su vez ha incrementado la situación de desequilibrio que existe entre el profesional y el
cliente. Al mismo tiempo, la agresividad de las técnicas publicitarias propias de una sociedad de
consumo incita constantemente a adquirir nuevos productos o contratar nuevos servicios. Es por ello
que “el empresario deberá facilitarle de forma clara y comprensible, salvo que resulte manifiesta por
el contexto, la información relevante, veraz y suficiente sobre las características principales del
contrato, en particular sobre sus condiciones jurídicas y económicas.

Practicas comerciales desleales

La LFPC en su artículo 32 establece los requisitos de la información y publicidad:

La información o publicidad relativa a bienes, productos o servicios que se difundan por cualquier
medio o forma, deberán ser veraces, comprobables y exentos de textos, diálogos, sonidos,
imágenes, marcas, denominaciones de origen y otras descripciones que induzcan o puedan inducir a
error o confusión por engañosas o abusivas.

Para los efectos de esta ley, se entiende por información o publicidad engañosa o abusiva aquella
que refiere características o información relacionadas con algún bien, producto o servicio que
pudiendo o no ser verdaderas, inducen a error o confusión al consumidor por la forma inexacta,
falsa, exagerada, parcial, artificiosa o tendenciosa en que se presenta.

La información o publicidad que compare productos o servicios, sean de una misma marca o de
distinta, no podrá ser engañosa o abusiva en términos de lo dispuesto en el párrafo anterior.

La Procuraduría podrá emitir lineamientos para el análisis y verificación de dicha in- formación o
publicidad a fin de evitar que se induzca a error o confusión al consumidor, considerando el contexto
temporal en que se difunde, el momento en que se transmite respecto de otros contenidos
difundidos en el mismo medio y las circunstancias eco- nómicas o especiales del mercado.

Al igual que la LFPC a nivel europeo, la Directiva 2005/29/CE, sobre prácticas comerciales
desleales, tiene como objetivo el fomentar la competencia y la confianza de los consumidores en las
transacciones transfronterizas. La Directiva se estructura de la siguiente manera: una cláusula
general, definición de prácticas engañosas y prácticas agresivas (arts. 6 y 7), acciones y omisiones;
y una lista negra de “prácticas comerciales desleales” en su anexo número uno. En relación con el
tema que nos ocupa, se considera “práctica engañosa”, brindar información falsa al consumidor en
relación con los productos o servicios.
Contratos de adhesion

Cabe señalar que los contratos de adhesión son aquellos que su estructura y confección corre a
cargo de una de las partes, generalmente es el vendedor quien establece las clausulas de los
contratos que venimos comentando. La LFPC los regula de la siguiente manera:

ARTÍCULO 85.- Para los efectos de esta ley, se entiende por contrato de adhesión el documento
elaborado unilateralmente por el proveedor, para establecer en formatos uniformes los términos y
condiciones aplicables a la adquisición de un producto o la prestación de un servicio, aun cuando
dicho documento no contenga todas las cláusulas ordinarias de un contrato. Todo contrato de
adhesión celebrado en territorio nacional, para su validez, deberá estar escrito en idioma español y
sus caracteres tendrán que ser legibles a simple vista y en un tamaño y tipo de letra uniforme.
Además, no podrá implicar prestaciones desproporcionadas a cargo de los consumidores,
obligaciones inequitativas o abusivas, o cualquier otra cláusula o texto que viole las disposiciones de
esta ley. Artículo reformado.

ARTÍCULO 86.- La Secretaría, mediante normas oficiales mexicanas podrá sujetar contratos de
adhesión a registro previo ante la Procuraduría cuando impliquen o puedan implicar prestaciones
desproporcionadas a cargo de los consumidores, obligaciones inequitativas o abusivas, o altas
probabilidades de incumplimiento. Las normas podrán referirse a cualesquiera términos y
condiciones, excepto precio. Los contratos de adhesión sujetos a registro deberán contener una
cláusula en la que se determine que la Procuraduría será competente en la vía administrativa para
resolver cualquier controversia que se suscite sobre la interpretación o cumplimiento de los mismos.
Asimismo, deberán señalar el número de registro otorgado por la Procuraduría

Hay para quienes el uso de formas impresas conduce al problema que los abogados contractuales
llaman "la batalla de las formas". A podría firmar, y enviar a B, un contrato impreso que constituye
una oferta, y B, en lugar de firmar la forma de A, podría firmar, y enviar a su propia forma impresa.
Bajo la regla de la "imagen de espejo" del derecho común, si la forma de B no es idéntica a la de A,
no sería una aceptación de la oferta de A, sino que se trataría como una contraoferta. El Código
Comercial Uniforme adopta una postura más liberal. Si A, al recibir la forma de B, empieza a cumplir,
esto se toma como una aceptación de la oferta de B, aunque contenga términos muy dis- crepantes,
porque A, al recibir la forma de B, podría haber informado a B que tal oferta era ina- ceptable en
lugar de empezar a cumplir.

Asimismo, existe la Ley Federal de Protección al Consumidor (PROFECO), la cual tiene como
misión empoderar al consumidor mediante la protección efectiva del ejercicio de sus derechos y la
confianza ciudadana, promoviendo un consumo razonado, informado, sostenible, seguro y
saludable, a fin de corregir injusticias del mercado, fortalecer el mercado interno y el bienestar de la
población.

Por lo que respecta a los usuarios de servicios financieros existe la Comisión Nacional para la
Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF), la cual tiene como
misión: empoderar a los Usuarios de los servicios financieros, a través de la educación e inclusión
financiera, potencializar los mecanismos de protección y defensa a los Usuarios de servicios
financieros en sus relaciones con las Instituciones Financieras, generando condiciones de bienestar
al usuario que permitan equidad sustantiva. Además de consolidarse como la institución pública que
otorgue oportuna, eficaz, honesta y responsablemente asesoría, protección y defensa a los Usuarios
de servicios financieros; innovadora en la promoción y transformador de la educación financiera; que
coadyuve a la inclusión y apuntale la consolidación de la transparencia financiera, para transformar,
equilibrar y orientar a subsanar las desigualdades para el bienestar de la población.

De esta manera vimos de manera general como la CPEM y leyes federales, tienen como objetivo la
protección al consumidor, dentro del ordenamiento jurídico mexicano. Siendo imperativas las norma
de derecho de consumo, tal y como lo establece el artículo 90 de la LFPC: No serán válidas y se
tendrán por no puestas las siguientes cláusulas de los contratos de adhesión ni se inscribirán en el
registro cuando:[...]: VI. Obliguen al consumidor a renunciar a la protección de esta ley o lo so-
metan a la competencia de tribunales extranjeros.

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8.4 Derechos de los trabajadores

El contenido del artículo 123 es también legado de los movimientos sociales que impulsaron la
revolución de 1910, en este caso las luchas de mineros y obreros textiles contra las condiciones de
trabajo en explotación, que aparecen en la historia en las huelgas de Cananea, Sonora en 1906 y
Río Blanco, Veracruz en 1907.

El artículo 123 plasmó esas reivindicaciones y reclamos, previendo condiciones mínimas de trabajo
para los obreros, jornaleros, empleados domésticos y artesanos. El texto actual está dividido en dos
apartados, desde la reforma de diciembre de 1960. El Apartado A) prevé lo relativo a las bases de
toda relación de trabajo establecida entre un patrón de carácter particular y sus obreros; y el
Apartado B) dispone las reglas que rigen las relaciones de trabajo entre el Estado y los trabajadores
a su servicio. Además del catálogo de derechos humanos en la materia, el artículo 123 establece en
el sistema constitucional mexicano las bases de dos ramas del derecho social, como son el derecho
laboral y el derecho de la seguridad social.

Entre los derechos mínimos que se protegen, relativos a condiciones dignas de trabajo, el apartado
A del artículo prevé en sus distintas fracciones los siguientes:

a) Duración máxima de la jornada. Esta será de ocho horas. Además, en el caso de trabajo nocturno
será de 7 horas. La jornada máxima se complementa por la prestación al pago de horas extras; de
acuerdo con la fracción XI “cuando, por circunstancias extraordinarias deban aumentarse las horas
de jornada, se abonará como salario por el tiempo excedente un 100% más de lo fijado para las
horas normales. En ningún caso el trabajo extraordinario podrá exceder de tres horas diarias, ni de
tres veces consecutivas”.

b) Protección a los menores. Señala la fracción II que: “quedan prohibidas: las labores insalubres o
peligrosas, el trabajo nocturno industrial y todo otro trabajo después de las diez de la noche, de los
menores de dieciséis años”. Igualmente, la fracción III establece que “queda prohibida la utilización
del trabajo de los menores de quince años. Los mayores de esta edad y menores de dieciséis
tendrán como jornada máxima la de seis horas”.

c) Descanso obligatorio. La fracción IV prevé que “por cada seis días de trabajo deberá disfrutar el
operario de un día de descanso, cuando menos”.
d) Protección a las mujeres durante el embarazo. En términos de la fracción V, en estos casos las
mujeres “no realizarán trabajos que exijan un esfuerzo considerable y signifiquen un peligro para su
salud en relación con la gestación; gozarán forzosamente de un descanso de seis semanas
anteriores a la fecha fijada aproximadamente para el parto y seis semanas posteriores al mismo,
debiendo percibir su salario íntegro y conservar su empleo y los derechos que hubieren adquirido
por la relación de trabajo. En el período de lactancia tendrán dos descansos extraordinarios por día,
de media hora cada uno para alimentar a sus hijos”.

e) Salario mínimo. La fracción VI garantiza la obtención de un ingreso mínimo. Estos ingresos


mínimos habrán de “ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia,
en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos. Los
salarios mínimos profesionales se fijarán considerando, además, las condiciones de las distintas
actividades económicas”.

f) Igualdad en el salario. La fracción VII prevé que “para trabajo igual debe corresponder salario
igual, sin tener en cuenta sexo ni nacionalidad”.

g) Protecciones al salario. De acuerdo con la fracción VIII, “el salario mínimo quedará exceptuado de
embargo, compensación o descuento”. Igualmente, res- pecto al pago de este, la fracción X dispone
que “deberá pagarse precisamente en moneda de curso legal, no siendo permitido hacerlo efectivo
con mercancías, ni con vales, fichas o cualquier otro signo representativo con que se pretenda
substituir la moneda”.

h) Derecho a la participación en las utilidades de las empresas. Esto supone una regla para la
redistribución de la riqueza, la fracción IX prevé las normas para garantizar que los trabajadores
gocen de esa prestación.

i) Derecho a la vivienda. De acuerdo con la fracción XII, “toda empresa agrícola, industrial, minera o
de cualquier otra clase de trabajo, estará obliga- da, según lo determinen las leyes reglamentarias a
proporcionar a los trabaja- dores habitaciones cómodas e higiénicas. Esta obligación se cumplirá
mediante las aportaciones que las empresas hagan a un fondo nacional de la vivienda a fin de
constituir depósitos en favor de sus trabajadores y establecer un sistema de financiamiento que
permita otorgar a éstos crédito barato y suficiente para que adquieran en propiedad tales
habitaciones”.

Además de otras prerrogativas fundamentales como el derecho a la organización y a la huelga, el


artículo 123 establece las bases para la existencia de la justicia laboral, como vía por la cual los
trabajadores pueden exigir el cumplimiento de estos derechos.

Por otro lado cabe señalar que el 28 de abril de 2016 se remitió a los legisladores un proyecto de
reforma acerca de la justicia laboral con la finalidad de avanzar hacía una verdadera equidad,
igualdad, accesibilidad y eficacia en la justicia social; y así el 24 de febrero de 2017 se publicó en el
Diario Oficial de la Federación el Decreto de Reforma a los artículos 107 y 123 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos en Materia de Justicia Laboral.

La reforma sobre justicia social-laboral pretende eliminar los aspectos negativos que tenía la
administración de justicia a cargo de las Juntas de Conciliación y Arbitraje (tripartismo) y que se
traspase a nuevos Tribunales laborales pertenecientes al Poder Judicial de la Federación
(judicialización).

En ese sentido, uno de los retos para estos nuevos órganos jurisdiccionales sería cumplir sus
funciones mediante la aplicación de una Justicia Abierta, con la finalidad de garantizar una mayor
confianza ante la sociedad al transparentar las resoluciones de los conflictos jurídicos que tengan a
su cargo.

Dentro del derecho social encontramos el derecho del trabajo, el cual nació con la intención de
regular las relaciones obrero-patronales y establecido en nuestra Carta Magna en el precepto 123,
por lo que del numeral mencionado surgió la Ley Federal del Trabajo como un mecanismo de tutela
y reglamentación para las relaciones de trabajo; en donde los instrumentos de producción pasaran a
poder de los trabajadores como medio para la supresión de la explotación de hombre por el hombre;
el derecho del trabajo mexicano sirvió como un modelo de tutela ejemplar para muchos países en
América Latina al ser considerado como un derecho protector de la clase obrera.

Acorde a lo anterior, nuestro procedimiento para la resolución de conflictos laborales ha tenido


diversas reformas desde su origen en 1931 con los procedimientos ante las Juntas Centrales y
Federal de Conciliación y Arbitraje, algunos otros cambios a destacar son: la reforma de 1970 en la
que se modificó el procedimiento para la tramitación y la resolución de los conflictos individuales y
colectivos, la reforma de 1980 en la que se transformó el procedimiento ante las Juntas de
Conciliación y Arbitraje, la reforma laboral de 2012 en el procedimiento ordinario ante las juntas.

Cabe precisar que la reforma de 2012 duró en vigor solo 5 años, sin embargo, aún en 2019 los
conflictos entre los obrero y empleadores y demás partes en el derecho laboral, se continúan
tramitando y resolviendo en las Juntas de Conciliación y Arbitraje, pues es de vital importancia que
estos conflictos sean resueltos por esas instituciones para que prevalezca una paz social y se expida
una justicia hasta octubre de 2020, fecha en que se pretenden inicien las funciones los nuevos
Tribunales Laborales.

Acorde a lo anterior, algunas de las opiniones negativas y problemáticas por parte de la sociedad
sobre la mala administración de justicia que colapsaron el sistema de impartición de justicia laboral y
dieron origen a una justicia laboral son:

. Procedimientos largos, lentos y descuidados.

. Falta de profesionalización de los integrantes de las Juntas y personal insuficiente.

. Abuso de pruebas para alargar procedimientos.

. Cooptación de despachos con algunas autoridades.

. Actos de corrupción con la obtención de beneficios por los litigantes con la participación de
funcionarios de las Juntas.

. Abuso de los medios de impugnación para prolongar los procesos.

. Retraso en notificaciones o realizadas incorrectamente


. Reenvío y reposición de resoluciones del Poder Judicial de la Federación vía amparo.

La nueva justicia laboral atiende el reclamo social por la necesidad de modernizar el sistema de
justicia al cambiar el derecho procesal del trabajo en 3 vertientes:

. a)  Que la justicia laboral sea a cargo de los órganos del Poder Judicial de la Federación (PJF) o
de los poderes judiciales de las Entidades Federativas, según la competencia del caso.

. b)  Que la función conciliatoria sea una instancia prejudicial en la que las partes acudan a los
Centros de Conciliación de manera obligatoria antes de acudir a los órganos de impartición
de justicia.

. c)  Fortalecer el ejercicio de libertades colectivas y de sindicación con la creación de un organismo


descentralizado de la Administración Pública Federal que atienda el registro de los contratos
colectivos de trabajo y de las organizaciones sindicales.

Otros aspectos que se deben resaltar en la nueva justicia laboral sería que los tribunales laborales
deberán ser unipersonales, es decir, se dejará el tripartismo sectorial que tenían las Juntas, la
designación de sus integrantes a nivel federal atenderá al proceso de selección y adscripción de los
juzgadores federales de conformidad con la Constitución Política, sin que se soslaye la realización
de concursos abiertos para los funcionarios de las juntas que deseen pertenecer a estos nuevos
órganos jurisdiccionales.

De igual manera, estos nuevos tribunales estarán compuestos por una división de funciones, esto es
un juez, un secretario de instrucción, salas de oralidad, y el personal necesario para la gestión
judicial efectiva.

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