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SCP 2299-12 Uso de La Fuerza
SCP 2299-12 Uso de La Fuerza
SALA TERCERA
Magistrada Relatora: Dra. Neldy Virginia Andrade Martínez
Acción de libertad
Expediente: 01965-2012-04-AL
Departamento: Santa Cruz
El 12 de octubre de los corrientes a horas 12:00 aproximadamente, David Fernando Farel Azogue
acompañado de su esposa y sus dos hijos menores se encontraban retornando del colegio; su
cónyuge y uno de sus hijos bajaron del automóvil para comprar pollos para el almuerzo y fue en ese
momento que miembros del Grupo “GAMA”, actuando dentro de un operativo, bajaron de un
motorizado blanco marca Mitsubishi Sport y directamente empezaron a disparar en su contra sin
medir las consecuencias, pese a que estaba con su hija menor de edad, a quien tuvo que empujar al
piso sino ya no estaría con vida. Si bien es cierto que se enteró extraoficialmente que se le estaba
investigando; sin embargo, se presentó voluntariamente ante el Fiscal a efectos de que se le tome su
declaración informativa, que fue fijada para el 22 de octubre de 2012 a horas 9:00.
De otro lado, asegura que a la fecha de interposición de la acción de libertad el Juez de Instrucción
Mixto de Cotoca, mantiene firme el mandamiento de aprehensión en su contra.
Celebrada la audiencia pública el 13 de octubre de 2012, según consta en el acta cursante de fs. 30 a
35 vta., se produjeron los siguientes actuados:
Una vez en el lugar, los investigadores lograron observar que se estacionaba un vehículo marca
Suzuki, tipo Grand Vitara, de color plata, con placa de control 2463-PXA, del cual descendieron una
persona de sexo femenino de aproximadamente 35 años, acompañada de dos niños y luego
descendió una persona de sexo masculino, identificada en ese momento como David Fernando Farel
Azogue, quien era buscado por DIPROVE, quien tiene orden de aprehensión, al encontrarse prófugo,
por lo que se aproximaron en el vehículo que iban y se estacionaron en la parte delantera del
vehículo de David Fernando Farel Azogue, con el objetivo de evitar que se fugue, descendiendo
debidamente identificados como funcionarios de DIPROVE, a través de chaleco y gorra,
inmediatamente el ahora representado al percatarse de su presencia, sacó un arma de fuego de su
vehículo y realizó disparos de arma de fuego contra la humanidad de los investigadores, por lo que
tuvieron que ponerse a cubierto, en ese momento David Fernando Farel Azogue aprovechó de
abordar su vehículo y realizó maniobras peligrosas, intentando incluso atropellar a los efectivos que
ejecutaban el operativo, por tal motivo y en cumplimiento de la ley procedieron a rechazar una
agresión injusta, haciendo uso de sus armas de Reglamento, posteriormente el ahora representado
emprendió veloz fuga, se dio el parte correspondiente y se pidió apoyo a los grupos operativos de la
mencionada Dirección y a las unidades operativas del Comandado Departamental de Policía, por
intermedio de la red de comunicaciones de Radio Patrulla 110, procediendo a la persecución del
sospechoso, perdiéndolo en inmediaciones de la av. Radial 13 entre el quinto y sexto anillo, luego se
realizó un intenso rastrillaje de la zona no pudiendo ubicar al representado.
Una vez “abortado el rastrillaje” (sic), se procedió a verificar el estado de los servidores policiales,
del vehículo y del equipo policial, percatándose de la existencia de un orificio de entrada y salida,
producido por un impacto de disparo de arma de fuego en la parte posterior y lateral derecho de la
vagoneta Mitsubishi color blanco de propiedad de DIPROVE. Continúa señalando que se realizó
diversos operativos en los diferentes centros médicos de la ciudad, a objeto de establecer si había
ingresado una persona con lesiones o por herida de arma de fuego. Por intermedio de imágenes del
medio televisivo Canal 13 “Red Uno de Bolivia”, se pudo conocer que el vehículo del sospechoso
David Fernando Farell Azogue, se encontraría en el domicilio del abogado Abraham Quiroga Bonilla,
ubicado en el barrio Cooper, “Calle Marte, No. 100”, al lugar se destacó un grupo operativo a cargo
de Johny Tapia Vargas, sub director de DIPROVE, bajo la dirección funcional de Renzo Estévez, Fiscal
Adscrito a la mencionada Dirección, procediendo a secuestrar el vehículo, clase vagoneta, marza
Suzuki, color plata, chasis JS3TD941464100839, con placa de control 2463-PXA, para conducir el
vehículo a dependencias de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), donde fue
precintado, a objeto de que la División Laboratorio realice las pericias correspondientes.
ii) Aclara que en ningún momento el abogado del sospechoso cuyo nombre es Abraham
Quiroga Bonilla dio aviso de la presencia del vehículo en su domicilio a las autoridades policiales, ni
mucho menos al Ministerio Público; asimismo, se desconoce qué persona llevó el vehículo al
domicilio de dicho abogado, por lo que los indicios y evidencias que existían en el mismo estarían
contaminados.
iii) Actualmente David Fernando Farel Azogue, tiene órdenes de aprehensión en los casos
0046/12 y 0006/10, al cual se lo está investigando también por varias denuncias de robos de llantas.
Tiene antecedentes policiales en la FELCC, por el delito de asociación delictuosa, correspondiente al
caso 952/2003. Asimismo, hecha la verificación en el sistema informático del RUAT, se establece que
la placa 2463-PXA, corresponde al motorizado secuestrado, registrado a nombre de Ángel Fuentes,
con C.I. 761288012-SC.
a) Resulta extraño que el ahora representado teniendo una citación del Fiscal para el 22 de
octubre de 2012, se dé a la fuga. En todo caso, pudo pararse ante los funcionarios policiales que él
mismo reconoce que estaban con chaleco y con distintivos de DIPROVE y decir: “…soy el Señor Farel
y tengo notificación para presentarme el 22…”, por el contrario, disparó con un arma de fuego
contra el vehículo de DIPROVE y luego se dio a la fuga.
b) Se esta ante una persona perseguida por ley, porque tiene dos requerimientos fiscales de
aprehensión y el mismo hace referencia a otro mandamiento de aprehensión emitido por el Juzgado
de Cotoca, es decir, es buscado por varios delitos conforme otros cuadernillos de investigación
abiertos. David Fernando Farel Azogue, cambia permanentemente de fisonomía, de corte de cabello,
de tinte, etc., lo que hizo la policía es ejecutar y hacer su trabajo, nada más. Es decir, estamos
hablando “...de un delincuente avezado que es un peligro para la sociedad”, porque se tiene varios
mandamientos en su contra.
c) Como pruebas se tiene el requerimiento fiscal por el cual se han obtenido los informes de
los disparos de fuego de la vagoneta de DIPROVE, el libro de novedades de cómo salieron a trabajar
los funcionarios de la mencionada Dirección, los antecedentes de la FELCC, el registro que el ahora
representado ha estado en el penal de “Palmasola”. Con esos antecedentes, señaló “…los policías
no va irse a tratar con rosarios a una persona peligrosa…”, obviamente tenían que llevar armas. El
vehículo de DIPROVE está en la FELCC, para que se realicen los peritajes e investigaciones que
correspondan.
d) Los policías han obrado como debe ser, han respondido la agresión injusta de forma
proporcional y como la ley le franquea en el cumplimiento de sus funciones. Resaltó que el personal
policial no negó que usó sus armas de fuego, por eso no es necesario que se le aplique la prueba de
guantelete.
I.2.3. Resolución
2) Según el informe escrito de Eduardo Ivar Lema Rocha, los funcionarios policiales se
encontraban en la zona con el objeto de dar con el paradero del prófugo Lucio Anahuaya (alias El
Paceño), lugar donde observaron que se estacionó un vehículo marza Suzuki, tipo grand vitara, de
color plata, con placa de control 2463-PXA, del cual descendieron una persona de sexo femenino de
aproximadamente 35 años, acompañada de dos niños y luego descendió una persona de sexo
masculino identificada como David Fernando Farel Azogue, quien era buscado por DIPROVE y que al
percatarse de la presencia de los funcionarios policiales, habría sacado un arma de fuego y empezó a
disparar contra la humanidad de los funcionarios policiales, habiendo ellos rechazado esa agresión
injusta, haciendo uso de sus armas de Reglamento respondiendo a una agresión en cumplimiento de
la ley y luego David Fernando Farel Azogue se dio a la fuga. En consecuencia, y toda vez que los
funcionarios de DIPROVE no han cometido ninguna acción ilegal que implique una manifiesta y
evidente persecución, acoso, búsqueda u hostigamiento y al no haberse vulnerado el derecho a la
libertad de locomoción ni a la vida, corresponde denegar la acción de libertad.
II. CONCLUSIONES
II.2. El 4 de octubre de 2012, el Fiscal de Materia, Renzo Estévez Saldaña emitió decreto, en el
cual señaló audiencia para la recepción de la declaración informativa policial del ahora representado
para el 22 del mencionado mes y año, a horas 9:00 y para el careo el 24 de ese mes y año a horas
15:00 (fs. 11).
II.5. El 12 de octubre de 2012, Renzo Estévez Saldaña, Fiscal de Materia, emitió requerimiento
fiscal al Comandante de la Unidad de Radio Patrulla 110, solicitando informe y certificación sobre si
su Unidad recibió una llamada del 721 37914, solicitando apoyo y pasando “CAMTIP” del motorizado
de las siguientes características: marca SUZUKI, tipo Grand Vitara, color plateado, con placa de
control 2463-PXA (fs. 16), mismo que fue respondido mediante oficio 435/2012 de 13 de octubre e
informe de Carlos Piérola Chavarría, Oficial Despachador RD 110 a Eduardo Lanza Valle, informando
sobre el extremo en forma positiva (fs. 17 a 18).
II.8. Por memorial de 12 de octubre de 2012 (el día que existió uso de armas de fuego por
efectivos de DIPROVE), el accionante, haciendo referencia a su memorial de apersonamiento de 4 de
octubre, descrito en la Conclusión II.1 (fs. 28 y vta.), nuevamente se apersonó ante el Fiscal de
Materia, Renzo Estevez Saldaña, a efectos que se le reciba su declaración informativa policial, debido
a que en los medios de comunicación se enteró que tanto el Fiscal de Materia como el Sub director
de DIPROVE, mencionaron que su persona es prófugo y tiene mandamientos de aprehensión en su
contra.
Los representados, denuncian a través de esta acción de libertad la vulneración de sus derechos a la
vida a la libertad de locomoción y al debido proceso, señalando que no obstante que se presentó
voluntariamente ante el Fiscal a efectos de que se le tome su declaración informativa, la cual fue
fijada para el 22 de octubre de 2012, dentro de un hecho que se le estaba investigando, el 12 del
mismo mes y año a horas 12:00, cuando David Fernando Farel Azogue se encontraba con su esposa y
sus dos hijos menores retornando del colegio, su cónyuge se bajó del automóvil para comprar pollos
para almorzar y fue en ese momento que un grupo operativo del Grupo “GAMA” bajo de un
motorizado blanco marca Mitsubishi Sport y directamente empezaron a disparar en su contra sin
medir las consecuencias, pese a que estaba con su hija menor de edad, a quien tuvo que empujar al
piso sino ya no estaría con vida.
Corresponde analizar en revisión, si tales argumentos son evidentes y si constituyen actos ilegales
lesivos objeto de protección de la acción de libertad y si corresponde conceder o denegar la tutela
solicitada.
La acción de libertad es una garantía consagrada en el art. 125 de la Constitución Política del Estado
(CPE), instituida como un mecanismo procesal constitucional de naturaleza tutelar, que tiene la
finalidad de brindar protección inmediata y efectiva a los derechos fundamentales a la vida y a la
libertad, en los casos en que estos derechos, sean ilegal, indebidamente restringidos, suprimidos o
amenazados de restricción o supresión por actos u omisiones ilegales o indebidas de autoridades
públicas o particulares.
En ese marco y conforme al nuevo orden constitucional, la SCP 0037/2012 de 26 de marzo, señaló
que: “Se trata de un mecanismo de defensa constitucional extraordinario de carácter preventivo,
correctivo y reparador, instituido para la protección inmediata y efectiva de los derechos
fundamentales a la libertad física como de locomoción en casos de detenciones, persecuciones,
apresamientos o procesamientos ilegales o indebidos por parte de servidores públicos o de personas
particulares; así como a la vida, cuando esté en peligro.
(…)
En tal sentido, debe señalarse que la ingeniería dogmática de la acción de libertad está diseñada
sobre la base de dos pilares esenciales, el primero referente a su naturaleza procesal y el segundo,
compuesto por los presupuestos de activación. En cuanto al primer aspecto que configura el
contenido esencial de esta garantía, es decir, su naturaleza procesal, se establece que se encuentra
revestida o estructurada con una tramitación especial y sumarísima, reforzada por sus características
de inmediatez en la protección, informalismo, generalidad e inmediación; procede contra cualquier
servidor público o persona particular, es decir, no reconoce fueros ni privilegios. Postulados que
pueden ser inferidos de la norma constitucional antes referida.
Ahora bien, el segundo pilar que estructura el contenido esencial de esta garantía, se encuentra
configurado por sus presupuestos de activación, que al amparo del art. 125 de la CPE, se resumen en
cuatro: a) Atentados contra el derecho a la vida; b) Afectación de los derechos a la libertad física
como a la libertad de locomoción; c) Acto y omisión que constituya procesamiento indebido; y, d)
Acto u omisión que implique persecución indebida”.
Este hábeas corpus, ahora está previsto en el art. 125 de la CPE, cuando hace referencia a los casos
en los que la persona considere que su vida está en peligro. Esta ampliación es coherente con la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que en la Opinión Consultiva OC-
8/87 de 30 de enero de 1987, al absolver la consulta formulada por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos respecto a la interpretación de los arts. 25.1 y 7.6 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, en relación a la última frase del art. 27.2 de dicha Convención, que
enumera los derechos que no pueden suspenderse durante los estados de excepción; estableció
que, la función del hábeas corpus es esencial como: ‘…medio para controlar el respeto a la vida e
integridad de la persona, para impedir su desaparición o la indeterminación de su lugar de
detención, así como para protegerla contra la tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes’.
La protección del derecho a la vida e integridad personal, por otra parte, está también prevista en las
legislaciones de otros países, como en Costa Rica donde a través del hábeas corpus se protegen los
derechos a la libertad e integridad personal; en el Perú, donde se protege la libertad personal y otros
derechos conexos, así como la integridad y la prohibición de desaparición forzada, último supuesto
que se vincula con el derecho a la vida. Algo similar sucede en Argentina, donde el hábeas corpus
protege la libertad física, el agravamiento ilegítimo de las condiciones de detención y la desaparición
forzada de personas, y en Ecuador, donde se protege el derecho a la libertad, a la vida y la integridad
física de las persona privadas de libertad.
Cabe resaltar que la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, protegió el derecho a la vida a través
del recurso de hábeas corpus, por conexitud con el derecho a la libertad de locomoción, en las SSCC
470/2004-R, 6512004-R, entre otras” (las negrillas son agregadas).
Del mismo modo, la SC 0080/2010-R, de 3 de mayo, señaló que entre las circunstancias en las que
por el daño inminente e irreparable no es posible aplicar la subsidiariedad excepcional de la acción
de libertad y por ende corresponde ingresar al análisis de fondo es: “…a) Cuando está en peligro el
derecho a la vida a causa de la lesión al derecho a la libertad por la persecución, procesamiento o
detención indebidas” (las negrillas son nuestras)
"El art. 18 de la CPEabrg, instituyó el recurso de hábeas corpus, ahora acción de libertad prevista por
el art. 125 de la CPE, como un recurso extraordinario cuya finalidad esencial era la protección a la
libertad, ámbito de tutela que ha sido ampliada en el orden constitucional vigente a la vida, que
como se ha visto, constituye un derecho primario en sí, inherente al ser humano, y por ende su
protección es prioritaria, por constituir un bien jurídico primario y fuente de los demás derechos. Por
ello, a diferencia de la tutela a la libertad, y su condicionamiento del agotamiento previo de las
instancias intra procesales, para pedir su protección a través de esta medio constitucional idóneo,
eficaz e inmediato, respecto a la vida, su tutela puede ser solicitada de manera directa; es decir, que
puede acudir a la jurisdicción constitucional, sin tener que agotar previamente la vía jurisdiccional"
(las negrillas fueron añadidas).
Algunas normas internacionales sobre el uso de la fuerza y armas de fuego, son el Código de
conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, aprobado por la Asamblea General
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), mediante Resolución 34/169 de 17 de diciembre
de 1979.
El art. 1 de esta norma, determina que: “Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley
cumplirán en todo momento los deberes que les impone la ley, sirviendo a su comunidad y
protegiendo a todas las personas contra actos ilegales, en consonancia con el alto grado de
responsabilidad exigido por su profesión”. De acuerdo al art. 2, los funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley, en el desempeño de sus tareas, “…deben respetar y proteger la dignidad humana…”,
así mismo deben mantener y “…defender los derechos humanos de todas las personas”. En ese
sentido, el art. 3 determina que estos funcionarios sólo “…podrán usar la fuerza cuando sea
estrictamente necesario y en la medida que lo requiera el desempeño de sus tareas” (las negrillas
nos corresponde).
De estas normas se desprende que el uso de la fuerza debe ser excepcional, necesario, según las
circunstancias de delito y la conducta de los presuntos delincuentes, estando solamente autorizados
los agentes de la ley, es decir, los que por disposiciones normativas cuentan con la facultad de
ejercer las actividades de policía, quienes deben velar por el respeto de la dignidad y de los derechos
humanos de todos, por ello el uso de las armas debe ser considerado como una medida extrema de
última ratio, excepcional en casos en los que por el principio de necesidad se encuentre
comprometida la vida de otras personas.
Otra disposición importante se refiere a los Principios básicos sobre el empleo de la fuerza y de
armas de fuego por los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, adoptado en el Octavo
Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente,
celebrado en La Habana (Cuba) del 27 de agosto al 7 de septiembre de 1990.
El segundo principio impone el uso razonable de las armas, pues para ello determina que se deben
reglamentar métodos destinados a los funcionarios, haciendo distinción de armas y municiones de
modo que puedan hacer un uso diferenciado de la fuerza y de las armas de fuego. Para ello, deben
establecerse armas incapacitantes no letales para emplearlas cuando fuera apropiado, con miras a
restringir cada vez más el empleo de medios que puedan ocasionar lesiones o muertes. Al efecto, el
mismo principio dispone también que los agentes encargados de hacer cumplir la ley, en Bolivia la
Policía Boliviana, deben contar con un equipo autoprotector, por ejemplo, escudos, cascos, chalecos
a prueba de balas y medios de transporte a prueba de balas; todo ello con el objeto de disminuir
cada vez más la necesidad en el uso de armas de fuego o de cualquier tipo, este principio implica
entonces no solamente el uso razonable de la fuerza sino además la disminución progresiva de los
ámbitos de aplicabilidad del principio de necesidad, en una suerte de principio de restrictividad de la
necesidad (en conexitud con el tercer principio de la norma).
El cuarto principio establece el de la última ratio de los medios violentos, para ello, los agentes
policiales deben realizar un exhaustivo examen sobre la ineficacia de otros medios no violentos
antes de ingresar al uso de armas de fuego u otros mecanismos violentos, ello en conexión con el
principio de necesidad y proporcionalidad.
Cuando se haya determinado un uso inevitable de las armas de fuego, se deben considerar los
siguientes elementos que establecen los principios quintos y sexto de la norma: a) Ejercerán
moderación y actuarán en proporción a la gravedad del delito y al objetivo legítimo que se persiga;
b) Reducirán al mínimo los daños y lesiones y respetarán y protegerán la vida humana; c) Procederán
de modo que se presten lo antes posible asistencia y servicios médicos a las personas heridas o
afectadas; d) Procurarán notificar lo sucedido, a la menor brevedad posible, a los parientes o amigos
íntimos de las personas heridas o afectadas; y, e) Cuando al emplear la fuerza o armas de fuego los
funcionarios encargados de hacer cumplir la ley ocasionen lesiones o muerte, comunicarán el hecho
inmediatamente a sus superiores.
Los principios séptimo y octavo determinan el principio de interdicción de la impunidad sobre el uso
irracional, innecesario y desproporcionado de la fuerza o armas de fuego, incluyéndose la
interdicción a momentos de conmoción interna o inestabilidad política. Al efecto, se impone un
deber de tipificación penal al Legislador.
Dentro de las disposiciones especiales, los principios noveno y décimo determinan claramente las
condiciones de procedencia en el uso de las armas de fuego, precisando al efecto: 1) En defensa
propia o de otras personas, cuando existe riesgo inminente de muerte o lesiones graves; 2) Con el
propósito de evitar la comisión de un delito particularmente grave que entrañe una seria amenaza
para la vida, o con el objeto de detener a una persona que represente ese peligro y oponga
resistencia a su autoridad, o para impedir su fuga, y sólo en caso de que resulten insuficientes
medidas menos extremas para lograr dichos objetivos; 3) El uso de armas letales cuando sea
estrictamente inevitable para proteger una vida; y, 4) Los funcionarios encargados de hacer cumplir
la ley se identificarán como tales y darán una clara advertencia de su intención de emplear armas de
fuego, con tiempo suficiente para que se tome en cuenta, salvo que al dar esa advertencia se pusiera
indebidamente en peligro a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, se creara un riesgo
de muerte o daños graves a otras personas, o resultara evidentemente inadecuada o inútil dadas las
circunstancias del caso.
El uso de la fuerza pública y armas de fuego por parte de los funcionarios policiales en el
ejercicio de la fuerza legítima del Estado en Bolivia parte de la competencia pública que nace de la
previsión constitucional establecida en el art. 251 de la CPE, por la que se asigna a los funcionarios
policiales la misión específica de la defensa de la sociedad, la conservación del orden público y el
cumplimiento de las leyes en todo el territorio boliviano.
La Ley Orgánica de la Policía Nacional, establece en el art. 55, como obligaciones de los funcionarios
policiales: observar los preceptos constitucionales, leyes y Reglamentos de la institución, proteger y
respetar los derechos humanos y la dignidad de las personas contra toda forma de prepotencia,
abuso de autoridad, extorsión, etc. En ese contexto, el Capítulo III del título III de esa Ley se refiere al
uso de armas, señalando el art. 56 que: “El empleo de armas por parte del Policía, debe ser
motivado por la exigencia del cumplimiento de la ley luego de haberse agotado todos los medios
disponibles y realizadas las persuasiones y prevenciones reglamentarias”. Por su parte, el art. 57,
establece que cuando existan víctimas fatales por efecto del uso de armas, se debe iniciar el proceso
correspondiente a fin de establecer las responsabilidades del caso, añadiendo que el uso indebido
de las armas dará lugar al proceso administrativo pertinente, y al juicio penal a que diera lugar el
caso.
El Código de Procedimiento Penal, en su art. 296, determina que en los casos en los que el referido
Código autorice la aprehensión de los imputados, los funcionarios policiales deben cumplir con los
siguientes principios básicos:
2) No utilizar armas, salvo que haya resistencia que ponga en peligro la vida o la integridad
física de las personas y cuando, en caso de fuga, resulten insuficientes las medidas menores
extremas para lograr la aprehensión del imputado, previa advertencia sobre su utilización.
3) No infligir, instigar o tolerar ningún acto de vejación, tortura u otros tratos crueles,
inhumanos o degradantes”.
El precepto supra, en su parte in fine, determina que el incumplimiento de las normas que contiene,
da lugar a la responsabilidad administrativa y penal que corresponda.
Sobre la regulación del uso de armas la reglamentación específica es muy escasa pues se limita a la
regulación general de las armas no existiendo normativa específica sobre el uso de la fuerza policial
ni sobre el uso de armas de fuego. Al respecto se tiene el Reglamento para la importación,
exportación, almacenamiento, comercialización y empleo de explosivos armas y municiones, norma
aprobada por Resolución Ministerial (RM) 0322 de 23 de abril de 2008, por el Ministerio de Defensa,
misma que en su art. 131, determina cuáles son las armas de uso policial permitido entre ellas
precisa lanza gases, escopeta, pistolas y revólveres en todos sus calibres, y material anti motines y
señala que la Policía Boliviana hará uso de estas armas para el correcto cumplimiento de su misión.
De acuerdo a lo anotado, se concluye que la legislación boliviana tiene una grosera omisión
normativa en la reglamentación del uso de la fuerza pública, y particularmente en el uso de las
armas de fuego; sin embargo, de la omisión normativa a la luz de los principios constitucionales y de
la jurisprudencia interamericana de la Corte (integrativa indirectamente del bloque de
constitucionalidad), corresponde a efecto de no respaldarse en la omisión normativa desarrollar
estándares para que la Policía Boliviana haga uso de la fuerza y de las armas de fuego, para ello
primero se desarrollarán los estándares desarrollados por la Corte Interamericana y se utilizará
jurisprudencia comparada a efectos de enriquecer los razonamientos.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos en la Sentencia del caso Montero Aranguren y otros
(Retén de Catia) Vs. Venezuela de 5 de julio de 2006, señaló que: “El derecho a la vida es un derecho
humano fundamental, cuyo goce pleno es un prerrequisito para el disfrute de todos los demás
derechos humanos. De no ser respetado, todos los derechos carecen de sentido. En razón de dicho
carácter, no son admisibles enfoques restrictivos del mismo. De conformidad con el artículo 27.2 de
la Convención este derecho forma parte del núcleo inderogable, pues se encuentra consagrado
como uno de los derechos que no puede ser suspendido en casos de guerra, peligro público u otras
amenazas a la independencia o seguridad de los Estados Partes.
64. En virtud de este papel fundamental que se le asigna en la Convención, los Estados tienen la
obligación de garantizar la creación de las condiciones necesarias para que no se produzcan
violaciones de ese derecho inalienable, así como el deber de impedir que sus agentes, o particulares,
atenten contra el mismo. El objeto y propósito de la Convención, como instrumento para la
protección del ser humano, requiere que el derecho a la vida sea interpretado y aplicado de manera
que sus salvaguardas sean prácticas y efectivas (effet utile).
65. La Corte ha señalado en su jurisprudencia que el cumplimiento de las obligaciones impuestas por
el artículo 4 de la Convención Americana, relacionado con el artículo 1.1 de la misma, no sólo
presupone que ninguna persona sea privada de su vida arbitrariamente (obligación negativa), sino
que además requiere, a la luz de su obligación de garantizar el pleno y libre ejercicio de los derechos
humanos, que los Estados adopten todas las medidas apropiadas para proteger y preservar el
derecho a la vida (obligación positiva) de quienes se encuentren bajo su jurisdicción.
66. En razón de lo anterior, los Estados deben adoptar las medidas necesarias para crear un marco
normativo adecuado que disuada cualquier amenaza al derecho a la vida; establecer un sistema de
justicia efectivo capaz de investigar, castigar y dar reparación por la privación de la vida por parte de
agentes estatales o particulares; y salvaguardar el derecho a que no se impida el acceso a las
condiciones que garanticen una existencia digna. De manera especial los Estados deben vigilar que
sus cuerpos de seguridad, a quienes les está atribuido el uso de la fuerza legítima, respeten el
derecho a la vida de quienes se encuentren bajo su jurisdicción.
(…)
67. El uso de la fuerza por parte de los cuerpos de seguridad estatales debe estar definido por la
excepcionalidad, y debe ser planeado y limitado proporcionalmente por las autoridades. En este
sentido, el Tribunal ha estimado que sólo podrá hacerse uso de la fuerza o de instrumentos de
coerción cuando se hayan agotado y hayan fracasado todos los demás medios de control.
68. En un mayor grado de excepcionalidad se ubica el uso de la fuerza letal y las armas de fuego por
parte de agentes de seguridad estatales contra las personas, el cual debe estar prohibido como regla
general. Su uso excepcional deberá estar formulado por ley, y ser interpretado restrictivamente de
manera que sea minimizado en toda circunstancia, no siendo más que el ‘absolutamente necesario’
en relación con la fuerza o amenaza que se pretende repeler. Cuando se usa fuerza excesiva toda
privación de la vida resultante es arbitraria” (las negrillas nos corresponden).
La Corte Constitucional Colombiana al referirse al mantenimiento del orden público por parte de las
fuerzas policiales, en la Sentencia C-179/07, ha señalado: “En efecto, en un Estado social de derecho
el uso del poder para el mantenimiento del orden público se encuentra limitado por los principios
constitucionales y por aquellas finalidades vinculadas a asegurar la preservación de dicho orden
público, como condiciones para el ejercicio de las libertades y derechos ciudadanos. Garantías
fundamentales que han de prevalecer frente a la obligación estatal de mantener el orden público,
con las limitaciones que resulten absolutamente indispensables en casos de excepción, para la
pacífica convivencia social y del respeto de los derechos de los demás integrantes de la comunidad,
siempre y cuando tales restricciones se orienten hacia finalidades constitucionalmente legítimas.
Con fundamento en lo anterior, la Corte ha señalado unos principios constitucionales mínimos que
gobiernan los poderes de policía en un Estado democrático de derecho. Ha indicado, que estos
poderes (i) Están sometidos al principio de legalidad; (ii) su actividad debe tender a asegurar el
orden público; (iii) su actuación y las medidas a adoptar se encuentran limitadas a la conservación y
restablecimiento del orden público; (iv) las medidas que se tome deben ser proporcionales y
razonables, y no pueden traducirse en la supresión absoluta de las libertades, o en su limitación
desproporcionada; (v) no pueden imponerse discriminaciones injustificadas a ciertos sectores; (vi) la
medida policiva debe recaer contra el perturbador del orden público, pero no contra quien ejerce
legalmente sus libertades, y (vii) las medidas policivas se encuentran sometida a los
correspondientes controles judiciales.
La Corte igualmente ha determinado, que la preservación del orden público en beneficio de las
libertades democráticas, supone el uso de distintos medios a saber: (i) el establecimiento de normas
generales que limitan los derechos para preservar el orden público; (ii) la expedición de actos
normativos individuales, dentro de los límites de esas normas generales; (iii) el despliegue de
actividades materiales, que incluyen el empleo de la coacción y que se traduce en la organización de
cuerpos armados y funcionarios especiales a través de los cuales se ejecuta la función.”
Concluyendo posteriormente que “La policía, en sus diversos aspectos, busca entonces preservar el
orden público. Pero el orden público no debe ser entendido como un valor en sí mismo sino como el
conjunto de condiciones de seguridad, tranquilidad y salubridad que permiten la prosperidad
general y el goce de los derechos humanos. El orden público, en el Estado social de derecho, es
entonces un valor subordinado al respeto a la dignidad humana, por lo cual el fin último de la Policía,
en sus diversas formas y aspectos, es la protección de los derechos humanos. Estos constituyen
entonces el fundamento y el límite del poder de policía. La preservación del orden público lograda
mediante la supresión de las libertades públicas no es entonces compatible con el ideal democrático,
puesto que el sentido que subyace a las autoridades de policía no es el de mantener el orden a toda
costa sino el de determinar cómo permitir el más amplio ejercicio de las libertades ciudadanas sin
que ello afecte el orden público.
Conforme a lo anterior, en un Estado social de derecho, el uso del poder de policía -tanto
administrativa como judicial-, se encuentra limitado por los principios contenidos en la Constitución
Política y por aquellos que derivan de la finalidad específica de la policía de mantener el orden
público como condición para el libre ejercicio de las libertades democráticas. De ello se desprenden
unos criterios que sirven de medida al uso de los poderes de policía y que la Corte Constitucional
entra a precisar:
1- Siendo autoridad administrativa (policía administrativa) o que actúa bajo la dirección funcional de
las autoridades judiciales (policía judicial), la Policía está sometida al principio de legalidad puesto
que afecta libertades y derechos.
2. Toda medida de policía debe tender a asegurar el orden público; por tanto, encuentra su
limitación allí donde comienzan las relaciones estrictamente privadas. De aquí que la policía
tampoco pueda actuar a requerimiento de un particular para proteger sus intereses meramente
privados; para esto está la Justicia ordinaria.
3. La policía sólo debe adoptar las medidas necesarias y eficaces para la conservación y
restablecimiento del orden público. La adopción del remedio más enérgico -de entre los varios
posibles-, ha de ser siempre la ultima ratio de la policía, lo cual muestra que la actividad policial en
general está regida por el principio de necesidad (…).
4. Igualmente, las medidas de policía deben ser proporcionales y razonables en atención a las
circunstancias y al fin perseguido: debe entonces evitarse todo exceso innecesario. Así pues, los
principios de proporcionalidad y razonabilidad que rigen todas las actuaciones de la administración
pública adquieren particular trascendencia en materia de policía.
5- Directamente ligado a lo anterior, la extensión del poder de policía está en proporción inversa al
valor constitucional de las libertades afectadas. Eso explica que en ciertas materias -como la
regulación de los sitios públicos- el poder policial sea mucho más importante que en otros ámbitos
de la vida social, como el derecho a la intimidad y a la inviolabilidad del domicilio.
6- El poder de la policía se ejerce para preservar el orden público pero en beneficio del libre ejercicio
de las libertades y derechos ciudadanos. No puede entonces traducirse en una supresión absoluta de
las libertades.
7. Así mismo debe recordarse especialmente en esta materia la regla, por otra parte general a toda
actividad administrativa, de la igualdad de los ciudadanos ante la ley...
(…)
Ahora bien, es sabido que toda sociedad civilizada requiere contar con un cuerpo de policía como
una institución necesaria para la vigencia y efectividad del orden justo del que habla el Preámbulo de
la Carta Política. De ahí que todos los esfuerzos que se hagan y todas las medidas que se tomen
encaminadas a vigorizar esta institución son decisivas en tanto y en cuanto se encuentran
encaminadas a la realización de los fines de un Estado de Derecho moderno y democrático” (las
negrillas nos corresponden).
En este contexto, los países tienen un propósito común: el de dotar de seguridad a las personas,
que necesariamente tiene que estar inspirada en los principios democráticos.
La Seguridad Democrática compete al Estado, en toda su estructura y en todas sus funciones, por lo
que su realización, al ser un deber del Estado, debe ser coherente y completa. Así lo ha entendido el
Tribunal Constitucional de Bolivia, que en reiteradas Sentencias Constitucionales ha definido a la
Seguridad como: ‘la exención de peligro o daño; solidez, certeza plena; firme convicción’. Asimismo,
ha establecido que [...] es deber del Estado proveer seguridad jurídica a los ciudadanos, asegurando
a todos el disfrute del ejercicio de los derechos públicos y privados fundamentales que le reconocen
la Constitución y las Leyes; principios que se hallan inspirados en un orden jurídico superior y estable
(Estado de Derecho), que satisfaga los anhelos de una vida de paz, libre de abusos y arbitrariedad,
como lo ha establecido la jurisprudencia de este tribunal’ (SSCC 287/1999-R, 194/2000-R, 223/2000-
R, entre otras)”.
III.4. Elementos que deben considerarse a momento de hacer uso de la fuerza pública en Bolivia
Dentro de este principio no puede soslayarse que la legalidad a la que se hace referencia es aquella
en el marco del fenómeno de la constitucionalización del Derecho, por el efecto irradiador y
expansivo de ésta, en ese escenario se tiene que la legalidad implica a su vez el respeto de la
dignidad del ser humano y el respeto de los derechos y garantías previstas por la Constitución
Política del Estado.
Ese sometimiento implica no sólo prohibición de exceso en la actuación del poder, es decir, que cada
autoridad del poder público de las tres funciones principales como son el legislativo, el ejecutivo y el
judicial y de los que ejercen las funciones de control (Contraloría General del Estado), de defensa de
la sociedad (Defensoría del Pueblo) y de defensa del Estado (Procuradoría General del Estado,
Fuerzas Armadas y Policía Boliviana) deben actuar conforme a las competencias públicas que le
otorga la Constitución Política del Estado, sino también que el ejercicio de la competencia pública
que le corresponda desempeñar se lo haga con las limitaciones y responsabilidades que la
Constitución establece, por cuanto, el ejercicio de las mismas que distribuyen el poder público está
condicionada a la sujeción a las normas constitucionales que reconocen derechos, traducido en el
mandato constitucional de actuar proporcionadamente en ejercicio de esas competencias, cuando
se trata de limitar derechos fundamentales, o lo que es lo mismo, existe prohibición constitucional
del ejercicio de una competencia pública en forma desproporcionada cuando ésta interfiere en el
ejercicio de los derechos fundamentales.
De ahí que una actuación o acto desproporcionado expresado en una ley (en sentido general),
resolución judicial en sentido general, acto administrativo, acto de un particular, o cualesquiera que
emane del poder público o de los particulares y en cualquier ámbito del derecho, al momento de
interferir en el ejercicio de un derecho fundamental, quebranta las bases fundamentales del Estado
Constitucional de Derecho, debido a que el cometido de la Constitución es constituir un gobierno de
poderes limitados.
El principio de proporcionalidad tiene su génesis en el Derecho Penal, pero luego fue desarrollado
por el derecho público alemán, y se ocupa de examinar la medida asumida por una autoridad
pública, se sustenta en la idea de vinculación de los poderes públicos a los derechos fundamentales,
por la cual una disminución en el ejercicio de los derechos fundamentales de los individuos deberá
encontrar una causa justificada y solamente en la medida necesaria.
El principio de proporcionalidad, es un principio general del Derecho y está reconocido -como se dijo
anteriormente- en la Constitución Política del Estado implícitamente en la garantía de inviolabilidad
de los derechos fundamentales previsto en el art. 13.I de la CPE.
La interdicción de impunidad, de un lado representa que los agentes policiales que desarrollaron los
operativos no pueden escudarse en su condición para escapar a la responsabilidad administrativa o
penal que implica un actuar al margen de la Constitución y la ley, pues éstos se encuentran bajo un
escenario de responsabilidad a la población muy delicado, por ende deben observarse estrictamente
los parámetros normativo-internacionales y constitucionales para emprender los operativos, pues de
lo contrario la responsabilidad es para quien planifica como para quien ejecuta el operativo policial.
De las normas internacionales y la jurisprudencia se pueden establecer las condiciones para el uso
de armas de fuego son: a) En defensa propia o de otras personas, cuando existe riesgo inminente de
muerte o lesiones graves; b) Con el propósito de evitar la comisión de un delito particularmente
grave que entrañe una seria amenaza para la vida, o con el objeto de detener a una persona que
represente ese peligro y oponga resistencia a su autoridad, o para impedir su fuga, y sólo en caso de
que resulten insuficientes medidas menos extremas para lograr dichos objetivos; c) El uso de armas
letales cuando sea estrictamente inevitable para proteger una vida; y, d) Los funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley se identificarán como tales y darán una clara advertencia de su
intención de emplear armas de fuego, con tiempo suficiente para que se tome en cuenta, salvo que
al dar esa advertencia se pusiera indebidamente en peligro a los funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley, se creara un riesgo de muerte o daños graves a otras personas, o resultara
evidentemente inadecuada o inútil dadas las circunstancias del caso.
En el caso concreto, por un lado, se tiene que según lo afirmado por el accionante en la presente
acción de libertad, corroborado en el informe del demando Director Departamental de DIPROVE, el
12 de octubre de 2012 a horas 12:00 (versión del accionante) y 12:30 (versión de la autoridad
demandada), se produjo un hecho en el que existió uso de armas de fuego por parte de efectivos de
la Policía Boliviana dependientes de DIPROVE al momento de ejecutar uno de los mandamientos de
aprehensión fiscal contra el accionante, con fecha de 20 ó 21 de septiembre de 2012 (Conclusión
II.3), hecho que fue asumido por la autoridad demandada en su informe escrito y en la audiencia de
acción de libertad. De otro lado, se ha verificado que el 4 de octubre del mismo año, el Fiscal de
Materia, Renzo Estévez Saldaña emitió decreto, en el cual señaló audiencia para la recepción de la
declaración informativa policial del accionante para el día lunes 22 del citado mes y año, a horas 9:00
y para el careo el 24 de ese mes y año a horas 15:00 (Conclusión II.2).
Por lo que, contrastadas ambas fechas, es posible concluir que las autoridades policiales
demandadas en esta acción de libertad, incurrieron en principio en persecución indebida, por cuanto
no obstante que el accionante se apersonó ante el Fiscal de Materia adscrito a DIPROVE, Renzo
Estévez Saldaña, mediante memorial presentado el 4 de octubre de 2012 (Conclusión II.1) y como
consecuencia de ello, se decretó la recepción de su declaración informativa policial para el 22, y el
careo para el 24 de octubre de igual mes y año, (Conclusión II.2), siendo irrelevante si fue en forma
física o través de su abogado; sin embargo, de todas formas, se pretendió ejecutar el mandamiento
de aprehensión librado por el Fiscal adscrito a DIPROVE a cargo de la investigación penal contra el
accionante el 12 de ese mes y año.
Ahora bien, los accionantes David Fernando Farel Azogue y AA (hija menor de edad de éste)
denuncian a través de esta acción de libertad la vulneración de sus derechos a la vida, a la libertad
de locomoción y al debido proceso, señalando que fruto de esa persecución indebida, el 12 de
octubre a horas 12:00, cuando se encontraba con su esposa y sus dos hijos menores retornando del
colegio, su cónyuge se bajó del automóvil para comprar pollos para almorzar y fue en ese momento
que un grupo operativo del Grupo “GAMA”, bajaron de un motorizado blanco marca Mitsubishi
Sport y directamente empezaron a disparar en su contra sin medir las consecuencias, pese a que
estaba con su hija menor de edad, a quien tuvo que empujar al piso sino ya no estaría con vida.
Relacionado este hecho, este Tribunal Constitucional Plurinacional, ha llegado a la convicción de que
se produjo efectivamente el uso de armas de fuego por parte de efectivos de la policía dependientes
de DIPROVE al momento de ejecutar uno de los mandamientos de aprehensión fiscal contra el
accionante.
Sobre la legalidad, queda en evidencia que las autoridades policiales realizaron un operativo
con armas de fuego sin respaldo legal alguno, pues el mandamiento que utilizaron para la
persecución no resultaba idóneo, pues el objeto del mismo ya había sido neutralizado con el
apersonamiento del accionante ante la autoridad fiscal.
En cambio el accionante, señala en su acción de libertad que: “…el grupo operativo del
Grupo “GAMA” bajan del interior de un motorizado blanco Mitsubishi Sport y directamente
empiezan disparar contra la humanidad de mi presentante sin medir las consecuencias ya que el se
encontraba con su hija menor de diez años y al ver ese drama mi presentante la empuja a su hija al
piso y si no fuera….sino ya no estaría con vida” (sic).
2º Disponer que en protección efectiva de los derechos a la vida, y a la integridad física de los
ahora representados, se remita antecedentes al Ministerio Público.
c) A las Fuerzas Armadas del Estado; para que consideren los alcances argumentativos a
momento de hacer uso de la fuerza; y,
d) A Los jueces cautelares de todo el país; para que al momento de hacer el control de
legalidad realicen el correspondiente test sobre uso de las armas