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SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 2299/2012

Sucre, 16 de noviembre de 2012

SALA TERCERA
Magistrada Relatora: Dra. Neldy Virginia Andrade Martínez
Acción de libertad

Expediente: 01965-2012-04-AL
Departamento: Santa Cruz

En revisión la Resolución 04/2012 de 13 de octubre, cursante de fs. 36 a 39 vta., pronunciada dentro


de la acción de libertad interpuesta por Abraham Quiroga Bonilla en representación sin mandato de
David Fernando Farel Azogue y AA contra Eduardo Ivar Lema Rocha y “Johny” Tapia Vargas, Director
y Subdirector Departamental respectivamente de la Dirección de Prevención de Robo de Vehículos
(DIPROVE); Limbert Rojas Toledo, Roberto Rivero Sanguino, Andrés Dorbigny Souza “My Sanabria,
Cap. Zabala Cabo Calle”, todos funcionarios del Grupo “GAMA”

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

El representante, mediante memorial presentado el 12 de octubre de 2012, cursante de fs. 2 a 3


vta., manifiesta que:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

El 12 de octubre de los corrientes a horas 12:00 aproximadamente, David Fernando Farel Azogue
acompañado de su esposa y sus dos hijos menores se encontraban retornando del colegio; su
cónyuge y uno de sus hijos bajaron del automóvil para comprar pollos para el almuerzo y fue en ese
momento que miembros del Grupo “GAMA”, actuando dentro de un operativo, bajaron de un
motorizado blanco marca Mitsubishi Sport y directamente empezaron a disparar en su contra sin
medir las consecuencias, pese a que estaba con su hija menor de edad, a quien tuvo que empujar al
piso sino ya no estaría con vida. Si bien es cierto que se enteró extraoficialmente que se le estaba
investigando; sin embargo, se presentó voluntariamente ante el Fiscal a efectos de que se le tome su
declaración informativa, que fue fijada para el 22 de octubre de 2012 a horas 9:00.

De otro lado, asegura que a la fecha de interposición de la acción de libertad el Juez de Instrucción
Mixto de Cotoca, mantiene firme el mandamiento de aprehensión en su contra.

I.1.2. Derechos supuestamente vulnerados

El representante señala como lesionados los derechos a la vida, a la libertad de locomoción y al


debido proceso de sus representados sin señalar la norma constitucional que lo contiene.
I.1.3. Petitorio

Solicita se declare “procedente el recurso” y se ordene: a) “…dejar de presionar ilegalmente por


existir señalamiento de audiencia para que preste…declaración informativa policial…”; y, b) Se
conmine y se dé a conocer a la Defensoría de la Niñez y Adolescencia para que participe en
representación de la menor de edad AA, que es parte en el proceso constitucional de la acción de
libertad.

I.2. Audiencia y Resolución del Juez de garantías

Celebrada la audiencia pública el 13 de octubre de 2012, según consta en el acta cursante de fs. 30 a
35 vta., se produjeron los siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción

La parte accionante, ratificó y reiteró la acción de libertad interpuesta y ampliándola manifestó: 1)


Los funcionarios policiales demandados no actuaron conforme a las normas internas de la Policía
Boliviana, por cuanto debieron solicitar “el alto o cruzarlo al motorizado” y no así de forma
inmediata y delincuencial disparar directamente contra la humanidad de los ahora representados; 2)
Cuando se le solicitó al Subdirector de DIPROVE, así como a todo el Grupo “GAMA” que se realicen la
prueba de guantelete, dicho Subdirector manifestó que hubo cruce de fuego, situación que no fue
así. También pidió se realice la prueba del guantelete a su representado para desvirtuar las
aseveraciones de los funcionarios policiales, en sentido de que fue él quien inició el fuego; sin
embargo, ni siquiera quisieron notificarse, cuando dichas pruebas debieron realizarse incluso de
oficio; 3) A la menor de edad (AA), no se le prestó atención psicológica, ni auxilio pese a tener rasgos
de huellas de los vidrios fruto de los impactos de bala; 4) David Fernando Ravel Azogue se encuentra
ilegalmente perseguido porque ya se apersonó para emitir su declaración informativa, y existe un
señalamiento para que preste la misma; 5) Cuando los medios de comunicación preguntaron a los
vecinos, ellos manifestaron que hubieron seis disparos por arma de fuego y que el conductor del
motorizado con su pequeña hija escapó en el vehículo, quien no realizó ningún disparo; y, 6) Solicitó
que los cuatro funcionarios policiales demandados se hagan cargo del tratamiento psicológico en la
que se encuentra la menor y el pago de daños y perjuicios, más costas.

I.2.2. Informe de la autoridad demandada

Eduardo Ivar Lema Rocha, Director Departamental de DIPROVE, en su informe escrito de 13 de


octubre de 2012, cursante a fs. 29 y vta., refirió lo siguiente:

i) El 12 de octubre de 2012, a horas 12:30 aproximadamente, avanzaron a bordo del vehículo


marca Mitsubishi, color blanco, tipo vagoneta, un grupo de patrullaje compuesto por: Limbert Rojas
Toledo, Roberto Rivero Sanguino y Andrés Dorbigny Souza, miembros del grupo “GAMA”, a la Zona
Sur, av. Bolivia, barrio “Los Lotes” por inmediaciones del mercado Fortaleza, donde realizaron
actividades de inteligencia con el objetivo de dar con el paradero del prófugo Lucio Anahuaya (alias
el Paceño), quien según una fuente, dejaría a sus hijos en una guardería de la zona, ubicada en la
Iglesia San Francisco.

Una vez en el lugar, los investigadores lograron observar que se estacionaba un vehículo marca
Suzuki, tipo Grand Vitara, de color plata, con placa de control 2463-PXA, del cual descendieron una
persona de sexo femenino de aproximadamente 35 años, acompañada de dos niños y luego
descendió una persona de sexo masculino, identificada en ese momento como David Fernando Farel
Azogue, quien era buscado por DIPROVE, quien tiene orden de aprehensión, al encontrarse prófugo,
por lo que se aproximaron en el vehículo que iban y se estacionaron en la parte delantera del
vehículo de David Fernando Farel Azogue, con el objetivo de evitar que se fugue, descendiendo
debidamente identificados como funcionarios de DIPROVE, a través de chaleco y gorra,
inmediatamente el ahora representado al percatarse de su presencia, sacó un arma de fuego de su
vehículo y realizó disparos de arma de fuego contra la humanidad de los investigadores, por lo que
tuvieron que ponerse a cubierto, en ese momento David Fernando Farel Azogue aprovechó de
abordar su vehículo y realizó maniobras peligrosas, intentando incluso atropellar a los efectivos que
ejecutaban el operativo, por tal motivo y en cumplimiento de la ley procedieron a rechazar una
agresión injusta, haciendo uso de sus armas de Reglamento, posteriormente el ahora representado
emprendió veloz fuga, se dio el parte correspondiente y se pidió apoyo a los grupos operativos de la
mencionada Dirección y a las unidades operativas del Comandado Departamental de Policía, por
intermedio de la red de comunicaciones de Radio Patrulla 110, procediendo a la persecución del
sospechoso, perdiéndolo en inmediaciones de la av. Radial 13 entre el quinto y sexto anillo, luego se
realizó un intenso rastrillaje de la zona no pudiendo ubicar al representado.

Una vez “abortado el rastrillaje” (sic), se procedió a verificar el estado de los servidores policiales,
del vehículo y del equipo policial, percatándose de la existencia de un orificio de entrada y salida,
producido por un impacto de disparo de arma de fuego en la parte posterior y lateral derecho de la
vagoneta Mitsubishi color blanco de propiedad de DIPROVE. Continúa señalando que se realizó
diversos operativos en los diferentes centros médicos de la ciudad, a objeto de establecer si había
ingresado una persona con lesiones o por herida de arma de fuego. Por intermedio de imágenes del
medio televisivo Canal 13 “Red Uno de Bolivia”, se pudo conocer que el vehículo del sospechoso
David Fernando Farell Azogue, se encontraría en el domicilio del abogado Abraham Quiroga Bonilla,
ubicado en el barrio Cooper, “Calle Marte, No. 100”, al lugar se destacó un grupo operativo a cargo
de Johny Tapia Vargas, sub director de DIPROVE, bajo la dirección funcional de Renzo Estévez, Fiscal
Adscrito a la mencionada Dirección, procediendo a secuestrar el vehículo, clase vagoneta, marza
Suzuki, color plata, chasis JS3TD941464100839, con placa de control 2463-PXA, para conducir el
vehículo a dependencias de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), donde fue
precintado, a objeto de que la División Laboratorio realice las pericias correspondientes.

ii) Aclara que en ningún momento el abogado del sospechoso cuyo nombre es Abraham
Quiroga Bonilla dio aviso de la presencia del vehículo en su domicilio a las autoridades policiales, ni
mucho menos al Ministerio Público; asimismo, se desconoce qué persona llevó el vehículo al
domicilio de dicho abogado, por lo que los indicios y evidencias que existían en el mismo estarían
contaminados.

iii) Actualmente David Fernando Farel Azogue, tiene órdenes de aprehensión en los casos
0046/12 y 0006/10, al cual se lo está investigando también por varias denuncias de robos de llantas.
Tiene antecedentes policiales en la FELCC, por el delito de asociación delictuosa, correspondiente al
caso 952/2003. Asimismo, hecha la verificación en el sistema informático del RUAT, se establece que
la placa 2463-PXA, corresponde al motorizado secuestrado, registrado a nombre de Ángel Fuentes,
con C.I. 761288012-SC.

Asimismo, en la audiencia pública de acción de libertad, el abogado del funcionario policial


demandado señaló:

a) Resulta extraño que el ahora representado teniendo una citación del Fiscal para el 22 de
octubre de 2012, se dé a la fuga. En todo caso, pudo pararse ante los funcionarios policiales que él
mismo reconoce que estaban con chaleco y con distintivos de DIPROVE y decir: “…soy el Señor Farel
y tengo notificación para presentarme el 22…”, por el contrario, disparó con un arma de fuego
contra el vehículo de DIPROVE y luego se dio a la fuga.

b) Se esta ante una persona perseguida por ley, porque tiene dos requerimientos fiscales de
aprehensión y el mismo hace referencia a otro mandamiento de aprehensión emitido por el Juzgado
de Cotoca, es decir, es buscado por varios delitos conforme otros cuadernillos de investigación
abiertos. David Fernando Farel Azogue, cambia permanentemente de fisonomía, de corte de cabello,
de tinte, etc., lo que hizo la policía es ejecutar y hacer su trabajo, nada más. Es decir, estamos
hablando “...de un delincuente avezado que es un peligro para la sociedad”, porque se tiene varios
mandamientos en su contra.

c) Como pruebas se tiene el requerimiento fiscal por el cual se han obtenido los informes de
los disparos de fuego de la vagoneta de DIPROVE, el libro de novedades de cómo salieron a trabajar
los funcionarios de la mencionada Dirección, los antecedentes de la FELCC, el registro que el ahora
representado ha estado en el penal de “Palmasola”. Con esos antecedentes, señaló “…los policías
no va irse a tratar con rosarios a una persona peligrosa…”, obviamente tenían que llevar armas. El
vehículo de DIPROVE está en la FELCC, para que se realicen los peritajes e investigaciones que
correspondan.
d) Los policías han obrado como debe ser, han respondido la agresión injusta de forma
proporcional y como la ley le franquea en el cumplimiento de sus funciones. Resaltó que el personal
policial no negó que usó sus armas de fuego, por eso no es necesario que se le aplique la prueba de
guantelete.

I.2.3. Resolución

La Jueza Duodécima de Instrucción en lo Penal y Liquidadora del departamento de Santa Cruz,


constituida en Jueza de garantías, mediante Resolución 04/2012 de 13 de octubre, cursante de fs. 36
a 39 vta., resolvió DENEGAR la acción de libertad, con los siguientes argumentos:

1) De la jurisprudencia constitucional la cual define qué se entiende por persecución indebida


(SSCC 0419/2000-R, 0261/2001-R, 0535/2001-R, 0016/2010-R y 0237/2010-R) y de los antecedentes
que cursan en obrados, contra David Fernando Farel Azogue, existen dos órdenes de aprehensión
libradas por el Fiscal de materia, Renzo Estévez Saldaña, conforme a lo dispuesto en el art. 226 del
Código de Procedimiento Penal (CPP), mandamientos que portaban las autoridades policiales al
momento de interceptar el vehículo marza Suzuki, tipo Grand Vitara, color plata, con placa de
control 2463-PXA, conducido por el ahora representado, por lo mismo no existe persecución
indebida, pues los mismos han sido librados dentro de los casos establecidos por ley.

2) Según el informe escrito de Eduardo Ivar Lema Rocha, los funcionarios policiales se
encontraban en la zona con el objeto de dar con el paradero del prófugo Lucio Anahuaya (alias El
Paceño), lugar donde observaron que se estacionó un vehículo marza Suzuki, tipo grand vitara, de
color plata, con placa de control 2463-PXA, del cual descendieron una persona de sexo femenino de
aproximadamente 35 años, acompañada de dos niños y luego descendió una persona de sexo
masculino identificada como David Fernando Farel Azogue, quien era buscado por DIPROVE y que al
percatarse de la presencia de los funcionarios policiales, habría sacado un arma de fuego y empezó a
disparar contra la humanidad de los funcionarios policiales, habiendo ellos rechazado esa agresión
injusta, haciendo uso de sus armas de Reglamento respondiendo a una agresión en cumplimiento de
la ley y luego David Fernando Farel Azogue se dio a la fuga. En consecuencia, y toda vez que los
funcionarios de DIPROVE no han cometido ninguna acción ilegal que implique una manifiesta y
evidente persecución, acoso, búsqueda u hostigamiento y al no haberse vulnerado el derecho a la
libertad de locomoción ni a la vida, corresponde denegar la acción de libertad.
II. CONCLUSIONES

De la debida revisión y compulsa de los antecedentes arrimados al expediente, se llega a las


conclusiones siguientes:
II.1. Por memorial presentado el 4 de octubre de 2012, David Fernando Farel Azogue -ahora
accionante- señala en la suma de dicho memorial, que se apersonó en forma física y solicitó se le
tome su declaración informativa policial y careo ante el Fiscal de Materia adscrito a DIPROVE, Renzo
Estévez Saldaña, dentro del caso 1730/2012 (fs. 10 y vta.).

II.2. El 4 de octubre de 2012, el Fiscal de Materia, Renzo Estévez Saldaña emitió decreto, en el
cual señaló audiencia para la recepción de la declaración informativa policial del ahora representado
para el 22 del mencionado mes y año, a horas 9:00 y para el careo el 24 de ese mes y año a horas
15:00 (fs. 11).

II.3. A fs. 24 y 25, cursan dos requerimientos fiscales de aprehensión de 20 y 21 de septiembre de


2012 respectivamente, por los cuales el Fiscal de Materia, Renzo Estévez Saldaña, ordenó la
aprehensión de David Fernando Farel Azogue, accionante, dentro del proceso penal iniciado contra
este por el Ministerio Público por la supuesta comisión del delito de robo agravado.

II.4. Según lo afirmado por el accionante en la presente acción de libertad, corroborado en el


informe del demandado Director Departamental de DIPROVE, el 12 de octubre del presente año a
horas 12:00 del medio día (versión de la parte accionante) y 12:30 (versión de la autoridad
demandada), se produjo un hecho en el que existió uso de armas de fuego por parte de efectivos de
la Policía Boliviana dependientes de DIPROVE, al momento de ejecutar uno de los mandamientos de
aprehensión fiscal contra David Fernando Farel Azogue (Conclusión II.3), hecho que fue asumido por
la autoridad demandada en su informe escrito y en la audiencia de acción de libertad; sin embargo,
este Tribunal Constitucional Plurinacional no tiene certidumbre si el representado también uso
armas de fuego, debido a que David Fernando Farel Azogue negó ese hecho y la autoridad
demandada no aportó prueba alguna que desvirtúe esta negativa, por cuanto conforme se evidenció
en la Conclusión II.7 de este apartado, está en trámite la prueba de guantelete solicitada por la parte
accionante.

II.5. El 12 de octubre de 2012, Renzo Estévez Saldaña, Fiscal de Materia, emitió requerimiento
fiscal al Comandante de la Unidad de Radio Patrulla 110, solicitando informe y certificación sobre si
su Unidad recibió una llamada del 721 37914, solicitando apoyo y pasando “CAMTIP” del motorizado
de las siguientes características: marca SUZUKI, tipo Grand Vitara, color plateado, con placa de
control 2463-PXA (fs. 16), mismo que fue respondido mediante oficio 435/2012 de 13 de octubre e
informe de Carlos Piérola Chavarría, Oficial Despachador RD 110 a Eduardo Lanza Valle, informando
sobre el extremo en forma positiva (fs. 17 a 18).

II.6. Constan fotocopias simples de servicio de guardia de la Dirección Departamental de


DIPROVE-SANTA CRUZ, correspondiente del viernes 12 al 13 de octubre de 2012 (fs. 19 a 23).
II.7. Por memorial de 12 de octubre de 2012, David Fernando Farel Azogue, entregó el
motorizado y solicitó se remitan antecedentes a la División Personas y se requiera prueba de
guantelete contra todo el Grupo “GAMA” y contra su propia persona y de esa manera, se desvirtúe
que existió cruce de fuego por parte del accionante (fs. 27 y vta.), que mereció el decreto de la
misma fecha, por el cual defirió a lo impetrado (fs. 27 vta.).

II.8. Por memorial de 12 de octubre de 2012 (el día que existió uso de armas de fuego por
efectivos de DIPROVE), el accionante, haciendo referencia a su memorial de apersonamiento de 4 de
octubre, descrito en la Conclusión II.1 (fs. 28 y vta.), nuevamente se apersonó ante el Fiscal de
Materia, Renzo Estevez Saldaña, a efectos que se le reciba su declaración informativa policial, debido
a que en los medios de comunicación se enteró que tanto el Fiscal de Materia como el Sub director
de DIPROVE, mencionaron que su persona es prófugo y tiene mandamientos de aprehensión en su
contra.

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

Los representados, denuncian a través de esta acción de libertad la vulneración de sus derechos a la
vida a la libertad de locomoción y al debido proceso, señalando que no obstante que se presentó
voluntariamente ante el Fiscal a efectos de que se le tome su declaración informativa, la cual fue
fijada para el 22 de octubre de 2012, dentro de un hecho que se le estaba investigando, el 12 del
mismo mes y año a horas 12:00, cuando David Fernando Farel Azogue se encontraba con su esposa y
sus dos hijos menores retornando del colegio, su cónyuge se bajó del automóvil para comprar pollos
para almorzar y fue en ese momento que un grupo operativo del Grupo “GAMA” bajo de un
motorizado blanco marca Mitsubishi Sport y directamente empezaron a disparar en su contra sin
medir las consecuencias, pese a que estaba con su hija menor de edad, a quien tuvo que empujar al
piso sino ya no estaría con vida.

Corresponde analizar en revisión, si tales argumentos son evidentes y si constituyen actos ilegales
lesivos objeto de protección de la acción de libertad y si corresponde conceder o denegar la tutela
solicitada.

III.1. Naturaleza jurídica de la acción de libertad

La acción de libertad es una garantía consagrada en el art. 125 de la Constitución Política del Estado
(CPE), instituida como un mecanismo procesal constitucional de naturaleza tutelar, que tiene la
finalidad de brindar protección inmediata y efectiva a los derechos fundamentales a la vida y a la
libertad, en los casos en que estos derechos, sean ilegal, indebidamente restringidos, suprimidos o
amenazados de restricción o supresión por actos u omisiones ilegales o indebidas de autoridades
públicas o particulares.

En ese marco y conforme al nuevo orden constitucional, la SCP 0037/2012 de 26 de marzo, señaló
que: “Se trata de un mecanismo de defensa constitucional extraordinario de carácter preventivo,
correctivo y reparador, instituido para la protección inmediata y efectiva de los derechos
fundamentales a la libertad física como de locomoción en casos de detenciones, persecuciones,
apresamientos o procesamientos ilegales o indebidos por parte de servidores públicos o de personas
particulares; así como a la vida, cuando esté en peligro.

(…)

En tal sentido, debe señalarse que la ingeniería dogmática de la acción de libertad está diseñada
sobre la base de dos pilares esenciales, el primero referente a su naturaleza procesal y el segundo,
compuesto por los presupuestos de activación. En cuanto al primer aspecto que configura el
contenido esencial de esta garantía, es decir, su naturaleza procesal, se establece que se encuentra
revestida o estructurada con una tramitación especial y sumarísima, reforzada por sus características
de inmediatez en la protección, informalismo, generalidad e inmediación; procede contra cualquier
servidor público o persona particular, es decir, no reconoce fueros ni privilegios. Postulados que
pueden ser inferidos de la norma constitucional antes referida.

Ahora bien, el segundo pilar que estructura el contenido esencial de esta garantía, se encuentra
configurado por sus presupuestos de activación, que al amparo del art. 125 de la CPE, se resumen en
cuatro: a) Atentados contra el derecho a la vida; b) Afectación de los derechos a la libertad física
como a la libertad de locomoción; c) Acto y omisión que constituya procesamiento indebido; y, d)
Acto u omisión que implique persecución indebida”.

III.2. Acción de libertad instructiva

La SC 0044/2010-R de 20 de abril, después de referirse a las características de la acción de libertad y


la tipología doctrinal del hábeas corpus, señaló que el art. 125 de la CPE, contiene el hábeas corpus
instructivo -que en la nueva terminología de la Constitución se denomina la acción de libertad
instructiva-, cuyo ámbito de protección abarca también al derecho a la vida y al derecho a la
integridad personal (física, psicológica y sexual); los derechos a la vida e integridad personal son
objeto de protección de la acción de libertad instructiva fundamentalmente en los casos de
desaparición forzada de personas, pero no excluyente de otros casos por estar vinculados a la
libertad física o personal, como son detenciones ilegales o indebidas en cualesquier forma (por
ejemplo aprehensiones, arrestos, etc. o persecuciones ilegales o indebidas provenientes de
autoridades policiales, fiscales, judiciales o particulares), libertad de locomoción (por ejemplo
arraigos, detenciones domiciliarias etc.).

Dicho precedente constitucional, al respecto entendió que:

“…hace referencia a la supuestos, en que el derecho a la libertad se encuentra vinculado al derecho


a la vida, fundamentalmente en los casos de desaparición forzada de personas, y tiene como objeto
identificar el paradero de la víctima, disponer su libertad e individualizar a los autores del hecho,
garantizándose el derecho a la vida y también el derecho a la integridad física.

Este hábeas corpus, ahora está previsto en el art. 125 de la CPE, cuando hace referencia a los casos
en los que la persona considere que su vida está en peligro. Esta ampliación es coherente con la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que en la Opinión Consultiva OC-
8/87 de 30 de enero de 1987, al absolver la consulta formulada por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos respecto a la interpretación de los arts. 25.1 y 7.6 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, en relación a la última frase del art. 27.2 de dicha Convención, que
enumera los derechos que no pueden suspenderse durante los estados de excepción; estableció
que, la función del hábeas corpus es esencial como: ‘…medio para controlar el respeto a la vida e
integridad de la persona, para impedir su desaparición o la indeterminación de su lugar de
detención, así como para protegerla contra la tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes’.

El criterio de la Corte Interamericana de Derechos Humanos respecto a la protección de los derechos


a la vida e integridad física o personal fue reiterado en numerosos fallos. Así, en el caso Castillo Páez,
de 3 de noviembre de 1997, la Corte Interamericana sostuvo que: ‘…El hábeas corpus tiene como
finalidad no solamente garantizar la libertad y la integridad personal, sino también prevenir la
desaparición o indeterminación del lugar de detención y, en última instancia, asegurar el derecho a
la vida’. En el mismo sentido, el caso Neira Alegría, fallo de 19 de julio de 1995.

La protección del derecho a la vida e integridad personal, por otra parte, está también prevista en las
legislaciones de otros países, como en Costa Rica donde a través del hábeas corpus se protegen los
derechos a la libertad e integridad personal; en el Perú, donde se protege la libertad personal y otros
derechos conexos, así como la integridad y la prohibición de desaparición forzada, último supuesto
que se vincula con el derecho a la vida. Algo similar sucede en Argentina, donde el hábeas corpus
protege la libertad física, el agravamiento ilegítimo de las condiciones de detención y la desaparición
forzada de personas, y en Ecuador, donde se protege el derecho a la libertad, a la vida y la integridad
física de las persona privadas de libertad.

De este breve repaso a la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y de la


legislación comparada, se puede observar que la protección al derecho a la vida vía hábeas corpus,
en el caso boliviano, acción de libertad, está íntimamente vinculada con el derecho a la libertad
personal.

Cabe resaltar que la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, protegió el derecho a la vida a través
del recurso de hábeas corpus, por conexitud con el derecho a la libertad de locomoción, en las SSCC
470/2004-R, 6512004-R, entre otras” (las negrillas son agregadas).

Sobre la modalidad protectiva de la acción de libertad antes glosada y previamente a ingresar al


fondo de la problemática, es menester aclarar la inaplicabilidad bajo ninguna circunstancia de la
regla de subsidiariedad excepcional de la acción de libertad cuando se denuncia violación del
derecho a la vida o integridad personal. Sobre el tema, es preciso citar las SSCC 0008/2010-R, y la
0080/2010-R, pero especialmente la SC 0589/2011-R de 3 de mayo, que fueron contundentes en
señalar que no se aplica bajo ninguna circunstancia la subsidiariedad excepcional de la acción de
libertad cuando se denuncia violación del derecho a la vida.

En efecto, SC 0008/2010-R de 6 de abril, en su subregla tercera dijo: “En el caso de vulneración al


derecho a la vida, protegido por la acción de libertad, procederá esta acción de forma directa y sin
necesidad de agotar otra vía”.

Del mismo modo, la SC 0080/2010-R, de 3 de mayo, señaló que entre las circunstancias en las que
por el daño inminente e irreparable no es posible aplicar la subsidiariedad excepcional de la acción
de libertad y por ende corresponde ingresar al análisis de fondo es: “…a) Cuando está en peligro el
derecho a la vida a causa de la lesión al derecho a la libertad por la persecución, procesamiento o
detención indebidas” (las negrillas son nuestras)

En esa misma línea, la SC 0589/2011-R, reforzando dicha comprensión, dijo:

"El art. 18 de la CPEabrg, instituyó el recurso de hábeas corpus, ahora acción de libertad prevista por
el art. 125 de la CPE, como un recurso extraordinario cuya finalidad esencial era la protección a la
libertad, ámbito de tutela que ha sido ampliada en el orden constitucional vigente a la vida, que
como se ha visto, constituye un derecho primario en sí, inherente al ser humano, y por ende su
protección es prioritaria, por constituir un bien jurídico primario y fuente de los demás derechos. Por
ello, a diferencia de la tutela a la libertad, y su condicionamiento del agotamiento previo de las
instancias intra procesales, para pedir su protección a través de esta medio constitucional idóneo,
eficaz e inmediato, respecto a la vida, su tutela puede ser solicitada de manera directa; es decir, que
puede acudir a la jurisdicción constitucional, sin tener que agotar previamente la vía jurisdiccional"
(las negrillas fueron añadidas).

Entre algunos casos concretos, pueden citarse las siguientes Sentencias:


La SC 1286/2010-R de 6 de septiembre, en la que, si bien se denegó la utela solicitada, empero, el
Tribunal Constitucional abrió el ámbito de protección de la acción de libertad para analizar el fondo
del problema jurídico planteado, por cuanto se trataba de la situación especial de un adulto mayor
de 72 años detenido preventivamente, en cuyo caso el Tribunal entendió que no se podía exigir que
aquél interponga previamente apelación incidental, por su edad avanzada y por su estado de salud y
por ende el peligro de su vida.

En otro caso, en la SC 1497/2011-R de 11 de octubre, en principio, hizo abstracción de la


subsidiariedad que excepcionalmente rige en la acción de libertad, ingresando al fondo de la
problemática denunciada, por cuanto se trataba de una mujer embarazada recluida en un centro
penitenciario a objeto de verificar sí, efectivamente, su apremio por asistencia familiar implicaba una
vulneración de su derecho a la libertad y ponía en riesgo el derecho a la vida del ser que gestaba.
Luego, compulsando el fondo, el entonces Tribunal Constitucional concedió la tutela a la accionante
en protección del derecho a la vida de su hijo, por el potencial riesgo de perderlo.

III.3. El uso de la fuerza pública

El uso de la fuerza pública se adscribe en una dimensión característica del Estado


“moderno”, como la posibilidad del uso legítimo y monopólico dentro de una sociedad
políticamente organizada; sin embargo, a lo largo de la historia, la noción de monopolio ha
privilegiado la noción de legitimidad, pues el Estado (no sólo comprendido en términos modernos)
ha justificado las más serias atrocidades bajo el argumento monopólico de la razón de Estado
(dominación militar, inquisición, colonización, dictaduras, represión, etc.), la reconfiguración de los
Estados después de la segunda guerra mundial no solamente ha servido a la proliferación de un ius
cogens del Derecho Internacional de los Derechos Humanos y del Derecho Humanitario, sino
también a la consolidación al interior de los distintos ordenamientos jurídicos estatales de sistemas
objetivos de valores cuyo núcleo protectivo esencial es la dignidad, para lo cual el Estado adopta la
modalidad de Estado Constitucional de Derecho.

El uso de la fuerza en el escenario internacional se rige por el Derecho Internacional


Humanitario, regulado entre otras disposiciones por los Convenios de Ginebra de 1949, cuando se
trata de una situación bélica (de acuerdo a los alcances del transversal art. 2 de los Convenios); en el
escenario interno el uso de la fuerza se encuentra regulado por el bloque de constitucionalidad, por
normas administrativas, penales y procesales entre otras. Para ingresar a considerar esta
problemática se ingresará a realizar un breve repaso de las normas internacionales, y del
tratamiento pretoriano de esta cuestión, acentuando la mirada a la labor policial por la naturaleza
del caso concreto que se presenta en revisión a este Tribunal.

III.3.1. Derecho Internacional

Algunas normas internacionales sobre el uso de la fuerza y armas de fuego, son el Código de
conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, aprobado por la Asamblea General
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), mediante Resolución 34/169 de 17 de diciembre
de 1979.

El art. 1 de esta norma, determina que: “Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley
cumplirán en todo momento los deberes que les impone la ley, sirviendo a su comunidad y
protegiendo a todas las personas contra actos ilegales, en consonancia con el alto grado de
responsabilidad exigido por su profesión”. De acuerdo al art. 2, los funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley, en el desempeño de sus tareas, “…deben respetar y proteger la dignidad humana…”,
así mismo deben mantener y “…defender los derechos humanos de todas las personas”. En ese
sentido, el art. 3 determina que estos funcionarios sólo “…podrán usar la fuerza cuando sea
estrictamente necesario y en la medida que lo requiera el desempeño de sus tareas” (las negrillas
nos corresponde).

De estas normas se desprende que el uso de la fuerza debe ser excepcional, necesario, según las
circunstancias de delito y la conducta de los presuntos delincuentes, estando solamente autorizados
los agentes de la ley, es decir, los que por disposiciones normativas cuentan con la facultad de
ejercer las actividades de policía, quienes deben velar por el respeto de la dignidad y de los derechos
humanos de todos, por ello el uso de las armas debe ser considerado como una medida extrema de
última ratio, excepcional en casos en los que por el principio de necesidad se encuentre
comprometida la vida de otras personas.

Otra disposición importante se refiere a los Principios básicos sobre el empleo de la fuerza y de
armas de fuego por los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, adoptado en el Octavo
Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente,
celebrado en La Habana (Cuba) del 27 de agosto al 7 de septiembre de 1990.

El primer principio contenido en la norma es el de la legalidad en el uso de la fuerza y las armas de


fuego, pues dispone que los Estados tienen la obligación de legislar y reglamentar su uso sobre la
base de un exhaustivo examen ético. Este principio se encentra vinculado con el principio onceavo
sobre el contenido que debe tener la reglamentación estatal sobre el empleo de armas de fuego por
los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, debiendo contener directrices que: i)
Especifiquen las circunstancias en que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley estarían
autorizados a portar armas de fuego y prescriban los tipos de armas de fuego y/o municiones
autorizados; ii) Aseguren que las armas de fuego se utilicen solamente en circunstancias apropiadas
y de manera tal que disminuya el riesgo de daños innecesarios; iii) Prohíban el empleo de armas de
fuego y municiones que puedan provocar lesiones no deseadas o signifiquen un riesgo injustificado;
iv) Reglamenten el control, almacenamiento y distribución de armas de fuego, así como los
procedimientos para asegurar que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley respondan
por las armas de fuego o municiones que se les hayan entregado; v) Señalen los avisos de
advertencia que deberán darse, y cuando se vaya a hacer uso de un arma de fuego; y, vi) Establezcan
un sistema de presentación de informes siempre que los funcionarios encargados de hacer cumplir
la ley recurran al empleo de armas de fuego en el desempeño de sus funciones.

El segundo principio impone el uso razonable de las armas, pues para ello determina que se deben
reglamentar métodos destinados a los funcionarios, haciendo distinción de armas y municiones de
modo que puedan hacer un uso diferenciado de la fuerza y de las armas de fuego. Para ello, deben
establecerse armas incapacitantes no letales para emplearlas cuando fuera apropiado, con miras a
restringir cada vez más el empleo de medios que puedan ocasionar lesiones o muertes. Al efecto, el
mismo principio dispone también que los agentes encargados de hacer cumplir la ley, en Bolivia la
Policía Boliviana, deben contar con un equipo autoprotector, por ejemplo, escudos, cascos, chalecos
a prueba de balas y medios de transporte a prueba de balas; todo ello con el objeto de disminuir
cada vez más la necesidad en el uso de armas de fuego o de cualquier tipo, este principio implica
entonces no solamente el uso razonable de la fuerza sino además la disminución progresiva de los
ámbitos de aplicabilidad del principio de necesidad, en una suerte de principio de restrictividad de la
necesidad (en conexitud con el tercer principio de la norma).

El cuarto principio establece el de la última ratio de los medios violentos, para ello, los agentes
policiales deben realizar un exhaustivo examen sobre la ineficacia de otros medios no violentos
antes de ingresar al uso de armas de fuego u otros mecanismos violentos, ello en conexión con el
principio de necesidad y proporcionalidad.
Cuando se haya determinado un uso inevitable de las armas de fuego, se deben considerar los
siguientes elementos que establecen los principios quintos y sexto de la norma: a) Ejercerán
moderación y actuarán en proporción a la gravedad del delito y al objetivo legítimo que se persiga;
b) Reducirán al mínimo los daños y lesiones y respetarán y protegerán la vida humana; c) Procederán
de modo que se presten lo antes posible asistencia y servicios médicos a las personas heridas o
afectadas; d) Procurarán notificar lo sucedido, a la menor brevedad posible, a los parientes o amigos
íntimos de las personas heridas o afectadas; y, e) Cuando al emplear la fuerza o armas de fuego los
funcionarios encargados de hacer cumplir la ley ocasionen lesiones o muerte, comunicarán el hecho
inmediatamente a sus superiores.

Los principios séptimo y octavo determinan el principio de interdicción de la impunidad sobre el uso
irracional, innecesario y desproporcionado de la fuerza o armas de fuego, incluyéndose la
interdicción a momentos de conmoción interna o inestabilidad política. Al efecto, se impone un
deber de tipificación penal al Legislador.

Dentro de las disposiciones especiales, los principios noveno y décimo determinan claramente las
condiciones de procedencia en el uso de las armas de fuego, precisando al efecto: 1) En defensa
propia o de otras personas, cuando existe riesgo inminente de muerte o lesiones graves; 2) Con el
propósito de evitar la comisión de un delito particularmente grave que entrañe una seria amenaza
para la vida, o con el objeto de detener a una persona que represente ese peligro y oponga
resistencia a su autoridad, o para impedir su fuga, y sólo en caso de que resulten insuficientes
medidas menos extremas para lograr dichos objetivos; 3) El uso de armas letales cuando sea
estrictamente inevitable para proteger una vida; y, 4) Los funcionarios encargados de hacer cumplir
la ley se identificarán como tales y darán una clara advertencia de su intención de emplear armas de
fuego, con tiempo suficiente para que se tome en cuenta, salvo que al dar esa advertencia se pusiera
indebidamente en peligro a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, se creara un riesgo
de muerte o daños graves a otras personas, o resultara evidentemente inadecuada o inútil dadas las
circunstancias del caso.

III.3.2. La regulación en Bolivia

El uso de la fuerza pública y armas de fuego por parte de los funcionarios policiales en el
ejercicio de la fuerza legítima del Estado en Bolivia parte de la competencia pública que nace de la
previsión constitucional establecida en el art. 251 de la CPE, por la que se asigna a los funcionarios
policiales la misión específica de la defensa de la sociedad, la conservación del orden público y el
cumplimiento de las leyes en todo el territorio boliviano.

La Ley Orgánica de la Policía Nacional, establece en el art. 55, como obligaciones de los funcionarios
policiales: observar los preceptos constitucionales, leyes y Reglamentos de la institución, proteger y
respetar los derechos humanos y la dignidad de las personas contra toda forma de prepotencia,
abuso de autoridad, extorsión, etc. En ese contexto, el Capítulo III del título III de esa Ley se refiere al
uso de armas, señalando el art. 56 que: “El empleo de armas por parte del Policía, debe ser
motivado por la exigencia del cumplimiento de la ley luego de haberse agotado todos los medios
disponibles y realizadas las persuasiones y prevenciones reglamentarias”. Por su parte, el art. 57,
establece que cuando existan víctimas fatales por efecto del uso de armas, se debe iniciar el proceso
correspondiente a fin de establecer las responsabilidades del caso, añadiendo que el uso indebido
de las armas dará lugar al proceso administrativo pertinente, y al juicio penal a que diera lugar el
caso.

El Código de Procedimiento Penal, en su art. 296, determina que en los casos en los que el referido
Código autorice la aprehensión de los imputados, los funcionarios policiales deben cumplir con los
siguientes principios básicos:

“1) Hacer uso de la fuerza sólo cuando sea estrictamente necesario;

2) No utilizar armas, salvo que haya resistencia que ponga en peligro la vida o la integridad
física de las personas y cuando, en caso de fuga, resulten insuficientes las medidas menores
extremas para lograr la aprehensión del imputado, previa advertencia sobre su utilización.
3) No infligir, instigar o tolerar ningún acto de vejación, tortura u otros tratos crueles,
inhumanos o degradantes”.

El precepto supra, en su parte in fine, determina que el incumplimiento de las normas que contiene,
da lugar a la responsabilidad administrativa y penal que corresponda.

Sobre la regulación del uso de armas la reglamentación específica es muy escasa pues se limita a la
regulación general de las armas no existiendo normativa específica sobre el uso de la fuerza policial
ni sobre el uso de armas de fuego. Al respecto se tiene el Reglamento para la importación,
exportación, almacenamiento, comercialización y empleo de explosivos armas y municiones, norma
aprobada por Resolución Ministerial (RM) 0322 de 23 de abril de 2008, por el Ministerio de Defensa,
misma que en su art. 131, determina cuáles son las armas de uso policial permitido entre ellas
precisa lanza gases, escopeta, pistolas y revólveres en todos sus calibres, y material anti motines y
señala que la Policía Boliviana hará uso de estas armas para el correcto cumplimiento de su misión.

De acuerdo a lo anotado, se concluye que la legislación boliviana tiene una grosera omisión
normativa en la reglamentación del uso de la fuerza pública, y particularmente en el uso de las
armas de fuego; sin embargo, de la omisión normativa a la luz de los principios constitucionales y de
la jurisprudencia interamericana de la Corte (integrativa indirectamente del bloque de
constitucionalidad), corresponde a efecto de no respaldarse en la omisión normativa desarrollar
estándares para que la Policía Boliviana haga uso de la fuerza y de las armas de fuego, para ello
primero se desarrollarán los estándares desarrollados por la Corte Interamericana y se utilizará
jurisprudencia comparada a efectos de enriquecer los razonamientos.

III.3.3. Desarrollo pretoriano de la cuestión

La Corte Interamericana de Derechos Humanos en la Sentencia del caso Montero Aranguren y otros
(Retén de Catia) Vs. Venezuela de 5 de julio de 2006, señaló que: “El derecho a la vida es un derecho
humano fundamental, cuyo goce pleno es un prerrequisito para el disfrute de todos los demás
derechos humanos. De no ser respetado, todos los derechos carecen de sentido. En razón de dicho
carácter, no son admisibles enfoques restrictivos del mismo. De conformidad con el artículo 27.2 de
la Convención este derecho forma parte del núcleo inderogable, pues se encuentra consagrado
como uno de los derechos que no puede ser suspendido en casos de guerra, peligro público u otras
amenazas a la independencia o seguridad de los Estados Partes.

64. En virtud de este papel fundamental que se le asigna en la Convención, los Estados tienen la
obligación de garantizar la creación de las condiciones necesarias para que no se produzcan
violaciones de ese derecho inalienable, así como el deber de impedir que sus agentes, o particulares,
atenten contra el mismo. El objeto y propósito de la Convención, como instrumento para la
protección del ser humano, requiere que el derecho a la vida sea interpretado y aplicado de manera
que sus salvaguardas sean prácticas y efectivas (effet utile).

65. La Corte ha señalado en su jurisprudencia que el cumplimiento de las obligaciones impuestas por
el artículo 4 de la Convención Americana, relacionado con el artículo 1.1 de la misma, no sólo
presupone que ninguna persona sea privada de su vida arbitrariamente (obligación negativa), sino
que además requiere, a la luz de su obligación de garantizar el pleno y libre ejercicio de los derechos
humanos, que los Estados adopten todas las medidas apropiadas para proteger y preservar el
derecho a la vida (obligación positiva) de quienes se encuentren bajo su jurisdicción.

66. En razón de lo anterior, los Estados deben adoptar las medidas necesarias para crear un marco
normativo adecuado que disuada cualquier amenaza al derecho a la vida; establecer un sistema de
justicia efectivo capaz de investigar, castigar y dar reparación por la privación de la vida por parte de
agentes estatales o particulares; y salvaguardar el derecho a que no se impida el acceso a las
condiciones que garanticen una existencia digna. De manera especial los Estados deben vigilar que
sus cuerpos de seguridad, a quienes les está atribuido el uso de la fuerza legítima, respeten el
derecho a la vida de quienes se encuentren bajo su jurisdicción.

(…)

67. El uso de la fuerza por parte de los cuerpos de seguridad estatales debe estar definido por la
excepcionalidad, y debe ser planeado y limitado proporcionalmente por las autoridades. En este
sentido, el Tribunal ha estimado que sólo podrá hacerse uso de la fuerza o de instrumentos de
coerción cuando se hayan agotado y hayan fracasado todos los demás medios de control.

68. En un mayor grado de excepcionalidad se ubica el uso de la fuerza letal y las armas de fuego por
parte de agentes de seguridad estatales contra las personas, el cual debe estar prohibido como regla
general. Su uso excepcional deberá estar formulado por ley, y ser interpretado restrictivamente de
manera que sea minimizado en toda circunstancia, no siendo más que el ‘absolutamente necesario’
en relación con la fuerza o amenaza que se pretende repeler. Cuando se usa fuerza excesiva toda
privación de la vida resultante es arbitraria” (las negrillas nos corresponden).

A efecto ilustrativo se tiene la jurisprudencia de la Corte Europea de Derechos Humanos, que al


respecto en el caso McCann y otros c.
Reino Unido señaló que el art. 2 de la Convención Europea no admite excepciones al derecho a la
vida, a menos de que el recurso a la fuerza sea “absolutamente necesario”, esto quiere decir que se
debe utilizar un criterio de necesidad más estricto e imperioso que aquél que se utilizaba
normalmente para determinar si la intervención del Estado era necesaria en una sociedad
democrática, en el caso en concreto la Corte estableció la violación del art. 2 de la Convención, pues
la operación puedo haber sido organizada y controlada de tal forma que no era necesario matar a
los sospechosos. De ello, la Corte concluye que el uso de la armas debe estar reglamentado y su uso
debe estar enmarcado dentro de las precauciones necesarias que implica la convivencia en una
sociedad democrática. En el mismo sentido, Natchova y otros c. Bulgaria (agentes de la policía
mataron a sospechosos que escapaban a momento de su arresto), Soare y otros c. Rumania,
Gorovenky et Bugara c. Ucrania entre muchos otros.

La Corte Constitucional Colombiana al referirse al mantenimiento del orden público por parte de las
fuerzas policiales, en la Sentencia C-179/07, ha señalado: “En efecto, en un Estado social de derecho
el uso del poder para el mantenimiento del orden público se encuentra limitado por los principios
constitucionales y por aquellas finalidades vinculadas a asegurar la preservación de dicho orden
público, como condiciones para el ejercicio de las libertades y derechos ciudadanos. Garantías
fundamentales que han de prevalecer frente a la obligación estatal de mantener el orden público,
con las limitaciones que resulten absolutamente indispensables en casos de excepción, para la
pacífica convivencia social y del respeto de los derechos de los demás integrantes de la comunidad,
siempre y cuando tales restricciones se orienten hacia finalidades constitucionalmente legítimas.

Con fundamento en lo anterior, la Corte ha señalado unos principios constitucionales mínimos que
gobiernan los poderes de policía en un Estado democrático de derecho. Ha indicado, que estos
poderes (i) Están sometidos al principio de legalidad; (ii) su actividad debe tender a asegurar el
orden público; (iii) su actuación y las medidas a adoptar se encuentran limitadas a la conservación y
restablecimiento del orden público; (iv) las medidas que se tome deben ser proporcionales y
razonables, y no pueden traducirse en la supresión absoluta de las libertades, o en su limitación
desproporcionada; (v) no pueden imponerse discriminaciones injustificadas a ciertos sectores; (vi) la
medida policiva debe recaer contra el perturbador del orden público, pero no contra quien ejerce
legalmente sus libertades, y (vii) las medidas policivas se encuentran sometida a los
correspondientes controles judiciales.

La Corte igualmente ha determinado, que la preservación del orden público en beneficio de las
libertades democráticas, supone el uso de distintos medios a saber: (i) el establecimiento de normas
generales que limitan los derechos para preservar el orden público; (ii) la expedición de actos
normativos individuales, dentro de los límites de esas normas generales; (iii) el despliegue de
actividades materiales, que incluyen el empleo de la coacción y que se traduce en la organización de
cuerpos armados y funcionarios especiales a través de los cuales se ejecuta la función.”

Concluyendo posteriormente que “La policía, en sus diversos aspectos, busca entonces preservar el
orden público. Pero el orden público no debe ser entendido como un valor en sí mismo sino como el
conjunto de condiciones de seguridad, tranquilidad y salubridad que permiten la prosperidad
general y el goce de los derechos humanos. El orden público, en el Estado social de derecho, es
entonces un valor subordinado al respeto a la dignidad humana, por lo cual el fin último de la Policía,
en sus diversas formas y aspectos, es la protección de los derechos humanos. Estos constituyen
entonces el fundamento y el límite del poder de policía. La preservación del orden público lograda
mediante la supresión de las libertades públicas no es entonces compatible con el ideal democrático,
puesto que el sentido que subyace a las autoridades de policía no es el de mantener el orden a toda
costa sino el de determinar cómo permitir el más amplio ejercicio de las libertades ciudadanas sin
que ello afecte el orden público.

Conforme a lo anterior, en un Estado social de derecho, el uso del poder de policía -tanto
administrativa como judicial-, se encuentra limitado por los principios contenidos en la Constitución
Política y por aquellos que derivan de la finalidad específica de la policía de mantener el orden
público como condición para el libre ejercicio de las libertades democráticas. De ello se desprenden
unos criterios que sirven de medida al uso de los poderes de policía y que la Corte Constitucional
entra a precisar:

1- Siendo autoridad administrativa (policía administrativa) o que actúa bajo la dirección funcional de
las autoridades judiciales (policía judicial), la Policía está sometida al principio de legalidad puesto
que afecta libertades y derechos.

2. Toda medida de policía debe tender a asegurar el orden público; por tanto, encuentra su
limitación allí donde comienzan las relaciones estrictamente privadas. De aquí que la policía
tampoco pueda actuar a requerimiento de un particular para proteger sus intereses meramente
privados; para esto está la Justicia ordinaria.

3. La policía sólo debe adoptar las medidas necesarias y eficaces para la conservación y
restablecimiento del orden público. La adopción del remedio más enérgico -de entre los varios
posibles-, ha de ser siempre la ultima ratio de la policía, lo cual muestra que la actividad policial en
general está regida por el principio de necesidad (…).

4. Igualmente, las medidas de policía deben ser proporcionales y razonables en atención a las
circunstancias y al fin perseguido: debe entonces evitarse todo exceso innecesario. Así pues, los
principios de proporcionalidad y razonabilidad que rigen todas las actuaciones de la administración
pública adquieren particular trascendencia en materia de policía.

5- Directamente ligado a lo anterior, la extensión del poder de policía está en proporción inversa al
valor constitucional de las libertades afectadas. Eso explica que en ciertas materias -como la
regulación de los sitios públicos- el poder policial sea mucho más importante que en otros ámbitos
de la vida social, como el derecho a la intimidad y a la inviolabilidad del domicilio.

6- El poder de la policía se ejerce para preservar el orden público pero en beneficio del libre ejercicio
de las libertades y derechos ciudadanos. No puede entonces traducirse en una supresión absoluta de
las libertades.

7. Así mismo debe recordarse especialmente en esta materia la regla, por otra parte general a toda
actividad administrativa, de la igualdad de los ciudadanos ante la ley...

(…)

Ahora bien, es sabido que toda sociedad civilizada requiere contar con un cuerpo de policía como
una institución necesaria para la vigencia y efectividad del orden justo del que habla el Preámbulo de
la Carta Política. De ahí que todos los esfuerzos que se hagan y todas las medidas que se tomen
encaminadas a vigorizar esta institución son decisivas en tanto y en cuanto se encuentran
encaminadas a la realización de los fines de un Estado de Derecho moderno y democrático” (las
negrillas nos corresponden).

El Tribunal Constitucional anterior en Bolivia, en supuestos fácticos distintos, desarrolló de cierta


manera esta problemática, señalando sobre el uso de la fuerza pública en la SC 0664/2004-R de 6 de
mayo, que: “Actualmente, la Seguridad Democrática, tiene como prioridad los derechos
fundamentales de las personas y la necesidad de otorgar a los miembros de un Estado las
condiciones necesarias para que puedan tener una existencia digna y una vida en paz. En ese
sentido, cualquier noción que pretenda priorizar valores supraindividuales como la soberanía
nacional, la patria, la sociedad, tiene que ser identificada con la seguridad de los habitantes, que
significa la eliminación de riesgos y amenazas físicas y el otorgamiento de garantías para una vida
digna.

En este contexto, los países tienen un propósito común: el de dotar de seguridad a las personas,
que necesariamente tiene que estar inspirada en los principios democráticos.

La Seguridad Democrática compete al Estado, en toda su estructura y en todas sus funciones, por lo
que su realización, al ser un deber del Estado, debe ser coherente y completa. Así lo ha entendido el
Tribunal Constitucional de Bolivia, que en reiteradas Sentencias Constitucionales ha definido a la
Seguridad como: ‘la exención de peligro o daño; solidez, certeza plena; firme convicción’. Asimismo,
ha establecido que [...] es deber del Estado proveer seguridad jurídica a los ciudadanos, asegurando
a todos el disfrute del ejercicio de los derechos públicos y privados fundamentales que le reconocen
la Constitución y las Leyes; principios que se hallan inspirados en un orden jurídico superior y estable
(Estado de Derecho), que satisfaga los anhelos de una vida de paz, libre de abusos y arbitrariedad,
como lo ha establecido la jurisprudencia de este tribunal’ (SSCC 287/1999-R, 194/2000-R, 223/2000-
R, entre otras)”.

III.4. Elementos que deben considerarse a momento de hacer uso de la fuerza pública en Bolivia

De las normas glosadas y de la jurisprudencia constitucional, interamericana y comparada,


resulta razonable precisar los elementos que se deben ser analizados por un agente de la ley en
Bolivia a momento de utilizar la fuerza pública y las armas de fuego:

III.4.1. Principio de legalidad


La legalidad en el uso de la fuerza pública y de las armas tiene una doble connotación, de un lado la
legalidad en sentido del motivo por el cual el agente de la fuerza pública asume la decisión de hacer
un uso de la violencia, en el marco de un Estado Constitucional de Derecho, las razones por las
cuales un agente policial, asume la decisión como agente del poder de policía de hacer uso de la
fuerza deben estar constitucional y/o legalmente autorizadas. La segunda dimensión de la legalidad
en esta materia es la estricta observancia del marco reglamentario sobre la utilización de los
mecanismos de fuerza pública a los agentes del Estado, es decir, la regulación legislativa y
administrativa debe ser cumplida a cabalidad por los agentes policiales a momento de hacer uso de
la fuerza pública.

Dentro de este principio no puede soslayarse que la legalidad a la que se hace referencia es aquella
en el marco del fenómeno de la constitucionalización del Derecho, por el efecto irradiador y
expansivo de ésta, en ese escenario se tiene que la legalidad implica a su vez el respeto de la
dignidad del ser humano y el respeto de los derechos y garantías previstas por la Constitución
Política del Estado.

III.4.2. El macro principio de estado de absoluta necesidad

Como se vio en el desarrollo pretoriano de la cuestión a nivel europeo, de la Corte Interamericana y


según los Principios básicos sobre el empleo de la fuerza y de armas de fuego por los funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley, ya no basta que los agentes policiales escuden su actuación en la
necesidad de emplear la fuerza pública, sino más bien deben justificar una situación de “absoluta
necesidad”; es decir, un conjunto de circunstancias en las cuales no es posible acudir a otro recurso
que no sea aquél de la fuerza pública, cuyo único sustento de justificación es el de salvaguardarla
vida de las personas, más aún si se ha de usar armas letales, la absoluta necesidad se justifica
únicamente en la inexistencia de otro medio idóneo para precautelar la vida de las personas, para
ello se reafirman las nociones de excepcionalidad y última ratio del uso de las armas de fuego, para
minimizar su utilización se recomiendo asumir medidas de organización de los operativos policiales
en los cuales sean ya minimizados los riesgos de uso de la violencia como lo señala el segundo
principio de los Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por los
Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la Ley.

En este caso la importancia de la necesidad termina incluyendo dentro de sus elementos a la


proporcionalidad y no como tradicionalmente ocurre, es decir que la proporcionalidad incluye a la
necesidad, este cambio conceptual aplicable exclusivamente al uso de la fuerza pública se debe al
alto estándar de la necesidad absoluta, por ello la necesidad como componente de la
proporcionalidad será desarrollada conceptualmente como necesidad strictu sensu.

III.4.3. Principio de proporcionalidad

Ese sometimiento implica no sólo prohibición de exceso en la actuación del poder, es decir, que cada
autoridad del poder público de las tres funciones principales como son el legislativo, el ejecutivo y el
judicial y de los que ejercen las funciones de control (Contraloría General del Estado), de defensa de
la sociedad (Defensoría del Pueblo) y de defensa del Estado (Procuradoría General del Estado,
Fuerzas Armadas y Policía Boliviana) deben actuar conforme a las competencias públicas que le
otorga la Constitución Política del Estado, sino también que el ejercicio de la competencia pública
que le corresponda desempeñar se lo haga con las limitaciones y responsabilidades que la
Constitución establece, por cuanto, el ejercicio de las mismas que distribuyen el poder público está
condicionada a la sujeción a las normas constitucionales que reconocen derechos, traducido en el
mandato constitucional de actuar proporcionadamente en ejercicio de esas competencias, cuando
se trata de limitar derechos fundamentales, o lo que es lo mismo, existe prohibición constitucional
del ejercicio de una competencia pública en forma desproporcionada cuando ésta interfiere en el
ejercicio de los derechos fundamentales.

De ahí que una actuación o acto desproporcionado expresado en una ley (en sentido general),
resolución judicial en sentido general, acto administrativo, acto de un particular, o cualesquiera que
emane del poder público o de los particulares y en cualquier ámbito del derecho, al momento de
interferir en el ejercicio de un derecho fundamental, quebranta las bases fundamentales del Estado
Constitucional de Derecho, debido a que el cometido de la Constitución es constituir un gobierno de
poderes limitados.

El principio de proporcionalidad tiene su génesis en el Derecho Penal, pero luego fue desarrollado
por el derecho público alemán, y se ocupa de examinar la medida asumida por una autoridad
pública, se sustenta en la idea de vinculación de los poderes públicos a los derechos fundamentales,
por la cual una disminución en el ejercicio de los derechos fundamentales de los individuos deberá
encontrar una causa justificada y solamente en la medida necesaria.

El principio de proporcionalidad, es un principio general del Derecho y está reconocido -como se dijo
anteriormente- en la Constitución Política del Estado implícitamente en la garantía de inviolabilidad
de los derechos fundamentales previsto en el art. 13.I de la CPE.

El principio de proporcionalidad, es un criterio hermenéutico de imperativa observancia en el


ejercicio de cualquier competencia pública. Esto, debido a que, en la función de limitación o
restricción de los derechos fundamentales, el poder público en el ejercicio de sus respectivas
competencias y roles establecidos en la Constitución y las leyes de desarrollo conforme a ella, deben
realizar un juicio de proporcionalidad, en el que se justifique la limitación o restricción de un derecho
fundamental a partir de la necesidad de salvar otro derecho fundamental u otro bien jurídico
constitucional, por cuanto, los derechos fundamentales no pueden ser limitados más allá de lo que
sea imprescindible para la protección de otro derecho fundamental u otro bien jurídico
constitucional, o lo que es lo mismo, el principio de proporcionalidad, exige una relación ponderada
de los medios empleados en el ejercicio de una determinada competencia pública, con el fin
perseguido, para evitar el sacrificio innecesario o excesivo de los derechos fundamentales. Entonces,
conceptualmente tiene una comprensión unívoca la violación del principio constitucional de
proporcionalidad y de la garantía de inviolabilidad de los derechos.

Los instrumentos internacionales sobre derechos humanos, han instituido el principio de


proporcionalidad en las siguientes normas. Así es pertinente recordar que el art. 28 de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, dispone: “Los derechos de cada hombre están
limitados por los derechos de los demás, por la seguridad de todos y por las justas exigencias del
bienestar general y el desenvolvimiento democrático”. En el mismo sentido el art. 4 de la
Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, impone: “Como límite de los
derechos de uno están los derechos de otro” y el art. 32.2 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, estipula que: “Los derechos de cada persona están limitados por los derechos
de los demás, por la seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común en una sociedad
democrática”.
Sus componentes son: i) Idoneidad consistente en considerar si la restricción de derechos es
adecuada para lograr un fin constitucional; ii) Necesidad strictu sensu consistente en determinar si la
restricción resulta simplemente necesaria y es la menos gravosa en términos del sacrificio de los
otros principios constitucionales para alcanzar el fin perseguido; y, iii) Proporcionalidad en sentido
estricto que significa determinar si el grado en que se afecta un derecho fundamental se encuentra
justificado por el fin perseguido.
III.4.4. Interdicción de impunidad y control jurisdiccional de las actuaciones policiales en uso de la
fuerza pública

La interdicción de impunidad, de un lado representa que los agentes policiales que desarrollaron los
operativos no pueden escudarse en su condición para escapar a la responsabilidad administrativa o
penal que implica un actuar al margen de la Constitución y la ley, pues éstos se encuentran bajo un
escenario de responsabilidad a la población muy delicado, por ende deben observarse estrictamente
los parámetros normativo-internacionales y constitucionales para emprender los operativos, pues de
lo contrario la responsabilidad es para quien planifica como para quien ejecuta el operativo policial.

Sobre el control jurisdiccional de la ejecución de operativos policiales, cuando éstos se dan en el


escenario de un proceso penal o de sus actos iniciales, se tiene la facultad jurisdiccional del juez
cautelar quien debe imperiosamente hacer en todos los casos control, en este caso no sólo de
legalidad del uso de la fuerza, sino también de necesidad y proporcionalidad a efectos de determinar
la razonabilidad en de la intervención policial, pues como dijo la Corte Interamericana, una
aprehensión que se desarrolló con uso desproporcional de la fuerza, no puede ser convalidada. Este
aspecto significa que el juez cautelar es el llamado en primera instancia a hacer una valoración
integral de los operativos realizados, criterio que se deja sentado en miras a determinar su
corresponsabilidad en caso de omisión de control con los actos realizados, sin que esto signifique
modificación alguna sobre el criterio de subsidiariedad excepcional en relación a la acción de
libertad instructiva.

III.4.5. Condiciones de uso de armas de fuego

De las normas internacionales y la jurisprudencia se pueden establecer las condiciones para el uso
de armas de fuego son: a) En defensa propia o de otras personas, cuando existe riesgo inminente de
muerte o lesiones graves; b) Con el propósito de evitar la comisión de un delito particularmente
grave que entrañe una seria amenaza para la vida, o con el objeto de detener a una persona que
represente ese peligro y oponga resistencia a su autoridad, o para impedir su fuga, y sólo en caso de
que resulten insuficientes medidas menos extremas para lograr dichos objetivos; c) El uso de armas
letales cuando sea estrictamente inevitable para proteger una vida; y, d) Los funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley se identificarán como tales y darán una clara advertencia de su
intención de emplear armas de fuego, con tiempo suficiente para que se tome en cuenta, salvo que
al dar esa advertencia se pusiera indebidamente en peligro a los funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley, se creara un riesgo de muerte o daños graves a otras personas, o resultara
evidentemente inadecuada o inútil dadas las circunstancias del caso.

III.5. Análisis del caso concreto

En el caso concreto, por un lado, se tiene que según lo afirmado por el accionante en la presente
acción de libertad, corroborado en el informe del demando Director Departamental de DIPROVE, el
12 de octubre de 2012 a horas 12:00 (versión del accionante) y 12:30 (versión de la autoridad
demandada), se produjo un hecho en el que existió uso de armas de fuego por parte de efectivos de
la Policía Boliviana dependientes de DIPROVE al momento de ejecutar uno de los mandamientos de
aprehensión fiscal contra el accionante, con fecha de 20 ó 21 de septiembre de 2012 (Conclusión
II.3), hecho que fue asumido por la autoridad demandada en su informe escrito y en la audiencia de
acción de libertad. De otro lado, se ha verificado que el 4 de octubre del mismo año, el Fiscal de
Materia, Renzo Estévez Saldaña emitió decreto, en el cual señaló audiencia para la recepción de la
declaración informativa policial del accionante para el día lunes 22 del citado mes y año, a horas 9:00
y para el careo el 24 de ese mes y año a horas 15:00 (Conclusión II.2).

Por lo que, contrastadas ambas fechas, es posible concluir que las autoridades policiales
demandadas en esta acción de libertad, incurrieron en principio en persecución indebida, por cuanto
no obstante que el accionante se apersonó ante el Fiscal de Materia adscrito a DIPROVE, Renzo
Estévez Saldaña, mediante memorial presentado el 4 de octubre de 2012 (Conclusión II.1) y como
consecuencia de ello, se decretó la recepción de su declaración informativa policial para el 22, y el
careo para el 24 de octubre de igual mes y año, (Conclusión II.2), siendo irrelevante si fue en forma
física o través de su abogado; sin embargo, de todas formas, se pretendió ejecutar el mandamiento
de aprehensión librado por el Fiscal adscrito a DIPROVE a cargo de la investigación penal contra el
accionante el 12 de ese mes y año.

Ahora bien, los accionantes David Fernando Farel Azogue y AA (hija menor de edad de éste)
denuncian a través de esta acción de libertad la vulneración de sus derechos a la vida, a la libertad
de locomoción y al debido proceso, señalando que fruto de esa persecución indebida, el 12 de
octubre a horas 12:00, cuando se encontraba con su esposa y sus dos hijos menores retornando del
colegio, su cónyuge se bajó del automóvil para comprar pollos para almorzar y fue en ese momento
que un grupo operativo del Grupo “GAMA”, bajaron de un motorizado blanco marca Mitsubishi
Sport y directamente empezaron a disparar en su contra sin medir las consecuencias, pese a que
estaba con su hija menor de edad, a quien tuvo que empujar al piso sino ya no estaría con vida.

Relacionado este hecho, este Tribunal Constitucional Plurinacional, ha llegado a la convicción de que
se produjo efectivamente el uso de armas de fuego por parte de efectivos de la policía dependientes
de DIPROVE al momento de ejecutar uno de los mandamientos de aprehensión fiscal contra el
accionante.

Sobre la legalidad, queda en evidencia que las autoridades policiales realizaron un operativo
con armas de fuego sin respaldo legal alguno, pues el mandamiento que utilizaron para la
persecución no resultaba idóneo, pues el objeto del mismo ya había sido neutralizado con el
apersonamiento del accionante ante la autoridad fiscal.

Referente al operativo en sí mismo, se tiene que el 12 de octubre de 2012, a horas 12:30


aproximadamente, avanzaron a bordo del vehículo marca Mitsubishi, color blanco, tipo vagoneta, un
grupo de patrullaje compuesto por Limbert Rojas Toledo, Roberto Rivero Sanguino y Andrés
Dorbigny Souza, a la Zona Sur, av. Bolivia, barrio “Los Lotes” por inmediaciones del mercado
Fortaleza, donde realizaron actividades de inteligencia con el objetivo de dar con el paradero del
prófugo Lucio Anahuaya (alias el Paceño), quien según una fuente, dejaría a sus hijos en una
guardería de la zona, ubicada en la iglesia San Francisco. Una vez en el lugar, los investigadores
lograron observar que se estacionaba un vehículo marca Suzuki, tipo gran vitara, de color plata, con
placa de control 2463-PXA, del cual descendieron una persona de sexo femenino de
aproximadamente 35 años, acompañada de dos niños y luego descendió una persona de sexo
masculino, identificada en ese momento como David Fernando Farell Azogue.

Posteriormente, se tiene declaraciones contradictorias, pues en el informe policial se señala


que “…se estacionó nuestro vehículo en la parte delantera del vehículo de David Farel, con el
objetivo de evitar que se fugue, descendiendo del vehículo debidamente identificados como
funcionarios de DIPROVE, a través de chaleco y gorra, inmediatamente David Farel al percatarse de
la presencia policial, sacó un arma de fuego de su vehículo y realizó disparos de arma de fuego en
contra de la humanidad de los investigadores, por lo que tuvieron que ponerse a cubierto, en ese
momento David Farel aprovechó de abordar su vehículo y realizó maniobras peligrosas, intentando
incluso atropellar a los efectivos de DIPROVE, por tal motivo y en cumplimiento de la ley procedieron
a rechazar una agresión injusta, haciendo uso de sus armas de reglamento, posteriormente David
Farell emprendió veloz fuga, se dio el parte correspondiente y se pidió apoyo a los grupos operativos
de DIPROVE y a las unidades operativas del Comandado Departamental de Policías, por intermedio
de la red de comunicaciones de Radio Patrulla 110, procediendo a la persecución del sospechoso,
perdiendo en inmediaciones de la Av. Radial 13 entre quinto y sexto anillo, luego se realizó un
intenso rastrillaje de la zona no pudiendo ubicar a David Farel”.

En cambio el accionante, señala en su acción de libertad que: “…el grupo operativo del
Grupo “GAMA” bajan del interior de un motorizado blanco Mitsubishi Sport y directamente
empiezan disparar contra la humanidad de mi presentante sin medir las consecuencias ya que el se
encontraba con su hija menor de diez años y al ver ese drama mi presentante la empuja a su hija al
piso y si no fuera….sino ya no estaría con vida” (sic).

De las posiciones contradictorias se puede concluir que el accionante era


perseguido por robo de llantas y asociación delictuosa en base a un requerimiento de aprehensión
fiscal que solicitaba su declaración informativa.

En el operativo el ahora representado se encontraba con su familia saliendo de la guardería


habiendo llegado a un lugar a comprar el almuerzo familiar, de ahí que sin ingresar a considerar si
este accionante usó o no armas de fuego, se puede hacer un test sobre la realización del operativo,
sobre la base de la acción de libertad y de los informes policiales, se puede concluir, que: 1) El
operativo no fue organizado ni planificado para salvaguardar la vida de ninguna persona sino para
ejecutar un mandamiento de aprehensión fiscal que ni siquiera era un mandamiento legal; 2) El
accionante no se encontraba en las postrimerías de cometer un delito grave, pues se encontraba
comprando el almuerzo con su familia después de haber recogido a sus hijas de la guardería; 3) El
uso de armas letales no era absolutamente necesario para salvaguardar la vida de nadie, pues la
ejecución de un ilegal mandamiento no representaba en lo absoluto un fin por el cual se encuentre
justificado hacer uso de armas de fuego; y, 4) Los funcionarios policiales no hicieron uso de las
advertencias ni realizaron operaciones tácticas para minimizar los daños, pues dispararon contra
David Fernando Farel Azogue y pudieron haber ocasionado daños a civiles como su la hija.

De lo señalado, se puede determinar que no existió el estado “absoluto de necesidad”, pues


la ejecución de un mandamiento de aprehensión fiscal a un presunto ladrón de llantas requería una
planificación distinta a la realizada, el hecho de interceptar al presunto delincuente cuando se
encontraba acompañado de su familia y haber utilizado armas de fuego es totalmente
desproporcional, pues no resultaba idóneo utilizar armas de fuego para ejecutar un mandamiento
de aprehensión fiscal con el objetivo de lograr una declaración informativa, es decir no había
proporcionalidad entre la medida y el fin, la medida no era strictu sensu necesaria, pues el
mandamiento era ilegal y no se encontraba en riesgo la vida de ninguna persona como para haber
apelado al uso de armas de fuego; la posible afectación del derecho a la vida de los ahora
representados y de su hija menor de edad, también accionante, no resultaba en lo absoluto
proporcional strictu sensu, pues la posible afectación de los derechos a la vida comprometidos por la
forma de realizar el operativo (4 agentes policiales armados para aprehender a un presunto ladrón
de llantas cuando se encontraba acompañado de su familia) pudo haber afectado derechos
fundamentales sin que la afectación resulte proporcional al fin (ejecución del mandamiento de
aprehensión).

Por ello, corresponde conceder la tutela a efecto de determinar la responsabilidad de los


funcionarios policiales, y si bien el Juez cautelar debió haber realizado el control jurisdiccional, éste
resulta exento de responsabilidad en el caso de autos por no haber sido demandado en la presente
acción de libertad.

En consecuencia la Jueza de garantías, al haber denegado la tutela solicitada, no actuó


correctamente.
POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Tercera; en virtud de la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia y el art. 12.7 de la Ley del
Tribunal Constitucional Plurinacional, en revisión resuelve:

1º REVOCAR la Resolución 04/2012 de 13 de octubre, cursante de fs. 36 a 39


vta., pronunciada por la Jueza Duodécima de Instrucción en lo Penal y Liquidadora del
departamento de Santa Cruz; y en consecuencia CONCEDER la tutela solicitada, por persecución
indebida y:

2º Disponer que en protección efectiva de los derechos a la vida, y a la integridad física de los
ahora representados, se remita antecedentes al Ministerio Público.

3º Se llama la atención a la Jueza de garantías, por no haber asegurado la participación de la


Defensoría de la Niñez y Adolescencia en la acción de libertad.

4° Poner en conocimiento la presente Sentencia Constitucional Plurinacional:

a) A la Policía Boliviana, para que considere lo desarrollado a momento de emprender sus


operativos;

b) A la Academia Nacional de Policías, para que la presente Sentencia Constitucional


Plurinacional, ingrese dentro de la instrucción policial;

c) A las Fuerzas Armadas del Estado; para que consideren los alcances argumentativos a
momento de hacer uso de la fuerza; y,

d) A Los jueces cautelares de todo el país; para que al momento de hacer el control de
legalidad realicen el correspondiente test sobre uso de las armas

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional

Fdo. Dra. Neldy Virginia Andrade Martínez


MAGISTRADA

Fdo. Dra. Ligia Mónica Velásquez Castaños


MAGISTRADA

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