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Universidad Arturo Michelena

Facultad de ciencias Jurídicas y Política

Escuela de Derecho
San Diego - Carabobo

Opción Tierra – Leonardo Boff

Profesor: José Antonio Alumno: Christian Sánchez V-30.250.257


Ceballos

San diego, 05 de Septiembre de 2022

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“No vamos a ser capaces de pilotar nuestra Nave Espacial Tierra durante mucho tiempo
más, a no ser que entendamos que es una única nave, y que nuestro destino es común.
Tenemos que ser todos, o no seremos ninguno.”

– Richard Buckmister Fuller

Humanos, una palabra cuando poco increíble; quizá la palabra más importante de toda
la historia; pues esta, define sin tapujos lo que hoy en día se concibe como la especie
más inteligente del planeta tierra. Sin embargo, para el mismo, somos la peor.

¿Qué hacemos en la tierra? ¿Cuál es nuestra misión aquí? Aún cuando parece ser que
nuestro único objetivo es acabar lentamente con el planeta y sus especies; no lo
sabemos. Quizás somos habitantes de un lugar que no forma parte de nuestro
patrimonio, ¿suena descabellado? Ser los visitantes de una casa ya ocupada; desde
ese punto de vista, casi podríamos liberar la responsabilidad que se adjudica a nuestra
especie, pero no, la inteligencia del ser humano lo encadena a dicha responsabilidad; la
cual es, evidentemente: Cuidar donde habitamos.

Se nos ha soportado por siglos, se nos ha perdonado incontables veces; pero seguimos
ignorando su situación. Secuestrando y dañando a las distintas formas de vida que
habitan este exorbitante lugar; y sin embargo, nos aceptan. Somos la única especie que
ataca, destruye, aniquila, contamina y extingue por ambición; o solo para vivir un poco
mejor.

El planeta tierra está muriendo, lo estamos destruyendo de manera vertiginosa, cuando


solo nos brinda un cálido y relajante hogar. No le quedan muchas fuerzas, y a pesar de
ello, nos sigue regalando los espectáculos más espléndidos y cautivadores. Ha sido el
mejor anfitrión que jamás haya existido; ¿acaso no merece un reconocimiento? Si se

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nos otorgó la capacidad de hablar, pensar, construir y ayudar ¿por qué solo callamos,
ignoramos, destruimos y asesinamos?

La especie humana necesita abrir los ojos, también estamos muriendo, junto a nuestro
hogar. ¿Millares de mentes pensantes, racionales y dominantes son incapaces de ser
conscientes? Somos capaces de conquistar ciudades, países, satélites e inclusive
planetas; sin embargo, no somos capaces de conquistar nuestros propios impulsos.
Entender la coexistencia es el punto clave para la mejoría.

Dichosas mentes virtuosas jactantes de lo que hay fuera no conciben como idea el
revisar lo que hay dentro; a su alrededor, muy rápido, solo el tiempo se esmera en
convertir eras enteras en mero padecimiento. La tierra, la víctima más grande del
inconsciente humano, cuyo eventual colapso no emana en la prestigiosa mente del
genio que se adormece al escuchar de la extinción, pero que resplandece al escuchar
de firmamento y su construcción; así, ignorantes de la situación, se acerca su fin sin
siquiera percatarse.

Tal como señaló Christian de Duve, premio Nobel de biología, en su obra Polvo vital: la
vida como imperativo cósmico: "La evolución biológica marcha a ritmo acelerado hacia
una grave inestabilidad. Nuestro tiempo recuerda una de aquellas importantes rupturas
en la evolución, señaladas por grandes extinciones en masa" Anteriormente, el génesis
de una extinción podía ramificarse; distintos núcleos formaban un exterminio total. Pero,
actualmente, somos una especie físicamente débil que se ha sobrepuesto, el peligro
brota de nosotros; caracterizados por ser suicidas y homicidas, pero en mayor medida
ecocidas, biocidas y geocidas.

El humano tiene la capacidad de poner fin a la vida, únicamente dejando vivo aquellos
microorganismos incapaces de sufrir su irresponsabilidad. La modernidad se convierte
en cuenta regresiva cuando se evidencia la amenaza insensata montada a lo largo del

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tiempo; solo a esto se le podría definir como antropoceno, una era geológica cuya
amenaza de turno deriva del propio ser humano.

Cada año desaparecen entre 70 y 100 mil especies de seres vivos, la hostilidad
humana es el ruin culpable. La consecuencia es palpable, aunque la masa popular se
postre ante la ignorancia, la misma es imposible ante tal evento: La Tierra ha perdido su
equilibrio, los eventos extremos lo muestran irrefutablemente.

La única esperanza para detener (o atrasar) el reloj biologico de nuestro hogar, es llevar
a cabo el desarrollo de una nueva era denominada ecozoica, la cual goza de la
restauración planetaria mediante consciencia gregaria, donde la economía no peca de
la acumulación capitalista de recursos y se interna de lleno en lo justo y necesario; con
el objetivo de que la Tierra rehaga sus nutrientes y renazca más fuerte.

El futuro será dirimido entre aquellos comprometidos con el Tecnozoico, un futuro de


explotación creciente de la Tierra como recurso, todo para el beneficio humanos, y los
comprometidos con el Ecozoico, un nuevo modo de relación con la Tierra en el que el
bienestar de toda la comunidad terrestre es el interés principal.

Si este no predomina conoceremos posiblemente una catástrofe, esta vez efectuada


por la propia Tierra, para librarse de una de sus criaturas que rápidamente ocupó todos
los espacios de forma violenta y amenazadora para las demás especies, que, por tener
el mismo origen y el mismo código genético, son sus hermanos y hermanas, no
reconocidos.

Tenemos que merecer subsistir en este planeta, pero esto depende de una relación
amigable con la naturaleza y la vida y una profunda transformación en las formas de
vivir. Las decisiones que tomamos para dar al planeta el sentido de estar en

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consonancia con los ritmos de la naturaleza y del universo son lo que salvarán o
sentenciarán a la raza humana.

La extinción es inminente, pero, cuando llegue el día en que el ser humano ya no reine
este lugar, dejaremos atrás un legado; y así, cuando otra especie habite la tierra, verá
hacia el pasado, dando cuenta de nuestro errático actuar, pero vislumbrando el logro de
enmendar lo que una vez destruimos. No se puede posponer lo necesario, el tiempo
premia.

Esta es la encrucijada de nuestro tiempo: cambiar o desaparecer. Después de todo, el


futuro de la Tierra no cae del cielo.

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