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Diplomatura Superior en Cine Documental
Profesor: Dr. Emilio Bernini
Mirian Raquel Day Furtado
DNI 92532502
Fecha: 20 de noviembre de 2022
tanto como para cualquier otro, sino que venden hasta su intimidad, porque sobre las
sábanas es en donde estamos con nosotros mismos y donde podemos dejar el mundo
afuera más allá de las circunstancias que nos toque vivir. Los Ricci empeñan hasta las
sábanas de su hijo.
Avanzando en el análisis, la visita a la vidente supone otro elemento del neorrealismo
donde se mezclan lo racional con lo irracional, lo real con lo fantástico, sin un límite
preciso; Antonio es el espectador quien cuestiona la creencia de su mujer en los
adivinos. No obstante, el escenario se repite cuando Antonio, desesperado ante la
inseguridad en que está sumergido, recurre a la misma vidente a quien él no creía. Lo
que para Antonio era algo subjetivo de su mujer, se vuelve algo objetivo, algo en lo que
se puede creer que comparte con el grupo de consultantes. El rol del hijo-espectador
vuelve a ser destacado, porque es quien escucha que la vidente solo dice cosas que otros
también pueden decir: “si no encuentra su bicicleta de inmediato, ya no la recuperará”,
pero no le dice dónde la puede encontrar. Otra miseria humana, gente que lucra con la
desesperanza.
He ahí una característica del neorrealismo que consiste en la incorporación del
espectador, lo que en el film se resuelve al prinicipio con el desempleado que se dirige
al del ayuntamiento, luego busca a Ricci, después cuestiona acerca de las condiciones
para conseguir trabajo. El recorrido del desempleado guía al espectador en la lectura de
la escena. Este rol del espectador lo toma luego María, la esposa de Ricci y por último
se encomienda al hijo de ambos que recorre la ciudad junto con su padre cuando le
roban la bicicleta, a pesar de que hay algunas rupturas en que el espectador se encarna
en otros personajes secundarios como en el camionero que describe la realidad que vive,
para concluir en que que no hay “nada que hacer frente a lo que sucede”.
Otro elemento del neorrealismo es el opsigno en sus dos tipos: los atestados, o sea, la
visión profunda a distancia como la del niño que no llega a tomar el ómnibus y alcanza
a ver medio oculto por una pared, cuando su padre roba una bicicleta. También hay
opsignos instatados, para los cuales, las tomas son más próximas y suman dramatismo,
como en el que se da prioridad a la expresión de la María con un plano medio corto,
apoyada en el mostrador, cuando quiere sacar el mayor valor posible de las sábanas que
está vendiendo, las que, como dije antes son mucho más que un atado de sábanas, son lo
más privado de la familia.
Las rupturas e intercalados también conforman la trama, que se muestran cuando
Antonio va a la feria para buscar su bicicleta y la discusión con el pintor se intercala con
el niño en un puesto de accesorios, para luego volver las cámaras al pintor con Antonio
y un policía. También se interrumpe el rol del espectador que en el segundo encuentro
con el pintor lo representan los curiosos que presencian la discusión. Otra ruptura se
instala cuando Antonio y su hijo viajan en el camión, descripto en párrafos anteriores.
A pesar de que para el neorrealismo, priman las imágenes por sobre las palabras, en mi
opinión hay diálogos que interpelan al espectador como cuando el policía, casi sobre el
final de la película, le pregunta a Antonio si vio al ladrón y Antonio le contesta que “…
estaba de espaldas, pero le dio tiempo a verlo”; el diálogo continúa con la pregunta del
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Diplomatura Superior en Cine Documental
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Mirian Raquel Day Furtado
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Fecha: 20 de noviembre de 2022
policía acerca de si había gente en el lugar. Los espectadores pudimos ver que sí había
gente en la calle y además, un hombre estaba muy cerca y mirando, no obstante no hizo
nada. Antonio contesta que la gente “Tenían otras cosas que hacer. No apunté los
nombres”. El policía cierra la conversación preguntando qué quiere que haga. Este
diálogo desafía al espectador respecto de que tenemos la realidad en nuestra cara, pero
estamos ocupados cada uno en nuestras vidas sin darnos cuenta de lo que pasa a nuestro
alrededor.
Una de las últimas escenas es cuando Bruno está en la calle Pánico, una vez resuelto el
conflicto entre su padre y el supuesto ladrón. Bruno está indeciso entre ser parte de la
“masa”, otro concepto del neorrealismo, gente que comparten una posición nada más
que porque son mayoría, o ser parte de quienes pretenden algo diferente a lo instituido.
En los últimos minutos del film, Antonio y su hijo “bajan” por una escalera, en una
suerte de metáfora del pasaje desde un mundo organizado hegemónicamente a un
mundo donde prima el azar, el “sálvese quien pueda” para sobrevivir. Cuando Antonio
trata de robar la bicicleta, parece haber “desaparecido” el espectador, sin embargo, sigue
allí, porque Bruno no alcanzó a subir al colectivo y puede percibir lo que sucede.
La película termina con la alternancia de planos medios cortos que acercan los rostros
para destacar la expresión de Antonio y de Bruno, inmersos en una multitud que no los
ve y se aleja, mediante planos generales, en el que las personas se sumergen en su
cotidianidad, dando “la espalda” -imagen reiterada en este film- y dejando abandonados
a su suerte a Antonio y Bruno.