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Diplomatura Superior en Cine Documental

Profesor: Dr. Emilio Bernini


Mirian Raquel Day Furtado
DNI 92532502
Fecha: 20 de noviembre de 2022

COMENTARIO DE LADRÓN DE BICICLETAS


“Ladrón de bicicletas” es un film de Vittorio de Sica, ambientada en Roma y producida
en 1948, que muestra las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. El tema es la
supervivencia en un contexto de desempleo generalizado, donde cada uno hace lo que
puede: algunos tienen su vida aparentemente resuelta, muchos buscan trabajo y otros
roban para lograr el dinero necesario para sus vidas.
Los protagonistas son Antonio Ricci y su hijo Bruno, que “cuentan” la historia entre
muchos personajes principales como María, la esposa; el ladrón de la bicicleta, además
de actuaciones secundarias como el del ayuntamiento, el viejo conocido del ladrón, la
madre del supuesto ladrón, policías, un camionero, el amigo de Antonio, los comensales
del restaurante, los feligreses, los vecinos de la calle Pánico y unos cuantos extras.
Es una película romántica que muestra una forma de ver la realidad a partir de la miseria
material y humana, esas cosas que no queremos ver, lo intolerable o lo insoportable; sin
embargo, es la realidad cotidiana en cualquier tiempo y en cualquier lugar, donde
conviven situaciones a las que aspiramos y otras que no vemos o, si las vemos, las
negamos, produciendo lo que Lacan llama “forclusión”.
Esa visión romántica que nos propone de Sica se ubica en el neorrealismo italiano,
movimiento que surgió como oposición a los fascismos de mediados del siglo XX.
Como dije antes, son situaciones que suceden en cualquier tiempo y en cualquier lugar,
y esto último es a lo que apuntan las cámaras: lugares comunes habitados con gente
común que tienen vidas normales, si consideramos normal lo que le pasa a la mayoría.
En este film hablan los lugares, los objetos, las personas y también las acciones. Los
escenarios son ambientes domésticos, calles, vecindarios, una iglesia, una feria, un
restaurante, la casa de la vidente, un prostíbulo, etc.
Quiero detenerme en algunas escenas conmovedoras por su significación. Una es
cuando el que está para asignar trabajos está sobre una escalera, “encima” de una
multitud de desocupados. Su aspecto físico, el lugar en la parte alta de la escalera, sus
palabras decidiendo quién trabaja y quién no, muestran una sociedad dividida en clases
donde se oponen los que tienen el poder y los dominados. La diferencia social también
es evidente en el restaurante donde la familia rica puede elegir lo que come, mientras
que Antonio tiene que contar previamente hasta cuánto le alcanza para comer con su
hijo.
Otra imagen impactante es la de las mujeres amontonadas buscando un poco de agua en
una canilla comunitaria, que muestra las carencias de los servicios básicos para los
ciudadanos. Esta escena y la del párrafo anterior, configuran un film neorrealista en el
sentido de hacer un registro de lo que hay, para lo que las palabras huelgan, sin ignorar
que hay diálogos que aportan mucha información sobre la Roma de la posguerra.
Siguiendo el hilo de la historia, otro objeto no menor es el atado de las sábanas de la
familia, de las que se despojan, con tal de sobrevivir. A mi entender, la elección de las
sábanas no es azarosa; no venden una silla ni otros objetos también útiles para ellos

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tanto como para cualquier otro, sino que venden hasta su intimidad, porque sobre las
sábanas es en donde estamos con nosotros mismos y donde podemos dejar el mundo
afuera más allá de las circunstancias que nos toque vivir. Los Ricci empeñan hasta las
sábanas de su hijo.
Avanzando en el análisis, la visita a la vidente supone otro elemento del neorrealismo
donde se mezclan lo racional con lo irracional, lo real con lo fantástico, sin un límite
preciso; Antonio es el espectador quien cuestiona la creencia de su mujer en los
adivinos. No obstante, el escenario se repite cuando Antonio, desesperado ante la
inseguridad en que está sumergido, recurre a la misma vidente a quien él no creía. Lo
que para Antonio era algo subjetivo de su mujer, se vuelve algo objetivo, algo en lo que
se puede creer que comparte con el grupo de consultantes. El rol del hijo-espectador
vuelve a ser destacado, porque es quien escucha que la vidente solo dice cosas que otros
también pueden decir: “si no encuentra su bicicleta de inmediato, ya no la recuperará”,
pero no le dice dónde la puede encontrar. Otra miseria humana, gente que lucra con la
desesperanza.
He ahí una característica del neorrealismo que consiste en la incorporación del
espectador, lo que en el film se resuelve al prinicipio con el desempleado que se dirige
al del ayuntamiento, luego busca a Ricci, después cuestiona acerca de las condiciones
para conseguir trabajo. El recorrido del desempleado guía al espectador en la lectura de
la escena. Este rol del espectador lo toma luego María, la esposa de Ricci y por último
se encomienda al hijo de ambos que recorre la ciudad junto con su padre cuando le
roban la bicicleta, a pesar de que hay algunas rupturas en que el espectador se encarna
en otros personajes secundarios como en el camionero que describe la realidad que vive,
para concluir en que que no hay “nada que hacer frente a lo que sucede”.
Otro elemento del neorrealismo es el opsigno en sus dos tipos: los atestados, o sea, la
visión profunda a distancia como la del niño que no llega a tomar el ómnibus y alcanza
a ver medio oculto por una pared, cuando su padre roba una bicicleta. También hay
opsignos instatados, para los cuales, las tomas son más próximas y suman dramatismo,
como en el que se da prioridad a la expresión de la María con un plano medio corto,
apoyada en el mostrador, cuando quiere sacar el mayor valor posible de las sábanas que
está vendiendo, las que, como dije antes son mucho más que un atado de sábanas, son lo
más privado de la familia.
Las rupturas e intercalados también conforman la trama, que se muestran cuando
Antonio va a la feria para buscar su bicicleta y la discusión con el pintor se intercala con
el niño en un puesto de accesorios, para luego volver las cámaras al pintor con Antonio
y un policía. También se interrumpe el rol del espectador que en el segundo encuentro
con el pintor lo representan los curiosos que presencian la discusión. Otra ruptura se
instala cuando Antonio y su hijo viajan en el camión, descripto en párrafos anteriores.
A pesar de que para el neorrealismo, priman las imágenes por sobre las palabras, en mi
opinión hay diálogos que interpelan al espectador como cuando el policía, casi sobre el
final de la película, le pregunta a Antonio si vio al ladrón y Antonio le contesta que “…
estaba de espaldas, pero le dio tiempo a verlo”; el diálogo continúa con la pregunta del

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policía acerca de si había gente en el lugar. Los espectadores pudimos ver que sí había
gente en la calle y además, un hombre estaba muy cerca y mirando, no obstante no hizo
nada. Antonio contesta que la gente “Tenían otras cosas que hacer. No apunté los
nombres”. El policía cierra la conversación preguntando qué quiere que haga. Este
diálogo desafía al espectador respecto de que tenemos la realidad en nuestra cara, pero
estamos ocupados cada uno en nuestras vidas sin darnos cuenta de lo que pasa a nuestro
alrededor.
Una de las últimas escenas es cuando Bruno está en la calle Pánico, una vez resuelto el
conflicto entre su padre y el supuesto ladrón. Bruno está indeciso entre ser parte de la
“masa”, otro concepto del neorrealismo, gente que comparten una posición nada más
que porque son mayoría, o ser parte de quienes pretenden algo diferente a lo instituido.
En los últimos minutos del film, Antonio y su hijo “bajan” por una escalera, en una
suerte de metáfora del pasaje desde un mundo organizado hegemónicamente a un
mundo donde prima el azar, el “sálvese quien pueda” para sobrevivir. Cuando Antonio
trata de robar la bicicleta, parece haber “desaparecido” el espectador, sin embargo, sigue
allí, porque Bruno no alcanzó a subir al colectivo y puede percibir lo que sucede.
La película termina con la alternancia de planos medios cortos que acercan los rostros
para destacar la expresión de Antonio y de Bruno, inmersos en una multitud que no los
ve y se aleja, mediante planos generales, en el que las personas se sumergen en su
cotidianidad, dando “la espalda” -imagen reiterada en este film- y dejando abandonados
a su suerte a Antonio y Bruno.

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