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Antropología filosófica

Selección de textos
Tema: subjetividad — subiectum — sujeto

Descartes (substancia pensante)

Fragmentos del Discurso del método

1. Para bien dirigir la razón y buscar la verdad en las ciencias


(Prefacio)
2. …pues lo que toca a la razón o al sentido, siendo como es, la única cosa que nos
hace hombres y nos distingue de los animales, quiero creer que está entera en cada
uno de nosotros y seguir en esto la común opinión de los filósofos, que dicen que el
más o el menos es sólo de los accidentes mas no de las formas o naturalezas de los
individuos de una misma especie.
(Primera parte)
3. Mas cuando hube pasado varios años estudiando en el libro del mundo y tratando de
adquirir alguna experiencia, resolví un día estudiar también en mí mismo y emplear
todas las fuerzas de mi ingenio en la elección de la senda que debiera seguir; lo cual
me salió mucho mejor, según creo, que si no me hubiese alejado nunca de mi tierra y
de mis libros.
(Primera parte)
4. …y habiendo considerado que un mismo hombre, con su mismo ingenio, si se ha
criado desde niño entre franceses o alemanes, llega a ser muy diferente de lo que
sería si hubiese vivido siempre entre chinos o caníbales, y que hasta en la moda de
nuestros trajes, lo que nos ha gustado hace diez años, y acaso vuelva a gustarnos
dentro de otros diez, nos parece hoy extravagante y ridículo, de suerte que más son la
costumbre y el ejemplo los que nos persuaden, que un conocimiento cierto…me vi
obligado a emprender por mí mismo la tarea de conducirme. (Segunda parte)
5. (Reglas del método) …no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con
evidencia que lo es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y
no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y
distintamente a mi espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda.
(Segunda parte)
6. Pero lo que más contento me daba en este método era que, con él, tenía la seguridad
de emplear mi razón en todo, si no perfectamente, por lo menos lo mejor que fuera
en mi poder. Sin contar con que, aplicándolo, sentía que mi espíritu se iba
acostumbrando poco a poco a concebir los objetos con mayor claridad y distinción, y
que no habíendolo sujetado a ninguna materia particular, prometíame aplicarlo con
igual fruto a las dificultades de las otras ciencias, como lo había hecho a las del
álgebra. (Segunda parte)
(Tercera parte: moral provisional)
7. Asi puesto que los sentidos nos engañan, a las veces, quise suponer que no hay cosa
alguna que sea tal y como ellos nos la presentan en la imaginación (…) considerando
que todos los pensamientos que nos vienen estando despiertos pueden también
ocurrírsenos durante el sueño, sin que ninguno entonces sea verdadero, resolví fingir
que todas las cosas que hasta entonces habían entrado en mi espíritu no eran más
verdaderas que las ilusiones de mis sueños. Pero advertí luego que, queriendo yo
pensar, de esa suerte, que todo es falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese
alguna cosa; y observando que esta verdad: “yo pienso, luego soy”, era tan firme y
segura que las más extravagantes suposiciones de los escépticos no son capaces de
conmoverla, juzgué que podía recibirla, sin escrúpulos, como el primer principio de
la filosofía que andaba buscando.
(…) conocí por ello que yo era una sustancia cuya esencia y naturaleza toda es
pensar., y que no necesita, para ser, de lugar alguno, ni depende de cosa alguna
material; de suerte que este yo, es decir, el alma por la cual yo soy lo que soy, es
enteramente distinta del cuerpo…y aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de
ser en cuanto es. (Cuarta parte…)
(Quinta parte: exámen de la naturaleza humana y animal. Uso de los descubrimientos
de anatomía como argumento. Naturaleza del alma)
(Sexta parte: aclaratorias sobre el Tratado de física y declaración de esperanzas en el
progreso de la ciencia en tanro conocimiento de la naturaleza).

Fragmentos de las “Meditaciones Metafísicas”

(Meditación segunda)
1. (Luego de la duda metódica). De suerte que, habiéndolo pensado bien y
habiendo examinado cuidadosamente todo, hay que concluir por último y tener
por constante que la proposición siguiente: “yo soy, yo existo”, es
necesariamente verdadera, mientras la estoy pronunciando o concibiendo en mi
espíritu.
2. ¿Qué he creído ser, pues, anteriormente? Sin dificultad he pensado que era un
hombre. Y ¿qué es un hombre? ¿Diré que es un animal racional? No, por cierto,
pues tendría que indagar luego lo que es animal y lo que es racional; y así una sola
cuestión me llevaría insensiblemente a una infinidad de otras más difíciles y
embarazosas…
3. Consideraba [antes de la duda metódica], primero, que tenía una cara, manos,
brazos y toda esta máquina compuesta de huesos y carne. Como se ven en un
cadáver, la cual asignaba el nombre de cuerpo. Consideraba además que me
alimentaba, y andaba, y sentía, y pensaba, y todas estas acciones las refería al
alma…En cuanto al cuerpo , no dudaba en modo alguno de su
naturaleza…entiendo por cuerpo todo aquello que puede terminar por una
figura, estar colocado en cierto lugar y llenar un espacio de modo que excluya a
cualquier otro cuerpo.
4. Pero ¿quién soy yo ahora, que supongo que hay un cierto geniecillo en extremo
poderoso y, por decirlo así, maligno y astuto que dedica todas sus fuerzas e
industria a engañarme?
5. Vamos, pues, a los atributos del alma, y veamos si hay alguno que esté en mí. Los
primeros son alimentarme y andar; mas si es cierto que no tengo cuerpo, también
es verdad que no puedo ni andar ni alimentarme. Otra es sentir; pero sin cuerpo
no se puede sentir y, además, me ha sucedido anteriormente que he pensado que
sentía varias cosas durante el sueño, y luego, al despertar, he visto que no las
había efectivamente sentido. Otro es pensar; y aquí encuentro que el
pensamiento es lo único que no puede separarse de mí…ya no soy, pues,
hablando con precisión, sino una cosa que piensa, es decir, un espíritu, un
entendimiento o una razón…Soy, pues, una cosa verdadera, verdaderamente
existente. Mas ¿qué cosa? Ya lo he dicho: una cosa que piensa.
6. …los cuerpos no son propiamente conocidos por los sentidos o por la facultad
de imaginar, sino por el entendimiento solo, y que no son conocidos porque los
vemos o tocamos, sino porque los entendemos o comprendemos por el
pensamiento.

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