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ACTITUDES Y VALORES SOBRE LA COMPOSICIÓN ESCRITA

Hoy tenemos el gusto de presentar un artículo de Daniel Cassany, realizado de manera


exclusiva para esta edición Alegría de Enseñar. En esta ocasión Cassany presenta algunas
de sus tesis fundamentales alrededor de este importante tema y señala algunos consejos
prácticos para enseñar a escribir.
Terminamos con algunos consejos sobre cómo enseñar a escribir.
1. Escritura como tecnología decadente en el mundo moderno.
La explosión de los medios de comunicación de masas, y especialmente de los canales
audiovisuales, inducen a pensar falsamente que la escritura está perdiendo terreno. Los
adultos, y también el profesorado, piensan que cada día se escribe y se lee menos, que la
interacción oral está sustituyendo la escritura, que los poderosos medios de comunicación
de masas están matando a la escritura y, en definitiva, que lentamente la sociedad se está
«des alfabetizando». Las necesidades de comunicación escrita de las personas han
cambiado.

Los avances tecnológicos están cambiando los usos comunicativos, pero la escritura
continúa siendo un instrumento imprescindible para sobrevivir en la sociedad
moderna. En el aula el aprendiz redacta textos que resultan inútiles para sus
necesidades, sobre temas de humanidades, quizás alejados de su interés personal, y
además debe hacerlo solo. Con este enfoque no resulta raro que éste crea que la escritura
es anticuada y que está desconectada de la realidad. Para seguir siendo útil, la redacción
debe adaptarse a los cambios tecnológicos y sociales que ha experimentado la escritura
en los últimos años.

Debe poner más énfasis en los textos académicos, enfocar la composición como una tarea
socializada y cooperativa, y, en definitiva, evolucionar al ritmo que cambia la sociedad.
2. La escritura como práctica humanística mistificada.
La sociedad asocia la práctica de la escritura como la creación literaria y con el ámbito
de las letras o de las humanidades. Se olvida que en sus orígenes la literatura fue oral y
que también son literatura, con grados variados de interés y calidad, los cuentos
infantiles, las tradiciones orales populares, las películas de cine que tienen una parte
verbal o los culebrones de televisión. En definitiva, esta visión reduccionista de lo que es
la escritura transmite de manera socarrona algunos perjuicios que entorpecen el desarrollo
de las habilidades escritas, la lectura y la escritura.
3. Lo escrito como producto estético y concluso.
Otra opinión relevante de la escritura es su concepción como producto físico, finito y
estético, que implica el desinterés por el proceso dinámico con que se construye. Los
escritores solo infunden las versiones finales de sus textos y los lectores también se
interesan sólo por éstas. Se destruye el material intermedio producido durante la
composición. Se conservan pocos borradores de obras literarias y no existen especial
interés por leerlos o estudiarlos. La consideración social del material intermedio es
negativa.
Los puntos anteriores fomentan la idea de que lo escritos publicados no tienen, ni tuvieron
versiones provisionales intermedias y de que sus autores los generaron de manera
espontánea, sin esfuerzo, directamente en su versión conocida.
4. La escritura como actividad individual y privada.
Muchos escritos publicados tienen autoría individual. Eso es corriente en literatura, hasta
el punto de que una obra de dos o más autores se considera rara. Pero en el ámbito
científico, en el técnico y en el laboral, cada día es más habitual que los textos sean el
resultado de la cooperación entre muchas personas especializadas en áreas diferentes.
La práctica más corriente de la escritura es la aislada y silenciosa. Pervive todavía esa
imagen romántica del escritor aislado del mundo, solo que escribe «a escondidas» de su
prójimo, que raramente explica lo que hace y que destruye sus producciones intermedias
cuando termina la versión final.

5. La sobrevaloración de la ortografía.
Para que un texto sea válido socialmente debe cumplir varias propiedades lingüísticas; en
la superficie, debe respetar las convenciones normativas establecidas , debe usar la
estructura gramatical de la lengua y debe tener cohesión; en la profundidad, debe
seleccionar la información apropiada para el propósito comunicativo, debe estructurarla
de acuerdo al tipo de texto y su estructura discursiva , o debe usar las fórmulas y las
palabras adecuadas a la situación comunicativa .
Nos fijamos mucho más ¡a veces únicamente! En la gramática y la ortografía que, en el
resto de las propiedades, a causa de la educación básicamente ortográfica y prescriptiva
que recibimos. Tiende a pensar que como el profesor sólo va a corregir las faltas de
gramática, que no vale la pena dedicar tiempo a desarrollar el contenido del texto, porque
no los va a tener en cuenta.
6. Lo escrito como texto complejo.
La mistificación de la escritura y la historia política y sociocultural de las comunidades
hispanas, son posiblemente dos de las causas de que se crea que es mejor un texto
complejo y difícil que otro llano y comprensible.
Así, lo difícil queda legitimado e incluso se convierte en modelo a seguir.
Está bastante extendida la idea de que lo comprensible y sencillo transmite ideas menos
valiosas o poderosas que lo complejo y hasta cierto punto incomprensible. No hay razón
alguna para valorar lo difícil por encima de lo fácil. La lengua es lo bastante versátil y
rica para poder expresar de forma sencilla cualquier significado.
En resumen, podemos concluir que las representaciones que la sociedad ha desarrollado
sobre la escritura distan peligrosamente de los usos reales.

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