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ISBN 9781726776806
EDITORIAL AKADIA
Nuestros prisioneros eran capaces de amar a los animales, y si se les
hubiera permitido, se habrían deleitado en traer grandes cantidades de
animales domésticos y pájaros a la prisión. Y me pregunto qué otra
actividad mejor que esta podría haber suavizado y refinado sus
naturalezas ásperas y brutales. Pero no fue permitido.
Prefacio ......................................................................................................................... xi
Autores ....................................................................................................................... xiii
Cita sugerida del libro: Díaz Videla, M., & Olarte, M. A. (Eds.). (2018).
Antrozoología, multidisciplinario campo de investigación. Buenos Aires: Editorial
Akadia.
xii
Autores
xiv
SIMPSON, MARÍA GABRIELA. Lic. en Gestión de Instituciones Educativas,
especializada y dedicada a la investigación sobre resilicencia. Autora de diversas
publicaciones sobre el tema. Capacitadora y docente en Universidad Abierta
Interamericana. Directora del Grupo de Investigación en Resiliencia Aplicada
(GIRA). Coordinadora de proyectos de resiliencia aplicada.
xv
xvi
La psicología del vínculo humano-animal. Aportes de la
psicología a la antrozoología y viceversa.
Cita sugerida: Díaz Videla, M., & Olarte, M. A. (2018). La psicología del vínculo
humano-animal. Aportes de la psicología a la antrozoología y viceversa. En M. Díaz
Videla & M. A. Olarte (Eds.), Antrozoología, multidisciplinario campo de
investigación (pp. 1-21). Buenos Aires: Editorial Akadia.
Resumen
Introducción
Las relaciones que establecemos con los demás animales han sido
estudiadas desde múltiples perspectivas, con aportes de diversas disciplinas y
campos académicos. Inevitablemente su investigación resulta
multidisciplinaria debido tanto a que el alcance de sus estudios tiene interés
para un amplio rango de áreas académicas, como a la disparidad entre los
diferentes contextos en los cuales se desarrollan las interacciones entre
1
humanos y animales, incluyendo el hogar, el ámbito agropecuario,
laboratorios, zoológicos y el hábitat salvaje (Hosey & Melfi, 2014).
En principio, puede hacerse una discriminación entre las interacciones
humano-animal que implican relaciones materiales y aquellas que no.
Mientras que las primeras se definen a partir de su naturaleza física o
económica (e.g., comida, fibra, ropa), las relaciones no materiales constituyen
la dimensión intangible de las interacciones humano-animal, incluyendo
aspectos psicológicos, filosóficos, sociales y espirituales (Rusell et al., 2013).
En el estudio de estas relaciones no materiales puede distinguirse entre el
campo que estudia las interacciones humano-animal exclusivamente en el
pasado (e.g., los animales en la historia, zooarqueología) en contraposición al
campo que las estudia tanto en el presente como en el pasado (Echeverri,
Karp, Naidoo, Zhao, & Chan, 2018). En este último, se destaca el papel de la
antropología, la sociología y, por supuesto, la psicología.
Las actitudes, comportamientos y relaciones con otras especies se
encuentran entre los temas que la mayor parte de la gente halla fascinante,
aunque los psicólogos prácticamente han ignorado (Herzog, 2012). A pesar del
impacto que los animales tienen en la vida de los humanos, y viceversa, la
psicología apenas había abordado el tema de las relaciones humano-animal
como un importante domino de la actividad humana hasta hace un par de
décadas (Amiot & Bastian, 2015).
Así, las relaciones humano-animal de compañía proveen un importante y
ampliamente inexplorado componente de la experiencia humana. La
investigación que examina estas relaciones interespecies puede elucidar la
profundidad y el significado de las mismas, a la vez que proveer nuevas ideas
respecto de la naturaleza básica de la psicología humana. Las relaciones
humano-animal son diferentes de las relaciones interpersonales en diversos
aspectos. Características únicas de la relación humano-animal (e.g., la
posibilidad humana de elección unilateral de sus animales, o la disminución
del miedo a la evaluación de estos) proveen la oportunidad para examinar la
psicología humana en contextos no disponibles para las relaciones
tradicionales entre humanos (Green, Mathews, & Foster, 2009).
Recientemente, la psicología parece haber empezado a reconocer la
relevancia del estudio de los vínculos humano-animal, comenzando a estudiar
múltiples y variados aspectos de nuestra relación con las demás especies
(Díaz Videla, Olarte, & Camacho, 2015). Estos incluyen, por ejemplo, el
origen de la tenencia de mascotas en primates (Hezog, 2014), la atracción
innata hacia ciertas especies animales (i.e., biofilia) o su aversión (i.e.,
biofobia; Kellert & Wilson, 1995), la influencia positiva de los animales en la
salud humana (Wells 2007, 2009), el antropomorfismo (Díaz Videla, 2017a),
la crueldad (Ascione & Shapiro, 2009) o las variaciones neurohormonales en
la interacción con animales de compañía (Dzik, Cavalli, Fagnani, &
Bentosela, 2017).
2
Este trabajo se propone presentar algunos desarrollos teóricos ligados a
aspectos psicológicos (y psicosociales), que han sido aplicados al estudio de las
interacciones y vínculos humano-animal, junto con investigaciones
desarrolladas en cada caso. Revisaremos la aplicación de la Teoría del Apego
(Bowlby, 1969) al vínculo humano-animal, junto con desarrollos referidos al
duelo y al objeto transicional. Abordaremos también la aplicación de la Teoría
general de los Sistemas (von Bertalanffy, 1989) a las familias humano-
animal, desarrollando además la Teoría del rol y la Teoría del Ciclo Vital
Familiar. Finalmente destacaremos la importancia del modelo a través de la
Teoría del Aprendizaje Social (Bandura, 1977) en las interacciones humano
animal. Se sugiere en cada caso, su aplicación a las intervenciones asistidas
con animales.
3
De todas formas, se reconoce que la calidad de la interacción entre el niño
y la madre no siempre resulta ideal, por lo que se han identificado patrones
diferenciados denominados estilos de apego (Ainsworth, Blehar, Waters, &
Wall, 1978). Estos patrones conllevan determinadas expectativas hacia los
demás y hacia uno mismo, por lo que tendrán un impacto significativo en la
habilidad del niño para formar y sostener relaciones.
Los estilos se dividen en dos grupos: apego seguro y apego inseguro. El
apego seguro se asocia con percepciones positivas de los demás y de sí mismo.
Estos individuos desarrollan confianza en su valor propio y una visión
benigna de los otros. Este estilo se deriva de haber tenido un cuidador
afectivo y sensible, que intuitivamente decodificaba las necesidades del niño y
respondía en consecuencia.
Por otro lado, un apego inseguro suele derivarse de cuidadores que no
cuentan con habilidades cruciales para la interpretación de situaciones
ligadas al niño y para responder a sus necesidades. Estas personas no
cuentan con determinadas habilidades esenciales o filtran sus propias
inseguridades. El estilo de apego inseguro puede ser: (1) Ansioso: presente en
niños incapaces de tolerar la ausencia del cuidador, el cual tiende a la
sobreprotección restringiendo la independencia del pequeño; (2) Evitativo:
presente en niños con autoestima pobre, escasas respuestas emocionales,
escazas diferencias en el trato hacia extraños y hacia el cuidador, el cual
fomenta conductas sobreadaptadas en el pequeño; (3) Ambivalente: presente
en niños que manifiestan tanto preocupación por la disponibilidad del
cuidador y buscan su contacto, como irritabilidad y resistencia frente a su
proximidad (mostrando el cuidador tanto respuestas apropiadas como
negligentes); y (4) Desorganizado: frecuentemente asociado a abuso infantil,
presente en niños con comportamientos estereotipados o contradictorios y
cuidadores que muestran negatividad, confusión de roles y malos tratos (Main
& Solomon, 1986).
Si bien se describieron originalmente respecto del vínculo madre-hijo,
posteriormente, diversos autores han sostenido que las personas adultas
también establecen vínculos de apego. Una figura de apego adulta puede ser
un esposo, un miembro de la familia, un amigo cercano o bien un animal de
compañía (Díaz Videla, 2017b).
La cercanía emocional
6
La evaluación del apego en el perro (Situación Extraña)
El apego y la pérdida
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singulares al tipo de apego a la mascota y no podían explicarse por el tipo de
apego en las relaciones humanas.
Objeto transicional
Esta teoría destaca la influencia del ambiente social para dar forma a los
procesos de desarrollo y de cambios en las conductas. La misma fue
desarrollada por Merton (1957), y postula que los individuos asumen
comportamientos particulares en base a las expectativas de otros. Los roles
son concebidos como conjuntos de comportamientos socialmente esperables
para una determinada posición, e involucran funciones específicas y códigos
de conducta.
Las intervenciones terapéuticas basadas en esta teoría, buscan modificar
la conducta procurando que las personas asuman nuevos roles, los cuales le
brindarán una posibilidad de aprendizaje y asimilación de nuevas conductas
a su repertorio, y por consiguiente, de cambio. En este sentido, diversos
modelos y programas de IAA podrían enmarcarse dentro de esta teoría (e.g.,
Vasen & Massei, 2006), y hasta cierto punto, cualquier programa que brinde
a las personas la posibilidad de entrenamiento y cuidado de animales, les
permitirá asumir el rol de maestro o cuidador (Kruger & Serpell, 2010).
Esta teoría también ha sido aplicada para comprender la influencia de las
expectativas humanas en la conducta de los animales de compañía. Los
propietarios, les asignarían un conjunto de roles específicos y desarrollarían
expectativas para que los animales lleven a cabo ciertos comportamientos de
acuerdo al rol esperado (Turner, 2005). En la medida en que la familia se
desarrolla el rol de las mascotas evoluciona para adaptarse a los cambios.
13
los cuales interactúan con sus mascotas y las califican como amigos, y como
completos miembros de la familia (Schvaneveldt et al., 2001).
Nido vacío.
Al atravesar el despegue de los hijos y seguir adelante los animales de
compañía pueden proveer una oportunidad de ocuparse y cuidar de alguien
más para estos padres (Turner, 2005), por lo que algunos pueden optar por
volcarse a la mascota o adquirir una nueva para llenar un vacío (Walsh,
2009b). Si bien para algunos autores el apego hacia los animales en esta
etapa puede ser particularmente alto (Albert & Bulcroft, 1988), otros autores
no han encontrado diferencias en el apego al animal durante esta etapa y la
anterior (para una discusión, ver Díaz Videla, 2017). Esta etapa implica una
renegociación del sistema marital como una díada (Carter & McGoldrick,
2005) y el animal de compañía puede ser parte de la configuración de
triangulaciones2 para lidiar con estados emocionales intensos (Cain, 1985).
Conclusiones
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Los resultados de las investigaciones evidencian la necesidad de
incorporación de los animales en el estudio de la conducta humana. Que el
90% de los custodios de animales de compañía los considere miembros de sus
familias, debe convocar la atención de los clínicos que trabajan con familias,
en cuyos abordajes resulta infrecuente que los animales sean considerados.
La conceptualización de la familia como un sistema (i.e., Teoría General de
los Sistemas) facilita la comprensión de la dinámica familiar más que
humana, y resulta un enfoque recomendable para este tipo de familias.
Situar al animal en el sistema familiar puede realizarse a partir de la
observación o bien a partir de preguntas acerca de la ubicación física del
animal en el ambiente individual o familiar. Por ejemplo, dónde come,
duerme o suele estar el animal. Además indagar acerca de qué cosas hace y
cómo contribuye su presencia o ausencia a los procesos familiares, sirve para
evaluar la función que el animal cumple en el sistema. Puede indagarse:
¿Cómo describirían su relación entre ellos mismos, su animal/es, y los otros
miembros de la familia? ¿Quién tiene la responsabilidad del cuidado del
animal? ¿Hasta qué punto son considerados en las decisiones y transiciones
familiares? Esto permite evaluar las dinámicas familiares relacionadas con la
estabilidad, expectativas y reglas familiares; cómo se representan los
conflictos, la cooperación y las crisis (MacNamara & Moga, 2014).
Por otro parte, que la gran mayor parte de los dueños de animales
indiquen que pondrían en riesgo su propia seguridad para proteger a sus
animales (ver Díaz Videla, 2017b), refleja la necesidad de comprender
aspectos ligados al apego para poder dar cuenta de esta intensidad emocional
(i.e., Teoría del Apego). Esto evidencia la profunda valoración que estos
custodios tienen sobre sus animales, la cual, sin dudas, trasciende tanto la
percepción de beneficios de la relación, como las nociones de propiedad con las
que frecuentemente se los considera. Al enfrentar estresores y en períodos de
crisis e inestabilidad, la presencia de una figura de apego seguro —de la
especie que sea— no debería ser pasada por alto. En tanto los animales
demuestran configurarse como figuras de apego, brindan alivio, seguridad y
constancia, estimulan la autoeficacia y consecución de logros. Legitimar estos
vínculos, desde nuestro lugar profesional, puede ser la condición necesaria
para que las personas puedan beneficiarse de los mismos, considerándolos
como verdaderos aliados al atravesar períodos de estrés o necesidades de
desarrollo.
No caben dudas de que la psicología tiene mucho por ganar al nutrirse del
estudio de las interacciones y vínculos humano-animal. Pero a su vez, es
indudable que los variados desarrollos, teorizaciones y líneas teóricas que
hacen a la complejidad de la psicología como ciencia en la actualidad,
configuran a la psicología como una de las ciencias fundamentales para la
antrozoología. La característica multidisciplinaria intrínseca de esta última, a
su vez, favorecerá el progreso de la psicología en su intercambio con otras
17
ciencias, en una acción conjunta, como la que exige, el estudio de las
relaciones entre humanos y otros animales.
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21
Constituyentes del vínculo humano-animal
Resumen
Este capítulo tiene como objetivo aportar a la discusión científica del vínculo
humano-animal teniendo como contexto geográfico a Puerto Rico. Toma como
base principal los hallazgos de una investigación cualitativa con un diseño
fenomenológico descriptivo-psicológico (Meléndez, 2014b). Se establecen los
constituyentes presentes en las vivencias del vínculo humano-animal en un
grupo de puertorriqueños. A su vez, cómo estos constituyentes se pueden
agrupar bajo cuatro dimensiones, donde se manifiesta la experiencia del
vínculo humano-animal: (a) roles de la mascota, (b) sentido y significado la
relación, (c) desarrollo y la fortaleza del vínculo, y (d) aspectos culturales. Se
establece su correspondencia con la literatura académica-científica y teorías
establecidas, así como también las implicaciones y su pertinencia a través de
recomendaciones al proceder profesional y científico de la psicología, y del
campo multidisciplinario de la antrozoología.
Palabras claves: antrozoología, vínculo humano-animal, interacción humano-
animal, psicología, Puerto Rico, terapia asistida por animales.
Introducción
3
Términos claves: vínculo humano-animal, terapia asistida por animales, mascotas, perros,
bienestar animal.
4
Interacción humano-animal: Barros-Guerrero y Dosil-Díaz (2016); Díaz Videla y López (2017);
Díaz Videla y Olarte (2016); Díaz Videla, Olarte y Camacho (2015); Martos-Montes, Ordoñez-
Pérez, de la Fuente-Hidalgo, Martos-Luque y García-Viedma (2015). Conducta canina:
Fagnani, Barrera y Bentosela (2016); Fagnani, Bentosela y Barrera (2017); Carballo, Freidin y
Bentosela (2015).
5
Esta búsqueda está en su fase inicial y será culminada con fines de publicación en diciembre
2018.
23
publicaciones sobre el vínculo, las interacciones e intervenciones humano-
animal. Particularmente, cuando gran parte de los escritos académicos en
antrozoología presentan resultados con solo personas caucásicas o que
incluyen miembros de grupos étnicos incidentalmente (Johnson & Meadows,
2002). Se justifica también la necesidad de estudiar la diversidad étnica y
cultural, ya que puede estar entre los factores que otorgan la complejidad a la
relación humano-animal (Risley-Curtiss, Holley, & Wolf, 2006).
Incluso, Amiot y Bastian (2014) añaden que es imperativo estudiar las
diferencias culturales para proveer un verdadero avance a la psicología de la
interacción humano-animal. Máxime cuando el bienestar proveniente del
vínculo y las interacciones puede ser altamente sensibles al contexto y puede
estar asociado a factores como la prevalencia de una mascota en una cultura
particular y el rol especifico asignado de ese animal. Considerando la
necesidad de mayor claridad ante los mecanismos que subyacen los beneficios
(Díaz Videla, Olarte, & Camacho, 2015), es importante entonces comenzar por
comprender los constituyentes de la experiencia subjetiva del vínculo
humano-animal en nuestras culturas latinoamericanas.
Roles de la mascota
6
La discusión de los constituyentes y sus dimensiones se basa en los datos producto de la tesis
doctoral de la primera autora (Meléndez-Samó, 2014b).
25
que son parte de la rutina diaria y de la dinámica familiar. En la
documentación histórica, se observa cómo los animales de compañía
adoptaron rápidamente roles como miembros de la familia (Cohen, 2002; Fine
y Beck, 2015). A su vez, diversas investigaciones reportan las mascotas en
función de este rol (Boat, 2010; Bonas, McNicholas, & Collis, 2000;
Greenebaum, 2004; Triebenbacher, 2000). Aragunde (2016) confirmó
posteriormente que un 99% de un grupo de personas puertorriqueñas (n =
1,327), consideran sus mascotas miembros de la familia. También que un 72%
considera sus mascotas extremadamente importantes y un 24% muy
importantes.
En la familia, los animales son considerados hijos pequeños y sus
guardianes son padres encargados de su bienestar y su cuidado primario.
Esto incluye visitas regulares y de emergencia al veterinario e inversión
económica con tal de proveer alimentación, comodidad y entretenimiento.
Barba (1995) sostiene que la relación humano-animal emula la relación padre
e hijo. Para los padres de mascotas participantes, sus bebés son primero y son
parte importante de decisiones y de adaptaciones en el estilo de vida (e.g.,
llegar temprano al hogar, mudanza, su cuido durante vacaciones, acortar días
de viajes). Esto concuerda con Greenebaum (2004), quien menciona que los
guardianes se perciben como padres y ubican como prioridad las necesidades
de sus perros, calificados como niños o bebés peludos, en su vida diaria, y no
necesariamente buscan que estos encajen en su estilo de vida particular.
Los participantes coinciden de forma unánime que se requiere establecer
un compromiso por la vida de la mascota, ya que no es un objeto desechable.
Es un ser que siente, padece y depende totalmente de un ser humano para su
protección. Como efecto, se es responsable por ellos. Fine y Beck (2010)
describen la existencia de un sentido profundo de responsabilidad en
salvaguardar sus vidas. Ejemplos de esta experiencia son observados en las
narraciones de los participantes cuando mencionan la posibilidad de
incluirlos en testamentos y en planes de emergencia. Incluso, ante un evento
catastrófico natural, algunos reconocieron que preferían quedarse con sus
mascotas en su hogar antes de ceder a abandonarlos por obligación. Según se
establece en la literatura, el apego a las mascotas es muchas veces intenso y
puede llegar hasta el grado de que las personas se nieguen a abandonar sus
hogares ante un desastre natural (Fine & Beck, 2015; Knight & Herzog,
2009). Esto también fue constatado durante el paso del devastador Huracán
María por Puerto Rico en septiembre de 2017 (Graham & Respaut, 2017).
7
G = guardián participante de la investigación.
26
Esto concurre con Triebenbacher (2000), quien reporta que las mascotas
cumplen roles de amigo cercano y confidente. Igualmente, Maharaj y Haney
(2015) mencionan que estos hacen que la familia se sienta completa. Geller
(2005) plantea igualmente que las mascotas pueden ser compañía, un mejor
amigo, un fiel oyente y para algunos, puede convertirse en el ser más
confiable en su vida.
El rol de apoyo y solidaridad emocional que ocupan las mascotas es clave
en la vida de estos guardianes. Este hallazgo es significativo, ya que aporta a
la teoría de que los animales forman parte de una red social de apoyo. Esta
teoría es ampliamente discutida como uno de los marcos de referencias para
explicar la relación entre los animales de compañía y las personas. Allen et al.
(2002) elaboran que el apoyo social es posible entre diferentes especies. Esto
también coincide con McConnell y Brown (2011), quienes establecen
consecuencias positivas a nivel psicológico y fisiológico al poseer una mascota,
señalando la importancia de los animales como recurso de apoyo social.
Incluso, Geller (2005) considera sumamente importante el que actúen como
una alternativa a la red de apoyo social humano.
Entre los ejemplos que gran parte de los guardianes aludieron como apoyo,
resalta el amor incondicional que reciben por parte de sus mascotas en
contraposición a otros seres humanos, en y fuera de sus vidas. La guardiana
12 narró:
28
A partir de las relaciones humano-animal y humano-humano, los
guardianes y los animales de compañía han co-generado un sentido de
mundo. Es decir, en esta díada humano-animal participan ambos. Las
mascotas se unen a la dinámica relacional, al punto que atempera su lenguaje
a las particularidades de su guardián y muestran emociones de forma
recíproca. Los guardianes, por su parte, construyen ese lenguaje en común
con sus animales, y es en esta reciprocidad comunicativa y emocionalmente
expresiva donde obtienen un sentido de la relación en sí misma (e.g.,
constituyentes de afiliación, compromiso y responsabilidad, apoyo
incondicional, apego por afinidad, duelo) y de su vida individual como parte
de una sociedad, una cultura y de un momento histórico particular (e.g.,
constituyentes de incomprensión, reconocimiento del animal y conciencia
social). Estas construcciones relacionales acceden a una continua significación
y re-significación del vínculo humano-animal. El construccionismo relacional
establece que mientras nos comunicamos, construimos el mundo en el que
vivimos y le damos sentido (Gergen, 2009). Por consiguiente, esta teoría da
paso a explicar la comprensión del vínculo humano-animal como un fenómeno
en que diversas realidades construidas pueden vivirse en un grupo de
personas de forma común. A su vez, contribuye a un modo alterno de concebir
la relación entre las personas y los animales de compañía, y otorga el espacio
“para otra voz, para otra visión y revisión, y para una expansión futura del
campo de las relaciones” (Gergen & Gergen, 2004, p. 25).
Para mostrar ejemplos específicos, fue muy interesante encontrar que
absolutamente todos los participantes consideraban que entienden a sus
animales de compañía y que recíprocamente ellos son entendidos por estos:
“Es como si nos leyéramos la mente” (G-8). Es importante destacar que el
elemento de la reciprocidad también fue encontrado como tema central en la
investigación de Risley-Curtiss et al. (2006). Por un lado del vínculo, los
guardianes perciben emociones por parte de sus mascotas y son interpretadas
por ellos. “Ellos me adoptaron a mi” es una narración que se repite en varios
guardianes. Para Walsh (2009) las mascotas pueden demostrar sentimientos.
Igualmente, la posibilidad de los animales para mostrar emociones es
discutida por Bekoff (2000, 2007).
En términos de la capacidad de los seres humanos de interpretar lo que los
animales intentan comunicar, se argumenta que el estado emocional de un
perro se refleja en su rostro y que el ser humano tiene la capacidad de
identificarlo (Ecoosfera, 2013). Miklóski encontró que las personas pueden
decodificar el ladrido de un perro, distinguiendo su contenido emocional
(Child, 2010). Incluso, habla de la evolución del lenguaje por parte de los
perros para poder comunicarse con nosotros. Durante las entrevistas en los
hogares de los participantes, claramente se observó cuando los perros
ladraban y sus guardianes descifraban inmediatamente lo que querían.
29
Igualmente, cuando el maullido de un gato provocó toda una conversación
entre él y su guardiana como si se entendieran mutuamente.
En el otro lado del vínculo, también sobresalió la gran percepción por parte
de las mascotas de cuando sus guardianes se sienten tristes. Específicamente,
por parte de los perros. La percepción de la tristeza humana por parte del
perro es un área de trabajo que ha cobrado un interés científico en tiempos
recientes. Custance y Mayer (2012) encontraron que los perros responden
empáticamente al ver un ser humano llorando sea o no su guardián, por lo
que se establece la habilidad única que tienen para leer nuestras emociones.
Bentosela y Mustaca (2007) mencionan que esto puede deberse a la
comunicación interespecífica, producto del proceso de domesticación, pero no
necesariamente excluye la influencia de un aprendizaje discriminativo. Fine
(2014) sostiene que dado que los perros han sido criados para coexistir con los
humanos, poseen la predisposición para inspeccionar nuestras caras para
información crítica, para reconfirmación y para dirección o guía. Aún más, un
estudio novel utilizando neuro-imágenes comprobó que los perros pueden
detectar emociones en las voces humanas (Andics, Gácsi, Faragó, Kis, &
Miklósi, 2014), más allá de simplemente reconocer el tono de voz (Coutellier,
2006) apoyando entonces la comunicación vocal exitosa entre dos especies.
Algunos guardianes reportaron que sus gatos también percibían su estado
emocional cuando comparten entre sí. Esta experiencia contrasta con el
conocimiento popular de su independencia, pero concuerda con
investigaciones que indican que los gatos no reaccionan diferente cuando el
estado de ánimo de su dueño cambia, a menos que haya una interacción entre
ellos. Según Turner, Wilson, Fine y Scott Mio (2010), los gatos bien pueden
funcionar como apoyo disminuyendo estados de ánimos negativos, y su
reciprocidad, mutualidad y respeto está en su naturaleza independiente.
Incluso, una de las guardianas expresó que la independencia de los gatos le
permite saber que se ganó su amor, cuando estos así deciden expresarlo.
Además de las experiencias que dieron paso a la identificación de los
constituyentes, emergieron otras experiencias individuales que proporcionan
igualmente un gran significado a este tipo de relación en sus vidas. Asimismo,
le provee a la relación un sentido de pertenencia al mundo. Entre estas se
encuentran: el veganismo, empatía hacia causas del ambiente y bienestar
animal, espiritualidad y la importancia de tener contacto en la niñez con
animales para ser mejores adultos. Incluso, estas experiencias emergentes
coinciden con la proposición de Vining (2003), quien establece que existe una
conexión del ser humano con la naturaleza y el ambiente.
Aspectos culturales
Implicancias
Ámbito psicológico
37
profesional y científico de este campo8. Principalmente cuando la psicología
como disciplina apenas está comenzando a reconocer la importancia de estos
vínculos en la teoría clínica, en la práctica y en la investigación (Amiot &
Bastian, 2014; Melson, 2002; Raupp, 2002; Walsh, 2009). Meléndez-Samó
(2014a) recoge y elabora en detalle las implicaciones del vínculo humano-
animal para la psicología, en particular profundiza en aspectos de la relación
o conexión emocional, la terapia asistida por animales y la crueldad animal.
Por consiguiente, la siguiente discusión consiste en un resumen basado en las
experiencias de los participantes.
Las vivencias narradas provienen globalmente del significado de estos
animales en la vida de sus guardianes. Fine (2014) enfatiza que la
importancia de la relación humano-animal reside en su profundidad. En otras
palabras, las mascotas tienen un significado profundo para los seres humanos
de una manera específica e importante. Para los guardianes, sus animales de
compañía no solo son parte importante de su vida, sino que muchas veces la
vida de ellos gira en torno a sus mascotas y consecuentemente, son parte de la
toma de decisiones. Ante esto, es sustancial que la psicología reconozca y
comprenda las emociones que se desarrollan como parte de esta experiencia,
así como también los diferentes roles que los animales de compañía ocupan en
la vida de las personas y sus beneficios en términos terapéuticos.
Una de las implicaciones que debe continuar explorándose, tomando en
cuenta el significado de este vínculo, es como los vínculos humano-animal se
vivencian a lo largo de la vida. Cada etapa de desarrollo posee retos,
oportunidades y necesidades, e influye en el valor que le otorgamos a las
relaciones que sostenemos. Por esto es relevante conocer más sobre la
influencia de estas vinculaciones en el desarrollo del ser humano. Qué
aportaciones o beneficios provee la relación humano-animal, así como las
dificultades que pueden presentarse. Por ejemplo, si se toma en cuenta que la
población de mayor crecimiento a nivel mundial son los adultos mayores
(Naciones Unidas, 2017, OMS, 2017), vale la pena conocer más sobre cómo los
animales aportan al bienestar de este grupo, pero igualmente qué retos
pueden surgir.
El apoyo emocional que proporcionan las mascotas es indudable. Su
presencia y la interacción con ellos, favorecen la estabilidad en el estado de
ánimo de sus guardianes. Para estas personas, la compañía y los momentos
de alegría que proveen sus hijos son invaluables. Igualmente, sus animales de
compañía han motivado e inspirado a estos guardianes a tener una mejor
calidad de vida e incluso a levantarse en las mañanas, aun ante la presencia
de dolencias o enfermedades. El apoyo incondicional que proveen sus
animales de compañía, independientemente de la raza o la especie, juega un
importante rol para el bienestar de estas personas. La psicología debe
ver Meléndez-Samó (2014b) para verbatims de los participantes bajo cada constituyente.
8
38
considerar que las mascotas pueden ser un recurso social significativo en la
vida de las personas.
Gergen (2007) plantea que “la (psico)terapia representa una conversación
en la que los participantes toman mucho de sus relaciones por fuera” (p. 324).
Esto es sumamente pertinente cuando se trata de experiencias de duelo, ya
que podría ser una de las mayores razones por la que una persona asista a un
proceso psicoterapéutico. Todos los participantes describieron que el
fallecimiento de un animal de compañía se asemeja emocionalmente a la
muerte de un familiar muy querido, y en ocasiones hasta más. Algunos de
ellos expresaron vivir sentimientos de culpa y procesos de trauma debido a la
forma en que ocurrió la muerte de su amada mascota. La pérdida de una
mascota por muerte, entrega, desaparición, entre otros motivos, puede
lastimar y durar por mucho tiempo (Cohen, 2010). Hay que tomar en cuenta
que esto puede ocurrir en varias ocasiones durante la vida de una persona.
Asimismo, si fue por un proceso de eutanasia, puede ser un desafío emocional
(Lagoni, 2011). Por tanto, es importante no minimizar ni patologizar estas
vivencias, independientemente de la creencia o actitud que el psicólogo tenga
sobre los animales. Se trata entonces de validar las emociones propias de un
vínculo positivo y comprender las preocupaciones asociadas a las mascotas. Si
se desprecia o se desacredita, también se estarían desacreditando las otras
relaciones de las que se deriva esa relación con el animal (Gergen, 2007).
Los propios guardianes reconocen que sus mascotas son animales en su
naturaleza y los respetan como tales (constituyente reconocimiento del
animal). No obstante, las limitaciones del lenguaje no les permiten describir
su relación significativa más allá de decir que son como hijos. Fine (2014)
establece que el lenguaje metafórico es lo que les ayuda a cubrir los múltiples
roles que los animales ocupan. Asimismo, ver la relación en términos
antropomórficos es lo que lo que otorga el significado a dicha relación (Serpell,
1996b). Incluso, el construccionismo añadiría que el nombrar se utiliza para
llevar a cabo relaciones (Gergen & Gergen, 2004).
El aprendizaje de vida expresado por los guardianes acentúa el poder
transformador de estas relaciones. La mayoría de ellos indican que estas
relaciones los ayudan a ser mejores personas cada día y a ser más humanos.
Más allá de los beneficios terapéuticos que podamos acentuar, son los propios
beneficios que perciben los guardianes los que hacen que esta investigación
trascienda en su aportación:
39
Este tipo de afirmaciones descritas por los guardianes, le asignan aún más
peso al valor que tienen las mascotas en la vida de las personas. A su vez,
confirma cómo “los animales de compañía son un recurso mayor de apoyo
psicológico” (Knight & Herzog, 2009, p. 454). Esto invita a la reflexión sobre
las formas en que la psicología puede implementar los animales en su
práctica, investigación y en la academia.
Como parte del proceso psicoterapéutico, puede considerarse que las
personas puedan trabajar en sesiones trayendo a sus mascotas. Esto
proveería de un ambiente de compenetración y de mayor apertura por parte
de los clientes. Bien expresaron los guardianes, que aquellas personas
quienes comparten su pensar sobre el trato a los animales y aceptan a sus
propias mascotas son meritorios de su confianza. De igual forma, los
psicólogos pueden optar por integrar un animal propio (certificado) como
parte de una terapia asistida por animales. En esencia, tenemos que
considerar el efecto psicológico, social, emocional y fisiológico que tienen los
animales sobre sus guardianes acorde a sus experiencias. Es fundamental
que se puedan documentar profesionalmente los trabajos clínicos realizados
en terapia con animales o como parte de integrar una mascota en el escenario
terapéutico. Esto contribuiría a proveer más información sobre su eficacia,
asignaría mayor credibilidad y permitiría crear planes de tratamientos
adecuados.
Es importante que en entrevistas iniciales se pueda auscultar sobre las
mascotas que viven en el hogar del cliente. De igual modo, incorporar y
adaptar instrumentos de evaluación clínica relacionados a la tenencia de
mascotas y la interacción. Incluso, utilizar técnicas existentes como lo es el
genograma familiar. Estas estrategias, pueden arrojar información
importante sobre dinámicas ocurriendo en el hogar no solo con las mascotas,
sino también en el núcleo familiar. Peacock, Chur-Hansen y Winefield (2012)
proponen la necesidad de considerar el significado de las relaciones humano-
animal en el contexto de avalúo clínico en combinación con otros factores que
podrían indicar vulnerabilidad psicológica. Para Sharkin y Knox: “es
importante que el psicólogo reconozca y respete la importancia de las
mascotas en la práctica clínica y contribuya a incrementar el reconocimiento
y el respeto por el valor de las mascotas en nuestra cultura” (2002, p. 417). De
igual forma, Peacock et al. (2012) indican que los profesionales de ayuda
necesitan entender cómo preservar los vínculos humano-animales, para poder
prevenir resultados negativos en la salud mental de quienes sirven.
De otorgar recomendaciones terapéuticas (e.g., hospitalización), es
importante considerar el vínculo y las emociones que una persona pueda
tener sobre sus mascotas. Se debe planificar adecuadamente con la persona,
ayudando a identificar quién podría asistirle ante este u otros eventos. Esto
igualmente fue sugerido por Ascione et al. (2007), quienes encontraron que
algunas mujeres se abstienen de dar el primer paso en romper el ciclo de
40
violencia de género, al desconocer qué pasará con su mascota. Otra población
que puede experimentar dificultades, son las personas con problemas de
adicción. Muchas de estas personas tienen poco apoyo familiar o social, pero
puede que tengan fuertes vínculos con sus mascotas. Si tuvieran que recluirse
en un programa de rehabilitación de mediano o largo plazo, la decisión de
ingresar en el mismo pudiera estar influenciada por la preocupación de la
seguridad y bienestar de su animal de compañía. Esto amerita estudiarse,
puesto que podría haber beneficios en la rehabilitación al estar en compañía
de una mascota.
Además de la psicología, se destaca que otras profesiones se beneficiarían
de comprender las vivencias que forman parte del vínculo humano-animal,
tanto culturalmente, como de forma individual. La profesión médica debe
tener precaución al pedirle a una persona que se deshaga de su mascota por
una enfermedad. Trabajadores sociales deben tomar en cuenta el rol de la
mascota en el hogar en casos de reubicación familiar. Otro profesional
destacado en la cuestión —y que surgió en las entrevistas de los guardianes—
es el veterinario. Según plantean Siess, Marziliano, Sarma, Sikorski y Moyer
(2015), debido al rol del animal como miembro de la familia, las exigencias
hacia los veterinarios son más similares a la de un médico para humanos. El
rol de este profesional y su comprensión ante eventos de enfermedad y muerte
de las mascotas es muy importante. Para unos guardianes, su veterinario es
una persona de confianza, mientras que otros compartieron experiencias que
consideraron traumáticas debido a la falta de tacto percibida. Por tanto,
consideramos importante que se integre en currículos de veterinarios temas
sobre la reciprocidad emocional existente en el vínculo humano-animal, asi
como también sobre el manejo adecuado psicológico en el proceso de
eutanasia.
Ámbito social
Conclusión
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Tenencia de animales de compañía. Beneficios y bienestar
para los seres humanos y los propios animales
Cita sugerida: Hugues Hernandorena, B., Torres López, M., Ledón Llanes, L., &
Mendoza Trujillo, M. (2018). Tenencia de animales de compañía. Beneficios y
bienestar para los seres humanos y los propios animales. En M. Díaz Videla & M. A.
Olarte (Eds.), Antrozoología, multidisciplinario campo de investigación (pp. 51-57).
Buenos Aires: Editorial Akadia.
Resumen
Diversos estudios han mostrado los beneficios para la salud física y mental de
los seres humanos, producidos por la tenencia de animales de compañía, así
como el bienestar que les prodiga la convivencia en los hogares, a unos y
otros. En este documento se señala la significación que tiene esta clase de
animales en las diferentes etapas de la vida de los seres humanos. Se
muestran los beneficios que tienen para estos en relación con los problemas
de la salud cardiovascular, reproductiva, la promoción de la ejercitación física
y la pérdida de peso corporal, lo cual contribuye al mejoramiento y control de
la obesidad y el sobrepeso, los cuales son factores de riesgo de otras
enfermedades. Se informan además los efectos negativos de la tenencia y
cómo mitigarlos, ayudando a evitar el abandono y el maltrato animal.
Además se plantean los beneficios que reciben los propios animales.
Finalmente, se concluye que la convivencia entre los seres humanos y los
animales de compañía ejerce efectos positivos para la salud de ambos, por lo
cual se debería considerar la tenencia de estos animales como una
herramienta terapéutica apreciable en la atención médica que se brinda en
las instituciones de salud. Además al convivir con los animales y prodigarles
cuidados, se evita el impacto negativo que propicia para el medio ambiente el
hecho de que los animales habiten en las calles.
Palabras claves: actividad física, animal de compañía, bienestar animal,
salud.
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