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Afinidad de lenguajes, El naufragio de los deseos…de lo teatral a lo

cinematográfico.

Lic. Silvio Torres


Lic. Martiniano Roa

En el siguiente artículo haremos un breve análisis de la utilización del


espacio, el diseño del arte y tratamiento visual de El naufragio de los deseos,
un cortometraje de 12 de minutos, que se encuentra en la última etapa de
postproducción y con fecha de estreno próxima. 

El trabajo de realización del cortometraje surge como continuidad de un


fragmento de la obra teatral Quijotadas, Dos actores en fuga escrita por Pepo
Sanzano a partir de improvisaciones de los actores Tito Lanfranqui y Silvio
Torres y que fuera llevada a escena en el año 2017 por el grupo La Cura.

La propuesta entonces fue la de hacer una adaptación, o mejor dicho


una versión audiovisual de ese trabajo escénico.

Quijotadas:

Para la obra teatral fue determinante que la puesta en escena haya


surgido a partir del juego de los actores en el escenario, y no del trabajo
solitario de un dramaturgo aislado de la práctica escénica. Esta particularidad
dio como resultado la concreción de una imagen teatral donde predominaba el
lenguaje corporal como resolución de la escena, como por ejemplo: los
movimientos mecánicos y coreográficos de los actores construyendo un
universo de hombre/máquina/trabajo o el uso de la cinta transportadora
imaginaria mimada por los actores situando la acción de la escena en una
fábrica, por nombrar algunos.

La obra contaba cómo dos actores se presentaban a un casting para


quedar seleccionado en una futura producción teatral del Quijote de la Mancha.
En el mencionado casting, los actores debían componer distintos personajes
para conseguir los papeles de Sancho y Quijote. La ficción se desarrollaba en
un escenario vacío que solo contaba con un par de sillas como elementos
escenográficos, que los actores usaban en algunas escenas y también para
cambiarse para componer los distintos personajes de la obra.

El guión del cortometraje es una adaptación de una de las escenas de la


obra antes mencionada, en la cual los actores componían dos obreros: Tito y
Cabeza. Ellos sueñan con cambiar su realidad rutinaria. Entre máquinas y
engranajes divagan para escapar de su destino. En el desarrollo de esa ilusión,
dejan ver una sociedad llena de prejuicios y estereotipos. El desarrollo de la
acción está motivado por Tito que le propone a Cabeza renunciar a sus
trabajos, construir un barco para irse a trabajar por su cuenta a una isla del
Caribe y dejar así de ser explotados por el sistema capitalista.

El desafío de adaptar lo que en la obra de teatro, los actores construían


fácilmente, como es un viaje en un barco en una noche estrellada, solo
sostenido por la presencia actoral, el sonido y la iluminación adecuada,
careando una momento mágico. Claramente el aquí y ahora en presente en un
espacio de ficción propuesto por los actores y aceptado por el público, no es
más que la esencia inasible del teatro, que es mística y mágica, y al mismo
tiempo inimaginable poder trasladar, o al menos así lo entendíamos a priori, al
universo audiovisual.

Debimos generar un sólido desarrollo de los aspectos más técnicos de la


utilización del espacio y de la fotografía para sustentar la difícil tarea de
trasladar esa poesía efímera del teatro a la materialidad de la imagen
audiovisual.

Ya en el tratamiento de guión cinematográfico proponía entonces que las


imágenes de Tito y Cabeza viajando en un barco por el Caribe se resuelva
técnicamente y su diseño de producción estaba pensado conseguir dichas
imágenes a partir de la técnica de Croma, tratando de que la narración se logre
a partir de imágenes de un estilo realista.
El espacio como suceso aglutinador.

Durante la búsqueda de un espacio de filmación, se llegó a la


conclusión, que lo mejor era conseguir un galpón o taller que con mínimas
adecuaciones permitan transformarse en la fábrica donde trabajan Tito y
Cabeza.

Para la filmación finalmente se consiguió como locación de rodaje por


tres días, un taller de más de 500 m2, que permitió que la realidad física
propiamente dicha, máquinas reales, entorno con la suciedad propia y lógica de
un taller, el frío imperante a la hora del rodaje, ya que se filmó en el mes de
julio y no contábamos con calefacción, manipulación de herramientas
concretas, le confirió al set de rodaje visos de realidad necesarias para darle
coherencia a la acción y un hábitat de contención a los actores.

Para el rodaje del cortometraje se incorporó Martiniano Roa en el rol de


uno de los actores, ya que Silvio asumía el rol de director y guionista del corto.
El trabajo actoral que llevaron adelante Martiniano Roa y Tito
Lanfranqui, ambos con una sólida formación teatral, fue uno de los puntos
claves del trabajo, pues se desarrolló durante los ensayos previos al rodaje,
una partitura y secuencia de acción que permitieron un diseño espacial
controlado y una puesta en escena y de cámara cuidada.

En el diseño espacial se puso especial atención en conseguir que pueda


contener toda la acción de los actores. Para alcanzar ese objetivo, se tuvo que
adecuar el espacio real del taller, corriendo algunas máquinas, desplazando
mesas de trabajos, despejando una amplia zona del espacio, para que se
desarrolle con libertad la “construcción del barco”
En cuanto a la paleta de coles tanto del vestuario como de los objetos
estuvo centrada colores grises, marrones claros, azules y verdes, todos pálidos
y desaturados. Esa consigna fue para dar marco a la situación de agobio y
monotonía que atraviesa a los personajes. En contraposición, en la escena del
viaje en barco, donde se los ve felices y radiantes, la propuesta visual fue la de
acentuar la saturación en la coloración de la imagen. Todo el trabajo de la
corrección de color la realizamos en el software Da Vinci Resolve.

En cuanto al diseño de la iluminación y la fotografía debía por un lado


permitir poder usar el espacio libremente, eso no impiosu la neceiodad de
contar com muchas artefacto lumínico por ser un espacio amplia, y al mismo
tiempo eso nos condicionaba a colgar las luces del techo y ubicar trípodes con
las luminarias que no sean visibles a la cámara; y por el otro, el desafio de
hacer solo un puesta de luces lo suficientemente versátil para que sirvan en
todas las escenas a rodar.

El galpón contaba con unos plafones LED que nos interesaba poder
usarlos como fuentes lumínicas. Para eso debían cumplir algunos requisitos
técnicos que son indispensables para conseguir una imagen de calidad. Una
vez hechas las mediciones correspondientes, comprobamos que las luces del
lugar, aunque no eran equipos de iluminación profesional, tenían un Índice de
Reproducción Cromática, lo suficientemente apto como para que la cámara
pueda capturar óptimamente los colores de la escena, es decir, un IRC de más
del 90 % que es el mínimo aceptado para la industria audiovisual. De igual
modo, pudimos comprobar que irradiaban una luz con una temperatura color
cercana a los 5.600 grados kelvin. Eso nos permitió poder combinar nuestros
equipos profesionales de iluminación, compuesto de paneles y barras LED, con
algunas luces del lugar sin grandes inconvenientes.

También tuvimos que hacer un gran trabajo para tapiar varios ventanales
que el galpón cuenta como iluminación natural. Esto fue de vital importancia,
pues nos permitió trabajar con la libertad de un esquema de iluminación por
varias horas sin importar los distintos cambios de la luz del sol durante el
rodaje.

Un detalle a mencionar, es que solo en la escena tres, a la que


denominamos, noche, tuvimos que agregar a la planta de luces general, dos
paneles LED con filtros CTB que elevaron la temperatura color de la luz
haciéndola mas azul, para conseguir el efecto de una noche de ensoñación.

El método de exposición que utilizamos para la fotografía fue el del


sistema zonal diseñado por Ansel Adams que nos ayudó a componer una
imagen con una gran variedad tonal. Para lograrlo pusimos mucho cuidado y
trabajo minucioso de la puesta de luces donde el mayor esfuerzo estuvo dado
en poder modelar la iluminación ofrecida por los plafones con filtros y tamices.
El objetivo propuesto de que los personajes estén iluminados con un ratio de
1:2 y poder ubicar la cámara desde el lado más tenue del rostro de los actores
se cumplió en la mayor parte de los planos.

Derribando prejuicios

La historia que narra el corto es precisamente la de cómo los juicios


previos sostenidos en sentencias comunes genera distorsiones en las
relaciones humanas. Finalmente los obreros se dan cuenta que para ser libres
deben ellos explotar a otros trabajadores, situación que nunca llegan a
acceder, porque no pueden escapar a su destino de ser explotados. Naufragan
en sus deseos.

Sin ánimo de construir un discurso moralista, el trabajo tiene la


pretensión de generar debate sobre el mundo del trabajo y las relaciones
humanas, y señalar que cuando los prejuicios gobiernan el pensamiento y las
acciones, reproducimos lo mismo que queremos cambiar.

En ese mismo sentido, el de dejarnos llevar por los prejuicios, como


realizadores teníamos la seguridad de que para transformar el lenguaje teatral
a uno audiovisual, lo más importante para conseguir una narración efectiva era
eliminar todo gesto teatralista. Pero cuando los actores se pusieron a jugar
frente a la cámara al estilo teatral, descubrimos que no hacía falta construir una
imagen con detalles realistas del viaje en barco, para construir un relato sólido,
sino que justamente lo teatral se impuso y no hubo necesidad de reconstruir un
barco. Solo alcanzaba que los actores vivencien un espacio imaginario como
es el barco y la isla y la cámara como testigo con recursos narrativos como la
música y cámara lenta.

Como conclusión debemos afirmar que nos sigue motivando la pregunta


¿Como se construye el lenguaje audiovisual cuando se parte de una obra
teatral? Podemos aportar que una pista probable es indagar en las
contradicciones propias de cada lenguaje y en sus posibilidades expresivas y
narrativas, y al mismo tiempo, concentrarnos en la singularidad de la creación
lejos de recetas, lejos de prejuicios.

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