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La sexualidad, don de dios:

La sexualidad humana es la manifestación concreta del designio divino, a


la realización completa como hombre o como mujer. Es un elemento básico
de la personalidad ya que tiene un modo propio de ser, de manifestarse, de
comunicarse con los demás, de expresarse y vivir el amor humano. Es
nuestra manera de ser humanos y de insertarnos en la sociedad, para
relacionarnos con los otros. En definitiva, es una manera de realizarnos
como personas. La sexualidad bien orientada, elevada e integrada por el
amor, llega a tener una verdadera calidad humana.
La sexualidad no es meramente un fenómeno físico o biológico de la
persona, sino que es parte integrante de ella, algo que le afecta
profundamente ya que todo ser humano queda moldeado por el sexo que
tiene. Estas diferencias psicológicas y biológicas hacen que cada uno pueda
desempeñar, las tareas que exige la vida humana, conforme al carácter
masculino y femenino.
A esta hay que considerarla como algo santo porque es un don de Dios, es
una fuerza creadora, de tal poder que nos hace estremecer, ya que la
sexualidad abre a los hombres horizontes insospechados de fecundidad,
donación, ternura, belleza, entrega al otro. Sin embargo, cuando se le
reduce a un juego irresponsable y egoísta, puede conducirnos a abismos de
maldad y brutalidad.
El amor es un encuentro con el otro, y todo encuentro, para que sea
verdadero, pide un ajuste y una sintonía de los que se encuentran. Esto no
es tan fácil, pues cada persona es única y lleva, además, su vida y su
historia, debiendo superar la diferencia ante el otro, la cosificación del otro,
la autocomplacencia, la domesticación.
En la visión de la sexualidad y en los comportamientos sexuales se ha
operado un gran cambio durante los últimos cincuenta años. Se puede
afirmar, en líneas generales, que se ha pasado de una visión cerrada a una
mirada más abierta y positiva; y de comportamientos rígidos y estrechos a
formas de actuar más libres y espontáneas.
Todos conocemos la importancia de la persona humana para el
cristianismo: ocupa en él el lugar central, el primero de todos, junto a Dios.
Esta importancia ha pasado luego a todos los credos religiosos y políticos,
bajo el nombre de «dignidad» de la persona humana. Según la Biblia, la
dignidad nace que todo ser humano es imagen de Dios. Pero la Biblia dice
más. Aunque cada hombre o mujer es imagen de Dios, la Biblia afirma que
la imagen plena es la pareja, hombre y mujer. Con ello nos muestra el
sentido profundo de la pareja y, por tanto, de la sexualidad humana: nos
dice que la pareja es el retrato de un Dios amoroso y comunitario; y nos
enseña que ese amor se expande en la creación de seres libres y solidarios.
El cambio en el terreno sexual es tan grande que muchas personas se
sienten desorientadas. La mayor confusión de los jóvenes puede estar en no
dar importancia a los diferentes comportamientos, verlo todo bien, estar
indiferentes ante las exigencias éticas de la sexualidad, o ser liberales hasta
el extremo de caer en el subjetivismo. Hemos de aprender a no dar por
buenas, sin juzgarlas, las afirmaciones que se hacen vulgarmente
Para los cristianos, el amor de la pareja no es una simple cuestión de buen
entendimiento, de contrato o de compromiso mutuo, sino un misterio de
Dios, puesto que es El quien une a los esposos en el amor. De ahí la famosa
frase: Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Jesús insiste en
que vean el sentido profundo del amor matrimonial, no el casito concreto, y
en consecuencia rechaza el repudio. Añade que si el repudiado se casa con
otra comete adulterio. Aquí encontramos el sentido profundo del amor de
pareja: es cosa de Dios, un inmenso misterio de amor. Debido a esto no se
puede aceptar el repudio ni el machismo, como tampoco es aceptable el
hecho de que si me va bien sigo y si no, lo corto; esto no es amor, esto es
pasar el tiempo uno con otro sin ningún compromiso. En el fondo no se
trata de una norma más severa, sino de otra concepción del amor. Para
Jesús: el amor es algo sólido, lleno, divino, por lo tanto, totalizante,
exclusivo, permanente.

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