Está en la página 1de 35

61 asociación bíblica española

Institución San Jerónimo

Luis Sánchez Navarro

El logos
del reino
Las diez parábolas de Mateo
monografías
CONTENIDO

Siglas ................................................................................................ 11
Prólogo ................................................................................................ 13
Parábolas del reino en Mateo – Texto griego ..................................... 16
Parábolas del reino en Mateo – Traducción ....................................... 18
Capítulo 1
EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN ....................................... 21

Parte I
LA INTERPRETACIÓN DE LAS PARÁBOLAS DEL REINO
Capítulo 2
HERMENÉUTICA DE LAS PARÁBOLAS EN MATEO ................. 49
Capítulo 3
EL SEMBRADOR Y EL LOGOS DEL REINO ................................. 75

Parte II
LAS PARÁBOLAS DEL REINO EN MATEO 13
Capítulo 4
LA CIZAÑA EN EL TRIGO O LA PACIENCIA DEL PADRE ........ 89
Capítulo 5
GRANO DE MOSTAZA Y LEVADURA:
EL CRECIMIENTO Y EL REINO ..................................................... 103
Capítulo 6
EL TESORO Y LA PERLA: EL HALLAZGO DEL REINO ............ 115
Capítulo 7
LA RED: EL JUICIO Y EL REINO ................................................... 125

Parte III
LAS PARÁBOLAS DEL REINO EN EL RESTO DEL EVANGELIO
Capítulo 8
EL SIERVO INMISERICORDE: EL PERDÓN Y EL REINO .......... 133
Capítulo 9
LOS OBREROS DE LA VIÑA: LA PRIMACÍA
EN EL REINO .................................................................................... 147
Capítulo 10
LAS BODAS: INVITADOS A GOZAR DEL REINO ....................... 161
Capítulo 11
LAS DIEZ VÍRGENES: LA SABIDURÍA VIGILANTE
DELR EINO ........................................................................................ 173

Parte IV
LAS DIEZ PARÁBOLAS Y EL LOGOS DEL REINO
Capítulo 12
LAS PARÁBOLAS DEL REINO EN EL
RELATO EVANGÉLICO ................................................................... 185
Capítulo 13
EL LOGOS DEL REINO SEGÚN LAS DIEZ PARÁBOLAS........... 199
Conclusión
DESCUBRIR EL LOGOS DEL REINO............................................. 209

Bibliografía ......................................................................................... 211


Índice bíblico y de fuentes antiguas ................................................... 221
Índice de autores ................................................................................. 231
Índice general ...................................................................................... 233
PRÓLOGO

¿Cómo reina Dios? ¿En qué consiste el reino de Dios, o —en lenguaje
de Mateo— el reino de los cielos? ¿Cómo entender, en nuestro siglo XXI,
esta presencia rectora de Dios en el mundo, afirmada por el Nuevo Testa-
mento? Se ha hablado y escrito mucho acerca de esta realidad, que Jesús
pone en el centro de su predicación௖1; una realidad eminentemente dinámica,
que —aunque no excluye cierta noción espacial௖2— se ha de entender prin-
cipalmente como reinado de Dios௖3. El Antiguo Testamento proporciona un

1௖
La bibliografía en torno al tema es vastísima. Algunas obras generales: Norman Perrin,
Jesus and the Language of the Kingdom. Symbol and Metaphor in New Testament Interpre-
tation (Philadelphia, PA: Fortress, 1976); Jacques Schlosser, Le règne de Dieu dans les dits
de Jésus (ÉB; Paris: Gabalda, 1980); Bruce Chilton (ed.), The Kingdom of God in the Teaching
of Jesus (IRTh 5; Philadelphia, PA: Fortress, 1984); George R. Beasley-Murray, Jesus and
the Kingdom of God (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1986); Mark Saucy, The Kingdom of
God in the Teaching of Jesus: In 20th Century Theology (Dallas, TX: Word Publishing, 1997).
Estudios específicos: Armin Kretzer, Die Herrschaft der Himmel und die Söhne des Reiches.
Eine redaktionsgeschichtliche Untersuchung zum Basileiabegriff und Basileiaverständnis im
Matthäusevangelium (SBM 10; Würzburg: Echter, 1971); Alexander Prieur, Die Verkündigung
der Gottesherrschaft. Exegetische Studien zum lukanischen Verständnis von ȕĮıȚȜİަĮ IJȠࠎ
șİȠࠎ (WUNT.NF 89; Tübingen: Mohr - Siebeck, 1996); Werner Zager, Gottesherrschaft und
Endgericht in der Verkündigung Jesu. Eine Untersuchung zur markinischen Jesusüberliefe-
rung einschlieȕlich der Q-Parallelen (BZNW 82; Berlin - New York: Walter de Gruyter,
1996); Robert D. Rowe, God’s Kingdom and God’s Son. The Background to Mark’s Christo-
logy from Concepts of Kingship in the Psalms (AGJU 50; Leiden - Boston - Köln: Brill,
2002); Costantino Antonio Ziccardi, The Relationship of Jesus and the Kingdom of God
according to Luke-Acts (TG-ST 165; Roma: PUG, 2008). Una bibliografía reciente (873 pp.):
Leslaw Daniel Chrupcala, The Kingdom of God: A Bibliography of 20th Century Research
(SBFA 69; Jerusalem: Franciscan Printing Press, 2007).
2௖
Cf. John Paul Meier, Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico II/1. Juan y
Jesús. El reino de Dios (Estella: Verbo Divino, 1999) 297; Jonathan T. Pennington, Heaven
and Earth in the Gospel of Matthew (NTS 126; Leiden - Boston: Brill, 2007) 293-299.
3௖
Rudolf Schnackenburg, Reino y reinado de Dios. Estudio bíblico-teológico (ActBíb 3;
Madrid: FAX, 21970).
14 EL LOGOS DEL REINO

trasfondo hermenéutico suficiente para una primera comprensión de la ex-


presión. El reino de Dios consiste en que Dios reina, ejerce su condición de
Rey y Pastor escatológico de Israel, conforme a las esperanzas suscitadas
por la Escritura de Israel y muy vivas en el período intertestamentario.
Pero el Antiguo Testamento no da cuenta exhaustiva del reino proclama-
do por Jesús, ya que, si así fuera, la figura de Cristo no le añadiría nada
sustancial. Los evangelios nos indican todo lo contrario: ese reino de Dios
viene mediado definitivamente por Jesús que, en su condición de Hijo de
Dios, representa la auténtica, la única novedad del Nuevo Testamento௖4. Sin
embargo Jesús nunca lo explica, nunca lo describe abiertamente. Nunca
dice: «el reino de Dios/de los cielos consiste en…»௖5.
Con todo, hay en los tres evangelios sinópticos una serie de pasajes en
los que Jesús revela en qué consiste este reino. Pero lo hace en clave narra-
tiva, valiéndose para ello de parábolas, «com-paraciones»௖6: «El reino de
Dios/de los cielos se asemeja a…». Tal y como se ha afirmado, «el reino
de Dios no es definible, es narrable»௖7. Las «parábolas del reino» adquieren
así en la predicación de Jesús una importancia singular. Allí Jesús manifies-
ta en qué consiste esta realidad que constituye el mensaje central de su
Evangelio; por ello merecen un estudio pormenorizado. Es lo que pretende-
mos hacer en las siguientes páginas, centrando nuestra mirada en el evan-
gelio de san Mateo.
Tras un capítulo introductivo el trabajo se divide en cuatro grandes par-
tes. La primera está dedicada a la interpretación de las parábolas del reino;
la segunda y la tercera presentan sendos estudios de las parábolas del reino
pertenecientes al discurso en parábolas (Mateo 13: II) y al resto del evange-
lio (III). La 4ª y última parte nos permitirá un acercamiento sistemático al
logos del reino tal y como lo presentan estas parábolas.

* * *

El origen de esta obra se remonta a un curso sobre las parábolas del reino
impartido a los alumnos de Licenciatura en Teología de la Universidad San

4௖
Como audazmente afirmara Benedicto XVI en su primera encíclica, «la verdadera ori-
ginalidad del Nuevo Testamento no consiste en nuevas ideas, sino en la figura misma de
Cristo, que da carne y sangre a los conceptos: un realismo inaudito»: Deus caritas est, 12.
5௖
Como sí hace Pablo: «El reino de Dios es… justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo»
(Rm 14,17).
6௖
Esto significan los términos griegos ʌĮȡĮȕȠȜ੾ y ʌĮȡĮȕ੺ȜȜȦ.
7௖
Meier, Un judío marginal II/1, 298.
PRÓLOGO 15

Dámaso; a ellos se dirige en primer lugar mi agradecimiento por su contri-


bución a la maduración de estas páginas. Pero el agradecimiento se extiende
necesariamente a mis hermanos de comunidad, verdadero caldo de cultivo
de la reflexión teológica. A Juan Chapa le agradezco su generosa acogida del
libro dentro de la serie «Monografías y Tesis», impulsada por la Asociación
Bíblica Española con la siempre solícita colaboración de la editorial Verbo
Divino. Por último, una explicación de la dedicatoria. El P. Klemens Stock
ha sido durante sus largos años de docencia en el Pontificio Instituto Bíblico
de Roma un verdadero Doktorvater, formando a innumerables estudiosos de
los Evangelios; con él tengo contraída una especial deuda de gratitud. Sé que
este libro no puede pagarla, y tampoco lo pretendo; pero sí me permite ex-
presarla y hacerla pública. Padre Stock, ad multos annos!

Luis Sánchez Navarro dcjm


31 de marzo de 2013
Pascua de Resurrección
PARÁBOLAS DEL REINO EN MATEO – TEXTO GRIEGO
31 33 44 47
13 24 ਡȜȜȘȞ ʌĮȡĮȕȠȜ੽Ȟ ʌĮȡ੼șȘțİȞ Į੝IJȠ૙Ȣ Ȝ੼ȖȦȞǜ ਡȜȜȘȞ ਡȜȜȘȞ ੘ȝȠ઀Į ਥıIJ੿Ȟ ਲ Ȇ੺ȜȚȞ ੒ȝȠ઀Į 18 23 ǻȚ੹ IJȠ૨IJȠ ੪ȝȠȚઆșȘ ਲ ȕĮıȚȜİ઀Į IJ૵Ȟ
੪ȝȠȚઆșȘ ਲ ȕĮıȚȜİ઀Į IJ૵Ȟ Ƞ੝ȡĮȞ૵Ȟ ਕȞșȡઆʌ૳ ıʌİ઀ȡĮȞIJȚ ʌĮȡĮȕȠȜ੽Ȟ ʌĮȡĮȕȠȜ੽Ȟ ȕĮıȚȜİ઀Į IJ૵Ȟ ਥıIJ੿Ȟ ਲ ȕĮıȚȜİ઀Į Ƞ੝ȡĮȞ૵Ȟ ਕȞșȡઆʌ૳ ȕĮıȚȜİ૙, ੔Ȣ ਱ș੼ȜȘıİȞ
țĮȜઁȞ ıʌ੼ȡȝĮ ਥȞ IJ૶ ਕȖȡ૶ Į੝IJȠ૨. 25 ਥȞ į੻ IJ૶ țĮșİ઄įİȚȞ ʌĮȡ੼șȘțİȞ Į੝IJȠ૙Ȣ ਥȜ੺ȜȘıİȞ Į੝IJȠ૙Ȣǜ Ƞ੝ȡĮȞ૵Ȟ IJ૵Ȟ Ƞ੝ȡĮȞ૵Ȟ ıȣȞ઼ȡĮȚ ȜંȖȠȞ ȝİIJ੹ IJ૵Ȟ įȠ઄ȜȦȞ Į੝IJȠ૨.
24
IJȠઃȢ ਕȞșȡઆʌȠȣȢ ਷ȜșİȞ Į੝IJȠ૨ ੒ ਥȤșȡઁȢ țĮ੿ ਥʌ੼ıʌİȚȡİȞ Ȝ੼ȖȦȞǜ ੒ȝȠ઀Į ੒ȝȠ઀Į ਥıIJ੿Ȟ ਲ șȘıĮȣȡ૶ ıĮȖ੾Ȟૉ ȕȜȘșİ઀ıૉ ਕȡȟĮȝ੼ȞȠȣ į੻ Į੝IJȠ૨ ıȣȞĮ઀ȡİȚȞ
ȗȚȗ੺ȞȚĮ ਕȞ੹ ȝ੼ıȠȞ IJȠ૨ ı઀IJȠȣ țĮ੿ ਕʌોȜșİȞ. 26 ੖IJİ į੻ ਥıIJ੿Ȟ ਲ ȕĮıȚȜİ઀Į ȕĮıȚȜİ઀Į IJ૵Ȟ țİțȡȣȝȝ੼Ȟ૳ ਥȞ İੁȢ IJ੽Ȟ ș੺ȜĮııĮȞ ʌȡȠıȘȞ੼ȤșȘ Į੝IJ૶ İੈȢ ੑijİȚȜ੼IJȘȢ ȝȣȡ઀ȦȞ
ਥȕȜ੺ıIJȘıİȞ ੒ ȤંȡIJȠȢ țĮ੿ țĮȡʌઁȞ ਥʌȠ઀ȘıİȞ, IJંIJİ ਥij੺ȞȘ IJ૵Ȟ Ƞ੝ȡĮȞ૵Ȟ Ƞ੝ȡĮȞ૵Ȟ ȗ઄ȝૉ, ਴Ȟ IJ૶ ਕȖȡ૶, ੔Ȟ țĮ੿ ਥț ʌĮȞIJઁȢ IJĮȜ੺ȞIJȦȞ. 25 ȝ੽ ਩ȤȠȞIJȠȢ į੻ Į੝IJȠ૨
țĮ੿ IJ੹ ȗȚȗ੺ȞȚĮ. 27 ʌȡȠıİȜșંȞIJİȢ į੻ Ƞੂ įȠ૨ȜȠȚ IJȠ૨ țંțț૳ ıȚȞ੺ʌİȦȢ, ȜĮȕȠ૨ıĮ ȖȣȞ੽ İਫ਼ȡઅȞ ਙȞșȡȦʌȠȢ Ȗ੼ȞȠȣȢ ਕʌȠįȠ૨ȞĮȚ ਥț੼ȜİȣıİȞ Į੝IJઁȞ ੒ ț઄ȡȚȠȢ
ȠੁțȠįİıʌંIJȠȣ İੇʌȠȞ Į੝IJ૶ǜ ț઄ȡȚİ, Ƞ੝Ȥ੿ țĮȜઁȞ ıʌ੼ȡȝĮ ੔Ȟ ȜĮȕઅȞ ਥȞ੼țȡȣȥİȞ İੁȢ ਩țȡȣȥİȞ, țĮ੿ ਕʌઁ ıȣȞĮȖĮȖȠ઄ıૉǜ ʌȡĮșોȞĮȚ țĮ੿ IJ੽Ȟ ȖȣȞĮ૙țĮ țĮ੿ IJ੹ IJ੼țȞĮ
48
਩ıʌİȚȡĮȢ ਥȞ IJ૶ ı૶ ਕȖȡ૶; ʌંșİȞ Ƞ੣Ȟ ਩ȤİȚ ȗȚȗ੺ȞȚĮ; 28 ੒ į੻ ਙȞșȡȦʌȠȢ ਕȜİ઄ȡȠȣ ı੺IJĮ IJોȢ ȤĮȡ઼Ȣ Į੝IJȠ૨ ਴Ȟ ੖IJİ ਥʌȜȘȡઆșȘ țĮ੿ ʌ੺ȞIJĮ ੖ıĮ ਩ȤİȚ, țĮ੿ ਕʌȠįȠșોȞĮȚ.
26
਩ijȘ Į੝IJȠ૙Ȣǜ ਥȤșȡઁȢ ਙȞșȡȦʌȠȢ IJȠ૨IJȠ ਥʌȠ઀ȘıİȞ. Ƞੂ į੻ ਩ıʌİȚȡİȞ ਥȞ IJ૶ IJȡ઀Į ਪȦȢ Ƞ੤ ਫ਼ʌ੺ȖİȚ țĮ੿ ʌȦȜİ૙ ਕȞĮȕȚȕ੺ıĮȞIJİȢ ʌİıઅȞ Ƞ੣Ȟ ੒ įȠ૨ȜȠȢ ʌȡȠıİț઄ȞİȚ Į੝IJ૶
įȠ૨ȜȠȚ Ȝ੼ȖȠȣıȚȞ Į੝IJ૶ǜ ș੼ȜİȚȢ Ƞ੣Ȟ ਕʌİȜșંȞIJİȢ ਕȖȡ૶ Į੝IJȠ૨ǜ 32 ੔ ਥȗȣȝઆșȘ ੖ȜȠȞ. ʌ੺ȞIJĮ ੖ıĮ ਩ȤİȚ ਥʌ੿ IJઁȞ ĮੁȖȚĮȜઁȞ Ȝ੼ȖȦȞǜ ȝĮțȡȠș઄ȝȘıȠȞ ਥʌૅ ਥȝȠ઀, țĮ੿ ʌ੺ȞIJĮ
ıȣȜȜ੼ȟȦȝİȞ Į੝IJ੺; 29 ੒ į੼ ijȘıȚȞǜ Ƞ੡, ȝ੾ʌȠIJİ ıȣȜȜ੼ȖȠȞIJİȢ ȝȚțȡંIJİȡȠȞ ȝ੼Ȟ țĮ੿ ਕȖȠȡ੺ȗİȚ IJઁȞ țĮ੿ țĮș઀ıĮȞIJİȢ ਕʌȠįઆıȦ ıȠȚ. 27 ıʌȜĮȖȤȞȚıșİ੿Ȣ į੻ ੒
IJ੹ ȗȚȗ੺ȞȚĮ ਥțȡȚȗઆıȘIJİ ਚȝĮ Į੝IJȠ૙Ȣ IJઁȞ ı૙IJȠȞ. 30 ਙijİIJİ ਥıIJȚȞ ʌ੺ȞIJȦȞ IJ૵Ȟ ਕȖȡઁȞ ਥțİ૙ȞȠȞ. ıȣȞ੼ȜİȟĮȞ IJ੹ ț઄ȡȚȠȢ IJȠ૨ įȠ઄ȜȠȣ ਥțİ઀ȞȠȣ ਕʌ੼ȜȣıİȞ
ıȣȞĮȣȟ੺ȞİıșĮȚ ਕȝijંIJİȡĮ ਪȦȢ IJȠ૨ șİȡȚıȝȠ૨, țĮ੿ ਥȞ țĮȚȡ૶ ıʌİȡȝ੺IJȦȞ, ੖IJĮȞ țĮȜ੹ İੁȢ ਙȖȖȘ, IJ੹ Į੝IJઁȞ țĮ੿ IJઁ į੺ȞİȚȠȞ ਕijોțİȞ Į੝IJ૶.
28
IJȠ૨ șİȡȚıȝȠ૨ ਥȡ૵ IJȠ૙Ȣ șİȡȚıIJĮ૙Ȣǜ ıȣȜȜ੼ȟĮIJİ ʌȡ૵IJȠȞ IJ੹ į੻ Į੝ȟȘșૌ ȝİ૙ȗȠȞ 45
į੻ ıĮʌȡ੹ ਩ȟȦ ਥȟİȜșઅȞ į੻ ੒ įȠ૨ȜȠȢ ਥțİ૙ȞȠȢ İ੤ȡİȞ ਪȞĮ
Ȇ੺ȜȚȞ ੒ȝȠ઀Į
ȗȚȗ੺ȞȚĮ țĮ੿ į੾ıĮIJİ Į੝IJ੹ İੁȢ į੼ıȝĮȢ ʌȡઁȢ IJઁ țĮIJĮțĮ૨ıĮȚ IJ૵Ȟ ȜĮȤ੺ȞȦȞ ਩ȕĮȜȠȞ. 49 Ƞ੢IJȦȢ IJ૵Ȟ ıȣȞįȠ઄ȜȦȞ Į੝IJȠ૨, ੔Ȣ ੭ijİȚȜİȞ Į੝IJ૶
ਥıIJ੿Ȟ ਲ ȕĮıȚȜİ઀Į
Į੝IJ੺, IJઁȞ į੻ ı૙IJȠȞ ıȣȞĮȖ੺ȖİIJİ İੁȢ IJ੽Ȟ ਕʌȠș੾țȘȞ ȝȠȣ. ਥıIJ੿Ȟ țĮ੿ Ȗ઀ȞİIJĮȚ ਩ıIJĮȚ ਥȞ IJૌ ਦțĮIJઁȞ įȘȞ੺ȡȚĮ, țĮ੿ țȡĮIJ੾ıĮȢ Į੝IJઁȞ
IJ૵Ȟ Ƞ੝ȡĮȞ૵Ȟ
į੼ȞįȡȠȞ, ੮ıIJİ ıȣȞIJİȜİ઀઺ IJȠ૨ ਩ʌȞȚȖİȞ Ȝ੼ȖȦȞǜ ਕʌંįȠȢ İ੅ IJȚ ੑijİ઀ȜİȚȢ.
ਕȞșȡઆʌ૳ ਥȝʌંȡ૳ 29
36
ਥȜșİ૙Ȟ IJ੹ ʌİIJİȚȞ੹ Įੁ૵ȞȠȢǜ ʌİıઅȞ Ƞ੣Ȟ ੒ ı઄ȞįȠȣȜȠȢ Į੝IJȠ૨ ʌĮȡİț੺ȜİȚ
ȉંIJİ ਕijİ੿Ȣ IJȠઃȢ ੕ȤȜȠȣȢ ਷ȜșİȞ İੁȢ IJ੽Ȟ Ƞੁț઀ĮȞ. țĮ੿ ȗȘIJȠ૨ȞIJȚ țĮȜȠઃȢ
IJȠ૨ Ƞ੝ȡĮȞȠ૨ țĮ੿ ਥȟİȜİ઄ıȠȞIJĮȚ Ƞੂ Į੝IJઁȞ Ȝ੼ȖȦȞǜ ȝĮțȡȠș઄ȝȘıȠȞ ਥʌૅ ਥȝȠ઀, țĮ੿
ʌȡȠıોȜșȠȞ Į੝IJ૶ Ƞੂ ȝĮșȘIJĮ੿ Į੝IJȠ૨ Ȝ੼ȖȠȞIJİȢǜ įȚĮı੺ijȘıȠȞ ȝĮȡȖĮȡ઀IJĮȢǜ
țĮIJĮıțȘȞȠ૨Ȟ ਥȞ 46
ਙȖȖİȜȠȚ țĮ੿ ਕʌȠįઆıȦ ıȠȚ. 30 ੒ į੻ Ƞ੝ț ਵșİȜİȞ ਕȜȜ੹
ਲȝ૙Ȟ IJ੽Ȟ ʌĮȡĮȕȠȜ੽Ȟ IJ૵Ȟ ȗȚȗĮȞ઀ȦȞ IJȠ૨ ਕȖȡȠ૨. 37 ੒ į੻ İਫ਼ȡઅȞ į੻ ਪȞĮ
IJȠ૙Ȣ țȜ੺įȠȚȢ ਕijȠȡȚȠ૨ıȚȞ IJȠઃȢ ਕʌİȜșઅȞ ਩ȕĮȜİȞ Į੝IJઁȞ İੁȢ ijȣȜĮț੽Ȟ ਪȦȢ
ਕʌȠțȡȚșİ੿Ȣ İੇʌİȞǜ ੒ ıʌİ઀ȡȦȞ IJઁ țĮȜઁȞ ıʌ੼ȡȝĮ ਥıIJ੿Ȟ ੒ ʌȠȜ઄IJȚȝȠȞ
Į੝IJȠ૨. ʌȠȞȘȡȠઃȢ ਥț ਕʌȠį૶ IJઁ ੑijİȚȜંȝİȞȠȞ. 31 ੁįંȞIJİȢ Ƞ੣Ȟ Ƞੂ
ȣੂઁȢ IJȠ૨ ਕȞșȡઆʌȠȣ, 38 ੒ į੻ ਕȖȡંȢ ਥıIJȚȞ ੒ țંıȝȠȢ, IJઁ į੻ ȝĮȡȖĮȡ઀IJȘȞ
ȝ੼ıȠȣ IJ૵Ȟ ı઄ȞįȠȣȜȠȚ Į੝IJȠ૨ IJ੹ ȖİȞંȝİȞĮ
țĮȜઁȞ ıʌ੼ȡȝĮ Ƞ੤IJȠ઀ İੁıȚȞ Ƞੂ ȣੂȠ੿ IJોȢ ȕĮıȚȜİ઀ĮȢǜ IJ੹ į੻ ਕʌİȜșઅȞ
įȚțĮ઀ȦȞ 50 țĮ੿ ਥȜȣʌ੾șȘıĮȞ ıijંįȡĮ țĮ੿ ਥȜșંȞIJİȢ
ȗȚȗ੺ȞȚ੺ İੁıȚȞ Ƞੂ ȣੂȠ੿ IJȠ૨ ʌȠȞȘȡȠ૨, 39 ੒ į੻ ਥȤșȡઁȢ ੒ ıʌİ઀ȡĮȢ ʌ੼ʌȡĮțİȞ ʌ੺ȞIJĮ
ȕĮȜȠ૨ıȚȞ Į੝IJȠઃȢ įȚİı੺ijȘıĮȞ IJ૶ țȣȡ઀૳ ਦĮȣIJ૵Ȟ ʌ੺ȞIJĮ IJ੹
Į੝IJ੺ ਥıIJȚȞ ੒ įȚ੺ȕȠȜȠȢ, ੒ į੻ șİȡȚıȝઁȢ ıȣȞIJ੼ȜİȚĮ Įੁ૵ȞંȢ ੖ıĮ İੇȤİȞ țĮ੿
İੁȢ IJ੽Ȟ ț੺ȝȚȞȠȞ ȖİȞંȝİȞĮ. 32 IJંIJİ ʌȡȠıțĮȜİı੺ȝİȞȠȢ Į੝IJઁȞ
ਥıIJȚȞ, Ƞੂ į੻ șİȡȚıIJĮ੿ ਙȖȖİȜȠ઀ İੁıȚȞ. 40 ੮ıʌİȡ Ƞ੣Ȟ ਱ȖંȡĮıİȞ Į੝IJંȞ.
IJȠ૨ ʌȣȡંȢǜ ਥțİ૙ ੒ ț઄ȡȚȠȢ Į੝IJȠ૨ Ȝ੼ȖİȚ Į੝IJ૶ǜ įȠ૨Ȝİ ʌȠȞȘȡ੼,
ıȣȜȜ੼ȖİIJĮȚ IJ੹ ȗȚȗ੺ȞȚĮ țĮ੿ ʌȣȡ੿ [țĮIJĮ]țĮ઀İIJĮȚ, Ƞ੢IJȦȢ ਩ıIJĮȚ
਩ıIJĮȚ ੒ țȜĮȣșȝઁȢ ʌ઼ıĮȞ IJ੽Ȟ ੑijİȚȜ੽Ȟ ਥțİ઀ȞȘȞ ਕijોț੺ ıȠȚ,
ਥȞ IJૌ ıȣȞIJİȜİ઀઺ IJȠ૨ Įੁ૵ȞȠȢǜ 41 ਕʌȠıIJİȜİ૙ ੒ ȣੂઁȢ IJȠ૨
țĮ੿ ੒ ȕȡȣȖȝઁȢ IJ૵Ȟ ਥʌİ੿ ʌĮȡİț੺Ȝİı੺Ȣ ȝİǜ 33 Ƞ੝ț ਩įİȚ țĮ੿ ı੻
ਕȞșȡઆʌȠȣ IJȠઃȢ ਕȖȖ੼ȜȠȣȢ Į੝IJȠ૨, țĮ੿ ıȣȜȜ੼ȟȠȣıȚȞ ਥț IJોȢ
ੑįંȞIJȦȞ. ਥȜİોıĮȚ IJઁȞ ı઄ȞįȠȣȜંȞ ıȠȣ, ੪Ȣ țਕȖઅ ı੻
ȕĮıȚȜİ઀ĮȢ Į੝IJȠ૨ ʌ੺ȞIJĮ IJ੹ ıț੺ȞįĮȜĮ țĮ੿ IJȠઃȢ ʌȠȚȠ૨ȞIJĮȢ
਱Ȝ੼ȘıĮ; 34 țĮ੿ ੑȡȖȚıșİ੿Ȣ ੒ ț઄ȡȚȠȢ Į੝IJȠ૨
IJ੽Ȟ ਕȞȠȝ઀ĮȞ 42 țĮ੿ ȕĮȜȠ૨ıȚȞ Į੝IJȠઃȢ İੁȢ IJ੽Ȟ ț੺ȝȚȞȠȞ IJȠ૨
ʌĮȡ੼įȦțİȞ Į੝IJઁȞ IJȠ૙Ȣ ȕĮıĮȞȚıIJĮ૙Ȣ ਪȦȢ
ʌȣȡંȢǜ ਥțİ૙ ਩ıIJĮȚ ੒ țȜĮȣșȝઁȢ țĮ੿ ੒ ȕȡȣȖȝઁȢ IJ૵Ȟ
Ƞ੤ ਕʌȠį૶ ʌ઼Ȟ IJઁ ੑijİȚȜંȝİȞȠȞ. 35 Ƞ੢IJȦȢ
ੑįંȞIJȦȞ. 43 IJંIJİ Ƞੂ į઀țĮȚȠȚ ਥțȜ੺ȝȥȠȣıȚȞ ੪Ȣ ੒ ਸ਼ȜȚȠȢ ਥȞ IJૌ
țĮ੿ ੒ ʌĮIJ੾ȡ ȝȠȣ ੒ Ƞ੝ȡ੺ȞȚȠȢ ʌȠȚ੾ıİȚ ਫ਼ȝ૙Ȟ,
ȕĮıȚȜİ઀઺ IJȠ૨ ʌĮIJȡઁȢ Į੝IJ૵Ȟ. ੒ ਩ȤȦȞ ੯IJĮ ਕțȠȣ੼IJȦ.
ਥ੹Ȟ ȝ੽ ਕijોIJİ ਪțĮıIJȠȢ IJ૶ ਕįİȜij૶ Į੝IJȠ૨
ਕʌઁ IJ૵Ȟ țĮȡįȚ૵Ȟ ਫ਼ȝ૵Ȟ.
19 30 ʌȠȜȜȠ੿ į੻ ਩ıȠȞIJĮȚ ʌȡ૵IJȠȚ ਩ıȤĮIJȠȚ țĮ੿ ਩ıȤĮIJȠȚ ʌȡ૵IJȠȚ. 22 1 ȀĮ੿ ਕʌȠțȡȚșİ੿Ȣ ੒ ੉ȘıȠ૨Ȣ ʌ੺ȜȚȞ İੇʌİȞ ਥȞ ʌĮȡĮȕȠȜĮ૙Ȣ 25 1 ȉંIJİ ੒ȝȠȚȦș੾ıİIJĮȚ ਲ ȕĮıȚȜİ઀Į IJ૵Ȟ Ƞ੝ȡĮȞ૵Ȟ į੼țĮ
20 1 ੘ȝȠ઀Į Ȗ੺ȡ ਥıIJȚȞ ਲ ȕĮıȚȜİ઀Į IJ૵Ȟ Ƞ੝ȡĮȞ૵Ȟ ਕȞșȡઆʌ૳ Į੝IJȠ૙Ȣ Ȝ੼ȖȦȞǜ 2 ੪ȝȠȚઆșȘ ਲ ȕĮıȚȜİ઀Į IJ૵Ȟ Ƞ੝ȡĮȞ૵Ȟ ਕȞșȡઆʌ૳ ʌĮȡș੼ȞȠȚȢ, Į੆IJȚȞİȢ ȜĮȕȠ૨ıĮȚ IJ੹Ȣ ȜĮȝʌ੺įĮȢ ਦĮȣIJ૵Ȟ ਥȟોȜșȠȞ
ȠੁțȠįİıʌંIJૉ, ੖ıIJȚȢ ਥȟોȜșİȞ ਚȝĮ ʌȡȦ૗ ȝȚıșઆıĮıșĮȚ ਥȡȖ੺IJĮȢ ȕĮıȚȜİ૙, ੖ıIJȚȢ ਥʌȠ઀ȘıİȞ Ȗ੺ȝȠȣȢ IJ૶ ȣੂ૶ Į੝IJȠ૨. 3 țĮ੿ İੁȢ ਫ਼ʌ੺ȞIJȘıȚȞ IJȠ૨ Ȟȣȝij઀Ƞȣ. 2 ʌ੼ȞIJİ į੻ ਥȟ Į੝IJ૵Ȟ ਷ıĮȞ ȝȦȡĮ੿
İੁȢ IJઁȞ ਕȝʌİȜ૵ȞĮ Į੝IJȠ૨. 2 ıȣȝijȦȞ੾ıĮȢ į੻ ȝİIJ੹ IJ૵Ȟ ਥȡȖĮIJ૵Ȟ ਕʌ੼ıIJİȚȜİȞ IJȠઃȢ įȠ઄ȜȠȣȢ Į੝IJȠ૨ țĮȜ੼ıĮȚ IJȠઃȢ țİțȜȘȝ੼ȞȠȣȢ țĮ੿ ʌ੼ȞIJİ ijȡંȞȚȝȠȚ. 3 Įੂ Ȗ੹ȡ ȝȦȡĮ੿ ȜĮȕȠ૨ıĮȚ IJ੹Ȣ ȜĮȝʌ੺įĮȢ
ਥț įȘȞĮȡ઀Ƞȣ IJ੽Ȟ ਲȝ੼ȡĮȞ ਕʌ੼ıIJİȚȜİȞ Į੝IJȠઃȢ İੁȢ IJઁȞ İੁȢ IJȠઃȢ Ȗ੺ȝȠȣȢ, țĮ੿ Ƞ੝ț ਵșİȜȠȞ ਥȜșİ૙Ȟ. 4 ʌ੺ȜȚȞ ਕʌ੼ıIJİȚȜİȞ Į੝IJ૵Ȟ Ƞ੝ț ਩ȜĮȕȠȞ ȝİșૅ ਦĮȣIJ૵Ȟ ਩ȜĮȚȠȞ. 4 Įੂ į੻ ijȡંȞȚȝȠȚ
ਕȝʌİȜ૵ȞĮ Į੝IJȠ૨. 3 țĮ੿ ਥȟİȜșઅȞ ʌİȡ੿ IJȡ઀IJȘȞ ੮ȡĮȞ İੇįİȞ ਙȜȜȠȣȢ įȠ઄ȜȠȣȢ Ȝ੼ȖȦȞǜ İ੅ʌĮIJİ IJȠ૙Ȣ țİțȜȘȝ੼ȞȠȚȢǜ ੁįȠઃ IJઁ ਩ȜĮȕȠȞ ਩ȜĮȚȠȞ ਥȞ IJȠ૙Ȣ ਕȖȖİ઀ȠȚȢ ȝİIJ੹ IJ૵Ȟ ȜĮȝʌ੺įȦȞ ਦĮȣIJ૵Ȟ.
5
ਙȜȜȠȣȢ ਦıIJ૵IJĮȢ ਥȞ IJૌ ਕȖȠȡઽ ਕȡȖȠ઄Ȣ 4 țĮ੿ ਥțİ઀ȞȠȚȢ İੇʌİȞǜ ਙȡȚıIJંȞ ȝȠȣ ਲIJȠ઀ȝĮțĮ, Ƞੂ IJĮ૨ȡȠ઀ ȝȠȣ țĮ੿ IJ੹ ıȚIJȚıIJ੹ ȤȡȠȞ઀ȗȠȞIJȠȢ į੻ IJȠ૨ Ȟȣȝij઀Ƞȣ ਥȞ઄ıIJĮȟĮȞ ʌ઼ıĮȚ țĮ੿
ਫ਼ʌ੺ȖİIJİ țĮ੿ ਫ਼ȝİ૙Ȣ İੁȢ IJઁȞ ਕȝʌİȜ૵ȞĮ, țĮ੿ ੔ ਥ੹Ȟ ઝ į઀țĮȚȠȞ IJİșȣȝ੼ȞĮ țĮ੿ ʌ੺ȞIJĮ ਪIJȠȚȝĮǜ įİ૨IJİ İੁȢ IJȠઃȢ Ȗ੺ȝȠȣȢ. 5 Ƞੂ į੻ ਥț੺șİȣįȠȞ. 6 ȝ੼ıȘȢ į੻ ȞȣțIJઁȢ țȡĮȣȖ੽ Ȗ੼ȖȠȞİȞǜ ੁįȠઃ ੒
įઆıȦ ਫ਼ȝ૙Ȟ. 5 Ƞੂ į੻ ਕʌોȜșȠȞ. ʌ੺ȜȚȞ [į੻] ਥȟİȜșઅȞ ʌİȡ੿ ਪțIJȘȞ ਕȝİȜ੾ıĮȞIJİȢ ਕʌોȜșȠȞ, ੔Ȣ ȝ੻Ȟ İੁȢ IJઁȞ ੅įȚȠȞ ਕȖȡંȞ, ੔Ȣ į੻ ਥʌ੿ Ȟȣȝij઀ȠȢ, ਥȟ੼ȡȤİıșİ İੁȢ ਕʌ੺ȞIJȘıȚȞ [Į੝IJȠ૨]. 7 IJંIJİ ਱Ȗ੼ȡșȘıĮȞ
țĮ੿ ਥȞ੺IJȘȞ ੮ȡĮȞ ਥʌȠ઀ȘıİȞ ੪ıĮ઄IJȦȢ. 6 ʌİȡ੿ į੻ IJ੽Ȟ ਦȞįİț੺IJȘȞ IJ੽Ȟ ਥȝʌȠȡ઀ĮȞ Į੝IJȠ૨ǜ 6 Ƞੂ į੻ ȜȠȚʌȠ੿ țȡĮIJ੾ıĮȞIJİȢ IJȠઃȢ ʌ઼ıĮȚ Įੂ ʌĮȡș੼ȞȠȚ ਥțİ૙ȞĮȚ țĮ੿ ਥțંıȝȘıĮȞ IJ੹Ȣ ȜĮȝʌ੺įĮȢ
ਥȟİȜșઅȞ İ੤ȡİȞ ਙȜȜȠȣȢ ਦıIJ૵IJĮȢ țĮ੿ Ȝ੼ȖİȚ Į੝IJȠ૙Ȣǜ IJ઀ ੰįİ įȠ઄ȜȠȣȢ Į੝IJȠ૨ ੢ȕȡȚıĮȞ țĮ੿ ਕʌ੼țIJİȚȞĮȞ. 7 ੒ į੻ ȕĮıȚȜİઃȢ ਦĮȣIJ૵Ȟ. 8 Įੂ į੻ ȝȦȡĮ੿ IJĮ૙Ȣ ijȡȠȞ઀ȝȠȚȢ İੇʌĮȞǜ įંIJİ ਲȝ૙Ȟ ਥț IJȠ૨
ਦıIJ੾țĮIJİ ੖ȜȘȞ IJ੽Ȟ ਲȝ੼ȡĮȞ ਕȡȖȠ઀; 7 Ȝ੼ȖȠȣıȚȞ Į੝IJ૶ǜ ੖IJȚ ੩ȡȖ઀ıșȘ țĮ੿ ʌ੼ȝȥĮȢ IJ੹ ıIJȡĮIJİ઄ȝĮIJĮ Į੝IJȠ૨ ਕʌઆȜİıİȞ IJȠઃȢ ਥȜĮ઀Ƞȣ ਫ਼ȝ૵Ȟ, ੖IJȚ Įੂ ȜĮȝʌ੺įİȢ ਲȝ૵Ȟ ıȕ੼ȞȞȣȞIJĮȚ.
9
Ƞ੝įİ੿Ȣ ਲȝ઼Ȣ ਥȝȚıșઆıĮIJȠ. Ȝ੼ȖİȚ Į੝IJȠ૙Ȣǜ ਫ਼ʌ੺ȖİIJİ țĮ੿ ਫ਼ȝİ૙Ȣ İੁȢ ijȠȞİ૙Ȣ ਥțİ઀ȞȠȣȢ țĮ੿ IJ੽Ȟ ʌંȜȚȞ Į੝IJ૵Ȟ ਥȞ੼ʌȡȘıİȞ. 8 IJંIJİ Ȝ੼ȖİȚ ਕʌİțȡ઀șȘıĮȞ į੻ Įੂ ijȡંȞȚȝȠȚ Ȝ੼ȖȠȣıĮȚǜ ȝ੾ʌȠIJİ Ƞ੝ ȝ੽
IJઁȞ ਕȝʌİȜ૵ȞĮ. 8 ੑȥ઀ĮȢ į੻ ȖİȞȠȝ੼ȞȘȢ Ȝ੼ȖİȚ ੒ ț઄ȡȚȠȢ IJȠ૨ IJȠ૙Ȣ įȠ઄ȜȠȚȢ Į੝IJȠ૨ǜ ੒ ȝ੻Ȟ Ȗ੺ȝȠȢ ਪIJȠȚȝંȢ ਥıIJȚȞ, Ƞੂ į੻ ਕȡț੼ıૉ ਲȝ૙Ȟ țĮ੿ ਫ਼ȝ૙Ȟǜ ʌȠȡİ઄İıșİ ȝ઼ȜȜȠȞ ʌȡઁȢ IJȠઃȢ
ਕȝʌİȜ૵ȞȠȢ IJ૶ ਥʌȚIJȡંʌ૳ Į੝IJȠ૨ǜ ț੺ȜİıȠȞ IJȠઃȢ ਥȡȖ੺IJĮȢ țĮ੿ țİțȜȘȝ੼ȞȠȚ Ƞ੝ț ਷ıĮȞ ਙȟȚȠȚǜ 9 ʌȠȡİ઄İıșİ Ƞ੣Ȟ ਥʌ੿ IJ੹Ȣ ʌȦȜȠ૨ȞIJĮȢ țĮ੿ ਕȖȠȡ੺ıĮIJİ ਦĮȣIJĮ૙Ȣ. 10 ਕʌİȡȤȠȝ੼ȞȦȞ į੻ Į੝IJ૵Ȟ
ਕʌંįȠȢ Į੝IJȠ૙Ȣ IJઁȞ ȝȚıșઁȞ ਕȡȟ੺ȝİȞȠȢ ਕʌઁ IJ૵Ȟ ਥıȤ੺IJȦȞ ਪȦȢ įȚİȟંįȠȣȢ IJ૵Ȟ ੒į૵Ȟ țĮ੿ ੖ıȠȣȢ ਥ੹Ȟ İ੢ȡȘIJİ țĮȜ੼ıĮIJİ İੁȢ IJȠઃȢ ਕȖȠȡ੺ıĮȚ ਷ȜșİȞ ੒ Ȟȣȝij઀ȠȢ, țĮ੿ Įੂ ਪIJȠȚȝȠȚ İੁıોȜșȠȞ ȝİIJૅ
IJ૵Ȟ ʌȡઆIJȦȞ. 9 țĮ੿ ਥȜșંȞIJİȢ Ƞੂ ʌİȡ੿ IJ੽Ȟ ਦȞįİț੺IJȘȞ ੮ȡĮȞ Ȗ੺ȝȠȣȢ. 10 țĮ੿ ਥȟİȜșંȞIJİȢ Ƞੂ įȠ૨ȜȠȚ ਥțİ૙ȞȠȚ İੁȢ IJ੹Ȣ ੒įȠઃȢ Į੝IJȠ૨ İੁȢ IJȠઃȢ Ȗ੺ȝȠȣȢ țĮ੿ ਥțȜİ઀ıșȘ ਲ ș઄ȡĮ. 11 ੢ıIJİȡȠȞ į੻
਩ȜĮȕȠȞ ਕȞ੹ įȘȞ੺ȡȚȠȞ. 10 țĮ੿ ਥȜșંȞIJİȢ Ƞੂ ʌȡ૵IJȠȚ ਥȞંȝȚıĮȞ ੖IJȚ ıȣȞ੾ȖĮȖȠȞ ʌ੺ȞIJĮȢ Ƞ੠Ȣ İ੤ȡȠȞ, ʌȠȞȘȡȠ઄Ȣ IJİ țĮ੿ ਕȖĮșȠ઄Ȣǜ țĮ੿ ਩ȡȤȠȞIJĮȚ țĮ੿ Įੂ ȜȠȚʌĮ੿ ʌĮȡș੼ȞȠȚ Ȝ੼ȖȠȣıĮȚǜ ț઄ȡȚİ ț઄ȡȚİ,
ʌȜİ૙ȠȞ Ȝ੾ȝȥȠȞIJĮȚǜ țĮ੿ ਩ȜĮȕȠȞ [IJઁ] ਕȞ੹ įȘȞ੺ȡȚȠȞ țĮ੿ Į੝IJȠ઀. ਥʌȜ੾ıșȘ ੒ Ȗ੺ȝȠȢ ਕȞĮțİȚȝ੼ȞȦȞ. 11 İੁıİȜșઅȞ į੻ ੒ ȕĮıȚȜİઃȢ ਙȞȠȚȟȠȞ ਲȝ૙Ȟ. 12 ੒ į੻ ਕʌȠțȡȚșİ੿Ȣ İੇʌİȞǜ ਕȝ੽Ȟ Ȝ੼ȖȦ ਫ਼ȝ૙Ȟ, Ƞ੝ț
11
ȜĮȕંȞIJİȢ į੻ ਥȖંȖȖȣȗȠȞ țĮIJ੹ IJȠ૨ ȠੁțȠįİıʌંIJȠȣ 12 Ȝ੼ȖȠȞIJİȢǜ șİ੺ıĮıșĮȚ IJȠઃȢ ਕȞĮțİȚȝ੼ȞȠȣȢ İੇįİȞ ਥțİ૙ ਙȞșȡȦʌȠȞ Ƞ੝ț ȠੇįĮ ਫ਼ȝ઼Ȣ. 13 ȖȡȘȖȠȡİ૙IJİ Ƞ੣Ȟ, ੖IJȚ Ƞ੝ț Ƞ੅įĮIJİ IJ੽Ȟ ਲȝ੼ȡĮȞ Ƞ੝į੻
Ƞ੤IJȠȚ Ƞੂ ਩ıȤĮIJȠȚ ȝ઀ĮȞ ੮ȡĮȞ ਥʌȠ઀ȘıĮȞ, țĮ੿ ੅ıȠȣȢ ਲȝ૙Ȟ Į੝IJȠઃȢ ਥȞįİįȣȝ੼ȞȠȞ ਩ȞįȣȝĮ Ȗ੺ȝȠȣ, 12 țĮ੿ Ȝ੼ȖİȚ Į੝IJ૶ǜ ਦIJĮ૙ȡİ, ʌ૵Ȣ IJ੽Ȟ ੮ȡĮȞ.
ਥʌȠ઀ȘıĮȢ IJȠ૙Ȣ ȕĮıIJ੺ıĮıȚ IJઁ ȕ੺ȡȠȢ IJોȢ ਲȝ੼ȡĮȢ țĮ੿ IJઁȞ İੁıોȜșİȢ ੰįİ ȝ੽ ਩ȤȦȞ ਩ȞįȣȝĮ Ȗ੺ȝȠȣ; ੒ į੻ ਥijȚȝઆșȘ. 13 IJંIJİ ੒
țĮ઄ıȦȞĮ. 13 ੒ į੻ ਕʌȠțȡȚșİ੿Ȣ ਦȞ੿ Į੝IJ૵Ȟ İੇʌİȞǜ ਦIJĮ૙ȡİ, Ƞ੝ț ȕĮıȚȜİઃȢ İੇʌİȞ IJȠ૙Ȣ įȚĮțંȞȠȚȢǜ į੾ıĮȞIJİȢ Į੝IJȠ૨ ʌંįĮȢ țĮ੿
ਕįȚț૵ ıİǜ Ƞ੝Ȥ੿ įȘȞĮȡ઀Ƞȣ ıȣȞİijઆȞȘı੺Ȣ ȝȠȚ; 14 ਛȡȠȞ IJઁ ıઁȞ Ȥİ૙ȡĮȢ ਥțȕ੺ȜİIJİ Į੝IJઁȞ İੁȢ IJઁ ıțંIJȠȢ IJઁ ਥȟઆIJİȡȠȞǜ ਥțİ૙ ਩ıIJĮȚ
țĮ੿ ੢ʌĮȖİ. ș੼ȜȦ į੻ IJȠ઄IJ૳ IJ૶ ਥıȤ੺IJ૳ įȠ૨ȞĮȚ ੪Ȣ țĮ੿ ıȠ઀ǜ ੒ țȜĮȣșȝઁȢ țĮ੿ ੒ ȕȡȣȖȝઁȢ IJ૵Ȟ ੑįંȞIJȦȞ. 14 ʌȠȜȜȠ੿ Ȗ੺ȡ İੁıȚȞ
15
[Ș’] Ƞ੝ț ਩ȟİıIJ઀Ȟ ȝȠȚ ੔ ș੼ȜȦ ʌȠȚોıĮȚ ਥȞ IJȠ૙Ȣ ਥȝȠ૙Ȣ; Ș’ ੒ țȜȘIJȠ઀, ੑȜ઀ȖȠȚ į੻ ਥțȜİțIJȠ઀.
ੑijșĮȜȝંȢ ıȠȣ ʌȠȞȘȡંȢ ਥıIJȚȞ ੖IJȚ ਥȖઅ ਕȖĮșંȢ İੁȝȚ; 16 Ƞ੢IJȦȢ
਩ıȠȞIJĮȚ Ƞੂ ਩ıȤĮIJȠȚ ʌȡ૵IJȠȚ țĮ੿ Ƞੂ ʌȡ૵IJȠȚ ਩ıȤĮIJȠȚ.
PARÁBOLAS DEL REINO EN MATEO – TRADUCCIÓN
31 33 44 47 23
13 24 Otra parábola les propuso, diciendo: «El reino de Otra parábola Otra parábola Es semejante De nuevo, es Por esto, el reino de los cielos se
los cielos es semejante a un hombre que sembró buena les propuso, les dijo: «El reino el Reino de los semejante el reino asemejó a un rey que quiso ajustar cuentas
semilla en su campo. 25 Pero, mientras los hombres diciendo: «El de los cielos es cielos a un tesoro de los cielos a una con sus siervos. 24 Al empezar a ajustarlas,
dormían, vino su enemigo y sembró encima cizaña entre reino de los cielos semejante a la escondido en el red arrojada al le fue presentado un deudor de diez mil
el trigo, y se fue. 26 Cuando brotó la hierba y produjo es semejante a un levadura, que una campo, que al mar y que recogió talentos. 25 Como no podía pagar, ordenó
fruto, entonces apareció también la cizaña. 27 Los siervos grano de mostaza mujer tomó y encontrarlo un peces de toda el señor que fuese vendido él, su mujer
del amo se acercaron a decirle: “Señor, ¿no sembraste que tomó un ocultó en tres hombre escondió, clase; 48 cuando se y sus hijos y todo cuanto tiene, y que se
semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?” hombre y lo medidas de y [movido] por su llenó, sacándola a le pagase. 26 El siervo se postró ante él
28
El les dijo: “Algún enemigo ha hecho esto”. Los siervos sembró en su harina, hasta que alegría va y vende la orilla y diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo
le dicen: “¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?” campo. 32 Es más fermentó todo» todo lo que tiene y sentándose pagaré todo”. 27 Movido a compasión el
29
Pero él dice: “No, no sea que, al recoger la cizaña, pequeña que todas compra el campo recogieron los señor de aquel siervo, le dejó en libertad
desarraiguéis a la vez el trigo. 30 Dejad que ambos crezcan las [demás] aquel. buenos en cestos, y le perdonó la deuda. 28 Al salir de allí
juntos hasta la siega, y en el momento de la siega diré semillas, pero y los malos los aquel siervo se encontró con uno de sus
a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en cuando crece es 45
arrojaron fuera. consiervos, que le debía cien denarios,
De nuevo es 49
gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi mayor que las Así sucederá en y agarrándolo lo ahogaba diciendo: “Paga
semejante el
granero”». hortalizas y se la consumación si algo debes”. 29 Su consiervo, cayendo a
Reino de los
hace un árbol, del tiempo: sus pies, le suplicaba: “Ten paciencia
cielos a un
36
hasta el punto de saldrán los conmigo y te lo pagaré”. 30 Pero él no
Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se hombre mercader
que vienen las ángeles y quiso, sino que fue y lo metió en la cárcel
le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la que buscaba
aves del cielo y separarán a los hasta que pagase lo que debía. 31 Al ver sus
parábola de la cizaña del campo». 37 El respondió: «El perlas buenas;
anidan en sus 46
malos de entre los consiervos lo ocurrido, se entristecieron
que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; 38 el y al encontrar
ramas». justos, 50 y los sobremanera y fueron a contar a su señor
campo es el mundo, y la buena semilla, éstos son los hijos una perla preciosa
arrojarán al horno todo lo sucedido. 32 Entonces, llamándolo,
del reino; la cizaña son los hijos del Maligno; 39 el se fue y vendió
de fuego; allí será su señor le dice: “Siervo malvado, toda
enemigo que la sembró es el diablo; la siega es la todo lo que tenía
el llanto y el aquella deuda te la perdoné porque me
consumación del tiempo, y los segadores son los ángeles. y la compró.
40
rechinar de suplicaste. 33 ¿No era necesario que
De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se
dientes. también tú te compadecieras de tu
la quema en el fuego, así será en la consumación del
consiervo, como también yo me
tiempo. 41 Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles,
compadecí de ti?” 34 Y encolerizado su
y recogerán de su reino todos los escándalos y a los
señor, le entregó a los verdugos hasta que
obradores de iniquidad, 42 y los arrojarán al horno de
pagase todo lo que le debía. 35 Así hará
fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
43
también con vosotros mi Padre celestial,
Entonces los justos brillarán como el sol en el reino
si no perdonáis cada uno a su hermano
de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.
desde vuestros corazones».
19 30 Pero muchos serán, primeros, últimos, y últimos, 22 1 Y tomando la palabra Jesús de nuevo les habló en 25 1 Entonces el reino de los cielos será semejante a diez
primeros. parábolas diciendo: 2 «El reino de los cielos se asemejó a un vírgenes que tomando sus lámparas salieron al encuentro del
20 1 Pues semejante es el reino de los cielos a un propietario rey que organizó las bodas de su hijo. 3 Y envió a sus siervos esposo. 2 Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. 3 Las
que salió al despuntar el alba a contratar obreros para su para llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de
4
viña. 2 Y acordando con los obreros a un denario el día, los Envió de nuevo a otros siervos, con este encargo: Decid a aceite; 4 las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas
envió a su viña. 3 Y saliendo en torno a la hora tercia vio a los invitados: “Mirad, mi banquete está preparado, se han tomaron aceite en las alcuzas. 5 Como el novio tardara, se
otros, de pie en la plaza, ociosos; 4 y les dijo: «Id también matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a adormilaron todas y se durmieron. 6 Mas a media noche se
vosotros a la viña, y lo que sea justo os daré». 5 Y ellos se punto; venid a la boda”. 5 Pero ellos, sin hacer caso, se oyó un grito: «¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!»
7
fueron. De nuevo saliendo en torno a la hora sexta y nona fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; 6 y los demás Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron
hizo igualmente. 6 Y en torno a la undécima, saliendo, agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. sus lámparas. 8 Y las necias dijeron a las prudentes: «Dadnos
7
encontró a otros que estaban de pie y les dice: «¿Por qué Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan.» 9 Pero
estáis aquí todo el día ociosos?» 7 Le dicen: «Porque nadie homicidas y prendió fuego a su ciudad. 8 Entonces dice a sus las prudentes replicaron: «No, no sea que no alcance para
nos ha contratado». Les dice: «Id también vosotros a la siervos: “La boda está preparada, pero los invitados no eran nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los
viña». dignos. 9 Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos vendedores y os lo compréis.» 10 Mientras iban a comprarlo,
8
encontréis, invitadlos a la boda”. 10 Los siervos salieron a los llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él
Y cuando cayó la tarde dice el señor de la viña a su
caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y al banquete de boda, y se cerró la puerta. 11 Más tarde
intendente: «Llama a los obreros y dales la paga,
buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales. 11 Entró el llegaron las otras vírgenes diciendo: «¡Señor, señor,
comenzando por los últimos hasta los primeros». 9 Y
rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que ábrenos!» 12 Pero él respondió: «En verdad os digo que no
llegándose los de la hora undécima recibieron un denario
no tenía traje de boda, 12 le dice: “Amigo, ¿cómo has entrado os conozco.» 13 Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la
cada uno. 10 Y llegando los primeros, pensaron que recibirían
aquí sin traje de boda?” El se quedó callado. 13 Entonces el hora.
más; y recibieron un denario cada uno también ellos. 11 Pero,
rey dijo a los sirvientes: “Atadle de pies y manos, y echadle
al tomarlo, murmuraban contra el propietario 12 diciendo:
a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de
«Estos últimos sólo hicieron una hora, y los has hecho
dientes”. 14 Porque muchos son llamados, mas pocos
iguales a nosotros, que hemos cargado con el peso del día
escogidos».
y el calor». 13 Pero él, en respuesta, dijo a uno de ellos:
«Amigo, no te hago injusticia; ¿no acordaste conmigo un
denario? 14 Toma el tuyo y vete. Pero deseo a este último
darle como a ti. 15 ¿O es que no me está permitido hacer en
mis cosas lo que deseo? ¿O es que tu ojo es malo porque yo
soy bueno?»
16
Así serán los últimos primeros, y los primeros últimos.
Capítulo 1

EL PORQUÉ DE
UNA INVESTIGACIÓN

Hablar de la predicación de Jesús es en buena medida hablar de sus pa-


rábolas; no resulta exagerada la aseveración con que Charles Harold Dodd
comienza su obra clásica: «Las parábolas son quizás el elemento más carac-
terístico de la doctrina de Jesucristo consignada en los Evangelios»௖1. Los
relatos evangélicos atestiguan la predilección del Maestro de Nazaret por el
lenguaje figurado, sea cual sea el término con que se califique en los casos
concretos (metáfora, alegoría, parábola, analogía…). Y en particular los
evangelios sinópticos recogen numerosas enseñanzas que responden a la
denominación de «parábola», género literario de raigambre veterotestamen-
taria pero intensamente practicado y renovado por Jesús௖2. De hecho los
escritos de la nueva Alianza presentan el término ʌĮȡĮȕȠȜ੾ sólo en
los evangelios௖3, y casi siempre referido a enseñanzas suyas௖4; la mayoría de
las veces en la pluma del narrador, pero también en boca del mismo Jesús௖5
o de sus discípulos௖6. Estas unidades didácticas aparecen en los tres evange-

1௖
Charles Harold Dodd, Las parábolas del Reino (Madrid: Cristiandad, 22001) 21.
2௖
En el Antiguo Testamento encontramos también narraciones breves semejantes a las pa-
rábolas de Jesús; pero sólo una vez aparecen designadas como mƗšƗl / ʌĮȡĮȕȠȜ੾, en Ez 17,2.
Algunas «parábolas narrativas» del AT: el apólogo de Jotán (Jc 9,7-21); la parábola del rico y
el pobre (2 S 12,1-10); la alegoría de la viña (Is 5,1-7); la parábola del centinela (Ez 33,1-9).
Cf. John W. Sider, Interpretar las parábolas. Guía hermenéutica de su significado (Dabar 9;
Madrid: San Pablo, 1997) 216. Todas ellas van acompañadas de su explicación (ibid. 219).
3௖
48 veces. Fuera de ellos lo hallamos sólo en Hb 9,9 y 11,19; pero con distinto signifi-
cado pues se refiere a sendas figuras veterotestamentarias del sacrificio de Cristo (el culto
del templo) y de Jesús mismo (Isaac).
4௖
Con excepción de Lc 4,23, donde ʌĮȡĮȕȠȜ੾ («refrán») se refiere a un dicho popular:
«Médico, cúrate a ti mismo».
5௖
Mt 13,13.18; 21,33; 24,32; Mc 4,11.13(2).30; 13,28; Lc 4,23; 8,10.11.
6௖
Mt 13,10.36; 15,15; Lc 12,41.
22 EL LOGOS DEL REINO

lios; sobre todo en Lucas (25) y Mateo (21), pero también —en menor
medida— en Marcos (6)௖7.
A diferencia de ellos, se diría que el evangelio de Juan no contiene ningu-
na parábola de Jesús; no aparece el término ʌĮȡĮȕȠȜ੾, y sólo en tres ocasio-
nes hallamos ʌĮȡȠȚȝ઀Į «comparación» (Jn 10,6; 16,25.29), de significado
similar௖8. Con todo, es generalmente reconocido que también el cuarto evan-
gelio atestigua la predilección de Jesús por el lenguaje figurado, como prue-
ban por ejemplo la alegoría de la vid (Juan 15) y la riqueza simbólica que
presentan determinados términos (por ejemplo, el agua)௖9. La percepción de
este fenómeno ha variado en los últimos años; es de notar que el compendio
de Zimmermann dedica un extenso capítulo a las «Parábolas contenidas en el
Evangelio de Juan», distinguiendo como tales 15 pasajes del 4º evangelio௖10.
En este primer momento vamos a presentar los datos que justifican el
objeto de nuestro trabajo: las parábolas del reino en el evangelio de Mateo.

1. REINO DE DIOS Y PARÁBOLAS EN LOS SINÓPTICOS


En los tres evangelios sinópticos la predicación de Jesús gira en torno
al anuncio del reino de Dios; todo su obrar guarda relación directa con

7௖
El cómputo de las parábolas evangélicas oscila según los autores; Vittorio Fusco, a quien
seguimos para esta estadística, propone como «una lista mínima, aceptada comúnmente
como la base mejor para identificar el material parabólico de los evangelios», una enumera-
ción de 35 parábolas. De ellas 4 serían comunes a los tres sinópticos, 8 comunes a Mateo y
Lucas, 1 común a Marcos y Lucas, y 22 exclusivas de un solo evangelio (Mt 9, Mc 1, Lc 12):
Vittorio Fusco, «Parábola/Parábolas», en: Rossano – Ravasi – Girlanda, Nuevo diccionario
de teología bíblica, 1407-1408. De esta enumeración está ausente la parábola de la higuera
(Mt 24,32-33 par.), que el autor incluía en una monografía anterior: Vittorio Fusco, Oltre la
parabola. Introduzione alle parabole di Gesù (Roma: Borla, 1983) 193; indicio de la fluc-
tuación a la hora de considerar técnicamente «parábola» un mƗšƗl de Jesús. Notemos final-
mente que la reciente obra coordinada por Ruben Zimmermann, verdaderamente enciclopé-
dica (1603 páginas y 45 colaboradores), comenta 67 parábolas sinópticas (Q: 24; Mc: 13;
Mt: 13; Lc: 17): Ruben Zimmermann (ed.), Compendio delle parabole di Gesù (Brescia:
Queriniana, 2011). En este mismo volumen Christian Münch habla de 51 parábolas en Mateo
(ibid., 625).
8௖
En Proverbios LXX el hebreo mƗšƗl se traduce dos veces con ʌĮȡȠȚȝ઀Į (Pr 1,1; 26,7).
9௖
Cf. Joseph Ratzinger/Benedicto XVI, Jesús de Nazaret I. Desde el Bautismo a la Trans-
figuración (Madrid: La esfera de los libros, 2007) 283-335: «Las grandes imágenes del
Evangelio de Juan».
10௖
Zimmermann, Compendio delle parabole, 1095-1325. Ver especialmente la introduc-
ción (1095-1110), donde Zimmermann critica la visión corriente sobre esta cuestión en Juan
(«Il disprezzo del Vangelo di Giovanni nella ricerca sulle parabole»: 1096-1097) y aboga
decididamente por hablar también de parábolas en este evangelio.
EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 23

esta realidad. La llamada de sus discípulos, sus acciones poderosas (cura-


ciones, milagros de diversa índole), su predicación y enseñanza, incluso
sus controversias con los dirigentes del pueblo: todo ello encuentra su uni-
dad de fondo en el reino de Dios, que Jesús proclama como una realidad ya
muy cercana.

a. El reino de Dios en los sinópticos


Jesús comienza su ministerio público anunciando la cercanía definitiva
del «reino de Dios» o (sólo en Mateo) del «reino de los cielos» (Mt 4,17;
Mc 1,15; Lc 4,43; 6,20). Este aspecto suscita un consenso general: el reino,
tanto tiempo esperado y que por fin está a las puertas, es el contenido del
Evangelio de Jesús, su «buena noticia»௖11. Mateo habla 49 veces de este
reino௖12; en Marcos aparece 15 veces௖13, y 39 en Lucas௖14.
Nos hallamos pues ante un tema medular en los Evangelios sinópticos,
que los recorre de principio a fin௖15. Por ejemplo, en Mateo reviste impor-
tancia capital; así se desprende de la locución «Evangelio del reino», ex-
clusiva de este evangelio௖16 y que presenta el reino de los cielos como el
contenido de la Buena Nueva. El reino está presente en la predicación
inaugural del Bautista (Mt 3,2) y de Jesús (4,17); enmarca las Bienaventu-
ranzas a modo de inclusión (5,3.10); ocupa un puesto fundamental en la
Enseñanza de la Montaña (5,20; 6,10.33; 7,21); es el objeto de la procla-
mación de los discípulos en el discurso misional (10,7); aparece en el dis-
curso «eclesial» (18,1.3.4.23) y el escatológico (24,14; 25,1). La consuma-

11௖
James D.G. Dunn, Jesús recordado (El cristianismo en sus comienzos 1; Estella [Na-
varra]: Verbo Divino, 2009) 445-449. Cf. Joachim Jeremias, Teología del Nuevo Testamento
I. La predicación de Jesús (BEB 2; Salamanca: Sígueme, 72001) 46-50; Meier, Un judío
marginal II/1, 293-296.
12௖
De ellas 32 veces «el reino de los cielos»; 4 «el reino de Dios» (acerca de Mt 6,33 ver
más adelante, nota 23); 3 veces referido de una forma u otra a Dios («tu Reino», «el reino de
mi Padre», «el reino de su Padre» [de los justos]); 3 veces referido al Reino de Jesús o del
Hijo del Hombre; y 6 veces, simplemente, «el Reino». Sobre la peculiaridad de Mateo ver la
completa presentación de Pennington, Heaven and Earth, 279-330: «Matthew’s “Kingdom
of Heaven”».
13௖
14 veces «el reino de Dios», una sola vez «el Reino»
14௖
32 «el reino de Dios» (de ellas 3 veces en relación con el verbo «evangelizar»: Lc 4,43;
8,1; 16,16); otras 2 veces en relación con Dios («tu Reino», «su Reino»); 3 veces, el reino de
Jesús (1,33; 22,30; 23,42); 2 veces, en fin, simplemente «el Reino» (12,32; 22,29).
15௖
A diferencia de los sinópticos, en Juan el reino de Dios aparece sólo dos veces (Jn 3,3.5);
además, en su diálogo con Pilato Jesús habla de «su Reino» (Jn 18,36). Con gran probabili-
dad hemos de ver en el término «vida (eterna)» el equivalente joánico del «reino de Dios».
16௖
3 veces: Mt 4,23; 9,35; 24,14 (aquí, «este evangelio del Reino»).
24 EL LOGOS DEL REINO

ción de la historia, en fin, es descrita como la entrada definitiva en él


(25,34)௖17.
Sin embargo, ya lo hemos visto, los evangelios nunca definen este
reino: dan por supuesto que el lector entiende su contenido. Para interpre-
tarlo hay una doble clave: por una parte la expresión cobra toda su hondu-
ra a la luz del Antiguo Testamento (diacronía)௖18; y por otra, recibe su
significado del contexto amplio de cada evangelio (sincronía). Pero de
forma singular, las parábolas juegan un papel decisivo en el proceso
de comprensión.

b. Las parábolas y su relación con el reino de Dios


Como hemos indicado, el anuncio del reino cataliza el ministerio pú-
blico de Jesús y representa su elemento principal; todas sus obras y pala-
bras se refieren por tanto a esta realidad que irrumpe con su persona. Sus
milagros están al servicio de esta revelación: «Pero si por el Espíritu
de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el reino de
Dios» (Mt 12,28; cf. Lc 11,20). Y su enseñanza manifiesta sus dimensio-
nes y exigencias, tal como revela la predicación inicial de Jesús. Esto
significa que, a priori, las parábolas de Jesús están todas ellas relaciona-
das con ese reino que en Jesús se hace presente: el contexto evangélico
hace de ello una necesidad. Implícitamente, toda parábola de Jesús nos
habla del reino௖19.
Pero además una lectura atenta de los sinópticos nos hace comprender la
singular importancia del reino de Dios / de los cielos en la enseñanza para-
bólica de Jesús, ya que en todos ellos hallamos parábolas explícitamente
referidas a esta misteriosa realidad. Y entre los tres sobresale el evangelio
de Mateo: ningún otro contiene tantas «parábolas del reino» explícitas co-
mo el primero; no sólo en el discurso parabólico (Mateo 13), sino también
a lo largo de la narración. A continuación presentamos más detalladamente
estos datos; pero notemos desde ahora su relevancia: sólo en estos pasajes
se detiene Jesús a hablar sobre el reino௖20.

17௖
Un desarrollo más amplio: Salvatore Alberto Panimolle, «Reino de Dios», en: Rossano –
Ravasi – Girlanda, Nuevo diccionario de teología bíblica, 1629-1634.
18௖
Cf. Meier, Un judío marginal II/1, 300-312: «El reino de Dios en el AT»; Pennington,
Heaven and Earth, 253-278: «The Kingdom of God in the Old Testament and Second Tem-
ple Literature».
19௖
Cf. Dodd, Parábolas, 47.
20௖
«Como discurso sobre el reino de los cielos, su esencia y su forma [sein Was und Wie],
las parábolas ocupan en buena medida una posición única. Sólo la expresión sobre la cerca-
EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 25

2. LAS «PARÁBOLAS DEL REINO» EN MATEO


La comparación sinóptica manifiesta la relevancia de estas secciones en
el primer evangelio (b); ello nos conduce a descubrir la singularidad de
Mateo (c). Pero antes hemos de presentar sumariamente el «reino de los
cielos» en Mateo (a).

a. «El reino de los cielos»


El reino es un tema central, lo hemos ya indicado, en los tres sinópticos;
pero en el primero de ellos presenta una relevancia singular. «Nadie apare-
ce más interesado en este tema que Mateo. Se puede considerar con razón
al primer evangelista como el autor del NT que pone el reino de los cielos
como uno de los fundamentos de su sistema teológico. Mateo considera
realmente el reino como el objeto principal de la predicación de Jesús; in-
cluso parece tenerlo por el fin principal de su misión»௖21. Esta peculiaridad
se manifiesta ya en la terminología; como hemos notado, ਲ ȕĮıȚȜİ઀Į IJ૵Ȟ
Ƞ੝ȡĮȞ૵Ȟ es una expresión exclusiva de Mateo, no sólo en el conjunto de
los evangelios sino en todo el Nuevo Testamento. Tres son las cuestiones
que plantea:
a) Significado: la explicación más frecuente ha sido durante décadas la que
ve en esta expresión un circunloquio reverencial. El judío Mateo, en su
deseo de evitar pronunciar el nombre de Dios, lo habría sustituido siste-
máticamente por «los cielos»௖22. Pero se puede entonces objetar: ¿por qué
habla entonces el evangelista en cuatro ocasiones del «reino de Dios»?௖23
Recientemente se ha criticado acertadamente esta explicación௖24, viendo
más bien en la peculiaridad de Mateo una influencia del libro de Daniel
(especialmente los cc. 2–7)௖25; la expresión no sería sin más equivalente

nía del Reino se le puede comparar (3,2; 4,17; 10,7; 12,28). Por lo demás, fuera de las pará-
bolas sólo implícitamente o en passant se evidencia qué ideas se asocian en Mateo con el
concepto basileía tôn ouranôn»: Christian Münch, Die Gleichnisse Jesu im Matthäusevan-
gelium: Eine Studie zu ihrer Form und Funktion (WMANT 104; Neukirchen-Vluyn: Neu-
kirchener, 2004) 148.
21௖
Panimolle, «Reino de Dios», 1629.
22௖
«El término “cielos” se empleaba corrientemente entre los judíos como una perífrasis
reverencial del nombre divino»: Dodd, Parábolas, 49. La explicación se remonta a Gustaf
Dalman, Die Worte Jesu (Leipzig: Hinrichs, 1898).
23௖
Mt 12,28; 19,24; 21,31.43. Muchos manuscritos presentan también esta expresión en
Mt 6,33, si bien los más antiguos (ஹ, B y otros) nos permiten suponer que originalmente se
hablaba simplemente del «reino» (scil. «del Padre»; cf. 6,32).
24௖
Pennington, Heaven and Earth, 35-37: «Metonymy not Circumlocution».
25௖
Ibid., 285-293.
26 EL LOGOS DEL REINO

al «reinado de Dios», sino que «los cielos» es una metonimia que impli-
ca una cierta connotación espacial௖26.
b) Reino de los cielos y reino de Dios: algunos autores han postulado un
significado diferente para ambas expresiones en el primer evangelio௖27;
otros lo consideran un reflejo de fuentes que Mateo no habría modifica-
do editorialmente௖28. Estos intentos se han revelado en conjunto insufi-
cientes: el primero, por el caso de Mt 19,23-24 (evidente sinonimia entre
ambos sintagmas); el segundo, porque ese supuesto descuido del evan-
gelista, generalmente tan cuidadoso en su tarea de composición literaria,
no resulta convincente௖29. Por el contrario, las diversas formas de referir-
se al reino en Mateo (reino de los cielos, reino, reino del Padre, reino del
Hijo del Hombre) aparecen más bien como variantes que, con matices
propios, designan una misma realidad௖30.
c) Origen: existe también una disputa académica acerca de la presencia de
esta expresión en la predicación histórica de Jesús. Para unos autores,
«reino de los cielos» sería la expresión empleada uniformemente por
Jesús. Pero en este caso ¿cómo explicar que no aparezca en el resto del
NT? Otros creen que Jesús la usó alternándola con «reino de Dios»: cada
autor neotestamentario habría usado después una u otra. Por último, hay
quienes piensan que Jesús habló del reino de Dios, y consideran la otra
fórmula una originalidad de Mateo௖31. Las dos últimas propuestas son en
nuestra opinión las más verosímiles, sin que veamos argumentos defini-
tivos a favor de una u otra.

b. Parábolas del reino: comparación sinóptica


La siguiente tabla presenta los paralelos en Marcos y en Lucas de las
parábolas del reino del evangelio de Mateo:

26௖
Ibid., 293-299. «This understanding necessarily entails a spatial notion of the kingdom,
contrary to the common Dalman-influenced view of ȕĮıȚȜİȓĮ which insists that only “rule”
or “reign” are intended by the word»: ibid. 298.
27௖
Willoughby C. Allen, Gospel according to St. Matthew (ICC; Edinburgh: T&T Clark,
3
1912) lxviii; William Foxwell Albright - Christopher S. Mann, Matthew (AB 26; Garden
City, NY: Doubleday, 1971) lxxxi-cv; Kretzer, Die Herrschaft der Himmel, 167-172; Mar-
garet Pamment, «The Kingdom of Heaven According to the First Gospel»: NTS 27 (1981).
28௖
Ver Pennington, Heaven and Earth, 306 y nota 86.
29௖
Ibid., 308-309.
30௖
«Each of the many kingdom expressions in Matthew… denote God’s kingdom, having been
inaugurated and yet to come eschatologically; but the forms of the expressions have different
connotations; they perform slightly different functions literarily and theologically»: ibid., 309-310.
31௖
Ver ibid., 300-303.
EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 27

Mateo Marcos Lucas


Cizaña 13,24-30 [4,26-29] Reino —
Grano de mostaza 13,31-32 4,30-32 Reino 13,18-19 Reino
Levadura 13,33 — 13,20-21 Reino
Tesoro 13,44 — —
Perla 13,45-46 — —
Red 13,47-50 — —
Siervo inmisericorde 18,21-35 — —
Obreros de la viña 19,30–20,16 — —
Bodas 22,1-14 — [gran cena]
14,15-24
Diez vírgenes 25,1-13 — —

Siete de estas parábolas aparecen también en el Evangelio de Tomás copto,


a saber: la cizaña (EvTom 57), el grano de mostaza (EvTom 20), la levadura
(EvTom 96), el tesoro (EvTom 109), la perla (EvTom 76), la red (EvTom 8) y la
gran cena (EvTom 64). De ellas, cinco son en el EvTom «parábolas del reino»:
los logia 20 («el reino de los cielos»); 57, 76 y 96 («el reino del Padre»); 109
(«el reino»)௖32. Este dato sugiere que en lo referente a las parábolas de Mateo 13
el autor de esta colección de dichos bebe del evangelio de Mateo, mientras que
su «parábola de la cena» depende de Lucas௖33.
Algunas observaciones a la vista de este cuadro:
a) Sólo una parábola del reino (grano de mostaza) es común a los tres si-
nópticos; notemos sin embargo que mientras Mateo y Marcos la refieren
en el «discurso en parábolas», poco después de la parábola del sembra-
dor (Mt 13,3-9.18-23), en Lucas (Lc 13,18-19) aparece muy separada de
ella (Lc 8,4-8.11-15).

32௖
Cf. Joachim Jeremias, Las parábolas de Jesús (EstB 16; Estella: Verbo Divino, 132003)
26. Este apócrifo gnóstico contiene otras tres «parábolas del reino»: la mujer con la jarra
de harina (97), el asesino (98) y la oveja perdida (107). Las diversas formas de referirse al
Reino son sinónimas: Ramón Trevijano Etcheverría, Estudios sobre el Evangelio de Tomás
(FPat.E 2; Madrid: Ciudad Nueva, 1997) 355. Sobre las parábolas en EvTom cf. Zimmer-
mann, Compendio delle parabole, 1329-1452: «Parabole contenute nel Vangelo di Tom-
maso».
33௖
El carácter secundario del Evangelio de Tomás respecto de los sinópticos ha sido
recientemente sostenido por Simon J. Gathercole, The Composition of the Gospel of Tho-
mas. Original Language and Influences (SNTSMS 151; Cambridge: Cambridge Univer-
sity Press, 2012).
28 EL LOGOS DEL REINO

b) Con Lucas hay otras dos parábolas en común: la de la levadura y la de


las bodas. Pero esta última (que no habla en Lucas propiamente de bodas
sino de una «gran cena») no es en el 3er evangelio una parábola del reino,
aunque también aparece en relación con él௖34. Desde el punto de vista
diacrónico la fórmula introductiva revela la actividad redaccional de
Mateo, confirmando así su preferencia por esta categoría.
c) La parábola de la cizaña tiene en Marcos un paralelo imperfecto (pará-
bola de la semilla que crece por sí sola: Mc 4,26-29) con llamativos
elementos en común pero diferente, y que es también presentada como
parábola del reino (si bien con una introducción no formular)௖35.
d) La gran mayoría de las parábolas del reino en Mateo (7 sobre 10) ca-
recen de paralelo sinóptico; y de las comunes con otro u otros evange-
lios, sólo dos (grano de mostaza y levadura) son siempre «parábolas
del reino».
De todo ello se desprende la especial relevancia de esta categoría de
parábolas en el primer evangelio.

c. La singularidad de Mateo
Concretando: en los tres sinópticos hallamos alguna(s) parábola(s)
introducidas por expresiones con un denominador común: el «reino»
(ȕĮıȚȜİ઀Į) es «semejante» (੖ȝȠȚȠȢ / ੒ȝȠȚંȦ) a algo. Pero el interés par-
ticular que suscitan las «parábolas del reino» en Mateo se debe a dos
factores:
a) Hay un rasgo formal que lo diferencia de Marcos y Lucas. Como hemos
indicado, Mateo presenta una fórmula de introducción sustancialmente
semejante a los otros dos sinópticos. Sin embargo en Marcos y en Lucas
las parábolas del reino se introducen con una pregunta retórica: tanto la
parábola del grano de mostaza («¿Cómo asemejaremos el reino de Dios
o con qué parábola lo expondremos?»: Mc 4,30; «¿A qué es semejante
el reino de Dios? ¿A qué lo asemejaré?»: Lc 13,18) como la de la leva-
dura («¿A qué asemejaré el reino de Dios?»: Lc 13,20)௖36. Mateo por el
contrario introduce siempre estas parábolas mediante una proposición

34௖
Lc 14,15: «Oyéndolo uno de los comensales le dijo esto: “Dichoso el que coma el pan
en el reino de Dios».
35௖
Comienza: «Así es el reino de Dios: como un hombre…» (Ƞ੢IJȦȢ ਥıIJ੿Ȟ ਲ ȕĮıȚȜİ઀Į IJȠ૨
șİȠ૨ ੪Ȣ ਙȞșȡȦʌȠȢ…): Mc 4,26.
36௖
Sólo en Mc 4,26 encontramos una introducción afirmativa (ver nota 35); pero técnica-
mente no es una introducción formular, pues falta ੖ȝȠȚȠȢ / ੒ȝȠȚંȦ.
EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 29

afirmativa («el reino de los cielos es semejante a…»); una introducción


que tiene además carácter formular௖37.
b) Otro rasgo característico de las parábolas del reino en Mateo es su
frecuencia௖38. En el segundo evangelio sólo dos veces leemos que el
reino de Dios es semejante a algo (un hombre que sembró una semilla:
Mc 4,26-29; un grano de mostaza: 4,30-31); en Lucas son también
solo dos las (breves) parábolas que pertenecen a esta categoría (el gra-
no de mostaza y la levadura: Lc 13,18-19.20-21): una parte muy redu-
cida de su amplio contenido parabólico௖39. Por el contrario, en Mateo
diez parábolas responden a esta presentación௖40; forman así un grupo
compacto que destaca frente a las parábolas que carecen de esta fórmu-
la introductiva௖41.
El Evangelio de Tomás contiene ocho parábolas con este rasgo formal௖42;
algo explicable dada la importancia que atribuye al reino: una realidad
única, más valiosa que todo lo demás y que el hombre puede poseer sin
saberlo, pero que ha de saber descubrir a tiempo puesto que su conoci-
miento (gnosis) transforma toda la existencia௖43.

37௖
Cf. Janice Capel Anderson, Matthew’s Narrative Web. Over, and Over, and Over Again
(JSNTSS 91; Sheffield: Sheffield Academic Press, 1994) 233. Dentro del completo dossier
de repeticiones verbales que presenta esta autora («Extended Verbal Repetition»: 226-240),
destaca la repetición (10 veces) de este sintagma, medianamente extenso (5-6 palabras).
38௖
Cf. Dodd, Parábolas, 46.
39௖
Ya hemos indicado cómo Vittorio Fusco habla, en un cómputo que podemos considerar
minimalista, de 25 parábolas en Lucas: Fusco, «Parábola/Parábolas», 1407-1408.
40௖
Cf. Jeremias, Parábolas, 115; Wolfgang Trilling, Das Wahre Israel. Studien zur Theo-
logie des Matthäus-Evangeliums (SANT 10; München: Kösel-Verlag, 31964) 144; Kretzer,
Die Herrschaft der Himmel, 289 y n. 83.
41௖
Las más destacadas: parábola del sembrador (Mt 13,3-9); de la oveja perdida (18,12-14);
de los dos hijos (21,28-32); de los viñadores homicidas (21,33-46); de los dos siervos, fiel e
infiel (24,45-51); de los talentos (25,14-30). En ocasiones es difícil la frontera entre una
mera comparación y una parábola; así, Vittorio Fusco distingue en Mateo 21 parábolas,
añadiendo a las ya mencionadas (y, naturalmente, a las diez parábolas del reino): los dos li-
tigantes (5,25-26); los niños en la plaza (11,16-19); el hombre fuerte (12,24-26); el invitado
sin traje nupcial (que considera separada de la parábola del banquete: 22,11-14); y el ladrón
nocturno (24,43-44): Fusco, «Parábola/Parábolas», 1407-1408. Pero a éstas hay que sumar
también, al menos: la casa sobre roca y sobre arena (7,24-27); el conjunto de tres dichos que
componen la respuesta de Jesús a los discípulos de Juan (9,15-17); el espíritu impuro
(12,43-45); el escriba (13,52); la higuera (24,32-35). Yendo a otro extremo, John Drury
distingue 56 parábolas en el primer evangelio: John Drury, The Parables in the Gospels:
History and Allegory (New York: Crossroads, 1985) 70-72.
42௖
Ver más arriba, p. 27.
43௖
Trevijano Etcheverría, Tomás, 360. Cf. ibid. 354-370: «La polémica sobre el Reino».
30 EL LOGOS DEL REINO

c) Sin embargo, y como ya notara Dodd, el primer evangelista no ha pro-


cedido indiscriminadamente al anteponer la fórmula, ya que la mayor
parte de las parábolas de su evangelio no tienen tal introducción௖44.
Notemos que algunas parábolas del primer evangelio, que contienen
referencias expresas al reino, habrían admitido una introducción seme-
jante. Esto se puede apreciar en una parábola de la llamada «triple
tradición», la de los viñadores homicidas, en cuya conclusión afirma
Jesús: «Por esto os digo que se os quitará el reino de Dios y se le dará
a una nación que produzca sus frutos» (21,43); pero también en otra
parábola exclusiva de Mateo, la de los dos hijos, que desemboca en la
conocida aserción de Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y
las prostitutas os preceden hacia el reino de Dios» (21,31)௖45. Sin em-
bargo, las parábolas del reino son diez, ni más, ni menos. Mateo ha
establecido un «decálogo de parábolas», relacionadas por tanto entre
sí y que permiten adentrarse orgánicamente en el conocimiento del
reino de los cielos௖46.
A continuación nos detenemos en los dos elementos que sustentan esta
afirmación; más adelante examinaremos la articulación entre ellas y con el
resto de las parábolas del evangelio.

3. LAS CARACTERÍSTICAS DE MATEO


Ya hemos indicado los aspectos de las parábolas del reino en Mateo que
atraen nuestra atención: la fórmula introductiva y su elevado número. Vol-
vamos sobre ello.

a. La fórmula de introducción
La siguiente tabla nos permite apreciar la semejanza entre las fórmulas
introductivas de estas diez parábolas:

Dodd, Parábolas, 46.


44௖

Cf. Kretzer, Die Herrschaft der Himmel, 289 n. 83.


45௖

46௖
Algunos autores han reconocido la importancia de la fórmula de introducción como
indicio de unidad literaria (cf. ibid., 127 y n. 142); pero sólo referida a las parábolas de Ma-
teo 13.
EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 31

Mt 13,24 Se asemejó el reino de los cielos a un hombre…


‫ސ‬ȝȠȚެșȘ ‫ ݘ‬ȕĮıȚȜİަĮ IJࠛȞ Ƞ‫ރ‬ȡĮȞࠛȞ ਕȞșȡઆʌ૳…
Mt 13,31 Semejante es el reino de los cielos a un grano de mostaza…
‫ݸ‬ȝȠަĮ ‫݋‬ıIJ‫ޥ‬Ȟ ‫ ݘ‬ȕĮıȚȜİަĮ IJࠛȞ Ƞ‫ރ‬ȡĮȞࠛȞ țંțț૳ ıȚȞ੺ʌİȦȢ…
Mt 13,33 Semejante es el reino de los cielos a la levadura…
‫ݸ‬ȝȠަĮ ‫݋‬ıIJ‫ޥ‬Ȟ ‫ ݘ‬ȕĮıȚȜİަĮ IJࠛȞ Ƞ‫ރ‬ȡĮȞࠛȞ ȗ઄ȝૉ…
Mt 13,44 Semejante es el reino de los cielos a un tesoro…
‫ݸ‬ȝȠަĮ ‫݋‬ıIJ‫ޥ‬Ȟ ‫ ݘ‬ȕĮıȚȜİަĮ IJࠛȞ Ƞ‫ރ‬ȡĮȞࠛȞ șȘıĮȣȡ૶…
Mt 13,45 De nuevo semejante es el reino de los cielos a un hombre
comerciante…
ʌ੺ȜȚȞ ‫ݸ‬ȝȠަĮ ‫݋‬ıIJ‫ޥ‬Ȟ ‫ ݘ‬ȕĮıȚȜİަĮ IJࠛȞ Ƞ‫ރ‬ȡĮȞࠛȞ ਕȞșȡઆʌ૳ ਥȝʌંȡ૳…
Mt 13,47 De nuevo semejante es el reino de los cielos a una red…
ʌ੺ȜȚȞ ‫ݸ‬ȝȠަĮ ‫݋‬ıIJ‫ޥ‬Ȟ ‫ ݘ‬ȕĮıȚȜİަĮ IJࠛȞ Ƞ‫ރ‬ȡĮȞࠛȞ ıĮȖ੾Ȟૉ…
Mt 18,23 Por esto se asemejó el reino de los cielos a un hombre rey…
įȚ੹ IJȠ૨IJȠ ‫ސ‬ȝȠȚެșȘ ‫ ݘ‬ȕĮıȚȜİަĮ IJࠛȞ Ƞ‫ރ‬ȡĮȞࠛȞ ਕȞșȡઆʌ૳ ȕĮıȚȜİ૙…
Mt 20,1 Pues semejante es el reino de los cielos a un hombre propietario…
‫ݸ‬ȝȠަĮ Ȗ੺ȡ ‫݋‬ıIJȚȞ ‫ ݘ‬ȕĮıȚȜİަĮ IJࠛȞ Ƞ‫ރ‬ȡĮȞࠛȞ ਕȞșȡઆʌ૳ ȠੁțȠįİıʌંIJૉ…
Mt 22,2 Se asemejó el reino de los cielos a un hombre rey…
‫ސ‬ȝȠȚެșȘ ‫ ݘ‬ȕĮıȚȜİަĮ IJࠛȞ Ƞ‫ރ‬ȡĮȞࠛȞ ਕȞșȡઆʌ૳ ȕĮıȚȜİ૙…
Mt 25,1 Entonces se asemejará el reino de los cielos a diez vírgenes…
IJંIJİ ‫ݸ‬ȝȠȚȦș‫ޤ‬ıİIJĮȚ ‫ ݘ‬ȕĮıȚȜİަĮ IJࠛȞ Ƞ‫ރ‬ȡĮȞࠛȞ į੼țĮ ʌĮȡș੼ȞȠȚȢ…

Como vemos, no hay uniformidad total: en cuatro casos aparece el ver-


bo ੒ȝȠȚંȦ (aoristo: 13,24; 18,23; 22,2௖47; futuro: 25,1), y en seis el adje-
tivo ੖ȝȠȚȠȢ con el verbo İੁȝ઀ (13,31.33.44.45.47; 20,1); en todos ellos el
término de la comparación se expresa en dativo. Si bien el segundo mode-
lo descrito predomina en el discurso parabólico (Mateo 13), también se
halla fuera de él (20,1); lo inverso apreciamos respecto de ੒ȝȠȚંȦ, que in-
troduce la primera parábola de la serie. Por el contrario, las diez veces apa-
rece entero el sintagma «el reino de los cielos», nunca «el reino de Dios» o
simplemente «el reino»௖48. Notemos que esta expresión tan característica de
Mateo hace su última aparición en Mt 25,1: la última parábola del reino

47௖
En estos casos se trata de un aoristo atemporal, con valor de presente y equivalente por
tanto a ੒ȝȠ઀Į ਥıIJ઀Ȟ: Max Zerwick, Analysis philologica Novi Testamenti Graeci (Romae:
PIB, 41984) 33 (a 13,24).
48௖
Lo cual sería posible, a la vista de la estadística reseñada más arriba (nota 12).
32 EL LOGOS DEL REINO

contiene la mención final del «reino de los cielos» en el evangelio. De mo-


do que los diez pasajes evidencian una misma fórmula con dos variantes
fundamentales (verbo / adjetivo + İੁȝ઀); ambas aparecen en Mt 11,16 yux-
tapuestas y con significado semejante௖49. Notemos también que en la última
parábola (Mt 25,1) el verbo aparece en futuro; volveremos sobre este punto.
La fórmula introductiva tiene una importancia que excede lo meramente
formal o literario. No sólo relaciona estas parábolas entre sí, sino que las liga
indisolublemente a la persona y la obra de Jesús, cuya expresión es precisa-
mente «el reino de los cielos». Es por ello un dato hermenéutico de primer
orden௖50. Todas estas parábolas están referidas al reinado de Dios que Jesús
viene a mediar definitivamente; son por lo tanto de naturaleza teológica en
su misma esencia, de modo que su verdadero significado —la referencia al
obrar del Padre por medio de su Hijo— no es un «valor añadido» sino su
punto de partida y su razón de ser. La fórmula nos indica, en fin, que en ellas
se expresa de forma eminente la naturaleza del reino proclamado por Jesús௖51.

b. Diez parábolas del reino


Es conocida la importancia en Mateo de los esquemas numéricos. Entre
ellos destaca el número tres: importantes secciones del evangelio se articu-
lan en forma de terna, o en esquemas triádicos, de manera que esta clave
numérica juega un papel importante en la estructuración de la obra௖52. Pero
también el diez tiene su función.
El número diez es en la Escritura una cifra redonda௖53. Los diez manda-
mientos que el Señor pronunciara en el Sinaí (el Decálogo: Ex 20,1-17 ||

49௖
Mt 11,16: ȉ઀ȞȚ į੻ ੒ȝȠȚઆıȦ IJ੽Ȟ ȖİȞİ੹Ȟ IJĮ઄IJȘȞ; ੒ȝȠ઀Į ਥıIJ੿Ȟ ʌĮȚį઀ȠȚȢ țĮșȘȝ੼ȞȠȚȢ […].
Cf. Lc 13,18: ਯȜİȖİȞ Ƞ੣Ȟǜ IJ઀ȞȚ ੒ȝȠ઀Į ਥıIJ੿Ȟ ਲ ȕĮıȚȜİ઀Į IJȠ૨ șİȠ૨ țĮ੿ IJ઀ȞȚ ੒ȝȠȚઆıȦ Į੝IJ੾Ȟ;
50௖
Ver más adelante, p. 50.
51௖
«[Las fórmulas de introducción] atestiguan la conciencia de que las parábolas eran una
forma privilegiada [eine herausragende Form] del anuncio del reino de los cielos. No se les
puede confrontar ningún otro texto del evangelio de Mateo en el que Jesús hable del reino
de los cielos de una forma siquiera cercanamente comparable»: Christian Münch, «Form und
Referenz von Gleichnissen in den synoptischen Evangelien», en: R. Zimmermann (ed.),
Hermeneutik der Gleichnissen Jesu. Methodische Neuansätze zum Verstehen urchristlicher
Parabeltexte (WUNT 231; Tübingen: Mohr Siebeck, 2008) 446-447.
52௖
Como han puesto de relieve William David Davies – Dale C. Allison, The Gospel ac-
cording to Saint Matthew I (ICC; Edinburgh: T&T Clark, 1988); ver las pp. 86-87. Un
ejemplo muy claro: el sermón de la montaña (ibid. 64).
53௖
Cf. Friedrich Hauck, «į੼țĮ»: TWNT II, 36; Herbert Haag, Diccionario de la Biblia
(Edición castellana preparada por el P. Serafín de Ausejo, O.F.M. CAP.; Barcelona: Herder,
9
1987) col. 474 s.v. «Diez».
EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 33

Dt 5,6-21) son su expresión más conocida y manifiestan la totalidad de la


voluntad divina; ya en el Pentateuco aparecen designados como «las diez
palabras» (LXX Ƞੂ į੼țĮ ȜંȖȠȚ: Ex 34,28; Dt 10,4). Pero esta cifra aparece en
muchos lugares bíblicos௖54; en ellos el número diez expresa a menudo totali-
dad y perfección௖55. Así, quien ofrece el diezmo ofrece simbólicamente todo a
Dios (cf. Gn 28,22)௖56; en sentido contrario, la rebeldía de Israel en el desierto
ha llegado a su máxima expresión al poner a prueba a YHWH en diez ocasio-
nes (Nm 14,22). Diez hombres hubieran salvado a Sodoma de la destrucción
(Gn 18,32). El desposorio entre Boaz y Rut tiene lugar ante diez ancianos de
la ciudad (Rt 4,2); diez cuernos representan la totalidad del poder hostil a
YHWH (Dn 7,20; cf. Ap 13,1). También el judaísmo rabínico conoce este
simbolismo: la Misná nos habla de las diez palabras con que fue creado el
mundo, las diez generaciones desde Adán a Noé, las diez pruebas a que fue
sometido Abraham, las diez plagas de Egipto y los diez prodigios en el mar
Rojo, y las diez tentaciones de Israel a Dios en el desierto; también enumera
los diez prodigios hechos a los israelitas en el Templo y las diez cosas que
fueron creadas en la vigila del sábado௖57. El sumo sacerdote pronunciaba diez
veces el Nombre divino el día de la Expiación௖58; el culto sinagogal oficial, en
fin, requiere una asamblea compuesta al menos por diez hombres௖59. Por lo

54௖
Gn 16,3; 24,10.22.55; 31,41; 32,16; 45,23; Ex 18,21.25; 26,1.16; 27,12; 36,8.21; 38,12;
Lv 26,26; Nm 7,14.20.26.32.38.44.50.56.62.68.74.80.86; 11,32; 14,22; 29,23; Dt 1,15; Jos
22,14; Jc 6,27; 12,11; 17,10; 20,10; Rt 4,2; 1 S 1,8; 17,17-18; 25,5.38; 2 S 15,16; 18,11.15;
20,3; 1 R 5,3; 6,3.23-26; 7,23.27.37-38.43; 11,31.35; 14,3; 2 R 5,5; 13,7; 15,17; 20,9-11;
23,33; 25,25; 2 Cro 4,1-8.14; 13,23; Ne 4,6; 5,18; 11,1; Tb 1,14; 4,20; Est 3,9; 9,10-14; 1 M
3,55; 2 M 5,27; Job 19,3; Sal 91,7; Qo 7,19; Ct 5,10; Si 23,19; 41,4; 47,6; Is 5,10; 38,8; Jr
41,1-2.8; 42,7; Ba 4,28; Ez 40,11.49; 41,2; 42,4; 45,3.5.14; 48,9-10.13.18; Dn 1,12.14.15.20;
7,7.20.24; Am 5,3; 6,9; Ag 2,16; Za 8,3. Cf. Hendrik A. Brongers, «Die Zehnzahl in der
Bibel und in ihrer Umwelt», en: M. A. Bekk (ed.), Studia biblica et semitica (FS Th.Ch.
Vriezen) (Wageningen: Veenman & Zonen, 1966).
55௖
Ibid., 40. Si bien en el mundo semítico el diez queda por detrás del número siete, que
goza de supremacía (44); también en el Nuevo Testamento (42-43).
56௖
Herbert Haag, «Die biblischen Wurzeln des Minjan», en: Otto Betz – Martin Hengel
– Peter Schmidt (ed.), Abraham unser Vater. Juden und Christen im Gespräch über die Bibel
(AGSU 5; Leiden - Köln: Brill, 1963) 240.
57௖
Abot 5,1-6: Carlos del Valle (ed.), La Misná (BEB 98; Salamanca: Sígueme, 21997)
851-852. Cf. James A. Patrick, «Matthew’s Pesher Gospel Structured Around Ten Messianic
Citations of Isaiah»: JTS 61 (2010) 57. A continuación, el mismo tratado de la Misná desa-
rrolla otras claves numéricas (siete, cuatro: Abot 5,7-15), pero de orden sapiencial, y no re-
feridas a la historia de Israel.
58௖
Bruce C. Birch, «Number», en: The International Standard Bible Encyclopedia III
(Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1986) 560.
59௖
Haag, «Minjan». El origen de esta norma está en la lectura rabínica de Nm 14,27, según
la cual «esta comunidad perversa» está formada por diez varones, a saber, los doce explora-
34 EL LOGOS DEL REINO

demás, es frecuente en la Escritura que el diez se articule en «cinco más


cinco»௖60; este dato pone de relieve el carácter antropológico de este símbolo
numérico, cuyo referente natural son los dedos de las manos௖61.
Esta cifra numérica aparece igualmente en el Nuevo Testamento; aunque
su importancia es menor que la de otras cifras (como el tres y el siete), el
«diez» está también presente௖62. Es digno de especial mención el evangelio
de Lucas, con las diez dracmas (Lc 15,8), los diez leprosos (17,12) y las
diez minas (19,13); también Pablo, que en la carta a los Romanos cita diez
poderosas criaturas que, pese a su poder, no podrán separar al cristiano del
amor de Dios manifestado en Cristo (Rm 8,38-39), y en 1 Corintios enume-
ra diez vicios que excluyen del reino de Dios (1 Co 6,9-10)௖63. Destaca tam-
bién el Apocalipsis, que nos habla de los diez días de tribulación que el
Resucitado le predice a la iglesia de Esmirna (Ap 2,10), y nos describe los
diez cuernos del dragón (12,3) y de la bestia (13,1; 17,3.7.12.16), coronados
con diez diademas (12,3; 13,1), y que representan a diez reyes (17,12)௖64.
También en el primer evangelio se detecta la relevancia de esta cifra
numérica; recordemos a propósito dos parábolas del capítulo 25: las diez
vírgenes (cinco necias y cinco prudentes: Mt 25,1-2)௖65; y los talentos, donde
el siervo que recibió cinco tiene al final diez (25,21.28)௖66. En Mateo 8–9,

dores de la tierra de Canaán (uno de cada tribu) de cuya rebeldía se han desmarcado Josué y
Caleb: ibid., 239. Cf. Johann Jacob Buxtorf, Lexicon chaldaicum, talmudicum et rabbinicum
(Lipsiae: Impensis Mauritii Schaeferi, 1875) 621 s.v. minjƗn: «Est certe numerus denarius
admodum sacer Hebraeis, unde puerum non circumcidunt, nulla connubia stabiliunt, libellus
repudii non datur et solenniores quasdam preces ad Deum non fundunt, nisi decem personae
affuerint». Ya en Qumrán eran necesarios al menos diez participantes para los eventos reli-
giosos comunitarios: Haag, «Minjan», 237 n. 4.
60௖
Ver 1 R 6,24; 7,39; 2 Cro 4,6-8.
61௖
«La primera tabla matemática de la humanidad»: Manfred Lurker, Diccionario de imá-
genes y símbolos de la Biblia (Córdoba: El Almendro, 1994) 88 s.v «Diez». Sobre el «cinco»
en la Biblia ver también Birch, «Number», 559.
62௖
Brongers, «Zehnzahl», 36-37. Acerca de la supremacía del siete en el NT ver ibid., 42-43.
63௖
Hauck, «į੼țĮ», 36. Por su parte el Evangelio de Tomás contiene diez bienaventuranzas
(logia 7, 18, 19, 49, 54, 58, 68, 69[2] y 103: Trevijano Etcheverría, Tomás, 363.
64௖
Cf. Birch, «Number», 560.
65௖
Cf. Armand Puig i Tàrrech, La parabole des dix vierges (Mt 25,1-13) (AnBib 102;
Rome - Barcelona: Biblical Institute Press - Facultat de Teologia [SSP], 1983) 143-144.
66௖
Gerhard Kittel habla también del cinco en las parábolas evangélicas como «número
redondo», que no habría que tomar por tanto como indicación numérica sino como un moti-
vo estilístico: Gerhard Kittel, Rabbinica: Paulus im Talmud. Die «Macht» auf dem Haupte.
Runde Zahlen (ARGU 1.3; Leipzig: 1920) 42.
EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 35

descripción de las obras del Mesías, hallamos una serie de diez milagros௖67.
Notemos también la presencia de «cien» (10 x 10) como cifra redonda: la
plenitud del fruto de la espiga (Mt 13,8.23), las ovejas de un rebaño (18,12)
y una deuda abultada (100 denarios: 18,28)௖68.
Otro rasgo exclusivo de Mateo atestigua su querencia por la decena: las
citas de cumplimiento, diez referencias explícitas a la Escritura —originales
del primer evangelista— que jalonan la narración evangélica௖69. La fórmula
introductoria, con ligeras variantes, es constante en sus elementos principa-
les: cumplimiento (verbo ʌȜȘȡંȦ) de lo «dicho» (IJઁ ૧Șș੼Ȟ) por medio de
(įȚ੺) uno o todos los profetas (ʌȡȠij੾IJȘȢ). Esta forma de citar la Escritura
tiene paralelos en los otros evangelios; pero Mateo la amplía y sistematiza
hasta configurar un «decálogo» de referencias bíblicas. Esto no significa
que el evangelista agote el recurso a la Escritura en esas diez citas; al con-
trario, el fenómeno es mucho más amplio y recorre el evangelio de princi-
pio a fin௖70. Además, su frecuencia en la narración varía: ocho de las diez
referencias aparecen en los trece primeros capítulos, y sólo dos en los quin-
ce restantes௖71. También hay notables diferencias de extensión: algunas cons-
tan sólo de unas pocas palabras௖72, otras son mas amplias௖73. Pero todo ello no

67௖
Curación de un leproso (8,1-4); del criado del centurión (8,5-13); de la suegra de Pedro
(8,14-15); tempestad calmada (8,23-27); exorcismo de los endemoniados gadarenos (8,28-34);
curación de un paralítico (9,1-8); de la hija de un jefe (9,18-19.23-26); de la hemorroísa
(9,20-22); de dos ciegos (9,27-31); exorcismo de un endemoniado mudo (9,32-34). Cf. Hauck,
«įȑțĮ», 36; Gerhard Lohfink, El sermón de la montaña ¿para quién? (Barcelona: Herder,
1989) 23. Aunque están articulados en esquema ternario, de modo que las narraciones son
nueve (tres grupos de tres: William David Davies – Dale C. Allison, The Gospel according
to Saint Matthew II [ICC; Edinburgh: T&T Clark, 1991] 1), forman un conjunto de diez
acciones poderosas de Jesús.
68௖
En esta misma parábola, el siervo «inmimsericorde» debía diez mil talentos, 100 x 100.
69௖
Mt 1,23 (ĸ Is 7,14); 2,15 (ĸ Os 11,1); 2,18 (ĸ Jr 31 [LXX 38] ,15); 2,23 (ĸ varia);
4,15-16 (ĸ Is 8,23-9,1); 8,17 (ĸ Is 53,4); 12,18-21 (ĸ Is 42,1-4); 13,35 (ĸ Sal 78 [77],
2); 21,5 (ĸ Is 62,11; Za 9,9); 27,9 (ĸ Za 11,13). Cf. Jean Miler, Les citations d’accomplis-
sement dans l’Évangile de Matthieu. Quand Dieu se rend présent en toute humanité (AnBib
140; Roma: Pontificio Istituto Biblico, 1999).
70௖
Cf. Robert Horton Gundry, The Use of the Old Testament in St. Matthew’s Gospel. With
Special Reference to the Messianic Hope (NTS 18; Leiden: Brill, 1967); Maarten J.J. Menken,
Matthew’s Bible. The Old Testament Text of the Evangelist (BETL 173; Leuven - Paris - Dud-
ley, MA: Leuven University Press · Peeters, 2004); Filippo Belli, et al., Vetus in Novo. El
recurso a la Escritura en el Nuevo Testamento (Ensayos 290; Madrid: Encuentro, 2006)
185-186.
71௖
Son particularmente frecuentes en el evangelio de la infancia (Mateo 1–2), donde apa-
recen cuatro citas.
72௖
Por ejemplo Mt 2,15; 2,23; 8,17.
73௖
Destaca en particular Mt 12,18-21.
36 EL LOGOS DEL REINO

oscurece la coherencia de las diez citas, algunas de las cuales tienen una
extraordinaria importancia narrativa y teológica௖74; en su conjunto subrayan
la conformidad de la historia de Jesús con la Escritura de Israel y represen-
tan así un elemento muy relevante aportado por el evangelista para la inter-
pretación del entero evangelio.
Algo semejante sucede con las parábolas del reino. Su distribución es
irregular en el evangelio: inexistentes en los doce primeros capítulos, estas
parábolas se concentran particularmente en Mateo 13, y a partir del capí-
tulo 18 aparecen (aproximadamente) cada dos capítulos, hasta el último
discurso de Jesús (Mateo 25). Como igualmente sucede con las citas de
cumplimiento respecto del recurso a la Escritura, tampoco estas parábolas
pueden arrogarse de forma excluyente la explicación del reino de los cie-
los: ya hemos indicado cómo la entera predicación de Jesús gira en torno a
este tema y, por tanto, las parábolas en su conjunto guardan relación con
él௖75. Pero saliendo al paso de la pregunta que puede plantearse el lector
ante esta realidad omnipresente pero inexplicada: «¿En qué consiste el rei-
no de los cielos?», Mateo ha querido explicitarlo de forma narrativa me-
diante esta selección de diez parábolas; en ellas, como ya expusiera Wol-
fgang Trilling, se profundiza en el concepto del reino௖76. «Mateo reflexiona
sobre el ser y las características de la basileia, sobre la persona y la misión
del dueño de la casa (20,1), del rey (22,1), del sembrador (13,24), que
pueden recibir rasgos divinos (18,35). Pero él representa también median-
te la idea de la basileia comportamientos claramente terrenos, por ejemplo
en la imagen de la cizaña (13,24-30), de las bodas (22,2-13) o de la viña
(20,1-16)»௖77. El interés de Mateo no es puramente formal, sino de conteni-
do: para conocer el reino es necesario prestar especial oído a estas diez
parábolas௖78.
Por lo demás, el fenómeno de una serie numérico-simbólica de elementos
significativos distribuida a lo largo de la narración no es extraña a los escri-

Dos ejemplos representativos, ambos referidos al libro de Isaías: el oráculo del Emma-
74௖

nuel (Mt 1,23) y el primer canto del Siervo del Señor (Mt 12,18-21).
75௖
«La introducción referida al reino de los cielos [Himmelreicheinleitung] es, así en-
tendida, una señal positiva, pero no excluyente. Esto significa que no todas las parábolas
tienen por qué tratar del reino de los cielos, pero muy bien puede haber parábolas que en
realidad hablan del reino de los cielos aunque carezcan de la introducción correspondien-
te (cf. por ejemplo 13,3; 21,33; 24,45; 25,14)»: Münch, Die Gleichnisse Jesu, 150. «The
Kingdom of God is the ultimate referent of all the parables of Jesus»: Perrin, Language of
the Kingdom, 55.
76௖
Trilling, Das Wahre Israel, 145.
77௖
Kretzer, Die Herrschaft der Himmel, 289.
78௖
Cf. ibid., 289.
EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 37

tos neotestamentarios. De singular relevancia es al respecto el corpus joáni-


co. En el cuarto evangelio hallamos siete signos (Jn 2; 4; 5; 6[2]; 9; 11) y
también siete «palabras de revelación» («Yo soy») diseminadas por el rela-
to௖79. Por su parte, el Apocalipsis contiene siete bienaventuranzas que recorren
la entera narración, y catorce «ayes» (gr. Ƞ੝Į઀) distribuidos en otros siete
versículos௖80.

4. ARTICULACIÓN DE LAS PARÁBOLAS DEL REINO: UNA APROXIMACIÓN


Hemos hablado de un «decálogo» de parábolas, lo que supone una arti-
culación más o menos sistemática entre ellas; esta articulación se manifies-
ta en las semejanzas y también en las diferencias. A continuación presenta-
mos sus elementos principales. Seis de estas parábolas forman parte de un
único discurso de Jesús, llamado precisamente «discurso parabólico» (Ma-
teo 13); de las cuatro restantes, dos pertenecen a partes discursivas del
evangelio (siervo: discurso eclesial; vírgenes: discurso escatológico) y otras
dos (obreros, bodas) a secciones narrativas. Notemos con todo un hecho:
Mateo tiende a agrupar las parábolas, de modo que en su evangelio halla-
mos tres grandes grupos (13,1-52: siete parábolas; 21,28–22,14: tres;
24,42–25,30: cuatro)௖81. Pues bien, en las tres grandes secciones parabólicas
encontramos parábolas del reino: no sólo en el «discurso parabólico» sino
también en las otras dos secciones (predicación de Jesús en el templo de
Jerusalén: 22,1-14; discurso escatológico: 25,1-13). La presencia de esta
categoría de parábolas, con todo, no se limita a estos lugares (recordemos
18,21-35 y 19,30–20,16).
En un primer momento abordamos la peculiaridad del capítulo 13, que
contiene la mayoría de estas secciones; a continuación presentamos los ele-
mentos que acomunan y diferencian las diez parábolas.

79௖
«Yo soy el pan de la vida» (6,35.48.51); «Yo soy la luz del mundo» (8,12); «Yo soy
la puerta» (10,7.9); «Yo soy el buen Pastor» (10,11.14); «Yo soy la resurrección y la vida»
(11,25); «Yo soy el camino y la verdad y la vida» (14,6); «Yo soy la vid verdadera» (15,1).
Cf. Domingo Muñoz León, «Evangelio según san Juan», en: Armando J. Levoratti (ed.),
Comentario Bíblico Latinoamericano II (Nuevo Testamento; Estella: Verbo Divino, 2003)
593.
80௖
Bienaventuranzas: Ap 1,3; 14,13; 16,15; 19,9; 20,6; 22,7.14. «Ayes»: Ap 8,13[3];
9,12[2]; 11,14[2]; 12,12; 18,10[2]; 18,16[2]; 18,19[2]. Cf. Francesco Piazolla, Le sette bea-
titudini dell’Apocalisse. Studio esegetico e teologico-biblico (Assisi: Cittadella, 2010).
81௖
Cf. Münch, Die Gleichnisse Jesu, 72; 219-226. Los tres grandes grupos están interre-
lacionados, formando así una visión de conjunto: ibid. 226.
38 EL LOGOS DEL REINO

a. Las parábolas del reino en Mateo 13


En Mateo 13 encontramos dos grupos formados cada uno por tres pará-
bolas del reino, y separados entre sí por una cita de cumplimiento (vv.
34-35) y por la explicación de la parábola de la cizaña (vv. 36-43). Las seis
parábolas forman un conjunto articulado:
a) El primer grupo (cizaña, grano de mostaza, levadura) aparece caracteri-
zado por la introducción «Otra parábola les propuso [dijo]» (ਙȜȜȘȞ
ʌĮȡĮȕȠȜ੽Ȟ ʌĮȡ੼șȘțİȞ [ਥȜ੺ȜȘıİȞ] Į੝IJȠ૙Ȣ: vv. 24.31.33). Mientras que
las tres parábolas del segundo grupo (tesoro, perla, red) comienzan:
«[También] Es semejante el reino de los cielos» ([ʌ੺ȜȚȞ] ੒ȝȠ઀Į ਥıIJ੿Ȟ ਲ
ȕĮıȚȜİ઀Į IJȠ૨ Ƞ੝ȡĮȞȠ૨: vv. 44.45.47).
En ambas series encontramos, en orden inverso, una parábola más larga
y acompañada de explicación (A) junto a dos más breves, sin explica-
ción y particularmente ligadas entre sí (B/B). Podemos expresar esta
disposición quiástica como sigue:
A B/B B’/B’ A’
cizaña grano de mostaza/ tesoro/perla red
levadura

b) En la primera tríada, las dos primeras son «parábolas de siembra» (ciza-


ña, grano de mostaza), en continuidad con la parábola del sembrador que
precede; la segunda de ellas, que evoca ya otro campo semántico (culi-
nario), aparece así en estrecha relación con la de la levadura: ambas nos
hablan de una realidad pequeña con un efecto desproporcionado.
c) En la segunda tríada, las dos primeras parábolas (el tesoro y la perla)
están relacionadas por su extensión, su tema (hallazgo de algo valioso)
y su conclusión: vender «todo lo que tiene» para comprarlo. Pero se
asemejan a las dos anteriores por su brevedad y por su referencia a una
realidad pequeña pero de gran potencialidad.
d) De las seis parábolas, la primera (cizaña) y la última (red) guardan espe-
cial ligazón. Ambas explican de manera exhaustiva de sus elementos.
Pero además coincide su tema: el juicio final separará a justos y malva-
dos, que hasta ese momento perviven mezclados. La perspectiva es di-
versa, ya que la parábola de la cizaña centra su atención en el tiempo de
crecimiento que precede a esa discriminación definitiva, mientras que la
de la red está focalizada en el momento de la separación. Con todo, es
llamativa la semejanza entre ambas parábolas, que se manifiesta:
i. En el vocabulario de las explicaciones:
EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 39

Cizaña Red
v. 38: «los hijos del Maligno» v. 49: «los malvados»
(Ƞੂ ȣȚȠ੿ IJȠ૨ ʌȠȞȘȡȠ૨) (IJȠઃȢ ʌȠȞȘȡȠ઄Ȣ)
v. 39: «los ángeles» (Ƞੂ ਙȖȖİȜȠȚ) v. 49: «los ángeles» (Ƞੂ ਙȖȖİȜȠȚ)
v. 43: «los justos» (Ƞੂ į઀țĮȚȠȚ) v. 49: «… de los justos»
(IJ૵Ȟ įȚțĮ઀ȦȞ)

ii. Y, sobre todo, en la repetición literal de dos importantes sentencias:


• «Así será en la consumación del tiempo» (Ƞ੢IJȦȢ ਩ıIJĮȚ ਥȞ IJૌ
ıȣȞIJİȜİ઀઺ IJȠ૨ Įੁ૵ȞȠȢ): vv. 40 y 49.
• «Y los arrojaran al horno del fuego: allí será el llanto y el rechinar
de los dientes» (țĮ੿ ȕĮȜȠ૨ıȚȞ Į੝IJȠઃȢ İੁȢ IJ੽Ȟ ț੺ȝȚȞȠȞ IJȠ૨ ʌȣȡંȢǜ
ਥțİ૙ ਩ıIJĮȚ ੒ țȜĮȣșȝઁȢ țĮ੿ ੒ ȕȡȣȖȝઁȢ IJ૵Ȟ ੑįંȞIJȦȞ): vv. 42 y 50.
Todo lo cual no hace sino corroborar la profunda relación literaria de
estas dos parábolas, tal como sugería su disposición quiástica.

b. Elementos comunes
Las diez parábolas del reino en Mateo presentan diversos elementos en
común que, unidos al principal (la fórmula introductoria, constante dentro
de sus variantes), confirman la relación existente entre ellas.
a) En la mayor parte de las parábolas el objeto de la comparación es una
persona («un hombre»: 13,24.45; 18,23; 20,1; 22,2; «diez vírgenes»:
25,1), y en cuatro de ellas, todas en el capítulo 13, realidades inanimadas
(«grano de mostaza», v. 31; «levadura», v. 33; «tesoro», v. 44; «red»,
v. 47). Pero en casi todas estas parábolas las comparaciones versan sobre
una actividad humana௖82.
b) En la totalidad de estas parábolas se desarrolla una acción, por breve
que sea. Esta acción es siempre el verdadero objeto de la parábola,
expresada mediante un participio (en el discurso parabólico)௖83 o una
oración de relativo (fuera de Mateo 13)௖84. Sin embargo las parábolas
más extensas contienen un encadenamiento de acciones sucesivas;

82௖
Excepción hecha de la parábola del grano de mostaza, en cuyo proceso no interviene
humano alguno.
83௖
13,24: ਕȞșȡઆʌ૳ ıʌİަȡĮȞIJȚ… 13,21: țંțț૳… ੔Ȟ ȜĮȕޫȞ ਙȞșȡȦʌȠȢ… 13,33: ȗ઄ȝૉ… ਴Ȟ
ȜĮȕȠࠎıĮ ȖȣȞ੾… 13,44: șȘıĮȣȡ૶… ੔Ȟ İ‫ބ‬ȡޫȞ ਙȞșȡȦʌȠȢ… 13,47: ıĮȖ੾Ȟૉ ȕȜȘșİަı߯…
84௖
18,23: ਕȞșȡઆʌ૳… ‫ݺ‬Ȣ ‫݋‬ș‫ޢ‬ȜȘıİȞ… 20,1: ਕȞșȡઆʌ૳… ‫ݼ‬ıIJȚȢ ‫݋‬ȟ߱ȜșİȞ… 22,1: ਕȞșȡઆʌ૳…
‫ݼ‬ıIJȚȢ ‫݋‬ʌȠަȘıİȞ… 25,1: į੼țĮ ʌĮȡș੼ȞȠȚȢ… Į‫ݬ‬IJȚȞİȢ… ‫݋‬ȟ߱ȜșȠȞ…
40 EL LOGOS DEL REINO

ello está en relación con su orientación escatológica (que veremos


más adelante).
c) El protagonista principal de la acción es siempre humano: en siete casos
un varón (ਙȞșȡȦʌȠȢ: 13,24.31.44.45; 18,23; 20,1; 22,2), y en dos casos
una o varias mujeres (ȖȣȞ੾: 13,33; į੼țĮ ʌĮȡș੼ȞȠȚ: 25,1). Incluso cuando
el sujeto es inanimado (la red: 13,47), su sujeto real son los pescadores
que la arrojan, la recogen y separan unos peces de otros. Son por tanto
acciones con clara apariencia de realidad, alejadas de toda fabulación
o mito௖85.
d) Es recurrente el esquema «rey/señor – siervos»௖86. ǻȠ૨ȜȠȢ aparece en
13,27.28; 18,23-33 (5x, + 4x ı઄ȞįȠȣȜȠȢ); 22,3-10 (5x); en Mt 20,1-8
«obrero» (ਥȡȖ੺IJȘȢ)௖87. Dos de estas parábolas (siervo y bodas: Mt 18 y
22) tienen como sujeto a «un hombre rey» (ਙȞșȡȦʌȠȢ ȕĮıȚȜİ઄Ȣ), por lo
que guardan cierta relación mutua. En otros dos casos (cizaña y obreros:
Mt 13,27 y 20,1) el sujeto es un «propietario» (ȠੁțȠįİıʌંIJȘȢ)௖88.

c. Elementos diferenciadores
Pero los rasgos en común no oscurecen las diferencias, que son también
importantes y significativas:
a) Extensión: algunas parábolas son breves o muy breves: grano de mosta-
za y perla (2 versículos), levadura y tesoro (1 v.). Las de la cizaña (6 vv.)
y la red (4 vv.) tienen una amplitud intermedia. Por el contrario, las
cuatro parábolas que no pertenecen al capítulo 13 son notablemente más
largas: las del siervo inmisericorde, de las bodas y de las diez vírgenes
constan de 13 versículos cada una; la de los obreros de la viña ocupa
15 versículos௖89.

85௖
Cf. John R. Donahue, «Las parábolas de Jesús», en: R.E. Brown – J.A. Fitzmyer – R.E.
Murphy (ed.), Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo 2. Nuevo Testamento y artículos
temáticos (Estella: Verbo Divino, 2004) 1152.
86௖
Un esquema que se generalizará en las parábolas rabínicas, hasta el punto de que en la
mayoría de ellas el protagonista es un rey que simboliza a Dios. Cf. David Stern, Parables
in Midrash. Narrative and Exegesis in Rabbinic Literature (Cambridge – London: Harvard
University Press, 1991) 19-21.
87௖
También hallamos įȠ૨ȜȠȢ en Mt 21,34-36; 24,45-51 (4x, + 1x ı઄ȞįȠȣȜȠȢ); 25,14-30 (6x).
88௖
Como también en Mt 13,52; 21,33; y 24,43
89௖
Notemos sin embargo que la parábola de la cizaña, más breve que éstas últimas, apa-
rece acompañada de una prolija explicación (8 vv.) que duplica su extensión.
EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 41

b) Forma: cinco parábolas tienen forma dialogal (cizaña, siervo, obreros,


bodas, vírgenes) y otras cinco carecen de ella (todas en Mateo 13: grano
de mostaza, levadura, tesoro, perla, red).
c) Interpretación: las cuatro parábolas breves (grano de mostaza, levadu-
ra, tesoro, perla) carecen de explicación; algo que sí tienen las otras
seis௖90:
i. La primera y última parábolas del reino que hallamos en el capítulo
13 van acompañadas de una explicación tan amplia como la parábola
misma (separada de ella en el caso de la cizaña, unida en el caso de
la red). En ambas explicaciones aparece la expresión ıȣȞIJ੼ȜİȚĮ IJȠ૨
Įੁ૵ȞȠȢ (13,39-40; 13,49).
ii. Las cuatro últimas parábolas del reino, todas ellas fuera de Mateo 13,
acaban con una breve explicación aplicativa (18,35 [Ƞ੢IJȦȢ]; 20,16
[Ƞ੢IJȦȢ]; 22,14 [Ȗ੺ȡ]; 25,13 [Ƞ੣Ȟ]).

d. En conclusión
Nos hallamos frente a una serie de parábolas vinculadas por su género
literario y por su fórmula de introducción, que presentan entre sí notables
parecidos pero también diversidad. Tanto la semejanza como la diferencia
son significativas: estas parábolas, unidas por un hilo conductor común,
van aportando los elementos que permiten al lector asumir progresiva-
mente la riqueza semántica del reino de los cielos, de la predicación de
Jesús Mesías.

5. LAS PARÁBOLAS DEL REINO EN LA NARRACIÓN EVANGÉLICA


Hasta el capítulo 13 sólo hallamos dos enseñanzas de Jesús que presen-
ten alguna marca formal del género parabólico: la casa fundada sobre roca
y sobre arena (Mt 7,24-27) y el juicio de Jesús a su generación (11,16-19)௖91.
Aunque en estos pasajes no aparece el término ʌĮȡĮȕȠȜ੾, tenemos sendas
comparaciones que se valen del verbo «asemejar» (੒ȝȠȚંȦ; en el segundo
caso, también el adjetivo «semejante», ੖ȝȠȚȠȢ). Ninguno de estos dos pasa-
jes puede sin embargo acogerse a la denominación «parábola del reino»;
como sabemos, ésta se halla por vez primera en Mateo 13.

90௖
Algo que caracterizará a las parábolas rabínicas; en casi todas ellas hallamos, junto al
mashal en sentido propio, su aplicación (nimshal): Stern, Parables in Midrash, 8.
91௖
Sobre las parábolas del primer evangelio ver más arriba, nota 41.
42 EL LOGOS DEL REINO

a. Distribución de las parábolas del reino en el relato


El siguiente cuadro nos orienta acerca de la distribución y frecuencia de
las diez parábolas del reino en el conjunto del evangelio௖92:
I. Mt 1,1–4,16 II. Mt 4,17–16,20 III. Mt 16,21–28,20
1234 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28

•••••• • • • •

Hasta el capítulo 12 no hallamos ninguna perícopa que responda a estas


características. Seis de ellas se concentran sin embargo en el capítulo de las
parábolas (13); y a partir de entonces aparecen, con cierta regularidad, has-
ta la conclusión de la predicación de Jesús (25). Ya hemos notado que estas
últimas parábolas, más extensas, pertenecen tanto a secciones discursivas
(Mateo 18 y 25) como narrativas (Mateo 20 y 22).

b. Las parábolas del reino y el evangelio: una primera aproximación


Esta disposición responde a la lógica de la narración evangélica. Cuando
Jesús comienza a enseñar en parábolas a las multitudes ya han tenido lugar
la gran enseñanza inaugural (Mateo 5–7) y los primeros milagros (8–9); al
final de esta sección se consignan las primeras tomas de posición frente a
Jesús, ya de aceptación, ya de rechazo (9,33-34). Después se ha producido
la elección de los Doce y las instrucciones para que anuncien el reino a Is-
rael (Mateo 10); en este discurso misional la persecución, someramente
aludida en la Enseñanza de la Montaña (Mt 5,10-12.44), está muy presen-
te௖93. El capítulo 11 supone un interludio௖94; centrado en la figura de Juan,
Jesús subraya la grandeza del Bautista, sólo superada por quienes entran a
formar parte del reino de los cielos (11,11); y constata cómo quienes no se

92௖
Acerca de esta estructura tripartita de Mateo ver Jack Dean Kingsbury, Matthew:
Structure, Christology, Kingdom (Philadelphia, PA: Fortress, 1975) 7-25; Donald Verseput,
The Rejection of the Humble Messianic King. A Study of the Composition of Mt 11-12
(EHS.T 291; Frankfurt a.M.: Peter Lang, 1986) 21; Alexander Sand, Das Evangelium nach
Matthäus (RNT; Regensburg: Pustet, 1986) 36; Joachim Gnilka, Das Matthäusevangelium
I (HTKNT 1/1; Freiburg – Basel – Wien: Herder, 1986) 523-524; David R. Bauer, The
Structure of Matthew’s Gospel. A Study in Literary Design (JSNTSS 31; Sheffield: JSOT
Press, 1988) 40-45.
93௖
Mt 10,17-19.21-23.28.
94௖
Acerca de Mt 11,2-30 como ‘interfatio’ de la narración evangélica cf. Augustine Mu-
lloor, Jesus’ Prayer of Praise. A Study of Mt 11,25-30 and Its Communicative Function in the
First Gospel (New Delhi: Intercultural Publications, 1996) 243-283.
EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 43

convirtieron por la predicación de Juan, tampoco se han abierto a la de Je-


sús௖95. En este contexto pronuncia una palabra clave: «Pero desde los días de
Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia, y unos
violentos tratan de arrebatarlo» (11,12); Jesús habla aquí de la agresión que
sufre el reino por quienes lo combaten௖96. El reino mediado por Jesús ya no
es sólo por tanto la realidad luminosa y atrayente esbozada en las Bienaven-
turanzas, sino un signo de contradicción discutido y cuestionado; «la pre-
gunta de Juan el Bautista en Mt 11,3: “¿Eres tú el que tenía que venir, o
hemos de esperar a otro?”, es sintomática de la incomodidad que se insinúa
en la mente de muchos que querían ver un cambio repentino y radical de la
situación»௖97. Todo esto le lleva a pronunciar un doble juicio, negativo hacia
las ciudades que no lo han acogido pese a sus milagros (11,20-24), y posi-
tivo hacia los «pequeños» que sí se han abierto a la revelación del Padre
(11,25-27). Una llamada al discipulado, dirigida a los «cansados y agobia-
dos», cierra el capítulo con una promesa de descanso (11,28-30)௖98.
Comienza entonces la controversia de Jesús con los dirigentes del pue-
blo (Mateo 12). Desde los primeros diálogos polémicos con él, decretan su
muerte (12,14); y lo acusan abiertamente de expulsar demonios con el po-
der de Beelzebul, príncipe de los demonios (12,24). Las autoridades religio-
sas del pueblo se han cerrado a Jesús; sin embargo él, que afirma actuar «en
el Espíritu de Dios», declara: «Ha llegado a vosotros el reino de Dios»
(12,28). A partir de este momento se abre una perspectiva inquietante que
desembocará, trágicamente, en la pasión. Es entonces, una vez que Jesús ha
sembrado la palabra del reino y ésta ha empezado a causar efecto (tanto
positivo como negativo), cuando Mateo presenta el discurso parabólico de
Jesús௖99; el episodio que precede (12,46-50) sirve de preparación௖100. Ante la
noticia de que su madre y sus hermanos lo buscan, Jesús declara cuál es su

95௖
Este es el contenido fundamental de la parábola de Mt 11,16-19.
96௖
Schlosser, Règne de Dieu, 525. «ǺȚ੺ȗİIJĮȚ is passive; the reference in the saying to
John the Baptist, combined with this evidence, strongly suggests that it is his sufferings which
constitute the breach, and that Herod Antipas is therefore the principal ȕȚĮıIJ੾Ȣ»: Peter Sco-
tt Cameron, Violence and the Kingdom. The Interpretation of Matthew 11:12 (ANTJ 5;
Frankfurt a.M.: Peter Lang, 21988) 158.
97௖
Jean-Louis Ska, Cosas nuevas y viejas (Mt 13,52). Páginas escogidas del evangelio de
Mateo (MB.H 6; Estella: Verbo Divino, 2006) 146.
98௖
Cf. Luis Sánchez Navarro, «Venid a mí» (Mt 11,28-30). El discipulado, fundamento
de la ética en Mateo (SThM 4; Madrid: Ediciones San Dámaso, 2004).
99௖
Jürgen Roloff observa que este discurso está entretejido en el hilo de la narración de
Mateo aún más estrechamente que los demás discursos de este evangelio: Jürgen Roloff -
Helmut Kreller - Rainer Oechslen, Jesu Gleichnisse im Matthäusevangelium: Ein Kommen-
tar zu Mt 13,1–52 (BThSt 73; Neukirchen-Vluyn: Neukirchener, 2005) 1.
100௖
Ibid., 2.
44 EL LOGOS DEL REINO

verdadera familia: «El que hace la voluntad de mi Padre que está en los
cielos, este es mi hermano y hermana y madre» (12,50)௖101. El misterio de la
voluntad del Padre se irá desvelando a través de las parábolas, que indican
el camino para cumplirla௖102 y a su vez invitan al lector a decidirse frente a
ella; de modo que llegan en el momento requerido por la narración. En
buena medida vuelven sobre aspectos del reino ya expuestos con anteriori-
dad; pero no se limitan a repetir, sino que amplían el horizonte௖103.
El discurso funciona por lo tanto en el relato evangélico como una pausa
de reflexión, que sirve para mostrar el sentido y el alcance del desarrollo
dramático anterior y abre al lector la posibilidad de concretar su propia
posición௖104; «no se trata de la primera presentación del mensaje evangélico,
sino de una segunda etapa en la que Jesús justifica su predicación y su
“estrategia”»௖105. Aquí hallamos las primeras parábolas del reino: en ellas,
mientras Jesús va poco a poco desgranando la naturaleza de esta misteriosa
realidad, las multitudes, y muy especialmente los discípulos, son invitados
a adherir a la «palabra del reino» proclamada por el Maestro.
A partir de entonces esta categoría de parábolas irá jalonando el minis-
terio público de Jesús, hasta el umbral mismo de su pasión; todos esos mo-
mentos contribuyen a promover e iluminar la acogida del reino que Jesús
proclama. En el «discurso eclesial» (Mateo 18) Jesús presenta el perdón
fraterno como un requisito imprescindible para participar del reino; la pará-
bola de los obreros de la viña (Mateo 20) enseña cómo para ello no se pue-

101௖
Mateo y Marcos coinciden en presentar el episodio inmediatamente antes del discur-
so parabólico; Lucas carece de un discurso semejante, pero sitúa esta escena poco después
(Lc 8,19-21) de la parábola del sembrador (Lc 8,4-15).
102௖
La declaración principal de Jesús en este episodio, que en Mt y Mc habla de «hacer la
voluntad» de Dios (Mt 12,50 || Mc 3,35), en Lc tiene una forma ligeramente distinta: «Madre
mía y hermanos míos son estos: los que escuchan y ponen por obra [hacen] la palabra
de Dios» (Lc 8,21). Lucas retoma por tanto la terminología de su explicación de la parábola
del sembrador («escuchar la palabra», IJઁȞ ȜંȖȠȞ ĮțȠ઄İȚȞ; cf. Lc 8,15), lo cual explicita la
relación de fondo entre ambas enseñanzas de Jesús. «Escuchar la palabra», expresión que en
Marcos aparece sólo en su versión de la parábola del sembrador (cf. también Mc 4,33), es un
tema muy querido a Lucas (Lc 5,1; 10,39), que incluso le dedica una bienaventuranza (Lc
11,28).
103௖
Esto se consigue mediante la redundancia, la «expansión de los símbolos» y el lengua-
je performativo: Warren Carter – John Paul Heil, Matthew’s Parables. Audience-Oriented
Perspectives (CBQMS 30; Washington, DC: The Catholic Biblical Association of America,
1998) 58-63. «As familiar as that reality may be, interaction with the parable narratives affords
the audience the opportunity to re-encounter the reign, to have its expectations and experien-
ces shaped anew, and its commitment strenghtened»: 62.
104௖
Roloff – Kreller – Oechslen, Jesu Gleichnisse, 2-3.
105௖
Ska, Cosas nuevas y viejas, 146.
EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 45

den invocar derechos adquiridos. En Mateo 22 la parábola de las bodas re-


vela la apertura universal del reino y la necesidad de disponerse
adecuadamente para acceder a él; ya en el discurso escatológico, en fin, la
parábola de las diez vírgenes (Mateo 25) manifiesta la necesidad de la vigi-
lancia prudente para no descuidarse en el seguimiento de Jesús y poder así
entrar a gozar del banquete del reino.

6. CONCLUSIÓN Y TAREA
Ha quedado mostrado, si bien en modo aún incipiente, el reto que supo-
ne para el intérprete del primer evangelio este conjunto de diez parábolas.
En las páginas que siguen vamos a estudiarlas en sí mismas y en relación
con su contexto evangélico. Nuestro análisis no se ceñirá exclusivamente a
las parábolas del reino: necesariamente acudiremos a las demás parábolas
del evangelio, así como a otras enseñanzas de Jesús en géneros literarios
diversos. Sin embargo, este «decálogo» establecido por el evangelista será
el armazón de nuestro estudio (partes II y III).
Estará precedido por dos capítulos (parte I): un «prólogo hermenéutico»
en el que abordamos los pasajes de Mateo dedicados a la interpretación de
las parábolas; y una «obertura» constituida por un acercamiento a la pará-
bola del sembrador, que introduce este grupo definido de parábolas y es
clave para su interpretación. Por otra parte, una síntesis teológica acerca del
reino de los cielos según las parábolas homónimas (parte IV) centrará los
últimos capítulos. Esperamos con todo ello mostrar la «lógica» de este reino
proclamado por Jesús; un reino que pese a su radical novedad es accesible
a los hombres, ya que «es semejante a…»

También podría gustarte