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Teorías de la personalidad

Introducción a la teoría de Adler

Aunque Alfred Adler tuvo una gran influencia en teóricos posteriores como Harry Stack Sullivan, Karen Horney, Julian
Rotter, Abraham H. Maslow, Carl Rogers, Albert Ellis, Rollo May y otros (Mosak y Maniacci, 1999), su nombre es menos
conocido que el de Freud o Carl Jung. Cabe citar al menos tres motivos que explican este hecho: en primer lugar, Adler
no creó una organización con una dirección sólida para perpetuar sus teorías; en segundo lugar, no tenía un especial
talento para escribir y la mayoría de sus libros fueron compilados por una serie de redactores a partir de conferencias
dispersas; en tercer lugar, muchas de sus ideas se incluyeron en las obras de teóricos posteriores como Maslow, Rogers
y Ellis y, por ello, ya no se asocian con el nombre de Adler. Aunque sus escritos revelaban un amplio conocimiento de las
profundidades y complejidades de la personalidad humana, Adler desarrolló una teoría sencilla. Según Adler, las
personas nacen con cuerpos débiles, inferiores, una condición que provoca sentimientos de inferioridad y dependencia
de los demás.

A continuación ofrecemos una adaptación de la lista que representa la declaración fundamental de la psicología
individual:

1. La única fuerza dinámica que subyace al comportamiento de las personas es la lucha por el éxito o la superioridad.

2. Las percepciones subjetivas de las personas moldean su comportamiento y su personalidad.

3. La personalidad forma una unidad y es coherente consigo misma.

4. El valor de toda actividad humana se debe considerar bajo la perspectiva del interés social.

5. La estructura de la personalidad coherente consigo misma evoluciona hasta convertirse en el estilo de vida de una
persona.

6. El estilo de vida es determinado por la capacidad creativa de las personas.

La lucha por el éxito o la superioridad

El primer principio de la teoría de Adler es: la única fuerza dinámica que subyace al comportamiento de las personas es
la lucha por el éxito o la superioridad. Adler redujo toda la motivación a un único impulso: la lucha por el éxito o la
superioridad. La infancia del propio Adler estuvo marcada por sus deficiencias físicas y la competencia con su hermano
mayor. La psicología individual sostiene que todos los individuos empiezan la vida con estas deficiencias que activan los
sentimientos de inferioridad, sentimientos que motivan a las personas para luchar por la superioridad o por el éxito. Los
individuos con carencias psicológicas luchan por la superioridad personal, mientras que las personas psicológicamente
equilibradas buscan el éxito para toda la humanidad.

El objetivo final

Cada persona tiene capacidad para crear un objetivo ficticio propio, construido a partir de la herencia y la influencia del
entorno. No obstante, el objetivo no está determinado ni por la herencia genética ni por el entorno; es más bien fruto de
la capacidad creativa, la capacidad de las personas para determinar libremente su comportamiento y crear su propia
personalidad. Cuando los niños alcanzan la edad de cuatro o cinco años, su capacidad creativa se ha desarrollado hasta
el punto en que ya pueden establecer su objetivo final.

Si los niños se sienten desatendidos o consentidos, su objetivo permanece en gran medida inconsciente. Adler (1964)
planteó la hipótesis de que los niños compensarán sus sentimientos de inferioridad de un modo confuso que no muestre
una relación aparente con su objetivo ficticio. El objetivo de superioridad de una niña consentida, por ejemplo, podría
consolidar su relación parasitaria con su madre.
La fuerza de lucha como forma de compensación

Las personas luchan por la superioridad o el éxito a modo de compensación por los sentimientos de inferioridad o
debilidad. Adler (1930) pensaba que todos los humanos nacen “dotados” de cuerpos pequeños, débiles e inferiores.
Estas deficiencias físicas exaltan los sentimientos de inferioridad porque las personas, por su naturaleza, poseen una
tendencia innata hacia la perfección y son empujadas continuamente por la necesidad de vencer los sentimientos de
inferioridad e impulsadas por el deseo de plenitud. Las situaciones negativas y positivas existen simultáneamente y no se
pueden separar porque son dos dimensiones de una misma fuerza. La fuerza de lucha en sí misma es innata, pero su
naturaleza y orientación proceden de los sentimientos de inferioridad y del objetivo de superioridad. Sin la tendencia
innata hacia la perfección, los niños nunca se sentirían inferiores, pero sin sentimientos de inferioridad, nunca
establecerían un objetivo de superioridad o éxito. El objetivo, por tanto, se establece como compensación del
sentimiento de deficiencia, pero este no existiría si el niño no poseyera una tendencia básica hacia la perfección.

El éxito es un concepto personal y cada persona formula su propia definición de este. Aunque la capacidad creativa está
influida por las fuerzas de la herencia genética y el entorno, es lo que determina en última instancia la personalidad de
los individuos.

La lucha por la superioridad personal

Algunas personas luchan por su propia superioridad y se preocupan poco o nada por los demás, sus objetivos son
personales y sus esfuerzos están motivados en gran medida por sentimientos de inferioridad extremos, o la presencia de
un complejo de inferioridad. Los asesinos, ladrones y estafadores son ejemplos evidentes de individuos que luchan por
el beneficio personal. Algunas personas crean ingeniosas formas de enmascarar su lucha personal y, de manera
consciente o inconsciente, pueden ocultar su egocentrismo bajo un manto de interés social.

La lucha por el éxito

Las personas que luchan por el beneficio propio contrastan con las personas psicológicamente equilibradas que están
motivadas por el interés social y el beneficio de todo el género humano. Estos individuos persiguen objetivos que van
más allá de sí mismos, son capaces de ayudar a los demás sin exigir o esperar nada a cambio y consideran a los demás no
como rivales, sino como personas con las cuales pueden cooperar para alcanzar fines sociales. No consiguen el éxito a
expensas de los demás, sino que tienen una tendencia natural camino a la perfección.

Percepciones subjetivas

El segundo principio de Adler es: las percepciones subjetivas de las personas determinan su comportamiento y su
personalidad. Las personas luchan por la superioridad o el éxito para compensar sus sentimientos de inferioridad, pero
el modo en que luchan no viene determinado por la realidad, sino por sus percepciones subjetivas de esta, es decir, por
sus ficciones o expectativas de futuro.

Ficcionalismo

Nuestra ficción más importante es el objetivo de superioridad o éxito, un objetivo que establecemos durante los
primeros años de vida y posiblemente no entendamos totalmente.

La importancia que Adler concede a las ficciones es coherente con su visión teleológica de la motivación, que defendió
apasionadamente. La teleología es una explicación del comportamiento en términos de un objetivo final. Contrasta con
la causalidad, que considera que el comportamiento procede de una causa específica. La teleología suele tratar los
objetivos futuros, mientras que la causalidad se ocupa de las experiencias pasadas que influyen de alguna manera en el
presente. La visión de Freud sobre la motivación era fundamentalmente causal: afirmaba que las personas están
impulsadas por hechos del pasado que activan una cierta conducta en el presente. En cambio, Adler adoptó una visión
teleológica, según la cual las personas están motivadas por las percepciones del futuro que tienen en el presente.
Inferioridades físicas

Dado que al principio de sus vidas los individuos son pequeños, débiles e inferiores, desarrollan un sistema de ficciones
o creencias sobre el modo de superar estas carencias físicas y convertirse en individuos grandes, fuertes y superiores.
Pero, incluso después de conseguir mayor tamaño, fuerza y superioridad, pueden seguir actuando como si siguiera
siendo pequeños, débiles e inferiores.

La historia ofrece numerosos ejemplos de personas, como Demóstenes o Beethoven, que superaron un impedimento
físico e hicieron importantes contribuciones a la sociedad. El propio Adler fue un niño débil y enfermizo, y su
enfermedad lo impulsó a vencer la muerte, a hacerse médico y a competir con su hermano mayor y con Sigmund Freud.

Unidad y coherencia de la personalidad

El tercer principio de teoría de Adler es: la personalidad forma una unidad y es coherente consigo misma. Al escoger el
término psicología individual, Adler buscaba enfatizar su convicción de que todas las personas son únicas e indivisibles,
por tanto, la psicología individual insiste en la unidad fundamental de la personalidad y la idea de que no existe la
conducta incoherente. Pensamientos, sentimientos y acciones están al servicio de un objetivo único. Cuando las
personas se comportan de manera irregular o imprevisible, su conducta obliga a los demás a defenderse, a estar alerta
para evitar ser confundidos por una conducta caprichosa.

Dialecto de los órganos

Según Adler (1956), la persona en su totalidad lucha de modo coherente consigo misma por conseguir un único objetivo
y cada uno de sus actos y funciones se pueden entender solo como parte de este objetivo. La alteración de una parte del
cuerpo no se puede considerar de manera aislada, ya que afecta a la totalidad de la persona; de hecho, el órgano con
deficiencias expresa la dirección del objetivo del individuo, lo cual se conoce como dialecto de los órganos. A través de
él, los órganos del cuerpo “hablan un lenguaje que suele ser más expresivo y que revela la opinión del individuo con más
claridad de lo que pueden hacerlo las palabras”.

Consciente e inconsciente

Un segundo ejemplo de personalidad unificada es la armonía entre los actos del consciente y el inconsciente. Adler
(1956) definió el inconsciente como esa parte del objetivo que el individuo no formula claramente ni entiende
completamente. Con esta definición, Adler evitó la dicotomía entre el inconsciente y el consciente, que él consideraba
dos partes del mismo sistema unificado que colaboraban entre sí. Los pensamientos conscientes son aquellos que el
individuo entiende y considera útiles en la lucha por el éxito, mientras que los pensamientos inconscientes son aquellos
que no resultan útiles.

Interés social

El cuarto de los principios de Adler es: el valor de toda actividad humana debe considerarse bajo la perspectiva del
interés social. El interés social de Adler es una traducción algo engañosa del término original alemán,
Gemeinschaftsgefühl. Una traducción más adecuada podría ser “sentido comunitario” o “sentido social”, pero este
término en realidad tiene un significado difícil de expresar en otro idioma, indica un sentido de unidad con toda la
humanidad e implica formar parte de la comunidad social. Un individuo con Gemeinschaftsgefühl no lucha por la
superioridad personal, sino por la perfección para todas las personas, en una comunidad ideal. El interés social se puede
definir como una actitud de identificación con la humanidad en general, así como una empatía con cada uno de los
miembros del género humano. Se manifiesta en forma de cooperación con los demás para la mejora de la sociedad, más
que para el beneficio personal (Adler, 1964).
Orígenes del interés social

El interés social está arraigado de manera potencial en cada uno de nosotros, pero para poder contribuir a un estilo de
vida provechoso debe ser desarrollado previamente. Surge de la relación entre madre e hijo durante los primeros meses
de vida. Cada persona que ha sobrevivido a la infancia lo hizo gracias a una fi gura maternal que poseía un cierto grado
de interés social; por tanto, en todas las personas fue sembrada la semilla del interés social durante esos primeros
meses de vida.

Adler pensaba que la pareja y las responsabilidades que conllevan los hijos es una tarea de dos; sin embargo, cada uno
de los padres puede influir en el interés social del niño de un modo distinto. La función de la madre es crear un vínculo
que fomente el interés social maduro del niño y promueva el sentido de la cooperación. En condiciones ideales, la madre
debería sentir un amor verdadero y profundo por su hijo, un amor centrado en el bienestar de este y no en las
necesidades o deseos propios. Esta relación de amor sana surge del afecto verdadero por el hijo, por su pareja y por
otras personas. Si la madre ha aprendido a dar y recibir amor de los demás, tendrá pocas dificultades para ampliar el
interés social del niño, pero si da preferencia al hijo por encima del padre, podría estar consintiendo al hijo en exceso y,
a la inversa, si da preferencia a su pareja o a la sociedad, el niño se sentirá desatendido y falto de amor. El padre es la
segunda persona importante en el entorno social del niño; debe mostrar una actitud de afecto hacia su pareja y hacia
otras personas. El padre ideal coopera en igualdad de condiciones con la madre en el afecto por el hijo y su trato como
ser humano. Según los criterios de Adler (1956), un padre correcto evita el doble error de la indiferencia afectiva y el
autoritarismo paterno. Aunque estos errores representan dos actitudes, a menudo están presentes en un mismo padre y
ambos impiden el crecimiento y despliegue del interés social del niño.

Importancia del interés social

El interés social es parámetro que utilizaba para medir el grado de salud psicológica y es, por tanto, “el único criterio
para determinar los valores humanos”. Para Adler, el interés social es el único indicador del valor de una persona. Como
barómetro de normalidad, es el parámetro a usar para determinar el valor de la vida. El interés social de las personas es
su grado de madurez psicológica. Las personas inmaduras carecen de interés social, son egocéntricas y luchan por el
poder y la superioridad personal sobre los demás, mientras que los individuos equilibrados tienen un interés verdadero
en los demás y un objetivo de éxito que comprende el bienestar de toda la humanidad. El interés social no es sinónimo
de caridad y generosidad ya que los actos de filantropía y solidaridad pueden estar o no motivados por aquel. Una mujer
rica puede donar grandes sumas de dinero a los pobres y necesitados, no porque se sienta identificada con ellos, sino
todo lo contrario, porque desea mantener la distancia de ellos. La donación implica que la mujer piensa: “tú eres
inferior, yo soy superior, y este acto de generosidad es prueba de mi superioridad”. Adler afirmaba que el valor de estos
actos solo se puede medir con el criterio del interés social.

Estilo de vida

El quinto principio de Adler es: la estructura de una personalidad coherente consigo misma evoluciona hasta convertirse
en el estilo de vida de una persona. Estilo de vida es el término que Adler utilizó para referirse al carácter de la vida de
una persona. Incluye el objetivo de una persona, el concepto que tiene de sí misma, sus sentimientos hacia los demás y
su actitud en relación con el mundo, es el resultado de la interacción entre la herencia genética, el entorno y la
capacidad creativa de una persona. Adler utilizó una analogía musical para explicar el estilo de vida: las notas separadas
de una composición no tienen significado sin la melodía completa, pero la melodía adquiere mayor relevancia cuando
reconocemos el estilo del compositor o su modo de expresión singular. A los cuatro o cinco años de edad ya se ha
perfilado bastante bien el estilo de vida de una persona. Después de esa edad, todos nuestros actos giran en torno a
este estilo de vida unificado. Aunque el objetivo final es único, el estilo de vida no tiene por qué ser limitado o invariable.
Los individuos con carencias psicológicas suelen llevar una vida más bien inflexible marcada por la incapacidad de elegir
nuevos modos de reaccionar a su entorno; en cambio, las personas psicológicamente equilibradas tienen conductas
variadas y flexibles, con estilos de vida diversos, ricos y variables. Las personas sanas encuentran muchos modos de
luchar por el éxito y no dejan de buscar nuevas posibilidades para sí mismos.
Capacidad creativa

El último principio de la teoría de Adler es: el estilo de vida está determinado por la capacidad creativa de las personas.
Según Adler, todas las personas disponen de libertad para crear su propio estilo de vida. En última instancia, todas las
personas son responsables de su forma de ser y su conducta. Su capacidad creativa les permite ejercer control sobre sus
propias vidas y establecer su objetivo final, determina su forma de luchar para conseguir ese objetivo y contribuye al
desarrollo del interés social. En resumen, la capacidad creativa nos hace libres. La capacidad creativa es un concepto
dinámico que implica movimiento y este es la característica más destacada de la vida. La vida psicológica implica avanzar
hacia un objetivo, avanzar en una dirección (Adler, 1964). Adler (1956) reconoció la importancia de la herencia genética
y el entorno en la formación de la personalidad. Excepto en el caso de los hermanos gemelos, cada niño nace con una
estructura genética única y pronto tiene experiencias sociales diferentes de las de todos los demás humanos. Las
personas, no obstante, son mucho más que el producto de la herencia genética y del entorno: son seres creativos que no
solo reaccionan a lo que sucede en su entorno, sino que también actúan sobre el mismo y, a su vez, provocan reacciones
de este sobre ellos.

Desarrollo anormal

Adler afirmaba que cada persona es lo que ella hace de sí misma. La capacidad creativa dota a los humanos, con ciertos
límites, de libertad para estar psicológicamente sanos o enfermos y llevar un estilo de vida productivo o improductivo.
Descripción general

Según Adler (1956), el factor que subyace a todas las formas de inadaptaciones es un interés social poco desarrollado.
Aparte de la falta de interés social, los neuróticos tienden a (1) establecer objetivos demasiado difíciles, (2) vivir en su
mundo propio y (3) tener un estilo de vida inflexible y dogmático. Estas tres características se derivan de la falta de
interés social. En pocas palabras, las personas se convierten en fracasos vivientes porque están demasiado interesadas
en sí mismas y se preocupan poco de los demás. Las personas inadaptadas se imponen objetivos desmesurados para
compensar unos sentimientos de inferioridad extremos. Estos objetivos inalcanzables conducen a una conducta
dogmática, y cuanto más difícil es el objetivo, más rigurosa es la lucha. Para compensar los sentimientos de
incompetencia e inseguridad profundamente arraigados, estos individuos limitan su perspectiva y luchan de manera
compulsiva e inflexible para alcanzar metas poco realistas.

Factores externos que influyen en la inadaptación

(1) deficiencias físicas extremas

(2) estilo de vida de sobreprotección y (3) estilo de vida de desatención. Deficiencias físicas extremas Las deficiencias
físicas extremas, ya sean congénitas o derivadas de lesiones o enfermedades, no son suficientes para generar una
inadaptación: deben ir acompañadas por sentimientos de inferioridad extremos. Estos sentimientos subjetivos pueden
ser fomentados por un cuerpo defectuoso, pero proceden en gran medida de la capacidad creativa. Cada persona viene
al mundo “bendecida” con deficiencias físicas y estas deficiencias provocan sentimientos de inferioridad. Las personas
con deficiencias físicas extremas a veces desarrollan sentimientos de inferioridad muy acusados porque intentan
compensar estas deficiencias, tienden a estar demasiado pendientes de sí mismos y no muestran consideración por los
demás, se sienten como si estuvieran viviendo en un país enemigo, temen al fracaso más de lo que desean el éxito y
están convencidos de que los problemas más importantes de la vida se pueden resolver solo con una actitud egoísta .

Estilo de vida de sobreprotección

La sobreprotección es el origen de la mayoría de las neurosis. Las personas sobreprotegidas tienen poco interés social y
un fuerte deseo de perpetuar la relación de sobreprotección y parasitaria que tuvieron con uno de sus padres o ambos.
Esperan que los demás los cuiden y satisfagan sus necesidades. Se caracterizan por un desánimo extremo, indecisión,
hipersensibilidad, impaciencia y emociones desmesuradas, sobre todo la ansiedad. Tienen una visión personal del
mundo y están convencidos de que tienen derecho a ser los primeros en todo . Los niños mimados no han recibido
mucho amor, más bien sienten que nadie los quiere. Sus padres demostraron falta de amor al hacer demasiadas cosas
por ellos y tratarlos como si fueran incapaces de resolver sus propios problemas.
Estilo de vida de desatención

El tercer factor externo que contribuye a la inadaptación es la desatención. Los niños que no se sienten queridos o
deseados tienden a mantener estos sentimientos adoptando un estilo de vida de desatención. La desatención es un
concepto relativo, esto es, nadie se siente totalmente desatendido o no querido. El hecho de que un niño sobreviva a la
infancia es una prueba de que alguien cuidó de ese niño y plantó la semilla del interés social. Los niños maltratados
desarrollan poco interés social, tienen poca confianza en sí mismos y tienden a exagerar las dificultades derivadas de los
principales problemas de la vida. Desconfían de los demás y son incapaces de colaborar por el bienestar común. Para
ellos la sociedad es un país enemigo, se sienten alienados del resto del mundo, con una gran envidia por el éxito de los
demás. Los niños desatendidos tienen características en común con los niños sobreprotegidos, pero, por lo general, son
más desconfiados y tienen más probabilidad de resultar peligrosos para los demás.

Tendencias protectoras

Adler afirmaba que las personas establecen patrones de conducta para proteger su sentido de la autoestima extremo de
la vergüenza pública. Estos medios de protección, denominados tendencias protectoras, permiten a los individuos
ocultar la imagen desmesurada que tienen de sí mismos y mantener su estilo de vida habitual. El concepto de tendencias
protectoras de Adler se puede comparar con el concepto de mecanismos de defensa de Freud: ambos coinciden en que
los síntomas son un medio de protección contra la ansiedad. Sin embargo, hay diferencias importantes entre los dos
conceptos: los mecanismos de defensa freudianos actúan de manera inconsciente para proteger al yo de la ansiedad,
mientras que las tendencias protectoras de Adler son en gran medida conscientes y protegen la frágil autoestima de la
persona. Además, los mecanismos de defensa de Freud son comunes a todos los humanos, pero las tendencias
protectoras de Adler (1956) solo aparecen en relación con los síntomas neuróticos.

Excusas

La más común de las tendencias protectoras son las excusas, que se suelen expresar con la fórmula típica “sí, pero” o “si
+ condición irreal”. En la excusa “sí, pero”, las personas primero plantean lo que les gustaría hacer, algo que a los demás
les parece bien, y acto seguido ponen una excusa. Una mujer podría decir “sí, me gustaría estudiar en la universidad,
pero mis hijos acaparan toda mi atención”. Estas excusas protegen un sentido débil del valor propio , pero amplificado
de manera artificial, y engañan a las personas haciéndolas creer que son mejores de lo que en realidad son (Adler, 1956).

Agresividad

Otra tendencia protectora común es la agresividad. Adler (1956) sostenía que algunas personas emplean la agresividad
para proteger su profundo complejo de superioridad , es decir, para proteger una autoestima frágil. La protección en
forma de agresividad puede adoptar la forma de menosprecio , acusación o autoacusación. El menosprecio es la
tendencia a infravalorar los logros de otras personas y a sobrevalorar los propios. Esta tendencia protectora es evidente
en conductas agresivas como la crítica y el chismorreo . “La única razón por la que Hilary consiguió el puesto de trabajo
que yo solicité es porque es mujer”. El objetivo del menosprecio es denigrar al otro y, por comparación, dar una imagen
favorable de la persona que critica.

La acusación, la segunda forma de protección agresiva, es la tendencia a culpar a los demás de los propios errores y
buscar la venganza, para proteger de este modo la frágil autoestima. “Quería ser artista, pero mis padres me obligaron a
estudiar medicina. Ahora mi trabajo me deprime”. Adler (1956) afirmaba que existe un elemento de acusación agresiva
en todos los estilos de vida enfermizos. Las personas neuróticas siempre actúan para procurar que quienes las rodean
sufran más de lo que sufren ellas.

La tercera forma de agresividad neurótica , la autoacusación, se caracteriza por la autotortura y la autoculpabilización .


Algunos individuos usan la autotortura , en forma de masoquismo , depresión y suicidio , para hacer sufrir a las personas
que tienen cerca. La culpa suele ser una conducta agresiva, de autoacusación . “Estoy afligido por no haber sido más
cariñoso con mi abuela cuando aún vivía. Ahora es demasiado tarde”.

Distanciamiento
El desarrollo de la personalidad puede detenerse cuando las personas huyen de las dificultades. Adler denominó esta
tendencia como distanciamiento o protección a través de la distancia. Algunas personas huyen de manera inconsciente
de los problemas de la vida poniendo distancia entre sí mismos y estos problemas. Adler (1956) identificó cuatro formas
de protección por distanciamiento : (1) retroceso , (2) inmovilidad, (3) duda y (4) creación de obstáculos. El retroceso es
la tendencia a proteger el objetivo de superioridad ficticio volviendo psicológicamente a un periodo de la vida más
seguro. Se parece al concepto de regresión de Freud porque conlleva el intento de volver a una fase de la vida anterior,
más estable. Mientras la regresión es inconsciente y protege a las personas de las experiencias de ansiedad.

el retroceso a veces puede ser consciente y está orientado a mantener un objetivo de

superioridad amplificado.

la inmovilidad

tendencia similar al retroceso pero que suele ser menos intensa. Las personas inmóviles sencillamente no avanzan en
ninguna dirección, por tanto, evitan toda responsabilidad protegiéndose a sí mismos de cualquier amenaza de fracaso.
Protegen sus aspiraciones ficticias porque nunca hacen nada que pueda demostrar que no son capaces de conseguir sus
objetivos. Si una persona no solicita el acceso a la universidad, nunca podrán denegárselo; un niño que rehúye de otros
niños nunca será rechazado por estos. Mediante la inmovilidad, las personas protegen su autoestima y se protegen a sí
mismas del fracaso. La duda

está estrechamente relacionada con la inmovilidad. Algunas personas dudan o vacilan cuando tienen que enfrentarse a
problemas difíciles y su falta de decisión les permite llegar a la conclusión de que “ahora ya es demasiado tarde”. Adler
afirmaba que la mayoría de las conductas compulsivas están concebidas para perder tiempo.

La última y menos severa de las tendencias protectoras de distanciamiento es la creación de obstáculos .

Algunas personas construyen una casa de paja para demostrar que la pueden derribar; así, al superar el obstáculo,
protegen su autoestima, pero, si no consiguen salvarlo, siempre pueden recurrir a una excusa. En resumen, las
tendencias protectoras están presentes en casi todas las personas, pero cuando se hacen demasiado inflexibles,
provocan conductas contraproducentes. Las personas excesivamente sensibles usan estas tendencias para protegerse
contra su miedo a la vergüenza, para eliminar sus sentimientos de inferioridad y para mejorar su autoestima. Sin
embargo, las tendencias protectoras son contraproducentes porque sus objetivos intrínsecos de interés propio y
superioridad personal, en realidad, impiden tener sentimientos de autoestima verdaderos.

Protesta masculina

A diferencia de Freud, Adler opinaba que la vida psíquica de la mujer es, en lo fundamental, idéntica a la del hombre y
que una sociedad dominada por hombres no es lo natural sino, más bien, producto de la historia. Según Adler, son las
costumbres culturales y sociales, y no la anatomía, lo que hace que muchos hombres y mujeres den una gran
importancia al hecho de ser hombre, lo que Adler denominó protesta masculina.

Orígenes de la protesta masculina

En muchas sociedades, tanto los hombres como las mujeres atribuyen un valor inferior al hecho de ser mujer. A los
niños se les suele enseñar desde pequeños que ser hombre significa ser valiente, fuerte y dominante. Para los niños el
éxito consiste por definición en ganar, tener poder, estar en la cúspide. En cambio, las niñas suelen aprender a ser
pasivas y aceptar una posición inferior en la sociedad. Algunas mujeres luchan contra los roles femeninos y adoptan un
rol masculino, llegando a ser asertivas y competitivas; otras se rebelan adoptando un papel pasivo, de indefensión y
obediencia extremas; otras más se resignan y acaban por creer que son seres humanos inferiores, admitiendo la posición
privilegiada de los hombres y cediéndoles todas las responsabilidades. Cada una de estas formas de adaptación surge de
influencias culturales y sociales, y no de diferencias psíquicas entre los dos géneros.

Aplicaciones de la psicología individual


Hemos clasificado las aplicaciones prácticas de la psicología individual en cuatro grupos: (1) constelación familiar, (2)
primeros recuerdos, (3) sueños y (4) psicoterapia.

Constelación familiar

En sus terapias, Adler casi siempre preguntaba a los pacientes sobre su constelación familiar, es decir, el orden de
nacimiento, el género de sus hermanos y la diferencia de edad entre ellos. Aunque la percepción que tienen las personas
de la situación en la que nacieron es más importante que el orden numérico, Adler formuló algunas hipótesis sobre el
orden de nacimiento en la familia.

Primeros recuerdos

Para conocer mejor la personalidad de sus pacientes, Adler les pedía que le relataran sus primeros recuerdos . Aunque él
creía que revelan claves para comprender el estilo de vida de los pacientes, no creía que estos recuerdos tuvieran un
efecto causal. Que las experiencias recordadas correspondan a la realidad objetiva o sean fantasías no tiene una gran
relevancia. Las personas reconstruyen los hechos para hacerlos coherentes con un tema o un patrón presente durante
toda su vida. Adler insistió en que los primeros recuerdos son siempre coherentes con el estilo de vida actual de las
personas y que su versión subjetiva de estas experiencias revela claves para entender tanto su objetivo final como su
estilo de vida actual. Uno de los primeros recuerdos de Adler era el enorme contraste entre la buena salud de su
hermano Sigmund y su propia naturaleza enfermiza.

Sueños

Aunque los sueños no pueden predecir el futuro, sí pueden proporcionar claves para resolver futuros problemas. Sin
embargo, la persona que sueña con frecuencia no desea resolver el problema de manera productiva.

Cuanto más incoherente con la realidad es el objetivo de un individuo, más probable es que sus sueños sirvan para el
autoengaño. Por ejemplo, un hombre puede tener el objetivo de llegar a las altas esferas del poder, ascender en su
empresa u ocupar un cargo militar importante. Si además tiene un estilo de vida dependiente, su ambicioso objetivo
podría expresarse en sueños en los que aparece a hombros de otra persona o en los que sale disparado de un cañón. El
sueño revela el estilo de vida, pero engaña a la persona que sueña al presentarle una idea de poder irrealista y
amplificada.

Psicoterapia

La teoría de Adler postula que la psicopatología está causada por la falta de valor, unos sentimientos de inferioridad
extremos y un interés social poco desarrollado. Por tanto, el objetivo principal de la psicoterapia de Adler es reforzar el
valor, reducir los sentimientos de inferioridad y estimular el interés social. Esta tarea, no obstante, no es fácil de realizar,
porque los pacientes luchan para conservar el concepto que tienen de sí mismos.

Investigación relacionada

La teoría de Adler sigue generando algunas investigaciones en temas como los efectos del orden de nacimiento, la
elección de carrera, los trastornos alimenticios y los excesos en el consumo de alcohol. Cada uno de estos temas ofrece
información abundante para comprender los conceptos usados por Adler.

Efectos del orden de nacimiento

La fascinante teorización de Adler sobre el orden de nacimiento ha conducido a una cantidad de investigación casi
abrumadora. Sin embargo, los estudios controlados acerca de los efectos del orden de nacimiento no solo son difíciles
de conducir, sino que a menudo no arrojan resultados. Imagine la cantidad de variables que deben tenerse en cuenta: el
número total, el género y el espaciamiento entre los hermanos, y los eventos y el momento en que esos eventos
ocurren en las familias (mudanzas, divorcio, muerte, incapacidad, por mencionar solo algunos). Pocos estudios pueden
incluir números lo bastante grandes de participantes y controles para estas muchas variables en una forma que
produzca resultados significativos. Los críticos argumentan que, por todas estas razones, la investigación no puede
confirmar ni negar las predicciones de Adler respecto al impacto del orden de nacimiento en los individuos.

Recuerdos tempranos y elección de carrera

¿Predicen los recuerdos tempranos la elección de carrera entre los jóvenes estudiantes? Adler creía que las elecciones
de carrera reflejan la personalidad. “Si alguna vez me llaman para dar orientación vocacional, siempre le pregunto al
sujeto qué le interesaba durante sus primeros años. Sus recuerdos de este periodo muestran en forma concluyente en
qué se ha entrenado a sí mismo de manera más continua” (Adler, 1958, citado en Kasler y Nevo, 2005, p. 221). Por
tanto, los investigadores inspirados por Adler predijeron que el tipo de carrera que uno elige como adulto a menudo se
refleja en sus primeros recuerdos. Para probar esta hipótesis, Jon Kasler y Ofra Nevo (2005) reunieron los recuerdos
tempranos de 130 participantes. Dos jueces codificaron estos recuerdos según el tipo de carrera que reflejaban. Las
remembranzas fueron clasificadas utilizando los tipos de interés vocacional de Holland (1973), es decir, realista,
investigador, artístico, social, emprendedor y convencional (vea la tabla 3.3 para una descripción de estos tipos de
interés). Por ejemplo, un recuerdo temprano que refleja un interés por una carrera social más tarde en la vida es: “Fui al
jardín de niños por primera vez en mi vida a los cuatro o cinco años. No recuerdo los sentimientos que tenía ese día,
pero fui con mi madre, y en cuanto llegué conocí a mi primer amigo, un chico llamado P. Tengo una imagen muy clara de
P jugando en los enrejados y de alguna forma me le uní. Me divertí todo el día” (. Este recuerdo temprano se centra en
la interacción social y las relaciones. Un ejemplo de un recuerdo temprano que refleja un interés por una carrera realista
es: “Cuando era pequeño, me gustaba desarmar las cosas, especialmente aparatos electrodomésticos. Un día quise
saber lo que había dentro del televisor, así que decidí tomar un cuchillo y abrirlo. Como era tan pequeño, no tuve la
fuerza para hacerlo y, de todas formas, mi papá me cachó y me gritó”

Infancia temprana y problemas de salud

Los psicólogos han estudiado los problemas de salud durante muchos años, pero ha sido recientemente que estos
temas han cobrado interés para los psicólogos adlerianos. Resulta que la teoría de Adler de la inferioridad, superioridad
y sentimiento social puede aplicarse para explicar comportamientos relacionados con la salud como los trastornos
alimenticios y los excesos en el consumo de alcohol. De acuerdo con Susan Belangee (2006), la dieta, el comer en exceso
y la bulimia pueden ser contemplados como formas comunes de expresar sentimientos de inferioridad. Belangee cita un
reporte de Lowes y Tiggeman (2003), quienes estudiaron la satisfacción corporal en 135 niños de entre cinco y ocho
años y descubrieron que 59% de ellos querían ser más delgados. Otra investigación reveló que 35% de los jóvenes
dietistas progresaron hacia la dieta patológica. Los psicólogos adlerianos han reconocido esta progresión y la consideran
como una forma de compensar la inferioridad o la sensación de poca valía. En otras palabras, el trastorno alimenticio y
su lucha hacia la superioridad son maneras poco saludables de compensar la inferioridad.

Crítica a la teoría de Adler

La teoría de Adler, como la de Freud, generó muchos conceptos que no se prestan fácilmente ni a su verificación ni a su
refutación. Por ejemplo, aunque las investigaciones han demostrado de manera sistemática que existe una relación
entre los recuerdos de la primera infancia y el estilo de vida actual de la persona, estos resultados no confirman la idea
de Adler según la cual el estilo de vida actual determina los primeros recuerdos de una persona. También es posible una
explicación causal, es decir, las primeras experiencias pueden provocar el estilo de vida actual. Por tanto, uno de los
conceptos más importantes de Adler, el supuesto de que el estilo de vida actual determina los primeros recuerdos y no
al contrario, es difícil confirmar o invalidar.

Otra de las funciones de una teoría útil es generar investigación y, con este criterio, consideramos que la teoría de Adler
está por encima de la media. Gran parte de la investigación generada por la psicología individual ha estudiado los
primeros recuerdos, el interés social y el estilo de vida, por ejemplo, cita pruebas que demuestran que los primeros
recuerdos están relacionados con una variedad de rasgos de la personalidad, entre ellos los trastornos de personalidad,
la vocación, la forma de explicarse y los procesos y resultados de psicoterapias. Además, la teoría de Adler ha animado a
los investigadores a construir varias escalas de interés social.

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