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UNIVERSIDAD DE SEVILLA. FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA.

DEPARTAMENTO DE PREHISTORIA Y ARQUEOLOGÍA.

TESIS DOCTORAL

LA RECUPERACIÓN DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO DE


ANDALUCÍA DURANTE LA ILUSTRACIÓN (1736-1808)

Jesús de la Ascensión Salas Álvarez.

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“Siendo aficionado a la verdad,
soy admirador de la Antigüedad”.
(Confucio)

“Esta dichosa provincia [de la Betica], abundante, rica,


y deliciosa por la benignidad de su cielo, y suelo,
es una de las que conservan maior numero de estos
monumentos preciosos, a cuia inteligencia se dedican nuestros conatos”.
Tomás Andrés de Gusseme (16 de Octubre de 1756).

“Pueblo que olvida su pasado es pueblo muerto”.


(Manuel Sales y Ferré).

“La Historia surge cuando un pueblo toma


conciencia de su identidad, quiere conocer
sus orígenes y desea mantenerla”
(Antonio Domínguez Ortiz).

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I. INTRODUCCIÓN.

Durante mucho tiempo se consideró que la Historia era el simple relato ordenado
de unos hechos acaecidos durante el pasado. Este concepto ha ido evolucionando hasta
llegar a la actualidad, en la cual se considera que la Historia, como ciencia social y
humana, produce un tipo de conocimiento científico que nos permite conocer la memoria
colectiva de un grupo social, es decir, es el mecanismo operativo que posibilita que un
grupo humano tenga un conocimiento y una conciencia social de su pasado colectivo. Esta
recuperación de la memoria colectiva de los grupos sociales ha provocado la acuñación del
término “actualidad del pasado”, entendiendo por tal algo ya acaecido tiempo atrás y que
mantiene su influencia más allá de su ciclo vital.
El pasado se nos presenta bajo una serie de concepciones de ideología diversa: sucesos,
fórmulas sociales, creencias, valores, mitos de creación, leyendas de origen, genealogías
fabulosas, doctrinas religiosas, etc, pero también como un marco material compuesto de
objetos diversos y no siempre bien identificados: epígrafes, monedas, piezas arqueológicas,
edificios y ruinas levantados o producidos por nuestros antepasados, todos los cuales
tienen el común denominador de presentarse ante la investigación histórica como una serie
de restos y trazas del pasado que perviven en nuestro presente, en cuanto que su presencia
viva hace posible su conocimiento histórico; hechos verdaderos, verificables materialmente
y no incomprobables, casualistas y no fruto del azar o de fuerzas inefables, racionalista y
no ajena a toda lógica, crítica y dogmática.
Este hecho provocó la aparición de la Historiografía, una ciencia social y humana que
nos permite conocer el proceso y los problemas que plantea ese proceso histórico, pasando
de una mera relación de autores y obras (así como de la simple transcripción de las
mismas) a una reflexión crítica sobre el contenido ideológico de esos vestigios vivos del
pasado en nuestro presente.
Este estudio crítico deberá tener en consideración la cultura, la/s ideología/s existente/s
en el momento de su realización, así como su influencia sobre el/los historiador/es, de tal
forma que nos permita realizar una reflexión histórica de acercamiento a la realidad del
pasado; es decir, a la materia misma del conocimiento histórico, compuesta por los actos y
hechos humanos realizados en el pasado, transmitidos, y aún visibles en nuestro presente, a
través de los diferentes modos y soportes indicados anteriormente.

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Los estudios sobre Historiografía de la Arqueología en nuestro país se encuentran
actualmente poco desarrollados, debido en gran medida a la escasa atención que se ha
prestado a la documentación antigua sobre el Patrimonio Arqueológico existente en los
archivos y bibliotecas, siendo ésta, en muchos casos, la única fuente que tenemos de
yacimientos arqueológicos o de hallazgos epigráficos, numismáticos o de otra índole, al
haber desaparecido o estar destruidos en la actualidad.
Aunque recientes estudios y trabajos están arrojando alguna luz sobre estos aspectos,
carecemos realmente de un estudio global de la labor recopilatoria y recuperadora del
Patrimonio Arqueológico de Andalucía durante el período comprendido entre la creación
de la Real Academia de la Historia y el inicio de la Guerra de la Independencia, los límites
que hemos impuesto al presente trabajo.
La elección del tema se debe, principalmente, a la posibilidad de efectuar esa labor de
recopilación de toda la documentación generada por la política cultural de la Ilustración,
que, en el caso concreto de la arqueología andaluza, aún se conserva inédita en los archivos
de la Real Academia de la Historia, y sobre la que realizaríamos un posterior análisis
historiográfico.
Asimismo, este trabajo se incluiría dentro de la línea de investigación que últimamente
vengo desarrollando como integrante del grupo de investigación Historiografía y
Patrimonio Andaluz, aprobado por la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de
Andalucía (HUM 0402) y que, bajo la dirección de José Beltrán Fortes, se encuentra
adscrito al Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla.

La llegada al trono de la dinastía de los Borbones marca una nueva época tanto en
la concepción de la Historia de la nación como en las actividades históricas y
arqueológicas de España, que se caracterizará, principalmente, por la necesidad política
que tiene la nueva monarquía de integrarse en la realidad del país y de entroncar con su
pasado histórico, con la finalidad última de conseguir un conocimiento del mismo para
poder corregir el presente de la nación y planificar su progreso.
Ello le lleva a generar su propia historia oficial, más acorde al proyecto político que
pretende desarrollar, caracterizado por la concepción de una España compacta, en
contraposición a la monarquía semiuniversal de los Habsburgos.
Así, en 1736, Felipe V funda en Madrid la Real Academia de la Historia con la idea de
“expurgar la Historia de nuestra Nación de las fábulas con las que la habían manchado” y

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desterrar de aquellas narraciones fantásticas y legendarias que predominaban en las
historias elaboradas en los siglos XVI y XVII, para lo cual prestará esta institución, desde
sus propios comienzos, un gran interés por las antigüedades, ya que están servirían de base
para la elaboración de la nueva historia de España.
Este interés por el estudio de las antigüedades se siguió manteniendo durante el reinado
de Fernando VI, quien en 1750 nombró una comisión científica encargada del estudio y
recuperación de la documentación y, en general, del legado histórico de la nación, para lo
cual se dispuso que uno de los miembros de la Real Academia de la Historia procediera a
investigar, reconocer y recopilar los vestigios arqueológicos y antigüedades de todo el país,
a la vez que se fundan nuevas instituciones encargadas del estudio de las antigüedades,
como la Real Academia Sevillana de Buenas Letras o la Real Academia de Buenas Letras
de Barcelona, ambas en 1751, o la de Valladolid en 1752.
Consecuencia de ello, y de la política regalista del monarca, fue el inicio de una serie
de Viajes Oficiales por parte de eruditos y anticuarios, entre los que destacó Luis José
Velázquez de Velasco y Cruzado, futuro Marqués de Valdeflores, y la creación de un
Diccionario Geográfico-Histórico de España, con los que se pretendía, entre otras
cuestiones, averiguar en todos los pueblos las antigüedades, ruinas, inscripciones y
colecciones, a la vez que se copiaban las inscripciones y monedas o se realizaban alzados o
plantas de los monumentos más singulares que se encontraban. Con ello se pretendía
justificar y probar las pretensiones de la Corona sobre su derecho a los beneficios
eclesiásticos.
Durante el reinado de Carlos III, continuador de su hermanastro Fernando VI, se
promovieron y financiaron nuevos viajes anticuarios o histórico-arqueológico, como el
realizado por Francisco Pérez Bayer por Andalucía en el año 1782, o de orientación más
artística, como el realizado por Antonio Ponz en 1772.
Producto de todo ello, es la creación de una serie de corpora de fuentes documentales
(legajos, epígrafes, monedas, ....) con los que elaborar la nueva historia de España, y que se
encuentran depositados en el archivo de la Real Academia de la Historia, sin que hayan
sido, en su conjunto, estudiados hasta el momento presente.
Junto a ello, y como reflejo de las excavaciones arqueológicas que, desde 1748, habían
desarrollado los Borbones en Pompeya, Herculano y Estabia, se llevaron a cabo una serie
de excavaciones arqueológicas, en las que es posible rastrear una doble intencionalidad,
política y cultural, y que contaron con el apoyo económico de la corona en numerosos

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casos. En el caso de Andalucía, y entre otros lugares, se realizaron excavaciones en Itálica,
Osuna, Acinipo, Arjona, La Luisiana, Granada, Córdoba o Río Tinto, que generaron una
rica documentación, parte de la cual se encuentra depositada en los propios fondos de la
Real Academia de la Historia.

También cabe destacar el papel desempeñado por diversos personajes del momento,
tales como Patricio Gutiérrez Bravo, Livino Leyrens, Fernando José López de Cárdenas,
José Conde, José de Córnide Folgueira y de Saavedra. Algunos fueron poseedores de
importantes colecciones arqueológicas, y parte de cuya correspondencia y de sus obras se
encuentran también depositadas en la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla, en la
Biblioteca Nacional y en el Archivo de la Real Academia de la Historia.
Es también el momento en que se inician los estudios islámicos en nuestro país,
principalmente en cuanto a las inscripciones, para lo cual la Real Academia acuerda la
creación de un Corpus de Inscripciones Islámicas, tal y como se desprende de la
documentación existente entre los papeles de Miguel Casiri de Gartia, conservados en la
propia Academia.
En 1792, Carlos IV crea, en el seno de la Real Academia de la Historia, la Comisión de
Antigüedades, a la cual se otorga la responsabilidad de velar por las antigüedades y
monumentos de la nación, cuestión que debemos insertar dentro de la corriente imperante
en Europa en esos momentos de estudiar los monumentos antiguos, tanto para ilustrar las
historias nacionales como para servir de base a los estudios de las Bellas Artes, y que se
plasmará en la aparición del Arte Neoclásico.
Uno de sus primeros cometidos fue reiniciar, en 1794, la denominada Colección
Lithológica o de las Inscripciones de España, comenzada por el reino de Sevilla, en la que
participaron los principales estudiosos del momento, tales como José Conde o Juan
Antonio Ceán Bermúdez.
Para su realización, la Academia se basó tanto en la documentación existente en sus
archivos, llevada a cabo a raíz del viaje de Luis José Velázquez de Velasco, como en la
documentación que le remitían los correspondientes y numerarios existentes en las
distintas partes del reino. A consecuencia de ello, se generó una inmensa documentación
que, en la actualidad, se encuentra inédita.
Esta política de vigilancia de los monumentos antiguos tuvo su culminación en la
promulgación, por Real Cédula de 6 de Julio de 1803, de la Instrucción formada por la

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Real Academia de la Historia sobre el modo de recoger y conservar los monumentos
antiguos y descubiertos o que se descubran en el Reino.
Esta disposición, que indiscutible marca un hito importante en la protección del
patrimonio histórico y arqueológico de la nación, vino a ser la culminación legislativa de
una serie de pequeñas disposiciones normativas menores, en las que se especificaba las
funciones de policía de determinados cargos municipales y provinciales.
Pero la principal aportación de la norma, será el conferir a la Real Academia de la
Historia la inspección general de las antigüedades que se descubriesen en España, a la vez
que se advertía a las autoridades civiles y eclesiásticas del deber de comunicar a dicha
institución todos los hallazgos que se produjesen en sus respectivas jurisdicciones.
La Guerra de Independencia supuso la finalización de toda esta etapa y de sus
actividades, y a su conclusión los nuevos avatares políticos impusieron nuevas políticas de
protección y conservación del Patrimonio Arqueológico de la nación y, por tanto, quedan
fuera del objeto del presente trabajo.
La bibliografía española sobre la arqueología andaluza del siglo XVIII sigue siendo
muy escasa y parcial. Destaca sobre todo, a partir de los interesantes trabajos aportados a
los dos Congresos Internacionales de Historiografía de la Arqueología e Historia Antigua
celebrados hasta la fecha (1991 y 1995). En el intervalo entre uno y otro, los profesores
José Beltrán y Fernando Gascó, dirigieron otros dos congresos sevillanos bajo el título La
Antigüedad como Argumento. Historiografía de Arqueología e Historia Antigua en
Andalucía (1993 y 1995), en cuyas actas aparecen algunos trabajos sobre la arqueología
andaluza del siglo XVIII. En esa línea se enmarcaría también la reciente publicación,
dirigida por los profesores José Beltrán y María Belén, sobre El Clero y la Arqueología
Española (2003).
A estos congresos se une el recientemente celebrado por el Instituto de Historiografía
Caro Baroja, adscrito a la Universidad Carlos III de Madrid, y la reciente publicación de la
actas del Congreso Iluminismo e Ilustracion. Le antichità e i suoi protagonisti tra Spagna e
Italia nel secolo XVIII (Roma de 2001), en el que se analizan diversos aspectos de la
arqueología y el coleccionismo español del siglo XVIII, así como su relación con los
fenómenos de la arqueología y el coleccionismo en Roma y en la Italia del Iluminismo,
término con el que se conoce el período ilustrado en la península italiana.
Otros trabajos también puntuales sobre Andalucía son algunas tesis doctorales. La
primera de ella, y pionera en el campo de la historiografía ilustrada en España, fue la

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realizada por Gloria Mora Rodríguez, titulada La Arqueología clásica española en el siglo
XVIII (1994), que se centra exclusivamente sobre la arqueología clásica en España y la
influencia de las excavaciones de Pompeya y Herculano en la Arqueología española de la
época.
A ella le seguiría la tesis doctoral de Vicente Fombuena Filpo, titulada Antonio Jacobo
del Barco y la Historia Antigua (1996), en la que se analiza la figura y la obra del erudito
onubense del XVIII, y cuya importancia no había sido tenida en cuenta en profundidad
hasta entonces.
A estas dos habría que unir, en fecha más reciente, el trabajo de Alicia Canto sobre La
arqueología española durante el reinado de Carlos IV. Los dibujos de Mérida de Don
Manuel de Villena Moziño 1791-1794 (2001), en el que analiza, como introducción al tema
concreto de los trabajos emeritenses del portugués Villena Moziño, la arqueología de la
época, así como los principales proyectos que se desarrollaron en ese momento
tardoilustrado, y en el que la Arqueología andaluza tuvo una gran importancia.
Trabajo principal es el estudio y publicación de la documentación, hasta entonces
inédita, conservada en el Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia,
bajo la dirección de Martín Almagro-Gorbea, Anticuario Perpetuo de la Institución. Esta
investigación ha visto la luz tras varios años de trabajo, inicialmente en papel y, finalmente
con la presentación en soporte digital de la totalidad de los documentos, en los que la
documentación referente a Andalucía representa un importante volumen cuantitativo.
A ellos habría que añadir varios trabajos parciales, en especial el de M. Lara Ródenas
sobre la figura de Miguel Ignacio Pérez Quintero (1995), o el de José Remesal Rodríguez
sobre la figura de Tomás Andrés de Gusseme (1995), o los trabajos de Patricio Guinea
sobre las antigüedades en las historias locales andaluzas del siglo XVIII (1991 y 1995).
No podemos olvidar tampoco el trabajo de Delfín Rodríguez Ruiz sobre las
Antigüedades Árabes de España (1992), en el que estudia el primer proyecto para la
catalogación del arte islámico español, llevado a cabo por la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando, y que tuvo a las ciudades de Granada y Córdoba como ejes
centrales del trabajo.
Sobre los biografías y los trabajos de los principales personajes de la época, tenemos
algunos datos aportados por Juan Sempere Guarinos en su obra Ensayo de una biblioteca
española de los mejores escritores del reynado de Carlos III (1789), recientemente
reeditada, y que a nivel andaluz fueron completados, e incluso ampliados en algunos casos

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por las obras de Emil Hübner (1861, 1862 y 1869), de Rafael Ramírez de Arellano, titulado
Ensayo de un Catálogo Biográfico de Escritores de la Provincia y Diócesis de Córdoba,
con descripción de sus obras (1921) y de Mario Méndez Bejarano, titulado Diccionario de
escritores, maestros y oradores naturales de Sevilla y su actual provincia (1922), y que en
el apartado bibliográfico fue actualidad por la gran obra de Francisco Aguilar Piñal,
Bibliografía de autores españoles del S. XVIII (1991-1995).
En la actualidad estos datos están siendo revisados y puestos al día por algunos grandes
proyectos que están en fase de realización, y en los que he tenido la inmensa suerte de
poder colaborar. El primero de ello, es el catálogo de la exposición Pioneros de la
Arqueología en España (Del siglo XVI a 1912), que se inauguró en este año 2004 en el
Museo Arqueológico Regional de Madrid, al que seguirán el Diccionario Histórico de la
Arqueología de España, realizado por la Universidad de Durham y la Universidad de
Barcelona, y el Diccionario Biográfico Español, dirigido por la Real Academia de la
Historia.
Sobre las instituciones, tenemos diversos estudios en los que las noticias de
arqueología y antigüedades se entremezclan con otros datos propios del funcionamiento de
las instituciones. Así el primero fue el realizado por A. Barreiro sobre el Museo de
Ciencias Naturales (1944), al que siguieron los de A. Muro Orejón sobre la Academia
Sevillana de Bellas Artes (1961), el de Francisco Aguilar Piñal sobre la Academia
Sevillana de Buenas Letras (1966), el de Mª. Calatayud sobre el Real Gabinete de Historia
Natural (1987), el de Claude Bedat sobre la Academia de Bellas Artes de San Fernando
(1988) y el de Eva Velasco sobre la Real Academia de la Historia (2000). Pero se trata de
unas obras generales en donde se entremezclan las noticias arqueológicas junto a otras
puramente artísticas o de funcionamiento del organismo, sin que exista un estudio sobre la
relación o interconexión entre las actividades de unas y otras, así como del
comportamiento de una determinada institución frente a un proyecto o idea desarrollada
por otra diferente.
Sobre el coleccionismo del siglo XVIII contamos con las referencias en el ya clásico
trabajo de Joaquin Romero Murube sobre la figura y las colecciones reunidas por
Francisco de Bruna y Ahumada (1965), posteriormente revisado en sendos trabajos de José
Ramón López (1995) y José Beltrán (2001). A ellos, habrían de unirse el trabajo
recopilatorio de Marcos Pous sobre el Museo Arqueológico Nacional (1993); más recientes
son las actas de la reunión El Coleccionismo de Escultura Clásica en España (2001), el

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estudio del Museo Cordobés de Pedro Leonardo de Villacevallos (2003), dirigido por José
Beltrán y José Ramón López, y en el que hemos tenido la fortuna de colaborar, y por
último la publicación de la Actas del Congreso de Illuminismo e Ilustración (2003).
Partiendo de esa base el objetivo principal de la presente tesis doctoral es la
recopilación y el estudio historiográfico de la documentación arqueológica (descripciones,
hallazgos, excavaciones, epígrafes, planimetría,...) generada por la política ilustrada en
Andalucía, que se conserva actualmente en los fondos de la Real Academia de la Historia,
la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, Biblioteca Nacional y Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando.
Esta perspectiva historiográfica supone no sólo la recopilación y ordenación de los
datos, sino también su interpretación y contextualización histórica, a la vez que una
evaluación de la “validez arqueológica” de dicha documentación.
La metodología empleada para la realización de la presente labor investigadora, puede
dividirse en los siguientes puntos o apartados:
a) recopilación y ordenación de los datos procedenes de los fondos documentales de
la Biblioteca Nacional, Archivo Histórico Nacional, Real Academia de la Historia, Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla,
Real Academia Sevillana de Buenas Letras, Biblioteca de la Universidad de Sevilla,
Archivo Municipal de Sevilla, Archivo Histórico Provincial de Granada, Archivo Histórico
Provincial de Cádiz, Archivo de Simancas, Centro CIL II de la Universidad de Alcalá de
Henares, Instituto Arqueológico Alemán, Casa de Velázquez, Museo Nacional de Ciencas
Naturales, Fundación Museo Lázaro Galdiano e Instituto Rodrigo Caro del Consejo
Superior de de Investigaciones Científicas.

b) Con la documentación recogida hasta el momento presente y dado el volumen de


datos encontrados, he procedido, mediante el uso del programa Access 97, a la realización
de dos fichas de catalogación de la información, una por Yacimientos Arqueológicos y otra
por Colecciones Arqueológicas, cuestiones éstas que inicialmente estaban previstas como
una segunda fase. Hasta el momento presente he recogido 1500 fichas con datos sobre
yacimientos arqueológicos y 150 fichas con datos relativos a Colecciones Arqueológicas.

A continuación paso a exponer los campos de cada una de las bases de datos, para
inmediatamente después explicar en que consisten estas fichas.

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FICHA DE YACIMIENTOS FICHA DE COLECCIONES

«Yacimiento»: «Colección»:
«Clave»: «Clave»:
«Autor»: «Situación»:
«Destinatario»: «Autor»:
«Título»: «Destinatario»:
«Lugar»: «Titulo»:
«Año»: «Lugar»:
«Páginas»: «Año»:
«Ubicación»: «Páginas»:
«Referencia»: «Ubicación»:
«Fuente»: «Referencia»:
«Objeto»: «Fuente»:
«Ilustración»: «Ilustración»:
«Cronología»: «Cronología»:
«Elementos»: «Elementos»:
«Personajes»: «Personajes»:
«Cargos»: «Instituciones»:
«Instituciones»: «Cargos»:
«Lugares»: «Lugares»:
«Observaciones»: «Observaciones»

Estas fichas siguen la estructura empleada para la catalogación de los fondos del
Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia. El por qué de esta elección
se basa exclusivamente en que fue el primer archivo que consulté, y donde se encuentra la
mayor parte de la documentación analizada.

El repertorio que aquí se presenta sigue una disposición cronológica, y para la


descripción de los documentos he seguido las normas archivísticas de descripción
documental con el siguiente orden. En primer lugar, se menciona el yacimiento,
identificado mediante una clave alfanumérica, única para cada uno de ellos. Después se
recogen el autor del documento u obra, el destinatario, el título, fecha y lugar de emisión o
publicación del documento, las páginas, la ubicación y su referencia o signatura dentro de
la institución.
A continuación vendría otro bloque que nos informaría del tipo de fuente
(correspondencia, descripción, viaje, ...) que ha producido el dato, el objeto que se describe
(hallazgo, excavación, ....), que tipo de ilustración es (dibujo, grabado, calco, ...),
cronología, elementos (columnas, capiteles, inscripción, ...), la descripción dada en el
documentos, las personas, instituciones y cargos mencionados en el mismo, así como los
lugares mencionados, para finalizar con un campo, denominado “Observaciones”, para

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llamar la atención sobre cualquier aspecto de la ficha. Indicar aquí que aquellos apartados
en los cuales se carezca de datos se suprimirán, con el fin de no crear confusiones.
En el caso de la ficha de Colecciones Arqueológicas, la disposición y elementos
analizados es el mismo que en la ficha anterior, con la única excepción del Campo
“ubicación”, en el cual se introducirán los datos referidos a la localidad donde se
encontraba ubicada la Colección. Esta segunda ficha ha sido dividida finalmente en tres
subfichas, debido a la naturaleza de la documentación analizada.
Así, la primera subficha se denomina Ficha de Colecciones de Inscripciones y
Esculturas, y en ella únicamente se recogen las noticias y descripciones de las colecciones
de inscripciones y esculturas que se encontraban en manos de particulares, principalmente
clérigos y comerciantes, ascendiendo las entradas a 200. Aquí se han recogido las diversas
noticias descriptivas y los dibujos de las piezas que han podido ser identificadas. Al igual
que en el apartado anterior, para la identificación de los epígrafes se ha utilizado el Corpus
Inscriptioum Latinarum, tanto la obra decimonónica de E. Hübner, como la nueva revisión
aún parcial coordinada por A. Stylow, utilizando las lecturas dadas en ellas.
La segunda subficha se denomina Ficha de Depósitos. En ella se encuentran recogidos
100 entradas sobre los depósitos de piezas arqueológicos, principalmente epígrafes, aunque
también hay algunos que poseen esculturas. Estos depósitos fueron creados por la
Administración y por la Iglesia, en función de la ubicación del depósito y de la persona que
haya concebido su creación. Entre los primeros se incluirían los ubicados en el Cabildo
Municipal de Jerez de la Frontera, en la Real Chancillería de Granada y en los Reales
Alcázares de Sevilla, que fueron los orígenes de los actuales Museos Arqueológicos de
Jerez de la Frontera, Granada y Sevilla, respectivamente. En cuanto a los depósitos creados
por la Iglesia destacan, entre otras, las colecciones reunidas en el Convento de las
Agustinas Descalzas de Cabra (Córdoba), en la Sacristía de Nuestra Señora del Rosario de
Montilla (Córdoba) o en el Monasterio de San Isidoro del Campo (Santiponce, Sevilla).
La tercera subficha se denomina Ficha de Colecciones Numismáticas, en las que se
recogen 50 entradas, única y exclusivamente sobre las colecciones numismáticas existentes
en Andalucía. Aunque muchos de los coleccionistas de Numismática tenían también
colecciones de epígrafes y esculturas, como en los casos de Pedro Leonardo de
Villacevallos o Francisco de Bruna y Ahumada, hemos optado por crear esta base de datos
específica, debido a la importancia de la Numismática en estos momentos, usada para la
localización de antiguas ciudades; en la segunda mitad del siglo XVIII de una verdadera

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red de intercambio de monedas y hacen su aparición un gran número de obras
recopilatorias de monedas y medallas.
Con estos planteamientos, la estructura de la presente tesis doctoral queda configurada
de la presente forma. Tras una introducción, se trata de forma genérica los reinados de
Felipe V, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV, con el fin de poder encuadrar dentro del
marco general de la política española de la Ilustración las distintas actividades y proyectos
que afectan a la Arqueología de Andalucía. Es cierto que podía haberse obviado, pero en
este apartado hemos incidido sobre todo en los apartados culturales que enmarcan social e
ideológicamente esas actividades prearqueológicas en sentido estricto.
Precisamente en el capítulo tercero, titulado Marco Ideológico, hemos tratado diversos
aspectos relacionados con las antigüedades y la arqueología, pero que quedaban un poco al
margen del presente trabajo, como son las cuestiones de la nueva concepción de la Historia
y su uso de fuentes fidedignas, entre las que se contaban las antigüedades, o como la
cuestión del Regalismo español, en el que se desarrolla el proyecto de estudio de los
archivos de España, y que acabó con la disposición del organigrama eclesiástico al servicio
de los intereses de la Corona. Finalmente, también se trata la política educativa y cultural
de la España del Siglo XVIII, en que destaca la introducción de las ideas estéticas
defendidas por Winckelmann, así como el surgimiento de las Sociedades de Amigos del
País y de diversos periódicos, utilizados como portavoces para la difusión de las nuevas
ideas ilustradas.
En el cuarto capítulo, se estudia el marco institucional y político de la Arqueología
ilustrada, desde la perspectiva de la legislación creada al efecto por los Borbones, así como
de los cargos políticos que hicieron posible la recuperación de las Antigüedades de España,
comenzando por la figura del Secretario de Estado y continuando con los Intendentes y los
Cargos municipales, verdaderos brazos ejecutores de la nueva política cultural. A
continuación, hemos estudiado también las nuevas instituciones creadas por los Borbones y
su influencia sobre la Arqueología, entre las que sobresale por encima de las demás la
labor llevada a cabo por la Real Academia de la Historia, según se desprende del amplio
volumen de documentación conservada.
En un quinto capítulo hemos estudiado el proceso de recuperación del Patrimonio
Arqueológico de Andalucía. Primeramente, se ha recogido una somera biografía de los
principales personajes, andaluces o no, que volvieron sus ojos sobre las antigüedades
andaluzas, y se preocuparon por su recuperación. Después se analizan algunas narraciones

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de los viajes. Aquí se incluyen los viajeros franceses, entre los que destaca la figura de
Alexandre Laborde, y los viajeros británicos, entre los que destacan Richard Carter y
James Cavanah Murphy, quienes junto con otros muchos con las publicaciones de sus
obras dieron a conocer el arte y las antigüedades andaluzas en Europa, en especial el arte
islámico, hasta entonces poco valorado. Junto a ellos, hemos recogido las narraciones de
los embajadores marroquíes, hasta el momento casi ignoradas, y que aportan otra visión
sobre las antigüedades islámicas de Andalucía.
También nos hemos centrado en los viajeros españoles, cada uno con sus peculiares
características, que representan los primeros intentos de catalogación del patrimonio
arqueológico de Andalucía, a la par que nos transmiten muchos de ellos las primeras
representaciones gráficas de sus monumentos.
Hemos continuado con el estudio del fenómeno coleccionista en Andalucía, donde
junto a las colecciones de la alta nobleza, como por ejemplo la del Duque de Medinaceli,
aparecen otros conjuntos, como el museo oficial reunido, teóricamente en nombre del rey,
por Francisco de Bruna en los Reales Alcázares de Sevilla, el surgimiento de un depósito
judicial en Granada, a consecuencia de la condena a Juan de Flores y Oddouz por
falsificación. De igual forma asistimos al nacimiento del primer museo de carácter
municipal, creado en la Lonja del Cabildo Viejo de Jerez de la Frontera, donde se
reunieron diversos fragmentos escultóricos y epigráficos dispersos por la ciudad. También
tenemos noticias de varios depósitos eclesiásticos, conformados por la reunión de piezas
arqueológicas en iglesias, ermitas, monasterios y conventos de la región. Fenómeno más
importante es el surgimiento de un verdadero afán coleccionista entre la pequeña nobleza
urbana, políticos locales, cuyos ejemplos más evidentes son los de Pedro Leonardo de
Villacevallos y el Marqués de la Cañada, y entre las nuevas clases burguesas enriquecidas
por el comercio, como son los casos de Antonio Mosti o de Pedro Alonso O´Crouley
O´Donnell, en Cádiz.
A continuación, se han estudiado los principales proyectos de recopilación de las
antigüedades que afectan a Andalucía, haciendo hincapié en los desarrollados por la Real
Academia de la Historia y por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en las
que surge también un interés por lo islámico. Hemos analizado las principales obras que
recogen las antigüedades de la Bética y de la Beturia, tema éste que se pone de moda en el
siglo XVIII a partir de los trabajos de Manuel Trabuco y Belluga y de Miguel Ignacio
Pérez Quintero. Los Diccionarios Geográficos constituyen otro apartado interesante a tratar

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en este campo. En las respuestas dadas tanto a Tomás López como a la Real Academia de
la Historia abundan las referencias a excavaciones y hallazgos arqueológicos y
numismáticos, así como a la identificación de las ciudades actuales con las antiguas
ciudades mencionadas en las fuentes clásicas grecorromanas, sin que en ningún momento
se haga mención en todas estas respuestas al pasado islámico de Andalucía, lo que está en
franca contradicción con los proyectos institucionales del momento.
Sobre las excavaciones arqueológicas, hemos analizado la proliferación del fenómeno
en toda Andalucía, aunque en un marco general de absoluta carencia metodológica. A los
clásicos estudios sobre las excavaciones de Granada o de Itálica, se unen nuevos datos
sobre otras excavaciones en Ubrique, Osuna, Sevilla, Alcalá de los Gazules, Montoro,
Trigueros, Arjona, etc, que nos dan un panorama totalmente desconocido hasta el
momento, pero en el que no existe una planificación generalizada sobre esas actividades, a
pesar de la vinculación a instituciones y organismos oficiales. Es un momento en que se
producen numerosos hallazgos casuales de piezas epigráficas y escultóricas. Estos
hallazgos se deben, sobre todo, a la política de restauración de iglesias, conventos y
ermitas emprendida por el arzobispado de Sevilla, en diversos puntos de su territorio, para
paliar los efectos del terremoto del 1 de Noviembre de 1755, como los demostrarían los
hallazgos de Las Cabezas de San Juan o de Córdoba. Además, la construcción de la nueva
red viaria en Andalucía también supuso la exhumación de numerosos restos arqueológicos,
como serían los ejemplos de los hallazgos de Utrera, Osuna o El Chirivel.
Los viajeros y eruditos locales asimismo describen algunos de los restos más
importantes existentes en Andalucía, como es el caso de la obra de José Martínez de Mazas
sobre Cástulo, o las descripciones de los yacimientos de Itálica, Acinipo, Antikaria o
Mulva, sólo por citar algunos ejemplos.
Finalmente, hemos reunido en otro apartado, bajo el epígrafe Otros Temas de Interés
para el erudito ilustrado, diversas cuestiones que interesaban a los anticuarios andaluces
del XVIII. En primer lugar, se continúa con la intención de identificar las ciudades
antiguas con las actuales, lo que provocó graves controversias en algunos casos sobre su
localización, como serían los casos de Asido Caesarina y de Onuba, sólo por citar
algunos ejemplos. En este apartado se ubicaría el proyecto real desempeñado por Domingo
Belestá, a instancia de la Sociedad de Anticuarios de Londres y con el apoyo de la Real
Academia de la Historia, para situar la ubicación del lugar de la batalla de Munda entre
Julio César y los hijos de Pompeyo. Otro tema fue el de las falsificaciones históricas y

19
arqueológicas tan abundantes en este momento. En este apartado destacan las
falsificaciones granadinas, o las imputaciones de falsario realizadas a Cándido María
Trigueros y Luján, o la problemática de las denominadas “monedas de Judas”, que dieron
lugar a numerosos trabajos, de los que solamente se publicaron las obras de Francisco
Pérez Bayer, mientras que una obra anterior, realizada por Patricio Gutiérrez Bravo, quedó
inédita, pero cuyo estudio es muy interesante para la solución de esta cuestión.
Finalmente se aportan las conclusiones, en las que se analizan las pretensiones del
programa regalista de la Corona y su incidencia en la recopilación de documentos
originales, a raíz de diversos viajes de reconocimiento e investigación por Andalucía,
financiadas por la propia monarquía. También se analiza los principales proyectos
realizados por las instituciones culturales españolas y andaluzas, así como las principales
excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el siglo XVIII en Andalucía, sin olvidar el
importante auge del coleccionismo de antigüedades y de la aparición de obras históricas,
en las que por primera vez se darán a conocer numerosos bienes integrantes del patrimonio
arqueológico andaluz.

Abreviaturas utilizadas:
Simancas: Archivo General de Simancas.
ASRAH: Acta de Sesiones de la Real Academia de la Historia.
ARAH: Archivo de la Real Academia de la Historia.
AHN: Archivo Histórico Nacional.
AM: Archivo Municipal.
ASSARAH: Acta de Sesiones de la Sala de Antigüedades de la Real Academia de la Historia.
LASRASBL: Libro de Acta de Sesiones de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.
ARASBL: Archivo de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.
BN: Biblioteca Nacional.
AMS: Archivo Municipal de Sevilla.
BUS: Biblioteca de la Universidad de Sevilla.
BABASF: Biblioteca de la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
ARABASF: Archivo de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.
BBCC: Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla.
MAN: Museo Arqueológico Nacional.
Campomanes: Archivo Campomanes. Fundación Universitaria Española.
AMNCN: Archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

20
21
II. 1736-
1736-1808: los reinados de Felipe V, Fernando VI,
Carlos III
III y Carlos IV.
“¿Qué es la Ilustración?
El fin de la minoría de la edad del hombre.
El fin de su incapacidad para utilizar su razón
sin la dirección de otros”
(Immanuel Kant, 1794).

El siglo XVIII es conocido como el Siglo de las Reformas. La situación europea, a


la que no resultaba ajena España, tras las guerras del XVII, demandaba actuaciones que
mejorasen la situación existente en la economía, la sociedad y la política. Estas acciones
fueron llevadas a cabo en España por el movimiento político conocido como Ilustración
española.
Los Borbones adoptan la forma de gobierno conocida generalmente como Despotismo
Ilustrado. El monarca se rodea de un gabinete, normalmente formado por miembros de la
nobleza baja, que llevan el peso de la burocracia estatal, cuyos máximos representantes son
Ensenada, Esquilache, Grimaldi, Floridablanca, Aranda o Godoy, solo por citar algunos
ejemplos. De esta forma, la monarquía fortalece las figuras de los Secretarios de Estado y
de los de Despacho, excluyendo a la alta nobleza de los puestos de responsabilidad y del
poder que de ellos emanaba, buscando una administración competente y completamente
subordinada al poder real.
Otra de las novedades introducidas es la aparición de la figura del Intendente como
instrumento de la monarquía en todos los campos de la actividad económica y social. La
Hacienda se reforma, pasa a depender de secretarios, y se modifican los regímenes fiscales
de los reinos de España, con la introducción de nuevos impuestos, o con la creación en
1782 del Banco de San Carlos.
En la segunda mitad del siglo XVIII se multiplican las acciones encaminadas a mejorar
las condiciones comerciales y la incipiente industria. Se eliminan los puertos secos, se
abren más puertos al comercio americano y se mejoran las comunicaciones.
Además, se crean fábricas reales, y se favorece la creación de otras nuevas, tanto de
lujo como de manufacturas. La reforma del ejército y de la marina fueron favorecidas por
la construcción de numerosas factorías y maestranzas, así como astilleros. El resurgir de la
flota favoreció la recuperación del comercio marítimo con las colonias americanas.

22
Compleja es la situación del mundo rural. Prosigue el enfrentamiento entre agricultura
y ganadería. Se necesita aumentar la producción agrícola, lo que entra en conflicto con la
preponderancia de la Mesta. Las tímidas reformas emprendidas pretendían realizarse sin
afectar a las clases altas propietarias de grandes cantidades de terreno, lo que supuso su
fracaso.
La nobleza, gran propietaria, mantiene sus privilegios jurisdiccionales, basados en el
régimen del señorío. En las poblaciones de mayor tamaño existían ayuntamientos,
formados por regidores bajo la autoridad de un corregidor. Carlos III introdujo la presencia
del pueblo llano mediante la elección de procuradores y/o diputados del común, elegidos
mediante sufragio indirecto.
La Iglesia mantiene la jurisdicción sobre las tierras y territorios que le son propios. Las
relaciones con el poder real siempre resultaron difíciles, a pesar de la presencia continuada
de numerosos clérigos en los gobiernos borbónicos, debido a la gran preparación
intelectual y capacidad de trabajo de sus miembros. El momento más conflictivo de estas
relaciones llegará con la expulsión de España, según Decreto de 20 de Marzo de 1767, de
los miembros de la Compañía de Jesús, durante el reinado de Carlos III.
Todas estas reformas entran en crisis tras la guerra contra Napoleón. Las nuevas ideas
comienzan a transformar la sociedad y la cultura, y a penetrar en el ejército, de manera que
los mecanismos políticos, sociales y económicos desarrollados en el siglo XVIII son
insuficientes a comienzos del siglo XIX.
A pesar de los intentos de Fernando VII, las propias reformas de sus antecesores y la
influencia europea fueron los acicates para nuevos modelos, que se desarrollaron en el
país, en la época liberal, a través de duros y sangrientos episodios.
Pasamos a continuación a ofrecer un panorama general de lo que fue el reinado de los
primeros Borbones en los aspectos más relevantes que afectan a este trabajo:

23
FELIPE V (1713-
(1713-1746)

“Funda academias, erige seminarios, establece bibliotecas,


protege las letras y los literatos, y en un reinado de casi medio siglo
le enseña [al pueblo] a conocer lo que vale la Ilustración”.
(Gaspar Melchor de Jovellanos).

Segundo hijo del Gran Delfín, futuro Luis XV de Francia, y de María Teresa de
Austria, hija del rey Felipe IV de España, nació en 1683, transcurriendo su infancia en
Versalles.
En 1700, tras la muerte sin descendencia de Carlos II, último de
los Austrias Españoles, es declarado en su testamento como heredero
al trono español, jurando como rey ante las Cortes de Castilla el 8 de
Mayo de 1700. La impugnación del testamento de Carlos II por parte
del emperador austriaco Leopoldo I enfrenta a las potencias europeas a
una guerra conocida como la Guerra de Sucesión Española. Tras la Figura 1.- Felipe V
por Jean Ranc
victoria de sus aliados, en 1713, plasmada en la firma del Tratado de
Utrecht, el Duque de Anjou se convierte en rey efectivo de España y sube al trono como
Felipe V.
Con Felipe V se impone el modelo del centralismo y el absolutismo. Se suprime la
convocatoria a Cortes, excepto para jurar al heredero. El monarca concentra el poder
legislativo, ejecutivo y judicial. Desaparece el antiguo sistema polisinodial con la creación
del Gabinete: la Secretaría del Despacho Universal se desdobla en la Secretaria de Guerra
y la Secretaria General, que se dedica a todos los demás asuntos del Estado.
El rey establece igualmente el modelo de sucesión francés: la Ley Sálica, a través del
Auto Acordado en 1713. Establece en ese mismo año un Concordato con la Santa Sede, en
el que se establece el Regalismo, mediante el que se hacía efectiva la intervención real para
designar cargos eclesiásticos.
Una de sus primeras reformas fue la conocida como Decretos de Nueva Planta, tras la
Batalla de Almansa, el 29 de Junio de 1707, aplicable a los reinos de Aragón y Valencia,
en los que “ se reducen todos los Reynos de España a la uniformidad de unas mismas
leyes, usos, costumbres y tribunales, gobernándose igualmente todos por las leyes de
Castilla, tan loables y plausibles en todo el Universo...abolir y derogar enteramente todos
los referidos fueros y privilegios, practica y costumbre hasta aquí observadas en los

24
Reynos de Aragón y Valencia, siendo mi voluntad que estos se reduzcan a las leyes de
Castilla...”.
En Cataluña y Mallorca se impone el decreto de Nueva Planta en 1716. Cataluña, al
negarse a participar económicamente en los problemas de la monarquía, verá suspendido el
denominado Pactismo Catalán, y en su lugar se impondrán todo tipo de nuevos impuestos.
Se sustituyen los Virreyes por la figura del Capitán General, con funciones militares y
políticas. Se crea la figura del Intendente, que atiende asuntos económicos, según modelo
francés. Debía vigilar y controlar a todos los administradores públicos y conseguir el
desarrollo económico de la zona con creación de industrias, fomento de regadíos, etc.
En 1715 se crea la Real Audiencia de Mallorca, cuyos recursos económicos serán
dirigidos por el Consejo de Castilla, lo que supondrá la pérdida de las antiguas
particularidades políticas del territorio mallorquín.
Por el contrario, las regiones de Vascongadas y Navarra, fieles a la Guerra de Sucesión,
conservaron sus instituciones y derechos tradicionales, aunque se intentó la centralización
mediante la introducción de Delegados y Representantes legales que supervisan la
actuación de las instituciones forales.
En cuanto a transformaciones municipales, se expande por todo el territorio el modelo
municipal castellano. Aparecen los Corregidores (se divide el territorio en corregimientos)
y Regidores (en los Ayuntamientos), que se convertirán en cargos perpetuos, llegando el
cargo a ser hereditario. Se prohíben las lenguas autóctonas y se establece la obligatoriedad
de utilizar papel sellado. Destaca el importante papel del Justicia, que convoca reuniones
extraordinarias, y tiene voto de calidad. Se multiplican los oficios burocráticos:
Procurador general, Mayordomo de Propios y Arbitrios, Alcaldes de Hermandad, etc.
En cuanto a su política exterior, intentó recuperar las posesiones italianas que perdió
con motivo de Utrecht, para ello cuenta con el apoyo de su segunda esposa italiana, Isabel
de Farnesio ( la primera había sido María Luisa de Saboya, con quien tuvo dos hijos, Luis
y Fernando) y con la política agresiva de su ministro Alberoni (1717-1719) no
consiguiendo resultados.
Con su ministro Ripperdá (1725-1728) su política se vuelve pro-austriaca. El Tratado
de Viena de 1725 supone el final definitivo de la Guerra de Sucesión al reconocerse
mutuamente sus posesiones. Se crea la Alianza de Hannover (Gran Bretaña, Francia y
Prusia), que impide que se recupere Gibraltar.

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Con Patiño (1728-1736) se mejoran las colonias americanas. Incrementa la armada y
ocupa plazas en el norte de África. España entra en la Alianza de Hannover mediante la
firma del Tratado de Sevilla de 1729, por el que consigue los ducados de Parma y
Piacenza, que pasarán a ser gobernados por un hijo de Isabel de Farnesio, el futuro Carlos
III.
En 1733 firma el Primer Pacto de Familia contra Austria: se recuperan los derechos de
Carlos V al trono francés y el príncipe Carlos consigue la Corona de las Dos Sicilias.
España es atacada en las colonias por Gran Bretaña, lo que produce la guerra y hace pensar
en la invasión de las Islas Británicas. Este episodio forma parte de la Pragmática de 1740.
En 1743 se firma el Segundo Pacto de Familia, por el que se estipula la lucha colonial
contra Gran Bretaña y la ayuda francesa para recuperar Gibraltar y Menorca. El 9 de Julio
de 1746 muere Felipe V, con un grave deterioro mental, tras el paréntesis de haber dejado a
su hijo Luis en el trono y volver de nuevo a él tras la muerte de su primogénito.
En cuanto a realizaciones culturales cabe destacar que bajo su reinado manda iniciar la
construcción de un nuevo Palacio Real en Madrid, el de la Granja de San Ildefonso, y se
remodela el Palacio Real de Aranjuez. En 1711, funda la Real Librería, que con
posterioridad pasó a denominarse Biblioteca Real, a la que dotó de una renta permanente,
originaria de los impuestos sobre el juego y el tabaco, todo ello encaminado a irla
enriqueciendo de fondos de manera progresiva. El propio rey manda traer de Versalles seis
mil volúmenes y establece un precepto aún vigente, el de la obligación legal de depositar
un ejemplar de cuantos libros se imprimieran en España.
Bajo su auspicio se crea la Real Academia Española, que nació en realidad en el
Palacio del Marqués de Villena, el día 3 de Octubre de 1714, cuando el aristócrata, que
gustaba de reunir periódicamente una tertulia de intelectuales, elevó una propuesta al rey,
para que los reunidos pudieran legalmente formar una institución con funciones de albergar
libros, concretamente el que se proponían escribir, un volumen en el que quedarían
anotadas “tanto las voces y las frases recibidas por el uso cortesano, como las bajas y
bárbaras”.
A esta institución seguirá la Real Academia de la Historia, originada en la tertulia que
celebraba Julián de Hermosilla en su domicilio, y finalmente sancionada por Real Decreto
del 18 de Abril de 1738, en la que participaron desde sus inicios numerosos eruditos
andaluces. También se dieron los primeros pasos para la creación de la futura Academia de

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Bellas Artes, cuyo germen nació en el taller de trabajo del italiano Oliveri, y que
culminarían en el reinado siguiente.
Otras fundaciones reales, a imitación de instituciones extranjeras del mismo tipo,
fueron las Reales Academias de Medicina (1734), de Farmacia (1737) o de Jurisprudencia
(1742), que volvieron a encender las pugnas entre los continuistas y revisionistas, entre los
partidarios de la más férrea tradición y los novatores.
Durante el Siglo XVIII, se intenta recoger, ordenar y clasificar temáticamente los restos
de la antigüedad clásica, en el convencimiento de que el conocimiento del pasado de la
nación, era una condición indispensable para el progreso de la misma.
En esta corriente el fenómeno coleccionista desarrollado siglos atrás por la Corona
continuó e incluso se incrementó. Para aumentar el prestigio personal de los Borbones,
Felipe V, animado por Isabel de Farnesio, compró, entre 1706 y 1728, la colección que
había pertenecido al Marqués del Carpio y, en 1724, la colección de Odescalchi, que con
anterioridad había pertenecido a Cristina de Suecia, una de las mejores colecciones
escultóricas de la época, que fueron ubicadas en el Palacio de La Granja de San Ildefonso.
Junto a todos estos logros culturales, la Iglesia y la Inquisición seguía poniendo
obstáculos a toda actividad que significara apertura intelectual y liberación humana. El
control y dominio que buscaba el rey de las universidades implicaba el deseo de que sus
enseñanzas se adaptaran a los designios de la Corona Borbónica. Con este fin impone el
decreto mediante el cual se exige la enseñanza del Derecho Real en todas las cátedras
universitarias, cuando lo único que se impartía era el derecho romano y canónigo. Se
ordena el cierre de la universidad de Valencia, Huesca y Lérida, quedando como única
universidad en Cataluña la de Cervera, de fundación real.

FERNANDO VI (1746-
(1746-1759)
“[Se] dedica a la reconstrucción del país, a la aplicación
de las ideas reformistas que llevarán el progreso a la nación,
al fomento de las ciencias y de las grandes empresas literarias
y científicas concebidas como proyectos interdisciplinares
organizados y controlados por el poder”.
(Gloria Mora 1998).

Cuarto hijo de Felipe V y de su primera mujer Maria Luisa de Saboya. A la


muerte de su hermano Luis, en 1724, fue nombrado Príncipe de Asturias, y como tal,

27
heredero al trono al que llegó en 1746, con treinta y tres años, casado ya con Bárbara de
Braganza, quien tendría una gran influencia en su reinado.
Sus primeros años en el trono estuvieron encaminados a apartar de la corte a su
madrastra Isabel de Farnesio, a la que llegó a desterrar junto con su camarilla.. En política
interior buscó una recuperación económica. Contó con la ayuda de dos estimables
ministros, aunque con intereses opuestos: El francófilo Marques de Ensenada y el anglófilo
José de Carvajal y Lancaster. El primero pretendió crear una contribución única y
proporcional a la riqueza de los contribuyentes, para lo cual se elaboró el famoso Catastro.
La actuación de Carvajal estuvo más relacionada con la política exterior. En 1753 firma el
Concordato con la Santa Sede, por el que Benedicto XIV reconoce el Patronato Regio y
supone el control real de los nombramientos eclesiásticos.
En política exterior trato de evitar los conflictos armados y mantener una política de
neutralidad, dedicando sus los esfuerzos a reforzar el comercio con las colonias A la
muerte de Carvajal, le sustituyó Ricardo Wall, quien mantuvo a España alejada de la
Guerra de los Siete Años, aunque recibió presiones de Francia y Gran Bretaña para entrar
en el conflicto. Tras la muerte de su esposa en 1758, Fernando VI cayó en una profunda
melancolía y murió sin herederos el 10 de Agosto de 1759.
Silenciado y reconocido al mismo tiempo, el reinado de Fernando VI tiene una
mayúscula importancia en la creación de una concepción humanista social y política en la
España del siglo XVIII: sus casi trece años de gestión hicieron ennoblecer la función del
político al ampliar sus cometidos a unos planos inauditos anteriormente.
Es en esta época cuando se fomentan los primeros enclaves urbanos para los menos
favorecidos; cuando la Marina amplía su misión a la realización de empresas científicas en
el Nuevo Continente; cuando se desarrolla el comercio mediante la creación de varias
compañías comerciales; cuando se promueven fábricas, se fomenta la agricultura y se
perfecciona la precaria red de caminos y carreteras.
Una sucesión de grandes gestos administrativos que fueron clave
para una transición eficaz a una Ilustración que pronto tendría lugar. Su
luz auguraba una nueva época de sensibilidad y razón; los gestos eran
las marcas dejadas por un reinado corto y extraordinariamente fecundo.

Sus más certeros alumbramientos son todavía hoy una lección de cómo
Figura 2.-
Fernando VI. gestionar una convivencia en paz.

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Pero fueron una ciudad, Madrid, y una Academia, la Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando, los dos de los mayores deudores del reinado de Fernando VI y Bárbara de
Braganza. Bajo la gestión de sus eficaces ministros Ensenada y Carvajal, la ciudad de la
Villa y Corte vivió un auténtico proceso de renovación arquitectónica y urbana: se realizó
el primer estudio científico de su topografía y planimetría; se emprendió la instalación de
una infraestructura sanitaria y de servicios higiénicos y se fomentó la construcción de
edificios monumentales y la renovación de muchos particulares. Empresas todas de enorme
envergadura que serían terminadas durante el gobierno de Carlos III.
Por su parte, la Academia tiene en la decisiva intervención de Fernando VI, el germen
de lo que hoy se conoce como Real Academia de San Fernando; su nacimiento como
plataforma de debate cultural y artística que propiciara también una renovación en estos
dos ámbitos fueron uno de los más preciados logros de este singular y sensible monarca.
Durante el reinado de Fernando VI se financiaron los viajes de los marinos Jorge Juan
y Antonio de Ulloa a Sudamérica, se fundaron las Academias de Buenas Letras de Sevilla
y de Barcelona, ambas en 1751, y la Histórico-Geográfica de Valladolid, en 1752.
También se dieron los primeros pasos para la creación de un Gabinete de Historia Natural,
y se dotó de protección política y económica al Padre Enrique Flórez de Setién y Huidobro,
para la realización de su obra España Sagrada.
También desde la Corona, se financió el proyecto coordinado por el jesuita Andrés
Marcos Burriel, que pretendía inspeccionar los archivos eclesiásticos de distintos puntos de
España, con el objetivo de conseguir aquellos documentos que fueran útiles para basar sus
pretensiones del Patronato Regio frente al Papado. Entre estas visitas, destacan la realizada
por Pedro Rodríguez de Campomanes a El Escorial, la de José Vázquez Venegas a
Córdoba y la de Marcos Domínguez Alcántara a Granada.
Este proyecto se completó, en el marco civil, por el Viaje de España realizado entre
1752 y 1754 por Luis José Velázquez de Velasco, que representa la primera tentativa de
recoger las antigüedades del Reino de España.
De esta manera, se crearon una serie de circunstancias y actitudes favorables al estudio
y conservación de las antigüedades, al ya tradicional entre los eruditos del Renacimiento,
que llegó a adquirir rango oficial y pasó a ser subvencionada y controlada desde la
monarquía, por su evidente interés político.

29
CARLOS III (1759-
(1759-1788)

“Es la época en que don Antonio Ponz recorría los caminos


polvorientos de España haciendo el inventario de sus monumentos,
de sus tesoros artísticos, como si tuviera el presentimiento de que
pronto la guerra y el huracán revolucionario iban a reducir una
gran parte a polvo y cenizas”.
(Antonio Domínguez Ortiz, 1981).

Nació el 20 de Enero de 1716, hijo de Felipe V y su segunda esposa Isabel de Farnesio.


Gracias a la habilidad de su madre, previamente a su llegada al trono
español había ostentado los ducados de Parma, Piacenza, Toscana y era
rey de Nápoles y Sicilia. En 1737 se casó con María Amalia de Sajonia.
Tras la muerte de su hermanastro Fernando sin herederos directos, fue
declarado Rey de España en 1759.
En política exterior la situación europea estuvo dominada por el
desarrollo de la Guerra de los Siete Años, que repercute de forma negativa en la economía
colonial española, lo que llevará a Carlos III a firmar sucesivamente el Figura 3.- Carlos
III, por Mengs
Tercer Pacto de Familia y el Tratado de París, con la esperanza de
abrirse mercados y asentar las estructuras comerciales que pudieran animar a los sectores
económicos más productivos del interior (agricultura y manufacturas).
España entró en la guerra en 1762, pero finalmente la victoria se decantaría hacia el
lado de Gran Bretaña, que desplaza a los franceses en Canadá y la India A consecuencias
de la misma España pierde Florida y cede Sacramento a Portugal. A cambio de las
pérdidas, Francia entrega a la corona española la Luisiana.
Tras la derrota, los Borbones apoyaron el levantamiento de las colonias americanas
contra Gran Bretaña en la Guerra de Independencia de los EEUU. Francia intervino a
favor de los colonos y España prestará un apoyo económico. A consecuencia de esta
guerra, España recuperó la isla de Menorca, la Colonia de Sacramento y verá fortalecida su
posición en el Virreinato del Plata, pero los gastos ocasionados por el apoyo a la guerra
americana dejaran un grave lastre en España que iniciará una crisis económica, que en
parte verá empañada su victoria al no conseguir la recuperación del enclave de Gibraltar.
En política interior, Carlos llegó a España acompañado de sus leales consejeros y
amigos italianos a los que colocó en los puestos más significativos del Estado, como son el
Marqués de Grimaldi, que ocupó la Secretaría de Estado, y el Marqués de Esquilache, que
ocupó las Secretarias de Hacienda y de Guerra, a los que habrá que unir a otros personajes

30
“nacionales” que ya habían destacado durante el reinado anterior, como es el caso de
Pedro Rodríguez de Campomanes y Pérez de Sorribas, que ocupó los cargos de Fiscal, y
posteriormente Presidente, del Consejo de Castilla y Presidente del Consejo de la Mesta, y
el Fiscal del Consejo de Castilla, o de José Moñino, Conde de Floridablanca, Secretario de
Estado.
Durante el reinado de Carlos III se reformaron las Intendencias y Juntas Locales, con
el fin de reorganizar la fiscalidad del reino, cosa que intentó con la Contaduría de Propios
y Arbitrios. Reforzó la autoridad real frente a la Iglesia, imponiendo la jurisdicción real
sobre la eclesiástica cuando había conflictos de competencias. Esto trajo consigo el duro
enfrentamiento con la Iglesia, especialmente con los jesuitas, que defendían la autoridad
del papado frente al regalismo. Esto llevó finalmente a Campomanes a decretar la
expulsión de la Compañía de Jesús el 2 de Abril de 1767. Esta medida tan radical trajo
consigo el rechazo social y hubo que matizarla achacándola a motivos de índole social y de
orden público, responsabilizando a la Compañía de Jesús de los desordenes populares que
se produjeron en 1767, cuyo ejemplo más significativo lo constituye el Motín de
Esquilache.
Para hacer frente a la crisis económica y reactivar los sectores productivos se crean los
vales reales y el Banco de San Carlos. Se producen las repoblaciones en Sierra Morena y
Andalucía, con la creación de localidades como La Carolina (Jaén), La Carlota y Fuente
Palmera (Córdoba) y La Luisiana y Cañada del Rosal (Sevilla), donde fueron asentados,
inicialmente numerosos colonos católicos procedentes de Centroeuropa, y que luego
fueron sustituidos por colonos procedentes de las localidades cercanas.
Para evitar el contrabando comercial de las colonias se crean las denominadas
Compañías Privilegiadas, cuyo objetivo era trata de recuperar el control de
exportaciones/importaciones. Así nacen la Real Compañía Guipuzcoana de Navegación de
Caracas, dedicada al comercio de materias primas y de hierro producido en el País Vasco,
Compañía filipina, dedicada a las reexportaciones, y la Real Compañía de Comercio de
Barcelona, dedicada a las relaciones comerciales con las Antillas. Al no obtenerse los
resultados deseados, se dictó el Decreto de Libertad Comercial (1778), con los que se
pretendía aumentar la actividad de los puertos de Alicante y Barcelona.
También durante este reinado, se firmaron diversos tratados con Marruecos, que
otorgaron a España ventajas pesqueras, seguridades en el comercio marítimo y la
posibilidad de establecer un consulado permanente. Estos tratados con el reino alauí,

31
conllevaron la visita a España de diversos embajadores, como los conocidos Al-Gazzal y
Utman, que entraron en contacto con los círculos culturales de Madrid, Sevilla, Córdoba y
Granada, interesados en las antigüedades islámicas existentes en el país.
El reinado de Carlos III fue uno de los más ricos en cuanto a reformas económicas,
sociales y culturales. En este aspecto tenemos que destacar la actividad del ministro Pedro
Rodríguez de Campomanes. La publicación de su Discurso sobre el fomento de la
Industria popular en 1774 y del Discurso sobre la educación popular de los artesanos y su
fomento en1775, marcaron un hito en el avance del reformismo. Estos discursos se
inspiraron en otros llevados a cabo por ilustrados como Bernardo Ward y Manuel Rubín de
Celis. La política de fomento industrial se incrementó notablemente, potenciando la
liberalización, combatiendo a los gremios, favoreciendo la industria rural e impulsando la
comunicación con el extranjero.
A ello se añadió, el diseño de una nueva red radial de carreteras, que unían, a través de
seis rutas distintas, la capital con el litoral español, con la que se pretendía fomentar el
comercio entre las distintas partes de la nación.
La respuesta social no se hizo esperar. A imitación de la Sociedad Vascongada de
Amigos del País, se crearon numerosas Sociedades Patrióticas o Sociedades Económicas
de Amigos del País, a raíz de la publicación por parte de Pedro Rodríguez de Campomanes
de su Discurso sobre el fomento de la industria popular (1774). En ellas estaban unidas las
clases burguesas y privilegiadas en el intento de colaborar con las reformistas clases
dirigentes en su intento de difundir las ideas ilustradas y fomentar el desarrollo de la
economía.
También cabe destacar el interés del rey por la construcción de edificios, en los que se
adoptará un nuevo arte, el Neoclásico, que gracias a la intervención de la Real Academia
de Bellas Artes de San Fernando, se irá implantando en todas las nuevas construcciones
del país, frente al arte Barroco.
Asimismo, el monarca consideraba como algo esencial fijar en piedra el poder y la
fama de la monarquía que él representaba, y a estos deseos responden construcciones tales
como la finalización del Palacio Real de Madrid, introduciendo las reformas de los
italianos Juvara y Sacchetti, la ampliación del Palacio de Aranjuez, adaptándolo al nuevo
gusto del siglo XVIII, la reforma del Palacio de El Escorial , al que se le añaden dos
nuevas estancias: las denominadas Casita de Abajo o del Príncipe, destinada para el

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Príncipe de Asturias, y la Casita de Arriba, destinada a residencia del infante Don Gabriel,
ambas construcciones son obra del arquitecto real Juan de Villanueva.
Donde encontramos los mejores exponentes de la obra reformista y modernizadora del
rey es en la capital del reino. Madrid se convirtió en una ciudad moderna gracias al
programa edilicio del monarca, de quien escribió el Conde de Cabarrús: “La capital del
reino merece especial atención de Carlos, quien sabedor del poder, de las luces y del lujo
de los Estados tienen la mayor influencia en las provincias, y que las reformas más útiles
deben empezar por ellos, ya porque la imitación propaga más presto, ya porque se
ejecutan mejor a la vista de la autoridad soberana”
A la mejora de la infraestructura urbana, empedrado, limpieza y alumbrado sumo el rey
la construcción de una serie de edificios que habían de embellecer la ciudad y mejorar el
bienestar público, como son las Fuentes de Cibeles, de Neptuno y de Apolo, la Puerta de
Alcalá, la reordenación y construcción del Paseo del Prado y de los Jardines del Palacio
del Buen Retiro, el Real Gabinete de Historia Natural, transformado posteriormente en
pinacoteca, y el Hospital General de Madrid.
Aunque la arquitectura ocupó el papel principal en el programa artístico desarrollado
por el monarca, la pintura también atravesó una etapa de esplendor, sobre todo en las
personas de dos extranjeros que gozaron del favor real: Antonio Rafael Mengs y Juan
Bautista Tiépolo.
Antonio Rafael Mengs llega a España encargado de realizar la decoración del Palacio
Real de Madrid, muy influido por las ideas neoclasicistas de Winckelman. Fue retratista
del rey, de la reina Maria Amalia y de los príncipes e infantes de la corte. Mengs tendría
una gran influencia sobre la pintura española de la época, especialmente sobre Mariano
Salvador Maella, también pintor real y sobre Francisco Bayeu.
La importancia de Mengs es clave en relación con la incorporación de la antigüedad
clásica al legado cultural español, En 1776 ofreció al rey su colección completa de estatuas
y moldes antiguos a condición de que se traspasara a la Academia de San Fernando, de la
que era miembro, cosa que finalmente tuvo lugar entre julio de 1778 y febrero de 1779. A
partir de esta donación se obtuvieron copias en yeso y mármol que Carlos III distribuyó
por los numerosos palacios y academias, como la Sevillana de Buenas Letras.
Juan Bautista Tiépolo, veneciano, fue llamado a la corte en 1762 encargándole la
decoración pictórica de tres bóvedas del Palacio Real, dedicadas a Las Apoteosis de
Hércules y Trajano, el Triunfo de Eneas y La Aurora. Destaca en ellas la glorificación que

33
realiza de la monarquía española, muy del gusto del rey en su afán por engrandecer y
honrar a la Corona española.
Junto a estos artistas extranjeros, tampoco se descuidaron los artistas españoles, como
lo demostraría el hecho de que en 1786, sea llamado a la corte el aragonés Francisco de
Goya, iniciando una fecunda etapa como retratista real y de la corte, que continuará en el
reinado posterior.
Las artes industriales y decorativas, tuvieron en el rey a un apasionado mecenas. Su
deseo de poner la corte española a la altura del poder de su monarquía, compitiendo con las
mejores, su afán de modernizarla, según los gustos y modas de la época, le llevaron a
ocuparse de porcelanas, tapices y cristalerías. De Nápoles se trajo el laboratorio de piedras
duras, que realizaba mosaicos, y la fábrica de porcelana de Capodimonte que instaló en el
palacio del Buen Retiro, de donde tomaría su nuevo nombre, Real Fábrica de China del
Buen Retiro. Fomentó en gran medida la Fábrica de vidrio de la Granja de San Ildefonso y
la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara en Madrid, cuyas producciones estaban
destinadas a abastecer a los palacios de la Corona.
El rey era plenamente consciente del valor cultural de las numerosas obras de arte
existentes en las colecciones de la monarquía española. Las consideraba una parte esencial
de la identidad cultural de España y un bien de todos los españoles, que debían conservarse
y protegerse para la posteridad.
Influyen poderosamente en esa concepción cultural el contacto mantenido por el
monarca con las colecciones artísticas y arqueológicas reunidas por los Farnesio, a los que
estaba vinculado por su madre, en Nápoles y a las excavaciones arqueológicas
emprendidas en Pompeya, Herculano y Estabia durante sus años en Nápoles.
Estas mismas ideas las aportó a España, durante cuyo reinado se hicieron numerosas
excavaciones arqueológicas en Ilici, Itálica, Munigua, Osuna y La Luisiana (Sevilla), así
como se completaron la recuperación de diversos objetos destinados a servir de decoración
y ornato en los palacios reales, como es el caso de los Reales Alcázares de Sevilla, donde
Francisco de Bruna y Ahumada reunió, en nombre del rey, una importante colección de
escultura y epigrafía.
También durante este reinado se dictaron las primeras normas para la protección del
patrimonio artístico español, como fueron la prohibición de exportar las pinturas y obras de
arte al extranjero, o de que encargase a Antonio Ponz, la realización de un viaje, con el

34
motivo de inventariar las obras de artes existentes en los edificios de la Compañía de Jesús,
recién expulsada del país.
A este viaje se unieron los realizados por Francisco Pérez Bayer o José Ortiz y Sanz,
quienes intentaron recopilar las principales antigüedades romanas e islámicas existentes en
el país.
Todo ello motivó que José de Cadalso escribiera del reinado de Carlos III las siguientes
palabras: “Ahora las ruinas de España que infundían el respeto de la pasada grandeza,
empiezan a gozar con Carlos con una nueva edad dorada”.
Otro de los grandes capítulos del patronazgo cultural de Carlos III, seguramente el más
característico de las preocupaciones de su tiempo, fue el fomento de la ciencia y la técnica.
El interés del monarca por colocar a España en la vanguardia de los nuevos
descubrimientos, concretamente en botánica, gracias al inmenso campo por investigar en
América, el interés por vincularla a los avances logrados en el extranjero y el afán por que
se beneficiase de los conocimientos científicos a través de la enseñanza, la difusión publica
y la aplicación concreta, era uno de los principios básicos de su programa de
modernización.
En relación con este interés, se encuentra la adquisición del gabinete de Historia
Natural reunido por Pedro Franco Dávila, un indiano del Perú establecido en París, que
unió a las colecciones ya reunidas anteriormente por Fernando VI, y con las que conformó
el Real Gabinete de Historia Natural, en el que tuvieron acogida diversas piezas
arqueológicas procedentes de diversos yacimientos andaluces.
Para la ubicación de la nueva colección, el monarca mandó construir a Juan de
Villanueva el soberbio edificio neoclásico, situado en el paseo del Prado, sede del actual
Museo del Prado. Junto a él, creó el Jardín Botánico y en sus cercanías el Observatorio
Astronómico, obra también de Villanueva.

CARLOS IV (1788-
(1788-1808)
“Un vacío de poder que favorece la quiebra de la monarquía
absoluta y el principio del fin del antiguo régimen”.
(Roberto Fernández, 1996)

Nació el 11 de Noviembre de 1748, en Nápoles, cuando su padre aún era rey de


Nápoles y las Dos Sicilias, aunque no era el primogénito, su padre lo nombró heredero al

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trono de España tras la confirmación de que su hermano mayor, Felipe, daba muestras
sobradas de su incapacidad mental para gobernar.
De carácter débil, que no ambicionaba el poder, ni la voluntad firme de gobierno, la
influencia que sobre él ejercieron sus más íntimos como la reina Maria Luisa de Parma y
su primer ministro Manuel Godoy, han hecho que pase a la historia como un monarca
nefasto.
El reinado de Carlos estuvo muy marcado por la situación europea, especialmente
por la muerte de Luis XVI, y la Revolución Francesa, cuyo estallido hizo que los
acontecimientos internos de España, giraran en torno al conflicto francés, que se
personalizó como propio tras la invasión napoleónica, y la posterior guerra de la
independencia española.
El reinado de Carlos IV supone el fin de la etapa reformista de la Ilustración. En un
primer momento se manifestó como continuador de la política de su padre, al mantener al
Conde de Floridablanca en su puesto de primer ministro. Este llevó a cabo una campaña de
represión y censura contra la propaganda revolucionaria. Reactivó la Inquisición, que
elaboró una vez más, un nuevo índice de libros prohibidos. Su intento de evitar la difusión
de las ideas revolucionarias fracasó y fue destituido en febrero de 1792. Su sustituto fue el
Conde de Aranda, que se mantuvo nueve meses en el poder.
Este personaje de clara tendencia ilustrada intentó mantener la postura española
pacifista frente a la Convención francesa. Durante su mandato surgen los graves problemas
internos a los que se enfrenta España: la crisis económica, la inminencia de una
sublevación interna y la amenaza inglesa en las colonias. Su caída fue provocada por los
que planteaban la intervención armada para reponer en el trono a los Borbones franceses.
Su sucesor, Manuel Godoy, favorito de la reina Maria Luisa, llevó a cabo una serie de
medidas diplomáticas encaminadas a reponer a Luis XVI en el trono.
Se alió con la Francia absolutista y a la muerte de Luis XVI, España
junto con las demás potencias europeas declara la guerra a la Francia
revolucionaria. Esta guerra fue un total fracaso y supuso la invasión
francesa del norte peninsular por Figueras e Irún llegando hasta el
Ebro. Figura 4.-
Carlos IV.
Godoy se vio obligado a firmar la Paz de Basilea en 1795, con la
que se reanudó la alianza con Francia, que devuelve a España los territorios ocupados, a
cambio de la mitad francesa de la isla de Santo Domingo. Ante el escaso éxito de la

36
intervención militar contra la Francia revolucionaria, Godoy firmó el Tratado de San
Ildefonso (1796), por este acuerdo España se comprometía a luchar junto a Francia frente a
Inglaterra,. Apenas dos meses más tarde se produce la derrota española en el cabo San
Vicente (1797) y la pérdida de la isla de Trinidad en el Caribe. Las derrotas navales
hispano-francesas en Finisterre y Trafalgar en 1805 tuvieron como consecuencia la
destrucción de la mayor parte de la armada española, y la imposibilidad de defensa de las
colonias americanas, que se encontraban a merced de los barcos ingleses.
Se paralizó el tráfico marítimo con las colonias, se produjo la crisis de la industria
algodonera y se agravó la situación financiera de la monarquía. Se hunde completamente la
economía española, lo que lleva a Carlos IV y Godoy a firmar el Tratado de Fontainebleau
en octubre de 1797, con Napoleón, lo que nos ligará a Francia en el bloqueo continental
contra Inglaterra.
Los gastos de la Guerra repercuten directamente sobre la población, que debe entregar
hombres al ejercito y sufragar una interminable guerra en la que España había intervenido
en los dos bandos. Se hace responsable de los males que aquejan al país a Godoy y a
Carlos IV. A esta situación de malestar social contra el rey y el favorito, se añaden las
intrigas del príncipe Fernando y de sus partidarios, que se consolidan a raíz de la invasión
napoleónica en tres acontecimientos: El Motín de Aranjuez, las Abdicaciones de Bayona y
los motines populares que tienen lugar en Madrid en Mayo, que iniciaron la Guerra de la
Independencia en 1808.
En cuanto a los aspectos culturales más destacados del reinado hay que considerar el
retroceso que supuso para la cultura y la ideología ilustrada la implantación de una serie de
medidas encaminadas a detener el pensamiento revolucionario francés. Estas medidas se
plasmaron en una fuerte censura, que supuso la desaparición de periódicos prestigiosos, a
través del Real Decreto de 14 de febrero de 1791, por el que se suspendían todos los
periódicos que no fueran de noticias o avisos. Esta prohibición fue renovada en el año
1804.
Carlos IV disolvió los Colegios Mayores con una Real Cédula de 25 de Septiembre de
1798, sus caudales y rentas fueron destinados a la caja de amortización, que decretó la
venta de sus fincas.
Se organizaron también expediciones científicas como la de Malaespina, alrededor del
mundo (1789-1795), la realizada por los hermanos Heuland a Chile (1795-1800) para
investigaciones mineralógicas, la expedición real a Guantánamo (1799-1804), por

37
cuestiones botánicas y la exploración de regiones equinocciales a cargo de Humbold y
Bonpland (1799-1804), que propiciaron numerosos hallazgos que incrementaron las
colecciones naturalísticas españolas.
En lo referente a las Bellas Artes el periodo está dominado por la figura de Francisco
de Goya, nombrado pintor de cámara en abril de 1789.
Hay que destacar una importante reforma cultural referida al mantenimiento y
protección del patrimonio histórico-artístico español bajo el reinado de Carlos IV, es la
promulgación de la Real Cédula del 6 de julio de 1803, que aprueba y manda observar la
Instrucción formada por la Real Academia de la Historia sobre el modo de recoger y
conservar los monumentos antiguos descubiertos o los que se descubran en el Reino.
Esta orden fue realizada, a instancias del Secretario de Estado de Mariano Luis de
Urquijo, por los individuos componentes de la Sala de Antigüedades de la Real Academia
de la Historia. En este sentido se otorga un papel director y regulador de la arqueología en
España a la Real Academia de la Historia durante todo el siglo XIX y el primer tercio del
XX.
Una de las primeras tareas que se llevan a cabo por esta Sala de Antigüedades es la
continuación de la Colección Litológica, para lo cual se manda recopilar todas las
inscripciones romanas, godas y árabes, comenzando por el antiguo Reino de Sevilla, para
ello se solicitó la colaboración de la Academia Sevillana de Buenas Letras y de distintos
anticuarios andaluces.
También se llevaron a cabo en estos primeros años del siglo XIX, las excavaciones de
Mérida, Segóbriga, Osuna, Itálica, Ubrique o Alcalá de los Gazules, así como la
publicación, en 1804, de la segunda parte de las Antigüedades Árabes de España, en la que
se incluyen las inscripciones arábigas de la Mezquita de Córdoba y de los Palacios
Nazaríes de La Alhambra, así como su traducción.

38
III. MARCO IDEOLÓGICO.
“En la conciencia de algunos españoles de
principios de siglo se había instalado la idea de
decadencia y forjado la necesidad urgente
de restaurar el país para recuperar su prestigio”
(Roberto Fernández, 1996).

“El siglo XVIII fue el siglo de la Historia …


Únicamente la Historia consiguió remontar la crisis
general y llegó a alcanzar un desarrollo jamás logrado
hasta allí en tierras de España”
(Claudio Sánchez Albornoz, 1958).

“Él [buen gobernante] tiene que ser un hombre de letras,


diestro en la pintura,
versado en geometría,
debe tener [un] buen conocimiento de la Historia,
haber estudiado Filosofía con diligencia, aprendido Música,
no ser ignorante en Medicina,
conocer las reglas del Derecho Legal
y ser maestro en Astronomía y Cosmología”.
(Vitrubio, De Architectura).

La Ilustración debe considerarse como un movimiento de regeneración


nacional, imbuido de un profundo y declarado sentido patriótico. Esto llevó a una minoría
de intelectuales españoles a colocar a España en el centro de sus debates y reflexiones,
considerando la necesidad de una rápida y profunda regeneración de la monarquía.
Partiendo de un poder regio reforzado, motor de los cambios a realizar y exponente de
la modernidad, se pretendió reformar toda la nación, eliminando las deficiencias y hacer de
España una nación moderna y en condiciones de igualdad con las principales potencias
europeas.
Para lograr estos proyectos, se modificó la naturaleza política del estado, mediante la
utilización de mecanismos de uniformidad legal y la centralización del poder, en la cual
debería jugar un papel importante la actualización de los conocimientos científicos y la
cultura en general.

III. A. La nueva concepción de la Historia.

Durante el siglo XVIII, los gobiernos ilustrados mostraron un gran interés por la
Historia de la Nación, entendida como un bien de utilidad pública que serviría de
instrumento de enseñanza, a fin de evitar los errores cometidos en el pasado, así como un
medio de propaganda de la historia de la nación.

39
Pero la renovación de la cultura española y su interés por la historia crítica ya había
surgido en el siglo XVII, cuando aparece en toda Europa, y en paralelo al nacimiento de la
ciencia moderna, un fenómeno de concienciación crítica frente a aquellas historias basadas
en las genealogías fabulosas y narraciones indocumentadas y fantásticas que prevalecían
en la literatura desarrollada durante los siglos XVI y XVII, especialmente a partir de la
Contrarreforma y de la aparición de los Falsos Cronicones, entre las que destacaban las
obras de Román de la Higuera y Flavio Dextro1.
Los seguidores de este movimiento, que se agruparon bajo la denominación de
novatores, estaban convencidos de que la defensa de la verdad histórica no se hallaba en
contradicción con los Evangelios ni los principios doctrinales del Cristianismo, y por tanto
para la elaboración de sus trabajos se basaron en la aceptación exclusiva de aquellos
hechos que únicamente se pudieran probar con documentos fehacientes e indiscutibles,
pues las ficciones históricas no aumentan las glorias nacionales.
En España serían sus figuras principales Nicolás Antonio, Gaspar Ibáñez de Segovia,
Marqués de Mondejar, y Juan Lucas Cortés, quienes en sus trabajos siempre mostraron la
necesidad de superar las ficciones históricas que hasta el momento dominaban en la
interpretación del pasado de la nación, exigiendo la publicación de los documentos
originales2, tal y como ha recogido A. Mestre Sanchís: “La Historia era, por tanto, una
cuestión nacional, un tema patriótico. Frente a la Historia fingida por los cronicones en
honor de España, la crítica como medio de alcanzar la verdad, única gloria de la
nación”3.
La monarquía borbónica, al igual que ocurre en otras naciones europeas, mostró un
especial interés por la Historia de la Nación, en la que poder plasmar su programa político
centralizador4.

1
Cepeda Adán, J., “La Historiografía”, en Historia de España de Menéndez Pidal (Madrid 1986), T-
XXVI-1; Mestre Sanchís, A., “Historiografía”, en Aguilar Piñal, Fco. (Ed.) Historia Literaria de España en
el Siglo XVIII, (Madrid 1996), 816-830; sobre la obra de Román de la Higuera y Flavio Dextro, véase Caro
Baroja, J., Las Falsificaciones de la Historia (en relación con la de España) (Barcelona 1991). Sobre el
Cronicón de Dextro, véase el trabajo de Yelo Temprado, A. “El Cronicón del Pseudo-Dextro. Proceso de
redacción”, Anales de la Universidad de Murcia-Letras XLIII, 3-4 (1984), 103-121.
2
Mestre Sanchís, A., “Conciencia Histórica e Historiográfica”, en Historia de España de Menéndez
Pidal, T-XXXI, Vol. I (Madrid 1987), 301 y ss; Abellán, J. L., Historia crítica del pensamiento español
(Barcelona 1992).
3
Mestre Sanchís, op. cit. 1(1996), 827; Cfr. Mestre Sanchís, A., Influjo europeo y herencia hispánica.
Mayans y el grupo valenciano (Oliva 1987), 305.
4
Stiffoni, G., “Conciencia Histórica e Historiográfica”, en Historia de España de Menéndez Pidal
XXIX-2 (Madrid 1985), 128-129.

40
A esto habría que unir el interés por la historia que siempre mostraron la burguesía y
las nueva elites políticas (magistrados, funcionarios civiles o militares, artistas, educadores,
profesiones liberales, etc), que poco a poco fueron copando los puestos de las nuevas
instituciones culturales creadas por la monarquía, como se observa en la composición de la
Real Academia de la Historia o de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Esta
elites, afines a las nuevas ideas ilustradas, deseaban una nueva interpretación del pasado
histórico, mucho más acordes con los tiempos y con los ideales que ellos defendían5.
La publicación en 1738 de la obra del académico de la Historia Dr. Francisco de la
Huerta y Vega, titulada España Primitiva6, provocó una fuerte censura por parte de
Gregorio Mayans, acusando a la obra de estar basada en el falso cronicón de Pellicer de
Osau, y de no estar acorde con los postulados críticos que los nuevos tiempos requerían.
Como ya hemos dicho anteriormente, Felipe V fundó, mediante el Real Decreto de 18
de Abril de 1738, la Real Academia de la Historia, aprobándose posteriormente mediante
la Cédula del Consejo Real de fecha 17 de Junio de 1738 los Estatutos de dicha institución.
Desde sus comienzos, la nueva institución orientó “sus actuaciones hacia la historia
nacional, ya para adelantarla, ya para purgarla, con el auxilio de la crítica de las fábulas
y ficciones, lo cual queda patente en su primigenia denominación ACADEMIA
UNIVERSAL”.
Tenía por finalidad, según disponía su artículo I, el “cultivo de la Historia, para
purificar y limpiar la de nuestra España de las fábulas que la deslucen, e ilustrarla de las
noticias que parezcan más provechosas”, siendo su primer encargo “la formación de unos
completos Anales … y sucesivamente cuantas Historias se crean útiles para el mayor
adelantamiento, tanto de las ciencias, como de artes y literatos”, con la finalidad de
conseguir el “mayor lustre de la Nación”7.
Estos postulados fueron defendidos por los principales eruditos de la época, y como
muestra de ello, baste las siguientes palabras de Gaspar Melchor de Jovellanos,
pronunciadas en su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia: “Yo no tengo
empacho en decirlo: la nación carece de Historia. En nuestras crónicas, anales, historias,
5
Sánchez Albornoz, C.,“Jovellanos y la Historia”, en Españoles ante la Historia (Buenos Aires 1958),
176-177; Maravall, J.A. “Mentalidad burguesa e idea de la Historia en el Siglo XVIII”, Revista de Occidente
107 (1972), 250-286; Maravall, J.A., “Mentalidad burguesa e idea de la Historia de España”, en Estudios de
la Historia del Pensamiento: Siglo XVIII. (Madrid 1991), 113; Mestre Sanchís, op. cit. 2 (1987), 334-335.
6
Huerta y Vega, Francisco de la, España Primitiva, historia de sus reyes y monarcas, desde su
población hasta Christo (Madrid 1738).
7
Huerta, Francisco Manuel de la: “Noticia del origen, progresos y trabajos literarios de la Real
Academia de la Historia”. MRAH I (1796), VIII-XI y XV.

41
compendios y memorias, apenas se encuentra cosa que contribuye a dar una idea cabal de
los tiempos que describen. Se encuentran sí, guerras batallas, conmociones, hambres,
pestes, desolaciones, portentos, profecías, supersticiones, en fin, cuanto hay de inútil, de
absurdo y de nocivo en el país de la verdad y de la mentira. Pero ¿dónde hay una Historia
Civil, que explique el origen, progresos y alteraciones de nuestra constitución, nuestra
jerarquía política y civil, nuestra legislación, nuestras costumbres, nuestras glorias y
nuestras miserias?8.
Otro ejemplo serán las palabras de Juan Sempere y Guarinos, para quien “ninguna
nación tiene más historias particulares de sus Ciudades y Provincias, que España; pero
tampoco las tiene ninguna menos exactas, menos fieles, ni tan vacias de las noticias que
interesan más a la Historia general. Escritas por lo común por naturales fanáticos y poco
instruidos, todo el fondo de ellas consiste en ponderaciones sobre su antigüedad, nobleza y
excelencias: pero nada de crítica en los mismos sucesos que refieren”9.
De estos textos se desprenden varios conceptos que imperaron en toda la literatura
ilustrada: la utilidad, el amor a la patria y el bien común, que se hallaban íntimamente
relacionados10, y que se reflejaría en los siguientes aspectos11:
1.- La imitación de la antigüedad grecolatina. Se concibe la Historia como un
instrumento de enseñanza que permita evitar los errores anteriores, ya que el estudio del
pasado influye sobre el presente, lo que conduciría a la idea del progreso, otro de los fines
de la Ilustración española.
2.- La Historia también se concibe como elemento de propaganda de las noticias y
de los hechos de la Nación, lo que entronca con el amor a la patria defendido por los
ilustrados, y por tanto debería ser alejada de cualquier tendencia o manipulación.
Pero estas posturas “oficiales”, defendidas por la Academia de la Historia, no siempre
contaron con el total apoyo de los intelectuales del momento, como es el caso de Juan
Pablo Forner12.

8
Jovellanos y Ruiz, Gaspar Melchor de, Discurso sobre la necesidad de unir al estudio de la legislación
el de nuestra historia y antigüedades (Madrid 1775), posteriormente recogido en la edición realizada por José
Caso Gonzalo sobre las obras de Jovellanos: Jovellanos y Ruiz, Gaspar Melchor de, Obras en Prosa (Madrid
1969), 100.
9
Sempere Guarinos, Juan, Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reinado de
Carlos III. Tomo VI. (Madrid 1789), 153-154.
10
Sarrailh, J., “La notion de l´utile dans la culture espagnole à la fin du XVIIIe siècle”, BullHisp 50
(1948), 495-550.
11
Mora, G., Historia de Mármol. La Arqueología Clásica Española en el Siglo XVIII (Madrid 1998),
55-58.

42
Éste, representante de la España más tradicional, defendía también la empresa de
publicar documentos, y en definitiva la de “aclarar lo cierto en los hechos dudosos [y]
purgar de fábulas nuestras antigüedades”, defendiendo asimismo que “el oficio de la
Historia [era] investigar el fin que puso en movimiento las acciones de muchos hombres y
hacerles el alma de su narración”13.
Pero junto a la Historia Civil de la Nación, durante la Ilustración también se produjo la
elaboración de una Historia Eclesiástica de la Nación, por su especial incidencia en las
tradiciones nacionales y por las implicaciones religiosas que pudieran presentar un estudio
realizado con rigor y método.
En este sentido, destacan los trabajos del erudito valenciano Gregorio
Mayans y Siscar (FIGURA 5), nombrado por poco tiempo bibliotecario
tercero en 173314, quien tras conocer y publicar algunos de los trabajos
inéditos del novator sevillano Nicolás Antonio, planteó en 1734 un
programa de reforma cultural que abarcaba todos los aspectos del ámbitos
nacional, que dedicó a José Patiño, Secretario de Estado y Despacho
Figura 5.-
Gregorio
Universal. Mayans y
Siscar.
Dentro de este programa de reformas, ocupaban un importante papel los
aspectos relativos a la Historia, en la que según la nueva interpretación empírica defendida
por el Siglo de las Luces, se pretendía un doble objetivo. En primer lugar, editar las fuentes
inéditas: “Diría que convendría hacer una junta de Historias originales de España, tanto
impresas como por imprimir siendo mengua de la nación que una sola Colección que
tenemos, y ésa muy diminuta, la haya publicado un extranjero”15.
En segundo lugar, corregir las memorias y fuentes ya existentes con un nuevo juicio
crítico, con la finalidad de “contribuir a renovar las impresiones de muchas obras

12
Polt, J.H.R., “Juan Pablo Forner (1756-1797), preceptista y filósofo de la historia”, Revista de
Estudios Extremeños XXVI-II (1970), 213-241; Álvarez Gómez, J., Juan Pablo Forner (1756-1797),
preceptista y filósofo de la historia (Madrid 1971).
13
Forner, Juan Pablo, Discurso sobre el modo de escribir y mejorar la Historia de España (Barcelona
1973), edición de François López, 112-113 y 122-123; Abad, Fco., “La Constitución de las ciencias humanas
en el siglo XVIII español”, Actas del Congreso Internacional sobre Carlos III y la Ilustración (Madrid
1988), Tomo III, 470-472.
14
García Ejarque, L., La Real Biblioteca de S.M. y su personal, 1712-1836 (Madrid 1997), 515.
15
Mestre Sanchís, op. cit. 2 (1987), 320.

43
excelentes de que hay gran penuria, o a publicar otras ineditas, como las de … Ambrosio
de Morales, Antonio Agustín, don Diego de Mendoza y otros héroes literarios”16.
Dentro de esta reforma, Gregorio Mayans contemplaba la idea de escribir la
denominada España Eclesiástica, en realidad una Historia Eclesiástica de la Nación,
“donde estuviesen recogidas las principales memorias eclesiásticas, como concilios, bulas,
privilegios, …”17.
Esta misma idea aparece recogida en el Proyecto de Historia de España. Geografía
Sagrada y Profana, elaborado por Agustín de Montiano y Luyando, en 1736, cuyo
principal objetivo era la “Geografía Sagrada [a la que] pertenecen la descripción en
general y en particular de los Arzobispados, Obispados, Abadías, Curator, Beneficios,
Capellanías, Obras Pías singulares [y] Conventos”.
Su intención era elaborar una Historia Eclesiástica, en la que abordar como punto
principal y más importante “la introducción del Cristianismo en España, que es lo primero
de esta materia, se ha de señalar quien, cuando [y] con que progresos la consiguió”18,
aunque este proyecto fracasó al no ver la luz.
Finalmente, todas esta ambiciosa e ingente obra, fue llevada a cabo por el agustino
Henrique Flórez de Setién y Huidobro, quien animado por Juan de Iriarte, compañero de
Gregorio Mayans en la Biblioteca Real, escribió su obra España Sagrada, cuyo primer
tomo vió la luz en 174719. En él contó originalmente con el apoyo literario del propio
Mayans y con el apoyo económico de Fernando VI, ya que esta obra convenía a los
intereses de la política regalista de la corona.
Este interés por la Historia Eclesiástica no término con la publicación de los trabajos
del Padre Flórez, como lo demostrarían los proyectos históricos del padre Burriel o los
trabajos de Fray Jaime Villanueva y Estengo sobre los archivos eclesiásticos20.
La Ilustración, como movimiento que perseguía la regeneración de la nación, también
motivó un importante sentimiento patriótico, que tuvo a España como centro de sus

16
Mayas i Siscar, G., Cartas Morales (Madrid 1734). 2 Vols. Carta-Dedicatoria a José Patiño núm. 54,
56 y 61; cfr. Cebrián Adán, op. cit. 1(1986), 513; Mestre Sanchís, op. cit. 1 (1996), 846.
17
Mestre Sanchís, op. cit. 2 (1987), 320.
18
Montiano y Luyando, Agustín, Proyecto de Historia de España. Geografía Sagrada y Profana
(Madrid 1736). ARAH. Mss. 11/8035(3).
19
Flórez de Setién y Huidobro, Enrique, España Sagrada. Teatro Geográfico histórico de la Iglesia de
España. Origen, divisiones y límites de todas sus Provincias. Antigüedad, traslaciones y estado antiguo, y
presente de sus Sillas en todos los dominios de España y Portugal. Con varias Disertaciones Críticas para
ilustrar la Historia Eclesiástica de España. Tomo I (Madrid 1747). Oficina de Antonio Martín.
20
Villanueva y Estengo, Fray Jaime, Colección reunida por D. Jaime Villanueva sobre Concilios,
Historia Eclesiástica y Viajes Literarios. 20 Vols. (Valencia 1821-1852).

44
reflexiones, ante la incomprensión extranjera hacia el esfuerzo de modernización
emprendido por la Corona. En el Siglo XVIII había suscitado ya la reacción de algunos
jesuitas expulsados, como Juan Francisco Masdeu, quien escribió una voluminosa obra
erudita (FIGURA 6) de contenido apologético21.
Así, la publicación de la voz España, publicado en la Enciclopédie méthodique de
Panckouche, y firmado por Nicolás Massón de Morvilliers, encerraba una visión muy
dañina para nuestro país, haciendo alusión a los vicios políticos e ideológicos propios de
los españoles, y que deberían, a juicio del autor, ser combatidos por los gobernantes
ilustrados.
Esta publicación, lógicamente, tuvo una repercusión negativa en nuestro país, y el
Conde de Floridablanca decretó la paralización de la importación de
volúmenes de la Enciclopédie métodique, renovando una ley de 1502
que disponía que todo libro extranjero que se pretendiese vender en
España tenía que ser primero sometido al examen del Consejo de
Castilla, y retenido, entre tanto, hasta que fuese autorizado, en las
aduanas del reino. Al mismo tiempo, el Conde de Aranda, por entonces
embajador en París, pidió explicaciones ante el gobierno francés22.
Figura 6.-
Pero la más importante refutación fue la realizada por Juan Pablo Portada del Tomo
Iº de la Historia
Forner23, fiscal de la Audiencia de Sevilla, quien en su obra reivindica Crítica de España
de Masdeu.
los valores más tradicionales de la cultura española.
Defenderá la posición de que la Historia de la Nación debe mostrar la existencia de una
cierta uniformidad interior, ya que sin ella “las glorias de un pueblo no harán gran papel
en el teatro de las naciones”, lo que viene a demostrar que la defensa de los valores de la
nación no sólo implican un respecto a la tradición del pasado, sino que tendrán una
“utilidad” propósito de futuro24.
Esta orientación casticista a la incomprensión extranjera hacia lo español motivó un
fuerte debate entre los propios intelectuales españoles, entre los partidarios de las ideas

21
Masdeu, Juan Francisco, Historia Crítica de España y la Cultura Española. 20 Vols. (Madrid 1783-
1805); cfr. Batllori, M., La cultura hispano-italiana de los jesuitas expulsos (Madrid 1966).
22
Martínez Shaw, C., El Siglo de las luces. Las bases intelectuales del reformismo (Madrid 1996), 85-
88.
23
Forner, Juan Pablo, Oración apologética para la España y su mérito literario (Madrid 1786).
Imprenta Real; cfr. López, F., Juan Pablo Forner et la crise de la conscience espagnole au XVIIIé siècle
(Lille 1977); Mestre Sanchís, A, Apología y Crítica de España en el siglo XVIII (Madrid 2003).

24
Forner, op. cit. 13 (1973), 119; Abad, op. cit. 13 (1988), 471.

45
antirreformistas y los partidarios de las nuevas ideas y formas ilustradas, que valoraban la
contribución ilustrada bajo el reinado de Carlos III como la mejor ofrenda hispana a la
civilización europea.

III.B. Razones Políticas: el Regalismo y el


Despotismo Ilustrado. La Expulsión de los Jesuítas.
Jesuítas

Los Borbones desde su llegada al poder, invirtieron buena parte de sus esfuerzos en
intentar reparar el atraso español respecto a las principales potencias europeas. Los
monarcas eran conscientes de que para volver a recuperar posiciones en el exterior había
que mejorar la situación del interior, y para ello era necesario replantear las bases sobre las
que se ejercía el gobierno político de la monarquía.
Para lograr este objetivo, impulsaron una serie de medidas tendentes a reforzar el poder
central mediante la reforma de las diferentes administraciones del Estado y de la propia
naturaleza de la monarquía, donde predominaron los conceptos de centralización de las
tareas de gobierno y la uniformidad legal y económica del reino.
Los distintos gobiernos borbónicos optaron por la fórmula del Absolutismo Ilustrado,
que ya había sido puesta en práctica en la vecina Francia por Luis XIV, y que en España se
logró en mayor o menor medida en cada uno de los reinados. En esencia, se trataba de
concentrar en las manos del monarca las decisiones fundamentales para convertirlo de esta
manera, en el principal promotor, impulsor y defensor de las reformas, al tiempo que en el
garante de la estabilidad política que las mismas requerían.
Los políticos españoles optaron por el Despotismo Ilustrado, donde mediante la
utilización del instrumento de la razón se consiguiese imponer un orden natural, inapelable
e incuestionable, capaz de dotar de grandeza a la Monarquía y de proporcionar la felicidad
al pueblo. Estas ideas se reflejan en las palabras de Pedro Cevallos, Secretario de Carlos
III, quien definió el régimen político imperante, como un sistema “donde uno solo con la
regla o la ley de la razón y para el bien común, lo ordena todo por juicio soberano”25.
Para la puesta en práctica de estas ideas políticas, la Corona tuvo que vencer una serie
de obstáculos, el principal de los cuales estaba representado por el enorme poder
socioeconómico y político de la Iglesia española, así como la influencia que esta ejercía
sobre amplias capas de la sociedad.

25
Fernández, R., La España de los Borbones. Las reformas del Siglo XVIII (Madrid 1996), 44-45.

46
Las relaciones entre la Corona y el Poder eclesiástico a lo largo de todo el siglo XVIII
puede definirse como tensas, a pesar de la presencia de numerosos clérigos en los
gobiernos de los Borbones, ya que existieron numerosas órdenes y obispos que
colaboraron y estuvieron de acuerdo con el esquema de gobierno eclesial que quería
imponer la monarquía.
Podemos definir el Regalismo Borbónico como la intención del poder político católico
de recortar las prerrogativas eclesiásticas, hasta conseguir doblegar el aparato
constitucional y administrativo de la Iglesia. Lo que intentaba forjar la monarquía española
era, simplemente, una iglesia nacional e independiente de Roma, cuyo organigrama
administrativo estuviese controlado por el estado.
Todo ello culminaría, según los presupuestos regalistas, el programa político
absolutista, que no admite la existencia de ninguna autoridad exterior que compita con el
soberano, ni podía permitir que puestos claves del organigrama social se le escapen y aún
menos que lo hicieran recursos económicos importantes26.
Varios son los puntos a tener en cuenta en la cuestión regalista:
1.- El control que se exige no depende de una concesión negociada entre el poder
eclesiástico, en este caso representado por el Papa, y el civil, representado por la Corona,
sino que el control es algo inherente al propio derecho del estado, identificado con la
soberanía regia.
Esto conlleva automáticamente a la posición de que no permitir ninguna injerencia de
la Iglesia en la estructura del estado sobre la Iglesia, y a defender el derecho de la nación
para regular la función social de la Iglesia como cualquier otra institución o clase social,
aplicándole los mismos criterios y exigencias que a las demás.
2.- La batalla del Regalismo fue más una lucha contra Roma que contra la propia
Iglesia española, en la que la Corona encontró, en numerosas ocasiones, un decidido
apoyo, para la realización de su política absolutista. La religiosidad y hasta ciertos
instrumentos de control y censura, como fue la Inquisición, son buena prueba de ello.
El proceso regalista fue la principal causa de fricción en las relaciones entre la Iglesia y
el Estado. Su desarrollo puede desglosarse, en función del devenir de los acontecimientos

26
De la Hera, A, El Regalismo Borbónico (Madrid 1963); Álvarez Santaló, L.C.: “La Sujeción de los
Poderes”, en AAVV: El Reformismo Borbónico: 1700-1789 (Madrid 1989): 58-80; Fernández, op. cit. 25
(1996), 110; Egido, T., “El regalismo y las relaciones Iglesia-Estado en el Siglo XVIII”, en García
Villoslada, R. (ed.), Historia de la Iglesia en España, Volúmen IV (Madrid 1979), 125-249.

47
políticos del siglo, en tres grandes etapas, coincidentes a grandes rasgos con los reinados
de Felipe V, Fernando VI y Carlos III.

1) Felipe V: El conflicto y sus consecuencias.


La instauración de un Estado absoluto, como pretendían Felipe V y sus consejeros,
tenía forzosamente que enfrentarse con la Iglesia Católica, el poder más fuerte existente
dentro de la Monarquía, considerada por algunos como “un estado dentro del Estado”.
La actitud conflictiva entre la Iglesia y el Estado no fue algo sorprendente para la
España Borbónica, ya que existía una tradición hispana que, al menos, se remontaba a la
época de los Reyes Católicos, quienes, de un modo sistemático habían iniciado una política
frente a la Iglesia, que les condujo a continuos conflictos de jurisdicción27.
A raíz del reconocimiento, en enero de 1709, del Archiduque Carlos como rey, por
parte del pontífice Clemente XI, Felipe V rompe formalmente con Roma, y comienza una
política regalista, con el objetivo de controlar los caudales que fluían desde la Iglesia
española y de los nombramientos eclesiásticos.A la vez comienzan a surgir diversas voces,
entre las que destacan Macanaz, que advierten sobre la necesidad ineludible de una
reforma eclesiástica, que conllevaba una reducción del numero de órdenes, conventos y
fundaciones, así como la reestructuración de los bienes eclesiásticos bajo control estatal.
Inicialmente se llegó en el verano de 1717 a un acuerdo que, no tocando los puntos de
fondo, preveía la devolución a la Santa Sede de todos sus privilegios, a cambio de un
aumento tributario y de la concesión de un centenar y medio de miles de ducados anuales.
Sin embargo, Felipe V, continuó con sus planteamientos tendentes a la instauración del
Real Patronato Universal. Esta política perseguía el control de todos los nombramientos
eclesiásticos y sus correspondientes beneficios para la Corona, y para ello, en Octubre de
1736, firmó el regium exequatur, por el que se exigía una licencia real previa para que los
documentos pontificios circulasen por nuestro país y tuviera efectos legales28.
Finalmente, se firmó el Concordato de 1737, que reiteraba los planteamientos de 1717,
añadiendo además ciertas posibilidades para una tímida desamortización, como la
intención de acabar con los fraudes fiscales que se producían al amparo de las inmunidades

27
Domínguez Ortiz, A, Cortes, A.L., Peset, M. , Peset, J.L. y Hernández, M., El Reformismo Borbónico.
La España del Siglo XVIII (Madrid 1981), 54; Álvarez Santaló, op. cit. 26 (1989), 66-70.
28
García-Baquero González, A.: “La Iglesia y el Estado”, en El Reformismo Borbónico op. cit. 26
(1989), 555; Fernández, op. cit. 25 (1996), 100-101.

48
eclesiásticas. Asimismo, se acordó expresamente aplazar las cuestiones más graves, como
el Patronato Regio, para ulteriores acuerdos.
En 1743, Felipe V comisionó a Ascensio de Morales, miembro del Consejo de S.M. y
ministro de la Real Audiencia de Sevilla, para investigar los archivos catedralicios de
León, Castilla, Asturias y Galicia, aparentemente con el objetivo de elaborar una Historia
Eclesiástica de España, pero en realidad se trataba de buscar documentos con los que
apoyar su doctrina regalista29.

2) Fernando VI: El Concordato de 1753.


Bajo el reinado de Fernando VI y la dirección del Marqués de la Ensenada, la Corona
continuó con su política regalista30, en un intento de resolver definitivamente las
cuestiones que habían quedado pendientes en el Concordato de 1737. Uno de esos puntos
sin resolver era la tesis mantenida por la Corona de España, sobre el origen y fundación de
numerosos conventos e iglesias, debido a la munificencia de los reyes anteriores, lo que
evidenciaba su pertenencia a la Corona y no a la Iglesia.
Para conseguir su objetivo fin, el monarca creó el denominado Patronato Regio, del
que formaban parte, entre otros, José de Carvajal y Lancaster, Secretario de Estado, y el
Padre Francisco Rávago, confesor del rey. Este órgano, con el fin de intimidar a la corte
romana, acordó en diciembre de 1749, realizar un reconocimiento de los archivos reales,
catedralicios, eclesiásticos, locales y particulares, en busca de libros y documentos
antiguos de primera mano, que justificaran y probaran las pretensiones de la Corona sobre
su derecho a los beneficios eclesiásticos31.
Para llevar a cabo su plan, el Patronato Regio formó una Comisión integrada por
eruditos, intelectuales e historiadores de reconocido prestigio, cuyo interés por la Historia
de España logró conferir al proyecto una notable dimensión científica.

29
Rodríguez Moñino, A., Ascensio de Morales, cronista de Badajoz. Notas bibliográficas 1754
(Badajoz 1930), 7 y ss.; cfr. Mora, op. cit. 11 (1998), 43.
30
Olaechea, R., “Política eclesiástica del Gobierno de Fernando VI”, en La Época de Fernando VI
(Oviedo 1981), 139-225; Mestre Sanchís, A., “Religión y cultura en el Siglo XVIII español”, en García
Villoslada, , op. cit. 26 (1979), 583-743.
31
Simón Díaz, J. “El reconocimiento de los Archivos españoles en 1750-1756”, RBilbDoc III (1950),
131-170; Berthencourt Massieu, A., “El Marqués de la Ensenada y la Arqueología: hallazgos romanos en las
obras de cimentación del arsenal de Cartagena (1750-1752)”, BSEAA XXIX (1963), 76; Gómez Gómez, M.:
“Crítica Histórica y Archivos. El caso de España en el Siglo XVIII”. Historia, Instituciones, Documentos 12
(1985), 199-231.

49
Fue nombrado director de la Comisión el jesuita Andrés Marcos Burriel, secretario
particular de José de Carvajal y Lancaster y protegido del Padre Rávago, confesor real32. A
Burriel se le encargó la planificación, coordinación y centralización del proyecto33, del que
formaron parte, en el ámbito andaluz José Vázquez Venegas, que investigó los archivos de
su ciudad de Córdoba34 y Marcos Domínguez Alcántara, que viajó a Granada35.
La documentación encontrada sirvió de base a la monarquía para la negociación del
Concordato de 11 de Enero de 1753, cuya firma vino a consolidar el regalismo del
Patronato Universal Regio, pero lo hacía por gracia papal y no por el reconocimiento del
derecho estatal, aunque lo más importante era la abolición de las denominadas reservas
pontificias de tipo beneficial, convirtiéndose el rey en patrono de todas las iglesias con sus
dominios, de manera que la Corona quedó como la provisora de 50.000 beneficios
eclesiásticos, con el consiguiente derecho de presentación ante el Pontífice36.

3) Carlos III: el Regalismo de la segunda mitad del XVIII.


El reinado de Carlos III no aportará grandes novedades al fortalecimiento del
Regalismo, pero sí abundantes manifestaciones prácticas del techo que podía alcanzarse en
este sentido.
Una vez obtenido el Concordato de 1753, los regalistas pretendieron el control de la
Iglesia española mediante el nombramiento de jerarquías afines, a fin de evitar posibles
oposiciones a la política, y mediante la intervención en la administración de numerosos
asuntos eclesiásticos, a fin de evitar el aumento del poder económico de la Iglesia y poder
controlar sus recursos.

32
Sobre Burriel véanse los trabajos de Simón Díaz, J. “Un erudito español: el P. Andrés Marcos
Burriel”, RBilbDoc III (1950), 5-52; Echanove Tuero, A. La preparación intelectual del P. Andrés Marcos
Burriel S.J. (1731-1750) (Madrid 1958).
33
Burriel, A.M. Resultado de comisiones históricas. ARAH. Mss. 17. Con posterioridad este trabajo fue
utilizado por Manuel Abella para su obra, Noticia y plan de un viaje para reconocer archivos y formar la
Colección Diplomática de España, encargada por el Rey a D. Manuel Abella (Madrid 1795). Imprenta Real.
34
Vázquez Venegas, J. Cuaderno primero de inscripciones de la Catedral de Córdoba (Córdoba 1752).
AHN Estado. Legajo. 3108(2); Cuaderno en que se apuntan algunas lápidas romanas y góthicas que se han
conservado en las parroquias de Córdoba (Córdoba 1752). AHN Estado. Legajo. 3108(2); Colección de
memorias lapídeas romanas y góthicas, halladas en la ciudad de Córdoba y sus inmediaciones). 21
volúmenes. Archivo Catedral de Córdoba . Mss. 258, 466, 467, 468, 259.2, 259.69, 260.1,260.4 y 260.158,
de los que únicamente se conservan algunos; cfr. Stylow, A., Corpus Inscriptionum Latinarum II.
Inscriptiones Hispaniae Latinae ed altera, pars VII. Conventus Cordubensis (Berlín 1995), XXXIV y 64, en
concreto se ha perdido el vol. VIII que era el que contenía más documetación epigráfica; cfr. Hübner, E.,
Corpus Inscriptionum Latinarum II: Hispania (Berlín 1869), 308.
35
Domínguez Alcántara, M. Informe sobre las excavaciones realizadas por Juan de Flores en la
Alcazaba de Granada (Granada 1754). AHN Estado. Legajo. 3191.
36
Domínguez Ortiz, op. cit. 27 (1981), 60; Álvarez Santaló, op. cit. 26 (1989), 73.

50
Así, el clero, que representaba el 3% de la población, poseía aproximadamente el 10%
del ganado y cerca del 15% de la superficie cultivada del país, con la situación agravante
de que la mayor parte de sus propiedades se encontraban situadas en los terrenos más
fértiles, por lo que obtenían casi la cuarta parte de la producción agrícola37.
Esta cuestión dio lugar a diversos trabajos que denunciaban esta situación, como el
Tratado de la Regalía en España redactado en 1765 por Pedro Rodríguez de Campomanes,
y en el que defendía la necesidad de proceder a una amortización de tierras eclesiásticas, ya
que éstas se consideraban como un atentado contra los principios de la economía civil, del
crecimiento agrario y de la hacienda pública.
Durante este período se produce la medida regalista más importante, con la expulsión
de los Jesuitas de los reinos y dominios españoles, medida esta que debemos enmarcar
también dentro del sentimiento antijesuítico, imperante en todas las Cortes europeas
ilustradas, puesto que el Marqués de Pombal había conseguido su expulsión de los
territorios portugueses en 1755, y en Francia también se había adoptado dicha medida en
176438.
En España, además, representa la lucha entre la nueva clase política, denominados
golillas, que habían llegado al poder con Carlos III, y la alta aristocracia, denominados
colegiales, fiel clientela de los jesuitas en todos los puestos claves de la maquinaria estatal.
La excusa política vino motivada por el Motín de Esquilache, ocurrido el 23 de Marzo
de 1766, ya que se acusó a la Compañía de ser el instigador del mismo. A raíz de ello, el
nuevo presidente del Consejo de Castilla, Pedro Pablo Abarca de Bolea, Conde de Aranda,
ordenó una investigación, denominada Pesquisa Secreta39.
Se hizo cargo de la misma una Comisión reducida en la que actuaba como fiscal el
Conde de Campomanes y que, en verano de 1766, emitió un dictamen en el que venía a
señalar la incompatibilidad de la doctrina política jesuítica con el absolutismo regalista y
corroborando los indicios de culpabilidad de los Jesuitas40.
El dictamen de esta Comisión se elevó al Consejo extraordinario, celebrado el 29 de
Enero de 1767, en el que participaron, además de Aranda y Campomanes, Manuel de

37
Domínguez Ortiz, op. cit. 27 (1981), 66.
38
Menéndez Pelayo, M., Historia de los Heterodoxos Españoles, Tomo V. (Reed. Madrid 1963).
39
Domínguez Ortiz, op. cit. 27 (1981), 67; cfr. Egido López, T., Opinión pública y oposición al poder
en la España del Siglo XVIII: 1713-1759 (Valladolid 1971).
40
Álvarez Santaló, L.C.: “Apogeo del despotismo ilustrado en España, reinado de Carlos III”, en El
Reformismo Borbónico op. cit. 26 (1989), 199; Fernández, op. cit. 25 (1996), 100-101; Domínguez Ortiz, op.
cit. 27 (1981), 67.

51
Roda, Secretario del Consejo, José Moñino, Conde de Floridablanca, y José Nicolás de
Azara, agente de preces en Roma41.
El dictamen acordado recomendaba la expulsión de la orden y el secuestro de todos sus
bienes, tanto en las provincias de la península como en las de Ultramar, por diversas
razones: por considerarlos inductores del motín de Esquilache, por su defensa de la
autoridad del Papado frente al poder real y por el enorme volumen de sus bienes raíces.
Pero en realidad, el verdadero motivo de su expulsión habría que buscarlo en que la
Compañía representaba la única gran fuerza organizada capaz de presentar una resistencia
ideológica a las reformas borbónicas42.
El 27 de Febrero de 1767, una Pragmática de Carlos III decretaba lo sugerido por el
Consejo extraordinario y encomendaba al Conde de Aranda su cumplimiento. El 31 de
Marzo, Carlos III, dirige una carta al Pontífice Clemente XIII, en la que expresa que siendo
“la primera obligación de un soberano [el] vivir velando sobre la tranquila conservación
del estado, decoro y paz interna de sus vasallos”, es por lo que “me he visto en la urgente
necesidad de expeler prontamente de mis reinos y dominios a todos los jesuitas que hay en
ellos”, si bien reconoce la concesión “a cada uno de ellos, durante su vida, [de] una suma
bastante para mantenerse”43.
En la noche del 2 de Abril de 1767, los diversos magistrados comunicaron a los
Jesuitas de los distintos colegios, que todos, sin excepción alguna, debían abandonar
España en el mínimo plazo posible, pues la Compañía de Jesús había quedado suprimida y
confiscados todos sus bienes.
La ausencia de los jesuitas iba a tener importantes consecuencias en el mundo de la
cultura y de la educación. Universidades, seminarios y centros docentes se beneficiaron de
los bienes expropiados a la Compañía, y en 1771 el Conde Campomanes, encomendó a
Antonio Ponz, Secretario de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, la realización
de un viaje por toda la geografía nacional, visitando los colegios de los jesuitas expulsados
e inventariando las obras de arte que en ellos se guardaban.

41
Corona Baratech, C.E., José Nicolás de Azara. Un embajador español en Roma (Zaragoza 1948);
Olaechea, R., Las relaciones hispano-romanas en la segunda mita del siglo XVIII. La Agencia de Preces
(Zaragoza 1965).
42
Egido, T., “La expulsión de los Jesuítas de España”, en García Villoslada, op. cit. 26 (1979), 745-792;
cfr. Egido, T. y Pinedo, I., Las causas gravísimas y secretas de la expulsión de los jesuitas por Carlos III
(Madrid 1994).
43
Domínguez Ortiz, op. cit. 27 (1981), 64.

52
Finalmente, no será hasta 1798, cuando Carlos IV firme el primer decreto
desamortizador, ante las dificultades del tesoro público, pero que únicamente afectó a una
sexta parte de las propiedades de la Iglesia castellana, especialmente a posesiones cuyas
rentas nutrían a las hermandades, hospitales, hospicios y asilos, pero realmente produjo un
sentimiento antisocial, ya que la medida afectó a instituciones asistenciales dedicadas a los
sectores más bajos de la sociedad44.

III. C. Política Educativa y Cultural.


Durante el Siglo XVIII la política cultural desarrollada por la monarquía se basó en
la necesidad de mostrar el poder de una autoridad exigente que intentaba buscar el bien
común de la sociedad y el funcionalismo unívoco estatal sobre la utilidad pública. De ahí
que la creación artística de la centuria estuviese presidida por la necesidad de hallar una
fórmula estética que se correspondiese con los objetivos generales de la Ilustración.
Las ideas y proyectos de renovación artística tuvieron un carácter institucional más
acentuado que en otros campos, por la acción de la Academia de Bellas Artes de San
Fernando y por el valor de ejemplo de las grandes construcciones cortesanas.
La Academia de Bellas Artes de San Fernando fue la institución que marcó las
directrices culturales de la época, difundiendo las nuevas orientaciones e imponiendo una
determinada política en este ámbito, marcada desde los círculos gubernamentales y
cortesanos, de ahí que Claude Bedat defina a la Academia como “una institución ilustrada
al servicio de la monarquía centralizada”.
La Academia optó por una estética que buscaba emitir un mensaje racional y mesurado
frente al Barroco imperante, de ahí que apostara por el clasicismo como el estilo más
acorde de la Ilustración, imponiendo las nuevas formas a partir de los nuevos palacios
reales y de su ornamentación, que provocaron el establecimiento y fundación de una serie
de reales manufacturas dedicadas a las artes aplicadas.
En estas nuevas edificaciones utilitarias se optó por el Neoclasicismo, como por
ejemplo en la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla o en la Escuela de Guardiamarinas de
Cádiz, que también alcanzó a los edificios religiosos de nueva planta.

44
Mestre Sanchís, M. y La Parra López, E., “Política y Cultura en el reinado de Carlos IV”, en Molas, P.
(ed.) La España de Carlos IV (Madrid 1991), 189-204.

53
La pintura de cámara también se renovó con la llegada a la corte de Antonio Rafael
Mengs, partidario del clasicismo académico, y difusor de las ideas de Winckelman en
España, que ejercerá una profunda influencia sobre los pintores de la época.
Durante el Siglo de las Luces, la Corona utilizó el arte para una operación de imagen,
tras la que se escondía la propia preocupación estatal por el conocimiento, la información,
la enseñanza y un determinado conjunto de valores culturales. Esta operación de imagen,
se fundamentaba en varios presupuestos:
1) en el prestigio del conocimiento de los gustos artísticos del momento.

2) en la carga de progresismo que podía desprenderse de ciertos principios que se


derivaban del avance científico.
3) en el concepto de racional-razonable, relacionable con la necesidad de
organización y centralización de las decisiones.
4) el concepto de felicidad, individual o colectiva, que derivaba de la aceptación de
un orden determinado.
5) el concepto de educar (iluminar), que permitía dirigir férreamente el programa
de las conductas sociales45.
6) la idea de otorgar una utilidad social a todas sus manifestaciones intelectuales,
necesariamente tenía que promover una visión del arte acorde con esta perspectiva
instrumental de la realidad social.
Durante la segunda mitad del Siglo XVIII, se introducen en nuestro país los
presupuestos artísticos del Neoclasicismo, cuya principal figura es Johann Joachim
Winckelmann (1717-1768).
Al ser nombrado en Roma Bibliotecario, y tras un año de permanencia en Dresde, se
dedicó al estudio del arte antiguo, publicando en 1754 su obra Pensamientos sobre la copia
de las obras griegas en la pintura y escultura46.
Tras visitar las excavaciones de las ruinas de Pompeya y Herculano, escribe en 1762 su
obra Notas sobre la arquitectura de los antiguos47, en la que analiza a los monumentos de
estos yacimientos. Este interés por la Antigüedad se mantuvo a lo largo de toda su vida

45
Álvarez Santaló, L.C.: “Renovación del aparato ideológico: la política cultural”, op. cit. 26 (1989),
132.
46
Winckelmann, J.J., Gedanken über die Nachahmung der Griechischen Werke in der Malerei und
Büdhauerkunst (Dresde 1754).
47
Winckelmann, J.J., Anmerkugen über die Baukunst der Alten (Leipzig 1762).

54
por las numerosas visitas realizadas en años sucesivos48. Esta obra fue completada con la
publicación de Monumentos antiguos inéditos49, que presentaba la novedad de acompañar
el texto con 268 planchas en cobre y abundantes grabados.
Estos trabajos propiciaron su nombramiento, en 1763, como Prefecto de las
Antigüedades del Papa, que ejerció su actividad en toda la región de Roma. A partir de este
momento, Winckelmann (FIGURA 7) comenzó a relacionarse con
numerosos artistas que acudían a Roma, para formarse o perfeccionar
sus conocimientos50, entre los que destacan los españoles José Ortiz y
Sanz, Juan de Villanueva o Isidoro Bosarte51.
La ciudad era el verdadero centro de estudio de la arquitectura y
escultura clásica. En el caso español, nos interesa la figura de Antonio
Figura 7 .- Johan
Rafael Mengs, que será la persona que difunda las teorías Joachim
Winckelmann
winckelmanianas en nuestro país.
La obra más importante de Winckelmann, por su influencia en los eruditos de la época,
es Notas sobre la Historia del arte en la Antigüedad52, que instituye la necesidad de
estudiar la antigüedad a través de sus vestigios materiales, de sus objetos artísticos o de la
vida diaria, así como de sus ruinas de monumentos y ciudades53.
Winckelmann fue el primero que presentó una relación profunda, amplia y ordenada
cronológicamente de todo el arte antiguo, principalmente escultura, incluyendo el arte
egipcio, etrusco, griego y romano54.
Gracias al estudio de los textos de Platón, pudo diferenciar las esculturas griegas de las
romanas, distinción que hasta ese momento nadie había realizado, lo que le llevó a criticar
el mito de la romanidad como el elemento a seguir, doctrina hasta entonces imperante.

48
Winckelmann, J.J., Van der herculanischen Entdeckungen (Dresde 1762); Winckelmann, J.J
Nachrichten van den neusten herculanischen Entdeckungen (Dresde 1764).
49
Winckelmann, J.J., Monumenti antichi inediti (Roma 1762).
50
Cacciotti, B. y Mora, G., “Coleccionismo de antigüedades y recepción del Clasicismo. Relaciones
entre Italia y España en el siglo XVIII”. Hispania LVI/1 (1996), 69.
51
Rodríguez Ruiz, D., La memoria frágil. José de Hermosilla y las Antigüedades Árabes de España
(Madrid 1992), 15-34, analiza la labor de los arquitectos españoles pensionados en Roma, aportando
importante bibliografía sobre la cuestión. Sobre los pensionados en Roma, véase también los trabajos más
recientes de Moleón Gavilanes, P., “Arquitectos españoles en Roma durante la segunda mitad del Siglo
XVIII”, Reales Sitios 152 (2002), 48-63, y Moleón Gavilanes, P., Arquitectos españoles en la Roma del
Grand Tour, 1746-1796 (Madrid 2004).
52
Winckelmann, J.J., Geschichte der Kunst des Altertuns (Dresde 1763).
53
Gran Aymerich, E., El nacimiento de la arqueología moderna, 1798-1945 (Zaragoza 2001), 36.
54
Haskell, F. y Penny, N., El gusto y el arte de la Antigüedad. El atractivo de la escultura clásica
(1500-1900. (Madrid 1990), 115.

55
Esto lo expresó en las siguientes palabras: “La nobleza sencillez y la serena grandeza
de las estatuas griegas son a la vez el auténtico carácter distintivo de los escritos de su
mejor época, de los escritos de la escuela de Sócrates, y son éstas las propiedades que
constituyen la superior grandeza de Rafael, grandeza que alcanzó en virtud de la imitación
de los griegos”55.
La idea de Winckelmann que originó todo su planteamiento de belleza es
indudablemente la excelencia del arte griego y, por consiguiente, la necesidad de
imitarlo56.
Winckelmann pudo comprender la belleza que en la época antigua rodeaba al arte
griego. Esta belleza estaba en todas partes y el artista lo que hacia era imitarla, pero esta
imitación no era una copia fiel y exacta de un solo aspecto de la naturaleza, sino que se
tomaban ciertos atributos diferentes de la naturaleza que se imitaban y se mejoraban para
crear una belleza sobrenatural.
La estética que plantea Winckelmann no esta muy bien definida, pero lo que sí destaca
es que la belleza radica en diferentes características y no en una sola, y estas características
pueden cambiar, es decir, que no son inmutables y pueden manifestarse en obras diferentes
de maneras diversas.
Winckelmann consideraba el arte como un ente orgánico o como un ser viviente. Para
él era algo que nace, evoluciona y finalmente muere, y se deja notar en cada periodo una
serie de características que corresponden a cada estilo siguiendo un ciclo evolutivo que va
desde el arcaico al helenístico.
Como ya hemos dicho anteriormente, el principal difusor de las teorías de J.J.
Winckelmann en nuestro país, fue el pintor y teórico del arte Antonio Rafael Mengs (1728-
1779)57, cuyas obras fueron recogidas y publicadas con posterioridad a su muerte por el
diplomático y anticuario José Nicolás de Azara58.

55
Winckelmann, J.J., Reflexiones sobre la imitación del arte griego en la pintura y la escultura (Dresde
1755).
56
Schnapp, A., La conquista del passato. Alle origini dell´archeologia (Milán 1994), 228-234; Henares
Cuéllar, I., La teoría de las artes plásticas en España en la segunda mitad del siglo XVIII (Granada 1977),
155-156.
57
Sobre la figura de Mengs, ver los trabajos de Orozco Días, E., “Sobre el libro de Mengs”, AEA 58
(1943), 264-269; Tellechea Idígoras, J.I., “Azara y la edición de las obras de A. R. Mengs. Interpolaciones de
Llaguno y Amírola”, BRABASF 35 (1972), 45-68; Pelzel, T., Anton Raphael Mengs and Neoclassicism
(Londres 1979); Águeda Villar, M., “Estudio introductorio”, a la edición facsímil de las Obras de Mengs
(1780) (Madrid 1989).
58
Obras de don Antonio Rafael Mengs, Primer pintor de Cámara del Rey (Madrid 1780). Sobre la labor
artística de Azara en Roma, ver los trabajos de Nicolás, S., “José Nicolás de Azara, representante en Italia del

56
Mengs (FIGURA 8) es un pintor filósofo que identifica el arte con la ciencia, que
busca su reducción a una norma, persiguiendo en cada cuadro un ejercicio de afirmación
filosófica.
En su obra puede rastrearse la intención de una generación de
intelectuales y políticos españoles, como Jovellanos, Campomanes o
Floridablanca, que intentaron romper con el Barroco imperante en las
artes y modificar las bases sobre las que se había asentado
tradicionalmente el arte español, y que tenían a la Real Academia de Figura 8.- Antonio
59 Rafael Mengs.
Bellas Artes de San Fernando como brazo ejecutor de estas ideas . Autorretrato

Mengs elaboró un procedimiento de trabajo que trastornaba por completo el modo de


trabajo de un artista, incidiendo en la necesidad, como premisa previa a la ejecución
práctica de una obra de arte, de una reflexión teórica sobre el concepto de belleza.
Al igual que su amigo Winckelmann, defendió la preeminencia del arte respecto a la
naturaleza y la pasión por el mundo griego, prueba de lo cual era la importante colección
de esculturas clásicas que llegó a reunir y que regaló a Carlos III, siendo rápidamente
vaciadas en yeso y repartidas entre las principales academias y escuelas de bellas artes,
como modelos a seguir por los alumnos de las mismas.
Mengs defendió la importancia del mito de la antigüedad, como argumento de
erudición y elemento de futuro, y del retorno a la belleza de la estatuaria grecolatina, como
ejemplo de heroísmo y de amor a la Patria, que en ningún momento podría ser
instrumentalizado políticamente60.

Dentro del ambiente cultural de la Ilustración, es destacable también el surgimiento,


ya en la segunda mitad del XVIII, de una serie de publicaciones periódicas o revistas, que
se convertirán elemento de difusión de las transformaciones acaecidas en el mundo de las
Luces.
Desde sus páginas se darán a conocer numerosos artículos originales, reseñas de libros
y traducciones de artículos extranjeros, acercando a un amplio grupo de intelectuales

Pensamiento ilustrado Español”, Academia 54 (1982), 239-276. Sobre los trabajos arqueológicos de Azara en
Roma, véase Elvira, M.A., “La actividad arqueológica de D. José Nicolás de Azara”, en Beltrán Fortes, J. y
Gascó Lacalle, F. (eds.) La antigüedad como argumento. Historiografía de la Arqueología e Historia
Antigua en Andalucía (Sevilla 1993), 125-151; Cacciotti, B., “La collezione di José Nicolás de Azara: studi
preliminari”, Bolletino d´Arte 78 (1993), 1-37.
59
Úbeda de los Cobos, A., “Literatura artística”, en Aguilar Piñal, op. cit. 1 (1996), 1046.
60
Úbeda de los Cobos, op. cit. 59 (1996), 1051.

57
españoles, unidos por el común deseo de acceder a la información más veraz y actualizada,
las lecturas más innovadoras que se estaban produciendo en Europa en sectores tan
diversos como la ciencia, la tecnología, la literatura, la medicina, la agricultura, etc.
Los primeros periódicos andaluces son el Hebdomedario Útil Sevillano (1758), La
Pensadora de Cádiz (1763), la Gaceta de Cádiz (163), la Gacetilla curiosa o Semanario
Granadino (1764), el Semanario Malacitano (1765) y el Correo de Sevilla (1781).
Entre estas revistas destaca la publicada en Madrid bajo el título de Memorial
Literario, en la que se insertarán principalmente artículos referentes a Historia, Geografía
Histórica o Bellas Artes, como los trabajos de Juan Andrés y Morell sobre las antigüedades
islámicas de Granada y Córdoba61, las descripciones de diversas localidades de
Andalucía62 o sobre diversas colecciones arqueológicas, como la de Pedro Leonardo de
Villacevallos en Córdoba63.
A este diario madrileño, hay que sumarle otras publicaciones netamente andaluzas,
donde se publicaran las principales noticias y acontecimientos del momento, así por orden
cronológico, destacan el Diario Histórico y Político de Sevilla (1792), el Diario de
Granada (1792), el Correo de Cádiz (1795), el Semanario Erudito y Curioso de Málaga
(1796), el Mensajero Económico y Erudito de Granada (1796), el Correo de Jérez de la
Frontera (1800), el Semanario de Granada (1800), el Diario de Cádiz (1802), el Censor
Granadino (1802), el Correo Literario y Económico de Sevilla (1803) y el Diario de
Algeciras (1805).

Otro aspecto importante dentro de la política educativa de la Ilustración, fue la


intención de la Corona de extender su control a las universidades, hasta entonces dirigidas
y dependientes de la Iglesia Española. Para ello, la primera resolución se encaminó a la
adaptación de sus estudios y enseñanzas a la política del momento, si bien la entrada de las
ideas ilustradas en la universidad fue bastante tardía.

61
Andrés y Morell, Juan, “Carta sobre algunas antigüedades de España con motivo de las observaciones
que hizo Jovellanos acerca de las antigüedades arábigas de Granada y Córdoba”. Memorial Literario I
(1788).
62
Espinalt y García, Bernardo, “Descripción particular de la villa de Fernán Núñez, sacada del Atlante
español”. Memorial Literario (1790), 145-146.
63
Ruano, Francisco, “Observaciones sobre las inscripciones y lápidas nuevamente reconocidas y
halladas por D. Pedro Leonardo de Villacevallos, caballero de Córdoba, estudiosísimo y puntualísimo en
antigüedades y monedas”. Memorial Literario (Febrero 1795), 182-192. Sobre la figura de Villacevallos,
véase Beltrán Fortes, J. y López Rodríguez, J.R. (Eds), El Museo cordobés de Pedro Leonardo de
Villacevallos. Coleccionismo arqueológico en la Andalucía del Siglo XVIII (Málaga 2003).

58
Esta lucha fue comenzada por Felipe V, quien en 1713 intentó introducir, sin éxito, la
enseñanza del derecho real en las cátedras, donde únicamente se enseñaba derecho romano.
Esto le llevó a comprender que sin controlar las universidades poco podrá hacer para
controlar las enseñanzas y estudios existentes y añadir otros nuevos, y buena muestra de
ello es la creación de la Universidad de Cervera (1717), que no obtuvo la aprobación papal
hasta 1730. Por ello, los Borbones fundaron una serie de Reales Colegios separados de las
Universidades, como son los ejemplos del Real Colegio de la Marina de Cádiz, creado en
1748, en los que se impartieron aquellas materias por las que mostraron un verdadero
interés64.
Con la llegada al poder del Conde de Aranda en 1767, y la consiguiente expulsión de
los miembros de la Compañía de Jesús, se produce la reforma de los Reales Colegios, con
la intención de quebrar las fuerzas que dominan los claustros universitarios. Manuel de
Roda, Secretario de Gracia y Justicia, encargó a Gregorio Mayas y Siscar, la realización de
un plan de estudios para imponerlo a todas las universidades, que tendrá finalizado en
Abril de 176765, pero que al final no llegó a ver la luz en su totalidad.
En primer término, se estableció que en el Consejo de Castilla un consejero fuera
director encargado de cada universidad, para velar por ella e impulsar su reforma. Además
se instituyeron una serie de censores regios para que no se defendiesen tesis contrarias a las
regalías del rey66.
Empezó el plan por la Universidad de Sevilla en 176967. La necesidad de adoptar
disposiciones sobre las seis casas abandonadas por los Jesuitas, fue la ocasión para la
redacción de un nuevo programa de estudios para la universidad por parte del Asistente
Pablo de Olavide. En este plan, se recogían muchas de las ideas propuestas por Mayans:
1.- control estatal de los centros superiores;
2.- secularización del profesorado, del que quedaban excluidos los religiosos,
3.- renovación de la metodología, en la que se incorporaban los libros de texto,

64
Peset, J.L. y Peset, M., “Universidades, ciencias y artes”, en Domínguez Ortiz, op. cit. 27 (1981), 83-
84.
65
Mestre Sanchís, A., Ilustración y reforma de la Iglesia. Pensamiento político y religioso de don
Gregorio Mayans y Siscar: 1699-1781 (Valencia 1968); cfr. Peset, M., Gregori Mayans i la cultura de la
Ilustraciò (Barcelona-Valencia 1975); Mestre Sanchís, A., Historia, fueros y actitudes políticas. Mayans y la
historiografía del XVIII (Valencia 2000); AAVV, Actas del Congreso Internacional sobre Gregorio Mayans
(Valencia 1999).
66
Peset y Peset, op. cit. 64 (1981), 84.
67
Aguilar Piñal, Fco., La Universidad de Sevilla en el Siglo XVIII. Estudio sobre la primera reforma
universitaria moderna (Sevilla 1969); Aguilar Piñal, Fco., La Sevilla de Olavide: 1767-1778 (Sevilla 1960).

59
4), en último lugar, la incorporación de las modernas enseñanzas de Geografía,
Física, Biología y Ciencias Naturales.
Estas iniciativas reformistas continuaron hasta 1786, cuando se dictó una Real Cédula
en el que se ordenaban las enseñanzas de la Universidad de Salamanca68. Se optó por una
concepción diversa a la tradicional, en cuanto al aprendizaje de las ciencias, al adoptar un
saber panorámico y de principios, en contraposición al saber discursivo y escolástico. hasta
entonces imperante en los planes de estudios de las universidades, renunciando al estudio
de los textos clásicos.
En este devenir, tuvo mucha importancia el Memorial por la Libertad de la Literatura
Española (1770) de Francisco Pérez Bayer, catedrático de griego en la universidad
salmantina, Bibliotecario Real y preceptor de los infantes. En su trabajo, denunciaba la
situación de su universidad y las prácticas docentes de la misma69, que pueden
extrapolarse al resto de las universidades españolas, y a raíz de la cual se produjeron
numerosos cambios en los Colegios Mayores de las Universidades de Salamanca, Alcalá
de Henares y Valladolid, que concluyeron en 1777 con la aprobación de un nuevo plan de
becas y la designación de las promociones de colegiales directamente por el poder público,
hasta su definitiva supresión en 1798.
De especial interés fue la creación, en 1780, de los Reales Estudios de San Isidro de
Madrid, que vino a reorganizar el antiguo Colegio Imperial de Madrid, regentado por la
Compañía de Jesús hasta su expulsión. La institución trató de convertirse en paradigma de
la enseñanza moderna, contratando a profesores laicos, difundiendo el espíritu jansenista70,
rechazando la escolástica e incluyendo entre sus disciplinas las matemáticas y la física
experimental, el derecho natural y de gentes, el griego, el árabe y el hebreo y la historia
literaria71.
Aquí trabajaron personajes como Cándido María Trigueros y en sus aulas hallamos a
individuos como Isidoro Bosarte, José Córnide de Saavedra y Folgueira o Juan Pedro
Forner, sólo por citar algunos de los más destacados.

68
Peset, J.L. y Peset, M., El Reformismo de Carlos III y la Universidad de Salamanca (Salamanca
1969); Álvarez de Morales, A., La Ilustración y la Reforma de la Universidad en la España del siglo XVIII
(Madrid 1971); Peset, J.L. y Peset, M., La Universidad española (siglos XVIII y XIX). Despotismo ilustrado y
revolución cultural (Madrid 1974).
69
Juan García, L., Pérez Bayer y Salamanca. Datos para la bio-biblografía del hebraísta valenciano
(Salamanca 1918).
70
Menéndez Pelayo, op. cit. 38 (1963), 131-232.
71
Martínez Shaw, op. cit. 22 (996), 18.

60
En definitiva, la intervención gubernamental propició una profunda renovación de la
universidad española. Pero debido a las resistencias de los partidarios de los jesuitas, de los
colegios mayores y de la ciencia tradicional, la Universidad nunca figuró a la vanguardia
de la reforma educativa de la España ilustrada. Este retraso provocó que la Corona
promoviese nuevos centros de enseñanza dependientes de las Sociedades Económicas de
Amigos del País, especialmente en el campo de la formación profesional.

61
62
IV. Marco Institucional y Político de la labor de
Recuperación del Patrimonio Arqueológico de Andalucía.

“Reconocimiento y conservación de los monumentos antiguos


que en gran número tiene el tiempo sepultados en España”
(Pedro Cevallos, 1802)

En el presente capítulo analizaremos la labor realizada por las distintas


administraciones, que a lo largo de los reinados borbónicos se fueron dotando de una serie
de disposiciones legales, y conformaron el primer cuerpo legal de nuestro país con el que
se pretendía proteger los bienes culturales de la destrucción y exportación a que se veían
sometidos, y que serían la muestra del interés de la Corona en estos temas, considerados
como bienes de utilidad pública, por los valores históricos que encierran.
Estas disposiciones fueron realizadas gracias al empeño de una serie de personajes
políticos que, desde su posición de miembros de las distintas instituciones culturales del
momento, ejercieron su influencia sobre el monarca para que tomará las decisiones.
Pero estos mandatos no pudieron llevarse a cabo sin el concurso de dos viejos cargos
públicos, el Intendente y el Superintendente, que en estos momentos sumará a sus
habituales funciones, la de polícia y ejecutor de las disposiciones reales, a la vez que servía
de enlace entre las autoridades e informantes locales y la cúpula dirigente del país.
Tampoco puede dejarse de lado el importante papel que desempeñaron las
instituciones culturales y científicas, creadas, apoyadas e impulsadas por los monarcas
Borbones, que colocaron como directores a importantes figuras del entramado burocrático
de la nación, en cuyo seno se encontraban representadas la élite cultural y científica del
país, que desde sus comienzos mostraron su preocupación por los bienes arqueológicos
españoles, como lo demostrarían los numerosos trabajos en los que se llama la atención
sobre el abandono en que se encontraban muchos lugares del país.

63
IV. A. Normativa Legislativa.

“Proponer algún medio que pusiese a cubierto


las Antigüedades que se descubren en la Península,
de la ignorancia codiciosa y bárbara que suele destruir
con daño los conocimientos históricos y de las Artes
a cuyos progresos contribuyen en gran manera”
(Pedro Cevallos, 1802)

A lo largo del período ilustrado la Corona española, al igual que otras monarquías
europeas1, dictó una serie de disposiciones normativas, la mayoría de las veces conforme
fueron surgiendo las necesidades, que supusieron una renovación en el Derecho de los
Bienes Culturales de la Nación, que en el caso de la Ley de 1803 debemos considerar
como innovación.
Este corpus legislativo fue el fiel reflejo de la orientación que la Corona pretendió
ejercer sobre el conjunto de la sociedad y sirvió de apoyo jurídico a sus intereses. La
monarquía muestra un marcado interés de carácter científico en la disposición de sus
colecciones, a las que dotó de fundamentos jurídicos de apoyo2.
También dictó una serie de normativas
intervencionistas para proteger e impulsar las
Bellas Artes, y, por ende, la Arqueología, a la vez
que se pretendía por parte del Estado fomentar la
cultura y la educación, en las que los gobernantes
ilustrados tenían depositadas sus esperanzas como
motor de los cambios que creían necesarios para
Figura 9.- Instrucción de 8 de Abril de 1752.
Archivo General de Simancas. el despegue de la nación.
La primera disposición legislativa sobre conservación del Patrimonio
Arqueológico, es la Instrucción de 8 de Abril de 1752 (FIGURA 9) dirigida por Zenón de
Somodevilla, Marqués de la Ensenada, a Francisco Barrero Peláez, Intendente de Marina

1
Un ejemplo de ello sería el caso de los Estados Vaticanos, que puede observarse en la obra de
Alibrandi, T. y Ferri, P., I Beni Culturali e Ambientali (Milano 1985), 3-5. Sobre la situación general en
Europa, véase el trabajo de Angle, I. C.: “Evolución del concepto de Patrimonio Cultural en Europa”, Actas
de las Iª Jornadas de Patrimonio Histórico, Volumen I. (Burgos 1982); Maier Allende, J., “II Centenario de
la Real Cedula. La Real Academia de la Historia y el inicio de la legislación sobre el Patrimonio
Arqueológico y Monumental de España”. BRAH CC-3 (2003), 441-446.
2
García Fernández, J.: Legislación sobre Patrimonio Histórico (Madrid 1985), 37 y 42.
64
del Departamento de Cartagena3, con motivo de un pecio encontrado en unas excavaciones
realizadas en dicha ciudad para la cimentación de uno de los nuevos diques.
En ella se le indicaba la necesidad de proteger y conservar las antigüedades que se
encontrasen en dicha localidad, que deberían ser inmediatamente enviadas a la Real
Academia de la Historia, donde llegó “la quilla de la embarcación que se ha sacado de la
excavación, íntegra y con todas las piezas que se hayan encontrado con ella, sin desprecio
aun de aquellas que parezcan de menos consideración o de menor uso”4.
En la misma disposición también se ordenaba al Intendente que
recuperase todas aquellas otras piezas que, pudiendo haber aparecido
con anterioridad, se encontrasen en poder de otras personas de la
ciudad.
Esta norma no fue un hecho puntual y aislado ya que, como
mantiene A. Béthencourt, la medida de vigilancia y control de los
hallazgos arqueológicos fue rápidamente extendida a todos los
Figura 10. Zenón de
distintos Intendentes de los Departamentos Navales, y ello lo Somodevilla,
Marqués de la
fundamenta en la carta remitida el 03.06.1752 por Alejandro Gutiérrez Ensenada.

de Rubalcava, Intendente de Cádiz, al Marqués de Ensenada (FIGURA 10), y reiterada


posteriormente el 24.06.1752, en el que le comunicaba la aparición de distintos hallazgos
monetales en Segura de la Sierra (Murcia), donde se encontraba en aquellos momentos5.
Esta extensión de la medida a toda la nación la encontramos en la Carta de fecha
05.12.1752 que remite Manuel de Junco Pimentel a Antonio de Ulloa, en la que le
“informa que el rey, a influjo del Marqués de la Ensenada, quiere formar la más completa
colección de cosas curiosas y a este fin, se ha expedido órdenes a todos los calendarios del
Reyno, y, particularmente, a la Real Academia Histórico-Geográfica, para recoger toda
clase de antigüedades”6.
Existen otros muchos ejemplos de la proliferación de las actividades de protección del
patrimonio arqueológico en nuestro país. Uno muy importante sería el Viaje de España,

3
Simancas. Marina. Leg. 713; cfr Béthencourt Massieu, op. cit. 31 (1963), 73-87; Tortosa, T. y Mora,
G.: “La actuación de la Real Academia de la Historia sobre el Patrimonio Arqueológico: ruinas y
antigüedades”, AEspA LXIX (1996), 197.
4
Simancas. Secretaria de Marina. Leg. 713. La remisión se efectuó el 19.04.1752.
5
Oficio remitido desde Segura de la Sierra el 24.06.1752. Simancas. Marina. Leg. 713: cfr. Béthencourt
Massieu, op. cit. 31 (1963), 79-80.
6
Calatayud, Mª. A.: Catálogo de documentos del Real Gabinete de Historia Natural: 1752-1786
(Madrid 1987), 11.
65
emprendido por Luis José Velázquez de Velasco y Cruzado, futuro Marqués de
Valdeflores, para averiguar y reconocer las antigüedades de España.
Así, la noticia del hallazgo de antigüedades en la villa de Cártama (Málaga) y la
posterior realización de excavaciones por el ingeniero Carlos Luján7, quien contó con el
apoyo real, hizo que la Real Academia de la Historia realizase una serie de gestiones
encaminadas a conseguir el apoyo de la Corona para el envío de uno de sus “individuos de
número” por toda la nación para adquirir y recoger las antigüedades de todo el reino.
Esto no es algo nuevo ya que, desde sus inicios, la institución había mostrado un gran
interés por la recopilación de las antigüedades españolas, consideradas como elementos
originales y de primera mano que debían ser utilizados para la elaboración de una Nueva
Historia de España y de un Diccionario Geográfico-Histórico de la Nación.
Para ello se habían dado una serie de “comisiones e instrucciones a varias personas
que residían en las provincias o tenían que recorrerlas por razón de sus empleos y
destinos para que recogiesen de cuenta de ella antigüedades y monumentos, ya en los
archivos y bibliotecas, ya en las ruinas y restos de obras, pensó alguna vez en enviar
sujetos al reconocimiento y diseño de antigüedades, pero la falta de fondos suficientes la
retrajo muchas veces de estas empresas, contentándose con las noticias y descripciones
que remitían los amantes de la anticuaria”8.
El proceso de gestación del viaje de Velázquez ha sido estudiado recientemente por M.
Almagro-Gorbea y J. Maier9, y en él han puesto de manifiesto el importante papel jugado
por Agustín de Montiano y Luyando, Director de la Real Academia de la Historia. Éste
solicitó del Marqués de la Ensenada la adopción de los medios necesarios para “redimir de
tan lastimoso abandono” las antigüedades y los monumentos de la nación, a la vez que se
permitiese “asegurarlas en la memoria de los eruditos, que las supieran sacando algunas
copias y láminas en que acordasen nuestras sepultadas glorias”10.

7
Luján, C.: “Comunicaciones dirigidas al Marqués de la Ensenada dándole cuenta de las antigüedades e
inscripciones hallada en la villa de Cártama”. RABM IV (1876), 210-214 y 223-226.
8 Huerta, op. cit. 7 (1796), XXXVII.
9
Almagro-Gorbea, M y Maier Allende, J., “La Real Academia de la Historia y la Arqueología española
en el Siglo XVIII”, en Iluminismo e Ilustración. Le antichitá e i suoi protagonisti in Spagna e in Italia nel
XVIII secolo (Roma 2003), 1-27. A destacar de este trabajo el importante y novedoso análisis de las
relaciones y afinidades entre Valdeflores, Montiano y Ensenada, y en especial la de estos dos últimos quienes
jugaron un importante papel en el fructificación del proyecto; cfr. Maier Allende, J., Comisión de
Antigüedades de la Real Academia de la Historia. Documentación General. Catálogo e Indices (Madrid
2002), 12-15, recogiendo además toda la documentación existente sobre el asunto.
10
Almagro-Gorbea y Maier, op. cit. 80 (2003), 5-6
66
El resultado de todo ello será la Real Instrucción dictada en San Lorenzo de El
Escorial el 2 de Noviembre de 1752 para averiguar y reconocer las antigüedades de
España11, firmada por el Marqués de la Ensenada (FIGURA 11),
que ordenaba realizar esta labor a Luis José Velázquez de Velasco
y Cruzado, miembro supernumerario de la Real Academia de la
Historia12.
Tal y como se dispone en su punto cuarto, el objetivo de la
Comisión encomendada al Marqués de Valdeflores, era realizar
“las observaciones y diligencias que sean conducentes al
descubrimiento de las Antigüedades y de la antigua Geografía del
País con especificación de los distintos pueblos, ríos, terrenos en
Figura 11. Instrucción de
que se dieron batallas o sucedieron cosas memorables, y otras 2 de Noviembre de 1752.

semejantes circunstancias”.
Se trata del primer trabajo de inventario y recopilación, o catálogo, de las antigüedades
de la nación, cuyo objetivo fundamental era la obtención de documentos para la
elaboración de la historia antigua de España. Así el objetivo fundamental del trabajo era la
obtención de documentos observados directamente del original, que en el caso de las
inscripciones tenía la finalidad de acabar con las transcripciones poco fiables y las
falsificaciones de epígrafes, que tanto abundaban en las obras del momento.
Junto a ello, y como aportación más novedosa del proyecto, fue la inclusión de los
dibujos de los monumentos antiguos con la mayor exactitud posible, concibiendo el dibujo
como elemento de inventario y conocimiento de los monumentos antiguos, que posibilitase
su posterior protección. El resultado de todo ello fue un ingente corpora documental, hasta
el momento presente no estudiado, que se conservan en los fondos de la Real Academia de
la Historia.
Continuación de esta política ilustrada, preocupada por la conservación de las
antigüedades fue la elaboración, nuevamente por el Marqués de la Ensenada, de una
Instrucción, aprobada por el Real Decreto de 14 de Julio de 1753, que vino a
complementar determinados aspectos de la Instrucción dada a Valdeflores en 1752.

11
ASRAH 10.11.1752, donde se transcribe la instrucción. Otro ejemplar de la instrucción se conserva en
el ARAH. Mss. 9/6000 (folios 93-98v); cfr. Huerta, op. cit. 7 (1796), XXXVII.
12
Sobre Velázquez, ver Mathias, J., El Marqués de Valdeflores: su vida, su obra, su tiempo (Madrid
1959); Canto de Gregorio, A.: “Un precursor hispano del CIL en el Siglo XVIII: el Marqués de Valdeflores”,
BRAH CXCI (1994), 499-516; Álvarez Martí-Aguilar, M.: La antigüedad en la historiografía española del

67
Por esta disposición, se requería que “los Corregidores y Justicias del Reino remitan a
Madrid, y a la casa establecida de Geografía, todas las piezas de antigüedad que se
hallaren, con expresión del sitio en que se encuentran, como son estatuas de mármol,
bronce, u otro metal, todas o enteras, pavimentos mosaicos o de otra especie,
herramientas, o instrumentos de madera, piedra, o suela, monedas, o lápidas, y lo que de
ellas se diga por escritos, tradiciones, o noticias, que los dichos Justicias deben comunicar
a los Intendentes, estos pagar el coste del descubrimiento de cuenta de la Real Hacienda, y
dar el aviso con su remisión a S.M. por la vía reservada, o por el Ministro que corre en la
dirección de la Casa de Geografía, y según se les tiene prevenido, para que el citado
Decreto tenga efecto”13.
En primer lugar, de esta instrucción llama la atención la definición de monumento
antiguo que se tenía en aquella fecha, en la que únicamente se incluían los restos del
mundo grecorromano14, no comprendiéndose en la misma las antigüedades islámicas,
cuyos estudios en aquellos momentos no se encontraban muy desarrollados debido al
desconocimiento de la lengua árabe, y ello a pesar de que los trabajos e investigaciones de
Miguel Casiri de Gartia y de Luis José Velázquez de Velasco estaban llamando la atención
sobre la importancia del arte islámico.
Pero también esta definición debe ponerse en relación con el “ambiente artístico” que
la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando estaba intentando imponer en esos
momentos, basado en un arte que busca sus raíces en el mundo grecorromano, alejándose
del mundo islámico.
También hay que ponerlo en relación con el Patronato Regio, con el que se pretendía
obtener, como ya ocurriera con los Archivos, documentos de primera mano, y las
antigüedades ya desde el siglo XVII eran consideradas como tales.
Con toda esta documentación obtenida, los monarcas borbónicos querían hacer valer
sus derechos frente al Papado, y evidentemente no interesaban para nada los monumentos
islámicos, ya que en concreto los paleocristianos venían mejor a los intereses borbónicos,
ya que eran representativos de momentos más antiguos del Cristianismo en España.

Siglo XVIII: el Marqués de Valdeflores (Málaga 1996).


13
Oficio remitido el 13.11.1753 desde Granada por Luis José Velázquez de Velasco a Agustín de
Montiano y Luyando. ARAH. CAG/9/7980/5(45). Al que contesta el 22.11.753, mediante oficio, Agustín de
Montiano y Luyando a Luis José Velázquez de Velasco. ARAH. CAG/9/7980/5(46). Citado por Martínez
Silvestre, M: Librería de Jueces, utilísima y universal (Madrid 1786). Imprenta de la viuda de Eliseo
Sánchez; cfr. Yáñez Vega, A. y Lavín Berdonces, A.C.: “La legislación española en Arqueología hasta 1912:
análisis y evolución en su contexto”. Patrimonio Cultural y Derecho 3 (1999), 124.

68
En relación con ello, y a fin de centralizar y controlar esos documentos originales, la
instrucción disponía que todos los objetos se depositaron en la denominada Sala de
Geografía, donde se verificaría el documento.
Esta instrucción, tal y como se deduce del texto, únicamente sería aplicable a los
terrenos de realengo, y en ella por primera vez se instauró un premio o contraprestación
económica, con cargo al erario público, para aquellas personas que informaran sobre el
descubrimiento y exacta ubicación de las antigüedades recién descubiertas.
De estas disposiciones de 1752 y 1753 puede apreciarse como la Corona delegó las
funciones policiales de vigilancia y control de los monumentos antiguos en los
Corregidores, funcionarios locales con atribuciones de policía y justicia, y en los
Intendentes y Superintendentes, de cuyas funciones y ejemplos concretos trataremos de
forma más detenida en otro apartado de este trabajo.
De la efectividad de esta disposición tenemos las palabras de Juan de Flores y Oddouz,
quien en su obra Granada Primitiva, dice que para la realización de sus actividades
arqueológicas pidió a “comienzos del mes de enero de 1754... licencia al Sr. Intendente
Corregidor de este Reino para hacer una excavación en la Alcazaba, que es lo más
antiguo y eminente de esta ciudad de Granada,... en la calle de la Puerta Nueva,
Parroquia de San Nicolás de Bari. Fue estimulo de esta pretensión la Real Orden
Circular, expedida por el Excmo. Sr. Marqués de la Ensenada, Secretario de Estado para
la recolección y descubrimientos de antigüedades y remisión a la Corte de ellas, a la Casa
de Geografía establecida para este asunto”15.
Pero esta preocupación por los monumentos antiguos no es algo exclusiva de la Real
Academia de la Historia, ya que el interés por los monumentos antiguos también se
observa en la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando y en el Real Gabinete de
Historia Natural, también preocupados por la recuperación del pasado.
Así, en 1750 el gobernador la Alhambra, D. Francisco José de las Infantas, informó a
la Junta Preparatoria Academia de San Fernando del estado de ruina en que se encontraban
la Torre de Comares y Cuarto de los Arrayanes de la Alhambra16, así como de la necesidad
de tomar medidas tendentes a evitar la pérdida y destrucción del monumento.

14
Tortosa y Mora, op. cit. 74 (1996), 214.
15
Flores y Oddouz, Juan de: Granada primitiva. Compendio histórico del descubrimiento de
monumentos antiguos en la Alcazaba de Granada (Granada 1762). ARAH Mss. 9/2297.
16
Bustamante, A. y Marías, F.: “De Granada a El Escorial: la arquitectura renacentista en el Siglo
XVIII”, en El Arte en tiempo de Carlos III (Madrid 1989), 72.
69
Esta carta llamó la atención de las académicos, quienes en la Junta Ordinaria de
14.10.1756, expresaron su deseo de “conservar y propagar la noticia de nuestras
antigüedades y monumentos singulares”, y sobre todo “de aquellos que están más
expuestos a perecer con el transcurso del tiempo”17, para lo cual encargaron a Ignacio de
Hermosilla y Sandoval, a la sazón Secretario de la institución y conocedor de la existencia
de “varios retratos de los Reyes de Granada que están pintados en algunos techos del
Castillo de la Alhambra, con los trajes propios de la época”, para que remitiese una
comunicación al “Presidente de aquella Chancillería”, D. Manuel de Villena, “pidiéndole
que haga llamar a D. Manuel Sánchez Jiménez”, discípulo de la Academia y de conocida
habilidad para que ”le ordene que dibuje en papel con toda puntualidad los expresados
retratos de los Reyes Moros”, petición que fue aceptada por el Presidente de la
Chancillería de Granada18.
El interés por estas antigüedades islámicas se planteaba en principio como una tarea de
urgencia, basada exclusivamente en que habría que conservar aquellas memorias del
pasado que eran perfectamente visibles, pero sin establecer criterios intervencionistas de
conservación e intervención sobre la obra.
La función tutelar del pasado que emprendió la Real Academia de Nobles Artes sobre
los monumentos antiguos se limitó exclusivamente a una catalogación de los mismos, en la
cual se documentaron la representación visual de los sistemas constructivos y compositivos
del monumento, con los que elaboraron un álbum de anticuario19, en el que ser recogieron
estampas y dibujos del pasado que debían servir de modelo para los nuevos arquitectos, sin
que en ningún momento se llegase a pensar en la realización de obras de restauración como
criterio de conservación de las obras antiguas.
Con ello daba comienzo el interés por los monumentos y antigüedades por parte de la
Academia, que tuvo su punto culminante, en el caso de las antigüedades islámicas con las
instrucciones dadas a Diego Sánchez Sarabia (1760)20 y a José de Hermosilla, Juan de
Villanueva y Juan Pedro Arnal (1766)21, que se plasmaron en la publicación, no con cierto

17
Juntas Particulares, Ordinarias, Generales y Públicas desde el año 1753 hasta 1757. ARABASF.
Mss. 81/3, fol. 52r y 52v; cfr. Bedat, C., La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando: 1744-1808
(Madrid 1989), 433; Azcárate Ristori, J.M.: “Real Academia de Bellas Artes de San Fernando”, en Artola,
M. (ed.) Las Reales Academias del Instituto de España (Madrid 1992), 186.
18
Junta Ordinaria de 29.11.1756.
19
Rodríguez Ruiz, op. cit. 51 (1992), 37.
20
Junta Particular de 13.12.1760.
21
Junta Particular de 05.09.1766.
70
retraso, de los Monumentos árabes de Córdoba y Granada (1787 y 1804), mientras que en
el caso de las antigüedades romanas tendrán su culminación en el viaje artístico-
arqueológico realizado por Antonio Ponz y Piquer, publicado bajo el título de Viaje de
España22, sobre estos viajes trataremos más detalladamente en otros apartados.
Pero no será la única tarea sobre la protección del patrimonio en la que participó la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ya que por la Real Orden Circular de 16
de Octubre de 1779, por la que la Real Academia de San Fernando consigue, tras
numerosos intentos, que la Corona, a instancia del Conde de Floridablanca, remitiese una
carta circular a todos los intendentes provinciales, por la que se prohibió la exportación de
pinturas y otros objetos artísticos antiguos o de autores fallecidos, de pinturas, libros o
manuscritos antiguos de autores españoles, sin expresa aprobación real23.
Otra institución interesada por las antigüedades es el Real Gabinete de Historia
Natural. Creado en 1752 por Real Cédula de Fernando VI a instancia de Antonio de Ulloa,
será bajo la dirección de Pedro Franco Dávila, ya en el reinado de Carlos III, cuando la
institución conozca un verdadero auge, debido al incremento de sus colecciones.
Para ello fue fundamental la redacción de la Real Orden de 17 de Octubre de 1776,
por la que se mandaba recolectar curiosidades para el enriquecimiento del Gabinete de
Historia Natural, ya que a partir de este momento recibió, además de las colecciones que
le eran propias, la mayor parte de las compras de objetos raros y valiosos, así como
algunos hallazgos procedentes de excavaciones arqueológicas.
La idea de “juntar en el Gabinete Real todas las especies de Historia Natural que se
contienen en los Reynos y Señoríos de España” fue concebida por el Marqués de Grimaldi,
Secretario de Estado, quien consideró que debían ser los Intendentes de las distintas
circunscripciones provinciales los encargados de recolectar las piezas, para lo cual podían
disponer de una serie de corresponsales o correspondientes locales, normalmente eruditos,
que serían los que verdaderamente recopilarían los objetos y los remitían, a través de los
intendentes, al Gabinete.
Esto se confirma por el Oficio fechado en Córdoba el 24.05.1776, y remitido por
Pedro Francisco de Pueyo, Intendente Provincial de Córdoba, a Fernando José López de

22
Ponz y Piquer, Antonio, Viaje de España o Cartas en que se da noticia de las cosas más apreciables y
dignas de saberse que hay en ella. Imprenta Ibarra.19 vols (Madrid 1772-1794).
23
Ponz, op. cit. 93, Tomo IX (Madrid 1786), 842-843; Rodríguez Pascual, R., “La Protección de las
antigüedades”, RABM 31 (1914), 384; Bedat, op. cit 88 (1989), 438; Álvarez Álvarez, J.L., Estudios sobre el
Patrimonio Histórico Español y la Ley de 25 de Junio de 1985 (Madrid 1989), 41; Benítez de Lugo Guillén,

71
Cárdenas, cura de Montoro24, quien remitió numerosos ejemplares para el Gabinete de
Historia Natural, así como referencias a determinados hallazgos de pinturas rupestres en
Sierra Morena.
En 1795, José Córnide de Folgueira y Saavedra se encontraba realizando su trabajo
sobre el Itinerario de Antonino25, para el que reconoció “diversos trozos de caminos de que
hace mención dicho Itinerario, copiando inscripciones y planos de arcos triunfales,
puentes, etc, no solo sobre el terreno sino en los varios comentadores que en el todo oen
parte ha tenido dicho Itinerario”.
Dadas las dificultades para la finalización de su trabajo, pidió la intercesión de la Real
Academia de la Historia, para que solicitase de Manuel Godoy, Secretario de Estado de
Carlos IV, permiso “para reconocer los muchos planos que debieron formarse para la
fábrica de las cuatro carreteras generales, que salen de esa Corte para los extremos del
reino y para otras particularidades que igualmente se han emprendido entre sus diversas
provincias cuyo planos deben existir en el Archivo General de la Dirección de Correos y
Caminos”26.
Dicha petición fue cursada por la Academia en fecha 30.11.1795, a lo que Godoy, en
su calidad de Superintendente General de Correos, respondió con la emisión de un “oficio
a los Directores Generales de Correos que le franqueen todo lo que exista en el Archivo de
la Dirección General bajo las seguridades y precauciones debidas. Lo participo a Vmd. a
fin de que lo ponga en noticia de la Real Academia para su inteligencia y gobierno”27.
Con esta disposición debemos relacionar el hallazgo de “monumentos de antigüedad y
particularidades preciosas” en el lugar conocido por La Peña del Cristiano (Osuna,
Sevilla), que Luis de la Rosa, Administrador de la Renta de Correos de Osuna, puso en
conocimiento de Pedro Cevallos, por entonces Secretario de Estado de Carlos IV.
Pedro Cevallos, siguiendo los dictados marcados en 1795 por Manuel Godoy, le
comunica a su subordinado que debe dirigir su información “a la Real Academia de la

F., El Patrimonio Cultural Español (Granada 1995), 16; cfr. Yáñez y Lavín, op. cit. 84 (1999), 126.
24
ARAH. Mss. 9/7379.
25
Córnide de Folgueira y Saavedra, José, Apuntes y extractos para ilustrar el Itinerario de Antonio Pío
(1795). ARAH. Mss. 9/3910; Córnide de Folgueira y Saavedra, J., Ilustraciones al itinerario de Antonino
Pio. ARAH. Mss. 9/3895; Córnide de Folgueira y Saavedra, J., Papeles concernientes al itinerario de
Antonio Pio que iba recogiendo D. José Córnide y Saavedra para ilustrarle. ARAH. Mss. 9/3910; Córnide
de Folgueira y Saavedra, J., Vías romanas según el itinerario de Antonino: reino de Sevilla, reino de
Córdoba, reino de Jaén. ARAH. Mss. 9/3895; Córnide de Folgueira y Saavedra, J., Comentario a la parte
del Itinerario de Antonino en que se describen las vías militares de España. ARAH. Mss. 9/3895.
26
ARAH. Mss. 9/3910 y ASRAH de 27.11.1795.

72
Historia en Madrid que está encargada particularmente del ramo de las antigüedades en
el Reino”, lo que Luis de la Rosa realizó en fecha 30.06.180228.
Pero la disputa mantenida a lo largo del Siglo XVIII por las academias e instituciones
culturales, creadas por la monarquía borbónica, acerca de cual debía ser la encargada de
velar por la salvaguarda de los monumentos y antigüedades, en cuanto se consideraban
como representación de la memoria histórica de la nación, se decantó finalmente por la
Real Academia de la Historia, que consiguió de Carlos IV la firma de la Real Cédula de 6
de Julio de 1803, por la que el monarca le encargaba la “inspección de los monumentos que
se descubran en el reino”29.
Se trata, sin lugar a dudas de la primera disposición específica sobre la protección y
conservación del Patrimonio Histórico, en la que se establecen una serie de normas de
obligado cumplimiento. Esto constituye un verdadero hito en la legislación española, pues
marca el principio de una cierta preocupación por del Estado en temas de Patrimonio
Histórico30.
Como recientemente ha estudiado Jorge Maier, esta disposición española no es un
hecho aislado, ya que aparición debe ser puesta en relación con otras normativas que sobre
la misma materia se están produciendo en estos momentos en Europa y viene a recoger las
ideas de la Ilustración española sobre la importancia de la conservación de los
monumentos antiguos, como elementos representativos del pasado de la nación, a la vez
que introduce, por primera vez, una serie de elementos jurídicos que se mantendrán en la
legislación posterior, y a los que nos referiremos a continuación.
El verdadero impulsor de la norma fue Mariano Luis de Urquijo, primer Secretario de
Estado de Carlos IV, quien se mostraba muy preocupado por “la negligencia con que se
miran los hallazgos de monumentos y fragmentos de antigüedad que frecuentemente se
descubren en las varias excavaciones que con diversos objetos se practican en las

27
Oficio de fecha 07.12.1795. ARAH Mss. 9/3910 y ASRAH de 04.12.1795.
28
ARAH. CASE/9/7970/5(1-8) del ARAH; cfr. Maier Allende, J. y Salas Álvarez, J., Comisión de
antigüedades de la Real Academia de la Historia. Andalucía. Catálogo e Índices (Madrid 2000), 330-331.
Esta documentación se complementa con la existente en el legajo CAI-SE/9/3940/13(1-3) dada a conocer por
Sedeño Ferrer, D., “Hallazgos arqueológicos en Osuna en 1802”, Estudios dedicados a Alberto Balil in
Memoriam (Málaga 1993), 191-198; cfr. Cebrián Fernández, R., Comisión de Antigüedades de la Real
Academia de la Historia. Antigüedades e Inscripciones 1748-1845 (Madrid 2002), 98.
29
Incluida en la Novísima Recopilación de las Leyes de España (1805), Libro VIII, Título XX, Ley III.
Ha sido recogida en el libro de Maier Allende, J.: Comisión de Antigüedades. Comunidad de Madrid.
Catálogo e Indices (Madrid 1998), 53-60; Almagro-Gorbea, M. y Maier Allende, J. (eds), 250 años de
Arqueología y Patrimonio. Documentación sobre Arqueología y Patrimonio Histórico de la Real Academia
de la Historia. Estudio General e Índices (Madrid 2003), 227-234.

73
provincias, el abuso que se hace de ellos por la codicia; el abandono con que se trata de
su custodia y conservación por desidia o ignorancia”31.
Para poner fin a todo ello, y proteger las antigüedades de la nación, remitió un oficio,
en fecha 22 de Junio de 1800, a Antonio Capmany y Suris de Montpalau, Secretario de la
Real Academia de la Historia y Presidente de la Comisión de Antigüedades de dicha
institución, manifestándole el interés de la Corona por la cuestión y solicitándole que “la
Academia se ocupase de meditar sobre este punto, proponiéndome cualquiera idea
ventajosa que pudiese ocurrirla, y entonces se vería si podíamos o no contar con haber
hallado el medio, aunque harto difícil, de arrancar de las manos de la ignorancia, que
puede llamarse brutal, tantos restos preciosos de la Antigüedad, como encierra nuestra
Península”32.
La respuesta no se hizo esperar, y los académicos Antonio Capmany, Isidro Bosarte y
Joaquín Traggia, miembros de la Sala de Antigüedades de la institución, aprobaron en
Junta Ordinaria de 14 de Noviembre de 1801 un informe preliminar, que remitieron en
fecha 19 de Noviembre de 1801 al Secretario de Estado Pedro Cevallos Guerra. En ese
documento exponen la definición de las distintas antigüedades, a la vez que afirman que
“tres son los respetos con que se deben mirar las antigüedades, y son: su descubrimiento,
su explicación y su conservación y custodia”, para lo cual estiman necesario la adopción de
las siguientes medidas:
“1º. - que S.M. autorice a la Academia para que tenga la inspección general de las
antigüedades que se descubran en todo el Reyno y que se comunique a los Prelados,
Cavildos, Yntendentes y Corregidores la correspondiente orden a fin que den a la
Academia los avisos de qualquier hallazgo de Antigüedad.
2º. - que esta forme e imprima una instrucción circunstanciada para que con arreglo a
ella se le dé noticia de los descubrimientos que se hagan.
3º. - que haya algunos caudales prontos para gratificaciones y demás gastos que se
ofrezcan en este ramo, cuya regulación se propondrá antes al Ministerio.

30
Roca Roca, E., El Patrimonio Artístico y Cultural (Madrid 1976), 18.
31
Córnide de Folgueira y Saavedra, J.: “Noticia histórica de la Academia desde el mes de Agosto de
1796 hasta el de Julio de 1802”. MRAH IV (1805), IX-X; Maier Allende, op. cit. 72 (2003), 447-455.
32
ARAH. Secretaria. CPMCM. Caja 1, y ARAH Mss. 9/7981(17); cfr. Tortosa y Mora, op. cit. 74
(1996), 197; Maier Allende, op. cit. 100 (1998), 15; Maier Allende, J.: “La Comisión de Antigüedades de la
Real Academia de la Historia”, en Actas del IIIº Congreso de Arqueología Peninsular (Oporto 2000). Vol. I,
216-217; Almagro-Gorbea y Maier, op. cit. 80 (2003), 23-24.
74
4º. - que la Academia según las noticias que reciva informe a S.M. lo que juzgue
conveniente en el caso particular de que se le dé noticia”.
El 30 de Enero de 1802, Pedro Cevallos comunica a la Real Academia de la Historia
una Real Orden por la cual Carlos IV ha tomado la decisión de aprobar las disposiciones
propuestas por la Academia de la Historia, a la que sigue posteriormente otra Real Orden
por la que se solicita a la Academia la remisión al Consejo de Estado de una instrucción
sobre el reconocimiento y conservación de los monumentos antiguos, que posteriormente
sería recogida en una Real Cédula impresa y hecha circular por toda la Nación33.
La Academia encargó a su Sala de Antigüedades la elaboración de una Instrucción
formada de orden de S.M. por la Real Academia de la Historia, sobre el modo de recoger
y conservar los monumentos antiguos descubiertos o que se descubran en el Reyno
(FIGURA 12) que fue aprobada por la Junta Ordinaria de 29.05.1802, y remitida al
Consejo de Estado en Julio de ese mismo año. Tras la aprobación del Rey y del Consejo de
Castilla se mandó que se expidiera, el 6 de Julio de 1803, la Real Cédula de
S.M. y Señores del Consejo, por la qual se aprueba y manda observar la
Instrucción formada por la Real Academia de la Historia sobre el modo de
recoger y conservar los monumentos antiguos descubiertos o que se
descubran en el Reyno, que rápidamente alcanzó una gran difusión34.
Se trata de la primera plasmación normativa de un derecho que asume
ya, entre sus fines específicos, la tutela de los valores artísticos e históricos, Figura 12.-
Real Cédula
debido al interés de la corona por “poner a cubierto las antigüedades que se de 6 de Julio
de 1803.
descubren en la Península de la ignorancia que suele destruirlas, con daño
de los conocimientos históricos y de las artes”, para lo cual encargará a la Real Academia
de la Historia “la inspección general de todas las antigüedades del Reyno”35.
Estas nuevas funciones conllevaron un cambio sustancial en la orientación que hasta el
momento llevaba la institución, ya que a partir de ahora se convirtió en la máxima
autoridad sobre las antigüedades de la nación, hecho que se ha mantenido hasta bien
entrado el siglo XX.

33
Oficio de Antonio Capmany a Pedro Cevallos. ARAH. Secretaria. CPMCM. Caja 1; ASRAH
13.11.1801 y 05.02.1802; Maier Allende, op. cit. 100 (1998), 15; Maier Allende, op. cit. 103 (2000), 217.
34
ASRAH 14.05.1802, 28.05.1802 y 02.06.1802, Tortosa y Mora, op. cit. 74 (1996), 197. Maier Allende,
op. cit. 100 (1998), 15; Maier Allende, op. cit. 103 (2000), 217; Almagro-Gorbea y Maier, op. cit. 80 (2003),
24-25.
35
Rodríguez Pascual, op. cit. 94 (1914), 385. Maier Allende, op. cit. 100 (1998), 54-55.
75
En su artículo Iº realiza una enumeración de lo que debería entenderse por
“monumento antiguo”, concepto en el que se incluyen “las estatuas, bustos y bajorrelieves
de cualquiera materias que sean, templos, sepulcros, teatros, anfiteatros, circos,
naumaquias, palestras, baños, calzadas, caminos, acueductos, lápidas o inscripciones,
mosaicos, monedas de cualesquiera clase, camafeos; trozos de arquitectura, columnas
miliarias; instrumentos músicos, como sistros, liras, crótalos; sagrados, como
preferículos, símpulos, lituos, cuchillos sacrificatorios, segures, aspersorios, vasos,
trípodes; armas de todas especies como arcos, flechas, glandes, carcaxes, escudos; civiles,
como balanzas, y sus pesas, romanas, relojes solares o maquinales, armilas, collares,
coronas, anillos, sellos; toda suerte de utensilios, instrumentos de artes liberales y
mecánicas; y finalmente cualesquiera cosas, aún por desconocidas, reputadas por
antiguas“, que constituyen una relación más concreta y amplia que la incluida en el Real
Decreto de 14 de Julio de 1753.
De esta definición, se puede deducir que el “dato de antigüedad” será el “eje sobre el
que se asiente el [nuevo] concepto de monumento”36, que abarca todo tipo de restos del
pasado haciendo una enumeración de todos aquellos bienes inmuebles (teatros, circos,
calzadas,...) y muebles (armas, collares, monedas,...), así como “cualesquiera cosas, aún
desconocidas, reputadas por antiguas”, que por su conocida antigüedad puedan
considerarse como “monumentos antiguos” 37.
Otro aspecto que llama la atención de esta nueva definición, es que el monumento será
siempre un bien individual y aislado del contexto en que se encuentre ubicado,
independientemente de su carácter inmueble (naumaquia, templo, teatro, ....) o mueble
(arcos, flechas, glandes, ..)38.
En esta definición se abarcan todos aquellos restos del pasado que “sean Púnicas,
Romanas, Cristianas, ya Godas, Árabes y de la Baja Edad”, es decir el campo cronológico
se ha ampliado hasta la Edad Media, incluyéndose aquí ya los restos árabes existentes en la
Península, sobre los que los planes y proyectos de las Reales Academias de la Historia y de
Bellas Artes de San Fernando habían realizado numerosos estudios e investigaciones, y los

36
Barrero Rodríguez, C., La ordenación jurídica del Patrimonio Histórico Español (Madrid 1990), 36.
37
Tortosa y Mora, op. cit. 74 (1996), 214; Castillo Ruiz, J., El entorno de los bienes inmuebles de
interés cultural (Granada 1997), 118.
38
Barrero Rodríguez, op. cit. 107 (1990), 38; Alegre Ávila, J.M.: Evolución y Régimen Jurídico del
Patrimonio Histórico Español (Madrid 1994), 42.
76
numerosos viajeros, tanto españoles como extranjeros, que recorrieron nuestra geografía
habían destacado su valor.
De esta nueva definición quedaban excluidos los castillos, tal y como se desprende del
expediente relativo a las ruinas del Castillo de Lepe (Huelva). El 13.08.1803, Juan
Madrigal, Alcalde de la localidad, remitió un oficio a la Academia de la Historia,
comunicando, conforme a lo establecido en el art. VII de la Real Cédula de 1803, el estado
de ruina en que se encontraba el castillo de la localidad.
Pero la Academia contestó en fecha 06.09.1803 que el Castillo de Lepe no entraba
dentro de la definición de monumento que recogía en el art. I de la Cédula39. Este hecho
debemos entenderlo en el sentido de que muchos de ellos aún seguían manteniendo la
funcionalidad militar para la que fueron concebidos, y por tanto al seguir siendo útiles no
se les consideraba antiguos.
No obstante la definición, tal y como ha señalado C. Barrero, era bastante ambigua, ya
que “al equiparar, de manera absoluta, valor o interés, y pertenencia a una época
determinada, cuando es claro que uno y otra no van necesariamente aparejados, de tal
modo que bienes procedentes de dichas etapas históricas pueden carecer de todo mérito
desde el punto de vista de conservación, en tanto que, por el contrario, otros de distintas
edades pueden poseerlo”40.
A partir de este momento, la Academia, como encargada por S.M. de la inspección de
las antigüedades del Reino, recibirá numerosas consultas acerca de la importancia de los
monumentos de la nación, elaborando los informes y dictámenes al respecto que le fueran
requeridos por las distintas administraciones.
La división territorial de España también se verá plasmada en cuanto a la titularidad,
bien pública o privada, de los terrenos en los que se produzca un nuevo hallazgo
arqueológico, al disponer en su artículo IIº que “Los [bienes] que se hallaren en territorio
público o realengo (de que es dueño S.M.) cuidarán de recogerlos y guardarlos los
Magistrados y Justicias de los distritos”, mientras que en el caso de los señoríos propiedad
de la nobleza, la ley dejaba la custodia de los valores monumentales al libre sentido de la
responsabilidad de sus propietarios, al establecer que “serán dueños los que los hallasen en
sus heredades y casas, o los descubran a su costa y por su industria”, y que la Academia

39
ASRAH 02.09.1803. Oficio de fecha 13.08.1803 remitido por Juan Madrigal al Secretario de la
Real Academia de la Historia. ARAH CAHU/9/7957/1(1); Minuta de Oficio de fecha 06.09.1803 remitido
por la Real Academia de la Historia a Juan Madrigal. ARAH CAHU/9/7957/1(2).
40
Barrero Rodríguez, op. cit. 107 (1990), 36.
77
“quedará agradecida a los buenos patriotas que coadyuven a la ilustración de la patria
por el medio de buscar, conservar y comunicarle los monumentos antiguos”.
Es decir, que esta nueva definición de monumento no atañe para nada a la titularidad
pública o privada del mismo, ya que los propietarios privados, en este caso los señoríos
nobiliarios, no verán interferidas, limitadas o restringidas las facultades correspondientes a
su derecho sobre la base de consideraciones artísticas o históricas.
En el caso de los bienes encontrados en terrenos propiedad de la Iglesia, la ley adopta
medidas más intervencionistas, ligadas al regalismo imperante. Así, en el art. IIIº impone la
cooperación “en cuanto sea de su parte [a] los M. RR. Arzobispos, RR. Obispos, Abades,
Cabildos y demás superiores Eclesiásticos”, para la aplicación eficaz de las medidas
adoptadas, no haciendo mención expresa a la titularidad de los bienes, lo que debemos
relacionarlo con el sentido de utilidad pública que estos bienes tenían para el conjunto de la
nación.
Prueba de esta aplicación será la noticia recogida en el Junta Ordinaria de 07.03.1806
de la Real Academia de la Historia, donde se reseña la Carta remitida por el Obispo de
Córdoba, en la que en cumplimiento de lo dispuesto en la Real Cédula de 1803, remite
copia de una inscripción funeraria en una lápida de jaspe negro hallada al abrir un cimiento
en la casa de en medio de la Calle de Siete Rincones de Córdoba.
No obstante, el art. IIº también impone a todos los propietarios la obligación de
comunicar el hallazgo “a la Real Academia de la Historia, por medio de su Secretario, a
fin de que esta tome el correspondiente conocimiento”. Esta imposición de la obligación de
notificar un hallazgo a la administración, es la primera vez que se adopta en el
ordenamiento jurídico español, así como la imposición de que los titulares de esos bienes
se preocupen por la conservación del monumento. Estas obligaciones siguen vigentes en la
actualidad, tal y como se aprecia en el art. 36.1 de la Ley 16/1985, de 2 de Junio, de
Patrimonio Histórico Español.
Otra medida adoptada por la ley para conseguir su efectividad será, según dispone el
art. VIº, fue que la Academia satisfará a los “buenos patriotas que coadyuven a la
ilustración de la patria por el medio de buscar, conservar y comunicarla los monumentos
antiguos”, en “el tanto en que se convinieren”, corriendo los gastos de remisión “a cargo
de la Academia”.
Esta disposición, aún vigente en el ordenamiento español, no era algo nuevo, ya que
esta practica se realizaba con antelación, como lo demuestra la comunicación remitida el
78
05.07.1793 por el Duque de Alcudia al Alcalde de Santisteban del Puerto, sobre el hallazgo
de un tesorillo de monedas romanas en esta localidad, y por el que se dispone que puesto
“que se habían comprado dichas medallas a los mozos de esa villa en 500 reales de vellón
por Andrés Hervás y Gallardo, Sargento Primero Distinguido de la Caballería Provincial
de Caracas, dispondrá Vmd. que se le entregue al mismo lo que ha dado por ellas”41.
También por primera vez, las noticias y comunicaciones remitidas por los
descubridores debían reunir unos requisitos mínimos, con el fin de conseguir una
uniformidad en los datos, que posibilitaran futuras comprobaciones sobre su veracidad y
certeza. En primer lugar deberían contener, de forma minuciosa y detallada, el lugar o
“paraje de los hallazgos, para que por este medio pueda la Academia conjeturar o
resolver a qué Pueblo, Colonia o Municipio pudieron pertenecer”.
Esto se realizaba “expresando con exactitud a cuantas leguas, millas o pasos estén de
Ciudad, Villa, Lugar, río, monte o valle conocido, y hacia qué región celeste de ellos, esto
es, si al Levante, Norte, Sur o Poniente”. Esta disposición contenida en el art. IVº también
se extendía, según dispone el art. Vº, a aquellas “antigüedades de las indicadas en el
artículo Iº, halladas en otro tiempo, y que aún existan en parajes en que puedan
aniquilarse por descuido”.
Otra de las innovaciones introducidas por la Real Cédula, y en concreto en su art. VIIº,
era la responsabilidad sobre la conservación de los monumentos. En el caso que el
monumento se encontrase dentro de una propiedad señorío eclesiástico o nobiliario, la
vigilancia sobre la conservación del monumento quedaba encargada a su legítimo
propietario.
Mientras que en los terrenos de realengo y municipales, la vigilancia de los
monumentos, correspondería a los Justicias, funcionarios municipales sobre los que
recayeron las competencias de velar por la conservación de los monumentos y
antigüedades. Buena muestra de ello lo encontramos en la respuesta dada por la Academia
de la Historia en la cuestión ya citada de la conservación de las ruinas del Castillo de Lepe
(Huelva), donde se recuerda al Alcalde que es él la persona encargada de la protección y
mantenimiento de las antigüedades42.

41
Expediente sobre excavaciones en Santisteban del Puerto. AHN Estado. Legajo 3913(26).
42
Oficio de fecha 13.08.1803 remitido por Juan Madrigal al Secretario de la Real Academia de la
Historia. ARAH CAHU/9/7957/1(2).
79
A pesar de la innovación que supuso esta disposición normativa, se aprecian en ella
algunos defectos, como son que en ningún momento establece penas para los infractores, y
que confía en exceso en el interés innato de las autoridades y particulares por la
conservación de las antigüedades.
Tampoco adopta disposición alguna para evitar la salida de las antigüedades al
extranjero, quizás por que ya se había recogido en la Real Orden de 16 de Octubre de
1779, la prohibición de la exportación de pinturas y objetos artísticos antiguos o de autores
fallecidos, de pinturas, libros o manuscritos antiguos de autores españoles, sin expresa Real
Orden de autorización.
Reflejo de estos defectos es que no transcurrió mucho tiempo hasta que el Consejo de
Estado, por su Cédula de 2 de Octubre de 1818, recordase la vigencia de la Real Cédula de
1803 y la necesidad de su obligado cumplimiento por parte de las autoridades.
Pero aunque esta disposición era excluyente para las demás Academias e Instituciones
Científicas, el interés de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando por las
antigüedades y monumentos nunca desapareció, como lo demostraría ya en 1807, cuando
la institución se opuso a las obras que se estaban realizando en la antigua sala capitular de
la catedral de Córdoba, alegando que “no se destruyeran restos preciosos de la Antigüedad
que debían conservarse a toda costa”.
Para ello instaron al Secretario de Estado, protector de la Academia, la paralización de
la obra “en el estado en que se halle, le diera cuenta de la parte que se haya demolido y de
los planos o diseños para levantar la nueva obra”, consiguiendo finalmente que la corona
ordenase “que se demuela lo construido en la nueva sala capitular de esta santa iglesia,
que se rehaga lo derribado en ella o se restablezca en lo posible la fábrica antigua como
estaba antes de dar principio a la obra, puesto que subsistían los diseños de este
apreciabilísimo edificio árabe”43.

43
Juntas Particulares de 18.05.1807 y de 05.07.1807; cfr. Bedat, op. cit. 88 (1989), 437.
80
IV.b. Los Cargos Públicos.
“cuidarán de que nadie destruya ni maltrate
los monumentos descubiertos o que se descubrieren”
(Real Cédula de 1803)

El final de la Guerra de Sucesión y la definitiva consolidación en el trono de la


dinastía borbónica, supusieron un profundo cambio en las estructuras administrativas del
país, al igual que sucedería en otras parcelas de la nación.
Dichos cambios, según la voluntad de la minoría de gobernantes e intelectuales, tenían
como misión inicial sacar a la nación de la “postración y decadencia” en la que se había
visto sumida en las últimas décadas de la centuria anterior.
Para ello se procedió a modificar la naturaleza política del Estado, mediante la
utilización de los mecanismos de la uniformidad legal y de la centralización del poder, en
aras de conseguir una administración más eficaz que la existente hasta aquel momento.
Estas ideas se tradujeron en la introducción de nuevas instituciones y nuevos cargos de
ámbito territorial44, a la vez que una reorganización y redelimitación de funciones de los
cargos ya existentes, y cuya consecuencia fue la creación de una nueva jerarquía de
instituciones administrativas, que pasamos a continuación a estudiar de forma
pormenorizada e individualizada, así como su relación con la arqueología y el Patrimonio
Histórico de Andalucía.

1.- El brazo ideológico de las reformas: la Secretaria de


Estado.

Desde los primeros años, la nueva dinastía encaminó sus actuaciones hacia un refuerzo
de la autoridad del monarca y hacia una mayor concentración de las tareas de gobierno y la
uniformidad legal y administrativa del reino, materializada en la construcción de “una
España compacta, contrapuesta a la monarquía semiuniversal de los Austrias”45.

44
Baena del Alcázar, M., Estudios sobre la Administración en la España del Siglo XVIII (Madrid 1968);
Domínguez Ortiz, A.: Sociedad y Estado en el Siglo XVIII español. (Barcelona 1981), 94; Bermejo Cabrero,
J.L., Estudios sobre la Administración Española (Siglos XVII y XVIII) (Madrid 1982); Molas Ribalta, P., “La
Historia social de la administración. Balance y perspectivas para el Siglo XVIII español”, Cuadernos de
Investigación Histórica 6 (1982), 151-168; Tomás y Valiente, Fco., Gobierno e instituciones en la España
del Antiguo Régimen (Madrid 1982); Molas Ribalta, P., “El estado y la administración en la España de Carlos
III”, Coloquio Internacional de Carlos III y su siglo (Madrid 1990), Tomo I, 521-556; Guimerá, A. (Ed.), El
Reformismo Borbónico. Una visión interdisciplinar (Madrid 1996); García Cárcel, R. (Coord): Historia de
España. Siglo XVIII. La España de los Borbones (Madrid 2002).
45
Stiffoni, G. “Intelectuales, Sociedad y Estado”, en Historia de España de Menéndez Pidal, Tomo
81
Se pretendía una mayor centralización y autoritarismo del monarca, que contrasta con
el período de los Austrias, cuya estructura administrativa, que podríamos denominar de
tipo federalista, permitía la existencia de una institución, las Cortes, que servían de
contrapeso a la autoridad del rey.
Esta centralización se plasmó en la sustitución de los Consejos por las Secretarias de
Despacho o Ministerios46. Con ello se pretendía concentrar las riendas de poder en una
sola persona, el Secretario o Ministro, que tenía potestades ejecutivas y decisivas, no como
los antiguos Consejos, cuya función era meramente consultiva.
Se pretendía crear una especie de gabinete formado por altos ministros que resolvieran
los problemas con mayor rapidez y eficacia, o como se decía en el leguaje de la época con
“por prontas providencias”.
A su frente se situaban personajes procedentes de la baja nobleza como José de
Carvajal y Lancaster; Zenón de Somodevilla, Marqués de la Ensenada, o José Moñino,
Conde de Floridablanca, sólo por citar como ejemplos a figuras relevantes del período
ilustrado.
Estos personajes, desde sus puestos en las Secretarías y Consejos, se encargarán de
llevar todo el peso de la administración, identificándose rápidamente con las ideas
transformadoras de la nación, que aplicarán en sus quehaceres diarios y en los decretos que
emanan de sus cargos.
De entre todas las Secretarías, destaca por su importancia la Secretaria de Estado, que
se convirtió en motor e impulsor de las reformas administrativas de la nación. Según el
Real Decreto de 15 de Mayo de 1754, este organismo pasaría a desempeñar, entre otras, las
siguientes funciones: estudios y catalogación de los archivos generales del reino, de la
fundación y protección de las Reales Academias e Instituciones Científicas análogas, de la
Superintendencia General de Correos y, en general, de la redacción de cuantos decretos y
órdenes expidiese el monarca sobre las materias competentes a esta Secretaria, tendentes a
la mejora de la nación.
A estos aspectos ya nos hemos referido en otro apartado de este trabajo, cuando
hacíamos mención a las relaciones existentes entre la Secretaria de Estado y el Viaje
efectuado por el Luis José Velázquez de Velasco, y la creación de las Reales Academias de

XXIX-2 (Madrid 1985), 128-129.


46
Escudero, J.A., Los Secretarios de Estado y de Despacho (Alcalá de Henares 1976), y de Prado
Rosas, A., Las Secretarías de Despacho: dos estudios sobre Historia de la Administración (Madrid 1982);
AAVV, El Mundo Hispánico en el Siglo de las Luces (Madrid 1996).
82
la Historia, de Bellas Artes de San Fernando, Sevillana de Buenas Letras o del Real
Gabinete de Historia Natural, si bien estos no son los únicos casos, ya que existen otros
muchos ejemplos.
Un ejemplo de la relación entre la Secretaria de Estado y los Archivos de la nación, lo
encontramos en 1749, cuando José de Carvajal y Lancaster, Secretario de Estado, acordó
realizar un reconocimiento de los archivos reales, eclesiásticos, locales y particulares, en
busca de documentos que justificaran y probaran las pretensiones de la Corona sobre su
derecho a los beneficios eclesiásticos.
En este apartado, debemos llamar la atención sobre la figura de Jerónimo Grimaldi,
Marqués de Grimaldi (Génova 1720, Roma 1780), el único extranjero que desempeñó la
Secretaria de Estado. A pesar de jugar un importante papel en la administración cultural y
en el coleccionismo españoles y andaluz, como a continuación veremos, ha pasado
desapercibido para la mayoría de los investigadores españoles, al quedar eclipsado frente a
otros Secretarios de Estado españoles, como Ensenada, Wall o Carvajal, quienes le
precedieron en el cargo, o el Conde de Floridablanca, sucesor de Grimaldi en la Secretaria
de Estado.
Embajador de Fernando VI en Paris, con el ascenso de Carlos III a la Corona española
en 1759, vino a España, junto con otros italianos, como el Marqués de Esquilache, para
trabajar en la administración española, donde llegó a ser nombrado en 1763 Secretario de
Estado, el punto más alto del organigrama administrativo de la corona, donde se mantuvo
hasta el 07.11.1777, en que presentó su dimisión, siendo nombrado a continuación
embajador español en Roma, cargo en el que permaneció hasta su fallecimiento en 1780.
Durante su estancia al frente de la Secretaria de Estado, se pusieron en marcha
importantes proyectos culturales, que aquí esbozaremos únicamente ya que tendrán un
desarrollo más amplio en páginas posteriores.
En este período, la Real Academia de la Historia lleva a cabo el Diccionario
Geográfico de España, gracias al interés de Campomanes, director de la institución. La
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la que Grimaldi era protector, llevó a
cabo su proyecto de las Antigüedades Islámicas de España, que se centró especialmente en
Granada y Córdoba.
La estancia de Grimaldi en el poder coincide con la llegada a Madrid de Antonio
Rafael Mengs, cuyas colecciones pasaron a aumentar cuantitativa y cualitativamente las
colecciones regias, así como a la adopción de los postulados neoclásicos por la Real
83
Academia de San Fernando, cuyo Secretario, Antonio Ponz, comenzó a realizar su Viage
por las provincias españolas.
Finalmente indicar que también bajo el mandato de Grimaldi se puso en
funcionamiento el Real Gabinete de Historia Natural, adonde llegaron numerosos objetos
procedentes de yacimientos andaluces, y para cuya conformación participaron eruditos
como Francisco de Bruna o Fernando José López de Cárdenas.
Durante el gobierno del Conde de Floridablanca, la Secretaria de Estado continuó
influenciando en las decisiones culturales de la nación. Un ejemplo de ello, lo encontramos
en 1784, cuando se realizaron una serie de excavaciones arqueológicas en Osuna (Sevilla),
en el lugar conocido por la Necrópolis Rupestre de Las Cuevas, sufragadas con 12000
reales. En la orden que acordaba su aprobación, Floridablanca estableció “que las
excavaciones se practicasen con el mayor cuidado, a fin de que los monumentos que se
hallasen estuviesen en estado de poder servir a la Historia”47.
Otro proyecto fallido en el que intervino activamente la Secretaria de Estado, fue la
tarea de investigar, a iniciativa de la Sociedad de Anticuarios de Londres, la correcta
ubicación de Munda. Por la Real Orden de Carlos IV de 13 de Marzo de 1790, se comisionó
al Teniente de Ingenieros Domingo Belestá las investigaciones y descubrimientos sobre el
sitio y circunstancias de la batalla de Munda48.
Otra relación entre la Secretaria de Estado y la arqueología la encontramos en 1795,
cuando José Córnide de Folgueira y Saavedra, miembro de la Real Academia de la
Historia, obtuvo de Manuel Godoy ayuda para la finalización de su trabajo sobre el
Itinerario de Antonino49.

2.- Los grandes brazos ejecutores de las reformas: Intendentes


y Superintendentes.

Pero la gran reforma administrativa introducida por los Borbones, fue la creación,
siguiendo los modelos adoptados por Francia en la centuria anterior, de las Intendencias
que dependían de la Secretaria de Estado.

47
Figueroa y Silva, J., Excavaciones Arqueológicas en Osuna en 1784 y 1785. AHN Estado Legajo
3215, número 240; cfr. Salas Álvarez, J., Imagen Historiográfica de la antigua Vrso (Osuna, Sevilla) (Sevilla
2002), 51-57.
48
ARAH. CAMA 9/7962/02; Berlanga Palomo, Mª. J., “Un capítulo en la Historiografía sobre la
localización de Munda: la Comisión de Domingo Belestá a fines del Siglo XVIII”. Baética 23 (2001), 325-
342.

84
Su implantación supuso la sustitución del viejo ordenamiento político-administrativo,
basado en la existencia de una serie de Reinos, por una nueva estructura en la que el
territorio se dividió en una serie de regiones o unidades administrativas homogéneas e
iguales, las denominadas Intendencias, establecidas a partir del Real Decreto e Instrucción
de 4 de Julio de 1718, por el que se aprueban las denominadas (FIGURA 13) Ordenanzas
para el establecimiento e instrucción de Intendentes, que venían a regular
las funciones y el número inicial de los Intendentes, que fueron
aumentando a lo largo de la centuria.
La antigua Corona de Castilla fue dividida inicialmente en 21
intendencias, de las que 4 correspondían al territorio andaluz, a saber,
Sevilla (que agrupaba las actuales provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz),
Jaén, Córdoba y Granada (que abarcaba las actuales provinciales de
Figura 13.
Ordenanzas de
Málaga, Granada y Almería). 1718 sobre
Intendentes
Al frente de estas intendencias fueron colocados los Intendentes,
figura administrativa de nueva creación y cuyos integrantes fueron reclutados entre
aquellos miembros de los estamentos sociales de alta burguesía, caballeros y nobleza
titulada, que destacasen por ser “personas de grado, autoridad y representación, celo,
aptitud y demás partes correspondientes”.
Por tratarse del primer peldaño de una nueva carrera administrativa, y dependientes
directamente del rey a través de sus ministros, las personas elegidas solían ser reconocidos
partidarios de la doctrina regalista, con el fin de garantizar la defensa de los intereses
regios frente a los particularismos territoriales y estamentales, y de las nuevas ideas
regeneracionistas del país.
A medida que los Consejeros del rey fueron perdiendo poder, aumentó el margen de
independencia y maniobra de los Intendentes, funcionarios delegados en las provincias y
Corregidores en las capitales de las mismas, que se convirtieron en el brazo ejecutor de la
reforma ilustrada50.
Gracias a las reformas introducidas por Fernando VI mediante las Ordenanzas de
Intendentes de 13 de Octubre de 1749, llegaron a disfrutar de una serie de atribuciones

49
Oficio de fecha 07.12.1795. ARAH Mss. 9/3910.
50
Sobre los Intendentes, su historia y la evolución de sus funciones, ver los trabajos de Abbad, F. y
Ozanam, D., “Para una Historia de los Intendentes españoles en el Siglo XVIII”, en IV Simposio de Historia
de la Administración (Alcalá de Henares 1984), 579-612; Abbad, F. y Ozanam, D., Les intendants spagnols
au XVIII siècle (Madrid 1992).
85
amplísimas, que facilitaron la acción de la corona en sus proyectos de fomento y mejora de
acuerdo con los ideales del siglo de las luces, si bien a partir de la promulgación del
Decreto de 13 de Noviembre de 1766, los Intendentes perdieron sus atribuciones de justicia
y policía en beneficio de los Corregidores de su distrito.
Por lo que respecta al fondo del presente trabajo, solamente nos interesan las funciones
de fiscalización de los Corregidores y Justicias sobre los pueblos de su jurisdicción, la
descripción de las riquezas de las provincias y la vigilancia sobre el urbanismo y las obras
públicas que se efectúen en las ciudades, incluidos sus murallas y edificios públicos.
Así la Real Instrucción de 2 de Noviembre de 1752, indicaba al Marqués de
Valdeflores, que debía dirigirse, en primer lugar, debería dirigirse al Intendente, máxima
autoridad administrativa provincial, quien debía informarle “de lo que haya digno de
observación”.
Este cargo, se encargó “de dirigir una Carta o Circular a todos los pueblos de su
Intendencia, para que respondiesen al tenor de estas preguntas, que le entregué en una
memoria: 1º.- Si el pueblo es ciudad, villa o aldea. 2º.- Si su situación es en alto o en llano.
3º.- Si junto a él pasa algún río o arroyo, hacia que parte del lugar, esto es, si por
poniente, oriente, norte o mediodía. 4º.- Con que otros lugares confina por poniente,
oriente, mediodia y norte. 5º.- Cuales sean los últimos lugares de la Provincia por
aquellas partes por donde esta confina. 6º.- Si en el pueblo o sus cercanías se encuentra
alguna piedra con letras antiguas, estatuas, ruinas de algunos antiguos edificios,
despoblados, medallas y otros vestigios de antigüedad.
Por medio de esta memoria quise recoger las noticias más importantes para las
pesquisas de las antiguedades de los Pueblos”51.
Asimismo, según estas atribuciones en materia de arqueología y patrimonio histórico,
los Intendentes eran los funcionarios encargados de otorgar licencias para la realización de
excavaciones arqueológicas, así como de vigilar el control de los hallazgos arqueológicos
en los territorios adscritos a su jurisdicción.
Las intendencias, en lo gubernativo, prefiguraron el gobierno político de las
provincias, creadas en el Siglo XIX, ya que atribuciones de los intendentes pasaron a los
jefes políticos o Gobernadores Civiles y las fiscales a los Delegados de Hacienda.

51
Carta de 02.10.2753 remitida por Luis José Velázquez de Velasco a Agustín de Montiano y Luyando.
ARAH. Mss. 9/6000, fols. 122-127v.
86
Ejemplos de esto serían las excavaciones realizadas por Juan de Flores en la Alcazaba
de Granada52, el hallazgo de los restos de un pecio romano en el Puerto de Cartagena o el
envío de antigüedades y cosas curiosas de la naturaleza al recién creado el Real Gabinete
de Historia Natural53, hechos estos a los que hemos aludido ya en otro apartado de este
trabajo.
Aparte de los ya mencionados, tenemos otros ejemplos de la preocupación de los
Intendentes por los hallazgos arqueológicos, como son los casos de las excavaciones
arqueológicas practicadas en 1787 en la localidad de Arjona (Jaén)54. En este caso
concreto, el intendente Pedro López de Cañero, en cumplimiento de sus funciones de
otorgar licencia para la realización de obras nuevas y reformas en los edificios públicos de
las localidades de su jurisdicción, requiere al Corregidor local D. Antonio de Cárdenas
Bermejo, la remisión de una planimetría y de una descripción de las “antigüedades que se
van hallando en las excavaciones que con motivo de la fábrica de Matadero en Arjona se
hacen”. El destino de esta información y de las monedas halladas era la Secretaria de
Estado, según comunicación conservada en el expediente entre el Intendente y el Conde de
Floridablanca, Secretario de Estado. Las monedas remitidas a Madrid fueron finalmente
depositadas en el Gabinete Numismático de la Real Biblioteca.
En 1767, a raíz del establecimiento de nuevas poblaciones en Sierra Morena y de la
zona de Écija (Sevilla), se creó la Superintendencia de Nuevas Poblaciones, considerada
como una provincia aparte, que englobaba a territorios de diversas intendencias, y que
estaba dirigido por un Superintendente, cuyas atribuciones eran las mismas que los
Intendentes.
En cuanto a la implicación de estos funcionarios de nuevo cuño en la protección del
Patrimonio Arqueológico, poseemos un claro ejemplo en las noticias procedentes de las
excavaciones practicadas, a finales de 1768 o en 1769, en la Nueva Población de La
Luisiana (Sevilla)55.

52
Flores y Oddouz, op. cit. 86 (1762).
53
López de Cárdenas, Fernando José, Noticia de las piedras escritas de Fuencaliente, de sus símbolos y
jeroglíficos (1783). ARAH Mss. 9/3941; cfr. Salas Álvarez, J., “Fernando José López de Cárdenas, el Cura
de Montoro, un erudito cordobés del siglo XVIII”, en Pioneros de la Arqueología en España (del Siglo XVI a
1912) [Alcalá de Henares, Madrid 2004], 51-54.
54
Cardenas y Bermejo, Antonio, Excavaciones Arqueológicas en Arjona en 1787 y 1788. AHN Estado.
Leg 4828. Sig. 566; cfr. Salas Álvarez, J., “Excavaciones Arqueológicas de Época Ilustrada en Arjona
(Jaén)”, XXIV CNA (Cartagena 1999), Tomo V, 351-360.
55
Salas Álvarez, J.: “Excavación arqueológica de urgencia en los Baños Romanos de La Luisiana
(Provincia de Sevilla)”. AAA 1989, Tomo III (Sevilla 1992), 405 y ss; Salas Álvarez, J.: “Excavaciones
87
En este caso, el Superintendente Tomás González de Carvajal, en cumplimiento de las
labores propias del cargo para el que había sido nombrado en 1795, visitó las excavaciones
y el lugar de los hallazgos en fecha 17.08.1796, según la documentación conservada en el
Archivo Municipal de la localidad56.
En 1802 la Real Academia de la Historia, institución “encargada por S.M. la Real
Academia de la Historia de recoger y conservar las antigüedades que se hallan por
España”, le solicitó la redacción de un memorándum sobre las excavaciones efectuadas en
La Luisiana, así como todas aquellas “noticias que haya recogido de [cualquier] otro
monumento o inscripción que se hallen [en] su Provincia”57.
Otro ejemplo de la intervención de los Intendentes en la conservación de los
monumentos antiguos, a raíz de la Real Cédula, es la noticia recogida en la Junta Ordinaria
de 13.06.1803, en la que se reseña un oficio del Intendente de la ciudad de Córdoba, que
ponía en conocimiento de la Academia de diversos hallazgos en la Arcón de la Sierra.
Respecto a los terrenos de propiedad eclesiástica, en los que la Corona no tenía
autoridad alguna, la situación era bastante similar a la de los terrenos de realengo. Así, los
obispos, abades y priores, en cuanto responsables de dicho terrenos, debían comunicar a la
Secretaria de Estado los hallazgos acaecidos en su territorio, al igual que los Intendentes.
Esto puede deducirse de la noticia remitida, en fecha 20.12.1789, por el Obispo de
Córdoba al Conde de Floridablanca, Secretario de Estado, por la que le comunica que “un
eclesiástico diocesano se ha encontrado, muy cerca del camino, que de Orden de V.E. se
está abriendo para los Puertos, una columna consagrada a nuestro gran Trajano. Me ha
remitido el dibujo formado por él que tengo el gusto de remitirlo a su mano”58.

Arqueológicas de Época Ilustrada en la Campiña Sevillana”, en Mora, G. y Díaz-Andreu, M. (Eds). La


Cristalización del Pasado: Génesis y Desarrollo del Marco Institucional de la Arqueología en España.
(Málaga 1997), 99-102.
56
AM La Luisiana y ASRAH 24.12.1802; cfr. Salas Álvarez, J., op. cit. 126 (1997), 100.
57
Oficio de fecha 12.04.1802 remitido por José Córnide de Saavedra y Folgueira a Tomás González de
Carvajal. ARAH. CASE 9/7970(6); cfr. Flores de la Barrera, Joaquín Juan de: “Noticia histórica de la
Academia desde el mes de Julio de 1802 hasta el fin de Noviembre de 1804”. MRAH V (1817), XI. Tomás
González de Carvajal era miembro de las Academias de la Historia y Sevillana de Buenas Letras.
58
AHN Estado. Legajo 3193(22).
88
3.- La ejecución de las reformas en los ámbitos local y
municipal: Justicias y Corregidores.

En el ámbito local, la corona también llevó a cabo profundas reformas


administrativas, que tuvieron como consecuencia una reducción progresiva de las
atribuciones de los Corregidores y Justicia en favor de los Intendentes. No obstante, a
partir del Real Decreto de 13 de Noviembre de 1766, los Corregidores únicamente
mantuvieron sus atribuciones sobre justicia y policía59.
El motivo de esta reducción de funciones, habría que buscarse en el hecho de que estos
cargos locales habían sido ocupados por la nobleza, que consiguieron, como se aprecia en
algunos municipios, a una transmisión patrimonial de los cargos. Por ello, la Corona
procedió a reformar estos órganos con la finalidad de reafirmar su poder en los municipios
frente a las pretensiones de las aristocracias locales60.
En 1750, Castillo Bobadilla, en su obra Política para Corregidores y Señores de
vasallos, en tiempos de paz y guerra y para Jueces Eclesiásticos y Seglares, señalaba entre
otras funciones de los Corregidores, que deberían prestar “particular cuidado y estudio
…para el ornamento, lastre y aspecto de la ciudad”, e incluso llegaba a afirmar que en esa
misión proteccionista, los Corregidores deberían “tomar y derribar las casas ajenas que
las afeasen”.
Para ello, concluía Castillo Bobadilla, “pueden los Corregidores, prohibir que los
amejoramientos hechos en los edificios de la ciudad, así de pinturas como de adorno, y de
otra manera, no se quiten, ni se rayen, si de ahí se ha de seguir deformidad a la ciudad …
y pueden compeler a los hidalgos y a otros exentos seglares que contribuyan con sus
haciendas para hacer y reparar los muros, fuentes, puentes, puertas, caminos y
calzadas”61.
Por la Instrucción de 2 de Noviembre de 1752, se disponía que Luis José Velázquez de
Velasco, encargado por Fernando VI de recopilar las antigüedades de la Nación, debían
interesar de los Justicias “que le auxilien y presten toda la asistencia que pidiere,

59
Guillamón Álvarez, J., La Reforma de la Administración Local durante el reinado de Carlos III
(Madrid 1980).
60
Sobre la política municipal en Andalucía, véanse los trabajos de Cuesta Martínez, M., La Ciudad de
Córdoba en el Siglo XVIII (Córdoba 1985); González Beltrán, M., Reformismo y administración local en la
provincia de Cádiz durante el reinado de Carlos III (Cádiz 1991), o de Marina Barba, J., Poder municipal y
reforma en Granada en la segunda mitad del Siglo XVIII (Granada 1992).
61
Benítez de Lugo, op. cit. 94 (1995), 15.
89
franqueándole los Archivos y Registros Públicos para que saque de ellos las noticias que
hubiere menester, certificadas y autorizadas en debida forma”.
También en dicha disposición, se establecía que los Justicias quedarían encargados de
la conservación de las antigüedades encontradas, que se colocarían “en parajes seguros y si
puede ser en las casas de los Ayuntamientos de los pueblos hasta que SM disponga de
ellas”
En relación con este precepto debemos poner el hecho de que en fecha 23.06.1753, el
Corregidor de Jerez de la Frontera D. Nicolás Carrillo de Mendoza, Marqués de Alcocevar,
llevó a cabo el primer depósito municipal de antigüedades del que tenemos noticias en
Andalucía.
Para su creación procedió a recoger, a instancia del jerezano Jerónimo de Estrada,
Director del Colegio de la Compañía de Jesús de Arcos de la Frontera, diversas
inscripciones y esculturas que existían dispersas en diversas calle de la localidad, con el
objetivo de mostrar la antigüedad de la ciudad62, y que fueron depositadas en el pórtico del
edificio denominado del Cabildo Viejo, donde conformaron un pequeño depósito
arqueológico, que hoy en día forma parte del Museo Arqueológico Municipal.
Estas atribuciones se vieron corroboradas por el Real Decreto de 14 de Julio de 1753,
en el que se disponía además que “los Corregidores y Justicias del Reino” deberían
remitir, a traves de los correspondientes Intendentes de su Provincia, “a Madrid, y a la
casa establecida de Geografía, todas las piezas de antigüedad que se hallaren, con
expresión del sitio en que se encuentran”63.
Otro reflejo de este hecho, vendría representado por el hallazgo en 1793 en
Santisteban del Puerto (Jaén), de un tesorillo de “monedas o medallas de los emperadores
romanos, una de oro muy fino, su peso ochenta reales de vellón, y tres de plata cada una
como de dos reales y medio, cubiertas con un paño de seda pajizo”, que rápidamente
fueron comunicado al Duque de la Alcudia, quien solicitó su remisión a la Corte64.
La aprobación de la Real Cédula de 6 de Junio de 180365, por el contrario, viene a
otorgar nuevas funciones a los funcionarios locales en materia de patrimonio histórico,

62
Gutiérrez, Bartolomé, Historia del estado presente y antiguo, de la muy noble y muy leal ciudad de
Xerez de la Frontera (Jerez de la Frontera 1787), 78 y ss.
63
Martínez Silvestre, op. cit. 84 (1796); Yáñez y Lavín, op. cit. 84 (1999), 124. Sobre los Magistrados y
Justicias, véase el trabajo de Molas Ribalta, P., “Los magistrados de Carlos III”, en Carlos III, dos siglos
después (Cádiz 1993), Tomo I, 179-199.
64
AHN Estado. Leg. 3193(26).
65
Maier Allende, op. cit. 100 (1998), 53-60.
90
desapareciendo en la misma la mención del papel de intermediario que realizaban los
Intendentes.
En primer lugar, la ley en su articulado venía a reconocer la realidad territorial del
país, dividido entre terrenos de realengo, pertenecientes a la corona, y terrenos de la
Iglesia.
Así, y según dispone el artículo 2 del mencionado cuerpo legislativo, los nuevos
encargados de realizar el inventario de las antigüedades y monumentos “que se hallaren en
territorio público o realengo” serían los Magistrados y Justicias, debido a las labores de
policía que tenían entre sus ocupaciones. Esos funcionarios “cuidarán de que nadie
destruya ni maltrate los monumentos descubiertos” ni tampoco, y esto es una novedad
introducida por la ley, a los “que se descubrieren”, extendiendo su ámbito de su
jurisdicción a todos “los edificios antiguos que hoy existen en algunos Pueblos y
despoblados”.
Además de las funciones de inventario de los monumentos, también estas autoridades
locales serían los encargadas, según dispone en art. 7, de impedir “que se derriben, ni
toquen sus materiales para ningún fin; antes bien cuidarán de que se conserven, y en el
caso de amenazar próxima ruina, lo podrán en noticia de la Academia por medio de su
Secretario, a efecto de que esta tome las providencias necesarias para su conservación”.
Pero la ley también contemplaba la protección de aquellos monumentos y bienes
arqueológicos que se encontrasen en terrenos pertenecientes a la Iglesia. En este caso,
según lo dispuesto en el art. 3 y en la Disposición Final, los encargados de auxiliar a la
Real Academia de la Historia, en el inventario y protección de las antigüedades
descubiertas y por descubrir, serían los “M. RR. Arzobispos, RR. Obispos, y a los Cabildos
de las Iglesias Metropolitanas y Catedrales, sus Visitadores o Vicarios, y a los que lo sean
Capitulares en Sede vacante, a los Cabildos de las Iglesias Colegiatas, Capillas Reales,
Abades y demás Ordinarios Eclesiásticos que ejerzan jurisdicción, y a los Superiores o
Prelados de las Ordenes Regulares, y de las Militares, Párrocos y demás personas”66.
En definitiva, y a modo de conclusión, los Borbones crearon una nueva estructura
administrativa, basada en los principios de eficacia y centralización, que abarcase por igual
a todo el estado español.

66
Maier Allende, op. cit. 100 (1998), 58-60 ; Maier Allende, op. cit. 72 (2003), 455-457.
91
Durante el período asistimos al surgimiento de nuevos cargos y a la creación de una
estructura piramidal en la toma y ejecución de decisiones, que en este período se
encontrarán plenamente prefijadas.
En el escalafón superior se encontraba la Secretaria de Estado, verdadero motor de la
política transformadora de la nación, y bajo cuya protección se encontraban las Academias
e instituciones científicas y culturales de la época. Ello le permitirá convertirse en el eje
desde del que partirán las ideas y proyectos para la transformación cultural de la nación.
En un segundo escalón, se encuentran situados los Intendentes y los Superintendentes,
cargos de nueva creación, que se convertirán en los responsables de materializar el espíritu
de las nuevas reformas, a juzgar por el amplio número de funciones que engloba.
En un tercer escalón, se encuentran los Alcaldes, Corregidores y Justicias,
dependientes jerárquicamente de los Intendentes. Si bien durante el período asistimos a una
merma en el número de sus funciones, se convertirán en el brazo ejecutor de las nuevas
reformas, y al final del período obtendrán como recompensa ser los únicos encargados de
inventariar y proteger los monumentos y antigüedades del Reino.

IV.c. Las Nuevas Instituciones:


Instituciones

Los Gabinetes, Academias y Escuelas constituyeron los elementos a partir de los


cuales los Borbones intentaron extender por el territorio nacional su programa de
renovación y modernización. Aprovecharon unas instituciones que en sus orígenes eran de
carácter privado, pero a las que pronto se les dotó de dinero del estado y de la protección
real, lo que permitió la incorporación a sus filas de numerosos elementos procedentes de
los cuadros administrativos borbónicos.
Ante los numerosos problemas con los que la administración se encontró en el ámbito
universitario, la monarquía optó por potenciar estas instituciones, surgidas en tertulias
eruditas o reuniones privadas, ajenas a la cultura universitaria, y que eran mucho más
abiertas a las nuevas ciencias y saberes. Se trataba de entidades fácilmente manejables y
dirigibles desde el poder, debido a la ausencia de privilegios ni burocracias, ni tradición de
poder social.
El movimiento culminó con un gran proyecto fallido, la Academia de las Academias,
en la que se mezclaban la utopía y la funcionalidad perseguida por el Despotismo
Ilustrado. Se pensó ubicarla en el Palacio Real, bajo la dirección de Linneo, y su finalidad

92
sería el control de todas las publicaciones para garantizar la difusión de las novedades
científicas y literarias. A pesar de los numerosos proyectos que llegaron a presentarse y del
apoyo de reformistas como Macanaz, Floridablanca o Campomanes, el proyecto nunca
llegó a realizarse.

1.- La Real Academia de la Historia.


Historia
“El instituto de la Academia se dirige
esencialmente a limpiar de fábulas o hechos alterados
nuestra Historia y la Universal de las Naciones”.
(Real Academia de la Historia).

La Real Academia de la Historia ha jugado un papel importantísimo en la


conservación y protección del patrimonio histórico y arqueológico de nuestro país, tal y
como se demuestra en la documentación conservada en su archivo.
En el período histórico la institución estuvo dirigida por Agustín de Montiano y
Luyando, Ildefonso Verdugo de Castilla, Marqués de Torrepalma, y Pedro Rodríguez de
Campomanes y Pérez Sorriba, quienes desde sus cargos en la administración borbónica
impulsaron las labores de la Academia, lo que viene a demostrar la estrecha vinculación
entre la monarquía y la academia, convertida en instrumento para el avance de la nación.

1.- 1735-1738: El período constitutivo.

La Real Academia de la Historia tuvo su origen en una tertulia literaria privada,


similar a las que desde el Siglo XVI habían surgido en diferentes puntos del país, que se
reunía, desde el invierno de 1735, en el domicilio de Julián de Hermosilla, Abogado de los
Reales Consejos y teniente corregidor de la villa de Madrid67.
Esta tertulia estaba integrada, además de Hermosilla, por Jerónimo Escuer (Secretario
de la Mayordomía Mayor de Palacio), Juan Martínez Salafranca (Capellán de San Isidro),
Agustín de Montiano y Luyando (Oficial de la primera Secretaría de Estado), Leopoldo
Jerónimo Puig (Capellán y Bibliotecario de Palacio), Juan Antonio Rada y Berganza
(Abogado de los Reales Consejos), Manuel de Roda (Abogado y Miembro del Consejo de

67
Huerta, op. cit. 7 (1796), VI; Contreras Miguel, R., “Archivo y Biblioteca de la Real Academia de la
Historia”, BRAH CLXXIX (1982), 365.
93
Hacienda), Alonso Verdugo y Castilla, Conde de Torrepalma (Mayordomo de Semana) y
Francisco Zabila (Brigadier y Capitán de Reales Guardias de Infantería Española)68.
Todos ellos se definían como “caballeros ... inclinados al estudio [que] discurrían
sobre especies que fertilizaban útilmente el entendimiento”69, y que por su formación, su
cercanía ideológica y su vinculación al poder, al igual que ocurre con los miembros de la
Real Academia de la Lengua, adquirieron rápidamente una posición privilegiada.
Estos miembros, conscientes de la importancia que podían tener sus reuniones
decidieron, en Mayo de 1735, de dotarse de unas normas reguladoras70:
- elección de una serie cargos: Presidente, Secretario y Celador.
- creación de dos categorías distintas de miembros, según tuviesen o no potestad de
voto: Numerarios y Supernumerarios.
- adoptar la denominación de Academia Universal y dotarse de unas normas
- el objetivo de la institución sería el estudio de las Ciencias, las Artes y las Buenas
Letras. Asimismo, orientaron también sus actuaciones “hacia la historia nacional, ya para
adelantarla, ya para purgarla, con el auxilio de la crítica de las fábulas y ficciones”71.
Desde un principio, la incipiente Academia centró sus trabajos en la realización de un
Diccionario Histórico-Crítico de España72, que contribuyera al adelantamiento intelectual
del país y al prestigio de la monarquía. Para ello, Agustín de Montiano y Luyando elaboró
un Proyecto de Historia de España. Geografía Sagrada y Profana73, dividiendo el objeto
de estudio en 26 cédulas o materias74, que serían tratadas en estudios o planes parciales,
en los que se justificaba y analizaba tanto su importancia como su contenido.
En cuanto al objeto del presente trabajo, destacan las siguientes materias:

68
Huerta, op. cit. 7 (1796), VII; Nava Rodríguez, Mª. T., “La Real Academia de la Historia como
modelo de unión formal entre el Estado y la cultura (1735-1792)”. Cuadernos de Historia Moderna y
Contemporánea 8 (1987), 131; Rumeu de Armas, A., “Real Academia de la Historia”, en Artola, M., op. cit.
88 (1999), 105; Velasco Moreno, E., La Real Academia de la Historia en el siglo XVIII. Una institución de
sociabilidad (Madrid 2000), 48; Anes, G. “La Real Academia de la Historia: pasado y presente”, en Tesoros
de la Real Academia de la Historia (Madrid 2001), 25.
69
“Breve noticia del principio y progresos de la Real Academia Española de la Historia”, en Fastos de
la Real Academia de la Historia (Madrid 1739), Tomo I, 9.
70
Historia de la Real Academia de la Historia. ARAH Mss. 9/3988; cfr. Nava Rodríguez, op. cit. 139
(1987), 132; Velasco Moreno, op. cit. 139 (2000), 49-50.
71
Huerta, op. cit. 7 (1796), VIII.
72
Velasco Moreno, E., “Las Academias de la Historia en el siglo XVIII: una comparación entre Francia
y España”, en El Mundo Hispánico en el Siglo de las Luces (Madrid 1996), Tomo II, 1323; Velasco Moreno,
op. cit. 139 (2000), 55; Anes, op. cit. 139 (2001), 27.
73
Montiano, op. cit. 18 (1736).
74
Veintiséis cédulas de división de materias para el Diccionario Histórico. ARAH Mss. 11/8035(3).
94
- Geografía Sagrada, en la que se incluían “la descripción en general y en
particular de los Arzobispados, Obispados, Abadías, Curator Beneficios, Capellanías,
Obras Pías singulares [y] Conventos”.
El objetivo final de este apartado sería, según el Conde de Torrepalma, la realización
de una Historia Eclesiástica, en la que se abordaría, como punto principal y más
importante, “la introducción del Cristianismo en España, que es lo primero de esta
materia, se ha de señalar quien, cuando, y con qué progresos se consiguió”.
Para ello, sería necesario el examen de “todas las opiniones que hay” sobre “los
Concilios Nacionales nuestros y de los demás Ecuménicos y particulares de la Iglesia”,
incidiendo sobre las “noticias de las primeras iglesias [y] de los obispos que las
gobernaron”75.
- Antigüedades, en este apartado tendría cabida, según la idea originaria redactada
por el Conde de Torrepalma el 09.07.1736, el “estudio de aquellos monumentos que
comúnmente entendemos con el nombre de Antigüedades pero ellos son por lo general la
prueba instrumental de la utilidad pública y si este estudio no flaqueara en la práctica
queriendo hacer evidencias las interpretaciones voluntarias apenas habría duda en la
Historia que con él no se resolviera pero con todo es gravícimiento y muy concerniente a
nuestra obra. Lo que regularmente incluye es monedas, inscripciones y ruinas”.
Esta idea original fue ampliada, posteriormente por Lope Gutiérrez de los Ríos que
consideraba que el asunto de las antigüedades “es uno de los que necesidad mayor
exactitud e inteligencia a quien lo trabajase, y de que es notorio la poca inteligencia que
hay en España en este asunto, por la poca aplicación a él. De su inteligencia dan alguna
razón el erudito Antonio Agustino y el cordobés Morales. Será bueno al tratar los Reyes
Godos estampar una Cronología de sus monedas de oro, cuya obra, hasta el presente, no
se ha visto en el público y es muy deseada de los eruditos, como también una Colección de
todas las inscripciones Romanas, Godas (que llaman impropiamente como se puede ver en
el Código Argentes) y las Árabes, como lo ejecutó el Analista de Sevilla”76.
Asimismo, y ante el temor de que sus juntas privadas pudiesen crear sospechas,
decidieron, a instancias del Conde de Torrepalma, trasladar en Mayo de1736 su lugar de
reunión a la Real Biblioteca, lo que aumentó la estrecha relación existente ente el poder
político y la institución.

75
Historia Eclesiástica de España. ARAH. Mss. 11/8035(3, Legajo 13).
76
Antigüedades. ARAH Mss. 11/8035(3, Legajo 19).
95
Este cambio de sede provocó la primera escisión en el seno de la Academia, y la
llegada de otros miembros nuevos77, como Manuel Juan de la Parra, Lope Hurtado de
Mendoza, Martín de Ulloa y de la Torre-Guiral, Francisco Fernández Navarrete y Lope
Gutiérrez de los Ríos que pronto se sumaron a las iniciativas y trabajos académicos.

2.- 1738-1764: La dirección de Agustín de Montiano y Luyando.

A mediados de 1737, la miembros de la tertulia solicitaron, a instancia de Agustín


de Montiano, la protección real. Para ello, pidieron a Sebastián de la Cuadra, miembro del
Consejo de Estado, que hiciese llegar al monarca una breve relación de la historia de la
Junta y una copia de los recién redactados estatutos, en los que se recogía “el asunto que se
había propuesto”78.
El Real Decreto de 18 de Abril de 1738 concedía la protección a la Real Academia de
la Historia, concediendo a sus miembros y a los que le sucediesen el honor de ser gentiles
hombres de la Real Casa79, lo que en la práctica supuso la creación de una elite cultural
muy vinculada, por su trabajo y por su ideología, a los designios del poder borbónico, en la
que pronto quisieron integrarse los elementos nobiliarios. Esta disposición se completó con
la Real Cédula de erección de la Real Academia de la Historia, de fecha 17 de Junio de
1738 dictada por el Consejo de Estado, y publicada el 21 de ese mismo mes, que aprobaba
los estatutos de la corporación, que adoptaba como emblema (FIGURA 14) un río que
manaba entre peñas, con la leyenda: In patriam populumque fluit.
Este cuerpo legislativo se componía de 27 artículos que regulaban el funcionamiento de
la Academia. Según recogen los mismos, se creó una Junta o
Mesa Directiva (arts. 10 a 13), que estaría formada (art. 2) por
el Director, el Secretario y el Censor80. A ellos se unían, aunque
no formando parte de la Junta, los Revisores, que en número de
tres integrarían, en aquellos momentos de gran trabajo, en una

Figura 14.- Emblema Junta Particular de Revisión, que fue creada el 29 de Noviembre
originario de la Real
Academia de la Historia. de 1748.

77
Fastos ..., op. cit. 140 (1739), 39-44; Velasco Moreno, op. cit. 139 (2000), 57.
78
Fastos ..., op. cit. 140 (1739), 31.
79
Rumeu de Armas, op. cit. 139 (1999), 105; Velasco Moreno, op. cit. 139 (2000), 170-177.
80
Fastos ..., op. cit. 140 (1739), 49-71; Historia de la Academia. ARAH Mss. 9/3988.
96
El cargo más importante era el de Director, que recayó en la persona de Agustín de
Montiano y Luyando, quien por la Real Cédula de 9 de Agosto de 1745 fue nombrado
Director Perpetuo, hasta su fallecimiento, a excepción del periodo comprendido entre
Junio de 1740 y Junio de 1741, cuando la dirección fue ostentada por Alonso Verdugo y de
Castilla, Conde de Torrepalma.
Con Montiano se inauguró la tradición, mantenida posteriormente en el caso de
Campomanes, de colocar en el cargo a una persona muy bien posicionada dentro del
entramado burocrático y político de la monarquía. La importancia de esta designación
habría que buscarla en la necesidad de organizar y coordinar el trabajo científico, con la
finalidad de unos objetivos y resultados comunes, ya que una centralización en la toma de
decisiones supondría el avance de la institución por la acumulación y no por la dispersión
de fuerzas.
Los miembros de la institución se dividían en diversas categorías81:
- Numerarios (art. 2), compuesto de un número de 24 miembros, cuya dedicación
fundamental era el servicio al estado. En este grupo se integraron los antiguos miembros de
la Junta de Historia.
- Supernumerarios (art. 7), también compuesto de 24 miembros, elegidos entre
eclesiásticos y miembros de la administración, que, por orden de antigüedad, suplirían a
aquellos Numerarios que “por servicio de su Majestad o de la causa pública haga larga
ausencia”.
- Honorarios, (art. 8) compuesto por un número indeterminado de miembros,
elegidos entre aquellos sujetos residentes fuera de Madrid que “beneméritos a la
Academia, se crean dignos de ser distinguidos con la gratificación de este título”, y que
ayudaría a la institución en la realización de sus trabajos. Socialmente pertenecían sus
miembros al Clero y al sistema administrativo borbónico, siendo muy escaso el número de
nobles82.
La finalidad de la nueva institución, según rezaba en su art. I, estaba dirigida “al
cultivo de la Historia, para purificar y limpiar la de nuestra España de las fábulas que la
deslucen, e ilustrarla de las noticias que parezcan más provechosas”, siendo su primer
encargo “... la formación de unos completos Anales, de cuyo ajustado y copioso índice se
forme un Diccionario Histórico-Crítico Universal de España, y sucesivamente cuantas

81
Nava Rodríguez, op. cit. 139 (1987), 136-137.
82
Sobre la procedencia de los Académicos, Velasco Moreno, op. cit. 139 (2000), 128-152.
97
Historias se crean útiles para el mayor adelantamiento, tanto de las ciencias, como de
artes y literatos, que, historiada, se hacen sin duda más radicalmente comprensibles”.
Su artículo XXIII disponía que “hasta fenecerse los Anales de cuyo Índice se ha de
formar el Diccionario Histórico-Crítico Universal de España, llevará esta obra la
principal atención de la Academia, en que trabajarán generalmente sus individuos, y
también las demás, que sucesivamente emprenda, como la Historia de las Ciencias y Artes,
y cualesquier otras, que se comprendan útiles y del mayor lustre de la Nación”83, de lo que
se desprende, el idea de servicio y utilidad pública que subyace bajo estos proyectos.
Aparte de este objetivo fundacional, bajo la presidencia de Agustín de Montiano y
Luyando se llevaron a cabo una serie de proyectos, que podemos resumir en los siguientes
epígrafes:
1.- Tratado de la Cronología de España. Este proyecto fue concebido con el fin de
obtener “una puntualísima y segura regla de los tiempos para las demás obras en que
hubiese de ocuparse el Cuerpo”84. Encargado inicialmente en 1747 a Martín de Ulloa y de
la Torre-Guiral, fue posteriormente continuado por Ignacio de Hermosilla, Pedro
Rodríguez de Campomanes y Lorenzo Dieguez, quienes se encargaron de cotejar
documentos y obras originales para la realización del mismo.
2.- Diccionario Histórico-Crítico Universal de España. Iniciado en 1739,
originariamente se concibió como un proyecto compuesto por un total de “trece tratados:
el Iº Historia en general; 2º Geografía antigua, 3º Geografía moderna, 4º Historia
Natural, 5º Primer poblador de España 6º Lengua Primitiva; 7º Religión y Costumbres; 8º
Cronología; 9º Genealogía; 10º Medallas, inscripciones, privilegios y demás monumentos;
11º Cronicones Falsos y autores que se valieron de ellos; 12º Los que merecen entera fe;
13º Reglas Crítica”85. Este proyecto nunca llegó a terminarse dada el gran volumen de
documentación a analizar.
Con este proyecto debemos relacionar el proyecto presentado en Octubre de 1753
por Pedro Rodríguez de Campomanes, titulado Códice Anticuario, con el que pretendía
“reducir a un cuerpo los monumentos auténticos que se hallan dispersamente copiados o

83
Huerta, op. cit, 7 (1796), XI y XV.
84
Huerta, op. cit. 7 (1796), XXVIII.
85
Huerta, op. cit. 7 (1796), XXIV.
98
citados en las historias generales o particulares de España, y entre ellos se comprendían
los litológicos”86.
3.- Disertaciones Históricas. Desde los inicios, los Académicos comenzaron a
elaborar estos trabajos eruditos, con la finalidad de “arrojar alguna luz sobre los puntos
dudosos o difíciles de nuestra historia”87, que eran leídos en las juntas.
En 1748, el Censor Francisco de la Huerta y Vega, planteó la necesidad de establecer ,
para las obras y disertaciones históricas, unas reglas de la crítica, que debían basarse en el
principio seguro e incuestionable del uso de los autores coetáneos o inmediatos a los
acontecimientos, que se estaban narrando o historiando88.
A partir de 1751, la temática se centró principalmente en los “tiempos primitivos”,
como la realizada por Martín de Ulloa, titulada Reyes Primitivos de España, o la elaborada
por Antonio Domínguez Riezu, denominada Primer poblador de España, y que tendrá su
punto culminante, con la obra de Luis José Velázquez de Velasco titulado Ensayo sobre
los Alfabetos de letras desconocidas que se encuentran en las más antiguas medallas y
monumentos de España89, que fue el primer trabajo realizado sobre las leguas ibéricas y
prerromanas.
También las disertaciones se centraron sobre la monarquía visigoda, considerada
origen de la monarquía española, como las efectuadas por Ignacio de Luzán90, Martín de
Ulloa91 y Francisco de la Huerta92, que fueron posteriormente publicadas por la Academia.
4.- Geografía Antigua. La idea original consistía en ilustrar la Historia de España
con una serie de mapas nuevos que terminasen con la “.... inexactitud de las cartas
topográficas de nuestras provincias, obispados y territorios, hechas muy pocas de ellas
científicamente...”.

86
Rodríguez de Campomanes, P., Idea particularizada para reducir a un cuerpo solo todos los
monumentos auténticos que se hallan dispersamente citados o publicados en las historias generales o
particulares de España con un plan abreviado que facilita la inteligencia de esta idea. (Madrid 1753),
ARAH Mss 11/8035(22);
87
Huerta, op. cit. 7 (1796), XXXI.
88
Velasco Moreno, op. cit. 139 (2000), 77.
89
Velázquez de Velasco, Luis José, Ensayo sobre los alphabetos de las lenguas desconocidas que se
encuentran en las más antiguas medallas y monumentos de España. Imprenta Antonio Sanz. (Madrid 1752).
90
Luzán, Ignacio de “Disertación sobre el origen y patria primitiva de los Godos”, MRAH I (1796), 99-
140; Luzán, Ignacio de, “Disertación en que se demuestra que Ataulfo fue el primer rey godo de España”,
MRAH I (1796), 243-264.
91
Ulloa y de la Torre Guiral, Martín, “Investigaciones sobre el origen y patria de los Godos”, MRAH I
(1796), 141-224; Ulloa y de la Torre Guiral, Martín, “Disertación sobre el principio de la monarquía goda en
España”, MRAH I (1796), 265-344.
92
Huerta, Francisco Manuel de la, “Disertación sobre cual de los reyes godos fue y debe contarse como

99
Ante la imposibilidad económica de llevar a cabo este proyecto, “... trató de acopiar ó
ilustrar copiosas noticias de la antigüedad topográfica...”, lo cual se tradujo en la
adquisición de una serie de obras y disertaciones93 de Alonso Carrillo94, Bartolomé
Sánchez de Feria95, Antonio Fernández Prieto y Sotelo96 y Tomás Andrés de Gusseme97,
solo por citar algunos ejemplos.
5.- Viajes Literarios. Con parte de los fondos destinados por el monarca, la
institución se dedicó a financiar una serie de viajes de los académicos.
En 1739, dos comisionados de la Academia viajaron hasta el Monasterio de El
Escorial, para consultar los manuscritos de aquella Real Biblioteca relativos a la
Cronología y a la Geografía98, y en 1751, 1754 y 1755, Lorenzo Dieguez y Pedro
Rodríguez Campomanes realizaron nuevos viajes a El Escorial para cotejar documentos99.
La Academia concedía diferentes comisiones e instrucciones a personas que residían
en las provincias o tenían que recorrerlas por razón de sus empleos y destinos, para que
recogiesen, por cuenta de la institución, antigüedades y monumentos, ya en los archivos y
bibliotecas, ya en las ruinas y restos de obras. Intentó alguna vez enviar sujetos al
reconocimiento y diseño de antigüedades, pero la falta de fondos suficientes la retrajo

primero de los de su nación en España”, MRAH I (1796), 225-242.


93
Huerta, op. cit, 7 (1796), XXIX-XXXI.
94
Carrillo y Aguilar, Alonso, Discurso geográfico en que se persuade de que la antigua Ilipa Magna
sobre el Betis no es la villa de Peñaflor sino Alcalá del Río (Sevilla 1743), ARAH Mss. 9/5996 (fols 162-
188); Carrillo y Aguilar, Alonso, Parte de una disertación de Alonso Carrillo respondiendo a otra que sin
nombre de autor publicó D. José Pardo de Figueroa sobre el nombre y fundación de Itálica y Sevilla. ARAH
Mss. 9/5996, fols. 117-128.
95
Sánchez de Feria y Morales, Bartolomé, Disertación histórica y geográfica de su noble Villa de
Castro del Río y su país seis leguas distantes de Córdoba (1749). ARAH Mss. 9/7567.
96
Fernández Prieto y Sotelo, Antonio, Descripción de la antigua Itálica (1740). ARAH Mss. E/114.
97
Gusseme, Tomás Andrés de, Discurso breve y observación sobre las ruinas y despoblado, que se
creen ser de la antiquísima ciudad de Turdeto, que se en en térmio de la ciudad de Arcos de la Frontera, en
Andalucía (1755). ARAH Mss 9/5977; y 9/4031; Gusseme, Tomás Andrés de, Noticia del despoblado del
Municipio Arvense en la Bética y de las antigüedades que existen en la villa de Alcolea de la Orden de San
Juan con la determinación del municipio canamense (1756). ARAH Mss. 9/5977 y 9/4027; Gusseme, Tomás
Andrés de, Breve noticia del despoblado de Setefilla en Andalucía y conjeturas sobre la situación de la
antigua Aria (1756). ARAH Mss. 9/5977; Gusseme, Tomás Andrés de, Descubrimiento de un Pueblo
antiguo de la Bética, llamado Muniguense, comprobado con las inscripciones que mantiene y otras noticias
Geográficas para el gusto de los antiquarios (1757). ARAH Mss. 9/5977, fols. 58-68.
98
Huerta, op. cit. 7 (1796), XXXVI.
99
Rodríguez de Campomanes y Pérez de Sorribas, P. Papeles sobre los viajes literarios que hicieron a
la Biblioteca del Escorial los señores D. Lorenzo Diéguez y D. Pedro Rodríguez de Campomanes (Madrid
1751). ARAH. Mss. 9/5937; Relación del Segundo viaje al Escorial en el año 1754 hecho por los señores D.
Pedro Rodríguez de Campomanes y D. Lorenzo Diéguez. ARAH. Mss. 9/5725; Relación del Tetercer viaje al
Escorial en el año 1755 hecho por los señores D. Pedro Rodríguez de Campomanes y D. Lorenzo Diéguez.
ARAH. Mss. 9/5726.
100
muchas veces de estas empresas, contentándose con las noticias y descripciones que
remitían los amantes de la anticuaria100.
La noticia de los hallazgos arqueológicos en Cártama (Málaga), movió a la Academia
a solicitar del monarca, la aprobación de una comisión, formada por un individuo de
número de la institución, para recoger las antigüedades de todo el reino.
Este propósito fue aprobado por el monarca, siendo elegido Luis José Velázquez de
Velasco, para quien se redactaron unas Instrucciones que le dio en 2 de Noviembre de 1752
el Marqués de la Ensenada y que debía observar en el viaje que debía emprender para
averiguar y reconocer las antigüedades de España, que previamente habían sido
elaboradas por la propia Academia101.
Este proyecto tenía una finalidad claramente regalista, ya que la idea era obtener
documentos para negociar el Concordato de 1753. Tras su firma, Fernando VI apartó del
poder al Marqués de la Ensenada y canceló el Viaje de Valdeflores, pero la Real Academia
de la Historia decidió dar una continuidad al proyecto, contraviniendo las ordenes reales, y
sufragar a sus expensas el proyecto102.
Él comenzó su viaje el 01.12.1752, que duraría hasta finales de 1754. Durante este
tiempo recorrió los reinos de Córdoba, Jaén, Granada y Sevilla, desde donde remitió varios
diseños de antigüedades. Finalmente se retiró a Málaga, para coordinar sus trabajos y
observaciones, de manera que a principios de 1755 remitió a la Academia un tomo, que
contenía las memorias sobre las Antigüedades de todos los lugares que había recorrido103.
A finales de 1764, la Academia comisionó a su individuo honorario Manuel Trabuco y
Belluga, Canónigo de la Santa Iglesia de Málaga, para que efectuase el reconocimiento de
las antiguas ruinas de un edificio que se había descubierto a cinco leguas al este de aquella

100
Huerta, op. cit. 7 (1796), XXXVII.
101
Canto, op. cit. 83 (1994); Mora, op. cit. 11 (1998), 44-45; Maier Allende, op. cit. 80 (2002), 12-15;
Almagro-Gorbea, M. “La Real Academia de la Historia y la arqueología Española”, en Historiografía de la
Arqueología Española: las instituciones (Madrid 2002), 41-42; Almagro-Gorbea, M., Epigrafía Prerromana
(Madrid 2003), 37-38.
102
ASRAH 21.03.1755; Velasco Moreno, op. cit. 139 (2000), 87.
103
Huerta, op. cit. 7 (1796), XXXVIII; Velázquez de Velasco, Luis José, Cartas que escribió Don Luis
José Velázquez de Velasco a la Real Academia de la Historia durante el tiempo que tuvo a su cargo la
Comisión de la averiguación de las antigüedades de España (1754). ARAH Mss. 9/6000; Velázquez de
Velasco, Luis José, Noticia del Viaje de España, hecho de orden del Rey. I de una nueva Historia General de
la Nación desde el tiempo más remoto hasta el año 1516. Sacada únicamente de los escritores y monumentos
originales, y contemporáneos. Con la Colección Universal de estos mismos escritores y monumentos
recogidos. Oficina de Don Gabriel Ramírez (Madrid 1765); Velázquez de Velasco, Luis José, Observaciones
del viaje a Extremadura y Andalucía y noticia de algunos pasajes de escritores antiguos. ARAH Mss.
9/4118.
101
ciudad, y la recolección de medallas e inscripciones y demás monumentos, todo a costa del
Cuerpo104.
6.- Colección Litológica o de las Inscripciones de España. Ideada en 1750 por
Martín de Ulloa para elaborar su Tratado de la Cronología de España, y en ella debían
colaborar los distintos académicos, repartiéndose los autores que en sus obras portasen
inscripciones y lápidas antiguas para que se fueran extractando y así ir formando la
mencionada colección105, idea que fue aprobada por la Academia.
Sin embargo, esta idea no prosperó, y Pedro Rodríguez de Campomanes planteó
nuevamente esta propuesta en 1755, limitándola esta vez exclusivamente a “la colección
de inscripciones, epitafios y otros letreros de cualquier tiempo, carácter y lengua que se
hallasen. Leyó asimismo un plan del modo de proceder en su ejecución y por comisión de
la Academia, el Sr. Gusseme formó un catálogo de los AA, en que más comúnmente se
encuentra esta clase de memorias”106. No obstante, su puesta en marcha originó la
recopilación de numerosas cédulas litológicas, desde las romanas hasta el siglo XV, que
fueron llegando a la Academia.
7.- Formación de la Biblioteca de la Academia. La incesante tarea de las
disertaciones y otros encargos de turno que se proponían o leían en las Juntas, y la
necesidad de rectificar y puntualizar estos trabajos, llevó en 1751 a Martín de Ulloa y
Sousa y de la Torre Guiral a la idea de formar una librería, empezando por una colección
de los escritores originales de nuestra historia, semejante a la que en Italia realizó
Muratori; otra de inscripciones y epitafios y finalmente otra de diplomas e instrumentos
antiguos.

104
Huerta, op. cit. 7 (1796), XL; Trabuco y Belluga, M., Carta a Lorenzo Dieguez sobre excavaciones
en la provincia de Málaga (1765). ARAH Mss. 11/8237.
105
Ulloa y de la Torre Guiral, Martín, Proposición a la Academia sobre la forma de organizar una
colección completa de Inscripciones de España, recogida en las ASRAH 13.03.1750 y 20.03.1750, leída
posteriormente en las ASRAH 02.10.1750 y 09.10.1750; Huerta, op. cit. 7 (1796), XLI; Almagro-Gorbea y
Maier, op. cit. 80 (2003), 4.
106
Rodríguez de Campomanes, P., Representación a la Academia de la Historia sobre la formación de
una colección de inscripciones (1755). FUE Campomanes. Mss. 4-2; Gusseme, Tomás Andrés de, Traza,
método y distribución, para una Colección General de inscripciones antiguas de España, con la Biblioteca
de Autores, que debe examinarse y consultarse para su formación (1755). FUE Campomanes. Mss. 4-1(1);
Huerta, op. cit. 7, XL-XLII; Remesal Rodríguez, “Epigrafía y política en el siglo XVIII. La inscripción
dedicada a Nerva hallada en Río Tinto (CIL II 956)”. Florentia Iliberritana 9 (1998), 223; Abascal, J.M. y
Gimeno, H., Epigrafía Hispánica (Madrid 2000), 14; Almagro-Gorbea, M., “Campomanes. Un anticuario de
la Ilustración”, en Campomanes y su tiempo (Madrid 2003), 115; Canto de Gregorio, A., “El Conde de
Campomanes, arqueólogo y epigrafista”, BRAH CC-I (2003), 41-50; Almagro Gorbea, M., “Pedro Rodríguez
de Campomanes y las antigüedades”, en Anes, G. (Coord), Campomanes en su II Centenario (Madrid 2003),
117-159.
102
8.- La formación del Monetario o Museo Numismático. Su origen se halla en una
colección de medallas que poseía la propia academia, casi desde
su fundación, por la generosidad de algunos de sus miembros, y
cuyo número se vio acrecentado por la donación efectuada en
1751 por Fernando VI, de diversas monedas “halladas en
distintas partes del Reyno a principios de aquel año”, lo que dio
lugar a la creación del denominado Gabinete Numismático,
origen del actual Gabinete de Antigüedades107.
Para colocarlas siguiendo algún orden, se compró (FIGURA Figura 15. Buró del
Numario del Siglo XVIII.
15) “en fecha 6 de Agosto de 1751 un monetario pequeño, y RAH

desde entonces se acordó recoger con incesante solicitud cuantas fuese posible”108. El
aumento de las colecciones de monedas, medallas e inscripciones, hizo que la Academia
crease, el 16.09.1763109, y a propuesta del Director, el cargo de Anticuario, cargo
específico encargado de la custodia del monetario.

3.- 1765-1792: La dirección de Pedro Rodríguez de Campomanes y


Pérez de Sorribas.

A la muerte de Agustín de Montiano y Luyando, en Noviembre de 1764, fue


elegido, por mayoría, como Director de la institución Pedro Rodríguez de Campomanes y
Pérez de Sorribas (FIGURA 16) que permanecería en el cargo de
forma interrumpida, debido a sucesivas reelecciones, hasta su cese en
Diciembre de 1791. Entre las voces reticentes al nombramiento, se
encontraba José Manuel Domínguez, académico fundador y Abogado
de los Reales Consejos, que defendió la necesidad de que la Real
Academia de la Historia, a imitación de la Real Academia de Bellas Figura 16. Pedro
Rodríguez de
Artes de San Fernando, tuviera un Presidente perpetuo, y para ello Campomanes

propuso al Marqués de Grimaldi para dicho cargo110.

107
Almagro Gorbea, M., “El Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia. Pasado,
presente y futuro”, en El Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia (Madrid 1999), 15-
173.
108
Huerta, op. cit. 7 (1796), CIV-CVI.
109
ASRAH 16.09.1763; cfr. Huerta, op. cit. 7 (1796), CVI.
110
Velasco Moreno, op. cit. 139 (2000), 83.
103
Con la definitiva elección de Campomanes, se consolidó la opción continuista de
colocar en la dirección del instituto a un personaje destacado dentro del aparato
institucional de la monarquía, lo que sin duda contribuyó a consolidar la institución dentro
del contexto cultural de la época.
Su labor al frente de la institución supuso algunas transformaciones en el organigrama
de la institución y un importante impulso a los proyectos hasta entonces vigentes, como el
Tratado de la Cronología, y a la adopción de nuevos proyectos.
Por el Real Decreto de 29 de Abril de 1770 se creó la categoría de los Académicos
Correspondientes. En la exposición enviada a Carlos III el 23 de Mayo de 1770,
justificando la necesidad de crear la nueva categoría con las siguientes palabras: “el
reconocimiento de un archivo, el examen de una inscripción original, la inspección de una
fábrica antigua, o de algún fragmento de arquitectura Griega, Romana o Gótica, y la
descripción topographica de un pueblo no son investigaciones accesibles a un Literato
establecido en la Corte, y solamente pueden hacerse sobre el teatro en que se hallan estos
monumentos”111.
Con este nuevo cargo, se creó una red de colaboradores que, distribuidos por toda la
geografía nacional, proporcionaron a la Academia las noticias y los documentos
procedentes de archivos y bibliotecas, que necesitó para la realización de los nuevos
proyectos que pensaba abordar.
Los principales proyectos abordados durante este período son los siguientes:
1.- Censuras. A partir de 1770, el Consejo de Castilla solicitó de la Academia la
elaboración de los informes sobre las censuras de obras que incluyesen las materias de su
referencia112.
2.- Disertaciones Históricas, continuaron desarrollándose en el seno de las Juntas,
si bien en Agosto de 1766 se adoptó el acuerdo según el cual los Académicos debía leer
anualmente “seis Disertaciones sobre el asunto que cada uno se propusiese, presentando
antes la idea de la que intentase extender, por cuyo trabajo se ofrecía un premio, después
de revisada y aprobada por el Cuerpo”113.

111
Almagro-Gorbea, op. cit. 172 (2003), 121; Velasco Moreno, op. cit. 139 (2000), 152-154.
112
Fernández Duro, C., “Catálogo sucinto de obras manuscritas, pedidas por el Consejo a la Real
Academia de la Historia antes de acordar las licencias de impresión”. BRAH XXXV (1899), 367-434;
Velasco Moreno, op cit. 139 (2000), 217-268.
113
Huerta, op. cit. 7 (1796), XXXIII.
104
3.- Proyecto de Medallas e Inscripciones Árabes, coordinado por Miguel Casiri de
114
Gartia , monje sirio maronita, que desarrollaba su labor en la Real Biblioteca.
El proyecto no es una iniciativa aislada, ya que estaba relacionado con otro proyecto
similar desarrollado por la Real Academia de San Fernando, en el que también participaba
el propio Casiri, como traductor de las inscripciones. En esta labor, desarrollada entre 1767
y 1784, participaron Ignacio de Hermosilla y Sandoval, José Cevallos y Ruiz de Vargas y
Francisco José de Santiago y Palomares, que recogieron materiales numismáticos y
epigráficos, procedentes de Granada, Sevilla y Córdoba115.
4.- Diccionario Geográfico de España. La idea de publicar un diccionario que
reuniese la descripción topográfica de la península durante el dominio de los romanos,
godos y árabes, no era una idea nueva, ya que estaba contemplada en los estatutos de 1738.
Pero ante los continuos retrasos, que sufría la obra, Campomanes dictó una instrucción
en 1772116, en la que se establecía una guía para la elaboración del proyecto, comenzando
la Academia a recoger cuantas noticias y papeles existiesen sobre esta temática.
Gracias a la posición de Campomanes dentro del organigrama burocrático, la
Secretaria de Despacho de Hacienda facilitó los Censos de Aranda (1768) y Floridablanca
(1787), el Catastro de Ensenada (1752) y las Relaciones Topográficas de Felipe II (1575-
1577).
También se adquirieron libros impresos y manuscritos que hablaban de las historias y
descripciones particulares de pueblos de España. Se dio comisión a los académicos
correspondientes, a los gobernadores y prelados de provincias, enviándoles interrogatorios
impresos, para que remitiesen las descripciones de sus localidades, las historias y mapas
que hubiese en cada una, ofreciéndose la Academia a costear los gastos.
5.- Colección Litológica o de las Inscripciones de España. La Academia continuó
realizando su proyecto de colección de inscripciones, extractando la información de los
trabajos que “guarda en sus archivo: noticias inéditas y curiosas de varias antigüedades,
descripciones de monumentos, interpretaciones de inscripciones, ya romanas ya góticas ya
árabes, descubiertas en nuestro suelo o nuevamente reconocidas o explicadas por

114
Sobre Casiri, véase Breydy, M., Michel Gharcieh al-Ghaziri, orientaliste libanais du XVIIIe. siècle
(Harissa 1951), y sobre los trabajos del mismo la obra de Massad, P., “Casiri y uno de sus estudios inéditos”.
BRAH CXLIV (1959), 15-47.
115
Huerta, op. cit. 7 (1796), XLIX-LI.
116
Rodríguez de Campomanes y Pérez de Sorribas, Pedro, Instrucción para formar el Diccionario
Geográfico acordado por la Real Academia de la Historia en la Junta de 3 de enero de 1772, que se ha de

105
individuos suyos o por otras personas eruditas y celosas que las remitieron al Cuerpo
desde las provincias”117.
A partir de este momento comienzan a recibirse numerosas noticias de hallazgos de
inscripciones, romanas, godas e islámicas, encontradas en diversos puntos de Andalucía:
Sevilla, Vejer de la Frontera, Montoro, Utrera, Puerto de Santa María, Montilla, Cortes de
la Frontera, Antequera, etc. En este apartado, habría que destacar a los informantes Luis
Germán y Ribbón, José Cevallos, Tomás Andrés de Gusseme y Cándido María Trigueros,
miembros todos de las Academias de la Historia y de la Sevillana de Buenas Letras.
6.- Colección Numismática. Durante este período la colección de monedas y
medallas sufrió un importante aumento, lo que hizo necesaria la catalogación de las piezas
que la conformaban, para lo que Campomanes, redactó, en fecha 19 de Agosto de 1791,
unas Observaciones hechas por el Sr. Director para la formación del Catálogo de las
monedas que conserva la Academia, y conformó una Comisión, constituida por él mismo y
los académicos José de Guevara y Vasconcelos, en su calidad de Anticuario, José
Banqueri, José Cuenca y Antonio de Capmany y Montpalau, Secretario de la Academia,
para clasificar el monetario existente118.
La polémica surgida por las excavaciones realizadas por Juan de Flores y Oddouz en
la antigua Alcazaba de Granada, también tiene su reflejo en la documentación conservada
en la Academia, donde existe un Cuaderno de Inscripciones, muchas de ellas reputadas
como falsas con posterioridad, que el propio Juan de Flores119 remitió a la Academia, en
la que también hallamos la obra realizada por Tomás Andrés de Gusseme120
desacreditando los descubrimientos realizados.
Sobre excavaciones arqueológicas realizadas en este período, tenemos noticias de las
realizadas en la Fábrica de Tabacos de Sevilla121 en la que se encontraron diversas

distribuir entre los Señores Académicos, para que con uniformidad se dediquen a cumplir su repartimiento
(Madrid 1772). ARAH. Mss. 11/8035.
117
Huerta, op. cit. 7 (1796), XLIV.
118
Almagro-Gorbea, M., op. cit. 172, 111-113.
119
Oficio de fecha 28.01.1760 remitido por Juan de Flores y Oddouz a Agustín de Montiano y Luyando.
ARAH CAI-GR/9/3939/1.
120
Gusseme, Tomás Andrés, Desconfianzas críticas sobre algunos monumentos de antigüedad, que se
suponen descubiertos en Granada en las excavaciones de su Alcazaba desde el año 1753 (Sevilla 1760).
121
Oficio de fecha 13.09.1762, remitido por Tomás Andrés de Gusseme a la Real Academia de la
Historia. ARAH CAI-SE/9/3940/12.
106
inscripciones romanas, o la excavación en la necrópolis dolménica descubierta en Tabernas
(Almería)122.
En este punto debemos llamar la atención sobre la ausencia de noticias de las
excavaciones llevadas a cabo por Francisco de Bruna y Ahumada en el yacimiento de
Itálica, pese a haber ingresado como académico honorario en 1769, y de cuya importancia
sabemos a través de las noticias transmitidas por Antonio Ponz y Francisco Pérez Bayer.
También en este período surge el interés por averiguar el emplazamiento de Munda y
del lugar del enfrentamiento entre Julio César y los hijos de Pompeyo. Los trabajos,
realizados a partir de 1789 por el Teniente Coronel de Ingenieros Domingo Belestá, debían
recoger todo lo que “exista de antigüedad”, como “edificios, arquitectura, cementerios,
esculturas, inscripciones en lápidas, monedas, medallas, armas y demás monumentos
pertenecientes a una ciudad romana, y los que hubieren trasladado a otra parte”123.
A raíz de este trabajo y de los escasos resultados obtenidos, se generó una polémica y
un amplio debate entre los intelectuales del momento acerca de la ubicación de la antigua
Munda124.

4.- 1792-1808: Los nuevos estatutos y la Creación de la Sala de


Antigüedades.

Durante este período tenemos como directores a Pedro de Góngora y Luján, Duque
de Almodóvar, a Vicente María de Vera, a Francisco Martínez Marina y, nuevamente y por
un corto período de tiempo, a Pedro Rodríguez de Campomanes y Pérez de Sorribas, con
lo que se rompe la norma hasta entonces vigente de reelecciones anuales de los
presidentes.
La Academia, en su deseo de adaptarse a las nuevas necesidades, procedió a reformar
sus estatutos, que ya se habían quedado un poco anticuados para la realización efectiva de
sus tareas. En esta modificación estatutaria, los académicos Gaspar Melchor de Jovellanos
y José Vargas Ponce, jugaron un importante papel. Así, tras un estudio minucioso de la

122
Carta de fecha 04.06.1774, remitida por Felipe Gómez Corbalán a Pedro Rodríguez de Campomanes.
ARAH CAAL/9/7944/1(1).
123
Oficio de 10.04.1790, remitido por Domingo Belestá al Conde de Floridablanca. ARAH CAMA
9/7962/2(8).
124
ARAH. Mss. 11/8331.
107
cuestión, en la Junta de 21.09.1792 fueron aprobadas las nuevas disposiciones, que fueron
confirmados por Carlos IV por la Real Orden de 15 de Noviembre de 1792125.
En ellos se especifica, artículo 1, que “el instituto de la Academia debe ser ilustrar
la historia de España en todas sus partes purgándola de errores y fábulas, ventilando las
dudas acerca de los hechos, distinguiendo en cada uno la mayor o menor probabilidad, y
poniendo en claro los acaecimientos más notables, sus efectos, su influjo en el estado
moral y físico de la nación, y sus conexiones con otras potencias y gentes”.
Para ello, según disponía el art. 2 del nuevo reglamento “será uno de los principales
trabajos [de la Academia] la incesante adquisición de materiales históricos, especialmente
de documentos originales, y obras inéditas, completando, hasta donde sea posible, la gran
colección que ya posee la Academia”.
Entre las principales novedades de esta reforma, cabe destacar la aparición de la
Figura del Anticuario, de carácter perpetuo y cuyo nombramiento recaía, según dispone el
art. LXV, en aquel “individuo que tenga particular conocimiento de las antigüedades,
principalmente de la Numismática”, y cuyas funciones serían:
- “informar sobre los asuntos de antigüedades, así como sobre los monumentos que se
remitan a la Academia, o que ésta piense en adquirir, y la Academia no podrá actuar sin
oír antes a su anticuario” (art. LXVIII).
- la custodia del Gabinete de Antigüedades, de nueva creación, y del Gabinete de
Medallas (art. LXIX)126.
Otras reformas estatutarias fueron la aparición de los cargos de Bibliotecario y de
Archivero, que atenderá a la custodia de los libros impresos y manuscritos, y demás
papeles de la Academia. Se crea la categoría de Académicos Correspondientes, con
residencia fuera de la corte.
Se redactó un reglamento que preveía que el funcionamiento de la Academia, según
disponía el artículo LXXII, a través de cuatro Secciones o Salas: “será objeto de una de
estas Salas el examen y juicio de los escritos que posee la Academia para escoger y
ordenar lo que se halle de digno de la luz pública; de otra lo será la Geografía de España,

125
Nuevos Estatutos de la Real Academia de la Historia aprobados por S.M. por Real Resolución de 15
de Noviembre de 1792, a consulta de la Academia de 4 de Octubre del mismo año. Huerta, op. cit. 7 (1796),
CXV; Nava Rodríguez, op. cit. 139 (1987), 143; Anes, op. cit. 139 (2001), 30.
126
Huerta, op. cit. 7 (1996), CXV-CXVI y CXXVI.
108
y formación del Diccionario; de otra el cumplimiento de las funciones de Cronista mayor
de Indias; y de otra las Antigüedades y Cronología”127.
Esta Sala de Antigüedades fue la encargada de revisar y aprobar la publicación del
Tratado de la Cronología de España, que finalmente vio la luz en 1796128, y también
decidió la elaboración de una denominada Colección Litológica o de las Inscripciones de
España, proyecto este que, en realidad, suponía una continuación de los trabajos
emprendidos por Luis José Velázquez de Velasco en el siglo XVIII, y en la que tendrían
cabida todas las inscripciones romanas, visigodas y árabes.
Para ello se procedió a la revisión de la documentación ya existente en la propia
Academia, elaborándose en Diciembre de 1802 una serie de normas unificadoras de los
criterios para la elaboración de la colección129. A partir de aquí, son numerosas las noticias
que llegan a la Academia de la aparición de numerosas inscripciones, como las procedentes
de Ilipa (Alcalá del Río, Sevilla)130.
Junto a ello tenemos noticias de diversas excavaciones arqueológicas realizadas en el
Castillo de la Monclova (Sevilla)131 y La Peña del Cristiano (Osuna, Sevilla)132, así como
en Ubrique (Cádiz)133 y Alcalá de los Gazules (Cádiz)134, localidad ésta en la que se
descubrió una basílica paleocristiana, con una serie de sepulcros que fueron atribuidos a las
santas Justa y Rufina.

127
Reglamento de los trabajos literarios e inversión de caudales de la Real Academia de la Historia
aprobados en su Junta Ordinaria del viernes 21 de Septiembre de 1792; cfr. Almagro-Gorbea y Maier, op.
cit. 80 (2003), 21.
128
Huerta, op. cit. 7 (1796), XXIX.
129
Advertencia a los que han de copiar inscripciones. CA 9/7980/125, elaborada para solventar ciertos
contratiempos en relación con la trascripción de las inscripciones. Sobre la bibliografía utilizada para la
elaboración de la Colección Litológica, véase ARAH Mss. 9/3939.
130
Carta de fecha 26.02.1803, remitido por Juan Antonio Ceán Bermúdez a José Córnide de de
Folgueira y Saavedra. ARAH CASE/9/797/8(1).
131
Oficio de fecha 09.03.1793, remitido por el Marqués de Hariza al Conde de la Cañada. ARAH CAI-
SE/9/3940/9(2). ASSARAH 01.10.1802, ARAH CAAC/1802/10/1 y ASSARAH 06.10.1802; ARAH CAAC/
1802/10/6.
132
Informe de fecha 15.04.1802 elaborado por José Ortiz. ARAH CASE/9/7970/5(4); Oficio de fecha
30.06.1802 dirigido por Luis de la Rosa a la Real Academia de la Historia. ARAH CAI-SE/9/3940/13(1).
133
Informe de fecha 16.07.1802 elaborado por Diego Clemencín y Viñas. ARAH CAI-GR/9/3939/5(1);
Córnide, op. cit. 102, XII-XIV.
134
Informe de fecha 18.01.1801 elaborado por Joaquín Traggia de Santo Domingo, ARAH CAI-
CA/9/3940/5; cfr. Romero de Torres, E, “Epigrafía romana y visigótica de Alcalá de los Gazules”, BRAH
LIII (1908), 514-523; Schunlk, H. “La basílica de Alcalá de los Gazules (Cádiz)”, AEspA 58 (1945) 75-82;
Corzo Sánchez, R., “La basílica visigosa de Alcalá de los Gazules”, Estudios de Historia y Arqueología
Medievales I (1981), 77ss; y Corzo Sánchez, R., “Planos de la basílica visigosa de Alcalá de los Gazules”,
Boletín del Museo de Cádiz IV (1984), 83-88.
109
También cabe destacar en este período las noticias del viaje realizado por Tomás
González de Carvajal a La Luisiana (Sevilla), donde en el momento de la construcción de
la nueva población se exhumaron una serie de hallazgos romanos.
A este período también pertenecen las noticias sobre el hallazgo en 1800 (FIGURA
17) en Itálica del denominado Mosaico de las
Musas, remitidas por Anselmo Rodríguez de
Ribas, Intendente honorario de la provincia,
junto con el “dibujo de un mosaico descubierto
en las inmediaciones de Santiponce, adonde
comúnmente se reduce la antigua Itálica, y en
el que se descubren los bustos de las nueve
Musas, y de otras varias figuras de hombres y
Figura 17. Mosaico de las Musas. Itálica (Sevilla),
según A. de Laborde.
animales, que han excitado la curiosidad de la
Academia, la cual para satisfacerla ha dado Comisión a su Correspondiente D. Juan Ceán
Bermúdez, encargándole lo haga reconocer y delinear en mayor tamaño”135.
La realización más importante en esta etapa fue la redacción de la Instrucción formada
por la Real Academia de la Historia sobre el modo de recoger y conservar los
monumentos antiguos descubiertos o que se descubran en el reino, aprobada por la Real
Cédula de 6 de Julio de 1803, en cuyo artículo primero se realiza una enumeración de lo
que debería entenderse por monumento antiguo.
A partir de este momento, la Academia, como encargada por S.M. de la inspección de
las antigüedades del Reino, recibirá numerosas consultas acerca de la importancia de los
monumentos de la nación, elaborando los informes y dictámenes al respecto que le fueran
requeridos por las distintas administraciones.
La Academia continúa durante este período, tal y como se conserva en la
documentación, con su proyecto de la Colección Lithológica, comenzando por el Reino de
Sevilla, pero ante el gran volumen del trabajo decide pedir auxilio a la Real Academia
Sevillana de Buenas Letras, pues compartían muchos miembros. Así participaran en su
elaboración los académicos Juan Agustín Ceán Bermúdez, Pedro Alonso O´Crouley,
Francisco de Bruna y Ahumada y Joaquín del Cid Carrascal.

135
Carta de fecha 25.08.1802 remitida por Juan Agustín Ceán Bermúdez a José Córnide de Folgueira y
Saavedra. ARAH CASE/9/7970/7(1); Informe de fecha 10.02.1802 elaborado por José Ortiz ARAH CAI-
SE/9/3940/12(5). ASSARAH 15.09.1802; ARAH CAAC/1802/9/15. Córnide, op. cit. 102 (1805), XVII.
110
2.- La Real Academia Sevillana de Buenas Letras.
Letras

“Cuerpo ... que con sus luces descubre más mi ignorancia,


y hace más opacas las sombras de mi insuficiencia”
(Tomás Andrés de Gusseme, 1756).

El origen de la institución se halla en una tertulia semanal que, desde 1750, reunía
en su domicilio el presbítero Luis Germán y Ribbón, y a la que asistían otros eclesiásticos
como Francisco Lasso de la Vega, José Cevallos y Ruiz de Vargas o Diego Alejandro de
Gálvez, junto con otros amigos seglares, como Alonso Carrillo y Aguilar o Livino Ignacio
Leyrens y Peellart, por citar sólo a algunos de los asistentes.
Todos ellos habían mostrado siempre un gran interés por las glorias y la historia de su
localidad natal, y su deseo era establecer una institución literaria en Sevilla, “de donde
irradiase la luz del saber en honra y provecho de las ciencias y de las letras patrias”136,
cuyo objetivo principal era estudiar los problemas civiles y eclesiásticos de la historia
sevillana.
Como muestra de ese interés, baste decir que varios de sus fundadores ya eran
miembros de otras instituciones culturales, como Alonso Carrillo y Aguilar o de Luis
Germán y Ribbón, que eran miembros honorarios de la Real Academia de la Historia. Por
el contrario, otros miembros habían conocido otras instituciones extranjeras similares
durante viajes formativos al exterior, como es el caso de Francisco Lasso de la Vega, buen
conocedor de las academias italianas137.
La primera reunión de carácter institucional, se celebró el día 16.04.1751 en el
domicilio de Don Luis Germán y Ribbón, sito en el número 45 de la calle Abades, en un
edificio propiedad de la Santa Caridad138, al que asistieron entre otras personalidades
Francisco Lasso de la Vega, José Cevallos y Ruiz de Vargas, Diego Alejandro Gálvez,
Alonso Carrillo Aguilar, y Livino Ignacio Leyrens y Peellart, Lorenzo del Río Estrada,
Sebastián Antonio de Cortés y Juan Sánchez Reciente, a quienes se les denomina en las
Actas de la Academia como fundadores139.

136
Aguilar Piñal, Fco., La Real Academia Sevillana de Buenas Letras en el Siglo XVIII (Madrid 1966),
76-77; de la Vega Viguera, E., Historia resumida de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras: 1751-
1797 (Sevilla 1998), 11.
137
Velasco Moreno, op. cit. 143 (1996), 295 y 299; Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 78.
138
Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 32; Vega Viguera, op. cit. 207 (1998), 11.
139
Aguilar Piñal, op. cit 207 (1966), 33-73 realiza una pequeña biografía de los fundadores de la
institución,.
111
La idea de Luis Germán era “ver asociados [a] algunos de los muchos aficionados a el
cultivo de las Letras de esta Ciudad”, como reflejo “de lo que vi y experimenté en esa mi
venerada Real Academia [de la Historia]”140.
Desde sus inicios, la institución inició sus trabajos con la elaboración, por parte de sus
miembros, de disertaciones explicativas sobre cuestiones puntuales de la historia de Sevilla
y su comarca, que debían ser leídas en público todos los viernes, día acordado para la
celebración de las sesiones de trabajo. Así en la reunión celebrada el 23 de Abril de 2003
se encargó al “Sr. Leyrens escribiese sobre Medallas y al Sr. Cevallos sobre la
Geografía”141. En las primeras reuniones se fue decidiendo la denominación de la
institución y el lema de la misma. Sobre la primera cuestión, inicialmente se pensó en
llamarla “Academia Sevillana de Erudición y Bellas Letras”142,
pero finalmente la mayoría de sus miembros optaron por que
“deba conocerse esta Academia Sevillana de las Buenas Letras
con este título”143.
Sobre la segunda cuestión, en la sesión de 09.07.1751, se
planteó la cuestión del “mote o lema para el sello” de la
Figura 18.- Boceto con institución144 (FIGURA 18), cuestión esta en la que participaron
un emblema o sello de la
Academia. activamente todos sus integrantes, aportándose distintos lemas y
dibujos al respecto, si bien el lema definitivo no sería adoptado hasta la aprobación de los
estatutos en 1752.
A la vez que iban desarrollándose las primeras reuniones de la Academia, surgió la
necesidad de elaborar unos estatutos con los que regirse. Por ello, el 30.07.1751, la
Academia aprobó sus estatutos que remitió a Madrid, a través del erudito sevillano Martín
de Ulloa y de la Torre-Guiral145, quien gracias a la protección de Agustín de Montiano y
Luyando146, entregó la documentación a José de Carvajal y Lancaster, Secretario de

140
Carta remitida el 24.08.1750 por Luis Germán y Ribbón a Agustín de Montiano y Luyando,
transcrita por Aguilar Piñal, op. cit 207 (1966), 80.
141
LASRASBL, Acta de 23.04.1751.
142
LASRASBL, Acta de 23.06.1751.
143
LASRASBL, Acta de 02.07.1751; cfr. Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 82; Vega y Viguera, op. cit.
207 (1998), 13.
144
LASRASBL, Acta de 09.07.1751; cfr. Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 84.
145
Admitido como académico en fecha 22.10.1751, era miembro de la Academia Universal que dio
origen a la Real Academia de la Historia el 27.05.1737.
146
Secretario de Gracia y Justicia, Director Perpetuo de la Real Academia de la Historia, fue admitido
en la Academia sevillana en fecha 21.04.1752.
112
Estado, aunque la aprobación definitiva de los estatutos habría de esperar hasta el
22.04.1752.
Por la Real Cédula de 6 de Mayo de 1752, se aprobaron los Estatutos de la institución,
compuestos de 31 artículos, basados en los que regían la Real Academia de la Historia, y
eligiendo finalmente como lema (FIGURA 19) un “olivo cargado de fruto en el centro y
la inscripción MINERVAE BAETICAE”147.
Rápidamente los académicos solicitaron la protección real, y para
ello requirieron la intermediación de Agustín de Montiano y Luyando,
en su calidad de Director Perpetuo de la Real Academia de la Historia,
quien intercedió ante José de Carvajal y Lancaster, Secretario de
Estado, para conseguir la protección de Fernando VI para la nueva
institución sevillana, cosa que consiguió mediante la Real Cédula de 11
Figura 19.-
148 Emblema oficial
de Junio de 1752 , a la vez que disponía que la Academia podía de la Real
Academia
utilizar una de los salones de los Reales Alcázares para sus juntas y Sevillana de
Buenas Letras.
conferencias semanales149.
La academia sevillana tenía como finalidad la de “facilitar los medios de la
instrucción general”, así como el perfeccionamiento de “sus individuos en el conocimiento
de las Artes, y Ciencias, con el fin de que estas lograsen por la aplicación y fomento de la
emulación recíproca sus mayores ventajas con conocido lustre de la Nación, y que todo
redundase en mayor utilidad del bien público y dela misma Patria”, siendo el objetivo
final la redacción de una “Enciclopedia universal”150.
Los fines que perseguía la Academia Sevillana, pueden resumirse en las siguientes
palabras pronunciadas en 1771 por José Rodríguez González: “desenvolver el caos de la
antigüedad, descubrir el orden legítimo de los hechos, disipar las nieblas que ofuscan la
verdad en los siglos más distantes, distinguir las ficciones que ha introducido en la serie
de los tiempos la licencia y el amor de la novedad, notas las causas de las revoluciones,
indagar las fuentes de los intereses públicos y de la común felicidad, reparar los daños
que el poco discernimiento ha producido en las ciencias, y quitar a la razón los obstáculos

147
Estatutos de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla. Imprenta de Joseph Padrino y Solís
(Sevilla 1772), reproducidos por Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 287-293; de la Vega Viguera, op. cit. 207
(1998), 15; Aguilar Piñal, Fco., “Minervae Baeticae”, en Reyes Cano, R. y Vila Vilar, E., (eds), El Mundo de
las Academias (Sevilla 2003), 165-176.
148
Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 96-99, reproduciendo la Real Cédula en la página 297.
149
Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 104-105.
150
Estatutos, op. cit. 218 (1772); Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 287-288.
113
que pueden detenerla en el camino de la verdad”151. O en estas otras pronunciadas por el
canónigo Martín Alberto de Carvajal y López el 01.06.1753: “¡Y qué hazaña más ilustre y
que más ennoblezca el carácter del estudioso que emplear sus tareas y fatigas en la
empresa gloriosa de investigar la verdad!”152.
Para lograr sus objetivos, el artículo 30 de los estatutos, disponía que “todas las obras
de la Academia, después de leídas en ella, habrán de pasar a los Revisores [Censores],
para que estos las reconozcan, revean y examinen, censuren lo que hallaren digno de
reparo; adviertan lo que no vaya conforme con las más bien recibidas opiniones, y los
defectos o errores que encontrasen”153.
Los objetivos y métodos de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras se inspiran
en “los de las demás academias europeas, especialmente en la de Inscripciones de Paris”,
ya que ambas tenían la misma finalidad, contribuir “al honor de la Nación, [a] la
ilustración de la Patria, y adelantamiento de sus Buenas Letras”154.
Aparte de su semejanza a la Académie des Inscriptions et Belles Lettres (Paris), la
Sevillana de Buenas Letras también tuvo una estrecha relación con la Real Academia de la
Historia, de la que copió sus estatutos, reglamentos y cargos. Prueba de ello fue la rápida
admisión, como académico, de su director Agustín de Montiano y Luyando155.
También tenía relaciones con diversas academias italianas, y eran conocedores de su
modo de funcionamiento, gracias al viaje realizado por el fundador Francisco Lasso de la
Vega156. Tuvieron relación con la Academia Valenciana fundada en 1743 por Gregorio
Mayans, quien remitió a José Cevallos y Ruiz de Vargas, otro de los fundadores, una “idea
de la Academia que vmd. quiere”, ante su solicitud de una copia de las estatutos o
“constituciones académicas” de la de Valencia157.
No nos extendemos aquí sobre la vida interna de la Academia, ni sobre las diversas
categorías y atribuciones de sus miembros, así como de sus cargos dirigentes, que fueron

151
Oración Gratulatoria de José Rodríguez González de 15.02.1771. ARASBL. Tomo X. Mss. 25-1-12;
Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 193.
152
Carvajal y López, Martín Alberto de, Disertación sobre las Ventajas que puede sacar la religión del
buen uso de la Crítica. ARASBL. Mss. 25-1-4. Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 194.
153
Estatutos, op. cit. 218 (1772); Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 195 y 292.
154
MemRASevilla Tomo I (1773), IV; Mora, G., “Las Academias españolas y la arqueología en el siglo
XVIII: el modelo francés”, en Mora y Díaz-Andréu, op. cit. 128 (1997), 40.
155
Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 119-122.
156
Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 41 y 78.
157
Carta de Gregorio Mayans y Siscar a José de Cevallos y Ruiz de Vargas, fechada en Oliva el
29.11.1749 y Carta de Gregorio Mayans y Siscar a José de Cevallos y Ruiz de Vargas, fechada en Oliva el
20.06.1750, BN Mss. 10350; cfr. Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 78-79.
114
copiados de la Real Academia de la Historia, temas todos ellos que han sido perfectamente
estudiados por Francisco Aguilar Piñal.
Si haremos mención a la categoría a la que pertenecieron los principales personajes.
Aparte de los fundadores, integraron la categoría de Numerarios varios personajes de la
vida política local y nacional y eruditos de reconocido mérito, como Montiano o Pérez
Bayer, quienes ingresaron directamente en esta categoría.
Otros alcanzaron la consideración de Numerarios tras ingresar como Honorarios y
pasar por los Supernumerarios, como el médico Antonio Santaella y Cándido Trigueros,
Sebastián de la Tejera y Riosoto, Joaquín Cid y Carrascal y Bartolomé Cabello,
pertenecientes al estamento eclesiástico.
Otros ingresaron en la categoría de Honorarios, y posteriormente pasaron a la de
Supernumerarios, como son Tomás Antonio Sánchez, Juan Pablo Forner, Alberto Lista y
José María Blanco y Crespo.
Otros solamente pertenecieron a la categoría de Honorarios, como Guillermo Tyrry,
Bernardo de Estrada, Tomas Andrés de Gusseme, Manuel Trabuco y Belluga, José Nicolás
de Azara y Pereira, Fernando José López de Cárdenas, Tomás López de Vargas, Antonio
Capmany y Montpalau y Tomás González Carvajal, por citar sólo algunos ejemplos.
Si nos interesa, por el contrario, la extracción social de sus miembros, procedentes de
diversos ámbitos políticos y sociales:
- el grupo más numeroso de académicos procedía de la vida religiosa, y como
muestra basten los ejemplos de Fernando José López de Cárdenas, Cándido María
Trigueros de Lara o Antonio Jacobo del Barco y Gasca158;
- de la vida política local procedían Pedro López de Lerena, Asistente de Sevilla, y
Francisco de Bruna y Ahumada, Oidor Decano de la Audiencia de Sevilla;
- de la vida política nacional procedían José Moñino, Conde de Floridablanca,
Pedro Rodríguez de Campomanes, Gaspar Melchor de Jovellanos o Manuel de Godoy,
Príncipe de la Paz;
- miembros de la clase media o burguesía, como Livino Leyrens y Peellart, Tomás
Andrés de Gusseme o Antonio Santaella.

158
Beltrán Fortes, J., “El estamento eclesiástico en la historia de la Arqueología española del Antiguo
Régimen (siglos XVI-XVIII)”, en Beltrán Fortes, J. y Belén Deamos, Mª (Eds.), El Clero y la Arqueología
Española (Sevilla 2003), 24-27.
115
- miembros de otras instituciones, como Agustín de Montiano y Luyando, Tomás
López de Vargas Machuca o Antonio de Capmany y Montpalau, pertenecientes a la Real
Academia de la Historia.
- personas que se habían distinguido por su erudición y por diversos trabajos
relacionados con los temas objetos de estudio de la Academia, como Guillermo Tyrry,
Marqués de la Cañada, Tomás Andrés de Gusseme, Francisco Pérez Bayer o Juan Pablo
Forner.
De la extracción social de sus miembros, puede decirse que la protección real con que
contaba la Academia, actúo como un imán para las clases sociales más elevadas de Sevilla,
que rápidamente quisieron militar en sus filas, a pesar de que su aportación, salvo contadas
excepciones, a la vida intelectual de la Academia fue siempre bastante escasa.
De entre la nómina de los miembros de la Academia, quisiera resaltar la ausencia de
dos personalidades importantes en la Sevilla de la segunda mitad del XVIII, uno en el
ámbito civil y otro en el ámbito eclesiástico.
En primer lugar, Miguel de Espinosa Maldonado de Saavedra y Tello de Guzmán,
Conde del Águila, una de las personas más influyentes de la ciudad, y poseedor de
colecciones numismáticas y de una importante biblioteca de manuscritos, nunca llegó a
formar parte de la Academia, pese a las gestiones realizados para ello, y del importante
papel que jugó en la fundación de la institución y, posteriormente, en el desarrollo de sus
labores, al prestar su gran biblioteca para que los miembros de la Academia pudieran
consultar manuscritos y obras.
En segundo lugar, también cabría destacar la ausencia en la institución de Patricio
Gutiérrez Bravo, sujeto de importante erudición, poseedor de una importante colección
numismática, y que nunca llegó a pertenecer a la institución, a pesar de remitir ejemplares
de sus obras a la Academia en Septiembre de 1764159 y el 22 de Noviembre de 1771160.
Los miembros de la Real Academia debían exponer, semanalmente, un tema ante el
resto de sus compañeros, que luego debían ser sometidos a censura. Para esas

159
LASRASBL, Acta de Septiembre de 1764: “El Sr. Gutiérrez Bravo, Don Patricio (Cura del Arahal), lee la
Disertación Noticia Geográfico-Histórica de una Inscripción Romana, descubierta en el término de la Villa del Arahal”.
160
LASRASBL, Acta de 22.11.1771: “El Sr. Leyrens como Secretario dio entrada a un Papel nuevamente
impreso en esta Ciudad intitulado La Antigua Saepona Restituida a su verdadero sitio, que lo envía el Sr. Don Patricio
Gutiérrez Bravo- Cura del Arahal”.
116
exposiciones, optaron por las disertaciones, especie de tratados científicos o eruditos en
miniatura, de carácter monográfico y, preferentemente oral161.
La temática tratada en las disertaciones fue muy variada162, si bien una pequeña parte
se han conservado hasta el momento presente en el archivo de la institución, continuando
en la actualidad inéditas. Muchas de ellas, dada lo interesante o la actualidad de su estudio,
fueron leídas en numerosas ocasiones, incluso después del fallecimiento de su autor, como
son los ejemplos de muchas disertaciones de Livino Ignacio Leyrens.
Estas disertaciones eran expuestas cuando el individuo era admitido como miembro de
la Academia, o bien a requerimiento de ésta. La Academia, orientó inicialmente sus
estudios hacia los temas relacionados con la Historia Eclesiástica, debido a la
preponderancia de miembros procedentes de este estamento, y por ser también las personas
más instruidas.
A partir de la publicación del primer tomo de las Memorias Literarias, en 1773, se
produce una profunda inflexión en la orientación de las disertaciones, pues casi todas se
centran en los aspectos de historia civil y, ya casi al final del XVIII, en la aparición de un
importante número de disertaciones relativas al mundo de las antigüedades. Junto a ellos
también hay exposiciones relativas a temas médicos o científicos.
Al objeto del presente trabajo, los temas que nos interesan pueden dividirse en los
siguientes apartados:

1.- Historia Eclesiástica: a este grupo pertenecen, mayoritariamente, las


primeras disertaciones expuestas en la Academia. En este apartado, se encuentra una
temática variada que abarca las materias doctrinales, la disciplina eclesiástica y la
investigación histórica.
Sin embargo, la aparición de la obra del Padre Flórez, sobre la Iglesia de Sevilla, en la
que negaba la primacía de la sede episcopal hispalense, produjo un fuerte rechazo entre los
miembros de la institución, que rápidamente abordaron esta temática en numerosas
ocasiones163.

161
Álvarez de Miranda, P., “Ensayo”, en Aguilar Piñal, op. cit. 1 (1996), 296; Sánchez-Blanco, Fco.,
“Las primeras disertaciones de los académicos sevillanos”, en Reyes y Vila, op. cit. 218 (2003), 189-208.
162
Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 319-337; Carracedo, Mª. T., Disertaciones leídas en la Real
Academia Sevillana de Buenas Letras: 1751-1874 (Sevilla 1974).
163
Flórez, op. cit. 19, Tomo IX (Madrid 1752); cfr. Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 254-258.
117
A este apartado pertenecerían las siguientes disertaciones: Primacía de la Iglesia
Sevillana de Alonso Carrillo Aguilar164; La venida y predicación de Santiago en España
de Francisco de Paula Barquero165; El primer siglo de la Iglesia de Luis Germán y
Ribbón166; La venida del apóstol San Pablo a España de Miguel Sánchez López167;
Estudio del Concilio Niceo de Francisco de Paula Barquero168; La obra del Padre Flórez
de Luis Germán y Ribbón169; Antigüedad del templo de San Nicolás de Francisco Lasso de
la Vega170; Legitimidad del título de Patriarcal que usa la Catedral de Sevilla de Diego
Alejandro de Gálvez171; Local primitivo de la Catedral de Sevilla de Luis Germán y
Ribbón172; Sobre las reliquias del Sacromonte de Cristóbal Medina Conde173; La religión
de los antiguos españoles de Cándido María Trigueros174; Memoria sobre las deidades de
la antigua España de Cándido María Trigueros175; Los falsos cronicones por Antonio
Jacobo del Barco y Gasca176; Habitantes antidiluvianos de España por Antonio Jacobo del
Barco y Gasca177 y la disertación titulada Antigüedad de la Religión cristiana en España
Antonio Jacobo del Barco y Gasca178.

2.- Historia Profana: en este apartado, se disertaron sobre los siguientes temas:
La población de España de Livino Ignacio Leyrens y Peellart179; Noticia histórica de la
Torre de Quatroavitan de Alonso Carrillo y Aguilar180; Sobre la utilidad de la Historia de
Marcos Keating181, y la disertación titulada Compendio de los Anales de Zúñiga por Luis

164
LASRASBL, Acta de 23.04.1751.
165
LASRASBL, Acta de 14.05.1751.
166
LASRASBL, Acta de 02.06.1751.
167
LASRASBL, Acta de 11.06.1751.
168
LASRASBL, Acta de 15.10.1751.
169
LASRASBL, Acta de 11.01.1754.
170
LASRASBL, Acta de 18.01.1754.
171
LASRASBL, Acta de 23.09.1757.
172
LASRASBL, Acta de 04.11.1757.
173
LASRASBL, Acta de 08.02.1760.
174
LASRASBL, Acta de 02.10.1767.
175
LASRASBL, Acta de 23.10.1767.
176
LASRASBL, Acta de 09.01.1794.
177
LASRASBL, Acta de 22.05.1794.
178
LASRASBL, Acta de 23.10.1767.
179
LASRASBL, Acta de 17.03.1752.
180
LASRASBL, Acta de 09.12.1752.
181
LASRASBL, Acta de 22.06.1759.
118
Germán y Ribbón182, expuesta nuevamente, tras la muerte de su autor183, bajo el título
Adición a los Anales de Sevilla de Zúñiga de Luis Germán y Ribbón184.

3.- Geografía Histórica: la ubicación geográfica de las localidades mencionadas


por los autores grecorromanos, así como su identificación con las ciudades actuales fue
uno de temas más tratados por los miembros de la Academia.
Esto no era una cuestión nueva, ya que esto era uno de los temas tratados en los
trabajos de erudición realizados en el Renacimiento y en el Humanismo, y baste solamente
el ejemplo de la obra de Rodrigo Caro185, con quien los académicos se sentían muy
identificados y continuadores de su obra.
Los principales trabajos en este área fueron los siguientes: Elementos de Geografía de
José Cevallos Ruiz de Vargas186; Disertación preliminar para la Geografía de Juan
Sánchez Reciente187; Situación de la antigua Carcesa de Fray Juan de Cuenca y
Romero188; Necesidad de la Geografía para la Historia de Manuel del Olmo189; Sobre el
sitio de la antigua Tartessos de Livino Ignacio Leyrens y Peellart190; Antiguos Pueblos de
la Beturia Céltica de Manuel Trabuco y Belluga191; Reflexiones geográficas sobre
antigüedades de la Bética de Tomás Andrés de Gusseme192; La voz Poley aplicada a la
villa de Aguilar por Fernando José López de Cárdenas193; El Tarsis de las flotas de
Salomón por Antonio Jacobo del Barco y Gasca194; La antigua ciudad de Canaca, en la

182
LASRASBL, Acta de 10.03.1764.
183
LASRASBL, Acta de 19.09.1783.
184
Germán y Ribbón, Luis, Crónica de Sevilla de 1756 a 1783 (Sevilla 1783). AMS Sección IX, Tomo
14(4º)/1 y 14(4º)/3.
185
Caro, R., Antigüedades y principado de la ilustrísima ciudad de Sevilla y Chorografía de su
convento jurídico o antigua Chancillería (Sevilla 1634).
186
LASRASBL, Acta de 28.04.1751.
187
LASRASBL, Acta de 28.04.1752.
188
LASRASBL, Acta de 18.04.1755; Cuenca Romero, Fray Juan de, Disertación sobre la situación de la
antigua Carcesa (Sevilla 1755). ARASBL, Tomo V Disertaciones (fols. 241-258).
189
LASRASBL, Acta de 26.09.1755.
190
LASRASBL, Acta de 18.11.1757; Leyrens y Peellart, Livino, Disertación sobre el sitio moderno de la
antigua Tartessos (Sevilla 1757). ARASBL Tomo II Disertaciones (fols. 141-149) y AMS Sección XI, Tomo
14(4º)/6.
191
LASRASBL, Acta de 20.01.1758; Trabuco y Belluga, Manuel, Disertación sobre antiguos pueblos de
la Bética Céltica (Málaga 1758). ARASBL Tomo VI Disertaciones (fols. 1-8).
192
LASRASBL, Acta de 11.06.1762.
193
LASRASBL, Acta de 22.09.1764; López de Cárdenas, Fernando José, Disertación sobre el nombre de
Polei, aplicado a la villa de Aguilar (Montoro 1764). ARASBL Tomo VIIII Disertaciones (fols. 206-208).
194
LASRASBL, Acta de 13.10.1775; Barco y Gasca, Antonio Jacobo del, Problema histórico geográfico
sobre si fue la Bética el Tarsis de las flotas de Salomón (Huelva 1775). ARASBL Tomo XI Disertaciones
119
Turdetania por Antonio Jacobo del Barco y Gasca195; Sobre el sitio de la antigua Asido
Cesarina, deducido por una inscripción hallada en Medina Sidonia de Joaquín del Cid
Carrascal196; La Beturia vindicada por Miguel Ignacio Pérez Quintero197; Tarsis por
Antonio Jacobo del Barco y Gasca198, y la relectura de la disertación Sobre el Retrato
Natural y político de la Bética por Antonio Jacobo del Barco y Gasca199.

4.- Epigrafía: las inscripciones eran uno de los temas favoritos de los eruditos
desde el Renacimiento, y la Academia no fue ajena a este tema, que tanto entroncaba con
lo que se entendía por anticuario, es decir, una persona entregado a coleccionar objetos
antiguos, más por su valor documental que por su valor estético.
Entre los miembros de la institución existían personalidades muy versadas en cuento a
epígrafes griegos, romanos, púnicos y hebreos, pero, al igual que en el resto de las
instituciones culturales, muy pocas personas valoraran los epígrafes islámicos, y entre los
académicos sevillanos, se interesa por ellos José Cevallos y Ruiz de Vargas.
Además, varios de los miembros de la Academia Sevillana, como Livino Ignacio
Leyrens o José del Hierro, estuvieron en contacto con los principales eruditos de la
epigrafía española y andaluza, mientras que otros, como el propio Livino Ignacio Leyrens
o Luis Germán y Ribbón, prestaron a Luis José Velázquez de Velasco para la realización
de su Viaje Oficial. Otros, sin embargo, informaron a la Academia de la Historia de la

(fols. 42-70); cfr. Fombuena Filpo, V., “Antonio Jacobo del Barco: las Casitérides”, en Gascó, F. y Beltrán, J.
(Eds) La Antigüedad como Argumento II. Historiografía de Arqueología e Historia Antigua en Andalucía
(Sevilla 1995), 201-227.
195
LASRASBL, Acta de 06.02.1764.
196
LASRASBL, Acta de 04.06.1790; Cid Carrascal, Joaquín, Disertación sobre el sitio de la antigua
Asido Caesarina, deducido de una inscripción hallada en Medina Sidonia (Sevilla 1790). ARASBL Tomo
XV Disertaciones (fols. 164-175).
197
LASRASBL, Acta de 05.10.1792; Pérez Quintero, Miguel Ignacio, Disertación sobre la Beturia o
ilustración crítica de su tierra, con la noticia de algunas de sus ciudades (Sevilla 1792). ARASBL Tomo
XVI Disertaciones (fols. 52-118); Pérez Quintero, Miguel Ignacio, La Beturia vindicada, o ilustración crítica
de su tierra, con las noticias de alguna de sus ciudades e islas (Sevilla 1794). Imprenta de Vázquez y
compañía; cfr. Lara Ródenas, M.J. de, Un heterodoxo en la Huelva de la Ilustración: Miguel Ignacio Pérez
Quintero (Huelva 1995).
198
LASRASBL, Acta de 14.02.1794.
199
LASRASBL, Acta de 31.03.1797. La obra fue originariamente escrita en 1762, cfr. Barco y Gasca,
Antonio Jacobo del, Retrato al natural y político de la Bética antigua, o colección curiosa de los más
célebres testimonios y pasajes de los autores geógrafos antiguos que hablan de esta provincia (Sevilla 1762).
Las actas hacen referencia a la edición de 1797 por parte de la Sociedad Patriótica Sevillana, cfr. Barco y
Gasca, Antonio Jacobo del “Retrato al natural y político de la Bética antigua, o colección curiosa de los más
célebres testimonios y pasajes de los autores geógrafos antiguos que hablan de esta provincia” Memorias de
la Sociedad Patriótica de Sevilla II (1797), I-CLIX; Fombuena Filpo, V., “Antonio Jacobo del Barco: un
clérigo andaluz del siglo XVIII”, en Beltrán y Belén, op. cit. 229 (2003), 33-48
120
aparición de diversas inscripciones, como son los casos de Luis Germán y Ribbón200,
Tomás Andrés de Gusseme201 o Cándido María Trigueros202.
Las principales disertaciones pertenecientes a este apartado son las siguientes: La basa
descubierta en Sevilla con dedicatoria al Emperador Flavio Valerio Constancio de
Francisco Lasso de la Vega203, Versión de la lápida hebrea del sepulcro de San Fernando
de Tomás Antonio Sánchez204; Explicación de un monumento hallado en el Palacio de
Medinaceli de Livino Ignacio Leyrens y Peellart205; Sobre una lápida plúmbea descubierta
en Granada de Cristóbal Medina Conde206; Nuevas inscripciones descubiertas en Granada
de Juan de Flores y Oddouz207; Sobre una inscripción mitológica de Cándido Maria
Trigueros208; Desconfianzas críticas sobre monumentos descubiertos en la Alcazaba de
Granada de Tomás Andrés de Gusseme209; Inscripción romana hallada en Alcalá del Río
de Sebastián Antonio de Cortés210; Interpretación de una inscripción hebrea de la Puerta
de la Campanilla, en la Catedral de Sevilla, por Cándido María Trigueros211; Una

200
Germán y Ribbón, Luis, Inscripciones de Sevilla enviadas por D. Luis Germán y Ribón y D. José
Cevallos a la Academia de la Historia. ARAH. Mss. 9/3940.
201
Gusseme, Tomás Andrés de, Dos inscripciones remitidas a la Academia de la Historia. ARAH. Mss.
9/3940.
202
Trigueros de Lara, Cándido María, Copia de lápidas e inscripciones romanas, entre ellas una del
Municipio Muniguense y otras de la Bética. ARAH Mss. 9/3940; Trigueros de Lara, Cándido María,
Inscripciones que se hallan en varios puntos de España. ARAH Mss. 9/6057.
203
LASRASBL, Acta de 10.11.1752; Lasso de la Vega, Francisco, Lección sobre una inscripción antigua
de dedicación de estatua (Sevilla 1752). BN Mss. 20287(18 y 40); Lasso de la Vega, Francisco, “Extracto de
la disertación escrita con motivo de una inscripción antigua descubierta en Sevilla (10 de Noviembre de
1752), a Flavio Valero Constancio” MemRASevilla I (1773), 67-96.
204
LASRASBL, Acta de 12.01.1753.
205
LASRASBL, Acta de 25.04.1755; Leyrens y Peellart, Livino Ignacio, Explicación de un monumento
antiguo hallado en el Palacio de Medinaceli de Sevilla (Sevilla 1755). ARASBL Tomo I Disertaciones (fols.
58-77).
206
LASRASBL, Acta de 06.02.1756.
207
LASRASBL, Acta de 27.02.1756.
208
LASRASBL, Acta de 30.06.1758.
209
LASRASBL, Acta de 10.10.1760; Gusseme, Tomás Andrés de, Desconfianzas críticas sobre algunos
monumentos de antigüedad, que se suponen descubiertos en Granada en las excavaciones de su Alcazaba
desde el año 1753 (Sevilla 1760). ARAH Mss. 9/4027. Sobre la importancia de los estudios epigráficos de
Gusseme, ver Fombuena Filpo, V., “Tomás Andres de Gusseme: una muestra de su aportación epigráfica a la
historia andaluza en el Siglo XVIII”, Revista de Estudios Locales 5 (1994), 33-36; Fombuena Filpo, V. “De
Epigrafía en el Siglo XVIII andaluz”. Espacio y Tiempo 13 (1999), 125-138; Remesal Rodríguez, J.,
“Cuatrocientos años de historia e historiografía a través de la inscripción C. Iuventus Albinus (CIL II 1054).
La labor de Thomas Andres de Gusseme en Lora del Río”. Gerión 16 (1998), 223-253.
210
LASRASBL, Acta de 16.05.1767.
211
LASRASBL, Acta de 12.06.1772; Trigueros, Cándido María, “Explicación de una inscripción hebrea
que está en la Puerta que llaman de la Campanilla de la Santa Patriarcal Iglesia”. MemRASevilla I (1773),
283-305.
121
inscripción romana existente en Carmona (FIGURA 20) por Cándido María Trigueros212;
Inscripción a Ceres descubierta en Carmona de Cándido María Trigueros213; Inscripción a
Isis en la Casa de Pilatos por Livino Ignacio Leyrens y Peellart214; Falsedad de las
inscripciones y descubrimientos en la Alcazaba de
Granada por Francisco Pérez Bayer215; Sobre una
inscripción romana de Livino Ignacio Leyrens y
Peellart216; Inscripción sacada nuevamente de la
piedra de la Casa de Pilatos de Sebastián de la
Tejera y Riosoto217; Utilidad de las inscripciones y
lápidas por Luis Francisco de Fortris218;
Explicación de una inscripción del Tomo I de
Figura 20.- Inscripción romana encontrada
bajo la Torre Parroquial de la Iglesia de Memorias por Martín de Ulloa y Sousa y de la Torre-
Santa María de Carmona (Sevilla), según
C.M. Trigueros
Guiral219; Carta con la interpretación literal de las
inscripciones hebreas de la lámina cuarta del Tomo I de Memorias por Tomás Antonio
Sánchez220; Explicación de una lápida hallada en Alcalá del Río de Martín de Ulloa y
Sousa y de la Torre-Guiral221; Lápida descubierta en Vejer por Fray Francisco Ossorio222;
Explicación de una lápida encontrada en Itálica por Antonio Santaella223; Sobre una

212
LASRASBL, Acta de 18.09.1772.
213
LASRASBL, Acta de 03.03.1775; Trigueros, Cándido María, Disertación explicando una inscripción
romana que existió en Carmona. Leída el 18 de Septiembre de 1772 en la Academia Sevillana de Buenas
Letras (Sevilla 1772). ARASBLTomo XII Disertaciones (fols. 115-128); Trigueros, Cándido María,
“Explicación de una inscripción romana existente en Carmona, atribuído por el célebre Muratori a Sevilla”.
MemRASevilla I (1773), 264-282.
214
LASRASBL, Acta de 19.12.1777; Leyrens y Peellart, Livino Ignacio, Explicación a una inscripción
que se halla en una basa del jardín de los excelentísimos señores de Alcalá, a quien se la regaló el Marqués
de Estepa, don Adán Centurión, que la hizo traer de Acci, pueblo antiguo de la isla de Córcega (Sevilla
1755). ARASBL Tomo II Disertaciones (fols. 117-124).
215
LASRASBL, Acta de 08.03.1782.
216
LASRASBL, Acta de 04.10.1782.
217
LASRASBL, Acta de 29.11.1782.
218
LASRASBL, Acta de 24.01.1783.
219
LASRASBL, Acta de 21.05.1784.
220
LASRASBL, Acta de 17.09.1784.
221
LASRASBL, Acta de 12.05.1786.
222
LASRASBL. Acta de 23.03.1787: “Fray Francisco Ossorio, comienza a leer una Disertación sobre la Lápida
descubierta en Vejer que contiene unas Inscripciones”, y en el Acta de 09.11.1787, “Fray Francisco Ossorio, continúa
y termina de leer una Disertación sobre la Lápida descubierta en Vejer que contiene unas Inscripciones”; cfr. Romero de
Torres, E., “Inscripciones romanas y visigodas de Medinasidonia, Cádiz y Vejer de la Frontera”. BRAH LIV-
2 (1909), 89-103.
223
LASRASBL, Acta de 22.05.1789.
122
inscripción de Tiberio Claudio de Antonio Santaella224; Sobre dos inscripciones halladas
en Utrera por Antonio Santaella225; Lápida sepulcral encontrada en Salteras por Antonio
Santaella226; Dos inscripciones de Itálica por Antonio Santaella227; Inscripciones de César
Augusto en el Tomo I de las Memorias por Antonio Santaella228; Una inscripción romana
hallada en Tejada de Antonio Santaella229; Dos lápidas halladas en Ubrique por Mariano
Páez Chacón230; Lápida de San Hermenegildo en la Cartuja de Sevilla por Mariano Páez
Chacón231; Lápida encontrada en Almodóvar del Río por Antonio Leal232 y, finalmente, la
disertación titulada Inscripciones de la villa de Ximena de Miguel del Olmo233.

5.- Numismática: las monedas y medallas eran uno de los temas predilectos de
los académicos, por la importancia que concedían a la ubicación de las ciudades, y por las
colecciones que algunos de ellos llegaron a reunir. En este apartado destacan Tomás
Andrés de Gusseme234, Francisco de Bruna y Ahumada235, Cándido María Trigueros236 y,
especialmente, Livino Ignacio Leyrens y Peellart.
Las principales disertaciones sobre este tema son las siguientes: Sobre las medallas de
Livino Ignacio Leyrens y Peellart237; Las monedas antiguas de la Bética de Livino Ignacio

224
LASRASBL, Acta de 05.02.1790.
225
LASRASBL, Acta de 14 .05.1790; Santaella, Antonio, Disertación sobre dos inscripciones halladas
en Utrera (Sevilla 1790). ARASBL Tomo XV Disertaciones (fols. 36-41).
226
LASRASBL, Acta de 15.10.1790; Santaella, Antonio, Disertación explicando una lápida sepulcral
hallada en la villa de Salteras a espaldas del púlpito de la iglesia y que al parecer es del siglo VII (Sevilla
1790). ARASBL Tomo XV Disertaciones (fols. 198-208).
227
LASRASBL, Acta de 05.11.1790.
228
LASRASBL, Acta de 13.05.1791.
229
LASRASBL, Acta de 17.06.1791; Santaella, Antonio, Memoria sobre la verdadera inteligencia de
una inscripción romana contenida en una lápida hallada en el sitio de Tejada y conducida a las Casas
Capitulares de Sevilla (Sevilla 1791). ARASBL, Tomo XV Disertaciones (fols. 281-289).
230
LASRASBL, Acta de 11.12.1795; Descripción de varias antigüedades halladas en la villa de Ubrique
en el año de 1798. ARAH Mss. 9/5951; cfr. Córnide, op. cit. 102, 11-15.
231
LASRASBL, Acta de 20.05.1796.
232
LASRASBL, Acta de 17.05.1799.
233
LASRASBL, Acta de 08.11.1805.
234
Gusseme, Tomás Andrés de, Diccionario Numismático (Madrid 1773). 6 Vols. Imprenta Ibarra.
235
Bruna y Ahumada, Francisco de, Discurso sobre la medalla inédita de Sex, municipal de Sevilla
(Sevilla 1762), AMS Sección XI, Tomo 14(4º)/9.
236
Trigueros de Lara, Cándido María, “Memoria de varias inscripciones, sellos y monedas inéditas
pertenecientes a la Bética, cuyas copias y dibujos, con la noticia de su descubrimiento y actual existencia, han
sido presentados a la Academia a consecuencia de su particular encargo y comisión”. MemRASevilla I
(1773), 315-321.
237
LASRASBL, Acta de 28.04.1751.
123
Leyrens y Peellart238; Utilidad de las medallas para la
Historia de Juan Sánchez Reciente239; Sobre una moneda del
Emperador Nerva de Livino Ignacio Leyrens y Peellart240;
Medallas antiguas de Córdoba de Livino Ignacio Leyrens y
Peellart241; Explicación de una moneda de Nerva por Livino
Ignacio Leyrens y Peellart242; Monedas antiguas de la Bética
por Livino Ignacio Leyrens y Peellart243 y la disertación
conteniendo una Carta sobre la inteligencia de unas monedas
árabes por Antonio Cossio244.
6.- Arqueología: en parte relacionada con la anterior,
ya que los hallazgos arqueológicos y monumentos servirían

Figura 21.- Atlas hallado en


para corroborar la ubicación de las antiguas ciudades. Las
Las Cabezas de San Juan
(Sevilla), según Fco. de Bruna principales disertaciones de este tema son las siguientes:
Antigüedad de Itálica e Hispalis de Alonso Carrillo y
Aguilar245; Sobre el Municipio Muniguense en la Bética de Sebastián Antonio de
Cortés246; Antigüedad de las columnas de la Alameda de Hércules de Francisco de
Céspedes Espinosa247; Antigüedad de la villa de Lora de Tomás Andrés de Gusseme248;
Monumento romano descubierto en Las Cabezas de San Juan (FIGURA 21) por Francisco

238
LASRASBL, Acta de 15.12.1752; Leyrens y Peellart, Livino, Disertación sobre las medallas de la
Provincia de la Bética (Sevilla 1752). ARASBL Tomo III Disertaciones (fols. 313-331), AMS Sección XI,
Tomo 14(4º)/1, posteriormente publicado en MemRASevilla II (1843), 271-314.
239
LASRASBL, Acta de 02.03.1753; Sánchez Reciente, Juan, Disertación sobre las ventajas que saca la
Historia del estudio de las medallas antiguas (Sevilla 1753). ARASBL Tomo IV Disertaciones (fols. 74-83).
240
LASRASBL, Acta de 18.04.1761; Leyrens y Peellart, Livino, Disertación sobre una moneda del
Emperador Nerva (Sevilla 1761). AMS Sección XI, Tomo 14(4º)/7.
241
LASRASBL, Acta de 01.10.1762; Leyrens y Peellart, Livino, Disertación sobre la aplicación de dos
medallas antiguas de Córdoba para la ilustración de su historia (Sevilla 1762). ARASBL Tomo VIII
Disertaciones (fols. 60-67).
242
LASRASBL, Acta de 23.01.1778.
243
LASRASBL, Acta de 13.02.1778.
244
LASRASBL, Acta de 07.03.1783.
245
LASRASBL, Acta de 13.12.1754; Carrillo y Aguilar, Alonso, Parte de una disertación de Alonso
Carrillo respondiendo a otra que sin nombre de autor publicó D. José Pardo de Figueroa sobre el nombre y
fundación de Itálica y Sevilla. ARAH Mss. 9/5996 (fols. 117-128).
246
LASRASBL, Acta de 26.03.1757; Cortés, Sebastián Antonio de, y Cuentas Zayas, José de las,
“Noticias de dos inscripciones anécdotas en que se hace memoria de un municipio antiguo llamado
Muniguense”. MemRASevilla I (1773), 171-227.
247
LASRASBL, Acta de 30.09.1757.
248
LASRASBL, Acta de 02.06.1758; Gusseme, Tomás Andrés de, Disertación sobre la antigüedad de la
villa de Lora del Río de Andalucía. Noticia de su estado presente y de los vestigios que mantiene desde la

124
de Bruna y Ahumada249; Memorias Antiguas de la Bética de Fernando José López de
Cárdenas250; Otro discurso sobre antigüedades de la Bética de Fernando José López de
Cárdenas251; Retractaciones y adiciones a las dos memorias sobre las antigüedades de la
Bética por Fernando José López de Cárdenas252; Vida del Anticuario D. Juan Fernández
Franco por Fernando José López de Cárdenas253; Adorno que hay en un espacio que se
descubrió junto a Santiponce de Francisco de Bruna y Ahumada254; Premio de su obra
sobre las investigaciones de la antigüedad por Francisco Pérez Bayer255; Itálica,
Santiponce y Buenavista por Antonio Santaella256; Importancia del estudio de las
Antigüedades por Sebastián de la Tejera y Riosoto257; Importancia del conocimiento de los
monumentos antiguos por Fray Juan Ramón González258 y la disertación titulada
Importancia del estudio de las Antigüedades por Sebastián de la Tejera y Riosoto259.

Aparte de las disertaciones, la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, llevo a cabo
otras realizaciones, entre las que podemos destacamos las siguientes:
1.- La formación de un Monetario. Desde su fundación, la Academia dedicó
especialmente su atención a la realización de este cometido, que fue enriquecido
principalmente por las colecciones numismáticas donadas por Antonio Jacobo del Barco y

época de los romanos y de los Gentiles. ARASBL Tomo IV Disertaciones (fols. 103-139), AMS Sección XI,
Tomo 14(4º)7/13; Gusseme, op. cit. 177.
249
LASRASBL, Acta de 16.10.1772; Bruna y Ahumada, Francisco de, “Noticia y Explicación de un
monumento antiguo Romano descubierto en la Villa de las Cabezas de San Juan, del Arzobispado de
Sevilla”. MemRASevilla I (1773), 306-315.
250
LASRASBL, Acta de 20.11.1772; López de Cárdenas, Fernando José, Memorias antiguas de algunas
poblaciones de la Bética, de su topografía y de inscripciones inéditas o erradas que, con observaciones y
notas ofrece a la Muy Ilustre Real Academia de Buenas Letras de Sevilla D. Fernando José López de
Cárdenas, miembro honorario de su Real Cuerpo y cura de Montoro. 2 vols. (Córdoba 1772-1773).
251
LASRASBL, Acta de 03.12.1773.
252
LASRASBL, Acta de 27.10.1775.
253
LASRASBL, Acta de 08.11.1775; López de Cárdenas, Fernando José, Franco ilustrado. Notas a las
obras manuscritas del insigne anticuario Juan Fernández Franco: en las que se corrigen, explican y añaden
muchos lugares, para instrucción de los aficionados a las buenas letras. Por don Fernando José López de
Cárdenas, cura de la villa de Montoro. Trata de la Demarcación de la Betica antigua, sus límites, gentes,
rios, montes, pueblos y antigüedades ya desconocidas por el prolapso de los siglos, con la vida del
Licenciado Franco. Parte I: Córdoba (Córdoba 1775).
254
LASRASBL, Acta de 14.12.1781.
255
LASRASBL, Acta de 11.10.1782.
256
LASRASBL, Acta de 18.04.1788.
257
LASRASBL, Acta de 25.04.1788; Tejera y Riosoto, Sebastián de la, Disertación sobre la importancia
del estudio de las antigüedades (Sevilla 1788). ARASBL Tomo II Disertaciones (fols. 80-92).
258
LASRASBL, Acta de 01.10.1790.
259
LASRASBL, Acta de 17.10.1794.
125
Gasca260, en 1782, y por Francisco de Bruna y Ahumada261, en 1796, y las procedentes del
legado testamentario de Luis Germán y Ribbón, en 1798262.
2.- La Academia, poseedora de otras antigüedades que le habían remitido algunos
de sus miembros como los señores Blanco, Llorente, del Barco, Masdeu y Valvidares263,
intentó crear su propio Museo de Antigüedades en las dependencias que la institución
ocupaba en los Reales Alcázares de Sevilla.
La idea de los académicos era que este museo conviviese con las colecciones reunidas,
en nombre del rey, Francisco de Bruna y Ahumada264, quien había reunido varios moldes
de estatuas mandados de Madrid, junto a otras estatuas, relieves, mármoles e inscripciones
procedentes de Itálica y otros puntos de Andalucía.
3.- La formación de una biblioteca especializada fue una de las preocupaciones de
los académicos. Ante la falta de fondos, que posibilitasen la adquisición de libros, la
biblioteca se nutrió principalmente de las donaciones reales265 y de los fondos personales
de los propios miembros de la institución, como Luis Germán y Ribbón, Jacobo Alejandro
del Barco o Fernando José López de Cárdenas266.
Otra manera de acrecentar la biblioteca, fue la obtención de “licencia por parte del Sr.
Inquisidor, para que los Académicos puedan tener y leer libros prohibidos, a cuyo fin
había dado el correspondiente memorial. Esta regalía produjo en la Academia la más
completa satisfacción”267.
La expulsión de los jesuitas dio a la Academia Sevillana la posibilidad de formar una
propia biblioteca, con los libros procedentes del Colegio de San Acacio, si bien las
instituciones aspirantes a esta biblioteca eran muy numerosas. En 1781, la Academia

260
LASRASBL, Acta de 29.11.1782: “En esta Sesión se leyó una Carta de nuestro Académico Sr. del Barco,
Remitiendo 8 Monedas de plata arábigas, halladas ahora con otras muchas iguales en el término de Huelva”.
261
LASRASBL, Acta de 22.04.1796: “El Sr. Bruna, regaló una Medalla de plata a la Academia , que hizo acuñar
con motivo de la venida a la academia de SS. MM. Manifiesta por un lado el busto de S. M. con la Inscripción CARLOS IV
REX CATHOL HISPALI PINOS, y por el otro representa la acción de cumplir SS. MM. con el Príncipe Ntro. Sr. los votos
que ofrecieron a San Fernando su sepulcro, donde se lee SOLUTIS CELESTI NUMINI VOTIS, y por debajo HISPAL
SCHOL M. DCC. LXXXXVI. Se acordó que dicha Medalla se archivase con las demás que conserva la Academia”.
262
LASRASBL, Acta de 02.07.1798: “los Sres. Don Mariano Páez y Don Sebastián de la Tejera, comisionados
por la Academia, recogen del Albacea del difunto Don Luis Germán y Ribbón, los Papeles y Documentos que donó en su
Testamento a la Real Academia (Disertaciones, Censuras, Memoriales, Elogios, Cartas y varios Borradores)”.
263
Gómez Imaz, M., Sevilla 1808 (Sevilla 1908), Imprenta F. Díaz, 152-153.
264
LASRASBL, Acta de 22.04.1796: “El Sr. Don Francisco de Bruna y Ahumada ... mandó estampar en una
hermosa piedra de alabastro, que encontró en Itálica, una Inscripción conmemorativa que se colocaría en el salón donde
están las demás Antigüedades”; Romero Murube, J., Francisco de Bruna y Ahumada (Sevilla 1965), 41 y 49-
50.
265
Entre ellos destaca un ejemplar de la obra Antichità Ercolanensi, regalado por Carlos III.
266
Catálogo de la Biblioteca de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras (Sevilla 1900).

126
solicitó del rey la concesión de la Biblioteca del Colegio de San Acacio, aun no
disponiendo de un local adecuado para albergar tal cantidad de libros, pero finalmente en
1783, el Consejo de Castilla determinó que los libros pasasen a la Universidad Hispalense,
aunque reservando para la Academia “los que sean de su instituto” 268.
De esta manera, los académicos, como Leyrens, Trigueros o Cevallos, se vieron en la
obligación de acudir, para suplir sus carencias, a las bibliotecas que poseían Francisco de
Bruna269 y Miguel Espinosa Maldonado Saavedra y Tello de Guzmán, el Conde del
Águila270, quien a lo largo de su vida logró reunir numerosos “libros271 y papeles buenos,
y curiosos manuscritos e impresos”272.
4.- La publicación (FIGURA 22) del Tomo I de sus Memorias Literarias, en
1773, conteniendo aquellas disertaciones de los académicos sevillanos
que “ya por la calidad, ya por la novedad de su Argumentos
[contribuyen] de algún modo a la ilustración y gloria de la Nación en
común, o de la Patria en particular”.
Su aparición representó, para la propia Academia, la justificación
plena de sus preocupaciones y actuaciones eruditas, o como se
contenía en la dedicatoria de la publicación: “el primer fruto de la
Oliva consagrada en Sevilla a la Minerva Bética”.
Figura 22.-
Durante su vigencia, la labor de la Academia mantuvo un ritmo Tomo I de las
Memorias
importante de trabajo, gracias a los trabajos de miembros como Luis Literarias de la
RASBL.
Germán y Ribbón, Agustín de Montiano y Luyando, Livino Ignacio
Leyrens, José Cevallos, Cándido María Trigueros y, ya casi a finales del XVIII, Luis María
del Mármol, Justino Matute y los Sres. Latour y Ruiz de Apodaca.
Sin embargo, el comienzo del siglo XIX fue nefasto para Sevilla en general y para la
Academia en particular. La epidemia de fiebre amarilla hizo tales estragos que según
Velásquez y Sánchez, en el año 1800 fallecieron más de 14.000 personas y enfermaron

267
LASRASBL, Acta de 19.10.1759.
268
Aguilar Piñal, Fco.,“La primera biblioteca pública de Sevilla”, Temas Sevillanos, primera serie
(Sevilla 1992), 37-39.
269
Romero Murube, op. cit. 335 (1965), 97-111; López-Vidriero, Mª. I., Los Libros de Francisco de
Bruna en el Palacio Real (Sevilla 1999).
270
Aguilar Piñal, Fco., “El Conde del Aguila, insigne bibliófilo sevillano”, en Temas Sevillanos, op. cit.
339, 59-65. Aguilar Piñal, Fco., “Una Biblioteca dieciochesca: la sevillana del Conde del Aguila”. Cuadernos
Bibliográficos 37 (1978), 141-162.
271
Indice de libros de la Biblioteca del Conde del Aguila. BUS. Mss. 331/199.
272
Catálogo de manuscritos de la Biblioteca del Conde del Águila. BUS Mss. 331/198.
127
cerca de 50.000, lo que obligó a la Academia a suspender por unos meses sus reuniones
debido a la muerte de algunos académicos273.
Volvió a reanudar sus actividades a finales de 1801, momento en el que se agregaron
para colaborar con la Academia personas de indudables méritos, aunque lo hicieron en
calidad de miembros honorarios, como los sacerdotes sevillanos Alberto Lista y José María
Blanco y Crespo274.
A partir de 1805 languidece la actividad, sin duda por la diversidad de criterios entre
sus componentes. Privada la Academia de la asistencia y asiduidad de sus miembros, se
dilataron las sesiones a sólo una por mes, y sin admisiones de nuevos académicos,
dedicándose a releer antiguos trabajos.
Pero a pesar de ello, los miembros de la Academia desarrollará un importante papel
como colaboradores en el proyecto de la Colección de Inscripciones de España que había
sido retomado, en 1792, por la Sala de Antigüedades de la Real Academia de la Historia,
en el que tendrían cabida todas las inscripciones romanas, visigodas y árabes, decidiendo
su inicio por el Reino de Sevilla.
Para poder llevar a cabo su proyecto, y ante el gran volumen de trabajo, la Real
Academia de la Historia decidió pedir el auxilio institucional de la Academia Sevillana, ya
que ambas compartían muchos de sus académicos. En ella participaron, por citar sólo
algunos ejemplos, Francisco de Bruna y Ahumada o Joaquín del Cid Carrascal.
A fines de 1807, un incendio en el Alcázar, destruyó las dependencias que ocupaba la
Academia, lo que volvió a paralizar sus reuniones, y finalmente en 1808, a raíz de la
invasión francesa de la ciudad, se disolvió hasta 1820, fecha en la que Manuel María del
Mármol procedió a reinstaurar la Academia275.

273
LASRASBL, Acta de 15.08.1800, no volviéndose a comenzar las actas hasta Septiembre de 1801.
274
Sobre José María Blanco Crespo, más conocido como Blanco White, vid. Garnica, A. (ed),
Autobiografía de Blanco White (Sevilla 1988); Moreno Alonso, M., José María Blanco White y el problema
de la intolerancia en España (Sevilla 2002); Garnica, A., “José Blanco White: del mundo académico a la
heterodoxia”, en Reyes y Vila, op. cit. 218 (2003), 209-218.
275
Gómez Imaz, M., op. cit. 334 (1908), 149 y 154-157; Aguilar Piñal, Fco., Don Manuel María del
Mármol y la restauración de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras en 1820 (Sevilla 1965).
128
3.- La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
De otras edades veras
Los vasos, las mosaicas ciudades,
Los diseños, estampas y pinturas,
Los bustos de varones eminentes,
Y los bronces eternos,
Las medallas, relieves y excelentes
Camafeos antiguos y modernos
(Tomás de Iriarte, 1776)

La Real Academia de Nobles Artes fue fundada por Real Decreto de 12 de Abril de
1752 por el monarca Fernando VI, celebrándose su solemne apertura el día 13 de Junio de
1752. La idea de crear una institución que ejerciese “el control sobre las directrices
estéticas y la formación de nuevos artistas educados a la luz de estas directivas”276, que
eliminase la organización corporativa, en especial los gremios de artesanos, era uno de los
objetivos perseguidos por los monarcas borbónicos277 para acabar con el atraso y
decadencia de la nación con respecto a otros países europeos.
Existe en todo momento una identificación entre la Academia, una institución de
interés general, y la monarquía, ya que aquella se considerará como mandataria de la
ejecución de un programa público de cultura, que encontró en la Historia, en la Antigüedad
y en el Renacimiento sus modelos a seguir, para conseguir el progreso de la nación.
A esta idea, hacen referencias las siguientes palabras de Gaspar Melchor de
Jovellanos: “Si la tímida antigüedad inventó los panegíricos de los soberanos, no para
celebrar a los que profesaban la virtud, sino para acallar a los que la perseguían,
nosotros hemos mejorado esta institución, convirtiéndola a la alabanza de aquellos buenos
príncipes cuyas virtudes han tenido por objeto el bien de los hombres que gobernaron”278.
O estas otras de José Caveda sobre la finalidad de las obras artísticas apoyadas por la
corporación: “De aplaudir es el discernimiento con que desde tan temprano elegía la
Academia los temas de las composiciones …Eran en gran parte tomados de la Historia de
España, conciliándose en ellos las inspiraciones del patriotismo, con las circunstancias
exigidas por el Arte para el buen efecto pintoresco y el interés que producen siempre los
hechos memorables …De encarecer es el nombre empeño de la Academia en confiar así a

276
Martín González, J.J., “Promoción de la escultura por los Borbones en el Madrid dieciochesco”, en
El Arte…, op. cit. 87 (1989), 428; Úbeda de los Cobos, A., “La enseñanza de las Bellas Artes en la Época de
la Ilustración”, en El Arte…, op. cit. 87 (1989), 776.
277
Henares Cuellar, op. cit. 56 (1977), 16.
278
Jovellanos y Ruiz, Gaspar Melchor de, Elogio de Carlos III, leído a la Real Sociedad de Madrid, en
la Junta plena del sábado 8 de noviembre de 1788. BAE nº 50 (Madrid 1956), 311, recogido por Henares
129
las Artes la alta misión de reproducir las glorias de la patria, representándolas fielmente
en el mármol y el lienzo. Proponíase, sin duda, allegar a la educación del artista, la del
ciudadano, y mantener viva la afición a la Pintura y a la Escultura, a la vez que a la
memoria de las acciones más heroicas de nuestros padres, como dechado y ejemplo de
virtud y patriotismo”279.
Pero en realidad la Academia no surgió de forma espontánea, sino que existieron
varios proyectos previos, que abogaban por la necesidad de creación de una institución que
rigiese la vida artística del país, y estos proyectos son representativos de los cambios de
orientación que sufrirá la propia institución a lo largo del Siglo XVIII.
A partir del trabajo monográfico realizado por Claude Bedat y de la periodización
propuesta por Antonio Úbeda de los Cobos280 en su estudio sobre las esculturas de la
Academia, realizaremos un recorrido por el desarrollo de la institución y de sus proyectos,
algunos de los cuales serán analizados de manera más pormenorizada e individualizada en
otros apartados de este trabajo. Así, podemos distinguir en el desarrollo de la institución las
siguientes etapas.

1.- Los Intentos Fallidos y Precedentes.


En 1726, el pintor Francisco Antonio Meléndez presentó a Felipe V un proyecto,
finalmente fallido, para la creación de “una Academia de las Artes”, dedicada
principalmente al estudio “del diseño, pintura, escultura y arquitectura”281, a imagen y
semejanza de las que existían en Roma y Florencia, cuyo funcionamiento conocía
Meléndez de primera mano, así como las existentes en París y Flandes.
Varias eran las razones esgrimidas por Meléndez para la creación de la institución282.
En primer lugar, la posibilidad que tendría la corona de disponer “en las obras reales de

Cuellar, op. cit. 56 (1977), 18.


279
Caveda, J., Memorias para la historia de la Real Academia de San Fernando y de las Bellas Artes de
España (Madrid 1867), 47-49; Pevsner, N., Las Academias de Arte (Madrid 1982)
280
Bedat, op. cit. 88 (1989); Úbeda de los Cobos, A., “Un élément de pédagogie artistique: la collection
de statues de plâtres de l´Académie de San Fernando à Madrid, 1714-1800”, en Laurens, A.F. y Pomian, K.
(Eds) L´Anticomanie. La Collection d´antiquités aux 18 et 19 siècles (Paris 1992), 327-338.
281
El titulo completo de la obra es Primer Proyecto de fundación de una Academia de Artes en esta
Corte, año de 1726. Representación a el Rey nuestro Señor poniendo en noticia de S.M. los beneficios que se
siguen de erigir una Academia de las Artes del diseño, pintura, escultura y arquitectura, a exemplo de las
que se celebran en Roma, París, Florencia y Flandes, y lo que puede ser conveniente a su real servicio, a el
lustre de esta insigne villa de Madrid y hora de la nación española. El manuscrito se conserva en la
BABASF, armario 1, 3; cfr. Bedat, op. cit. 88 (1989), 27; Azcárate Ristori, op. cit. 88 (1992), 173-174.
282
Sánchez Cantón, J., “Los antecedentes, la fundación y la historia de la Real Academia de Bellas
Artes”, Academia (1952), 291-320.
130
toda especies” de una serie de artistas nacionales “capaces de desempeñar en su Real
servicio con la perfección, satisfacción y puntualidad que los extrangeros”. Junto a ello, en
segundo lugar, se conseguiría que los artistas españoles no tuviesen que marchar a Roma o
París para perfeccionar sus conocimientos, gustos y habilidades.
Pero finalmente, el proyecto de Meléndez no fue atendido, como sostiene C. Bedat,
por su “ambigüedad, porque no se sabe ya si su proyecto de Academia le permitía
recordarle al Rey que no era beneficiario de su patrocinio o si la presentación de sus
problemas personales le daba ocasión para expresar sus ideas sobre una futura
Academia”283.

2.- La Etapa Constitutiva: 1744-1751.


En 1741 Giovanni Domenico Olivieri, primer escultor del Rey, había abierto una
Academia de escultura en sus aposentos de Palacio Real, que gozó desde un principio de
una especie de reconocimiento oficial, como lo demostraría la asamblea pública celebrada
en casa de la princesa de Robec, y que fue presidida por el Marqués de Villarias, a la sazón
Secretario de Estado.
El 22.04.1744, Olivieri, con la complicidad del Marqués de Villarias, presentó un
proyecto para la aprobación de una “Academia de Escultura, Pintura y Arquitectura” que
estaría bajo la protección real284. El proyecto, tras la aprobación inicial del propio Marques
de Villarias el 20.05.1744, fue sancionado por Felipe V el 13.07.1744 de ese mismo año,
nombrándose una Junta Preparatoria que debía crear la Academia.
De conformidad con el proyecto presentado, la Junta Preparatoria, estuvo presidida
por un Protector, un Viceprotector, y cinco nobles designados nominalmente, que “aunque
no tengan profesión alguna en las tres Artes, tengan gusto y discernimiento en ello”285.
Conviene llamar la atención sobre las personas designadas para los cargos de protector y
viceprotector, que recayeron respectivamente en Sebastián de la Cuadra, Marqués de
Villarias, que era Secretario de Estado, y en Fernando Triviño Figueroa y Alarcón,
Secretario del Consejo de Indias, que nos muestran, como también ocurre en las demás

283
Bedat, op. cit. 88 (1989), 28-30.
284
El título del proyecto era Reglas que se proponen al Exmo. Sr. Marqués de Villarias para que
después de dos años de práctica que parecen convenientes por ahora, puedan contribuir a la formación de
las leyes para la Academia de Escultura, Pintura y Arquitectura que se intenta fundar en Madrid debajo la
protección del Rey. BABASF, Armario 1, 3: cfr. Bedat, op. cit. 88 (1989), 31-32; Azcárate Ristori, op. cit. 88
(1992), 174.
285
Bedat, op. cit. 88 (1989), 74.
131
Academias e Instituciones creadas por los Borbones, la estrecha relación entre la
institución que se estaba creando y la Corona.
Esta relación se vio reforzada además por la presencia en la Junta de doce maestros
directores, cuatro en escultura, cuatro en pintura y cuatro en arquitectura. Estos maestros,
escogidos por Olivieri, se encontraban vinculados por sus cargos a los proyectos y obras de
la Corona, y se subdividían en dos categorías: Profesores o Directores en Activo, cuyo
nombramiento recayó en Antonio Demandre y Juan Bautista de la Peña en escultura, Luis
Michel Van Loo y Antonio González Ruiz en pintura y Giovanni Batista Saccheti y
Giacomo Pavia en arquitectura. Junto a ellos existían unos Profesores o Directores
Honorarios, cargos para los que fueron nombrados, y solo por citar a los más destacados,
Juan de Villanueva el viejo en escultura, Francisco Antonio Meléndez en pintura y
Giacomo Bonavia en arquitectura286.
Otro elemento que indica la estrecha relación entre la institución y la Corona es la
intención de la Junta Preparatoria de vincular la Academia “a la fábrica de Palacio para
recibir de ella sus alimentos, y porque en su estructura y adornos se han de emplear todos
los primores de las tres Artes escultura, pintura y arquitectura”287.
Esta Junta Preparatoria, convencida del apoyo que la prestaba la corona, comenzó
pronto a redactar unos estatutos, para lo que utilizó como modelos aquellos que poseían la
Academia de San Lucas de Roma y los de la Real Academia de Pintura y Escultura de
Paris.
A la vez que se redactaba un cuerpo legal, Giovanni Domenico Olivieri comenzó a
elaborar una lista de aquellos libros, moldes, estatuas y copias de planos, que debían ser
adquiridos en Roma, y remitidas a la corte con la función de servir como parte del material
necesario para la formación académica de los alumnos. Así se incluyeron las obras de
teoría arquitectónica elaboradas de Sebastiano Serlio, Vicente Scamozzi, Domenico
Fontana, Borromini y Fernando Bibierna, que se verían enriquecidas por la compra de
diversos grabados o estampas “de los planos, perfiles, elevaciones y cortes de las iglesias
y palacios de Roma y otras ciudades de Italia”.
Los moldes o modelos escultóricos que pensaban adquirirse estaban tomados de la
antigüedad griega, helenística y romana, como “el Apolo, el Laocoonte, el Antinoo, el
Hércules de Cómodo, el Marco Aurelio a caballo, el Saturno, el Gladiator, el gladiator

286
Bedat, op. cit. 88 (1989), 32-34.
287
Bedat, op. cit. 88 (1989), 74.
132
moribundo, el Marsias, el tronco o torso del Belvedere, el Hermanfrodito, la cabeza de
Alexandro, la de Niobe, la de Marco Aurelio, la de Vitelio, la de Cicerón, la de Séneca, la
de la vieja del Campidoglio”.
A ellos habría que sumarle dos obras de Miguel Ángel Buonarroti: “el Christo de la
Minerva [y] la cabeza del alma condenada del mismo”, y otras seis de Gian Lorenzo
Bernini: “la de Proserpina, la del alma condenada, la de la Bienaventuranza, la del Ángel,
la de Santa Teresa [y] los pies de San Gerónimo del mismo” y varias obras de François
Duquesnoy, el Flamenco: “seis niños de los mejores, seis cabezas, la cabeza de Santa
Cathalina [y] una cabeza de nuestra Señora”288.
La subida al poder de Fernando VI en 1746, tras la muerte de su padre, aporta nuevos
aires a la corporación. Para el monarca, las Academias debían ser unas instituciones
creadas por la autoridad real, y por tanto ligadas a su persona, sin que existiese en las
mismas una iniciativa privada.
De aquí surgió la idea de dotar a la Academia de unos estatutos que le dieran una
estabilidad permanente, para lo que se encargó a Giovanni Domenico Olivieri la redacción
definitiva de los mismos.
Además, el monarca también intervino, bien directamente, bien a través de la
Secretaria de Estado, en la elección del profesorado de la Junta Preparatoria. El primer
ejemplo lo hallamos en el nombramiento de Felipe de Castro, escultor del rey, como
miembro de la Junta Preparatorio en fecha 21.06.1747, con el cargo de “maestro director
extraordinario de escultura, en todo lo que respectivo a esta Arte, en los estudios de la
Academia”289.
Otra muestra del intervencionismo real lo encontramos en la solución dada a los
problemas surgidos con la vacante de profesor de arquitectura, surgida a la muerte de
Francisco Ruiz. Para el puesto fueron propuestos José Pérez, Ventura Rodríguez y François
Carlier, pero finalmente el nombramiento recayó, según la recomendación del ministro de
Estado don José de Carvajal y Lancaster, en Ventura Rodríguez, “a proporción de su
mérito y de la utilidad pública que se deba esperar de la continuación de su
enseñanza”290.

288
Bedat, op. cit. 88 (1989), 40-41; Úbeda de los Cobos, op. cit. 351 (1992), 330.
289
Relación de lo ejecutado y acordado en las dos juntas preparatorias .... celebradas en los días 23 de
junio y 14 de septiembre del año de 1747. BABASF. Armario 1,1; cfr. Bedat, op. cit. 88 (1989), 50-52;
Azcárate Ristori, op. cit. 88 (1992), 175.
290
Carta de fecha 03.04.1747 remitida por de José de Carvajal y Lancaster a Fernando Triviño,
133
Fernando Triviño trabajó durante 1746 y 1747 en la elaboración de unos estatutos,
sobre los que no se han conservado documentación alguna, pero se sabe que existieron
porque en una carta dirigida en 1755 por Ignacio de Hermosilla, Secretario de la
Academia, a Tiburcio Aguirre, le remite un ejemplar de “los estatutos que el Señor Triviño
trabajó en el año 1746 y presentó a S.E. el señor Don José de Carvajal en 30 de Mayo de
1747”291.
Otra prueba que demuestra su existencia es el hecho de que el 04.06.1748 el monarca
nombró a Felipe de Castro como censor de los estatutos de 1747, quien realizó un
comentario sobre los mismos, que reunió bajo el nombre de Adiciones que de orden de
S.M. el Rey Don Fernando VI, hizo – a los estatutos formados por Don Fernando Triviño
primer viceprotector de la Real Academia con el título de San Fernando de las Tres
Nobles Artes Pintura, Escultura y Arquitectura-, Don Felipe de Castro escultor de la Real
Persona y de su Real Cámara y director extraordinario nombrado por el mismo Señor
Don Fernando VI para lo concerniente a escultura de dicha su Real Academia292.
Las opiniones de Felipe de Castro representan un proyecto global de Academia
completamente opuesto a las ideas ilustradas, y que básicamente podemos resumir en los
siguientes peticiones realizadas al monarca:
- el papel preponderante en la Academia debían jugarlo los artistas, mientras que la
influencia de la nobleza de los grandes de España debía ser apartada, puesto que no tenían
ningún conocimiento artístico.
- el Viceprotector debía recaer en un artista, elegido anualmente por la Junta de
Profesores, que únicamente participaría en las Juntas Ordinarias.
- los Consiliarios debían quedar excluidos de las juntas en las cuales se tratasen de
asuntos concernientes a la profesión del artista, y únicamente deberían participar, como el
Viceprotector, en las Juntas Ordinarias.
- El aumento del número de profesores hasta llegar a seis por cada una de las
materias, por que de esta manera sería más fácil dar las clases, al estar más repartida la
tarea de la enseñanza.

BABASF. Armario 1,1; cfr. Bedat, op. cit. 88 (1989), 59.


291
Carta de fecha 23.10.1755 remitida por de Ignacio de Hermosilla a Tiburcio Aguirre, BABASF.
Armario 1,3; cfr. Bedat, op. cit. 88 (1989), 75.
292
Bedat, op. cit. 88 (1989), 75-79 y 81; Azcárate Ristori, op. cit. 88 (1992), 175-176.
134
- Impedir la venta al extranjero de todas “las cosas excelentes y antiguas así de
pintura como de escultura en ninguna manera se dejasen sacar de Madrid ... así S.M. con
decreto público lo puede prohibir en esta Corte y en las aduanas de salida del Reyno”293.
Muchos de estos puntos fueron finalmente recogidos en los estatutos aprobados por el
Rey el 08.04.1751, a instancias de su ministro de Estado, D. José de Carvajal y
Lancaster294. En estos estatutos, se dispone que el principal objetivo de la institución era el
“desterrar de la juventud española la ociosidad, madre de todos los vicios, y aficionarla
con el ejemplo, la instrucción y el premio, a cultivar, adelantar y propagar las tres nobles
artes de pintura, escultura y arquitectura”.
Como contrapeso a las figuras del Viceprotector y de los seis Consiliarios, el número
de profesores se veían aumentado hasta 31, que se dividían en seis maestros directores, tres
tenientes directores, seis sustitutos y dieciséis profesores, entre quienes resultaría elegido el
Director General.
Pero la novedad más importante de los estatutos de 1751 son los denominados
Misceláneos, que contenían algunas consideraciones acerca del poco entendimiento
artístico de los españoles que vendían a los extranjeros sus obras de arte, tanto las
esculturas como las pinturas, fenómeno que debería prohibirse, incluso con la adopción de
rigurosas penas, “a exemplo de las demás naciones”, elemento este que ya había sido
adelantado en las adiciones de 1747 efectuada por Felipe de Castro295.

3.- La Etapa Barroca: 1752-1764.


Dichas recomendaciones a los estatutos de 1747 fueron aprobados por el Real
Decreto de 12 de Abril de 1752, por el que se erigía definitivamente la Real Academia de
Tres Nobles Artes de San Fernando, que celebró el 13.06.1752, la solemne apertura en
nombre de su majestad Fernando VI.
Se eligió como divisa para los Académicos una medalla que contenía los atributos de
aquellas tres artes y una mano arrojaba sobre ellas otras tantas coronas, figurando alrededor
de la misma la leyenda Non coronabitur nisi legitime certaverit.

293
Estatuto nº 14 de las Adiciones; cfr. Bedat, op. cit. 88 (1989), 81.
294
Copia de los estatutos que firmó el Rey en 8 de Abril de 1751 en tiempo de don José de Carvajal,
BABASF. Armario 1,3; cfr. Bedat, op. cit. 88 (1989), 79.
295
Estatutos, op. cit. 365 (1751), Estatutos 1, 2 y 6; cfr. Bedat, op. cit. 88 (1989), 80-81.
135
La primera Junta Directiva de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, es
muy ilustrativa de la estrecha relación existente, como había ocurrido con otras
instituciones, entre la Academia y la monarquía (FIGURA 23), así como que algunos de
los cargos nombrados296, como veremos a continuación, ya pertenecían a otras Academias
e Instituciones, en los que ya se habían puesto en práctica diversas ideas reformadoras.
Como Protector fue designado José de Carvajal y Lancaster, Secretario de Estado,
quien, a su vez, era director de la Real Academia Española.
Como Viceprotector fue designado Alfonso Clemente de
Arrostegui, más tarde designado ministro plenipotenciario en
la Corte de Nápoles.
Los seis Consiliarios designados también tenían una
diversa extracción social. Nicolás de Carvajal y Lancaster,
Marqués de Sarriá, y Bernardo Sabaila y Bujados, Conde de
Perelada, procedían del ámbito militar. Del ámbito
administrativo procedía José Bermúdez, miembro del

Consejo de Castilla. Del ámbito más cercano a la corona


Figura 23.- Alegoría de Fernando
VI y las Bellas Artes. Antonio procedía el Conde de Saceda, mayordomo de la Reina viuda
González Ruiz. Mediados del
XVIII
Isabel de Farnesio, Alfonso Verdugo de Castilla, Conde de
Torrepalma, era mayordomo del Rey y académico de número de las Reales Academias
Española y de la Historia, y Tiburcio Aguirre, miembro de la Real Academia de la
Historia.
Como directores de las enseñanzas fueron designados Louis Michel Van Loo y
Antonio González Ruiz en pintura, Giovanni Domenico Olivieri y Felipe de Castro en
escultura, y Ventura Rodríguez y José de Hermosilla en arquitectura, todos ellos muy
vinculados a los proyectos y obras reales.
Esta concepción de la Academia dotaba de enormes atribuciones a los profesores
frente a la Junta Directiva, lo cual chocaba con el férreo control que la corona intentaba
mantener sobre estas instituciones, llamadas a ser brazos ejecutores de su reformas.

296
Sobre la filiación de la primera Junta Directiva, ver Bedat, op. cit. 88 (1989), 68-71.
136
Como bien ha estudiado Claude Bedat en su monografía sobre la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando, José de Carvajal y Lancaster (FIGURA 24) consciente del
peligro que suponían los Estatutos de 1751, se negó a aprobar los
mismos y procedió a dirigir la institución mediante ordenes orales,
sin que se haya conservado documentación alguna sobre estos
momentos iniciales de la Academia y si solicitó la redacción de
unos nuevos estatutos.
Ello nos lleva a imaginar el importantísimo papel desempeñado
por el Secretario de Estado, sustituto del monarca y brazo ejecutor
de las actividades reformadoras que le habían sido encomendadas a la
Figura 24.- José de
Academia, sobre cuya figura giraba toda la actividad de la institución, Carvajal y Lancaster.

ya que sin su aprobación era imposible materializar los acuerdos adoptados.


La decisión de este giro en la institución, habría que buscarlo en las reticencias
mostradas por Carvajal de dejar a la Academia en manos de los profesores, ya que pensaba
que el Viceprotector y los Consiliarios, aunque imposibilitados de tomar parte en las
votaciones de la Academia, debían desempeñar un papel de primer orden en todo lo
referente al mantenimiento de la disciplina en las clases y a la existencia de cierta
educación y cortesía en las reuniones académicas297.
El resultado final fue que el Protector y los estamentos nobiliarios transformaron la
idea original de la institución, elaborando unos nuevos estatutos, aprobados el
30.05.1757298 por el Protector Ricardo Wall, que siguió las ideas trazadas por José de
Carvajal y Lancaster.
A partir de este momento la inicial institución creada al amparo del poder real, pasó a
ser controlada por el estamento nobiliario, de cuyas filas surgieron los personajes que
desempeñaron el cargo de Consiliario, dejando a un lado a los profesores. Además fueron
estos miembros del estamento nobiliario los que redactaron los nuevos estatutos de 1757,
aunque algunos de ellos, como Tiburcio Aguirre y Agustín de Montiano y Luyando,
pertenecían a otras Academias y fueran representativos de la mentalidad reformadora del
momento299.

297
Bedat, op. cit. 88 (1989), 82-85.
298
Estatutos de la Real Academia de San Fernando (Madrid 1757).
299
Bedat, op. cit. 88 (1989), 98-100.
137
Una muestra significativa de lo anterior eran que las denominadas Oraciones
académicas, que eran unos discursos teóricos que se leían con motivo de la distribución de
premios trianuales entre los alumnos más aventajados, fueran pronunciadas, a lo largo del
último tercio de siglo, exclusivamente por personajes ajenos a la práctica y a la afición
artística, como fueron los Viceprotectores, Consiliarios y Académicos de Honor300.
De estos nuevos estatutos de 1757, aparte del Protector, que recayó en la figura del
Secretario de Estado, y de los Viceprotectores, la principal figura de la institución fue el
Secretario, encargado de informar al protector del funcionamiento diario de la institución.
Era nombrado por el rey, a propuesta de una Junta Particular, reunida al efecto entre los
Consiliarios y Viceprotector.
A partir de 1757, la Academia pasó a regentar toda la vida artística de la nación,
extendiendo su influencia a todo lo concerniente a las Bellas Artes. Pruebas de ello serían
las siguientes301:
- prohibición de pintar o esculpir tomando como modelo un desnudo, fuera de las
salas de la Academia.
- prohibición a todo tribunal, corporación, gremio o cofradía, de otorgar a
cualquiera un título para dirigir obras de construcción, ya que estos serían únicamente
expedidos, y tras superar el correspondiente examen público, por la Academia.
- anulación de todas las congregaciones y cofradías de artesanos ya establecidas o
que buscaban establecerse en Madrid con la intención de poner en marcha los estudios y la
práctica de las Bellas Artes, anulando los títulos expedidos por las dichas instituciones, a
excepción de los reconocidos aptos por el Consejo de Castilla.
- prohibición terminante de fundar en Madrid, cualquier otro establecimiento
público para el estudio de las Bellas Artes. Se podrían fundar otras Academias en distintos
puntos de la península y de las provincias de Ultramar, cuyo proyectos y estatutos serían
aprobados por el rey, previo informe favorable de la Academia de Bellas Artes de San
Fernando, que ejercería el control sobre la nuevas instituciones, que quedarían
subordinadas a los dictados de aquella.
A partir de 1757, la formación de los artistas se basó en un sistema educativo,
importado de Francia, y en el que prevalecía la idea de que el cuerpo humano era el sujeto

300
Azcárate Ristori, op. cit. 88 (1992), 180.
301
Bedat, op. cit. 88 (1989), 94-96.
138
más digno de ser imitado de toda la creación. Por ello se estableció una serie de escalones
consecutivos en los que se pretendía ofrecer una enseñanza de naturaleza antropomorfa.
El primero de ellos lo constituía la denominada Sala de principios o rudimentos, en la
que se ilustraba al discípulo en la copia de elementos simples del cuerpo humano. En el
segundo de los niveles, denominada Sala del Yeso, se exponían para su copia modelos de
estatuas antiguas, no necesariamente clásicas inicialmente. A ello le seguía, la denominada
Sala del Maniquí, en donde se exponían para copiar modelos vestidos convenientemente, y
que servían a los alumnos para la copia de telas. El último escalón lo conformaba la Sala
del Modelo Vivo, en el que se proponía la copia de un cuerpo humano completo302.
Para aquellos alumnos que hubieran llamado su atención “por su pobreza o especial
mérito”, los estatutos establecieron la concesión de una serie de becas con las que sufragar
los gastos ocasionados durante los cuatro años que duraba la formación de los alumnos, en
las materias de arquitectura, pintura, escultura, grabado de buril y grabado de medallas303.
Para perfeccionar los estudios de los profesores, se establecieron seis becas, dos de
pintura, dos de escultura y dos de arquitectura, de seis años de duración en Roma, con
cargo a los presupuestos de la Academia y tutelados por el embajador español en Roma.
Por su parte, también se otorgaban varias becas de perfeccionamiento en Paris, para
profesores de grabado, cuyo coste corría directamente a cuenta del monarca. Para
seleccionar a los becarios, se convocaba un concurso sobre un tema determinado,
propuesto por una Junta Ordinaria elegida al efecto304.
También durante esta primera etapa, la Academia mostró una gran inquietud por los
monumentos y antigüedades de la nación, tal y como expresó en la Junta Ordinaria
celebrada en fecha 14.10.1756, donde acordó “conservar y propagar la noticia de nuestras
Antigüedades y Monumentos singularmente de aquellas que están más expuestas a perecer
con el transcurso del tiempo”305.
José de Hermosilla, Secretario de la Academia, conocedor del carácter perecedero de
“varios Retratos de los Reyes Moros de Granada, que están pintados al fresco en algunos
techos del Castillo de la Alhambra con los trages propios de sus tiempos”, trasmitió los
designios de la Academia a Manuel de Villena, Presidente de la Real Chancillería de

302
Úbeda de los Cobos, op. cit. 347 (1989), 330-331; Úbeda de los Cobos, A., La Academia y el artista.
Cuadernos de Arte Español 33 (1992), 20.
303
Bedat, op. cit. 88 (1989), 207-209.
304
Bedat, op. cit. 88 (1989), 90.
305
Actas de las Juntas Particulares y Ordinarias desde el año de 1753 hasta el de 1757. ARABASF,
139
Granada, para que éste a su vez encargara al pintor Manuel Sánchez Jiménez para que
dibujase en papel los mencionados retratos. Ante la tardanza en cumplir con el encargo
encomendado, se decidió en 1760 que Diego Sánchez Sarabia realizase el trabajo306.
A raíz de los informes y memorias enviados por Sarabia (FIGURA 25), la Academia
mostró un especial interés por la conservación de los Palacios Nazaríes, que culminaría, ya
en la etapa siguiente, con el viaje realizado por Ignacio de
Hermosilla, Juan de Villanueva y Juan Pedro Arnal a Granada.
La inquietud de la Academia por los monumentos y
antigüedades españolas también se demostró por la
conservación de los monumentos pictóricos de la Nación. Así,
en 1748, Felipe de Castro, en sus Adiciones, había mostrado un
cierto interés por el tema. Sin embargo, y a pesar del cambio de
orientación de la Academia, la cuestión se mantuvo viva. Así, y
Figura 25.- Capitel de la reiterando dicho interés, la Junta Ordinaria celebrada el
Alhambra, por Sánchez Sarabia.
27.02.1761, acordó solicitar del monarca, que “en
conformidad de lo que se practicaba en Nápoles, Roma y todos los pueblos cultos, se
prohibiera bajo graves penas que se sacaran fueran del Reino las pinturas y esculturas de
artífices famosos difuntos”.
Esta petición, recogida en el memorial de fecha 07.03.1761, fue elevada al monarca,
que en fecha 22.03.1761 publicó un Edicto por el que se disponía que las pinturas y
esculturas de artistas famosos no podían venderse a países extranjeros, y aquellas que se
encontrasen confiscadas en las fronteras del reino, se las consideraría como los demás
géneros de contrabando, y como tales deberían ser rematadas públicamente307.

4.- La Etapa Neoclásica: 1764-1790.


Durante esta etapa, la institución estuvo bajo la protección del Marqués de
Grimaldi, hasta 1776, y posteriormente bajo el Conde de Floridablanca, Secretarios de
Estado de Carlos III, y dirigidos por los Secretarios Ignacio de Hermosilla y Sandoval,
hasta 1776, y posteriormente por Antonio Ponz, hasta su fallecimiento en 1788.

Sign. 81/3, fol. 52rev y 52anv.


306
Bedat, op. cit. 88 (1989), 90; Rodríguez Ruiz, D., “Diego Sánchez Sarabia y las antigüedades árabes
de España: orígenes del proyecto”, Espacio, Tiempo y Forma. Historia del Arte 3 (1990), 226; Rodríguez
Ruiz, op. cit. 51 (1992), 35 y ss.
307
Bedat, op. cit. 88 (1989), 438.
140
Con el ingreso de Antonio Rafael Mengs en la Academia de San Fernando, en 1763,
como Director Honorario de Pintura, y su posterior nombramiento como Académico de
Honor en Diciembre de 1764, comenzó una etapa difícil en la convivencia de la Academia,
por las conflictivas relaciones que siempre existieron entre Mengs y la dirección de la
institución308, bajo las que subyacen las reticencias de algunos artistas a aceptar los
postulados neoclásicos defendidos por Mengs y Felipe de Castro, a las que eran afines la
mayoría de los académicos309.
La presencia de Mengs, representante de las vanguardias culturales y de la teoría
artística, se dejó sentir en el devenir de la Academia, en los planes de estudios310 y en la
formación de la colección de esculturas311, donde los alumnos debían aprender las
técnicas.
Desde 1768 se encomendó a Mengs componer la lista de los moldes de estatuas que se
debían comprar en Roma, debido a su “práctico conocimiento de las preciosidades que en
este género había en Roma”, con la que aumentar la colección de esculturas de la
institución.
Se encargaron en Nápoles yesos de las mejores estatuas y bajorrelieves de Herculano,
y se solicitó a los príncipes Borghese y Ludovisi y al Gran Duque de Toscana, poseedores
de importantes colecciones de escultura antigua, que permitieran hacer moldes de las
estatuas y bajorrelieves que tenían en sus palacios312.
Además de esto, en 1776 el propio Mengs ofreció al Rey, que aceptó, su colección de
esculturas y moldes, “que contenían los más excelente, y bien conservado, que nos ha
quedado de Grecia y Roma en esta rama de las Artes”. La única condición que puso el
artista fue, que las piezas deberían incrementar los fondos escultóricos de la Academia de
Bellas Artes de San Fernando. Entre estas esculturas estaban las copias de estatuas como el
Laocoonte, el Torso Belvedere, y otras esculturas aparecidas en diversas excavaciones
arqueológicas realizadas en Roma en la primera mitad del Siglo XVIII.
Ese mismo año de 1776, el rey había ofrecido a la Academia otro conjunto de moldes
de esculturas antiguas encontradas en las excavaciones de Herculano, que estaban

308
Pita Andrade, J.M., “Sobre Carlos III y la Academia de San Fernando”, en El Arte , op. cit. 87
(1989), 448.
309
Bedat, op. cit. 88 (1989), 450.
310
Úbeda de los Cobos, A.,“ Propuestas de reforma y planes de estudio: la influencia de Mengs en la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando”, AEA LX (1987), 447 y ss
311
Pérez Sánchez, A., “El Coleccionismo real”, en El Arte…, op. cit. 87 (1989), 584.
312
Junta Ordinaria de 02.10.1768. ARABASF; Bedat, op. cit. 88 (1989), 328.
141
depositadas en el Palacio del Buen Retiro313. Esta donación fue un acto de magnanimidad
por parte del rey, ya que Carlos III siempre mostró un gran celo por los hallazgos
arqueológicos de Pompeya y Herculano, que no permitía ni dibujar ni vaciar en yeso314.
Todas estas nuevas esculturas, que eran representativas del “buen gusto” y de la
estética neoclásica que Antonio Rafael Mengs defendía, ampliaron la colección de
esculturas de la Academia315.
La escultura se consideraba portadora de los ideales clásicos y, por tanto, se convirtió
en el eje central de la pedagogía artística, ya que, según los postulados neoclásicos, “el
verdadero camino era imitar originalmente la bella Naturaleza y estudiar continuamente
los modelos de la Antigüedad de los cuales tenía la Academia cuanto se podía apetecer en
estatuas, bajo relieves y otras piezas que mediante la generosidad de S.M. había ido
adquiriendo”316.
Junto a la preocupación por el arte clásico, la Academia también decidió la
recopilación de las antigüedades islámicas de Granada, tal y como ya había sido avanzado
en el período anterior. Para ello se decidió revisar y rectificar los dibujos remitidos por
Diego Sánchez Sarabia, “añadiendo algunas particularidades y aumentando lo que hiciese
la obra completa y perfecta en todo lo posible”317.
Ignacio de Hermosilla y Sandoval, en su elogio sobre el arte musulmán, indicó el por
qué del interés mostrado por el arte musulmán: “las pinturas que aún duran en el
magnífico Palacio Árabe de Granada, sus delicadísimos adornos, y coloridos, el mismo
soberbio edificio, y los fragmentos que aún se registran de otros, manifiestan que en
aquellos tiempos ninguna Provincia de la Europa excedía a España en la teórica y
práctica de la Pintura y Arquitectura”318.
La Academia, el 15.01.1764, encargó a José de Hermosilla y Sandoval, y a sus
discípulos Juan de Villanueva y Juan Pedro Arnal, la realización del proyecto, que se vio
paralizado hasta 1766. El plan fue concebido con una doble misión, en primer lugar,

313
Junta Ordinaria de 21.01.1776. ARABASF, Inv. 40/1-2; Bedat, op. cit. 88 (1989), 329; Úbeda de los
Cobos, op. cit. 351 (1992), 331-332.
314
Cacciotti y Mora, op. cit. 50 (1996), 70-71.
315
Azcue Brea, L., “Inventario de las colecciones de esculturas de la Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando”, Academia 62 (1986), 257-327. El encargado de montar los yesos fue el “formador” A.
Pagniucci; cfr. Azcue Brea, L., “Los vaciados en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la
dinastía Pagniucci”, Academia 73 (1991-1992), 401-427.
316
Junta Particular de 05.11.1786. ARABASF; Bedat, op. cit. 88 (1989), 234.
317
Bedat, op. cit. 88 (1989), 435.
318
Hermosilla y Sandoval, Ignacio, Discurso leído en Junta Pública de 17 de Julio de 1784, 38; Henares
142
recopilar la imagen de las antigüedades árabes españoles, con un sentido de memoria
histórica, a la que posteriormente, ya en 1766, se le añadirían los restos árabes o las
catedrales renacentistas de Córdoba y Granada. En segundo lugar, perpetuar la imagen de
unos edificios singulares que podrían ser utilizados para el estudio de la arquitectura319.
El resultado fue un completo levantamiento
topográfico y planimétrico (FIGURA 26) de los
monumentos, que Carlos III ordenó grabar y
publicar en la Imprenta Real, si bien hasta 1787 no
verían la luz en una primera edición, bajo el título de
Antigüedades árabes de España. Parte Primera.
Este proyecto estaba relacionado con la
proliferación de trabajos y estudios sobre el
arabismo español, derivados de la política de
aproximación a Marruecos realizadas por Carlos III, Figura 26.- Reconstrucción ideal del
Palacio de la Alhambra, según José de
cuyo momento más importante fue la visita Hermosilla.

realizada en 1766 por el embajador marroquí Sidi Ahmed Al-Gazzal, a nuestro país, en el
que aprovechó para visitar los monumentos islámicos de Sevilla, Córdoba y Granada.
La expulsión de la Compañía de Jesús de España en 1767, tuvo importantes
consecuencias en el mundo de la cultura y de la educación. En 1771 Pedro Rodríguez de
Campomanes encomendó a Antonio Ponz y Piquer, Secretario de la Academia de Bellas
Artes de San Fernando, la realización de un Viaje por España, en el que debería inventariar
las obras artísticas propiedad de la Compañía de Jesús.Ponz, que era un ferviente defensor
de las teorías artísticas de Mengs , aprovechó su
viaje como excusa para criticar la arquitectura y la
escultura barrocas, que según él representaban el
“mal gusto” contra el que luchaban los neoclásicos.
De ahí que en su obra abunden, principalmente,
las descripciones de inscripciones, esculturas
Figura 27.- Esculturas romanas procedentes
(FIGURA 27) y restos arqueológicos romanos, así de Itálica incluidas en la obra de A. Ponz.

como de las principales colecciones numismáticas, epigráficas y escultóricas,


representativas del “buen gusto” y del modelo ideal a seguir.

Cuellar, op. cit. 56 (1977), 58-59.


319
Bustamante y Marías, op. cit. 87 (1989), 78.
143
Otro reflejo de la preocupación de la Academia por el arte español, es su interés por
evitar su exportación ilegal, para lo que consiguió del Conde de Floridablanca, Secretario
de Estado y Protector de la Academia (FIGURA 28), la Real Orden de 16
de Octubre de 1779, que, renovando lo dispuesto en el Edicto de 22 de
Marzo de 1761, prohibía la exportación de pinturas y objetos artísticos
antiguos o de autores fallecidos, de pinturas, libros o manuscritos antiguos
de autores españoles, sin expresa Real Orden de autorización, a la que ya
nos hemos referido anteriormente.

Figura 28.-
En su afán por acabar con el poder de los gremios, la Academia
José Moñino
y Ruiz, consiguió del Conde de Floridablanca, Secretario de Estado y Protector de
Conde de
Floridablanca la misma, la firma de dos disposiciones que le daban el control centralizado
de la arquitectura, que establecieron un verdadero monopolio sobre la arquitectura, que le
permitiría convertir al Estado al estilo neoclásico.
El Decreto de 23 de Noviembre de 1777, confiaba únicamente a la Academia el
control de todas las obras públicas que se hicieran en el Reino, y evitar que se malgastasen
caudales en obras públicas “que, debiendo servir de ornato y modelo, existían sólo como
monumentos de deformidad, de ignorancia y de mal gusto”. Para ello, la Academia sería la
encargada de visar los proyectos, corrigiendo los errores apreciados.
Mediante el segundo decreto, de fecha 25 de Noviembre del mismo año, se ponía en
conocimiento de los arzobispos, obispos, cabildos y prelado que, a fin de evitar
construcciones ilegales, “siempre que, ya sea a propias expensas, o ya empleando
caudales con que la piedad de los fieles contribuya, dispongan hacer obras de alguna
entidad” deberían consultar a la Academia320.
Este control, se vio reforzado por la Real Orden de 22 de Marzo de 1786, que creó la
Junta de la Comisión de Arquitectura. La creación de este organismo fue propuesto por
Antonio Ponz, con la intención de “confirmar con su aprobación las [trazas] que sean
conformes a las reglas del Arte, reprobar las irregulares o erróneas y corregir o anotar
los defectos en que hayan ocurrido las que no merezcan absoluta aprobación ni
reprobación”321.

320
Ponz, op. cit. 93, Tomo VII (1783), 587; Bedat, op. cit. 88 (1989), 381-382.
321
Bedat, op. cit. 88 (1989), 389.
144
A partir de ese momento la Academia quedó como única institución encargada de
analizar y formar dictámenes de todos los proyectos de obras públicas322, que, en función
de lo acordado, deberían remitirle el Consejo de Castilla u otros cuerpos autorizados a
ellos323.
Pero en su afán de expandir el arte neoclásico y las enseñanzas artísticas, la Academia
aprobó la creación de organismos dependientes en distintas capitales, tal y como preveía el
Capítulo XXX de los Estatutos.
Así, en 1771 se creó la Academia de Nobles Artes de Sevilla, que quedó bajo
protección real y de Francisco de Bruna, asumiendo los dictados y postulados artísticos
impuestos por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando324. En 1777 se creó, a
instancias de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Granada, se creó la
Escuela de Dibujo de Granada325.
Otro ejemplo fue la creación, en 1784, de una Escuela de Dibujo de Cádiz,
posteriormente denominada Academia de las Tres Nobles Artes de Cádiz, creada a
instancias de la Sociedad de Amigos del País de Cádiz, con el objetivo de dar “una idea a
los extranjeros del esplendor y buen gusto de la Nación por las señales que se vean en
Cádiz, la ciudad más concurrida de los extranjeros”326. Entre sus miembros, destacó la
figura de su profesor de arquitectura Pedro Ángel de Albisu.
Estas mismas ideas fueron posteriormente retomadas por la Junta Particular de 6 de
Agosto de 1786, la Academia acordó, a instancias del Secretario de la Junta de Comercio y
Moneda, autorizar la creación por todo el país de Escuelas de Dibujo, con los mismos fines
que los recogidos para la Escuela de Dibujo de Granada327.
En 1789 se creó, en el seno de la propia Academia de San Fernando, la Calcografía
Nacional, institución que nació con la finalidad de difundir la cultura y el arte español a

322
Quintana Martínez, A., La arquitectura y los arquitectos en la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando: 1744-1774 (Madrid 1983).
323
La carta dirigida por el Conde de Floridablanca al Marqués de la Florida, comunicando esta Real
Orden a la Academia se encuentra en ARABASF Sign. 18-9/1. Actas de las Juntas Ordinarias, recogida en la
Junta Ordinaria de 02.04. 1786. ARABASF Sign. 85/3, fol 9rev-10 anv.
324
Muro Orejón, A., Apuntes para la Historia de la Academia de Bellas Artes de Sevilla (Sevilla 1961);
Bedat, op. cit. 88 (1989), 419-420.
325
ARABASF, Sign. 38-30/2; García Melero, J.E.: “Retazos de la Escuela de Dibujo de Granada en la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1777-1816)”. La Imagen Romántica del Legado Andalusí
(Madrid 1995), 125-138.
326
Gascón Heredia, Mª. T., Estudio histórico de la Escuela de Nobles Artes de Cádiz: 1789-1842 (Cádiz
1989); Bedat, op. cit. 88 (1989), 429.
327
Actas de las Juntas Ordinarias y Particulares .... ARABASF. Sign. 3/124 fol. 30anv y rev.
145
través de estampas y láminas, ya que estos suponían un medio útil y adecuado para la
formación del buen gusto, así como el mejor elemento para el aprendizaje del arte328.

5.- El Período Final: 1790-1808.


Después de la caída de Floridablanca en 1792, el Protector de la Academia sería el
nuevo Secretario de Estado, Manuel de Godoy, Marqués de la Alcudia, a excepción del
período en que asuma la Secretaria de Estado Pedro Cevallos.
Durante este período, la Academia solicitó del monarca la reforma de sus estatutos por
considerarlos defectuosos e insuficientes, firmando Carlos IV los nuevos estatutos el 30 de
Marzo de 1793.
A partir de estos momentos, la institución dirigió, bajo la dirección de su Secretario
Isidoro Bosarte, sus esfuerzos a recuperar la grandeza y prosperidad de pasados tiempos.
Se crearon una enseñanza de perspectivas para pintores y escultores, y otras de anatomía,
dibujo por el yeso o antiguo colorido y copia de estampas.
Se produce en estos momentos una reacción al período neoclásico anterior, de ruptura
con los presupuestos artísticos anteriores, comenzando una nueva etapa, que algunos tildan
como de romántica, y que tendrán a Francisco de Goya, Juan de Villanueva o Isidoro
Bosarte como sus principales impulsores.
Así, Isidoro Bosarte, en su trabajo titulado Reflexiones sobre el estudio de las estatuas,
de 1796, se muestra escéptico en la utilidad, dentro de los planes de estudios, de copiar
estatuas clásicas y vaciados o modelos vivos en posturas inspiradas en obras antiguas,
salvo por lo que significa como práctica de dibujo329.
Para fomentar el estudio de la arquitectura, la Academia, como en épocas anteriores,
continuó enviado pensionados a Roma, donde podían realizar planos y dibujos de edificios
antiguos y renacentistas, que posteriormente remitían a España.
Con objeto de fomentar el estudio del arte del grabado, la Academia decidió publicar
una colección de retratos de soberanos y héroes de la nación, con lo cual se obtuvieron
notables resultados para el lustre de las Artes. A ello se unió la publicación del trabajo
completo de las Antigüedades Árabes de Granada y Córdoba330, en la que se incluyeron

328
Azcárate Ristori, op. cit. 88 (1992), 225.
329
Cacciotti y Mora, op. cit. 50 (1996), 71; Úbeda de los Cobos, A., Pintura, mentalidad e ideología en
la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando: 1741-1800 (Madrid 1988), Tomo II, 506-510; Úbeda de
los Cobos, op. cit. 347 (1989), 337.
330
Antigüedades árabes de España. Parte Segunda, que contiene los letreros arábigos que quedan en el
146
las inscripciones traducidas por Miguel Casiri de Gartia y Pablo Lozano (FIGURA 29),
bibliotecarios reales, y especialistas en
inscripciones islámicas.
La Academia mantuvo su interés por
conocer los monumentos españoles, y así en
estos momentos, Isidoro Bosarte concibió la Figura 29.- Inscripción islámica de Córdoba. Dibujo
de José de Hermosilla.
realización de una viaje por España, en el que
recogería todos los monumentos de las tres nobles artes existentes331, pero que no llegó a
ver la luz por la muerte, en 1807, de su autor.
Ante el interés mostrado por numerosos extranjeros de comprar cuadros originales de
pintores célebres, para posteriormente exportarlos, la Academia, en 1801, solicitó de la
Corona la toma de medidas efectivas para el cumplimiento de la Real Cédula de 1779, que
imponía la necesidad de indagar y avisar de cualquier venta que se hiciese de pinturas con
la intención de sacarlos del país332.
Aunque la Real Cédula de 6 de Julio de 1803 atribuía en exclusiva a la Real Academia
de la Historia la conservación de las antigüedades de la nación. La Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando, mantuvo su interés por la conservación de los monumentos
del país. Así, en 1807, cuando el Viceprotector recibió una carta anónima, en la que se
informaba de la demolición de la antigua sala capitular de la Catedral de Córdoba,
“tratando de construirse otra por diseño de uno que no lo entiende”. Los Consiliarios,
amparándose en lo dispuesto en las Reales Órdenes de 23 de Noviembre de 1777 y de 22
de Marzo de 1786, manifestaron “su disgusto de que se destruyeran restos preciosos de la
Antigüedad que debían conservarse a toda costa”333, decidieron realizar investigaciones y
solicitaron de Pedro Cevallos, Secretario de Estado, amparándose en la Real Orden de 25
de Noviembre 1777, la suspensión de “la obra en el estado en que se halle, le diera cuenta
de la parte que se haya demolido y de los planos o diseños para levantar la nueva
obra”334.

Palacio de la Alhambra y algunos de la ciudad de Córdoba (Madrid 1804). Imprenta Real.


331
Bosarte de la Cruz, I., Viage artístico a varios pueblos de España con el juicio de las obras de las
tres Nobles Artes, que en ellos existen, y épocas a que pertenecen … Tomo primero. Viage a Segovia,
Valladolid y Burgos (Madrid 1804). Imprenta Real.
332
Junta Particular de 04.10.1801; Bedat, op. cit. 88 (1989), 438.
333
Junta Particular de 18.05.1807.
334
Junta Particular de 05.07.1807.
147
El obispo de Córdoba, envió los planos al Secretario de Estado, quien a su vez los
remitió a la Academia para que emitiese dictámen sobre las obras. Finalmente, y tras el
preceptivo informe de la institución, el Secretario de Estado, mediante oficio de
12.10.1807, decretaba la demolición “de lo construido [y] que se rehaga lo derribado en
ella o se restablezca en lo posible la fábrica antigua como estaba antes de dar principio a
la obra, puesto que subsistían los diseños de ese apreciabilísimo edifico árabe”335.

4.- El Real Gabinete de Historia Natural


Natural.
ral
El Gabinete es libro donde lees
quien eres y lo mucho que posees
(Tomás de Iriarte, 1776)

La creación de esta institución hay que encuadrarla dentro de la protección


efectuada por Fernando VI y Carlos III al mundo de las ciencias, uno de cuyos aspectos
más importantes fueron las diversas expediciones científicas que se realizarán con el apoyo
económico e institucional de la corona.
El resultado de todas estos viajes científicos fue, por un lado, el surgimiento de una
serie trabajos y obras, en los que junto a relaciones y descripciones de objetos antiguos y
curiosidades naturales, se incluían por primera vez diversos estudios arqueológicos y de
historia antigua.
Pero también surgió la necesidad de ubicar, en un espacio concreto, los diversos
objetos remitidos desde los distintos puntos de los dominios borbónicos, donde pudieran
ser admirados por los curiosos e intelectuales del momento.
El principal impulsor de este tipo de estudios en nuestro país fue el marino gaditano
Antonio de Ulloa, quien realizó, por encargo regio, varios viajes por el continente
americano, y cuyos resultados recogió en diversas publicaciones336.
Antonio de Ulloa a su regreso al país elevó, junto con el también marino Jorge Juan y
con Guillermo Bowles, un memorándum337 al monarca, en el que exponían la necesidad de

335
BABASF. Armario 2, 24; Bedat, op. cit. 88 (1989), 437.
336
Sobre las expediciones científicas de Antonio Ulloa en América, ver Calatayud Arenero, Mª. A.,
Catálogo de las Expediciones y Viajes Científicos españoles. Siglos XVIII y XIX (Madrid 1984), 15; cfr, Pino
Díaz, F., “El capítulo de antigüedades en las historias naturales ilustradas”, en Arce, J. y Olmos, R. (eds)
Historiografía de la Arqueología e Historia Antigua en España (Siglos XVIII-XX). (Madrid 1991), 33-38;
Solano, F., La Pasión por reformar. Antonio de Ulloa, marino y científico, 1716-1795 (Cádiz 2000).
337
AMNCN; cfr. Calatayud. op. cit. 77 (1987), 17, Doc. nº 159; Alcina Franch, J., Arqueólogos o
Anticuarios. Historia antigua de la Arqueología en la América Española (Barcelona 1995), 75-76.
148
crear en España un Gabinete de Historia Natural, que habría de reportar numerosos
beneficios a la nación338.
Dicha idea fue sometida inmediatamente a consulta de Zenón de Somodevilla,
Marqués de la Ensenada, Primer Secretario de Estado de Fernando VI, quien informó
favorablemente a la culminación del proyecto. Este proyecto se materializó en la
fundación, en 1752, por Fernando VI de un Gabinete de Historia Natural339, bajo la
dirección del propio Ulloa, que tuvo su sede en Madrid, en una casa en la confluencia de
las actuales calle Magdalena y Plaza de Lavapiés.
Sin embargo, esta institución tuvo una duración efímera, por la dimisión en 1755 de
Ulloa y el fallecimiento del monarca, que produjeron la disolución de la institución y la
dispersión, entre diversas instituciones, de los fondos hasta aquel momento reunidos.
La idea no pasó del todo desapercibida a otros estudiosos e intelectuales de la época.
Así, Pedro Franco Dávila340 retomará con nuevos bríos el proyecto inicial, y en 1753
ofreció en venta, por intermediación del Marqués de la Ensenada, a Fernando VI la
colección de objetos que llegó a reunir, en el que se encontraban piezas de los reinos
animal, vegetal y mineral, una biblioteca de libros y estampas y una serie de objetos de
arte. Su objetivo era el enriquecer las colecciones del recién creado Gabinete, si bien la
venta no llegó a fructificar por la caída en desgracia del ministro y el fallecimiento del
monarca341.
En 1767 volvió a intentar vender a la Corona su Gabinete de Historia Natural y de
curiosidades del Arte y de la Naturaleza, en el convencimiento de que España, que tanto
había aportado al conocimiento científico con el descubrimiento de América, necesitaba un
Museo o Gabinete de Historia Natural, que acompañase a las distintas Academias que
había sido creadas bajo los Borbones, para lo cual redactó un Catalogue systematique et
raisonné des curiosités de la nature et de l´art, qui composent le Gabinet de M. Dávila, en
tres volúmenes, en los que se contenían la descripción de las piezas que componían su
gabinete342.

338
Barreiro, A.J., El Museo Nacional de Ciencias Naturales 1771-1935 (Madrid 1994), 55.
339
Mañueco Santurtun, Mª. C.: “Colecciones Reales en el Museo Arqueológico Nacional”, en Marcos
Pous, A., De Gabinete a Museo. Tres Siglos de Historia (Madrid 1993), 202.
340
Sobre la figura de Franco Dávila, véase Calatayud Arenero, Mª. C.: Pedro Franco Dávila y el Real
Gabinete de Historia Natural (Madrid 1988).
341
Mañueco, op. cit. 410 (1993), 203.
342
Calatayud, op. cit. 411 (1988), 40, 42-43 y 63.
149
Para evitar un nuevo rechazo, en fecha 26.09.1767 remitió a Pedro Rodríguez de
Campomanes, Fiscal del Consejo Real y Supremo de Castilla y Director de la Real
Academia de la Historia, una exposición en la que realizaba una serie de reflexiones acerca
del plan de S.M. para establecer un Gabinete de Historia Natural en España, con la
finalidad de que discutiera la aprobación de este proyecto con el Conde de Aranda y entre
ambos influyeran en la aprobación de su proyecto343.
El monarca solicitó, a través del Marqués de Grimaldi, el parecer del Padre Enrique
Flórez, gran aficionado a la Historia Natural, acerca de la compra de la colección. Este
consideró que su compra era bastante interesante, por dos cuestiones, en primer lugar por
que producirían numerosas ventajas para la nación, y en segundo por que se trataba de una
colección ya formada344.
Sin embargo, el monarca no decidió nada a cerca de su compra, por lo que Franco
Dávila intentó vender su gabinete en subasta pública en los meses de octubre y noviembre
de 1767, y con las ganancias volvió a rehacerla345.
Pero ante el fracaso de la venta, volvió en 1771 a insistir nuevamente para la compra
de su colección por la corona española, aprovechando que el nuevo Secretario de Estado, el
Marqués de Grimaldi, era proclive a potenciar el estudio de las Ciencias Naturales346.
El Marqués de Grimaldi, mediante Real Orden de 10 de Octubre de 1771, solicitó un
nuevo dictamen al Padre Enrique Flórez347, quien lo emitió en fecha 12 de Octubre de
1771, indicando los beneficios de su compra348.
Ante esta propuesta, el monarca dictó la Real Orden de 17 de Octubre de 1771, por el
que se decide la compra del gabinete y el nombramiento de Pedro Franco Dávila como
director vitalicio del mismo, tal y como aconsejaba Flórez349.
Para su ubicación se pensó en comprar la Casa del Duque de Arcos, en la actual Calle
Arenal de Madrid, pero al final se optó por su instalación en la segunda planta del Palacio

343
Calatayud, op. cit. 411 (1988), 77.
344
Barreiro, op. cit. 409 (1994), 59-61; Calatayud, op. cit. 411 (1988), 63; Alcina, op. cit. 408 (1995),
77-81.
345
Mañueco, op. cit. 410 (1993), 202.
346
Calatayud, op. cit. 411 (1988), 80.
347
Méndez, Fco. , Noticias de la vida y escritos del Reverendo Maestro Fray Enrique Flórez (Madrid
1780), 62-63; Calatayud, op. cit. 411 (1988), 81.
348
Méndez, op. cit. 418 (1780), 63-64; Calatayud, op. cit. 411 (1988), 81-83.
349
Barreiro, op. cit. 409 (1994), 61; Calatayud, op. cit. 411 (1988), 83; Mañueco, op. cit. 410 (1993),
202, quien a su vez manifiesta que la noticia viene recogida en la obra de Janer, F.: Historia, descripción y
catálogo de las colecciones histórico-etnográficas, curiosidades diversas y antigüedades conservadas en el
Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid (Madrid 1864).
150
de la Calle Alcalá nº 13 (FIGURA 30), en el mismo edificio que ocupaba la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando350.
En él se podía observar una colección de Historia Natural y una serie de
Curiosidades de arte o Antigüedades, término con el que Franco Dávila designaba a
aquellos otros objetos que no
cualquier objeto no
pertenecientes a la Historia
Natural, y que en el caso
presente hacían referencia a
“trajes, muebles, armas y
utensilios de pueblos antiguos y
modernos, chinos, indios y
Figura 30. - Planta del Real Gabinete de Historia Natural.
americanos; objetos artísticos
realizados con materiales del reino mineral y animal, como piedras duras, nácar y marfil;
porcelanas y lacas; piedras grabadas antiguas y modernas; instrumentos matemáticos;
pinturas, dibujos, grabados y esmaltes”, a la que se acompañaba una biblioteca
especializada.
Las primeras piezas que conformaron la nueva colección procedían del Gabinete
formado por Antonio de Ulloa, que se encontraba en la Casa de los Aposentos (Madrid),
desde donde fueron remitidos en 1773, incluidos los armarios de caoba en que se
encontraban expuestos. A ellos se les unieron los objetos que conformaban la propia
colección Franco Dávila y otros que fueron remitidos desde el Gabinete de Antigüedades
de la Biblioteca Real351.
A partir de su creación y hasta el momento de su apertura, las colecciones del
Gabinete fueron incrementándose progresivamente con la llegada de numerosos objetos de
Historia Natural, los envíos procedentes de los viajes y expediciones científicas y hallazgos
de excavaciones arqueológicas, que son las que más nos interesan al objeto del presente
estudio352. Aparte del criterio enciclopedista que predominaba en el coleccionismo de la
época, la razón del crecimiento de estas colecciones debe buscarse en el interés del

350
Barreiro, op. cit. 409 (1994), 61; Calatayud, op. cit. 411 (1988), 97.
351
Mañueco, op. cit. 410, 203-204, donde aporta una relación de los objetos remitidos desde la
Biblioteca Real; Calatayud, op. cit. 411 (1988), 103.
352
Barreiro, op. cit. 409 (1994), 26.
151
Marqués de Grimaldi, Secretario de Estado, de “juntar en el Gabinete Real todas las
especies de Historia Natural que se contienen en los Reynos y Señoríos de España”353.
Para conseguir su propósito, intercedió ante Carlos III, quien dictó una Real Orden por
la que se establecía que en el Gabinete de Historia Natural ubicado en Madrid, debían
reunirse “no sólo los animales, vegetales, minerales, piedras raras y cuantos produzca la
naturaleza en los vastos dominios de S.M., sino también todo lo que sea posible adquirir
de los extraños”.
Dicha orden fue remitida a los Virreyes, Intendentes de Provincia y Corregidores, y en
ella se especificaba la manera de “completar y enriquecer las series y colecciones del Real
Museo, en cada una de sus clases, ahora y en lo sucesivo, de recoger y dirigir para dicho
Gabinete, las piezas curiosas que se encuentren”.
La importancia de esta Real Orden, estriba en que no sólo se envía directamente a los
cargos administrativos sino que también se publicó en la prensa de la época, como es el
diario Mercurio, que inserta la noticia en sus ejemplares de Enero de 1776 y Mayo de
1776354.
Para la consecución de este objetivo, se facultó a los Intendentes a buscar el auxilio de
aquellas personas que por su “inclinación y genio a semejantes curiosidades” le ayudasen
en la realización de dicha empresa “por su amor al bien público y en el concepto de que el
Rey mirará el desempeño de este cargo, como prueba singular de Celo a su servicio,
dedicará todo su esmero a este acierto, a que yo por mi parte quedaré reconocido, y
propenso siempre a ejercitarme en cuanto crea de su obsequio; esperando que del recibo
de esta y de la citada instrucción se servirá Vmd darme aviso, noticiándome al mismo
tiempo si en ese Pueblo o otros de la Provincia habrá alguna persona que pueda concurrir
a este cumplimiento”355.
En el caso andaluz, conocemos que dicha documentación le fue remitida a Fernando
José López de Cárdenas, cura de la villa de Montoro, y a Francisco de Bruna y Ahumada,
Oidor Decano de la Audiencia de Sevilla.

353
Carta de 27.06.1776, remitida por Fernando José López de Cárdenas al Marqués de Grimaldi.
ARAH. Mss. 9/7379.
354
Barreiro, op. cit. 409 (1994), 63; Calatayud, op. cit. 411 (1988), 95.
355
Oficio de 24.05.1776, remitido por Pedro Francisco de Pueyo, Intendente de Córdoba, a Fernando
José López de Cárdenas. ARAH Mss. 9/7379.
152
A partir de 1776, comenzaron a llegar al Real Gabinete de Historia Natural
numerosos objetos procedentes de hallazgos fortuitos y excavaciones arqueológicas. Al
objeto del presente estudio, interesa destacar la llegada de varios objetos.
En primer lugar, la inscripción honorífica dedicada a Nerva, encontrada en 1762 por
Francisco Thomas Sanz en Río Tinto (Huelva), y posteriormente remitida al Gabinete de
Historia Natural tras su inauguración; en 1783 llegaron unas joyas nazaríes encontradas en
las cercanías de Granada y en 1792 varios objetos egipcios procedentes de las
excavaciones practicadas en la Casa de la Viña (Torre del Mar, Málaga), que fueron
ubicadas en la Sala de Antigüedades del Gabinete356.
Por fin, el 04.11.1776, coincidiendo con la onomástica de Carlos III, se abrió al
público con el título de Real Gabinete de Historia Natural357. El local escogido pronto
resultó insuficiente ante el aumento de las colecciones y para satisfacer las nuevas
necesidades, Carlos III decidió en 1785 erigir en el Paseo del Prado un edificio para Museo
de Historia Natural, comisionando para el trazado y construcción del mismo a Juan de
Villanueva, pero tras la invasión francesa fue destinado a Museo de Pintura y Escultura358.
El 21.07.1792, ordenó Carlos IV que fuesen colocados en el salón del Real Gabinete
varios efectos que se guardaban en la Casa de la Geografía, sita en Madrid. En 1793, se
produjo un cambio en la estructura organizativa del Gabinete, ya que el director pasó a
depender directamente de la Secretaria de Estado y su personal, como en las demás
instituciones, tenía fueros y privilegios de la Casa Real359.
La fama del gabinete atraía de continuo numerosos visitantes, tanto españoles como
extranjeros, que admiraban el creciente número de objetos, muchos procedentes de
América, que fueron engrosando la colección de Antigüedades que tenía la institución.
De tal manera que en 1808 el Gabinete era “uno de los primeros de Europa” en su
género, pero la invasión napoleónica tuvo un resultado nefasto, primero por que
interrumpió el flujo de entrada de materiales en el Real Gabinete y, en segundo lugar, por
que fue clausurado360, sufriendo un importante expolio sus colecciones.

356
Mañueco, op. cit. 410 (1993), 205; Negueruela, I, “Las excavaciones arqueológicas en el Siglo XVIII
y el M.A.N.”, en Marcos Pous, op. cit. 410 (1993), 251, 252-254.
357
Calatayud, op. cit. 411 (1988), 112; Mañueco, op. cit. 410 (1993), 203; Barreiro, op. cit. 409 (1994),
63.
358
Barreiro, op. cit. 409 (1994), 23-24 y 67.
359
Barreiro, op. cit. 409 (1994), 128.
360
Barreiro, op. cit. 409 (1994), 19.
153
5.- La Real Biblioteca.
Biblioteca

“Ningún monumento de antigüedad... es tan útil


y necesario ... como las medallas y monedas”
(J.A. Ceán Bermúdez).

La Real Librería o Real Biblioteca fue creada inicialmente en 1712 por Felipe V, si
bien hasta 1716 no se promulgó su Cédula de fundación, que preveía su instalación en la
madrileña calle del Tesoro, en un local contiguo al Convento de la Encarnación, muy cerca
del Palacio de los Austrias.
Esta institución fue creada con el propósito de reunir en ella aquellos manuscritos y
libros que, por sus especiales características, contribuyesen a “adelantar por cuantos
medios fuesen posibles las Artes y las Ciencias”. Esta idea se vio reflejada en los estatutos
fundacionales de la institución, en los que se disponía que “se ha juntado en ella el mayor
número de libros que hasta ahora se ha podido, con algunos manuscritos, varios
instrumentos matemáticos, porción de monedas, medallas y otras curiosidades”361.
En general, las noticias referentes a la Real Biblioteca son muy escasas en el Siglo
XVIII, pero de su análisis se desprende la existencia, en función de su contenido, de dos
instituciones o secciones362, el Museo Numismático y el Gabinete de Antigüedades.
A pesar de ello, no parece que estas dos secciones funcionasen de forma
independiente, ya que la finalidad de las monedas y de las estatuillas allí reunidas era la de
servir de modelo para el retrato de los Reyes, tal y como se aprecia en los imágenes de los
monarcas Borbones, realizados a la manera de emperadores romanos o bien aparecen
portando símbolos propios de ellos363.
Un ejemplo de ello sería que en 1749, Fernando VI solicita del Bibliotecario Mayor, a
la sazón Blas Nasarre, que mostrara al escultor Juan Domingo Olivieri todas las monedas
conservadas en el Museo de Monedas, con el fin de que extrajera de ellas las efigies de los
reyes para las estatuas destinadas al Palacio Real364.
Una segunda finalidad de los objetos recopilados en la Librería Real, era la de educar a
los príncipes e infantes, tal y como se había hecho en el mundo del Renacimiento,

361
Fundación y Estatutos de la Librería Pública del Rey N. Señor D. Felipe V (Madrid 1716).
362
Mañueco, op. cit. 410 (1993), 190.
363
Mora, op. cit. 11 (1998), 48 y ss.
364
Mañueco, op. cit. 410 (1993), 194.
154
mediante el estudio de textos grecolatinos y el conocimiento y coleccionismo de monedas
y otros vestigios de la antigüedad clásica365.
No obstante, procederemos a analizar las secciones de forma independiente, dado que
ambas siguieron caminos distintos en cuanto a su conformación, acrecentamiento y destino
final.
El Museo Numismático o Gabinete de Medallas, estuvo inicialmente conformado por
las colecciones de monedas ya existentes en los Palacios Reales366, que comenzaron a ser
catalogadas y clasificadas en 1736 por Polluc o Pablo Lucas, anticuario del Rey de Francia.
Sobre la labor de catalogación y enseñanza a los príncipes realizada por Pablo Lucas,
tenemos el testimonio de la remitida el 02.10.1736 por Lope de los Ríos a Pedro Leonardo
de Villacevallos. En ella sostiene que el Gabinete existente “... en la Biblioteca es cosa
lastimosa, en tres costales se guardaban [las monedas], pero ahora se ven en mayor
fortuna de lo que podíamos discurrir, con motivo de haber llegado a esta corte un célebre
anticuario que lo fue de Luis decimocuarto y lo es del reinante, este se llama Polluc, que
de Africa, Asia y Europa, ha traído delicadísimas piedras anulares y de varias hechuras,
monedas exquisitas romanas y griegas (cuyos caracteres empiezo ya a deletrear) y de esto
hizo demostración al Sr. Infante D. Felipe a donde se pudieron aprovechar los mirones
aficionados..., le han remunerado los Reyes consignándole doscientos doblones de sueldo
y que ponga en orden las monedas de la Biblioteca a donde le han asignado cuarto y se lo
están hoy blanqueando”367.
A su muerte, en 1743, el Padre Alejandro Panel, importante numismático francés, fue
nombrado por Felipe V como preceptor y “Anticuario en propiedad del Gabinete de
Medallas”, es decir el primer conservador de la colección368, quien inició una serie de
índices numismáticos en latín de las series de medallas del Gabinete, que quedaron
incompletas ante su fallecimiento en 1784.

365
Mora, op. cit. 11 (1998), 70.
366
Alfaro Asins, C.: “Las Colecciones Numismáticas del Museo Arqueológico Nacional”, en Marcos
Pous, op. cit. 410 (1993), 147.
367
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 26 a 27v.
368
Rivero, C. “El Gabinete numismático del Museo Arqueológico Nacional: 1715-1950”. Numisma 19
(1956), 63, quien nos da una visión muy negativa de la labor desarrollada por el Padre Panel; cfr. Alfaro
Asins, op. cit. 437 (1993), 147; Panel, A.X., Geographia Numorum. Mss. sin fechar en 11 volúmenes,
conservado en el MAN. La mayoría de los trabajos del Padre Alejandro Panel, actualmente depositados en la
BN, nunca vieron la luz; sobre la labor de Panel en la Real Biblioteca, véase García Ejarque, op. cit. 14
(1997).
155
Le sucedió Guillermo López Bustamante, quien tenía la idea de formar una estudio de
las monedas de España369, para lo cual pensaba valerse de las monedas existentes en el
Gabinete, para lo cual era necesario el continuo acrecentamiento de los fondos, que bajo su
mandato tuvieron un gran aumento.
Así pues, la colección fue aumentando progresivamente, bien por la compra de otras
colecciones numarias, entre las que existen algunas procedentes de Andalucía, como es el
caso de la adquisición en 1788, por 36.000 reales, del “museo de medallas antiguas de oro,
plata y metal, así romanas, como godas, camafeos y otras antiguallas”,
que habían pertenecido al cordobés Pedro de Estrada, tras informe
favorable de G. López Bustamante370.
También se compró parte de la colección de Livino Ignacio
Leyrens, y se adquirió la Colección del Infante Don Luis de Borbón, en
la que existían algunas piezas de gran valor y rareza, como “un siclo de
Israel, de plata, y otras tres o cuatro medallas samaritanas”371, muchas
Figura 31.-
Infante Don de las cuales procedían de Andalucía.
Gabriel de
Borbón. Antonio Pero la adquisición más importante, debido a la riqueza y variedad
Rafael Mengs.
de sus ejemplares, fue la Colección del Infante Don Gabriel de Borbón
(FIGURA 31), en el año 1793372, en la que habían confluido otras colecciones particulares
andaluzas: las colecciones del gaditano Antonio Mosti, las monedas de Hispania Antigua
de Livino Leyrens y las monedas de Hispania Antigua de Bernardo de Estrada, Comisario
de Guerra.
También las colecciones numismáticas se acrecentaron con el envío de las monedas
obtenidas en excavaciones practicadas en diversas localidades andaluzas, como son los
casos de Arjona (Jaén)373, en 1767, o de Itálica (Sevilla)374, en 1794.

369
Sus trabajos más conocidos son los titulados De las medallas de Nebrissa en la Bética (Madrid 1797)
y Exámen de las medallas atribuidas a la ciudad de Munda, en la Bética (Madrid 1799).
370
García Ejarque, op. cit. 14 (1997), 188.
371
BN. Archivo. Caja 109,Carpeta 29; cfr. Mañueco, op. cit. 410 (1993), 196.
372
De esta colección existen actualmente en el MAN dos inventarios. Uno, manuscrito, sobre las
monedas imperiales de plata, titulado Serie de las monedas imperiales de plata del Serenísimo Señor Infante
Don Gabriel, y otro, elaborado por G. López Bustamante, titulado Museo del Señor Infante Don Gabriel.
Serie de las monedas de distintas procedencias, que pertenecieron a la Colección del Infante D. Gabriel, en
el que se ordenan las monedas por colecciones. En la actualidad la identificación y procedencia de las
monedas es prácticamente casi imposible, salvo en algunos casos por la peculiaridad de las piezas
373
Oficio de fecha 19.04.1788, remitido por Francisco Pérez Bayer al Conde de Floridablanca. AHN
Estado Legajo 4818. Sig. 566; cfr. Salas Álvarez, op. cit. 125 (1999).
374
AHN Estado Legajo 3193(7).
156
Asimismo, se remitieron numerosas monedas que habían sido halladas casualmente,
como ocurrió en 1787, cuando Pedro Celestino de los Arcos, remitió “al Real Museo las
dos monedas griegas” halladas en Granada375; o en 1790, cuando se remitieron diversas
monedas romanas halladas en las cercanías de La Carolina376.
También se remitió en 1791 el tesorillo,
compuesto de 133 áureos, que había sido
descubierto en 1721 durante la construcción de los
cimientos de la fachada de la Catedral de
Málaga377. O en 1794, cuando se remitió un
tesorillo de monedas islámicas de plata, halladas en
Itálica en el transcurso de las excavaciones para la
Figura 32. - Monetario del Siglo XVIII. MAN.
construcción de la nueva carretera a
Extremadura378.
Finalmente, las donaciones de particulares también contribuyeron al aumento de las
colecciones. Así, Pablo Lucas a su llegada a Madrid, y según la noticia dada por Lope de
los Ríos, “... hizo a los Reyes regalo de ochenta monedas y dos docenas de medallones
griegos y egipcios, y una piedra exquisita del tamaño de medio real de a ocho, donde está
de relieve el robo de Ganímedes”379.
De esta manera, el Gabinete Numismático o Museo de Monedas vio crecer el número
de sus ejemplares, que, según la descripción efectuada por M. Martínez Pingarrón en 1787,
se encontraban depositadas en doce monetarios, once para las monedas y medallas y uno
para camafeos y entalles. Además, existía un armario grande que servía de depósito o
“repuesto de monedas”, en el que las piezas estaban colocadas en función de los temas en
ellas representados “ya fueran edificios, juegos públicos, animales o aves”.
Cada Monetario (FIGURA 32) o armario, contenía, a su vez, una o más serie de
monedas ordenadas según diversos criterios. Así por ejemplo, privaba el orden alfabético
de nombre y lugares geográficos en las Series Consulares y de Municipios, que ocupaban
los dos primeros monetarios, mientras que se daba preferencia a la materia (oro, plata,

375
AHN Estado. Legajo 3193(26).
376
AHN Estado. Legajo 3193(21).
377
BN Archivo. Caja 0086. Carpeta 17; cfr. Mora Serrano, B., “Hallazgo de un tesoro de aurei en la
Málaga del siglo XVIII”, en Arce y Olmos, op. cit. 407 (1984), 41-44.
378
AHN Estado. Legajo 3193(7).
379
BBCC Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 26 a 27v.
157
cobre) y al tamaño, en segundo lugar, en la serie de Emperadores romanos que incluían
ejemplos “desde Pompeyo hasta Heraclio”.
Estas series conformaban el conjunto más numeroso y su exposición al público
ocupaba seis monetarios completos debido a que, a veces, se veían obligados a colocar
varias monedas del mismo emperador, ya que “en aquellos príncipes que por haber
reinado muchos años, era preciso renovar sus rostros a proporción de sus edades”.
Pero la gran novedad de este Gabinete era el uso de la ordenación numeral para
clasificar el monetario que contenía las monedas de las Legiones romanas, criterio que no
se contemplaba en ningún otro gabinete numismático europeo.
Finalmente, se utilizó el método cronológico para la organización de los monetarios
que contenían las “monedas y medallas de los reyes de España, Francia, príncipes de
Italia y Germania, colocadas con la cronología conveniente para impedir la menor
confusión”, e, igualmente, en el monetario reservado a los Papas, desde Cristo hasta
Inocencio XII, en el que “había más de mil medallones”380.
Por su parte, el Gabinete de Antigüedades se encontraba instalado en una sala del
edificio, adornada con “bustos, estatuas ecuestres, atletas y otros primores”.
Como en el caso de las Monedas, la colección de Antigüedades se formó inicialmente
con las colecciones que ya existían en los palacios y alcázares, que fueron remitidos a esta
institución.
Prueba de ello, es la noticia que da Francisco Pérez Bayer, acerca de que Carlos III
había remitido a la Real Biblioteca “en su tiempo cuantas preciosidades, monedas,
mosaicos, armas, ídolos, muebles caseros y otros instrumentos tenía” en el Palacio del
Buen Retiro.
No conocemos el inventario detallado de las piezas que lo conformaban, si bien
Carmen Mañueco sostiene que “existen grandes posibilidades de que la mayor parte de
estos objetos de adorno coincidan con algunas esculturas de bronce” que en la actualidad
se conservan actualmente en el Museo Arqueológico Nacional381.

380
La descripción es aportada por Martínez Pingarrón, M., Prólogo a la Ciencia de las Medallas
(Madrid 1787); cfr. Mañueco, op. cit. 410 (1993), 193.
381
BN. Mss. 18843, fol. 119; cfr. Mañueco, op. cit. 410 (1993), 193-194.
158
Estos objetos se encontraban expuestos a la vista de los príncipes y de los curiosos
dentro de unos “armarios o escaparates
cerrados con cristales”, que guardaban un
indeterminado número382 de “antigüedades e
instrumentos pertenecientes a varias ciencias,
artes y de Historia Natural”.
Las antigüedades eran un conjunto de
objetos arqueológicos de época romana, entre
los que destacaban una serie de fíbulas, sellos,
anillos y lucernas, a los que se le añadieron
algunas “esculturas egipcias, griegas y
Figura 33. - Inscripción dedicada a Nerva
romanas” de bronce de pequeño tamaño. encontrada en Río Tinto. MAN.

Respecto a los objetos de Historia Natural presentes


inicialmente en la colección, hemos de decir que estos
fueron transferidos, ya en 1776, al recién creado Real
Gabinete de Historia Natural383.
A este conjunto, se añadieron posteriormente otros
objetos procedentes de compras efectuadas en Italia o de
las excavaciones arqueológicas de Pompeya y
384
Herculano , así como otros objetos procedentes de
hallazgos arqueológicos (FIGURA 33), como la
inscripción dedicada a Nerva encontrada en 1762 en Río
Tinto (Huelva)385, que posteriormente pasó al Gabinete Figura 34. - Bronce del Peñón de
Auditas (Grazalema). MAN.
de Historia Natural, o el Bronce de Hospitalidad
(FIGURA 34) encontrado en 1766, en Cortijo de Clavijo, en la falda del Peñón de Auditas
(Grazalema, Cádiz) 386.

382
El primer inventario lo realizó Basilio Sebastián Castellanos de Losada, Apuntes para un Catálogo
que comprende la colección de Antigüedades de la Biblioteca Naciona, con exclusión de la Numismática
(Madrid 1847), 186.
383
Mañueco, op. cit. 410 (1993), 203-204, aporta una relación de los objetos enviados.
384
Alonso Rodríguez, C., “La Colección de Antigüedades comprada por Camilo Paderni en Roma para
el rey Carlos III”, en Illumismo e Ilustración, op. cit. 80 (2003), 29-45; Herrero Sanz, Mª. J., “Las
antigüedades de Herculano y su impacto en las Colecciones Reales”, Reales Sitios 156 (2003), 44-55.
385
CIL II 956; Sanz, Francisco Tomas, Memoria antigua de romanos, nuevamente descubierta en las
minas de Rio Tinto, ilustrada con su explicación y notas por un curioso sevillano (Sevilla 1752), reeditado en

159
El inicial crecimiento de las colecciones del Gabinete de Antigüedades, al contrario
que el resto de las instituciones creadas por la corona, sufrió un estancamiento en 1776 con
la creación del Real Gabinete de Historia Natural, ya que a partir de esta fecha todas las
antigüedades, es decir los objetos arqueológicos, que fueron comprados por la corona o
bien los procedentes de hallazgos fortuitos o de excavaciones arqueológicas no fueron
depositadas en esta institución, sino que fueron destinadas al Real Gabinete de Historia
Natural387.

6.- Otras Instituciones.


Instituciones

“Una serie de Corporaciones surgen en España


durante el siglo XVIII, favorecidas por el Gobierno,
que sigue en esto una política concreta de ilustración,
dentro del programa gubernamental de los Borbones”
(Francisco Aguilar Piñal, 1966).

a) La Real Sociedad Patriótica de Sevilla o Real Sociedad


Económica de Amigos del País de Sevilla.
Sevilla

La aparición en 1774 del Discurso sobre el fomento de la industria popular de


Pedro Rodríguez de Campomanes y Pérez de Sorribas, tuvo como consecuencia la
adopción de una serie de medidas encaminadas al fomento de la producción agrícola, del
comercio y de la industria en las distintas regiones españolas, a la vez que el surgimiento
de una serie de Sociedades Patrióticas o Sociedades Económicas de Amigos del País388,
mediante las que el estado intentó instrumentalizar el clima cultural existente, con la
aquiescencia y la colaboración de la propia sociedad.
Estas corporaciones representan la toma de conciencia de numerosos sectores de la
población (nobles, eclesiásticos, burgueses, campesinos y trabajadores de la ciudad) acerca
de aunar esfuerzos e intereses y de la necesidad simultánea del aumento de la riqueza y del

1996; Marcos Pous, A. “Gabinete de Monedas y Antigüedades de la Real Biblioteca”, en Marcos Pous, A.,
op. cit. 410 (1993), 217 y ss.
386
CIL II 1343; Marcos Pous, op. cit. 456 (1993), 217 y ss; González Fernández, J., Inscripciones
romanas de Cádiz (Sevilla 1992), 260-261.
387
Mañueco, op. cit. 410 (1993), 214.
388
Demerson, P., Las Sociedades Económicas de Amigos del País en el Siglo XVIII (San Sebastián
1974).
160
papel imprescindible que en él asumía la renovación técnica y el conocimiento general,
sobre todo en áreas de conocimiento que la educación tradicional había dejado de lado.
Estas ideas propiciaron el surgimiento de más de un centenar de sociedades en menos
de veinte años, distribuidas por áreas rurales y por las principales poblaciones, lo que
favoreció su sensibilidad hacía dificultades estructurales puntuales (arquitectura hidráulica,
jardines botánicos, dibujos, mecánica, etc.) y de un marcado ámbito local.
Las principales Sociedades Económicas de Amigos del País, se establecieron en
Sevilla, Osuna (Sevilla)389, Granada390, Málaga391, Vera (Almería)392, Jaén393 y varias en
el reino de Jaén394.
En el caso de Sevilla, Manuel Ventura de Figueroa, Gobernador del Real Consejo de
Castilla, remitió al Cabildo sevillano una Carta-Orden, con fecha 18.11.1774, por la que le
instaba “para que este Pueblo se promoviese la industria popular”395. El ayuntamiento
hispalense elaboró un informe, fechado el 15.03.1775, en el que exponía la conveniencia
del establecimiento de una Sociedad Patriótica, en la que los miembros, que se agrupaban
en “Patricios y forasteros, pero [todos] vecinos de esta ciudad” se repartiesen en varias
comisiones: agricultura, artes, industria y comercio. Los miembros que integrarían dicha
sociedad, según acuerdo de 24.03.1775, alcanzaría el número de 40, y la primera reunión
se celebró en los Reales Alcázares el día 15.04.1775, bajo la presidencia del Asistente de
Sevilla D. Pablo de Olavide396.
La lección inaugural corrió a cargo de Francisco de Bruna y Ahumada, y en ella fijaba
el interés de la nueva institución por las artes y llamaba la atención sobre la necesidad de
luchar contra aquellos que “desprecian el estudio de las artes como una sutil ocupación, y
con juicio severo hablan mal de lo que se hace para desacreditarlo; debilidad que padecen

389
Soria Medina, E., La Sociedad Económica de Amigos del País de Osuna (Sevilla 1975).
390
Castellano Castellano, J.L., Luces y reformismo. Las Sociedades Económicas de Amigos del País de
Granada en el Siglo XVIII (Granada 1984).
391
López, A., La Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga (Málaga 1987).
392
Demerson, P. y Demerson, J., “La Sociedad Patriótica de la ciudad de Vera y su jurisdicción (1775-
1808)” Anuario de Historia Contemporánea 11 (1984).
393
Sánchez Salazar, F., La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Jaén: 1786-1861 (Jáen
1983).
394
Arias de Saavedra, J., Las Sociedades Económicas de Amigos del País del Reino de Jaén (Granada
1984).
395
Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 17; Aguilar Piñal, Fco., “Fundación de la Sociedad Patriótica de
Sevilla”. Archivo Hispalense 109 (1961), 187-193; Aguilar Piñal, Fco., “Más sobre la fundación de la
Sociedad Patriótica de Sevilla (fuentes documentales)”, Archivo Hispalense 111 (1962).
396
Sobre Olavide, ver Alcázar Molina, C., Los hombres del reinado de Carlos III: D. Pablo de Olavide
(Madrid 1927) y Defourneaux, M., Pablo de Olavide ou l´afrancesado: 1725-1803 (París 1959).
161
gentes por otro lado muy recomendables. Solo una junta honrada de Compatriotas,
defensores de lo justo y conveniente al público, se puede ocupar de sacar del inveterado
olvido y desprecio las artes, y quitarles el espíritu latente, y oprimido con sórdidas
preocupaciones a que han llegado, dándoles toda la amenidad que merecen”397.
La Sociedad, cuyos estatutos y la real protección fueron obtenidos el 16.12.1777,
estuvo desde sus comienzos muy vinculada con la Real Academia Sevillana de Buenas
Letras, como lo demostraría el hecho de que aparezcan como miembros
de la misma los académicos Francisco de Bruna y Ahumada, Miguel
Espinosa, Conde del Águila, Gaspar Melchor de Jovellanos, Martín de
Ulloa, Pedro Rodríguez Campomanes, Cándido María Trigueros,
Sebastián Antonio de Cortés, Antonio Jacobo del Barco y Gasca o
Joaquín Cid y Carrascal, solo por citar algunos ejemplos398.
Llegó a publicar unas memorias de sus actividades (FIGURA 35),
Figura 35.-
Memoria de la en cuyo tomo segundo, incluyó la publicación de la obra de Antonio
Real Sociedad
Patriótica de Jacobo del Barco y Gasca sobre la Bética Romana, cuyo original había
Sevilla
sido publicado en 1762, y en el además de una descripción sobre las
excelencias de la región, se incluye la noticia del hallazgo en Río Tinto de la inscripción
romana dedicada al emperador Nerva: “En [Río Tinto en el año] 1762 se descubrió una
lámina de cobre con una dedicación hecha a Nerva por Pudente, liberto de Augusto
Procurador. De cuya apreciable invención publicó una noticia muy exacta y erudita D.
Francisco Tomás Sanz, su actual Administrador”399.

b) Las Academias de Bellas Artes.


Artes
El Capítulo XXX de los Estatutos de 1757 de la Real Academia de Nobles Artes de
San Fernando disponía la fundación de otras Academias en distintos puntos de la península
y de las provincias de Ultramar, con la prevención de que dichos proyectos y estatutos
serían aprobados por el monarca, previo informe favorable de la Academia de Nobles
Artes de San Fernando, que ejercería el control sobre la nuevas instituciones, que
quedarían subordinadas a los dictados de aquella400.

397
Bruna y Ahumada, Fco., Inauguración a la Junta General de la Sociedad Patriótica de Sevilla.
ARAH. Mss. 9/2009, fol. 212.
398
Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 18-19.
399
Barco y Gasca, op. cit. 270 (1762), LXXII-LXXII.
400
Bedat, op. cit. 88 (1989), 94-96.
162
A pesar de ello la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, nunca vio con
buenos ojos la proliferación de este tipo de instituciones, ya que ello provocaría la
disminución de la efectividad de la vieja aspiración centralizadora de la formación del
artista y de la práctica de los oficios artísticos, cuya última expresión era la propia
Academia, que representaba en el mundo de las Artes la voluntad política de la monarquía
borbónica. Las instituciones más representativas de este tipo en el ámbito andaluz son:

I) La Real Escuela o Academia de las Tres Nobles Artes de


Sevilla.
Sevilla

Precedente inmediato de esta institución es la Academia de Pintura establecida


por Bartolomé Esteban Murillo en la Casa Lonja de Sevilla, el día 01.01.1660401,
dotándose de unas ordenanzas oportunas para su gobierno, que se vieron reforzadas en
1663 y en 1666, cuando fue nombrado Protector D. Juan Fernández de Hinestrosa, Conde
de Arenales402. La institución se mantuvo en vigencia hasta el final de la centuria,
momento en el que cesó en sus actividades, como otras tantas existentes en España, debido
a la crisis sufrida por las bellas artes.
No existirá en la ciudad otra corporación de estas características hasta 1759, cuando el
pintor Juan José Uzeda y el platero Eugenio Sánchez Reciente, a los que se unió Pedro
Miguel Guerrero, establecieron, en el inmueble sito en la calle Alcaicería de la Seda, la
denominada Academia de las Tres Nobles Artes de Sevilla, que ante el aumento del
número de alumnos pronto trasladó su sede al domicilio de Francisco Ramírez
Portocarrero, Administrador de Tabacos, frente al Convento de la Calle Dueñas, donde el
número de alumnos se elevó hasta 250. Los problemas que ello conllevaba, llevaron a la
corporación, en 1769, a volver a mudarse de domicilio a una casa que el escultor Blas
Molner y Luis Pérez arrendaron en la calle del Puerco403.
La institución, cuyos profesores sufragaban los gastos de la misma, buscó desde sus
inicios el apoyo del Asistente de Sevilla, el Marqués de Monterreal, pero su traslado a
Madrid en 1759, le privó a la escuela de un protector, de manera que se buscó el apoyo del

401
Muro Orejón, op. cit. 395 (1961), XIII y 3; Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 15; cfr. De la Banda y
Vargas, A., “Los Estatutos de la Academia de Murillo”, Anales de la Universidad Hispalense XXII (1961),
107-120.
402
Matute y Gaviria, J., Anales eclesiásticos y seculares de Sevilla desde 1701 hasta 1800. Vol III
(Sevilla 1887).
403
Muro Orejón, op. cit. 395 (1961), 5-7; Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 15.
163
Oidor D. Francisco de Bruna y Ahumada, que como veremos más adelante desempeñaría
el papel de alma mater de la corporación.
Pero la situación económica llegó a tal punto, que el 14.03.1770, los pintores Juan de
Espinar, Francisco Miguel Ximénez, Joaquín Cano y Juan de Uzeda, el grabador Diego de
San Román Codina, el escultor Blas Molner y Joseph de Rubira, pintor y escultor, todos
ellos profesores de la Academia, elevaron un memorial al Marqués de Grimaldi, Secretario
de Estado, en que le comunicaban el deseo de resucitar la Academia de Pintura fundada
por Bartolomé Esteban Murillo en 1660, y que para ello se venían reuniendo desde el
17.07.1759, en una sala reducida, cuyo alquiler abonan con sus escasos ingresos.
El aprendizaje del arte entre los numerosos alumnos se realizaba mediante el uso de
estampas y modelos, tanto vivos como de yeso. Siendo el alquiler y demás gastos
indispensables, superior a la fortuna de los asistentes, suplican en un Memorial dirigido al
Marqués de Grimaldi, Secretario de Estado y Protector de la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando, que les ceda una sala, o bien una casa, de los Reales Alcázares
Sevillanos, para así, al menos, liberarse del pago del alquiler404.
El Marqués de Grimaldi, mediante oficio de 20.03.1770, solicitó de Francisco de
Bruna y Ahumada, en su calidad de Alcaide de los Reales Alcázares de Sevilla, la remisión
de un informe razonado sobre dicho memorial, incidiendo especialmente en las siguientes
cuestiones: quién dirigía a los artistas, cuáles eran sus obras y, además, si en el edificio de
los Reales Alcázares existía sitio para acogerles.
Así Francisco de Bruna envía al Ministro de Estado dos comunicaciones en fecha
04.04.1770405 y 27.05.1770406, en las que responde a sus demandas y ofreciendo una casa
en el recinto de los Reales Alcázares, y como muestra de los adelantos de estos artistas
añade un cajón con pinturas y esculturas, para que puedan apreciarse sus méritos.
Asimismo, insistía en la conveniencia de favorecer a estos artistas concediéndoles la
protección regia y que de este modo la institución podía reorganizarse mejor, nombrándose
tres directores, respectivamente de pintura, escultura y arquitectura, responsables de las
enseñanzas.
Pero ante las tardanzas de la corte, en Enero de 1771, Francisco María del Rosario y
Agustín Martín de Blas, elevan un segundo memorial al Marqués de Grimaldi, reiterando

404
BBCC, Mss. Varios 87(6); Muro Orejón, op. cit. 395 (1961), XIII.
405
Archivo Reales Alcázares, Tomo II Escuela Tres Nobles Artes; cfr. Muro Orejón, op. cit. 395 (1961),
XIV.

164
el enviado en fecha 14.03.1770, y en el que ofrecían al Marqués de Grimaldi el título de
protector de la corporación407.
La contestación se demoró un tiempo, hasta que por la Real Orden de 30 de Julio de
1771, por la que se ordenaba a Francisco de Bruna que cuando quedase vacante “alguna
casa de las pertenecientes a esos Reales Alcázares [fuese] proporcionada para que esos
Profesores y aficionados se congreguen a estudiar, la destine V.S. a tan loable fin en
nombre de S.M.”.
Además indicaba que esta corporación debía quedar bajo la tutela de “La Academia de
San Fernando de Madrid, matriz de todas las Artes en el Reino, reconoció de orden del
Rey las obras de estos jóvenes, remitidas por V.S. con fecha 27 de mayo de 1770, …, y
juzgó digno de fomento tan plausibles principios”408, a la vez que concedía el Patrocino
Real de la nueva institución “Para animar a estos Profesores y Alumnos a la
perseverancia y adelantamiento, puede V.S. asegurarles que en el ánimo del Rey N.S. se
hallarán siempre sus tareas aquella acogida y benigno Patrocinio que están publicando
tantos establecimientos fundados en el glorioso reinado de S.M.”.
Además, se les animaba a elaborar un cuerpo legislativo con el que regir sus
actividades, como ya había efectuado “la Academia de San Carlos de Valencia”, a la que
se coloca como ejemplo a seguir, al tener unos “estatutos tan adaptables a cualquier
Cuerpo de la misma especie que se pueda fundar en otra parte del Reino, y están en ellos
mismos tan claros los medios con que aquella ha llegado a formarse y a ser un Cuerpo
subsistente, que ha parecido remitir a V.S. un ejemplar de dichos Estatutos, a fin de que
con su notorio celo y el particular esmero que ha acreditado en el asunto de que se trata,
procure tomando la parte adaptable y siguiendo el espíritu de aquellos, arreglar y
disponer las horas y método de estudio de esos principiantes para proporcionar el logro
de las esperanzas que pueden tenerse de sus progresos”.
Finalmente, la Real Orden disponía que la función de Protector de la institución
recaería en la figura del propio Bruna, quien debía tomar “a su cargo, establecer y dirigir
el método de las Juntas y estudios de estos Profesores y aficionados a las Artes, velar en

406
BBCC, Mss. Varios 87(6); cfr. Muro Orejón, op. cit. 395 (1961), XV.
407
BBCC, Mss. Varios 87(6); Muro Orejón, op. cit. 395 (1961), XIV; Romero Murube, op. cit. 335
(1965), 44.
408
Muro Orejón, op. cit. 395 (1961), 15, da la noticia de que la subordinación con respecto a la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, se dispuso mediante el Oficio de fecha 02.02.1816, siendo
Secretario de Estado, D. Pedro Cevallos.
165
que se observe la regularidad conveniente y dar cuenta de los progresos que hagan”409,
manteniéndose en el cargo hasta su fallecimiento en 1807.
La escuela, a través de su protector Bruna, envió a Madrid el 02.12.1772 dos
cajones con pinturas, diseños y piezas de escultura, para que sean examinadas por la Real
Academia de Nobles Artes de San Fernando, lo que conllevó que la Corona le asignase, a
partir de 1773, la suma de 2.5000 reales de vellón anuales, que debían ser detraídos de las
rentas de los Reales Alcázares, y que en 1775 se verán incrementadas, según la Real Orden
de 15 de Agosto de 1775, hasta los 25.000 reales de vellón anuales, de los parte fueron
destinados a sufragar su establecimiento en la calle San Gregorio, en “la casa número 54,
la cual es casa principal, y hace fachada a la Plazoleta de la Pila Seca, lindando por un
lado con las paredes del Jardín del Príncipe, y por el otro con la casa número 55 de este
orden, y por la espalda con la huerta de la Alcoba de dicho Alcázar”410.
La Escuela elaboró unos estatutos para regular sus actividades, que se basaron,
desoyendo los consejos del Marqués de Grimaldi, en los de la Academia de San Fernando
de Madrid y no en los de la Academia de San Carlos de Valencia411. Según estos estatutos,
la corporación quedó configurada como un cuerpo docente, cuyo profesorado estaba
integrado por un director principal o general, tres directores, respectivamente, de cada una
de las bellas artes: pintura, escultura y arquitectura, asistidos de sus correspondientes
tenientes o auxiliares en la enseñanza, varios ayudantes de clase y el Secretario, todos ellos
bajo la supervisión de un Protector, que presidía las Juntas Generales y las Juntas
Particulares, que se celebraban en los Salones del Alcázar o en el domicilio de la Escuela.
Las clases eran seis: una de principio, otra de dibujo de figuras, una de modelo en
yeso, otra de dibujo del natural o modelo vivo y dos de arquitectura, existiendo una
preliminar de aritmética, enseñanzas que posteriormente se verán ampliadas con el
grabado412.
Para mejorar la enseñanza, Carlos III regaló a la Escuela una copia de los modelos en
yeso de las famosas esculturas griegas y romanas donadas por Antonio Rafael Mengs a

409
Archivo Reales Alcázares, Tomo I. Escuela de las Tres Nobles Artes; Muro Orejón, op. cit. 395
(1961), XVI-XVII; Romero Murube, op. cit. 335 (1965), 44-45.
410
Archivo Reales Alcázares, Tomo I Escuela Tres Nobles Artes. BBCC, Mss. Varios 87(6); Muro
Orejón, op. cit. 395 (1961), XVIII y 8; Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 16; Romero Murube, op. cit. 335
(9165), 46.
411
En la Junta de 24.10.1784 hay una referencia a ellos; cfr. Muro Orejón, op. cit. 395 (1961), 11;
Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 16; Romero Murube, op. cit. 335 (1965), 46-47.
412
Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966),16; Muro Orejón, op. cit. 395 (1961), 12; Romero Murube, op. cit.
335 (1965), 47-48.
166
Carlos III413, que fueron depositados en los Alcázares en 1780, según narra el propio
Francisco de Bruna: “me vinieron por fin de Madrid las famosas estatuas de yeso griegas y
romanas y las acompañó para unirlas el Sr. Panucci, que es el célebre formador que tiene
aquella Academia recomendado de Mengs, que lo está ejecutando con mucho primor y
cuidado, tiene acabadas 13 y está con la última que es el Laocoonte, y pasará luego a los
relieves. Son las más señaladas que se conocen en la Europa”.
Las piezas fueron colocadas “en el segundo salón entrada de los Jardines sobre
pedestales de madera dados de barniz blanco con sus filetes dorados. Las grandes
medallas de relieve se pondrán en las paredes de aquellos tres como gabinete que forman
el gran espesor de la muralla, cuyas ventanas son miradores de cristales a los Jardines, y
en el salón se pondrán arañas a trechos. Por encima de las estatuas las pinturas y en
varios huecos, lápidas, inscripciones y bustos originales, todas las demás piezas menudas
de estos modelos irán a la casa de la Academia, pero me recelo de que esta gente que Vmd
conoce bien con su falsa virtud murmuren del permiso...”.
Estos vaciados en yeso, según palabras textuales del propio Bruna, servirían para “la
primera Junta de Artes [que] la he de celebrar aquí y pienso leerles un discurso de la
escultura de griegos y romanos, materia que usaban para las estatuas, reglas que seguían
y auxilios que descubrieron para su propiedad y construcción, sacadas estas noticias de
los libros originales de unos y otros, por que ignoro se hayan tratado en libro particular
de España y no he visto alguno de los extranjeros en esta materia”414.
A ellos habría que unirles una importante biblioteca y las colecciones de historia
natural, de pintura y de antigüedades, esculturas, inscripciones y camafeos, reunidas por el
propio Bruna, con las que formó el Salón de Antigüedades de la Bética415, elementos todos
ellos que sirvieron como material de consulta y trabajo para los estudiantes de la Escuela, y
que demuestran la estrecha relación y dependencia que la Escuela mantuvo con la figura
del Protector.

413
Ponz, op. cit. 94 (1786), Carta IX, 182-183; cfr. Beltrán Fortes, J., “La Escultura clásica en el
coleccionismo erudito de Andalucía (siglos XVII-XVIII)”, en El Coleccionismo de escultura clásica en
España (Madrid 2001), 162-165; Beltrán Fortes, J. “La antigüedad romana como referente para la erudición
española del siglo XVIII”, Iluminismo e Ilustración, op. cit. 80 (2003), 60-62
414
Carta remitida por Francisco de Bruna y Ahumada al Marqués de Montehermoso, en fecha
19.07.1780, conservada en el ARAH. Mss. 9/2009, fol. 280-282.
415
Muro Orejón, op. cit. 395 (1961), 13; Romero Murube, op. cit. 335 (1965), 58-61 y 97-141.
167
II) La Escuela de Dibujo de Granada.
Granada
Creada en 1777, a instancias de la Real Sociedad Económica de Amigos del
País de Granada, con el objetivo, como otras similares creadas en distintos puntos de
España, era promover la enseñanza del dibujo, con la finalidad de su aplicación a la
artesanía nacional, especialmente a la cerámica, los tapices y el vidrio, lo que
ineludiblemente conllevaría, según el pensamiento ilustrado, al incremento de la
producción artesanal y al aumento de su calidad416.
Para su constitución se utilizó el modelo ya empleado en la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando, con la que mantuvo una continuada relación417, prueba de ello
sería la pronta convocatoria de oposiciones para premios de las tres Nobles y Bellas Artes.
En esta institución hay que destacar el importante papel desempeñado por Diego
Sánchez Sarabia, Académico de Mérito de la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando, con quien había colaborado en la recuperación de las antigüedades islámicas de
los Palacios de la Alhambra.
La sesión inaugural de la Escuela de Granada tuvo lugar el día 26.06.1777, según la
noticia remitida por Diego Sánchez Sarabia a Antonio Ponz, Secretario de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, mediante carta fechada en Granada en fecha
02.07.1777, aunque el comienzo efectivo de las clases hubiera de retrasarse hasta el día 27
de Octubre del citado año.
La Academia de Bellas Artes de San Fernando, trató la cuestión en su Junta Particular
de 05.10.1777418, y remitió el 6 de Octubre un comunicado recordando las atribuciones
establecidas en el capítulo XXX de sus estatutos de 1757.
A raíz de ello, la Sociedad Económica, creó una Comisión para tratar de legalizar la
fundación, así como el deseo de transformar la Escuela en una Academia de Tres Nobles
Artes, para lo que en fecha 28.11.1777, se enviaron sendas cartas a Antonio Ponz,
Secretario de la Academia de Bellas Artes, y al Conde de Floridablanca, Secretario de
Estado y Protector de la Academia de Bellas Artes, con lo que la Sociedad Económica de
Amigos del País de Granada, venía a cumplir lo dispuesto en los estatutos de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, de informar al Rey acerca de sus pretensiones.

416
García Melero, op. cit. 396 (1995), 126.
417
ARABASF Sign. 38-30/2. Documentos relativos a otras épocas se encuentran en la Sign. 37-4/2; cfr.
García Melero, op. cit. 396 (1995), 138.
418
Actas de las Juntas Particulares y Ordinarias .... ARABASF Sign. 3/123, fol. 93rev y 94anv; García
Melero, op. cit. 396 (1995), 126 y 138.
168
En ellas se interesaba la creación de una Escuela Pública de Pintura, Escultura y
Arquitectura con arreglo a lo dispuesto por la Real Academia de Bellas Artes, a expensas
de los socios particulares de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Granada,
pero bajo la protección y el dispendio económico del rey, cuestión esta que no llegó
finalmente a conseguirse.
Esta misma pretensión volvió a ser reiterada en Octubre de 1785, pero aunque fue
rechazada en Junio de 1786, si se atendió la propuesta de la Escuela de nombramiento de
dos directores generales, uno para pintura y escultura, y otro para arquitectura, con cargo a
los presupuestos reales, y que debían ser ocupados mediante concurso público.
En Junta Particular celebrada en fecha 06.08.1786, la Academia de Bellas Artes de
San Fernando acordó, a instancias del Secretario de la Junta de Comercio y Moneda,
autorizar la creación por todo el país de Escuelas de Dibujo, lo que facilitó las pretensiones
de la Escuela de Dibujo de Granada, al redactarse unos nuevos estatutos, en los que se
establecían la total dependencia de la institución granadina de la Academia de San
Fernando419.
En ellos se preveía el establecimiento de tres directores generales perpetuos, uno por
cada arte, y como medidas pedagógicas se aconsejaba que los discípulos copiaran las
mejores obras artísticas que había en Granada, y sobre todo el natural y los modelos
antiguos, si existían allí, debiendo remitir periódicamente a Madrid algunas obras de los
alumnos más aventajados para verlas y poder informar sobre sus avances.
La labor desarrollada por la Escuela de Dibujo o de Nobles Artes se plasmó en una
serie de certámenes, en los que primaba especialmente la temática elegida. En pintura y
escultura se centró preferentemente en los temas históricos y mitológicos, a los que había
que añadir diversas representaciones de retratos de Carlos IV, así como de temas locales.
Por el contrario, en arquitectura la temática fue más variada. Junto a edificios
religiosos y correccionales, se propuso la creación de diversos modelos de Academias de
Ciencias Naturales, sin descuidar los diseños de los órdenes arquitectónicos o de temas
historicistas, como por ejemplo la copia de edificios granadinos. En todo momento se tuvo
en cuenta la observancia de la Real Orden de 28 de Febrero de 1787, por la que se
establecía la competencia exclusiva de la Academia de Bellas Artes de San Fernando sobre
la arquitectura y la supervisión de las construcciones.

419
Actas de las Juntas Ordinarias y Particulares .... ARABASF Sign. 3/124 fol. 30anv y rev; cfr.
García Melero, op. cit. 396 (1995), 128-131.
169
170
V. La plasmación de los ideales ilustrado en la
recuperación del Patrimonio Arqueológio de Andalucía.
Andalucía

En el presente capítulo comenzaremos por realizar un pequeño bosquejo de los


principales personajes que mejor representan la plasmación de los ideales ilustrados,
incidiendo no sólo en la biografía de los mismos, sino en un pequeño análisis de sus
principales obras, de los temas por lo que se mostró más interesado, así como su relación,
en aquellos casos que ocurrió, con las principales instituciones culturales del momento.
Dada la próxima aparición de varios diccionarios conteniendo biografías más extensas
sobre los personajes, en algunas de las cuales he tenido la suerte de colaborar, me he
planteado estas biografías de una manera sintética y únicamente centrada en el objeto del
presente trabajo.
En un segundo apartado, se analizaran detenidamente las noticias aportadas por los
viajeros extranjeros y españoles. Existe una tendencia generalizada a criticar los relatos de
viajes, debido a que contienen numerosos tópicos y lugares comunes, así como una
información sesgada y tendenciosa, pero la realidad es que contiene, al menos los que
estudiaremos en este apartado, temas variados y gran cantidad de apreciaciones sobre los
monumentos y ruinas de Andalucía.
A continuación se realizará el estudio de los principales proyectos “arqueológicos”
realizados en el XVIII, alguno de los cuales no llegó a ver la luz, como los casos de los
Diccionarios Geográficos o del Proyecto de Antigüedades islámicas de la Real Academia
de la Historia.
Posteriormente se tratarán las excavaciones arqueológicas realizadas en varios puntos
de la Geografía Andaluza, para continuar con las noticias de diversos hallazgos casuales y
de la descripción de diversos yacimientos arqueológicos.
Por último, no podemos dejar por alto una serie de temas, no encuadrables en los
apartados anteriores, y que fueron de una gran actualidad entre los estudiosos, historiadores
y anticuarios andaluces del siglo XVIII, y que por su relación directa con el objeto del
presente estudio debe ser estudiado con detenimiento.

171
V.a. Biografía de los Anticuarios y estudiosos de la
arquelogía andaluza.

“las gentes de letras tienen en la República


el encargo que en las tropas los oficiales”
(Pedro Rodríguez de Campomanes).

En este apartado realizaremos una pequeña biografía de los anticuarios y


estudiosos andaluces o que han trabajado sobre la arqueología andaluza. Será un pequeño
estudio, dado que en la actualidad la Real Academia de la Historia y la Universidad de
Durham están realizando diversos proyectos sobre las biografias de estos personajes, en los
que hemos participado con la elaboración de algunas de ellas.
En principio, optamos por incluir las biografías mediante un orden alfabético, pero en
realidad, a lo largo de su realización, hemos visto que podía aplicarse un criterio
cronológico, ya que pueden distinguirse, en función del año de nacimiento, de varias
generaciones de anticuarios y estudiosos.
Cuando desconocemos datos personales, hemos optado por incluir a estos estudiosos en
aquella generación más cercana a la fecha de aparición de sus obras o del momento en que
sabemos que desarrollaron sus trabajos. En aquellos casos en que esos tampoco ha sido
posible, los hemos incluido en una subdivisión denominada “OTROS ANTICUARIOS”.
Ello se reforzaría por el hecho de que dentro de cada una de estas generaciones, los
intereses y la temática de los anticuarios va variando, en función del nivel de estudios y de
la procedencia social de los mismos, sin olvidar algunos temas que permanecerán
invariables a lo largo de la centuria. Sobre algunos de estos temas trataremos más en
profundidad más adelante.

1.- Nacidos en torno a 1700: a esta primera generación de ilustrados,


coincidentes con el cambio de centuria y de dinastía, pertenecen los siguientes personajes:
Baños de Ortega, Pedro Poscosio: miembro veinticuatro de Granada, fue
elegido en 1742 honorario de la Academia de la Historia. Poseedor de una colección de
antigüedades y epígrafes procedentes de Ilurco, que tenía depositada en el su domicilio
granadino, donde la pudieron contemplar Francisco Pérez Bayer.
Carrillo y Aguilar, Alonso (Sevilla, Sevilla 1762): personaje de notable
instrucción, a juzgar por sus tratados jurídicos e históricos, a principios de siglo se
encuentra ya en Madrid, donde desempeñó diversos cargos administrativos de la casa real.
172
Durante esta instancia, se ocupó en consultar impresos y manuscritos que tratasen de la
historia sevillana. A su vuelta a Sevilla, fue nombrado bibliotecario del Arzobispado.
En 1740 fue admitido como miembro honorario de la Academia de la Historia, y en
1751 fue uno de los miembros fundadores de la Sevillana de Buenas Letras. Versado en
historia eclesiástica, a los que dedicó diversos trabajos, realizó varios trabajos históricos,
hoy día perdidos, como la Antigüedad de Itálica e Hispalis o Noticia histórica de la Torre
de Cuatrovitas.
Casiri de Gartia, Miguel (Trípoli 1710, Madrid 1791): eclesiástico sirio maronita,
profesor de siríaco, árabe y caldeo en Roma, fue llamado en 1748 a Madrid, donde en 1749
fue nombrado, por decreto de Fernando VI, llegó a ser bibliotecario en El Escorial,
formando el índice de los códices arábigos existentes en dicha biblioteca, y participando en
la versión latina del Códice arábigo de la Colección de Cánones de España. Nombrado
intérprete durante la visita del embajador marroquí al-Ghazzal, a quien acompañó.
Traductor de las inscripciones árabes del proyecto de Antigüedades islámicas de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, participó en la traducción de las Inscripciones
y Medallas Árabes de España de la Real Academia de la Historia.
Estrada, Jerónimo (Jérez de la Frontera 1693): rector del colegio jesuítico de
Arcos de la Frontera. Consiguió un acuerdo del Ayuntamiento (1753) para que se
recogiesen todos los monumentos históricos que había esparcidos por la población y se
colocaran en las casas consistoriales. Mostró gran interés por la epigrafía, cuyos
conocimientos le sirvieron para oponerse a la ubicación de la antigua Asido mantenida por
Enrique Flórez. Sus papeles se han perdido en la actualidad, y varios de ellos fueron
recogidos por Juan de Trillo y Borbón.
Estrada y Panés, Bernardo de (Morón de la Frontera 1704, ?): hijo del segundo
marqués de Casa Estrada, fue comisario ordenador de los Reales Ejércitos e intendente de
Soria. Ingresó como miembro honorario de la Sevillana de Buenas Letras en 1752 y de la
Academia de la Historia en 1771. Experto numismático, era poseedor de un importante
monetario, que a su muerte fue vendido al Infante D. Gabriel, de donde pasó al Gabinete
Numismático de la Biblioteca Real.
Flórez de Setién y Huidobro, Fray Enrique O.S.A. (Villadiego 1702-Madrid
1773): Agustino, en 1739 fue nombrado rector del Colegio de Alcalá formando su
biblioteca y dotándola de libros, códices y retratos de ilustres agustinos.

173
Gracias al apoyo de Fernando VI, comienza en 1742 a redactar la España Sagrada
(Madrid, 1747-1775) aunque no será hasta 1755 cuando comience a viajar por España para
buscar datos y documentación con los que elaborar su obra, a la vez que comienza a
publicar sus diferentes estudios arqueológicos y numismática. Prueba del
interés por ésta es su obra Medallas de las Colonias, Municipios y Pueblos
Antiguos de España (Madrid, 1757-1773).

En 1760, Enrique Flórez (FIGURA 36) comenzó la formación de un


Figura 36.
Enrique
Flórez de importante gabinete de Historia natural, que pronto adquirió un gran número
Setién
de ejemplares. Fue comisionado por el Marqués de Grimaldi para informar
sobre el gabinete de Historia Natural de Pedro Franco Dávila y sobre las falsificaciones del
Sacromonte granadino.
En la primavera de 1767 inició su viaje por Andalucía y en 1770 y 1771 recorrió
Granada. A su muerte su obra quedó intacta en el madrileño Convento de San Felipe el
Real, donde fue saqueada en 1808 por los franceses. Lo que quedó fue trasladado a la Real
Academia de la Historia, donde se conserva en la actualidad.
García-Merchante y Zúñiga, José o García Merchante de Zúñiga, José:
(Alcalá del Río, Alcalá del Río 1752): arqueólogo y eclesiástico, desempeñó el curato en la
Parroquia de San Vicente, de la que llegó a ser su abad. Escribió algunas obras de
antigüedades en colaboración con su hermano Marcos.
García-Merchante y Zúñiga, Marcos o García Merchante de Zúñiga,
Marcos: (Alcalá del Río, Alcalá del Río 1752): arqueólogo y eclesiástico, fue abad de la
iglesia sevillana de San Vicente, escribió varias obras de antigüedades en colaboración con
su hermano José.
Germán y Ribbón, Luis (Sevilla 1709, Sevilla 1784): tras estudiar la carrera
eclesiástica en el Colegio de Santo Tomás de Sevilla, donde obtuvo los títulos de Bachiller
en Artes y en Teología, se dedicó a las investigaciones literarias e históricas. En 1734 fue
nombrado Juez Chanciller de la Universidad, ocupando la Cátedra de filosofía Magna, y en
1735 es ordenado sacerdote. En los años 1737 y 1738 preside una Academia de Teología
Escolástica asistiendo por este tiempo a otra en la que se tratan puntos de Historia
Eclesiástica.

De acusado espíritu para la polémica, la investigación y la enseñanza e impulsado por


su amigo y erudito Alonso Carrillo y Aguilar, solicitó ser admitido como miembro

174
honorario de la Real Academia de la Historia, en la que se le recibe en mayo de 1748. su
aportación más importante en sus estudios históricos versa sobre Inscripciones de Sevilla,
siendo ascendido en 1759 a la categoría de Supernumerario.
Merced a sus buenos contactos con Agustín de Montiano y Luyando, fundó la
Academia Sevillana de Buenas Letras en 1751, de la que fue su primer director, y
continuando en el cargo hasta 1754, cuando fue sustituido en cargo por Francisco de
Céspedes.
Desde la institución se dedicó al estudio de la historia hispalense, a la par que a
completar los Anales de Diego Ortiz de Zúñiga, comunicando a la Academia de la Historia
diversos hallazgos numismáticos ocurridos en la ciudad. Llegó a reunir un pequeño
monetario, que a su muerte legó a la Academia, pero que se perdió durante la invasión
francesa.
Gusseme, Tomás Andrés de (Jérez de la Frontera 1712, Arcos de la Frontera
1773): de ascendencia flamenca, tras estudiar en Granada, obtuvo en 1735 el título de
abogado, lo que le permitió dedicarse a la carrera administrativa (FIGURA 37),
desempeñando diversos cargos municipales y judiciales en varias localidades andaluzas,
destacando especialmente sus estancias en Arcos de la Frontera, Marchena
y Lora del Río.

Su labor administrativa, la compaginó con sus trabajos de Historia


Antigua, Arqueología, Epigrafía y Numismática, como lo demuestran el
gran número de trabajos manuscritos. En 1756 fue nombrado miembro
honorario de la Academia Sevillana de Buenas Letras, y en 1759 es Figura 37.
Tomás
nombrado Supernumerario de la Real Academia de la Historia. Andrés de
Gusseme

Fue el realizador, por encargo de Pedro Rodríguez de Campomanes, del proyecto de la


Colección Lithológica de la Real Academia de la Historia, muy similar al planteado por
Luis José Velázquez de Velasco. Fue el descubridor de las ruinas de Munigua, informando
a la Academia Sevillana de su existencia. Asimismo, fue el primero informar a la
Academia de la Historia del hallazgo de una representación de Atlas en Las Cabezas de
San Juan, acompañando un dibujo de la escultura. También fue uno de los primeros
anticuarios en considerar como falsos los restos arqueológicos encontrados por Juan de
Flores en Granada.

175
Su interés por la numismática tuvo su reflejo en su Diccionario Numismático,
aparecido poco antes de su muerte, en el que contó realiza una descripción de los pueblos
antiguos, indicando junto a ellos si batieron monedas o no. Para la realización de la parte
correspondiente a la Betica, con el apoyo de Francisco de Bruna, del Marqués de la
Cañada, Livino Ignacio Leyrens, Patricio Gutiérrez Bravo, Manuel Díaz de Ayora y otros
igualmente aficionados a la ciencia numismática, quienes le facilitaron los mejores libros
que se han publicado en la materia, y muchos manuscritos.

Gutiérrez, Bartolomé Domingo (Jérez de la Frontera 1701, Jérez de la Frontera


1758): sastre jerezano, que alcanzó una formación autodidacta, gracias al circulo cultural
del III Marqués de Valhermoso, en el que era uno de los poetas más frecuentes. Sin
embargo su interés lo dedico a estudiar e historia el pasado de su localidad natal, para lo
que procedió a recopilar epígrafes, monedas y datos de los archivos locales, con los que
pretendía impugnar los relatos de la España Sagrada. Pero su labor intelectual le reportó
escasos beneficios materiales, ya que murió en la mayor indecencia, y los últimos años de
su vida los hizo a costa de sus amistades.
Gutiérrez Bravo, Patricio El Cura de Arahal (Sevilla 1713 – Arahal 1795):
gran coleccionista de monedas y antigüedades (FIGURA 38), que fueron muy apreciadas
por los eruditos de la época, como Fernando José de Velasco, Gregorio Mayans o Enrique
Flórez, llegando a ser un referente en asuntos numismáticos para algunos de ellos. Donó
algunos de los ejemplares de su colección numismática a la Academia de
Inscripciones y Bellas Letras de Paris y para el Gabinete de Historia Natural
de Barcelona. Además ayudó, con el envío de noticias y duplicados, a
Tomás Andrés de Gusseme y al Padre Enrique Flórez para la realización de
sus obras.
Figura 38. En sus trabajos sobre historia religiosa, epigrafía, numismática y
Patricio
Gutiérrez Bravo arqueología, que adoptaron siempre la forma de disertación o de discurso,
Gutiérrez Bravo se nos presenta como un gran conocedor de la Historia Sagrada, de la
Historia Antigua y de las antigüedades, a los que se unió su alejamiento de las narraciones
de los Falsos Cronicones y la observación directa del hallazgo numismático o del
descubrimiento arqueológico sobre el que está narrando los hechos.
En 1785 participó en el Diccionario Geográfico de España dirigido por Tomás López,
donde vuelve a dar muestras de su erudición, al fijar la antigüedad de la villa de Arahal,
mediante los hallazgos epigráficos y numismáticos acaecidos en la villa y sus alrededores
176
Pero sus obras más interesantes quedaron finalmente inéditas, lo cual le ha privado de
ser mejor conocido entre los investigadores actuales. A pesar de su alta consideración entre
los eruditos y anticuarios de la época, nunca llegó a pertenecer ni a la Real Academia de la
Historia ni a la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, las dos instituciones culturales
más importantes de su ámbito de trabajo, y a las que comunicó numerosos hallazgos de
inscripciones y monedas.
Gutiérrez de los Ríos y Morales, Lope: (Córdoba 1705, 1742): estudio en el
Colegio de Cuenca de la Universidad de Salamanca. Desde 1736 participó en las tertulias y
reuniones de las que posteriormente surgió la Real Academia de la Historia, de la que
desde 1740 y hasta 1742 fue Censor.
En el seno de esta institución, mostró un gran interés por los temas islámicos y por la
necesidad de recopilar las inscripciones islámicas. Estos conocimientos, le hicieron
granjearse un papel destacado entre los coleccionistas de la época, quienes, como en el
caso de Villacevallos, no dudaron en reclamar su ayuda y consejos.
Hierro S.I., José del (Sevilla 1701- Sevilla 1766): rector de los Colegios de la
Compañía de Jesús en Jerez de la Frontera, Montilla y Écija, y prepósito de las casa
profesa de Sevilla. Apasionado a las antigüedades, como lo demuestran son trabajos
manuscritos conservados en la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla, en los que
intentó explicar y corregir errores en los que había incurrido viajeros y eruditos como el
Padre Flórez. Escribió unos Reparos curiosos sobre la disertación de Onuba, reducida a la
antigua Huelva. Memoria antigua de romanos, nuevamente descubierta en las minas de
Riotinto que publico Tomás Sanz, administrado de aquellas minas, de la que era el
verdadero autor Hierro. También mostró un gran interés por la numismática, como lo
probaría el monetario reunido durante su vida.
Lasso de la Vega, Francisco (Sevilla 1710, Sevilla 1772): presbítero sevillano,
descendía de una familia de estudiosos de las antigüedades hispalenses. Estudió en el
seminario hispalense, donde trabó buena amistad con varios de sus futuros compañeros en
la Sevillana de Buenas Letras, en especial con Luis Germán y Ribbón. En 1734 fue
ordenado sacerdote y pudo realizar un viaje a Roma, de donde trajo numerosos
conocimientos históricos y noticias de academias romanas.
Fue uno de los miembros fundadores de la Academia Sevillana de Buenas Letras, en
cuyo seno se centró en los estudios de la Historia de Sevilla y de sus antigüedades, que

177
plasmó en sus obra manuscrita de los Anales, y en diversas copias o extractos de otras
obras más voluminosas.
Leyrens y Pelleart, Livino Ignacio (1708, Sevilla 1775): de origen flamenco,
estudió con los benedictinos en Flandes. A su llegada a Sevilla, se integró plenamente en la
dinámica de la ciudad, como lo demostraría su nombramiento, en 1763, como director de
la Real Compañía de Navegación de San Fernando.
Miembro Fundador de la Sevillana de Buenas Letras, institución en la que fue Revisor
desde 1754 hasta su muerte. Destacó por sus conocimientos en epigrafía y, especialmente,
en numismática, que le valieron el reconocimiento de sus propios compañeros, como lo
demuestran las repetidas veces que fueron leídas sus disertaciones numismáticas. También
fue un personaje muy reconocido por los principales eruditos españoles del momento,
como se desprende de la correspondencia conservada, destacando entre ellos los
cordobeses Pedro Leonardo de Villacevallos y Vera y Manuel Díaz de Ayora, o Enrique
Flórez y Fernando de Velasco.
Fue el cicerone sevillano de Luis José Velázquez de Velasco durante su estancia en
Sevilla, mostrándole todo tipo de inscripciones que se encontraban en la ciudad. Participó
en la polémica de las falsificaciones del Sacromonte Granadino, apoyando la postura de
Tomás Andrés de Gusseme.
A pesar de la importancia de este personaje, sus obras quedaron inéditas, y su
publicación sobre las monedas de la Bética, no aparecieron hasta 1843, cuando la
Academia Sevillana, en la que desarrolló la mayor parte de su actividad y de la que fue uno
de sus miembros más activos, publicó en segundo tomo de sus memorias.
Mesa Xinete, Francisco de (Carmona 1702, Jérez de la Frontera 1775): becario
jurista en el Colegio Imperial de San Miguel de Granada, donde se graduó como bachiller
en 1719. Enviado a Roma, entró en el Colegio Pizzardoni (Academia de Nobles). Aquí
recibió el presbiterado, que se lo confirió personalmente el Papa Benedicto XIII en 1726, y
en 1727 se doctoró en derecho por la Universidad de La Sapienza.
En 1728 fue nombrado canónigo de la Iglesia Colegial de Jerez, y visitador general del
arzobispado. A lo largo de la década 1730-40 estuvo dedicado a este servicio diocesano
que le hizo ausentarse muchas temporadas de Jérez de la Frontera, aunque ello le permitió
conocer de primera mano las antigüedades mencionadas en sus obras. Estas ausencias
tampoco fueron óbice para que durante este periodo acometiese la ordenación y
catalogación del archivo capitular jerezano.
178
A partir de 1741 comenzó a realizar sus estudios sobre historia local y especialmente
fue elaborando las tesis histórica de que Jerez había sido la antigua Asido, con el objetivo
de obtener para ella la sede episcopal.
Pérez Bayer, Francisco (Valencia 1711, Valencia 1794): Doctor en Teología,
bibliófilo, epigrafista y numismático. Catedrático de hebreo en la Universidad de Valencia
(1745) y en la de Salamanca (1746). Bajo el reinado de Fernando VI, fue miembro de la
Comisión de Archivos creada para la cuestión del Patronato Regio, encargándosele la
consulta y ordenación del archivo de Toledo.
Pensionado en Italia, entre 1754-1758, para estudiar lenguas orientales y adquirir
monedas antiguas. Carlos III le encargó la revisión del archivo de El Escorial y la
redacción de un índice de sus manuscritos. En 1767 fue nombrado preceptor de los infantes
reales, fue nombrado Bibliotecario Mayor de la Biblioteca Real en 1783, donde se
mantuvo hasta 1793.
Aunque perteneció a distintas academias y sociedades nacionales, nunca fue admitido
por la Real Academia de la Historia. Mantuvo una fuerte polémica , sobre las
antigüedades judías, con O. Tyschen, catedrático de lenguas orientales y experto en
antigüedades judías, cuya obra Diatribe de Numis Hebraicia (1790) refutó en diversos
trabajos.
Ruano, Francisco (Córdoba 1704, Córdoba 1763): jesuita cordobés, muy
conocedor de la historia y de las antigüedades de su patria natal, escribiendo una Historia
de Córdoba (Córdoba 1762), que en la primera elaborada en el siglo XVIII sobre la
Córdoba antigua. Realizó una estudio sobre la colección de Pedro Leonardo de
Villacevallos, con quien mantuvo una importante correspondencia. Fue uno de los
informantes locales que ayudaron al Padre Flórez a la realización de su obra.
Tyrry, Guillermo (1726-1779): Segundo Marqués de la Cañada, fue admitido en
1751 como miembro honorario de la Academia de la Historia y , en 1765, de la Sevillana
de Buenas Letras.
Heredó de su padre, Juan Tyrry, la colección numismática, que él amplió hasta las
5000 piezas, que fue uno de los utilizados por el Padre Flórez para la realización de su obra
numismática. En su palacio de El Puerto de Santa María (Cádiz) tenía una biblioteca de
unos 4000 volúmenes y un pequeño museo con antigüedades chinas, y en el que se
contenían un microscopio y una cámara oscura. También tenía inscripciones y esculturas,
algunas de ellas procedentes del templo de Melkart o el sarcófago de Medina Sidonia.
179
Estas colecciones fueron alabadas por viajeros como Velázquez de Velasco o Antonio
Ponz, o por extranjeros como Carlos Cristóbal Plüer o el Conde de Caylus, que publicó en
su obra algunas láminas de piezas que le remitió el propio Tyrry.
Mantuvo una importante correspondencia con otros eruditos como Antonio Ponz,
Patricio Gutiérrez Bravo o Pedro Leonardo de Villacevallos, especialmente en temas
numismáticos.
A su muerte, según Antonio Ponz, sus colecciones pasaron a Sebastián Martínez, otro
coleccionista gaditano de la época.
Ulloa y Torre-Guiral, Martín de (Sevilla 1714, Sevilla 1787): graduado en
cánones por la Universidad de Sevilla y profesor de Sagrada Teología, fue Oidor de la Real
Audiencia de Sevilla.
Miembro de la Academia de la Historia desde su fundación, donde realizó un tratado
sobre la Cronología de España, en donde presentó un proyecto para realizar una Colección
Litológica de las inscripciones de España, como elemento que apoyase a su tratado.
También fue uno de los principales estudiosos sobre los visigodos en España.
Numerario de la Sevillana de Buenas Letras, institución de la que desempeñó la dirección
entre 1780 y 1786.
Villacevallos y Vera, Pedro Leonardo (Córdoba 1696, Córdoba 1774):
erudito cordobés de formación autodidacta. Caballero veinticuatro de Córdoba, en 1754
fue nombrado honorario de la Academia de la Historia.
Mostró gran interés por la numismática y la epigrafía, que plasmó en sus colecciones
numismática y epigráfica y escultóricas, colocada ésta en el patio de su casa. Parte de esas
colecciones habían pertenecido al cordobés Bernardo Gámiz de Cabrera, con quien se
encontraba emparentado, y a su padre Rafael María de Villacevallos, también coleccionista
de antigüedades.
Conversamos varios manuscritos con las descripciones de sus colecciones, que fueron
muy apreciadas por los grandes eruditos y viajeros de la ilustración, con quienes mantuvo
una importante correspondencia, como Fernando José López de Cárdenas, Patricio
Gutiérrez Bravo, Livino Leyrens y Peellart, Fernando José de Velasco, etc, intercambiando
monedas duplicadas con algunos de ellos. Ayudó al Padre Flórez a la elaboración de su
obra numismática.

180
2.- Nacidos en torno a 1720: a esta generación, coincidente con la primera
parte del Reinado de Felipe V, y que a nivel nacional estaría representados por las figuras
de Campomanes y Floridablanca, pertenecen los siguientes personajes:
Barco y García, Fray Alejandro del (Torredonjimeno 1715, ?): tras estudiar
filosofía y bellas artes en Córdoba, ingresó en el convento de Mínimos de Torredonjimeno,
dedicándose a perfeccionar sus aficiones humanísticas, fomentando su inclinación innata
hacia la Historia, la Arqueología y los estudios clásicos. Alcanzo el cargo de provincial de
Málaga de la orden franciscana.
A partir de la lectura de la obra numismática del Enrique Flórez, se dedicó a
perfeccionar sus estudios de epigrafía, numismática, historia antigua y geografía y
topografía antiguas, cuyo resultado quedó plasmado en su obra sobre las Colonias
Gemelas, que le granjeó numerosos elogios y alabanzas entre los principales eruditos de la
época. No obstante otras obras suyas quedaron manuscritas, y fueron pasando de copia en
copia entre los principales estudiosos de las antigüedades andaluzas.
Barco y Gasca, Antonio Jacobo del (Huelva 1716, Huelva 1783): tras realizar
estudios eclesiásticos en el Colegio Mayor de la Universidad de Sevilla y fue ordenado
presbítero en 1741, en la iglesia parroquial de Estepa (Sevilla). Desde 1747 hasta su muerte
fue vicario de la villa de Huelva y su partido, que comprendía las dos parroquias onubenses
y las de San Juan del Puerto y Aljaraque. De antes venía siendo catedrático de Filosofía en
el Estudio de la villa. En 1774, fue recibido en la Real Academia Sevillana de Buenas
Letras en 1774 con el padrinazgo del onubense Sebastián Antonio de Cortes y de Livino
Ignacio Leyrens y Pelleart, y, en 1778, en la Real Sociedad Patriótica de Sevilla,
convirtiéndose sus obras a partir de estos momentos en lectura obligatoria y en referente de
ambas instituciones.
Bruna y Ahumada, Francisco de (Granada 1719, Sevilla 1808): doctor en
cánones y leyes por el Colegio-Universidad de Santa María de Jesús de
Sevilla. En 1744 obtiene por oposición una plaza de oidor en la Real
Audiencia de Sevilla, de la que llegó a ser Oidor Decano y Consejero
de S.M. En 1765 fue nombrado Teniente Alcaide de los Reales
Alcázares de Sevilla (FIGURA 39).
Mantuvo una especial relación con Gaspar Melchor de Jovellanos,
Figura 39.
Miguel Espinosa Tello Maldonado, Conde del Águila, José Cevallos y Francisco de
Bruna y Ahumada
Ruiz de Vargas, Martín de Ulloa, Pablo de Olavide o Juan Pablo Forner,
181
quienes conformaron un importante núcleo cultural, que mostró su interés por la Historia
Eclesiástica, la Historia de Sevilla, la Epigrafía, la Numismática y la Arqueología.
En 1765 fue admitido como numerario de la Sevillana de Buenas Letras y en 1769 fue
admitido como honorario de la Real Academia de la Historia. Miembro fundador, en 1776,
de la Sociedad Patriótica de Sevilla. En 1776 fue comisionado por la Corona, para
participar en la recolección de piezas del mundo natural, que iban destinadas al recién
creado Gabinete de Historia Natural. Ayudó a Domingo Belestá en su comisión sobre la
ubicación de Munda. Como miembro de la Academia de la Historia y de la Sevillana de
Buenas Letras, formó parte de la comisión de eruditos encargados por la Sala de
Antigüedades de la Real Academia de la Historia, para realizar la Colección Lithológica
del Reino de Sevilla.
Varios problemas se plantean con la colección reunida en el Real Alcázar. En primer
lugar, y gracias al inventario post-mortem conservado, sabemos que parte de las piezas
pertenecían a la colección privada del propio asistente. Esta colección privada contenía
diversas pinturas barrocas de la Escuela Sevillana, elementos de ciencias naturales y un
copioso monetario, que se dispuestas en varias vitrinas situadas en la vivienda particular de
Bruna, que ocupaba la parte alta del palacio.
Sin embargo, la mayoría de las piezas, por otra parte las más representativas, se
hicieron en nombre del rey, quien financió su compra, según la correspondencia mantenida
entre el propio Bruna y el Conde de Floridablanca. Las piezas de este depósito o colección
real, denominado Colección de Inscripciones y Antigüedades de la Bética o Salón de
Antigüedades de la Betica. Según la descripción de Antonio Ponz, la colección ocupaba
varios salones de los Alcázares, con la siguiente disposición: En uno de los salones del
Palacio Gótico del Alcázar, donde se reunían las Academias de Tres Nobles Artes y de
Buenas Letras, se encontraban las esculturas, junto a las pinturas procedentes de la
exclaustración de los inmuebles propiedad de la Compañía de Jesús y varios vaciados en
yesos de las esculturas propiedad de Mengs, regaladas a Carlos III. En el patio de María de
Padilla, se encontraban los epígrafes y restos arqueológicos.
Cárdenas y Bermejo, Antonio (Sevilla 1723, Sevilla 1769): Catedrático de
Filosofía en la Universidad Hispalense, desde 1764 desempeño el cargo de bibliotecario
del Cabildo catedralicio. Miembro honorario de la Academia Sevillana de Buenas Letras.
Cevallos y Ruiz de Vargas, Fray José Joaquín de (Cantillana 1724,
Cantillana 1776): cursó estudios en el colegio jesuita de San Hermenegildo y se ordenó
182
sacerdote en la sevillana parroquia de San Vicente. En 1748 consiguió el doctorado en
Sagrada Teología, alcanzó en 1767 el grado de Catedrático de Moral en la Universidad de
Sevilla.
Fue uno de los miembros fundadores de la Sevillana de Buenas Letras, de la que llegó
a ser Censor en 1756, y aportando a la institución numerosos conocimientos geográfico. En
1753, fue admitido, como miembro honorario de la Real Academia de la Historia,
institución en la que alcanzó en 1770 el grado de correspondiente.
En 1772 pasó a Madrid, al ganar por oposición la cátedra de disciplina eclesiástica,
litúrgica y ritos sagrados de los Reales Estudios de San Isidro, siendo ascendido a
Supernumerario en la Real Academia de la Historia. Al conseguir una canonjía en Sevilla,
regresó a su tierra, siendo elegido rector de la Universidad de Sevilla y, en 1772 es elegido
consultor y revisor de libros de la Real Sociedad Patriótica de Sevilla, de la que era uno de
sus miembros fundadores. En 1774 fue nombrado canónigo de la Santa Iglesia de Sevilla,
donde permaneció hasta su muerte.
Reunió una importante librería y colección de manuscritos, que a su muerte pasaron al
Marqués de Loreto, en cuyas casa pudo copia las inscripciones islámicas allí existentes,
que remitió a la Academia de la Historia.
Cuenca y Romero Fray Juan Rufino de: granadino, fue admitido como
honorario de la Academia Sevillana de Buenas Letras en 1755, donde mostró su interés por
los estudios sobre geografía antigua y la ubicación de ciudades citadas en las fuentes
grecorromanas.
Domínguez Alcántara, Marcos: canónigo cordobés de la Colegiata de San
Hipólito. En 1751 fue comisionado por Fernando VI, en unión de José Vázquez Venegas,
para inspeccionar los archivos de Córdoba a fin de reunir datos para la historia de España,
que posteriormente amplió a los archivos de Granada y la Abadía del Sacromonte.
Domínguez de Riezu, Antonio Hilarión (Granada 1782): escritor granadino, en
cuya Universidad estudió. Abogado de los Reales Consejos y del Colegio de Madrid, fue
designado Juez de Rentas de las Alcabalas. Fue admitido como Numerario de la Academia
de la Historia en 1742. Estas obligaciones, no le restaron tiempo para dedicarse al estudio
de las Historia de su patria chica, de la que dejó un manuscrito sobre la fortaleza de La
Alhambra.

183
Espinosa Maldonado de Saavedra y Tello de Guzmán, Miguel (Sevilla
1715, Sevilla 1784): IIº Conde del Águila (FIGURA 40), Alcalde Mayor de Sevilla.
Versado en erudición, antigüedades y nobles artes, llegó a formar un buen monetario y una
notable biblioteca, en la que logró reunir muchos y preciados manuscritos, que fue
ampliamente visitada por los miembros de la Real Academia Sevillana de
Buenas Letras, entre los que destacan Leyrens, Trigueros, Cevallos o Martín
de Ulloa. En 1775 fue elegido miembro de la Sociedad Patriótica Sevillana,
llegando a desempeñar la dirección de la misma
Algunos de sus manuscritos Biblioteca Capitular y Colombina de
Figura 40. Sevilla, mientras que la colección más importante de manuscritos, cartas y
Miguel
Espinosa, otros documentos que se encuentran en el Archivo Municipal de Sevilla. En
Conde del
Águila la Biblioteca de la Universidad de Sevilla se conservan los catálogos que
llegaron a realizarse para su venta.
Ayudo al Padre Flórez, a Antonio Ponz y a Francisco Pérez Bayer a la realización de
sus obras, siendo en numerosas ocasiones cicerone de los mismos, para la visita a ruinas y
antigüedades. En 1753 realizó excavaciones arqueológicas en Itálica. A pesar de ello,
nunca llegó a formar parte de ninguna institución académica sevillana
Flóres y Oddouz, Juan de (Granada 1724 – Granado 1789): prebendado de la
Santa Iglesia Catedral de Granada. Desde muy joven mostró una gran inclinación hacia las
antigüedades, de las que llegó a reunir una importante colección.
En 1754, tras obtener un permiso real, comienza a realizar excavaciones arqueológicas
en la parte alta del Albaicín granadino, conocido como Alcazaba Qadima o Vieja, donde
desde el XVII venían realizándose hallazgos de inscripciones y monedas romanas. La
trascendencia de los hallazgos, hizo que se creara una Junta de Intervención, en la que
estaban representadas las principales instituciones de la ciudad, y en la que participaron
personas como el Padre Juan de Echeverría o Diego Sánchez Sarabia.
Estas excavaciones se prolongaron hasta 1763, no sin que surgieran voces, como
Sánchez Sarabia, Luis José Velázquez de Velasco, Martín Sarmiento, Tomás Andrés de
Gusseme y Francisco Pérez Bayer, que denunciaran las falsificaciones cometidas, lo cual
no fue óbice para que la Academia Sevillana de Buenas Letras lo designase miembro
honorario en 1756, versando su discurso de ingreso, hoy día perdido, sobre las Nuevas
inscripciones descubiertas en Granada.

184
Finalmente, en 1773 Flores fue denunciado por Lorenzo Marín, maestro de pintura y
delineante de los monumentos y láminas de la Alcazaba. El Real Decreto de 7 de Junio de
1774 inició el proceso contra estas personas, que concluyó en 1777 con la sentencia
condenatoria para Juan de Flores, Cristóbal de Medina Conde y el Padre Juan de
Echeverría.
Las piezas auténticas que Flores conservaba en su domicilio, fueron depositadas en los
sótanos de la Real Chancillería de Granada, donde fueron estudiadas por Francisco Pérez
Bayer, y que fueron una de las colecciones fundadoras del actual Museo Arqueológico
Provincial de Granada.
Gálvez, Diego Alejandro (Priego de Córdoba 1718 - Sevilla 1803): canónigo y
Prebendado de la Catedral de Sevilla, fue uno de los fundadores de la Sevillana de Buenas
Letras, institución de la que fue su director entre 1802 y 1803. Dentro de la institución,
centró sus estudios en derecho canónigo y sagrada liturgia, así como en historia de Sevilla.
En 1764 fue nombrado Bibliotecario Mayor de la Santa Iglesia Catedral, puesto que
llevaba adscrito la responsabilidad de la conservación de la Biblioteca Capitular, donde se
conservaba el legado bibliográfico de Hernando Colón. En esta institución, realizó el
primer índice de impresos y manuscritos, lo que le permitió adentrarse en el estudio de
cuestiones litúrgicas y de la historia de España y de Sevilla.
Hermosilla y Sandoval, José de (Llerena, Madrid 1776): ingeniero y arquitecto
español, estuvo pensionado en Roma por la Academia de Bellas Artes de San Fernando, de
la que llegó a ser director. Participó, junto con Pedro Arnal y Juan de Villanueva, en el
proyecto de la Academia para documentar gráficamente los edificios árabes de Granada y
Córdoba.
López de Cárdenas, Fernando José (Priego de Córdoba 1719, Montoro 1785),
tras estudiar la carrera eclesiástica fue designado cura de la villa cordobesa de Montoro.
Desde 1764 fue admitido como honorario de la Academia Sevillana de Buenas Letras y en
1774 fue admitido como correspondiente de la Academia de la Historia.
Fue un estudioso de las antigüedades y de la epigrafía de la Betica. Mostró gran interés
por la Historia Local de las distintas poblaciones cordobesas, como puede apreciarse en su
obra, lo que lleva a considerarlo como de uno de los mejores representantes del nivel
cultural alcanzado por el clero español durante la Ilustración. Mantuvo una importante
correspondencia con principales eruditos del momento, como Pedro Leonardo de

185
Villacevallos y Vera, Livino Leyrens y Pelleart, José Cevallos, y Fernando de Velasco y
Zevallos entre otros.
Dentro de la obra de Fernando José López de Cárdenas caben destacar varios
aspectos. En primer lugar, fue el editor de los manuscritos del cordobés Juan Fernández
Franco y, además, Asimismo fue pensionado de Carlos III y comisionado en 1776 para
participar en la recopilación de materiales para el Real Gabinete de Historia Natural que se
estaba formado por esas fechas.
Mateos Murillo, Antonio (Jerez de la Frontera 1721- Madrid 1791): presbítero,
estudio en el Colegio de San Bartolomé y Santiago de la Universidad de Granada.
Abogado de los Reales Consejos.
En 1753 fue nombrado honorario de la Academia de la Historia, ascendiendo en 1754 a
supernumerario y, en 1759 a Numerario. Ocupó los cargos de Bibliotecario (1787-1791),
Censor (1774-1787) y Tesorero (1787-1791) de la institución.
Mostró una predilección hacia la epigrafía y la historia de su localidad natal, resaltando
la importancia de las inscripciones y hallazgos islámicos. Formó parte de los académicos
que recopilaron información para la realización del proyecto de formación de una
Colección Lithológica o de las Inscripciones de España, planteada por Pedro Rodríguez de
Campomanes.
Medina-Conde y Herrera, Cristóbal de (Tímar 1726, Granada 1798): desde
joven tuvo una gran predisposición al estudio y a la letras, siendo nombrado en 1754
capellán en la granadina Abadía del Sacromonte. De este período arranca la formación de
una importante colección de antigüedades, a la vez que contactó con importantes
anticuarios como Francis Carter o Juan de Flórez y Oddouz, Velázquez de Echeverría o
Tomás Cabello, que le valió en 1755 su admisión como miembro honorario de la
Academia Sevillana de Buenas Letras.
En 1765 obtiene el cargo de racionero de la Catedral de Málaga, y en 1770 el de
canónigo de la misma, continuando con sus investigaciones sobre las antigüedades de la
provincia de Málaga, lo que le valió ser admirado por los principales eruditos del
momento, como Antonio Ponz.
Sin embargo, fue involucrado en la investigación de las falsificaciones granadinas y
condenado en 1777 como falsario y cómplice de Juan de Flores y Oddouz, siendo recluido
en el convengo de San Francisco de Granada, siendo imposibilitado para la publicación de
nuevas obras. A pesar de ello, continuó investigando hasta su muerte y optó por firmar
186
algunas obras con el seudónimo de Cecilio García de la Leña, que correspondía al nombre
de un sobrino suyo.
Mohedano Roldán y Cárdenas, Gerónimo Antonio (Lucena 1716-Lucena
1751): miembro de la aristocracia local lucentina, fue durante muchos años regidor
municipal. Desde este puesto, mostró cierta inclinación por el estudio de los autores
clásicos, por el coleccionismo numismático y de las antigüedades, así como por la
recopilación de los hallazgos arqueológicos.
Estos conocimientos se plasmarán en sus trabajos históricos, en los que trata de rebatir
la obra de Bernardo de Alderete y reivindicar para Lucena una ennoblecedora antigüedad
romana.
Mora Negro y Garrocho, Juan Agustín de (Huelva 1724, Huelva 1786):
canónigo de la Iglesia de El Salvador de Sevilla, realizó una obra local sobre la antigüedad
de Huelva, mucho tiempo atribuida al Padre José Hierro. En ella identifica con la Onuba
citada en las fuentes. Los criterios utilizados para ello son considerar como antiguo todo
aquello que fuese sospechoso de antigüedad. También se convirtió en una de la pocas
fuentes impresas sobre la vida y obra de Antonio Jacobo del Barco.
Ponz y Piquer, Antonio (Bechí 1725, Madrid 1792): Doctor en Teología, en
1751 marcha a Roma donde conoce a Pérez Bayer y al Duque de Almodóvar, entonces
director de la Real Academia de la Historia, viajando por toda Italia durante 10 años,
volviendo a España en 1761 (FIGURA 41).
A raíz de la expulsión de los jesuitas, la Comisión Extraordinaria
para recoger y conocer su patrimonio artístico encarga a Antonio Ponz
la recolección de las obras que se encontraban en Andalucía. En 1771
comenzó a recorrer España, publicando en 1772 el primer tomo de su
obra Viage por España. En 1773 es nombrado académico de la de la
Historia y en 1776 Secretario de la de Bellas Artes de San Fernando. En
1791 reemprendió sus viajes para rectificar algunos datos que había Figura 41.
Antonio Ponz
apuntado, especialmente por Andalucía.
Río Estrada y Olloqui, Lorenzo Ignacio del (Sevilla 1720, Sevilla 1806):
bachiller y clérigo de ordenes menores, ostentó el cargo de capellán mayor de los Reales
Alcázares desde 1758, siendo nombrado chantre en 1767. Fue uno de los miembros
fundadores de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, donde desempeñó el cargo de
Censor entre 1754 y 1756.
187
Rodríguez Mohedano, Fray Pedro (O.F.M.) (Córdoba 1722 - Granada 1791) y
Rodríguez Mohedano, Fray Rafael (O.F.M.) (Córdoba 1725- Granada 1787):
Franciscanos terceros residentes en el Convento de San Antonio de Granada, cuyos
trabajos fueron muy estimados por los estudiosos de la época, como lo demostraría su
aceptación como correspondientes de la Academia de la Historia en 1785. Su obra más
importante es la Historia Literaria de España, escrita según el modelo la L´Histoire
Literaire de la France de los benedictinos, que abarca desde los tiempos primitivos hasta
la Roma.
Sánchez y Fernández de la Cotera, Tomás Antonio (Ruiseñada 1723,
Madrid 1802): eclesiástico y bachiller en Artes por la Universidad de Salamanca. Por sus
conocimientos en lenguas orientales, fue admitido en 1755 como honorario en la Academia
de la Historia, donde desempeñó el cargo de director interino entre 1794 y 1795, a la par
que miembro de su Sala de Antigüedades. En 1766 había ingresado en la Biblioteca Real y
en 1779 fue designado supernumerario de la Sevillana de Buenas Letras. Colaboró en la
nueva edición de la Biblioteca Hispana Nova.
Sánchez de Feria y Morales, Bartolomé (Córdoba 1719, Córdoba 1783): inició
estudios eclesiástico que abandonó para dedicarse a la medicina, que estudió en la
Universidad de Osuna y finalizó en 1742 en la Universidad de Sevilla. Desempeñó la
profesión de médico desempeñando esta profesión en la localidad cordobesa de Castro del
Río, donde escribió algunas obras de medicina junto a otras eruditas sobre antigüedades.
En 1767 se trasladó a Córdoba, donde continúa compaginando su profesión de médico
con sus estudios de antigüedades. El Ayuntamiento de Córdoba pensó, en 1771,
encomendarle la continuación de la Historia de Córdoba, que dejó empezada el P. Ruano,
no haciéndolo por estar ya ocupándose en ello Vázquez Venegas.
Tejera y Riosoto: Sebastián de la: Natural y Caballero Jurado de Sevilla, se
doctoró en Teología por la Universidad de Gandia, e ingresó en Buenas Letras el 1758,
donde entre 1786 y 1789 desempeñó el cargo de Revisor y entre 1790 y 1794 el cargo de
Secretario. Hasta su fallecimiento conservó sus aficiones literarias y su trato con la
sociedad más ilustrada.
Trabuco y Belluga, Manuel: canónigo de la Catedral de Málaga, fue elegido
honorario de la Academia de la Historia en 1756 y , en 1757, de la Sevillana de Buenas
Letras. Mostró gran interés por la numismática y por los pueblos antiguos de la Bética
Céltica y por la numismática, de la que tuvo una gran colección, a cuya muerte fue vendida
188
a la Academia de la Historia. Sirvió de cicerone a Luis José Velázquez de Velasco, durante
su estancia en Málaga.
Vázquez Venegas, José (Córdoba, Córdoba 1774): licenciado en Teología y
Canónigo de la Colegiata de San Hipólito. En 1750 fue nombrado oficialmente como
miembro integrante de la Comisión del Patronato Regio, siendo encargado de revisar los
archivos civiles y eclesiásticos de su Córdoba natal. Este trabajo lo realizó por duplicado,
reuniendo gran cantidad de información sobre epígrafes aparecidos en la ciudad, que fue
depositada en la Colegiata de San Hipólito, aunque en su mayor parte se encuentra
perdidos en la actualidad.
Llegó a reunir una importante colección numismática que, a su fallecimiento en 1774,
pasó a poder de Pedro Leonardo de Villacevallos. Fue el encargado de transmitir los
manuscritos de Vázquez Venegas y le cabe el honor de haber sido el primero en copiar las
inscripciones islámicas de la Catedral de Córdoba. Con la información recogida, intentó sin
efecto realizar una Historia de Córdoba, que completase la obra del padre Ruano.
En 1766 fue uno de los eruditos que acompaña a Sidi Ahmed al-Ghazzal, embajador de
Marruecos, en su visita a la Mezquita Catedral de Córdoba, a quien le regaló un libro
donde estaban copiadas todas las inscripciones árabes de Córdoba.
Velasco y Zevallos, Fernando José de (Presillas, Madrid 1789): erudito y
numismático, Presidente de la Real Chancillería de Granada y del Consejo de Castilla, fue
admitido en 1739 como honorario de la Academia de la Historia. Mantuvo una importante
correspondencia e intercambio monedas con los principales coleccionistas y numismáticos
andaluces, como Pedro Leonardo de Villacevallos, Francisco de Bruna, Manuel José Díaz
de Ayora, Patricio Gutiérrez Bravo o Tomás Andrés de Gusseme. También poseía una
biblioteca, muy rica en impresos y manuscritos españoles, de tipo histórico y numismático.
Velázquez de Echevarria, Juan (Granada 1729, Granada 1808): estudiante de
Filosofía y Teología en el Colegio del Sacromonte, en 1745 recibió las ordenes menores y
es nombrado beneficiario de la Iglesia Parroquial de La Alhambra. Junto con Cristóbal de
Medina Conde, Fray Antonio de la Chica Benavides, Pedro de la Torre y el padre Córdoba,
funda en 1764 la tertulia denominada Compañía Literaria Granadina, de efímera vida.
En 1764 publica su obra Paseos por Granada y sus contornos, justo en el mismo
momento en que la Academia de San Fernando comienza sus trabajos para estudiar los
monumentos islámicos de Granada, y cuyos trabajos aparecen recogidos en la obra del
granadino. Sin embargo, la obra fue muy criticada por diversos eruditos locales y
189
nacionales, ya que los noticias que se incluían en la misma no habían sido pasadas por el
filtro de la crítica imperante en la erudición ilustrada española.
Gracias a sus conocimientos de Historia, en 1769 se le encargó la elaboración de un
catálogo de los fondos bibliográficos pertenecientes a la Compañía de Jesús. En 1771
ingresó en el colegio de los Clérigos Regulares Menores de San Gregorio Bético.
Su implicación en las falsificaciones granadinas de Juan de Flores y Oddouz y
Cristóbal Medina Conde, no restaron ni credibilidad ni difusión a su obra, ya que no le
impidieron seguir desarrollando sus funciones dentro de la orden de Clérigos Menores, en
la que siguió ascendiendo puestos y asumiendo nuevas responsabilidades, ni en la
Universidad de Granada, donde fue designado bibliotecario, puesto que desempeñó hasta
su fallecimiento.
Velázquez de Velasco y Cruzado, Marqués de Valdeflores, Luis José
de (Málaga 1722-Málaga 1772): Doctor en Teología (FIGURA 42), durante su estancia
granadina fue un asiduo de la Academia del Trípode, donde entró en
contacto con las principales personalidades del país.
En 1750 ingresó en la Real Academia de la Historia, donde contó
con la protección de su director Agustín de Montiano y Luyando. Por orden
del Marqués de la Ensenada realizó, entre 1752 y 1755, un viaje por España
para recoger datos y documentos para la formación de la historia
monumental del país. Con la destitución de Ensenada, se le retiró la pensión
Figura 42.
Luis José que disfrutaba y sufrió encarcelamiento. Sus numerosos manuscritos,
Velázquez
de Velasco
preferentemente con datos históricos y arqueológicos, se conservan inéditos
en la Real Academia de la Historia.

3.- Nacidos en torno a 1736: a esta generación, coincidente con las


primeras reuniones de la Academia de la Historia, y que a nivel nacional estaría
representada por Antonio de Campmany y Montpalau, pertenecen:
Alonso O´Crouley, Pedro Antonio (Cádiz 1740, Cádiz 1817): comerciante
gaditano, representante de aquellos comerciantes ennoblecidos, que tras estudiar en el
Colegio de la Compañía de Jesús, se dedicaron a los negocios y a cultivar sus aficiones por
las artes, la numismática y la arqueología.
Estas aficiones le llevó a visitar otros gabinetes en Francia, Inglaterra, y Madrid,
contactando con sus poseedores, con los que tuvo una importante correspondencia
190
epistolar, como es el caso de Cándido María Trigueros, Antonio Tomás de Herrera o
Patricio Gutiérrez Bravo. Ello le valió el reconocimiento de importantes anticuarios e
instituciones, como el caso de la Sociedad de Anticuarios de Edimburgo, o de la Academia
de la Historia, que le recibió como correspondiente.
También procedió a coleccionar medallas, monedas, pinturas, camafeos, estatuas
antiguas y objetos de ciencias naturales, que reunió en un gabinete o museo que tenía en su
domicilio, de que Antonio Ponz hizo una importante descripción en su visita a la ciudad.
Estas relaciones le permitieron tener conocimiento de las ventas de las colecciones
numismáticas de Fray Juan Adrián de San Luis, Patricio Gutiérrez Bravo, Tomás Antonio
de Herrera y del rondeño Juan de Rivera, que O´Crouley compró para así acrecentar su
colección numismática.
Junto a ello llegó a reunir una importante biblioteca, que llegó a ser la mejor existente
en Cádiz. Publicó la traducción de la obra de J. Addison Diálogos sobre la Utilidad de las
Monedas Antiguas, hasta el momento no conocida en nuestro país. La publicación estaba
ceñida en lo posible al original, aunque a veces suprimió algunas frases que pudieran ser
ofensivas para un católico. Para completar su estudio, le añadió como apéndice la
descripción de su museo, que había publicado un año antes.
Andrés y Morell S.I. , Juan (Planes 1740, Roma 1817): marchó en 1767 a Italia,
siendo nombrado por el rey de Nápoles como bibliotecario, donde pudo dedicarse al
estudio del mundo árabe y de la literatura, siendo el primer autor español en realizar un
cuadro sintético de toda la historia literaria española.
Arnal, Juan Pedro (Madrid 1735, Madrid 1805): arquitecto español, fue director
de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en cuyo seno se dedicó a la difusión
de las opiniones franceses e italianas sobre las bellas artes. Enriqueció la biblioteca de la
corporación con notables obras didácticas, no perdonando medio para adquirir cuantas se
publicaron en aquella época. Entre sus trabajos más importantes figuran los dibujos de los
monumentos árabes de Granada y Córdoba, sobre todo un magnífico plano de la
Alhambra, y de quince hojas, reproduciendo los mosaicos sacados de las excavaciones
llevadas a cabo en Rielves (Toledo) bajo su dirección, aparte de un gran número de dibujos
y de ornamentos.
Banqueri, José Antonio (1745- Tortosa 1818): presbítero, individuo de la Real
Biblioteca y académico correspondiente de la Historia desde 1783. Realizó un estudio

191
sobre topónimos árabes, y publicó la traducción del árabe de Libro de Agricultura de Abu
Zacaria, con un estudio crítico introductorio de Pedro Rodríguez de Campomanes.
Córnide de Folgueira y Saavedra, José Andrés (La Coruña 1734 -Madrid
1803): Regidor perpetuo de Santiago, Capitán de Milicias Urbanas de Coruña, Director del
Montepío de Pesca de Galicia. Ingresó a los 21 años en la Real Academia de la Historia
(1765). Proporcionó numerosos datos sobre Galicia al Padre Flórez, para su obra sobre la
España Sagrada. En 1791 alcanzó el grado de Supernumerario, en 1792 es nombrado
Numerario de la Real Academia de la Historia y en 1793 Revisor de la misma, entre cuyas
funciones estaba la de realizar viajes por distintas partes del país, así como llevó a cabo,
por encargo de Godoy, un viaje a Portugal.
Formó parte de la Sala de Antigüedades, para la que realizó extractó las inscripciones
romanas contenidas en sus trabajos sobre las vías romanas. En 1802 fue nombrado
Secretario de la Real Academia de la Historia, cargo en el que se mantuvo hasta su muerte.
Mantuvo correspondencia con las figuras más relevantes de la Ilustración Española,
colaborando en los trabajos del Padre Flórez, de Tomás López y de Gregorio Mayans. Sus
manuscritos se conservan en esta institución y la mayoría se encuentran inéditos,
destacando especialmente sus estudios sobre las vías romanas de España.
Cortés, Sebastián Antonio de (Almonaster, 1778): tras cursar los primeros años
de la carrera eclesiástica en Sevilla, se graduó en Cánones, consiguiendo el grado de doctor
en 1756, lo que le valió ser nombrado Abogado de los Reales Consejos. Miembro fundador
de la Academia Sevillana de Buenas Letras, donde desempeñó el puesto de Secretario entre
1754 y 1779. En 1756 efectuó, junto a José de las Cuentas Zayas, el primer reconocimiento
del yacimiento de Munigua.
Cuentas y Zayas, José de las: colegial de Santa María de Jesús en Sevilla y
abogado, llegó a ser rector de la Universidad de Sevilla. Fue admitido en 1752 como
miembro numerario de la Academia Sevillana de Buenas Letras, y en 1755 fue admitido
como honorario de la Academia de la Historia. En 1756 visitó, junto con Sebastián
Antonio de Cortés, las ruinas de la antigua ciudad de Munigua.
Díaz de Ayora Pinedo Antolinez, Manuel José: natural de Córdoba,
desempeñó el cargo de bibliotecario del Conde del Águila, para quien copió numerosos
manuscritos cordobeses, entre los que destacan los trabajos de E. Baca de Alfaro, erudito
cordobés del XVII. Mostró gran inclinación hacia los estudios de numismática, como lo
demostraría la abundante correspondencia mantenida con diversos eruditos del momento,
192
como José Vázquez Venegas, Livino Ignacio Leyrens y Peellart, Manuel Trabuco y
Belluga o Pedro Leonardo de Villacevallos. De este último personaje, llegó a realizar un
catálogo parcial de las monedas que poseía en su domicilio.
Díaz de Valderrama, Fray Fernando (Sevilla, Sevilla 1804): franciscano
sevillano que escribió, bajo el seudónimo de Fermín Arana de Valflora, diversas obras
sobre historia local, en los que incluyó los principales hallazgos arqueológicos del
momento.
Espinosa y Aguilera, Francisco Javier: Teólogo, Comisario del Santo Oficio y
cura de Cortes de la Frontera. Fue admitido como Correspondiente de la Academia de la
Historia en 1770. Mantuvo una polémica con Patricio Gutiérrez Bravo acerca del hallazgo
de una inscripción romana, por la que se ubicaba la antigua ciudad de Saepona en las
inmediaciones de Cortes de la Frontera.
Jovellanos y Ramírez, Gaspar Melchor de (Gijón 1744-Vega 1811): desde
1767 fue Alcalde del Crimen en Sevilla, ciudad en la que permaneció hasta 1778
desempeñando diversos cargos judiciales, y durante esta estancia asistió a las tertulias
literarias del Asistente Pablo de Olavide, trabando gran amistad con Francisco de Bruna y
Ahumada, con quien mantuvo una fluida relación epistolar.
En 1778 pasó a desempeñar el puesto de Alcalde de Casa y Corte, momento en el
que fue elegido miembro de Honor y Consiliario de la Academia de Bellas Artes de San
Fernando, donde realizó un informe sobre los monumentos árabes de Córdoba y Granada,
estudiados por la institución.
En 1779 fue admitido como Supernumerario en la Real Academia de la Historia y fue
ascendido en 1787 a Numerario, pasando a desempeñar desde entonces, y hasta su
fallecimiento, el cargo de Censor, desde donde intentó impulsar la finalización del
Diccionario Geográfico, llegando a realizar algunas memorias sobre el estilo a seguir.
Martínez de Mazas, José (Liérganes 1731, Jaén 1805): Canónigo penitenciario y
Deán de la Catedral de Jaén, perteneció a la Sociedad Patriótica de Jaén y a la Sociedad de
Amigos del País de Jaén, instituciones en las que mostró un gran interés por la historia
sagrada. En su obra, en las que analiza la realidad económico y social de Jaén y su
provincia, incluye numerosos epígrafes y monedas para identificar las ciudades romanas
con las actuales, lo que sería demostrativo de la antigüedad de las mismas.
Masdeu S.I. , Juan Francisco (Palermo 1744, Valencia 1817): educado en
Barcelona, donde entró en la Compañía de Jesús. En 1767, al ser expulsada la Orden,
193
marchó a Ferrara, primero, y a Roma posteriormente, donde estudio Teología. En 1799 fue
admitido, como honorario, en la Sevillana de Buenas Letras. Según sus propias palabras,
fue admitido como correspondiente en la Real Academia de la Historia, que sin embargo
siempre le negó su ayuda para la conclusión de sus trabajos.
Personaje muy activo intelectualmente, mostró un gran interés, entre otras materias, por
la Epigrafía, la Historia y la Arqueología, cuyos conocimientos plasmó en su obra Historia
Crítica de España. Concebida como una obra enciclopédica, marca un hito en la
historiografía, puesto que prevaleció la denominada historia interna, en la que se hace
relación a las costumbres, las bellas artes, la religión o la población, frente a otras
cuestiones que habían prevalecido en obras anteriores y/o contemporáneas. Sobre ese
relato siempre aplicó un carácter crítico, que le permitió eliminar aquellas falsedades que
todavía perduraban en las obras del XVI y XVII, para lo que siempre acudió a los autores
antiguos, buscando para cada período las fuentes coetáneas o más cercanas.
Es por ello que acompaña en los tomos V y VI de su obra de una colección de lápidas y
medallas de la España Romana, con el objeto de enriquecer la narración con nuevas
noticias. Dada su lejanía de territorio español, debió acudir a una serie de informantes
nacionales, que en el caso de Andalucía fueron Pedro Ángel de Albisu, arquitecto y
director de las Excavaciones de Alcalá de los Gazules, Joaquín Cid y Carrascal, de la Real
Academia Sevillana de las Buenas Letras, Fray Antonio Fabré, Agustino de El Puerto de
Santa María, Fray Rafael Leal, Regente de Estudios del Convento de San Agustín de
Cádiz, Antonio Mosti, comerciante de la ciudad de Cádiz, y José Ruiz y Román, cura del
Sagrario de la Catedral de Cádiz.
En 1815, con el restablecimiento de la Compañía de Jesús por el Papa Pío VII, volvió a
España, instalándose en Valencia, donde falleció.
Ortiz y Sanz, José Francisco (Ayelo de Malferit 1739, Madrid 1822): estudió
leguas clásicas con los jesuitas, graduándose en Humanidades en 1764, doctorándose en
cánones en la Universidad de Valencia. En 1777 comenzó a traducir la obra arquitectónica
de Vitrubio, por lo que marchó a Roma, donde permaneció hasta 1786, período en el que
conoció de primera mano las antigüedades romanas y las excavaciones de Roma, Pompeya
y Herculano. A su vuelta a España, Carlos III le comisionó para realizar un catálogo de los
monumentos antiguos de la Península, que no vio la luz por el fallecimiento del monarca.
En 1792 ingresó en la Biblioteca Real y en la Academia de Bellas Artes de San
Fernando, en 1801 ingresó en la Real Academia de la Historia, siendo agregado a la Sala
194
de Antigüedades, en la que desarrolló sus trabajos hasta 1804, momento en el que marchó
a Játiva.
Trigueros de Lara y Luján, Cándido María (Orgaz 1736, Madrid 1798):
erudito y anticuario de formación autodidacta, que completó durante su estancia en el
cordobés Seminario de San Pelagio. Subdiácono de las Iglesias de San Bartolomé de
Carmona y Santa María de Pilas, fue miembro desde 1758 de la Academia Sevillana de
Buenas Letras.
Durante su estancia sevillana, se mostró muy interesado por los autores grecolatinos y
por el estudio del pasado de la nación quedó plasmado en sus trabajos sobre la religión de
los antiguos españoles o sobre los antiguos alfabetos de España, así como en sus estudios
sobre los epígrafes. No obstante, siempre tuvo fama de falsario entre algunos círculos
eruditos contemporáneos, como queda patente en la obra de Francisco Pérez Bayer,
posteriormente retomada por E. Hübner.
En 1785 marchó a Madrid, al obtener una plaza de bibliotecario en los Reales Estudios
de San Isidro. Llegó a adquirir una importante biblioteca y un gran monetario, lo que le
valió, en 1790, su nombramiento como anticuario o encargado del Real Museo
Numismático creado por Carlos IV en los Reales Estudios de San Isidro.
En 1792 ingresó en la Real Academia de la Historia, que en 1794 le encomendó la
realización de un proyecto para la realización de la Colección Lithológica de España de la
Real Academia de la Historia.
A su muerte, la Real Academia de la Historia, solicitó del monarca la remisión de las
obra de Trigueros conservadas en los Reales Estudios de San Isidro, con el objeto de poder
llevar a cabo la Colección Litológica de España.
Villanueva, Juan de (Madrid 1739, Madrid 1801): arquitecto español, fue
miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde defendió las
posiciones neoclásicas, y de ahí su interés por las antigüedades griegas y romanas, por las
que se intereso durante su estancia en Roma como pensionado.
A su vuelta a España, fue comisionado Academia, junto a Hermosilla y Arnal, para
dibujar los monumentos árabes de Granada y Córdoba. En sus proyectos se observa la
utilización de las teorías palladianas y de los arquitectos romanos sobre todo un magnífico
plano de la Alhambra,
Zevallos y Pérez de Mier, Fray Fernando de (Espera 1732, Santiponce
1802): tras estudiar gramática latina, artes y teología en el Colegio de Santo Tomás, cursó
195
posteriormente derecho civil y canónico en la universidad sevillana, donde en 1754 se
doctoró en Teología, Jurisprudencia y Cánones, recibiendo ese mismo año las ordenes
menores.
En 1758 ingresó en el monasterio jerónimo de San Isidoro del Campo, pero pronto
marchó a Salamanca, ciudad donde comienza a escribir. Vuelto al monasterio sevillano, en
1768 es elegido prior del mismo hasta 1771, en que es elegido prior del colegio de la orden
jerónima en Ávila, ciudad en la que comenzó a escribir diversos tratados
antienciclopedistas, que le valieron la prohibición de seguir escribiendo como hasta
entonces.
De nuevo en Sevilla, por encargo del arzobispo de Sevilla escribió su obra La Sidonia
Betica, con la intención de que se reconociera el antiguo obispado, pero en ella Zevallos
afirmó que Jérez de la Frontera fue la antigua Asido, que él identifica con Medina, y que
siempre perteneció a la diócesis de Sevilla.
También escribe La Itálica, primera obra de conjunto sobre el yacimiento
arqueológico, en el que describe el lugar, las excavaciones allí practicadas y los edificios
reconocibles en aquel entonces, intercalando notas personales y descripciones directas del
lugar.
Fue elegido, de nuevo, prior del Monasterio de San Isidoro del Campo para el trienio
1789-1792, y posteriormente visitador general de la Orden jerónima para Castilla,
volviendo nuevamente al monasterio sevillano, donde permaneció hasta su muerte.

4.- Nacidos en torno a 1751: a este generación de mediados de la centuria,


coincidente con la creación de la Academia Sevillana de Buenas Letras y representada a
nivel nacional por Jovellanos y Martínez Marina, pertenecen los siguientes personajes:
Abella, Manuel (Pedrola 1753, Zaragoza principios XIX): protegido de los Duques
de Villahermosa cuyo archivo catalogó. Formó parte del equipo de académicos de la
Historia que colaboró en la realización del Diccionario Geográfico Histórico de España. En
1795, y a instancia de la Real Academia de la Historia, recibió autorización real para
consultar varios archivos y bibliotecas de España con cuyos datos se pretendía realizar la
Colección Diplomática de España.
Albisu, Pedro Ángel (Zumárraga 1753, Cádiz 1817): tras cursar arquitectura,
geometría en la Academia de San Fernando, estudió matemáticas y geografía en los Reales
Estudios de San Isidro de Madrid. En 1779 marcha a Cádiz, donde comienza estudios de
196
ingeniera naval, siendo en 1780 nombrado supernumerario de la Academia de Bellas Artes.
En 1783 es nombrado arquitecto municipal de Cádiz, puesto desde el que comienza a
realizar proyectos para la transformación urbanística de la ciudad. Desde 1789 fue profesor
de arquitectura de la Escuela de Nobles Artes de Cádiz.
Fue uno de los informantes de Masdeu, sobre noticias de hallazgos en la zona de Cádiz.
En 1800, fue llamado por el Ayuntamiento de Alcalá de los Gazules para tasar unas obras
publicas en la villa, llevando a cabo unas excavaciones arqueológica en Las Correderas, en
el Corral de la Bóveda, de Alcalá de los Gazules, lugar en el que se creía se habían
encontrados las tumbas de las Santas Justa y Rufina.
Bosarte de la Cruz, Isidoro (Baeza 1747-1807): Su sueño frustrado fue estudiar
literatura y lengua árabe. Entre 1775 y 1786, y bajo el servicio del Conde de Aguilar,
recorre Europa y a su vuelta a España se le encarga ordenar la Biblioteca de San Isidro
(Madrid). En 1792 fue nombrado Secretario de la Academia de San Fernando, donde tuvo
gran influencia en la orientación de las escuelas de dibujo en las provincias. En 1800 es
nombrado Tesorero de la Real Academia de la Historia. Su obra Viaje artístico a varios
pueblos de España (Madrid, 1804) se concibió con la idea de juntar todos los materiales
para realizar una historia de las artes, con el objetivo de realizar una historia de las artes,
para lo cual se utilizará toda la información de los viajes de Antonio Ponz y es considerado
como una prolongación de sus trabajos. Miembro de la Sala de Antigüedades, fue el
encargado de informar sobre diversos hallazgos arqueológicos acaecidos en la zona de
Baza.
Cabello y Barroso, Bartolomé (Pilas, Sevilla 1801): natural de Pilas, bachiller en
Artes y Filosofía, desempeñó el curato en la sevillana iglesia de Santa Maria la Blanca. Fue
miembro de la Sociedad Patriótica Sevillana y de la Sevillana de Buenas Letras, desde
1767, donde desempeño el cargo de Censor entre 1787 y 1790.
Ceán Bermúdez, Juan Agustín (Gijón 1749, Madrid 1829): fue destinado a
Sevilla, junto a Jovellanos, como Alcalde del Crimen, pero pronto se trasladó a Madrid,
para trabajar junto a Antonio Rafael Mengs, de quien llegó a ser discípulo.
A la marcha de su maestro a Roma, pasó a Sevilla, donde fue uno de los fundadores de
la Academia de Bellas Artes y donde procedió a organizar el Archivo de Indias. A lo largo
de sus viajes, pudo reunir documentación necesaria para la realización de sus obras críticas
y biográficas. Fue académico y censor de San Fernando y de la Historia.

197
Entre las muchas obras que escribió, destaca el Diccionario Histórico de los más
ilustres profesores de las Bellas Artes de España (Madrid 1800), en 6 volúmenes. Colaboró
con la Sala de Antigüedades de la Real Academia de la Historia en su Colección
Lithológica del Reino de Sevilla.
López Bustamante, Guillermo: Bibliotecario Real de S.M., desde 1784 trabajo
en el Gabinete numismático allí existente, en sustitución del Padre Alejandro Panel, donde
intentó desarrollar un proyecto de formar una colección de monedas de España. Realizó un
estudio sobre las monedas de Munda, que consideraba como falsas.
Pérez Quintero, Miguel Ignacio (Trigueros 1758, Madrid 1800): gramático,
geógrafo, historiador y tratadista político, la mayor parte de sus obras se han perdido en la
actualidad. Tras estudiar gramática en su villa natal, fue catedrático en la Ermita de La
Soledad de Huelva, ciudad en la que pronto entroncó en los círculos culturales onubenses,
y donde pudo comprar, en almoneda pública, parte de la biblioteca de Antonio Jacobo del
Barco.
Durante su estancia en la cátedra onubense, se dedicó a realizar diversos trabajos sobre
la Historia Antigua de Huelva y su provincia, trabajos que le permitieron ser admitido, en
1792, como honorario en la Academia Sevillana de Buenas Letras, y en 1795 como
miembro de la Sociedad Patriótica de Sevilla.
En 1796 marchó a Sevilla, donde desempeñó el cargo de catedrático de gramática del
colegio de San Isidoro de Sevilla, puesto en el que se mantuvo hasta 1797, cuando marcha
a Madrid, donde alcanzó la protección de Manuel Godoy, y, en 1798, es elegido
correspondiente de la Academia de la Historia y miembro agregado de la Real Sociedad
Económica Matritense.
Su obra principal es La Beturia vindicada, donde Pérez Quintero se considera seguidor
de Rodrigo Caro, por el uso de los autores clásicos y de los hallazgos arqueológicos en los
que basa su trabajo, así como por la identificación de la ciudad de Onuba con Gibraleón y a
Conistorsis con Trigueros, apartándose de las teorías de Antonio Jacobo del Barco y Juan
Agustín Mora Negro y Garrocho.
Traggia de Santo Domingo (Zaragoza 1748, Madrid 1802): doctor en teología
por la Universidad de Manila, era, sobre todo, especialista en Historia Eclesiástica y
Medioevo. Sus amplios conocimientos en Epigrafía y sobre las fuentes escritas de la
Hispania Antigua, así como la formación de una importante colección numismática, fueron
sus avales para su admisión en la Real Academia de la Historia en 1791, alcanzando en
198
1798 los cargos de anticuario y bibliotecario de la institución, que ocupó hasta su muerte,
simultaneándolos con sus trabajos en el Diccionario Geográfico-Histórico de España, que
tenía a su cargo la Academia de la Historia.
Vargas Ponce, José (Cádiz 1760-Madrid 1821): marino de profesión, en 1779
realizó un viaje artístico por Sevilla. En 1782 fue admitido como miembro de la Real
Academia Española y en 1789 en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
En 1786 fue admitido en la Real Academia de la Historia, donde jugó un importante
papel en la redacción de las Estatutos de 1792 y estableció las directrices para la
elaboración del Diccionario Geográfico de España, que no llegó a publicarse. En la
institución ocupó los cargos de Director (1804-1807 y 1814-1816) y Censor (1808-1821).

5.- Nacidos a partir de 1765: en realidad se trata de una generación de


tránsito hacia el siglo XIX, cuando las instituciones culturales de este momento están más
asentadas. Pertenecen a este grupo los siguientes personajes:
Argote, Simón de: doctor en jurisprudencia, excelente filósofo y de grandes
conocimientos en bellas artes, realizó una obra sobre Granada, muy difundido en su
momento, en la que intentó continuar la obra de Velázquez de Echeverría, corrigiendo
algunos errores y falsedades contenidas en la misma.
Belestá, Domingo: Teniente Coronel de Ingenieros, fue comisionado por Carlos
IV, a instancias del Conde de Floridablanca, para llevar a cabo una proyecto de
investigación que debía determinar la ubicación exacta de la batalla de Munda, entre César
y los hijos de Pompeyo, que se desarrollo entre 1789 y 1792.
La iniciativa parte de la Sociedad de Anticuarios de Londres la cual solicita al Conde de
Floridablanca que nombre a un ingeniero para que investigue sobre el terreno la ubicación de
Munda. En un principio se propuso para la tarea a José del Pozo y Sucre, aunque finalmente
el encargo fue adjudicado, como hemos dicho, a Domingo Belestá.
Éste investigó en los archivos públicos de Belestá fue comisionado para investigar en los
archivos públicos de Madrid, Sevilla, Córdoba y Osuna, sus resultados finales fueron muy
cuestionados entre los eruditos locales, entre los que se organizó un debate historiográfico
sobre la ubicación de Munda, aunque finalmente la publicada fue la disertación de Francisco
Pérez Bayer, en vez de la de Domingo Belestá.
Cid y Carrascal, Joaquín María del: cura de la Parroquia de San Gil de
Sevillana, ingresó en 1778 en la Sevillana de Buenas Letras y en la Sociedad Patriótica de
199
Sevilla. Fue uno de los informantes locales de Francisco Masdeu, a quien le remitió
noticias de hallazgos epigráficos para la realización de su obra.
Clemente y Rubio, Simón de Rojas (Titaguas 1777, Madrid 1827): tras
estudiar humanidades en el seminario de Segorbe, marchó a Valencia donde cursó
Filosofía y obtuvo el grado de maestro en artes, así como profundizó en sus estudios en
latín, griego y hebreo, aunque posteriormente centró sus estudios en botánica y zoología,
colaborando con continuando luego con otras disciplinas eclesiásticas.
En 1800, tras fracasar en una oposiciones al Seminario de Nobles de Madrid, comienza
a realizar sustituciones en los Reales Estudios de San Isidro, donde asiste como alumno a
clases de árabe y botánica, cuyo estudio le llevó a emplearse en el Jardín Botánico.
Colaboró con Domingo Badia en la preparación de su viaje al N. de África, en el que
finalmente no participó, pero en 1804, en contraprestación al frustrado viaje, Manuel de
Godoy le asignó 1500 reales mensuales, por espacio de 4 años, para hacer un estudio de las
producciones y la historia natural del Reino de Granada, con total independencia de
cualquier otra autoridad académica y administrativa, y en la que incluyó algunas
antigüedades. Este proyectó lo desarrolló hasta 1805, en que vuelve a Madrid para hacerse
cargo de la Biblioteca del Real Jardín Botánico, donde permaneció hasta su muerte.
Conde, José Antonio (Peraleja 1765- Madrid 1820): doctor en ambos derechos
por la Universidad de Alcalá de Henares, donde llegó a ser catedrático, desde su juventud
se dedicó al estudio de la lengua árabe y de la historia. Gracias a sus conocimientos en
lenguas orientales, latín y griego fue nombrado Oficial Primero de la Real Biblioteca
(1795), donde llegaría a ser conservador. Esta estancia le permitió consultar las obras
necesarias para la realización de su historia de los árabes, así como conformar una
importante biblioteca de manuscritos árabes.
Fue además archivero-bibliotecario del Ministerio de la Gobernación y en 1801 ingresó
en la Academia con una disertación sobre numismática árabe, alcanzando en 1803 el cargo
de Anticuario de la Academia, que desempeñó hasta su fallecimiento en 1820, si bien
desde 1814 se encontraba fuera de España, al ser desterrado por Fernando VII por
afrancesado.
Como anticuario, participó en el proyecto de la Colección Lithológica del Reino de
Sevilla, revisando las inscripciones que se encontraban en diversos manuscritos de la
Biblioteca Real.

200
Fernández-Prieto y Sotelo, Antonio (1771): abogado de los Reales Consejos y
del Colegio de la villa y corte de Madrid, era ya un asiduo asistente a la tertulia literaria de
Hermosilla desde 1736.
Matute y Gaviria, Justino (Sevilla 1764-Sevilla 1830): Fundó en 1788 junto con
otros jóvenes la Academia Horaciana que duró hasta 1791, transformándose en 1793 en la
Academia Particular de Ciencias Humanas, que desapareció en 1802. En 1807 obtuvo la
cátedra de Retórica de la Universidad de Sevilla. Realizó una obra titulada Bosquejo de
Itálica, en la que recogía toda la información existente sobre el yacimiento.
Sánchez Sobrino, Fray Sebastián (O.F.M.): (Antequera - Granada mediados
del XIX): Franciscano, catedrático de Griego en la Universidad de Granada, fue uno de los
cicerone granadinos de Francisco Pérez Bayer, durante su visita a la ciudad.

6.- Otros Anticuarios: a este grupo de personajes, sobre los que tenemos
muy pocos datos o no conocemos ni siquiera la fecha de su nacimiento y muerte,
pertenecen:
Aldana y Tirado, Francisco José (Sevilla): Clérigo de ordenes menores, poeta y
erudito sevillano del Siglo XVIII.
Aranda, Francisco de: médico sevillano que ejerció en Lucena, localidad en la
que reunió numerosas notas para la elaboración de una historia local.
Beltrán S.I., Juan: erudito del que se tienen pocos datos, al parecer fue el autor de
la obra Epora Ilustrada, atribuida a Fernando José López de Cárdenas, el cual tenía en su
poder el manuscrito de Beltrán, que anotado marginalmente, enmendó y intercaló con
nuevos datos.
Boza y Rivera, Juan: natural de Utrera, fue Padre General de Menores y
desempeñó la Administración de Obra Pías. Mostró gran interés por la historia local,
utilizando las antigüedades conocidas, como argumento para justificar sus planteamientos.
Camacho, José Francisco: Natural de Córdoba, canónigo de la Real Colegiata
de San Hipólito y Rector del colegio de la Asunción , que pasó a ser Instituto Provincial. A
raíz del hallazgo, en 1790, de una columna miliaria dedicada a Vespasiano, escribió un
tratado en el que situaba la antigua Carbula en Almodóvar del Río, refutando con ello las
opiniones del Padre Flórez, que la situaba en Palma del Río, y de Bartolomé Sánchez de
Feria, que la situaba en las cercanías de Guadalcázar.

201
Estrada, Pedro José de: erudito y coleccionista cordobés, quien consiguió parte
de las colecciones de Bernardo Gámiz de Cabrera. Fue uno de los cicerones de Luis José
Velázquez de Velasco, cuya colección incluyó en su viaje por Andalucía, así como
Francisco Pérez Bayer.
García de Córdoba, Antonio: corregidor de la villa ducal de Osuna, publica una
historia local, cuyo objetivo fundamental era reforzar el prestigio de su localidad, para lo
que utilizará los datos aportados por los Falsos Cronicones, junto a otros hallazgos de
época romana e islámica, entre los que destacan algunos fragmentos de la Lex Vrsonensis.
También en su obra, aparecen recogidos otros hallazgos arqueológicos ocurridos en
terrenos propiedad de la Casa Ducal.
Gutiérrez Navarrete, José: coleccionista de monedas y Maestro de las Reales
Clases de la Villa ducal de Osuna. Estuvo muy relacionado con Fernando de Velasco, con
el que llegó a intercambiar correspondencia y monedas. Al final de su vida, intentó vender,
sin éxito, su colección numismática a la Real Academia de la Historia.
Herrera, Antonio de: Juez Administrador y gobernador del estado de Morón de la
Frontera del Ducado de Osuna. Experto en numismática, mantuvo una importante relación
epistolar con otros coleccionista numismáticos, como Pedro Alonso O´Crouley, Patricio
Gutiérrez Bravo o Pedro Leonardo de Villacevallos, quienes supieron valorar sus
conocimientos. Reunió una importante coleccionista de monedas, que posteriormente
vendió a Pedro Alonso O´Crouley.

Jartua, Miguel Antonio de: presbítero sevillano, desde 1752 fue miembro de la
Academia Sevillana de Buenas Letras, donde mostró gran interés por la Historia Sagrada.
Mosti, Antonio José: comerciante gaditano, poseedor de una importante colección
de epígrafes, que reunió en su finca de Huerta Alta, en Chiclana de la Frontera, y de
monedas, posteriormente vendidas a Pedro Alonso O´Crouley. Mantuvo una importante
correspondencia con el Conde de Lumiares, en especial en numismática, y con Masdeu, a
quien le proporcionó numerosos datos sobre hallazgos epigráficos en la zona de Cádiz.
Rivera Valenzuela, Juan María de: natural de Ronda y miembro del Santo
Oficio de la Inquisición, reunió una importante colección de monedas, que posteriormente
pasaron, por venta, a poder de Pedro Alonso O´Crouley. Según Ramírez de Arellano, en
1782, fue nombrado correspondiente de la Academia de la Historia.
Sánchez Sarabia, Diego: pintor y arquitecto granadino, en 1760 fue comisionado
por la Academia de San Fernando para realizar diversas pinturas de la Sala de los Reyes de
202
La Alhambra, que posteriormente amplió a la arquitectura y a las inscripciones del
conjunto, trabajos estos que fueron apreciados por los viajeros ingleses y que le valieron su
admisión como Supernumerario en la Academia de San Fernando.
Fue designado perito de Arquitectura y Dibujo por la Real Junta de Excavaciones de
Granada, para informar sobre las falsificaciones del Sacromonte granadino. En 1776 fue
designado Director de la Escuela de Dibujo de Granada.
Simone o Cimone, Juan Bautista: preceptor del infante Felipe, cuando éste
llegue a la mayoría de edad, será nombrado Arcediano de la Catedral de Granada. En sus
cartas muestra su interés por la Numismática y es poseedor de un pequeño museo de
monedas.

Nos encontramos ante una serie de personajes, en su mayor parte eclesiásticos, lo que
implica que muchas de los obras del período centren su temática en el estudio de la
Historia Eclesiástica. Junto a ello, y a raíz de la publicación de la España Sagrada del
Padre Flórez, muchos de estos eclesiásticos centraran su estudio en la ubicación de
determinadas ciudades antiguas con las actuales, intentando rebatir las tesis del padre
Flórez, para con ello reivindicar o defender privilegios eclesiásticos antiguos, como son los
casos de la situación de las antiguas Onuba o Asido Caesarina.

Junto a ello aparecen algunos elementos de la burguesía enriquecida o recientemente


ennoblecida, como los gaditanos Antonio Mosti y Pedro Alonso O´Crouley o el sevillano
Livino Ignacio Leyrens, que alcanzarán algunos puestos de gobierno municipal, hasta
entonces destinados a la alta nobleza urbana, que, en contra de lo que pudiera pensarse por
su preparación y estudios, no aparece entre los estudios de la antigüedades locales, aunque
no por ello dejaran de mantener y conservar las importantes colecciones de ellas, como las
formadas con anterioridad al siglo XVIII por el Duque de Medinaceli o por el Marqués de
Estepa.

Por el contrario, el interés por las antigüedades si hará eco entre las clases de la nobleza
baja, como son los ejemplos del Marqués de la Cañada o del Conde del Águila, quienes
llegarán a reunir un importante gabinete, una gran biblioteca y mantendrán
correspondencia con los principales eruditos del momento.

Todos ellos, conforman una elite sociocultural, que se distribuye en los principales
focos de la ilustración andaluza se encuentran en Córdoba, Sevilla, Málaga, Granada y
203
Huelva, que se convierten en los principales focos de la ilustración andaluza. En el caso de
Almería no se conoce ningún personaje interesado por el estudio de las antigüedades,
mientras que en el caso de Jaén, solo contamos, como figura destacada, con el deán
Martínez de Mazas.

Esta elite se había formado en las Universidades de Sevilla, Granada, Osuna y Baeza.
Estos personajes pertenecerán a las principales tertulias e instituciones culturales de la
época, bien como asistentes, correspondientes, numerarios u honorarios: Academia del
Trípode de Granada, Real Academia de la Historia, Real Academia Sevillana de Buenas
Letras, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Academia de Tres Nobles Artes
de Sevilla, Academia de Letras Humanas de Sevilla, Academia Horaciana de Sevilla,
Escuela de Dibujo de Granada o Academia de las Tres Nobles Artes de Cádiz.
También formaran parte de las Sociedad Patrióticas o Sociedades Económicas de
Amigos del País, que rápidamente se difunden por toda la geografía andaluza, a partir de la
publicación de los trabajos de Campomanes.
En estas instituciones se formaron importantes bibliotecas, donde todos estos
personajes pudieron formarse y consultar obras. También es destacable la presencia de
otras bibliotecas como la del Sacromonte de Granada, la Capitular y Colombina de Sevilla
o la del Ayuntamiento de Sevilla, o bien aquellas procedentes de la incautación de los
fondos de la Compañía de Jesús, en la que podían consultar antiguas obras sobre las
antigüedades de Andalucía.
También es el momento del surgimiento de importantes bibliotecas privadas, como la
de Gaspar de la Torre, Juan Bautista Manescay y Juan Preso en Málaga, la del Duque de
Gor en Granada y las del Conde del Águila y la del Marqués de Montealegre ambas en
Sevilla.
Al ser estas instituciones culturales y económicas, creadas y dirigidas por la propia
Corona, nos encontramos ante un movimiento cultural dirigido desde arriba, en el que sólo
pueden participar un pequeño grupo de gentes, y cuyo impacto real sobre la mayor parte
del conjunto de la población es muy pequeño.
Otro elemento de intervención de la corona en el movimiento ilustrado, es el
nombramiento de personajes políticos como mecenas y protectores de los nuevas
instituciones, como son los ejemplos de Pablo de Olavide, Gaspar Melchor de Jovellanos,
Juan Pablo Forner y de Francisco de Bruna y Ahumada, que contribuirán a convertir a
Sevilla en uno de los centros ilustrados más importantes de España.
204
Este control sobre las instituciones y sobre la formación de sus miembros, permitió a la
corona elegir a los más preparados y capacitados para llevar a cabo diversos proyectos
institucionales, en los que la investigación de las antigüedades de Andalucía tuvo un
importante papel. Destacar en este aspecto, el Viaje del Marqués de Valdeflores, el
proyecto de las Antigüedades Islámicas de Córdoba y Granada, el proyecto para la
ubicación de la batalla de Munda o la continuación de la Colección Lithológica de la Real
Academia de la Historia.

V.b. Los Viajes y los viajeros


iajeros:
El Siglo XVIII es conocido como el “Siglo de los Viajes” porque probablemente en
ningún otro momento han tenido los viajes un papel tan decisivo en el debate cultural y
científico dentro del pensamiento europeo.
La característica esencial del viajero del setecientos es su preocupación por la fidelidad
y su curiosidad universal. Fidelidad que no rehuye el uso de testimonios ajenos, siempre
que estén debidamente reseñados, tal y como mantenía el Padre Jean Baptiste Labat, que
recorrió nuestro país en la década de 1720: “la máxima constante de un relator fiel que da
sus viajes al público debe ser no decir más que lo que ha visto por sí mismo; y cuando está
obligado a referir algo sobre el testimonio de otros, debe citar a aquellos de los que lo ha
obtenido”420.
Andalucía en particular, y la Península Ibérica en general, gozó de un atractivo especial
para los viajeros extranjeros y nacionales, por la riqueza de monumentos que conservaba,
sobre los cuales ya habían informado los eruditos humanistas y del renacimiento.
La motivación que existe por la realización de un viaje, es diversa según la procedencia
o nacionalidad de su autor. En el caso de los viajeros islámicos, que durante su trayecto
hacia Madrid o en su vuelta a Marruecos, con motivo de la firma de diversos tratados
políticos entre España y Marruecos, buscaron en las localidades y parajes que visitan, las
pervivencias del pasado andalusí.
En el caso de los viajeros españoles, varias son las motivaciones, pero en todos ellos
predominan los motivos culturales, aunque no debemos olvidar el transfondo político que
subyace en el viaje de Valdeflores, la obtención de documentos originales para la defensa

420
Labat, Jean Baptiste, Voyages du P. Labat de l´ordre des Ff. Precheurs, en Espagne et en Italie.
Tomo I (Paris 1730), 5.
205
del Patronato Regio, y en el viaje de Antonio Ponz, que nos transmite la realidad de la
nación.
Los viajes de ingleses y franceses a nuestro país, realizados esencialmente en el último
tercio de la centuria, responden a un instrumento de formación para la juventud ilustrada,
como ocurre con los viajes efectuados a Italia. Por ello, los pedagogos europeos mostraron
un gran interés por su realización, como es el caso de Rousseau, y se llegaron a elaborar
numerosas reglas para su preparación y realización.
En el caso de los innumerables ejemplos de viajeros franceses y británicos, nosotros
nos hemos centrado únicamente en aquellos relatos, en los que aparecen mencionadas ÿ
descritas las antigüedades y monumentos andaluces, y que tuvieron una gran difusión en
nuestro país.
Al objeto de nuestro trabajo, estos viajes pusieron en contacto a españoles, franceses e
ingleses con las antigüedades y huellas del pasado clásico que existían en Andalucía, y que
provocaron el surgimiento de una literatura en la que se ponía al alcance de un amplio
público unas noticias, más o menos breves, de las riquezas monumentales que iban
encontrando en sus recorridos, que describían e ilustraban con grabados.
El objetivo de estos trabajos, no era dar a conocer las observaciones del viajero, o
la riqueza en monumentos antiguos de Andalucía, sino también la de guiar a futuros
viajeros interesados por las antigüedades, que realizarán el mismo itinerario, ya que como
ha destacado Jean Sarrailh, unas obras se copiaban a otras, repitiendo una y otra vez los
tópicos españoles, que se convirtieron en estereotipos aceptados por el público europeo421.

1.- Viajeros franceses:


franceses

“Viajar es otra excelente recomendación para conocer”


(Rousseau, L´Emilie, 1780)

A partir de la llegada al poder de la dinastía borbónica, las relaciones entre España


y Francia se intensificaron, como lo demostrarían las diversos Pactos de Familia firmados
entre ambas naciones, de manera que la hasta entonces nación enemiga pasó a convertirse
en una aliada y la cultura española interesó a Francia, llegando su punto culminante ya en
el Siglo XIX, cuando el Romanticismo ponga a España y a lo español de moda en Francia.

421
Sarrailh, J., “Voyageurs fraçais au XVIII siècle: de l´abbé de Vayrai a l´abbé Delaporte”, BullHisp
36-1 (1934), 29-70.
206
Rousseau, en su obra Emilio o la Educación, consideró al Viaje como un elemento
pedagógico esencial para la formación de las personas, incidiendo en el interés que tiene el
“visitar anticuarios, contemplar monumentos antiguos , y copiar inscripciones medio
borradas”422. Esto provocó el surgimiento de un movimiento cultural de viajes que
tuvieron como principal destino Italia, que se convertirá en “une initiation aux Beaux-Arts,
version Antiquité clasique, version Renaissance ou nouveautés baroques”423.
Pero junto a ello, los filósofos franceses de la Ilustración también transmitieron al
público la idea que de España era un país atrasado, con numerosos vicios político e
ideológicos, “desacreditado por culpa de la Inquisición y la barbarie de las
costumbres”424, tal y como había denunciado los trabajos de Nicolás Masson de
Morvilliers o C.A. Fischer.
Esta visión negativa permanecerá hasta el surgimiento de los trabajos de Jean François
Peyron, Jean François Bourgoing y Alexandre de Laborde, quienes gracias a sus viajes por
España y a su largas estancias en el país, ya que desempeñaron cargos diplomáticos, dieron
una visión más imparcial de la nación425.
Durante sus recorridos quisieron conocer y comprender el país que visitaban, así como
sus gentes y sus costumbres, lo que les permitió mostrar sus simpatías hacia las reformas
ilustradas, pero sin dejar por ello de criticar los grandes problemas que, a su juicio,
lastraban el desarrollo de la nación.

a) Viaje de Jean François Peyron:


El primero de los viajeros objeto de nuestro estudio es Jean François Peyron
(1748-1784), que durante algunos años desempeñó el cargo de Secretario de la Embajada
de Francia en Madrid. Desde este cargo, realizó entre 1777 y 1778 un viaje por España,

422
Rousseau, J.J., Obras Selectas. (Barcelona 1966), 576; cfr. Krauel Heredia, B., Viajeros británicos en
Andalucía de Christopher Hervey a Richard Ford [1760-1845] (Málaga 1986), 35-36.
423
Bennassar, B. et Bennassar, L, Le voyage en Espagne. Anthologie des voyageurs françcais et
fracophones du XVI au XIX siecle (Paris 1998), I.
424
Fischer, C.A, Voyage en Espagne, aux années 1797 et 1798 (Paris 1801), reproducido por Calvo
Serraller, Fco., “Los Viajeros románticos franceses y el mito de España”, en La Imagen Romántica de
España Vol. 1 (Madrid 1981), 22.
425
Una lista completa de los viajes de franceses a España, se puede seguir en la obra de Foulche-
Delbocs, R., Bibliographique des voyages en Espagne et en Portugal (Paris 1969).
207
plasmado en su obra426, que rápidamente conoció nuevas ediciones y traducciones al
inglés, convirtiéndose en un obra de referencia para trabajos posteriores427.
Durante su estancia en Andalucía, visitó las ciudades de Guadix, Granada, Antequera,
Málaga, Cádiz, Sanlúcar de Barrameda, Sevilla, Córdoba, desde donde parte hacia Madrid.
En la obra de Peyron se recogen varias descripciones de monumentos y restos
arqueológicos, y en ellos se entremezclan tanto los romanos como los islámicos, así como
algunas inscripciones.
Durante su visita a Granada, Peyron describe las murallas y puertas del antiguo recinto
fortificado de la ciudad, con las siguientes palabras: “Granada tuvo en otro tiempo veinte
puertas; la primera, la de Elvira, que existe aún; la segunda, la de Bibalmuzar o de la
Conversación, porque era aquella donde los moros tenían una especie de punto de cita,
donde conversaban de sus negocios; la tercera, la de Bibarramba, porque conducía a la
plaza famosa que todavía existe bajo el mismo nombre; la cuarta, la de Bid racha, o de las
provisiones; la quinta se llamaba Bibataubin, es decir, la puerta de las ermitas, porque
conducía a diversas soledades que estaban habitadas por los derviches; la sexta se
llamaba Bibmitre o Biblacha, o la puerta del pescado; la séptima, de los Molinos; la
octava, la puerta del Sol, porque se abría hacia la parte del oriente; la novena era la
puerta de la Alhambra, los moros la llamaban Bid Luxar; la décima era la de Bid Adam o
puerta de los huesos de los hijos de Adán; la duodécima, Bid Cieda, la puerta de la
nobleza, los moros la tuvieron largo tiempo cerrada, porque varios adivinos les había
augurado que los enemigos que un día se apoderarían de la ciudad entrarían por esa
puerta; la decimotercera era la de Faxalanza o de la colina de los almendros; la
decimocuarta, la puerta de León, en árabe Bid Elecei; la decimoquinta, la puerta de la
Costa, nombrada por los moros Alacabar; la decimosexta, Bid Albonut o de las Banderas,
hoy puerta de la Magdalena; la decimoséptima, la del Darro; la decimoctava, de

426
Peyron, Jean François, Essais sur l´Espagne. Voyage fait en 1777 et 1778, oú l´on traite des moeurs,
du caractère, des monuments, du commerce, du théâtre et des tribunaux particuliers à ce royaume. 2 Vols.
(Ginebra 1780). Nosotros hemos optado por la traducción de García Mercadal, J., Viajes de Extranjeros por
España y Portugal. Desde los tiempos más remotos hasta los comienzos del siglo XX. Tomo V (Salamanca
1999).
427
Peyron, Jean François, Nouveau voyage en Espagne fait en 1777 et 1778, dans lequel on traite des
moeurs, du caractère, des monuments, du commerce, du théâtre et des tribunaux particuliers à ce royaume. 2
Vols. (Paris 1782). La última edición de la obra de Peyron, fue efectuada por E. Michon, en el BAntFrance
(1897); cfr. Bennassar et Bennassar, op. cit. 494 (1998), 1231.
208
Masayca; la decimonovena, la que llaman del Ecce-Homo; la vigésima, la que está
tapiada junto a la Alhambra”428.
A su paso por la Laguna de Fuente de Piedra (Málaga), Peyron recoge la noticia del
hallazgo de una inscripción romana, sin que diga nada al respecto sobre si la vio
personalmente o si la copió de otro trabajo anterior. La trascripción del epígrafe es como
sigue:
“FONTI DIVINO ARAM
L · POSTVMIVS STATVLIVS ·
EX VOTO D · D · D ·”

En el camino de Sevilla a Cádiz, describe la existencia “en los alrededores de la Venta


de la Alcantarilla [de] hay una pequeña aldea que le da su nombre, donde los romanos
habían construído un puente que existe aún para pasar las tierras pantanosas que forma el
Guadalquivir; se cerraba por los dos extremos. Las puestas están dominadas por dos
elevadas torres; estaba -dicen- adornado de soberbias columnas de jaspe verde, que han
sido transportadas a Sevilla para decorar el altar mayor de la catedral”429.
Uno de los monumentos andaluces que más atrajo a Peyron, como al resto de los
viajeros, fue la Mezquita de Córdoba, de la que destaca sus enormes dimensiones:
“seiscientos pies de larga y de doscientos cincuenta de ancha; se cuentan allí veintinueve
naves en su longitud y diecinueve en su anchura; se entra en ella por diecisiete puertas,
todas ellas cubiertas de arabescos y de otros adornos de escultura en bronce; la bóveda
está sostenida por más de trescientas sesenta columnas de alabastro, de jaspe de mármol
negro de un pie y medio de diámetro y de treinta pies de elevación”. Pero en especial,
resalta la riqueza ornamental del mihrab, al que describe de las siguiente manera: “pequeña
capilla donde pretenden que estaba depositado el Corán [que] está llena de inscripciones
árabes”430.
Sin embargo, su obra contiene algunos errores. Por ejemplo cita como existente en la
Iglesia de Santa María de Córdoba, de un epígrafe “que se lee sobre un mármol antiguo,
con el que han hecho una pila de agua bendita”, y que contiene la siguiente inscripción:

428
García Mercadal, op. cit. 497 (1999), 286.
429
García Mercadal, op. cit. 497 (1999), 310 y 312.
430
García Mercadal, op. cit. 497 (1999), 325; cfr. Aranda Doncel, J., “La mezquita de Córdoba a través
de los viajeros extranjeros de los siglos XVII y XVIII”, Homenaje a Manuel Ocaña Jiménez (Córdoba 1990),
37.
209
“D(is) · M(anibus) · S(acrum) ·
M(arcus)· Lucretus
Verna
Patriciensis
ann(orum) · L · V
pius · in · suos
h(ic) · s(itus) · e(st) ·
431
sit · t(ibi) · t(erra) · levis”

En realidad es imposible que Peyron haya podido observar dicha inscripción en el


mencionado templo, pues dicho ara de mármol fue trasladada, según Vázquez Venegas, en
1751 al lapidario que Pedro Leonardo de Villacevallos tenía en el patio de su domicilio432.
Al tratarse de una inscripción que ya había sido publicado con anterioridad, y en su
emplazamiento original, debemos concluir que Peyron no llegó a ver nunca directamente la
inscripción, y que debió copiar de alguna publicación anterior que la recogiese.

b) Viaje de Jean François Bourgoing, Barón de Bourgoing:


Jean-François Bourgoing, barón de Bourgoing (1748-1811), desempeñó desde
1777 el cargo de primer secretario de la Embajada de Francia en Madrid, a lo que siguió,
en 1785, su designación posterior como encargado de negocios de la misma, cargo en el
que permaneció 18 meses. Entre 1792 y 1793 desempeñó el cargo de ministro
plenipotenciario de Francia en España.
Durante su estancia en España, recorrió el país entre 1777 a 1785, siguiendo una ruta
parecida a la de Peyron. En sus viajes reunió los materiales necesarios para la elaboración
de su obra, que apareció en 1789433. Su trabajo tuvo una excelente acogida entre los
seguidores de la literatura de viajes, dado que era el autor que aportó la documentación
más completa sobre España, por lo que en 1797434 apareció una segunda edición, revisada
y aumentada. Esta nueva edición fue traducida inmediatamente al danés, al alemán y al
inglés, y dada su aceptación fue reeditada en 1803.

431
García Mercadal, op. cit. 497 (1999), 327. Se trata de la inscripción CIL II2/7, 390 (= II 2246).
432
Gimeno Pascual, H. y Stylow, A.U., “Las inscripciones”, en Beltrán y López, op. cit. 63 (2003), 194;
Michon, J., op. cit. 498 (1897), 149.
433
Bourgoing, Jean François, Nouveau voyage en Espagne ou Tableau de l´état actuel de cette
monarchie. 3 vols. (Paris 1789); cfr. Fernández Herr, E., Les origines de l´Espagne romantique. Les recits de
voyage 1755-1823 (Paris 1974), 69-133.
434
Bourgoing, Jean François, Tableau de l´Espagne moderne. 3 Vols. (Paris 1797). García Mercadal,
op. cit. 497 (1999), tomo V, lo incluye con el título de Un paseo por España durante la Revolución
Francesa.
210
En 1807, volvió a reeditarse la obra, a la que se le acompañó un Atlas435, que contenía
una carta geográfica de la nación, un plano de la bahía de Cádiz y diversas plantas, alzados
y secciones del Palacio de la Alhambra y de la Mezquita-Catedral de Córdoba, que estaban
tomados de los dibujos de Alejandro Laborde.
El propósito de Bourgoing fue el de realizar un clásico relato de viajeros, en el que
narra y describe, con una gran imparcialidad, los lugares, los monumentos, las costumbres,
los vestidos y la historia de las localidades que visita.
Bourgoing utiliza también, como fuente de datos, los relatos de otros viajeros
anteriores, como su compatriota Peyron, o como los ingleses Twiss, Swinburne y
Townsend436, de los que toma muchos datos. Sin embargo, y a diferencia de ellos, en su
obra se muestra menos interesado en las descripciones de los monumentos.
En su obra tienen cabida tanto las antigüedades islámicas como las romanas. Respecto
a los monumentos musulmanes, Bourgoing fue el primer viajero extranjero que durante su
estancia en Algeciras (Cádiz) localizó, en las proximidades de la ciudad, “las ruinas de la
antigua ciudadela”437 que confirmarían las noticias dadas por las crónicas medievales
sobre la existencia de dos ciudades, la villa vieja y la villa nueva, en el lugar, separadas
entre sí.
Respecto a las antigüedades romanas, en la descripción de la ciudad de Cádiz, inserta
la noticia de que durante las tareas de construcción del Acueducto de Tempul, para el
abastecimiento de la ciudad, que procedía de El Puerto de Santa María, se “había
descubierto huellas de un antiguo canal excavado por los romanos”438.
Pero también en su obra hay referencias al hallazgo de inscripciones romanas, como es
el caso de Jaén, cuya presencia “atestiguan su antigüedad”, o en caso de Carmona,
localidad en la que destaca el bastión de “la puerta de Carmona es un monumento que
tiene la solidez de las obras romanas. Parece ser del tiempo de Trajano y en algunos
lugares la han revestido a la moderna”, o en el caso de Ecija (Sevilla), ciudad en la que
abundan los “fragmentos de marmóreas columnas y de estatuas: piedras cargadas de
inscripciones que atestiguan su pasado esplendor”439.

435
Bourgoing, Jean François, Atlas pour servir au Tableau de l´Espagne moderne (Paris 1807).
436
Bertrand, J.J., Sur les vieilles routes d´Espagne. Les voyageurs français (Paris 1931), 124-125.
437
García Mercadal, op. cit. 497 (1999), 546.
438
García Mercadal, op. cit. 497 (1999), 540.
439
García Mercadal, op. cit. 497 (1999), 533 y 535.
211
c) Viaje de Alexandre Laborde, Conde de Laborde:
Alexandre Louis Joseph de Laborde (1773-1842), fue el viajero francés que
mejor supo describir el país, hecho en que confluyen dos circunstancias. La primera es que
era hijo de un comerciante aragonés establecido en Bayona, y, la segunda, es que había
formado parte del sequito de Luciano Bonaparte, embajador francés en España, durante su
visita a España en 1800, lo que le confirió un amplio conocimiento de la realidad cultural
del país.
Su obra, aparecida entre 1806 y 1820440, se publicó mediante entregas de seis
grabados cada una, que eran repartidas a los suscriptores cada seis semanas. Su elevado
coste, unos 3.000 francos por ejemplar, acabó por llevar a la ruina a su autor, ya que el
estallido de la guerra entre Francia y España en 1808 dio al traste con la publicación, cosa
que se agravó con la caída de José I, pues muchos de los suscriptores de la obra, que eran
importantes personajes de la corte bonapartista, no recogieron sus ejemplares.
Varios aspectos son los que pueden ser estudiados de esta obra. En primer lugar, la
autoría última del proyecto. Alicia Canto ha sostenido en diversos trabajos441 que, en
realidad, el viaje de Laborde fue obra de Manuel de Godoy, Secretario de Estado de Carlos
IV, y no se debió a la inspiración y financiación francesa como se aún se recoge en
numerosas obras.
Manuel Godoy sostiene en el tomo I de sus memorias, que en su primera época de
gobierno, esto es entre 1792 y 1798, concibió “el proyecto de un Viaje histórico y
pintoresco de la España, que mi amor de sus glorias y mi tesón constante en promoverlas
consiguió más tarde ver cumplidos. Yo hablaré de él más largamente en la segunda
época”442.
Esto le lleva a suponer a Alicia Canto que Laborde debió realizar un primer viaje,
hacia 1792, a Madrid, para entrevistarse con Godoy, y explicarle su proyecto, que
básicamente consistía en repetir en España, país de una riqueza arqueológica tan grande

440
Laborde, Alexandre de, Voyage Pittoresque et Historique de l´Espagne. Tomo II, Vol. I. Imprenta
Pierre Didot (Paris 1812)., publicado integrantemente, pero sin láminas, en la Revue Hispanique 63 (1925),
476-558, que será la edición que seguiremos para la realización de este apartado.
441
Canto de Gregorio, A., “La Arqueología española bajo Carlos IV y Godoy: preludio a los dibujos
emeritenses de Villena Moziño (1791-1794)”, Anas 7-8 (1994-1995), 39-42; Canto de Gregorio, A., La
Arqueología española en la época de Carlos IV y Godoy. Los dibujos de Mérida de don Manuel de Villena
Moziño. 1791-1794 (Madrid 2001), 49-58.
442
Godoy y Álvarez de Faria, M., Cuenta dada de su vida política por don Manuel Godoy, Príncipe de
la Paz. Memorias críticas y apologéticas para la historia del reinado del Señor Carlos IV de Borbón. Tomo I
(Madrid 1836), 217; Canto, op. cit. 512 (1994), 39; Canto, op. cit. 512 (2001), 49.
212
como desconocida para Europa, la experiencia de M. Choiseul, miembro de la Academia
de Inscripciones y Bellas Artes, en Grecia y Asia Menor443.
Godoy, sostiene que gracias a su labor, en 1806 pudo llevar a cabo “la magnífica
empresa, que yo ansiaba y protegía, del Viaje pintoresco de España”, en la que él se
encontraba muy interesado, por dos cuestiones:
- “tenían el suyo otras naciones; la nuestra no debía ser menos”444.
- “nada me parecía más grande ni más propio para dar cima a mis designios, que
excitar el espíritu de nacionalidad por cuantos medios fuese posible. No bastaba amar a la
patria por instinto; se necesitaba amarla bajo todos los respectos que ofrecían sus glorias
y recuerdos, sepultados los más de ellos en doloroso olvido”.
A ello habría que unir, según la tesis de Alicia Canto, el continuado retraso en la
ejecución del proyecto aprobado a Fray José Ortiz y Sanz, que tenía el mismo objetivo que
el de Laborde, pero la empresa de éste estaba más en consonancia con las que se venían
efectuado en Europa a lo largo de todo el siglo XVIII, ya que presentaban de una manera
más agradable y, por tanto, poco crítica, el estado de los monumentos antiguos y, en
general, de España445.
Los objetivos de la obra, según palabras del propio Godoy, eran los siguientes:
- “ofrecer al mundo las antigüedades y los grandiosos monumentos que decoran y
distinguen a la España, que debía abarcar “las cuatro grandes épocas de nuestra historia,
bien glosada y explicada [en] cada una de las láminas”;
- “hacer su Historia más común y más sensible, y que los españoles la estudiasen
por el sentido de la vista y aun mejor que por los libros”.
- “interesaba mucho a nuestra historia, e interesaba nada menos a nuestra
arqueología y a nuestra arquitectura y escultura; se necesitaba eternizar por el dibujo y el
grabado lo que la voracidad del tiempo podría llevarse en adelante, tantos monumentos
fenicios, griegos, romanos, godos y árabes e hispanos que conocían tan sólo los viajeros,

443
Choiseul-Gouffier, M., Voyage Pittoresque de la Grèce. 2 Vols. (Paris 1782); Canto, op. cit. 512
(1994), 34.
444
Godoy, op. cit. 513 (1836), Tomo II, 156; Canto, op. cit. 512 (1994), 40; Canto, op. cit. 512 (2001),
53.
445
Canto de Gregorio, A., “El viaje arquitectónico-anticuario de Fray José Ortiz y Sanz: una carta
arqueológica de España a fines del XVIII”, Spal 10 (2001), 34-35, que lo toma de Goberna Ortiz, F., El degà
Ortiz. La seua vida i obra (Aielo de Malferit 2001), 69.
213
cuyas noticias y detalles escaseaban en los libros, de los que nada entraba por los ojos del
que no viajara”446.
Pero este objetivo de salvaguardar gráficamente la memoria artística de la nación no
era una cuestión nueva, ya que fue formulado por la Academia de Bellas Artes de San
Fernando en su Proyecto de Antigüedades Islámicas, sobre el que hablaremos más
detenidamente en otro apartado de este trabajo.
Alicia Canto basa su teoría en el retrato de Manuel de Godoy y en la dedicatoria que le
realizó Laborde, que se incluían en la primera parte del primer tomo de la edición
española, y que fueron suprimidos en ediciones posteriores, por la caída en desgracia del
valido.
Esta teoría se apoyaría en la primera edición francesa de la obra, que lleva en la
página de título del tomo primero una
dedicatoria a Godoy y que en su
portada aparezca un paisaje de tema
anticuario, elaborado por Charles
Percier, en el que desataca la presencia
de la Torre de Hércules, el Acueducto
de Tarragona y el Palacio de la
Alhambra de Granada (FIGURA 44),
representación de las tres principales
Figura 44. Portada y pagina de título del Tomo I de la 1ª
Edición del Voyage de A. de Laborde. épocas culturales de España. Junto a
ello se coloca una especie de estela conmemorativa romana, donde se representa la
monarquía española a través de sus tres dinastías447.
Manuel Godoy define en sus memorias el proyecto de Laborde, como una empresa, en
la que participaron “literatos y artistas distinguidos, españoles y franceses”448, que se
desarrolló entre 1801 y 1807, ya que el privilegio o concesión gubernamental para su
realización expiró, según consta en la portada del tomo I de la edición francesa, el 21 de
Diciembre de 1807449, lo que provocó retrasos en su publicación definitiva.

446
Godoy, op. cit. 513 (1836), Tomo I, 373 y Tomo II, 156.
447
Canto, op. cit. 512 (1994), 39-40; Canto, op. cit. 512 (2001), 49-53; El agradecimiento a Godoy,
volvió a expresarlo Laborde en el Journal de l´Empire de 22 de Abril de 1811; cfr. Fernández Herr, op. cit.
504 (1974), 267.
448
Godoy, op. cit. 513 (1836), 217.
449
Tormo, E., “Charlas académicas: centenario de Alexandre de Laborde, el hispanista magnánimo”.
BRAH CXII(II) (1943), 281; cfr. Fernández Herr, op. cit. 504 (1974), 251.
214
Esta plan dirigido por Alejandro Laborde y de Antoine de Boudeville, pintor de
Cámara de Carlos IV, ya venía gestándose desde mucho antes, como lo demostrarían las
quejas remitidas por Fray José Ortiz y Sanz a Manuel de Godoy, y contenidas en un
memorándum que le remite el 29 de Marzo de 1802, y donde refiere que 1797 Ligier y
Moulinier le había pedido un ejemplar de su obra, con objeto de tener una guía y saber los
monumentos que debía dibujar450.
Boudeville y Laborde fueron los encargados de coordinar el proyecto, que se efectuó
con las siguientes condiciones previas451:
- en ningún momento se cambiarían ni los planes de trabajo elaborados por
Laborde, ni el formato de la publicación.
- Laborde sería el último encargado de la coordinación de los textos y de
seleccionar los dibujos.
- Los textos de la versión española fueron encargados al académico de la Historia
Fray Juan Fernández de Rojas, sucesor del Padre Risco en la redacción de la España
Sagrada del Padre Flórez.
- los documentos históricos fueron reunidos por Bernardo Cerat de Salvatierra, ex
presidente de una de las salas del Parlamento de Toulouse, que había sido contratado como
bibliotecario en los Reales Estudios de San Isidro de Madrid452, uno de los principales
focos culturales del Madrid de Carlos IV.
- los planos, descripciones, dibujos y grabados fueron encargados, a dos equipos,
uno español, conformado por Carmona, Selma, Ametller y Enguídanos, y otro francés,
entre los que destacan especialmente los arquitectos Ligier y Jacques Moulinier (1753-
1828) y el pintor Jean Lutin Vauzelle (1776-)453.
Pero los eruditos españoles no vieron con buenos ojos el proyecto de Laborde, como
muestra de ello basten las palabras de Fray José Ortiz y Sanz, quien en el mencionado
memorándum enviado a Godoy, acusa a los franceses de querer plagiar su obra y menciona
que el Viaje arquitectónico-anticuario que pretendía realizar “no sólo vindicará en parte
nuestro conocimiento en Artes y Anticuaria, sino que también puede acobardar a los

450
Canto, op. cit. 516 (2001), 35.
451
Laborde, op. cit. 511 (1812), Tomo I, IX-X; Godoy, op. cit 513 (1836), 217; Fernández Herr, op.
cit. 504 (1974), 249-251; Canto, op. cit. 512 (1994), 39; Canto, op. cit. 512 (2001), 49.
452
Bertrand, op. cit. 507 (1931), 138-139.
453
Para una biografía de los artistas franceses participantes en el Voyage, así como de su influencia en
obras posteriores, véase la obra Dictionnaire des peintres, sculpteurs, dessinateurs et graveurs de tous les
temps et des tous pays (Gründ 1948-1955).
215
extranjeros del Viaje Pintoresco de España, si son hombres que tienen alguna tintura de
Anticuaria”.
Las razones de estas críticas de Ortiz, se basan en que Laborde y su equipo se
encontraba realizando aquello que debiera corresponder “a los españoles”, ya que temía
que los franceses “no siendo más que hombres curiosos, desflorasen nuestras antigüedades
y las describiesen mal y diminutamente”, así como que “llenasen de burlas y sarcasmos
sus relaciones, como acostumbran”.
También hay numerosas voces que llaman la atención sobre el plagio de la obra de
Laborde. En primer lugar, las quejas remitidas por el propio Fray José Ortiz y Sanz a
Manuel de Godoy, en el memorándum enviado a Manuel de Godoy, el 29 de Marzo de
1802, al que nos hemos referido con anterioridad.
Antonio Bonet Correa, también ha defendido que Laborde en realidad no hizo sino
seguir la obra de M. Carrèse, médico francés que residió muchos años en España, y que,
según A. Bonet Correa, vendió su manuscrito a Laborde por 3.000 francos454.
Pero lo que si es cierto, como han puesto de manifiesto Elías Tormo y E. Fernández
Herr, es el plagio parcial plagio que realiza la obra de Laborde del anterior trabajo de Pablo
Lozano sobre las Antigüedades islámicas españolas, aparecida en 1804, como lo
demuestran Elías Tormo y E. Fernández Herr455 en un completo listado comparativo de las
láminas de ambos trabajos.
A modo de ejemplo, mencionaremos que el plano de la Mezquita de Córdoba y la
sección de su mihrab, así como la planta de la Alhambra y la sección del Patio de los
leones, fueron tomados directamente de la obra de Pablo Lozano. Como en ésta
únicamente figuraban los grabadores, y no los autores de las láminas, los autores franceses,
en especial Vauzelles, fueron los que firmaron las láminas, y así pasaron por ser sus
autores. Sin embargo, la principal novedad de la edición francesa fue la aportación de una
texto explicativo de cada una de las láminas, aspecto sobre el que la edición española
apenas había aportado nada.
Esta utilización, o plagio, de las láminas procedentes de las Antigüedades islámicas,
contrasta con el celo mostrado por la Corona y la Real Academia de Bellas Artes de San

454
Bonet Correa, A., Bibliografía de arquitectura, ingeniería y urbanismo en España:1498-1880. Tomo
II (Madrid 1980), 498; Canto, op. cit. 512 (1994), 42; Canto, A., op. cit. 512 (2001), 55.
455
Tormo, op. cit. 520 (1943), 278-280; Fernández Herr, op. cit. 504 (1974), 256-257. Asimismo,
incluyen la autoría exacta de cada una de las láminas originales de la edición francesa.
216
Fernando, que recogía y destruía todas las láminas y pruebas existentes, con el fin de
“evitar el peligro, de que de que vean y publiquen antes de tiempo dichas estampas”456.
Esto no haría sino recalcar el origen español de la obra de Laborde y también podría
ser otro ejemplo indicativo de la implicación de la cúpula política española en este
proyecto hispano-francés, ya que sin una intervención directa de la misma, no se explicaría
la utilización y apropiación descaradas de una obra anterior, patrocinada por la Academia
de San Fernando y financiada por la propia Corona española, que representó todo un hito
en la protección y conservación de las antigüedades nacionales.
Alejandro Laborde dedica el volumen I, del Tomo II, aparecido en 1812, a Andalucía
y sus antigüedades. En ella se insertan 18 vistas, 26 monumentos, 11 arquitectónicos, 10
planos, 2 pinturas (las árabes), 1 escultura, 7 epigráficas árabes, 2 vasos árabes y 1 de una
espada árabe. Las localidades y parajes a las que se refieren estos grabados son Bélmez,
Espiel, Sierra Morena, Córdoba, Granada, La Alhambra, Loja, Sevilla, Itálica, Málaga,
Gibraltar y Cádiz457.
En esta obra, Laborde rompe con los esquemas hasta entonces establecidos, en
especial con el trabajo de Bourgoing. En primer lugar, por emplear un método que es
reflejo del enciclopedismo ilustrado, mostrando una voluntad constante por obtener una
información exacta y exhaustiva de los lugares, con referencias constantes a los autores
antiguos de España y a la bibliografía disponible, como lo demuestra en la pequeña
introducción sobre la historia de España con la que comienza su obra: “la profonde
erudition d´Antonio Agustín, d´Ambrosio Morales; les recherches inmenses de Lastanosa,
Flórez, Bayer, Velázquez; les histoires générales de Mariana et de Ferreras, le voyage de
l´abbé Ponz, le plus exact que nous ayons, et les ouvrages de plusiers autres écrivains,
tous aussi recommendablès par leur mérite que peu connus des étrangers”458.
Describe con objetividad, dibuja, mide y clasifica los monumentos romanos, árabes y
cristianos medievales, información que es acompañada con una historia sintética de las
provincias y de las ciudades. La importancia de este trabajo es que en algún caso es la
única representación y descripción que tenemos, pues el referido monumento ha
desaparecido en la actualidad.

456
Rodríguez Ruiz, op. cit. 51 (1992), 128, que toma la noticia del Acta de la Junta Particular,
celebrada el 01.05.1774. ARABASF, sign. 122/3.
457
Tormo, op. cit. 520 (1943), 284-285.
458
Laborde, op. cit. 511 (1812), Tomo I, IX-X; Fernández Herr, op. cit. 504 (1974), 254.
217
Pero también se preocupa por los recursos naturales del país, cuya descripción
aprovecha para introducir noticias del hallazgo de antigüedades, como ocurre en el caso de
Río Tinto (Huelva), lugar en el “au moins de juin 1762, lorsqu´on eut pénétré à 60 pieds
de profondeur, dans une ancienne galerie presque obstruée par des décombres et des
scories, on y trouva une inscription romaine gravée sur une plaque de cuivre de la même
mine, ayant environ 3 pieds de
long et 2 de large”459.
Sobre las antigüedades
islámicas de Córdoba, Laborde
introduce en su obra la primitiva
planta de la Mezquita de Córdoba,
antes de su transformación en
Catedral (FIGURA 45), que fue
tomada, como otros grabados, de la
obra de Pablo Lozano.

A este grabado le añadió,


Figura 45. Planta de la Mezquita de Córdoba en su estado primitivo
según Laborde. como novedad, el siguiente texto
explicativo: “l´edificie est un carré de 620 pieds de longueur du nord au midi, et de 440
pieds de largueur de l´orient à l´occidente: quatre rues, dont l´objet étoit d´empêcher qu´il
ne touchât à aucune autre construction, l´entouroient originariament. Il a dix-sex portes,
dont cinq seulemente s´ouvrent aujourd´hui, et qui toutes étoient couvertes de lames de
bronze du travail le plus délicat.
Des 620 pieds dont se compose le longueur du bâtiment, 210 ont été réservés, du côte
du nord, pour former une cour qui communique avec l´exterieur par une porte de
construction moderne, appelée Porte du Pardon. Dix-neuf nefs, d´environ 350 pieds de long
et 14 de large, courent parallelement du sud au nord dans l´intérieur de la mosquée, et
dix-neuf autres, moins larges, se prolongent de l´est à l´ouest : elles sont formées par huit
cent cinquante colonnes dont le systême produit l´effet le plus imposant, et devoit en
produire un plus magnifique encore lorsqu´il n´avoit subi aucune altération”460.

459
Chevallier, R., “L´archéologie espagnole vue par Alexandre-Louis-Joseph Comte de Laborde”,
Caesarodunum XXVII (1993), 20-22.
460
Laborde, op. cit. 511 (1812), 487-488, Lámina VII.
218
También incluye en su obra diversas reseñas a las colecciones de antigüedades, que él
denomina “cabinets d´antiquités”, en especial a las existentes en Sevilla, Itálica, Córdoba,
Cádiz o El Puerto de Santa María, para el caso
de Andalucía. En estas descripciones, Laborde
proporciona precisas indicaciones sobre la
conformación de la colección y su disposición,
a la vez que da datos útiles para reconstruir su
proceso de formación o los avatares de
determinadas obras de arte461.
Una de estas descripciones contiene
diversos capiteles, romanos e islámicos, y
antigüedades existentes en Córdoba, que
describe de la siguiente manera “les cinq
premiers représentent plusieurs antiquités
romanines trouvées à Cordoue, si célebre dans
les derniers temps de la république romaine et
sous les premiers empereurs. Le torse nº 1
faisot parite d´une statue d´empereur […]; le nº
Figura46. Capiteles y antigüedades de Córdoba,
2 est sans doute une Vénes presque entièrement según Laborde.

semblable à celle qui a été découvertee à Arles”(FIGURA 46), no indicando que ambas
formaban parte de la colección escultórica de Pedro Leonardo de Villacevallos462.
Continúa la descripción de las antigüedades de Córdoba, con diveras columnas
miliarias que indican el número “de milles que l´on comptoit jusqu´à l´Océan [et] elles se
voient dans le jardin de la mosquéee”463. También incluye en esta descripción unos
dibujos de diversos capiteles de la mezquita, que clasifica “suivant l´ordre possible de leur
exécution; les premiers entièrement romains, et de l´ordre composite la plupart ; les
seconds imités des Romains par les Arabes; les derniers entièrement arabes, ou au moins
du bas temps, se rapprochant des chapiteaux de Grenade, dont nous aurons bientôt
occasion de parler. La plupart de des chapiteaux reposent sur des colonnes tronquées, et
réduites à la hauteur des autres”.

461
Chevallier, op. cit. 530 (1993), 24-25.
462
Beltrán Fortes, J., “Las esculturas”, en Beltrán y López, op. cit. 63 (2003), 144.
463
CIL II 4701, II 4712 y II 4716; Stylow, op. cit. 34 (1995), 65-66, nº 4, 5 y 28 respectivamente.
219
Esto le lleva a formular la siguiente hipótesis acerca de la construcción del edificio:
“construit très promptement, et qu´on ne s´est pas donné la peine d´ajuster les partes
séparées dans l´état même où elles se
trouvoient. Ce n´est pas seulement des
débris du temple de Janus que l´on s´est
servi, mais bien de centaines de colonnes
transportées de toutes les villes du
voisinage”464.
Otro de los elementos decorativos de
la Mezquita, son las pilastras árabes del
mihrab, “décorés de feuilles d´acanthe et
d´ornements usités dans l´architecture
romaine du bas-empire, son sans doute
une imitation des restes de cette
architecture que les Maures trouverent à
Cordue”465, junto a las que dibuja la planta
de unos baños árabes de Córdoba
(FIGURA 47).
Figura 47. Dibujo de Pilastras de la Mezquita y de los Baños
árabes de Córdoba según Laborde. También incluye en su obra
diversas inscripciones árabes
conservadas en los muros de la
mezquita de Córdoba. Los
dibujos están tomados a partir
de la obra original de Lozano
(FIGURA 48), y para la
traducción de los mismos, no
se sirvió de lo realizado por el
académico Miguel Casiri de
Gartia, sino que se sirvió de la
Figura 48. Inscripciones y capiteles de Córdoba, según Laborde.
trascripción efectuada por M.
de Sacy, quien llama la atención sobre la rareza del texto epigráfico, ya que “les lettres

464
Laborde, op. cit. 511 (1812), 497-498, Lámina XVII.

220
sont dépourvues des points que fixent le valeur, toutes les fois que la même figure est
commune à plusiers lettres”466.

En su visita al palacio nazarí de La Alhambra, Laborde realiza una descripción


generalizada del edificio, incluyendo grabados de las principales salas del edificio, y dibuja
con gran precisión las inscripciones árabes conservadas, de las que aporta numerosos
dibujos y la trascripciones de las mismas efectuadas por Miguel Casiri de Gartia467.
Entre los principales
dibujos y descripciones,
destaca la realizada del Patio
de los Leones, al que
describe como “le type le
plus parfait de l´architecture
mauresque; sa forme est un
carré long de 100 pieds sur 60,
Figura 49. Sección del Patio de los Leones de La Alhambra, según Juan
de Villanueva, incluida en su obra por Laborde.
entouré d´un pérystile de
colonnes légeres, et orné sur les deux faces d´avant-corps, ou sorte de portique semblable
au portail saillant de quelques églises gothiques, et sculpté avec autant de perfection que
d´élégance. Au milieu de cette cour este le bassin des lions en marbre noir, d´où couloit
autrefois une abondance d´eau limide, qui se répandoit par des canaux de marbre dans
toute le cour, et traversoit plusieurs des appartements. Le reste du sol étoit également pavé
en marbre, et les lambris des murailles revêtus de careaux de faïence”468, y a la que
acompaña con una sección realizada por Juan de Villanueva (FIGURA 49), que proviene
de la obra de Lozano.
Laborde también fue uno de los primeros autores que dibujó y describió las pinturas
árabes conservadas en La Alhambra, realizadas “à fresque sur le stuc avec des coleurs à la
colle”, y a las que califica como “d´un grand intérêt, en ce qu´elles donnent le modele des
costumes mauresques”. Entre ellas, destaca la escena representativa del “divan mauresque
asemblé”, donde “les juges sont remarquables par leurs costumes, leur aspect vénérable”.
Según Laborde, “cette ovrage ne peut point avoir été fait avant la prise de Grenade,

465
Laborde, op. cit. 511 (1812), 488, Lámina XVIII.
466
Laborde, op. cit. 511 (1812), 500-501, Lámina XIX y XX.
467
Laborde, op. cit. 511 (1812), 523-530, Láminas XLV a LI.

221
parcequ´il étoit absolument défendu para la loi de Mahomet de représenter des figures
d´hommes sur aucun ouvrage”, que le lleva a plantearle serias dudas sobre su posible
cronología (FIGURA 50),
pues “est impossible que cette
peinture soit l´ouvrage d´un
artiste espagno, à une époque
où les arts avoient déjà
acquis une très supériorité
dans un temps qui précéda de
bien près le siecle de
Figura 50. Pinturas Árabes de la Alhambra según Laborde. Raphael”469.
Entre las colecciones de antigüedades que visita Laborde, destaca la descripción de la
colección de antigüedades que poseían los Duques de Medinaceli en su palacio sevillano
de la Casa de Pilatos, del que aporta un grabado, que describe como ilustrativo de “la
courd d´un palais appartenant aux ducs de Medina-Coeli, et connu dans le paus sous le
nom de maison de Pilate”.
En la mencionada
representación, se aprecian las
diversas estatuas de la colección
ducal (FIGURA 51): “une Muse,
una Cérès et deux Pallas, plus
grandes que nature: elles ont été
transpotées d´Italie, ainsi qu´un
grand nombre d´antiquités qu´on
voit dans le jardin, et parmi
lesquelles on distingue la fameuse
Figura 51. Patio interior de la Casa de Pilatos, por Laborde.
inscription d´Isis, publiée par
Montfaucon”470.
De Santiponce, la “ancienne Italica”, describe que en su emplazamiento “on y
aperçoit encore, de tous côtés, des restes d´anciens murs, de bains et d´aqueducs ”,

468
Laborde, op. cit. 511 (1812), 519, Lámina XXXIV.
469
Laborde, op. cit. 511 (1812), 531-533, Lámina LIV.
470
Laborde, op. cit. 511 (1812), 547, Lámina LXXXII.
222
mostrando un interés especial por las ruinas del anfiteatro, que inicialmente describe como
“fort bien conservé ; on en connaît encore l´entrée principales, les voûtes, les galeries et
les gradins ”471.
De este monumento, ofrece un grabado, al que acompaña la siguiente descripción
“Ayant donné, dans un ouvrage qui a précédé celui-ci, une histoire de la ville d´Italica, je
e bornerai à rappeler que
cette ancienne ville, fut la
patrie des empereurs
Trajan, Adrien, et
Théodose. On découvre
sans cesse dans les ruines
des morceaux fort
importants de sculpture,
dont plusieurs on été
transportés à l´Alcasar de
Séville. Parmi ses ruines on
Figura 52. Vista del Anfiteatro de Itálica según Laborde
distingue les restes d´un
amphithéâtre (FIGURA 52), dont les peres Flores et Montfaucon ont donné les
dimensions, et qui se rapporte aux édifices semblbles des romains. Cette planche en fera
connoître les dispositions, et sera un souvenir de cette cité célebre, aujourd´hui réduite à
un simple village, sous le nom de Sante-Ponce”472.
También de Santiponce, muestra especial atención por un Mosaico descubierto en
1799, del que introduce un grabado (FIGURA 17) y que describe de la siguiente manera:
“Ce superbe pavé en mosaique, l´un des plus considerables et des mieux conservés qui
nous souient parvenus de l´antiquité, presente, dans une suite de compartiments distribué
avec goût, plusieurs sujets intéressants d´archeologie. Le milieu offre l´aspect d´une
course de chars et tous les détails de l´intérieur d´un cirque avec tous les ornaments en
couleur. Le contour est orné de la représentation des Muses, des quatre Saisons, et de
plusieurs attributs des jeux; une inscription romaine fait connoître que l´édifice don cette

471
Chevallier, op. cit. 530 (1993), 22.
472
Laborde, op. cit. 511 (1812), 548, Lámina LXXXIV; León Alonso, P. “Las ruinas de Itálica. Una
estampa arqueológica de prestigio”, en Beltrán y Gascó, op. cit. 58 (1993), 47-48, Fig. 1.
223
mosaique dépendoit appartenoit à la famille de Trajan”, sobre el que ya había efectuado
una publicación anterior en 1802473.
De la existencia del Templo de Hércules-Melkart, en el islote de Santi-Petri
(Cádiz), recoge la noticia, tomada directamente de la obra de Antonio Ponz, de la aparición
“par très beaux temps calme et en basse marée [..] sous les eaux les ruines de ses
anciennes maisons, et les restes d´un temple dédié à Hercule”474.
En definitiva, nos encontramos ante una obra compleja que tiene más de española
que de francesa. En primer lugar, por ser una idea apoyada y patrocinada por Manuel de
Godoy. En segundo lugar, por que en ella, al menos nominalmente, se pudo como
codirector a Antoine de Boudeville, pintor de cámara de Carlos IV. En tercer lugar, por que
aprovechó anteriores trabajos españoles, como el de Lozano.
A pesar de la polémica de plagio con la que se ha intentado desacreditar el trabajo de
Laborde, ya iniciada con Fray José Ortiz y Sanz, la verdadera importancia del trabajo de
Laborde fue que, por primera vez, se pudo dar a conocer el arte islámico en Europa, y que
mucho de los artistas que participaron en su ejecución, como el caso de Vauzelles, tomaron
la obra como fuente de inspiración para sus pinturas posteriores, en los que predominan los
temas origen islámico o musulmán, que constituyen la vanguardia de lo que años después
será la pintura romántica francesa.

2.- Viajeros Ingleses


Ingleses:

“Espero disfrutar con el estudio de algo que es totalmente nuevo:


la observación de [uno de los] países que están
considerados entre los últimos en relación a las artes y a la literatura”
(Richard Twiss 1775)

Los viajeros ingleses fueron los grandes viajeros de la Ilustración, puesto que este
período confirió una importancia especial al viaje, necesario para una completa educación
de los jóvenes de las capas altas de la sociedad o de las clases económicamente más
pudientes. Ello llevó a numerosos ingleses, en especial en la segunda mitad de la centuria,
a viajar hasta Italia, y que dio lugar a la acuñación del término Grand Tour.

473
Laborde, op. cit. 511 (1812), 548, Lámina LXXXV; Laborde, A., Mosaïque d´Italica. Description
d´un pavé en mosaïque (París 1802), traducido al español como Descripción de un pavimento en mosaico
descubierto en la antigua Itálica, hoy Santiponce, en las cercanías de Sevilla (Madrid 1806); cfr. Tormo, op.
cit. 520 (1943), 267; Luzón Nogué, J. Mª., “Las ruinas de Itálica y el convento de San Isidoro del Campo”, en
Beltrán y Belén, op. cit. 229 (2003), 60, Fig. 8.
474
Chevallier, op. cit. 530 (1993), 21.
224
Los numerosos viajes dieron lugar a la aparición de un nuevo género literario, que
podemos denominar literatura de viajes, en la que los viajeros relataron sus experiencias,
bien directas bien como tutores de algún joven, en forma de cartas, diarios o ensayos.
El carácter educativo de estos viajes fue establecido por el filósofo Francis Bacon,
quien consideraba a los viajes como “una parte de la educación”, como lo demostraría el
establecimiento de una relación básica de cosas que debían ser observadas por el viajero:
“las iglesias y monasterios, las murallas y fortificaciones de las ciudades y los puertos y
bahías, las antigüedades y ruinas, bibliotecas, colegios, los debates académicos, las
lecciones, …”475.
Pero fue el filósofo Joseph Addison quien estableció el modelo del viaje a seguir, con
la publicación de su viaje a Italia476, en la que mostraba un gran interés por la antigüedad
clásica y por los nuevos edificios que siguen sus normas, así como por las esculturas y
monedas antiguas.
A mediados de la centuria, surge la Royal Society, institución que preconizará que la
ciencia sirve para enseñar, y que por tanto, necesita una constante renovación, razón por la
que han de emprenderse viajes, con la finalidad de aprender nuevas cosas y sacar de ellas
unas consecuencias políticas, sociales, morales y filosóficas, que debían transmitirse a los
demás.
En 1757, el obispo Tucker dictó las Instructions for travellers, complemento de la obra
de Addison, y en las que establecía una serie de cuestiones, denominada “información
útil”, a tener en cuenta por los viajeros, y cuyas respuestas constituyeron la base de los
relatos de los viajeros que recorrieron Andalucía.
Pero la verdad, es que la Península Ibérica no entraba entre los itinerarios del Grand
Tour, pues se consideraba que era un país demasiado bárbaro, y geográfica y
educativamente atrasado. A pesar de ello, los viajeros británicos que visitaron España, y en
especial Andalucía, llamaron la atención sobre el carácter exótico y pintoresco de la cultura
musulmana de nuestra región, mucho más vinculada con Oriente y el Norte de África que
con Europa, lo que la diferenciaba de ésta477.

475
Bacon, F., Essays (Londres 1625). Reedición 1978, 54-55; cfr. Krauel, op. cit. 493 (1986), 31-34;
Guerrero, A.C., Viajeros británicos en la España del siglo XVIII (Madrid 1990), 29-30.
476
Addison, J., Remarks on several parts of Italy in the years 1701, 1702 and 1703 (Londres 1705).
477
Alberich, J., “En torno a los viajeros ingleses de la época romántica”, en La Imagen, op. cit. 495
(1981), 31; Guerrero, A.C., “Los viajeros ingleses y la España Ilustrada”, Revista de Occidente 89 (1988),
22-23; Muñoz Rojas, J. A., “La imagen romántica de España. Los precursores”, en La Imagen, op. cit. 495
(1981), 13-14; Guerrero, op. cit. 546 (1990), 51-52.
225
Por ello, estos aventureros trasladaron su interés por la antigüedad clásica hacia los
monumentos, antigüedades y ruinas islámicas de Andalucía, cuyas representaciones
ilustraran sus trabajos, en forma de reproducciones de monumentos, esculturas,
inscripciones o monedas, y que servirán para difundir la cultura musulmana andalusí por
toda Europa. Este fenómeno alcanzó su plenitud con los viajes románticos efectuados a
partir del final de la Guerra de Independencia, cuya difusión por todo el continente fue a su
vez reclamo para futuros viajeros.
Fue Christopher Wren el primero en formular la teoría del origen sarracénico del
gótico. Sostenía que el arco apuntado, característico del gótico inglés, tenía su origen en las
construcciones de los sarracenos, término que haría alusión a todos los musulmanes
conquistados, pero más particularmente a los moros en España en tiempos de la
Reconquista. Wren, además, llegó a la conclusión de que fueron los cruzados quienes
trajeron el arco apuntado a Europa, que una vez refinado por los arquitectos europeos,
quedaría convertido en gótico478.
Esta teoría fue seguida por otros pensadores, como Stephen Riou479, William
Warburton480 o Francis Grose481, que postularon el origen del gótico en los reinos
musulmanes españoles, y no en Oriente Medio, y desde aquí se expandiría por el resto de
Europa. Ello negaba al gótico inglés, considerado como arte nacional, su origen francés y
le hacía descendiente del misterioso y exótico Oriente, teoría que posteriormente será
desarrollada y defendida por los románticos británicos482.
Estas tendencias teóricas explicarían el interés de los viajeros ingleses por los
monumentos árabes de España en general, y de Andalucía, en particular, donde tuvieron la
posibilidad de visionar edificios islámicos puros, junto a otros edificios donde se
mezclaban el arte gótico y el musulmán, como ocurre en los casos de la Mezquita-Catedral
de Córdoba o la Catedral de Sevilla.
Antes de pasar a estudiar a los viajeros ingleses más importantes del período, no
podemos olvidar los ejemplos de los militares, tanto en activo como retirados, que

478
Wren, C., Parentalia (Londres 1750), 298.
479
Riou, S., The grecian orders of Architecture (Londres 1768), 9.
480
Warburton, W., The works of Alexander Pope. Tomo III. 8ª Edición (Dubín 1769), 327.
481
Grose, F., Essays on gothic architecture (Londres 1800), 113-114.
482
Raquejo, T., El palacio encantado. La Alhambra en el arte británico (Madrid 1990), 45 y 51, quien
menciona a Melchor Gaspar de Jovellanos y Pascual de Gayangos, como defensores de esta teoría.
226
aprovechando unos días de permiso y un período de buenas relaciones, recorrían, desde su
guarnición de Gibraltar, parte de Andalucía o bien los alrededores de la colonia.
Entre estos relatos, debemos destacar la obra del Mayor Whiteford Dalrymple, espía
británico, que narra su viaje desde Gibraltar hasta El Ferrol, y que puede ser considerada
como la más importante contribución hecha por militares y comerciantes destacados en la
guarnición de Gibraltar a la literatura de viajes en lengua inglesa.
En 1774, aprovechando un permiso para desplazarse a Madrid, comenzó a transitar por
caminos apenas hollados por viajeros anteriores antes de reincorporarse a su puesto, cinco
meses después. Fruto de este viaje fue la redacción de un diario sobre su viaje483.
En su libro, describe las antigüedades que encuentra a su paso, así por ejemplo, como
ocurre en los casos de Algeciras, donde “se ven aún ruinas de las fortificaciones moras”, o
de la antigua ciudad de Carteia, de la que en la Carta de 26 de Septiembre de 1776 dice que
se encuentra junto a los ríos “Palmones y Guadarranque, … en el extremo de la bahía de
Gibraltar”484.
También es destacable la descripción que aporta de la ciudad de Córdoba, en cuyas
calles, menciona que “en algunas [calles] se ven aún ruinas antiguas, capiteles, fustes de
columnas, inscripciones triunfales”485.
Tampoco podemos dejar de paso la obra de otro militar, la del Teniente Coronel
Thomas James, que prestó servicios en Gibraltar entre 1749 y 1755, período que aprovechó
para visitar Granada en el transcurso de un permiso donde dibujó “un mapa de la
Alhambra, e hice particularmente una descripción de ese castillo, el palacio y la ciudad;
pero desgraciadamente, esas descripciones y planos, junto a muchos manuscritos, mapas,
proyectos, panoramas y curiosidades y una selecta biblioteca, conseguida principalmente
con vistas a mi historia fenicia, fueron quemadas por los habitantes de Nueva York”486.

483
Dalrymple, Whiteford, Travels throug Spain and Portugal in 1774 (Londres 1774). Nosotros hemos
tomado la traducción de la obra contenida en el Tomo V de la obra de García Mercadal, op. cit. 497 (1999);
cfr. Krauel, op. cit. 493 (1986), 63; Guerro, op. cit. 546 (1990), 63-64.
484
García Mercadal, op. cit. 497 (1999), Tomo V, Carta XVI, 235.
485
García Mercadal, op. cit. 497 (1999), Tomo V, Carta II, 171.
486
James, Thomas, The history of the Herculeam Straits, now called the straits of Gibraltar: including
those parts of Spain and Barbary that lie cotiguous thereto. Imprenta Ch. Rivington (Londres 1771), Vol. I,
179; cfr. Krauel, op. cit. 493 (1986), 54.
227
“descubrir
a) Richard Twiss y su interés por “descubrir

cosas nuevas”
nuevas”.
Richard Twiss (1747-1821), era hijo de un comerciante inglés residente en
Holanda. Tras visitar Italia, recorrió la Península Ibérica entre 1772 y1773, donde esperaba
“ver cosas enteramente nuevas en países que imaginaba estaban por detrás del resto de
Europa en artes y literatura”487. Su obra, aparecida en 1775, tuvo una muy buena acogida,
como lo demostrarían las rápidas ediciones inglesas y su traducción en 1776 al alemán y al
francés.
A lo largo de su viaje por tierras andaluzas, recoge las siguientes localidades Loja,
Baza, Guadix, Granada, Loja, Écija, Córdoba, Écija, Antequera, Málaga, Alhaurín,
Cártama, Casarabonela, Ronda, Gaucín, San Roque, Gibraltar, Algeciras, Gibraltar, Cádiz,
El Puerto de Santa María, Jérez de la Frontera , Lebrija, Sevilla y Cádiz.
Con el objeto de reforzar sus propias observaciones y descripciones, realiza
continuamente interpolaciones de textos de otros viajeros, reales o ficticios, como por
ejemplo la obra del Padre Caimo, Baretti488, Clarke489 y el Abbé de la Porte o Delporte490.
Junto a ello, figuran las referencias a las obras españolas de De la Puente491 y Padre Isla492.
Este uso, que demuestra un viaje bien preparado, se debe a que unas veces porque
encuentra ya expresado lo que acaba de ver o lo que quiere decir, y otras veces porque
ofrecen una explicación científica o documentada del objeto al que se refiere, pero siempre
indicando en cualquier caso la fuente original.
Junto a ello, insertó una serie de láminas, que habían sido ejecutadas, “según mis
propios dibujos, y he seleccionado temas que no han sido publicados hasta ahora”,
algunas de las cuyas eran copias de una de las que estaba realizando Diego Sánchez
Sarabia493.

487
Twiss, Richard, Travels through Portugal and Spain, in 1772 and 1773 (Londres 1775),Vol. I, IV.
Hemos usado la edición de Miguel Delgado Yoldi (Madrid 2000); cfr. Krauel, op. cit. 493 (1986), 49 y 62;
Guerrero, op. cit. 546 (1990), 60-61; Canales, A, “Richard Twiss, un viajero contemporáneo de Carter”,
Jábega 48 (1984).
488
Baretti, J., A journey from London to Genoa, through England, Portugal, Spain and France (Londres
1770).
489
Clarke, E., Letters concerning the Spanish nation (Londres 1763).
490
De la Porte, Abbé, Le Voyageur Français. Vol. 16.
491
Puente, A. de la, Viage de España (Madrid 1772 y 1775).
492
Isla, J. de, Compendio de Historia de España (Madrid 1767).
493
Twiss, op. cit. 558 (1775), 18.
228
Su interés por “descubrir cosas nuevas” le lleva a describir todo lo que observa de
primera mano, ya que de esta manera puede corregir los errores de otros viajeros, y en su
narración se limita a simples anotaciones sueltas, anécdotas y observaciones
Twiss describe las antigüedades que encuentra en su trayecto, como ocurre en el caso
de Álora (Málaga) “junto a la cual hay un castillo árabe en ruinas sobre una colina, y por
la tarde pasamos al lado de un acueducto, que antiguamente había tenido cincuenta y
cinco arcos, pero los once últimos estaban caídos”. Otro ejemplo, sería la descripción de
Ronda, donde describe la existencia de “una legua más allá de Ronda hay un acueducto
derruido, del que todavía se conservan treinta y siete arcos enteros”494.
Durante su estancia en Sevilla, hizo “una excursión de una legua y media al otro lado
del río para ver las ruinas del anfiteatro de la vieja Itálica, llamada la Sevilla Antigua en
la actualidad. Está situado entre dos colinas, y tiene forma ovalada, el diámetro interior
más largo mide doscientos treinta y seis pies, y el más corto ciento cincuenta y dos.
Todavía quedan algunos arcos, que están construídos en ladrillo rojo, cada uno de un pie
de lado; el resto está compuesto por pequeñas piedras y guijarros irregulares, con tanta
argamasa como piedra Por estas ruinas se puede descubrir que antiguamente el
anfiteatro tenía dos entradas principales, una enfrente de la otra, en el diámetro más
largo, catoce vomitoria, o entrada hacia los asientos o gradas, de las cuales todavía se
pueden distinguir catorce filas”495.
Twiss se mostró muy interesado por los hallazgos arqueológicos Cártama (Málaga),
“un pueblo pequeño, donde en el año 1750 se descubrió un templo a casi treinta pies bajo
tierra, con los restos de una escalera; allí se encontró una mano de mármol del brazo
izquierdo, de dos pies y medio de largo, que sostenía una especie de trompeta de dieciocho
pulgadas de largo, con las venas del dorso de la mano y las arrugas de los nudillos
exactamente reproducidas, que pesaba alrededor de cincuenta libras; diez estatuas de
mármol blanco muy grandes, aunque sin cabezas ni brazos; once inscripciones en
mármol; algunas medallas y una columan de mármol rojizo de una sola pieza, de
veinticuatro pies de altura y seis de diámetro. La mano fue enviada a Madrid, al Palacio
Real, donde está ahora Los restos de las estatuas los clavaron en el suelo en las esquinas
de las calles, donde son útiles como postes para evitar que los carruajes choquen contra
las esquinas de las casas. La columna la colocaron en un pedestal delante de una iglesia y

494
Twiss, op. cit. 558 (1775), 182 y 188.
495
Twiss, op. cit. 558 (1775), 217-218.
229
pusieron una cruz sobre ellas. En 1756 ordenaron parar la excavación y cerraron la
entrada. El templo era un cuadrado de casi cuarenta yardas de lado, y en él había otras
dos columnas similares a la mencionada anteriormente; éstas las dejaron donde estaban.
En una colina muy alta, cerca de este pueblo, están las ruinas de un castillo árabe.
Conseguí un mapa del templo y una reproducción de las once inscripciones, que están
ahora en posesión de la Sociedad de Anticuarios de Londres”496.
Durante su estancia en Granada, conoce a Diego Sánchez Sarabia, pintor local, que
“estaba en ese tiempo, por orden de la Real Academia de Madrid de las Tres Bellas Artes,
empleado en tomar planos exactos, alzados, vistas, etc., de este palacio, tanto generales
como particulares, ayudado siempre por varios miembros de esta academia. Vi algunos
que ya estaban impresos. Uno de ellos era una reproducción de una obra al fresco que se
decía fue pintada por los árabes. Representa a tres reyes sentados. Es de mala calidad,
pero el colorido es muy brillante y alegre, y está entremezclado con oro y plata”497.
En Granada conoció a Juan de Flores y Oddouz, el excavador de “la antigua Iliberris
[que] estaba situada cerca de la ciudad. Entre sus ruinas se han descubierto muchas
inscripciones que se han publicado recientemente en cerca de sesenta grabados de cobre.
Una copia de esta obra498 se encuentra en el Museo Británico”.
Y también pudo contemplar las colecciones de Flores, compuestas de “medallas, todas
árabes, encontradas en los alrededores y también en la misma Granada. Hay cerca de
setenta de oro, novecientas de plata y treinta de cobre .... y varias medallas griegas y
romanas,.... varios sellos árabes de oro, plata, cobre y bronce; algunos talismanes o
amuletos y un gran número de anillos de los mismos materiales, varios jarrones de cobre
con inscripciones árabes, algunos volúmenes de manuscritos en papel y pergamino,
diversas inscripciones grabadas en cobre, alabastro y cornalina, y algunas armas usadas
por los árabes que habitaban Granada hace trescientos años. Vi también en su casa una
bella estatua en bronce de un pie de altura que representaba a un anciano corriendo...”499.
Durante su estancia en Sevilla, visitó la colección de los Duques de Medinaceli, situada
en su palacio, donde “en cada una de las cuatro esquinas del patio hay una estatua gigante

496
Twiss, op. cit. 558 (1775), 184.
497
Twiss, op. cit. 558 (1775), 174.
498
Flóres y Oddouz, Juan de, Segundo extracto de las excavaciones hechas para la inspección y
búsqueda de monumentos de la Antigüedad, de orden de S.M., y segundas lápidas diseñadas, por dirección
del Dr. D. Juan de Flores, clérigo de menores órdenes (1755).
499
Twiss, op. cit. 558 (1775), 168-169.
230
de mármol de Ceres, Atenea, etc., y debajo de los pórticos que los rodean están los bustos
de los Césares, probablemente un trabajo de artesanía italiana antico-moderna”500.
En El Puerto de Santa María visitó, el 23 de Agosto de 1773, la colección del Marqués
de la Cañada, “un caballero de origen irlandés; su apellido era Tyrry. Posee una
biblioteca grande y bien escogida...; entre su colección de [antigüedades] vi también un
sarcófago de mármol encontrado en Medina Sidonia, de ocho pies de largo y tres pies de
altura y de ancho; sus lados están en bajorrelieve. Una urna de mármol, encontrada en el
puerto de Cádiz poco después del terremoto de 1755. Una pequeña estatua de bronce de
Neptuno, encontrada en las ruinas del templo de Hércules en Cádiz en 1639. Una pequeña
Venus de Mármol. Hay grabados de todas estas obras en el séptimo volumen de las
Antigüedades del Conde de Caylus. El padre Flórez, en su España Sagrada y un libro
antiguo, [titulado] de las Antigüedades del Reino de Sevilla, mencionan este sarcófago”501.

b) El viaje de Joseph Townsend.


Joseph Townsend (1739-1816) era miembro de una familia de comerciantes.
Estudió en Cambridge y Edimburgo, lo que le permitió adquirir una formación científica
que mostrará en su obra502, pero lo que más le atrae es la actualidad de la nación en todas
sus facetas.
El reverendo Townsend, fiel seguidor de todo aquello que Francis Bacon consideraba
digno de atención, ofrece una visión seria y bastante rigurosa de la realidad hispana, que
conoció por sus viajes de 1786-1787, como lo demuestra en una serie de descripciones
metódicas, en la que muestra una cierta inclinación por el análisis científico de los
fenómenos, que es lo que más le atrae de la actualidad nacional y andaluza, aunque ello no
es óbice para que también incluya algunas referencias a ruinas y monumentos antiguos.
Además, es el único viajero británico que llega hasta Gibraltar, siendo el itinerario de
su viaje por Andalucía el siguiente: La Carolina, Andújar, Córdoba, Écija, Sevilla,
Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, Málaga (a donde llega por mar desde Cádiz), Vélez-
Málaga, Alhama, Granada, Guadix, Baza y Vélez Rubio.

500
Twiss, op. cit. 558 (1775), 216.
501
Twiss, op. cit. 558 (1775), 220.
502
Townsend, Joseph, A Journey through Spain in the years 1786 and 1787 with particular attention to
the Agriculture, Manufactures, Commerce, Population, Taxes and Revenue of that country. Londres. C.
Dilly. 3 Vols. (Londres 1791). Fue traducida, bajo el título Viaje por España en la época de Carlos III: 1786-
1787 (Madrid 1988). Hemos usado la versión contenida en el Tomo VI de García Mercadal, op. cit. 497
(1999); cfr. Guerro, op. cit. 546 (1990), 80-82.
231
Su obra viene a ser, según Blanca Krauel, el punto final del descubrimiento de nuestro
país por los británicos, y su buena acogida en Inglaterra, provocó que pronto fuera
publicada, en 1792, una segunda edición corregida y aumentada, y también traducida al
francés, de manera que pudo ser utilizada como guía oficial de las tropas napoleónicas que
invaden la Península a partir de 1808503.
Es destacable su descripción del anfiteatro de Itálica, “monumento de antigüedad muy
curioso, y merece mucho el llamar la atención de todos los que aman las antigüedades,
pero para mí tiene poco interés. Este anfiteatro es un óvalo de 291 pies por 204. Si
podemos juzgar a Itálica por la grandeza de sus ruinas debió de ser una ciudad
considerable, y aunque de ella quedan muy pocos vestigios sobre la superficie de la tierra
sabemos que fue antaño la sede de un obispo y que dio nacimiento a lo emperadores
Trajano, Adriano y Teodosio” 504
Durante su estancia en Arroyo de la Miel (Málaga) visitó el yacimiento conocido como
de Las Bóvedas, situado junto al mar y donde observó la existencia de “dos baños romanos,
reunidos por un pavimento en mosaico y cubierto antaño, a lo que me parece, por un
mismo techo; uno de esos baños tiene veinte pies de largo, el otro, catorce, y cada uno
doce de ancho; el más pequeño tenía una estufa, recibían cada uno, con la mayor
facilidad, el agua del mar o del arroyo. Los escalones que allí conducían tienen doce pies
de largo, uno de ancho y nueve pulgadas de altura. Más cerca de la orilla se ven algunas
bóvedas, con otros fragmentos de pavimento en mosaico”505.

c) Francis Carter y su Viaje de Gibraltar a Málaga.


Málaga
Francis Carter (?-1783), emparentado con comerciantes ingleses que vivían en
Málaga, “desde 1753 a 1773 … lo pasé en Andalucía y el reino de Granada”506, período
en el que visitó Sevilla, Granada, Algeciras, San Roque y las ruinas de Carteia, que le

503
Krauel, op. cit. 493 (1986), 51.
504
García Mercadal, op. cit. 497 (1999), Tomo VI, 189.
505
García Mercadal, op. cit. 497 (1999), Tomo VI, 220.
506
Carter, Francis, A journey from Gibraltar to Malaga, with a view of that garrison and its
enviroment; a particular account of the towns in the Hoya of Malaga; the ancient and natural history of
those cities, of the coast between them and the mountains of Ronda. Illustrated with the medals of each
municipal town; and a chart, perspectives and drawings, taken in the year 1772. 2 Vols. (Londres 1777), VI.
Para este trabajo hemos utilizado la edición de José Antonio Olmedo López, titulada Viaje de Gibraltar a
Málaga (Málaga 1981); cfr. Olmedo López, J.A., “El viaje de Gibraltar a Málaga de Francis Carter” Jábega
32 (1974); Krauel, op. cit. 493 (1986), 49; Robertson, I., Los curiosos impertinentes. Viajeros ingleses por
España, 1760-1855. 2ª Edición. (Madrid 1988), 73; Guerrero, op. cit. 546 (1990), 62.
232
iniciaron en su interés por conocer las antigüedades andaluzas, de las que no existían
muchos datos en otros viajeros ingleses.
La anticomanía o interés por las antigüedades que prestó Carter, se debe a su
identificación con los postulados neoclásicos, ya que según sus propias palabras,
contenidas en el prólogo de su obra, “los monumentos de la Antigüedad, tan bellos y
perfectos, son sin lugar a dudas una fuente inagotable y grata de instrucción para el
anticuario, para el estudiante o para cualquier persona, y la mejor y más perfecta escuela
para el escultor, el arquitecto o el pintor”.
El grueso de su obra está basado en sus observaciones personales y directa de los
monumentos que encontró en su viaje, realizado en 1772, cuyo itinerario incorpora
mediante un plano, a través del que podemos conocer que visitó visita Gibraltar, Estepona,
Marbella, Ojén, Alhaurín de la Torre, Cártama y Málaga.
Su libro publicado en 1777, es una clara imitación de la obra de Addison, como lo
demostraría que junto a descripciones naturalistas, aparezca una descripción de la historia
del antiguo reino de Granada, al que acompañan numerosas medallas y monedas que
recoge y dibuja, así como los epígrafes latinos contenidos en su obra, aunque alguno de los
mismos fuese falso. Aunque no descuida la herencia islámica le interesan mucho más los
testimonios materiales de la antigüedad clásica507.
Como buen anticuario, acompañó sus descripciones de numerosos dibujos de monedas
e inscripciones latinas, junto con algunos grabados de las ruinas de Carteia, baños de
Ardales, Marbella, Cártama y, sobre todo, de Málaga.
También recurrió a numerosos trabajos anteriores y obras publicadas, como son la
obra de Ginés Pérez de Hita, para la historia musulmana, los manuscritos del Padre
Morejón, sobre la historia malagueña, y las informaciones de Cristóbal Medina Conde508.
Otras fuentes con las que trabajó Francis Carter, son las obras de Ambrosio de Morales, del
Padre Enrique Flórez, y de los autores rondeños Macario Fariñas del Corral y de Juan
María de Ribera Valenzuela, de las que hace mención en numerosas ocasiones509.

507
Krauel, op. cit. 493 (1986), 62.
508
Krauel, op. cit. 493 (1986), 116; sobre las relaciones de Carter y Medina Conde, véase la
introducción realizada por José Antonio Palomares Samper a la publicación de los manuscritos de Barbán de
Castro, Francisco y Medina Conde, Cristóbal, Descripción de Málaga, su catedral y el monte de Gibralfaro y
Descripción del monte Gibralfaro de Málaga (Málaga 2000), BN. Mss. 22074.
509
Morales, Ambrosio de, Las antigüedades de las Ciudades de España (Alcalá de Henares 1575);
Fariñas del Corral, Macario, Tratado de las marinas desde Málaga a Cádiz y algunos lugares vecinos según
fueron en los siglos anteriores (Ronda 1663); Ribera Valenzuela, Juan María, Dialogos de memorias eruditas
para la historia de la nobilísima ciudad de Ronda. Imprenta de la Capellanía (Córdoba 1766). BN Mss. 2-
233
Mostró un gran interés por la conservación de los monumentos antiguos de Andalucía,
denunciando el mal estado abandono en que se encontraban: “la impresión de nuestro viaje
no puede ser más desagradable y triste ante la visión melancólica de antiguas ciudades en
ruina, algunas tan destrozadas y deshechas por el tiempo que la búsqueda más afanosa
apenas ha podido descubrir los lugares que antiguamente ocuparon ...”510.
Esta misma idea vuelve a manifestarla durante su visita a Cártama, sobre cuyas
antigüedades hace las siguientes manifestaciones “aunque estas estatuas fueron
destrozadas y mutiladas hace tiempo por la superstición de las épocas siguientes, sus
basamentos se pueden encontrar todavía en grandes cantidades en toda España; el contar
con ellos ayuda mucho al esclarecimiento de algunos puntos de la Historia, a conocer la
situación y ortografía de ciudades que, de lo contrario, no se conocerían,
proporcionándonos datos de otras, de cuyos nombre e historia no nos han dejado nada los
historiadores antiguos, e incluso a corregir las obras de los geógrafos griegos y latinos
que a causa del tiempo han sido desvirtuadas y falseadas”511.
Mostró un gran interés por la numismática, ya que en sus propias palabras, las
monedas eran uno de los más bellos monumentos de la antigüedad. Esta afición se plasmó
en la colección de monedas y medallas que llegó a reunir, en parte compradas a Tomás
José Calvelo, canónigo de la Catedral de Granada512.
Pero también, esa afición se plasmó en su intento continuado de contactar con los
numismáticos y coleccionistas de la zona, ya que, como el mismo menciona, “la afición
por el estudio y búsqueda de antigüedades es tan grande actualmente en España y tiene
tantos sabios entre su respetable clero que podemos estar tranquilos de que ésta y otras
cuestiones relativas a la historia romana esté pronto resueltas”513.
Aunque la publicación de su obra le proporcionó su ingreso en la Sociedad de
Anticuarios de Londres en 1779, su obra no fue muy bien acogida en la Gran Bretaña de la
época, ya que se le criticó de seguir un modelo de narración que ya había caído en desuso,
ya que por aquel entonces triunfaban los relatos prerrománticos o pintorescos.
Comienza su viaje describiendo las ruinas de la antigua ciudad de Carteia, situada
junto a la desembocadura del río Guadarranque, destacando los restos del muelle, del

62160 y VE.356(17).
510
Carter, op. cit. 577 (1777), 227.
511
Carter, op. cit. 577 (1777), 194.
512
Carter, op. cit. 577 (1777), 252; Guerrero, op. cit. 546 (1990), 39 y 62; Krauel, op. cit. 493 (1986),
61-62.

234
templo y del teatro. Como apasionado a la numismática antigua, Carter también menciona
que “entre las excelencias peculiares que poseía Carteya como Colonia Romana, la de
acuñar dinero era una prerrogativa, .... son de pequeño o mediano tamaño”514.
Continuando con su viaje, llega hasta la localidad gaditana de Grazalema, donde
describe la existencia, en el lugar conocido como Peñón de Auditas, de la existencia de
“los restos de otra ciudad antigua: un aljibe de ladrillo romano en la cumbre del cerro"”,
donde en 1766 se encontró “la mitad de una placa de bronce con la inscripción que sigue;
la otra mitad, sobre la cual se leía el nombre de la ciudad, desgraciadamente no se ha
encontrado nunca”515 (FIGURA 34), y que se corresponde con la ciudad de Lacibula.
Su visita a Cortés de la Frontera, le hace reflexionar sobre la figura de Francisco Javier
Espinosa, arcipreste de la localidad, al que define como “excelente anticuario”, quien
“publicó en 1770 la inscripción [que fue] encontrada en unas ruinas de los alrededores de
esta ciudad, la cual sitúa allí a la antigua Saepona, [ciudad] mencionada por Plinio
DIVO · MARCO
AVRELIO · ANTONINO · PIO
GERMANICO · SARMATIC
RES · PVB · V · SA EPONENSum
D · D · D · D · CVRANtib
FAB · SENECIONE
ET · FA B· POLLONIOE
516
ii viRiS” .

En ningún momento, Carter hace referencia a la polémica mantenida, acerca de la


referida inscripción, entre Espinosa y Patricio Gutiérrez Bravo517, ya que este erudito
mantenía que Saepona se encontraba en las cercanías de Jerez de la Frontera, aunque hoy
se sitúa en el lugar conocido como Dehesa de la Fantasía.
A su llegada a Málaga, Francis Carter visitó la Alcazaba. Realizó varios dibujos de los
restos islámicos de la Alcazaba, y definió el lugar como “alcázar o fortaleza real que
protegiese y amparase la ciudad... Al examinar cuidadosamente este castillo, observé en
los muros y edificios de la parte que da la mar restos de columnas, basamentos y capiteles,
romanos indudablemente... En algunas partes de las murallas los moros colocaron

513
Carter, op. cit. 577 (1777), 135.
514
Carter, op. cit. 577 (1777), 40-58.
515
CIL II 1343; Carter, op. cit. 577 (1777), 134.
516
CIL II 1340, Carter, op. cit. 577 (1777), 134-135, se refiere a la obra Espinosa y Aguilera, Francisco
Javier, La antigua Saepona hallada en su sitio junto a Cortes (Málaga 1770), la segunda edición se publicó
en Málaga en 1790, por la Imprenta de la Dignidad Episcopal. BN Mss. 3-30164.
517
Gutiérrez Bravo, Patricio, La antigua Saepona restituida a su verdadero sitio. Carta apologética que
dirige a un amigo D. Patricio Gutiérrez Bravo, presbytero del Arahal, sobre las cuatro cartas de D.
235
bloques de columnas a lo largo para rellenar espacio; en
los ángulos interiores del espléndido arco para la
recepción de las galeras hay otras dos columnas de
mármol rojo, sobre este arco se lee una inscripción... en un
declive de la colina, en el patio principal, en la parte baja
de las murallas del lado del muelle, yo ví los cimientos
estupendos de un edificio, cuyas enormes piedras, señales
evidentes de arquitectura romana” (FIGURA 53).

Figura 53. Puerta de la Alcazaba


Junto a ello recoge la existencia de dos inscripciones
de Málaga, según Carter
romanas en la Huerta del Arsenal, perteneciente a la
fortaleza, donde “me fijé afortunadamente en dos piedras de mármol con inscripciones
romanas, que habían sido halladas cerca de estos cimientos por el propio hortelano, hace
casi 20 años, en un huerto
HERCVLI · DEO · INVICTO
Q · SERVILIVS · VVLNERE
ERVATVS · SIGNVM · AERE
VM · EX · VOTO · POS · PRO
PE · MARTEM · ARGENT
IN · MAGNA · ARA
y la otra
MARTI · GRADIVO
TEMPLVM · COMVNI
518
VOTO · EREXIT ” .

En la propia Alcazaba malagueña, Carter recoge otra inscripción, “no publicada ni


conocida hasta ahora”519 a la que acompaña su dibujo (FIGURA 54),
VALERIAE · C · F
LVCILLAE
L · VALERI · PROCVLI
PRAEF ·AEGYPTI
D · D ·MALAC ·
CIVES ·Ex
AERE · Conia ·TO
POSVErunt
P · CLODIVS....IO
HONORE · ACCEPTO
CONLATIONEM
REDDIDIT.
Figura 54. Epígrafe CIL II
1171, según Francis Carter.

Francisco Javier de Espinosa y Aguilera, cura de la villa de Cortes. Imprenta Joseph Padrino (Sevilla 1771).
518
Carter, op. cit. 577 (1777), 233-235, los otros epígrafes son CIL II 166*, II 1965 y II 1970.
519
CIL II 1971, Carter, op. cit. 577 (1777), 203.
236
Durante su estancia en la capital malagueña, visitó otros monumentos antiguos, como
el existente “a una milla aproximadamente al este del Río de Málaga, esta calzada
[romana] cruza otro más pequeño llamado Río de Campanillas, sobre el que cuelgan en
ruinas majestuosas los restos de dos arcos de un puente romana”520.
En Singilia Barba (Antequera), hace la siguiente reflexión “la antigua ciudad de Singilis
fue confundida por Morales y otros con Antequera, equivocados por las inscripciones de
ambas, que se encuentran en la muralla de la última.
Su exacto enclave se localiza a poco más de una legua al norte de Antequera, en un
despoblado llamado por los campesinos Antequera la Vieja521.
Esto mismo realiza con la ciudad de Nescania, que en función de las inscripciones
encontradas, la sitúa “al otro lado de la Sierra de Abdalajís, y a dos leguas al oeste de
Antequera se encuentran ...
las ruinas del municipio
romano de Nescania.... Yo
visité el lugar en el año
1761”522.
A continuación continúa
con su viaje hasta Cártama,
localidad de la que dibuja un
grabado (FIGURA 55), y
donde menciona las
excavaciones efectuadas en
Figura 55. Vista de la localidad de Cártama, según Carter.
1747 por Luján, en las
proximidades “de la Iglesia, algo más arriba de la plaza de la ciudad, y encontraron las
ruinas de un templo de Apolo, de las que se extrajeron algunos monumentos estupendos de
la antigüedad; el templo ... se edificó encima de él; muchas de las estatuas fueron llevadas
a Madrid. Las que se quedaron en la ciudad, de mármol blanco, están rotas y mutiladas...
Las estatuas que quedan en Cártama todavía merecen la atención de los curiosos, a
pesar de su estado actual, por sus equilibradas proporciones y la caída inimitable de sus

520
Carter, op. cit. 577 (1777), 198.
521
Carter, op. cit. 577 (1777), Tomo II, 212. Las inscripciones mencionadas son CIL II 2015, CIL II2/5,
795 (= II 2017), CIL II 2021, CIL II 2022, CIL II 2023 y CIL II 2024.
522
Carter, op. cit. 577 (1777), Tomo II, 201. Las inscripciones que recoge son CIL II 2005, CIL II2/5,
838 (= II 2006), CIL II 2009, CIL II2/5, 846 (= II 2010) y CIL II 2011.
237
ropas: el anticuario puede admirar aquí la perfección de la moda de los vestidos
romanos...; una de ellas es el cuerpo de un hombre joven, de tamaño natural, desnudo
desde el ombligo hasta la mitad de los muslos, con el vestido cubriendo sus piernas
elegantemente y el pie derecho apareciendo por debajo.... Otra estatua desnuda de un
atleta, cerrada en puño la mano derecha y en el alto como en actitud de golpear; se halla
igualmente colocada en otra esquina de una calle”.
También describe los distintos fragmentos de esculturas que encuentra a su paso por la
localidad, como por ejemplo “en una de las calles más pobres de la ciudad hay también
abandonado un tronco de estatua con atuendo municipal”, o aquellas otras existentes en
varias colecciones particulares, como el caso del farmacéutico de la localidad, o como la
del médico apellidado Zamora, médico de la localidad, quién, según Carter, “encontró en
1738 debajo de un montón de basura la estatua de un hombre que portaba sobre sus
hombros una cabra o un cordero; le falta la cabeza del
animal523.
Como elemento para corroborar la antigüedad romana
del lugar, donde Carter ubica la antigua ciudad de Cartima,
incluye en su obra algunas noticias, transcripciones y dibujos
(FIGURA 56) de los epígrafes encontrados en la
localidad524.
Otra de los lugares que visitó en su viaje fue Ronda,
donde describe los aljibes islámicos, así como determinadas
inscripciones existentes en diversos lugares de la localidad,
así como diversos hallazgos ocurridos en el siglo XVI525.
Figura 56. Inscripción CIL II Recoge la mención del hallazgo en el “Bosque de los
1959, según Carter
Césares, cuando un vecino de Ronda excavaba una bóveda,
encontró una curiosa talla en mármol de un león,.... Otra, menos importante se halla
actualmente en el jardín de un señor, cuyo nombre no recuerdo”, así como de otra
excavación practicada “en el Barrio, al otro lado del puente viejo y debajo de la Casa de
los Gigantes, se encontraron unas tumbas romanas con inscripciones y urnas de barro
llenas de ceniza, mezcladas con pequeños granos de oro, algunas ovaladas, otras

523
Carter, op. cit. 577 (1777), Tomo II, 173-175.
524
Carter, op. cit. 577 (1777), Tomo II, 179, la inscripción es CIL II 1959.
525
Carter, op. cit. 577 (1777), Tomo II, 118-125, CIL II 1360 y CIL II 123*. Esta última fue considerada

238
rectangulares y otras figurando un corazón, con unos frascos de cristal junto a éstas, que
en su tiempo contuvieron bálsamos y aceites perfumados”526.
Visita a continuación las vecinas ruinas de Acinipo, la denominada Ronda la Vieja, en
cuyo reconocimiento utilizó los trabajos de Macario Fariñas del Corral y de Luis José
Velázquez de Velasco, sobre el teatro romano527.
Carter describe el lugar de la siguiente manera: “El trazado de esta ciudad parece
haber incluido no sólo la cumbre entera, sino también haberse extendido una milla por el
valle abajo; las ruinas y cimientos de sus murallas y torres son fácilmente visibles.
Destaca, sobre todo, el teatro, de la misma grandeza, construcción y planos que el de
Carteya, aunque mejor conservado; al igual que este último, el recinto formaba un
semicírculo elíptico rematado con dos torres y tres entradas principales; las paredes
estaban hechas con enormes piedras, unidas con plomo y adornadas con molduras; su
altura original parece haber sido de unos 60 pies; como el de Carteya, este teatro también
se construyó aprovechando el repecho del terreno; tenía veintitres filas de asientos, ocho
de las cuales siguen todavía intactas, lo mismo que una de las celdas o palcos donde se
instalaba el metal harmónico para hacer resonar y modular las voces; en dos de sus
entradas se pueden ver las salas que se llamaban hospitalia; las subidas a las filas de
asientos se conservan perfectamente; la orquesta está cubierta de escombros y basura, que
llegan hasta la quinta fila de asientos”.
Tras recoger diversas inscripciones, aparecidas en el lugar, concluye su descripción
del yacimiento con la siguiente reflexión: “el monumento más significativo de la antigua
Acinipo es su gran templo, que mide 65 yardas en cada dirección; su construcción es muy
particular, porque está dividido en habitaciones cuadrangulares de siete yardas y media
de diámetro; en cada una se conserva todavía un pedestal de una yarda y media de alto
con las marcas de los pies de los idolos, y, delante de cada uno, un altar para ofrecer los
sacrificios; los canales para la sangre continúan intactos.
El suelo que rodea el templo ha estado durante mucho tiempo cubierto de capiteles,
columnas rotas e imágenes, y los campesinos, al preparar la tierra para la siembra, han
recogido todo poco a poco y lo han dejado amontonado en confusión total; el pavimento

falsa por Hübner, op. cit. 34 (1869), 15.


526
Carter, op. cit. 577 (1777), Tomo II, 125.
527
Velázquez de Velasco, Luis José, Disertación sobre el teatro y ruinas de Acinipo (1750). ARAH
Mss. 9/5994, fols. 125-162.
239
del templo, que constituye el testimonio más noble de su antigua magnificencia, fue
encontrado bajo una yarda de basura sin daño alguno”528.
Sobre las ruinas de la antigua Salduba, Carter ofrece la siguiente reflexión “El Padre
Flórez, despistado por don Macario Fariñas y sin haber visto el lugar por sí mismo, ha
cometido el grave error en el 12º volúmen de su España Sagrada, al no tomar en cuenta
las ruinas de Estepona la Vieja, de llamar a éstas Cilniana (los españoles las llaman las
Bóvedas, por los pasillos subterráneos que se observan) y de situar Salduba en la ribera
oriental del Río Verde, y, como allí no se ven restos algunos, ha imaginado que habían
desaparecido en el mar. Hay que admitir que don Macario Fariñas era un docto
anticuario y que escribió anotaciones sobre la marcha; otro tanto hizo don Luis
Velázquez, más tarde, a expensas de Fernando VI, en 1754. Es su opinión la que he
seguido después de haberla constatado con mis propios ojos: contando con que lo que dice
él es exacto, estuve casi un día entero entre las ruinas de Salduba y recorrí las murallas
que todavía permanecían en pie, al
menos los cimientos; buscaba una
inscripción que pusiera fuera de
dudas el asunto, pero en vano.
Realmente no podría esperar
encontrar algo después de los
esfuerzos infructuosos de estos dos
caballeros: la Salduba antigua
había sin duda desaparecido, y los

Figura 57. Inscripción funeraria hallada en Teba del moros que la habitaron durante siete
Condado, según Carter.
siglos eran los arquitectos de las
murallas y cimientos todavía existentes.... Luis Velázquez [narra que] todavía quedanban
los restos de un acueducto, del que ya no queda ni rastro”529.
En Teba del Condado (Málaga), recoge y dibuja una inscripción romana (FIGURA
57), que, junto a otros restos, atestiguarían haber sido una ciudad romana. De lo observado
en la localidad, destaca “una estela funeraria adornada con jeroglíficos de Himeneo,
Cupido, abejas, herramientas para arar el campo e instrumentos para los sacrificios”530.

528
CIL II 1344, II 1346, II 1350 y II 1351, Carter, op. cit. 577 (1777), Tomo I, 137-139.
529
Carter, op. cit. 577 (1777), Tomo II, 105-106.
530
Carter, op. cit. 577 (1777), Tomo II, 220. El origen de este falso, que remite a la Hypnerotomachia
240
En Casares, donde se encontraban las ruinas de la romana Lacippo, “encontré [varias]
inscripciones en excelentes caractéres latinos”531, que ya habían sido descritas por
Macario Fariñas del Corral, mientras que en la cercana Júzcar, pudo conocer las “ruinas de
una torre de la antigua mezquita, construida con poca cimentación...; una inscripción en
árabe nos dice que "fue construida por el maestro de todos los maestros de
albañilería”532.
En Tolox (Málaga), recoge
la noticia que le proporcionó
Cristóbal Medina Conde, del
hallazgo en 1770 de una
inscripción funeraria (FIGURA
58), en el lugar llamado El

Villarejo533. Figura 58. Inscripción funeraria de Tolox, según Carter


En Villanueva del Cauche
(Málaga), entre “los montes que separan Antequera de Málaga, dos leguas al sur de la
primera, se encontraba antiguamente una ciudad romana llamada Aratispi, de la que no
se hace mención en los geógrafos griegos ni romanos. Estaba situada en el despoblado
que se denomina Cauche el Viejo, a un cuarto de legua del actual pueblo de Cauche, lugar
al que fueron llevadas las inscripciones que siguen y utilizadas en la construcción de la
iglesia y de algunos edificios privados”534.

d) Henry Swinburne y el descubrimiento de La Alhambra.


Alhambra
Henry Swinburne (1743-1803) era miembro de una antigua familia noble de
tradición católica. Fue enviado al continente para completar su educación en un ambiente
más acorde con la religión familiar, lo que no le privó de criticar las prácticas
supersticiosas y el fanatismo del que hacían gala algunos católicos hispanos.

Poliphili, ha sido estudiado por Beltrán Fortes, J., “Una inscripción falsa de la Hypnerotomachia Poliphili atribuída
erróneamente a Teba (Málaga)”, Faventia 9/2 (1987), 119-133.
531
CIL II 1934, II 1935 y II 1936-139, Carter, op. cit. 577 (1777), Tomo II, 107-110.
532
Carter, op. cit. 577 (1777), Tomo II, 132.
533
CIL II 1434, Carter, op. cit. 577 (1777), Tomo I, 138-139.
534
CIL II 2054, II2/5, 731 (= II 2055), II 2056 y II 2057; Carter, op. cit. 577 (1777), Tomo II, 215-216.
241
Tras visitar Italia y Francia, viajó por España en compañía de Sir Thomas Gascoyne. El
itinerario andaluz de Swinburne fue el siguiente: Baza, Guadix, Iznalloz, Granada,
Antequera, Málaga, Pedrera, Osuna, Las Cabezas de San Juan, Jérez de la Frontera, Cádiz,
Chiclana de la Frontera, San Roque, Gibraltar, San Roque, Cádiz, El Puerto de Santa
María, Jérez de la Frontera, Sevilla, Córdoba y La Carolina535.
Las impresiones de este viaje las plasmó en su obra536, en la que prestó un gran interés
por la antigüedades islámicas, por lo que puede ser considerado como el “descubridor” de
la Alhambra para el público británico e inspirador de una corriente filooriental. Además
Swinburne fue el primero de los viajeros extranjeros por España, que acompaña a sus
descripciones con grabados inspirados en dibujos “taken on the spot”. La obra tuvo una gran
acogida en la Gran Bretaña de su época, y que rápidamente fue traducida, gracias a
Alexandre Laborde, al francés en 1787.
Sus páginas reflejan la teoría del origen sarracénico del arte gótico, como lo demuestra
en las siguientes palabras sobre la Catedral de Sevilla: “comúnmente, se dice que las
decoraciones de la Catedral de Sevilla siguen el modo gótico, pero más bien parecen
torpes imitaciones de los modelos que dejaron los moros”537.
Para elaborar su trabajo, Henry Swinburne obtuvo el apoyo del “reverendo mister R.
Waddilove, capellán de la Embajada británica”538, quien le franqueó el acceso a los datos
de numerosos manuscritos y libros existentes en diversas bibliotecas, sobre historia
hispano-musulmana. Así las cartas XX-XXII del volumen primero de su obra versan sobre
la Granada islámica, y en ellas, las referencias a Boabdil y a las guerras civiles están
copiadas de la obra de Ginés Pérez de Hita, mientras que la visión dorada de la Granada
nazarí procede de un texto apologético de Ibn al Jatib, traducido por Miguel Casiri539,
mientras que para la historia de la Córdoba musulmana, recurre a la Historia del Padre
Mariana540.
En su obra, las ilustraciones cumplen un papel esencial, ya que “con la ayuda de los
grabados espero dar al curioso una idea satisfactoria de la forma de construir y adornar

535
Canales, A., “La Málaga de Henry Swinburne” Jábega 6 (1974); Krauel, op. cit. 493 (1986), 64.
536
Swinburne, H., Travels throug Spain in Travels trough Spain, in the years 1775 and 1776. In wich
general monuments of Roman and Moorish Architecture are illustrated by accurate drawing taken in the
spot. 2 Vols. Imprenta P. Elmsby (Londres 1779).
537
Swinburne, op. cit. 607 (1779), Vol. II, 16-20; cfr. Krauel, op. cit. 493 (1986), 50, 63-64, 135 y 281.
538
Swinburne, op. cit. 607 (1779), 6; cfr. Guerrero, op. cit. 546 (1990), 66.
539
Swinburne, op. cit. 607 (1779), Vol. I, 214-216, Casiri de Gartia, Miguel., Biblotheca Arabico
Hispana Escurialensis. Imprenta Antonio Pérez de Soto (Madrid 1760-1770).

242
los edificios públicos. La Alhambra de Granada es un edificio único, y su excelente
conservación nos permite estudiar todos los detalles de sus estilos y ornamentos”541.
Sin embargo, la representación gráfica de las decoraciones de la Alhambra, presentan
algunos problemas. Por ejemplo, la variedad y extensión de los alicatados y yeserías
islámicos, así como de sus diseños decorativos, fue simplificado al máximo en su obra, de
manera que la representación, lejos de ser exactas, caricaturizaron, más que otra cosa la
verdadera fisonomía del palacio.
El ejemplo lo encontramos en la representación de la Sala de las Dos Hermanas
(FIGURA 59), donde Swinburne nos
ofrece una representación personal
de los arcos, a los que acompaña los
dos tipos más simples de alicatados
que se encuentran en la Alhambra.
Swinburne define el palacio
nazarí con las siguientes palabras:
“en mi primera visita confieso que
me quedé asombrado cuando pasé el
umbral, al encontrarme de repente
transportado dentro de una especie
de mundo de hadas”542.
Por el contrario, consideró al
Alcázar sevillano como un pasticcio
Figura 59. Sala de las Dos Hermanas de La Alhambra, según
Swinburne
de la arquitectura musulmana,
conventual y clásica, aunque llamando la atención sobre los elementos decorativos
moriscos que en época de Pedro I añadieran alarifes granadinos, por lo que considera a este
monumento como artísticamente inferior a la Alhambra543.
Respecto a la Mezquita de Córdoba, también realizó un pequeño estudio, realizando
una extensa descripción544, que se convertirá en punto de referencia para futuros viajeros
británicos.

540
Swinburne, op. cit. 607 (1779), Vol. II, 57-59; cfr. Krauel, op. cit. 493 (1986), 116.
541
Swinburne, op. cit. 607 (1779), Vol. I, VII; cfr. Krauel, op. cit. 493 (1986), 136.
542
Swinburne, op. cit. 607 (1779), Vol. I, 176-178; cfr. Raquejo, op. cit. 553 (1990), 27
543
Swinburne, op. cit. 607 (1779), Vol. I, 265; cfr. Raquejo, op. cit. 553 (1990), 46.
544
Swinburne, op. cit. 607 (1779), Vol. II, letter XXV (16/Abril/1776).
243
e) James Cavanah Murphy y Las Antigüedades Islámicas

de España.
España
James Cavanah Murphy (1760-1814), arquitecto, dibujante y escritor, realizó
entre 1802 y 1809 un viaje por Andalucía entre 1802 y 1809, estudiando la arquitectura
islámica. A su regreso a Gran Bretaña, se dedicó a estudiar sus apuntes, pero no llegó a ver
publicada su obra545, pues esta apareció póstumamente 1815.
La obra, que consta de 96 grabados, de los que 87 corresponde a Granada, contiene una
introducción de Thomas Hartwell Horne, quien además se encargó de comentar algunas
láminas. En 1816 Horne, J. Shakespear y J. Gillies publicaron The History of the
Mahometan Empire in Spain, obra que pretendía ser una introducción histórica de la obra
de Murphy.
El trabajo tuvo una gran difusión en su época, contribuyendo a crear una estampa
determinada y tópica de La Alhambra. Sin embargo, los autores románticos posteriores
desdeñaron la obra, a la que tildaron de una mala copia de las Antigüedades islámicas de la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y acusaron a su autor de no haber estado
nunca en Granada546.
James Cavanah Murphy debía conocer la obra de la Academia de Bellas Artes, ya que
aparece citado en la introducción a The Arabian Antiquites, que según T. Raquejo era un
título traducido probablemente del volumen español. Para obtener una copia de la obra,
Murphy contactó con diversos personajes españoles, como podemos deducir de la carta
remitida, el 24 de Noviembre de 1802, por Juan Agustín Ceán Bermúdez a José Córnide de
Folgueira y Saavedra, en la que comenta que “Murphy tenía que pasar por el mismo
Santiponce cuando volvía a Lisboa, pero que no se haya detenido a ver las antigüedades
romanas por que pensaba volver a Sevilla por la primavera a copia las árabes y entonces
iríamos juntos a examinarlas. Yo tengo las estampas de la Academia de San Fernando del
árabe de la iglesia de Cordoba y Alhambra de Granada; las examinó despacio en mi casa
Murphy, y halló muchos errores: no lo extrañó por el tiempo en que se dibujaron y,
ciertamente, que cotejadas con los diseños que el mismo Murphy traía en borrador, hay

545
Murphy, James Cavanah, The Arabian Antiquities of Spain (Londres 1815); cfr. Viñes Millet, C.,
Granada en los libros de viaje (Granada 1982), 237-238.
546
Gamir Sandoval, A., Richard Ford en Granada. Con escritos y dibujos inéditos (Granada 1955), 23;
Krauel, op. cit. 493 (1986), 137-138.
244
notable diferencia. No trata Murphy de otras inscripciones árabes que las conducentes al
autor y época de los edificios que copia”547.
Es decir, Murphy se planteó realizar su obra tras ver “las interesantes pero imperfectas
descripciones que los anteriores viajeros habían hecho de ella”548. Por ello, planteó su
trabajo como un complemento a la obra española. Así, incluyó una serie de vistas
interiores, que estaban ausentes de la obra de Hermosilla, y centró su estudio
exclusivamente en la arquitectura hispanomusulmana, ignorando el Palacio de Carlos V y
la Catedral de Granada, que estaban presentes en la obra española. Para completar su
trabajo, incluyó numerosos planos y alzados, así como dibujos y descripciones de los
motivos decorativos, inexistentes en la obra española.
En la obra se vislumbran algunos elementos románticos, entre los que destacan el papel
protagonista que adquieren
los monumentos islámicos
y los motivos ornamentales
que pasan a convertirse en
los únicos representados en
sus grabados. Murphy es
otro defensor de la teoría
del origen del gótico en la
arquitectura de los reinos
musulmanes de la
Figura 60. Patio de los Leones de La Alhambra, según J.C. Murphy.
Península Ibérica. Esto
explicaría el hecho de que La Alhambra aparezca representada con características propias
de la arquitectura gótica, y con unas dimensiones que para nada concuerdan con la
realidad.
Por ejemplo, el Patio de los Leones (FIGURA 60) aparece representado visiblemente
alargado, con la idea de resaltar el sentido ascendente de la arquitectura nazarí. De esta
manera, la fuente central y el pórtico situado en el plano más distante de la composición, se
alejan de nuestro punto de vista, lo que produce la ilusión de un espacio largo y estrecho,
alejando de su real aspecto cuadrangular.

547
Raquejo, op. cit. 553 (1990), 72; ARAH Mss. 9/7970/7(4).
548
Horne, T.H., “Introduction”, en Murphy, op. cit. 616 (1815).
245
En el pórtico que ocupa el primer plano de la composición, Murphy ha
engrandecido su altura y su longitud para gotizar los caracteres. Las pilastras sobre los
capiteles han sido alargadas, de tal forma que los arcos
aparecen mucho más estilizados de lo que aparentemente
son en la realidad.
Esta misma tendencia a crear una Alhambra gotizada
también se observa en la representación de la Sala de las
Dos Hermanas del palacio nazarí (FIGURA 61). Aquí,
Murphy transforma la arquitectura exagerando las
tendencias apuntadas de la decoración. De esta manera
los mocárabes que decoran la cúpula aparecen formando
columnas de estalactitas que generan a su vez arcos
apuntados alrededor del tambor.
Murphy interpretó la decoración de la Alhambra de
acuerdo con los principios de la arquitectura que él
Figura 61. Sala de las Dos
Hermanas según J.C. Murphy.
denomina “piramidal”, y que serían característicos del
estilo gótico, que tendría su origen, según sus propias
palabras, en el arte oriental, concretamente en las
pirámides de Egipto.
En la representación gráfica de la Sala de los
Abencerrajes del palacio nazarí, Murphy inventó su
propia entrada principal, abriendo un gran vano que
permite ver la totalidad del interior. El resultado de ello
fue una imagen (FIGURA 62) irreal del lugar, no
existente, donde mediante una división piramidal del
espacio, se consigue un espacio de mayor altura y
extensión, y la impresión de encontrarnos ante el interior
de una iglesia, donde la cúpula de la sala correspondería

Figura 62. Sala de los Abencerrajes


al ábside central, y las pequeñas galerías a las naves
según J.C. Murphy
laterales549. La decoración de la Sala de los Abencerrajes
también está manipulada de manera semejante, aunque en este caso los mocárabes están
ilustrados para simular arcos apuntados. Con ello, Murphy suprime la forma real estrellada

246
de la cúpula, para convertirla en una colección de pequeños arcos apuntados que cubre el
conjunto.

3.- Viajeros Musulmanes:


Musulmanes

“Las murallas y callejones [de Córdoba] son estrechos y


continúan en el mismo estado en que los dejaron los musulmanes”
(Muhammad ibn Utman al-Miknasi 1780)

La palabra rihla nombra en árabe el relato escrito de un viaje realizado por


cualquier país del mundo, con el que se designa la literatura de viajes. Con estos viajes, los
musulmanes, tanto otomanos como marroquíes, pudieron conocer el Occidente Europeo
antes de su expansión colonial.
En España, los contactos interculturales con el mundo árabe-islámico, representado
por la vecina Marruecos, eran debidos a diversos enviados oficiales, que llegaron a nuestro
país con misiones políticas muy diversas, y con posterioridad escribieron el resultado de su
periplo.
En el siglo XVIII, visitaron nuestro país los marroquíes Al-Gazzal e Ibn Utman.
Aunque el motivo de su visita era tratar de negociar con la administración española
acuerdos de paz y liberación de prisioneros, que en realidad resultaron ser libertos que
trabajaban como criados en hogares de familias acomodadas, que finalmente fueron
entregados al sultán marroquí.
A ello se unen otros aspectos, que podríamos denominar como secundarios o
complementarios, y en los que entrarían la solicitud de devolución de determinados
manuscritos árabes, denominados como “libros de musulmanes” o “libros del Islam”, que
se conservaban en la Biblioteca de El Escorial, fundada en tiempos de Felipe III con los
volúmenes requisados al marroquí Al Mansur.
A la vuelta a su país escribieron obras literarias en las que describieron y valoraron la
sociedad española contemporánea de su tiempo. Nosotros estudiaremos en este apartado
los aspectos relativos a las visitas a los monumentos árabes existentes en Andalucía, así
como su relación con los estudios árabes.

549
Raquejo, op. cit. 553 (1990), 56-60.
247
a) Viaje de Ahmad ibn al Mahdi Al-Gazzal:
Gracias al trabajo de Alfredo Bustani sobre la rihla de Al Gazzal, podemos
reconstruir su recorrido por Andalucía. La relación del viaje de Al-Gazzal550 fue
parcialmente publicada, en francés, por A. Gourguos551, y por M. Bodin552, pero la
traducción íntegra del viaje al francés la realizó en 1933 D. Commandant553, y su estudio
lo realizó Henri Péres554.

Figura 63.- Recorrido de al-Gazzal por Andalucía.

Abu-l-Abbas Ahmad ibn al-Mahdi al Fâsi al-Andalusî al-Hymyari, secretario


particular del sultán alawí Muhammad ibn Abd Allah, llegó a Ceuta el 21 de Mayo de
1776 llega a Ceuta y el 29 de Mayo, tras pasar por Algeciras, llega a Tarifa. Durante su
viaje de ida a Madrid, recorrió las siguientes localidades andaluzas (FIGURA 63): Medina

550
Al- Ghazzal, Ahmad ibn al Mahdi, Embajada marroquí a España en el Siglo XVIII.; Al-Ghazzal,
Ahmad, Kitab natiya al-iytihad fi-lmuhadana wa-l-yihad. Edición de Alfredo Bustani (Larache 1941);
Arribas Palau, M., “Algunos datos sobre el viaje a España del embajador marroquí Ahmad al Gazzal”. Actas
de las IIª Jornadas de Cultura Árabe e Islámica (Madrid 1985), 41-63..
551
Gorguos, A., “Ambassade marrocaine en Espagne au XVIII siècle. Etrait de la relation d´un voyage
en Espagne”. Revue Africaine V (1861), 456-467.
552
Bodin, M., “Une rédemption des captifs musulmans en Espagne au XVIII siècle”, Archives Berbères
III (1918), 145-185.
553
Commandant, D., “Una ambassade marrocaine en Espagne sous le règne de Sid Mohamed Ben
Abdallah, petit fils de Moulay Ismail (1766). Relation de voyage de l´ambassadeur Sid Ahmed ben Sid el
Mahdi el Ghazzal, secrétaire du sultan (traducción analítica inédita)”. Le Lien Médical Marrocaine II-V
(1933).

248
Sidonia, Jerez de la Frontera, Lebrija, Villafranco del Guadalquivir, Los Palacios, Sevilla,
Carmona, Fuentes de Andalucía, Écija, La Rambla, Córdoba, El Carpio, Andujar y Bailén,
llegando a Madrid el 11 de Julio de 1776555.
El 4 de Octubre, Al-Ghazzal fue recibido por Carlos III, siendo muy elogiado por sus
cualidades. Durante su largo período en España, tuvo una gran actividad social y llegó a
visitar la biblioteca árabe del Escorial.
Durante su recorrido, personajes de toda la nobleza andaluza rivalizaban por saludarle. A
la curiosidad del personaje, se unía el exotismo del país y el interés por la primera
embajada que se recibía del reino vecino musulmán556. Su presencia fue de tan gran
impacto que inspiró la obra Cartas Marruecas de Cadalso557.
En la Corte española al-Ghazzal mantuvo varias entrevistas con el marqués de Grimaldi,
Secretario de Estado, que dieron como fruto establecer las bases de un futuro acuerdo entre
los dos reinos. Para concretarlo, como plenipotenciario de Carlos III, pasó a Marruecos el
famoso marino Jorge Juan que, en nombre de su soberano el 28 de Mayo de 1767, firmó un
Tratado de Paz y Comercio.
El propio al-Ghazzal mencionó en su trabajo los objetivos de su viaje: rescatar a los
prisioneros y “recobrar los diferentes libros del Islam del país de la impiedad”558, objetivo
este que ya había pretendido en 1690 la anterior embajada de Muley Ismail, pero que
tampoco consiguió.
Posteriormente, y de vuelta a hacia Marruecos, visitó (FIGURA 63) Vélez-Rubio, El
Chirivel, Cúllar, Baza, Guadix, Iznalloz, Granada, Santa Fe, Loja, Archidona, Osuna,
Utrera, Las Cabezas de San Juan y Cádiz, a donde llegó el 6 de Diciembre de 1766,
permaneciendo hasta Febrero de 1767, cuando partió hacia Marruecos.
Al Ghazzal llegó a Sevilla el 17 de Junio de 1776, siendo recibido en los Reales
Alcázares por Francisco de Bruna y Ahumada, Alcaide de los mismos, quien lo alojó en el

554
Péres, H.: L´Espagne vue par les voyageurs musulmans de 1610 a 1930 (París 1937), 19-40.
555
Paraleda Alonso, N., El otro laberinto español. Viajeros árabes a España entre el S. XVII y 1936
(Madrid 1993), 60.
556
Riesgo, J.M.: “La clarividente política africana de Carlos III para mejorar el comercio y la
navegación con América y aislar Gibraltar”. Actas del Congreso Internacional sobre Carlos III y la
Ilustración. Tomo I. Madrid, 613.
557
Paraleda Alonso, op. cit. 626 (1993), 48.
558
Al-Ghazzal, op. cit. 621 (1941), 40; Péres, op. cit. 625 (1937), 23-28; Paraleda Alonso, op. cit. 636
(1993), 69.
249
denominado Salón de Embajadores. Tras visitar la Catedral de Sevilla el día 19 de Abril,
visita que incluyó la subida a la Giralda, marchó para Córdoba el 21 de Junio559.
De su estancia en Sevilla, tenemos en su diario, la descripción de los Reales Alcázares,
en la que destacan las precisiones técnicas de la construcción, incluyendo en ella
numerosos vocablos árabes relativos a la arquitectura y a las artes decorativas, lo que llevó
a Henri Péres a pensar si realmente en el viaje de al-Ghazzal, no existe un trasfondo
artístico, de intentar aprehender las técnicas constructivas andalusíes. Esto lo basa Péres en
la descripción del Salón de Embajadores de los Reales Alcázares de Sevilla, donde al-
Ghazzal, resalta la existencia en el edificio de “un gran número de salones con y sin
cúpulas (qibâb), cámaras altas (gurfa), salas (maqâ´id) y pabellones de recreo (manâzih);
todo cubierto de ornamentos (raqm) admirables, obra de estucadores (gabbâs) y
carpinteros (naggâr); de azulejos (zullaig) formando entrelazados geométricos (tastîr) o
rectilíneos (qadîb), carácteres cursivos (nashî) y cúficos; obras en cuya creación el
arquitecto ha mostrado una capacidad de invención prodigiosa, porque no se las ve en
ninguna parte; de dorados (tamawwuh bi-d-dahab) sobre madera o estuco aplicados a los
muros y a los techos.

Figura 64. Interior del Salón de Embajadores de los Reales Alcázares de Sevilla.

En resumen -dice al-Gazzal - es un palacio muy grande que tiene cuatro salones, unos
con cúpulas (FIGURA 64) y otros sin ellas; las galerías-barandas (mubâhâl) que los

559
Matute, op. cit. 473 (1887), Tomo II-Libro XXI, 210-212.
250
rodean a media altura están sostenidas por cincuenta y dos columnas (sawârî) de mármol;
en el piso superior hay igual número de arcos y de columnas”.
A continuación pasa a describir el Salón de Embajadores, de que dice que “la cúpula
propiamente dicha tiene sesenta divisiones (sittîniyya); el salón tiene tres puertas, además
de la principal inmediata al patio (sahn); cada puerta tiene tres arcadas sustentadas por
dos columnas de mármol blanco y se abren hacia unos salones y salas que, situados frente
a la entrada, se disponen a derecha e izquierda. El techo (saqf) de la cúpula de las sesenta
divisiones, en forma de media naranja, presenta labores de entrelazados geométricos
dorados; la parte que queda por debajo de la circunferencia que la divide por la mitad
está trabajada en estuco dorado conocido con el nombre ar-rahwi [mocárabes]. Las
paredes del salón, partiendo del suelo, están revestidas de azulejos con entrelazados
geométricos y rectilíneos; sobre ellos corren hasta el techo caracteres (hatt) estucados,
combinaciones vegetales (tasgîr), ornamentos palmeados (tawrîq), parte dorados, parte
pintados de colores diversos.
Los tímpanos (dufûf) de este cuarto, a lo largo y ancho,
están recubiertos de entrelazados geométricos y de
entretejimientos; los inscripciones dan la vuelta en los
paneles angulares (qawa´im) de la sala.
Las otras tres salas son semejantes a estas de las puertas
que dan al salón por sus paneles cerámicos y por sus estucos,
pero sus techos pertenecen al tipo de obras denominados al-
bisât.
Sobre los muros de las galerías-ventanas que dan de Figura 65. Paneles
decorativos de los Reales
frente al patio (sahn) se disponen paneles de revestimiento Alcázares de Sevilla.

cerámico, (FIGURA 65) iguales a los que acabo de hablar; encima, hay caracteres y
después una decoración de estucos, bien dorados bien pintados en diversos colores.
El techo (saqf) de las galerías no es plano, pues está realizado con el género de
trabajo conocido como al-gafna [aljafana o aljofaina]; se encuentra totalmente revestido de
entrelazados geométricos de oro entremezclados con otros colores.
El patio (sahn) está pavimentado de mármol blanco; en el centro se encuentra una
fuente (hassa) decorada cuya altura desde la parte superior hasta el suelo es de una braza
(qama); en el centro de la fuente, se eleva una segunda fuente de menor volumen de

251
aquélla que lanza el agua hasta una altura igual a aquella de la fuente que está sobre el
suelo” 560.
Si bien tras analizar los epígrafes existentes en el palacio, concluye que “el
monumento fue construido conforme a la técnica de los arquitectos árabes”, ya que entre
las inscripciones en caracteres cúficos o en cursiva andalusí, descubrió el nombre de Pedro
I, rey de Castilla y León, y la fecha de 1404.
Pero la visita de al-Gazzal a Sevilla, y las traducciones realizadas de las inscripciones
islámicas no dejaron muy convencidos a los eruditos sevillanos, quienes intentaron conocer
la visita que el embajador efectuó a Córdoba, donde pudo observar las inscripciones árabes
que se conservaban en la Mezquita-Catedral561.
Así ante la petición de información efectuada por Livino Ignacio Leyrens y Pelleart a
Pedro Leonardo de Villacevallos, en fecha 16 de Julio de 1766, éste le responde que fue
José Vázquez Venegas “uno de los asistentes del embajador de Marruecos, y a quien no
quería separarlo para sus idas a la Catedral. Observó en sus concurrencias, según dice,
ser su examen muy advertido, de buenas noblezas, y hablando con ingenuidad y sin
máxima muy al (...?) su fabricado de más delicado entendimiento para que en poco se
podía creer por su cautela, genio e intervención de tomar de todos, y que nadie sacara de
él. Que el secreto era intratable, pues hablando bien el castellano, y leyendo en tanto
cuanto, lo que se conserva de su lengua. Adelantaba más que los otros dos, y solo por
estos diría su sentir. Que el intérprete, lo era por mal nombre por hablar trabajosamente
en lenguaje de su uso.
Que de lo muchos que duran en Córdoba las Memorias Moriscas vieron lo menos,
entendiendo de ello muy poco, yéndose con el deseo de volver a registrarlo. Y que dicho
Sr. Vázquez, que todo lo tiene estampado, y en sus mismos caracteres, con sus versiones de
hombres eruditos de ellos; los trató a correspondencia de lo que practicaban; no obstante
consiguió le enseñase, o mostrase el embajador, una Historia que el Emperador entregó a
su despedida, trabajada por otro embajador, que en el año 1688 vino a España, y estuvo
en Sevilla y Córdoba562, reconociendo las Memorias Mahometanas, de la cual extractó lo

560
Al-Ghazzal, op. cit. 621 (1941), 162v-164r; Péres, op. cit. 625 (1937), 36-38; Domínguez Ortiz, A.,
“Un embajador marroquí en Sevilla. La estancia de Sidi Hamet-El-Gazel en 1766, con una nota sobre la
construcción alcázar sevillano” Archivo Hispalense 45 (1951), 54-55.
561
Al-Ghazzal, op. cit. 621 (1941), 169 y ss; Gorguos, op. cit. 622, 461-467; Péres, op. cit. 625 (1937),
33-35.
562
Se trata de Muhamad ibn Abd al-Wahhab, conocido por Al-Gassani, que visitó España en 1690 y
169, y publicó una obra titulada Rihla al-wazir fi-iftikak al-asir. Edición de Alfredo Bustani (Larache 1940).
252
conducente; y que de los escritos de dicho Sr. Vázquez poco o nada pudieron sacar los
Moros, por no entenderlos, a causa de la introducción de nuevos caracteres y voces, y por
las muchas abreviaturas con que los antiguos escribían sus noticias.
Que vieron y celebraron la Capilla de la Catedral que vulgarmente llaman del
Zancarrón de Mahoma, y en lo antigua el Alquibria de Moros, de exquisita su arquitectura
adornada de caracteres y muchos renglones Arabes en piedra, enyesados, dorados y
pinturas, que expresan el Año de Hégira en que se fabricó, Artífice y A(...) que la
costearon, y certificados ser la Ceca, para que en lo antiguo hacían sus peregrinaciones,
como después y ahora a Medina. Que en la Capilla de los Aguayos, hoy del Conde de
Hornachuelos, vieron también otras dos inscripciones que servían de tapa para el hueco
sepulcral, y se hallan en arábigo, diciendo expresamente y aún en algunos versos las
Batallas de los Moros para ganar a Córdoba, y nombre de sus capitanes”563.
El propio al-Gazzal, durante su visita a la Mezquita-Catedral de Córdoba, pudo
comprobar la metamorfosis sufrida por la mezquita que, sin dejar de ser islámico, había
pasado a convertirse en una iglesia cristiana: “en el centro de la mezquita [existe] un
cuadrilátero de gran extensión, entre cuatro columnas, y sobre él han construido una
bóveda que se eleva hacia lo alto, para lo que han tenido que demoler un gran número de
columnas de mármol”564.
Por la carta remitida el 19 de Diciembre de 1766 desde Granada, por José de
Hermosilla a su hermano Ignacio de Hermosilla, sabemos que al-Gazzal, durante su
estancia de doce días en Granada, visitó el palacio nazarí de La Alhambra, donde “anduvo
buscando la fachada con gran cuidado pero no la encontró”.
Esta visita, que duró entre el 14 y el 26 de Diciembre de 1766, también fue recogida
por el granadino Juan Velázquez de Echevarria, quien cuenta que “el excelentísimo señor
Sidi Hamet Elgazeli Embajador de la Corte de Marruecos cerca de S.M. Católica Nuestro
Señor, pasó por esta ciudad [admirando] sus grandezas y exquisitas antigüedades”565.

563
Carta remitida por Pedro Leonardo de Villacevallos a Livino Ignacio Leyrens y Pelleart. BN Mss.
2537. Ha sido reproducido en Salas Álvarez, J., “Los interlocutores y temas tratados en la correspondencia”,
en Beltrán y López, op. cit. 63 (2003), 63-64.
564
Al-Ghazzal, op. cit. 621 (1941), 74.
565
Velázquez de Echevarria, Juan, Paseos por Granada (Granda 1767), Tomo II, 99. La visita de al-
Gazzal al palacio nazarí, también está recogido por Valladar, Francisco de Paula, “Un embajador de
Marruecos en Granada el año de 1766”, Revista de España XCCCII (1891), 585-596.
253
b) Viaje de Muhammad ibn Utman al-Miknasi.
Permaneció en España desde Diciembre de 1779 a Agosto de 1780, y según el
mismo recoge en su rihla566, las localidades andaluzas que recorrió durante su viaje de ida
a Madrid, fueron las siguientes (FIGURA 66): Cádiz, San Fernando, Puerto Real, El
Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, Las Cabezas de San Juan, Sevilla, Carmona,
Écija, La Carlota, Córdoba, El Carpio, Villa del Río, Andujar, Bailén y La Carolina.

Figura 66.- Recorrido de Ibn Utman por Andalucía.

De vuelta a hacia Marruecos, visitó las localidades andaluzas de Vélez-Rubio, El


Chirivel, Cúllar, Baza, Guadix, Iznalloz, Granada, Loja, Pedrera, Osuna, La Puebla de
Cazalla, El Arahal, Los Palacios, Lebrija, Medina Sidonia y Tarifa, desde donde partió
hacia Ceuta, y posteriormente a Tetuán567.
Una breve noticia de su estancia en la capital hispalense, la tenemos recogida en la
carta remitida, el 14 de Enero de 1780, por Francisco de Bruna y Ahumada al Marqués de
Montehermoso, en donde relata que “hospedamos en este Alcázar al embajador de
Marruecos con toda su chusma. Es menos bárbaro en su persona que el primero, pero de
igual ignorancia y falta de instrucción. No vio los monumentos árabes que se conservan en

566
Ibn Utman al-Milknasi, Muhammad: Al-Iksir fi-fikak al-asir (El elixir para la liberación de los
cautivos). Edición crítica del profesor Muhammad al-Fasi (Rabat 1965); Paraleda Alonso, op. cit. 626 (1993),
62.
567
Ibn-Utman, op. cit. 637 (1965); Arribas Palau, M., “Un embajador marroquí de finales del Siglo
XVIII: Muhammad ibn Utman”. Awraq 3 (1980), 118-130; Paraleda Alonso, op. cit. 626, 62.
254
esta ciudad por su poco gusto, y por que también las continuas lluvias se lo estorbaron.
Estuvo en mi gabinete un día hasta después de las tres de la tarde, registró varias
inscripciones y medallas que yo tenía explicadas por [Miguel] Casiri y copia la famosa
inscripción que poseo en letras cúficas del sepulcro de Almanzor, descubierta seis años ha
en Badajoz. En lo único que manifestó alguna inteligencia y
que miraba con gusto eran las armas. Reconoció varias
espadas árabes que tengo entre ellas un alfanje
damasquinado particular por la calidad de su hoja y
empuñadura...”568.
Ibn-Utman fue la persona que más datos proporcionó
sobre su visita a El Escorial, donde el Monarca (FIGURA
67) le autorizó a conocer “la biblioteca de los libros de los

musulmanes”, que se encontraban dispuestos “en un gran


Figura 67.- Carlos III recibiendo al
armario, perfectamente guardados ... son 1800 volúmenes embajador musulmán ibn-Utman.
Pere Pau Montaña (1790-1791).
entre los que hay dos ejemplares del noble Corán, muchos
comentarios llenos de notas y gran cantidad de obras de medicina”569.

Durante su recorrido, los embajadores marroquíes fueron utilizados como


intérpretes de las inscripciones árabes existentes en los principales monumentos o en las
colecciones públicas o privadas, lo que les proporcionó el contacto con la herencia cultural
y material de Al-Andalus, cuyos vestigios reconocieron en numerosos puntos de la
geografía andaluza.
Esta sensación de pervivencia de lo andalusí en los pueblos y ciudades andaluzas, se
incrementó con la visita a los edificios árabes de Sevilla, Córdoba o Granada, que estos
embajadores percibían que entraban en un recinto propio, pero que ya no les pertenecía, y
que aún conservaban numerosas reminiscencias andalusíes.
Así, al-Gazzal a escribir que Sevilla le recordaba a El Cairo o que Granada, por su
disposición urbanística, se asemejaba a Fez. O ibn-Utman, que dirá de Córdoba que “sus
murallas y callejones son estrechos y continúan en el mismo estado en el que los dejaron
los musulmanes”. Y ambos viajeros serán los primeros en llamar la atención entre las

568
Bruna y Ahumada, Francisco de, Colección de varias cartas y papeles sabios y curiosos recibidos
del Excmo. Sr. Don Francisco de Bruna. ARAH . Mss. 9/2009, fols. 290-298.
569
Ibn Utman, op. cit. 637 (1965), 122 y 126-127; cfr. Paraleda Alonso, op. cit. 626 (1993), 70.
255
semejanzas arquitectónicas existentes entre la Giralda de Sevilla y el alminar de la
Kutubiya de Marrakech570.
Esto lo plasmaron en sus obras, llenas de descripciones de sus visitas a la Mezquita de
Córdoba o al Palacio de la Alhambra, lo que contribuyó a mantener vivo el interés en
Marruecos por unos territorios donde antiguamente se desarrolló la civilización andalusí.
También llamaron la atención, en especial al-Gazzal, sobre el origen de algunos
monumentos arábigos tras analizar sus inscripciones, considerando que muchos de los
monumentos que eran considerados como árabes o musulmanes, en realidad no eran tales,
sino que había sido construidos, bajo dominación cristiana, imitando las técnicas
constructivas islámicas.

4.-
4.- Viajeros Españoles:
Españoles

“Rescataron del más completo abandono el patrimonio


secular del arte y de las letras de la vieja España”
(Gaspar Gómez de la Serna, 1974).

Las relaciones de viajes gozaron de una gran popularidad en la España de la


Ilustración, al igual que ocurre en el resto de Europa, donde el inicio de este tipo de
literatura se produjo a partir de la aparición de la obra Emilio de Jean Jacques Rousseau a
fines del siglo XVII.
Pero al contrario que ocurre en el extranjero, en nuestro país, muchos de estos viajes,
especialmente los producidos durante la segunda mitad de la centuria, tardarían varios
años en ver la luz, e incluso algunos de ellos quedarían inéditos.
Las narraciones que interesan al objeto del presente estudio son, cronológicamente
hablando, las realizadas por Luis José Velázquez de Velasco (1722-1772)571, Antonio
Ponz y Piquer (1725-1792), Francisco Pérez Bayer (1711-1794)572, Fray Sebastián
Sánchez Sobrino573 y Fray José Ortiz y Sanz (?-1822)574.

570
Sobre esta cuestión, puede verse el trabajo de Martínez Montavez, P., Sevilla y la Giralda en la
literatura árabe contemporánea (Madrid 1988).
571
Velázquez, op. cit. 174 (1765).
572
Pérez Bayer, Francisco, Diario del Viaje que hizo desde Valencia a Andalucía y Portugal en 1782
(Valencia 1782). BN Mss. 5953-5954 y ARAH Mss. 9/5498; cfr. Pérez Bayer, Francisco, (1998): Viajes
Literarios. (Valencia 1998). Edición a cargo de A. Mestre Sanchís y otros.
573
Sánchez Sobrino, Fray Sebastián, Viaje Topográfico desde Granada a Lisboa. Imprenta Real
(Granada 1774).
574
Ortiz y Sanz, Fray José, Noticia y plan de un viaje arquitectónico-antiquario encargado por S.M. en
el año de 1790. Imprenta Real (Madrid 1797).
256
Existen otros viajes en los que abundan las noticias históricas arqueológicas, pero que
al quedar inconclusos, como es el ejemplo del viaje de Isidoro Bosarte, o por aparecer
mucho más tardíamente, como es el caso de la obra de Joaquín Lorenzo y Jaime de
Villanueva y Estengo, no vamos a incluir en el presente trabajo, centrándonos
exclusivamente en aquellos viajes que vieron la luz pública en el siglo XVIII o principios
del XIX.
Aunque este número pueda parecer elevado, sin embargo la cifra será siempre inferior
a la de los viajeros franceses e ingleses que recorren Europa por estas mismas fechas. Ello
se explicaría parcialmente, tal y como mantiene Maurizio Fabbri, por el hecho de la
existencia de una serie de “razones de carácter político, histórico o psicológico”, que
provocaron que los españoles hayan sido “reluctantes durante mucho tiempo a escribir sus
experiencias de viaje”575.
Estos viajes, junto con los realizados por otros eruditos al extranjero, como las
narraciones de Clemente de Baena (1720-1784)576, o Diego Alejandro Gálvez (1718-
1803)577, tenían como objeto el conocer la realidad del país, para de esta manera contribuir
a la prosperidad y al progreso de la nación.
Junto a ello, la política regalista desarrollada por Fernando VI y Carlos III, en la que
participaron activamente ministros como el Conde de Aranda, Pedro Rodríguez de
Campomanes578, el Conde de Floridablanca o Manuel de Godoy, que fomentaron y
subvencionaron este tipo de viajes, en los que junto a un interés político, existen motivos
culturales, de carácter histórico y artístico579.
Todos estos viajes ilustrados presentan una serie de características comunes. En primer
lugar, por que eran empresas perfectamente planificadas, que no dejaban nada a la
improvisación. Además, todos ellos respondían al mismo patrón: “tenían su motivación
filosófica y su causa inmediata; su forma de engarzarse oficialmente en la empresa

575
Fabbri, M., “Literatura de Viajes”, en Aguilar Piñal, op. cit. 1 (1996), 409 y 412.
576
Baena y Manzano, Clemente de, De Arcos a Roma en 1761 (Arcos de la Frontera 1893). Imprenta el
Arcobricense.
577
Gálvez, Diego Alejandro de, Itinerario geográfico, histórico, crítico y litúrgico de la España,
Francia, País Bajo y gran parte de Alemania (1774); Aguilar Piñal, Fco., “De Sevilla a Flandes en el Siglo
XVIII: don Diego Alejandro de Gálvez y su Itinerario Geográfico”. Archivo Hispalense 105 (1961), 9-56.
578
El propio Campomanes realizó un viaje a Extremadura y Andalucía, del que nos dejó el siguiente
relato Viaje a Extremadura y Andalucía. ARAH Mss. 9/5539 y BN. Mss. K-7728.
579
Mora, G., “Literatura anticuaria”, en Aguilar Piñal, op. cit. 1 (1996), 901.
257
general de los viajes de la Ilustración; su planteamiento concreto, por etapas y objetivos
sucesivos, y, en fin, su ejecución y su memoria final” 580.
La totalidad de los viajes ilustrados que ocupan el presente trabajo, pueden dividirse en
dos grandes grupos, que serán el esquema sobre el que trabajaremos más adelante581:
1.- Los viajes históricos arqueológicos: a los que pertenecerían los viajes
efectuados por Luis José Velázquez de Velasco, Francisco Pérez Bayer y Fray Sebastián
Sánchez Sobrino, así como el trabajo de Jaime Villanueva.
2.- Los viajes artísticos, al que pertenecerían las obras de Antonio Ponz y Fray José
Ortiz y Sanz, así como el inconcluso trabajo de Isidoro Bosarte.
Pero ambos tipos de viajes comparten una serie de elementos comunes:
1) Reformismo pedagógico: el interés por la enseñanza y la transmisión de nuevos
conocimientos, impera en todas estas obras, ya que fue una de las mayores inquietudes de
los viajeros ilustrados.
2) Toma de conciencia de la realidad nacional: en todas las narraciones, se observa
la existencia de una gran objetividad en la anotación y descripción de los monumentos y de
la realidad española.
3) Criticismo: especialmente hacia aquellos aspectos que los ilustrados
consideraban contrarios al buen desarrollo de la nación, como por ejemplo el arte barroco.
4) Politización de la empresa ilustrada: el viajero es un intelectual comprometido
con la empresa política estatal, encabezada por el propio rey, que persigue la reforma
“desde arriba” de la nación.
5) Prosaísmo cientifista: los libros de viajes participan de la prosa didáctica y
cientifista con la que se escribieron la mayor parte de las obras ilustradas
El resultado de todos estos viajes, fue la recopilación de una gran cantidad de
documentación (epígrafes, monedas, monumentos, etc) existentes in situ o en colecciones
particulares o las halladas en excavaciones arqueológicas contemporáneas.
Esto conllevó, según M. Fabbri, el surgimiento de “una sensibilidad nueva que llevaba
a considerar con mayor atención la tierra natal y los hombres, los lugares, las obras, el
paisaje y la naturaleza en general”, que con la llegada del Romanticismo, ya en el siglo
XIX, derivara hacia el costumbrismo.

580
Gómez de la Serna, G., Los viajeros de la Ilustración (Madrid 1974), 77.
581
Gómez de la Serna, op. cit. 651 (1974), 79-99; Mora, op. cit. 650 (1996), 902.
258
Sin embargo, y a pesar del apoyo político que la monarquía y de las instituciones
culturales borbónicas, estas relaciones de viajes fueron despreciadas por los críticos y
lectores románticos y postrománticos, lo que les impidió ser conocidos por el gran público
y por gran parte de los investigadores posteriores.

a) Viajes Históricos-
Históricos-arqueológicos.
arqueológicos

1) El Viaje de Luis José Velázquez de Velasco y Cruzado.

El viaje del Luis José Velázquez de Velasco y Cruzado, futuro Marqués de


Valdeflores, es el inicio de los denominados Viajes literarios, que podríamos definir como
aquellas expediciones, realizadas por eruditos y anticuarios, que tenían por finalidad la
recopilación de los documentos originales de las historias eclesiástica y civil de la nación,
que posteriormente serían utilizados por la política regalista para defender sus pretensiones
frente a Roma, cuestión esta sobre la que ya hemos hablado en el apartado III de este
trabajo.
Sobre estas empresas literarias, el propio Velázquez dice que “el reinado de Fernando
VI forma en la Historia Literaria de la Nación Española una época muy notable. Por una
precisa consecuencia de la paz, y de la abundancia de la Nación empezó a recobrar su
antiguo vigor, reduciendo a su seno las Artes y las Ciencias figurativas de este país, y
propagando, y acreditando en él todos los ramos de los conocimientos humanos”582.
Así, el propio Velázquez de Velasco remitió en 16.07.1752 y el 04.08.1752 dos
Representaciones a la Real Academia de la Historia, cuyo Director, Agustín de Montiano y
Luyando, las transmitió a Fernando VI a través del Marqués de la Ensenada, de forma que
estos dos personajes, muy relacionados con Velázquez por su presencia común en
determinadas tertulias, se convirtieron en los protectores del erudito malagueño.
El resultado fue que el monarca encargó a Velázquez, académico Supernumerario de la
Real Academia de la Historia, la realización de un viaje por todo el país “con el fin de
examinar, recoger e ilustrar todos los antiguos monumentos de la Nación y hacer las
observaciones necesarias para el conocimiento de la antigua Geografía del país”583.
El objetivo de la empresa era realizar una “colección general de todos los monumentos
antiguos de España [que] no se podía hacer con solo el trabajo de entresacar las ya

582
Velázquez, op. cit. 174 (1765), 1-7.
583
Velázquez, Cartas ..., op. cit. 174, 136-136v.
259
publicados de los libros impresos, por que ni se habían impreso todos aquellos
monumentos de que había noticia, ni había noticia de otros monumentos que se hallaban
esparcidos en diferentes pasajes y como sepultados entre las minas de los antiguos
pueblos, en los gabinetes de los curiosos y en los archivos, bibliotecas antiguas, ni los
pocos que se habían publicado estaban copiados con la mayor exactitud. Así era preciso
reconocer de nuevo los ya publicados, recoger los demás que no habían sido impresos y
formar de todos ellos una amplia y exacta colección. Por otra parte, estos monumentos no
podían ser entendidos sin un perfecto conocimiento de la Geografía del antiguo País, en
que acontecieron los sucesos, a que ellos se refieren. La Geografía antigua de España era
una cosa casi ignorada hasta entonces, y para formarla era necesario un gran número de
observaciones que debían ejecutarse en los principales pueblos de todas sus
Provincias”584.
Para poder llevar a cabo este proyecto, Fernando VI dictó la Real Orden de 2 de
Noviembre de 1752, por la que se aprobaba el proyecto de Velázquez de Velasco, como
representante de la Academia de la Historia, a la vez que se concedía la protección real y
una pensión de 36.000 reales585. En esa misma fecha, la decisión real fue comunicada por
el Marqués de la Ensenada a Agustín de Montiano y Luyando, Director de la Real
Academia de la Historia586.
Con esta decisión real, se disponía, por primera vez en nuestra Historia, que todo el
aparato administrativo quedaría al servicio de un personaje determinado para la realización
de su proyecto, que contaba con la aprobación real, debido a los beneficios que debía
reportar a la nación.
Así, se dispuso que todos “los Capitanes y Comandantes Generales, a los Intendentes,
Gobernadores, Corregidores, Justicias y demás personas a quienes toque, y se presentare
este Despacho, faciliten al expresado Luis Velázquez todo el favor, auxilio y asistencia que
pidiere y necesitare para el desempeño de su Comisión sin ponerle ni permitir se le ponga
el menor impedimento ni dilación; y que le hagan franquear y poner de manifiesto los
Archivos y Protocolos Públicos, que indicare, para sacar de ellos las noticias que le
pareciere, y copias simples, o autorizadas de los Documentos, y demás Papeles que

584
Velázquez, op. cit. 174 (1765), 141-143.
585
ARAH. CAG/9/7980/5(16); Velázquez, op. cit. 174 (1765), 6-7; Gómez de la Serna, op. cit. 651
(1974), 76; Mora, op. cit. 11 (1998), 42.
586
Oficio de fecha 02.11.1752 remitido por el Marqués de la Ensenada a Agustín de Montiano y
Luyando. ARAH. CAG/9/7980/5(17).
260
tuviesen conexión directa o indirecta con sus encargos, pues así conviene al Servicio de
S.M.”587.
Esta disposición del poder administrativo al servicio del proyecto real que representaba
este viaje, vuelve a quedar de manifiesto en la Instrucción que ha de observar D. Luis
Velázquez de la Real Academia de la Historia, en el viage que está destinado para
aberiguar y reconozer las antigüedades de España, firmada por el Marqués de la
Ensenada.
En esta disposición administrativa, se indicaba el método de trabajo a seguir588. En
primer lugar, debería dirigirse al Intendente, máxima autoridad administrativa provincial,
quien debía informarle “de lo que haya digno de observación”.
A este cargo, “después de presentarle el despacho supliqué me hiciese el favor de
dirigir una Carta o Circular a todos los pueblos de su Intendencia, para que respondiesen
al tenor de estas preguntas, que le entregué en una memoria: 1º.- Si el pueblo es ciudad,
villa o aldea. 2º.- Si su situación es en alto o en llano. 3º.- Si junto a él pasa algún río o
arroyo, hacia que parte del lugar, esto es, si por poniente, oriente, norte o mediodía. 4º.-
Con que otros lugares confina por poniente, oriente, mediodia y norte. 5º.- Cuales sean los
últimos lugares de la Provinia por aquellas partes por donde esta confina. 6º.- Si en el
pueblo o sus cercanías se encuentra alguna piedra con letras antiguas, estatuas, ruinas de
algunos antiguos edificios, despoblados, medallas y otros vestigios de antigüedad.
Por medio de esta memoria quise recoger las noticias más importantes para las
pesquisas de las antiguedades de los Pueblos”589.
Una vez “recogidas estas noticias, y las que en él pudiera adquirir del resto de la
Provincia”, realizaría, en segundo lugar, un itinerario de visita por todos “los demás
lugares en que espere descubrir algo de importancia”.
Una vez “en los pueblos grandes o en aquellos donde haya de practicar alguna
diligencia concerniente a su comisión, se presentará antes a los Justicias con la orden que
llevará de S.M., para que le auxilien y presten toda la asistencia que pidiere,
franqueándole los Archivos y Registros Públicos para que saque de ellos las noticias que
hubiere menester, certificadas y autorizadas en debida forma”.

587
Velázquez, op. cit. 174 (1765), 8, nota 10; Álvarez Martí-Aguilar, op. cit. 83 (1996), 31.
588
Velázquez, op. cit. 174 (1765), 6-7; Canto, op. cit. 83 (1994), 506; Álvarez Martí-Aguilar, op. cit. 83
(1996), 33.
589
Carta de 02.10.2753 remitida por Luis José Velázquez de Velasco a Agustín de Montiano y Luyando.
ARAH. Mss. 9/6000, fols. 122-127v.
261
La información obtenida en la consulta de los archivos y bibliotecas fue enviada al
jesuita Andrés Marcos Burriel, coordinador de la Comisión formada por el Patronato
Regio, cuestión que ya hemos tratado en el capítulo III del presente trabajo, al cual nos
remitimos, y con el que es indudable estaba relacionado el viaje emprendido por el
Velázquez590.
La Instrucción también señalaba claramente cual era el cometido a ejecutar:
“5º.- Registrará las ruinas de los famosos pueblos de la antigüedad y las
reliquias de sus más suntuosos edificios como los teatros, anfiteatros, circos, naumaquias,
acueductos, puentes, arcos de trofeo, templos, termas y sepulcros, los medirá, dibujará y
explicará.
6º.- Hará estas dimensiones por el pie de hierro que le habrá de entregar el
Director de la Academia, en cuyo poder quedará otro igual al que llevare.
7º.- Podrá hacer algunas ligeras excavaciones si fuere necesario para el
desempeño de su Comisión, pero si estas debieren ser más largas, costosas o en perjuicio
de alguno no las practicará sin representar antes a S.M. por medio del Director de la
Academia para obtenerse su Real permiso.
8º.- Copiará todas las inscripciones antiguas, así de letras desconocidas como
latinas, góticas, árabes y hebreas y formará de todas ellas una colección.
9º.- Recogerá las estatuas antiguas, basas, relieves, camafeos, piedras grabadas,
medallas y demás reliquias comprobadas de la antigüedad, comprándolas de las personas
que voluntariamente se determinen a venderlas, como su coste no sea excesivo, pues
pasando de una cantidad moderada, esperará la Real aprobación antes de ejecutar la
compra.
10º.- Cuidará de que todas estas alhajas se conduzcan a donde S.M. mandare y
entretanto hará que las estatuas, bajorrelieves y demás monumentos cuya conducción no
sea tan fácil se coloquen en parajes seguros y si puede ser en las casas de los
Ayuntamientos de los Pueblos, encargando a los Justicias su conservación hasta que SM
disponga de ellas.
11º.- Llevará cuenta muy exacta y justificada de tolo lo que expendiere en estas
excavaciones y compras y lo remitirá con cargo y data del dinero que se le fuere librando
para estos gastos.

590
Velázquez, op. cit. 174 (1765), 12 y ss.; Mora, op. cit. 11 (1998), 44; Mora, op. cit. 650 (1996), 902.
262
12º.- Procurará ver los gabinetes de algunas personas particulares y observará
en ellas cuanto pueda conducir a ilustrar y averiguar las antigüedades de España”591.
Varias cuestiones pueden analizarse del texto de la Instrucción. Vino a representar el
primer intento de catalogación del patrimonio arqueológico de la nación. Por primera vez
en nuestro país, se dispone, según lo expresado en los apartados 5º , 8º y 9º de la norma,
una definición unitaria de lo que debían entenderse por monumento antiguo.
Con esta consideración, Velázquez planteaba la cuestión de que “no todos los
monumentos antiguos son útiles” para la Historia, ya que existían “una infinidad de ellos,
cuyo examen me deberá ser tan indiferente, como en las noticias que contienen lo son para
la propia Historia”.
Por eso, solamente utilizó, para sus trabajos las fuentes originales de cualquier
historia, en cuanto que se trata de testimonios auténticos que conservan la memoria de
muchos acontecimientos. Así, para realizar su obra, concibió el siguiente plan: dividir los
monumentos útiles en diversas categorías: “escritores originales y contemporáneos;
diplomas; inscripciones; medallas; monumentos de pintura, escultura y arquitectura;
muebles y demás utensilios” y finalmente los “antiguos escritores españoles”592.
Para el objeto del presente trabajo, solo nos interesan los siguientes, que a
continuación paso a describir de una manera más amplia:
1º) Inscripciones: entre las que se incluían “no solo las que yo he visto y copiado
de las mismas piedras originales, sino también las que he recogido de mano de mis amigos
y las que he sacado de los libros impresos y manuscritos”593.
Estableció un método para la recopilación, y posterior publicación, de los epígrafes, tal
y como ha recogido Alicia Canto: “a la cabeza de cada uno, el nombre del pueblo y
provincia donde se halla. Nota de haberla visto y copiado el autor, o el nombre de la
persona de quien la recibió, y si ésta la vio o copió de otro. La bibliografía de donde se
sacan inscripciones que no se han podido cotejar, las lecturas más importantes y la
cronología”594.
Inicialmente concibió el siguiente esquema divisorio, a la hora de recoger la
información:

591
ASRAH 10.10.1752.
592
Velázquez, Cartas ... op. cit. 174, fols. 153-153v; Velázquez, op. cit. 174 (1765), 19, Gómez de la
Serna, op. cit. 651, 77; Mora, op. cit. 650 (1996), 904; Álvarez Martí Aguilar, op. cit. 83 (1996), 75-102.
593
Velázquez, Cartas ... op. cit. 174, fol. 160.
594
Velázquez, op. cit. 174 (1765), fol. 117; Canto, op. cit. 83 (1994), 507.
263
“1.- Inscripciones de letras españoles desconocidas del tiempo anterior a la entrada
de los romanos en España.
2.- Inscripciones griegas y latinas del tiempo de los romanos en España hasta el final
del siglo IV, y que se subdivide en dos secciones: a) inscripciones cronológicas, esto es,
las que tienen nota del tiempo en que se esculpieron. Y esta sección se subdivide por los
emperadores romanos a cuyo tiempo pertenecen las inscripciones; b) inscripciones que
carecen de nota cronológica. Esta sección se subdivide en 4 artículos: inscripciones
griegas, inscripciones latinas de los dioses, inscripciones latinas de las familias e
inscripciones latinas varias, que no es fácil reducir a clases determinadas.
3.- Inscripciones del Siglo V.
4.- Inscripciones del Siglo VI.
5.- Inscripciones del Siglo VII.
6.- Inscripciones de tiempo incierto, que se esculpieron después del siglo IV y antes
del siglo VIII.
7.- Inscripciones del Siglo VIII.
8.- Inscripciones del Siglo IX.
9.- Inscripciones del Siglo X.
10.- Inscripciones del Siglo XI.
11.- Inscripciones del Siglo XII.
12.- Inscripciones del Siglo XIII:
13.- Inscripciones del Siglo XIV.
14.- Inscripciones del Siglo XV.
15.- Inscripciones de principios del Siglo XVI hasta 1516.
16.- Inscripciones hebreas.
17.- Inscripciones arábigas”.
A ello, según palabras del propio Velázquez, seguían dos apéndices: “El primero
contiene las inscripciones halladas fuera de España y que pertenecen a las casas de la
Nación y el segundo las inscripciones sospechosas descubiertas en Granadas y las
fingidas pertenecientes a otros pueblos de España”595, elemento este que fue eliminado de
la publicación definitiva de la obra, como veremos a continuación.
En la publicación definitiva del Viaje, optó por otra distribución en el caso de los
epígrafes, mucho más global y simplificada, que concordaba con lo que el propio

264
Velázquez denominó como “Nuevo Sistema de la Antigua Historia General de España
desde el tiempo más remoto hasta el año de 1516”. Esta división es como sigue:
“Iº.- Conocimiento y uso de las antiguas inscripciones de España.
IIº.- Colección de estas inscripciones:
1.- Inscripciones de letras desconocidas usadas en España antes de la entrada de
los romanos.
2.- Inscripciones griegas, egipcias y latinas del tiempo de los Romanos hasta fin
del siglo IV.
1.- Inscripciones cronológicas:
1.- Inscripciones de tiempo determinado.
2.- Inscripciones de tiempo indeterminado.
1.- fragmentos de columnas miliarias.
2.- fragmentos de inscripciones dedicadas a los emperadores.
2.- Inscripciones que carecen de nota cronológica:
1.- Inscripciones griegas y egipcias.
2.- Inscripciones latinas:
1.- Inscripciones dedicadas a Dioses.
2.- Inscripciones dedicadas a personas ilustres.
3.- Inscripciones sepulcrales.
4.- Inscripciones de los edificios y obras públicas.
5.- Fragmentos e inscripciones mal copiadas.
3.- Inscripciones del tiempo de los Godos desde el principio del S. V hasta fin del
VII.
1.- Inscripciones de tiempo determinado.
2.- Inscripciones que carecen de nota cronológica determinada.
4.- Inscripciones del tiempo medio desde la entrada de los Árabes y principios del
siglo VIII hasta 1516.
1.- Inscripciones cristianas.
2.- Inscripciones arábigas.
3.- Inscripciones hebraicas” 596.

595
Velázquez, op. cit. 174 (1765), fols. 157-160.
596
Velázquez de Velasco, Luis José, Nuevo Sistema de la Antigua Historia de España desde el tiempo
más remoto hasta el año 1516. ARAH. Mss. 9/6051(6); Velázquez, op. cit. 174 (1765), fols. 114; cfr. Canto,
op. cit. 83 (1994), 507, da un resumen de la misma.
265
2º) Medallas o Monedas: la clasificación de las monedas, que a continuación se
detalla, estaba acompañada de una serie de diseños de tipos numismáticos, que intentaban
fueran lo más exacto posible, y junto a ello se añadían sus notas correspondientes. Esta
clasificación inicial de las monedas se basa en la existencia de tres grandes grupos o
conjuntos de monedas:
“- Medallas desconocidas que pertenecen al tiempo anterior a los Romanos, y se
subdivide en tres secciones:
a) Medallas celtibéricas acuñadas en los antiguos pueblos de Aragón, Cataluña y
Valencia.
b) Medallas turdulitanas (las mismas que hasta aquí llamé turdetanas) acuñadas
por los pueblos mediterráneos de los reinos de Jaén y Sevilla, hacía los parajes
donde hoy están Osuna y Porcuna.
c) Medallas turdetanicas (las mismas que hasta aquí llame Bastulo-phenicias)
acuñadas en las ciudades marítimas y mediterráneas del reino de Sevilla y
Cádiz, Medina Sidonia, Vejer de la Miel, Jimena y otros pueblos inmediatos a
estos.
- Medallas latinas acuñadas en tiempos de los romanos, que se subdivide, en tres
secciones:
a) Medallas consulares y de las familias romanas, acuñadas dentro o fuera de
España hasta el tiempo de Augusto, y que pertenecen a cosas de la nación, y
esta sección va coordinada por orden cronológico.
b) Medallas acuñadas en los antiguos pueblos de España desde Augusto hasta
Calígula y otras medallas dispuestas por orden alfabético de los nombres de los
antiguos pueblos a que pertenecen.
c) Medallas de los emperadores romanas acuñadas en España o fuera de ella, y
que pertenecen a las cosas de ella, desde después de Calígula hasta la entrada
de los godos. Van ordenadas por orden cronológico.
- Medallas acuñadas en España desde la entrada de los Godos hasta 1516, y se
subdivide en 6 secciones:
a) Medallas de los Reyes Godos y Suevos de España
b) Medallas de los Reyes de Oviedo, León, Galicia y Castilla, desde su principio
hasta los Reyes Católicos.
c) Medallas de los Reyes de Navarra hasta los Reyes Católicos.
266
d) Medallas de los Reyes de Aragón hasta los mismos Reyes Católicos.
e) Medallas de los Reyes de Portugal hasta el rey Don Manuel.
f) Medallas arábigas acuñadas en España por los reyes moros”.
Finalmente, como ocurría con el caso de las inscripciones, se incorporaba un
“apéndice conteniendo las medallas sospechosas y fingidas”597.
Sin embargo, en la publicación definitiva de la obra de Velázquez, se incluyó otro
cuadro de distribución de las medallas o monedas, que es el siguiente:
“Iº.- Conocimiento y uso de las antiguas medallas de España.
IIº.- Colección de estas medallas:
1.- Medallas desconocidas, acuñadas en España antes de la entrada de los
Romanos.
1.- Medallas de las colonias fenicias y cartaginesas en la Betica.
2.- Medallas de las colonias griegas en la Betica.
3.- Medallas de las colonias griegas en la Tarraconensis.
2.- Medallas del tiempo de los Romanos.
1.- Medallas de los Cónsules y demás magistrados romanos hasta Augusto.
2.- Medallas de las ciudades de España hasta Calígula.
3.- Medallas de los Emperadores Romanos pertenecientes a España desde
Calígula hasta la entrada de los Godos.
3.- Medallas del tiempo de los Godos:
1.- Medallas de los Reyes Godos.
2.- Medallas de los Reyes Suevos.
4.- Medallas antiguas desde la entrada de los Árabes hasta 1516:
1.- Monedas Cristianas:
1.- Monedas antiguas de los reyes de Asturias, León, Galicia y Castilla.
2.- Monedas antiguas de los reyes de Navarra.
3.- Monedas antiguas de los reyes de Aragón, Mallorca, Valencia y
Barcelona.
4.- Monedas antiguas de los Reyes de Portugal.
2.- Monedas Arábigas.
3.- Monedas Hebraicas”598.

597
Velázquez, Cartas ... op. cit. 174, fols. 157-160.
598
Velázquez, op. cit. 174 (1765), 115.
267
3º) Monumentos de Arquitectura, Escultura y Pintura: en este apartado se
recogían tanto los monumentos vistos por el propio Velázquez como los existentes en otras
publicaciones y manuscritos. Todos ellos iban diseñados con la mayor exactitud posible.
Inicialmente, como en las otras dos categorías, estableció tres subtipos de monumentos:
“A) Monumentos de la Antigüedad:
1) Monumentos de arquitectura:
1) templos
2) fortalezas
3) murallas
4) puentes
5) acueductos
6) arcos
7) sepulcros
8) baños
9) termas
10) circos
11) teatros
12) anfiteatros
13) naumaquias.
2) Esculturas:
1) Estatuas.
2) Relieves en mármol y otra materia y piedras preciosas grabadas, en relieve
o en fondo.
3) Mosaicos.
B) Monumentos del Tiempo de los Godos:
1) Monumentos de Arquitectura.
2) Escultura.
C) Monumentos desde la entrada de los Árabes hasta 1516:
1) Arquitectura.
2) Escultura.
3) Pintura”599.

599
Velázquez, Cartas ... op. cit. 174, 164v-167.
268
Finalmente, este apartado en la Noticia del Viaje, aparece denominado bajo el
epígrafe de Monumentos de Pintura, Escultura y Arquitectura; instrumentos, muebles y
utensilios de la vida civil, dividiendo el mismo en cuatro grandes grupos:
“Iº.- Conocimiento y uso de los antiguos monumentos de pintura, escultura y
arquitectura, y de los instrumentos, muebles y utensilios de la vida civil.
IIº.- Colección de estos monumentos:
1.- Monumentos de Pintura:
1.- Pinturas al fresco.
2.- Pinturas iluminadas.
3. Obras mosaicas.
2.- Monumentos de Escultura:
1.- Relieves.
2.- Estatuas.
3.- Monumentos de Arquitectura:
1.- Monumentos que corresponden a la habitación y uso necesario de la
vida civil: Muros, Torres, Castillos, Acueductos, Baños y Termas.
2.- Monumentos que corresponden a la diversión pública: Teatros,
Anfiteatros, Circos y Naumaquias.
3.- Monumentos que pertenecen a la pompa pública: Arcos.
4.- Monumentos que pertenecen al a religión: Aras y Templos.
5.- Monumentos destinados para los difuntos: Sepulcros.
4.- Instrumentos, muebles y demás utensilios de la vida civil, reducidos a diferentes
clases, por razón del uso a que estuviesen destinados”600.
Asimismo, fue la primera vez que se proyectó dibujar los monumentos con la mayor
precisión y exactitud posibles, ya que el dibujo se concibió como un catálogo o inventario
de los monumentos antiguos, en donde se recogía la representación visual de los sistemas
constructivos y compositivos del monumento, con los que elaboraron un álbum de
anticuario, al que debía acompañarse una memoria explicativa de los mismos.
Este criterio de representación fue el adoptado para la conservación de las obra
antiguas, sin que en ningún momento se pensase en la realización de obras de restauración.
Es más, aunque se contemplaban la posibilidad de realizar pequeñas excavaciones

600
Velázquez, op. cit. 174 (1765), 117.
269
arqueológicas, estas no se pensaron como apoyo a una posible conservación, sino como
instrumento para obtener “piezas arqueológicas”.
Esto idea de representación de los monumentos está influenciada por la obra del
francés Bernard de Mountfaucon601, quien consideraba como vestigio de antigüedad
“únicamente [a] aquello que puede llegar a la vista y aquello que puede representarse
mediante imágenes”.
El proyecto de Montfaucon consistía en un corpus de toda la antigüedad, donde se
incluían conjuntamente la explicación y el diseño de los monumentos antiguos. Es decir, la
imagen se convierte en un elemento fundamental y complementario para una descripción
más pedagógica de las antigüedades.

Figura 68. Grabado del l Foro Boario de Roma. Piranesi (1748).

Para realizar su idea, Montfaucon diferenció dos tipos básicos de monumentos de la


antigüedad complementarios: “los libros y las estatuas, bajorrelieves, inscripciones y
medallas”602, que proporcionaban una información complementaria entre sí. Esta misma
caracterización que también se aprecia en los distintos apartados de la Instrucción de 1752.
En la obra de Velázquez también puede rastrearse cierta influencia de la obra de
Piranesi (FIGURA 68), sobre todo en la manera de recopilar gráficamente los
monumentos de la antigüedad. Piranesi pretendió realizar, a través de sus obras Vedute di

601
Montfaucon, Bernard de, L’Antiquité expliquée et représentée en figures (Paris 1719-1724).
602
Schnapp, A., “Modèle naturaliste et modèle philologique dans l´archeologie europénne du XVI au
XIX siècle”, en Arce y Olmos, op. cit. 407 (1991), 19; Schnapp, op. cit. 56 (1994), 208-210; Gran Aymerich,
op. cit. 53 (2001), 32-33.
270
Roma Antica e Moderna y Antichità romana603, un compendio de la civilización romana
desde sus principios hasta los últimos emperadores, analizando cada tipo de construcción,
para lo cual la imagen y representación del monumento eran imprescindibles.
Otro precedente de este interés por la conservación de las antigüedades, y que
podríamos citar como precedente del trabajo de Velázquez, sería la expedición organizada
en 1751 por la londinense Sociedad de los Dilettanti, que envió a Atenas al pintor James
Stuart (1713-1788) y al arquitecto Nicholas Revertt (1721-1804), con la tarea de anotar,
medir y dibujar las antigüedades de Atenas y trazar un plano de la Acrópolis, que fue
publicado en 1762604, y traducido al español en abril del mismo año por Felipe García
Samaniego.
De todos estos trabajos pudo tener conocimiento nuestro viajero por su pertenencia a la
Real Academia de la Historia o por su pertenencia, desde 1754, a la Academia de
Inscripciones, Medallas y Bellas Letras de París.
Así, otro de los presupuestos del viaje hacía referencia a los epígrafes. Dado “que los
documentos antiguos esparcidos sobre la tierra entre las ruina, no se copiaron fielmente”,
otro de los objetivos de la misión de Velázquez sería el “cotejar con sus originales estas
copias defectuosas y copiarlos de nuevo”, acabando así con la costumbre hasta entonces
vigente, denominada epigrafía de papel605, que consistía en copiar sistemáticamente los
epígrafes aparecidos en las distintas obras, sin que se produjese una corroboración sobre su
autenticidad o falsedad.
Otro de los objetivos del viaje aparece descrito en el punto 4º de la Instrucción, donde
se le encomienda hacer “en cada Provincia las observaciones y diligencias que sean
conducentes al descubrimiento de la antigua Geografía del País, con especificación de los
distintos pueblos, ríos, terrenos en que se dieron las batallas o sucedieron cosas
memorables, y otras semejantes circunstancias”606. Para corroborar estas hipótesis, el

603
Piranesi, Gian Battista, Vedute di Roma Antica (Roma 1744), obra que sufrirá varias impresiones y
cambios a lo largo de la vida del artista. Sobre Piranesi, véase Calatrava, J. (ed), Giovanni Batista Piranesi.
De la magnificencia y arquitectura de los romanos y otros escritos (Barcelona 1998); Piranesi, Gian Battista,
Antichità romane de´Tempi della Repubblica e de´primi Imperatori disegnate e incise da Giambatttista
Piranesi, architetto veneziano (Roma 1748).
604
Revertt, N. y Stuart, J., Antiquites of Athens mesured and delineated (Londres 1761-1762); Gran
Aymerich, op. cit. 53 (2001), 35-36.
605
Canto, op. cit. 83 (1994), 507; Maier Allende, op. cit. 80 (2002), 15.
606
Mora, op. cit. 650 (1996), 904.
271
punto 7º le facultaba a realizar “ligeras excavaciones”, cosa que sabemos realizó en
Cártama (Málaga)607.
Este apartado lo dividió Velázquez en dos grandes períodos. Para estudiar la Geografía
antigua de España desde el tiempo más remoto hasta principios del Siglo VIII y entrada de
los árabes, procedió, en primer lugar, a dividir la nación en tres partes, coincidentes con las
antiguas provincias romanas de la Tarraconense, la Betica y la Lusitania, utilizando como
fuentes los datos “únicamente de los escritores antiguos, de las inscripciones y de las
medallas”.
Para la Geografía Histórica que abarca desde principios del S. VIII y entrada de los
árabes hasta finales del S. XV, utilizó el siguiente método: “se divide en tantas partes
como son las Provincias y Reinos antiguos en que se dividió España... y está sacada
únicamente de los escritores contemporáneos, de las inscripciones, de las Medallas y de
los diplomas y demás instrumentos de aquel tiempo”608.
Finalmente, la norma dispuso que la Real Academia de la Historia fuese la supervisora
del trabajo de Velázquez, al imponerle el mantenimiento de “una correspondencia seguida
con el Director de la Academia a quien participará el curso de su viaje y lo que fuere
practicando en él para que lo ponga en noticia de S.M. y si hubiere que prevenirle a donde
se sepa se le han de dirigir las ordenes”, lo que frecuentemente realizó Velázquez con
Agustín de Montiano609, que como ya hemos dicho anteriormente era su protector.
Como bien ha señalado Manuel Álvarez Martí-Aguilar, en la ejecución de su viaje,
pueden distinguirse claramente dos etapas, definidas por la caída de Ensenada en 1754610:
- Diciembre de 1752 a Finales de 1754: El 1 de Diciembre de 1752 comenzó
Valdeflores su viaje, acompañado de Esteban Rodríguez, profesor de la Academia de
Bellas Artes, como “diseñador”, es decir, como dibujante, quien será el autor de parte de
los dibujos que se han conservado entre los papeles de Velázquez.
El día 10 de Septiembre de 1753, tras recorrer León y Extremadura, entra en
Andalucía, donde permanecerá hasta el 31 de Diciembre de 1754, en que finaliza su visita
a la región611.

607
Rodríguez Oliva, P., “Investigación arqueológicas del Marqués de Valdeflores en Cártama (1751-
1752)”, Jábega 31 (1980), 41-46.
608
Velázquez, op. cit. 174 (1765), 150-151.
609
Velázquez de Velasco, Luis José, Epistolario de Velázquez con Montiano, BN. Mss. 17546.
610
Álvarez Martí-Aguilar, op. cit. 83 (1996), 32.
611
Velázquez, op. cit. 174 (1765), 16-18. Remite a la Academia su memoria del Viaje a Andalucía,
mediante el 14.01.1755. ARAH. CAG/9/7980/5(55).
272
Durante su estancia, recorrerá las distintas provincias andaluzas, anotando y dibujando
monumentos y piezas componentes de las colecciones particulares, y remitiendo
numerosas monedas, dibujos, inscripciones y piezas arqueológicas a la Academia de la
Historia.
También en este período se produce un hecho, que en principio puede parecernos
contradictorio al espíritu de la Instrucción de 1752. Es el Real Decreto de 14 de Julio de
1753, con el que Valdeflores creyó ver disminuidas sus funciones y atribuciones, y así lo
hizo saber en varias cartas remitidas a Agustín de Montiano y Luyando, quien a su vez lo
puso en conocimiento del Marqués de la Ensenada612.
En este decreto se disponía que “los Corregidores y Justicias del Reino remitan a
Madrid, y a la casa establecida de Geografía, todas las piezas de antigüedad que se
hallaren, con expresión del sitio en que se encuentran …, y lo que de ellas se diga por
escritos, tradiciones, o noticias”613, lo que en la práctica realmente supone una aclaración
del punto 10º de la Instrucción de 1752, en la que no se especificaba claramente el destino
que debía darse a las piezas encontradas.
Un hecho que marcará el futuro personal e investigador de Velázquez fue la destitución
de su protector Zenón de Somodevilla, Marqués de la Ensenada, el 20 de Julio de 1754,
como resultado de la lucha entre las facciones anglófila y francófona existente en el seno
del gobierno de Fernando VI. A pesar de este contratiempo, consiguió terminar su viaje por
Andalucía, que duró hasta fines de 1754.
- 1755 a 1765: Mediante la Orden de 8 de Febrero de 1755, el Conde de
Valparaíso, sustituto del depuesto Ensenada, le comunicaba la retirada de la pensión
asociada a su proyecto614.
Velázquez, consciente de que estaba realizando “un trabajo que por su objeto merecía
no ser suspendido”, y “en vista de que el Rey no havía revocado el Decreto, en que me
ordenó executar este viaje, ni por el presente se me ordenaba suspenderlo, y solo se
mandaba suspender la pensión que para gastos se me había consignado, me resolví a
continuarle a mi costa, en la manera, i hasta tanto que me fuese posible”.

612
Oficio remitido desde Granada el 13.11.1753 por Luis José Velázquez de Velasco a Agustín de
Montiano y Luyando. ARAH. CAG/9/7980/5(45); Oficio remitido el 22.11.1753 por Agustín de Montiano y
Luyando al Marqués de la Ensenada. ARAH. CAG/9/7980/5(46).
613
Yáñez y Lavín op. cit. 84 (1999), 124.
614
Oficio de fecha 08.02.1755 remitido por el Conde de Valparaíso a Agustín de Montiano y Luyando.
ARAH. Mss. CAG/9/7980/5(57).
273
A pesar de que contaba todavía con el apoyo de Agustín de Montiano y Luyando,
Director de la Real Academia de la Historia, la figura y los trabajos de Velázquez,
representante de Ensenada, fueron cada vez más cuestionados en el seno de la Academia,
donde los nuevos gobernantes iban cada vez acaparando más poder, representados por la
figura del Censor Pedro Rodríguez de Campomanes, rival intelectual de Velázquez.
Prueba de la falta de apoyo de la institución, es la Representación del Sr. Don Pedro
Campomanes a la Academia sobre la formación de una Colección de Inscripciones,
firmado el 9 de Mayo de 1755, que reiteraba el proyecto inicialmente presentado en 1753
por el propio Campomanes, que fue adoptado por la propia institución. Con él pretendía
realizar una “colección de inscripciones, epitafios y otros letreros de qualquier tiempo,
carácter y lengua que se hallasen”615, proyecto este sobre el que trataremos más
extensamente en otro apartado de este trabajo, que en la práctica venía a ser idéntico al de
Valdeflores, al menos en la cuestión de los epígrafes, que fue rápidamente aprobado por la
institución.
A pesar de ello, Valdeflores realizó todavía otros “cuatro viages por la Provincia de
Andalucía, con el fin de continuar el de sus quatro reynos, que aun no había del todo
viajado”616, así como pudo completar las provincias ya recorridas con la recopilación de
nuevas noticias y hallazgos, como por ejemplo el hallazgo del Atlas en Las Cabezas de San
Juan (Sevilla).
El resultado de todo ello fue la aparición, ya en 1765, de su Noticia de su Viaje de
España, que resultó ser una versión reducida de sus trabajos, la mayor parte de los cuales
quedaron inéditos.
En estos recorridos, es normal que fuese acompañado de algún “cicerone” que le
mostraría las principales antigüedades o monumentos, llegándole a dar copias de estas
inscripciones en muchos casos. Normalmente esta persona era bien un coleccionista local,
bien un erudito local, miembro de las instituciones culturales borbónicas. Entre estos
“cicerone”, podemos nombrar a Livino Ignacio Leyrens y Pelleart, en el caso de Sevilla, a
José Vázquez Venegas y Pedro Leonardo de Villacevallos, en el caso de Córdoba, a Fray
Jerónimo de Estrada S.I., en el caso de Jerez de la Frontera, a Guillermo Tyrry, en el caso
de El Puerto de Santa María, o a Fray Manuel Ruiz, de la Orden de los Terceros de San

615
Campomanes, op. cit. 157 (1753); Huerta, op. cit. 7 (1796), XLII.
616
Velázquez, op. cit. 174 (1765), 17-18; Gómez de la Serna, op. cit. 651 (1974), 78; Álvarez Martí-
Aguilar, op. cit. 83 (1996), 34-35; Mora op. cit. 650 (1996), 903.
274
Francisco, en el caso de Antequera, o a Manuel Trabuco y Belluga, en el caso de Málaga,
personajes sobre los que ya hemos hablado más detenidamente en otro apartado de este
trabajo.
El sistema empleado por Velázquez para recopilar las antigüedades de un lugar es el
siguiente. En primer lugar, parte de la mención de la localidad en las fuentes grecolatinas,
así por ejemplo de Sevilla dice que “es la antigua Hispal, como la nombra Mela y Silio
Itálico, o Hispalis, según se escribe en Plinio y en Ausonio”617, para a continuación
recoger las inscripciones existentes en obras anteriores, las cuales coteja con su original,
como realizó en el denominado Arco de los Gigantes de Antequera618.
Gracias a su conocimiento de las fuentes antiguas y a la visita directa de los lugares,
pudo identificar algunas ciudades mencionadas en las fuentes grecorromanas, como es el
caso de Asta Regia, que sitúa en el “despoblado de la Mesa de Asta, entre Xerez y
Trebujena, más cerca de Trebujena, donde se conservan algunas ruinas”619, o como
también sucede en el caso de Siaro, que sitúa a “2 y media leguas de Utrera hacia la parte
de mediodía [sobre] un despoblado que llaman Sarracatin, y a sus inmediaciones Sarro, y
es el sitio del Siarum que Plinio pone entre los pueblos del Convento de Hispalis”, o
Nabrissa, que sitúa en la “villa de Lebrija, que todavía conserva algunos vestigios de
antigüedad, principalmente en un arco romana, que se mantiene en la Plaza”620.
Sin embargo, en el caso de Asido Caesarina, siguió la ubicación dada por Enrique
Flórez, identificándola con Jerez de la Frontera, y no con la ciudad de Medina Sidonia621,
cuestión esta sobre la que trataremos más adelante.
Sobre el Templo de Hércules-Melkart en Cádiz, dice que sus “ruinas se descubrieron
en el año 1730, por el mes de Diciembre, en una gran baxa de mar, que después la
creciente volvió a cubrir. Estaba el templo a la falda de la isla por el lado que mira a
Cádiz … [y] sacáronse de él diferentes estatuas, y entre ellas dos pequeñas de bronce de
un palmo de alto, que están oi en Cádiz, en el Gavinete del Marqués de la Cañada, que
una es de Hércules y otra de Neptuno”622.

617
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, 23.
618
Velázquez, Observacioenes ... op. cit. 174, 27v-29v ; cfr. Atencia Páez, R., “El arco de los Gigantes
y la epigrafía antequerana”, Jábega 35 (1981), 47-54.
619
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, 27.
620
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, 30v-31.
621
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, fols. 31-31v; Flórez, op. cit. 23, Tomo X, 19 y ss; Cid y
Carrascal, op. cit. 267 (1790).
622
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, fol. 35v; cfr. Buhigas Cabrera, J.L. y Pérez Fernández, E.,
275
También realizó descripciones de los restos conservados en los yacimientos
arqueológicos. Por ejemplo de Singilia Barba, yacimiento del que dice que entre sus ruinas
se descubre (FIGURA 69) “los restos de un theatro casi del todo destruido, y solo han
quedado los vestigios del semicírculo de las gradas hasta los extremos por donde se unían
con la scena”623.

Figura 69. Teatro de Singilia Barba, según Luis José Velázquez

Figura 70. Alzado de Las Bóvedas, realizado por Luis José Velázquez

A la denominada Torre de las Bóvedas (FIGURA 70), situada en San Pedro de


Alcántara ( Málaga), la describe como parte de una “antigua almadraba o pesquería”, de

“El marqués de la Cañada y su Gabinete de Antigüedades del Siglo XVIII en el Puerto de Santa María”, en
Beltrán y Gascó, op. cit. 58 (1993), 205-221.
623
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, fols. 29v-30; descripción que repite Velázquez de Velasco,
Luis José, Memorias del Viage de España. Mss. 9/7018. El dibujo del teatro se encuentra en Velázquez de
Velasco, Luis José, Monumentos antiguos de Pintura, Escultura y Arquitectura. ARAH. Mss. 9/4128.
276
la que destacaría los restos de un edificio octogonal central, construido en “argamasa tan
desecho, que apenas se ha podido ajustar sus partes a las debidas dimensiones”,
aportando sus plantas y alzado.
Describe el Despoblado de Ronda la Vieja, donde se encontraban las ruinas de la
antigua ciudad de Acinippo, entre las que se conservaban los restos de un teatro que
conserva “la maior parte de la scena, el proscenio y el semicírculo de las grada, el qual no
está todo fabricado enteramente de piedras, sino cortada en la misma peña viva del monte,
y por esto no tiene vomitorios esparcidos en medio de las gradas”, edificio (FIGURA 71)
que ya conocía por una visita anterior624.

Figura 71. Planta del Teatro de Acinipo, según Luis José Velázquez.

Sobre la Mezquita de Córdoba, dice que “es un templo de 150 varas de ancho y 206
de largo, sostenido de columnas, y rodeado de 15 puertas forradas en chapa de hierro, y
muy semejantes a las de las fortificaciones moriscas. Alrededor del templo por la parte de
adentro y sobre las puertas por la parte de afuera hai muchas inscripciones arábigas”625.
En su obra describe piezas arqueológicas excepcionales, como es el caso del
Sarcófago de Medina Sidonia, que pudo en su emplazamiento original “en la Sacristía del
Convento de Religiosos Franciscanos reformados, hai un sepulcro antiguo de mármol

624
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, 52, Velázquez, op. cit. 598 (1750), 125-162; Maier
Allende, J., “Teatro de Acinipo”, en Tesoros, op. cit. 139 (2001), 212.

277
blanco. Por el lado de la frente está todo labrado con diferentes figuras de relieve entero,
en que se ven los bustos de un hombre, y una muger dentro de un medallón sostenido de
dos satiros , junto a los quales hai otros dos, y quatro Nimphas, y entre ellos algunos
genios. Por la parte de abajo se ve el mar, y algunos Delphines, y Genios en ciertos
barquillos”626, y que posteriormente pasó a la colección particular del Marqués de la
Cañada en El Puerto de Santa María.
Incluso llega a incluir piezas que aparecieron con posterioridad a la realización de su
viaje, como es el caso de la escultura de Atlas encontrada en Las Cabezas de San Juan
(Sevilla), donde “abriendo los cimientos de una iglesia en 1762 se descubrió un mármol de
3 cuartas de alto, que luego se condujo a Sevilla, donde se guarda en el Gabinete de D.
Francisco de Bruna, oidor de aquella Audiencia. Es una estatuas que representa a Atlas
arrodillado y sosteniendo sobre sus ombros un globo. Las concavidades que se ven en la
parte superior del globo, y del trozo de piedra bruta que está
al lado izquierdo de la estatua, hacen ver claramente que
servian para sugetar las espigas de otra mole que sobre ellas
descansaba: i la inscripción, que se ve en el pedestal de la
estatua … no deja duda que fuese la efigie de Claudio”627.
No solo anota de su propia mano las inscripciones
romanas, el número más elevado del conjunto de epígrafes,
sino que también copia y dibuja otras inscripciones
prerromanas, griegas, góticas, hebreas, islámicas y
bajomedievales.
Entre las inscripciones prerromanas, consideradas por
Velázquez como “monumentos pertenecientes a los españoles
primitivos”, destacan las falsificaciones del Valle del
Abdalajís (Málaga) (FIGURA 72), que describe como
Figura 72. Inscripciones perteneciente a una “piedra anular, hecha de pasta de
Prerromanas falsas de Málaga
recogidas por L.J. Velázquez. yerbas, que por ambos lados tiene inscripción”, y que le

625
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, 40v.
626
Velázquez, Observaciones .. op. cit. 174, 32v; cfr. Recio, A, “El sarcófago romano de Medina
Sidonia”, BIEG 20 (1974), 79 y ss; Recio, A., “Sarcófago romano de Medina Sidonia”, XIII CAN (Zaragoza
1975), 875-883; Beltrán Fortes, J., Sarcófagos romanos de la Betica con decoración de tema pagano
(Málaga-Sevilla 1999); González, R., “Recuperación de diversos fragmentos del desaparecido sarcófago
romano de la Colección del Marqués de la Cañada”, Revista de Historia de Jerez 6 (2000), 85-97.
627
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, 27.
278
habían sido remitidas por el canónigo malagueño Manuel de Trabuco y Belluga, uno de sus
informantes.
Como aportación novedosa
de su obra, es la recopilación,
por primera vez, de las
inscripciones islámicas que iba
encontrando a su paso, como las
inscripciones de Jérez de la
Frontera de la Frontera628, la del
sepulcro de San Fernando de la
Figura 73. Inscripciones islámicas del Palacio de la Alhambra, según
Catedral de Sevilla629 o las de la Luis José Velázquez

Alhambra (FIGURA 73), siendo encargada la traducción fue realizada por el maronita
Miguel Casiri de Gartia, bibliotecario real e
intérprete de lenguas de S.M. En este grupo
destacan Asimismo, en el transcurso de su
viaje, visitó las principales colecciones de
antigüedades, de las que nos dejó una
pequeña descripción e incluso algún dibujo
de las piezas que las conformaban.
En Córdoba visitó la colección de Pedro
Leonardo de Villacevallos, anotando y
dibujando las principales inscripciones que
se encontraban en ella, incluso las góticas e
islámicas, conservándose, según palabras
del padre Flórez, unas copias de los dibujos
(FIGURA 74) de las inscripciones que sacó
Velázquez de los originales de
630
Villacevallos .
Figura 74. Dibujos realizados por Valdeflores de
las inscripciones romanas de la Colección de
Villacevallos, según la copia del Padre Flórez.

628
Velázquez, Observaciones .... op. cit. 174, 31v, donde usa la traducción de Campomanes.
629
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, 25.
630
Flórez de Setién y Huidobro, Enrique, Colecciones de Inscripciones, principalmente de Andalucía,
copias al uso de Fr. Enrique Flórez. ARAH. Mss. 9/6118, fols. 12-19.
279
En Granada, pudo visitar el Gabinete de Pedro de la Cueva, oidor de la Real
Chancillería, donde se encontraba “una estatua de Flora [y] otra de Venus, ambas de
metal…, y una lámina de plomo con letras que yo no entiendo”. También pudo visitar el
Gabinete de Juan de Flores, donde admiró (FIGURA 75) “una estatua de Ceres de piedra
blanca con caractéres latinos y
celtibéricos, y también un trozo de
mármol blanco con una inscripción
en letras celtibéricas”631.
Durante su estancia en Sevilla,
visitó la Colección del Duque de
Alcalá, sita en la actual Casa de
Pilatos, donde pudo contemplar
“más de 200 piezas antiguas, y entre
ellas muchas estatuas, bustos, y
relieves, todos traídos de Roma.
Entre ellas hay una tablas de
Figura 75. Escultura de Ceres del Gabinete de Pedro de la mármol con bajos relieves, que
Cueva, por Luis José Velázquez.
representan dos combates navales, y
dos triumphos, también hay una Ara, que según dicen los manuscritos de [Rodrigo] Caro,
se encontró cerca de Guadix, de donde fue traída a Sevilla, y es la misma de que habla D.
Manuel Martí”632.
Durante su estancia en la ciudad de Granada, conoció de primera mano las
excavaciones que Juan de Flores acababa de comenzar en la Alcazaba, gracias al apoyo de
la Corona. Sobre esta cuestión, dice a Agustín de Montiano que “luego que tuve noticia de
los descubrimientos que se acababan de hacer en esta ciudad, pase a ella, reconocí el sitio
y los monumentos que de él se habían sacado que se reducen a cinco inscripciones, no
todas enteras, y un vaso de piedra, uno y otro de poquísima o ninguna consecuencia no me
determiné a seguir la excavación principiadas por el dueño del solar, por creer con
bastante fundamento que allí no se descubriría cosa de provecho, y por que me arriesgaba

631
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, fols. 48-49.
632
CIL II 3386, Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, 25-26. Los dibujos de Manuel Martí, fueron
remitidos a Montfaucon, quien los publicó en el tomo IV, lámina CXLII de su obra, op. cit. 672 (1719-1724).
Por oficio de fecha 08.06.1754 remitido por Velázquez a Montiano, ARAH CAG/9/7980/5(50), hizo hincapié
en conveniencia de que el monarca adquiriese este epígrafe.
280
a gastar el dinero de SM inutilmente y sin fruto como ha sucedido al descubridor, que
conoce el fondo de la antigüedad, piensa que lo descubierto es gran cosa. Aquí sueñan que
cavando se descubriran grandes edificios, pero como de las piedras descubiertas se
infiera, que el sitio en que se encontraron era el Pomerium de la ciudad, no puedo yo
persuadirme a ello, contando de un lugar de Livio que en el Pomerium jamás había
edificio alguno, vuelvo a decir a V.I. Que este descubrimiento, que ha hecho tanto ruido en
esta ciudad, no merece atención alguna”633.
Velázquez volvió a visitar las excavaciones en 1759, y para reiterar su oposición a sus
descubrimientos, escribió su trabajo inédito Discursos sobre los descubrimientos en el
Sacromonte, Torre Turpiana y Alcazaba de Granada634.
A modo de conclusión, la importancia del trabajo de Luis José Velázquez de
Velasco, radica en que, por primera vez, se intentó acabar con la denominada “epigrafía de
papel”, basada en transcripciones poco rigurosas, que había dado lugar a numerosas
falsificaciones, tal y como pudo observar Valdeflores durante su trabajo, y para lo que se
utilizó como método principal el copiar la inscripción directamente del original.
Junto a ello, también fue la primera vez en nuestro país que se dibujaron, de forma
sistemática y precisa, los monumentos de la antigüedad, como ya se había hecho en
Francia e Italia, con la finalidad de conocer y proteger dichos monumentos.
El viaje de Luis José Velázquez de Velasco vino a representar en el ámbito civil, lo que
el Patronato Regio y los viajes del Padre Burriel al ámbito religioso. Se trataba de una
empresa estatal, a la que se le dotó de una precisa Instrucción, y se puso a la Academia de
la Historia como valedora de su cumplimiento.
A pesar de las vicisitudes políticas que dieron al traste con el proyecto inicial,
Valdeflores consiguió terminar su trabajo, aunque gran parte del mismo ha quedado inédito
hasta la actualidad, conformando el conjunto documental denominado Colección general
de los antiguos documentos históricos de las cosas de España, se compone de “67
volúmenes, que contienen 13644 documentos, 439 escritores, 7008 diplomas, 4134
inscripciones, 2021 monedas, 62 monumentos de pintura (incluidos los mosaicos),
escultura y arquitectura”635.

633
Carta remitida el 17.03.1754 por Luis José Velázquez de Velasco a Agustín de Montiano y Luyando.
ARAH. Mss. 9/6000, 129-130.
634
Zamora Bermúdez, “Contribución del Marqués de Valdeflores a la Historia”, Jábega 63 (1989), 35;
Álvarez Martí-Aguilar, op. cit. 83 (1996), 36.
635
Alberola Fioravanti, Mª. V., Guía de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia (Madrid
281
Esta documentación fue utilizada por los diversos proyectos institucionales de la
Academia de la Historia, pero el principal beneficiado fue E. Hübner, quien gracias a la
documentación reunida pudo escribir en 1869 el volúmen II del Corpus Inscriptionum
Latinarum, dedicado a Hispania.

2) El Viaje Topográfico de Fray Sebastián Sánchez Sobrino.

El trabajo efectuado por el Fray Sebastián Sánchez Sobrino, titulado Viaje


Topográfico desde Granada a Lisboa es una publicación poco conocida hasta el momento
presente, que no ha sido incluida en los grandes trabajos sobre los viajeros ilustrados.
En la obra no se menciona en ningún momento las razones del viaje y si este tuvo un
carácter privado, o por el contrario constó con algún tipo de apoyo institucional. No
obstante, que fuese publicada por la imprenta real de Granada y que estuviese dedicada
Fernando José de Velasco y Cevallos, Presidente de la Real Chancillería de Granada y
miembro del Consejo de Castilla, probablemente sea indicativo de la búsqueda de algún
tipo de apoyo gubernamental (FIGURA 76).
Además, hay que resaltar que Velasco, además de político, fue un importante
coleccionista de monedas, tal y como se conserva por la abundante
correspondencia mantenida con diversos eruditos y coleccionistas
andaluces, como Pedro Leonardo de Villacevallos, Patricio Gutiérrez
Bravo o José Gutiérrez Navarrete636.
Del contenido de la obra, se desprende que el objetivo final de la
obra de Sánchez Sobrino era la descripción de la ciudad de Antequera
y sus alrededores, lugares a los que dedica casi la mitad de sus
páginas, y ello por que, tal y como dice el propio autor, a “esta
Figura 76. Portada ciudad nobilísima a quien debo mi educación, y mis cortos estudios,
de la obra de
Sánchez Sobrino. exige de mi gratitud que me detenga alguna cosa más en su
637
descripción” . Se trata de una obra, cuyo editor expone que está concebida por una
persona que “manifiesta una instrucción nada vulgar en las Antigüedades y en las Bellas
Artes”, dado el cargo de Fray Sebastián Sánchez Sobrino de Catedrático de Griego en la
Universidad de Granada.

1998), 111-112. La colección abarca ARAH. Mss. 9/4095 a 9/4159 y los índices están en Mss. 9/4160.
636
El epistolario de Fernando José de Velasco y Cevallos, se conserva en BN. Mss. 2226, 2230, 2543,
2536, 2537, 2538, 2539, 9941-9944, 13633, y 18630.

282
Su autor, que se define como “apasionado a las Antigüedades, amigo de las Artes y
de las Buenas Letras”, firma la obra bajo el seudónimo de Anastasio Franco y Bebrinsaez
y según consta en el prólogo de la publicación “ha diez y nueve años que [lo] escribió”, es
decir el viaje debió efectuarlo hacia el año 1755, aunque estas fechas no concuerdan con
otras que inserta en el texto, por lo que acude al recurso de insertar en notas o comentarios
aquellos hallazgos arqueológicos acaecidos con posterioridad a su viaje, para lo que
recurre constantemente al Viage de España de Antonio Ponz. Muestra de ello es la
mención del hallazgo de la inscripción romana donde se habla de la ciudad de Basilippo638,
hoy identificada con la Torre del Cincho (Arahal, Sevilla), o de las inscripciones halladas
en las excavaciones practicadas por Francisco de Bruna y Ahumada en 1781 en Itálica639.
Esto tiene su explicación en que el viaje de Sánchez Sobrino principalmente recoge
las antigüedades romanas, y, entre estas destacan las inscripciones, que encuentra a su
paso, siendo muy escasas las referencias a monumentos o inscripciones islámicas e
inexistentes en el caso de los hallazgos prerromanos. Sobre las inscripciones que aparecen
en el texto, dice que siempre las procuró “copiar por mí mismo, tomándome este trabajo
importuno, en obsequio de los Antiquarios, pues aunque de ellas andan varias copias en
poder de los Curiosos, están ordinariamente mal sacadas, o por falta de instrucción o de
cuidado”640.
Muestra de ello lo encontramos en la descripción de Alcalá del Río, a la que identificó,
en contra de la postura mantenida por el Padre Flórez, con Ilipla Magna, y por tanto recoge
todas las inscripciones romanas existente en el lugar, tanto las que vió por sí mismo como
las que anotó “en la casa donde posé, [donde] había un Qaderno MS, en que estaban
recogidas no solo las existente, sino algunas que ya han perecido”641. Pero es más, incluso
incluye otra inscripción aparecida en 1784, sin que en ningún momento haga mención a la
inscripción tartésica encontrada en 1763642.

637
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 111.
638
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 8; Ponz, op. cit. 93, Tomo XVII (Madrid 1791), 220. La
inscripción es CIL II 1373.
639
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 72-74. CIL II 1130 y CIL 1135; Ponz, op. cit. 709 (1791), 221;
Bruna y Ahumada, Francisco de, “Comunicación de D. Francisco de Bruna dando cuenta al Conde de
Floridablanca de las estatuas, pedestales, inscripciones y demás objetos que se descubrieron en Santiponce,
cerca de Sevilla”. RABM V (1875), 240-241
640
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 193.
641
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 11-16: CIL II 1089, II 1090-1091, II 1105, II 1082 y II 1088.
642
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 19; Ponz, op. cit. 93, Tomo XVIII (Madrid 1794), 219;
Almagro-Gorbea, op. cit. 172 (2003), 103-106. La inscripción es CIL II 1085.
283
Asimismo, es muy frecuente el recurso a la obra de Antonio Ponz, como fuente para
corroborar sus hipótesis, por lo que el resultado de este viaje puede ser encajado dentro del
concepto de monumento antiguo que entendía la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando, dentro del cual únicamente tenían cabida los monumentos y restos
arqueológicos del mundo clásico. Sin embargo, en la parte de la descripción de Antequera
y sus alrededores, la fuente de erudición, con la que confrontar los datos que aportar, es la
obra de Cristóbal Medina Conde, titulada Conversaciones Malacitanas643.
A lo largo de sus páginas, se recogen las diferentes antigüedades (epígrafes, monedas,
ruinas, etc) que su autor va encontrándose a lo largo de su camino, y el motivo de la misma
era “contribuir a la ilustración de los curiosos en un ramo de la literatura tan poco precio
como poco versado de nuestros escritores”. Pero junto a ello, también muestra, como hizo
Antonio Ponz, su preocupación por el atraso del país, que Sánchez Sobrino comprueba de
primera mano. Un ejemplo de esto lo lo encontramos en la descripción de Castilblanco de
los Arroyos (Sevilla), de cuyos habitantes dice que “es población corta, pobre, inculta, de
mal piso y peor hospedaje”. Incluso, en algunos casos, llega a darnos su impresión sobre la
arquitectura popular, como en el caso de Santa Olalla (Huelva), “población de fea
construcción y de mal piso”644.

Figura 77. Itinerario de Fray Sebastián Sánchez Sobrino.

El recorrido de su viaje (FIGURA 77) es el siguiente: Granada, Loja, Antequera, La


Roda de Andalucía, Pedrera, Osuna, Puebla de Cazalla, Arahal, El Gandul, Sevilla, Alcalá

643
Medina Conde, Cristóbal, Conversaciones históricas malagueñas o materiales de noticias seguras
para formar la historia civil, natural y eclesiástica de la muy ilustre ciudad de Málaga. 4 Vols. (Málaga
1789-1795).
644
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 20 y 22.
284
del Río, Castilblanco de los Arroyos y Santa Olalla, desde donde parte hacia tierras
extremeñas y Lisboa, escala final de su viaje.
A su vuelta de la capital lisboeta, entra en Andalucía por Ayamonte, continuando desde
aquí por Lepe, Cartaya, Gibraleón, San Juan del Puerto, Villarrasa, La Palma del Condado,
Manzanilla, Sanlúcar la Mayor, Espartinas, Castilleja de la Cuesta, Sevilla, Santiponce,
Sevilla, San Juan de Aznalfarache, Lebrija, Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María,
Cádiz, El Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, Bornos, Villamartín, Algodonales,
Olvera, Cañete la Real, Campillos, Antequera, Archidona, Loja y, finalmente, Granada,
donde finaliza su viaje.
La primera escala de su viaje es Loja (Granada), donde se sitúa la ciudad romana de
Lacibis, como lo demostraría el hecho de que “abriendo en la Iglesia mayor unas zanjas,
se encontraron una lápida con esta inscripción:
q. pomponio artig.
ordine mun.lacib.
et populo petente
l. domitius fab.
d.s.p.f.c.
idemque dedicavit
645
d.d.”

Desde aquí, y tras pasar por Antequera y La Roda de Andalucía, “dicha en lo antiguo
Carruca”, llegó a Osuna, de la que informa que conserva aún “muchos fragmentos de
antigüedad, principalmente en el monte en que estaba situada la Iglesia Colegial, donde
sin duda estuvo VRSONE, de la cual hacen frecuente mención los Historiadores y
Geógrafos, y sus Medallas son muchas y diferentes. Aquí encontré casualmente la del Oso,
que publicó el P. Flórez”646.
También durante su viaje, visitó algunas colecciones reunidas por diversos anticuarios,
como la colección de Patricio Gutiérrez Bravo, con que departió durante “dos horas” y al
que define como “hombre erudito, de una regular instrucción en la Historia antigua, pero
se me antojó no tener la más exacta crítica, y que era nimio partidario de Rodrigo Caro.
Posee una buena colección de Medallas, una copiosa Librería, y no pocos Mss., que no
pude registrar por la brevedad del tiempo”.
Pero a pesar de esta visión negativa de la capacidad intelectual de Gutiérrez Bravo,
debieron tener, al menos, una relación epistolar posterior, ya que el único ejemplar

645
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 3. La inscripción es CIL II2/5, 42* (= II 181*).
646
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 6-7.
285
conservado del manuscrito de su obra Discursos geográficos de la Bética Romana, sus
límites, sus ríos, sus gentes, sus pueblos, sus nombres antiguos y modernos y la situación
de cada uno de ellos, sus lápidas y medallas geográficas647, es una copia realizada por
Sánchez Sobrino.
Describe los restos arqueológicos que encuentra a su paso, como en el caso de El
Gandul (Sevilla), del que narra que “a corta distancia de la Población, y del camino a
Sevilla, por la parte de Levante, se descubren aún vestigios de antigüedad romana, y se
encuentran monedas del Alto Imperio, de las que me franqueó el Marqués [de Gandul]”648.
Otros ejemplos son Niebla (Huelva), “pueblo tan memorable en la antigüedad, y
conocido baxo el nombre de Elepla ... que conserva aún muchos vestigios de Romanos,
Godos y Árabes”649, o San Juan de Aznalfarache, donde sitúa a la antigua Osset, pues “se
conocen aún sus muros y son frecuentes sus medallas”650.
Es interesante la descripción del yacimiento de Itálica (Santiponce, Sevilla), del que
nos cuenta que, con motivo de la construcción del camino hacia Mérida y Badajoz, se
“estaban demoliendo á la sazón los cortos vestigios que restaban de su famoso
Amphiteatro, de que trató Justo Lipsio; pero con tanta barbarie, que al llegar, acababan
los trabajadores de hacer pedazo una media estatua, que me pareció ser de Trajano, por
las facciones del rostro, que permanecía casi entero”. En su visita conoció el Depósito
Eclesiástico existente en el compás existente en el Monasterio de San Isidoro del Campo,
de que menciona que “hay fijas en la pared varias Inscripciones antiguas, que tengo ya
copiadas en otro Viage, y remitidas a V.S.I.”651.
Sitúa el emplazamiento de la antigua Gadir “en la parte Occidental de la Isla, donde
está el Castillo de San Sebastián, y también por la parte del Sur se descubren aun en la
baxa mar grandes y dilatadas ruinas, que sospecho sean de la antigua Erythrea, llamada
después Gadir por los penos”, mientras que el templo de Hércules-Melkart, lo sitúa, según

647
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 9. El ejemplar manuscrito de la BN Mss. 18971 fue copiado en
el Convento de San Antonio Abad de Granada en 1771. El ejemplar pasó posteriormente a la biblioteca de
Antonio Mosti, de quien existe un ex libris en el libro, que compró parte del monetario de Gutiérrez Bravo, y
de aquí a la Biblioteca de Fernández-Guerra, quien le hizo algunas anotaciones marginales.
648
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 10.
649
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 55.
650
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 58 y 82.
651
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 70-71.
286
la noticia tomada de Antonio Ponz, en “Santi Petri, donde en la baxa mar se conocen aún
las ruinas del famoso templo de Hércules”652.
En su obra, también tienen cabida las Colecciones anticuarias de las Casas Nobiliarias,
como es el caso de la colección reunida por el Duque de Medinaceli, en la sevillana Casa
de Pilatos, que “tiene hermosos salones llenos de inscripciones en [árabe], a semejanza de
la Alhambra de Granada”, y en cuyo patio existían, según Sánchez Sobrino “varias
estatuas y muy buenas de emperadores romanos, y algunas de Reyes de España. Otras
mejores, según me dixeron, han sido trasladadas a Madrid. Hay también en dicha casa
dos estatuas colosales de Palas Belica y [de Palas] Pacífera, que son de excelente mano.
Sobre todo es admirable una Venus que hay ya maltatrada”653.
Durante su estancia de 19 días en Cádiz, visitó las colecciones pictóricas de Manuel
Martínez Verdejo y de Sebastián Martínez, y el Museo y Galería de Pedro Antonio Alonso
O´Crouley, en la que se incluía además de Pinturas una serie de piezas que “abrazan quasi
todos los ramos de la Antigüedad y bellas letras Tiene cerca de 600 medallas de
colocación distribuidas en un hermosísimo Numophylacio o Medallero, en sus diferentes
series o clases, de Griegas Municipales o Geográficas, Consulares y de Familias,
Cartaginesas, Imperiales, de Reyes y Repúblicas, Godas, Árabes, Españolas, Medallones
de Varones ilustres, antiguos y modernos. Posee también muchos ídolos, bustos y planchas
de la más remota antigüedad, multitud de excelentes camafeos y entallos en fondo y realce,
gran copia de conchas preciosísimas, y de piedras pertenecientes al ramo de la Historia
Natural”654.
Como hemos dicho anteriormente, la mayor parte de sus páginas están destinadas a
describir los monumentos, epígrafes y hallazgos arqueológicos existentes en la zona
conocida como la Depresión de Antequera.
Así de Antequera dice que “ocupó antiguamente el recinto que hoy ciñen por partes su
murallas”, y en el que “se descubren con frecuencia pedazos de ladrillos, cántaros, tejos y
otros vestigios de los tiempos del Alto Imperio, que sirven de guía a los anticuarios para
conocer la antigüedad de las obras”, que junto con las inscripciones que se conservan en

652
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 94-98.
653
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 74-76.
654
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 104-108; Alonso O´Crouley, P., Musaei O-Crouleiani
compendiaria descriptio: o catalogo de las medallas, camafeos, monumentos antiguos, etc. (Madrid 1794).
Imprenta de D. Plácido Barco López; cfr. Solé, P.A., “El anticuario gaditano Pedro Alonso O’ Crouley. Su
vida, su museo y sus diálogos de medallas antiguas, con una carta inédita de don Antonio Ponz”. Archivo
Hispalense 136 (1966), 151-166.
287
la Puerta de los Gigantes o Arco de Hércules, le llevan a identificar a Antequera con la
antigua Antikaria655.
No obstante, por las inscripciones existentes en dicha Puerta, mantiene que en las
cercanías debieron existir otras ciudades romanas, desde las que se trajeron inscripciones.
En primer lugar, menciona a Singilia Barba, situada “a una legua al Poniente de Antequera
en el sitio del Castillón”, donde “por todo el sitio que ocupaba la población se encuentran
en abundancia fragmentos de toda especie de mármoles y alabastros, como también de
finísimos búcaros”, destacando las “ruinas de su gran teatro”. En torno a la población,
destaca Sánchez Sobrino, la existencia de un cinturón o “cadena de sepulcros, que se
extiende hacia el Poniente y Norte por más de 400 pasos, sin haber apenas palmo de
tierra, donde no haya sepultura”656.
Otro lugar del que fueron extraídas inscripciones fue de Cerro León, “distante dos
leguas casi al Mediodía y cerca de una Huerta que llaman La Solana”, lugar en el que “se
conservan grandes vestigios de antigüedad, pero no tuve tiempo de pasar a examinarlos
por mí mismo”, donde situó, erróneamente, la ciudad de Osona657, y no la de Osqva, de
donde le “trajeron copia de la [siguiente] inscripción, que existe en la Huerta de Solana:
G(aio) · Licinio · Agrino ·
Osq(uensi) · IIviro · bis ·
G(aius) · Licinius · Agrippinus·
f(ilius) · optvmo · patri ·
accepta · exedra ·
ab ordine · m(unicipivm) · m(unicipii) · Osq(uensis) ·
statuam · cum · orna-
mentis · exedrae ·
658
dato · epulo · d(edit) · d(edicauit) ·”

Otras inscripciones fueron traídas del Valle del Abdalajís, “distante dos leguas al
Medio día de Antequera, sito de la antigua Nescania, y que conserva aún ruinas”659, así
como de ILURO, situado “sino me engaño en Puerto Llano, entre Antequera y Alora, al
Medio día de aquella, donde se ven aún grandes ruinas, cerca del Cortijo de los Ojos”660.

655
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 115-124
656
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 133-136.
657
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 154-155.
658
Sánchez Sobrino, op. cit. 644, (1774) 165-166 . La inscripción es CIL II2/5, 736 (= II 2030; ILS
5488).
659
Sánchez Sobrino, op. cit. 644, 175-186.
660
Sánchez Sobrino, op. cit. 644, 188-189.
288
En definitiva, nos encontramos frente a un viaje arqueológico, del que se disponía de
escasos datos hasta el momento presente y que había sido muy poco tenido en cuenta por
los principales estudiosos sobre los viajes arqueológicos, como A. C. Guerrero y G. Mora.
A pesar de ello, su contenido aporta numerosos datos hasta el momento presente no
tenidos en cuenta a la hora de estudiar este tipo fuentes que representa los relatos de viajes.
Se trata de un relato muy ligado a Antonio Ponz, a cuyo texto recurrirá como elemento
para aseverar algunas de las noticias que proporciona.
Por ello, en sus páginas predominan los materiales exclusivamente romanos, e incluso
de da la paradoja de incluir algunas piezas que aparecieron con posterioridad a la fecha en
que se dice se publicó el trabajo.

3) El Viaje a Andalucía de Francisco Pérez Bayer.


Francisco Pérez Bayer representa, una nueva forma de recopilación de las
monumentos de la nación. Interesado por investigar y hallar los restos históricos, civiles y
religiosos, esparcidos en la Península, registrará en su viaje las antigüedades prerromanas,
romanas, visigóticas (o visigodas) e islámicas, con lo la concepción del objetivo de su viaje
se muy cercana a la planteada, en 1752, por Velázquez de Velasco, y al igual que el
malagueño, el erudito valenciano fue acompañado en su recorrido por el Marqués de
Valdeflores, haciéndose acompañar el valenciano, como ya hiciera el malagueño, por
Asensio Julián, un experimentado dibujante que fue el autor de la mayor parte de los
dibujos que ilustran la obra.
Según Maurizio Fabbri661 y M. H. Piwnic662, el viaje de Francisco Pérez Bayer, fue
producto de una comisión de la Corona, el primero de ellos, y de la Real Academia de la
Historia, ideas estas que han sido mantenidas por Gloria Mora663 y Pablo Pérez García664.
Estos extremos no los hemos podido corroborar en el transcurso de nuestra
investigación. En el primero de los casos, por que en su texto, el propio Pérez Bayer no
hace mención alguna a que su idea haya sido producto de una comisión real. Respecto a la
segunda idea, examinadas el Anuario 2003 y las Actas de la Real Academia de la Historia,
no hemos encontrado mención a ello.

661
Fabbri, op. cit. 646 (1996), 410.
662
Piwnic, M.H., “Les deux voyages de F. Pérez Bayer au Portugal : 1782, 1783”, Revista de Historia
Moderna. Anales de la Universidad de Alicante 3 (1983), 261-367.
663
Mora, op. cit. 650 (1996), 904-905; Mora, op. cit. 11 (1998), 45-46.
664
Pérez García, P., “El Viaje a Andalucía”, en Pérez Bayer, op. cit. 643 (1998), 37.
289
Además, la obra de Pérez Bayer presenta una problemática añadida, que es la
existencia de diversas copias incompletas, distribuidas entre la Universidad de Valencia, la
Biblioteca Nacional, que es una copia incompleta sin dibujos, y la Real Academia de la
Historia, cuyo ejemplar, también incompleto, conserva los dibujos de inscripciones y
monumentos.
La Academia de la Historia mostró un gran interés por conseguir esta copia para lo que
“practicó vivas diligencias para lograr un traslado de las inscripciones que recogió y
copió por sí mismo el erudito señor don Francisco Pérez Bayer en sus viajes por
Andalucía, las cuales se hallan en la biblioteca de la Universidad de Valencia”665, con el
objeto de poder completar la bibliografía necesaria para la finalización del proyecto de la
Colección Lithológica, retomado nuevamente en 1802.
La confusión sobre la existencia de una Comisión Regia o no, considero que tiene su
origen en el título del manuscrito conservado en el Archivo de la Real Academia de la
Historia, que se denomina Extracto de las inscripciones i otros monumentos antiguos que
se encuentran en el manuscrito original que conserva la Universidad Literaria de
Valencia, del Viaje literario que hizo á Andalucía y Portugal en el año 1782 el Ilmo. Sor.
Dn. Francisco Pérez Bayer del Consejo y Cámara de S.M. Formado por encargo de la
Real Academia de la Historia, por su Socio correspondiente Don Vicente Miguel Joaquín
Noguera y Climent, y escrito por el Doctor Miguel Godínez Presbítero beneficiado de la
Metropolitana Yglesia de Valencia.
Sí, por el contrario, alcanzó la dignidad de Académico correspondiente de la Real
Academia Sevillana de Buenas Letras, donde el 04.10.1782 dio “las gracias a la Academia
por el honor de haberme enviado el título de académico”, leyendo a continuación su
discurso de aceptación, titulado Premio de su obra sobre las investigaciones de la
Antigüedad666.
Pero sí existiría una aceptación tácita del viaje por parte de la monarquía, como lo
demostraría las siguientes afirmaciones. La primera de ellas, es un fragmento de una carta
que el propio Pérez Bayer remitió al académico de la Historia Juan Bautista Muñoz, en la
que narra que “mi Diario son dos tomos en 4º de marquilla, algo más que iustae molis, letra
como está. Van pareciendo bien. Los lee ahora S.A. el Sr. D. Gabriel”. La otra referencia

665
Flores de la Barrera, op. cit. 128 (1817), X.
666
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 447; cfr. Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 329, da la fecha del
11.10.1782.
290
pertenece a la carta remitida por Juan Antonio Mayans a Manuel Cenáculo Villasboas, en
la que cuenta, acerca de Pérez Bayer, que “es tan laborioso que, llegando a Madrid, tenía
escritos y copiados algunos tomos relatando su Viaje, que leyó el Sr. Infante D. Gabriel y
el Conde de Floridablanca, y aún el rey Nº Sr. se dignó en ver algo”667.
Aunque inicialmente realizó su viaje por Valencia, Andalucía y Portugal, donde llegó
hasta Coimbra, para volver posteriormente hasta Madrid. Por la carta enviada a Juan
Bautista Muñoz, y conservada en la Real Academia de la Historia, planeaba continuar su
viaje “por parte de Castilla, Rioja, Navarra, Aragón, Cataluña y Valencia, para lo
celtibérico, esto es para mi tercer tomo”.
Este inicial deseo de continuar su viaje, también lo recogió Juan Antonio Mayans, en
su mencionada carta a Manuel Cenáculo Villasboas, cuando le menciona que Pérez Bayer
“está en ánimo a primeros de junio de continuar su viaje por Coria, Ventas de Caparra,
Alcántara, Coimbra, Braga y Lugo, y ladearse a Castilla, León, Rioja, Aragón, Cataluña y
al setiembre a Valencia. Creo que podrá decirnos en esta expedición cosas más
desconocidas que de la primera”.
Más bien, parece que nos encontramos ante un viaje privado, que, como ha señalado A.
Álvarez de Morales, Pérez Bayer ya tenía previsto desde tiempo atrás. Así en una carta que
escribe el 11 de Abril de 1781, remitida a Monseñor Seguier, de Nimes, le dice que “hago
ánimo de ir a la Andalucía con un buen dibujante y arquitecto que pueda levantar los
planos y perfiles y diseñar las reliquias y vestigios que queden de la Antigüedad, como las
monedas que no podré haber originales”668.
Los motivos que impulsaron a Pérez Bayer a realizar su viaje, aparecen expuestos en
diversos puntos de la obra:
- la aparición a fines del siglo XVI de las memorias eruditas de el Licenciado Diego
Franco y de Pedro Valera669, en las que se mencionaba la existencia “en varias ciudades de
Andalucía y otras partes algunas inscripciones en caracteres desconocidos”.

667
Carta de fecha 15.01.1783 remitida por Francisco Pérez Bayer a Juan Bautista Muñoz. ARAH.
Fondo Juan Bautista Muñoz, Mss. 9/4853, 278 y Carta de fecha 31.05.1783 remitida por Juan Antonio
Mayans a Manuel Cenáculo Villasboas, ambas transcritas por A. Mestre Sanchís, op. cit. 643 (1998), 21-22;
cfr. Piwnic, M.H., “La correspondance Mayans-Cenáculo”, Arquivos do Centro Cultural Portugues XXII
(1986).
668
Álvarez de Morales, A., “Pérez Bayer y su viaje a Andalucía en 1782”, Actas del IIº Coloquio de
Historia de Andalucía. Tomo II (Córdoba 1983), 191.
669
Cartas atribuidas al Licenciado Alonso Franco sobre monumentos desconocidos, escritas a un
Inquisidor que se sospecha fuese el Dr. Olivan. ARAH. Mss. 9/2210; Varias inscripciones recogidas por
Pedro Valera en el año 1589 de Jesús, que el vió caminando con su amo el Duque. ARAH Mss. 9/4155(2).
291
- la publicación, en 1781, de la primera parte de su obra sobre “las monedas
desconocidas de España, el cual trata de las de los hebreos llamadas comúnmente
samaritanas, de cuyo conocimiento pende, en mi dictamen, el de las monedas de los
fenices propiamente dichos y, consiguientemente, el de las monedas de los penos o
cartagineses pobladores de Bastetania y Bética, litoral y de ambas riberas del
Guadalquivir hasta Sevilla, hice varios trabajos sobre las copias de algunas de dichas
inscripciones desconocidas que debía a la liberalidad del conde del Águila, con ánimo de
publicarlas en mi segundo tomo, en que trataré de las monedas de los fenices o penos
españoles”, para lo que considerable indispensable, como ya hiciera Valdeflores, el “verlos
y tocarlos con mis ojos manuales (pues uno y otro se necesita y muchas veces no
basta)”670.
- Otra finalidad de su viaje era conocer las falsificaciones del Sacromonte y de la
Alcazaba de Granada, así como recoger copias y extractos de varias cartas y documentos
relativos a las falsificaciones granadinas de finales del Siglo XVI, así como las relaciones
existentes entre los hallazgos antiguos “verdaderos” para compararlos con los falsos de
Flores y Medina Conde671.
El resultado final de su trabajo fue, según recoge en el propio prólogo, la recopilación
en un diario de todo aquello “cuanto en los lugares de mi tránsito he hallado de
inscripciones antiguas y otros monumentos dignos de memoria, copiando aquellas por mí
mismo y con su propio carácter, y haciendo que éstos los dibujase con igual cuidado un
joven hábil que me acompaña para el referido efecto; a lo que he añadido algunas
reflexiones pertenecientes a la antigua Geografía de España”672.
El método de trabajo era bien sencillo, al menos en lo referente a las inscripciones, y
así lo expresa en sus propias palabras. Tras comprobar “con sus originales y entonces y no
antes las pondría en mi diario, y que ése era mi estilo y que ni de mí mismo me fiaba”. En
cuanto a las representaciones gráficas de monumentos, inscripciones y esculturas insertos
en su diario, usa el dibujo como elemento de registro de las antigüedades de un lugar o de
una colección, y como apoyo a la descripción del mismo, pero nunca con el criterio de

670
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 3, la obra a la que se refiere es Pérez Bayer, Fco., De numis
Haebreo-Samaritanis et vindiciae Hebraeo-Samaritanorum. 2 Vols. Imprenta Montfort. (Valencia 1781).
671
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 172 a 235; Vegué y Goldoni, A., “Para la historia de la Arqueología
en España. El canónigo Pérez Bayer y los Nuevos monumentos de Granada”, Anuario del Cuerpo
Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos II (1934), 5-21.
672
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 3.
292
registrar el estado de conservación del monumento, que pueda apoyar una posterior
intervención de restauración.
La sección de su Diario referente a Andalucía, puede dividirse, según la
publicación del manuscrito realizada por Antonio Mestre Sanchís, en tres grandes
unidades:
- La primera parte, abarcaría desde la entrada de Pérez Bayer en tierras de
Andalucía, el 15.05.1782, hasta su llegada a Córdoba, el 04.07.1782, y en los que copió
“las inscripciones y monumentos antiguos que ha visto en las ciudades de … Vera,
Almería, Granada, Guadix, Baeza, Jaén y las villas de Martos, Porcuna, Montoro, El
Carpio y otros lugares de su tránsito, con algunas observaciones pertenecientes a la
geografía antigua de España”.
Pérez Bayer se dirige, procedente de tierras murcianas, hacia Almería, donde
permaneció desde el 17.05.1782 hasta el 22.05.1782. Durante su estancia registró, del
mismo mes. Aquí pudo registrar en compañía de Felipe Gómez Deán de la Catedral, las
inscripciones islámicas de la Alcazaba y de la colección que poseía José Pérez, compuesta
por “once tablas o trozos de mármol de a
dos palmos y de tercia de vara de mármol
muy blanco y como dos dedos de grueso,
y de ancho como un coto, [que] según su
figura, y por estar y haberse hallado en
un mismo sitio, es de creer que sean
partes de una misma inscripción”673, de
las que llega a dibujar algún fragmento Figura 78. Inscripción islámica de Almería según
Pérez Bayer
(FIGURA 78).
A continuación, se dirigió hacia Adra (Almería), “la antigua Abdera conocida ... por
los geógrafos griegos y latinos, y una, tal vez la primera de España, a donde aportaron los
fenices, nuestros pirmeros pobladores conocidos, según demuestran sus antiguas monedas
con caracteres fenicios que tengo explicada en mi disertación del alfabeto y legua de
fenices”, desde donde se dirigió, en compañía de Pedro Beneyto hacia la cercana Ermita de
San Sebastián, donde copio las inscripciones romanas que “existen en la frente o portada
de dicha ermita que mira al mar”674.

673
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 145.
674
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 148-151. Las inscripciones son CIL II 1990, II 1988, II 1983, II
293
En su visita a Adra, pudo observar en casa de José Bruno Gueco, la “pequeña estatua
de piedra blanca algo tosca y corroída. Lleva en la cabeza uno como capacete. Su manto,
que sólo le cubre los hombros y parte del pecho, y luego cae por la izquierda tapándole
todo aquel brazo. El resto del cuerpo desnudo enteramente. El brazo
derecho tiene caído sobre el mismo lado, y en la mano tiene una como
espiga de maíz la cual pasa sobre la cabeza de un carnero que tiene a
su pie puesto de frente. En el opuesto lado o siniestro tiene a su pie un
águila, como parece por su figura. Parecióme un Júpiter Ammón”
(FIGURA 79), pero que Luis Baena del Alcázar la considera como
representación de Hércules675.
El miércoles 29.05.1782 llegó a la ciudad de Granada, donde
departió con las principales autoridades y eruditos de la ciudad, entre
los que se encontraba Fray Sebastián Sánchez Sobrino, cuya obra ya
hemos analizado con anterioridad.
Su primer reconocimiento se lo dedicó a la Alhambra, “el palacio
Figura 79.
Escultura de
Hércules según
antiguo de los reyes moros”, del que destacó la primura de sus
Pérez Bayer
construcciones y las numerosas inscripciones islámicas allí existentes,
de las que, curiosamente, no transcribe ninguna.
Tras describir el denominado Patio de los Leones, centró su atención en la Sala de los
Reyes, en la que destaca la representación pictórica de los figuras de los monarcas nazaríes,
sobre la que Bayer dice “la pintura es antigua, y las gentes dicen que es de moros, pero no
les permite esto su Alcorán. En una de estas cúpulas están sentados varios personajes
ancianos, unos en ademán de admirarse, otros de deliberar, otros de preguntar, etc…”676.
Posteriormente volvió al lugar, acompañado del dibujante “con ánimo de dar otra vista
y registrar con libertad todo aquel sitio, y buscar las inscripciones que citan Pedraza677 y
otros”, propósito que fue en vano, pues no pudo encontrar las inscripciones que buscaba.
A continuación visitó el Carmen de Pedro Poscosio de Baños, donde “sabía yo por las
famosas cartas del Sacristán de Pinos Puente”678 la existencia de columnas con epígrafes

1991, II 1985, II 1984, II 1980, II 1981, II 1996, II 1995, II 1993 y II 1989.


675
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 152; cfr. Baena del Alcázar, Luis, “Noticias literarias sobre
esculturas romanas desaparecidas”, Baetica 19 (1997), 396.
676
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 171.
677
Bermúdez de Pedraza, Francisco, Historia Eclesiástica de Granada (Granada 1634).
678
Medina-Conde y Herrera, Cristóbal, Cartas del Sacristán de Pinos Puente sobre los nuevos
descubrimientos en la Alcazaba (Granada 1763). Carta 2ª, nº 27, página 31 y 13ª y siguientes.
294
romanos, procedente de Ilvrco, que recoge fielmente679. Luego pasó por el Albaicín,
“barrio [que] escogió Juan de Flórez para teatro de sus ficciones, por que no ignoraba se
conservaba en él algunos restos de antigüedad”, como los restos de la cerca nazarí y
algunas inscripciones recogidas en la obra de Francisco Bermúdez de Pedraza, con la
intención de conocer los trabajos arqueológicos de Juan de Flores y Oddouz y de Cristóbal
de Medina-Conde y Herrera.
Pero su atención se centró en la Alcazaba, donde pudo observar in situ los restos de
“las minas o excavaciones hechas por dirección del famoso D. Juan de Flórez, donde se
fingió haberse hallado los monumentos en piedra y plomo que andan en ochenta y más
estampas, cuya falsedad está ya declarada judicialmente a excepción de cinco o seis de
ellos que son seguramente antiguos”680.
Las piezas declaradas verdaderas fueron almacenadas, por orden real, en los sótanos de
la Real Chancillería de Granada, conformando lo que hemos denominados Depósito de la
Real Chancillería de Granada, compuesto, según la visita efectuada por Francisco Pérez
Bayer el día 08.06.1782681.
Tras finalizar su visita a Granada, se dirige, a través de Guadix y Baeza, hacia otro de
sus objetivos, que era “examinar con cuidado el sitio de la antigua Castulo y ver si en él
quedaban algunas inscripciones antiguas, y especialmente una en caracteres
desconocidos”, que había sido descrita por Pedro de Valera, y que a partir de una copia que
le había remitido el Conde del Águila, Bayer la “había yo interpretado y deseaba mucho
ver la original”. Pero tras una pesquisa “de cortijo en cortijo y de collado en collado
buscándola exquisitamente por todo aquel famoso de Caldona”, no halló la inscripción que
buscaba682.
El 24.06.1782, Bayer visitó las ruinas de la antigua Cástulo, situado junto al río
Guadalimar, donde hay “un molino que llaman La Caldona. Desde este molino comienza a

679
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 173; las inscripciones son CIL II2/5, 677 (= II 2062) y CIL II 2064.
680
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 176-178; cfr. Sotomayor Muro, M., “Excavaciones Arqueológicas
en la Alcazaba de Granada (1754-1763)”. Miscelánea Augusto Segovia. (Granada 1986), 243-283;
Sotomayor Muro, M., Cultura y picaresca en la Granada de la Ilustración: D. Juan de Flores y Odduz.
(Granada 1988); Roldán Hervás, J.M., “Juan de Flores y las Excavaciones del Albayzin. Arqueología y
Fraude en la Granada del S. XVIII” Papeles del Cerro de San Pedro 11-12 (1985); Roldán Hervás, J.M.,
“Arqueología y Fraude en la Granada del S. XVIII: Juan de Flores y las Excavaciones del Albayzin”
Zephyrus 37-38 (1985), 377-396.
681
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 184 y 193-194.
682
Pérez Bayer, op. cit. 643, 204 y 211-212.
295
elevarse un mediano collado de tierra, y como a un tiro de bala o poco más se dividen dos,
que distan entre sí algunos cien pasos, dejando en medio
un pequeño arroyo”.
“Sobre la mesa que forma el collado de la derecha”,
continúa Bayer, “se eleva una gran torre de hormigón, y
por delante de ella y al derredor hay otras dos torres
más bajas y ruinas o cimientos de otras que muestran
haber allí habido recinto de ciudad o fortaleza”.
También llama la atención, como los restos de la antigua
Cástulo (FIGURA 80), se extendía hacia “La Muela,
collado que se eleva sobre la ermita hacia oriente, todo
sembrado de piedras labradas antiguas y tiene también
uno u otro trozo de columna”.
Conocedor de la existencia de materiales procedentes
Figura 80. Fragmentos de Castulo,
según Pérez Bayer de Cástulo en los cortijos cercanos, procedió a visitarlos,
anotando y dibujando los epígrafes y esculturas que allí encontró entre la que resalta, la
existencia en “un cortijo llamado La Casa
Blanca, donde hay gran mies de fragmentos y
ruinas antiguas, todas trasladadas de la
Ermita de Santa Eufemia, [destaca sobre] el
ángulo de la pared del Cortijo de Granada,
contiguo a la puerta, en lo alto de él, un león
de piedra (FIGURA 81) muy bien hecho”683.
Figura 81. León de Piedra del Cortijo de Casa Blanca A continuación se dirigió hacia la
(Jaén), según Pérez Bayer
ciudad de Martos, la Tucci romana, donde
visitó “las casas capitulares del ayuntamiento, en que un corregidor, Meneses, por los
años 1580 recogió y colocó cuantas inscripciones romanas pudo haber a mano, las cuales
existen en la pared de dichas casas que mira a la que llaman Calle Real”, de donde las
copió Bayer684.

683
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 212. Sobre Pérez Bayer en Cástulo, vid. Baena del Alcázar, L. y
Beltrán Fortes, J., Esculturas romanas de la Provincia de Jaén (Murcia 2002).
684
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 217-224, donde las recoge por el siguiente orden: CIL II 1668; II
1671; II 1669; II 1670; II 1685; II 1660; II 1676; II 1694; II 1704; II 1689; II 1712; II 1690; II 1696; II 1707;
II 1663; II 1720 y II 1716.
296
Posteriormente, marcha hacia la localidad de Porcuna, con la intención de contemplar
las ruinas existentes de la antigua ciudad iberorromana de Obulco, donde pudo visitar el
Convento de San Juan de Dios, donde los frailes habían constituido un lapidario o depósito
de inscripciones romanas685.
A continuación se dirigió a Montoro, donde departió con Fernando José López de
Cárdenas, conocido anticuario cordobés, que le sirvió de “cicerone” durante su visita a la
ciudad. También en Montoro, pudo conocer la colección de antigüedades y de objetos de la
Historia Natural que atesoraba en su casa, que describe de la siguiente manera: “además de
varias preciosidades de piedras amatistas y otras como diamantes que me mostró y dijo
estaba recogiendo de orden de la corte y que se hallaban en las inmediaciones de Montoro
en bastante copia, me hizo ver sus libros y parte de lo que piensa imprimir. Mostróme
también sus monedas antiguas. Ofrecióme cuantas quisiese o hiciesen a mi proposición
con la mayor instancia y buena voluntad”.
También componían su colección diversas inscripciones góticas, romanas e islámicas,
así como “otras baratijas o cosuelas antiguas [que] me mostró de que no hago memoria:
una como patera de vidrio pero más honda, unas planchillas con letras arábigas muy
maltratadas, ...”686.
- Un segundo bloque, en realidad un apéndice del anterior, que abarca su
estancia en Granada entre el 08.06.1782 y el 12.06.1782. Uno de los objetivos de Pérez
Bayer, como ya hemos apuntado anteriormente, era conocer de primera mano “las cartas
originales de Benito Arias Montano y Juan Bautista Pérez al señor D. Pedro de Castro y
la decantada retractación de Pedro de Valencia”687, relativos a las falsificaciones
granadinas del S. XVI688. Durante su estancia en la capital granadina, pudo realizar unas
“copias y extractos de varias cartas, papeles y documentos pertenecientes a los antiguos
hallazgos Turpiano e Ilipulitano granatenses, recogidos por el autor en el mismo viaje y
sacados de los originales del Sacro Monte de Granada, los cuales están hoy depositados
en la Real Chancillería de aquella ciudad” por orden de S.M., al haberse considerado,
mediante sentencia pública, como “hallazgos fingidos y supuestos”689.

685
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 225-228.
686
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 233-234; cfr. Salas Álvarez, op. cit. 124 (2004).
687
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 28.
688
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 240-291 ; cfr. Hagerty, M.J., Los libros plúmbeos del Sacromonte
(Madrid 1980), Caro Baroja, op. cit. 1 (1991), 115-143.
689
Expediente sobre los descubrimientos de Granada (1756). Simancas Gracia/Justicia. Legajo.1027
ant; Razón del Juicio seguido en la ciudad de Granada ante los Ilustrísimos señores Don Manuel Doz,
297
- La tercera parte de la obra de Bayer, y segunda de su viaje Un tercer bloque,
denominado “segunda parte del Viaje de Andalucía y Portugal”, y que cronológicamente
abarca desde el 03.07.1782 hasta el 31.10.1782, fecha en la que abandona Andalucía para
adentrarse en tierras de Portugal. Durante este período copió las inscripciones y
monumentos antiguos de “Córdoba, Montemayor, Aguilar, Cabra, Lucena, Antequera,
Málaga, Cártama, Marbella, San Roque, Campo de Gibraltar, Algeciras, Tarifa, Medina
Sidonia, Cádiz, El Puerto de Santa María, Xerez de la Frontera, Sanlúcar, Lebrija, Sevilla,
Riotinto y Aroche”.
Comienza esta parte en la ciudad de Córdoba, en la que visitó la Mezquita-Catedral,
que define como “hermosísima selva de columnas que por cualquier parte que se miren
forman unas calles derechas a las que apenas se le ve término”.
Los días siguientes dedicó su tiempo a visitar, acompañado de Pedro de Estrada,
diversos lugares bien donde habían aparecido algunas inscripciones bien donde se estaban
practicando excavaciones, como es el caso de la Casa del conde de Hornachuelos, donde
“en unos cimientos que se están abriendo para no sé qué obra, acaban de descubrirse unos
capiteles corintios y rozos de columnas estriadas portentosos”690.
Durante su estancia en la ciudad de Córdoba, visitó diversas colecciones privadas, entre
las que nombraremos las dos principales. La primera era la reunida por Pedro de Estrada,
compuesta de un importante monetario, inscripciones romanas y cristianas, y por “llaves
antiguas, idolillos, estatuitas de varias deidades, sellos grandes de plomo, arrojadizas, un
toro lleno de agujeros para los perfumes, un pez cual se pinta sobre el trípode en las
monedas de Domiciano, el cual pudo en mi juicio estar sobre un signo de alguna legión,
porque conserva en su vientre un agujero cuadrado por el cual se enastaba en el palo”691.
La segunda es la que poseía Rafael María de Villacevallos, heredada de su padre Pedro
Leonardo de Villacevallos, importante anticuario y coleccionista cordobés, que albergó en
su casa “una colección grande de inscripciones antiguas”, de las que “desconsoléme al no
ver ninguna que hubiese de las que yo con tanta ansia busco, habiendo no sólo latinas

Presidente de su Real Chancillería, don Pedro Antonio Barroeta y Angel, Arzobispo que fue de esta diócesis,
y don Antonio Jorge Galbán, actual sucesor en la mitra, todos del consejo de su Majestad, contra varios
falsificadores de escrituras públicas, monumentos sagrados y profanos, caractéres, tradiciones, reliquias y
libros de supuesta antigüedad (1781). Simancas Gracia/Justicia. Leg. 1027; Excavaciones en la Alcazaba de
Granada (1781). Simancas Mapas, Planos y Dibujos. XXXVI-51 y XXXVI-52.
690
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 297.
691
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 323-329.
298
(romanas) sino griegas, arábigas y godas”, junto a las que también se conservaban “varias
estatuas, festones y molduras”.
Respecto al monetario de Rafael María de Villacevallos, dice Bayer que “es más
recomendable por la extensión de sus series (imperial, de familias, de colonias de España,
de pueblos y ciudades, ...) que por la raridad de su monedas”, si bien “la singularidad de
este monetario es un siclo de Israel”, similar al existente en el Monasterio de El Escorial,
“que fue de Benito Arias Montano”.
También la colección estaba compuesta por un importante número de “inscripciones,
estatuas y monumentos, de suerte que el zaguán de su casa está embutido de ellas y
comúnmente se llama el Lapidario de Córdoba”, al que define como “bueno, mediano y
vulgar, y de esto más que de lo primero y segundo”, y que tardó varios días en copiar las
inscripciones, así como en dibujar “las estatuas y fragmentos que se conservan en casa del
señor Villacevallos”692, si bien estos dibujos no se aparecen en el manuscrito original.
Continuó su viaje hacia Montemayor, la antigua Vlia romana, en cuyo castillo observó
“una estatua de mujer estolada, sin cabeza”, que
procedió a dibujar (FIGURA 82), así como también
“dos trozos de mosaico harto graciosos que están
sueltos en casa de Miguel de Galán, llamado el
Sargento de Milicias, según bajamos desde la iglesia
por la calle de la plaza en una callejuela a mano
derecha (la primera casa también a mano derecha).
Enseñáronme primero el trozo mayor, en que hay una
cabeza y busto de mujer, y a su lado derecho por
sobre el hombro leí Evterpe. Dije que era una de las
nueve Musas. Sacaron después otro trozo pequeño en
que hay otras dos cabezas también mujeriles, prueba
que donde estuvo aquel pavimento estuvieron pintadas
Figura 82. Escultura, inscripciones y
de mosaico las Musas. Dijo el dueño de la casa haber mosaicos procedentes de Montemayor,
según Pérez Bayer.
hallado aquellos trozos en el campo haciendo o
cultivando un melonar”693.

692
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 295, 298-309 y 311-315.
693
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 335.
299
Tras continuar su viaje por Cabra, Lucena y La Zambra, donde describe las ruinas
conservadas y recoge las diferentes inscripciones allí conservadas694, llegó a Antequera el
23.07.1782, donde visitó el denominado Arco de los Gigantes o de Hércules, copiando las
inscripciones allí existentes695, y visitando a continuación a los lugares de la localidad
donde existían inscripciones, en compañía de Ignacio Fajardo, “canónigo de la Colegiata
[y] curioso de las antigüedades”, que le sirvió como
“cicerone” local.
Posteriormente se dirigió a Cártama, donde copió las
inscripciones existentes y dibujó los fragmentos de
estatuas (FIGURA 83) colocadas “no ha muchos años
sin orden ni conocimiento en las paredes de la cárcel
pública que hace frente a la plaza, donde hoy existe un
trozo aquí, otro acullá. Algunos han procurado unirse
para formar un cuerpo”696.
Desde aquí se dirigió hacia el Campo de Gibraltar,
donde permaneció algún tiempo a consecuencia del
cerco que las tropas españolas realizaban por aquellas
fechas a Gibraltar. Durante su estancia en esta zona
Figura 83. Estatua de Cártama, según
Pérez Bayer visitó. el 18 de agosto de 1782, las ruinas de la antigua
Carteia, donde describió los restos del teatro de la ciudad, situado “en una pequeña
herradura que hace un montecillo, descubierta hacia el mediodía, [donde] vi un edificio
seguramente romano, compuesto de varios arcos que forman un semicírculo. Es sin duda
teatro para representaciones. Conserva en él todo su figura, pero no las gradas ni las que
llamaban precintiones ... De lo que llamaban Orchestra o plano ... ni de lo que llamaban
mutatoria .... nada queda absolutamente”697.
A continuación se dirigió hacia Cádiz, donde Antonio Mosti le sirve de cicerone, y El
Puerto de Santa María, localidad en la que tenía interés por ver la colección de
inscripciones y antigüedades del Marqués de la Cañada, de la que destaca, especialmente,
dos piezas. La primera es un sepulcro romano, traído de Medina Sidonia, que “no tiene

694
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 339-350.
695
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 352-359.
696
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 376-379, las inscripciones son CIL II 1952, II 1957, II 1953, II
1956, II 1958, II 1954, II 1949, II 1952, II 1955 y II 1950; Rodríguez Oliva, P., “Esculturas del Conventus de
Gades III, las matronas sedentes de Cártama (Málaga)”, Baetica 2 (1979), 31 y ss.

300
inscripción. En el centro hay un medallón y en él dos bustos de marido y mujer: esta
tunicata, a la derecha; aquel, togato, a la izquierda. Es de mármol blanco, y ocupa lo que
un frontal de altar. El campo a uno y otro lado del medallón lo ocupan varios centauros y
ninfas sobre los cuales andan revolicando genios alados o cupinies con velos, que los
enlazan. Por bajo hay varias lanchas o esquifes de hechura de las naves romanas con sus
rostros o proas levantados, y en cada lancha van otros
dos genios a las dos gobernándolas”.
La segunda es una urna sepulcral (FIGURA 84)
“con su tarjeta para la inscripción (que ya no existe) muy
primorosa. Su figura es la regular de estas urnas, pero el
adorno es muy primoroso y exquisito. Hay, últimamente,
dos figuritas de hombre y de mujer en pie como de tres
palmos (si bien me acuerdo) y aún menos de alto, de una
vestimenta muy extraña: la una parece que sacrifica, la
otra tiene como un pomo o cajita del incienso en la
mano”698.
Desde El Puerto de Santa María, a través de Jerez de la Figura 84. Relieve de la
Colección del Marqués de la
Frontera y Lebrija, llega a Sevilla el 01.10.1782, ciudad en la Cañada, según Pérez Bayer.

que tendrá como “cicerones” al Conde del Águila, a Diego Gálvez, a Pedro de Castro y a
Martín de Ulloa de Sousa y de la Torre-Guiral, por entonces director de la Real Academia
Sevillana de Buenas Letras, siendo nombrado miembro honorario de esta institución, como
ya hemos comentado anteriormente.
A estos cicerone deberíamos añadir, según J.M. Luzón, Livino Ignacio Leyrens y
Peellart, quien facilitó a Pérez Bayer “la transcripción y probablemente el texto leído en la
Academia de Buenas Letras, de la inscripción dedicada a Isis por Fabia Fabiana”699.
Evidentemente se trata de una confusión, procedente de las palabras del propio Bayer,
quien indica que asistió a la sesión de fecha 04.10.1782 de la Academia Sevillana, en la
que se dio lectura, por tercera vez, a dicha disertación de Leyrens700, ya que había sido

697
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 391.
698
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 430-433, las inscripciones son CIL 1901, II 1883 y II 1830.
699
Luzón Nogué, op. cit. 544 (2003), 56.
700
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 447; cfr. LASRASBL 04.10.1782; Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966),
329.
301
leída con anterioridad el 25.04.1755701 y el 19.12.1777702, consiguiendo una copia de
dicha disertación gracias al Conde del Águila703 y no a Leyrens. Pero además, y como
punto concluyente a esta cuestión, es materialmente imposible que ambos eruditos se
conociesen, debido al fallecimiento de Livino Leyrens el 18.07.1775704.
Durante su estancia en Sevilla, visitó las colecciones reunidas por Francisco de Bruna
Ahumada en los Reales Alcázares de Sevilla y por el Duque de Medinaceli en su palacio
de la llamada “Casa de Pilatos”. De esta última colección, la inscripción principal, a juicio
del propio Pérez Bayer, era la la Isis Pvellaris (FIGURA 85), encontrada en 1623 en Acci, la
antigua Guadix, inicialmente perteneció a la Colección de Juan de Córdoba Centurión, y de
aquí a la de Fernando Afán de
Ribera705.
Pero también Pérez Bayer nos
describe otras de las piezas
existentes en la Casa-Palacio
sevillana del Duque de
Medinaceli: “en el patio interior,
que es como un claustro de un
gran convento, hay en los ángulos
cuatro estatuas antiguas: la una es
Pallas guerrera, otra Pallas pacífera,
Figura 85. Inscripción de Isis Pvellaris, según Pérez Bayer .
otra Copa o Caupa sirisca, otra Ceres
frugífera, todas casi colosales. A mano izquierda de este patio, sin subir escalón, [y] antes
de salir a lo descubierto del jardín se pasa a una galería o pedazo de claustro que forma
una escuadra. En esta galería existe un gran residuo de estatuas, bustos y fragmentos de
la Antigüedad. Lo más precioso se lo llevó años pasados a Madrid el Excmo. Duque
actual. Hay un buen Augusto, Adriano, Antinoo, Antonino Pío, Aurelio, Cómodo, dos
Faustinas...; hay también algunos bustos de senadores o cónsules romanos... Atraviésase
el jardín, y de frente a la galería, hay otra pieza muy capaz cubierta, y en ella muchos

701
Leyrens y Peellart, op. cit. 285 (1755); LASRASBL, Acta de 25.04.1755; cfr. Aguilar Piñal, op. cit.
207 (196), 322. Un ejemplar de la disertación se encuentra en ARAH Mss. 9/3940.
702
Leyrens y Peellart, op. cit. 285 (1755); LASRASBL, Acta de 19.12.1777; cfr. Aguilar Piñal, op. cit.
207 (1966), 328.
703
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 460-464.
704
Aguilar Piñal, op. cit. 207 (196), 60.
705
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 446, 449-450, 473-475 y 501-503, la inscripción es CIL II 3386.
302
fragmentos de estatuas y algunas casi enteras togadas al modo antiguo consular, sólo que
las han acomodado cabezas no suyas. Hay un Baco con un racimo en la derecha
bastantemente estropeado, pero se mantiene aún en pie y es de un bello dibujo y
escultura”.
Desde Sevilla hizo diversas excursiones a sus alrededores. En uno de ello fue a Alcalá
del Río, la antigua Ilipa Magna, donde tenía intención de ver una “inscripción con letras
desconocidas”, hallada el 6 de Mayo de 1763, “y no
publicada hasta ahora ni leída ni entendida por
nadie”. Bayer, ya tenía conocimiento de su existencia,
por una copia que le había remitido el Conde del
Águila, por lo que procedió a cotejar la copia con el
original, destacando el soporte sobre el que se
encontraba: “una piedra no labrada, (FIGURA 86)
de color cárdeno oscuro [que] tendrá como tres
cuartos de alto y proporción de ancho. No es
redonda, sino que hace mesa a manera de una
almendra”706.
Figura 86. Inscripción tartésica de
En otra de sus visitas a las cercanías de Sevilla, se Alcalá del Río (Sevilla), según
Pérez Bayer
dirigió hacia Santiponce, con la intención de visitar las
ruinas de Itálica. Antes de llegar al lugar, realizó una parada en el cercano Monasterio de
San Isidoro del Campo, donde los monjes jerónimos habían conformado un depósito o
lapidario, situado en el “pórtico por donde se entra al claustro”, compuesto de “varias
inscripciones traídas del mismo sitio y en las mismas se lee Resp · Italicens, para que no
quede duda”707.
Desde el monasterio, se dirigió hacia Itálica, donde además de recoger las inscripciones,
centró su atención en el anfiteatro, del que describe la técnica constructiva del edificio,
como de un “argamasón de trocitos de piedras no mayores que de una libra de peso rotos
a golpe de martillo, de piedras grandes (a que llamamos ripio) y cal, que con el tiempo ha
venido a petrificarse y hacerse todo de una pieza”.
Incluye un dibujo obra de Asensio Julián y sobre su estado de conservación dice que
“de las catorce gradas de la primera precinción o zona que ocupaban los patricios o

706
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 483-485; Almagro Gorbea, op. cit. 172 (2003), 104-105.
707
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 490-492.
303
senadores se ven algunos trozos de tres en dos parajes, y estas descubren lo que
levantarían las demás.... De la segunda precinción o zona, que es la que divide a los
caballeros o al orden ecuestre de la plebe no quedan ya sino dos pequeños trozos: el uno
inclinado y caído (porque le faltó el cimiento) y así ladeado, de suerte que quien quisiese
hoy sentarse en las gradas
que están por bajo de ella
se caerían al instante.
Sobre su derecha, el otro
resto, y en la misma
posición que tuvo en su
principio. Estos dos trozos
están de la segunda
precinción o zona frente
del boquete pro donde hoy
Figura 87. Anfiteatro de Itálica, según Pérez Bayer.
se entra en el anfiteatro,
uno en un gran pedazo de edificio desgajado ya y separado de lo demás y caído hacia su
derecha, otro contiguo a este trozo desgajado, el cual se conserva en su sitio natural a la
izquierda del pedazo desgajado y caído”708.
A continuación emprende su viaje hacia tierras portuguesas, y durante su estancia en la
Serranía de Huelva, pudo visitar Río Tinto, donde observó “restos de una población
grandes, murallas, canales, arcos..., y sembrados por casi una legua de circunferencia
trozos de columnas, pedestales, piedras muy grandes labradas con mil molduras”, en el
lugar donde 1762 se había descubierto la inscripción dedicada al emperador Nerva709.
En definitiva, nos encontramos frente a un viaje arqueológico, en el que Bayer, como
ya hiciera el Marqués de Valdeflores, recoge en su diario no sólo los restos de los epígrafes
y monumentos romanos, sino también los epígrafes prerromanos y las edificaciones
civiles y militares musulmanas, visitando y anotando cuanto de antigüedad encontró a su
paso.
Gracias a cartas de recomendación, amistades personales y de paisanaje, así como por
su prestigio intelectual, consiguió el acceso a muchos lugares y colecciones privadas y

708
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 492-493; cfr. Rodríguez Hidalgo, J.M., “Sinopsis Historiográfica
del Anfiteatro de Itálica”, en Arce y Olmos, op. cit. 407 (1991), 91-94, León Alonso, op. cit. 543 (1983), 42-
43, quien destaca la singularidad de la descripción de Bayer en el marco de los viajes ilustrados.
709
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 510.
304
públicas, tanto civiles como religiosas, hasta entonces no conocidas, y en las que aplicó el
criterio de considerar como falso a todo aquello que no pudiera ver y constatar con sus
propios ojos, como fue el caso de las inscripciones griega y hebreas de Carmona que
recibió de manos de Cándido María Trigueros.
En este aspecto, también cabe destacar la idea mantenida por P. Pablo García, respecto
a que el diario de Pérez Bayer “constituye una réplica bastante exacta de la élite civil,
religiosa e intelectual de la Andalucía del año 82”710, y de sus intereses por el
coleccionismo y conservación de las antigüedades de Andalucía.

b) Viajes Artístico-
Artístico-arqueológicos:
arqueológicos

1) El Viaje artístico de Antonio Ponz y Piquer.


Antonio Ponz y Piquer (1725-1792), realizó un viaje por la Península en el que
informó sobre el panorama económico, social y artístico de la España del Siglo XVIII711.
Ponz dedicó su libro al futuro Carlos IV, si bien no llegó nunca a contar el apoyo
económico e institucional de la Corona, a pesar de que las principales
figuras del aparato burocrático, como el Marqués de Grimaldi, Pedro
Rodríguez de Campomanes y Gaspar Melchor de Jovellanos, apoyaron
firmemente su ejecución ante el monarca.
Su obra se compone de dieciocho tomos. El primero de ellos vio la
luz en 1772 (FIGURA 88) y el último en 1794, cuando ya había
fallecido su autor, si bien al objeto del presente trabajo solamente nos
interesan los tomos VIII, que trata de Extremadura, el IX, que trata de
Sevilla, y el XVI, XVII y XVIII, que tratan de Andalucía. Las rápidas Figura 88. Viage
de España de A.
reediciones y traducciones de la obra demuestran la buena acogida que Ponz

tuvo en los ambientes eruditos de la época.


En su redacción predomina una narración epistolar, es decir, la información presentada
es descrita mediante cartas dirigidas a todos los españoles, donde exponía la realidad del
país, para que éstos pudieran viajar desde sus propios domicilios.

710
Pérez García, op. cit. 643 (1782), 40.
711
Dantín, J, “España vista por don Antonio Ponz”, Revista de Occidente XXIV (1925); Lope, H.J.
(Ed.), Antonio Ponz (1725-1792). Coloquio hispano-alemán organizado en la Biblioteca Ducal de
Wolfenbütell con motivo del segundo centenario de su muerte (Frankfurt 1994).
305
Junto a ello, realizó el primer inventario del arte conservado o ejecutado en la España
del siglo XVIII, en el que además de medir y describir minuciosamente todos los
monumentos, explicaba la historia de los edificios y la vida de los artistas que habían
trabajado en ellos, así como el origen y la historia de las ciudades y sus fundadores712, de
ahí que M. Menéndez Pelayo, considerase que “el Viaje de Ponz es más que un libro; es
una fecha en la historia de nuestra cultura”713.
La extraordinaria difusión lograda por la obra, vendría demostrada por la rapidez de su
traducción a varios idiomas y por las diversas reediciones de la obra, aunque diversos
detractores de la figura de Ponz, como F.J. Sánchez Cantón, mantiene que “el Viage de
España sirvió de guía segura y práctica a los generales de Napoleón para formar con
rapidez sus colecciones artísticas”714.
En cuanto al origen de su viaje, el mismo autor mantiene que fue debido a la respuesta
a las inexactitudes contenidas en la obra del italiano Norberto Caimo715, religioso jerónimo
que había viajado por el país entre los años 1755 y 1756. En su obra hace un planteamiento
del arte y del gusto artístico de los españoles que provocó una importante queja entre los
círculos artísticos españoles.
Sin embargo, E. Helman, rebate esta teoría, amparándose en la Advertencia que puso a
la tercera edición del tomo primero, en 1787, en la que declaró no haberlo emprendido por
orden oficial sino “espontáneamente, aunque después quiso Su Majestad honrarle por este
trabajo, y contribuir generosamente a que lo terminase”716.
A pesar de lo anteriormente expuesto, lo cierto es que el viaje ya fue concebido en
1771, cuando Carlos III, a instancia de Pedro Rodríguez de Campomanes y Antonio Rafael
Mengs, le comisionó para recorrer los edificios, colegios y casas de la Compañía de Jesús,
a los que aún no se les habían asignado un destino concreto, e inventariar las obras allí
existentes y escoger los mejores cuadros de pintores nacionales y extranjeros para
destinarlos como modelos para la Academia de San Fernando, momento en el que concibió
la posibilidad de realizar su viaje.

712
Helman, E., “Viajes de Españoles por España”, NRFH VII (1953), 624;
713
Menéndez Pelayo, M., Historia de las ideas estéticas. Tomo III (Madrid 1940), 561.
714
Sánchez Cantón, F. J., “El «Viage de España» y el arte español”, Revista de Occidente XXIV (1925),
327; Puente, J. de la, La visión de la realidad española en los viajes de Antonio Ponz (Madrid 1968), 13-14.
715
Bedat, op. cit. 88 (1989), 237; Caimo, Norberto, Lettere d´un viaggiatore italiano ad suo amico
(Lucca 1766); cfr. García Mercadal, op. cit. 497 (1999), Tomo III, 381-478.
716
Helman, op. cit. 783 (1953), 623.
306
Esta encargo a Ponz no era una cuestión casual, ya que era amigo personal de
Campomanes y de Mengs, y su sensibilización hacia los restos materiales de la
Antigüedad, le venía propiciada por su marcha a Roma en 1751, donde permaneció por
espacio de 9 o 10 años, período en el que entró en contacto con las principales corrientes
estéticas que existían en la ciudad y visitó, en compañía del duque de Almodóvar y de
Francisco Pérez Bayer las excavaciones que por aquel entonces se realizaban en Pompeya
y Herculano717.
Fue en esta estancia en Italia, y más concretamente en Roma, “en donde a cada paso se
ofrece un monumento a la respetable antigüedad, en donde cada palacio y cada casa de
campo es un precioso museo y donde casi todos los vecinos son anticuarios, es donde
había contraído nuestro viajero la inclinación y el gusto a este estudio”718. Así, junto al
propio Bayer, Ponz estudió y dibujó los monumentos antiguos de Roma y de otros lugares
de Italia, lo que le confirió un bagaje cultural que se reflejó en su obra.
Además Ponz era partidario de las teorías estéticas neoclásicas defendidas por J.J.
Winckelmann y A. Mengs, y ello se reflejará en la concepción de su obra, en la que son
constantes los ataques al arte barroco, representado por Churriguera y sus seguidores.
A raíz de este viaje, fue admitido en 1773 como académico correspondiente en la
Academia de la Historia y el 1 de Septiembre de 1776 fue nombrado por el monarca
Secretario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Además fue miembro de
la London Society of Antiquaries y de las romanas Academias de San Lucas y de los
Arcades.
El Viage de España de Antonio Ponz refleja el pensamiento artístico de los miembros
de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, institución representativa de los dictados
del arte institucional de la España de la Ilustración, en la que se nota la influencia ejercida
por las teorías de Winckelmann y de Mengs.
El desprecio hacia el barroco de los miembros de la Academia de San Fernando viene
marcado no solo por los criterios estéticos imperantes en aquel momento, sino también por
cuestiones económicas, debido a que era un arte caro, y representaba una inversión
dispendiosa de la riqueza de la nación, a la que había que poner fin719.

717
Puente, op. cit. 785 (1968), 26-28; Haibach, H.W., Antonio Ponz und sein «Viage fuera de España»
(Frankfurt 1983).
718
Mora, op. cit. 11 (1998), 47-48; Mora, op. cit. 650 (1996), 906-907.
719
Puente, J., op. cit. 785 (1968), 144-146; Bedat, op. cit. 88 (1989), 239-243.
307
Pero también, Antonio Ponz, como el resto de los neoclásicos, estaba convencido que
el éxito del arte barroco, representado por la figura de Churriguera, había transformado
numerosos edificios antiguos, romanos y góticos, poniéndoles fachadas y decorándolos por
las ideas estéticas y el gusto que estaban entonces de moda.
La obra de Ponz presta una mayor atención al arte clásico y al urbanismo romano, no
tratando con una gran intensidad el arte musulmán en su obra, a pesar de los proyectos
desarrollados por las Academias de Bellas Artes de San Fernando y de la Historia, de las
que era miembro el propio Ponz, y por tanto conocedor de los mismos.
El arte y el urbanismo musulmán aparecen descritos sin ningún tipo de juicio especial,
quizás por que estéticamente, este estilo artístico esté, en no pocos aspectos, más cercano
al barroco que al arte clásico, de ahí las numerosas críticas que realiza.
Para su descripción, recurre frecuentemente a trabajos anteriores, método que le lleva a
incurrir en numerosas equivocaciones, de las que pondremos aquí dos ejemplos. El primero
de ello, sería el alminar de la Mezquita de Córdoba, para cuya descripción utiliza la
realizada en 1577 por Ambrosio de Morales720, sin tener en cuenta las reformas efectuadas
en el mismo edificio por Hernán Ruiz en 1664, por lo que la descripción del alminar de la
mezquita no se correspondería con la realidad del monumento.
El segundo ejemplo lo tenemos en la sevillana Torre del Oro, de la que dice que “es sin
duda fábrica de romanos y como tal se ha tenido siempre”721, sin tener en cuenta la fábrica
almohade de la misma.
Los objetivos del viaje de Antonio Ponz, pueden resumirse en los siguientes puntos:
- “conocer el estado en que se encontraban las bellas artes en España, descubrir
aquellas obras maestras que en su varias provincias podían proponerse como modelos a
los jóvenes dedicados a su estudio”, para con ello contribuir al bien público y al adelanto
de las bellas artes y de la nación.
- contribuir al desempeño de las tareas literarias de la Real Academia de la Historia,
“de aquí su cuidado en adquirir cuantas inscripciones inéditas le ocurrían, en rectificar
las ya publicadas, en acopiar varias medallas, diseños de estatuas y otros restos de la
antigua magnificencia, en anotar y comunicar por medio de sus libros los que aún se

720
Ponz, op. cit. 93, Tomo XVI (Madrid 1791), 279.
721
Ponz, op. cit. 391 (1783), 203; Lillo Alemán, M., “El arte Hispano-musulmán a través del Viage de
España de Antonio Ponz”, en El Arte…, op. cit. 87 (1989), 146-147.
308
hallaban permanentes, como son: trozos de acueductos, columnas, pavimentos, mosaicos y
vestigios de termas y de templos, teatros, anfiteatros y naumaquias”722.
- “descubrir el estado en que se hallaban las tres bellas artes en España y proponer
las reformas y mejoras de que eran susceptibles para que, teniendo la nación objetos
dignos de imitar, no quedase por más tiempo expuesta a las inyectivas y críticas de los
pocos viajeros que la frecuentan”723, para posteriormente poder instruir a la población
sobre “los edificios y obras públicas que existen en España, manifestando el artificio y
excelencia de algunos, así como la falta de inteligencia de otras”.
Para la ejecución de su obra, utiliza los datos aportados por eruditos anteriores como
son Ambrosio de Morales, Juan Fernández Franco o Francisco Rus Puerta, sólo por citar
algunos ejemplos, así como con la ayuda de “cicerones” locales y de coleccionistas, como
Francisco de Bruna y Ahumada o José Martínez de Mazas.
Como elemento para corroborar la antigüedad romana de una localidad, utilizará en
gran medida los datos aportados por la epigrafía, siendo menor la utilización de la
numismática para la ubicación de un lugar.
El Tomo VIII de la obra está dedicado a Extremadura, pero al final del mismo se
describen las ruinas de Itálica (Santiponce, Sevilla), así como algunos barrios sevillanos724.
En primer lugar, describe el Depósito de Antigüedades reunido por los monjes
jerónimos del Monasterio de San Isidoro del Campo, y que estaba conformado por
“fragmentos de escultura e inscripciones colocadas en las paredes y en la entrada del
convento”, entre las que destaca “un bello fragmento de estatua antigua de mármol mayor
que el natural”.
Sobre Itálica, dice que “por aquellos campos se ven murallones y magníficos cimientos,
que prueban su antigua grandeza”, y del que destacan las numerosos inscripciones que se
han recogido y el anfiteatro de la ciudad, “situado al norte de la antigua Itálica, junto a los
cimientos de sus murallas. Era de figura oval. Durísima fábrica de mampostería. Se
reconoce su principal entrada y las partes más señaladas de este soberbio edificios; es, a
saber: bóvedas, galerías, podio, gradas, etc”725.

722
Ponz, op. cit. 713 (1794), 681; Sarrailh, op. cit. 492, 398; Puente, op. cit. 785 (1968), 18 y 20; Bedat,
op. cit. 88 (1989), 241; Helman, op. cit. 783 (1953), 624.
723
Ponz, op. cit. 713 (1794), 687.
724
Ponz, op. cit. 93, Tomo VIII (Madrid 1784), 635-645.
725
Ponz, op. cit. 795 (1784), 637-639. Las inscripciones que menciona en San Isidoro del Campo son las
CIL II 1115, II 1116, II 1117, II 1133 y II 1157.
309
El Tomo IX de su obra está dedicado íntegramente a la ciudad de Sevilla, de la que en
primer lugar hace referencia al origen del topónimo de la localidad, sosteniendo que
“Hispalis o Spalis es voz fenicia, derivada de Sphela o Spela, que significa llanura”726.
Sigue su obra con una minuciosa descripción de la catedral hispalense, y de las obras
artísticas que en ella existen, así como de La Giralda, de la que lleva inclusive a insertar un
dibujo. Tras describir diversas iglesias repartidas por el casco urbano, pasa a describir los
Reales Alcázares de Sevilla, el “palacio de los reyes moros”, donde visitó a Francisco de
Bruna, quien le transmitió la noticia que “cuando el embajador de Marruecos Sidi Achmet
Elgacel estuvo, años pasados, en Sevilla, reconoció y tradujo este y otros letreros de
dentro de las salas y encargó mucho por medio de su intérprete al señor don Francisco de
Bruna, que conservase con gran cuidado aquel sitio, porque se hallaban estampados en
sus paredes grandes misterios de la religión”727.
Durante su estancia en Sevilla, pudo visitar las principales colecciones de
Antigüedades de la ciudad, entre ellas destacan la reunida en nombre del rey por Francisco
de Bruna, que tenia depositada en los Alcázares de Sevilla, y que estaba compuesta de
“bustos antiguos, pedestales y lápidas con inscripciones romanas, algunas árabes y buena
porción de medallas de todas clases, camafeos y otras piedras grabadas”.
Otra colección que visitó fue la existente en la Casa de Pilatos, propiedad del Duque de
Medinaceli, que, según Ponz, estaba compuesta de “excelentes estatuas, columnas y
fragmentos de antigüedad en ella, adquiridas y mandadas conducir de Italia, habiendo
sido algunas del Foro de Trajano.
En medio del patio principal, cercado alrededor de más de cuarenta columnas de
mármol, hay una bella fuente sobre cuatro delfines, y sobre la gran taza, un busto de Jano.
En los ángulos de este patio se ven puestas sobre pedestales dos figuras como vez y media
el natural, por lo menos, y representan a la Diosa Palas, obras insignes del mejor tiempo
de la Grecia, y que se dice estuvieron en Nápoles; algunas partes de estas estatuas, como
cabezas, escudos, ., se conoce que fueron restauradas excelentemente en tiempos de
Miguel Ángel o poco después. A la una le falta enteramente el pie derecho y la mitad del
otro. Los brazos parecen restaurados, imitando el carácter griego; tiene morrió; apoya la
mano izquierda en un escudo en que está esculpida la cabeza de Medusa. La otra tiene
levantado el brazo izquierdo con su escudo; en la derecha pudo tener algún símbolo de

726
Ponz, op. cit. 94 (1786), 38.
727
Ponz, op. cit. 94 (1786), 123.
310
paz, según el epígrafe de Palas Pacifera. Sus paños son excelentes y el conjunto de todo
ofrece grandioso carácter.
Las otras representan a mi modo de entender: la una a Ceres, figura grandiosamente
movida y de bellos partidos de paños; la otra parece una Musa, aunque en la basa está
escrito Cavpae Syrisca, pues pudo haber sido dedicación de estatua o urna sepulcral lo
que ahora es pedestal de dicha figura. En la galería alrededor del patio hay colocadas
veinticuatro cabezas de Césares y otras personas ilustres de la antigüedad, y algunas son
excelentes.
Hay en este palacio magníficas piezas trabajadas con suma diligencia en el estilo
arabesco, cubiertas las paredes al modo de las del Alcázar, y en parte con azulejos. La
escalera es suntuosa, con cúpula, en que se ven prolijas labores y artesonado con mucho
oro sobrepuesto. En el piso del cuarto bajo, que es del que se trata, se halla el jardín, con
una galería de arcos y columnas de mármol; dentro de ellas se conservan muchas
preciosidades de la antigüedad: primeramente, seis magníficas columnas de exquisitos
mármoles con maravillosos capiteles de orden corintio; además de éstas, otras también de
mármol y verde antiguo, y encima de todas se colocaron bustos y cabezas de diferentes
emperadores y emperatrices romanos, de héroes, dioses, . El morrión de un Alejandro se
ve trabajado con grande perfección, y la estatua de Ceres, bien conservada, como la de
Marco Aurelio, son dignas del mayor aprecio. Se reconoce que algunas de las cabezas
referidas son copias de otras antiguas, pero muy excelentes. En otra galería
correspondiente a este mismo jardín hay preciosidades de no menor estima, entre ellas
una Venus destrozada, con su delfín, no muy inferior, en mi concepto, a la Venus de
Médicis; y fuera de éstos, hay trozos de otras estatuas insignes, como manifiestan los
mismos. Enteras se conservan allí dos consulares o togadas, y había un Mercurio y un
Apolo también enteros, que el señor Duque de Medinaceli actual ha hecho transportar
últimamente a la corte y agregar a la colección que allí tiene...”728.
En el Tomo XVI de su obra, que trata de La Mancha y Andalucía, tienen cabida la
descripción de las poblaciones del Reino de Jaén hasta la ciudad de Córdoba. Tras pasar
por Baeza, se dirige hacia las ruinas de la antigua Cástulo, donde “a poco que se revuelva
la tierra con el arado salen tiestos de varios colores, cristales, ladrillos durísimos, etc, y si
se empeñan en profundizar con el azadón encuentran piedras grandes cuadradas, con
labores y molduras, fragmentos de inscripciones y otras cosas, a pesar de lo que han

311
llevado a otras partes”, pero sobre todo destacan las “más de veinte inscripciones o trozos
de ellas que el Sr. Mazas ha copiado por sí mismo” y que “se pusieron en otro tiempo en
las paredes de la ermita de Santa Eufemia, que está en el despoblado de Cazorla”729.
En Jaén describe parte del depósito o colección de lápidas existentes en la Parroquia de
la Magdalena, que “deben su colocación a cubierto en el ingreso del patio de la parroquia,
donde está el estanque de los peces” al interés de José Martínez de Mazas, deán de la
Catedral de Jaén730.
En el Tomo XVII de su obra, también dedicado a Andalucía, realiza su viaje a
Córdoba, recorriendo las tierras de la campiña sevillana, hasta finalizar en Cádiz..En
primer lugar, realiza una extensa descripción del interior de la Catedral de Córdoba,
continuación de lo iniciado al final del tomo XVI, recogiendo las distintas inscripciones
islámicas allí existentes, así como la traducción realizada en 1766 por el embajador
marroquí al-Ghazzal731.
A continuación realiza una relación de las lápidas romanas existentes en Córdoba, que
probarían la antigüedad romana de la ciudad, pero sin indicar en ningún momento la
ubicación de las mismas, de manera que en la mencionada relación aparecen
entremezcladas tanto las inscripciones existentes en el Patio de los Naranjos de la Catedral,
como las que se encontraban en la Colección de Pedro Leonardo de Villacevallos, pero sin
mencionar a su dueño732.
Incluso llega a criticar el estado de conservación de los epígrafes, puesto que “es bueno
y digno de muchas alabanzas conservar estos respetables monumentos de la antigüedad
por el buen ejemplo que nos dan y por lo que nos enseñan; y aún hubiera sido mucho
mejor haberlo hecho con más cuidado, colocándolas en casas del Ayuntamiento, en
pórticos, galerías o en otras partes donde estuviesen preservadas de las inclemencias del
tiempo y de manos de ignorantes; pero lo que no se ha hecho en el pasado se puede hacer
para lo venidero”.
Desde Córdoba, parte hacia Écija, la antigua Astigi, “de cuyas grandezas atestiguan
bastantemente los fragmentos de mármoles en columnas de gran tamaño, en estatuas

728
Ponz, op. cit. 94 (1786), 138-140.
729
Ponz, op. cit. 791 (1791), 390; Martínez de Mazas, José, Descripción del sitio y ruinas de Cástulo, y
noticias de esta antigua Ciudad en el Reyno de Jaén (Jaén 1788). ARAH. Mss. 9/5959, fols. 65-95.
730
Ponz, op. cit. 791 (1791), 421-422, cita las inscripciones CIL II 3358, II 3365 y II 3368.
731
Ponz, op. cit. 709 (1791), 500-501.
732
Ponz, op. cit. 709 (1791), 527-537.
312
arruinadas, en lápidas y otros monumentos”, utilizando aquí la obra del Padre Martín de
Roa para describir las inscripciones astigitanas733.
Expresa su intención de haber llegado hasta Estepa, “por ver una colección de
fragmentos de estatuas antiguas que había recogido uno delos señores Centurión,
caballero de exquisito gusto”, cosa que realizó finalmente al haber sido “trasladadas a
Sevilla hace poco, para colocarlas con las otras antigüedades de aquel real alcázar”734.
Así continúa su viaje, utilizando el Camino Real de Andalucía, hasta llegar a la nueva
colonia de La Luisiana, donde dice que “a un tiro de fusil del pueblo se encuentran unas
excavaciones, modernamente hechas, y dentro de ellas, ruinas de edificios romanos, de
donde se han sacado columnas, capiteles, basas, medallas, etcetera. Se descubren sótanos
de rosca, con comunicación de unos a otros. Algunas cosas de las encontradas allí se han
llevado a Sevilla para juntarlas con las otras antigüedades recogidas en el Alcázar; otros
trozos de columnas y basas están en la misma Luisiana. Si continuaran las excavaciones,
tal vez se encontrarían otras cosas”735.
En Arcos de la Frontera, describe la excavación realizada en las cercanías de la
localidad, donde se encontró “un pavimento de mosaico con cimientos que indicaban
haberlo sido de algún palacio”736.
Son destacables también algunas ausencias de información, como el ejemplo que
encontramos en su descripción de Jerez de la Frontera. Durante su estancia visitó los
principales monumentos de la ciudad, incluida la Cartuja, y cuando habla de las
excelencias artísticas del edificio del Cabildo de Jerez, no describe las inscripciones y
estatuas recogidas por esta institución, que fueron colocadas en el pórtico del mismo, y el
argumento que recoge para describir el origen romano de la ciudad es la noticia dada por el
Padre Flórez acerca de la identificación de Jerez con la antigua Asido Caesarina737.
Quizás esta ausencia se deba a que en dicho Depósito Municipal de Antigüedades, las
piezas romanas son minoría frente a las piezas prerromanas, que tan poca cabida tuvieron
en la obra de Ponz.

733
Ponz, op. cit. 709 (1791), 566 y 580-581; Roa, Martín de, Écija, sus santos, su antigüedad
eclesiástica y seglar (Sevilla 1629). Imprenta Manuel de Sande.
734
Ponz, op. cit. 709 (1791), 582.
735
Ponz, op. cit. 713 (1794), 583-584; Salas Álvarez, op. cit 132 (1997), 99-102.
736
Ponz, op. cit. 713 (1794), 632-633.
737
Ponz, op. cit. 713 (1794), 614-616 y 623-624.
313
Pero esta ausencia tiene aún menos explicación, por cuanto inicia el Tomo XVIII de su
obra con la descripción de la antigua Gadir y de los restos del templo de Hércules-Melkart,
situado en el islote de Santi-Petri, así como de “algunas estatuillas antiguas de bronce, de
Hércules, Neptuno, etc, ... encontradas en la playa de Sancti Petri, en la resaca que el mar
hizo el 1 de Noviembre de 1755 con motivo del terremoto”738, única mención a las
antigüedades fenicias de Andalucía.
El tomo XVIII apareció tras la muerte de Ponz, gracias a la labor de su sobrino José
Ponz. En él se continua la narración de su viaje desde Cádiz hasta Granada, centrándose
principalmente en Andalucía Oriental.
En la provincia de Cádiz, Ponz visitó diversas colecciones particulares, como la
reunida en Cádiz por Pedro Alonso O´Crouley, formada por “monedas, piedras grabadas y
otros monumentos de la docta antigüedad” y en Chiclana de la Frontera por el comerciante
Antonio Mosti, en cuya casa “ha colocado algunas inscripciones antiguas en una pared de
la misma”739.
En El Puerto de Santa María, visitó la colección de Guillermo Tyrry, Marqués de la
Cañada, compuesta de “de libros raros y estimables, hasta siete mil volúmenes, y lo mismo
de pintura, estampas, dibujos [y] medallas”, muchas de las cuales fueron “a parar a la
Real Academia de la Historia”.
También describe las inscripciones que formaban la colección y entre todas las piezas,
Ponz destaca la presencia de “un sepulcro antiguo de mármol que se encontró en Medina
Sidonia. En el lado principal hay una medalla con dos bustos de bajorrelieve y dos figuras
de sátiros como sosteniéndola; en lo demás se ven esparcidas figuras de amorcitos y
bacantes con diferentes ornatos. También es muy curiosa una urna cineraria, con dos
cabezas de Júpiter Amón por asas y adornadas con follajes de exquisito gusto, que se
encontró en Cádiz, en la playa del mar”740.
En su viaje por la costa gaditana, llegó hasta las ruinas de la antigua Baelo Claudia, “un
despoblado con muchas ruinas de edificios”, en parte “ya cubiertas del agua del mar y
[otra] parte de ellas existen en tierra todavía; su situación es al pie de un cerrillo que
llaman de la Plata. Se divisa y reconoce bien la figura de un anfiteatro, y, de trecho en

738
Ponz, op. cit. 713 (1794), 702, 711 y 714-715.
739
Ponz, op. cit. 713 (1794), 713-714; las inscripciones son CIL II 1874, II 1737 y II 1725.
740
Ponz, op. cit. 713 (1794), 720-721, las inscripciones son CIL II 1901, II 1825 y II 1830.
314
trecho, residuos de un acueducto que atravesaba el valle hasta la sierra llamada de las
Paloma”741.
Sobre Cártama, Antonio Ponz aporta diversas inscripciones y la noticia de que “el
descubrimiento de estas antigüedades se debió a un ingeniero llamado don Carlos de
Luján, el año 1747. Es lástima ver las estatuas casi del todo mutiladas, reducidas a trozos
de medio cuerpo abajo y de medio cuerpo arriba, fuera de dos o tres, que conservan algo
más de integridad. Dos de ellas son de mujeres; la una de tamaño colosal y en ambas se
manifiesta un carácter muy grandioso y correcto. También hay otro fragmento colosal de
hombre, cosa excelente, como lo es una media figura que me pareció de Apolo. Otras dos
del tamaño natural están sentadas, y los demás trozos son como los referidos, de la más
bella escultura y del mejor tiempo de los romanos.
Después de este descubrimiento en el tiempo que queda dicho, y en un sitio que se
creyó haber sido de un templo de Marte, se enviaron a Madrid varios extremos de estas
estatuas, como son manos, pies y no sé si alguna cabeza. Uno de los pies era tan grande,
que debía de corresponder a una figura de once varas de alto. Estas antigüedades las
amontonaron primero en otro paraje, en donde estaban muy mal; pero con el objeto de
empotrarlas en las paredes, en donde se conservaran mejor sus residuos, y fue éste un
consejo muy acertado. Además de los trozos de esculturas y de las inscripciones se
encontró una columna de mármol rojizo y blanco, cuyo diámetro por la parte inferior es
de más de veinte pulgadas y su altura, de veintiún pies; encima hay una cruz”742.
Durante su visita a la ciudad de Málaga visitó la “excavación que se hacía para los
fundamentos de la nueva Aduana que se va construyendo donde estuvo la Alcazaba,
[donde] se encontró, en julio de 1789, una estatua de mujer mutilada en varias partes y
ejecutada en mármol blanco de más de siete cuartas de ellas”, así como “otros muchos
mármoles y fragmentos de lápidas”743.
En definitiva, el viaje de Antonio Ponz representó el primer inventario del arte y
antigüedades realizado en nuestro país. Su intención era dar a conocer al público en
general el arte existente a finales del XVIII, y en su resultado quedará bien plasmado el
ideal artístico oficial, defendido por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando,

741
Ponz, op. cit. 713 (1794), 727.
742
Ponz, op. cit. 713 (1794), 738-742: CIL II 1953, II 1949, II 1958, II 1956, II 1951 y II 1949.
743
Ponz, op. cit. 713 (1794), 806-807.
315
que defenderá el retorno a los modelos del mundo clásico y el ataque al arte barroco hasta
entonces imperante en el país.
Del estudio global de su obra, puede observarse como Ponz se centró, casi
exclusivamente, en el estudio de la arquitectura, dejando de lado otras manifestaciones del
arte clásico, como pueden ser los mosaicos y las esculturas, que tienen una menor cabida
en su obra, lo que le contrasta en gran medida con los planteamientos de Ortiz y Sanz, a los
que nos referiremos a continuación, miembro también de la Academia de San Fernando.
Ponz planteó su viaje como el método para buscar las posibles “maravillas” del arte
clásico existentes en nuestro país, o bien de las que se tenían alguna noticia de su
existencia. Esta defensa a ultranza de las excelencias del arte clásico, cuyas referencias son
tan abundantes en el libro de Ponz, le hizo ser partidista en su visión de las antigüedades
prerromanas e islámicas, apenas recogidas en su relato, y en los pocos casos que así lo
hace, están tomadas directamente de autores españoles, sin que Ponz realizase una visión
directa del monumento y un examen crítico de dichas fuentes. Esto, indudablemente, le
llevó a cometer numerosos errores en la apreciación artística de algunos monumentos y a
describir como existentes algunos monumentos que en su tiempo ya había desaparecido.

2) El Viaje artístico-anticuario de Fray José Ortiz y Sanz.

El origen de este viaje artístico-anticuario o arquitectónico-anticuario, encargado


a Fray José Ortiz y Sanz, bibliotecario real, tenía por objeto reconocer y dibujar las
antigüedades romanas existentes en España. Para ello, elaboró un proyecto que entregó en
1788 a Eugenio de Llaguno y Amírola, miembro del Consejo de Estado y académico
numerario de la Real Academia de la Historia, y al Conde de Floridablanca, Secretario de
Estado, quienes consiguieron que Carlos III aprobase el proyecto en 1788, poco antes de su
fallecimiento, aunque en la elaboración del mismo surgieron una serie de problemas que
hicieron fracasar en gran parte el proyecto, cuestión esta sobre la que hablaremos más
adelante.
Este proyecto estaba íntimamente relacionado con la publicación de su traducción
sobre las obras de Vitrubio744, en donde Ortiz se declara su interés, como Antonio Ponz,

744
Los diez libros de Architectura de M. Vitrubio Pollino, traducidos del latín y comentados por Don
Joseph Ortiz y Sanz. Imprenta Real (Madrid 1787); Rodríguez Ruiz, D, José Ortiz y Sanz, teoría y crítica de
la arquitectura. (Madrid 1991).
316
por el arte neoclásico, en consonancia con lo dictados marcados por la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando.
Este interés por la arquitectura romana había estado durante su estancia en Roma,
gracias a una beca de Carlos III, para estudiar los códices vitruvianos conservados en la
Biblioteca Vaticana. Durante su estancia italiana, visitó “Roma y su campaña, Nápoles,
Baya, Pozzuolo, Hercolano, Pompeya, Posidonia o Pesto”745, al tiempo que realizaba, con
la colaboración de los pensionados de la Academia de San Fernando, de numerosas
mediciones, anotaciones y dibujos de los restos romanos, lo que le permitió diferenciar la
arquitectura ideal de Vitrubio de la realidad arqueológica, y que expondrá en sus
comentarios al tratadista italiano746.
A su vuelta a España fue nombrado bibliotecario honorario de S.M., académico
honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y académico
supernumerario de la Real Academia de la Historia, institución en la que formó parte de la
Sala de Antigüedades, participando activamente en la elaboración de informes
arqueológicos y en la recopilación de documentación para la Colección Lithológica747 y en
la polémica erudita sobre la ubicación de Munda748.
En 1788, presenta su proyecto para realizar un Viaje arqueológico por España, con el
que pretendía ayudar al conocimiento de los monumentos del país, ya que “por todas las
provincias de España, singularmente en Extremadura y las dos Andalucías, ven con
disgusto los viajantes a cada paso poblaciones antiguas muy grandes medio sepultadas en
sus ruinas, esperando una mano benéfica que las desentierre y saque de las tinieblas”749.
El proyecto, con el informe favorable de Campomanes, fue aprobado por Carlos III por
la Real Orden de 22 de Junio de 1788, que “bien persuadido de la utilidad de [este] viage,

745
La documentación sobre este viaje se conserva en el AHN, Sección Estado, Legajo 3244.
746
Matilla, J.M., “José Ortiz y Sanz y la normalización de la arqueología”, en Anticuaria y Arqueología.
Imágenes de la España Antigua (Madrid 1997), 41; Mora, op. cit. 11 (1998), 47; Mora, op. cit. 650 (1996),
906; Rodríguez Ruiz, D., “Erudición y y teoría de la Arquitectura en José Ortiz y Sanz”, en Morán Turina,
M. y Rodríguez Ruiz, D., El legado de la Antigüedad. Arte, arquitectura y arqueología en la España
Moderna (Madrid 2001), 122-124.
747
Ortiz y Sanz, Fray José, Monumentos e inscripciones romanas. Inscripciones entregadas a la Sala de
Antigüedades por el Señor José Ortiz y Sanz. ARAH. Mss. 9/3936.
748
Ortiz y Sanz, Fray José, Disertación Histórico-geográfica acerca del paraje de la célebre ciudad de
Munda, junto a la cual venció Julio César a los Hijos de Pompeyo (Madrid 1801). ARAH, Mss. 9/5959, fols.
116-139v. La publicación vería la luz realizada por su sobrino José Francisco Ortiz y Sanz, Disertación
histórico-geográfica acerca del paraje de la célebre ciudad de Munda, junto a la cual venció Julio César a
los hijos de Pompeyo. Imprenta el Clamor Público (Madrid 1862).
749
Ortiz y Sanz, Fray José, Viaje arquitectónico anticuario de España (Madrid 1807). Imprenta Real.
ARAH 14/1096 y BN, Mss. V.E. 338(25); cfr. Morán y Rodríguez, op. cit. 817 (2001), 154.
317
me lo mandó emprender de cuenta de su Real Erario el año de 1788, autorizando mi
persona, y auxiliando mi comisión por todos modos”, a la vez que le concede un
presupuesto de “seis mil reales de las Rentas de Correos, por una vez”.
Pero una enfermedad obligó a Ortiz a paralizar su proyecto, y tras su recuperación, dos
años después, el nuevo monarca, Carlos IV, “tuvo a bien ordenarme que le continuase
para primavera de 1791”, y mediante una Real Orden se le libran en fecha 28 de
Septiembre de 1791 otos 2000 reales, “pero también esta vez hubo de suspenderse por
nuevos cuidados ocurridos en el Ministerio y por las guerras sobrevenidas, aún no bien
terminadas”.
A finales de 1796 vuelve a solicitar del monarca una nueva dotación económica para
continuar con su viaje, que no le es concedida. Alicia Canto ve en esta negativa el apoyo
prestado por Carlos IV y por Godoy al proyecto presentado por Alejandro Laborde, del que
ya hemos hablado con anterioridad, ya era un tipo de viaje más acorde con las tendencias
que en aquel momento se daban en Europa, ya que “presentaban de una manera agradable
y, por tanto, poco crítica, el estado de estos monumentos antiguos y, en general, de
España”750.
Sin embargo, si le es concedida una pensión para que ejecute el plan de la obra, que
realiza en 1797, con la intención de “comunicar al público sus objetos y plan, a fin de
enterarle de las utilidades que resultarán quando se lleve al fin esperado”751. En 1802
vuelve a solicitar de Carlos IV una dotación económica para proseguir con su viaje, cosa
que no consiguió, y finalmente, sólo una parte del trabajo llegó a ver la luz, la relativa al
teatro romano de Sagunto, y dedicada a Manuel de Godoy, Príncipe de la Paz.
Según expone el propio Ortiz en el prólogo de su obra, los motivos que le indujeron a
realizar un “viaje arquitectónico-antiquario por las Provincias de España”, fueron sus
intenciones de corregir las “insufribles, aunque por desgracia no muy infundadas
acusaciones de los extranjeros sobre nuestra indolencia respecto a las antigüedades que
tenemos enterradas. Acúsannos de que ninguna diligencia practicamos en busca y
descubrimiento de monumentos antiguos que podrían ilustrar las Artes, la Geografía, la
Numismática, la Lapidaria, la Historia y otras facultades y ciencias, al paso que
enriquecerían los museos de inestimables tesoros”752.

750
Goberna, op. cit. 516 (2001), 69; cfr. Canto, op. cit. 512 (2001), 34-35.
751
Canto, op. cit. 516 (2001), 31.
752
Ortiz , op. cit. 820, 145; cfr. Helman, op. cit. 783 (1953), 622.
318
Aparte de este sentimiento de defensa de la patria, también existe en su proyecto la
necesidad de recoger las antigüedades para con ellas “ilustrar la patria” y su historia, idea
esta que debemos relacionar con su pertenencia a la Real Academia de la Historia.
Esto se confirma con lo escrito en el Prólogo de su Viaje arquitectónico anticuario de
España, donde defiende la necesidad de realizar un proyecto de estas características, dado
que los monumentos “de nuestra España (que no son pocos) se están hundiendo,
consumiendo y aniquilando de mil maneras, y con pocas esperanzas de verse conservados
o perpetuados por el buril y una descripción científica, ya que el tiempo, la ignorancia y la
barbarie hayan de acabar con ellos”753.
Parte en su trabajo de la enumeración de una serie de proyectos previos, algunos
fracasados y otros llevados a cabo, que tenían como finalidad el dar a conocer de forma
adecuada las ruinas antiguas de la nación, y en las que participaron “Ocampo, Morales,
Nebrixa, Núñez, Resende, Vives, Agustín, Mariana, Chacón, Llanzol de Romaní, Roa,
Caro, Ustarroz, Palmireno, Mondéjar, [Nicolás] Antonio, Martí, Mayans, Flórez,
Velázquez, Bayer, Lumiares y otros sin número”, y de todos los cuales destaca la figura de
Manuel Martín, deán de Alicante.
También destaca la importancia que tuvieron las recopilaciones efectuadas por la
“Academia de Buenas Letras de Sevilla, el Maestro Fray Enrique Flórez, los historiadores
de algunas ciudades y pueblos en particular, y algunos otros sabios, [que] han dado al
público varios restos antiguos”754.
Sin embargo, Ortiz no consideró válida esta documentación, pues según sus palabras
estaban “diseñadas sin inteligencia”, y únicamente hacían referencia “a una muy pequeña
parte de lo nos queda”.
En su proyecto, distinto al ofrecido por Antonio Ponz, señala la necesidad de un
estudio arqueológico que permita conocer la presencia de restos clásicos en España, con un
criterio casi de coleccionista, que recuerda al mantenido por el Conde de Caylus755, de ahí
que concibiera su viaje como una recopilación total de los monumentos conservados, y en
este sentido en su definición de monumento, tienen cabida la arquitectura, la escultura, los
mosaicos, las medallas, las inscripciones y las noticias de la geografía antigua del país.

753
Matilla, op. cit. 817 (1997), 48.
754
Ortiz, op. cit. 820 (1807), 146-148.
755
Caylus, Comte de, Recueil d´antiquités égyptiennes, grecques, étrusques et romaines. 7 Vols. (París
1752-1767); cfr. Schnapp, op. cit. 56 (1994), 212-215 ; Gran Aymerich, op. cit. 53 (2001), 36-43.
319
Esta definición, hay que ponerla en relación con los proyectos realizados por la
Academia de la Historia, en los que el propio Ortiz participó y que coincide en muchos
aspectos con las instrucciones dadas en 1752 a Luis José Velázquez de Velasco. Además
muchos de los planteamientos defendidos por Ortiz, serán posteriormente recogidos por
Juan Agustín Ceán Bermúdez.
En su proyecto, como ya hiciera Antonio Ponz, prestó una gran importancia al estudio
de los restos arquitectónicos conservados, ya que “los edificios antiguos, de cualquiera
clase que sean, ocupan en la historia de las Naciones un lugar muy distinguido y .... no
hay edificio alguno de la antigüedad (sin exceptuar los Arabescos) de quien no podamos
aprovecharnos ventajosamente en infinitas ocasiones”, ya que “grabadas están en ellos la
opulencia, la religión, las costumbres, los ritos, el poder, el gusto de sus autores, y la
pericia de sus arquitectos”756.
Por ello, considera que el primer paso a realizar es “tomar geométricamente las plantas
y alzados de los edificios antiguos Griegos o Romanos que quedan esparcidos en varios
parages de España, enteros o en ruinas”, realizando una enumeración de los edificios más
interesantes para el objetivo de su trabajo: “termas o baños, arcos o templos, naumaquias,
circos, teatros, anfiteatros, puentes, aqüeductos, caminos, calzados, sepulcros &c”,
elementos estos que coinciden con los contenidos en el punto 5º de la Instrucción del
Marqués de Valdeflores.
En ellos podría “desmontar ruinas, descubrir suelos, subir sobre los aqüeductos,
paredones y demás monumentos, hacer indagaciones, tomar medidas, levantar planos,
perfiles y vistas, combinar partes, averiguar proporciones, dibujar cuanto convenga, sacar
partido de cada miembro, de cada moldura, con otras muchas cosas que las
circunstancias aconsejen”757.
Para todas estas descripciones se deberían adoptar “una crítica rigurosa y fundada de
lo que [estas construcciones y edificios] fueron, en qué tiempo, y por qué gentes se
edificaron, según ofrezca el estilo formal y material que las naciones usaron en sus obras
arquitectónicas. Observarase la cantidad y calidad de los materiales que empleaban; la
varia combinación o colocación de ellos; las dimensiones de los sillares, y demás
circunstancias que presenten y puedan ser útiles para la entera restauración del arte de

756
Ruiz Rodríguez, D., “Teatro y Arqueología en José Ortiz y Sanz”, en Morán y Rodríguez, op. cit.
817 (2001), 131-143; Matilla, op. cit. 817 (1997), 48.
757
Canto, op. cit. 516 (2001), 50.
320
edificar. En todos los monumentos considerables no íntegros se suplirá la parte derruida,
por la guía de lo que reste, distinguiéndolo en los diseños. Lo mismo se hará de uno u otro
edificio Gótico, Árabe y aun posterior, que tenga alguna recomendación o circunstancia
notable, y que pueda prestar luz a la Arquitectura, Historia, Antiquaria &c. Para la
exactitud de medidas se harán las excavaciones y desmontes oportunos hasta descubrir los
pavimentos o suelos, de manera que puedan tomarse bien las anchuras, longitudes y
alturas de las piezas, paredes y miembros”.
Aunque a Luis José Velázquez de Velasco se le había encomendado, en el apartado 5º
de la Instrucción de 1752, la medición, dibujo y explicación de “las ruinas de los famosos
pueblos de la antigüedad y las reliquias de sus más suntuosos edificios”, Ortiz será el
primer teórico de la representación de los monumentos antiguos.
Concibió una norma estandarizada que debía seguirse en el dibujo de las ruinas, que
pierden el valor poético y evocador de lo antiguo que había impuesto La Enciclopedia758,
representado por los dibujos de Valdeflores, debido a su poca utilidad arquitectónica y
documental. Ortiz adoptó un criterio más científico, caracterizado por la utilización del
dibujo como instrumento para conocer la lección arquitectónica que las ruinas antiguas
encierran.
Asimismo, como ya venían realizando los arquitectos franceses en sus dibujos
arqueológicos, también será el primero en nuestro país en defender el concepto de
restauración arquitectónica de las obras, que nunca debería basarse en unos pocos datos
arqueológicos, en numerosos casos contaminados por referencias figurativas modernas o
imaginarias, tal y como se había realizado desde el siglo XVI hasta mediados del XVIII, de
ahí que estableciese que “en todos los monumentos considerables no íntegros se suplirá la
parte derruida, por la guía de lo que reste, distinguiéndolo en los diseños”.
La propuesta de Ortiz intentaba asumir el sentido historicista que las experiencias de
José de Hermosilla en Granada y Córdoba habían definido, dotándola de un contenido
pedagógico, sobre todo en función de la enseñanza de la arquitectura en la Academia de
San Fernando, de tal manera que el estudio de las ruinas se convertiría en la oportunidad de
tener un repertorio figurativo del pasado, a la vez que el inicio de una política institucional

758
Calatrava Escobar, J.A. “La poética de las ruinas en la Enciclopedia”, en El Arte, op. cit. 87 (1989),
153-158.
321
de conservación y utilización pedagógica de los monumentos del pasado759, lo que
entronca con los ideales ilustrados de educación, progreso y utilidad a la nación.
Esta concepción pedagógica coincide con las instrucciones dadas en 1791 por la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando a los pensionados enviados a Roma, a quienes
se les indicaba que en cuanto a la forma de dibujar las ruinas, debían tener en cuenta que
“las ruinas antiguas no son meramente para ser vistas y dibujadas, [sino que] se han de
estudiar con seriedad y discernimiento; ... se han de medir las ruinas, se han de especular
sus perfecciones y defectos, y averiguar las precauciones y trazas de su edificación. Bueno
será no fiar de la memoria esta última parte, y hacer apuntamientos por escrito. Quando
las cosas sean dignas de notarse, se enviará una copia de ellas con los dibujos, en la
inteligencia de que la Academia leerá con gusto y conservará en su biblioteca estas
observaciones siempre que estén extendidas con claridad y buen método; puesto que un
arquitecto ha de saber manejar la pluma casi tanto como el pincel”760.
Respecto a los elementos arquitectónicos que encontrase en su viaje, como “basas,
columnas, capiteles, cornisas, ornatos, molduras &c, se escogerán los mejores en
execución y materia de qualquiera Orden que sean, y se conducirán a S.M., a fin de que
siendo de su Real aprobación, se coloquen por orden y clase en la Real Academia de San
Fernando, donde puedan los Arquitectos estudiar el Arte sin ir a Roma”.
En su obra Ortiz defenderá la necesidad de que los trabajos de investigación,
excavación, documentación y estudio, debían ser realizados por personas especializadas,
con el fin de evitar malinterpretaciones y errores, como el proyecto que tuvo “el Ministerio
seis años hace en averiguar el verdadero parage en que estuvo la célebre Munda; pero
quiso la suerte se le encargase el negocio a cierto Ingeniero que carecía de todos los datos
y conocimientos indispensables para ello. Después de haber dado que reír a los literatos el
modo con que pensó hallar a Munda, y de haber malgastado dos años, y no poco dinero
sin adelantar un paso, se le hubo de mandar lo dexase”761.
A pesar de que la Arquitectura representa el punto más importante y novedoso del
proyecto de Ortiz, no por ello descuidó los otros elementos que incluye en su
consideración de monumento.

759
Sambricio, C., “José de Hermosilla y el ideal historicista en la arquitectura de la Ilustración”, en La
Arquitectura Española de la Ilustración (Madrid 1986), 109-127; Ruiz Rodríguez, op. cit . 817 (2001), 133 y
140.
760
Ruiz Rodríguez, op. cit. 51 (1992), 15-34; Ruiz Rodríguez, op. cit. 817 (2001), 132; Matilla, op. cit.
817 (1997), 47-48.

322
En cuanto a las escultura halladas en “las excavaciones de ruinas antiguas de edificios
Griegos ó Romanos, es ordinario hablarse de relieves medios y baxos, estatuas,
medallones, candelabros, jarrones, rosetones, y otras obras de jaspe, mármol, bronce, y
aún de los metales preciosos. Por ellas venimos en conocimiento de las antigüedades
gentílicas, de las deidades, ritos, vestidos y usos de nuestros antepasados en paz y guerra;
la forma de las armas y armaduras, el calzado, los arneses de los caballos, y variedad de
instrumentos”.
Considera que los mosaicos pueden “ilustrar la Historia, la Mitología y las Nobres
Artes”, y que la importancia de las medallas radica en que se trata de “documentos
auténticos y seguros para la Historia, la Cronología, Geografía y recta pronunciación de
los pueblos y municipios en que se batieron”. Las inscripciones, por su parte, son “uno de
los lugares históricos más estimaos y seguros”, pues dan “muchas noticias útiles a la
Historia política y civil de los pueblos antiguos”.
Pero la verdadera importancia de la Numismática y de la Epigrafía, es que permiten
“conocer muchos pueblos antiguos, cuyo parage se ignora o se duda”, e incluso “rectificar
los nombres de las ciudades, pueblos y municipios que le tienen alterado, equivocado o
dudoso” e incluso “se podría conjeturar con el parage en que estuvieron los pueblos en
ellas nombrados”762, ya que, según Ortiz, “nuestra Geografía antigua yace todavía
sepultada en sí misma”.
Al final de su trabajo, incluye el primer catálogo de yacimientos arqueológicos de
España, en el que destacan numerosos lugares andaluces que, según Ortiz, deberían ser
visitados para obtener los datos necesarios para llevar a buen puerto su obra, y de los que
tenía noticias por las publicaciones anteriores y por su pertenencia a la Sala de
Antigüedades de la Real Academia de la Historia, donde fueron llegando noticias de
diversos hallazgos y excavaciones arqueológicas, muchos de las cuales fueron informadas
por el propio Ortiz763.
En el Reino de Sevilla, las localidades a visitar eran “Sevilla, Itálica, Carmona,
Cantillana, Ayamonte, El Rocadillo, Cazalla, Osuna, Niebla, Bejer, Bornos, Algeciras,
Xerez, Cabezas de San Juan, Porcuna, Cazlona, Gelves, Alcolea, Cortegana, Lora,

761
Ortiz, op. cit. 817 (2001), 149-50 y 154-155.
762
Ortiz, op. cit. 81 (2001), 150-153.
763
Informe de fecha 10.02.1802 sobre los elementos decorativos de un pavimento musivo encontrado en
Itálica. ARAH, Mss. 9/3940/12(5); Informe de fecha 15.04.1802 sobre las inscripciones romanas halladas en
Osuna y transmitidas por Luis de la Rosa. ARAH, Mss. 9/7970/5(4).
323
Marchena, Morón, Rota, Tocina [y] Utrera”. Del reino de Córdoba, dice que “todo su
territorio está sembrado de pueblos antiguos arruinados, especialmente entre los ríos
Xenil y Betis, donde sucedieron los últimos sucesos de armas entre César y los hijos de
Pompeyo. Es menester recorrerlo despacio”.
Del reino de Jaén “Jaén, Baeza, Úbeda, Bilches, Xavalquinto, Higueruela, Marmolejo,
Mengibar, Villa-nueva del Arzobispo, Ximena [y] Andujar”. Del reino de Granada
“Granada, Setenil, Zahara, Málaga, Almuñecar, Comares, Muxacra, Cártama, Antequera,
Martos, Moncloa, Cabra, Verja, Salobreña, Baza, Benamexix, Estepa, Estepona,
Marbella, Orgiba, Ronda, Vera, Guadix el Viejo [y] Monda”764.
Alicia Canto ha definido este proyecto como “Carta Arqueológica de la España
Romana del Siglo XVIII”765. A este respecto, hemos de decir, que efectivamente son
mayoritarios los yacimientos en los que predominan los materiales arqueológicos
pertenecientes a época romana, pero esta no es única y exclusivamente el interés de Ortiz,
pese a ser un especialista, por sus traducciones, en el mundo romano. Pero en su catálogo
también hay presencia de yacimientos islámicos y bajomedievales, e incluso en muchos de
los que Alicia Canto considera exclusivamente romanos, también hay presencia de
materiales y edificaciones islámicas, como son los casos de Sevilla, Córdoba o Morón de la
Frontera, sólo por citar algunos ejemplos.
Asimismo, entre los autores que deberían ser conocidos por un “arqueólogo ilustrado”
se encuentran las obras de Velázquez y Pérez Bayer, que mostraron un gran interés por las
antigüedades islámicas y prerromanas. Ortiz no pretendía únicamente buscar y estudiar las
ruinas o monumentos pertenecientes al pasado, sino probar cómo éstas reflejan la
existencia de una tradición clásica, por lo que sus criterios se encuentran más próximos a
los defendidos por Hermosilla, Villanueva y Arnal, sobre los que trataremos más adelante,
en su obra sobre las antigüedades de Córdoba y Granada.
En definitiva, este trabajo de Ortiz y Sanz, institucionalizó un modelo de cómo habían
de efectuarse y publicarse los estudios arqueológicos, basado en el análisis de la
documentación histórica, la medición “in situ” del monumento, su descripción analítica, un
adecuado sistema de representación y, finalmente, una propuesta para su restauración y/o
conservación, que es la gran novedad de este trabajo, pues esto no se había realizado hasta
el momento presente.

764
Ortiz, op. cit. 817 (2001), 155-157.
765
Canto, op. cit. 516 (2001), 51.
324
V.c. El Coleccionismo de Antigüedades
Antigüedades en
Andalucía.

“Coleccionar es rescatar cosas, cosas valiosas, del descuido,


del olvido, o sencillamente del innomble destino de estar
en la colección de otro en lugar de en la propia”.
(Susan Sontag, El amante del volcán, 1992)

El interés por la Antigüedad clásica y su plasmación en forma de repertorios de


monumentos, esculturas, monedas y otros objetos es un fenómeno que surgió en el
Renacimiento.
Sin embargo, será ahora en el siglo XVIII cuando se editen grandes obras de pura
erudición sobre escultura, epigrafía y numismática, que se consideraban fuentes más
objetivas y fiables que las escritas, que en numerosas ocasiones se habían contaminado de
las noticias procedentes de los Falsos Cronicones.
Durante el Siglo XVIII, se intenta recoger, ordenar y clasificar temáticamente los
restos de la antigüedad clásica, en el convencimiento de que el conocimiento del pasado
del pasado de la nación, era una condición indispensable para el progreso de la misma766.
En esta corriente el fenómeno coleccionista desarrollado siglos atrás por la Corona
continuó e incluso se incrementó. Así, Felipe V para aumentar el prestigio personal de los
Borbones, compró, entre 1706 y 1728, la colección que había pertenecido al Marqués del
Carpio767 y, en 1724, la colección de Odescalchi, que con anterioridad había pertenecido a
Cristina de Suecia768, una de las mejores colecciones escultóricas de la época, y que
posteriomente fueron colocadas en el Palacio La Granja de San Ildefonso (Segovia)769.

766
Mora, G., “Las antigüedades de España. Noticias sobre la aportación española a la literatura
anticuaria europea en el Siglo XVIII”, en Álvarez Barrientos, J. y Checa Beltrán, J. (coords) El siglo que
llaman Ilustrado. Homenaje a Francisco Aguilar Piñal (Madrid 1996), 671-672.
767
Cacciotti, B., “La collezione del settimo marchese del Carpio. Tra Roma e Madrid”. Bolletino d´Arte
86-87 (1994), 133-196; cfr. Cacciotti y Mora, op. cit 50 (1996), 65; M. A. Elvira, El Cuaderno de Ajello y
las esculturas del Museo del Prado (Madrid, 1998); Elvira Barba, M. A. y Schröder, S. Bajo el signo de
Fortuna. Esculturas clásicas del Museo del Prado (Salamanca 1999).
768
Boyer, F., “Les antiques de Christine de Suède à Rome”, Revue Archeologique 37 (1932), 254-267;
Chritina Queen of Sweden, a Personality of European Civilitzation (Stockholm 1966); Neverov, O., “Dai
tesori d´arte di Cristina di Svezia”, Xenia 7 (1984), 89-90; Cacciotti y Mora, op. cit. 50 (1996), 66; Walker.
S, “The Sculpture Gallery of Prince Livio Odescalchi”, Journal of the History of Collections, 6 (1994), 188-
219; Elvira Barba, M.A., “Los retratos antiguos (y pseudoantiguos) de la colección de Cristina de Suecia”, en
Iluminismo e Ilustración, op. cit. 80 (2003), 157-170.
769
Herrero Sanz, Mª. J., “Recorrido de la escultura clásica en el Palacio de San Ildefonso a través de los
inventarios reales”, en El Coleccionismo, op. cit. 484 (2001), 239-258.
325
Este afán coleccionista de la Monarquía continuó a lo largo de la centuria, como lo
desmostraría la llegada a Madrid, en 1759 de la colección del Cardenal Camillo Massini,
que había sido comprada por Francisco Pérez Bayer durante su estancia en Italia770.
Entre 1765 y 1766 llegaron procedentes de Roma otras alhajas antiguas regaladas a
Carlos III por Belisario Amidei, a través de Almerico Pini. En 1783, tras la captura de los
franceses de un barco inglés que transportaba, entre otros objetos, un cargamento de
dibujos de monumentos y antigüedades procedentes de Italia, con destino al mercado
inglés, que finalmente fueron compradas por la Compañía de Lonjistas de Málaga, y
destinadas a decorar las estancias del Palacio Real y de la Casa del Príncipe del Real Sitio
del Pardo771.
Al igual que la monarquía, las grandes Casas Nobiliarias de la nación mantuvieron el
afán coleccionista que habían desarrollado durante el Renacimiento, como es el caso de la
que poseían los Duques de Medinaceli en la Casa de Pilatos (Sevilla)772, y el Barroco,
como es el ejemplo de la colección reunida por Marqueses de Estepa en Estepa
(Sevilla)773.
Pero también la nueva nobleza desarrollará ese afan coleccionista, como lo demostraían
los ejemplos de la colección numismática del Conde del Águila en Sevilla, o la colección
escultórica y epigráfica reunida por el Marqués de la Cañada en El Puerto de Santa
María774.

770
Cacciotti, B., “La dispersione di alcune artichità della collezione Massimo in Spagna ed Inghilterra”,
Xenia Antiqua 3 (1996); cfr. Cacciotti y Mora, op. cit. 50 (1996), 66. Sobre el viaje de Fco. Pérez Bayer a
Italia, vid. Pérez Bayer, op. cit. 643, 609-674, con una introducción de J.A. Catalá Sanz. los mosaicos traídos
por Pérez Bayer de Italia, véase el trabajo de Mañueco, op. cit. 410 (1993), 198, y Mora, G., “La «erudita
peregrinación». El Viaje Arqueológico de Francisco Pérez Bayer a Italia (1754-1759)”, en Iluminismo e
Ilustración, op. cit. 80 (2003), 255-275, por el contrario Carmen Alonso, en el mismo congreso, considera
que los mosaicos no proceden de las compras de Bayer, vid. Alonso Rodríguez, Mª.C. “La Colección de
antigüedades comprada por Camillo Paderni en Roma para el rey Carlos III”, en Iluminismo e Ilustración,
op. cit. 80 (2003), 29-45. De las monedas traídas de Italia, existe un Catálogo de las medallas de oro que de
Roma y otras ciudades de Italia y Francia compró D. Francisco Pérez Bayer para el Real Museo de Su
Majestad Catholico. British Library. Mss. Eg. 561, nº 13, fols. 128-146v.
771
Archivo General de Palacio, caja 8677, expediente 20; cfr. Cacciotti y Mora, op. cit 50, 67. Sobre el
tema del Westmorland, vid. Luzón Nogué, J.Mª. (ed.), El Westmorland. Recuerdos del Grand Tour (Sevilla
2002).
772
Trunk, M. “La Colección de esculturas antiguas del primer duque de Alcalá de la Casa de Pilatos en
Sevilla”, en El Coleccionismo, op.cit. 484 (2001), 89-10; Trunk, M., Die Casa de Pilatos in Sevilla. Studien
zu Sammlung, Aufstellung und Rezeption antiker Skulpturen im Spanien des 16. Jhrs (Mainz 2002).
773
Ballesteros, J.R., La Antigüedad Barroca. Libros, inscripciones y disparates en el entorno del III
Marqués de Estepa (Estepa 2002), 171-188; Beltrán Fortes, op. cit. 484 (2001), 148-155.
774
Buhigas y Pérez, op. cit. 693 (1993); León Alonso, P., “Sammlungen antiker Skulpturen in Spanien
und Portugal”, en D. Boschung, H. v. Hesberg, eds., Antikensammlungen des europäischen Adels im 18.
Jahrhundert als Ausdruck einer europäischen Identität, (Mainz 1999), 74-86; Beltrán Fortes, op. cit. 484
(2001), 156-158.
326
Junto a ello, surgen otras determinados sectores de la baja nobleza o de comerciantes
enriquecidos se unirán a la pasión coleccionista, de forma que el arte de coleccionar se
convierte en una moda de la época775.
Varias son las motivaciones que pueden buscarse en el desarrollo del coleccionismo.
En primer lugar, por el surgimientode una verdadera afición coleccionista ya sea por que el
conocimiento y colección de objetos de arte y/o antigüedades clásicas se convierte en un
elemento de prestigio social y de equiparación con las clases altas y de distinción frente a
otras personas de su misma clase social, y que sería también consecuencia de su ascenso a
los cargos políticos municipales, hasta entonces en manos de la nobleza municipal.
Buenos ejemplos de lo anterior serían las colecciones formadas por Pedro Leonardo de
Villacevallos en Córdoba, por Francisco de Bruna y Ahumada en Sevilla o la colecciones
gaditanas formadas por Antonio Mosti o Pedro Alonso O´ Crouley.
También entre los estamentos bajos del Clero surge en esta época un verdadero afán
coleccionista. En estos casos, su formación habría que buscarla en el alto nivel de
formación y de conocimiento de las antigüedades clasicas, que les posibilitó su entrada en
las instituciones científicas y académicas creadas en el momento, y que servirán de sostén
a los estudios epigráficos y arqueológicos que llevarán a cabo en estos momentos.
Ejemplos de ello serían las colecciones conformadas por los Monjes del Monasterio de San
Isidoro del Campo (Santiponce, Sevilla), verdaderos conservadores de las ruinas de Itálica,
o las colecciones particulares reunidas por Fernando José López de Cárdenas, el Cura de
Montoro, por Patricio Gutiérrez Bravo, el Cura de Arahal, o por Cándido María Trigueros.
Pero también en este momento se dan una serie de circunstancias que merecen la pena
destacar. En 1753, se crea a instancia del Cabildo de Jérez de la Frontera la primera
colección municipal en Andalucía, reuniéndose en el antiguo pósito municipal las distintas
piezas prerromanas y romanas recogidas por el Cabildo municipal.
El otro hecho destacable ocurre en 1777, cuando se dicta sentencia condenatoria contra
Juan de Flores y Odduz por las falsificaciones de antigüedades procedentes de las
excavaciones practicadas en la Alcazaba de Granada. A consecuencia de ella, las piezas
consideradas originales serán depositadas en los sótanos de la Real Chancillería de
Granada, dando lugar al primer depósito judicial conocido hasta el momento presente.

775
Pérez Alcorta, Mª. C., “Proyectos y medallas de Carlos III”, Reales Sitios 104 (1990), 45-56.
327
1.-
1.- Colecciones Regias en Andalucía: Los Reales
Alcázares de Sevilla.
Sevilla

No conocemos con seguridad cuando debieron comenzar las aficiones anticuarias


de Francisco de Bruna y Ahumada, aunque Romero Murube piensa que estas aficiones le
venían desde su juventud por dos motivos.
El primero porque desde siempre había mostrado un gran interés por las lenguas
clásicas y, el segundo, por que en sus frecuentes visitas a su Lucena natal, en la que el
propio Bruna llegó a reunir una colección de antigüedades, debió conocer la colección que
los Marqueses de Estepa había reunido, y que le sirvieron de ejemplo y aliciente776.
Además, desde su llegada a la ciudad, estuvo siempre en contacto con la principales
figuras eruditas de la ciudad, relación que se acentuará a partir de 1744, cuando consiga
por oposición una plaza en la Audiencia de Sevilla, participando en las principales tertulias
del momento.
En 1752 se funda la Academia Sevillana de Buenas Letras, con cuyos miembros
fundadores Bruna tenía una importante relación personal, que le permitiría conocer de
primera mano los resultados de las excavaciones practicadas en 1753 por Miguel Espinosa
Tello de Maldonado, Conde del Águila, en Itálica, en la que se descubrieron una serie de
epígrafes romanos777 o del levantamiento planimétrico del anfiteatro italicense realizado, a
instancia del propio Conde, por Pedro de San Martín y Lara, arquitecto mayor del cabildo
hispalense778. El final de este período será con su admisión como miembro de la Academia
Sevillana de Buenas Letras, el 20.12.1765.
Su interés por la arqueología y las bellas artes, comienza a reflejarse a partir de esta
fecha, tal y como se refleja en sus disertaciones conservadas en la Academia Sevillana779.
Nada más tomar posesión de cargo, realizó un acondicionamiento del palacio, seriamente
dañado tras el terremoto de Lisboa de 1 de Noviembre de1755, donde pudo alojar las

776
Romero Murube, op. cit. 335 (1965), 49.
777
Flórez de Setién, op. cit. 23, Tomo XII (Madrid 1754), 236; Zevallos, Fr. F., La Itálica (Sevilla
1886), 25-26; cfr. Luzón Nogué, J.Mª., Sevilla la Vieja. Un paseo histórico por las ruinas de Itálica (Sevilla
1999), 36-38; León Alonso, op. cit. 543 (1993), 37-38; Luzón Nogué, op. cit. 544 (2003), 53.
778
San Martín y Lara, Pedro, Noticias que yo, Pedro San Martín y Lara, maestro mayor arquitecto del
Ilmo. Cavildo Recinto de la ciudad de Sevilla, doy del Amphiteatro de Itálica, como se ve á el presente según
el reconocimiento efectuado por orden de el Conde del Águila (Sevilla 1754). ARAH Mss. 9/7567 (I, 38);
reproducido íntegramente en Flórez, op. cit. 848 (1754), 227 y ss.
779
Bruna, op. cit. 306 (1762); Bruna, op. cit. 320 (1773); Gascó, F., “Historiadores, falsarios y
estudiosos de las antigüedades andaluzas”, en Beltrán y Gascó, op. cit. 58 (1993), 27.
328
antigüedades y objetos de Ciencias Naturales que a partir de este momento comenzó a
reunir. También, con la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767, Bruna procedió a
recoger de los edificios jesuíticos numerosos objetos religiosos, pinturas y esculturas,
algunos de los cuales pasaron a engrosar las colecciones artísticas del Alcaide.
Como ya viera Romero Murube, la colección puede dividirse en dos grandes bloques,
la particular, sobre la que trataremos más adelante, y la pública, según los inventarios post-
mortem, aunque las descripciones que tenemos sobre la colección no hablan para nada de
esta división, considerándola como un todo unitario, tal y como lo concibió el propio
Bruna.
Esta distinción entre dos colecciones también aparece reflejada en los trabajos
epigráficos de Francisco Javier Delgado y Jurado, abogado y alcalde hispalense durante el
Trienio Liberal, quien únicamente centró sus estudios en las pocas piezas que todavía se
conservaban en los salones del Alcázar780, que describe y acompaña con sus dibujos, sin
que en ningún momento haga mención a las colecciones privadas de Bruna.
Pero volvamos al estudio de la colección o “museo oficial” reunido por Francisco de
Bruna en la residencia regia de los Reales Alcázares de Sevilla. La idea de Bruna era crear
una Colección de Inscripciones y Antigüedades de la Bética, de carácter público, situada
en “los salones que dan entrada a los jardines del estanque de Mercurio”781, financiada
con caudales sacados de las rentas públicas y formada en nombre del rey, que dio su
aprobación a través de Floridablanca, según se desprende de la correspondencia mantenida
entre ambos, a partir de 1788.
El primero que llamó la atención sobre los gustos coleccionistas de Bruna, fue Antonio
Ponz, Secretario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que en 1786 visita
la ciudad, y nos da la siguiente descripción: “Francisco de Bruna, decano de la Real
Audiencia de esta ciudad y teniente de alcalde de los Reales Alcázares, ha sido y es muy
celoso de estos monumentos de la antigüedad y de las artes, de los cuales tiene recogidos
muchos en su casa, encontrándose buen número de bustos antiguos, pedestales y lápidas
con inscripciones romanas, algunas árabes”782, realizando algunos dibujos de las
esculturas conservadas (FIGURA 28).

780
Los trabajos fueron recogidos por su hijo Antonio Delgado y Hernández, bajo el título Epigrafía,
copia de inscripciones antiguas de España. BUS Mss. 332/165.
781
Romero Murube, op. cit. 335 (1965), 41.
782
Ponz, op. cit. 391 (1786), 182-183; cfr. López Rodríguez, J.R. , “El largo camino de una colección.
La gestación de un museo”, en AAVV (ed) Itálica en el Museo Arqueológico de Sevilla. (Sevilla 1995), 11-
329
Otra persona que conoció bien la colección fue Juan Agustín Ceán Bermúdez, gracias a
su estancia en la ciudad durante varios años. Según su descripción, la colección estaba
compuesta por “preciosos torsos, cabezas, pies, manos y otros restos de antigüedad
romana que reunió don Francisco de Bruna y Ahumada en los salones bajos del alcázar
de Sevilla, del que era teniente de alcaide, también desenterrados en esta ciudad, en
Itálica y en despoblados de este convento jurídico”783.
La colección reunida fue muy comentada entre sus contemporáneos, como son los
casos de Fray Fernando de Zevallos784, prior del Monasterio jerónimo de San Isidoro del
Campo, y de Francisco Pérez Bayer, quien durante su estancia en Sevilla, tomó posesión
de su condición de académico de la Sevillana de Buenas Letras. En ese momento,
“mientras se juntaban los académicos di una vuelta por aquellos salones en que hay varios
monumentos antiguos, trozos de estatuas y algunas de ellas colosal, inscripciones y otras
memorias”785.
En Enero de 1797, a su vuelta de Roma, la visitan Leandro Fernández Moratín y Juan
Agustín Ceán Bermúdez, a su vuelta de
Roma. El dramaturgo hace la siguiente
reflexión sobre el salón donde se
encuentran las esculturas: “En un salón
del Alcázar está la colección de antiguos
del Sr. Bruna, de la cual hace mención
Ponz en sus Viajes, y tiene razón en

comparar las estatuas desnudas halladas


Figura 89. Esculturas de los Reales Alcázares de Sevilla,
según A. Laborde. en Itálica con lo mejor del Vaticano: la
que está partida por medio del rostro me pareció que podía ser un Trajano: la boca y la
barba son muy parecidas a las cabezas de aquel emperador”786.
Otras descripciones son las realizadas por Alejandro Laborde (FIGURA 89) y por
Nicolás Bahamonde de la Cruz, Conde de Maule, quien informa de la existencia en el lugar

25; Aguilar Piñal, Fco., “El señor del Gran Poder (Un granadino, dueño de Sevilla)”, Temas Sevillanos.
Tercera Serie (Sevilla 2002), 173-174.
783
Ceán Bermúdez, Juan Agustín, Sumario de las antigüedades romanas que hay en España (Madrid
1832), 250.
784
Zevallos, op. cit. 848 (1886), 27; cfr. León Alonso, op. cit. 543 (1993), 40.
785
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 646.
786
Fernández de Moratín, Leandro, Viage a Italia (Madrid 1988), 636; cfr. Romero Murube, op. cit. 335
(1965), 59; Beltrán Fortes, op. cit. 484 (2001), 163.
330
de “un torso colosal de mármol, de bastante mérito; otra estatua mutilada de un muslo, de
un pie, y parte de la caña de la pierna, y la mitad de la cabeza desde el nacimiento de la
nariz; un pedestal con dos piernas y pies colosales y parte del ropaje; otra estatua de
mujer vestida sin cabeza, otras varias estatuas mutiladas, columnas, pedestales y lápidas
de mármol con inscripciones encontradas en las excavaciones de Itálica; un brocal de
pozo de mármol blanco con inscripción árabe; y otra piedra con inscripción fenicia muy
rara; de todas las cuales me dicen que había formado una relación el señor Bruna,
conservador de estas antigüedades que no he podido ver con motivo de su
fallecimiento”787.
Muchas de las piezas se perdieron durante el levantamiento de los sevillanos contra
los invasores franceses, por eso sólo se pudo realizar un inventario en virtud de la Real
Orden de 20 de Octubre de 1854, por la que se disponía el traslado de los objetos
arqueológicos existentes en los Reales Alcázares al Museo de Pintura de Sevilla, creado
por Real Orden de 16 de Septiembre de 1835, sito en el antiguo Convento de la Merced, y
donde existía una Sección de Arqueología, conformada con las piezas arqueológicas
procedentes de Itálica.
Según este inventario, las piezas entregadas en el Museo de Pinturas eran:
“nº 1.- Un tinaja de barro.
nº 2.- Id., id., id.
nº 3.- Dos ánforas romanas de barro.
nº 4.- Una id., id. de id.
nº 5.- Brocal de un pozo de piedra.
nº 6.- Un trozo de estatua, de mármol colozal.
nº 7.- Id., id., id., id.
nº 8.- Un torso de una diana, de mármol.
nº 9.- Una estatua mutilada, de mármol.
nº 10.- Un torso de estatua de mármol, natural.
nº 11.- Id., id., id., semicolosal.
nº 12.- Id., id., id., id.
nº 13.- Un torso de mármol, mutilado de ropas.
nº 14.- Fragmento de ropas y una pierna de mármol.

787
Bahamonde de la Cruz, Nicolás de la, Viage de España, Francia e Italia. Tomo XIV (Cádiz 1813),
241-242; cfr. Cano Rivero, I., “Ver para aprender. La primera galería pública de Sevilla en el Alcázar (1770-
331
nº 15.- Vajo relieve, figura de muger de mármol.
nº 16.- Torso de mármol, mutilado y de ropas.
nº 17.- Piedra grande con tres figuras de alto relieve, mutilado de mármol.
nº 18.- Piedra grande con dos guerreros de alto relieve, mutilado de mármol.
nº 19.- Torso y cabeza de mármol de hombre, mutilado.
nº 20.- Fragmento de estatua colosal de mármol.
nº 21.- Torso de un guerrero con armadura, mal tratado.
nº 22.- Dos piernas de mármol colosales.
nº 23.- Un fragmento de una estatua colosal de mármol.
nº 24.- Fragmento de una estatua colosal de mármol.
nº 25.- Una figura chica mutilada con un cántaro en la cabeza, de mármol.
nº 26.- Una cabeza destruida de mármol.
nº 27.- Id., id., mutilada de id.
nº 28.- Id., id., pequeña mutilada de id.
nº 29.- Id., id., mayor mutilada de id.
nº 30.- Id., id., id., de id.
nº 31.- Id., id., id., id., de id.
nº 32.- Id., id., id., id., de id.
nº 33.- Fragmento de una pierna, mármol.
nº 34.- Id. de un pie de mármol colosal.
nº 35.- Un capitel mutilado de mármol.
nº 36.- Id., id., id.
nº 37.- Id., id., id.
nº 38.- Fragmento de ornato, mármol.
nº 39.- Id., id., id.
nº 40.- Lápida incompleta con inscripción, mármol.
nº 41.- Un trozo de columna con id. de id.
nº 42.- Un ángulo de pedestal con inscripción.
nº 43.- Inscripción completa en una lápida, mármol.
nº 44.- Pedazo de lápida con inscripción, mármol.
nº 45.- Id., id., id., id.
nº 46.- Pedazo de lápida con algunas letras, mármol.

1807) Aires ilustrados en Sevilla”. Mus-A 1 (2003), 29.


332
nº 47.- Un medio pedestal con inscripción.
nº 48.- Un pedazo de piedra con letras y adorno.
nº 49.- Una lápida con inscripción completa, mármol.
nº 50.- Id., id., id., id.
nº 51.- Un pedazo de lápida con letras, mármol.
nº 52.- Una lápida completa con letras.
nº 53.- Una lápida completa con inscripción, mármol.
nº 54.- Un pedazo de lápida con letras, mármol.
nº 55.- Un pedestal con inscripción completa.
nº 56.- Una lápida con inscripción completa, moderna.
nº 57.- Un pedestal con inscripción.
nº 58.- Id., id., id.
nº 59.- Lápida con inscripción moderna.
nº 60.- Un pedazo de columna con letras.
nº 61.- Un pedazo de columna de marmolete con inscripción.
nº 62.- Un pedazo de pedestal con inscripción.
nº 63.- Fragmento de columna con letras.
nº 64.- Trozo de pedestal con inscripción.
nº 65.- Lápida con inscripción moderna.
nº 66.- Pedazo de pedestal con letras.
nº 67.- Pedazo de lápida con letras de pedestal.
nº 68.- Pedazo de pedestal de sanipé con inscripción.
nº 69.- Dos pedazos que forman un pedestal de sanipé con inscripción.
nº 70.- Un pedestal de mármol con inscripción completa.
nº 71.- Un pedestal con inscripción completa y adorno.
nº 72.- Un pedestal con inscripción.
nº 73.- Un pedestal con adorno y dos inscripciones.
nº 74.- Un pedestal con inscripción completa.
nº 75.- Un neto de pedestal con inscripción incompleta.
nº 76.- Un pedestal con inscripción completa.
nº 77.- Un pedestal con inscripción en tres pedazos.
nº 78.- Un pedestal con una inscripción, mármol.
nº 79.- Un pedazo de sombra de arco.
333
nº 80.- Id., id., id.
nº 81.- Un fragmento de columna de mármol.
nº 82.- Un pedazo de mármol.
nº 83.- Id., id., id.
nº 84.- Id., id., id.
nº 85.- Id., id., id., con inscripción.
nº 86.- Fragmento de piedra con moldura tallada.
nº 87.- Framgmento de piedra con moldura tallada.
nº 88.- Lápida moderna con inscripción.
nº 89.- Un trozo de columna.
nº 90.- Fragmento de inscripción árabe.
nº 91.- Id. sin inscripción con adorno.
nº 92.- Pedazo de piedra con inscripción incompleta.
nº 93.- Fragmento de piedra con inscripción.
nº 94.- Un pedazo de piedra jaspe con inscripción.
nº 95.- Un piedra jaspe con inscripción.
nº 96.- Veinte y siete pedasillos de adorno, unos de piedra y otros de material.
nº 97.- Una piedra chica con inscripción de mármol”788.
Pueden distinguirse varias supuestos o formas como
Francisco de Bruna conformó la colección o museo oficial de
los Reales Alcázares, con la finalidad de obtener estatuas,
epígrafes y demás piezas valiosas, con la intención de
enriquecer la colección:
- el primero fue recoger todos aquellos epígrafes
(FIGURA 90) y esculturas (FIGURA 22), de los que tuvo
conocimiento de su hallazgo789 o de su aparición en
excavaciones arqueológicas790, practicadas por otros.

Figura 90. Inscripción CIL


II/5, 1323, según Delgado.
788
Romero Murube, op. cit. 335 (1965), 91-93. La colección fue entregada por el entonces Teniente
Alcaide de los Alcázares, Alonso Núñez de Prado, y el inventario, de fecha 25.07.1855, estaba firmado por
Antonio Cabral Bejarano.
789
Carta remitida el 20.05.1797 por Alonso Lerena Martínez a Tomás López, BN Mss. 7306, cfr.
López, Tomás, Diccionario Geográfico de Andalucía: Sevilla (Granada 1989), Introducción y edición crítica
a cargo de Cristina Segura Graiño, 155.
790
Ponz, op. cit. 713 (1792), Carta V.
334
- realización de excavaciones arqueológicas en la ciudad de Itálica: Bruna ya
conocía la potencialidad del yacimiento, debido a los hallazgos epigráficos de las
excavaciones practicadas por el Conde del Águila en 1753. Pero en 1781 comienza a
realizar una serie de excavaciones en el lugar791, en el que aparecieron varios epígrafes y
fragmentos escultóricos792, entre los que destaca el torso de Diana (FIGURA 30 y 89). En
su comunicación al conde de Floridablanca, le comunica el destinado de todas estas piezas:
“he conducido a este Alcázar los pedestales y estatuas que he colocado en el mismo salón
donde están los modelos de yeso y demás inscripciones de la Bética”.
- confiscación de piezas de Itálica: el hallazgo en 1788 de unas esculturas, entre
ellas un Hermes Dionysophoros, que se encontraban en posesión de los Monjes Jerónimos
del Monasterio de San Isidoro del Campo, verdaderos propietarios del yacimiento de
Itálica, hace que Bruna solicite de Floridablanca, que el rey ordene al prior del monasterio
la entrega de las piezas “para colocarlas en el salón, entrando de los jardines de el
Alcázar, donde tengo puestas las estatuas e inscripciones de la Bética, que he podido
recoger”. La finalidad de esta petición era traer “á este palacio de el rey, donde estarán
bien conservadas, y se podrán reparar de algunos pedazos que les faltan, en caso de no
encontrarlos en el paraje de donde se sacaron”, para así poder “fomentar el estudio de
profesores”793.
- en 1789 tuvo noticia, por el padre
Alejandro del Barco, del mal estado en que se
conservaban los epígrafes y esculturas (FIGURA
91) que había reunido en su palacio de Lora de
Estepa D. Juan de Córdoba y Centurión. Bruna,
que debía conocerla de primera mano, decidió su
compra con caudales públicos, y su traslado a los
Figura 91. Relieve de la Colección del Marqués
de Estepa, según Alejandro del Barco.

791
Arribas, F., “Datos y documentos sobre arte, procedentes del Archivo General de Simancas”, BSAA
XVI (1950), 188-199; Ponz, op. cit. 713 (1792), Carta V, 221, Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 72-74;
Luzón Nogué, op. cit. 544 (2003), 55-56; Luzón Nogué, op. cit. 848 (1999), 51; León Alonso, op. cit. 543
(1993), 38-39; Caballos Rufino, A.; Marín Fatuarte, J. y Rodríguez Hidalgo, J.M., Itálica arqueológica
(Sevilla 1999), 43-44.
792
García y Bellido, A, Esculturas romanas de España y Portugal (Madrid 1949), 145 y ss.; Fernández-
Chicarro, C. y Fernández, F., Catálogo del Museo Arqueológico de Sevilla (Madrid 1980), 12 y ss.; León
Alonso, P. , Esculturas de Itálica (Sevilla 1996).
793
Carta de 15.10.1788, remitida por Francisco de Bruna al Conde de Floridablanca. Archivo del Real
Alcázar de Sevilla, Caja 153, expediente 1; Zevallos, op. cit. 848 (1886), 27; cfr. Beltrán Fortes, op. cit. 484
(2001), 164; Cano Rivero, op. cit. 858 (2003), 29-30.
335
Reales Alcázares.
En este “museo oficial”, la colección escultórica ocupaba uno de los Salones del
Palacio Gótico del Alcázar794, mientras que la colección epigráfica795 se disponía, junto
con diversos restos arquitectónicos, en el Patio de Doña María de Padilla.
Esta colección epigráfica estaba compuesta por los siguientes epígrafes: Mulva (CIL II
1049, CIL II 1050, CIL II 1050), Alcolea del Río (CIL II 1064, CIL II 1066, CIL II 1068),
Alcalá del Río (CIL II 1085, CIL II 1086, CIL II 1088, CIL II 1091), Itálica (CIL II 1114,
CIL II 1130, CIL II 1135), Sevilla (CIL II 1167, CIL II 1189, CIL II 1191, CIL II 1204,
CIL II 1206, CIL II 1238, CIL II 1246, CIL II 1247, CIL II 1249), San Juan de
Aznalfarache (CIL II 1256), Tocina (CIL II 1265), Medina Sidonia (CIL II 1315), El
Coronil (CIL II 1372), Arahal (CIL II 1373, CIL II 1374), Montellano (CIL II 1420), La
Luisiana (CIL II 1512) y La Carolina.
A ellos se unían una colección de vaciados en yeso, regalados en 1780 por Carlos III a
la Academia de Tres Nobles Artes de Sevilla, y que eran un copia de las esculturas griegas
y romanas donadas por Antonio Rafael Mengs a Carlos III. Estas piezas fueron colocadas
“en el segundo salón entrada de los Jardines sobre pedestales de madera dados de barniz
blanco con sus filetes dorados. Las grandes medallas de relieve se pondrán en las paredes
de aquellos tres como gabinete que forman el gran espesor de la muralla, cuyas ventanas
son miradores de cristales a los Jardines, y en el salón se pondrán arañas a trechos. Por
encima de las estatuas las pinturas y en varios huecos, lápidas, inscripciones y bustos
originales, todas las demás piezas menudas de estos modelos irán a la casa de la
Academia, pero me recelo de que esta gente que Vmd conoce bien con su falsa virtud
murmuren del permiso...”796.
La colección epigráfica y escultórica que había pertenecido al Marqués de Estepa, tenía
un lugar privilegiado “en la galería que da ingreso a los salones del Alcázar”, para
mantener la unidad que en principio tuvieron y la semejanza con la disposición inicial en
“una galeria formada entre su casa y el jardín y en nichos”797.

794
López Rodríguez, op. cit. 853 (1995).
795
Dado que el Corpus Inscriptionum Latinarum se encuentra actualmente en fase de renovación y
actualización, y aún no ha sido editado el volumen correspondiente al conventus Hispalensis, seguimos aquí
la numeración dada por Hübner.
796
Carta de 19.07.1780 remitida por Francisco de Bruna y Ahumada al Marqués de Montehermoso.
ARAH. Mss. 9/2009, fol. 280-282; cfr. Beltrán Fortes, op. cit. 484 (2003), 60-62; Cano Rivero, op. cit. 858
(2003), 27.
797
Ponz, op. cit. 391 (1783), Carta V, 9; Barco, Alejandro del, La antigua Ostippo y la actual Estepa
336
Esta colección estaba acompañada de una importante biblioteca, en la que existían
tantos impresos como manuscritos798, y que fue concebida como lugar para que los
estudiantes de la Academia de Tres Nobles Artes y los eruditos locales, pudieran consultar
y trabajar con los libros allí reunidos.
Bruna mostró un gran celo por la colección que estaba bajo su dirección, tal y como se
demuestra de la actitud mostrada por la Corona de remitir las esculturas a Madrid. El
27.10.1788, el Conde de Floridablanca, Secretario de Estado, requirió a Bruna para que las
esculturas “se reconozcan y declaren el mérito de su esculturas los Profesores, à fin de que
si son tran excelentes como V.S. me dice, se trasladen à Madrid, en donde determian S.M.
que se coloquen”, recomendación que no fue tenida en cuenta por Bruna799, quien retuvo
las esculturas en Sevilla, donde las pudo ver Antonio Ponz.
El 27.04.1807 moría Francisco de Bruna, persona que “promovió con los arqueólogos,
bibliófilos y aficionados a las Bellas Artes el culto de lo antiguo, de lo bueno y de lo bello;
prestó eminentes servicios con sus luces y relaciones a hombres como Don Antonio Ponz,
el Doctor Zeballos y Cean Bermúdez, y sacrificó buena parte de su fortuna a coleccionar
monedas raras, preciosidades artísticas, objetos peregrinos y libros curiosos, que ponía a
disposición de los estudiosos y entendidos con noble franqueza”800.
A la muerte de Bruna, se pierde la concepción unitaria del conjunto, ya que surgen
varios problemas con el reparto de sus colecciones801, pues se desconocía a ciencia cierta
cuál era su verdadero propietario. Así existían piezas, que habían sido compradas con
caudales públicos y por tanto no podían quedar encuadradas en los bienes de su propiedad.
Por la Real Orden de 5 de Mayo de 1807, Carlos IV dispuso la paralización de la
testamentaria de Bruna, el empaquetamiento de las colecciones y la realización de un
inventario postmortem para dilucidar quién era el verdadero propietario de las piezas: la
Corona o Bruna, problema este que se agravaba con las pinturas existentes en la colección
que eran reclamadas como suyas por la Academia de Tres Nobles Artes de Sevilla.

(Estepa 1788), 122r-145v; Beltrán Fortes, op. cit. 484 (2001), 165.
798
Fernández de Moratín, op. cit. 857 (1988), 635; Muro Orejón, op. cit. 395 (1961), 13; Romero
Murube, op. cit. 335 (1965), 97-111; Sobre la biblioteca reunida por Bruna, véanse los trabajos de Morales
Borrero, C. “Sobre algunos libros de la biblioteca de Francisco de Bruna”, en Iª Jornadas sobre Bibliografía
(Madrid 1977), 603-620 y el reciente trabajo de López Vidriero, op. cit. 340 (1999).
799
Beltrán Fortes, op. cit. 484 (2001), 164.
800
Velázquez y Sánchez, J., Anales de Sevilla de 1800 a 1850. Imprenta de la Fe (Sevilla 1872), 50.
801
Romero Murube, op. cit. 335 (1965), 61, hace la siguiente reflexión sobre la suerte de la colección:
“Si un destino adverso no hubiera diseminado todas aquellas riquezas, si los sevillanos de entonces hubieran
tenido conciencia y hubieran hecho retener para la ciudad todos aquellos conjuntos, ¿qué museos, qué

337
En mayo de 1808, durante el levantamiento de la ciudad contra los franceses, el
Alcázar es asaltado por las masas, que destrozan los salones donde se encontraban las
colecciones, produciéndose una importante pérdida de objetos de las colecciones, tal y
como se desprende de las papeles de Francisco Javier Delgado y Jurado, pero estos son
otros tiempos y otra forma de concebir las antigüedades que no entran en el objeto del
presente trabajo de investigación.
A mediados del siglo XIX, tras los intentos del Duque de Montpensier de llevar las
esculturas a su residencia, sita en el sevillano palacio de San Telmo, las esculturas fueron
entregadas a la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, que había reclamado su
propiedad, siendo finalmente ingresadas, en 1853, en el Museo de Antigüedades de Sevilla,
actual Arqueológico de Sevilla802.

2.- Depósitos de la Corona: La Real Chancillería de


Granada.
Granada

La palabra depósito, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua,


significa, entre sus varias excepciones, “Lugar donde se deposita” una cosa “por
obligación legal”. Es a partir de esta acepción, de la que hemos considerado interesante
estudiar el depósito judicial, dependiente de la Corona, creado por la Sentencia de 6 de
Marzo de 1777, que condenaba por falsificadores a Juan de Flores y Oddouz, Juan de
Echeverría y a Cristóbal Medina Conde.
No trataremos en profundidad ni las excavaciones ni las falsificaciones, ni tampoco la
colección privada que llegó a reunir el propio Flores, que será analizada más adelante, en
el apartado correspondiente a las colecciones privadas.
Tomaremos algunos datos del proceso. Este comenzó el día 7 de Junio de 1774, a
consecuencia de una Real Orden de Carlos III, por la que se decretaba, ante las denuncia
presentada por Lorenzo Martín, el inicio de las investigaciones para el esclarecimiento de
los descubrimientos que, desde 1754, venían realizándose en la Alcazaba de Granada.
Juan de Flores fue detenido, bajo acusación de falsario, el día 12.06.1774,
incautándosele numerosos objetos arqueológicos y otros documentos, que fueron utilizados
como pruebas de cargo. La sentencia judicial, dictada el 06.03.1777, disponía “que se

galerías exóticas y de valores peregrinos no ennoblecerían hoy nuestra ciudad? ”.


802
López Rodríguez, op. cit. 853 (1995), 16-18.
338
rompan, deshagan y demuelan, reduciéndolas a polvo o menudos pedazos, hasta que no
quede vestigio conocido de las imposturas y fraudes que se hicieron”803. Entre estos
objetos, muchos de los cuales eran auténticos, se encontraban fragmentos de estatuas,
páteras, lucernas, jarros, piezas de oro, marfil y bronce, etc804.
Sin embargo, la propia sentencia dispuso la conservación de aquellas inscripciones y
objetos que fueran considerados genuinos, que fueron depositados en los sótanos o
almacenes de la Real Chancillería de Granada.
Será en este lugar donde aún se conservaban e 1782, cuando Francisco Pérez Bayer
llegue a la ciudad, para con la intención de conocer de primera mano las “inscripciones,
monumentos y papeles aprehendidos a los señores de las ficciones de algunas piedras y
plomos y otros extravíos del archivo del Sacromonte”, sobre las que ya conocía de primera
mano las noticias que le remitió Cristóbal Medina Conde, y que llevaron a la redacción de
un libelo, donde condenaba dichas falsificaciones805.
Pérez Bayer visitó, el 8 de Junio de 1782, el depósito judicial de la Real
Chancillería, situado en el “sótano, al cual se baja por cinco o seis escalones, y allí había
dos columnas con inscripciones romanas y otros varios fragmentos de la antigüedad
también escritos, trozos de estatua de mujer, un pie calzado y ceñido a la romana, y otros
vestigios antiguos, alguno con letras, amontonados en medio de la pieza”.
Pérez Bayer, también pudo contemplar la documentación anexa al depósito, que se
conservaba en “una pieza inmediata a la en que su Ilma. recibe, en la cual está el grande
arcón de dos llaves en que, de orden de su Majestad, se depositaron los papeles
manuscritos e impresos, las estampas y otros monumentos aprehendidos a los reos Flórez
y Echeverría, y a varios sujetos con quienes tenían correspondencia en Granada y
fuera”806.
Según la descripción de Pérez Bayer, el depósito estaba compuesto por las siguientes
inscripciones procedentes de las excavaciones de Juan de Flores y Oddouz: CIL II2/5, 638

803
Roldán Hervás, op. cit. 751 (1995), 25; Roldán Hervás, op. cit. 751 (1995), 393.
804
Fernández-Guerra y Orbe, Aureliano, “Inscripciones cristianas y antiguos monumentos del arte
cristiano español”, en El Arte en España, Vol. V (1866), 73-87; cfr. Álvarez Barrientos, J. y Mora Rodríguez,
G., “El final de una tradición. Las falsificaciones granadinas del siglo XVIII”, RDTP XL (1985), 182.
805
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 172 a 235; Pérez Bayer, Fco., Apuntamientos acerca de las nuevas
excavaciones de la Alcazaba de la ciudad de Granada y de los monumentos especialmente profanos
descubiertos en ellas entre desde el día 24 de Enero de 1754 hasta principios de 1765. Biblioteca Pública de
Toledo Mss. 14; Pérez Bayer, Fco., Falsedad de los monumentos de la Alcazaba de Granada (1776). ARAH
9/6121; cfr. Sotomayor, op. cit. 751(1988), 136-141.
806
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 184.
339
(= II 2082), CIL II2/5, 639 (= II 2085), CIL II2/5, 632 (= II 2086) , CIL II2/5, 621 (= II
2072), CIL II2/5, 627 (= II 2076) y CIL II2/5, 623 (=
II 2073) (FIGURA 92)807. También procedentes de
las excavaciones de la Alcazaba eran las
inscripciones A estas inscripciones se le añadirían las
inscripciones CIL II2/5, 625 (= II 2077) (FIGURA
93), CIL II2/5, 635 (= II 2080), y CIL II2/5, 644 (= II
2089), que Pérez Bayer no pudo ver, por lo que
debemos pensar que en esa época habían ya
desaparecido.
A todas estas inscripciones, se unían las CIL
II2/5, 629 (= II 2079) y CIL II2/5, 634 (= II 2084),

Figura 92. Epígrafe CIL II/5, 623, tomado que había sido halladas en otras excavaciones
de D. Rodríguez Ruiz (1992).
cercanas en la Alcazaba, y que fueron depositadas en
los sótanos de la Real Chancillería.
Según Manuel Gómez Moreno, también formaban parte
del Depósito Judicial, “diecisiete monedas romanas de
cobre, una moneda árabe de oro, un caño de plomo, dos
clavos de hierro antiguo y bastantes piezas incompletas,
entre las que destacan fragmentos de un collar con cuentas
verdes, de un aderezo de cinco conchas, de otro collar
compuesto de doce piezas de oro, otro fragmento de cinco
cuentas, un broche de plata con inscripciones árabes, un
trozo de bronce que representa una cabeza, una tapadera de
cobre, una llave de hierro, una punta de lanza, tres puntas
de flecha de cobre, una olla antigua, dos candiles romanos
de barro cocido incompletos, seis candiles árabes de barro y
un pedazo de vasija de uso desconocido”808. A ellos se unían
Figura 93. Inscripción CIL II/5,
625, tomado de D. Rodríguez diferentes “piezas con inscripciones latina, entre ellas: un
Ruiz (1992).

807
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 46 y ss.; Gómez Moreno, M., Monumentos Romanos y Visigóticos
de Granada (Granada 1889), 12-23.
808
AHP Granada. Fondo Comisión de Monumentos de Granada. Leg. 29-8, fol. 2; reproducido por
Gómez Román, A.Mª., “La antiquaria ilustrada: el coleccionismo de antigüedades en Granada durante el
siglo XVIII”, Actas del X Congreso del Comité Español de Historia del Arte (Madrid 1994), 436.
340
cilindro de piedra parda de Elvira, y un fragmento similar más pequeño, una losa de
mármol blanco, un fragmento de arquitrabe de piedra blanca de Loja y un pedestal
cuadrado de piedra almendrada”.
En este lugar permanecieron hasta 1869, cuando la Comisión de Monumentos
Históricos y Artísticos de Granada, consiguió la transferencia de estas piezas al Museo o
Gabinete de Antigüedades creado por esta institución, en el convento dominico de Santa
Cruz la Real, bajo la dirección de Manuel Gómez-Moreno González, Secretario y
Conservador de la Comisión de Monumentos.
Con motivo de su traslado, D. Pedro de la Garza y del Bono, académico de la Historia
y miembro de la Comisión Provincial de Monumentos de Granada, realizó un inventario o
“memoria acerca de las lápidas y objetos recogidos de la Audiencia, procedentes de la
causa sobre las falsificaciones de antigüedades seguida en esta ciudad de 1774 a 1777809,
y se acordó remitir un ejemplar a la Academia de la Historia”, a la que se le comunicó la
entrega de dicho objetos arqueológicos. Esta misma noticia de la entrega, así como un
inventario de los objetos, fue publicado por el propio Pedro de la Garza en la revista el
Liceo Artístico y Literario de Granada810.
Con la definitiva creación, por Real Orden de 21 de Noviembre de 1879, del Museo
Arqueológico Provincial de Granada, las piezas procedentes del depósito judicial de la
Real Chancillería de Granada, pasaron a engrosar sus fondos, donde actualmente se
conservan.

3.- Depósitos Eclesiásticos.


Eclesiásticos
El interés por las antigüedades que se aprecia en el Siglo XVIII tuvo como
consecuencia, el surgimiento de una serie de depósitos en las iglesias y ermitas de
Andalucía, compuestos principalmente de epígrafes, que se embutían en los muros de los
edificios religiosos. Se trata de un fenómeno, hasta el momento no estudiado, que
conocemos principalmente por las descripciones efectuadas por los viajeros y por algunas
descripciones de historias locales.

809
Gómez-Moreno González, M., Memoria de los trabajos realizados por la Comisión de Monumentos
de Granada en los seis trimestres desde principios del año de 1869 a Junio de 1870 (Granada 1870). ARAH.
CAGR/9/7955/20(2).
810
Oficio de fecha 18.01.1870, remitido por Pedro de la Garza del Bono al Director de la Real
Academia de la Historia. ARAH. CAGR/9/7955/18(1); Liceo de Granada, núms. 16 y 17 (1870).
341
Los principales depósitos eclesiásticos de los que tenemos referencia en Andalucía son
los siguientes:
1.- Ermita de San Sebastián de Adra (Almería): según Francisco Pérez Bayer,
quien visitó el lugar en 1782, situada a “extramuros de Adra, en un montecillo hacia
Levante, donde se conservan varias inscripciones romanas”, colocadas “en la frente o
portada de dicha ermita que mira al mar” y en la “pared del lado de la ermita que mira a
Levante”. Las inscripciones allí existentes eran las CIL II 1990, II 1988, II 1983, II 1991,
II 1985, II 1984, II 1980, II 1981, II 1996, II 1995, II 1993 y II 1989.
Entre las inscripciones “que están en la portada de la ermita de San Sebastián ocupa el
principal lugar una piedra sin letras en que hay estampadas huellas de dos pies humanos y
tres o cuatro agujeros en la forma que expresa la figura siguiente”811.
2.- Parroquia de la Magdalena de Jaén: el primero que hace mención al lugar
es Patricio Gutiérrez Bravo en 1776, quien manifiesta que en el patio de la parroquía se
encontraba colocado el epígrafe CIL II2/5, 36 (= II 3373)812. Posteriormente, Antonio Ponz
será el primero en visitar el lugar, ya en 1790, y describir allí la existencia, además del
mencionado por el Cura de Arahal, de los epígrafes CIL II 3358, CIL II 3365 y CIL II2/5,
40 (= II 3368). Estos debían “su colocación a cubierto en el ingreso del patio de la
parroquia, donde está el estanque de los peces” al celo e interés José Martínez de
Mazas813, deán de la Catedral de Jaén, algunas de la cuales procedían del cercano
Convento de Santo Domingo.
3.- Ermita de San Benito de Porcuna (Jaén): según se desprende de los
manuscritos de Fernández Franco814, ya se encontraban en este lugar en el S. XVI los
epígrafes CIL II 2126, CIL II 2129, CIL II 2131, CIL II2/7, 92 (= II 2127) y CIL II2/7, 119
(= II 2149).
Pérez Bayer, durante su viaje por Andalucía, visitó el lugar situdo en las cercanías de
“la población, entre mediodía y poniente de ella, la cual me aseguraron haber en otro
tiempo sido monasterio de benedictinos, y que en ella se conservan aún hoy entero un
lienzo del claustro con su columnata gótica o de aquel gusto”. Allí, vió como además de

811
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 148-151.
812
Gutiérrez Bravo, Patricio, Colección de medallas y varias inscripciones romanas principalmente de
la Bética recogidas de algunos manuscritos y de sus originales (1776), 135-139.
813
Ponz, op. cit. 791(1791), Carta IV, 421-422; Martínez de Mazas, op. cit. 800 (1788), 10-11.
814
Fernández Franco, Juan, Suma de Inscripciones y Memorias de la Bética (1565), fols. 194-196.
BBCC. Mss. 49-2-14 y 59-6-27.
342
las inscripciones por Fernández Franco, también se encontraban los epígrafes CIL II2/7,
110 (= II 2140) y CIL II2/7, 123 (= II 2137). Todo el conjunto se encontraba repartido entre
el patio del Convento, el claustro del edificio, la entrada al conjunto y en la zona de las
huertas.
Junto a ello, Pérez Bayer vio como el depósito se componía además de los epígrafes
por “dos trozos de cornisa de linda hechura y varios trozos de columnas estriadas de
cuatro palmos o más de diámetro, dinteles, un trozo de columna estriada vaciado (sirve
hoy de brocal de pozo y no es angosto)”. La presencia de aquellos piezas se debería a “que
seguramente hubo en aquel sitio fue un templo antiguo romano”.
Por ello, mostró un interés especial por el conjunto intentó “se sacasen dibujos de los
trozos de cornisas, de columnas y otros monumentos antiguos dignos de alguna mención
que se conservan en dicha ermita”815.
4.- Hospital de San Juan de Dios de
Porcuna (Jaén): algunas de sus piezas, como las CIL II
2126 y CIL II2/7, 97 (= II 2129), ya se encontraban en
el lugar en el Siglo XVII, pero será ya en 1755, según
la narración de Manuel Rojas y Sandoval, cuando en el
lapidario se reúnan los epígrafes CIL II2/7, 98 (= II
2131), CIL II2/7, 100 (= II 2132), CIL II2/7, 101 (= II
2136), empotradas en diversos muros del edificio, tal y
como las vio y copió Pérez Bayer816.
5.- Ermita de Santa Eufemia de Castulo:
Según Pérez Bayer, el depósito se encontraba dispuesto
“por dentro y por fuera, y el atrio y la hospedería está
encastrado de inscripciones romanas, y en la
Figura 94. Ermita de Santa Eufemia.,
según Pérez Bayer.
circunferencia de la ermita hay una selva de trozos de
columnas y capiteles, festones y volutas de varios órdenes, lisas, estriadas, de varios
gruesos y tamaños”.
Las inscripciones encastradas en el conjunto eran la CIL II 3272, CIL II 3287, CIL II
3299, CIL II 3318, CIL II 3281, CIL II 3319, CIL II 3292 y la CIL II 3292. A ellas habría

815
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 73-74.
816
Rojas y Sandoval, Manuel de, Breve descripción de las antigüedades de la villa de Porcuna que en
otro tiempo fue la antigua ciudad de Obulco. ARAH, Mss. 9/4029, fols. 297v-304; Pérez Bayer, op. cit. 643
(1782), 74-76.
343
que unir el epígrafe CIL II 3289, situado “en la pared opuesta de la Ermita que mira a
norte”, cuya característica principal era que “tiene uno como retablito, y en el nicho del
medio hay un busto de mujer (FIGURA 94) con la estola terciada sobre el hombro
izquierdo”817.
Posteriormente, Antonio Ponz vistió el lugar, del que dice manifiesta que “parte de las
lápidas originales se pusieron en otro tiempo en las paredes de la Ermita de Santa
Eufemia, que está en el despoblado de Cazorla”818.
6.- Sacristía de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Montilla
(Córdoba): este depósito estaba compuesto por las inscripciones CIL II2/5, 562 (= II 1544),
CIL II2/5, 563 (= II 1545), CIL II2/5, 550 (= II 1547), CIL II2/5, 571 (= II 1548), CIL II2/5,
551 (= II 1549) y CIL II2/5, 552 (= II 1550). Estas inscripciones, procedían de hallazgos
acaecidos en diversos lugares del territorio de la ciudad, y fueron agrupados en la Sacritía
de la Ermita, incluido su atrio y el patio de la misma819.
Las inscripciones fueron utilizadas por los hermanos Jurado Aguilar para corroborar
que la antigua ciudad romana de Ulia se encontraba en Montilla820, y no en la cercana
Montemayor, y por Cándido María Trigueros, para completar la Colección Lithológica que
estaba llevando a cabo la Sala de Antigüedades de la Real Academia de la Historia821.
7.- Ermita de Nuestra Señora de las Tres Cruces (Villanueva de Córdoba,
Córdoba): donde por la correspondencia mantenida entre el párroco local, cuyo nombre
desconocemos, y Tomás López, “en la portada de la Ermita hay varias lápidas sepulcrales
y tengo presente una cierta [que dice] Clodia Romana” y que fueron relacionadas con el
cercano yacimiento de Solia822.

817
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 74-76; cfr. Acedo, M., (1902): Cástulo. Estudio histórico acerca de
la creación, vida y existencia de esta antigua ciudad y sus relaciones con la de Linares (Madrid 1902), 149.
818
Ponz, op. cit. 791 (1791), Carta III, 389-391.
819
López de Cárdenas, op. cit. 321 (1773), Tomo II , 164-166.
820
Jurado y Aguilar, A.M., Ulia ilustrada y fundación de Montilla. Historia de dos ciudades. (Córdoba
1776), 5-6; Jurado y Aguilar, Lucas, Ulia en su sitio y Montilla en su centro. Apología histórica: razones y
conjeturas que apoyan y fundan el argumento de la obra y para su más sólida conclusión se desa en todo la
verdad. Imprenta de Julián Díaz Serrano (Córdoba 1763), 73-74. BN Mss. V.E. 360(22); Jurado y Aguilar,
Lucas, Libro de Montilla (Córdoba 1770), 194-197; Jurado y Aguilar, Lucas, Memorias antiguas y modernas
de Montilla, lápidas, sepulcros romanos, cipos, estatuas, monedas y medallas romanas, góticas y arábigas
que se han hallado en sus contornos. Montilla, 203-204.
821
Trigueros y Luján, Cándido María, Inscripciones que se hallan en varios puntos de España. RAH
Mss. 9/6057.
822
BN Mss. 7294, fol. 604. La inscripción es CIL II2/7, 756.
344
8.- Monasterio de San Isidoro del Campo (Santiponce, Sevilla): se trata sin
lugar a dudas del depósito eclesiástico mejor conocido y estudiado, debido a los diversos
testimonios y dibujos de las piezas que tenemos de los mismos.
No conocemos el momento en el que los monjes jerónimos decidieron comenzar a
recoger de la cercana Itálica, de cuyos terrenos eran propietarios, comenzaron a recoger
diversos epígrafes y fragmentos de escultura, pero Ambrosio
de Morales, en el siglo XVI, y Rodrigo Caro, en el XVII,
mencionan la existencia “en la portería del convento de San
Isidro” del epígrafe CIL II 1133823.
El primero que da cuenta de la existencia de este depósito
es Luis José Velázquez de Velasco y Cruzado, quien durante la
realización de su viaje por Andalucía, visitó el lugar en 1753,
quien recoge unas serie de inscripciones que “se han sacado de
las ruinas de este pueblo [Itálica], y están hoy allí en el
Monasterio de San Isidoro de Campo”.
Figura 95. CIL II 1117 según
Según su descripción, en estos momentos, el depósito Enrique Flórez.

estaba compuesto por los epígrafes (FIGURAS 95 y 96) CIL II 1133, CIL II 1157, CIL II
1147, CIL II 1117 y CIL II 1116824. Estos dos últimos, habían aparecido en las
excavaciones practicadas por el Conde del Águila, en ese
mismo año de 1753, en el lugar conocido como Los Palacios.
Pero su obra quedó inédita, por lo que el primero en
divulgar la existencia de este depósito fue el Padre Enrique
Flórez, quien incluyó en el Tomo XII de su obra, la
transcripción y los dibujos de los epígrafes hallados en 1753,
indicando que los mismos se encontraban “en el Patio de la
Portería del Convento de San Isidoro de Campo, de Padres
Jerónimos, que está contiguo a las ruinas”.
Esta noticia será posteriormente recogida por Fray
Figura 96. CIL II 1116, según
Fernando Zevallos, quien apostilla que los epígrafes se Enrique Flórez.

encontraban “embutidos en el muro del apeadero de dicho


Monasterio”, con la finalidad de que “se conserven mejor” 825.

823
Morales, op. cit. 580 (1570), 84; Caro, op. cit. 256 (1634), 110v.
824
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, 37v.
345
En 1782, Pérez Bayer, visita el monasterio, “en cuyas puertas comienzan a verse trozos
muy grandes de antiguas columnas puestas allí para resguardo de la entrada, y [que] son
traídas de las ruinas de Itálica. En el pórtico por donde se entra al claustro hay varias
inscripciones traídas del mismo sitio”. De sus palabras, podemos concluir que el depósito
fue ampliándose con el paso del tiempo, pues incluye además de las inscripciones
anteriormente mencionados los epígrafes CIL II 1140 y CIL II 1114, procedente de la zona
de Los Palacios826.
Antonio Ponz visitó el lugar en 1784, y comprobó que el depósito se encontraba
conformado por “fragmentos de escultura e inscripciones colocadas en las paredes y en la
entrada del convento”, entre las que destaca “un bello fragmento de estatua antigua de
mármol mayor que el natural”827.
Pero a pesar de que los monjes jerónimos eran los propietarios de las esculturas y
epígrafes, así como de los terrenos en los que se hallaron, el depósito sufrió un
considerable merme en sus colecciones, debido a las ambiciones coleccionistas de
Francisco de Bruna, quien siempre había criticado el interés de los monjes por la
conservación de los objeto arqueológicos.
Así en 1787, en una carta dirigida a Gaspar Melchor de Jovellanos, cuenta la siguiente
anécdota: "Algunos meses ha también, viniendo yo de la Academia por la [Calle de la]
Platería, estaba un monje Jerónimo de San Isidoro buscando quien le comprase una
sortija con una piedra, hallada en Itálica, guardada muchos años por otro monje que
había muerto muy anciano, y se había encontrado en un arcabucia. La registré y era en
una hermosa agata oriental la cabeza de Alejandro en perfil, blanco y un singular morrión
con los cuernos de Júpiter Amón en color muy oscuro. El monje, criado con carne burdo
no entendía una palabra de lo que era, y por escrúpulo le dí lo que él nunca esperaba”828.
Por ello, en una carta de fecha 15.10.1788 solicita del Conde de Floridablanca, con la
finalidd de acrecentar la colección real de los Reales Alcázares de Sevilla, que el rey
ordenase al prior del monasterio de San Isidoro del Campo la entrega a Bruna, como ya
había sucesido en otras ocasiones, de diversas piezas escultóricas, entre las que se

825
Zevallos, op. cit. 848 (1886), 26.
826
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 222-223 ; cfr. Matute y Gaviria, J. Bosquejo de Itálica (Sevilla
1827), 90.
827
Ponz, op. cit. 713 (1794), 637-638.
828
Carta de 13.06.1787 remitida por Francisco de Bruna a Gaspar Melchor de Jovellanos. ARAH. Mss.
9/2009, fols. 354-356.
346
encontraba un Hermes Dionysophoros. Tal y como nos cuenta Fray Fernando Zevallos829, el
prior no puedo negarse a esta orden y entregó las piezas.
Como hemos visto, en algunos casos estas colecciones ya existían en el Renacimiento,
siendo ahora durante la Ilustración, cuando estos depósitos eclesiásticos aumenten en
número de piezas, o bien surgan otros nuevos. Característica común a todos ellos es su
carácter público, pues suelen colocarse en lugares visibles para todo el mundo: puertas,
apeaderos, etc, siempre encastrados en las paredes, pues ello, y esto es otra característica
común a todos ellos, es considerado como la mejor forma para garantizar su conservación.
El origen de estos depósitos se debe a las numerosas obras de reforma, para reparar los
efectos del terremoto de 1755, de ampliación y de nueva planta que lleva a cabo la Iglesia
en Andalucía, especialmente en los territorios dependientes de la archidiócesis de Sevilla,
tanto en conventos como en ermitas, iglesias y positos.
En estas obras son frecuentes los hallazgos de estatuas y epígrafes, sobre los que
trataremos más adelante, algunos de los cuales pasaran a colecciones privadas, otros
pasaran a formar parte de la Colección regia de los Reales Alcázares de Sevilla y otros
conformaran los depósitos o colecciones eclesiásticas.
Las explicaciones a la presencia de estos depósitos eclesiásticos pueden ser variadas.
Una de ellas es la recopilación de testimonios que demuestren la importancia de la
localidad en época romana o de la temprana cristianización de la localidad. Con ello se
pretendía la defensa de aquellos privilegios eclesiásticos frente a otras localidades, de
nuevo cuño, pero mucho más pujantes. Este mismo fenómeno también puede rastrearse en
las numerosas historias locales que aparecen en este momento en toda Andalucía.
Otra explicación sería el elevado nivel cultural alcanzado por algunos sectores del clero
andaluz, muchos de cuyos miembros pertenecían a las instituciones culturales del
momento, y habían reunido importantes colecciones, tanto de libros y manuscritos, como
de antigüedades, incluyendo epígrafes y monedas, procedentes de hallazgos casuales o de
excavaciones expresamente realizadas al efecto, y que se comunicaban entre sí o
intercambiaban, en el caso de monedas, tal y como pone de manifiesto la numerosas
correspondencia existente al efecto830.

829
Zevallos, op. cit. 848 (1886), 27; León Alonso, op. cit, 543 (1993), 40; Beltrán Fortes, op. cit. 484
(2001), 164.
830
Beltrán Fortes, op. cit. 229 (2003), 19; Guinea Díaz, P., “Antigüedad e historia local en el siglo
XVIII andaluz”, Florentia Iliberritana 2 (1991), 247-252; Martín Riego, M., “Sevilla de las luces”, en Ros,
C. (Dir.), Historia de la Iglesia de Sevilla (Sevilla 1992), 539-540 y 573-577.
347
4.-
4.- El Depósito Municipal del Cabildo Viejo de Jérez de
la Frontera.
Frontera

En el apartado IV de este trabajo hemos analizado las funciones de los cargos


municipales y la legislación aplicable al caso, por lo que aquí analizaremos el primer
depósito municipal de antigüedades del que tenemos noticias en Andalucía.
Su origen hay que buscarlo en el interés mostrado por el jerezano Jerónimo de Estrada,
director del Colegio de la Compañía de Jesús en la vecina localidad de Arcos de la
Frontera, en recoger las inscripciones y esculturas que existían dispersas por diversos
puntos de la localidad.
Según nos cuenta Bartolomé Gutiérrez, el inductor del proyecto fue el Padre Flórez,
quien tras visitar la ciudad y reconocer las antigüedades romanas y prerromanas allí
existentes831, escribió “este año pasado de 1753 [una] carta al M.R.P.M. Jerónimo de
Estrada, Rector en el Colegio de la Compañía de Jesús de la ciudad de Arcos de la
Frontera, con fecha 8 de Mayo, para que como Patricio Xerezano y tan interesado en las
glorias de su Ciudad, escribiese al Corregidor que lo era el Marqués de Alcocevar,
Vizconde de Acuña, para que mandase sacar de una torre que hace frente a la Puerta
Real, un gran pedazo de columan que allí había, con gran parte de letras encubiertas y
colocadas al reves, hízolo así el P. Rondon, y escribió, el 19 de Mayo, al Sr. Juez, quien
manifestandolo en Cabildo, puso la ciuerda acuerdo para su extracción que se efectuó el
día 28 de dicho mes de Mayo, en el mismo año de [17]53, actuando la diligencia Nicolás
Rodríguez de Medina, Escrivano de Cabildo, ofiico de en medio”.
Continúa Bartolomé Gutiérrez diciendo que “a nuevas instancias del dicho R. P.
Estrada y del Dr. D. Francisco Mesa Ginete, hizo registro de todos estos monumentos, el
Sr. Corregidor D. Nicolás Carrillo de Mendoza, Marqués de Alcazebar, Vizconde de
Acuña, a quien acompañaron los dichos sujetos eclesiásticos, y por el dicho Juez asistí a
dicha inspección en el día 23 de Junio del mismo año de 1753”832.
El Corregidor pudo llevar a cabo esta recopilación, como vimos con anterioridad,
gracias a las funciones que Castillo Bobadilla, en 1750, les atribuía acerca del “particular
cuidado y estudio …para el ornamento, lastre y aspecto de la ciudad” e incluso llegaba a
afirmar que en esa misión proteccionista, los Corregidores deberían “tomar y derribar las
casas ajenas que las afeasen”.

831
Flórez, op. cit. 692 (1751), 26 y ss.

348
Con ello habría que poner en relación lo dispuesto en el art. 10 de la Instrucción de 2
de Noviembre de 1752, por el que se comisionaba a Luis José Velázquez de Velasco para
realizar las acciones pertinentes para “que las estatuas, bajorrelieves y demás monumentos
cuya conducción no sea tan fácil se coloquen en parajes seguros y si puede ser en las
casas de los Ayuntamientos de los Pueblos, encargando a los Justicias su conservación
hasta que SM disponga de ellas”.
Estas atribuciones se vieron corroboradas por el Real Decreto de 14 de Julio de 1753,
en el que se disponía además que “los Corregidores y Justicias del Reino” deberían
remitir, a traves de los correspondientes Intendentes de su Provincia, “a Madrid, y a la
casa establecida de Geografía, todas las piezas de antigüedad que se hallaren, con
expresión del sitio en que se encuentran”833. Las piezas recogidas por el corregidor
jerezano son las siguientes:
- “se hallaron dos estatuas (FIGURA 97) de cuerpo
entero, sin cabezas ni manos, pero de mármol duro, en la calle
de Rui-López, en la fachada de la Plazuela de García de
Quemada, embutidas en la misma parted de la calle resaltando
su bulto, una y otra, dentro de la casa en el centro de 3
paredes; ésta estaba en muchos pedazos y por eso no se sacó
cuando se sacaron las otras”834.
- “un pedazo de robustísima columna de Jaspón negro,
dura como un hierro; está trazada por una y otra cabeza, y no
obstante es el dicho pedazo de dos varas tazadas; pereo su
diámetro es de más de dos varas de circunferencia igual,
desprendida de su sitio se le hallaron los renglones, que, por la Figura 97. Escultura de la
calle Rui-López., según
parte que estaban ocultos en la pared, tenían claras las letras Bartolomé Gutiérrez.

Romanas, y por lo que había estado la rozadero de las gentes se hallaron gastadas; y lo
que se puede sacar de él (que está en cabildo) es lo siguiente:
.... V .. F· SER · VERNO
aed. ii VIRALI · POTEST ·
HONORIS · ET · VIRTVTIS · CAVsa
835
deCVR · D · DE · FECVN · COL” .

832
Gutiérrez, op. cit. 133 (1787), 78-81.
833
Yáñez y Lavín , op. cit. 84 (1999), 124.
834
Gutiérrez, op. cit. 133 (1787), 80-81.
835
Gutiérrez, op. cit. 133 (1787), 78-79, CIL II 1306.
349
- “en el empedrado de la calle de la Merced, un gran trozo de Estatua del mismo
ropage de las otras, y por ser cosa tan incompleta se ha dejado allí”836.
- inscripción procedente de la Calle de la Carne, que ya fue descrita y dibujada por
Luis José Velázquez de Velasco, quien la copió en su ubicación original. La descripción
efectuada por Velázquez es “pedazo de una piedra que en Xerez está por umbral de la
Puerta de una casa en la calle llamada de la Carne.
No se perciben puntos en ninguna letra, solo en los tres últimos renglones que parece
son numeros tienen puntos.
Las dos primeras letras de el Renglón tercero no se ven con sertesa si están unidas asi
-- y en una M, o si están divididas asi -- que parecen dos NN. Es sensible que no se
encuentre la otra mitad de esta inscripción (FIGURA 98),

dis maNIB
.... RNI
... MB
.... SMA
ter duLCIS
sima et deSI
deratisIMA
vix · ann · LX
mens · II ·
s·t·t·L·
Tiene esta parte de piedra poco menos de una baza de
largo, y de ancho tiene por donde más una cuarta. Lo pintado
es lo que se puede pensar que le falta”837.

Figura 98. CIL II 1311, - Según Enrique Flórez existía una “piedra de cinco cuartas y
según L.J. Velázquez.
media de alto, y poco más de media vara de ancho, que está en
frente de la Parroquia de San Marcos, laboreada no solo por frente, sino por los dos
lados, ignorándose si corresponde el respaldo, a causa de estar oculto por detrás de la
pared. Sus caractéres parecen no solo Bastulo Phenicios, sino que en el primer renglón
hay alguna semejanza con las letras de las medallas de Asido. Esta la fue a reconocer
personalmente el Rmo.

836
Gutiérrez, op. cit. 133 (1787), 81.
837
Velázquez de Velasco, Luis José, Apuntes para un Corpus Inscriptionum Hispaniarum. ARAH.
Mss.9/4155/2(13); Gutiérrez, op. cit. 133 (1787), 43. La inscripción es CIL II 1311.
350
Estrada, quien la copió por su mano y me la remitió,
dándola yo aquí con gusto (FIGURA 99), por monumento de
nuestras mayores antigüedades”.
Posteriormente, Bartolomé Gutiérrez la define de la
siguientes manera, “Basa cuadradada y lo que hay ahora
existente es de casi 1 1/2 vara de alta y más de dos tercias de
ancho por el asiento. Es mármol muy fino, y de más de media
vara por el centro del cuadro. Esta piedra pemanece ahora en la
Antesala del Cabildo, habiéndola extraído de la esquina de la
casa de D. Bruno de Villavicencio”838.
- “Basa delineada que permanece aún todavía en esta ciudad
... sacada de una esquina de los muros de la puerta de Santiago,
Figura 99. Inscripción
prerromana de Jerez
como puesta allí como resfuerzo de su bajo batidero y remiendo de de la Frontera, según
Flórez.
su defectuoso falta. Es esta mayor, ...., solo contiene las cortas
señales de algunos caractéres, porque los demás están enteramente gastados y consumidos
del común rozadero de los viadores; pues estaba colocada como media vara levantada del
suelo, quedando el alto regular de la estatua de un hombre. Contiene esta piedra otra
memoria en ella, que quizás algún día dará alguna luz, tal
vez de simbólica explicación por otro monumento
(FIGURA 100).
En el simbólico círculo no podemos distinguir si es
corona Laurea, o si es algún símbolo de la eternidad (según
los Egipicios) figurado en una culebra, con la cola en la
boca, pues de esta figura no se conoce donde tiene la cabeza
para distinguirla; y por eso, como están tan gastadas las
señales que la debían dar a concer por su labor, no
podemos, con derteza, decir lo que es.... Baza de cuatro
caras y de un mismo mármol, no blanco, pero solidísimo y
terso”839. Figura 100. Epígrafe
prerromano de Jerez de la
Frontera, según Enrique
Flórez

838
Gutiérrez, op. cit. 133 (1787), 75-76; Flórez, op. cit. 692 (1751), 26-28.
839
Gutiérrez, op. cit. 133 (1787), 76-77.
351
- procedentes de la calle de los Idolos (FIGURA 101), se extrajo “una estatua que en
el suelo clavada servía de arrimo a una esquina de la calle de los
Idolos, así llamada por estas y otras estatuas que dicen había en
dicha calle, y ya no parece”, aunque el Padre Flórez mencionada
la existencia en el lugar de dos estatuas840.
De este registro efectuado por los munícipes jerezanos y
formación del depósito, el 28 de Junio de 1753, Antonio Mateos
Murillo, abogado de los Reales Consejos, realizó un informe que
remitió a la Real Academia de la Historia841, en el que describían
los epígrafes y el hallazgo de las esculturas existentes en la calle
de los Ídolos. Este informe le valió a Mateos Murillo el ser
admitido como miembro Honorario de la institución.

Figura 101. Escultura A este inicial depósito, se fueron añadieron en momentos


de a calle de los Ídolos,
según B. Gutiérrez. posteriores, otros hallazgos de esculturas y epígrafes que se
encontraron en diversos lugares del término municipal de Jerez de la Frontera. Todos ellos
conformaron el germen del actual Museo
Arqueológico Municipal de Jerez (FIGURA
102), donde se conservan en la actualidad la
mayoría de las piezas842. A pesar de la
importancia de este depósito, esta colección no
fue mencionada por los Viajeros españoles. Pues
Pérez Bayer recoge diversas inscripciones
romanas e islámicas existentes en la ciudad, pero
no hace mención a ninguna de las aquí existentes.

Pero más significativo es el caso de Antonio


Figura 102. Vista del Depósito del Cabildo Viejo
de Jerez de la Frontera, según López Rodríguez Ponz, quien describe el edificio del Cabildo

840
Gutiérrez, op. cit. 133 (1787), 81; Flórez, op. cit. 692 (1751), 28; Ceán Bermúdez, op. cit. 854
(1832), 235.
841
Informe de 28.06.1753, completado posteriormente en fecha 03.08.1753, remitido por Antonio
Mateos Murillo a la Real Academia de la Historia. ARAH. Mss. 9/3940/02(02).
842
Para la Historia de este Museo, ya en el XIX, puede verse el trabajo de López Rodríguez, J.R., “El
desarrollode los museos arqueológicos en Andalucía durante el Siglo XIX”, en Belén Deamos, Mª y Beltrán
Fortes, J., Arqueología de Fin de Siglo. La Arqueología Española de la segunda mitad del siglo XIX (Sevilla
2002), 166-167.
352
Viejo, una de las mejores obras del Renacimiento en Andalucía, que describe con
profusión, pero no hace mención alguna de esta colección.
El objetivo de este depósito municipal, situado en las arquerías del edificio (FIGURA
103), era mostrar la antigüedad de la villa de Jérez de la Frontera, para usarlos en la
reivindicación de una sede episcopal propia e independiente de la de Sevilla, que tendría
un lejano origen en la antigua
diócesis existente en la antigua
ciudad romana de Asido

Caesarina, que identificaban


con Jérez de la Frontera, tal y
como había sostenido el Padre
Enrique Flórez, y no con la
actual Medina Sidonia, como
demuestran los testimonios
arqueológicos.
Figura 103. Fachada del Cabildo Viejo de Jerez de la Frontera
Dicha sede episcopal debía
tener una cierta importancia por los descubrimientos de epígrafes paleocristianos y
visigodos acaecidos en las cercanías de Jerez. Esta sede desapareció tras la invasión
musulmana. Una vez conquistada la zona, dicha diócesis no fue restablecida, sino que fue
trasladada a Cádiz, por lo que Jerez de la Frontera quedó bajo la obediencia del
Arzobispado de Sevilla.

5.-
5.- Las Colecciones Privadas:
Privadas

“Ciudadanos de esta clase parece


que merecerían más larga vida”
(Antonio Ponz, 1794).

El Siglo XVIII supone un aumento de las colecciones de índole privada. Las


grandes familias nobiliarias continúan con su afán coleccionista como en momentos
anteriores, pero será a partir de este momento cuando se unan a ella otros miembros de la
baja nobleza e hidalgos, que comienzan a acaparar los cargos municipales. Junto a ellos,
en la zona de Sevilla, Málaga y Cádiz, aparecen una serie de personas procedentes de la
burguesía comerciante, que se sumarán a la pasión por colecccionar antigüedades,
monedas y medallas, algunas de sus colecciones serán muy apreciadas.
353
En el estudio de este apartado, hemos optado por dividir las colecciones privadas en
dos grandes bloques, por una parte las colecciones epigráficas y escultóricas, y por otro
lado las colecciones numismáticas. Aunque en las colecciones privadas se entremezclan los
objetos de ambos bloques, hemos optado por ello, por cuanto en el apartado de las
monedas, disponemos de numerosas cartas entre los anticuarios y coleccionistas, con los
que podemos estudiar como se formaba una colección, modos de exposición, obras de
referencia, etc., aspectos estos que faltan en gran medida en las colecciones epigráficas y
escultóricas, quizás también por que eran las que menos variaciones sufrieron a lo largo del
tiempo.

a) Colecciones Epigráficas y Escultóricas.


Escultóricas

“Las colecciones unen. Las colecciones aíslan.


Unen a quienes aman la misma cosa ...
aíslan de aquellos que no comparten la pasión”
(Susan Sontag, El amante del volcán, 1992).

1.- Colección de José Valverde: conocemos esta colección almeriense, gracias


a la descripción efectuada por Pérez Bayer, quien la describe de la siguiente manera: “En
casa del difunto José Valverde, donde vi sus libros y algunos manuscritos que tenía de
trabajos propios. Allí ví y copié varios fragmentos de inscripciones que el difunto había
recogido en piedras sueltas, las más pequeñas y delgadas como tablas, otras mayores,
pero fáciles de transportarse a donde quiera”. Estas inscripciones eran la CIL II 1979, II
1986, II 1987 y CIL II 1999843.

2.- Gabinete de Pedro de la Cueva: en esta colección granadina, Luis José


Velázquez de Velasco y Cruzado, durante su visita a la ciudad en 1754, dice que esta
colección, estaba compuesta por “una estatua de Flora, otra de Venus, ambas de metal que
se hallan en el Gabinete de Don Pedro de la Cueva, oidor de aquella Chacillería”844.

3.- Colección de Juan de Flores y Oddouz: Aquí haremos referencia


unicamente a la colección de piezas reunidas por Juan de Flóres y Oddouz, sin adentrarnos

843
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 17-17v.
844
Carta de 19.02.1754 remitida por Luis José Velázquez a Agustín de Montiano. ARAH. Mss. 9/6000,
128-128v.
354
en la polémica de las falsificaciones, que trataremos en otro apartado, o en la confiscación
de piezas, del que ya hemos hablado en otro lugar.
El único viajero que describe el Gabinete fue Luis José Velázquez de Velasco, que lo
conoció en su momento más importante, por que después, a raíz del proceso judicial, se
dispersaron algunas piezas y, las consideradas falsas, fueron destruidas. Según el viajero
malagueño, en este Gabinete se encontraban “una lámina de plomo con letras que yo no
entiendo, en el Gabinete del mismo una estatua de Ceres de piedra blanca (FIGURA 75)
con caractéres latinos y celtibéricos, y también un trozo de mármol blano con una
inscripción en letras celtibéricas, ambas cosas descubiertas en el Gabinete de Juan de
Florez”845.
Si conservamos en la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla, un documento sin
fecha, que contiene una Relación de lo más notable que incluyen el Museo y Gavinete de
Don Juan de Flores. Según este documento, “el museo es una pieza quadrilonga de
regular ambito, toda llena de esquisitos primores de pasta, china, cristal, jaspe y plata”.
Los fragmentos de antigüeda eran los siguientes: “quatro idolos pequeños de bornce de
primorosa estructura, con inscripciones griegas en los pedestales, que dan a entender ser
Palas, Belona, Juno y Venus; su tamaño una cuarta y algunos dedos.
Una figura de bronce alada, sin pedestal, de uan tercia y algo más de alto, a lo que
parece del Dicos Pavon en aptitud fugitiva, con ropaje sumamente airoso. Están
delineados con tanto primor los miembros, los músculos, venas, facciones y cabellos de
esta estatua, que parece traída de la Grecia; ella es digna de un Praxíteles.
Un Hércules de bronce de media vara de altura, estatua muy singular.
Dos personajes desconocidos, de bronce, casi del mismo tamaño, sobre un mismo
pedestal, tocando de uno flauta, de otro lira.
Una estatua equeste de Marco Aurelio de bronce muy resplandeciente, de exquisita
estructura, pieza completa; el caballo, que representa bastante gallardía, tiene un brazo
airosamente levantado; su tamaño desde el fin del pedestal hasta el cabello del personaje,
tres cuartas menos tres dedos.
Diferentes camafeos, grandes y peqiueños.
Un pedazo de cobre de una cuarta de largo, y medio de ancho, con medido dedo de
opuesto, sólido; en él están esculpidos a proporcionada distancia unos borreguitos muy
bastos. Este es el antiguo Pecus, anterior a la demás omenidas, de donde se tomó la

355
denominación de Pecunia; tiene quando el pedazo correspondiente de un borrego. Esta es
pieza especialissima, y en su mojo, orrín y corrosión tiene grandes señales de exorbitante
antigüedad.
Una gran porción de anillos árabes y romanos, consulares, equestres e imperiales.
Entre ellos vi cinco muy raros. Dos romanos, que en su tamaño, y grosería dan a entender
ser anteriores a la tercera Guerra Púnica…
Dos anillos árabes de oro poco primorosos, con señales de
muy antiguo, el uno en piedra agatha, el otro en una plancha
pequeña de oro, tienen rótulos en árabe, según aquí dicen,
oriental, y que nadie ha podido leer. Otro anillo de esquisita
filigrana, y en el busto de relive, que los lineamientos parece de
Julio César.
Gran copia de plomos y lapidas pequeñas con inscripciones
árabes antiquísimas, otras posteriores, algunas hebreas, todas de
dificilisima lectura. Seis inscripciones latinas en mármoles
Figura 104. Busto de
emperador romano,
tomado de D. Rodríguez
grandes, entre las quales, dos, que son del tamaño y figura de
Ruiz (1992).
columnas sirven de basa a dos bustos íntegros de personajes
conocidos (FIGURA 104).
Una inscripción árabe integra en un mármol de más de dos varas y media de largo,
una de ancho y tercia de gruesso”.
A ello habría las inscripciones CIL II2/5, 638 (= II 2082), CIL II2/5, 639 (= II 2085),
CIL II2/5, 623 (= II 2073), CIL II2/5, 632 (= II 2086), CIL II2/5, 621 (= II 2072), CIL II/25,
627 (= II 2076), CIL II2/5, 625 (= II 2077) (FIGURAS 92 y 93), CIL II2/5, 635 (= II 2080)
y CIL II2/5, 644 (= II 2089)846.

4.- Colección de Guillermo Tyrry y Tyrry, IIº Marqués de la Cañada: se trata


de una colección representativa de los intereses coleccionistas de los miembros de la
nobleza urbana andaluza. Su colección, visitada por Enrique Flórez o Antonio Ponz, estaba
conformada por una colección numismática, epigráfica y escultórica, al a que se unía la
existencia de una biblioteca con unos 7.000 volúmenes.

845
Ibidem.
846
BBCC. Mss.; Twiss, op. cit. 558 (1775), 168-169; Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 46 y ss.; Gómez
Moreno, op. cit. 878 (1889), 12-23.
356
Las aficiones coleccionistas de Guillermo Tyrry, estaban heredados de su padre Juan
Tyrry, Iº Marqués de la Cañada, quien había reunido en su casa un pequeño museo, que
Martín de la Torre Guiral, describe de la siguiente manera, en su carta de 24.04.1730:
“tiene otros infinitos primores que son largos de contar, como son un sentido de goce con
todas sus campanillas de un chino, y todas sus armas de flechas, arpón, etc. La moneda de
ellos, como también muchas de todos reinos y muchas curiosidades de ellos, microscopios
especiales de aumento, otros y al contrario. Y en fin, tanto conjunto de primor que hizo
menester tener allí papel y tinta e ir escribiendo. Lo que creo, es que él nunca será
aficionado en forma, porque no tiene tiempo pues me confeso que hará más de dos meses
que no habrá entrado en el museo”.
Esto lo volverá a reiterar carta fechada en Cádiz en Mayo de 1730: “tiene también en
su gabinete las armas de guerra de los chinos y de los indios y muchas piezas de diferentes
orbes especiales, muchas láminas buenas con igual pinturas y muchos papeles cortados de
lo más primoroso que he visto, y un reloj de más de dos mil piezas con mucha música,
muchos microscopios de diferentes aumento y disminución, y una sala oscura en donde se
presenta en una tabla blanca todos los objetos que apercibe un vidrio de graduación como
son y como se mueven”847.
Sin duda se trataba de un museo de concepción ecléctica, mucho más cercano a los
museos barrocos que a los gabinetes ilustrados, pero esta colección será ampliada y
difundida por su hijo Guillermo, IIº Marqués de la Cañada, como se deduce de las diversas
descripciones que de la misma conservamos.
Fue visitada por Henrique Flórez848, y por Richard Twiss, quien estuvo en El Puerto de
Santa María el 23.08.1773 y describe la colección de la siguiente manera: “posee una
biblioteca grande y bien escogida... ; entre su colección de [antigüedades] vi también un
sarcofago de mármol encontrado en Medina Sidonia, de ocho pies de largo y tres pies de
altura y de ancho; sus lados están en bajorrelieve. Una urna de mármol, encontrada en el
puerto de Cádiz poco después del terremoto de 1755. Una pequeña estatua de bronce de
Neptuno, encontrada en las ruinas del templo de Hércules en Cádiz en 1639. Una pequeña
Venús de Mármol. Hay grabados de todas estas obras en el séptimo volúmen de las

847
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 20 a 23v.
848
Méndez, op. cit. 418 (1780), 220.
357
Antigüedades del Conde de Caylus. El padre Flórez, en su España Sagrada y un libro
antiguo: de las Antigüedades del Reino de Sevilla mencionan este sarcófago”849.
A ellas habría que añadirle, según Ponz, las inscripciones CIL II 1825, CIL II 1830 y
CIL II 1901850.
En Abril de 1764 realizó una pequeño inventario de sus piezas que conformaban su
gabinete851. Se trataba de trece láminas, explicadas por el propio marqués, que envió al
Conde de Caylus para que las incluyese en el Recueil d´Antiquités, de las que finalmente
Caylus incluyo una urna romana con relives aparecida en Cádiz852. De las restantes
láminas, sólo conocemos las descripciones, pero no los dibujos, de los que sólo quedan las
copias realizadas por Manuel Díaz de Ayora. El inventario de antigüedades es como sigue:
Tab. 1
nº 1. Una cabeza agigantada de mármol blanco al parecer de algún philosofo
griego: vino del gran Cayro. Está bien echa, aunque basta.
nº 2. Una cabeza de Tito Vespasiano de frente, de lado y de espaldas perfectamente
hecha: se encontró en Málaga, de donde me fue remitida.
Tab. 2
Una Venus de mármol o alabastro transparente: no es de la echura más elegante,
pero verdaderamente antigua; se encontró en Madrid en los cimientos del Colegio de los
Nobles; está de frente y de espaldas.
Tab. 3.
Un Hércules de bronce, de mui buena mano, y lo más particular, hallada en el
templo de otra divinidad, que se descubrió en Sti. Petri de Cádiz el año 1731, qdo se retiró
el mar, y se dejaron ver las ruinas del antiguo Cádiz; está de frente, de lado y de espaldas.
Tab. 4.
nº 1. Un hermoso neptuno de una perfecta echura, y valiente mano, hallado
igualmente en el mismo parage que el Hércules, siendo también de bre., y está de frente y
de espaldas.

849
Twiss, op. cit. 558 (1775), 220.
850
Ponz, op. cit. 713 (1794), Carta II, 61y ss.
851
Tyrry Tyrry, Guillermo, Descripción de las antigüedades del Gabinete del Marqués de la Cañada,
hechas por él mismo; haviéndolas mandado dibujar en 13 láminas, para remitir a Francia a el Conde de
Caylus, por Abril de 1764. BBCC. Mss. 63-9-93(21); publicado por Buhigas y Pérez, op. cit. 693 (1993)9.
852
Caylus, op. cit. 826 (1752-1767), Carta II, 61y ss.
358
nº 2. Una figurita de tierra, con varniz verde, que representa al Dios Crépito,
Divinidad Egipcia, de frente, de lado y de espaldas; este estaba en el Gavinete del Arzo. de
Sevilla Lelio Levanto, y se dice que se había hallado allí mismo.
nº 3. El Dios Apis (Figura 105) de la misma materia y varniz, aunque más fino; fue
del propio Gavinete.

Figura 105. Esculturas de la Colección del Marqués de la Cañada, según los


dibujos conservados en la misma, y publicadas por Buhigas y Pérez.

nº 4. Un príapo de bronce; este aunque (son muy comunes en España) se cree vino
de Roma, pr habernoslo regalado un sujeto, que volvía de aquella capital.
Tab. 5.
Una hermosa urna cineraria de mármol blanco; en el paraje donde devía estar el
letreto, se ven algunos retazos de letras que parezen fenicias, es de buena mano; se
representa el todo de ella mirada de frente; despues con el corte de un lado se haze ver su
convexidad, luego del otro lado por la espalda, y finalme. la tapadera separada.
Advirtiendo qe. pr. todos lados son muy diversas las lavores, y que está copiada con
grande exactitud; esta se halló en el añlo del terremoto en la Puerta de Tierra de Cádiz,
cerca del molino de los PP. Mercedarios Descalzos.

359
Tab. 6
nº 1. Una urna cineraria sin labor alguna de mármol blanco con su tapadera de
encaje: se representa una, y otra separada, y se encontró en el mismo paraje que la
antecedente.
nº 2. Este es un tumulo, que representa al parecer un marido y mujer; es de piedra
de Mateilla muy blanda, por lo que está algo maltrataa; se encontró en Málaga.
Tab. 7
nº 1. Una lámpara de barro bien conservada.
nº 2. La misma mirada de perfil.
nº 3. Un plato o candil de barro.
nº 4 y 4. Dos lacrimatorios de barro.
nº 6. Un jarrito de barro. Figa. 2a. una lampara de barro, mirada pr. arriba se vé
en ella esculpida una saltatriz gaditana, con su traje de baile y un pandero en la mano,
por atr´s se le C.DPP.L. RES. Esta lampara es apreciable, y todo lo que se representa en
esta tabla se encontró en Cádiz.
Tab. 8.
nº 1. Un lacrimatorio de barro.
nº 2. Un plato de dha. materia.
nº 3. Otro genero de lacrimatorio.
nº 4. Otro de barro.
nº 5. Otro de vidrio.
nº 6. Idem.
nº 7. Idem de vidrio.
nº 8. Es de vidrio también; todo hallado en Cádiz.
Tab. 12.
Es un ídolo egipcio mui primosamente trabajado de frente, de lado, y de espaldas;
es de bronce de un metal mui rico; fue de D. Bernardo de Strada; no se de donde le hubo.

360
Tab. 13 (Figura 106)
Es la piedra famosa de Medina-Sidonia, que es el frente de un sarcophago, o caxa
sepulchral, y que es pieza digna del Gavinete de un Soberano”.

Figura 106. Sarcófago de Medina Sidonia, tomado a partir de Rosalía


González

A estas antigüedades, habría que sumar una serie de camafeos, entalles, idolillos y
vasos metálicos de los indidos del Perú, estos últimos quizás correspondientes a la antigua
colección de su padre.
Gracias a Antonio Ponz, conocemos el final de la colección del Marqués de la Cañada,
ya “que después de su muerte pasaron a poder de otros dueños, y he vuelto a ver parte de
ellas en Cádiz y en Jérez”, y entre ellas las de Sebastián Martínez853.

5.- Colección de Antonio Mosti: ejemplo de otro miembro de la burguesía


local, enriquecida con el comercio a América, y que mostró grandes inquietudes por el
coleccionismo de antigüedades. Antonio Ponz, durante su visita a la ciudad en 1791,
conoció las distintas colecciones, y entre ellas la de Mosti, compuesta por una serie de
inscripciones romanas, que se encastraron en una pared de su domicilio, situado cerca de la
Plaza de las Verduras. Estas inscripciones son la CIL II 1874, CIL II 1736 y CIL II
1725854.

6.- Colección de Pedro Alonso O´Crouley y O´Donell: Antonio Ponz, durante


su visita a la ciudad en 1791, dice que “en la casa de Don Pedro Alonso O´Crouley ...

853
Ponz, op. cit. 713 (1794), Cartas I y II, 61 y ss. La urna la adquirió posteriormente A. de Laborde en
los inicios del siglo XIX, Rodríguez Oliva, P. y Beltrán Fortes, J., “Nuevas noticias para la localización de la
urna cineraria de Gades de la colección de antigüedades de Guillermo de Tyrry, Marqués de la Cañada”,
Mainake XIX-XX (1998), 31 y ss. Varios fragmentos del sarcófago han vuelto a aparecer en Jerez de la
Frontera, cfr. González, R., op. cit. 697 (2000).
854
Ponz, op. cit. 713 (1794), 45-46.
361
monedas, piedras grabadas y otros monumentos de la docta antigüedad que ha
recogido”855.
Su gabinete estaba compuesto por pinturas, camafeos, “más de quinientos medallones y
relieves en yeso de lo mejor de la antigüedad y moderno”, y de su monetario, sobre el que
trataremos más adelante, Junto a ello tenían una serie de estatuas, ídolos y relieves, algunos
de época modera.
Los representativos de elementos de la Antigüedad Clásica, tanto pertenecientes a
época antigua como copias modernas, los describe de la siguiente manera:
“una cabeza de mármol blanco, que representa a Apolo Auricomo, al parecer
griega, hallada en las inmediaciones de ACINIPO o Ronda la Vieja. Siete pulgadas de alto.
Una estatua de mármol, que representa a Hércules niño sentado sobre peñas,
sofocando las serpientes. Veinte pulgadas.
Otra de mármol, que representa a Eneas cargando a su padre Anquises. Trece
pulgadas.
Una estatua de Estatua equestre de bronce dorado, que representa a Marco
Aurelio en trage de Pacificador. Veinte y quatro pulgadas incluso el pedestal.
Otra de bronce, que representa a Mercurio en ademan de volar. Veinte y dos
pulgadas incluso el pedestal.
Otra de un Gladiator en el acto de recibir su contrario, de lo mas selecto de la
antigüedad, hallada junto a Carmona. Diez y siete pulgadas.
I Un busto togado de bronce del Emperador Nerón.
2 Otro de Tiberio; ambos de trece pulgadas cada uno: hallados en la Costa de
África.
3. Una estatua de Neptuno en píe, de lo mejor de la antigüedad: bronce. Alto trece
pulgadas.
Sobre una basa de trece pulgadas de diámetro una figura que representa la
Envidia recostada sobre el brazo derecho, al lado de una zorra. Es de lo mas precioso de
la antigüedad. Se halló en las inmediaciones del Castillo de Santi Petri en esta plaza.
Habrá sesenta años que levando el ancla de una embarcación, se la traxo en una de sus
uñas, y se cree pertenecer al templo de Hércules, por haber sido aquel el sitio donde
estuvo.

855
Ponz, op. cit. 713 (1794), Carta I, 1587 y ss.
362
Una Isis Egipcia con Luna y globo en la cabeza, y en la falda un niño. Bronce. Seis
pulgadas.
Otra de igual tamaño en pié con quatro brazos, de lo más precioso en su línea.
Bronce.
Una figura de un asno en carrera, antiguo. Bronce. Tres pulgadas.
Un busto de Marte armado. Bronce. Tres pulgadas.
Una figura de Baco sentado, recostada la cabeza sobre la rodilla. Bronce. Dos
pulgadas.
Un bronce liado con dos serpientes cruzadas desde el cuello a los pies. Bronce.
Tres pulgadas.
Un Cupido apoyado sobre un baston. Bronce. Tres pulgadas.
Una figura de Esopo, preocísima por su fealdad y delicado trabajo. Bronce.
Quatro pulgadas.
Una Hércules, bello trabajo de la antigüedad, hallado en Cádiz. Bronce. Tres
pulgadas.
Un Emperador Romano con cetro en la mano. Bronce. Quatro pulgadas.
Una Flora. Bronce. Tres pulgadas.
Un Guerrero Romano con corona de laurel en la cabeza. Bronce. Tres pulgadas.
Una plancha de alto relieve, que representa un sacrificio lustral al nacimiento de
Remo y Rómulo con seis figuras inclusos los Gemelos. Bronce. Diez pulgadas de ancho, y
ocho de alto.
Una Victoria en acto de volar con palma y laurea. Diez y seis pulgadas.
Tres planchas de fierro colado, con tres Musas, obra moderna superior.
Acteón sentado sobre una peña, acometido por sus perros. Cinco pulgadas.
Bronce.
Un ánfora antigua. Bronce. Nueve pulgadas.
Varios vasos lacrimatorios, lámparas sepulcrales &c”856.
A ellos habría que unirle varios “bustos académicos bronceados” de Nerón, Adriano,
Antinoo, Germánico, Caracalla, la Venus de Médicis, la Venus del Capitolio, Alejandro
Magno, Séneca, Cicerón, Pomona, Ariadna, Apolo del Belvedere, etc, seguramente
relacionados con la colección de vaciados en yeso de esculturas romanas, seleccionadas

856
O´Crouley, op. cit. 725 (1794), 525-527.
363
por José Nicolás de Azara, que poseía la Escuela de Nobles Artes de Cádiz, fundada en
1789.

7.- Colección de la Librería del Duque de Medinaceli en El Puerto de Santa


María de Santa María: a instancias del regidor local Pedro de Baeza, se recogieron
diversas inscripciones romanas encontradas en la localidad, que se colocaron en la librería
del Duque de Medinaceli, que tenía en sus casa de El Puerto de Santa María. Estas
inscripciones, hoy en día desaparecidas, son las CIL II 1771, CIL II 1775, CIL II 1793,
CIL II 1814, CIL II 1887 y CILA 134857.

8.- Colección de Huerta Alta (Chiclana de la Frontera): gracias a los trabajos


de E. Hübner, conocemos la composición de esta colección, situada en la finca Huerta
Alta, aunque desconocemos más datos sobre la persona que la conformó, sus motivos y la
disposición que tenía, por que las inscripciones que componían la colección se encuentran
desaparecidas en la actualidad. De procedencia desconocida son las inscripciones CIL II
1750, CIL II 1764, CIL II 1805, CIL II 1833 y CIL II 1917.
A ellas habría que unir las inscripciones CIL II 1766, CIL II 1905, CIL II 1809, CIL II
1852, CIL II 1855, CIL II 1858, CIL II 1860, CIL II 1869 y CIL II 1912 que fueron
halladas en Puerta de Tierra (Cádiz). También componían esta colección los epígrafes
CIL 1779, CIL II 1781, CIL II 1796, CIL II 1801, CIL II 1807, CIL II 1838, CIL II 1890,
CIL II 1899, encontrados en Cádiz, y llevadas posteriormente hasta Chiclana.
Según Masdeu, también pertenecían a esta colección las inscripciones CIL II 1825, CIL
II 1830, CIL II 1901, que según Ponz estaban en la Colección del Marqués de la
Cañada858.

9- Gabinete de Antonio Ulloa: conocemos su existencia por la descripción


efectuada por Joseph Townsend, durante su visita en 1787 a la ciudad de Cádiz. El viajero
británico describe el gabinete de la siguiente manera: “el cuarto tenía veinte pies de largo
por catorce de ancho y menos de ocho pies de alto. Veíanse allí confusamente dispersados
las sillas, las mesas, los baúles, las cajas, los libros, los papeles, una cama, una prensa,
sombrillas, trajes, herramientas de carpintero, instrumentos de matemáticas, un

857
González Fernández, op. cit. 457 (1992), 88 y 104-107.
858
Hübner, op. cit. 34 (1869), 232-237; Ponz, op. cit. 713 (1794), 713-714.
364
barómetro, un péndulo, armas, cuadros, espejos, fósiles, minerales, conchas, una caldera,
lebrillos, jarros rotos, antigüedades americanas, dinero y una curiosa momia de las islas
Canarias, o por lo menos su tronco con la cabeza y los brazos,
porque como había servido de juguete a los niños se habían
divertido en arrancarle los dientes y en romperle las piernas.
Entre los fósiles extranjeros me enseñó una variedad de
conchas de mar que había recogido el mismo cerca de la
cumbre de las más altas montañas de América, algunas en
superficie, pero la mayor parte hundidas en la roca
calcárea”859.

10.- Colección del Marqués de Villalcázar de Sirga:


Figura 107. Vaso canopo
del Conde de Villalcázar,
ubicada en la Hacienda de Santo Tomás (Torremolinos, Málaga). según Pérez Bayer.

El primero que visitó esta colección fue Pérez Bayer, quien


destacó en la misma la presencia de un vaso canopo (FIGURA 107), al que define como
“un canónigo de tres palmos de alto; es una especie de ágata melada y obscura, y tiene en
su pecho un cuadrito (a manera del racional con que pintan a los sacerdotes hebreos) con
varios jeroglíficos”860.
Cuando Antonio Ponz visitó la colección, definió el objeto como “un canopo egipcio
de alabastro, con sus jeroglíficos, cuya escultura es de una vara menos cuatro dedos”.
Añadiendo además la presencia de otros objetos “hay, asimismo, en esta curiosa colección
cuatro urnas cinerarias de la misma materia que el canopo, dos de ellas de a dos tercias
de alto y otras dos de media vara, pudiéndose añadir otra urnilla en figura de orza de un
palmo de alto y más de tercia de ancho que está algo maltratada. Entre las obras de
escultura, hay un busto de Vitelio en bronce y algunas cabezas más”861.

11.- Colección del Medico Lendínez en Cártama: Según Francis Carter, el Sr.
Lendínez, farmacéutico local de Cártama, reunió en su domicilio de la localidad una
pequeña colección escultórica y epigráfica, que colocó en su domicilio. Según el viajero

859
García Mercadal, op. cit. 497 (1999), 210.
860
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 373-374 ; cfr. Baena del Alcázar, L, “Sobre un antiguo vaso canopo
de Málaga”, Jábega 27 (1979), 15-20.
861
Ponz, op. cit. 713 (1794), 810-811; cfr. Cortés y López, M., Diccionario geográfico-histórico de la
España antigua, Tarraconense, Bética y Lusitania. Tomo II (Madrid 1836), 160.
365
británico, en la portada del edificio se encontraban colocadas las inscripciones CIL II 1952,
CIL II 1954 y CIL II 1958, mientras que “en el patio de la casa del farmacéutico local se
exhibe [una escultura] rota por la mitad, de un tamaño casi doble del natural; la figura es
de una mujer sentada; en su nuca aparece un hoyo, donde encajaba una cabeza; las
mangas del vestido están fruncidas en forma curiosa, atadas por cinco o seis pasadores
en la parte exterior del brazo, y tiene una cuerda alrededor de la cintura; los pies y los
pechos están cubiertos, aunque éstos se pueden distingur
naturalmente por la leve insinuación del vestido [y] al lado
de ésta hay otra de un hombre con las mismas dimensiones.
En el mismo patio hay también una figura de Príapo en
bajorrelieve”862.
12.- Colección de Francisco de Bruna y
Ahumada en Lucena: esta pequeña colección la había
reunido Francisco de Bruna en sus casas solariegas de
Lucena (Córdoba), y estaba constituida por los epígrafes CIL
II 1430, CIL II 1647 y CIL II 1468, según se desprende de la
obra de Hübner863.

Figura 108 Piezas de la


13.- Colección de Pedro de Estrada (FIGURA
colección de Pedro de Estrada,
según Pérez Bayer. 108): la descripción efectuada por Francisco Pérez Bayer,
durante su visita a Córdoba, aparte de las monedas e inscripciones romanas y cristianas,
Pedro de Estrada tenía una colección de “llaves antiguas, idolillos, estatuitas de varias
deidades, sellos grandes de plomo, arrojadizas, un toro lleno de agujeros para los
perfumes, un pez cual se pinta sobre el trípode en las monedas de Domiciano, el cual pudo
en mi juicio estar sobre un signo de alguna legión, porque conserva en su vientre un
agujero cuadrado por el cual se enastaba en el palo”864.

14.- Colección de Fernando José López de Cárdenas: Conocemos la colección


de Fernando José López de Cárdenas, gracias a la descripción efectuada por Francisco
Pérez Bayer durante su visita a la ciudad, enla que dicho personaje le sirvió de cicerone.

862
Carter, op. cit. 577 (1777), 173-174 y 184-185
863
Hübner, op. cit. 34 (1869), 218.
864
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 323-329.
366
Según Pérez Bayer, “[En la] casa del Sr. D. Fernando [López de Cárdenas] .... además de
varias preciosidades de piedras ametistas y otras como diamantes que me mostró y dijó
estaba recogiendo de orden de la corte y que se hallaban en las inmediaciones de Montoro
en bastante copia, me hizo ver sus libros y parte de lo que piensa imprimir”.
Esta colección estaba compuesta, además de un importante monetario, por “una
plancha de piedra en que hay una inscripción gótica, como va en su copia:
-P- VVILIVLKVS VIRIN//////
IVS DEI VIXIT AN//////
PLVSS MINVS SEPTV////
GINTA REGES
SIT IN PACE SYP///
PRID ID IVI/// ERA d.C.

Esta inscripción fue antes romana, pues en su reverso se conservan los dígitos y letras
siguientes:
///NIA AE ////
Enseñóme una ánfora antigua diota con el nombre de su artífice no mayor:
MARTIALIS. También un barro saguntino en que se lee ZOILI. Una especie de candileja
que a primera vista me pareció romana, pero eché luego de ver que es moruna, pues tiene
en su centro estas letras y adorno de relieve. Otras baratijas y cosuelas antiguas me
mostró de que no hago memoria: una como patera de vidrio pero más honda, unas
planchillas con letras arábigas muy maltratadas” 865.

15.- El Antiqui-Museo Cordobés Pedro Leonardo de Villacevallos y Vera: el


museo se encontraba en su casa de Córdoba, sito en la calle de las Pavas, y se trata de la
colección conformada por un personaje perteneciente a las oligarquías municipales.
Conocemos la disposición del museo de Villacevallos, a través de las diferentes
versiones manuscritas de los inventarios y otros documentos, realizados por Manuel José
Díaz de Ayora, que nos informan del contenido y disposición de su colección, así como
por dibujos realizados en 1760 por A. de Capdevila y enviados a G. Mayans.
La colección estaba compuesta de un monetario, sobre el que trataremos más adelante,
y de una serie de esculturas y un lapidario, que era la pieza más importante de la colección,
tal y como informa Gregorio Mayans: “en lo que toca a inscripciones, no ha habido en

865
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 77-79. La inscripción es CIL II 2179.
367
España quien haya tenido el gusto de recogerlas, conservarlas y adornar su casa con
monumentos tan estimables”866.
En los inventarios que conocemos, Villacevallos indica de forma pormenorizada la
procedencia de cada pieza y la forma de su adquisición. El origen de parte de su colección
era la que poseía el erudito cordobés Bernardo de Cabrera, mientras que la mayor parte de
las piezas, en especial las lápidas, procedían de regalos y donaciones cuando las lápidas
aparecían. La mayor parte de las piezas proceden de Córdoba capital, y algunas del entorno
de la ciudad. Otras, en cambio, procedían de Carmona, Montoro, Peñaflor, Cádiz y
Écija867.
Se encontraba situado este museo en el patio apeadero de la casa, dispuesto en sus
cuatro costados, según la descripción del mismo: “El lapidario se halla situado en el patio
primero, y portal de dichas casas, constituyéndose de varias insignes Piedras y Pilares,
recogidos de dentro y fuera de la Población, cabezas de estatuas, bustos, trozos corpóreos,
columnas, mármoles, poste-pedestales, urnas, losas, testaceos, latericios, adobes y
fragmentos competentes, con distintas inscripciones griega, romanas antiguas, del alto y
bajo imperio, gothicas, arabes, moras, mozárabes o de la perdida de España”868.
Otra referencia de su museo en una carta fechada en 1771, el propio Villacevallos
describe la colección situada en su domicilio de la siguiente manera: “en cuyo patio
primero y portales existen resaltado y embebido en sus paredes otra colección lapídea
Patriciense en más de 150 monumentos Gentilicios …, en trozos de estatuas, cabezas,
inscripciones y bellos y raros fragmentos de diversos lemas y tiempos que también he sido
apasionado y de que tengo multiplicidad de papeles, libros y escritos de sus sabios para
alguna explicación e inteligencia de los míos”869.
Otra referencia es la carta de 21 de Julio de 1774, remitida por Rafael María de
Villacevallos a Fernando de Velasco, en la que dice que “el Lapidario se halla situado en
el Patio primero y Portal de dicha Casas, constituyéndose de varias insignes Piedras y
filabres, recogidos del dentro y fuera de la población, cabezas de estatuas, bustos, trozos
corpóreos, columnas, mármoles, poste-pedestales, urna, lozas, testáceos, latericios,
adobes y fragmentos conducentes con distintas inscripciones, griega, romanas antiguas,

866
Mestre Sanchís, A., Correspondencia de los ilustrados andaluces (Cádiz 1990), 414.
867
López Rodríguez, J.R., “Formación y dispersión de sus colecciones”, en Beltrán y López, op. cit. 63
(2003), 105.
868
BBCC. Mss. 60-1-15, fol. 91. Otra descripción del museo véase BBCC. Mss. 54-1-17, fols. 37v-40v.
869
BBCC. Mss. 59-3-44, fol. 155.
368
del alto y bajo imperio, góticas, árabes, moras y
muzárabes o de la pérdida de España y sus
arrimados: en todo lo cual se muestra y denota
su mucha diversidad de extraños e inéditos
nombres, letras, signos y caracteres de aquellos
tiempos de sus esculpidos, que las dichas
Antiguallas (y con este nombre definidas en sus
adecuados usuales escritos), van ya arribando
proporcionarle en cuenta y orden un centenario
número: las unas de crecida mole persisten
resaltadas y antepuestas la circunvalación de
sus paredes, y las otras, menores, embebidas en
ellas, como engaste propio, giran en alternativos
maridajes con el no despreciable y simétrico
adorno de su colocación”870.
Figura 109. Planta del Patio de Villacevallos
(1739), con indicación de la ubicación de las
Para el estudio de la colección, poseemos piezas. BBCC.

diversas descripciones gráficas de la manera


en que se encontraban dispuestas las
colecciones epigráficas y escultóricas. Así el
primer documento es un dibujo fechado en
1739 (FIGURA 109), del que se conservan
varias copias, en el que se observa el patio
en planta en él, por medio del inventario, la
situación exacta de cada una de las piezas.
Otro documento gráfico conservado son
los dibujos realizados en 1760 por Antonio
Capdevila, que consisten en una
representación fidelísima de la planta del
patio y de los alzados de las paredes sur y
norte del edificio(FIGURAS 110 y 111), así
Figuras 110 y 111. Fachadas Sur y Norte del patio de
como del frente interior del pórtico, aunque Villacevallos, según A. Capdevila

870
BN. Mss. 18630.
369
faltan por pérdida los dibujos de los frentes este y oeste. De ellos se deduce que
Villacevallos, no construyó un edificio específico para albergar su lapidario ni tampoco
alteró la estructura de su casa palacio.
Colocó la colección en torno a las paredes del apeadero, en varios niveles, unas apoyadas
sobre otras, y por encima de ellas otras más incrustada en los muros, lo que, según J.R.
López, responde a un interés de su exhibición plana, que facilite su análisis871.
Sobre las esculturas existentes en la colección, debemos decir en primer lugar, que la
incorporación de las piezas no parece responder a criterios determinados. La primera
escultura que recogió, ya en 1734, fue una escultura militar, o thoracata, procedente de
Montoro, y que le fue regalada a Villacevallos por los padres Mercedarios de Córdoba.
Todas las piezas escultóricas procedían de Córdoba o de territorios cercanos, y siempre
las obtendrá por regalo de amigos o conocidos, que sabían valorar las aficiones anticuarias
de Villacevallos872. En el reciente estudio sobre la colección de Villacevallos, J. Beltrán,
ha estudiado las piezas escultóricas, dando cuenta de las diferentes etapas en la
conformación de la colección escultórica.
De ese estudio, debemos recoger el inventario de las piezas escultóricas efectuado por
el medico Antonio Capdevila, quien visitó la colección en torno a 1760, copiando copió la
disposición de las colecciones, y las envió a Cristóbal Plüer, cónsul danés en España. Estos
son el inventario y la disposición de las piezas:
“- en la pared meridional:
- un busto de Vestal, de Córdoba,
- el busto de OCTAV. CAES. AVG. de Carmona.
- busto de Vestal de Córdoba.
- en la pared occidental:
- una estatua recostada.
- unos pies de Estatua.
- en la pared boreal exterior:
- estatua del emperador Constantino de doble corporatura.
- en la pared boreal interior:
- un niño recostado.
- la Venus ciprea.

871
López Rodríguez, op. cit. 938 (2003), 107-108.
872
Beltrán Fortes, op. cit. 484 (2001),121.
370
- un busto consular.
- en la pared oriental:
- un busto pequeño.
- un busto de Hércules.
- un fragmento de estatua.
- un busto de Hércules”873.
La colección epigráfica de Villacevallos, ha sido recientemente estudiada por H.
Gimeno y A. Stylow, a cuyo estudio nos remitidos para la transcripción de las
inscripciones874.
Reunió esta colección de diversas maneras. En primer lugar, algunas ya habían
pertenecido con anterioridad a otros coleccionistas, como Bernardo de Cabrera,
emparentado con Villacevallos, mientras que otras le fueron regaladas, como las
inscripciones de Carmona o de Cádiz, estas últimas regaladas por el Marqués de la Cañada.
A excepción de estas dos, junto con otras de Peñaflor, Écija y Obulco, la gran parte de las
inscripciones provenían de Córdoba o sus alrededores, donde obtuvo las piezas bien
directamente bien a través de intermediarios. Para ello contó con una importante red de
informantes locales, que le avisaban de los hallazgos fortuitos o de los realizados en
remodelaciones de edificios o en construcciones de nueva planta.
De la colección de Villacevallos, se deduce que su pretensión fue la de recopilar todos
aquellos epígrafes conocidos en la Córdoba de su tiempo y, en la medida de lo posible,
incorporarlos a su Museo, trabajo este que comenzó a realizar a partir de 1735.
En 1740 realizó un primer inventario de sus colecciones epigráficas875, en esos
momentos alcanzaba a unos 50 inscripciones. Este manuscrito fue copiado en 1755, 1758 y
1760 por Manuel José Díaz de Ayora, que fue incorporando a las sucesivas copias las
nuevas inscripciones.
El considerable aumento de las inscripciones, llevó a la necesidad de realizar un nuevo
inventario en 1751, donde resulta que el número de epígrafes había llegado casi hasta el
centenar de piezas. Posteriormente Antonio Capdevila realizaría un nuevo inventario, en
1763, en el que además de las inscripciones romanas, se incluyen las inscripciones árabes y

873
Mestre Sánchez, op. cit. 937 (1990), 414 y ss ; Beltrán Fortes, op. cit. 484 (2001), 124.
874
Gimeno y Stylow, op. cit. 503 (2003), 163-218.
875
Explanación antiquo-lapidea, inscripcional del Museo de D. Pedro Leonardo de Villa y Cevallos,
natural de Córdoba, fijado y establecido en el patio primero de sus casas, principales de ella, y del Sr. D.
Raphael su padre, cavallero de Santiago, en la calle de las Pabas, calleja de su apellido y collación de la

371
medievales, aportando planos con la disposición y distribución de las inscripciones en el
patio de la casa de Villacevallos.
También el lapidario fue muy apreciado por los viajeros españoles, en especial Luis
José Velázquez de Velasco, Antonio Ponz y Francisco Pérez Bayer, quienes, como ya
hemos indicado con anterioridad en otro apartado de este trabajo, alabaron la colección
cordobesa, tanto por su elevado número de epígrafes, como por la calidad de los mismos.
En su museo, Villacevallos tenía distribuidos los epígrafes en las siguientes categorías:
una inscripción griega; inscripciones imperiales, entre las que coloca a los miliarios;
dedicaciones o memorias de personajes relevantes; memorias o piedras sepulcrales de
libertos; piedras sepulcrales de otros individuos; piedras servales sepulcrales; ladrillos
romanos; memorias sepulcrales de obispos y, finalmente, inscripciones islámicas.
Para el propio Villacevallos, los epígrafes tenían las siguientes formas, a tenor de la
descripción de su inventario: columnas miliarias; pedestales; cuadraturas; postes pedestales
pequeños y grandes; postes cipos sepulcrales pequeños y grandes, levantados y tablas
llanas; losas sepulcrales; asas de cantaras y ladrillos y urnas ochavadas876.

16.- Colección Privada de Francisco de Bruna y Ahumada en Sevilla: según


ya hemos referido con anterioridad, Francisco de Bruna conformó una colección
epigráfica, escultórica y numismática, en la que se mezclaban piezas reunidas en nombre
del rey, junto a otras piezas reunidas de forma privada.
Esto provocó la intervención real en la testamentaría, y gracias a los inventarios post-
mortem, algunos de ellos publicados por Romero Murube, podemos diferenciar esta
colección. Según la descripción que conservamos de Antonio Ponz, “Don Francisco de
Bruna, decano de la Audiencia de esta ciudad y teniente de Alcalde de los Reales
Alcázares, ha sido y es muy celoso de estos monumentos de la antigüedad y de las artes, de
los cuales tiene recogidos muchos en su casa, encontrándose buen número de bustos
antiguos, pedestales y lápidas con inscripciones romanas, algunas árabes y buena porción
de medallas de todas clases, camafeos y otras piedras grabadas, libería apreciable, con
gabinete de Historia Natural, competente colección de pinturas y de dibujos originales de
los más célebres profesores que han florecido en Sevilla”877.

Iglesia Chatedral (1740) BN Mss. 5533.


876
Gimeno y Stylow, op. cit. 503 (2003), 159.
877
Ponz, op. cit. 791 (1791), 181-182.
372
Todas estas colecciones particulares las tenía colocadas en el interior de una serie de
vitrinas, situadas en la parte alta del palacio de los Reales Alcázares, donde se encontraban
las habitaciones privadas de Bruna, a excepción de las antigüedades, que se encontraban
unidas a las piezas pertenecientes a la Corona y que conformaban el denominado Salón de
Antigüedades de la Bética.
La presencia de la colección de historia natural, debemos ponerla en relación con la
participación de Bruna en la recopilación de objetos para el Real Gabinete de Historia
Natural, según dispuso en 1776 el Marqués de Grimaldi.
Las pinturas, esculturas, antigüedades y camafeos, sirvieron como material de consulta
y trabajo para los estudiantes de la Escuela, y que demuestran la estrecha relación y
dependencia que la Escuela mantuvo con la figura del Protector.
Hay que destacar las pinturas de la colección privada de Bruna, admirada por los
viajeros británicos, como Joseph Townsend o Richard Twiss878, y cuyo origen hay que
buscarlo en la expulsión de la Compañía de Jesús de España, que en el caso sevillano
supuso el cierre de numerosos edificios. Bruna habría recogido las pinturas más
significativas de las existentes en las casas jesuíticas, y las habría llevado a los Salones de
los Reales Alcázares879.
El día 22 de julio de 1807 eran trasladados a Madrid, con destino a la corte, de varios
cuadros seleccionados de la colección de Bruna, y que hoy en día se exhiben en el Museo
del Prado. Junto a ello, iba un libro con dibujos originales de la escuela sevillana del siglo
XVII, y entre los que se encontraban originales de Murillo, Zurbarán, Pacheco, Valdés
Leal y otros, que según Pascual de Gayangos fue vendido en Londres880.
Según el inventario postmortem publicado por Romero Murube, los camafeos,
alcanzaban un número de 123, se encontraban colocados en cartones dentro de una casita
de madera de limón con una piedra de aguas en la tapa, que fueron valorada en 30.297
reales.
Lo más importante de la colección eran las antigüedades que la conformaban, que
según el inventario post-mortem eran las siguientes:
“nº 1.- Un vaso cinerario de alabastro encontrados por un cabador en una huerta de
la villa de Gelves.

878
Townsend, op. cit. 573 (1791), 181; Twiss, op. cit. 558 (1775), 215.
879
Muro Orejón, op. cit. 395 (1961), 13; Romero Murube, op. cit. 335 (1965), 113-126.
880
Romero Murube, op. cit. 335 (1965), 79-80; RABM IV (1874), 226-227; Cano Rivero, op. cit. 858

373
nº 2.- Otro id. de vidrio muy bien conservado que se encontró forrado en plomo lleno
de huesos en la excavación que se hizo para el foso que rodea la fábrica de Tabacos de
esta ciudad de Sevilla.
nº 3.- Dos urnas sepulcrales de piedra con sus tapas que con el interior forrado en
plomo, que les quitaron, se encontraron llenas de huesos en dicho foso.
nº 4.- Una lucerna o lámpara de dos mecheros, en el centro de medio relieve una
Victoria sin alas estante que con la diestra sostiene un escudo con la lección OB-CIVIS-
SER. Está muy bien conservada y solo le falta un pedazo de el asa.
nº 5.- Otra idéntica de un mechero con tres cabezas que parecen los Manes en medio
del relieve y en el reverso MNAELVCI. Está bien conservada.
nº 6.- Otra idéntica en el centro Cabeza de mujer con peinado que cubre al parecer
con redecilla y en el reverso –NONIVS-. Está pegada y no le falta pieza.
nº 7.- Otra idéntica con falta de asa; está moldeada y en el reverso LVLVR.
nº 8, 9, 10.- Tres idénticas bien conservadas, pero sin novedad que las distinga.
nº 11,12.- Dos idénticas de distinta hechura y que no han tenido asa, con una concha
en el círculo del centro.
nº 13.- Otra idéntica muy barbada pero de la hechura común en lo sustancial.
nº 14.- Otra idéntica sin asa, y de mala hechura.
nº 15, 16, 17, 18, 19.- Cinco candiles tenidos por Árabes, no tienen inscripciones que
lo acredite.
nº 20.- Un pedacito de mosaico con la superficie de los vidrios dorada.
nº 21.- Una porción de trocitos para los mosaicos de distintos sitios de Itálica.
nº 22.- Siete piezas de barro de las lámparas anteriores encontradas en las ruinas de
Itálica, y son cuatro al modo de bebederos de pájaros, una redoma pequeña y dos más que
están bien conservadas.
nº 23.- Diez y nueve vidrios encontrados en sepulcros de Itálica, una taza y redomas
de distintas hechuras muy bien conservadas.
nº 24.- Cinco piezas de barro saguntinas: son una redoma, tres tazas, y el asiento de
otro vaso con una inflección.
nº 25.- 6 vasos de barro antiguos de variadas hechuras y tamaños.
nº 26.- 1 vaso de barro roto cerca del asiento, parece de perfumes.

(2003), 27-28.
374
nº 27.- Una figura varonil dispuesta de factura en pie de relieve de jaspe sobre
blanco manchado de verde claro, cabeza cornupita al lado derecho de ella, con la cual
sostiene un gran mascarón, sus brazos extendidos sin violencia, en la derecha tiene dos
serpientes que erguidas suben a nivel de su rostro mirando a la parte exterior, y de la
misma pende un quadrupedo como conejo que sostiene por la cabeza en la sinistra el
cancro marino, o signo de Cáncer cogido por la cola, y de la misma pende un animal que
se asemeja mucho al perro de caza por la hechura de la cabeza al que afianza por la cola
que es bien dilatada; sugeta con los dos pies dos cocodrilos que se enroscan debajo de él,
de modo que la basa de cada pie es una cabeza de cada uno de dichos animales; está
levantado este ídolo sobre una tabla de dicho jaspe de alto 5 pulgadas y 9 líneas, 8 líneas
de grueso, 2 pulgadas de salida el pie que forma una pendiente de círculo; está en tabla
por el contorno, por la espalda y por todas sus partes llena de jeroglíficos egipcios; todo
muy bien conservado a excepción de un canto del lado derecho pero de corta entidad.
nº 28.- Otro ídolo pequeño de barro con barniz imitando a la piedra del anterior con
caracteres egipcios en la espalda, tiene por medio de 4 pulgadas de largo.
nº 29.- Otro ídolo de bronce con solo la dista de tener los caracteres de él y misma
pulgadas más chico.
nº 30.- El miembro Príapo de bronce de 16 líneas de extensión bien conservado.
nº 31.- Un Baco o Sileno de bronce en acción de brindar pero con falta de la diestra
que debía tener la taza, en la redoma.
nº 32.- 8 idolillos de bronce pero que no denotan significado.
nº 33.- Un busto de mujer de bronce.
nº 34.- Un ave que parece el Ibis de bronce.
nº 35.- Un niño de barro, y un sapo, y un quadrupedo de bronce pequeños…
nº 47.- Un anillo o sello con un tabla de bronce, roto el círculo y una inscripción en
relieve CI VALERI POLLONIS. Tiene una pulgada de anchos y dos y media de largo;
parece no ser legítima, porque los caracteres son muy distintos de los anteriores”881.

17.- Colección del Duque de Medinaceli: La colección de antigüedades reunida


por los Duque de Medinaceli en la sevillana Casa de Pilatos, se remonta al Siglo XVI,
cuando Per Afan de Ribera, tras realizar un viaje por Italia y Tierra Santa, decide crear un

881
Lista de las antigüedades que se han encontrado en las casas del Sr. D. Francisco de Bruna (1807).
BUS. Mss. 331-225.
375
pequeño museo, en el que recopilar diversas antigüedades clásicas, muchas de las cuales
habían sido traídas directamente de Italia882.
Conocemos un inventario realizado sobre la colección, titulado Relación individual que
forma la Contaduría de los Estados, Ducados y Marquesados de Alcalá que reside en
Sevilla, en fuerza de orden del Excmo. Sr. D. Luis Antonio Fernández de Córdoba
Espínola y de la Cerda, Duque de Medinaceli, de Feria, Segorbe, Cardona, Alcalá y
Camiña, Marqués de Priego, del Cogolludo y de Aitona, etc., etc., mi señor Cavallero de
la insigne orden del Toisón de Oro, del Real de San Genaro y del de Santiago, Gentil
hombre de Cámara de S.M. su caballerizo y Vallestero , 20 de Junio del presente año de
1751, de todas las alhajas, pinturas y estatuas y demás que al presente existen en su casa
Palacio de esta ciudad, a la parroquia de San Esteban, con distinción de sus clases y
parajes donde se hallan colocados883, realizada ante los Notarios Nicolás Ortiz de Escovar
y Antonio Ruiz de Rebolledo.
Según este inventario, la colección se componía de numerosas pinturas y objetos
religiosos, armas y monedas, junto a las que se existían una serie de estatuas y relieves,
tanto antiguos como copias modernas, dispuestos de la siguiente forma:
“Estatuas de la galería alta de la librería: en esta galería que mira al jardín hay
las estatuas siguientes:
Una estatua de mármol de Baco con la pantera a los pies de siete palmos de alto
colocados en su nicho.
Otra estatua de Hércules de mármol moderna digo del mismo tamaño, también
colocada en su nicho.
Otra estatua de mármol moderna de cinco cuartas de alto que representa un joven
atada a un tronco con el cuerpo escorzado.
Otra estatua de mármol moderna de cinco cuartas de alto que representa una Venus
con una paloma en la mano izquierda también en su nicho como las antecedentes.
Cinco estatuas de medio cuerpo antiguas de la parte de afuera de dicha galería
mirando al jardín que a la una le falta el rostro.
Galería baja de la librería: en esta galería que está diáfana y al andar del jardín
hay las estatuas y columnas siguientes:

882
Trunk, op. cit. 843 (2002).
883
Engel, A., “Inventarie de la Casa de Pilatos en 1752”, Bulletin Hispanique V-3 (1903), 259-271
traducido por Gestoso y Pérez, J., Curiosidades Antiguas Sevillanas (Sevilla 1910), 143-155.
376
Una estatua de mármol antigua también en su nicho de cinco cuartas y media de alto,
que representa la Diosa Thetis.
Otra estatua de mármol antigua en su nicho de ocho palmos de alto que representa la
Diosa Salus o Higea.
Otra estatua de mármol antigua en su nicho de poco más de vara que representa una
Venus con una paloma en la mano izquierda sobre una columna.
Siete estatuas de medio cuerpo en sus nichos de mármol en la parte superior de dicha
galería, unas antiguas y otras modernas, de emperadores y emperatrices romanas.
Dos columnas de mármol de tres varas y tres cuartas de alto y media vara de diámetro
y sobre la una (porque la otra está tendida en el suelo) una cabeza pequeña de piedra de
parangón con el cuello de jaspe blanco.
Otra columna de mármol también, tendida en el suelo de tres varas y cuarta de alto y
una cuarta de diámetro.
Otra columna de jaspe verde de cuatro varas de alto y cerca de media vara de
diámetro y sobre ella una cabeza de mármol antigua del Emperador Vitelio.
Otra columna de pórfido por labrar de dos varas y media largas de alto y más de
cuarta y media de diámetro sobre la cual está una cabeza de mármol de Esculapio…
Dos estatuas pequeñas de medio cuerpo de la parte de afuera de dicha galería sobre
sus arcos mirando al jardín.
Dos basas muy maltratadas de estatuas antiguas con sus inscripciones latinas.
Galería alta del cuarto principal: en esta galería que mira al jardín hay lo
siguiente:
Una estatua de Pomona de siete cuartas de alto con la cabeza, manos y pies de piedra
de parangón y el cuerpo de ágata ordinario con el brazo derecho y manos lastimados
sobre su pedestal en su nicho.
Otra estatua de mujer también en su nicho del mismo alto, con la cabeza manos y pies
de piedra de parangón y el cuerpo de ágata ordinario.
Un sátiro de mármol antiguo también en su nicho de cerca de tres cuartas de alto que
tiene en la mano un botijoncito.
Un sileno de mármol antiguo también en su nicho de cerca de tres cuartas de alto, con
una botejita en la mano derecha y en la izquierda sobre el mismo hombro un canastito con
frutas.

377
Cinco bustos o estatuas de medio de cuerpo en sus nichos redondos que corren el
ámbito superior de la galería.
Cuatro cabezas en nichos más pequeños de mármol antiguo sobre los antecendees en
los huecos de los arcos.
Dos estatuas pequeñas de medio cuerpo de la parte de afuera de dicha galería sobre
sus arcos mirando al jardín.
Galería baja de dicho cuarto: Una estatua de Baco también en nicho con una
pantera a los pies todo de mármol de siete cuartas de alto sobre una basa de la misma
piedra.
Otra estatua de la Diosa Amphitrite o Thetis con un delfín a los pies también en su
nicho de siete cuartas y media de alto sobre una basa de la misma piedra lastimadas las
piernas y le faltan los dedos de las manos.
Un niño también en su nicho de cuatro cuartas y media de alto que tiene en la mano
izquierda una paloma y en la derecha una concha todo de mármol.
Otra estatua de mármol también en su nicho de cuatro cuartas y media de alto de un
pastor que lleva a los hombros un carnero y a los pies tiene un perrito.
Cinco bustos o estatuas también en sus nichos en la parte superior de esta galería,
todas de la propia piedra.
Dos estatuas pequeñas de medio cuerpo de la parte de afuera de dicha galería sobre
los arcos mirando al jardín.
En este cuarto hay cuatro mesas de piedra, una de mármol embutida de piedra de
varios colores de cinco cuartas en cuadro y tres dedos de grueso puesta sobre un pedestal
de piedra jaspe en cuadro, otra de piedra negra de menos de dos varas de largo y una de
ancho con su pie de madera, otra de jaspe veteado de cerca de vara y tres cuartas de largo
y vara y media cuarta de ancho, quebrado por una esquina con su pie de madera, y otra de
jaspe de colores de más de dos varas de largo y más de una vara de ancho con guarnición
de piedra negra embutida y su pie de madera.
Galería grande del jardín: En esta galería que es diáfana sobre arcos al plan del
jardín hay lo siguiente:
Una estatua de la Fortuna de mármol antiguo de diez cuartas de alto sobre una basa
de cerca de cinco cuartas de alto.
Otra estatua de Júpiter de mármol antigua de diez cuartas de alto y le faltan los dedos
de la mano derecha.
378
Cuatro cabezas de mármol sobre las columnas que después se expresarán.
Dos mascarones de mármol sobre las columnas que después se expresarán.
Dos bolas grandes de mármol que después se expresarán.
Una columna de jaspe verde de tres varas y cuatro de alto y cerca de media vara de
diámetro con su basa y capitel de mármol.
Otra columna de jaspe colorado del mismo tamaño que la antecedente con su basa y
capitel de mármol.
Otra columna de jaspe extraño de cerca de cuatro varas y media de alto y media de
diámetro con su basa y capitel de mármol.
Otra columna de mármol algo manchado del mismo tamaño que el antecedente con
unos pernos por estar lastimada con su basa y capitel de mármol blanco.
Cuatro columnas de mármol de tres varas y tres cuartas de alto y cerca de media vara
de diámetro con sus basas y capiteles.
Una tabla de jaspe labrado para mesa tendida en el suelo de dos varas y media de
largo, tres cuartas y media de ancho y cuatro dedos de grueso quebrada por varias partes.
Cenador del jardín o Galería quemada: En este cenador o Galería que antes se
quemó y hoy esta techada de nuevo hay lo siguiente:
Una estatua de mármol antigua de nuevo (sic) de nueve palmos de alto maltratada en
su nicho que representa una mujer con la cabeza cubierta con el manto que la memoria
antigua dice ser Plotina mujer de Trajano.
Otra estatua de mármol antigua también en su nicho de ocho palmos y medio de alto
que representa un Apolo con la lira en la mano izquierda y en la derecha el Peltro (sic)
lastimadas las manos.
Una estatua de mármol antigua también en su nicho de nueve cuartas de alto y que
representa un Mercurio con el manto que llaman clámide sobre el hombro izquierdo, le
falta una mano y el caduceo.
Otra estatua de mármol antigua también en su nicho de siete palmos y medio de alto
que representa un senador romano con su toga, tiene los pies y manos rotas.
Otra estatua de mármol antigua también en su nicho de ocho palmos de alto algo
lastimada y que representa otro senador romano que parece ser Cicerón.
Otra estatua de mármol antigua también en su nicho de ocho palmos de alto que
representa una matrona romana y le faltan las manos y parte de los brazos.

379
Siete estatuas de medio cuerpo también en sus nichos, sobre las antecedentes todas de
mármol, las cinco de emperadores romanos y las otras dos de mujeres con el ropaje que
cubre el pecho de jaspe.
Gruta del jardín: En la Gruta o risco de este jardín hay una estatua de mármol
antigua de una mujer desnuda que parece Susana o Venus como dice la memoria antigua
sentada para bañarse, mayor que del natural y que tiene lastimado un brazo.
Paredes del jardín: En el lienzo del jardín saliendo del cuarto principal sobre la
derecha, hay embutidas en la pared once piedras de fábulas, historias y trofeos de guerra
todas de relieve; unas de dos varas y otra de menos tamaño y a proporción su ancho con
el grueso correspondiente como figuran (sic) tablas.
En el sitio que ocupa la escalera que sube del jardín a la librería hay cuatro nichos; el
uno vacío.
En el primero está una estatua de Esculapio de mármol antigua de siete cuartas de
alto maltratada.
En el tercero otra estatua de mármol antigua del mismo tamaño de un hombre desnudo
(maltratada) con la cabeza de barro y le falta una mano.
En el cuarto otra estatua de mármol antigua del mismo tamaño, de otro hombre
desnudo también maltratada.
En medio de dicho jardín hay una fuente con su taza de mármol de cinco cuartas de
diámetro y su pedestal de relieve toda ella de más de vara de alto con su saltadero de
bronce.
En dicho jardín hay oculto y boveado (sic) un almacén de 27 varas de largo y dos
varas y tercia de ancho y cuatro varas y media de alto donde se recoge el agua para el
riego con su llave y cañón de bronce por el plan de él para su repartimiento.
Cuarto de los primogénitos: En el jardín que está en este cuarto que llaman de los
primogénitos hay una estatua de Venus acostada en cama con un cupidillo en los brazos,
todo de mármol pario de siete palmos de largo; a la Venus le faltan las narices y al cupido
el brazo izquierdo y no tiene el arco que dice la memoria; esta estatua está sobre una
tarima de madera debajo de un corredor de dicho jardín.
A los extremos de este corredor hay dos pedestales de jaspe veteados de encarnado de
poco más de vara de alto y media de circunferencia sobre los cuales parecen estaban
colocados dos niños en figuras de aguadores de jaspe negro veteado de menos de vara de

380
alto con sus cántaros sobre el hombro y hoy se hallan fuera de su sitio quebrados en
muchas partes incapaces de poder servir.
Sobre un estanque de material de más de trece varas de largo y cinco de ancho y una
de alto, hay una estatua de mármol pario de una mujer desnuda de cinco cuartas y media
de alto que tiene una urna en la mano derecha por donde echa el agua al estanque.
En los dos testeros de jardín en dos huecos o nichos de medio punto hay dos saltaderos
de agua con sus tazas pequeñas y pedestales delgados de mármol, toda su altura una vara.
Zaguán o patio apeadero: A la entrada de este Palacio por la parte de afuera
sobre la mano izquierda mirando a la plazuela hay un nicho de dos varas y tres cuartos de
alto y dos varas de ancho labrado de piedra de jaspe veteado oscuro y colocado en él con
su peana una cruz de la misma piedra de dos varas y media de alto que sirve de segunda
estación del Vía-Crucis desde la Capilla de este Palacio al sitio que llaman la Cruz del
Campo o Humilladero extramuros de esta ciudad.
En este zaguán o patio de apeadero hay un pilón de material para dar agua al ganado
de las caballerizas con su caño de bronce por donde recibe el agua sobrante de la pila del
patio principal.
A la entrada de dicho patio principal sobre su portada mirando al Apeadero hay dos
estatuas pequeñas de dos ninfas de mármol que acompañan a dicha portada y a los dos
escudos de armas de la que están encima y a los lados de ella pintados en la pared.
Patio principal: En dicho patio principal alrededor de sus cuatro corredores
arqueados están 24 nichos ovalados de piedra mármol embutidos en la pared en la parte
superior y en ellos de firme 24 estatuas también de mármol que representan parte de ellas
emperadores romanos y parte otros héroes.
A las cuatro esquinas de dicho patio fuera de los corredores mirando al centro de él
hay cuatro estatuas algo maltratadas de cuerpo entero sobre pedestales de piedra tosca de
vara y cuarta de ancho y vara de alto; la una de mármol que representa la Diosa Palas de
tres varas y dos tercias de alto, otra de la misma piedra y tamaño que representa la propia
Diosa aunque en diferente postura y acto, otra de la misma piedra de dos varas y cuarta
de alto que representa la Diosa Ceres y la otra de la misma piedra de dos varas y tercia de
alto que representa la Copa Siriaca de Virgilio según la memoria antigua.
En medio de dicho patio hay una fuente de cuatro cañones con un pilón pedestal y tasa
de mármol, el pilón tiene tres varas y media en cuadro, la taza es redonda y tiene tres
varas de diámetro y hoy remata con una cabeza de dos caras del Dios Jano también de
381
mármol que parece se puso en lugar de un sátiro que antes tenía y estaba quebrado, tiene
de alto toda la fuente desde el suelo hasta su remate cuatro varas.
Cuartico que sirve para piedras: En este cuarto que sólo sirve para piedras y está
en la galería baja de la librería haciendo frente a la habitación del jardinero hay lo
siguiente:
Tres cuerpos de estatuas de mármol sin cabezas, brazos ni piernas.
Un Cupido de mármol antiguo (durmiendo) sin piernas, de media vara de largo.
Cuatro cabezas de mármol antiguas arrancadas de sus cuerpos, dos de hombres y dos
de mujeres sin que les vengan a los cuerpos que no las tienen.
Un pie de mármol que le falta el dedo pulgar de cuarta y media de largo.
Una mano de mármol antigua de una cuarta de largo.
Un vaso de mármol antiguo de relieve bajo, quebrado en la orilla, de cerca de media
vara de largo.
Una columna de pórfido de ocho cuartas y media de alto y cuarta y media de diámetro
por labrar.
Un pedazo de columna de pórfido más fino también por labrar la cerca de vara y
media de largo y cerca de tres cuartas de diámetro.
Cuatro columnas de jaspe verde de ocho cuartas y media de alto y cerca de una cuarta
de diámetro; la luna quebrada por la mitad y la otra por varias partes.
Tres columnitas de mármol, la una de siete palmos de alto, la otra de ocho y la otra de
nueve, todas de medio palmo de diámetro; las dos partidas en varios pedazos.
Dos columnas compañeras de jaspe veteado de encarnado de cerca de vara de alto y
una cuarta de diámetro cada una con su basa.
Una basa de estatua de mármol de una cuarta de alto y dos cuartas y media de ancho,
tres capitales de columna de mármol el uno de palmo y medio de alto y otros dos menores.
Una fuente con su pedestal de mármol y sobre él un monstruo marino de varias
piedras y colores que sostienen la taza que es ovalada de jaspe veteado oscuro con un
subiente también de jaspe encarnado y blanco, fáltale el remate a esta fuente que parece
fue hecha para sobre un estanque, la altura será de siete cuartas y media, la taza tiene de
largo vara y media y de ancho tres cuartas y media.
Seis piezas de mármol que parece sirvieron de cerco al pilón de fuente del jardín de
varios tamaños y todas de media vara de alto y medio palmo de grueso que por estar
maltratadas parece se debieron quitar de su sitio.
382
Una bola grande de jaspe sin compañera.
Un niño de jaspe veteado oscuro sentado de un lado con un delfín que le abraza el
cuello de media vara de alto sobre su pedestal, delgado de dos pulgadas.
Tres piedras en tablas de pizarra la una de cuatro palmos y medio de alto y tres de
ancho dedicadas a un tal Tempronio, (sic) otra del mismo tamaño también con su
inscripción dedicada a un tal Valerio Propincuo y la otra de una vara de alta y tres
cuartas de ancho con su inscripción dedicada a Marco Calpurnio.
Una cabeza de mármol colosal de dos cuartas y media de alto.
Otro niño de mármol en acto de dormir de cuarta y media de largo.
Un relieve de mármol de una vara de largo y tres cuartas de alto, antiguo, con dos
hombres a caballo que representa una de Cursión (sic).
Otro relieve de mármol antiguo de más de tres cuartas de alto y cerca de media vara
de ancho que representa la Diosa Salus o Higea dando de comer a la culebra enroscada
en el tronco de un árbol, maltratado.
Otros dos relieves de mármol antiguos partidos en varios pedazos.
Un medallón de mármol con la cabeza de Nerón de cerca de media vara de alto y una
tercia de ancho.
Dos lápidas de mármol antiguas, la una de cuarta y media cuadrada y la otra de
menor; ambas tienen en medio labradas unas como escudillas y en sus fondos unos
agujeritos.
Un sátiro de mármol de tres cuartas de alto que era el que se estaba por remate de la
fuente del patio principal y hoy está quebrado por varias partes.
Igualmente hay en este cuarto diferentes fragmentos menudos incapaces de servir, de
brazos, piernas y demás de estatuas y otras hechuras que no van expresadas en esta
relación por no subsistir sin poderles dar destino a dichos fragmentos con arreglo a las
que en ellas se refieren, como lastimadas”.
Además de este inventario, tenemos la descripción realizada por Luis José
Velázquez de Velasco y Cruzado, quien dice que “en Sevilla más de 200 piezas antiguas
entre estatuas y relieves que se hallan en las Casas del Duque de Medinaceli; todas fueron
traídas de Roma por uno de los Duques, y como quiera que no pertenecían a España ni
conducían para averiguar e ilustrar nuestras antigüedades me contenté con hacer diseñar
el bajorrelieve de un ara de la Diosa Isis, hallado en España, y cerca de Sevilla, y también
otros cuatro relieves que representan dos batallas navales, y dos triunfos, que aún traídos
383
de Roma, pueden entrar en la relación del viaje aun cuando no fuese más que por lo
singulares que son para el conocimiento de la arquitectura de los antiguos, y porque el
público vea algo de lo mucho que en aquella casa hay. Las estatuas y demás piezas
antiguas que en ella se guardan, están en un estado deplorable: unas mutiladas, otras
pintadas de cal y almagra, metidas por los rincones y expuestas a los agravios que cada
día reciben de los que no las aprecian, y las reputan por mueble inútiles. Las más
particulares son las estatuas de Esculapio, Apolo, Mercurio y Venus; una colosal de
Minerva, una de Ceres, una de Venus tendida con un cupido en el pecho; ocho
bajorrelieves que representan batallas navales y triunfos y muchos bustos de emperadores,
de suerte que solo con las piezas antiguas que en esta casa se hallan se pudiera formar
una galería de antigüedades muy bella. Entre ellas estaba el busto de Cicerón que días
pasados lllevaron a Madrid, y según me dicen el Duque de Medinaceli regaló al Marqués
de la Ensenada.
Contemplando yo que cuantas piezas se hallan aquí, lejos de escribir para cosa
alguna, ni aprovechar a su dueño que no las ve, ni al público de Sevilla que no las estima,
ni al común que las ignora, y que continuando en el modo que van, muy presto acabarán
de ponerse en estado de ser inútiles, como ya algunas de ellas lo son, y conociendo por
otra parte que el Duque de Medinaceli ha dado muestras de querer sacrificarlas al gusto
del Sr. Marqués, me parecía conveniente que atendiendo SE al bien que resultaría de
poner cobro unas antigüedades que son famosas por las cartas del Dean de Alicante,
colocándolas en el Gabinete de SM donde pudiesen estar con la estimación que
corresponde acaso pudiera no tener inconveniente en hacer que se insinuase al Duque
cuan propio sería de su garbo el ponerlas a la disposición de SM, pues aunque de su orden
se andan buscando y en esta adquisición se lograba más que cuanto se puede recoger en
todo el viaje por que las estatuas son muy bellas y escogidas”884.
El interés por esta colección siempre fue muy grande por parte de los viajeros
españoles, británicos y franceses, como se aprecia en las descripciones efectuadas por
Sánchez Sobrino Antonio Ponz, Pérez Bayer, entre los viajeros españoles, así como por el
británico Richard Twiss y el francés Alexandre de Laborde, quien incluso llega a presentar
un dibujo del patio de la Casa de Pilatos (FIGURA 51).

884
Carta de 08.06.1754, remitida por Luis José Velázquez de Velasco a Agustín de Montiano, ARAH
9/6000, fols. 130v-134.
384
b) El Coleccionismo Numismático
Numismático en Andalucía.
Andalucía

“Las medallas antiguas … no dejan el menor lugar a la contradicción,


mereciéndose tanta fe por su antigüedad, duración y fidelidad,
pues fueron monumentos públicos y coetáneos a los hechos”.
(Livino Ignacio Leyrens y Pelleart, 1751)

“¿A quién, sino a las medallas, debemos la noticia de un gran número de


Pueblos, olvidados o desfigurados por los escritores?”.
(Cándido María Trigueros, 1792)

La numismática constituía uno de los elementos más apreciados para el estudio


de la antigüedad con que contaron los coleccionistas y anticuarios andaluces del XVIII.
Como ya hemos dicho anteriormente, durante este período se observa el surgimiento de
numerosas colecciones privadas entre las elites burguesas y mercantiles de la nación, en
clara contraposición con los siglos anteriores en donde las colecciones eran potestad de la
nobleza.
El gran auge de las colecciones de numismáticas deberían buscarse en el papel que
ocupaba la moneda en el capítulo de las antigüedades, que era uno de los fundamentos para
el estudio de la Historia, ya que se consideraban como fuente primaria y documentos que
se explican al combinar en la mayoría de los casos imágenes y epígrafes.
La investigación numismática experimentó importantes avances durante el Siglo
XVIII, gracias a la elaboración de numerosos catálogos de colecciones, cada vez más
depurados. Ello dio lugar a que los coleccionistas andaluces fueran admitidos como
miembros de las Reales Academias de la Historia y de la Sevillana de Buenas Letras, como
los ejemplos de Pedro Leonardo de Villacevallos, Juan Tyrry, Marqués de la Cañada y
Francisco de Bruna Ahumada.
Asimismo, estas colecciones también permitieron el surgimiento de una serie de
intercambios entre los coleccionistas andaluces y los especialistas y coleccionistas del resto
de la península y con sus homólogos extranjeros. Si bien estas relaciones ya existían desde
el S.XVI, en el XVIII se vieron incrementadas, ya que numerosos estudiosos extranjeros
fueron admitidos como miembros, normalmente honorarios, de las instituciones y
Academias fundadas por la monarquía borbónica, como fue el ejemplo del Abate
Barthélemy, que fue admitido como miembro honorario de la Real Academia de la Historia
el 16 de Marzo de 1754.
También los estudiosos y coleccionistas andaluces participaron en empresas de otros
países europeos, como fue el caso del Marqués de la Cañada, que envío en 1764 copias de
385
sus algunas de las monedas de su colección numismática, junto con otras objetos, al Conde
de Caylus, que las incluyó en su obra titulada Recueil d´ Antiquités égyptiennes, étrusques,
grecques, romaines et gauloises885.
También diversos dibujos de las monedas y una descripción del monetario de Pedro
Leonardo de Villacevallos que Antonio Capdevila886, un médico interesado en las
antigüedades y cuyos trabajos tenían un gran aprecio en el extranjero y con amistad con
Villacevallos y Mayans, entre otros eruditos del momento, remitiese a través de C. Plüer,
capellán de la embajada danesa en Madrid, a la Real Sociedad de Ciencias de Göttingen
(Copenhague), que las insertó en la Enciclopedia Danesa887.
También es destacable, que algunos numismáticos españoles fueran admitidos como
miembros honorarios de la instituciones extranjeras, como el caso del Padre Enrique
Flórez, que fue admitido como miembro honorario de la Académie des Inscriptions et
Belles-Lettres de París.
Junto a ello, durante el Siglo XVIII surgieron una serie de obras de síntesis, como las
de Enrique Flórez888, Luis José Velázquez de Velasco889 o Tomás Andrés de Gusseme890,
basados en las colecciones numismáticas que poseían estos propios eruditos o que habían
conocido de primera mano, y en las que junto al interés por las amonedaciones romanas,
tanto de época republicana como imperial, surge el interés por las monedas prerromanas,
que va unido a los distintos estudios sobre el alfabeto que aparece en ellas, por las monedas
“hispánicas”, góticas, es decir, bajo imperiales y visigóticas, sin que de la documentación
analizada podemos apreciar un verdadero interés por las amonedaciones islámicas y
bajomedievales.
El presente trabajo, se ha realizado a partir de los datos contenidos,
fundamentalmente, en la correspondencia mantenida entre sí entre los principales
coleccionistas andaluces y con otros coleccionistas y estudiosos de las monedas, que

885
Caylus, op. cit. 826 (1752-1767), 327-330; Mora, op. cit. 11 (1998), 72; Beltrán Fortes, op. cit. 484
(2001), 157.
886
Sobre la estancia de Antonio Capdevila en Andalucía y sobre los estudios numismáticos en el Siglo
XVIII en Andalucía, véase Beltrán Fortes, J. y Mora Serrano, B., “Antigüedades romanas de Santaella
(Córdoba), a partir de los datos contenidos en una carta del siglo XVIII”. AAC 11 (2000), 20.
887
Peset, J.L., Mayans y los Médicos (Valencia 1972), XLVI; Mestre Sanchís, op. cit. 937 (1990), 24.
888
Flórez de Setién y Huidobro, Henrique, Medallas de las Colonias, Municipios y Pueblos antiguos de
España (Madrid 1757-1773). 3 Vols. Oficina de Antonio Marín.
889
Velázquez, op. cit. 160 (1752).
890
Gusseme, op. cit. 305 (1773).
386
vieron como en Andalucía, en “cada cortijo de esa Tierra, fuese un continuo manantial de
monedas”891.
Esta correspondencia abarca buena parte del Siglo XVIII, y con ello hemos
obtenido una importante información acerca de diversos aspectos como conformación de
colecciones, modos de intercambio de monedas y duplicados, forma de descripción de las
monedas, libros necesarios para el estudio de las monedas, así como noticias sobre las
principales colecciones numismáticas existentes en la Andalucía de la segunda mitad del S.
XVIII. Varios son los temas que pueden estudiarse de la documentación analizada:

1.- DESCRIPCIÓN DE LAS COLECCIONES: sobre la descripción de una


colección, podemos tomar como modelo diversas descripciones que Pedro Leonardo de
Villacevallos realiza sobre su propio monetario. Así la primera mención a su colección la
realiza Livino Ignacio Leyrens, en su carta de 03.10.1741, cuando dice que “el mapa que
Vmd intenta formar de los Emperadores sería muy útil y curioso, porque lo considero
difícil, no sólo por la diversidad de sus tradiciones de los autores como por la falta de
ellas, lo que Vmd ya habrá experimentado, reconociendo los modernos fijan las más veces
las épocas más bien por conjeturas que por sólidos fundamentos...”892.
Esta descripción sufrió algunas variaciones, como se desprende de la carta de fecha
05.01.1767 remitida por Pedro Leonardo de Villacevallos a Fernando de Velasco y
Cevallos, en la que manifiesta sobre su monetario que: “...digo que lo vociferado de mi
Erario, en realidad, se reduce bastante cortedad de oro y plata, y no mala porción de
herravaches, que aunque todo bien me ha costado de Dinero, es lo infinitamente de mayor
consideración el trabajo y tiempo que me han llevado la Colección, y de prolijamente
como ninguna, poner escritas en sus tableros cuadrados de 4 dedos, y sin lóculos de mis 3
monetarios, en estrecho acomodo, la definición y exposición sucinta, para el conocimiento
y la lección integra de cada Medalla, y coordinación de tantas y diversas series. Yo en
verdad es esto y lección de piedras, he sido loco de tirarlas, me he soplado y soplo por
cualesquiera medallas que veo, si llega a mí noticia, y aunque sean borrosas, u obscuras

891
Carta remitida el 29.01.1754 por Enrique Flórez a Patricio Gutiérrez Bravo, publicada por Rodríguez
Moñino, A., “Epistolario del Padre Enrique Flórez con D. Patricio Gutiérrez Bravo (1753-1773)”, BRAH
CXXXIV (1954), 395-454.
892
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 92 a 93v.
387
deseo, cuando no adquirirlas, al menos conglutinarlas o cotejarlas con las otras de mi
Erario magistral, y mis pocos autores y mamotretos...”893.
Posteriormente, vuelve a referirse Villacevallos a su propia colección numismática en
la carta, de fecha 04.10.1771, dirigida a José Gutiérrez Navarrete, al manifestar que:
“Sobre el asunto y cuando en el expresado tiempo dislocado y nuevamente puesto en mis
tabletas de más de 3 dedos en cuadro cada lóculo, fuera de las medallas grandes 2, 3 y
más de ellas escritas y definidas integralmente con sus lecciones, lo suficiente sólo para
completarlos sus todos géneros de latinas, españolas, desconocidas, Griegas, Hebreas,
Amuletos, Romanas imperiales, Geográficas, pontificias, proclamantes de varios Reino y
personajes varios; pero que se vea en un conjunto algo de toda la idea, aun en su mucha
conexión; no cabiendo ya en dicho escritorio tengo mucha variedad de sueltas en el
granel, que aún no se les puede encontrar lugar ni darles por ahora otra disposición, y no
obstándome para poder admitir algunas más que nuevamente se me presentasen, ya por
sumamente desconocidas, borrosas, extrañas, claras, íntegras o flor de cuñas que mejor
avengan”894.

2.- DESCRIPCIÓN DE MONEDAS EN LAS COLECCIONES: de la


documentación analizada, podemos decir que entre los principales eruditos y estudiosos de
la numismática en España, existe una normativa estandarizada sobre descripción de las
monedas que integran las colecciones. Esta norma se usaba en las relaciones de monedas
que entre se intercambiaban entre los eruditos y coleccionistas con la intención bien de
comprar y/o vender monedas bien tratando de obtener información sobre monedas que
integraba sus colecciones.
Encontramos la descripción de esta normativa en la carta remitida por Villacevallos el
08.09.1741 a Livino Ignacio Leyrens, cuando manifiesta que “para mi decúmena
inteligencia en el que no me puedo acabar de imponer, por lo omitido en las Nóminas de
Vmd de la falta de expresión de los guerreros de cabeza (o faces que se llaman) de los
emperadores ya laureados, gramíneas, gemadas, con celada, desnudas y de los lados
hacia donde miran, que yo las distingo con la inclinación de las puntas de estos
paréntesis, en las (faces (y figuras de sus) dorsos)... y en las más o menos letras de su
inscripción, Notas, tamaños y metales se diversifican unas de otras como todos dicen, y

893
BN. Mss. 2537, fol. 10 y 10v.
894
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 155 y 155v.
388
como Vmd también habrá reconocido”895, y su aplicación práctica la encontraríamos en la
carta fechada en Córdoba el 15.12.1756, y dirigida a Enrique Flórez, donde realiza la
siguiente descripción de unas monedas encontradas en Córdoba: “... Aquí he llegado estos
días a ver dos medallas especiales de nuevo descubrimiento. La una, asida al punto por D.
José Vázquez, de Sisapon, más que mediano bronce, ( Cabeza simple, si mal no me
acuerdo, tosca sin letras. Reverso Animal cuadrúpedo, parece que Lobo u oso, simple, y
abajo claro el epígrafe SISAPON.
La otra, mediano bronce, juzgo que de EBORA. ) Cabeza) laureada en busto,
descubiertos los hombros y parte del pecho... como la de mi medalla consular de plata de
la familia Caesia, aunque subiendo atravesada en ésta la media lanza y su punta hasta
enfrente de la nariz. Reverso) Toro o Buey, parado, y encima en un renglón muy claro
BORA”896.
Esta normativa se completaría con el subrayado o el uso de puntos bajo aquellas letras
que originariamente no se aprecian claramente en las monedas o bien son una
interpretación del erudito que las describe, como se aprecia en la carta de fecha 09.02.1742
remitida a Livino Ignacio Leyrens, en la que Pedro Leonardo de Villacevallos describe
parte de las monedas de su colección de la siguiente forma: “...Otra tenía al parecer
también de Julia Traducta, que se me tiene y quedó con ella en Granada D. Juan Simoni,
que era pequeña de bronce muy basto con) faz) al parecer de Augusto desnuda y delante
orla oscura a la que, yo le daba este suplemento en el hueco y rastro PERM. CAES. AUG.
Dorso: espiga reputada entre dos renglones IVLIA-TRAD. Otra moneda tengo que parece
puede también reputarse de allí: faz nuda de Augusto que se le alianzan estas letras
grandes a que le doy las pequeñas de suplemento PERM. CAES. AUG.; (Dorso: (parece
en el rastro otra faz tosca. Otra moneda tenía, y se me quedó con ella Simoni en Granada:
faz pequeña que de Augusto orla con mi suplemento PERM. CAES. AUG. Dorso: uno
como escudo de armas con un signo o carácter en medio. Otra grande de bronce medio y
cobre tengo que los años pasados envié razón de ella a Simoni y la reputó por de Julia
Traducta: faz) nuda de Augusto y letras que le suplo así: PER.CAES. AUG. Dorso...”897.

895
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 86v.
896
ARAH. Mss. 9/7564, fol. 54 y 54v.
897
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 110v y 111.
389
3.- DISPOSICIÓN DE MONEDAS DENTRO DE LAS COLECCIONES:
las monedas, según la documentación conservada, solían exponerse de diferentes formas.
Así, la Colección del Duque de Medinaceli, sita en el sevillano Palacio de Pilatos, se
encontraba dispuesta dentro de “dos escriptoritos de madera de naranjo con sus llaves, el
uno de media vara de largo y más de tercia de alto con doce gavetas chicas y una más
grande y el otro de dos tercias de largo y cerca de media vara de alto con diez y seis
gavetas que parece servían de estudio de medallas”, dentro de las que existían “293
cerquillos de todos tamaños de Bufano que parece serían para poner en ellos las
expresadas monedas o medallas”898.
Esta descripción no dista mucha de la
disposición que tenía la colección de Francisca Lelio
Levanto, cuya colección numismática se componía “de
24 gavetas llenas de mortejuelas en que se encajan las
tablillas cuadradas de que va incluso el diseño, en cada
tablilla va otra concavidad o mortejuela circular o la
medida de la medalla que en ella se ha de poner” 899,
aportando un pequeño dibujo del sistema de exposición
de las monedas (FIGURA 112).
Figura 112. Tablilla para colocar
monedas, según dibujo de Villacevallos. Otro modelo de exponer las colecciones
numismáticas es la que presentaba Antonio Tomás de Herrera, Gobernador de Morón de la
Frontera (Sevilla) por la Casa Ducal de Osuna, quien manifiesta: “... Hoy ha venido un
carpintero a extender la caja de mis medallas y hacer cuadritos de cedro en dos casillas o
huecos cada uno, para poner juntas de modo que muestren la cabeza y el reverso todas las
que son idénticas y apoyantes una de otras, para que ya que no agrade la escasez, haga
alguna gracia la curiosidad...”900.

4.- BIBLIOGRAFÍA NUMISMÁTICA DE LA ÉPOCA: entre el conjunto


de correspondencia estudiado, existe un pequeño grupo de cartas que nos permite conocer

898
Relación de alhajas, pinturas, estatuas y demás que al presente existen en el Palacio del Duque mi
señor a la parroquia de San Esteban de esta ciudad, remitida a su excelencia en el mismo día de agosto de
1751; cfr. Gestoso Pérez, op. cit. 954 (1910), 46-147.
899
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fols. 8 y 8v.
900
Carta de 21 de Marzo de 1778 dirigida a Pedro Leonardo de Villacevallos. BBCC. Mss. 59-3-44 (85-
4-24), fols. 146 a 147v.
390
la bibliografía numismática usada por los coleccionistas y numísmatas para estudiar las
monedas de su colección.
Así, a principios de siglo, y según la carta de fecha 14.07.1726 de Andrés González de
Barcia901, los principales manuales usados para las monedas, eran el “ Juan Vaillant,
francés que escribió en latín un tomo en folio de las Monedas de las Colonias, y otros 3
tomos de 4º de las Monedas Romanas y Griegas902, de D. Aº Vicente Lastanosa en su
tratado de las Monedas Desconocidas de España, todas las obras de Huberto Galizio en 6
tomos, Fray Jacobo de Bie Monedas de los Emperadores desde Cesar a Valentiniano y
(Monedas) de Oro desde Cesar a Heraclio903; Año y Época de las Ciudades de Siria de
Fray Enrique de Norii904; Carlos Patiño Monedas Romanas”905.
Así otro estudioso de principios de siglo, como Francisco Lelio Levanto, Arcediano de
Niebla, manifestaba en su carta de fecha 16.07.1726, que: “...los Autores que empleo son
innumerables y yo tengo algunos que tenía con las medallas el dueño difunto como son
Antonio Agustino y otros que pondré al margen, los más útiles son Ocon906 que no esta
añadido del Conde Neciobarba, los que no tengo y son más modernos son Padrino y otros
que no me acuerdo, uno tiene 12 tomos... “907.
Otra referencia es la que aporta, en la carta enviada el 18.08.1726, por Pedro Leonardo
de Villacevallos, quien inicialmente tenía como obras de referencia “... el Libro 1º de

901
BBCC. Mss. 59-3-44. (85-4-24), fol. 3 y 4.
902
Vaillant, J.: Numismata aerea Imperatorum et Caesarum in coloniis, municipiis et urbibus jure latino
donatis. Paris, 1688. BUS 33-71-3 ;Vaillant, J.: Numismata imperatorum Augustarum et Caesarum, a populis
romanaet ditionis graece lonquentibus et omni modulo percussa: quibus urbium nomina, dignitates,
praerogativae, societates, epochae, numina, illustres, magistratus, festa, ludi, certamini et alia plurima ad
eas spectantia consignantur. Paris, 1698. BUS. Estante 134, nº 93.
903
Bie, Jacob de: Numismata Imperatorum romanorum aurea, argentea, aerea. A Julio Caesare usque
ad Valentinianum Aug. Opera Iacobi Biaei Antverpiani aeri graphice incisa cum indice copioso.
(Ámsterdam 1617); Bie, Jacob de: Imperatorum romanorum numismata auerea a Julio Caesare ad
Heraclium continua serie collecta ab excelensis duce Carolo Arschotano et ab Jacobo de Bie illustrata
(Amberes 1615).
904
Noris, Cardenal Henrico: Annus et epochae Syromacedonum in vetustis urbium Syriae nummis
praesertim Mediceis expositae, additis fastis consularibus (Florencia 1689).
905
Patin, Charles: Imperatorum romanorum numismata ex aere mediae et minimae formae: descripta et
enarrata per Carolum Patinum doctorem medicum parisiensem (Argentinae 1671).
906
La obra original de Adolph Occo, se titula Imperatorum Romanorum numismata a Pompeio Magno
ad Heraclium: quibus insuper additae sunt inscriptiones quaedam veteres; arcus triumphales, & alia and
hanc rem necessaria (Amsterdam 1579). Francisco Lelio Levanto se refiere a la 4ª Edición de la obra,
publicada por Francesco Mezzabarba Birago, bajo el título Imperatorum Romanorum numismata a Pompeio
Magno ad Heraclium, ab Adolfo Occone olim congesta, Augustorum iconibus exhibita studio e cura Francisci
Mediobarbi Biragi (Milán, 1683).
907
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 8 y 8v.
391
Huberto Galizio908 en Italiano; Cordero de Medallas de Varones Ilustres909;
Castranumeración de Guillermo Choul910; Elementos de la Historia del Padre
Vallemont911 traducido del francés al italiano Año de 1714 en 3 tomos con la serie de
Monedas desde Julio Cesar hasta Heraclio; Fastos Paravinos de Fray Onuphrio
Pambino912; Tratado de Monedas de algunas familias del Obispo Antonio Agustino913; los
Baronias914, Budea915, Alderese916, Piero, Obispo Ambrosio de Morales, y otros...”917.
Estas primitivas litas de bibliografía numismática fue acrecentándose con el paso del
tiempo. Así se deduce de la carta enviada en fecha 22.09.1741 por Pedro Leonardo de
Villacevallos a Livino Ignacio Leyrens, al que responde sobre una consulta anterior acerca
de las monedas denominadas desconocidas, y en la que sostiene que “sobre lo que Vmd me
dice de las desconocidas, debo asegurarle que es casi poco o nada lo que las pueda
adelantar el libro de Lastanosa918 de que Vmd carece; y respecto de lo que yo lo tengo
podré manifestárselo, y en esa inteligencia quedo también solicitándole quien pasa a esta
ciudad para que se lo lleve a Vmd junto con el Morganti919 portugués para que Vmd los
lea y en breve me los devuelva, pues así estos, como el Antonio Agustino adicionado de
Schotto920, el Angeloni921 italiano, Julio Eutichio latino, Constancio Lando922, Guillermo

908
Goltzius, Hubertus: Huberti Goltzii De re nummaria antiqua opera quae extant universa quinque
voluminibus comprehensa. 5 Vols. (Amberes 1708).
909
Cordero, Juan Martín: Primera (y segunda) parte del promptuario de las medallas de todos los más
insignes varones que ha avido desde el principio del mundo, con sus vidas contadas brevemente, traduzido
agora nuovamente por Iuan Martín Cordero. Imprenta de G. Rouillio (Lyon 1561).
910
Choul, Guillaume de, Discursos de la Religión, castramentación, asssiento del Campo, Baños y
exerçiçios de los antiguos Romanos y Griegos, del Consejo del Christianissimo Rey de Francia. (Madrid
1579). Traducción de B. Pérez del Castillo. BBCC Mss. 108-7-15.
911
Vallemont, Pierre, Abbé de.: Los Elementos de la Historia, o lo que es necesario saber de
Cronología, de Geografía, de la Historia Universal. 5 vols. Edición 1729. BBCC. Mss. 54-2-8.
912
Panvinius, Onuphrius.: Fasti et Triumphi Romanorum a Romulo Rege usque ad Carolus V. Impresor
Estrada (Venecia 1557). BUS Estante 123, número 148.
913
Agustín, Antonio.: Familiae romanae quae reperiuntur in antiquis numismatibus ab urbe condita ad
tempora divi Augusti ex bibliotheca Fulvi Ursini. Adiunctis familiis XXX ex libro Antonii Augustini ep.
Ilerdensis (Roma 1577).
914
Baronio, Cesare: Annales ecclessiatici. 12 Vols. (Roma 1588-1607). Tipografía Vaticana.
915
Bude, Guillaume: De asse et partibus eius libris quinque. Paris, in aedibus Ascensianus, 1514.
916
Alderete, Bernardo José de: Varias antigüedades de España, África y otras provincias (Amberes
1614).
917
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 2 y 2v.
918
Lastanosa, V.: Museo de Medallas Desconocidas de España. Impresor Juan Nogués. (Huesca 1645)
BBCC. Mss. 54-4-32..
919
Morganti, Bento: Numismalogia, ou breve recopilaçao de algumas medalhas dos imperadores
romanos, de ouro, prata é cobre que estào nao musu de Lourenço Morganti. Oficina de Joseph Antonio da
Silva. (Lisboa 1737).
920
Scotto, Andrés: Tabulae rei nummariae Romanorum Graecorumque ad belgicam gallicamque
monetam revocatae (Amberes 1615).
392
Choul, Sebastián Erizzo923, y no sé que otros, y convenientes que de míos propios tengo
están en la misma forma a la disposición de Vmd para poder igualmente ejecutarlo. Estos
días también me he entretenido a ratos en delinear en medio bosquejo un prontuario de
poco más de a medio pliego en que quería concitar en dos renglones lo contenido en el
Adjunto de todos los más principales emperadores hasta Honorio, y con efecto aquí por
mis librejos y especialmente por Onufrio, y la serie consular de Ferrera tengo arribado
hasta la división de Constantino...”924.
Así, por la carta fechada en Córdoba el 31.10.1743, podemos conocer cuales eran los
libros que Villacevallos utilizaba925: “con trabajo he podido ir recogido son los Fastos
Pasavinos de Fr. Onufrio Panvinio, Andrés Schotto, Diálogos latinos del arzobispo de
Tarragona, con medallas sueltas del Vireo, Fulvio Ursino926, Familias Romanas, los
Baronios, Choul, Pierio, desconocidas de Lastanosa, Gabriel Simeón927, Constancio
Lando, Sebastián Erizo, Eneas Vico928 de Augustas, Francisco Angeloni italiano, el
Morganti nuevo portugués, su primer libro, los 3 tomos de Vallemont en italiano,
Spanhemio929 en cuarto y los 8 tomos de la Academia de Bellas Letras de París930”.
También conocemos la pequeña biblioteca numismática de Juan Bautista Cimone,
Arcediano de Granada, quien en carta fechada en Granada el 16.08.1740, responde a Pedro
Leonardo de Villacevallos sobre cuestiones de monedas lo siguiente: “Su medalla que Vmd

921
Angeloni, Francesco: Hystoria Augusta da Giulio Cesare infine a Constantino Magno. Illustrata con
la veritá delle antiche medaglie da Francesco Angeloni. Roma, 1641 y L´historia augusta da Giulio Cesare
infine a Constantino Magno. Illustrata con la veritá delle antiche medaglie da Francesco Angeloni. Seconda
impressione con l´emendationi postume del medessimo autore, e col supplimento de rovesci, che mancavano
nelle loro tavole, tratti dal tesoro delle medaglie della regina Cristina Augusta e descritti da Gio (Roma
1685).
922
Landi, Constanzo: In veterum numismatum romanorum miscellanea explicationes (Lugduni, 1560), y
Constantii Landi Complani comitis, Selectiorum numismatum, praecipue romanorum, expositiones,
elegantibus nummorum ectipis, et indicibus necessariis instructae (Lugduni Batavorum 1695).
923
Erizzo, Sebastiano: Discorso di M. Sebastiano Erizzo sopra la medaglie de gli antichi. Con la
dichiaratione delle monete consulari, delle medaglie de gli imperadori romani (Vinegia 1559).
924
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fols. 90 a 91v.
925
Mestre Sanchís, op. cit. 937 (1990), 386-387.
926
Ursinus, Fulvius: Familiae Romanae quae reperiuntur in antiquis numismatibus ab Urbe condita ad
tempora divi Augusti ex bibliotheca Fulvi Ursini. Adiunctis Familiis XXX ex libro Antoni Augustini ep.
Ilerdensis (Roma 1577).
927
Symeoni, Gabriele: Illustratione de gli epitaffi et medaglie antiche (Lyon 1588).
928
Vico Parmense, Aeneas: Augustarum Imagines Aereis formus expressae (Venecia 1558). BBCC
Mss. 141-18-24.
929
Spanhemius, Ezequiel, Dissertationes de praestantia et usu numismatum antiquorum (Roma 1664).
BUS Estante 8, número 58.
930
Memoires de Littérature tirez des registres de l´Académie Royale des Inscriptions et Belle-Lettrres.
Imprenta Real (Paris 1736); Historie de l´Académie Royale des Inscriptions et Belle-Lettrres, despuis son
establissement jusqu´a présent. Imprenta Real (Paris 1736-1786).
393
dice tener de bronce con Venus y en el reverso Genio con cornucopia y el epígrafe
Corduba, confieso no tener noticia de ella, con todo que lo que he registrado a Vaillant de
Coloriis y al Padre Haduino931, mas no por eso digo ser falsa porque yo tengo muchas
medallas que no traen dichos autores ni otros modernos que tengo, como Patino,
Angeloni, Golgio, Ocon, con mucha barba, = Virino y Antonio Agustino con notas de su
moderno aparte...”932.
En la Carta fechada en Sevilla el 03.10.1741, Livino Ignacio Leyrens, describe los
libros que posee en su pequeña biblioteca: “... no rehuso de comunicarle lo poco que
trabajo siendo la causa la falta de los libros pues no tengo más que Galizio, Spanheim y
Paruta933 que solo trae las monedas de Sicilia, y no sé cuál de estos sea que yo haya
celebrado, a menos que sea Spanheim, que sin embargo ayuda poco para este caso, pero
Vmd no tiene disculpa legítima para no formar el extracto de sus medallas asistido de
tantos y tan buenos autores, con que me parece que bien pudiera haberme remitido ya, y
así lo aguardo en breve, pero le doy las gracias por los libros que me ofrece con tanta
generosidad, porque no quiero que esté sin ellos, a menos que no le hicieran falta por unos
pocos días el Lastanosa, y el Morganti porque los deseé extremadamente ver, y
especialmente el primero por su gran fama...”934.

5.- MODOS DE FORMACIÓN DE COLECCIONES: varias son las


maneras, según la correspondencia mantenida por Villacevallos con sus interlocutores, en
que los aficionados a la numismática y a la epigrafía durante el S. XVIII habían formado
sus colecciones:
a) Intercambio de monedas duplicadas con otros coleccionistas.
Mediante la carta de fecha 14.08.1738, Juan Tyrry, solicitó de Pedro Leonardo de
Villacevallos la posibilidad de efectuar un intercambio de listados de monedas y
duplicados: “... yo con el deseo de complacer a vmd en lo que me tiene insinuado de mis
duplicadas he empezado ya a barajarlas mas hallo el inconveniente o reparo de que
siendo como contemplo el museo de vmd tan copioso por todos modos, me ha de ser difícil
encontrarle piezas algo de novedad en mis duplicados y yo que con todo gusto y por servir

931
Hardouin, Père Jean: Caii Plinii Secundi Historiae naturalis libri XXXII. Quos interpretatione et
Notis Illustravit Joannes Harduinus (Paris 1723 y 1741).
932
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fols. 74 y 75.
933
Paruta, Filippo: La Sicilia di Filippo Paruta descritta con medaglie e ristampata con aggiunta da
Leonardo Agostini (Roma 1649).

394
a vmd se las franqueo no quisiera dando algo no dar nada; esto es de aprecio a vmd que
es lo que deseo; y así, si no le fuera inconveniente pudiese vmd para ello enviarme antes
la Nómina sucinta de sus monedas que puede consignarse en un renglón de pliego de letra
menuda y abreviada según sus caracteres cada una y con su inspección podré yo remitir
aquellas que sean dispensables y de que vmd carezca; pues así también estoy en ejecutarlo
con las de otro aficionado y con quien también las canjearé prefiriendo antes a vmd por lo
agradecido que le soy y lo que lo estimo deseando esas y otras ocasiones …”935 y,
nuevamente, en la carta de fecha 19.08.1738, cuando manifiesta que “... pasado mañana
entregaré al ahijado de vmd el Maestro Miguel el monetario reformado y me alegraré le
sirva a vmd para colocar sus monedas y medallas, si tuviera vmd algunas duplicadas
estimaré me las mande para escoger las que me pudieren faltar a mis series y yo ejecutaré
lo mismo con mis duplicados devolviendo de ambas partes las que no sirvieren para
canjear con otros anticuarios que es el modo de breve formar medallerías...”936.
Otra solicitud de intercambio de información y de duplicados de monedas es la
realizada el día 09.08.1740 por Juan Bautista Cimone, Arcediano de la Catedral de
Granada, al manifestar que “habiéndome participado mi amigo el Sr. Juan de Dueñas la
especial habilidad y aplicación de Vmd en descubrir la verdad de la historia por los
Monumentos de la Antigüedad, que con más frecuencia se encuentran en esa antigua y
noble ciudad de tantos esclarecidos varones, me da motivo de suplicarle en la ocasión de
haberme remitido un amigo la adjunta copia de una medalla, a fin de lograr de la
erudición y larga experiencia de Vmd noticias con que pueda satisfacer al precepto,
ofreciendo al mismo tiempo comunicarle lo que mi ignorancia pudiere alcanzar.
Supone mi amigo sin decirme con qué fundamento que la expresada medalla sea de
Córdoba de quien yo tengo todas las medallas que trae Vaillant, a la reserva de la de los
Instrumentos Pontificales. Tengo también una de oro muy baja que de una parte tiene la
cabeza del rey Witiza y su mujer, y de la otra una cruz y alrededor CORDOBA. Si alguna
de las que tengo duplicadas fuese del agrado de vmd puede mandar que será
obedecido”937, ofrecimiento de intercambio de información sobre monedas, que volvió a
realizarlo el 16.08.1740, al manifestarle a Villacevallos que “... cuando Vmd desee le sirva
en algo de medallas es preciso me remita con toda puntualidad el diseño por que de otra

934
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 92v y 93.
935
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 32 a 33.
936
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 37 y 37v.

395
suerte es difícil poder decir algo con acierto, pues si aun teniéndola presente muchas
veces se hierra, o porque le falta una letra, o un numero, o por que el tiempo la puso de
suerte que se puede dudar de su legitimidad...”938.
Asimismo, Livino Ignacio Leyrens es otro de los coleccionistas que participa de esta
modalidad de formación de colecciones, y así en su carta de fecha 17.05.1740, dirigida a
Pedro Leonardo de Villacevallos, manifiesta que “Incluyo a vmd la nómina de las monedas
que recogí después de la otra que le remití, no he podido explayarme sobre sus
representaciones y así digo de ellas poco y malo confiado que alcanzará fácilmente toda
su grande inteligencia, también sigue a ella la lista de treinta y tres monedas duplicadas
que ofrezco enteramente a su disposición, y me alegrara que fuesen todas perfectas para
que tuviese yo la satisfacción de servirle, en el interim espero merecer igual nómina de las
que Vmd tiene, y muchos preceptos de su agrado a cuya obediencia me repito con fino
afecto…”939.
Pedro Leonardo de Villacevallos le respondió a este ofrecimiento enviándole, según la
carta fechada el 20.09.1740, una serie de monedas para su clasificación: “... a fuerza de
haberme Vmd insinuado que sin la vista de las Monedas no se puede juzgar ni reconocer;
he recogido deprisa sacando de su entablamento, cuarenta de ellas, que van en una cajita,
con el corso, y tal cual vino de reconocimiento que les he podido dar, y va en cada una de
ellas escrito en su papel, a fin de que Vmd me haga el favor de reconocérmelas con las
mayores luces de su capacidad y practica, y de la ayuda de los ejemplares originales
mejores que en su Museo más claro tendrá, y de los nuevos libros facultativos de que acá
se carece, y para que a su continuación y en los mismos papelitos en que van envueltas me
ponga su dictamen, y el lleno de las muchas letras que les falta de sus inscripciones, que
no le dejara de ser dable, aunque son trabajosos en los quince o veinte días en que el
Amigo D. José se detendrá, para que con el mismo se me devuelvan. Y al tanto, si Vmd
gustase que algunas oscuras suyas yo por acá las coteje con las mías, lo ejecutare con
todo gusto...”940, y que confirmaría por la carta remitida en idéntica fecha al Padre José del
Hierro: “Al Canónigo Arcediano de Granada, le lleva mi querido amigo el Sr. José Vargas

937
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 72.
938
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 74 y 75.
939
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 50 a 51.
940
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 76 y 76v.
396
Venegas, Secretario del Santo Oficio, una cuarentena de las monedas dudosas para que
me diga su sentir...”941.
Pedro Leonardo de Villacevallos volvió a recurrir a esta práctica para obtener
ejemplares inéditos, como se deduciría de la carta enviada el 26.03.1754 a Fernando de
Velasco y Ceballos, cuando manifiesta que “... luego que ese ordinario arribe con las
monedas con que Vmd me favoreciese, conociendo ser de la satisfacción de Vmd no me
detendré el que él mismo lleve las que pueda tener de mono duplicadas, todo en asunto de
que corriendo a ambos con la satisfacción y lisuras que se debe: en el corto tiempo que ya
me resta de detención en esta Corte, sin malograr algo si a Vmd le pareciese, que cada
semana vayan y vengan nuestras Medallas, y tomemos unos y otros sin melindres, sólo a
las que se adecuen y sirvan, restituyendo las restantes para poder con ellas complacer a
otros, que es lo que juzgo competente y vil para los dos en vista de la multitud que tenemos
de ellas, podemos aprovechar encontrando de pronto por enmedio al menos, algunas
nuevas, o de mayor claridad, o diversidad de notas, sino se topa con la desgracia de que
ya cada cual las tenga”942.

b) Venta u Ofrecimientos de colecciones.


El mejor ejemplo de este tipo de formación de colecciones lo observamos en la
Carta de fecha 30.07.1726, en la que Francisco Lelio Levanto943 ofrece a Pedro Leonardo
de Villacevallos la posibilidad de adquirir su colección, quien finalmente no la compró:
“...no respondí a la Vmd... por excusarle la molestia de repetidas cartas, no habiendo sido
poco el haber prevenido para sí la adjunta Memoria de las Medallas, que no va como
parece ser necesario para el efecto de su venta, pero no me es posible más, por la falta de
persona inteligente, que hubiera delineado cada una, especificando a lo menos en las
Raras o excelentes su efigie. Quien ha formado dicha Memoria lo ha hecho con
Pusinilidad pero solo ha podido numerarlas, y poner en la clase de Raras las que en ese
estudio están notadas con una, dos o tres estrellas por el Dr. Martí Deán de Alicante,
Anticuario, escritor único en nuestra España el cual las puso con forma, y dispuso el
escritorio con gran curiosidad, que han notado los Curiosos que de esta facultad o
forasteros, que han venido con mucha frecuencia a ver mi Oratorio, cuando tienen la

941
BBCC. Mss. 59-3-44 s85-4-24), fol. 76v.
942
BN. Mss. 2537, fol. 2 y 2v.
943
Este monetario había pertenecido originariamente al Dr. Martín, Deán de Alicante, quien lo había

397
ocasión de Viaje a esta ciudad. Yo apreciaría mucho de su arbitrio para servir con ellas a
Vmd, pero dejándonos de lo que no conduce a la proposición, obedezco en todo a Vmd
diciendo, que aunque me las han apreciado en diferentes precios los inteligentes
forasteros, no nos hacemos cargo de lo que han subido asegurando que su valor en el
Norte no bajaría de 20 pesos, pero yo estaré contento con 200 Doblones, Y siendo Vmd el
comprador siempre será Dueños para bajarlas a lo que los tiempos permiten. Esto digo,
por no dilatarle a Vmd las noticias, que deseen quedando siempre advertido de que sin lo
Visto nada se podrá hacer, en todo estoy a su disposición. Que Vmd diré a ese tratado,
como a todo cuanto yo pueda serviles suplicando a Vmd que en el caso de no resolverse
Vmd se sirva devolverme dicha Memoria, que satisfará a otras personas que la piden.
Respondíle no resolvía en comprarlas, por las muchas de ellas que yo tendría, y
cuando después de muerte este Canónigo entre en ellas comprando el monetario D. Juan
Tyrry vecino de Cádiz que tenia otras monedas, cuando después por Córdoba y
visionandolo con motivo de nuestra correspondencia de Monedas, me ofreció y regaló
después otro monetario vacío de ellas, por haber con los que él tenía, acomodándolos
nuevamente en otro muy grande de Charol encarnado y dijo haberle traído de
Inglaterra”944.

c) Compra de monedas.
Varios son los ejemplos de esta modalidad de formación de colecciones. Así, por la
carta de fecha 23.12.1744, sabemos del interés del Padre E. Flórez por comprar monedas
para la elaboración de su España Sagrada, cuando el mercedario descalzo Fray Juan de
Talamanca manifiesta a Villacevallos, en una carta de recomendación y presentación, que
“El R.D.M. E. Flórez es de un Genio e ingenioso en las delicias de la venerable
Antigüedad y de las medallas, constituido tesorero de preciosa y apreciable cantidad, que
junta para un ordenado histórico monetario, es mi amigo, y lo será porque sin faltando y
con erudición comunica lo que sabe a sus amigos. Tiene varias monedas duplicadas, que
quizás puedan faltar al erario de Vmd y desea adquirir de los curiosos otras que les sobre,
y sabiendo por mí el buen gusto del aplicado a este hermoso estudio, le he comunicado lo
mucho y bueno que Vmd ha portado, por lo que está estimulado a tener algún comercio

dejado en Sevilla en el momento de su partida hacia Roma.


944
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 9 a 12. Según el propio Villacevallos, sabemos que finalmente la
colección numismática fue adquirida por Juan Tyrry, en cuyo gabinete pudo examinarla Villacevallos años
más tarde, regalándole a éste el mueble sin las monedas.
398
con los hombres de honor como Vmd y así estimaré le consuele como merecen las buenas
producciones de su entendimiento, mayormente cuando los dos pueden estar mutuamente
interesados en el comercio”945.
Esta misma modalidad también fue utilizada por José Gutiérrez Navarrete, quien en
carta dirigida el 04.11.1772 a Fernando de Velasco, manifiesta que “hoy he comprado una
moneda de plata de Antonino, por hacerme gracia su reverso , al esta de lobita con
Rómulo y Remo debajo de un arco parece de laurel y encima la inscripción Cn. Tri. Pot.
Cos. III”946.
Otro ejemplo, sería la carta de fecha 21.03.1778, en la quel Antonio de Herrera relata a
Pedro Leonardo de Villacevallos, la venta realizada por Patricio Gutiérrez Bravo a un
coleccionista gaditano de su colección numismática, al manifestar que “... D. Patricio
Bravo... ha vendido en 500 pesos tres series de cabezas imperiales de 1ª, 2ª y 3ª forma, y
otra en plata, con todo lo municipal y de familias un tal Mosti, comerciante de Cádiz, y
sólo le han quedado reversos y retales, por la mayor parte comunes...”947.

6.- COLECCIONES Y MONETARIOS: en el conjunto de la información


documental que estamos analizando, existen varias descripciones referentes a las
colecciones y museos de los distintos personajes que intercambiaron correspondencia con
Pedro Leonardo de Villacevallos, y que podrían darnos datos para el conocimiento de la
Museografía y del Coleccionismo del XVIII.
Aunque son varias las referencias existentes, solamente hemos reseñados las que
consideramos más importantes, debido a que son las que un mayor volumen de datos se
conservan, ya que el resto se refiere a unos pequeños datos, o bien éstos son muy vagos e
imprecisos. Las colecciones que describimos a continuación son las siguientes:
Las principales colecciones numismáticas de Andalucía o con monedas procedentes de
Andalucía, fueron descritas por C. González de Posadas948, si bien hemos de decir que
muchas de esas colecciones pasaron posteriormente, al ser compradas, al Gabinete de la
Real Academia de la Historia o a la Colección de D. Gabriel de Borbón.

945
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 125 y 126.
946
BN. Mss. 2537, fol. 131.
947
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 146 y 147v.
948
González de Posadas, C., “Noticia de españoles aficionados a monedas antiguas”, BRAH LI (6)
(1907), 452-484.
399
- Colección de Francisco Lelio Levanto, quien a su vez la consiguió de su
anterior propietario, el Deán Martí de Alicante, que fue ofrecida a Villacevallos, quien no
la compró ya que tenía numerosas monedas, siendo comprada con posterioridad por Juan
Tyrry, Marqués de la Cañada. Uno de los monetarios donde se encontraban las monedas
fue regalado a Villacevallos, para su colección de monedas.
- Colección de Julio Simoni, conocida a través de la Carta que le envía desde
Granada Juan de Saavedra el 28.07.1729: “...Habiendo estado con D. Julio Simoni muy
deprisa la primera que le vi por estar a la sazón ocupado en el concepto que exprese a
Vuestra Merced porque habiendo vuelto a visitarle muy despacio, me manifestó gran
numero de monedas de cobre, bronce, plata y oro que pasan de cinco mil que con gran
curiosidad tiene en un contador fabricado todo de cajas muy pulidas al intento y las más
de las monedas engastadas en madera dada de charol y también una admirable librería
que tiene así de libros históricos como de explicación de monedas, con especialidad uno
de a folio con las estampas de todos los caracteres y letras que usaron los Romanos y la
explicación de ellas, que tiene por letrero, Nobe Romanorum beterun que me dijo no había
encontrado en España otro alguno como él ni en la Biblioteca del Rey donde está en
ánimo de colocarlo antes de su muerte, y me aseguro tenía en su casa que tiene en Italia
más de diecisiete mil monedas, él es un hombre eminente en historia antigua y en esta
facultad y con especialidad para reconocer las monedas falsificadas de que tiene tratados
curiosos...”949.
- Colección de Juan Tyrry, conocida por la carta que le envía desde Cádiz
Martín de Guiral, en fecha 24.04.1730: “...el museo de D. Juan Thyrry... es especial, pues
tiene con primor toda la serie de emperadores en medallones y algunas monedas o
medallas más pequeñas, tiene muchas de ellas de plata y oro y un medallón que le dio el
emperador a un gran cirujano que le curó de la piedra, de oro que pesa 70 doblones, es
antigua mucho y él la hubo del dicho cirujano al peso. Tiene también la serie de
emperatrices completa con muchas medallas de oro y plata.
Tiene también muchas medallas de los cónsules antes que hubiera emperadores, de
plata y oro, y además de todas éstas tiene un saquillo de ellas que aunque dice ha 9 meses
las tiene no las ha podido todavía ver, y además de estas tiene un cajón lleno de ellas que
también no las ha visto. Tiene 40 libros que hablan de ellas...”950.

949
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-2-44), fol. 18 a 19v.
950
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fol. 20 a 21v, sobre el gabinete véase el inventario efectuado por su
400
- Colección de Miguel Espinosa Maldonado Tello de Guzmán, Conde del
Águila, Alcalde Mayor de Sevilla, se trata de un personaje muy versado en erudición,
antigüedades y nobles artes, que llegó a formar un pequeño museo y una interesante
biblioteca, en la que reunió muchos y preciados manuscritos.
Reunió una importante colección de
monedas (FIGURA 113) , que
conocemos gracias a las descripciones
que de ella realizó el mismo, en la Carta
fechada en Sevilla el 23.12.1761: “Mucho
favor hace a mis pequeñas colecciones
quien se las ha abultado a vuestra señoría
tanto; y para que vuestra señoría no lo
dude diré que la de medallas sólo tiene
algo de considerable en las series de Figura 113. Monedas prerromanas del Conde del Águila,
según Pérez Bayer.
primera forma y municipal: esta última
consta de 290 medallas de 96 colonias y municipios diversos, españoles en que hay partes
que no son comunes. De piedras no me he propuesto formar colección”., así como por la
descripción que de la misma realizó Francisco Pérez Bayer durante su viaje por Andalucía.
- Colección de Cándido María Trigueros: estaba compuesto por 2.156
951
monedas , muchas de las cuales procedían de Andalucía y que había podido recopilar
durante su estancia en Sevilla y Carmona. Se encontraban clasificadas en “en diez talegos,
varios cucuruchos y cartuchos” que servían para distinguir las falsas de las auténticas, las
de plata y las de bronce, las grandes de las pequeñas y medianas. El criterio seguido para
su clasificación fue, básicamente, el personaje representado en las monedas o la
procedencia de la pieza, subdividiéndose a su vez en medallas “conmemorativas de
Emperadores romanos, de familias romanas, de ciudades, de personajes ilustres de la
Antigüedad, ... españolas y celtibéricas”952.

hijo Guillermo Tyrry, en 1748, Explicaciones numismáticas sobre las Medallas o Monedas consulares y de
familias romanas de el Gaditano Aerario y celebrado Musseo inssit. Del Marqués de la Cañada, el Sr. D.
Juan Thyrry. Dadas a la luz por el trabajo y aplicación misma de su hijo y hereditario el Sr. D. Guillermo
Thyrry, Cavallero del Orden de Santiago y Alférez Mayor del Puerto de Santa María, sacadas del mesmo
manuscrito de su propia letra por Don Pedro Leonardo de Villacevallos. BBCC. Mss. 64-8-133.
951
El inventario postmortem ha sido publicado en la obra de Aguilar Piñal, Fco., La Biblioteca y el
Monetario del Académico Cándido María Trigueros (1798) (Sevilla 1999), 147-154.
952
Aguilar Piñal, op. cit. 1022 (1999), 46.
401
- Colección de José Gutiérrez Navarrete. Se conservan en la Biblioteca
Nacional varias cartas sobre numismática con Fernando José Velasco. Ofreció colaborar
con Villacevallos, pero finalmente vendió parte de su colección a la Corona, con
anterioridad a 1790, las ofreció a Trigueros953, intentando vender el resto de su colección
a la Real Academia de la Historia, quien declinó su compra954.
- Monetario de Francisco de Bruna y Ahumada: entre las colecciones de
antigüedades que llegó a reunir en los salones de los Reales Alcázares de Sevilla, poseía
una importante colección privada de monedas, que vio Pérez Bayer, durante su estancia en
la ciudad, le “mostró muchas de sus monedas, especialmente las desconocidas españolas,
que son las que yo deseaba ver, y las griegas. De éstas en España sólo hay las que se les
escapan a los curiosos italianos y a los franceses, y más que todo a los ingleses, que no
sólo la compran con furia sino que van a buscarlas a los países donde se acuñaron y se
encuentran, por remotos que sean”955.
Conservamos el inventario postmortem realizado en 1808, y del que se desprende
que el monetario (FIGURA 114) se
componía de “de seis mil setecientas
veintidos medallas únicas, o distintas
de cuños materialmente que componen
el número total de medallas de nueve
mil veintiseis, y de dos mil seiscientas
cuatro monedas dobles, con la
Figura 114. Moneda prerromana de la Colección de Bruna,
según Pérez Bayer. advertencia de que la separación de
únicas y dobles no era hecha en las Colecciones de Castellanas, de Varones Romanos,
Árabes, Imperio Bajo y Getones de varios reinos, ....”956
- Colección de Bernardo de Estrada, intendente del Ejercito y miembro de la Real
Academia de la Historia, conocida gracias a la descripción que de la misma realizó
Francisco Pérez Bayer (FIGURA 115), en su casa sita “en la calle mayor de San Andrés ...
tiene algunas cosas muy curiosas: bastantes monedas godas, una en TVCCI TVGE o

953
Carta de 20.09.1790, reproducida por Aguilar Piñal, op. cit. 1022 (1999), 51.
954
ARAH CASE/9/7970/10.
955
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 501.
956
Inventario y aprecio del monetario de D. Francisco de Bruna (Sevilla 1848). BUS Mss. 331-225 y
BN R-62847.
402
Martos, creo de Leovigildo, muy rara y para mí nunca vista. Tiene el GUNDEMARO y
otras nada vulgares....”957.
A lo que añade posteriormente que le “enseñó lo primero
tres monedas de plomo muy consistentes, las cuales son de
un tamaño y peso enorme. La mayor tendrá seis onzas, y en
su haz hay una cabeza barbada harto bien hecha con su
morrión o bonete de figura cónica parecida a los vulcanos
como se expresan en las monedas de Luciferi Fanum. Tiene
al derredor su orla de laurel o de olivo muy sutil, que apenas
se percibe, y por detrás del cuello sube una como lanza hacia
la izquierda. La cabeza ira a la derecha. En el reverso hay
una figura de mujer desnuda como que se baña y otra en
segundo término que parece la está observando; una y otra
se perciben poco. Dudé si serían o expresarían a Diana en el Figura 115. Monedas de
Estrada, según Pérez Bayer.
baño y a Acteón.
Otra moneda ... tiene en su haz una cabeza desnuda vuelta hacia la izquierda, que no
es fácil adivinar cuál sea. De pronto da un aire a la cabeza de Julio César y ayuda a
conjeturarlo así el reverso, que es un elefante, pero se duda si la cabeza tiene láurea. La
tercera es de peso de tres onzas cabales. Tiene en su haz, dentro de un círculo formado de
puntos, estas letras: A.AT, y por bajo LAT; en el reverso una ave que parece pavo real.
Estas tres monedas de plomo me dijo don Pedro de Estrada haberse encontrado en los
cimientos del nuevo colegio de Santa Victoria que se está hoy labrando en esta ciudad
para educandas nobles-
Otra moneda me enseñó de gran modelo, en cuyo haz se ve una cabeza barbada
desnuda vuelta hacia la derecha, y en frente de ella IPORA; en el reverso, un toro en acto
de caer delante de una ara que está junto a su cabeza. Así ésta como las tres monedas o
medallones de plomo que quedan descritas me han parecido dignas de que se copien en
este diario”958.
- Colección de Diego Sánchez Sarabia: Durante el proceso del fraude de las
excavaciones practicadas por Juan de Flores y Oddouz en Granada, se intervinieron en
fecha 13.08.1774, en casa del pintor Diego Sánchez Sarabia, perito por arquitectura y

957
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 296.
958
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 327.
403
dibujo de la Real Junta de Excavaciones de la ciudad, “varias monedas antiguas y cinco
medallas de varios santos”959.
- Colección de Cristóbal de Medina y Conde, participante en las
excavaciones practicadas por Juan de Flores en la Alcazaba de Granada, pasó
posteriormente a desempeñar el cargo de racionero de la Catedral de Málaga, donde en
1770 tomó posesión como canónigo. Durante los años que pasó en Granada, llegó a reunir
una importante colección de monedas, que incluía piezas del Alto Imperio, “un gran
Concaquino, que tenía dos leguas de alto, y es menos que un Descennio”, del Bajo
Imperio, “toda la serie goda en cuatro pechelines”, de los primitivos Reyes de España,
varias de Argantonio y su familia, y una extraña moneda “de quando se proclamó en la
Plaza de Vivarrambla a Thubal por Rey de España, con su Castilla y León”, y una serie de
monedas de Granada960.
- Colección del Duque de Medinaceli: La colección numismática se
encontraba situada, junto a otras obras artísticas, en la Casa de Pilatos (Sevilla).
Conformada desde antiguo, había sido ordenada por el Dean Martín, y en 1751 se
componía de “51 medallas de plomo de caracteres de pontífices y cosas antiguas
numerables 2.121 monedas y medallas de cobre de diferentes tamaños y hechuras de
caracteres arriba referidos y 65 de latón”961.
- Colección de Pedro Alonso O´Crouley O´Donnell, de Cádiz, comenzó a
interesarse por la numismática hacia 1787-1788, y “sin embargo de tan corto tiempo, con
un poco de celo y diligencia, he podido acopiar hasta cuatro mil y quinientas medallas
útiles en sus diferentes clases, sin numerar los duplicados, que bastarían a formar el
decente y copioso monetario de un aficionado...”, que quiso vender a la Real Academia de
la Historia, institución que desestimó finalmente la compra962.
- Colección de Pedro Leonardo de Villacevallos, que según Juan Antonio
Mayans, debía “tenerse y contarse por uno de los más preciosos de España. Es fácil hallar
fuera de España mayor número de monedas griegas y romanas, pero no españolas...
porque me parece que es de lo que tienen menos noticias los eruditos. En lo que toca a las

959
Ocupación de papeles en las casas de Don Diego Sánchez Saravia y demás, obrado con el el Jues
Manuel Antonio Martínez y el escribano del Crimen Manuel José de los Ríos y Ascoyra, fols. 3 y 3v. Archivo
de la Real Chancillería de Granada. Legajo 512, cabina 2452.
960
Medina y Conde, op. cit. 749 (1763), 9-12.
961
Gestoso Pérez, op. cit. 954 (1910), 143-144
962
O´Crouley, op. cit. 725 (1794), 169; ASRAH 23.09.1803 y ASRAH 16.12.1803.
404
inscripciones, no ha habido en España quien haya tenido el gusto de recogerlas,
conservarlas y adornar su casa con monumentos tan estimables...”963.
Varias son las descripciones del monetario de Villacevallos, a medida que fue
incrementándose por la compra o intercambio de piezas. Aquí recogeremos la somera
descripción que del mismo realizó su hijo Rafael María de Villacevallos en 1774, tras la
muerte de Pedro Leonardo:
“El Erario de su Gabinete se encuentra consistente por ahora en tres Monetarios
portátiles de Cedro de un tamaño, casi de igual estrechura y pensamiento, que esto lo
había antes dado en uno solo de ellos, el célebre Anticuario y erudito Doctor D. Manuel
Martín, Deán de Alicante, quien lo dejó en Sevilla, y habiéndose en vacío recogido, se
volvió llenar en Córdoba, y también agregándole los dos restantes monetarios, con cuya
acescencia fomentó la visible novedad más adaptable en traza. Bajo todo tres de la
exuberante idea de que ( excepción del nuevamente bipartido) contase cada uno de 24
registros o tablas con sus tiradores, gruesas de cerca de pulgada, vara de larga y medio
de ancho, que por mitad de su crasitud enhuecasen la mortajuela para encaje en ella de un
cuadradito de cuatro dedos, cubierto con papel blanco, en cuya área se concavizase al
punto cada medalla o moneda en un agujero, si grande o solitaria fuese, y en dos si acaso
estuviese acompañada de otra. Teniendo en cualesquiera providencia escrito el expresado
cuadrilátero para la comprensión común y su más pronto repaso en lo muy deleitable de
íntegras y acabalables leyendas en manifestación de casi todas, con la mayor (que allí
cabe) y concisa definición en nuestro idioma y voces numismalógicas de cada medalla, sus
inscripciones, letras o caracteres propisimos que reproduce; y al mismo tiempo las que, si
se quiere, se le pueden cómoda y galantemente añadir los cercenes y gastados de algunas
de estas medallas. Interin se colocasen aquí otras más conservadas, o completas:
indicando éstos suplementos de sus vacíos y deficiencias, letras más pequeñas de estilado
grandón, y con puntos por debajo, demostrativas de algo de sus respetables dudas, y
borrosidades, tanto en lo escrito arriba, que es el lado de su cabeza, o anverso, cuanto
abajo en el de su reverso o dorso.
El 1º Monetario en orden, aunque último de hechura en Córdoba, es el insinuado antes
bipartiense, compuesto para el acomodo , y su mayor ampliación, en 58 pequeños
registros de medias tablas, con iguales lóculos, y en el que, como Alfa y Omega católico,

963
Descripción conservada en la Biblioteca Archivo Histórico Mayansiano, nº 309, transcrita en el
trabajo de Mestre, op. cit. 937 (1990), 414.
405
comienza la vista darse por el (tal cual o como se considerase) Amuleto Hebraico en
bronce del busto y rostro de nuestro Dueño y Salvador Nazareno, acompañándole por
debajo el reputado más excelente Siclo de plata de los antiguos samaritanos, y orlando la
circunvalación y planisferio, porción dactylotecaria de pedrería pequeña en relieve y
socavados de ágatas, amatista, ónices, sardoniches, cornerinas y diaspros, con diversas
cabezas, bustos, figuras, sacrificios, cameos y especialidades. Sigueles un aglomeramiento
de inconcretas, aunque muy avanzadas medallísticas series, principiando las familiarias
romanas antiguas o consulares en plata, con otras de bronce y cobre. Luego otra muy
grande, aventajadísima serie geográfica de lo mismo, de Romanas, Cartaginesas,
Sicilianas, Griegas y de extraños reinos; Españolas en plata y bronce exóticas o de letras
desconocidas, sus colonias, municipios, autónomas y de otras sus varias ciudades y
pueblos. Después en oro algunas raras medallas Imperiales y Góticas. Otras serie
metálica imperial de Griegas, una medalla de cada uno, como los siguientes. Otra la más
grande de éstas, y difusa serie, metálica latina, de los Emperadores del Alto y Bajo
Imperio. Otra serie de emperadores en plata. Otra igualmente en plata de sus augustos,
rematándose con un seguido estudio coordinado de diversas medallas de plata imperiales
en concurso de los sobredichos.
El 2º Monetario (que es el antiguo y como va apuntado fue la caja usada del dicho
Deán Martín) comienza por una porción en serie de gran bronce, de bellas medallas
Paduanas imperiales. estas sigue otra de medallas antiguas imperiales desconocidas por
algo oscuras. Luego otra en pequeño bronce, del Imperio alto, tenidas por muy raras de
tamaño. Proponese después el seguido coordinal estudio en serie de todas las adquiridas
medallas de cada emperador con sus Augustos en grande y mediano bronce del imperio
alto, en su separada clase, que alguna arribará cien medallas diferentes con que se
concluye.
El 3º y último al presente existente Monetario, contiene el otro seguido Estudio en
serie de pequeño bronce, del imperio bajo, con toda su amplitud, y algunas de ellas
rarísimas y grandes, con nuevos descubrimientos de sus acuñados, y clase de algún
emperador con ciento y cincuenta medallas diversas. lo que sigue porción de medallas
Orientales de diversos Emperadores Constantinopolitanos, las que se van acresciendo con
otras sueltas, para acabar de completarlo; y en interim suple el vacío lo siguiente. Una
abundante colección de medallas arabescas de todos metales y tamaños, con varias
preciosas piedrecitas inscripcionadas de ellos, y sus caracteres con una plancha de lo
406
mismo en cobre. Otra buena colección de medallas ancianas españolas de todos géneros
y metales, de nuestros antiguos Reyes. Y otra colección iconográfica de medallones y
medallas nuevas en todos metales de Pontífices, Emperadores, Reyes y personajes ilustres.
De todos Reinos, Getones y Medallas, o monedas ancianas y modernas corrientes, con
varias de curiosos emblemas y enigmáticas. Hay en granel suelto porción difusa, que se
está también en coordinar (mediante Dios) por el mismo su conglutinador...”964.
También Francisco Pérez Bayer, a su paso por Córdoba, conoció la colección, en aquel
momento ya propiedad de Rafael María de Villacevallos, y la describió de la siguiente
manera: “el monetario ... de don Pedro Leonardo de Villacevallos ... es más recomendable
por la extensión de sus series (imperial, de familias, de colonias de España, de pueblos y
ciudades...) que por raridad de las monedas. Un Antinoo vi griego razonablemente bien
conservado, una Cleopatra también griega, varias colonias españolas muy hermosas y
otras cositas curiosas, pero no de la primera raridad, una Domicia hubo, y está su
descripción en su casilla, pero ésta está vacía.
Lo singular de este monetario es un siclo de Israel entero, esto es, de peso de cuatro
dracmas áticas que son justos tres adarmes y medio de nuestras pesas vulgares, y pesando
cada adarme sesenta y tres granos debería el siclo de que hablamos pesar doscientos
cincuenta y dos gramos (como los que pesa el siclo entero del Escorial que fue de Benito
Arias Montano), pero no pesa sino doscientos cuarenta y nueve, esto es, tres gramos
menos de su legítimo peso, porque está algo más manoseado que aquél y algo más lucio, y
así, no es maravilla que haya perdido los tres gramos. Por lo demás es el mismo
mismísimo que el del Escorial, y yo no dudará en afirmar, vista su fábrica, que lo haya
hecho el mismo artífice”965.
- Colección Numismática de Fernando José López de Cárdenas, Cura de
Montoro, conocida a través de la descripción realizada por Pérez Bayer, al que “mostró
también sus monedas antiguas. Obligóme casi a que tomase, y tomé tres: una de Obulco
grande, otra desconocida, atribuída a Asido (por tener el corte como las samaritanas) y
otra en que está las letras ...., de que yo tengo tres o cuatro entre mis monedas”966.

964
Carta remitida por Rafael María de Villacevallos a Fernando José de Velasco y Cevallos el
21.07.1774. BN. Mss. 18630. Una copia del mismo se conserva en BBCC Mss. 59-3-44. Sobre el monetario
de Villacevallos, véase Mora Serrano, B., “Las Monedas”, en Beltrán y López, op. cit. 63 (2003), 219-322.
965
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 298-299.
966
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 232.
407
- Colección numismática de Juan Antonio Carrascal, que según Pérez Bayer
este monetario gaditano “está hoy depositado en poder de un eclesiástico condecorado
llamado don Gregorio Pavía, testamentario de Carrascal y tesorero de S. Ilma., y me
dijeron se guarda para colocar en la librería del Palacio Episcopal. Está aún sin ordenar,
y había S. Ilma. Dispuesto que se pasasen los sacos de las monedas a palacio...
En un solo saca habría más de tres mil de metal de todas clases y tamaños, muchas
imperiales, muchísimas más colonias españolas, y entre ellas bastantes raras y de una
perfecta conservación. Tendría trescientas colonias patricias y casi otros tantos Obulcos,
Ulias, Iulias Traductas, Osunas, Carmonas, Iulias Rómulas, Accis, Irippos, etc. ...
Prosiguió su escrutinio de las monedas de bronce, y como había muchos años que no
se había manoseado ni tal vez movido de un sitio, y el metal de suyo arroja una especie de
espumilla o moho puerco y enojoso al olfato, se me iba la cabeza con aquel olor y las
manos y dedos se me pusieron verdes. Pedí agua y dejamos otros sacos menores de
medallas de metal para otro día y pasamos a los envoltorios de las medallas de plata.
Habrá, en mi juicio, como quinientas de familias. .. En la serie de góticas de oro tampoco
ví sino Leovigildos, Recaredos, Sisebutos, Vitiricos, etc., no Gundemaros, Hermenegildos,
Julgos y mucho menos Rodrigos. Si el número de estas monedas es grande, mayor es el de
las imperiales romanas, y en ellas vi una Domicia hermosísima y un Calígula con
Agripina; las demás: Neones, Adrianos, Antoninos Píos y algunas de Constantinos,
Constantes, Arcadios, Honorios y otras más bajas que no tienen más aprecio que el peso
del metal.
De los reyes de Castilla, desde don Fernando el Santo hasta los Reyes Católicos, tiene
una colección copiosa: Alfonsos, Fernandos, Enriques, Pedros, etc. Y aún es mayor la de
los reyes moros de Córdoba, en que hay también varias monedas turcas modernas. Dos
monedas ví entre las de oro labradas en Valencia y con las armas de aquella ciudad, ni
más ni menos que los antiguos diez y ochenos de plata, muchos florines y otras monedas
modernas”967.
- Monetario del Gobernador de Tarifa, a quien definió Pérez Bayer como un
“sujeto de edad muy avanzada pero recogedor de medallas antiguas, de las cuales aún
conserva una gruesa posesión. Díjome que había regalado varias a varios; que yo
entresacase y tomase las que quisiera para mí; que sabía que así las empleaba bien; que a
él ya por su edad no le servían sino de peso inútil... hube de admitir por cortesía dos que

408
me regaló: una griega de plata moderna, contrahecha, en que hay un busto de mujer con
su láurea y al derredor ... ///LAZIA, y en el reverso una Minerva de pie apoyada su
derecha sobre una asta militar y a sus pies su escudo o la egis con un letrero largo y
cruzado a ambos lados muy mal discernido que yo jamás he podido leer... Puede ser que
su original fuese de alguna moneda de Esmirna, por que se me trasluce en la moneda el
nombre de esta ciudad SMYRNAION. La otra moneda es española, de alguna de las
colonias de Andalucía ... es a este modo de cobre mediano modelo y a un menor”968.
- Monetario de Manuel José Díaz de Ayora y Pineda, de quien Pérez Bayer
dice que “mostróme también sus monedas. Yo buscaba las desconocidas por si había
alguna que no hubiese visto. Un solo SACILI vi bilingüe, pero las letras que tiene
desconocidas apenas están legibles. Tiene una colección muy decente de colonias
españolas”969.
- Colección de Juan de Flores y Oddouz: según el manuscrito conservado en
la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla, la descripción del monetario sería la
siguiente: “el monetario es copioso, completo, grandemente conservado. Incluye cuatro
mil y más monedas, distribuidas en diez cajas de latón bellamente pintadas.
En la primera están puestas en orden una gran porción de medallas de plata romanas,
consulares, y de las familias patricias. En la segunda se halla una segunda serie de
monedas imperiales en plata, algunas cuadruplicadas, pero de distintos reversos. Las seis
casas siguientes incluyen monedas de bronce y cobre, grandes y pequeñas, griegas
romanas y españolas, muchas de letras desconocidas; algunas de especialísimos reversos,
con una serie seguida de todos los emperadores (excepto Otón) en grandes bronces, y una
buena colección de colonas y municipios, la mayor parte de ellas muy legibles.
La nona caja se compone de papeles llenos de monedas de oro. El primero incluye 40
o 50 monedas romanas del Alto y Bajo Imperio, algunas muy raras. El segundo, en
medallas de oro de muy poco peso, contiene una segunda serie de los Reyes Godos de
España. El tercero encierra más de veinte monedas árabes del mismo metal, unas del
tamaño de un doblón de a ocho, pero de poquísimo canto, otras más pequeñas, todas muy
llenas de inscripciones, y de siglos muy distantes. El quarto es de monedas de los Reyes
Cathólicos de tamaño muy diverso. En el 5º y último, 8 ó 9 Florines, y medios Florines

967
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 310-311.
968
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 397.
969
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 478.
409
españoles.
La última caja se compone toda de monedas de plata, cobre y bronce, especiales y
poco fáciles de hallarse”970.
- Colección de Patricio Gutiérrez Bravo: poseía un pequeño museo,
compuesto por unas 2.000 a 2.5000 monedas, entre las que se encontraban, según la
descripción que conservamos del mismo, monedas consulares, imperiales y municipales, y
muy especialmente se encontraba muy interesado por las monedas municipales de la
Celtiberia971.
- Colección de Manuel Trabuco y Belluga: el monetario de este deán
malagueño, fue donado en 1796 a la Academia de la Historia, de la que era miembro, y
estaba compuesto, según un informe de 18.06.1797, por numerosas piezas de la Hispania
Romana y visigodas972.
- Colección de Jerónimo de Estrada: según la descripción efectuada por el
propio jesuita en 1765, copiada por Manuel Díaz de Ayora, la colección “se contiene en 22
diviziones o lóculos. Las 4 abrazan las monedas antiguas ante romanas, incógnitas,
municipales, también modernas de Naciones, otras curiosas, con algunos talismanes,
sellos y otras antiguallas. En 3 se contienen las monedas de plata, y en las 15 restantes las
imperiales, o de Gran Bronce y Mediano”973.
- Colección de José del Hierro: según un manuscrito copiado por Manuel Díaz
de Ayora, su colección se disponía en “diez y nueve tableros, cada uno con 68 lóculos”, en
la que tenían cabida 1292 “monedas de letras desconocidas”, “municipales de diversos
pueblos, especialmente de la Betica”, imperiales romanas y “monedas de plata de familia
romanas”, que se completaban con una pequeña biblioteca974.
- Colección de Antonio José Mosti: comerciante gaditano, que había
comprado algunas monedas a Patricio Gutiérrez Bravo, mantuvo una importante

970
BBCC, op. cit. 1011.
971
Correspondencia entre Patricio Gutiérrez Bravo y Fernando José de Velasco, BN Mss. 2539, fols.
50-94v; Rodríguez Moñino, op. cit. 962 (1954).
972
GN, Leg. 56,6 y GN, Leg. 56,9; cfr. por Chaves Tristán, Fca., “El Monetario de la Real Academia de
la Historia”, en Almagro-Gorbea, op. cit. 178 (1999), 218; ASRAH 12.08.1796, 19.08.1796, 26.08.1796,
16.06.1797, 23.06.1797 y 23.01.1801.
973
Carta de 01.01.1765 de Jerónimo de Estrada a Bernardo de Estrada, en la que contiene el catálogo de
su s monedas, conservados bajo el título Colección de Monedas de D. Geronimo de Estrada, vecino de
Arcos. BUS Mss. 332/169 (13).
974
Catálogo del Monetario del P.M. Fray José del Hierro de la Compañía de Jesús, escrito por él
mismo. BUS Mss. 332/169 (9).
410
correspondencia con Antonio Valcárcel Pío de Saboya y Moura, Conde de Lumiares975.
- Colección de Livino Ignacio Leyrens y Pelleart: conocemos su colección
por la importante correspondencia mantenida con Pedro Leonardo de Villacevallos. Al
final fue comprado en 1772, por 30.000 reales, por Henrique Flórez para acrecentar el
monetario del infante Don Gabriel de Borbón976.
Otras colecciones de las que tenemos pocos datos son de Tomás Andrés de Gusseme,
de Juan de Ribera Valenzuela, que fue adquirida a su muerte por O´ Crouley, de Antonio
Tomás de Herrera977, de Luis José Velázquez de Velasco y Cruzado, de José Escalante y
Castro, de José Joaquín Cevallos y Ruiz de Vargas y de Juan Domingo de la Gironda.

En el siglo XVIII asistimos al surgimiento del auge coleccionista entre los


elementos del Estamento Eclesiástico, de la aristocracia rural hidalgo-burguesa y a la de
ricos comerciantes en la zona de la bahía de Cádiz.
Existen algunas matizaciones en cuanto al por qué de su conformación, según el caso
en cuestión, que ya hemos tratado someramente en cada uno de los apartados de este
capitulo. Sin embargo, común a todos ellos el deseo de expresar a la sociedad circundante
que el coleccionar antigüedades era sinónimo de estar acorde con la línea cultural que se
daba en aquellos momentos es España, como pueden observarse en las colecciones de la
baja nobleza, tipo Marqués de la Cañada o del Conde del Águila, de los hidalgos de las
ciudades, caso de Pedro Leonardo de Villacevallos o de Pedro Alonso O´Crouley
O´Donnell, o de los burgueses comerciantes, caso de Antonio Mosti o Livino Leyrens y
Pelleart.
Este consideración se notará muchísimo mejor en las colecciones numismáticas, que
tienen un gran auge en estos momentos, debido a su atracción de ser un elemento de la
Antigüedad que era muy abundante en Andalucía, que eran muy fáciles de conseguir por
diversos conductos, como hemos visto con anterioridad, y que eran mucho más fáciles de
conservar y organizar, que las grandes colecciones de epígrafes y esculturas.
En el caso de las colecciones eclesiásticas, su aparición en determinadas ermitas e
iglesias, debemos ponerlos en relación, a falta de un estudio mucho más profundo sobre la

975
Biblioteca Nacional de Paris. Mss. Occidentaux, Mss. Esp. 525, fols. 12 y ss.
976
Mañueco, op. cit. 418 (1993), 196; Mora, op. cit. 11 (1998), 71; Beltrán, op. cit. 484 (2003), 60.
977
La correspondencia mantenida entre 1789 y 1796 por Antonio Tomás de Herrera y Pedro Antonio
Alonso O´Crouley, se conserva repartida entre la Biblioteca del Colegio Seminario de Chipiona (Cádiz),
Mss. 30, formando parte de los papeles de Francisco Mateos Gago, y Biblioteca del Seminario de Vitoria,

411
cuestión, con la existencia de algún tipo de privilegio eclesiástico, con lo que la presencia
de inscripciones, elemento inequívoco de antigüedad, vendría a reforzar esta posición,
puesto que serán indicativos de una temprana cristianización del lugar. Sin lugar a dudas, a
esto debió contribuir el alto nivel intelectual alcanzado por algunos elementos del clero
regular y secular, como son los casos de Fernando José López de Cárdenas, Antonio
Jacobo del Barco, Cándido María Trigueros o Patricio Gutiérrez Bravo, solo por citar
algunos ejemplos.
En el caso de las colecciones pertenecientes a la baja nobleza, como sería la
perteneciente al Marqués de la Cañada, debemos decir que la conformación de las mismas
deben buscarse en los intentos de buscar una justificación a su posición nobiliaria, obtenida
más recientemente, que los acerque más a las altas capas de la nobleza, cuya tradición
coleccionista viene ya desde antiguo, como es el caso de los Duques de Medinaceli, que
continuarán con su colección en la Casa de Pilatos de Sevilla, ya perfectamente
conformada en el siglo XVI.
También será el momento del surgimiento de determinadas colecciones que podríamos
definir como públicas, como son el Depósito del Cabido Viejo de Jerez de la Frontera o del
existente en la Real Chancillería de Granada, aunque habrá que esperar hasta el Siglo XIX
para existir a la eclosión de coleccionismo público, al crearse el concepto de Patrimonio
Histórico, a raíz del fenómeno desamortizador.

Mss. 127, que recientemente ha enviado copia de estas cartas al Archivo de Protocolos Notariales de Cádiz.
412
V.d. Proyectos de Recopilaciones y Publicaciones sobre
la Geografía Antigua y sobre las inscripciones y
antigüedades romanas, visigodas e islámicas de
Andalucía.

“No hay provincia alguna del imperio romano,


que pueda recoger un número tan prodigioso de lápidas”.
(Juan Francisco Masdeu, 1808).

En este apartado estudiaremos diversos proyectos y publicaciones en los que se da a


conocer parte del patrimonio arqueológico de Andalucía. Aunque inicialmente están
basados en los epígrafes y antigüedades romanas, visigodas e islámicas, a ellos se unirán
posteriormente las monedas y algunas descripciones de edificaciones, restos arqueológicos
o yacimientos de nuestra geografía.

1.-
1.- Primeros intentos fallidos.
Uno de los primeros proyectos planteados por la Junta constitutiva de la Real
Academia de la Historia fue la realización de un Diccionario Histórico-Crítico de España,
que contribuyera al adelantamiento intelectual del país y al prestigio de la monarquía.
Dentro de este plan general, se encontraba el Proyecto de Historia de España [y de]
Geografía Sagrada y Profana, elaborado por Agustín de Montiano y Luyando, que preveía
dividir el objeto de exposición en 26 cédulas o materias978, tratadas en trabajos o
propósitos parciales en los que se justificaba y analizaba tanto su importancia como su
contenido.
Uno de estos planes parciales hacía referencia a las antigüedades, según la idea
originaria redactada por Alonso Verdugo y de Castilla, Conde de Torrepalma, el
09.07.1736, y que consideraba el “estudio de aquellos monumentos que comúnmente
entendemos con el nombre de Antigüedades, pero ellos son por lo general la prueba
instrumental de la utilidad pública y si este estudio no flaqueara en la práctica queriendo
hacer evidencias las interpretaciones voluntarias apenas habría duda en la Historia que
con él no se resolviera; pero con todo es gravícimiento y muy concerniente a nuestra obra.
Lo que regularmente incluye es monedas, inscripciones y ruinas”.

978
Montiano, op. cit. 18 (1736); Veintiséis cédulas ..., op. cit. 145.
413
Las monedas se dividen en muchas clases pero a nuestro propósito en dos
principalmente, Españolas y extranjeras sirviendo igualmente ambas clases para algunas
cosas como para probar el tiempo en que se imperaba alguno o había triunfado.
Para otros no sirven sino es para las expuestas como fundaciones de lugares.
De las Españolas (entiendo en ellas las de las Colonias Romanas y Púnicas y las
pocas de los Godos) se dará mención por ellas mismas. De las extranjeras por testimonio.
Esto es que las nuestras bastará para mencionarlas el hallarlas y las extranjeras solo
se citarán cuando sea menester para confirmar otra noticia.
Las inscripciones se copiaran todas las que se pueda a la letra, cuidando mucho de
justificar las copias y de no engañarse con piedras sueltas que suelen por malicia o acaso
haberse mudado.
Las ruinas y obras antiguas se mencionaran desde el tiempo de los Godos, incluso
especificando cuya y de que tipo, gente, pueblo, materias, formas y circunstancias es o
parece haber sido la fábrica.
Son adherentes a esta materia los sepulcros, estatuas y aun algunos otros géneros de
cosas que se hallan de aquel tiempo, sin que esto confunda los sepulcros que están en
lugar sagrado que son de la materia eclesiástica”.
Sometido a consultas de la Junta, Manuel de Roda y Arrieta, el 07.09.1736, manifiesta
su conformidad al proyecto, con la salvedad de tener en consideración al respecto que
“léase lo que tengo en la cédula de costumbres antiguas y modernas de las primeras”. En
dicha cédula Roda había defendido, en fecha 09.04.1736, que en cuanto a las costumbres
“sería conveniente dividirlas en originarias y adquiridas, vajo de cuyas especies se puede
entender muy bien cuanto la cedula contiene”. Al proyecto original del Conde de
Torrepalma se sumaron más adelante los señores Manuel Juan de la Parra, el 09.09.1736, y
Fermín Navarrete el 16.11.1736.
Posteriormente, la idea original fue ampliada por Lope Gutiérrez de los Ríos y
Morales, que consideraba que el asunto de las antigüedades “es uno de los que necesidad
mayor exactitud e inteligencia [para] quien lo trabajase, y de que es notorio la poca
inteligencia que hay en España en este asunto, por la poca aplicación a él. De su
inteligencia dan alguna razón el erudito Antonio Agustino y el cordobés Morales. Será
bueno al tratar los Reyes Godos estampar una Cronología de sus monedas de oro, cuya
obra, hasta el presente, no se ha visto en el público y es muy deseada de los eruditos, como
también una Colección de todas las inscripciones Romanas, Godas (que llaman
414
impropiamente como se puede ver en el Código Argentes) y las Árabes, como lo ejecutó el
Analista de Sevilla”979.

2.- El Códice Anticuario o Colección de Monumentos de


2.-
Pedro Rodríguez Campomanes.
Campomanes.

Se trata de un proyecto hasta el momento desconocido, del que únicamente existía


una pequeña mención en el tomo I de las memorias de la Real Academia de la Historia,
donde se nos cuenta que “habíase abrazado por la Academia desde 1753 el proyecto de
Don Pedro Rodríguez de Campomanes, de reducir a un cuerpo los monumentos auténticos
que se hallan dispersamente copiados o citados en las historias generales o particulares
de España y entre ellos se comprehendían los litológicos. Esta idea tan útil se empezó a
practicar, pero con tal lentitud, que obligó al mimso Académico a producirla por segunda
vez en 1755, limitándola a la colección de inscripciones, epitafios, y otros letreros de
qualquier tiempo, carácter, y lengua que se hallasen”980.
Otras menciones recientes a esta propuesta la encontramos en sendos trabajos de Gloria
Mora981 y de Martín-Almagro y Jorge Maier982. Mientras en el primero de ellos
únicamente se hace una escueta mención a la importancia y peculiaridad de este trabajo
inédito, en el segundo, se lo relaciona con la Colección Litológica emprendida por la Real
Academia de la Historia. Sin embargo, del análisis del documento original redactado por
Pedro Rodríguez de Campomanes y de sus menciones en las actas de las sesiones de la
propia institución, debemos relacionar más bien este proyecto con el Tratado de la
Cronología de España, a su vez imbricado on el Diccionario Histórico-Geográfico
Universal, que se comenzó en 1739 y que originariamente se concibió como una empresa
compuesta por un total de “trece tratados”, de los que el tratado décimo hacia mención a
las “Medallas, inscripciones, privilegios y demás monumentos”983.
El Tratado de la Cronología de España fue encargado en 1747 por la Academia de la
Historia a Martín de Ulloa y de la Torre-Guiral, con el objeto de obtener “una puntualísima
y segura regla de los tiempos para las demás obras en que hubiese de ocuparse el

979
Antigüedades. ARAH Mss. 11/8035(3, Legajo 19).
980
Huerta, op. cit. 7 (1796), XLII.
981
Mora, G., “Villacevallos y la anticuaria ilustrada”, en Beltrán y López, op. cit. 63 (2003), 4.
982
Almagro-Gorbea y Maier, op. cit. 80 (2003), 4; Maier Allende, J., “La Comisión de Antigüedades de
la Real Academia de la Historia”, en Almagro-Gorbea y Maier, op. cit. 100 (2003), 28.

415
Cuerpo”984. Para ello, Ulloa consideró necesario realizar “un extracto de las Chronicas
antiguas, repartiéndolas entre los yndividuos, y aun con este fin se compraron muchas”,
pero finalmente el proyecto no llegó a buen puerto por la inexistencia de un “methodo fixo
[para] este trabajo” y por la marcha, en 1751, a Panamá del propio Ulloa.
Ante los retrasos del proyecto, Pedro Rodríguez de Campomanes presentó a la
Academia una Idea particularizada para reducir a un cuerpo solo todos los monumentos
auténticos que se hallan dispersamente citados o publicados en las historias generales o
particulares de España, con un Plan Abreviado que facilita la inteligencia de esta idea,
firmado el 18.10.1753, y que el mismo denomina con el epíteto de “Códice Anticuario” o
“Colección de Monumentos”.
En primer lugar, Campomanes planteó retomar el trabajo de Ulloa y consideró
necesario “repartir entre los señores, que no estén empleados en la obra de la Cronología,
que por ningún caso se deberá distraer de ella, para que por este medio no falte lectura
util el día, que los Sres. encargados en la Cronología no lo traigan”.
El método empleado por Campomanes, que seguía el ya propuesto por Martín de
Ulloa, preveía el reconocimiento de “todas nuestras historias generales y particulares […]
para que de ellas saquen un particular extracto de todos los instrumentos, que en ellas
recopilan, o citan, a sean donaciones, Privilegios, contratos de Reyes o particulares, Bulas
de Papas, Concilios, actas de Cortes, Juntas, testamentos de Reyes o particulares,
fundaciones, Geografías, mapas o historias antiguas manuscritas inéditas, que se citen, o
originales por donde se copiaron, aunque sean de los Chronicones falsos, y reprobados
por la Academia, y con consentimiento de los doctos”985.
Como premisa fundamental deberían remitirse “todas las noticias a sus respectivas
clases, y reduciéndolos a un solo cuerpo, observando en este el orden Chronologico
mismo”. Para llevar a cabo su idea se redujeron a “ocho clases las noticias que hà de sacar
de cada libro el Sr. Académico encargado de su reconocimiento”, a quien el proyecto
imponía la obligatoriedad de no alterar nunca “el orden, que va propuesto, ni alargarse à
más ni menos hacer reflexiones propias, no siendo alguna leve nota al margen, por que

983
Huerta, op. cit. 7 (1796), XXIV.
984
Huerta, op. cit. 7 (1796), XXVIII, finalmente el Tratado de la Cronología sería publicado en el tomo
II de las MRAH, 1-491.
985
Campomanes, op. cit. 157 (1753), fol. 3.
416
aquí más se va a buscar la fidelidad del extracto, que su juicio sobre las noticias, pues este
queda reservado à la Academia”986.
La primera de ellas hacía referencia a la manera de obtener los datos, para lo que se
elaboraría una especie de cédula de referencia, donde en primer lugar “se pondrá el título
del libro, el Autor, y si es un dictado, y el lugar de la impresión, el nombre y empleos de
los aprobantes, las ojas que tiene cada volumen; si es en folio, en quarto, ó en octavo,
según el tamaño; si la letra es de toas, que llaman de Bula, o corriente. Si tiene índice, y
las tres primeras palabras con que empieza el Capitulo primero, y las otras tres, con que
finaliza el ultimo Capitulo; para que siempre conste la identidad de la obra”.
Los datos así extractos se colocarían en un “papel a media margen, y en esta la cita por
libro, capitulo, folio, columna y renglón, para, que con facilidad se encuentre, quando se
vaya a cotejar; y para que la colocación de especies salgan todos los extractos iguales…”.
Primeramente se tendrán en consideración “las inscripciones griegas, latinas,
arábigas, españolas, que se encuentren, y estas las copiara, sin decir nada de su
explicación; pero se anotarán todas las particularidades de donde se sacaron y hallan”.
Asimismo, deberían indicarse “si el Autor las copió por sí, ó si las tomó de otro, y si se
conserva aún el original en piedra o metal y la figura; imitando la orthographia, y genero
de la letra. Como estos monumentos de inscripciones importan mucho para la Geografia,
si en la obra hallase algun mapa de Provincia de España, plan de ciudad, puente,
aqueducto, templo, teatro, lo deberá anotar con cuidado, y el folio, donde se halla”.
Tras las inscripciones, el segundo objeto de estudio eran las monedas y medallas, en
cuyo estudio habrían de seguirse “las mismas señales de su hallazgo, conservación y
gabinete en que se conservan ò conservaban. Copiará sus letreros así de la cara, que
llaman anverso, como las de la buelta, que es el reverso, diciendo las caras, figuras y
símbolos, que en ellas se encuentran, y sus tamaños, que son de gran modulo, o
medallones, como pesos gordos, grande, mediano y pequeño bronce, y los más pequeños
tamaños, como de ocho quartos llaman quinarios. Dira el metal en que se halla, y dejara
[en] blanco el espacio correspondiente para dibujarla. Si sobre el valor de nuestra
moneda antigua, encontrase algunas memorias o noticia en el Autor, ò cerca de las casas
de la moneda antigua, lo apuntará igualmente con las Leyes sobre moneda publicadas,
que allí se citen”.

986
Campomanes, op. cit. 157 (1753), fol. 7-8.
417
Un tercer punto a tener en cuenta eran las diversas obras sobre la Historia de la Nación
y de sus pueblos, que según el proyecto se dividían en tres grupos. El primero de ellos
serán las obras históricas inéditas, de las que “se hallan fragmentos dispersos en diversos
autores, como por exemplo de la famosa Historia Compostelana, que no tenemos por
entero publicada. Assi siempre que ocurra citarse estas, ò darse noticia del archivo donde
paran, o estubieron, se anotará con diligencia para buscarla; quando sea necesario, si se
hace critica de la tal historia, ò Chronica inedita, se apuntará del mismo modo en brebe
resumen para venir en conocimiento de la tal obra paradero, y credito que ha merecido,
pero esto solo se dira, quando el Autor que se esta extractando lo trae, y no en otra
manera, como que aquí se desea saber lo que ay en aquella obra, y no lo que debía aver”.
Un segundo grupo de obras históricas son las ya publicadas, de las que “se cita algun
manuscrito original, se anotará del mismo modo todas las circunstancias que van
especificamente sobre las meditas, por si ocurriere variante de lección, y otra dificultad,
para confrontarla ò consultarla. Los escritores de Geografías, conventos juridicos,
diptilas, ò cathalogos de Obispos, libros de regla o tumbos, martiriologios, calendas (que
son la lista de los suetos que mueren en las religiones o Yglesias), y finalmente Breviarios
antiguos, que se hallen allí citados y fueren inéditos ò poco conocidos, se incluirán en las
noticias del extracto igualmente. Y asi se explica alguna voz, usanza ò costumbre, trage,
armas de los antiguos, se dará breve noticia; como que esto pertenece à la Geografia y
descripción de los pueblos y sus maneras. Aquí pertenecen todos los ritos antiguos”.
Un tercer grupo estaría compuesto por las historias fabulosas, sobre las que
Campomanes dice que “siempre que se tropieze con alguna de estas se anotará con
cuidado, por lo que contribuie su puntual noticia, para descubrir el origen de las fabulas
enpotradas en la Historia. Por ejemplo, los romances de Gesta, que introdugeron las
patrañas de Carlo Magno, y de los doces pares en nuestra historia, como asegura la
Chronica General, que los critica. en esta clase van incluidos todos los Chronicones
supuestos, para no olbidar extraer qualquier noticia concerniente à saber el impostor,
tiempo, fin o patrocinio, con que los fingió, y quien le ayudó”987.
Este proyecto también preveía la obtención de noticias y documentación de las actas
públicas, diplomas y privilegios988, que por estar fuera del objeto de este trabajo de
investigación no vamos a pasar a detallar.

987
Campomanes, op. cit. 157 (1753), fol. 4-6.
988
Campomanes, op. cit. 157 (1753), fol. 6-7.
418
Figura 116. Plan original del Códice Anticuario de Pedro Rodríguez de Campomanes (1753).

A la hora de extractar la documentación, el propio Campomanes hizo la siguiente


advertencia, “quando en algunos monumentos no hallen character ò señal chronologica,
seguirán la cronología respecto à la nación, a que pertenecen estos monumentos. Primero
podrá las medallas desconocidas españolas, y aun inscripciones, que ya se han encontrado
de esta clase, de que he visto una en poder del Padre Flórez. Luego las punicas, tras de
estas la Griegas, luego las Romanas, inmediatamente las Arábigas, y finalmente las de
estos últimos tiempos en la lengua española, y demás dialectos de este idioma”.
El proyecto fue presentado a la Academia en la Junta de 19.10.1753 (FIGURA 116)
cuando “el Sr. Censor leyó un papel formado a fin de que por todos los Sres. Académicos
se trabaje en el reconocimiento de Autores, ya de obras inéditas ya publicadas”,
informando de “las obras, sus particularidades, los Autores y privilegios, las
inscripciones, monedas, … [y] quedando en traer la distribución del método en un breve
plan”989. El 26.10.1753, Pedro Rodríguez de Campomanes “entregó el Plan del Método
formado para los apuntes que se han de hacer para el reconocimiento y lectura de
Autores, distribuidos en nueve clases, según se “acordó en la anterior junta”, tomando la
decisión los asistentes de tirar “copias para que todos los Sres. tengan [un] ejemplar a

989
ASRAH 19.10.1753; cfr. Campomanes, op. cit. 157 (1753), fol. 8.
419
mano”990. En Noviembre de 1753, “se repartieron los planes impresos de la Distribución
del Extracto de Monumentos, que por clases se deberá observar en el que se haga de estos
libros históricos, que formó el Sr. Censor, cuyo coste fue de 40 reales de vellón, tirándose
100 ejemplares”991.
Esta idea era contrapuesta a las tesis oficiales defendidas por la propia Academia de la
Historia, que había apoyado, a través de su director Agustín de Montiano y Luyando, a
Luis José Velázquez de Velasco y Cruzado en su proyecto de las Antigüedades de España,
que, como ya hemos indicado en varias ocasiones, fue aprobado el 2 Noviembre de 1752
por Fernando VI.
Según estas tesis oficiales, una “colección general de todos los monumentos antiguos
de España no se podía hacer con solo el trabajo de entresacar las ya publicados de los
libros impresos, por que ni se habían impreso todos aquellos monumentos de que había
noticia, ni había noticia de otros monumentos que se hallaban esparcidos en diferentes
pasajes y como sepultados entre las minas de los antiguos pueblos, en los gabinetes de los
curiosos y en los archivos, bibliotecas antiguas, ni los pocos que se habían publicado
estaban copiados con la mayor exactitud. Así era preciso reconocer de nuevo los ya
publicados, recoger los demás que no habían sido impresos y formar de todos ellos una
amplia y exacta colección. Por otra parte, estos monumentos no podían ser entendidos sin
un perfecto conocimiento de la Geografía del antiguo País, en que acontecieron los
sucesos, a que ellos se refieren”992.
Finalmente el proyecto no se llevó a cabo, por las dificultades que entrañaba su
ejecución, no sólo por la cantidad de documentación a consultar, sino por que en aquellos
momentos la Real Academia de la Historia se encontraba inmersa en otro proyecto de
idénticas características.
Miguel Ángel Ladero Quesada, considera que este proyecto de Pedro Rodríguez de
Campomanes representó el primer intento de realizar una Colección Diplomática
Española, que no llegó a buen puerto. Sin embargo, la idea no quedó en el olvido, y prueba
de ello fue que Campomanes consiguió de la Real Academia de la Historia la aprobación
de la Instrucción de 8 de Agosto de 1755 que forma la Academia sobre el uniforme método

990
ASRAH 26.10.1753.
991
ASRAH 02.11.1753, puede verse ejemplares de la misma en ARAH 11/9379.
992
Velázquez, Cartas ... op. cit. 174, 141-143.
420
de sus individuos en la cédulas para el Índice Universal Diplomático de España993, que no
estudiaremos aquí puesto que no incluye aspectos arqueológicos en la misma, ya que
únicamente se centró en los documentos existentes en los archivos eclesiásticos y civiles.

3.- La Colección Lithológica de la Real Academia de la


Historia.

La Colección Litológica o de las Inscripciones de España es uno de los principales


proyectos llevados a cabo por la Real Academia de la Historia, que comenzó bajo la
dirección de Agustín de Montiano y Luyando y que continuó, no sin diversos altibajos e
interrupciones hasta el siglo XIX. En suma lo debemos considerar como el precedente del
Corpus de Inscriptionum Latinarum, elaborado para el caso de Hispania por Emil Hübner
con la colaboración de varios académicos.
La idea original partió del censor Martín de Ulloa y de la Torre Guiral, quien en 1750
presentó una Proposición a la Academia sobre la forma de organizar una colección
completa de Inscripciones de España994, en la que defendía “las utilidades del estudio de
las inscripciones y medallas” para el Tratado de la Cronología para la Historia de
España. Ulloa consideraba imprescindible el reparto entre los distintos académicos de
aquellos autores que en sus obras incluyesen inscripciones y lápidas antiguas, así como las
obras de los escritores antiguos griegos y romanos para que se fueran extractando y así ir
formando dicha colección, basada en obras ya publicadas995.
Pero el proyecto también quedó paralizado en 1751 con su marcha a Panamá, por lo
que la Academia apoyó, en 1752, el proyecto de Luis José Velázquez de Velasco y
Cruzado, de realizar un viaje literario, ya estudiado anteriormente, donde compendió una
gran cantidad de epígrafes, reunidos en un opúsculo titulado Apuntes para un Corpus

993
ASRAH 08.08.1755; ARAH 3/7039 y 11/8360; AHN Estado. Leg. 4819; cfr. Ladero Quesada,
Campomanes Medievalista”, en Anes, op. cit. 177 (2003), 69-72 y 113-116; Álvarez Requejo, F., El Conde
de Campomanes, su obra histórica (Oviedo 1954), 100 y 152-153. Este nuevo proyecto de 1755 se centró en
una Colección Diplomática, basada exclusivamente en documentos escritos y que comprendería las
“donaciones reales, tratados de paz, alianza, tregua, neutralidad, declaración de guerra, desafío,
casamiento, capitulaciones, bulas, contratos de señores, comunidades, testamentos y todo instrumento
notable antiguo, Cortes, Concilios, Fueros de Ciudades, Estatutos de Órdenes Militares y otros semejantes”.
994
ASRAH de 13.03.1750 y 20.03.1750; cfr. Mora, op. cit. 11 (1998), 40 y 67; Maier Allende, op. cit. 80
(2002), 17; Abascal y Gimeno, op. cit. 177 (2000), 14; Almagro-Gorbea y Maier, op. cit. 80 (2003), 4.
995
ASRAH de 02.10.1750 y 09.10.1750.
421
Inscriptionum Hispanicarum996, y cuya novedad principal residía en el cotejo con los
originales de los epígrafes contenidos en dicha obra.
A partir de estos momentos, llegaron a la Academia numerosas noticias sobre nuevos
hallazgos, disertaciones o recopilaciones efectuadas por diversos eruditos, que en el caso
andaluz están representados por los envíos de Luis Germán y Ribbón y José Cevallos y
Ruiz de Vargas desde Sevilla997, los de Antonio Mateos Murillo sobre nuevas
inscripciones halladas en Jerez de la Frontera998, o los de Sebastián del Castillo y Ruiz de
Molina sobre el hallazgo de una inscripción romana en Campofrío (Huelva)999.
Precedente es el “Códice Anticuario” o “Colección de Monumentos”, presentado en
1753 por Campomanes, y que se basaba en la recopilación de las inscripciones existentes
en las obras publicadas, lo cual iba en contra de lo sostenido por la Academia al apoyar el
proyecto de Velázquez, que defendía el cotejo de las inscripciones conocidas con sus
originales. Sin embargo, un hecho que marcará el futuro personal e investigador de
Velázquez, así como el devenir de la Colección Lithológica, fue la destitución de Zenón de
Somodevilla, Marqués de la Ensenada, el 20.07.1754, como resultado de la lucha entre la
facción anglófila y la francófona existente en el seno del gobierno de Fernando VI. Ello le
acarreó a Velázquez, según la Orden de 08.02.1755 firmada por el Conde de Valparaíso, la
pérdida de la pensión asociada a su proyecto1000, a pesar de que contaba todavía con el
apoyo de Agustín de Montiano y Luyando.
Tras este suceso, la figura y los trabajos de Velázquez fueron cada vez más
cuestionados en el seno de la Academia, y prueba de ello es la Representación del Sr. Don
Pedro Campomanes a la Academia sobre la formación de una Colección de Inscripciones,
firmado el 09.05.17551001. Este nuevo proyecto, que era una reiteración parcial del ya
presentado en 1753, perseguía la finalidad de realizar una “colección de inscripciones,
epitafios y otros letreros de qualquier tiempo, carácter y lengua que se hallasen” en todo
el país, para que así tuviese “la Academia a mano todas las inscripciones pertenecientes a

996
ARAH. Mss. 9/4155; Mora, op. cit. 11 (1998), 67; Almagro Gorbea, op. cit. 177 (2003), 150-151.
997
Germán y Ribbón, Luis y Cevallos y Ruiz de Vargas, José, Inscripciones de Sevilla enviadas por D.
Luis Germán y Ribón y D. José Cevallos a la Academia de la Historia (Sevilla 1750-1752). ARAH. CAI-
SE/9/3940/2.
998
Informe de 28.06.1753. ARAH. CAI-CA/9/3940/2(2).
999
ARAH. CAI-HU/9/3940/1.
1000
Oficio de fecha 08.02.1755 remitido por el Conde de Valparaíso a Agustín de Montiano y Luyando.
ARAH. Mss. CAG/9/7980/5(57); Almagro-Gorbea, op. cit. 177 (2003), 153-155.
1001
ASRAH 09.05.1755; Campomanes, op. cit. 177 (1755), trascrito por Gil, L., Campomanes un
helenista en el poder (Madrid 1976), 165-170, Canto, op. cit. 177 (2003), 44-49.
422
su instituto en un Cuerpo de obra y puedan los Yndividuos consultarlas en ella para
quanto se les ofrezca”1002. De estas palabras se deduce que realmente se trataba de un
proyecto para el uso exclusivo de la Academia, sin que existiese una voluntad real de
publicar los resultados.
En primer lugar, la representación hace una reflexión sobre la importancia de las
inscripciones para el conocimiento de la Geografía Antigua y de la Historia de Nación,
cuyos textos vienen complementados por las monedas1003.
Para formar este proyecto, Campomanes se basa en dos fuentes exclusivamente. “La
una es los mismos pueblos y lugares en que están fijadas, reconociéndolas y copiándolas
en ellos con toda la puntualidad de letra, tamaño, distinción de renglones, estado de
conservación, calibre de la piedra o metal en que esté grabada y si está esculpida o de
relieve, dimensión y figura de la piedra o metal, y especie de ella, sin más prólogos ni
rodeos.
La otra consiste en los colectores de inscripciones, como Grutero, Rodrigo Caro,
Morales, Muratori y otros muchos que hicieron particular estudio en juntar las
inscripciones. Las historias de las ciudades de España tienen muchas que, extractado el
hallazgo de ellas y copiada la inscripción, harían un fondo muy considerable para la
misma colección”.
En ambos casos, Campomanes propone que este trabajo debería ser encargado “a los
Académicos de cada provincia, pues al tiempo de hacerles adquirirían noticias para
cotejar estas copias de las inscripciones impresas con las mismas piedras originales”, para
quienes “siendo inédita la inscripción, podía tener cierto premio honorario a imitación de
las Cédulas de voces de la Academia Española”1004.
Pero en esta “colección universal de inscripciones pertenecientes a España y sus
Dominios” se descubren algunas incongruencias. Por ejemplo, Campomanes critica al
coleccionismo epigráfico que hasta entonces se había realizado en España, por la
existencia de “dos defectos generales que tienen trascendencia a todas estas colecciones.

1002
Campomanes, op. cit. 177 (1755), fol. 7; Huerta, op. cit. 7 (1796), XLII.
1003
Esta dualidad inscripción-moneda consideradas fuentes complementarias, también puede observarse
en el discurso de ingreso de Tomás Andrés de Gusseme en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras,
vid. Gusseme, Tomás Andrés, Discurso sobre Arqueología (1756) BCC. Mss. 59-6-26 (23). Muy
posteriormente volverá a ser defendida por Cándido María Trigueros en su ingreso en la Real Academia de la
Historia en 1792,vid. Trigueros y Luján, Cándido María, Discurso de recepción: importancia de la Epigrafía
y Numismática para el estudio de la Historia (1792). ARAH. Mss. 11/996 (28), reproducido por Aguilar
Piñal, Fco., El académico Cándido María Trigueros, 1736-1798 (Madrid 2001), 144-148.
1004
Campomanes, op. cit. 177 (1755), fols. 8-9.
423
Uno es omitir muy de ordinario el sitio determinado en que se halló la inscripción, la
forma en que se conserva, el orden de sus caracteres, la puntualidad de copiarla renglón
por renglón, y prevenir todas aquellas menudencias de tamaño y adorno que afiancen la
antigüedad y certeza de estos monumentos, y den luz por la topografía de su hallazgo para
dar alguna combinación importante.
El otro consiste en que estos colectores no ordenaron las inscripciones ni por clases,
ni por series de provincias, ni por cronología u otro sistema concertado, y que facilitase su
uso, contentándose con amontonarlas en sus obras sin orden ni método”1005.
Pero a pesar de estas críticas, reconoce la labor desarrollada por algunos coleccionistas,
como el caso de “Pedro de Villa-Cevallos nuestro académico honorario en Córdoba
[quien] tiene un lapidario antiguo y mucho uso en la lectura de estas inscripciones: sería
muy provechoso que nos remitiese una relación y copia de las inscripciones, al tiempo que
se le encargasen las del reino de Córdoba”1006, a quien considera como un modelo a
seguir en la formación de una colección.
Para llevar a cabo este trabajo, Campomanes propone que, inicialmente, se “encargase
a algún individuo de la Academia esta colección en forma de turno y trabajo ordinario,
para que, leyéndose de tiempo en tiempo en la Academia, echase en ella raíces sólidas el
estudio de las inscripciones, y su perfecto manejo, lectura, genio y uso”. Este miembro de
la institución “Lo primero que debería hacer a mi entender el encargado, sería formar una
Biblioteca o Catálogo por orden de tiempo, de los autores propios y extraños que
emprendieron colección universal o particular de inscripciones.
Lo segundo, quiénes fueron los que prescribieron reglas para ponerlas en uso,
consultando el thesauro de las antigüedades griegas, y el de las romanas, y sobre todos a
nuestro Morales en su discurso de las antigüedades”1007.
Esto supone un paso atrás en la epigrafía respecto al proyecto de Valdeflores, en el que
primaba la “epigrafía de campo” frente a la “epigrafía de papel” que defiende
Campomanes, debido a los errores y falsificaciones que ello conllevaría. Además, ésto se
vería agravado por la inexistencia de un método que sirviera para diferenciar los epígrafes
verdaderos de los falsos, que quedaría al criterio subjetivo del académico de provincias,
convertido en un mero “recolector” de datos.

1005
Campomanes, op. cit. 177 (1755), fols. 3-5.
1006
Campomanes, op. cit. 177 (1755), fol. 12; citado por Gascó, op. cit. 850 (1993), 26; Beltrán Fortes,
J., “Introducción”, en Beltrán y López, op. cit. 63 (2003), 14.

424
El modelo a seguir en el ordenamiento de las inscripciones, debía ser el orden en su día
adoptado “para la colección de Medallas de España [que] di por escrito al Sr. [Miguel
Pérez] Pastor”1008.
Las primeras inscripciones a tener en cuenta son las denominadas “desconocidas”, que
son “descubiertas en número considerable [y de las que] podíamos esperar más luces para
averiguar nuestros orígenes por la mayor extensión de las inscripciones, según la
diferencia que hemos propuesto de medallas a inscripciones. Acaso por este medio se
resolverá el problema de los caracteres desconocidos de nuestros mayores, pudiendo las
combinaciones tener más dilatación sobre las inscripciones, que sobre el corto recinto de
las medallas”.
Para la programación del estudio de estas inscripciones en caracteres desconocidos,
Campomanes no tenía en cuenta la publicación de Luis José Velázquez de Velasco, su
rival intelectual, de su obra Ensayo sobre los Alfabetos de letras desconocidas que se
encuentran en las más antiguas medallas y monumentos de España (Madrid 1752), basado
en las leyendas monetales de las cecas hispanas prerromanas.
A continuación, vendrían las inscripciones fenicias, definidas como “rarísimas, pero yo
no dudo que en España haya muchas habiendo aquella Nación tenido un tráfico muy
considerable en España con motivo de sus minas y muchas Colonias; y no es posible
dejasen de poner monumentos de su estada acá, así como las dejaron en las medallas. La
escasa luz que la historia nos da de estos Pueblos, solo desenterrando estos monumentos
de España, y en el África, puede ilustrarse con alguna determinación. Lo exótico de sus
caracteres y de las desconocidas ha desviado a los más de recogerlas no creyendo muchos
que fuesen letras, o despreciándolas por extraordinarias, privándonos por este abandono
de unos auxilios que son el ultimo recurso que nos había quedado para este ramo de
historia”1009.
El estudio de las inscripciones fenicias, y por añadidura púnicas, representa una
novedad respecto a la Instrucción de 1752 y al Códice Anticuario de 1753, que
comenzaban con las inscripciones griegas, olvidando completamente las de épocas
anteriores. La explicación de su inclusión la encontramos en los trabajos de Campomanes

1007
Campomanes, op. cit. 177 (1755), fols. 10-12.
1008
Campomanes, op. cit. 177 (1755), fol. 14. Miguel Pérez Pastor y Molleto (Guadix 1721- Madrid
1763), realizó el primer Catálogo de las Medallas de la Academia. 2 Vols. ARAH. GN, Leg. 17/nº 9/1759,
institución en la que ingresó como Correspondiente en 1753, siendo nombrado en 1763 su primer Anticuario;
cfr. Almagro-Gorbea, op. cit. 178 (1999), 121-122.

425
sobre los cartagineses, en los que analizaba la presencia de estos en la Península Ibérica, y
que verán la luz en 17561010.
Continúa Campomanes su representación con las inscripciones griegas, coetáneas de
las fenicias, “pues Zacyntios [y] Phocenses … en varias transmigraciones dejaron en
España e islas adyacentes un numero considerable de colonias … Por las inscripciones
hasta aquí descubiertas Griegas poco sabemos, y no es a mí entender por que no las haya,
sino por la incuria de no aver cundido aun el gusto de estas antiguallas a nuestros
mayores, aterrados muchos de la sátira con que Saavedra en su Republica Literaria
ridiculiza a los desenterradores de antigüedades, por no decir que el poco conocimiento
de la lengua griega sea la causa”.
Tras llamar la atención sobre las inscripciones de los celtas, que no entran en el cuerpo
de este trabajo de investigación, Campomanes centra su atención sobre las inscripciones
romanas que “son muy conocidas y el tratado de antigüedades del docto y diligente
Ambrosio de Morales las da a conocer y distingue varias clases, y usos a que nos
remitimos”1011.
Igualmente analiza la importancia de las monedas y epígrafes del antiguo Reino de los
Suevos, como únicas fuentes para conocer la historia de este pueblo germánico. Ademáso,
prestó gran atención por las inscripciones visigodas, escritas en caracteres latinos, y sobre
“las que podría formarse otra serie muy dilatada, en la mayor parte perteneciente a
nuestra religión”1012.
También mostró un gran interés por “los Árabes [quienes] dejaron en letra cúfica un
numero inmenso de inscripciones. Ya tiene la Academia noticia de muchas que se han
interpretado y leído en ella, y formaran una serie que de muchas luces a la historia”1013.
Este interés de Campomanes por el árabe, idioma que aprendió con Casiri entre 1748 y
1751, se debe a la traducción parcial del tratado de al-Awwa-n1014 sobre agricultura,
conservado en la Biblioteca de El Escorial, que pensaba incorporar a la traducción de la
obra de inglés Thull sobre agricultura.

1009
Campomanes, op. cit. 177 (1755), fols. 14-15.
1010
Rodríguez de Campomanes, Pedro, Antigüedad marítima de la república de Cartago en el Periplo
de su general Hannón, traducido del griego e ilustrado por... Imprenta Antonio Pérez de Soto (Madrid
1756).
1011
Campomanes, op. cit. 177 (1755), fols. 15-18.
1012
Campomanes, op. cit. 177 (1755), fols. 18-20.
1013
Campomanes, op. cit. 177 (1755), fols. 20-21.
1014
Se trata de Abu-Zakairi al-´Awwa-n, escritor sevillano de finales del siglo XII. El tratado fue

426
El estudio del árabe y de la investigación y recopilación de las fuentes y vocablos
musulmanes se relaciona, como ha puesto de manifiesto Gonzalo Anes, con la utilidad que
podrían brindar los tratados árabes “para mejorar la labranza y crianza en España”, pues
Campomanes sostenía que “los labradores de la Península, especialmente de las
provincias meridionales e islas adyacentes” podrían mejorar sus cultivos “y restablecerlos
en el pie floreciente” que habían tenido “en tiempos de los moros”, para de estar forma
terminar con los problemas agrarios del país1015.
En este punto merece centrarnos un momento en la figura de Michel Gharcieh al-
Ghaziri, conocido en nuestro país como Miguel Casiri de Gartia (Trípoli 1710, Madrid
1791). Eclesiástico sirio maronita, profesor de siríaco, árabe y caldeo en Roma, fue
llamado en 1748 a Madrid, donde en 1749 fue nombrado, por decreto de Fernando VI,
bibliotecario en El Escorial, formando el índice de los códices arábigos existentes en dicha
biblioteca, que publicó bajo el título de Biblotheca Arabico Hispana Escurialensis.
(Madrid 1760-1770). Fue nombrado además intérprete durante la visita del embajador
marroquí al-Ghazzal y traductor de las inscripciones árabes del proyecto de Antigüedades
islámicas de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, así como de las notas
diplomáticas y correspondencia particular entre los monarcas de España y Marruecos,
durante la guerra de 1774-1775. La llegada de Casiri a España viene avalada por la minoría
ilustrada que detenta el poder y que, en su afán por modernizar el país, quiere revisar la
historia de la nación, para lo cual se hace necesario también la búsqueda y valoración del
pasado islámico1016.
La epigrafía medieval cristiana y bajomedieval de los distintos reinos peninsulares,
incluido Portugal, también tienen cabida en el proyecto, encargándose a los
correspondientes de provincias la recopilación de estas inscripciones.
Este proyecto de Campomanes fue remitido a Tomás Andrés de Gusseme, para que
formase “una biblioteca de los Autores donde se hallen las publicadas, con la instrucción
que se deberá seguir para la práctica de este encargo”1017. Gusseme presenta a la
Academia el 24.07.1755 un plan de trabajo titulado Traza, método y distribución para una

publicado finalmente por José Banqueri, con el título Libro de la agricultura (Madrid 1802).
1015
Almagro-Gorbea, op. cit. 177 (2003), 144; Anes, G., “Don Pedro Rodríguez de Campomanes,
Director de la Real Academia de la Historia”, en Anes, op. cit. 177 (2003), 361-362; González, M., “El
Conde de Campomanes ante la modernización del Antiguo Régimen”, en Anes, op. cit. 177 (2003), 191-201.
1016
Fernández, P., “Expediente personal de Miguel Casiri en la Biblioteca Nacional”, Al-Andalus
Magreb IV (1996), 106; Justel Calabozo, B., “Miguel Casiri, impulsor del orientalismo español”, Colloque
International La Civilisation d´Al-Andalus dans le temps et dans l´espace (Cádiz 1993), 17-28.

427
Colección General de inscripciones antiguas de España, con la Bibliotheca de los
Authores, que deben examinarse y consultarse para su formación1018, que fue leído en la
Junta de 25.07.1755, y completado por una Addicion a la Bibliotheca de escritores de
antigüedades de España, firmada por el propio autor el 25 de Septiembre de 1755.
Según este documento, el objetivo del mismo era cumplimentar el plan trazado el 9 de
Mayo de 1755 para la creación de una “general y exacta colección de inscripciones y
lápidas antiguas de España”, necesaria “para el adelantamiento de los grandes proyectos”
en que se hallaba inmersa la Academia de la Historia. Denomina este trabajo como
“Epigrammatographia, y es una de las especies, en que se divide la Archeographia o
scientia monumetorum antiquorum, la cual comprende otras inferiores, según la materia a
que se dirigen, como estatuas, monedas, tablas y otras”1019.
Esta labor de formar una colección “universal, exacta y correcta”, según el propio
Gusseme, no era una cosa novedosa, pues ya existían numerosos antecedentes. El más
antiguo se dio Grecia, donde durante el reinado de Ptolomeo Epifanés, cuando “adelantó
en recoger inscripciones griegas el célebre Polemon”, al que siguieron las recopilaciones
de “las Atticas Philocoro Atheniense, las Thebanas Aristhodemo y los epitaphios de toda
Grecia Neptolemo Pariano, pero de ellas nada pasó a la posteridad”.
Otro ejemplo sería la idea del Papa Nicolás V, quien en el Siglo XV “echo los
cimientos del grande edificio de la colección de estas memorias, remitiendo a varias
ciudades del orbe, con buena ayuda de costa a Ciriaco Anconitano, hombre reputado,
profundamente erudito, y versado en estas antigüedades, y en efecto viajando por Italia, la
Iliria, la Grecia y otras provincias formó de resulta un volumen de las inscripciones que
reconoció en esta peregrinación”1020, al que siguieron pronto otros muchos autores
italianos y europeos, cuyos nombre y obras recoge Gusseme en su disertación.
En España, esta recopilaciones no pasaron desapercibidas entre los eruditos del
momento, quienes también formaron sus propias colecciones de inscripciones, entre los
que destaca, en relación a los epígrafes andaluces, Nicolás Antonio, Ambrosio de Morales
y Antonio Agustín en el siglo XVI, y el Padre Martín de Roa y Rodrigo Caro, ya en el
siglo XVII. Como reconoce Gusseme, “el objeto de la Historia es la averiguación de la

1017
ASRAH 09.05.1755.
1018
ASRAH 25.07.1755; Gusseme, op. cit. 177 (1755); cfr. Remesal Rodríguez, op. cit. 177 (1998), 223,
nota 6.
1019
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fols. 1r-1v.
1020
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fols. 3r y ss., cfr. González Fernández, J., “Historiografía epigráfica
428
verdad y determinación de los hechos, a quienes ha seguido la sucesión de los siglos, y
afianzar sus narraciones con documentos tan fuertes, que cierren la puerta a las
impugnaciones”. Estos documentos serían las inscripciones, a las que Gusseme define
como “testigos vivos, que deponen con firmeza hechos y sucesos de quince, veinte o más
siglos de antigüedad. Son los instrumentos originales, que intervinieron al tiempo del
acontecimiento. Dan nuevo espíritu a los héroes, o personajes, a cuya memoria se
dedicaron”1021.
Además para Gusseme la falta de una colección de inscripciones “es un reparo que
infama la literatura de la Nación, y entretanto los extranjeros culpan nuestro descuido y
pereza”. Para evitar este hecho, Gusseme divide su proyecto en cuatro grandes apartados:
I) como ya había defendido Campomanes, el contar con “una Bibliotheca o
Cathalogo de los Authores, en cuyas obras puedan encontrarse las inscripciones que ha de
comprender la colección proyectada”1022, es un paso previo y necesario a la realización
del proyecto.
II) A continuación, vendría la propia “recolección o apuntamiento universal de
todas las inscripciones, que son asunto de esta obra, entresacando las de autores, o libros,
de manuscritos, noticias y apuntaciones”, que únicamente se refieran exclusivamente a
España.
Para llevar a cabo esta recolección, Gusseme establece una serie de reglas básicas a
tener en cuenta, y que resume en los siguientes puntos1023:
1º) Al objeto del proyecto, deben considerarse válidas o útiles “todas las
inscripciones, que hayan tenido su colocación en España, sean dedicaciones, aras, cipos,
o sepulcrales, miliarios, rotos o de otro cualquier asunto”.
2º) Igualmente, en cuanto a la cronología de las inscripciones “que de estas no se
exceptúen las desconocidas, las fenicias, las hebreas, ni griegas, de que se tengan noticia,
ni algunas árabes, que contengan particular apreciable, porque habiendo muchas de este
idioma y carácter, se ha verificado que las más contienen asuntos ridículos o vanos títulos
e imprecaciones, de que tan frecuentemente usaron y usan los mahometanos”.

andaluza (siglos XV-XVI), en Beltrán y Gascó, op. cit. 58 (1993), 63-84.


1021
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fol. 6v.
1022
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fol. 7v.
1023
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fol. 8v-10r.
429
3º) En cuanto al tipo de soporte material, “que no se haga diferencia de la
materia en que estuvieren incisas, sea piedra, lámina de cobre, plomo u obra apta para el
caso”.
4º) A pesar de lo dispuesto en la regla primera, también deberían incluirse, como
ya hiciera Nicolás Antonio en su Bibliotheca Vetus, aquellas inscripciones que “aunque
situadas en otros parajes o países, contienen memorias de Provincias, Pueblos, Personajes
y Héroes célebres en la Historia de España”. En este punto, se adelanta en varios años a lo
dispuesto por Juan Francisco Masdeu en su Colección de Inscripciones de España, sobre la
que trataremos en otro apartado de esta tesis doctoral.
5º) También deberían incluirse en el objeto del proyecto, aquellas inscripciones
que estuviesen “declaradas o impugnadas por apócrifas”, aunque en este caso se deberían
incluir también “las noticias y fundamentos que persuadan el partido más verosímil. En
este punto darán mucho que hacer las antiguas láminas del Granada, y las que
actualmente se dice haberse descubierto y que tienen suspenso del juicio de los sabios”.
Sobre este punto concreto de las antigüedades granadinas, Gusseme escribiría en 1760 una
obra en la que defendió la falsedad de los documentos descubiertos.
6º) Este proyecto no se ceñían “solamente a las romanas”, sino que en él
también tendrían cabida “las góticas y las que existen del tiempo de la cautividad
mahometana pertenecientes a cristianos y mozárabes, de que hay algunas curiosas y
apreciables, y de las que son de la edad posterior del principio de la restauración hasta el
presente, solamente las inscripciones de los sepulcros de personas reales, y varones, y
hechos notables”.
7º) La inclusión es este proyecto de los epígrafes procedentes de las Islas
Baleares, Portugal y Algarve, estos dos últimos por pertenecer a la antigua provincia
romana de Lusitania.
8º) Las inscripciones “truncadas o consumidas en su mayor parte” también
deberían recogerse por que “son memorias venerables”, si bien en estos casos deberían
transcribirse “lo que de ellas pueda percibirse, excusando su interpretación y evitando
introducirse a conjeturas sobre ellas”.
A partir de estas premisas, Gusseme establece el siguiente método para la recopilación
de las inscripciones, en la que deberían participar todos los académicos. Lo primero “será
hacer los extractos en dos columnas, poniendo en la primera la inscripción, como se
hallare, y en la segunda la misma sin notas, y en letra cursiva”.
430
A continuación al “pie de cada inscripción se podrá poner una nota de los autores de
donde se sacare; si se ha cotejado o no; la noticia de su existencia o estado en que se
halle; la de la calidad de la piedra original; su figura o fábrica; su extensión geométrica
de longitud y latitud; y todas las otras advertencias que califiquen más la puntualidad; y si
no existiese se presentará también así, apuntando la diligencia que se hubiere aplicado
para hallarla”1024.
Gusseme, al establecer su método, es consciente de las duplicaciones y repeticiones
que surgirán durante el extracto de los libros, pero ello realmente sería beneficioso para “el
cotejo y la confrontación de unas con otras, y fácilmente se anotarían las variaciones, y
[así] podría tomarse el partido más seguro o más prudente”1025.
Respecto a los problemas que podrán plantear las inscripciones prerromanas y fenicias,
dada el desconocimiento de estas lenguas para su interpretación, Gusseme adopta la
decisión de esperar “hasta que se produzcan efecto las tareas de nuestro académico el Sr.
Luis José Velázquez, tan íntimamente aplicado a este penoso estudio, o las fatigas de otros
sabios [en] este ignorado camino”.
Sobre las inscripciones arábigas, Gusseme, al no considerar difícil su interpretación,
decide recopilar “solamente aquellas que contengan alguna particularidad notable, como
llevo supuesto, consiguientemente vendrá con cada una su traducción, [si bien] la
dificultad que estas pueden hacer para darlas otra prensa es un nuevo motivo para incluir
muy pocas en esta colección”1026.
III) Cotejo con los originales, si existiesen éstos, o la confrontación de las noticias
dadas por unos autores con otros. El objetivo de este segundo apartado era confirmar “la
entera puntualidad, nota de configuración, mensura de lápidas, advertencia de fábrica y
calidad de la materia”1027, tareas en las que Gusseme, siguiendo las palabras de
Campomanes, considera que deberían participar las académicos dispersos en las
provincias.
IV) El último punto del proyecto sería la “interpretación llana y sencilla de las
notas, y de todo el contexto de las lápidas e inscripciones de España”, pues “al mismo
tiempo que se copien con puntualidad”, también deberían “sacarse la interpretación de los
autores”, aunque en el caso de faltar esta circunstancia “puede dedicarse la erudición de

1024
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fol. 14r-14v.
1025
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fol. 11r.
1026
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fol. 14v-15v.

431
los [propios] académicos”. Según Gusseme, “esta interpretación … debe reducirse a
extender por entero la inscripción, como si se leyese sin notas, ni abreviaturas y no
más”1028.
A este proyecto, y tal como se le había solicitado, Gusseme acompañó una biblioteca
de los autores de donde debían extractarse las inscripciones para la correcta realización del
plan. Aunque la lista es bastante amplia, nosotros hemos optado por incluir exclusivamente
aquellos libros sobre epígrafes y monedas que manejaban los eruditos andaluces, según
manifiestan en su correspondencia, o bien aquellos otros en los que se recogen
inscripciones de Andalucía, remitiéndonos al resto de la bibliografía al manuscrito original
de Gusseme.
Esta biblioteca, según el plan original de Gusseme, estaba dividida en cuatro grandes
grupos o clases:
Iª) Escritores de antigüedades romanas y de otros reinos y partes del Orbe1029,
entre los que incluye a los autores italianos, que “han dado al público sus trabajos”, y a las
colecciones generales de inscripciones.
Así, se incluyen la obra de Jacobo Stratta, titulada Epitome thesaurum antiquitatum
(Lyón 1555), la de Humberto Golitzio, titulada Fasti magistratuum et triumphorum
romanorum (Brujas 1566), la de Antonio Agustín Diálogos de medallas e inscripciones
(Tarragona 1575), la de Onophrius Panvinius, titulada Fasti et Triumphi Romanorum a
Romulo Rege usque ad Carolus V (Venecia 1557), la de Jano Grutero Inscriptiones
antiquae totius orbis Romani in corpus absolutissimum redactae (Heidelberg 1603), la del
Padre Jean Hardouin, titulada Caii Plinii Secundi Historiae naturalis libri XXXII. Quos
interpretatione et Notis Illustravit Joannes Harduinus (Paris 1723), la del Padre Antonio
Pagi titulada Critica Histórico-Chronológica in Universos Annales Ecclessiasticos Casaris
Cardinalis Baronis (1525), las obras del sevillano Nicolás Antonio Bibliotheca Hispana
Vetus (Roma 1696) y Censuras de Historias Fabulosas (Valencia 1742), la obra
manuscrita de José Castelví y Alagón, Marqués de Villatorcas, que escribió hacia finales
del XVII un Tratado de los sepulcros, ritos, costumbres y ceremonias de los entierros, así
de los antiguos como de los modernos entre diferentes naciones, la de Jean Vaillant,
Numismata aerea Imperatorum et Caesarum in coloniis, municipiis et urbibus jure latino

1027
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fol. 12r.
1028
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fols. 13v-14r.
1029
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fols. 16r-22r.
432
donatis (Paris 1688), la del inglés Joannes Georgius Graevius titulada Thesaurus
antiquitatum Romanorum (Utrecht 1694-1699), las Dissertationes de praestantia et usu
numismatum antiquorum (Ámsterdam 1717) de Ezequiel Spanhemius y, finalmente, la
obra de Luis Antonio Muratori titulada Novus thesaurus veterum inscriptionum in
praecipius earundem colecctionibus hactenus praetermissarum (Milán 1739-1742).
En la Addición a la Bibliotheca de escritores de antigüedades de España1030, que
presentó el 25 de Septiembre de 1755, incluye en esta categoría las obras de Adolfo Occo,
titulada Imperatorum Romanorum numismata a Pompeio Magno ad Heraclium: quibus
insuper additae sunt inscriptiones quaedam veteres; arcus triumphales, & alia and hanc
rem necessaria (Nápoles 1579), y el Commentarius in columna rostrata C. Quillis
inscriptionem (Leiden 1597) de Pedro Chacón.
IIª) Autores que tratan de antigüedades de toda España en general1031. En este
grupo de autores, Gusseme incluye las obras del Bachiller Juan de Molina titulada
Colectáneos de las piedras de España, la de Francisco Llanzol de Romaní titulada
Colectáneos de las piedras de España (1520), la de Antonio de Nebrija titulada
Collationes antiquitatum (Sevilla), la obra del arcediano de Ronda D. Lorenzo de Padilla
titulada El libro primero de las antigüedades de España (Valencia 1669), los trabajos de
Ambrosio de Morales titulados Las Antigüedades de las ciudades de España que van
nombradas en la Crónica, con las averiguaciones de sus sitios y nombres antiguos (Alcalá
de Henares 1575) y Crónica General de España (Alcalá de Henares 1577), la obra de
Jerónimo Zurita titulada Comentario sobre el Itinerario de Antonino, la obras manuscritas
de Diego de Covarrubias y Leiva tituladas Fundación de algunas ciudades de España y
Advertencias para entender las inscripciones, el trabajo del Licenciado Andrés de Poza
titulado Antiguas poblaciones de España (Bilbao 1587), el volumen de Bernardo José de
Alderete titulado Varias antigüedades de España, África y otras provincias (Amberes
1614), la obra de Gonzalo de Céspedes y Meneses titulada Historias peregrinas con el
origen y excelencias de algunas ciudades de España (Zaragoza 1628), los doce tomos
publicados de la España Sagrada de Enrique Flórez de Setién (Madrid 1747-1755) y
finalmente el Ensayo sobre los alphabetos de las letras desconocidas que se encuentran en
las más antiguas medallas y monumentos de España (Madrid 1752) de Luis José
Velázquez de Velasco y Cruzado.

1030
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fols. 66v-77r.
1031
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fols. 22v-27v.
433
En la Addición a la Bibliotheca de escritores de antigüedades de España1032, incluye la
obra publicada por Francisco de Padilla, Canónigo de Málaga, titulada Historia
Eclesiástica de España (Málaga 1665).
IIIª) Autores que escriben de antigüedades de alguna Provincia de España1033.
En este apartado procede a dividir los autores por las provincias o reinos a los que hacen
referencia sus obras. Del Reino de Jaén incluye la obra de Gonzalo Argote de Molina
titulada Nobleza de Andalucía (Sevilla 1588), que trae “desde el capítulo 1º hasta el 16º …
todas las inscripciones del Reino de Jaén”. También incluye la obras de Francisco Rus
Puerta, titulada Historia Eclesiástica del Reino de Jaén (Jaén 1634), y la de Martín de
Ximena Jurado, titulada Anales Eclesiásticos de Jaén (Madrid 1694).
Del Reino de Córdoba, incluye solamente la obra manuscrita del licenciado Juan
Fernández Franco titulada Tratado de Antigüedades del Reino de Córdoba, que en realidad
debe ser la obra inédita denominada Antigüedades encontradas en Córdoba y en el estado
del marquesado de Priego.
Del Reino de Sevilla incluye los trabajos inéditos de Bernardo José de Alderete,
canónigo de la catedral de Córdoba, titulado Betica Illustrata, y de José Diego de Bermí y
Mendoza, mariscal de Alcalá y Señor de Benamejí, titulada así Baetica Illustrata sacro-
prophana. A estos dos manuscritos, Gusseme añade las Antigüedades y principado de la
ilustrísima ciudad de Sevilla y Chorografía de su convento jurídico o antigua Chancillería
(Sevilla 1634) de Rodrigo Caro.
IVª) Autores que escriben de antigüedades de algunos pueblos o territorios de
España1034. En este apartado incluye los principales trabajos relativos a las ciudades y
pueblos andaluces. Del Reino de Granada, incluye numerosos escritos sobre las
falsificaciones granadinas del Siglo XVI, que aquí no se expondrán por no ser objeto del
presente trabajo. Además incluye la obra del presbítero Luis de la Cueva, titulada Diálogos
de las cosas notables de Granada (Sevilla 1603), la de Bartolomé Niño Velázquez, titulada
Discurso sobre la antigüedad de Granada que quedó inédita, la de Adán Centurión y
Córdoba, titulada Información para la Historia del Sacromonte de Granada (Granada
1632), la de Francisco Bermúdez de Pedraza, titulada Historia eclesiástica de Granada
(Granada 1638), el manuscrito de Francisco Trillo de Figueroa, titulado Antigüedades de

1032
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fol. 77r.
1033
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fols. 32r-33v.
1034
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fols. 41v-47v.
434
la ciudad de Granada, la del presbítero Pedro Suárez, titulada Historia del Obispado de
Guadix y Baza (Madrid 1696) y la obra de Pascual de Orbaneja, titulada Historia de
Almería (Granada 1699).
De Málaga incluye la obra del Padre Martín de Roa, titulada Antigüedades de Málaga
(Málaga 1622), la de Pedro de Espinosa, titulada Panegírico de la ciudad de Málaga (Jerez
de la Frontera 1626), la de Agustín de Tejada, titulada Historia de Antequera, el
manuscrito de Fray Francisco de Cabrera, titulado Historia de Antequera, la obra del
licenciado Francisco Bedmar, titulado Historia y Grandezas de la ciudad de Vélez-Málaga
(Málaga 1640) y las Antigüedades de Ronda de Macario Fariñas del Corral.
Del Reino de Jaén, incluye las obras de Bartolomé Jiménez Patón, titulada Historia de
la ciudad de Jaén (Jaén 1628), la de Francisco de Bilches, titulada Historia de la ciudad de
Baena, la de Antonio Terrones, titulada Vida y milagros de San Eufrasio Patrón de
Andújar (Granada 1657), la de Luis Valera de Mendoza, titulada Historia de Cazorla, y la
de Diego de Villalta, titulada Historia de Martos.
Del Reino de Córdoba incluye las obras de Ambrosio de Morales, titulada Corduba
sive descriptio huius Vrbis, la del jesuita Alonso García, obra manuscrita titulada Historia
de la ciudad de Córdoba, las de Pedro Díaz de Ribas, tituladas De las antigüedades y
excelencias de Córdoba (Córdoba 1627) y Piedra de Córdoba que es dedicación al
Emperador Constantino Máximo ilustrada con explicaciones (Córdoba 1620), las del
Padre Martín de Roa, tituladas Antigüedades y excelencias de Córdoba (Córdoba 1627) y
Antiguo principado de Córdoba (Córdoba 1636), la de Fray Cristóbal de Castro, titulada
Historia de Bujalance y la de Bartolomé Sánchez de Feria, titulada Disertación histórica y
geográfica de su noble Villa de Castro del Río y su país seis leguas distantes de Córdoba
(Córdoba 1749).
En la Addición a la Bibliotheca de escritores de antigüedades de España1035, incluye la
obra publicada Juan Félix Girón, titulada Antigüedades de Córdoba (Córdoba 1686).
Del Reino de Sevilla, incluye los trabajos de Alonso Morgado, titulado Historia de
Sevilla (Sevilla 1587), el del Licenciado Pablo Espinosa de los Monteros, titulado La
Primera Pare de la Historia y Antigüedades de la ciudad de Sevilla (Sevilla 1627), el de
Lorenzo Ramírez de Arellano de Prado, titulado Ephemerides ad interpretationem
Romano-Hispalensis antiqui lapidis (Madrid 1634), los Anales de Sevilla (Sevilla 1699) de
Diego Ortiz de Zúñiga, el del Doctor Juan Bautista Suárez de Salazar, titulado Grandezas y

435
antigüedades de la isla y ciudad de Cádiz (Cádiz 1610), el de Fray Gerónimo de la
Concepción, titulado Emporio del Orbe. Cádiz ilustrada (Cádiz 1690), el trabajo
manuscrito de Fray Pedro de Abreu, titulado Descripción de la noble y antigua isla de
Cádiz, el trabajo inédito de Fray Esteban Rallón, titulado Historia de la muy noble y muy
leal ciudad de Jerez de la Frontera, el del Padre Martín de Roa, titulado Écija y sus Santos
(Sevilla 1629), el de Fray Juan Bautista de Arellano, titulado Historia y antigüedades de la
ciudad de Carmona (Sevilla 1628), el de Rodrigo Caro, titulado Relación de las
inscripciones y antigüedades de Utrera, el trabajo inédito de Pedro de Gamaza, titulado
Historia y descripción de la ciudad de Arcos de la Frontera y el de José Maldonado de
Saavedra, titulado Discurso sobre el nombre antiguo de Peñaflor (Sevilla 1623).
En la Addición a la Bibliotheca de escritores de antigüedades de España, incluye la
obra anónima, publicada en 1732, titulada Breve disertación sobre la fundación, nombre y
antigüedad de las dos ciudades de Sevilla, ó Hispalis, e Itálica.

Como todo proyecto que fuese a ser puesto en práctica, una vez presentado ante la
Academia, fue inmediatamente sometido a la censura de diversos académicos, a fin de
valorar los posibles errores en que incurriese. El primero que analizó el proyecto, el
29.09.1755, fue el académico numerario Miguel de Manuel y Flores, Abogado de los
Reales Consejos, quien suscribió “en todo a las reglas y método que propone, para hacer
fructuosas las tareas y encargo en la materia … para que así pueda ofrecer al público una
obra que dará a una nación tanto honor como utilidad”1036.
También en esa misma fecha, el académico numerario Francisco de Rivera,
filomatemático, profesor de los pajes del rey y secretario de la Real Casa de la Moneda,
realizó una censura sobre el proyecto, al que divide en dos partes: “una es la introducción
a la historia literaria de las inscripciones en que se da buena razón de ella, y prueba el
ingenio del Autor, y su anterior estudio en la materia de inscripciones.
En cuanto a la otra [parte] perteneciente a la Biblioteca, confieso que ha hecho el Sr.
Don Thomas uno de los más recomendables trabajos de la Academia. Pero yo no llamo
Biblioteca de Autores de inscripciones la suya, siendo como es una Biblioteca Histórica de
España”, ya que según Francisco de Rivera “el haber puesto en ella el Sr. Don Tomas

1035
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fol. 78r.
1036
Medina y Flores, Miguel, Censura a la obra de Tomás Antonio de Gusseme (1755), en Gusseme,
op. cit. 177 (1755), fols. 51v-52r.
436
muchas que no traen inscripciones no deroga su mérito, antes le añade, pues ciertamente
la noticia de los Autores de nuestra historia no es menos necesaria que la lectura de los
mismos autores. Algunos están sacados por Catálogos y Bibliotecas, que leídos dentro no
pertenecen al asunto, pero el reconocimiento que los académicos han de ir haciendo de
cada obra, rectificará la misma biblioteca”1037.
Respecto al proyecto presentado por Pedro Rodríguez de Campomanes, el censor
Rivera, manifiesta que su finalidad es “recoger estos monumentos [para que] haya
materiales sólidos con que perfeccionar nuestra historia, y sus ramos de Cronología y
Geografía, que, sin tener a la vista todos estos materiales, jamás podrá lo que se trabaja
en la Academia estar libre de tropezar en algún yerro o descuido”. También ve positivo
“las clases, a que se reducen las inscripciones de España, son muy conformes al progreso
y épocas de nuestra historia, y ordenando los individuos de las provincias sus colecciones
respectivas, hallan más de la mitad del método”, así como la inclusión de “los epitafios
reales [que] falta hacen para la cronología de nuestros reyes”.
Francisco de Rivera relaciona este proyecto de Campomanes con la obra de la
Cronología de España, que planteó en su día Martín de Ulloa, pues ambos compartían,
varios elementos comunes. El primero de ello sería que ambos proyecto habían concebido
“el reconocimiento de las notas de cronología, que se hallasen en medallas, monedas,
inscripciones, lápidas, privilegios, instrumentos y en otros monumentos de la antigüedad”.
Otro elemento común entre ambos proyectos era la necesidad de extractar los
documentos de “las obras de nuestro Autores” según un plan elaborado al propósito,
aunque este proyecto iba mucho más allá, pues su realización podía “corregir, adicionar y
determinar muchos puntos que dejó indecisos, y otros que se desentendió de ellos el Sr. D.
Martín en su obra por falta de monumentos y del auxilio que esperaba de los extractos”.
Rivera establece la necesidad de establecer una metodología unitaria para la
culminación del proyecto, que se conseguirá “entresacando de la representación del Sr.
Campomanes, de la introducción del Sr. Gusseme, y de las reglas dadas para el Índice
Diplomático”. Este documento se debería dar a la prensa, como ya se hiciera en la
Colección Diplomática, y posteriormente se distribuiría entre los Académicos, de manera
que se pudiera forma “un libro particular en donde se anoten las cedulas y sirva de guía

1037
Rivera, Francisco, Censura a la obra de Tomás Antonio de Gusseme (1755), en Gusseme, op. cit.
177, fols. 52r-53v.
437
para la economía y literario de la Académica .. fijándose de esta manera un orden estable
en la Academia”.
También ambos proyectos preveían la participación de los académicos establecidos en
las provincias, y así Francisco de Rivera en su censura, manifiesta que “por estar
encargados los Sres. Académicos residentes en la Corte de las cédulas del Índice
Universal Diplomático de España, se podrán encargar de inscripciones, epitafios y
cenotafios a los [Académicos] Honorarios de Provincias”, a quienes se les podría premiar
con una recompensa económica, lo que constituye una novedad sobre el proyecto de
Ulloa, “de medio real para cada cedula que les sufragará a la compra de libros, y de esta
suerte se vaya difundiendo en ellas el gusto de la antigüedad”
Pero es más, Rivera, al que debemos considerar como fervoroso partidario del
proyecto, pensaba que para acelerar estos trabajos, la academia debería hacer “que se fijen
carteles e impresos en esta Corte y en las ciudades principales del Reino, ofreciendo el
mismo premio de medio real a todas las personas, que acudiendo por sí o por cartas
dirigidas al Sr. Director a fin de que se les señale los autores saquen de esos las cédulas,
que entregarán después en la misma forma, y aprobadas que sean, se les dará el premio”.
Además, Rivera proponía otra fórmula de participación: “el sujeto que pretenda ser
Académico en adelante, y no tenga obra dada al público, ni escrita para presentarla, se le
señale por la Academia un autor respectivo a cada colección, para que saque de ellos las
cedulas conforme a la instrucción, con lo que será admitido, y le es más fácil que el
escribir una buena disertación”1038.
Sin embargo, no tenemos constancia de que este proyecto esbozado por Campomanes y
desarrollado por Gusseme llegase a aprobarse definitivamente por la Academia, pero a
pesar de ello se produjo una importante afluencia de noticias de inscripciones y
monumentos que iban apareciendo en diversos lugares de Andalucía.
Así, con los documentos recibidos, Eugenio de Llaguno y Amírola, Secretario de la
Academia de la Historia, fue reuniendo todas las inscripciones recibidas en la Academia,
entre 1759 y Septiembre de 1773, en un volumen titulado Colección de varias
inscripciones remitidas desde diferentes puntos de España1039, compuesto por una copia
de las inscripciones que iban llegando a la Academia, ya que había encargado a distintos
académicos y eruditos que remitieran noticias. Estas noticias fueron transmitidas a raíz de

1038
Rivera, op. cit. 1108 (1755), fol. 57v-62v.
1039
ARAH. Mss. 9/4775.
438
la puesta en marcha del proyecto y continuaron incluso tras la dimisión de Llaguno, que en
realidad supuso la paralización del proyecto.
Las contribuciones más importantes, en relación a Andalucía, fueron los trabajos que
“el Señor Gusseme ha hecho observaciones perpetuas sobre las inscripciones romanas
nuevamente halladas en Granada. El Sr. Casiri ha interpretado otras inscripciones árabes
remitidas a la Academia, … y hay también del Sr. Gusseme otras, del Sr. D. Antonio
Cortés, del Sr. Don Antonio Riobóo y otros Sres. Académicos, que todas reunidas forman
materiales seguros para nuestra colección lithológica muy apreciables”.
Las dos personas que más trabajaron en esta colección sobre los temas andaluces, a
tenor de los informes y noticias recibidos, fueron Tomás Andrés de Gusseme y Cándido
María Trigueros. Gusseme remitió, en 1759, un informe sobre una inscripción de
Porcuna1040, a lo que habría que sumar, ya en 1763, la remisión de copias y dibujos de las
inscripciones halladas en Sevilla, Río Tinto (Huelva) y Las Cabezas de San Juan
(Sevilla)1041.
Por su parte, Cándido María Trigueros hizo un extracto de las inscripciones existentes
en la obra de Juan María de Ribera Valenzuela1042 y, en 1771, remitió diversas
inscripciones romanas y medievales encontradas en Munigua y Carmona1043.
Además, forman parte de dicho proyecto las noticias enviadas en 1760 por Juan de
Flores y Oddouz acerca de las inscripciones halladas en las excavaciones practicadas en la
Alcazaba de Granada1044; las enviadas, en 1762, por Antonio Mateos Murillo sobre
diversas inscripciones existentes en el lugar de Valsequillo (Málaga)1045; o las
inscripciones extractadas, en 1772, de la obra Memorias Antiguas de la Betica de Fernando
José López de Cárdenas1046. También pertenecen a esa misma fecha las noticias enviadas
por Francisco Javier Espinosa y Aguilera sobre el epígrafe funerario hallado en Gaucín
(Málaga)1047. De autor anónimo, son las noticias referentes al hallazgo de un epígrafe

1040
Informe de fecha 04.07.1759 remitido elaborado por Tomás Andrés de Gusseme sobre las
inscripciones de Porcuna. ARAH. CAI-J/9/3937/1(3).
1041
ARAH. CAI-SE/9/3940/3.
1042
ARAH. CAI-MA/9/3939/2.
1043
ARAH. CAI-SE/9/3940/4.
1044
ARAH. CAI-GR/9/3939/1.
1045
ARAH. CAI-MA/9/3939/1.
1046
ARAH. CAI-CO/9/3938/1.
1047
ARAH. CAI-GR/9/3939/4.
439
visigodo en Vejer de la Frontera (Cádiz)1048, de diversos epígrafes funerarios de Montilla
(Córdoba)1049 o de un pedestal de estatua con inscripción hallado en Alcolea del Río
(Sevilla)1050.
En 1792, a raíz de la reforma de los estatutos de la Real Academia de la Historia, se
crea en su seno la denominada Sala de Antigüedades y Diplomática, cuyo objetivo, según
el Reglamento de los trabajos literarios e inversión de caudales de la Real Academia de la
Historia aprobado al efecto, eran “las Antigüedades y la Cronología”, y cuyos primeros
miembros eran José de Guevara Vasconcelos, Tomás Antonio Sánchez, Francisco Cerdá,
Benito Montejo, Joaquín Traggia, Miguel de Manuel y José Banqueri, que actuaría de
Revisor1051, y a la que en momentos posteriores se unieron José Córnide de Folgueira y
Saavedra y Cándido María Trigueros de Lara y Luján.
El por qué de la elección de estos académicos, o los requisitos necesarios para formar
parte de la recién creada Sala de Antigüedades, podemos encontrarlos en las palabras
pronunciadas por el propio Trigueros el día de su recepción en la Real Academia de la
Historia: “no busco yo uno de aquellos Anticuarios que sólo miran las inscripciones y las
medallas con los anteojos de una extravagante superstición y, llenos de una veneración y
timidez no menos estéril que digna de risa, admiran más bien la roña, polvo y moho de las
medallas que las medallas mismas; y arrebatados como en éxtasis, al ver un pedazo de
cobre cubierto de tierra endurecida, que apenas permite ver que allí se grabó alguna
figura o algún letrero, creerían cometer un horrendo sacrilegio si intentasen libertar a
estos monumentos de los obstáculos que los hacen inútiles y aspiran fanáticamente a
conservarlos con el sagrado polvo que los priva de provecho y de hermosura…
Busco, pues un Anticuario que sepa distinguir los monumentos verdaderos de los que
son ciertamente falsos, o tienen algún carácter sospechoso, que no funde su saber en
decidir magistralmente por antojo, y sin razón suficiente, que es supuesto o dudoso el
monumento que antes no ha visto o no han visto otros, que funde sus decisiones en reglas
fijas, generales e invariables; y que, asegurado de su legitimidad, sepa hacer útiles los

1048
ARAH. CAI-CA/9/3940/3.
1049
ARAH. CAI-CO/9/3938/2.
1050
ARAH. CAI-SE/9/3931/20.
1051
ASSARAH 14.03.1794 y ASRAH 16.03.1792, Mora, op. cit. 11 (1998), 67; Maier Allende, op. cit. 80
(2000), 17.
440
monumentos por medio de la aplicación de su contenido a la Historia, y su comparación
con el contexto de los mejores escritores”1052.
La Academia pronto comenzó a realizar sus funciones, entre las que destacó la revisión
del Tratado de la Cronología de la Historia de España realizada por Martín Ulloa y de la
Torre Guiral1053, que finalmente fue publicada en las Memorias de la Real Academia de la
Historia.
El 14.03.1794, José de Guevara Vasconcelos y Cándido María Trigueros de Lara y
Luján, presentan a la Academia un nuevo proyecto, titulado Inscripciones geográficas
antiguas de España, recogidas y examinadas por la Real Academia de la Historia1054, en
las que se pretendía recoger todas las inscripciones antiguas de España, ordenadas
alfabéticamente por su lugar de procedencia, traducidas al castellano y comentadas.
La Academia aprobó dicho plan, para el que se utilizaron los documentos ya existentes
en los archivos de la propia institución, incluidos los papeles que habían pertenecido al
Marqués de Valdeflores. Asimismo se solicitó oficialmente el traslado a la Academia de la
Historia de los documentos y papeles reunidos por Cándido María Trigueros en la
Biblioteca de los Reales Estudios de San Isidro1055. En realidad, se trataba de volver a
retomar el viejo proyecto de Campomanes de recopilar los epígrafes conservados en las
obras publicadas y manuscritas, en muchos de los cuales no existía un cotejo con los
documentos originales, lo que significaba la vuelta a la “epigrafía de papel”, tan denostada
por la propia Academia.
En 1802 la Sala de Antigüedades decidió retomar el viejo proyecto de la Colección
Litológica1056, para lo que se dispuso la utilización tanto la documentación existente en los
archivos de la propia Academia de la Historia, como los hallazgos dados a conocer en
nuevas publicaciones o en comunicaciones dirigidas a la Academia por los
correspondientes en las distintas provincias, y finalmente la documentación obtenida de los

1052
Trigueros, op. cit. 1074 (1792), 145.
1053
ASRAH 31.08.1792, 11.09.1792, 15.02.1793, 21.03.1793, 24.05.1793, 02.08.1793, 06.09.1793,
25.10.1793, 20.12.1793, 24.01.1794 y 21.03.1794; Maier Allende, op. cit. 80 (2002), 17.
1054
ASRAH 19.02.1794 y ASRAH 14.03.1794; Mora, op. cit. 11 (1998), 67; Maier Allende, op. cit. 80
(2002), 17.
1055
ASSARAH 03.09.1802.
1056
ASSARAH 03.09.1802 y 08.09.1802. La Sala en esos momentos estaba formada por José Córnide de
Folgueira y Saavedra, que hacía las veces de Presidente, Diego Clemencín y Viñas, que actuaba de
Secretario, y José Antonio Conde y José Ortiz y Sanz como vocales.
441
manuscritos conservados en la Biblioteca Real1057. Aquí debemos encuadrar diversos
trabajos de José Córnide de Folgueira y Saavedra, sobre las vías romanas, en los que se
recogen numerosas inscripciones de diversos puntos de Andalucía, sacadas de las obras de
Luis José Velázquez de Velázquez. La Sala acordó ejecutar el proyecto de acuerdo con
criterios geográficos, así como comenzar por el Reino de Sevilla, para lo que consideró
necesario solicitar el auxilio de los académicos correspondientes residentes en el Reino de
Sevilla1058, e incluso se llega a solicitar la cooperación institucional de la Real Academia
de Bellas Artes de San Fernando, en cuanto a las inscripciones árabes de Granada1059.
Para arreglar y perfeccionar la Colección Litológica, y de esta manera solventar errores
y equivocaciones, principalmente en la trascripción de las inscripciones, se encargó a José
Ortiz y Sanz la redacción de unas normas o Advertencias a los que han de copiar
inscripciones1060, con las que se pretendía homogeneizar los trabajos. Según estas reglas
los Académicos:
“1ª.- Notarán el tamaño y forma de la piedra en que esté la inscripción,
expresando, dibujando o describiendo las molduras, figuras y demás entalles que tuviese.
2ª.- Si estuviere terrosa se lavará y limpiará con esmero, sin estropearla.
3ª.- Se copiará la inscripción servilmente, con sus abreviaturas, siglas, puntos o
velos, y demás señales que tenga, sin hace más ni menos renglones, ni poner más ni menos
letras en cada renglón que las que tiene el original.
4ª.- Si en él hubiera alguna dicción de mala ortografía o letras trastornadas, no
la enmendará, sino que la trasladará como esté en la lápida.
5ª.- Se notará la magnitud y forma de la letra, para lo cual será lo mejor copiar
una palabra del tamaño y forma misma que tenga el original”.
Será también el momento en que se elabore una relación de aquellos Autores que deben
examinarse para la formación de la Colección de Inscripciones de la Betica. Del análisis
del listado de los libros realizados por José Antonio Conde1061 vemos que en realidad nos
encontramos ante una copia de la Biblioteca de Autores que en 1755 realizó Tomás Andrés
de Gusseme, pues los libros son los mismos, aunque evidentemente ahora se le añaden

1057
Conde, J.A. Inscripciones de la Bética Sacadas de manuscritos de la Biblioteca Real. ARAH. Mss.
9/3934 a 9/3936.
1058
ASSARAH 13.10.1802.
1059
ASSARAH 02.02.1803.
1060
ASSARAH 22.12.1802 y ARAH CAG/9/7980/20.
1061
ARAH Mss. 9/3934 a 9/3939.
442
otros trabajos que no había sido tenidos en cuenta o habían sido publicados con
posterioridad.
Entre estos nuevos trabajos se incluyen el Tomo I de las Memorias Literarias de la Real
Academia Sevilla de Buenas Letras, las obras de Luis José Velázquez de Velasco1062 y del
propio Tomás Andrés de Gusseme1063, la recuperación del proyecto original de Martín de
Ulloa1064, la revisión de los trabajos del Padre Hierro1065, del cuaderno de inscripciones de
Sevilla, o el Quaderno de Inscripciones del Arahal, remitidas por Patricio Gutiérrez Bravo
a Gregorio Mayans1066.
Otras obras que serán examinadas y analizadas, para extractar la inscripciones, son la
Introducción a la Geografía física de España de Guillermo Bowles (Madrid 1775), el
Diario del Viaje que hizo desde Valencia a Andalucía y Portugal en 1782 de Francisco
Pérez Bayer, las obras de Patricio Gutiérrez Bravo tituladas Noticia geográphico histórica
de una inscripción descubierta por septiembre de 1764 en el término de la villa de Arahal
y de otras piedras y medallas geográphicas inéditas (Sevilla 1765) y La antigua Saepona
restituida a su verdadero sitio (Sevilla 1771), la Historia de Gibraltar (Madrid 1782) de
Ignacio López de Ayala, las obras de Fernando José López de Cárdenas, el Viage de
España de Antonio Ponz, las Conversaciones Históricas Malagueñas (Málaga 1789-1795)
de Cristóbal de Medina-Conde, la Historia General de Córdoba de Francisco Ruano, los
Dialogos de memorias eruditas para la historia de la nobilísima ciudad de Ronda
(Córdoba 1766) de J. de Ribera, la Huelva ilustrada (Sevilla 1762) de Juan Agustín Mora
Negro y Garrocho y la Descripción manuscrita de museo cordobés de Pedro Leonardo de
Villacevallos.
En 1803, a propuesta de Diego Clemencín y Viñas, la Sala decide cambiar su método
de trabajo y opta por recopilar las cédulas de las inscripciones béticas por los autores de las
colecciones de las que habían extraído sus copias1067, e incluso llega a sopesar la
posibilidad de solicitar la ayuda de los párrocos de las diócesis de Sevilla y Cádiz para
completar la colección1068, método seguido por Tomás López en su Diccionario

1062
ASSARAH 05.11.1802, 10.11.1802, 17.11.1802 y 24.11.1802.
1063
ASSARAH 01.12.1802.
1064
ASSARAH 24.11.1802.
1065
ASSARAH 26.01.1803.
1066
ASSARAH 09.02.1803.
1067
ASSARAH 03.03.1803 y ASRAH 17.08.1804.
1068
ASSARAH 30.03.1803 y 06.04.1803 y ASRAH 01.04.1803
443
Geográfico, optándose al final por remitir un oficio a diversos académicos residentes en el
Reino de Sevilla1069.
Se continúa con el examen de las inscripciones romanas de Écija1070 y de la islámica de
Guadix1071, así como extraer las inscripciones existentes en las obras de Juan Fernández
Franco1072, Diego Ortiz de Zúñiga1073, de José Córnide1074, de Cándido María
Trigueros1075, de Antonio Ponz1076, de la Disertación del Teatro de Acinipo de Luis José
Velázquez de Velasco1077, de la Disertación sobre Castulo de José Martínez de Mazas1078,
o sobre la colección de inscripciones reunida por Pedro Leonardo de Villacevallos1079.
Finalmente , tampoco este proyecto se llevó a cabo, porque la propia Sala de
Antigüedades llegó a la rotunda conclusión siguiente “de que sin viajes literarios, que
aseguren de la legitimidad de las lápidas y de la exactitud de sus copias”, era imposible su
culminación1080.
Para poder llevar a cabo su proyecto, y ante el gran volumen de trabajo, la Real
Academia de la Historia decidió pedir el auxilio institucional de la Academia Sevillana, ya
que ambas compartían muchos de sus académicos. Así participarán en sus preparativos
Francisco de Bruna y Ahumada, Joaquín del Cid Carrascal, Juan Agustín Ceán Bermúdez,
Diego Alejandro de Gálvez, Justino Matute y Gaviria y Pedro Alonso O´Crouley
O´Donnell, por citar sólo a algunos de los participantes.
A todos ellos se les requirió para que remitiesen a la Academia “1º. Copias exactas y
circunstancias de inscripciones inéditas con expresión del lugar donde se hallaron y
exxisten, descripción y dimensiones de las lápidas, tamaño y calidad de los caractéres, y
además las explicaciones y reflexiones oportunas para la inteligencia de los monumentos.

1069
ASSARAH 13.05.1803.
1070
ASSARAH 09.03.1803 y 06.04.1803.
1071
ASSARAH 20.05.1803 y ASRAH 03.06.1803.
1072
ASSARAH 05.12.1804.
1073
ASSARAH 01.06.1803.
1074
ASSARAH 10.06.1803.
1075
ASSARAH, 17.06.1803 que durará hasta la sesión de 24.11.1803.
1076
ASSARAH 15.02.1804.
1077
ASSARAH 28.12.1803.
1078
ASSARAH 29.08.1804 y 05.09.1804 y ASRAH 17.08.1804.
1079
ASSARAH 25.01.1804 y 01.02.1804.
1080
ASSARAH 12.12.1804.
444
2º. Correcciones a lápidas ya publicadas con algún defectoque se compruebe con el cotejo
de los originales”1081.
Un tercer punto les requería para que dieran “Noticia de los sujetos no Académicos
existentes en los pueblos del reino de Sevilla que por su afición y conocimientos en el
asunto puedan ayudar a la formación de la Colección Lithológica de la Provincia y a
quienes fuera en su caso necesario dirigirse la Academia para los objetos de su
instituto”1082. Estas exigencias se vieron incrementadas en el caso específico del IIIº Conde
del Aguila, hijo del gran bibliógrafo, a quien se le pidió la remisión de un “Catálogo de los
libros impresos y manuscritos, que tratan de las antigüedades del reino de Sevilla
existentes en su preciosa y escogida biblioteca”1083.
A pesar de la colaboración entre ambas instituciones, el proyecto no pudo llevarse a
buen término tampoco esta vez, dadas las dificultades del trabajo. No obstante, continuaron
llegando noticias a la Academia, que en su mayor parte quedaron inéditas, y conformando
un fondo documental de primer orden, que fue utilizado por Emil Hübner para la
elaboración del volumen II del Corpus Inscriptionum Latinarum.
La Colección Lithológica, planteada inicialmente por Campomanes y continuada
posteriormente por la institución, introdujo muy pocas novedades respecto al proyecto de
Luis José Velázquez de Velasco, quizás unicamente la introducción de las inscripciones
fenicias y cartiginesas. Aunque en teoría se puso al servicio del proyecto toda una
compleja red de académicos, para quienes llegó a proponerse una bonificación económica,
la multiplicación de actuantes, frente a la labor de un solo autor como fue Velázquez, no
condujo a la finalización del proyecto. Y, paradójicamente, al final tuvo que recurrirse a
los papeles de Velázquez, rival intelectual y político de Campomanes, para intentar
completar el proyecto. Estos papeles tenían la principal característica de estar cotejados
con los originales, cosa que nunca tuvieron los trabajos de la Colección Lithológica, si
atendemos a las noticias contenidas en la Sesiones de la Real Academia de la Historia y de
la Sala de Antigüedades, que básicamente centraron sus trabajos en la denominada
“epigrafía de papel”.

1081
Borrador de Oficio de fecha 17.01.1804 elaborado por Diego Clemencín y Viñas. ARAH.
CASE/9/7970/9(7).
1082
Minuta de Oficio de fecha 13.01.1804 remitida por Diego Clemencín y Viñas a Francisco de Bruna
y Ahumada. ARAH. CASE/9/7970/9(6).
1083
Minuta de oficio de fecha 10.02.1804 remitida por Diego Clemencín y Viñas al Conde del Águila.
ARAH. CASE/9/7970/9(12).
445
No deja de ser más extraña la solicitud de los papeles de Velázquez, cuando la propia
Academia, en su sesión de fecha 13.04.1805, se negó a publicar la Disertación sobre el
teatro y ruinas de Acinipo presentada por el propio Velázquez en 1750 a la Real Academia
de la Historia, que otrora apoyó sus proyectos.

4.- El interés por las Antigüedades Islámicas de España.


Durante la segunda mitad del siglo XVIII asistimos a un importante incremento de
los estudios islámicos en España, cuando el monarca y sus ministros, especialmente
Campomanes y el Conde de Floridablanca, comprendieron la importancia de estos
estudios. De ahí la protección dada desde la Corona a los arabistas o los proyectos para la
catalogación y estudio de los monumentos árabes de Granada, Córdoba y Sevilla, así como
del incremento de las noticias de hallazgos de inscripciones y monedas islámicas en
diversos lugares de Andalucía.
La explicaciones de este incremento de los estudios islámicos debemos buscarlos en la
política mantenida, principalmente bajo el reinado de Carlos III, con el reino alauí de
Marruecos, y cuyos ejemplos son las visitas a nuestro país de los embajadores al-Gazzal e
ibn-Utman o el viaje realizado por Jorge Juan a Marruecos, y el Tratado de Paz y
Comercio firmado en 1767, cuestiones éstas sobre las que ya hemos tratado en otros puntos
de este estudio. También durante estos momentos aparecen otros datos sobre el arabismo o
el mundo islamico de carácter científico que se produce en el país. Así en 1751, 1753 y
1755 se realizaron viajes a la Biblioteca del Monasterio de El Escorial, en donde se
conservaban numerosos manuscritos islámicos, para utilizarlos en la cuestión del Patronato
Regio.
A ello se sumaría la creación de las cátedras de árabe en los Reales Estudios de San
Isidro (1771) y en la Universidad de Alcalá de Henares (1772), junto al a publicación de la
Gramática (1775) y el Diccionario Español-Latino-Arábigo (1787) del Padre Fray
Francisco Cañes, la Bibliotheca Arabico-Hispana (1760-1770) de Miguel Casiri, el
Informe sobre los monumentos de Granada y Córdoba (1786) de Gaspar Melchor de
Jovellanos y la edición del Libro de Agricultura de Ibn al-Awwam (1082) de Jose Antonio
Banqueri.
A pesar de esta eclosión de los estudios islámicos en España, esta línea no pudo
mantenerse a la muerte de Carlos III, con el declive de la Ilustración española, y habrá que

446
esperar a las décadas centrales del siglo XIX para que en el país vuelvan a comenzar los
estudios islámicos con renovado impulso.

a) la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando:


el proyecto de Sarabia y el Viaje de Hermosilla.

“Era muy natural que un cuerpo dirigido


a desterrar el mal gusto introducido en nuestras artes
y a llevarlas al mayor grado de perfección bajo de su
enseñanza y auspicios, quisiese tener a la vista
todos aquellos modelos que podían contribuir a este objeto”.
(Gaspar Melchor de Jovellanos, 1786).

El interés mostrado por los gobernantes hacia los Palacios Nazaríes de La


Alhambra surgió desde el mismo momento de la conquista castellana de la ciudad de
Granada en 1492, sometiéndose el edificio a una profunda serie de transformaciones y
remodelaciones, cuyo ejemplo más significativo es la construcción del Palacio de Carlos V
por el arquitecto Pedro Machuca, aunque en el siglo XVIII, a tenor por las descripciones
conservadas, el edificio mostraba trazas de abandono. La labor emprendida por la
Academia de San Fernando será el comienzo del interés mostrado por la institución hacia
la conservación de los monumentos y antigüedades de la nación, que en este caso era
novedoso por que era la primera vez que se centraba sobre los edificios islámicos,
desconocidos hasta el momento presente, y que eran muy abundantes en Andalucía.
En 1750 el gobernador la Alhambra, D. Francisco José de las Infantas informó a la
Junta Preparatoria de la Academia de San Fernando del estado de ruina en que se
encontraban las dependencias palaciegas de la Torre de Comares y el Cuarto de los
Arrayanes1084, reclamando la necesidad de tomar medidas tendentes a evitar la pérdida y
destrucción del monumento. Esta carta llamó la atención de las académicos, quienes en la
Junta Ordinaria de 14.10.1756 expresaron su deseo de “conservar y propagar la noticia de
nuestras antigüedades y monumentos singulares” y, sobre todo, “de aquellos que están
más expuestos a perecer con el transcurso del tiempo”1085, para lo cual encargaron a
Ignacio de Hermosilla y Sandoval, a la sazón Secretario de la institución y conocedor de la
existencia de “varios retratos de los Reyes de Granada que están pintados en algunos
techos del Castillo de la Alhambra, con los trajes propios de la época” (FIGURA 50),

1084
Bustamante y Marías, op. cit. 87 (1989), 72.
1085
Juntas Particulares, Ordinarias,…, op. cit. 88, fols. 52r y 52v; cfr. Bedat, op. cit. 88 (1989), 433.
447
para que remitiese una comunicación al “Presidente de aquella Chancillería”, D. Manuel
de Villena, “pidiéndole que haga llamar a D. Manuel Sánchez Jiménez”, discípulo de la
Academia y de conocida habilidad para que ”le ordene que dibuje en papel con toda
puntualidad los expresados retratos de los Reyes Moros”, petición que fue aceptada por el
Presidente de la Chancillería de Granada1086.
El interés por estas antigüedades islámicas se planteaba en principio como una tarea de
urgencia, basada exclusivamente en que habría que conservar aquellas memorias del
pasado que eran perfectamente visibles, pero sin establecer criterios intervencionistas de
conservación e intervención sobre la obra. Manuel Sánchez Jiménez, o Manuel Ximénez
como aparece mencionado en la documentación conservada al respecto, aceptó el proyecto,
pero no llevó a cabo los dibujos que se le habían encomendado.
La Academia, debido a la tardanza de Ximénez, decidió enviar en 1760 un oficio a
Luis Bucareli, Alcaide de la Alhambra, “para que buscase persona hábil en aquella
ciudad”, a lo que contestó, el 5 de Septiembre del mismo año, que “se había valido de
Diego Sánchez Sarabia, profesor de Pintura y Arquitectura, muy instruido en la
antigüedad”, por lo que se decidió que fuese el encargado de realizar el trabajo1087. A
instancias de Bucareli, en Noviembre de 1760, Sánchez Sarabia fue nombrado Académico
Supernumerario, y envió sus primeros trabajos: tres pinturas al óleo de las cubiertas de la
Sala de los Reyes, tres inscripciones árabes del mismo lugar y una breve memoria en la
que explicaba “la forma y materia de los adornos y estucos que están por bajo de las
bóvedas y de su particular método de repartir las habitaciones”, los cuales “son muy
recomendables por delicados y ratos, y que se van arruinando cada día”, lo que
representaría la primera noticia sobre el estado de conservación del edificio. Otra
característica de este informe es la noticia de “que todos los patios, Anditos, Antecámara,
Salones, Cenefas de azulejos, tazas de las fuentes, Bufetes de Mármol y hasta los maderos
de los vuelos de los tejados, están llenos de inscripciones muy singulares”1088.
Estas noticias sobre el palacio debieron ocasionar, como ha resaltado Delfín
Rodríguez, una impresión favorable entre los miembros de la Academia, pues en la Junta
Particular de 13.12.1760 decidieron redactar unas nuevas Instrucciones con la finalidad de

1086
Junta Ordinaria de 29.11.1756, recogida en Juntas Particulares, Ordinarias, op. cit. 88, fol. 58.
1087
Junta Particular de 18.08.1766, ARASBASF Mss. 121/3; Bedat, op. cit. 88 (1989), 90.
1088
Junta Particular de 13.12.1760, ARASBASF Mss. 121/3; Rodríguez Ruiz, op. cit. 377 (1990), 226-
228; Rodríguez Ruiz, op. cit. 51 (1992), 35-36.
448
obtener “la delineación de los Palacios de la Alhambra de Granada y copias de las
pinturas de sus bóvedas”, de las que queremos resaltar los siguientes puntos:
“2º.- Que explique con qué colores y con qué método están hechas las pinturas de
las bóbedas, si son al olio, al temple o al fresco; si están inmediatamente en el muro o en
lienzos, pergaminos u otra materia; de qué modo están preparados y todo lo demás que
observare y supiere en orden a esto.
3º.- Que procure saber y diga en qué tiempo se hicieron dichas pinturas y si es
posible por qué autores, si por árabes o por cristianos; si son del mismo tiempo, mano,
calidad de colores y preparación de ellos las ynscripciones árabes remitidas y los escudos
de armas que vienen pintados en los lienzos o si son posteriores con expresión del tiempo
a que pertenezcan.
4º.- Que diga el orden y colocación con que están assi las pinturas remitidas como
las que ha de remitir, expresando por el nombre más conocido la sala, gavinete o pieza
donde está cada una.
6º.- En quanto a los monumentos de arquitectura: que en el mismo papel común
haga un plano general sugeto puntualmente a escala o pitipié de todo el Palacio hecho en
tiempo de los árabes para venir en conocimiento de sus repartimientos y viviendas. Y si
para ello fuere necesario haga igualmente planos geométricos de todos sus altos o pisos.
Notando con colores diversos las partes que se hayan reparado o añadido por los
cristianos. Y si algunas piezas, bóbedas, techos y pavimentos por la especialidad de su
estructura, figura o materia lo merecieren sacará también dibujos geométricos de ellas.
7º.- En pliegos de igual tamaño remitirá la esplicación circunstanciada y puntual
del todo y de sus partes espresando la materia, construcción y calidad de los muros, arcos
y bóbedas, cortes de piedras, maderas, techumbres, pavimentos, alturas de puertas y
ventanas con todo lo demás interior y exterior que conduzca a formar juicio cabal del
método de edificar observado por los árabes.
10º.- En quanto a las ynscripciones árabes que se hallan en los patios, ánditos,
antecámaras, etc. que las copie en la forma que las tres remitidas, cada una en pliego
separado y numerado y a su continuación un pitipié (si no las copiare de su natural
tamaño) espresando en qué sitio se halla. Y en pliego separado y con el número

449
correspondiente la versión que se hizo en tiempo del señor Arzobispo Talavera y ha de
facilitarle el Doctor Viana”1089.
De esta instrucción pueden sacarse algunas conclusiones. En primer lugar, que la
función tutelar del pasado que emprendió la Real Academia de San Fernando sobre los
monumentos antiguos se limitaba exclusivamente a una catalogación de los mismos, en la
que se intentaba documentar la representación visual de los sistemas constructivos y
compositivos del monumento, con los que elaboraron un álbum de anticuario, que Delfín
Rodríguez considera semejante a la obra anticuaria de Bernard de Montfaucon1090.
Además, en todo momento se le exige el empleo del mayor rigor posible, tanto en la copia
de las inscripciones árabes como en los planos de los edificios, dibujos (FIGURA 117)
que tendrán que llevar una escala o pitipié. En el caso de los edificios, debía dibujar por

Figura 117. Inscripción de la Alhambra, según dibujo de Diego Sánchez Sarabia.

separado los edificios nazaríes y los cristianos.


En este álbum de anticuario se pretendía recoger un conjunto de estampas y dibujos
del pasado, con el fin de que estos diseños sirviesen de modelo para los nuevos arquitectos.
Asimismo, y del análisis de la instrucción, se desprende que en ningún momento la

1089
Junta Particular de 13.12.1760, ARASBASF Mss. 121/3; Rodríguez Ruiz, op. cit. 377 (1990), 287-
288.
1090
Rodríguez Ruiz, op. cit. 377 (1990), 228-230; Rodríguez Ruiz, op. cit. 51 (1992), 36-37.
450
Academia tenía pensado publicar estos dibujos ni utilizarlos para posteriores obras de
restauración, pues se consideraba el dibujo como simple criterio de conservación de las
obras antiguas.
En Junio de 1761, Sarabia remitió los otros tres lienzos que completaban la
reproducción de las pinturas de las tres bóvedas de la Sala de los Reyes y también había
concluido el cuaderno de las inscripciones. En esta fecha se disponía a iniciar los planos de
los palacios, cuando la Academia, modificando la instrucción de 1760, le indicó que
“después de un plano General en que se comprehendan aunque en pequeño, assí el
Palacio de los Árabes como el del Señor Carlos V, unidos como están, ha de hacer
separados en mayor los planos y alzados particulares de uno y otro Palacio”1091.
Asimismo, el 03.08.1761, Ignacio de Hermosilla y Sandoval, secretario de la
Academia de San Fernando, remite un oficio a Eugenio de Llaguno y Amírola, secretario
de la Real Academia de la Historia, en el que le dice que “la Academia de San Fernando
tiene dispuesto que se copien y se le embien diseños del Palacio de la Alhambra de
Granada, de sus pinturas y demas antigüedades arabes. Entre ellas han venido las seis
inscripciones adjuntas y se espera un cuaderno de todas las que existian en aquella ciudad
en tiempo de su Arzobispo el Sr. Dn. Fray Fernando de Talavera con la version al
castellano, hecha en aquel tiempo de orden del Ayuntamiento. Y como estos monumentos
pueden ser útiles al instituto de nuestra Real Academia de la Historia acordó desde luego
la de San Fernando hacerlos venir para ponerlos a su disposición”1092. Por ello remitió a
la Academia de la Historia el denominado Cuaderno de Inscripciones Árabes que estaba
“copiado rigurosamente del borrador original que formaron los intérpretes a que encargó
aquel tiempo el Cabildo de esta Catedral dicha empresa y por esta razón no se hallan en
el las firmas de los que corrieron con este cuidado, por lo que dichas firmas estarían en el
original que sacaron en limpio y presentaron a la Catedral.
Este es un instrumento de que jamás hasta estos tiempos se ha tenido noticia, pues
habiéndose colocado (a lo que parece) en el Archivo de esta Catedral, como por lo
regular, el congreso de Capitulares se compone de sujetos poco aplicados a la estimación
de cosas antiguas, separando o traspapelando esta memoria, de suerte que cuando
Bermúdez de Pedraza escribió la Historia Eclesiástica de la Ciudad por los años 1638 no

1091
Junta Particular de 27.06.1761; Rodríguez Ruiz, op. cit. 377 (1990), 231; Rodríguez Ruiz, op. cit. 51
(1992), 383.
1092
ARAH. CAGR/9/7955/01(1).
451
tuvo noticia de semejante documento. Sin embargo, de haberse valido de dicho archivo de
la para varias noticias. Tampoco Mármol, ni otros autores han hecho mención de tales
versiones. Lo que parece que nos eviencia haber sido sepultación y olvido que ha padecido
en dicho archivo”1093, para que fueran traducidas por Miguel Casiri.
A finales de 1761 Sarabia, siguiendo las indicaciones de la Academia de San
Fernando, había acordado dividir su trabajo en dos partes bien diferenciadas. La primera
abarcaba “todo el Palacio Arave, sus plantas alta y baja, y algunos cortes de sus
elevaciones interiores, con la situación del compartimiento de sus adornos, para venir en
conocimiento a donde corresponden los diseños de ellos, los que van executados, unos del
mismo tamaño que tienen y los que van en menor llevan pitipié. Un dibujo scenografico de
la Alhambra por la parte principal que cae a lo interior de la ciudad, para que se vea con
exactitud el efecto de la vista exterior de estas fábricas, y se pueda hacer un pleno
conocimiento del todo”. A esta primera parte se acompañaba un “cuaderno separado” o
“tomo pequeño con una relación muy circunstanciada de todo ellos”. Esta primera parte
fue remitida a la Academia en agosto de 1762, y estaba compuesta de seis lienzos y sesenta
y cuatro dibujos, de los que solamente once contenían imágenes arquitectónicas, ya que el
resto eran inscripciones y motivos ornamentales (FIGURAS 25 y 117) del palacio nazarí.
La Academia inmediatamente volvió a modificar el proyecto original, al acordar “grabar
las láminas e imprimir las observaciones de Sarabia sobre la arquitectura de la
Alhambra”, porque “además de que esta obra daría crédito a la Academia y a la Nación,
no duda que sería apreciable en toda Europa”1094.
En la segunda parte del trabajo se recogían las “plantas, corte interior y dos fachadas
principales” del Palacio de Carlos V, que Sarabia atribuyó erróneamente a Alonso de
Berruguete. Tras describir el conjunto, manifiesta su preocupación por la imposibilidad de
localizar los planos originales de la obra, así como incluye la noticia sobre el interés que
despertaba el conjunto de la Alhambra entre los viajeros extranjeros, de entre los que
destaca a Thomas Pitt. Esta segunda parte fue entregada a la Academia el 04.11.1763,
añadiéndose una copia de la instrucción de 1760. También incluía Sarabia, tanto al inicio
como al final de su memoria, varias consideraciones sobre los restos arqueológicos que en
estas mismas fechas estaba exhumado Juan de Flores y Oddouz en la Alcazaba de

1093
Oficio de 01.09.1761 de Diego Sánchez Sarabia a Ignacio de Hermosilla. ARAH. Mss. 9/6050.
1094
Juntas Particulares de 17.12.1761 y 18.08.1762; Rodríguez Ruiz, op. cit. 51 (1992), 38-40;
Rodríguez Ruiz, op. cit. 377 (1990), 231-232.
452
Granada, con el fin de trazar una historia fabulosa sobre el origen de la propia ciudad de
Granada antes del asentamiento en ella de sus habitantes islámicos, privilegiando sobre
todo la memoria de la antigüedad clásica y
cristiana, aunque sobre esta cuestión nos
extenderemos en otro apartado de esta tesis.
Así, el trabajo completo de Diego Sánchez
Sarabia fue estudiado en la Junta General de la
Academia de 18.12.1763, coincidiendo con la
toma de posesión del nuevo protector, el
Marqués de Grimaldi, quien señaló la
conveniencia de mostrar este trabajo al rey,
quien inmediatamente ordenó que se realizasen
copias (FIGURA 118) de los dos jarrones
incluidos entre los dibujos de Sarabia, para
que sirviesen “de modelos en la Fabrica de
Porcelana”, tarea que realizó José de
Hermosilla1095. Figura 118. Jarrón de la Alhambra, según Sarabia,
tomado a partir de la obra de Delfín Rodríguez.
A raíz de los informes y memorias enviados
por Sarabia, la Academia mostró un especial interés por la conservación de los Palacios
Nazaríes, debido a la intromisión de elementos externos a la institución, como la propuesta
de Fernando Magallón, encargado de negocios en Francia, que consideró la posibilidad de
que la Academia remitiese a París los “dibujos de los monumentos de nuestras
antigüedades, a fin de que grabándolos en aquella Corte, se incluyesen en una colección
general que iba a publica la Academia de las Ynscripciones”.
La Academia, reunida en Junta Particular, respondió que ya durante el reinado de
Fernando VI se encargó a Luis José Velázquez de Velasco la realización de un viaje, en el
que se habían recogido numerosos dibujos de monumentos, ídolos, estatuas, medallas e
inscripciones, que estaba a punto de ser publicada, de hecho se publicó en 1765, por lo que
no veía conveniente volver a publicar este trabajo, en e que estaba implicada la Real
Academia de la Historia: “Quando desde luego no se tropezase con este inconveniente y a

1095
Sánchez Sarabia, Diego, Descripción Histórica que comprende la delineación de los Reales
Alcázares de la ciudad de Granada, que de orden de S.M. y de la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando ha ejecutado Diego Sánchez Sarabia (1762-1763) 2 partes. BN Mss. 13188; Rodríguez Ruiz, op.
cit. 51 (1992), 40 y 79; Rodríguez Ruiz, op. cit. 377 (1990), 233.
453
la Academia [de Bellas Artes] fuese lícito defraudar a la [Academia] de la Historia de una
parte de sus monumentos y le fuese también fácil y nada costoso enviar a todos los dibujos
de sus monumentos antiguos y modernos al lado de la gloria que resultaría a España de su
publicación sufriría el enorme perjuicio de dinero que saldría para comprar a los
franceses la Colección de Monumentos españoles, estarían ociosos sin tener que trabajar
los muchos y muy decentes grabadores que tenemos”.
A estas objeciones la Academia añade que hacer dibujos de los monumentos antiguos
y modernos de España supondría un esfuerzo económico del que no se beneficiaría la
nación al enviarse “a los extranjeros [que] tendrían en ese medio mas de enriquecerse a
costa nuestra”1096. Por ello, el Marqués de Tavira, consiliario de la Academia, presentó en
la Junta Particular de 18.12.1764 un proyecto, por el que la institución debía proponer al
Marqués de Grimaldi, Protector y Secretario de Estado, la creación de una colección de
monumentos de España como sucedía en otros países europeos. Pero en este caso concreto
se adoptaría una perspectiva artística y arquitectónica, ya que los aspectos arqueológicos
habían sido tenidos en cuenta por la Real Academia de la Historia cuando promovió el
viaje de Luis José Velázquez de Velázquez en 1752.
En la Junta Particular de 18.08.1766, Tiburcio de Aguirre, Viceprotector de la
Academia de San Fernando, volvió a plantear la necesidad de publicar los dibujos de
Sarabia, tal y como se había acordado en 1764. Fue entonces cuando Vicente Pignatelli
presentó una serie de objeciones al trabajo de Sarabia, por considerar que presentaban
algunas incorrecciones, por lo que recomendó que volviera a repetirse los dibujos.
La Junta tomó dos decisiones. La primera fue iniciar el grabado de los dibujos de los
dos palacios de la Alhambra, incluyendo adornos, inscripciones y las pinturas de la Sala de
los Reyes que había enviado Sánchez Sarabia. En estos grabados participarían los
profesores españoles Manuel Salvador Carmona, Jerónimo Antonio Gil, José Murguía,
Joaquín Ballester y Juan Moreno. El tamaño de los dos volúmenes previstos, uno para el
palacio árabe y otro para el de Carlos V, debía coincidir con el de los volúmenes
publicados de Le Antichitá di Ercolano, lo que lleva a Delfín Rodríguez a pensar que la
función tutelar que la Accademia Ercolanense hacia de las antigüedades de Herculano,
Pompeya y Stabia, es similar a la adoptada por la Academia de San Fernando respecto de
los monumentos españoles, aunque en el caso español, compartidas con la Real Academia
de la Historia.

454
La segunda decisión fue la designación de Ignacio de Hermosilla y Tiburcio de
Aguirre como encargados de elegir a la persona que debería ir a Granada para que “arregle
y corrija la vista de la Alhambra y que haga lo que echa [de] menos el Señor don Vicente
[Pignarelli]”, y para que dibujase “de nuevo las elevaciones y los cortes de uno y otro
palacio … para darles la gracia y buen gusto de las sombras”. Asimismo, dicha persona
debía intentar localizar y copiar “los dibujos originales del Palacio del Señor Carlos
quinto y las estatuas que se cree estar en los subterráneos”, tal y como había manifestado
Sánchez Sarabia en sus informes1097. Hermosilla y Aguirre solicitaron, a través del
Marqués de Grimaldi, el permiso real para “levantar los planos y hacer los dibujos dentro
y fuera del Palacio”, a lo que contestó el Secretario de Estado que el “Rei ha aplaudido en
sumo grado la idea de la Academia … de dar a luz los planes, alzados, adornos y pinturas
antiguas del Palacio de la Alhambra de Granada”, ya que este proyecto podría ofrecer a la
Academia “la imitación de sus Alumnos modelos insignes, y a la consideración de las
Naciones extrañas una Luz de nuestros antiguos monumentos de Arquitectura, de que
generalmente ni remota noticia tienen”1098. Esta misma idea será posteriormente defendida
años después por Ignacio de Hermosilla, quien en su elogio sobre el arte musulmán indicó
el por qué del interés mostrado por el mismo: “las pinturas que aún duran en el magnífico
Palacio Árabe de Granada, sus delicadísimos adornos, y coloridos, el mismo soberbio
edificio, y los fragmentos que aún se registran de otros, manifiestan que en aquellos
tiempos ninguna Provincia de la Europa excedía a España en la teórica y práctica de la
Pintura y Arquitectura”1099.
A raíz de este decreto real, leído en la Junta Particular de 05.09.1766, la Academia
decidió que el proyecto de las antigüedades islámicas fuese llevado a cabo por José de
Hermosilla, con la ayuda de Juan de Villanueva y de Juan Pedro Arnal. Para llevar a cabo
este trabajo, Ignacio de Hermosilla y Tiburcio Aguirre redactaron el 17.09.1766 unas
instrucciones para llevar a cabo el proyecto, cuyos puntos más importantes son los
siguientes:

1096
Junta Particular 14.03.1764; Rodríguez Ruiz, op. cit. 51 (1992), 79-80.
1097
Junta Particular 18.08.1766; Bedat, op. cit. 88 (1989), 435; Rodríguez Ruiz, op. cit. 51 (1992), 84-
85.
1098
Carta de Tiburcio Aguirre e Ignacio de Hermosilla al Marques de Grimaldi de 28.08.1766; Carta del
Marques de Grimaldi a Tiburcio Aguirre e Ignacio de Hermosilla de 02.09.1766, trascritas por Rodríguez
Ruiz, op. cit. 51 (1992), 84-85.
1099
Hermosilla y Sandoval, Ignacio, Discurso leído en Junta Pública de 17 de Julio de 1784, 38;
Henáres Cuéllar, op. cit. 56 (1977), 58-59.
455
“1º.- Desde luego levantará un plan general de toda la fortaleza y población de la
Alhambra, inclusa su muralla y todos los edificio que comprende, anotando el declivio y
desnivel de el terreno.
3º.- Dispondrá otra perspectiva de la parte en que sea objeto principal el aspecto
más magnífico del Palacio Árabe, ya sea corrigiendo los defectos de la que vino dibujada,
o ya sea haciéndola del todo nueva, quedando a su arbitrio tomar el punto de vista donde
le parezca más oportuno.
4º.- Levantará otro plan general comprensivo de los dos palacios en la forma en
que están unidos, dando separadamente los que los juzgue necesarios de todos los
subterráneos para venir en conocimiento de toda su construcción y de las precauciones
que se tomaron para la fortificación de estos edificios en un terreno tan escarpado.
5º.- Cotejará los planes remitidos con los edificios, los enmendará y arreglará con
toda exactitud y enteramente correctos los reducirá al tamaño que está establecido por las
estampas de que lleva medidas y va enterado.
9º.- Cotejará, assimismo, los capiteles, columna, arcos y demás piezas de
arquitectura que vinieron y arreglados a los originales hará dibujarlos en tamaño
correspondiente a la medida de las estampas.
10º.- En caso de que en los subterráneos del Palacio del seños Carlos V o en otros
se hallen las antiguas estatuas de Venus, Mercurio, sátiros, etc. y las modernas que se
hicieron para el propio Palacio de que se ha dado noticia a la Academia u otras dignas de
consideración dispondrá que se dibujen exactamente y en el mayor tamaño que permita el
de las estampas.
12º.- Sin embargo de que los adornos, los frisos, los pavimentos, las inscripciones y
otras piezas Árabes se han juzgado exactas y puntualmente copiadas, medirá y reconocerá
atentamente un número suficiente de cada especie para adquirir la seguridad que se desea
de su exactitud.
13º.- Se encarga mucho al expresado señor Académico de honor que no mezcle con
los monumentos a que va comisionado ningunos otros de los pertenecientes a las
antigüedades eclesiásticas del Sacro Monte, Torre Turpiana, Alcazaba y otros
qualesquiera, absteniéndose absolutamente de ellos como ajenos y extraños de la
inspección de la Academia, cuyas investigaciones, además de lo que va expresado, se

456
ciñen a los de pintura, escultura y arquitectura de los Árabes y a los que se hicieron en el
Reynado de los señores Reyes Católicos y en los tiempos inmediatos a ellos”1100.
Como se desprende de las instrucciones, realmente se trataba de un proyecto distinto,
y no complementario, al de Sánchez Sarabia, en que se pretendía guardar y divulgar por
medio de las estampas la memoria de un testimonio singular y genuinamente español de la
historia de la arquitectura.
Hermosilla llegó en Octubre de 1766 a Granada. Tras cotejar los dibujos de Sarabia y
comprobar su inexactitud decidió rehacerlos, volcando en ellos la visión unitaria del
conjunto de la Alhambra que él tenía. Las inscripciones también fueron cotejadas
nuevamente e, inclusive, Hermosilla llegó a practicar una serie de catas arqueológicas en el
patio circular del Palacio de Carlos V, en busca de las estatuas que Sarabia y la tradición
situaba en este lugar, aunque no obtuvo ningún resultado
Durante el tiempo que Hermosilla estuvo trabajando en Granada, visitó la ciudad al-
Gazzal, el embajador marroquí, entre el 14.12.1766 y el 26.12.1766, días en los que ambos
visitaron el palacio nazarí1101.
Otro aspecto interesante del proyecto de Hermosilla es su estudio sobre la mezquita
de Córdoba, que no estaba contemplado en las instrucciones de la Academia. Así en la
Junta Particular de 02.01.1767 se acordó que los arquitectos reconocieran y dibujaran las
ruinas de la ciudad de Munda y, posteriormente, fuesen a Córdoba para dibujar “las
antigüedades araves que allí encuentre en inteligencia de que se han de unir a la colección
de los Palacios de Granada”. Posteriormente, la Junta Particular de principios de Febrero
modificó las últimas instrucciones, abandonando su pretensión sobre las ruinas de Munda
porque “no pertenecen directamente a la colección de los edificios araves, … que se sabe
son romanas y es regular que estén ya dibujadas por don Luis Velázquez”1102.
A mediados de marzo de 1767, llegaron los arquitectos a Córdoba, donde comenzaron
a realizar sus trabajos para ilustrar la Mezquita tanto en su estado presente como “estaba
en tiempo de los moros”, que finalmente fueron dibujadas por Juan Pedro Arnal. A ellos se
sumaron los dibujos de Villanueva sobre los capiteles, inscripciones islámicas y columnas
miliarias que se encontraban en el patio del edificio. En abril de 1767, los arquitectos están
de vuelta en Madrid y Hermosilla da cuenta de su viaje a la Academia de San Fernando en

1100
Rodríguez Ruiz, op. cit. 51 (1992), 285-286.
1101
Rodríguez Ruiz, op. cit. 51 (1992), 98-100.
1102
Rodríguez Ruiz, op. cit. 51 (1992), 113.
457
la Junta Particular de 20.04.1767, en la que muestran los dibujos realizados en Granada y
Córdoba, así como los informes que los acompañan.
Según el informe de Hermosilla, el plan fue concebido con la idea de recopilar la
imagen de las antigüedades árabes españolas (FIGURA 27), edificios singulares que
podrían ser utilizados para el estudio de la arquitectura1103. En ningún momento se
persiguió la reforma o reconstrucción de los palacios árabes, sino exclusivamente explicar
los principios de la arquitectura islámica, para lo que era necesario restituir los edificios a
su configuración formal originaria. Para Hermosilla el viaje le posibilitó la oportunidad de
conocer el arte árabe, tan diferente de los planteamientos neoclásicos defendidos por la
Academia de San Fernando. Hermosilla llegó a definir la existencia de un orden árabe,
marcado por la presencia del arco de herradura, al que se sumarían una serie de columnas y
capiteles diferenciados.
Este planteamiento conllevaba que los elementos decorativos u ornamentales de los
edificios (FIGURA 49), que para Hermosilla llegaban a ser en algunos casos rutinarios,
pasasen a un segundo plano, y únicamente interesaban al arquitecto en cuanto que
representaban un elemento accesorio a la propia arquitectura de los edificios, en la que
también se incluirían las numerosas inscripciones (FIGURA 29) recogidas tanto en
Granada como en Córdoba1104.
La Academia aprobó el informe de Hermosilla sobre los trabajos, y decidió que los
dibujos que aún estaban por terminar fuesen realizados por Villanueva y Arnal, mientras
que las inscripciones serían entregadas a Miguel Casiri para su traducción al castellano, y
aquellas que “fijen épocas y hablen de los mismos edificios, de los Reyes y Personas que
los mandaron construir” podrían ser grabadas1105.
El 01.10.1767 Hermosilla entregó a la Junta Particular todos los dibujos e informes, que
podemos calificar de provisionales, puesto que el propio Hermosilla manifiesta que
“podría añadir algo [más] de las observaciones que tiene hechas sobre los edificios de
Granada y Córdoba en concluyendo Don Miguel Casiri la interpretación de las
ynscripciones arabes”. Toda la documentación fue presentada a Carlos III, quien ordenó
grabar las láminas y publicar los resultados. Con el fin de enriquecer el trabajo, la
Academia acordó añadir a los textos originales otros trabajos, como “las noticias

1103
Bustamante, y Marías, op. cit. 87 (1989), 78.
1104
Rodríguez Ruiz, op. cit. 51 (1992), 74-78.
1105
Junta Particular 20.04.1767; Rodríguez Ruiz, op. cit. 51 (1992), 125.
458
pertenecientes a los edificios árabes que resulten del segundo tomo de la Biblioteca Arave
de El Escorial, que está impreso”1106. Pero la obra iba constantemente demorándose ante
la lentitud mostrada por Casiri para la traducción de las láminas y la corrección de las
estampas. Ello era debido a que Casiri mostraba una gran meticulosidad en su trabajo, y a
que la Academia adoptó la decisión de destruir todas las copias de láminas y pruebas, a
excepción de las entregadas a Casiri, para “evitar el peligro de que se vean y publiquen
antes de tiempo dichas estampas”1107.
Hacia 1776 Casiri entregó la traducción de todas las inscripciones, pero el trabajo no
consiguió ver la luz tan rápidamente. Todavía diez años después, en 1786, a instancias del
Conde de Floridablanca, el entonces Secretario de Estado y Protector de la Academia de
San Fernando, la obra fue entregada a Gaspar Melchor de Jovellanos para que informase
sobre el modo de publicarla1108.
Jovellanos llamaba la atención sobre el objetivo principal del trabajo de “dar al público
una idea de las artes de los árabes españoles”, por lo que “la ilustración de esta obra
deberá dirigirse únicamente a este punto”, resaltando los siguientes puntos:
“1ª. Una descripción general y racionada del palacio y fortaleza de la Alhambra,
en la cual después de fijar la etimología de su nombre y la época de su construcción, se dé
una idea cabal de la situación, destino, extensión, distribución y ornato de estos
edificios…
2ª. Otra igual descripción de la antigua mezquita de Córdoba.
4ª. Un análisis general de la arquitectura árabe, formado sobre los monumentos
dibujados, en el cual se contenga una idea científica del sistema de edificar que siguieron
estos pueblos en España ….
13ª. Observaciones sobre los caracteres de nuestras inscripciones árabes, variedad
de ellos, y sobre el uso de los puntos diacríticos …”.
Del informe presentado por Jovellanos puede deducirse que su principal interés no era
realizar una simple colección de grabados, sino una historia del proyecto, de sus
protagonistas y del estudio de los propios monumentos y de la arquitectura musulmana, en

1106
Junta Particular 29.12.1770.
1107
Junta Particular 01.15.1774. Este celo mostrado por las antigüedades islámicas, en cierto modo
parecido al mostrado por Carlos III respecto a la publicación de las Antigüedades de Herculano, contrasta
con la utilización descarada de las láminas españolas para la publicación del trabajo de Alexandre de
Laborde, como ya analizara Elías Tormo, y al que nos hemos referido con antelación en otro apartado de esta
tesis; cfr. Tormo, op. cit. 520 (1943).
1108
Jovellanos y Ruiz, Gaspar Melchor de, Informe sobre los monumentos de Granada y Córdoba
459
la que se debería hacer hincapié en su relación con la arquitectura clásica. Con este informe
Antonio Ponz elaboró la introducción de la obra, que vio la luz finalmente, bajo el título de
Antigüedades árabes de España. Parte Primera, en 1787, aunque únicamente reducida a
las láminas arquitectonicas. La segunda parte del libro, que incluía los motivos decorativos
y el estudio, traducción y transcripción de las inscripciones, realizado por P. Lozano, hubo
de esperar hasta 1804.

b) la Real Academia de la Historia y su proyecto de


Medallas e Inscripciones Árabes.

La Real Academia de la Historia también mostró interés por las antigüedades


islámicas de la nación, que se materializó en el proyecto titulado de las Inscripciones y
Medallas Árabes, comenzando a partir de 1759, cuando la Academia encargó a Miguel
Casiri la ordenación y estudio de las monedas árabes existentes en el monetario de la Real
Academia, pues su responsable, Miguel Pérez Pastor, desconocía la lengua árabe1109.
En 1767, la Real Academia de la Historia acordó publicar la colección de Inscripciones
y Medallas Árabes. Como primera medida, Jerónimo Antonio Gil (Zamora 1732 - Méjico
1798) dibujó y grabó diversas matrices de cobre, con la representación de varias
inscripciones islámicas, con sus correspondientes traducciones latinas efectuadas por
Miguel Casiri. En ese mismo año, Campomanes solicita licencia real para imprimir la
colección de las monedas árabes de la Academia1110, si bien en 1768 se cambió el proyecto
original al decidirse que la colección de monedas se acompañe de algunas inscripciones
“del propio idioma, para que de esta suerte disfrute el público de las utilidades que
producen estos documentos, para el perfecto conocimiento de los sujetos de nuestra
Historia, y al tiempo a que corresponden”1111.
La consecuencia inmediata de ello es la revisión de las obras existentes en el seno de la
Academia que contuviesen inscripciones islámicas. Y junto a ello, se encarga en agosto de
1768 a Joaquín José Cevallos y Ruiz de Vargas, académico sevillano y desde 1753

(1786), reproducido por Rodríguez Ruiz, op. cit. 51 (1992), 281-284.


1109
ASRAH 02.11.1759, citado por Almagro-Gorbea y Maier, op. cit. 80 (2003), 15; Maier Allende, op.
cit. 80 (2002), 15; Almagro-Gorbea, op. cit. 177 (2003), 108; Almagro-Gorbea, op. cit. 178 (1999), 145.
Sobre las monedas andalusíes, véase el trabajo de Canto, A., Ibrahim, T. y Martín Escudero, F., Catálogo de
la Real Academia de la Historia. Moneda Andalusí (Madrid 2000).
1110
ASRAH 09.10.1767; ASRAH 25.09.1767; cfr. Almagro-Gorbea y Maier, op. cit. 80 (2003), 16.
1111
ASRAH 08.04.1768, cfr. Almagro-Gorbea y Maier, op. cit. 80 (2003), 16-17; Maier Allende, op. cit.
80 (2002), 16.
460
honorario de la Historia, que haga una copia de las inscripciones islámicas del Alcázar de
Sevilla, a costa de la Academia. La elección de Cevallos se debe a que él mismo había
remitido a la Academia diversas monedas y copias de inscripciones islámicas del Alcázar
de Sevilla1112. Cevallos contrata un pintor y remite, entre septiembre de 1768 y junio de de
1770, 96 copias de inscripciones del Alcázar de Sevilla, entre las que se encontraban las
situadas en las Puertas de la entrada principal de la Sala de Embajadores, las de la puerta
que hace de tránsito al patio de la Sala de Embajadores, las del patio del Alcázar, las de las
puertas de la Sala Baja de la Intendencia, puerta de la Real Capilla, antesala de mano
derecha de la Sala de Embajadores que va a parar a los cuartos de muñecas, los cuartos
bajos y aseo del Salón de Embajadores, la de los corredores donde existía un gran renglón
árabe y, por último, la sala donde está la caja del ejército1113. Todos estos dibujos pasaron
a Jerónimo Antonio Gil para que grabase las matrices de cobre, pero éstas no serían
presentadas hasta 1778, junto con otras inscripciones procedentes de diversos puntos de la
nación. A este conjunto acompañaba un cuaderno de pruebas con las correcciones
realizadas por Campomanes y Casiri.
La Academia comenzó la búsqueda de materiales para el prólogo de la obra1114, que
realizaría el propio Casiri. Esta búsqueda de inscripciones y monedas árabes fue encargada
a los académicos José Miguel Flores de la Barrera, Alonso María de Acevedo y Felipe
García de Samaniego1115, quienes, entre otras, analizaron las obras de Jacob de Bary,
titulada Catalogus numismatum antiquorum ex auro, aregento et aere (Ámsterdam 1730),
la de Pedro Burmano, titulada Gran Thesaurus Antiquitatum (Leiden 1522), la de Rodrigo
Caro, titulada, Antigüedades y Principado de la Ilustrísima ciudad de Sevilla y
Chorografía de su Convento Jurídico o antigua Chancillería (Sevilla 1634), los dos
volúmenes de la obra de Miguel Casiri, Biblotheca Arabico Hispana Escurialensis.
(Madrid 1760-1770), la de Esteban Ferreras, titulada Antigüedades de España por el Padre
Esteban Ferreros de la Compañía de Jesús (1752), la España Sagrada del Padre Flórez, la
obra de Vicenzo Juan de Lastanosa, titulada Museo de las medallas desconocidas
españolas (Huesca 1645), la obra de Blas Antonio Nasarre, titulada Introducción a la
Biblioteca Polígrafa Universal que compuso don Cristobal Rodríguez, los Anales

1112
ARAH CASE 9/7970/004(1).
1113
ARAH GN/1769/2; Almagro-Gorbea y Maier, op. cit. 80 (2003), 17, nota 65; Maier Allende, op.
cit. 80 (2002), 16.
1114
ASRAH 19.05.1769.
1115
CAG/9/7980/7(1-5).
461
eclesiásticos y seculares de Sevilla (Sevilla 1699) escrita por Diego Ortiz de Zúniga, la
obra de Filippo Paruta, titulada La Sicilia di Filippo Paruta descritta con medaglie e
ristampata con aggiunta da Leonardo Agostini (Roma 1649), y los papeles de los viajes
literarios de Pedro Rodríguez de Campomanes y Lorenzo Diéguez al Monasterio de El
Escorial.
Entretanto, Casiri presentó la traducción al latín de las láminas en la Junta de
29.12.1769 y se llegó a solicitar licencia para imprimir la obra con el título Discurso sobre
las monedas árabes y algunas inscripciones cúficas con tablas de estos monumentos, que
le fue concedida por Real Orden de 19 de Diciembre de 1771. No obstante, ante la tardanza
en la publicación de la obra, la Academia vuelve a indicar a Cevallos que, en su calidad
ahora de Académico correspondiente, cargo al que había accedido en 1770, ampliara el
mandato original, incluyendo las inscripciones árabes que existían en la sevillana Casa de
Pilatos, propiedad de los Duques de Medinaceli.
El 27.05.1773, Cevallos comunica a José Miguel Flores de la Barrera, secretario de la
Academia que “D. Nicolás del Campo, marqués de Loreto, Coronel de milicias del
Regimiento de Sevilla, como es aplicado a la Historia y dado a ilustrarla, reconoció que
en la casa que fue del
Marqués de Paradas y
está en la Parroquia de
San Andrés de Sevilla, y
al costado de la calle de
Cadenas, y ahora esta
casa es de sus
Figura 119. Inscripción islámica. Departamento de Cartografía. RAH Mayorazgos, que había varias
inscripciones árabes en ella, y las hizo copiar y me las remitió en diez listas, o papeles
numerados y separados desde el nº 1 hasta el 10 encargándome rogase a la Academia se
sirviese dar forma de traducirlas por si fuese útiles continuar copiándolas...”1116.
En 1778 Jerónimo Antonio Gil presenta las láminas de la colección de monedas e
inscripciones (FIGURA 119), junto con un cuaderno de pruebas con las correcciones de

1116
Cevallos y Ruiz de Vargas, José Joaquín, Copia de las inscripciones árabes de la casa de Nicolás
del Campo, marqués de Loreto (1773). ARAH. Mss. 11/8237(31).
462
Campomanes y Casiri1117, pero no será hasta 1784 cuando sean estampadas y publicadas
en la imprenta de Matías Ricarte1118.
Hay varios aspectos que merecen la pena reseñarse acerca del interés de la Academia
de la Historia por las antigüedades islámicas. En primer lugar, que la idea de recopilar las
inscripciones y medallas islámicas no era algo que surge con Campomanes, pues durante la
fase constituyente de la Academia Lope Gutiérrez de los Ríos, especialista en epigrafía
islámica, ya había señalado la necesidad de recoger las inscripciones árabes1119. Un
ejemplo del interés de Lope Gutiérrez de los Ríos por las inscripciones islámicas lo
encontramos en la carta que le remite, en 1740, Pedro Leonardo de Villacevallos,
solicitándole información sobre el contenido de “una copia de la piedra arábiga, que está
en lo alto del lado septentrional a la salida del Arco de las Bendiciones, que se sacó
poniendo un tablado, por ver si la podía traducir un príncipe mahomita que aquí estuvo, y
estaba en remitirla a Vmd ahora, y con la otra de la copia del Concorrón”.
A esta carta respondió Gutiérrez de los Ríos, el 24.05.1740, manifestándole que “he
tenido gusto notable en ver las inscripciones Árabes, las que antes de remitirse a Paris y
de copiarse, se rumiaran entre algunos amigos, por si se puede sacar algo, los defectos en
la copia son precisos, y la mayor puntualidad estará en los menos, la del patio de los
naranjos está bien pintada, pero en la segunda línea ya encuentro una mitad letra, tomada
de la primera línea que parece el signo ese del antiguo Alfabeto Árabe de lo que aquí
sacamos y de las resultas de todo avisaré”1120.
Posteriormente, Gutiérrez de los Ríos escribe el 14.06.1740 a Villacevallos otra, en la
que le dice que “las inscripciones árabes se han visto por un amigo, interprete del Rey
para las comunicaciones de África; lo vi el otro día y me dijo nos viésemos, pero no ha
podido ser por unos males de Casa, la del Arco de las bendiciones es mejor de entender la
otra muy difícil y así sólo nos dará una poca luz de lo que contienen, lo que recogido se
copiarán para remitirse a París”, y que fueron estudiadas por E. Saavedra en 18871121.

1117
ASRAH 27.07.1778.
1118
ASRAH 30.04.1784.
1119
Antigüedades. ARAH Mss. 11/8035(3, Legajo 19). Esta documentación no ha sido considerada por
Almagro-Gorbea y Maier en los trabajos en los que dan a conocer el proyecto de las Antigüedades Islámicas
de la Real Academia de la Historia.
1120
BBCC. Mss. 59-3-44, fols. 56 y 56v y 61 y 62; Salas Álvarez, op. cit. 634 (2003), 64-65.
1121
Saavedra Moragas, E., “Inscripciones árabes de la Casa de Villacevallos en Córdoba”, BRAH XI
(1887), 161-167; cfr. Rodríguez Oliva, P., “De Córdoba a Málaga: avatares de la colección arqueológica de
Villacevallos”, en Beltrán y López, op. cit. 63 (2003), 357-359.
463
Otro ejemplo del interés de la Real Academia de la Historia por las antigüedades
islámicas, y que no ha sido considerado hasta el momento, lo encontramos en la
instrucciones dadas el 2 de Noviembre de 1752 a Luis José Velázquez de Velasco y
Cruzado para la realización de su viaje arqueológico, ya que en el punto 8 se le indica que
“copiará todas las inscripciones antiguas, así de letras desconocidas como latinas,
góticas, árabes y hebreas y formará de todas ellas una colección”1122.
A partir de esta disposición, Velázquez distinguió inicialmente en su trabajo las
siguientes inscripciones islámicas: “7.- Inscripciones del Siglo VIII; 8.- Inscripciones del
Siglo IX; 9.- Inscripciones del Siglo X; 10.- Inscripciones del Siglo XI; 11.- Inscripciones
del Siglo XII; 12.- Inscripciones del Siglo XIII; 13.- Inscripciones del Siglo XIV; 14.-
Inscripciones del Siglo XV”, que en la publicación definitiva de su trabajo definitivo
simplificó en un solo epígrafe “4.- Inscripciones del tiempo medio desde la entrada de los
Árabes y principios del siglo VIII hasta 1516”. A ellos se unió su estudio sobre las
monedas islámicas, que incluyó dentro del epígrafe titulado “Medallas acuñadas en
España desde la entrada de los Godos hasta 1516”1123.
Ambos tipos de fuentes, epigráficas y numismáticas, servirían para corroborar los datos
que debían incluirse dentro del estudio de los Monumentos de Arquitectura, Escultura y
Pintura, en los que se incluirían los diseños de aquellos Monumentos desde la entrada de
los Árabes hasta 1516: 1) Arquitectura; 2) Escultura; 3) Pintura”1124.
Como aportación novedosa de su obra, es la recopilación, por primera vez, de las
inscripciones islámicas que iba encontrando a su paso, cuya traducción fue realizada por el
maronita Miguel Casiri de Gartia, bibliotecario real e intérprete de lenguas de S.M, a lo
que ya nos hemos referido con antelación. En este grupo destacan las inscripciones de
Jerez de la Frontera1125, la del sepulcro de San Fernando de la Catedral de Sevilla1126 o las
existentes en el Palacio de la Alhambra de Granada (FIGURA 73).
En 1747 la Academia de la Historia comenzó a elaborar el Tratado de la Cronología de
España con la finalidad de conseguir “una puntualísima y segura regla de los tiempos para
las demás obras en que hubiese de ocuparse el Cuerpo”1127. En relación con este proyecto,

1122
ASRAH 10.10.1752.
1123
Velázquez, Cartas ... op. cit. 174, fols. 157-160; Velázquez, op. cit. 174 (1765), fols. 114-117.
1124
Velázquez, Cartas ... op. cit. 174, fols. 164v-167.
1125
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, fol. 31v, donde usa la traducción de Campomanes.
1126
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, fol. 25.
1127
Huerta, op. cit. 7 (1796), XXVIII.
464
el propio Campomanes, que era el “encargado de la Cronología de los Árabes de España”,
presentó su proyecto conocido como “Códice Anticuario” o “Colección de Monumentos”,
con la finalidad de aplicarlo a trabajos posteriores de la Academia. Según este proyecto
deberían tenerse en cuenta “las inscripciones … arábigas … que se encuentren, y … si se
conserva aún el original en piedra o metal y la figura; imitando la orthographia, y genero
de la letra”. Las monedas y medallas islámicas también deberían tener las mismas
consideraciones, de formas que deberían copiarse “sus letreros así de la cara, que llaman
anverso, como las de la buelta, que es el reverso, diciendo las caras, figuras y símbolos,
que en ellas se encuentran, y sus tamaños, que son de gran modulo, o medallones, como
pesos gordos, grande, mediano y pequeño bronce”1128.
A la caída de Ensenada, y la defenestración del proyecto de Velázquez de Velasco,
Campomanes volvió a presentar, en 1755, un nuevo proyecto para recopilar las
inscripciones de la nación, por la utilidad que estos documentos prestaban frente a “las
dudas de la Geografía, de la Historia, y aun de la Chronologia”, ya que se consideraban
“probada la verdad de ellas”. En este proyecto, se mostraba un especial interés por los
testimonios de “los Árabes [quienes] dejaron en letra cúfica un numero inmenso de
inscripciones. Ya tiene la Academia noticia de muchas que se han interpretado y leído en
ella, y formaran una serie que de muchas luces a la historia”1129.
Como ya hemos visto anteriormente, el proyecto fue finalmente desarrollado por
Gusseme en 1755, quien defendió la necesidad de recoger las inscripciones “árabes, que
contengan particular apreciable, porque habiendo muchas de este idioma y carácter, se ha
verificado que las más contienen asuntos ridículos o vanos títulos e imprecaciones, de que
tan frecuentemente usaron y usan los mahometanos”, aunque posteriormente añade el
propio Gusseme que, no siendo difícil su interpretación, deberían recopilarse “solamente
aquellas que contengan alguna particularidad notable, como llevo supuesto,
consiguientemente vendrá con cada una su traducción, [si bien] la dificultad que estas
pueden hacer para darlas otra prensa es un nuevo motivo para incluir muy pocas en esta
colección”1130.
En este contexto, debemos incardinar los trabajos de traducción Miguel Casiri para la
Academia de la Historia, que, aparte del ya citado estudio de las inscripciones del Palacio

1128
Campomanes, op. cit. 157 (1753), fol. 4-5.
1129
Campomanes, op. cit. 177 (1755), fols. 6 y 20-21.
1130
Gusseme, op. cit. 177 (1755), fols. 8v-10r y 14v-15v.
465
de la Alhambra dibujadas por Sánchez Sarabia, en relación a Andalucía fueron los
siguientes1131:
“Colección de cincuenta y cuatro láminas de inscripciones y monedas, recogidas,
explicadas y grabadas a expensas de la Academia bajo la dirección de su individuo de
número y antiquario arabigo, el Doctor Casiri, entregadas al Cuerpo en 17 de Marzo de
1778”.
“Noventa y seis inscripciones del Alcázar de Sevilla, en caracteres que usaban en
aquel tiempo los árabes españoles, trasladadas a caracteres asiáticos con sus puntos
diacríticos, y traducidas al latín, de orden de la Academia, por el mismo Doctor Casiri. La
colección, copias y remesas de estos monumentos se hizo a costa de la Academia, baxo de
la dirección y cuidado del Doctor Don Josef Cevallos”
“Ocho inscripciones, copiadas y dibuxadas en grande, de las que existen en el
Alcázar de Sevilla, con la reducción de cada una de ellas a los caracteres de forma
pequeña y corriente, con su traducción latina hecha por el Doctor Casiri”.
“Informe del mismo Académico sobre dos quadernos de inscripciones arábigos de
las que existían en la Catedral de Córdoba en el siglo décimo sexto”, que le fueron
remitidas a Casiri en 1752, por orden de José de Carvajal y Lancaster, según las copias que
le remite Marcos Domínguez Alcántara1132, quien recogió numerosos documentos
islámicos para el Patronato Regio.
“Inscripción arábigo-cúfica, que se halló en una lápida sobre el sepulcro del
Príncipe Abdallá Alí de Granada, interpretada por el mismo Académico”.
En cuanto a los proyectos presentados a la Academia, podemos destacar los siguientes
en relación a Andalucía1133:
“Tratóse en 1765 de publicar la Historia de Almería, ilustrada por D. Gabriel de
Orbaneja, después que el mismo académico Doctor Casiri la hubiese enriquecido con un
copioso número de notas críticas, precedidas de una erudita introducción”.

1131
Huerta, op. cit. 7 (1796), IL-L; Massad, op. cit. 185 (1959), 22-23, Breydy, op. cit. 185 (1951);
Casiri de Gartia, M., Varios dictámenes sobre monumentos arábigos. ARAH. Mss. 9/6050; Casiri de Gartia,
M., Explicación de varias monedas e inscripciones arábigas. ARAH Mss. 9/6050 y Campomanes 28-7;
Casiri de Gartia, M., Interpretación de dos inscripciones arábigas grabadas en un sepulcro que se halla en la
capilla de la Santísima Trinidad de la Iglesia Catedral de Córdoba. RAH. Mss. 9/6050.
1132
ARAH. CAG/9/7980/004(1).
1133
Huerta, op. cit. 7 (1796), LII-LVII y LXXIII; Massad, op. cit. 185 (1959), 24-25.
466
“En 1771 el Doctor Casiri propuso la formación de un vocabulario de nombres
topográficos y de pueblos de España que traen su origen del árabe, con la interpretación
de sus etimologías y significados”.
“En Enero de 1773 presentó el Doctor Casiri un Diccionario de voces arábigas
geográficas, usadas en la lengua castellana, reducidas a su origen y verdadero
significado”.
A la vista de estos trabajos, vemos que su finalidad no era siempre el proyecto de
Inscripciones y Medallas Árabes, sino que la finalidad era mucho más amplia, incluso para
otros proyectos distintos e incluso otros ajenos a la propia Academia.
Ello se demuestra en el Informe de 23.02.1781, realizado por José Miguel de la
Barrera, secretario de la Academia, en el que se describen los acuerdos tomados por la
Academia desde 1764 hasta 1778, relativos a la traducción, dibujo y publicación de
monedas árabes e inscripciones cúficas1134.
Según recoge José Miguel Flores de la Barrera, “en la Junta de 23 de Noviembre de
1764 con motivo de haver leido el Sr. Casiri la interpretación de dos monedas arabes que
se le habian pedido en la junta anterior, se trató del uso que debia y precisaba hacerse de
las demas de este idioma que entonces poseía la Academia en su Monetario, y se acordó se
entregasen por los Señores Revisores al Sr. Casiri para que hiciere dibujarlas, poniendo
sus leyendas en caracteres arabes corrientes y traduciendolas en idioma latino, haciendo
cedulas de cada una.
En la Junta de 7 de Diciembre del mismo año leyó el Señor Ulloa un Papel relativo a
el metodo que podía seguirse en el dibujo, copias, lecturas y traducción de las monedas
arabes, y acordó la Junta se pasase copia al Sr. Casiri.
En 14 del mismo mes dio cuenta el Sr. Rivera en haver entregado al Sr. Casiri 92
monedas arabes que estaban en su poder, las 50 de plata y 42 de cobre de que le dio
recibo.
En 25 de Enero del [1765] se hicieron presentes por el Sr. Casiri varios dibujos de
monedas, y se le encargó el cuidado de que se continuase en este trabajo.
En 8 de Febrero inmediato ofreció el Sr. Nava, por medio del Sr. Hermosilla, que
entregaria las monedas árabes que poseía para que se sacasen diseños.
Y en 19 de Abril entregó el Sr. Casiri diez dibujos de medallas con sus
interpretaciones.

467
En la Junta de 13 de Junio de 1766, presentó el Sr. Casiri 16 monedas arabes que le
había entregad el Sr. Nava para el fin indicado, y se mandaron pasar al Sr. Casiri ara que
hiciese sacar los dibujos.
El 24 de Octubre del propio año, pidió el Sr. Hermosilla en nombre de la Academia de
San Fernando el Quaderno de Inscripciones Arabes copias de las que hay en los Palacios
de Carlos V y la Alhambra de Granada, y se acordó se le entregasen.
En la Junta de 23 de Enero de 1767 presentó el Sr. Casiri 19 dibujos de otras tantas
monedas arabes sacadas de las que posee el Señor Nava y del museo del Padre Flórez.
En esta junta se conferenció sobre el uso que convendría hacer de estas esquisitas y
eruditas piezas literarias y se convino en que el Sr. Director con el Sr. Casiri quedasen
encargados de formar el prólogo correspondiente para su publicación, lo que así
ofrecieron estos señores.
En 22 de Mayo del mismo año, deseando el Sr. Director anticipar quanto sea dable la
publicación de este trabajo, por lo mucho que importa, se acordó que por Secretaria se
pasase al Sr. Casiri todos los dibujos de medallas que hubiese entregado en ellas para que
las abriese en cobre el Sr. Geronimo Gil, tratando el Sr. Hermosilla de ajustes con él. Y en
consecuencia de este acuerdo, se entregaron al Sr. Casiri todos los dibujos con las notas
del mismo señor, según consta de la Junta de 29 del mismo mes.
En 5 de Junio del referido año dio cuenta el Sr. Hermosilla de haver ajustado cada
lamina en tres doblones, siendo de cuenta del abridor el cobre, y en 19 y 26 del mismo mes
se presentaron ya en la Academia seis laminas abiertas.
En la Junta de 3 de Julio inmediato leyó el Sr. Casiri el proemio que ha de preceder a
las monedas, poniendo sus leyendas en caracteres arabigos corrientes y la traducción de
ellos en idioma latino.
En 9 de Octubre, enterada la Academia de estar ya gravadas treinta y seis laminas, y
de que esta colección se hallaba en estado de darse a la fronda, acordó se consultase a
S.M. pidiendo permiso para imprimirla sin sujetarse a las licencias ordinarias, y consta el
acuerdo de la Junta siguiente que el Sr. Diéguez dio razón de haver pasado a manos de el
Sr. Director la consulta acordada.
En la Junta de 30 de el mismo mes se bolbio a tratar de la impresión de esta obra, y se
acordó que los Sres. Samaniego, P. Cano y Casiri con S.I. evacuasen este asumpto.

1134
ARAH. GN 1787/1.
468
En 11 de Diciembre de el mismo año se acordó que Dn. Geronimo Gil gravase las
cinco monedas presentadas por el Sr. Casiri en la Junta de este dia.
En 5 de Febrero de el año siguiente de 1768, entregó el mismo señor Casiri otras
cuatro monedas para la colección acordada, expresando que con ellas se completara el
número de 50 laminas.
En 8 de Abril manifestó el Sr. Director haver executado la correccion de las 50
medallas arabes que estaban abiertas, y que juzgaba por muy conveniente que acopañasen
a esta colección algunas inscripciones del propio idioma para que de esta suerte
disfrutase el publico de las utilidades que producen estos monumentos para el perfecto
conocimiento de los sucesos de nuestra Historia y el tiempo a que corresponden, y
haviendose adoptado por la Academia esta proposición, acordó se pidiesen al Sr. Rivera
las inscripciones arabes que se hallaban en su poder, y en 15 del mismo se hizo presente
haver respondido el Sr. Rivera ternerlas entregradas al Sr. Hermosilla ….
Subcesivamente fue adquiriendo la Academia varias monedas arabes y el Sr. Cevallos
remitió porción de inscripciones en este idioma que existen en su Alcázar1135.
En 19 de Mayo de 1769 se encargó al Sr. D[irector] se reconociesen los museos y
demás libros de antigüedades de que havía en la Academia, y se apuntasen las noticias
que se hallasen en ellos de monumentos y medallas arabes por lo que podían conducir al
prólogo que estaba acordado formase S.I con el Sr. Casiri, para la colección que havía
ofrecido publicar la Academia, y en consecuencia de este encargo los Sres. Samaniego, P.
León, Acevedo y el presente Secretario entregaron las noticias acordadas1136.
En 16 de Junio de el mismo año se pasaron a el Sr. Casiri varias inscripciones arabes
que remitió el Sr. Cevallos, y la Junta de 23 del mismo ofreció ordenar las medallas
arabes que poseía la Academia, a cuyo fin se le pasaron con un monetario para su
colocación.
En 14 de Julio acordó la Academia se hiciese consultas a S.M. para que se dignase
conceder licencia para la impresión del Discurso sobre las Medallas Arabes y algunas
inscripciones cúficas con tablas de estos monumentos, y aunque en la Junta inmediata se
leyó y aprobó la consulta no se le dio curso por entonces.

1135
ARAH. CASE 9/7970/004(1).
1136
ARAH. CAG/9/7980/7(1-5).
469
En 20 de Octubre entregó S.I. ocho inscripciones árabes remitidas de Sevilla y
copiadas de las que existen en la Sala del Alcázar donde estava la Casa del Ejército, y se
mandaron pasar al Sr. Casiri.
Y en 29 de Diciembre presentó el Sr. Casiri la traducción latina, convirtiendo los
caracteres que usaban en aquel tiempo los Araves españoles, en los asiáticos, e
ilustrándolas con algunas notas.
En 16 de Marzo de 1770 se pasaron al Sr. Casiri, en cuyo poder existían, las
anteriores tres inscripciones arabes remitidas por el Sr. Cevallos.
Y lo propio se executó de siete que remitió en primero de Junio del mismo año.
Con motivo de haver dado cuenta el Sr. Ortega en la Junta de 6 de Diciembre de 1771
de tener ya formadas las notas sobre las Memorias para la Historia Natural de España
que dejó escritas el Sr. Navarrete, se acordó hacer consulta de S.M. a fin de que esta obra
y el Discurso y Tablas de Medallas Araves se puedan imprimir en la forma observada con
los demás producciones de la Academia, y está consulta se leyó y aprobó en 13 del mismo.
En la Junta siguiente se leyó la resolución de S.M. en que concede su permiso para la
impresión y en consecuencia de él la Academia acordó se procediese a la impresión, y
parece se empezó la de las Memorias del Sr. Navarrete.
D. Geronimo Gil con motivo de su destino a México pasó a la Secretaria de la
Academia 54 láminas que estaban en su poder de monedas e inscripciones arabes lo que
manifestó a la Junta de 27 de Marzo de 1778”.
A ello se une un resumen realizado por el propio José Miguel Flores de la Barrera,
sobre los papeles existentes en el archivo de la Academia relativo a monedas e
inscripciones árabes1137, que en lo referente a Andalucía son las siguientes:
“Inscripción árabe hallada en Arcos de la Frontera.
Papel del Sr. Ulloa leído en la Academia relativo al método que debe observarse
en el dibujo e interpretación de las monedas árabes.
Interpretación hecha por Don Mariano Pici de unas monedas árabes con la
censura del Sr. Casiri.
Cartas escritas desde Granada por el Sr. Huerta en que da noticia de las monedas
arabes que remitió propias el Sr. Calvelo1138.

1137
ARAH. GN 1787/1.
1138
ARAH. GN 1768/6(3).
470
Recibos dados por el Sr. Casiri de algunas monedas arabes que existen en su
poder.
Interpretación hecha por el Sr. Casiri de varias antigüedades arabes.
Noticias de obras en que se hallan tipos e inscripciones árabes.
Consultas y orden concediendo licencia para la impresión del Discurso y Tablas de
medallas arabes, y las memorias del Sr. Navarrete.
Diccionario de voces arabigas usadas en España reducidas a su origen y
verdadero significado, por el Sr. Casiri1139.
Cartas del Sr. Cevallos remitiendo inscripciones arabes.
Un quaderno de pruebas de las laminas de monedas arabes abiertas en cobre.
Varias inscripciones sueltas.
Medallas e inscripciones arabes y romanas del Sr. Jose Maldonado.
Explicacion de una inscripcion arabe hecha pro el Sr. Casiri, D. Pablo Hodan y
Don Faustino de Muscat”.
A estas noticias habría que unir los informes emitidos por Miguel Casiri y José
Banqueri sobre las monedas de la Real Academia de la Historia, clasificadas según el
metal y el año de la Hégira1140, el de José Guevara y Vasconcelos sobre 167 monedas
árabes existentes en el monetario de la Real Academia de la Historia1141, o los de José
Banqueri sobre la colocación y ordenación de las monedas árabes1142.
Por tanto, del análisis del proyecto pensamos que debe ser denominado de las
Medallas e inscripciones Islámicas, pues inicialmente se había decidido publicar
exclusivamente las monedas islámicas conservadas en el monetario de la Real Academia
de la Historia.
El interés por la publicación de las inscripciones aparece, según Almagro y Maier, en
1767, sin que den una justificación a este hecho1143. En realidad, las inscripciones
empezaron a ser consideradas a partir de 1761, cuando llegaron a la Academia de la
Historia las inscripciones de la Alhambra de Granada y de la Mezquita de Córdoba que
habían sido copias por José de Hermosilla. Esto debió mover a Campomanes a presentar a

1139
ARAH. GN 1787/2.
1140
ARAH. GN 1784/3(07). Informe de 26.11.1784.
1141
ARAH. GN 1790/3(2).
1142
ARAH. GN 1791/2(08). Informe de 20.07.1791; ARAH GN 1801-1802/1(11). Informe de
26.08.1802.
1143
Almagro-Gorbea y Maier, op. cit. 80 (2003), 15.
471
la Academia, en la reunión del 08.04.1768, un proyecto para formar una colección de
inscripciones islámicas, con la finalidad de servir de complemento a la publicación de las
monedas árabes de la Academia, como podemos deducir de las siguientes palabras, puestas
en boca de Campomanes por José Miguel Flores de la Barrera “juzgaba por muy
conveniente que acompañasen a esta colección algunas inscripciones del propio idioma
para que de esta suerte disfrutase el publico de las utilidades que producen estos
monumentos para el perfecto conocimiento de los sucesos de nuestra Historia”1144.
Además, ese interés por las inscripciones islámicas se debía a su consideración de
complemento y explicación de determinados aspectos de la Historia de la dominación
árabe que las monedas no pudiesen aclarar.
M. Almagro y J. Maier tampoco explican el por qué se vio frustrado el proyecto. Esta
explicación podemos hallarla en el siguiente informe de Miguel Casiri sobre las
inscripciones árabes de la mezquita de Córdoba, que a continuación trascribimos: “he visto
de orden de la Academia los dos quadernos de inscripciones arabigas, sacadas, como
dicen, de las que existen en la Cathedral de Cordova, las quales leidas y bien examinada
hallo que contienen algunos fragmentos impertinente del Alcoran y unas oraciones con
alabanzas de Mahoma y de su secta, mal escritas sin orthogaphia algunas, llenas de
erratas, de dicciones rusticas y vulgares contra el estilo de las inscripciones arabes
diplomaticas, como tambien errores de Chronologias y de Historia.
Quatro años ha he tenido en mi poder las inscripciones de dicha Cathedral que sacó
por estampa Don Joseph Hermosilla para la Academia de San Fernando, las quales por
encargo de la misma Academia he interpretado y he trasladado de las letras cuphicas a
las asiaticas. En estas se lee el nombre del Rey Mahometano conocido por la Historia de
los Arabes Hispanos.
Cotejando unas con otras, hallo muchas y notable diferencia. La primera que las de la
Academia de San Fernando se expresan con caracteres cuphicos, propios de las
inscripciones diplomáticas, y de los quadernos con letras telesmaticas que usan los arabes
impostores en las escrituras supersticiosas, ridiculas, vanas y fraudulenta. La 2ª que las
inscripciones de dicha Academia refieren que el Rey de España Alhakem, hijo de
Abderraman, llamado Almostnadur Billas, que murió el año de la Egira 366, de Cristo
976, mando restaurar y adornar dicha mezquita el año 354, que empezó Abderahman
primero calipha de España en el año 150, y la acabó Hischam, su hijo y sucesor. Las

1144
ARAH. GN 1781/1, fols. 8-9.
472
inscripciones de los quadernos dicen que el rey Almansor, que no hubo en España, la
edificó el añlo de la Egira 1300, que corresponde al de Cristo 1882, que todavía no existe.
Este error chronologico por si solo prueba la falsedad de dichas inscripciones, y el
engaño de su auctor, como también la simplicidad de los canonigos de dicha
cathedral”1145.
Esta misma falsedad de las inscripciones también fue denunciada por el embajador
marroquí Al-Gazzal, quien tras analizar los epígrafes existentes en los Reales Alcázares de
Sevilla, concluye que “el monumento fue construido conforme a la técnica de los
arquitectos árabes”, ya que entre las inscripciones en caracteres cúficos o en cursiva
andalusí, descubrió el nombre de Pedro I, rey de Castilla y León, y la fecha de 14041146.
Ante esta presunta falsedad de las inscripciones, la Academia de la Historia decidió no
publicarlas, a pesar de las traducciones efectuadas por Miguel Casiri, al no existir modo
material de confrontar las copias con unos originales auténticos, y, por tanto, su
publicación supondría ir en contra del principio fundador de la Real Academia de la
Historia.
El proyecto de la Real Academia de San Fernando supuso la primera llamada de
atención hacia los monumentos islámicos de España, considerados como un elemento
genuinamente español. Aunque representaban un arte totalmente distinto al considerado
oficial, que era el Neoclasicismo, el estado de ruina y deterioro que presentaban llevó a la
Academia a catalogar y dibujar los edificios, para así poder conocer el denominado orden
árabe. La Academia nunca pensó en realizar proyecto de restauración de los mismos, ya
que consideraba que la mejor forma de conservar su memoria era conservar su dibujo, y
además tampoco prestó interés por las inscripciones que existían en la Alhambra y en la
Mezquita-Catedral de Córdoba, pues las consideró simple motivos ornamentales de los
edificios, sin que prestase atención a los posibles datos que podían haber aportado algunos
datos sobre la construcción o restauración de los edificios.
En el caso de los proyectos de la Real Academia de la Historia, este interés fue el inicio
de la tradición de los estudios árabes en el marco de la institución, pero que tendrá que
esperar al siglo XIX para conocer sus momentos álgidos, con personajes como José
Antonio Conde, Pascual Gayangos y Antonio Delgado. No obstante, se recopilaron en el S.
XVIII numerosos epígrafes islámicos que entre originales y calcos alcanza el número de

1145
Informe de 25.03.1771 elaborado por Miguel Casiri. ARAH. CACO/9/7951/1.
1146
Al-Ghazzal, op. cit. 621 (1941).
473
1.000, que actualmente se encuentran sin catalogar. También se recogieron numerosas
monedas islámicas españoles, que alcanzan a 4.000 piezas, cuya catalogación por Antonio
Delgado, sólo ha visto la luz recientemente1147.

5.- Las antigüedades de Andalucía en la España Sagrada


del Padre Flórez.

“La España Sagrada no sólo fue un gran libro,


sino un gran ejemplo, una escuela práctica
de crítica, audaz y respetuosa a un tiempo”.
(M. Menéndez y Pelayo, 1965).

Dentro de este programa de reformas ilustradas, la Historia de la Iglesia en España


jugará un importante papel, pues las obras de esta temática estaban llenas de narraciones
procedentes de los Falsos Cronicones, tan combatidos por los ilustrados y eruditos del
XVIII.
Con ello se pretendía acabar con algunas tópicas ideas introducidas en los estudios
eclesiásticos españoles, que eran considerados como dogmas y que no admitían discusión
alguna. Uno de estos tópicos era la venida a España de Santiago Apostol y de San Pablo.
Otras obras, como la de P. Yañez de Aviles1148, defendían que las alusiones de la Biblia a
nombres de personas y ciudades, como por ejemplo Tarsis, atribuidas a España respondían
a la realidad, y que ello se podría corroborar por las noticas contenidas en los autores
clásicos y en los eclesiásticos.
Ya en el temprano 1734, Gregorio Mayans y Siscar, dentro de su programa de reforma
cultural presentado al Secretario de Estado José Patiño, planteó la necesidad de escribir una
obra denominada España Eclesiástica, o Historia Eclesiástica de la Nación, “donde
estuviesen recogidas las principales memorias eclesiásticas, como concilios, bulas,
privilegios, …”.
Pero este proyecto no pudo concretarse por el elevado coste económico que suponía,
pues para su ejecución el propio Mayans consideraba fundamental la consulta de los
documentos originales conservados en los archivos y bibliotecas de propiedad eclesiástica,

1147
Delgado, A., Estudios de numismática arábiga-hispana (Madrid 2001).
1148
Yáñez de Avilés, P., España en la Santa Biblia. 2 Vols. (Madrid 1733).
474
por lo que se hacía necesario la realización de numerosos viajes por toda la geografía
peninsular1149.
Esta misma idea defendida por Gregorio Mayans aparece recogida en el Proyecto de
Historia de España [y de] Geografía Sagrada y Profana, elaborado por Agustín de
Montiano y Luyando, en 1736, cuyo principal objetivo era la “Geografía Sagrada [a la
que] pertenecen la descripción en general y en particular de los Arzobispados, Obispados,
Abadías, Curator, Beneficios, Capellanías, Obras Pías singulares [y] Conventos”.
Su intención era elaborar una Historia Eclesiástica, en la que abordar como punto
principal y más importante “la introducción del Cristianismo en España, que es lo primero
de esta materia, se ha de señalar quien, cuando [y] con que progresos la consiguió”1150.
Esta misma idea fue posteriormente seguida en el proyecto conocido como Veintiséis
cédulas de división de materias para el Diccionario Histórico, las diecisiete que presentó
el Sr. D. Agustín de Montiano luego que se adoptó la idea y las restantes que se
aumentaron después. Dentro de estas cédulas, la número 3 estaba dedicada a la Historia
Eclesiástica de España, para cuya realización Alonso Verdugo y de Castilla, Conde de
Torrepalma, escribe el 05.03.1736 que debía acudirse a “los Concilios Nacionales nuestros
y de los demás Ecuménicos y particulares de la Iglesia”, y el principal argumento a
estudiar debería ser “la introducción del Cristianismo en España, que es lo primero de esta
materia, se ha de señalar quien, cuando y con qué progreso se consiguió”.
Este documento pasó a estudio del resto de miembros de la Academia o Junta
Universal, conservándose la opinión de Manuel de Roda y Arrieta, para quien “en esta
parte del principio del Cristianismo en la Península deberán referirse todas las opciones
que hay” y “sobre las noticias de las primeras iglesias, los obispos que las
gobernaron”1151. Sin embargo, este proyecto no vió la luz, como otros tantos de la
Academia, y ello a pesar de los reproches realizados por la propia institución, como
reflejan las palabras de Francisco de la Huerta, quien al referirse al mismo dice que “o por
no haber recatado tanto como debiera sus proyectos, o por una laudable generosidad”,
sus proyectos dieron origen “a muchas obras que después han salido a la luz pública en
nombre de autores particulares, robándole, si se puede decir, el pensamiento, y para

1149
Mestre Sanchís, op. cit. 1 (1996), 320.
1150
Montiano, op. cit. 18 (1736).
1151
ARAH. Mss. 11/8035(3).
475
muchas hasta el título, y aprovechándose para otras de sus materiales y auxilos [como] la
España Sagrada”1152.
Incluso llegó a decir que “del seno de la Academia salió en 1748 la idea de una
historia eclesiástica nacional, con el título de España Sagrada, distribuida por siglos, con
sus disertaciones correspondientes en cada uno: formó y leyó su plan don Juan de Amaya,
pero habiéndose pasado a la revisión y las observaciones detuvieron la empresa hasta
enfriar las manos de su autor”1153. Pero, en realidad, en 1747 habían aparecido ya los dos
primeros volumenes de la obra España Sagrada, realizada por el agustino Henrique Flórez
de Setién y Huidobro, con la finalidad de dar a conocer un “Theatro geográfico de la
Iglesia de España, en que, además la antigüedad, establecimiento y división de sus
Provincias, se trata de la situación de sus sillas antiguas y modernas”.
Flórez venía gestando ya su obra desde 1742, cuando comenzó a realizar frecuentes
viajes desde Alcalá de Henares a Madrid para consultar documentos con la finalidad de
elaborar su proyecto de Geografía Eclesiástica de España. En la Real Biblioteca hizo
amistad con diversos investigadores, entre los que destaca Juan de Iriarte, compañero de
Gregorio Mayans en la Biblioteca Real, quien le alentó a la realización del proyecto, si
bien el mismo debería abarcar una historia general de la Iglesia española, que se titulara
España Sagrada. Otros de los personajes que también influyeron en la concepción de la
obra fue el benedictino Fray Martín Sarmiento, quien postulaba la redacción de una
Hispania Catholica, a semejanza de las colecciones existentes en Francia e Italia.
Sarmiento, coincidió en numerosas ocasiones con Flórez, a quien le hizo entrega de
numerosos documentos y manuscritos inéditos para la realización de su obra1154. También
contó originalmente con el apoyo literario del propio Mayans y con el apoyo económico de
Fernando VI, ya que esta obra convenía a los intereses de la política regalista de la corona.
Los dos primeros volúmenes se centraban en la Geografía y en la Cronología, el tercero
estudiaba la predicación de los Apóstoles en España y la propagación del Cristianismo; el
cuarto se dedicaba al origen y progresos de los obispados, antigüedad de las provincias
eclesiásticas y sus divisiones primitivas. A partir del quinto volúmen comienza el estudio

1152
Huerta, op. cit. 7 81796), III-IV.
1153
Huerta, op. cit. 7 (1796), LII.
1154
Méndez, op. cit. 418 (1780), 27-28 y 37-38. Sobre la figura del Padre Flórez, pueden verse los ya
clásicos trabajos de Salvador y Barrera, J.M., El Padre Flórez y su España Sagrada (Madrid 1914) y Vega
Custodio, A., La España Sagrada y los Agustinos en la Real Academia de la Historia (El Escorial 1950).
Más reciente es la obra de Campos y Fernández de Sevilla, J., Enrique Flórez. La pasión por el estudio
(Madrid 1996), que aporta numerosa bibliografía y estudio sobre Flórez y sus obras.
476
de la historia de las diócesis o iglesias metropolitanas españolas y de los cambos
introducidos en cada época. Para ello, concibe su obra dando primacía al elemento
geográfico, que será el enfoque empleado en el planeamiento y estructura de la obra. Ello
le permitió ajustar la jurisdicción de cada metrópoli, que en caso de Andalucia abarcará los
tomos IX a XII, siendo las diócesis estudiadas Sevilla, Abdera, Asido, Astigi, Córdoba,
Egabro, Elepla, Eliberi, Itálica, Málaga y Tucci. Dentro de cada diócesis, llevaba a cabo
posteriormente el estudio por orden alfabético de cada una de las iglesias sufragáneas que
la componían, considerando separadamente su estado antiguo y moderno, que viene
marcado por la invasión musulmana. Así deslindó las antiguas provincias, ajustando la
jurisdicción de cada metrópoli, para a partir de ello realizar una descripción histórica de
cada una de ellas, resaltándose los cambios introducidos en cada época.
Para sostener sus ideas reproduce documentos, textos, inscripciones, monedas, así
como mapas de las diócesis y grabados e, inclusive, reproduce algunos monumentos.
Como sostenía el Padre Méndez “en esta grande obra se hallan los más preciosos y raros
documentos de la Historia de España, unos jamás vistos en el público y otros tan limados
y restituidos a sus ser y propiedad que hacen casi inútiles las ediciones que les
precedieron, dando novedad a lo más antiguo, autoridad a lo nuevo, esplendor a lo
envejecido, luz a lo oscuro, gracia a lo fastidioso, fe a lo dudoso, y a todas las cosas su
naturaleza, y a la naturaleza odas sus cosas. Abraza también una gran parte de disciplina
eclesiástica antigua y moderna; se trata mucho de nuestros concilios nacionales y
provinciales, en que se esmera nuestro autor, como en la cronología y geografía”1155.
Esto llevó a Menéndez y Pelayo a considerar que en realidad “no es una Historia
eclesiástica de España pero sin ella no podría escribirse. No es tampoco una mera
colección de documentos, aunque en ninguna parte se haya recogido tanto caudal de ellos
sobre la Edad Media española: cronicones, vidas de santos, actas conciliares, diplomas,
privilegios, escrituras, epitafios y antigüedades de todo género. Es también una serie de
luminosas disertaciones que tocan los puntos más capitales y oscuros de nuestra liturgia,
que resuelven arduas cuestiones geográficas, que fijan la fecha de importantes
acontecimientos, que discuten la autenticidad de muchas fuentes y condenan otras al
descrédito y al aprobio que debe acompañar a la obra de los falsarios”1156.

1155
Méndez, op. cit. 418 (1780), 129.
1156
Menéndez Pelayo, op. cit. 38, Tomo I (1965), 12-13; Vega, op. cit. 1225 (1950), 18-20; Sánchez
Alonso, B., Historia de la Historiografía Española. Tomo III (Madrid 1950), 88-90 y 115-124; Campos y
Fernández, op. cit. 1225 (1996), 32-33.
477
A pesar de esto, la obra de Flórez tampoco estuvo exenta del surgimiento de polémicas
con diversos cabildos catedralicios y con otros eruditos y escritores, como ocurre en los
casos de Fray Rafael del Llano, monje cisterciense que acusó a Flórez de haberse servido
en exceso de la obra del francés Vallemont para la elaboración de la Clave Historial, o de
Gregorio Mayans i Siscar, con quien tuvo una polémica originada por el asunto de la
datación de la Era Hispánica o de Augusto1157.
Otros muchos eruditos andaluces mostraron su disconformidad con Flórez acerca de la
identificación realizada de algunas ciudades mencionadas en las fuentes grecorromanas
con las actuales, para lo que Flórez utilizó sobre todo epígrafes y monedas. Las principales
fuentes de conflicto fueron las ciudades de Asido Caesarina y de Onuba, identificadas
respectivamente por Flórez con Jerez de la Frontera y Trigueros, sólo por citar algunos
ejemplos, pero sobre esta cuestión trataremos con mayor profundidad más adelante.
La intención final de Flórez era la publicación de una obra histórica, basada en datos
verificables y en documentos coetáneos del período que estudia, lo que le llevó a
transcribir los documentos que encontraba en el original, aunque estuvieran plagados de
errores, y a rechazar aquellas “fábulas con que tenemos manchadas nuestra historia
eclesiástica”, pues el camino correcto para escribir una historia pasaba por la revisión de
los documentos sobre los que se habían edificado las historias anteriores.
Este mismo criterio ya lo había usado en su obra Clave Historial1158, concebida como
ayuda y comprensión de la Historia para los más jóvenes, en la que estableció una serie de
reglas que posteriormente aplicó en la España Sagrada, que eran:
a) Reglas generales o principales de la crítica:
“Regla 1ª. No es lícito apartarse del testimonio de los antiguos escritores, no
haviendo firmes, y constantes razones, que prueben lo cotrario.
Regla 2ª. Débese estar al testimono del que refiere el sucesso por haverse hallado,
o por haverlo recibido de quien lo vio, si el sucesso es de cosa pública, si el escrior no es
parcial, ni mezclador de fábulas, sino diligente, circunspecto, y perspicaz; y si no hay otro
que lo contradiga.

1157
Campos y Fernández, op. cit. 1225 (1996), 45-59.
1158
Flórez de Setién y Huidobro, E., Clave Historial con que se abre la puerta a la Historia Eclesiástica
y Política, descubriendo las cifras de la Chronologia y Phrases de la Historia, para el fácil manejo de los
Historiadores. Con la Chronología de los Sumos Pontificies, y de los Emperadores, y breve apuntamiento de
sus Vidas. Todos los Reyes de España, Italia y Francia, con los orígenes de todas la monarchías desde
Christo hasta hoy. Concilios, y sus motivos. Hereges y sus errores. Santos y escritores más clásicos, con los
sucessos memorables de cada siglo (Madrid 1743).
478
Regla 3ª. El argumento negativo, omado del silencio de los antiguos, no es por si
solo suficiente a excluir la fe de los assuntos”.
b) Reglas sobre el buen uso de la crítica:
“Regla 1ª. Es severidad, y abuso de la Crítica, apartarse del testimonio de los
Antiguos, sin firmes, y graves fundamentos, solo por algunas congeturas.
Regla 2ª. En caso de declinar a algún extremo (por no ser las razones suficientes)
más vale la cualidad reverente, que la tenacidad en la Crítica.
Regla 3ª. El Crítico debe ser totalmente imparcial.
Regla 4ª. Siempre debe usar de modestia aún con aquellos de cuya sentencia se
aparta.
Regla 5ª. El uso de la Crítica consiste, y pide essencialmente, que el assunto se
proponga con claridad, y sin voces equívocas, después de una total información del
hecho”.
c) Criterios estableciendo prioridades y fijando competencias para aquellos puntos
“en que no concuerdan los Doctos, se atenderá a estas reglas:
1ª. Débese estar al partido de los más.
2ª. Si uno, o dos refieren lo que otros omitieron, se debe estar al que refiere.
3ª. Quando algunos refieren con variedad un hecho, se ha de atender, si hay
particular motivo, que les induzca a ello”1159.
Para la realización de su obra, el Padre Flórez siguió el modelo impuesto por Luis José
Velázquez de Velasco y Cruzado, al considerar necesario la realización de viajes para el
reconocimiento visual de los lugares, la recogida de materiales y la consulta directa de
fuentes documentales. En realidad se trataba de “expediciones literarias [de las que volvía]
cargado de manuscritos inéditos, de monedas rarísimas, de inscripciones copiadas, y tal
vez originales, de piedras literatas, de petrificaciones, conchas, y otras mil curiosidades y
juguetes de la naturaleza, con que adelantaba la historia”1160.
En el prólogo del Tomo IX de la España Sagrada, aparecido en 1752, menciona que la
Bética “tiene tantas grandezas en sus antigüedades geográficas y civiles... dignamente
conocidas y celebradas... [por] los escritores [grecorromanos y por las] ... mismas ruinas
de los Pueblos...”. En el mismo prólogo, también expone la finalidad de su publicación:

1159
Flórez, op. cit. 1229 (1743), 39-44; cfr. Campos y Fernández, op. cit. 1225 (1996), 42-43.
1160
Méndez, op. cit. 418 (1780), 166; cfr. Campos y Fernández, op. cit. 1225 (1996), 60-61; cfr. BN
Mss. 1622 y ARAH Mss. 9/6118, 9/7567 y 9/7570.
479
Figura 120. Mapa de la Bética Romana, según el Padre Enrique Flórez.

“no es asunto de esta obra indagar todas las Antigüedades de la Bética, sino precisamente
lo que puede tener alguna conexión con lo sagrado, o bien por la averiguación del sitio de
la Sede Episcopal o por la jurisdicción de la Diócesis.” (FIGURA 120).
También podemos conocer los personajes que le ayudaron especialmente durante su
estancia en Andalucía “el Sr. Conde del Águila, don Miguel de Espinosa Maldonado Tello
de Guzmán... que no contento con franquearme liberalísimamente los preciosos
monumentos antiguos que su buen gusto y solícita actividad ha recogido, procuró
facilitarme aun lo que no tenía, mirando esta mi obra como suya, no solo por el deseo de
que se ilustren las grandezas de su Provincia, sino por el conocimiento que tiene de estas
letras... Este señor fue de quien esperaba yo la Medalla de ORIPPO, ofrecida en la página
III, y aunque no llegó a tiempo, por haber venido en lugar de ésta otra de IRIPPO, añadió
una de LASTIGI, que propongo en la primera estampa. Las inscripciones y algunos
manuscritos que me comunicó, se expresan en sus sitios, como también los documentos
remitidos por el Doctor Don José Cevallos y don Livino Ignacio Leyrens, sevillanos, y
otros que se irán mencionando en adelante”.

480
En lo concerniente a Andalucia, Flórez realizó dos viajes distintos. El primero de ellos,
entre el 18.04.1768 y 14.06.1768, se centró en Andalucía Occidental, visitando las
localidades de Córdoba, Sevilla, Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María, Cádiz, El
Arahal y Montoro, por citar algunos ejemplos. Durante este primer viaje visitó en Córdoba
las ruinas romanas y visitó a su amigo Pedro Leonardo de Villacevallos, con quien
mantenía una importante correspondencia sobre numismática. Es el momento en que pudo
conocer su colección epigráfica y numismática, de la que copió algunas inscripciones1161.
Pero Villacevallos también se convirtió en cicerone de Flórez, pues le dio noticias del
hallazgo de algunas inscripciones de la provincia de Córdoba, como la hallada en el Cortijo
de Iscar, situado “en Castro del Río a cuatro leguas al Norte de Cabra, [donde] existe una
insigne inscripción, en que se mencionan algunos pueblos muy notables. La piedra es
pardiblanca, de cuatro esquinas, con molduras y
perfiles, de vara y media de alto, y dos tercias de
ancho, puesta por pedestal de una cruz junto a la
Puerta de Martos, [cuya] copia me comunicó D.
Pedro de Villa Cevallos”1162.
En Sevilla visitó la Biblioteca Capitular y
Colombina de Sevilla y pudo conocer
pesonalmente, como ya se ha dicho, a Livino
Ignacio Leyrens y Pelleart y al Conde del Águila,
importantes coleccionistas y eruditos en monedas.
En especial, destaca el papel jugado por el
segundo estos personajes, quien acompañó a
Flórez durante su visita a la antigua ciudad de
Itálica, cuya localización “se halla ya reconocida
Figura 121. Planta del Anfiteatro de Itálica,
dibujada por M. Martí, según Flórez.
como cierta entre los modernos, conviniendo en
que fue a una legua de Sevilla, rio arriba, sobre el sitio llamado Santiponce, en un
despoblado donse se descubren muchas ruinas, que el vulgo nombra Sevilla la Vieja,
cuyos campos retienen algo del antiguo nombre, intitulándose, según Morales y Caro, los
Campos de Talca, que parece abreviatura de Itálica”

1161
Campos y Fernández de Sevilla, F.J., “Epistolario ilustrado: la correspondencia del agustino P.
Enrique Flórez con D. Pedro Leonardo de Villacevallos (1774 a 1759) y D. Antonio Caballero y Góngora
(1771), después Arzobispo y Virrey”, BRAH CXCVI(3) (1999), 261-325; Flórez, op. cit. 692 (1751).
1162
Flórez, op. cit. 848 (1754), 12, CIL II2/5, 387 (= II 1572; ILS 6909).
481
En la antigua Itálica mostró una consideración especial hacia el Anfiteatro romano. En
su obra incluyó la planta que Manuel Martí había enviado a B. de Montfaucon (FIGURA
121), pero además también solicitó de las autoridades sevillanas que “se delinease
puntualmente su Iconografía y Ortografía , o el plan y el alzado. Facilitóme el deseo la
buena suerte de comunicar con el Señor Conde del Águila cuyo buen gusto en cuanto a
erudición y antigüedades, dio expediente a mi súplica, pasando a reconocer aquellas
ruinas con prevención de sujetos proporcionados para la ejecución, conviene a saber con
el Arquitecto Mayor de la Ciudad, don Pedro de San Martín Lara, que hiciese las
dimensiones, y D. Juan de Espinar que dibujase los diseños de diversos prospectos de la
Fábrica.
Formados los dibujos, añadió el arquitecto una razón individual de su explicación, y el
Señor Conde sobrepuso algunas muy oportunas observaciones, como suyas, acerca de lo
formal de aquellas ruinas, añadiendo con liberalidad más de lo que pedí, pues
encontrando allí piedras que su perspicacia conoció ser preciosas por las Inscripciones
inéditas con que están esmaltadas, las copió y me las remitió con franqueza. Estas son las
doy ya propuestas, y otra que se pondrá después, las cuales (fuera de otras, que servirán a
otro fin) con los tres diseños del Anfiteatro, debemos agradecer y deferir al celo y
franqueza del Sr. Conde”1163.
Otro ejemplo del apoyo prestado por Miguel Espinosa, Conde del Águila, lo
encontramos en las noticias del hallazgo de las inscripciones romanas CIL II 1115-1117
(FIGURAS 95 y 96) aparecidas durante las excavaciones practicadas en el yacimiento de
Itálica en 1753 y de las que tuvo conocimiento gracias a “que me [las] remitió el Sr. Conde
del Aguila”, y que se conservaban depositadas “en el Convento de San Isidoro”1164.
También este personaje le proporcionó datos del yacimiento de Tejada la Vieja (Huelva),
donde “hubo población antigua [como] sirve una inscripción romana hallada allí, cuya
copia me remitió el Sr. Conde del Aguila desde Sevilla, donde se llevó, y existe hoy la
piedra, colocada en las Casas Capitulares [de Sevilla]”1165.
Otro acompañante fue Patricio Gutiérrez Bravo, Cura del Arahal, a quien visitó
personalmente durante su primer viaje a Andalucía, aunque entre ambos ya existía una

1163
Flórez, op. cit. 848 (1754), 223 y 227-235; San Martín de Lara, op. cit. 849 (1754).
1164
Flórez, op. cit. 848 (1754), 224-226 y 236-237; Luzón Nogué, op. cit. 544 (2003), 52-53; Luzón
Nogué, op. cit. 848 (1999), 36-37.
1165
Flórez, op. cit. 848 (1754), 54-55, CIL II 1258.
482
importante correspondencia sobre cuestiones numismáticas1166. Durante esta visita pudo
conocer de cerca las colecciones del presbítero sevillano, entre las cuales tenía algunas
piezas arqueológicas, como “un fragmento de inscripción, que el buen gusto de su
literatura le obligó a recoger en su casa, hallándole en otra derribada, y aunque no es más
que de una tercia de largo, y media de ancho”1167.
En El Puerto de Santa María pudo conocer la biblioteca y las colecciones del Marqués
de la Cañada, y en Cádiz reconoció el monetario de Antonio Mosti. Otro cicerone fue el
jesuita jerezano Jerónimo Estrada, personaje que le
proporcionó la información necesaria sobre hallazgos
epigráficos, escultóricos y numismáticos. Gracias a esta
información, Flórez identificó la ciudad de Jerez de la
Frontera con la antigua Asido Caesarina, gracias al hallazgo
(FIGURA 122) “en el mes de mayo de 1753 de una ara
pequeña de mármol blanco fino, que está en la casa de frente
de las Escuelas de la Compañía, dedicación a Hercules
Agusto”1168 y a las estatuas (FIGURAS 97 y 101) existentes
“en la calle que el vulgo nombra de los idolos, por estas figuras, Figura 122. Inscripción CIL
II 1303, según Flórez
que están haciendo pared cerca del angulo de la ciudad entre
Norte y Poniente".”1169.
El pasado fenicio de la ciudad, mencionado en las fuentes grecorromanas, quedaría
probado, según Flórez, por una “piedra de cinco cuartas y media de alto, y poco más de
media vara de ancho (FIGURA 99), que está en frente de la Parroquia de San Marcos,
laboreada no solo por frente, sino por los dos lados, ignorándose si corresponde el
respaldo, a causa de estar oculto por detrás de la pared. Sus caractéres parecen no solo
Bastulo Phenicios, sino que en el primer renglón hay alguna semejanza con las letras de
las medallas de Asido. Esta la fue a reconocer pesonalmente el Rmo. Estrada, quien la
copió por su mano y me la remitió, dándola yo aquí con gusto, por monumento de nuestras
mayores antigüedades”1170.

1166
Rodríguez Moñino, op. cit. 962 (1954).
1167
Flórez, op. cit. 848 (1754), 236. La inscripción es CIL II 1376.
1168
Flórez, op. cit. 848 (1754), 26-27. La inscripción es CIL II 1303.
1169
Flórez, op. cit. 848 (1754), 28.
1170
Flórez, op. cit. 692 (1751), 26-27.
483
El segundo viaje se centró en Andalucía Oriental y se realizó entre el 30.04.1770 y el
22.06.1770, período en el que visitó, entre otras, las localidades de Guadix, Granada,
Alcalá la Real, Jaén y Baeza, así como diversas localidades malagueñas. De este período,
destaca la visita al Archivo y Colegiata del Sacromonte, en los que pudo apreciar de
primera mano las falsificaciones de las excavaciones del Sacromonte y de la Alcazaba1171.
Luis José Velázquez de Velasco y Cruzado le proporcionó numerosos datos y
manuscritos, que utilizó para su obra de Andalucía Oriental, que abarca los tomos XI y XII
de su España Sagrada. Así, Velázquez le comunicó inscripciones que ubicaban las
ciudades romanas de Ventippo (Casariche, Sevilla)1172 y de Singilia Barba (Antequera,
Málaga)
Sobre esta última, añade el Padre Flórez que “algunos la han confundido con
Antequera, por hallarse allí piedras con este nombre, pero fueron diversas poblaciones,
aunque por distar poquísimo se pasaron a Antequera las ruinas de Singili. El sitio de esta
se llama vulgarmente Antequera la Vieja, por el abuso regular del vulgo, que a las ruinas
cercanas aplica el nombre de la actual población, añadiendo el dicado de Vieja, como se
ha notado en otros lances. Pero lo cierto es, que en aquel sitio existia Singili al Norte de
Anticaria, y ésta en el que hoy permanece, como prueba su nombre, y las inscripciones
referidas. De Singili permanecen muchas, trasladadas a Antequera, por la inmediación de
los dos pueblos. Hoy no existe más que en sus ruinas, en el despoblado que llaman El
Castilló o Valsequillo, distante de Antequera una legua al Septentrión”1173.
También se refirió a otros lugares como la localidad de Cártama, situada a “tres leguas
de Málaga por la Parte de Occidente junto a un escarpando monte está la villa de
Cártama, llamada antiguamente Cártima, según vemos en las piedras donde quedó
perpetuado su nombre”1174.
Pero también se da el caso de lugares como la antigua Aratispi (Villanueva del Cauche,
Málaga), que “es uno de los lugares de que no hallamos mención en los Geographos: pero
la hay en monumentos más estimable de piedras, donde no solo vemos el nombre del
lugar, sino su situación, que fue sobre Málaga, cerca de cinco leguas, y dos de Antequera,
junto al que hoy llaman Cauche, es un despoblado, que nombran Cauche el Viejo, a un

1171
Méndez, op. cit. 418 (1780), 301.
1172
Flórez, op. cit. 848 (1754), 82. La inscripción es CIL II2/5, 920 (= II 1467).
1173
Flórez, op. cit. 848 (1754), 17-19. Las inscripciones son CIL II2/5, 795 (= II 2017), CIL II 2015 y
CIL II 2025.
1174
Flórez, op. cit. 848, 290.
484
cuarto de legua hacia el Mediodía, desde donde pasaron, y colocaron en la Torre de la
Iglesia las inscripciones (FIGURA 56) por las cuales se prueba el nombre y situación del
pueblo, juntamente con algunas individualidades utiles para los anticuarios”1175.
Otro lugar identificado es la colonia romana de Tucci (Martos), cuya “verdadera
situación es el Reino de Jaén, en el mismo sitio en que hoy la Villa de Martos, según
convencen los muchos monumentos que han quedado en sus ruinas, entre cuyas
inscripciones vemos publicado repetidamente el nombre de la ciudad, no solo bajo la voz
de Tucci, sino como la nombraron los Romanos, llamándola Colonia Augusta
Gemella”1176.
También otro ejemplo sería la localidad de Arjona (Jaén), donde las inscripciones
romanas encontradas, muchas ya incluso recogidas por Juan Fernández Franco, le sirvieron
para ubicar en aquel lugar el Municipium Albense Urgavonense1177. Asimismo, identificó la
antigua ciudad de Obulco con la actual Porcuna (Jaén), ya que su situación “no puede
errarse, si se miran bien las señales que nos dieron de ellas los antiguos y por las muchas
inscripciones que declaran ser el municipio Obulconense”1178.
A modo de conclusión, podemos decir que la publicación de la obra del Padre Flórez
supuso un importante paso para la Historiografía y la Arqueología andaluza y española, ya
que en sus páginas, con el pretexto de escribir la Historia de las distintas sedes
eclesiásticas, aparecen numerosas referencias a hallazgos de restos de ruinas, epígrafes y
monedas, que, en general, podemos considerar como documentos seguros, ya que pudo
comprobar su autenticidad.
El proyecto había sido aprobado por el programa regalista de Fernando VI y Carlos III,
puesto que facilitaba documentación que apoyaba las pretensiones borbónicas en la
cuestión del Patronato Regio. Para la elaboración de su obra utilizó las menciones de las
fuentes grecorromanas, que luego corroboraba especialmente con hallazgos monetales y
epigráficos, que le permitieron identificar las ciudades mencionadas en esas fuentes con las
localidades actuales. Este método ya fue utilizado en el siglo XVII por Rodrigo Caro y
será también el mismo método utilizado por los viajeros españoles o por los historiadores
locales. Pero la diferencia esencial respecto de esos estudios es que en algunos de ellos aún

1175
Flórez, op. cit. 848 (1754); cfr. CIL II 2054, CIL II2/5, 731 (= II 2055), CIL II 2056 y CIL II 2057.
1176
Flórez, op. cit. 848 (1754), 346-358; cfr. CIL II2/5, 3* (= II 147*); CIL II2/5, 4* (= II 148*); CIL
II /5, 83 (= II 1691); CIL II2/5, 86 (= II 1676); CIL II2/5, 87 (= II 1679); CIL II2/5, 154 (= IHC 109), así
2

como las inscripciones CIL II 1660, II 1666, II 1670, II 1672, II 1674, II 1676 y II 1680.
1177
Flórez, op. cit. 848 (1754), 369-372. Las inscripciones son CIL II 2105, CIL II 2111 y CIL II 2112.

485
permanecen las menciones de los Falsos Cronicones, que serán rechazados por el propio
Flórez.
Buena muestra de ello es la descripción que realiza de la ciudad de Acinipo; así,
manifiesta que aún existen “muchas ruinas de aquel pueblo, así en lo alto, donde estuvo ...
por estos monumentos se conoce el nombre de aquel sitio Aciniponiense, uno de los
Célticos expresados por Plinio.... De este pueblo tengo yo algunas medallas, donde consta
su nombre, entre dos espigas, y por el otro lado una hoja de higuera (símbolos de la
abundancia de aquellos frutos)”.
También gracias a la visita directa de los lugares pudo identificar otros sitios con las
ciudades mencionadas en las fuentes grecorromanas. Así, durante su estancia en Jerez de la
Frontera, visitó el lugar donde se ubicaba Asta Regia, que “tuvo su situación a dos leguas
cortas de Jerez de la Frontera, entre Jerez y Trebujena, donde se conserva un alto que
llaman Mesas de Asta, [pero que] hoy es un despoblado, donde no se registran más que
ruinas”1179.
Esta obra le proporcionó un halo de autoridad entre los círculos eruditos andaluces, a
pesar de que surgieran voces discrepantes acerca de la correspondencia de algunas
ciudades mencionadas en las fuentes grecorromanas con las actuales propuestas por Flórez.

6.-
6.- Geografía Histórica e Historia Antigua de Andalucía en
las obras de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX.

“La ribera del Bethis puede decirse que es un


continuo monumento de los Romanos. Los pueblos que
baña mantiene vivas sus memorias y frequentemente
se veen a sus margenes ruinas y despoblados
que excitan nuestra atencion y curiosidad”
Tomás Andrés de Gusseme (16 de Octubre de 1756).

Durante el S. XVIII asistimos al surgimiento de una serie de trabajos, que reflejan


las opiniones de los eruditos andaluces sobre distintos aspectos de la antigüedad, recogidos
en las fuentes literarias grecorromanas y que fueron ampliamente tratados en las tertulias y
foros de discusión. Como en el conjunto de la nación española se trata de una producción
literaria realizada por pequeñas élites, en su mayor parte pertenecientes al elemento

1178
Flórez, op. cit. 848 (1754), 372 y ss. La inscripción es CIL II 2126.
1179
Flórez, op. cit. 848 (1754), 16-17 y 32-33.
486
eclesiástico, que en general pertenecían a las instituciones culturales más importantes del
momento, especialmente a instituciones como las Reales Academias de la Historia y
Sevillana de Buenas Letras o la Sociedad Patriótica de Sevilla entre otros. Participarán de
los postulados teóricos de renovación de la historia y de las fuentes documentales que
propugnan estas instituciones, y en el seno de las mismas desarrollaran una importante
tarea investigadora, pero que apenas tuvo impacto sobre el conjunto de la población
andaluza.
También en este momento se produce un importante aumento de las historias locales,
en las que, junto a noticias procedentes de los Falsos Cronicones, las enseñanzas del
movimiento de los ilustrados va calando en muchas de ellas, pues en las mismas se
recurren a epígrafes y monedas, principalmente romanos, para acreditar la antigüedad de la
localidad concreta, lo que evidentemente significaba la posesión de un status de
superioridad frente a otras ciudades, más modernas y más pujantes.

obras eruditas sobre la Bética Romana.


a) Las obras Romana.
El jesuita José del Hierro (1701-1766) centró sus trabajos en la epigrafía y la
topografía de la Bética romana, pero quedando la mayor parte de ellos inéditos y, hoy día,
tenemos varias copias de sus manuscritos, realizadas todas ellas por Manuel Díaz de
Ayora, una en la Biblioteca Capitular y Colombina, que es una copia del que existió en la
Biblioteca del Conde del Águila, otra en el Archivo de la Real Academia de la Historia y
otra, según, Sancho Corbacho1180, en el Archivo Parroquial de Alcalá del Río (Sevilla),
pero desconocemos actualmente la ubicación de los originales de sus obras.
La principal obra de José del Hierro son los Discursos Geográficos sobre la Bética
Romana, en la que trata “solo de la Betica en el tiempo que estuvo sujeta al romano
dominio, es a saber desde el año 280 a.C., que la empezaron a conquistar, hasta las
irrupciones de los Godos”1181. Debió ser escrita hacia 1760, pues en el ejemplar
conservado en la Real Academia de la Historia, se contiene una carta de 18.11.1760, que
remite José del Hierro a Luis José Velázquez de Velasco y Cruzado, en la que le manifiesta

1180
Sancho Corbacho, Antonio, “Los Manuscritos de los Trabajos del P. José del Hierro, S.J. en la
Biblioteca Colombina “ Anales de la Universidad Hispalense 1 (1939), 65-80.
1181
Hierro, José del, Discursos geográficos de la Bética Romana, de sus límites, ríos, gentes, pueblos,
sus nombres antiguos y modernos y la situación de cada uno. ARAH 9/5984 y 9/5772(1), BBCC 64-8-
132(4); Hierro, José del, Índice para el discurso geográfico de la Bética Romana. BN. Mss. 20287(52),
manuscrito que procedía de los papeles de Amador de los Ríos.
487
que “los errores de los autores antiguos sobre la Bética le han movido a componer el
trabajo”.
Su concepción recuerda bastante a la establecida en el Siglo XVII por la Chorographia
de Rodrigo Caro. En primer lugar, adopta el método del discurso, es decir lo dispone como
una composición literaria, primero para ser leída ante alguna institución y, posteriormente,
para ser publicada. Como documentación histórica para su redacción utiliza las obras de
Tito Livio, Appiano Alexandrino, Pomponio Mela, Estrabón, Ptolomeo, el Itinerario de
Antonino, los Comentarios de Julio César y la Historia Natural de Plinio, a los que
considera como fuentes de primera mano y que no admite discusión alguna. También
utilizará los trabajos literarios del propio Rodrigo Caro, así como de autores como Macario
Fariñas del Corral, otro seguidor de la obra de Rodrigo Caro, Juan Fernández Franco,
Ambrosio de Morales, el Padre Martín de Roa y Ximena.
Procede a estudiar la Bética siguiendo la división de los Conventos Jurídicos romanos,
relatando la narración de los pueblos que los habitaron, así como de los nombres de las
ciudades existentes en la misma y su identificación con las ciudades actuales. Entre estas
ciudades destaca la inclusión de la antigua Munigua, recién descubierta por los miembros de
la Academia Sevillana de Buenas Letras, a indicaciones de Tomás Andrés de Gusseme.
No podemos dejar de lado la coincidencia e identidad de diversos pasajes de la obra del
Padre Hierro y de las obras de Patricio Gutiérrez Bravo, Noticia geográphico-histórica de
una inscripción (1765) y Discursos geográficos de la Bética Romana (1771)1182. En
principio, Sancho Corbacho1183 lanzó la teoría del intercambio de noticias entre ambos
autores, aunque al ser los trabajos de Patricio Gutiérrez Bravo posteriores en el tiempo,
debemos pensar que el Cura del Arahal utilizó los trabajos del Padre Hierro para redactar
sus obras.
Otra obra de José del Hierro es la denominada Averiguaciones curiosas1184, que consta
de 14 folios y está dividido en 25 capítulos. De carácter misceláneo o epistolar, debemos
considerarla como complemento a los Discursos Geográficos. En ella se estudia la

1182
Gutiérrez Bravo, Patricio, Noticia geográphico histórica de una inscripción descubierta por
septiembre de 1764 en el término de la villa de Arahal y de otras piedras y medallas geográphicas inéditas.
Sevilla. Imprenta Joseph Padrino (Sevilla 1765). BN Mss. 2-61320. BBCC Mss. 21-3-68 y ARAH 9/4128;
Gutiérrez Bravo, Patricio, Discursos geográficos de la Bética Romana, sus límites, sus ríos, sus gentes, sus
pueblos, sus nombres antiguos y modernos y la situación de cada uno de ellos, sus lápidas y medallas
geográficas (1771). BN Mss. 18971.
1183
Sancho Corbacho, op. cit. 1251 (1939).
1184
Hierro, José del, Averiguaciones curiosas. Noticias geographicas sobre varios Pueblos romanos de
la Bética (Sevilla 1765) BBCC 64-7-120(12) y 64-8-132(4).
488
situación de los antiguos municipios romanos y conventos jurídicos de la Bética, de sus
límites y de algunas poblaciones de la misma. También trata en otros pasajes de diversas
monedas e inscripciones que él titula inéditas. Sobre la fecha de su elaboración, ésta debió
ser hacia 1764 ó 1765, pues menciona el descubrimiento de la inscripción del Municipio
Callense, que tuvo lugar en Septiembre de 1764, y de la que dice que “esta inscripción se
puede ver mejor puesta en el impreso que saco D. Patricio Gutiérrez Bravo de Resp.
Callensis en el presente año de 1765 del que me remitió un ejemplar para mi librería”.
Resulta muy interesante, a veces, por las minuciosas descripciones que hace de las
ruinas que existían en su tiempo en algunos de los lugares que él visitó para comprobar sus
afirmaciones, lo que apoya con la presencia de determinadas inscripciones. También utiliza
otras obras y manuscritos, como los citados de Tomás Andrés de Gusseme, al emplear la
inscripción CIL II 1071 para situar la antigua población romana de Aria en “una ermita, a
que llaman Setefilla, que en lo alto de este cerro hay rastros y ruinas de pueblo romano”.
Pero también visita por sí mismo los lugares que describe, como por ejemplo Alcalá
del Río, donde sitúa a la antigua Ilipa, donde “curioso fui observando los grandes destrozos
de la antigüedad, que allí se ven: Muelle al río y fuertes muros de argamasas firmísimos,
el atrio de la iglesia y por todo el pueblo varias piezas de jaspe negro de buen tamaño: En
los umbrales y puertas de las casillas del lugar piedras y basas romanas”, y que corrobora
por las numerosas inscripciones romanas allí existentes1185.
Sitúa a la antigua Alice por “la semejanza del nombre, y otros vestigios de antigüedad
digo, que estuvo en la campiña de Utrera al pié de Gibalbín sobre el Arrecife, camino de
los Puertos en el cortijo que hoy se llama Torres de Alocaz, que en el repartimiento de
Sevilla se llama Aliena donde se ven muchos rastros, y ruinas de población romana, cuyo
nombre se ignora. Allí a las puertas del cortijo están dos grandes leones de piedra, de los
que por aquella ruta ofrecían a Hércules los peregrinos a su famoso templo”1186.
En 1754 “descubrí yo”, dice Hierro, la inscripción CIL II 1256 “en la hacienda de
Simón Verde, poco más allá de San Juan de Alfarache, y la hice sacar del cieno de una
alberca, donde estaba abandonada. Es un trozo grande de jazpe, y por la cara tiene estas
lindas letras de la mejor forma romana”, le sirve para tratar el tema de la ubicación de la

1185
Hierro, op. cit. 1255 (1765), 7, donde cita las inscripciones CIL II 1071, 1089, 1090, 1082, 1088, 1098,
1104, 1097, 1091, 1106, 1378, 4154, 1256, 1257, 1056, 1371, 2101, 1651 y 1340.
1186
Hierro, op. cit. 1255 (1765), 8.
489
antigua Osset, que sitúa en el lugar ocupado por el antiguo castillo de San Juan de
Aznalfarache.
Otros ejemplos en que José del Hierro menciona los restos arqueológicos de ciertos
yacimientos son, por ejemplo, los de Cavra se situaría en Coria del Río, sobre “un eminente
cerro, que cae a su norte, donde está una Ermita de San Juan, que tiene por una esquina,
una pieza romana, cuyas letras están ocultas con obra. Allí se ven sus ruinas”, y en frente
de ella se encontraría la antigua Orippo, “a la orilla del mismo río la Torre de los Herberos,
con rastros romanos”. Sin embargo, sitúa a la antigua Obulcula en el lugar que
posteriormente ocuparía la colonia ilustrada de la Luisiana, pues “a la vera del Arrecife
por la derecha, pasada la Moncloa, nace de una fuente un arroyo, donde llaman Venta
Quemada. Allí aparecen unos grandiosos baños de una firmísima argamasa. Tendrá de
largo doce varas y de ancho 3,5 de alto. Por dentro está por todas partes repartido en
gradas, como anfiteatro. Sobre el argamasón está por dentro, todo costrado de otro betún
más fino amasado con pedacitos menudos de barro colorado, que parece un jaspe. Por el
ángulo que hacen los escalones, corre una cinta del mismo jaspe de tres dedos de grueso.
Por todo aquel arroyo abajo, se ven materiales de grandes adobes, barro colorado,
fragmentos de tejas romanas, pedazos de vasijas grandes labradas, y por allí algunos
jaspes y columnas destrozadas. Aquí estuvo el pueblo, que se extendía hasta el castillo, y le
contienen mejor las distancias del Itinerario”1187, y no en el Castillo de la Monclova,
donde se sitúa actualmente.
Da también noticias de haberse descubierto en sus días unos manuscritos que el ciatado
como Pedro Valera compuso, bajo el título de Varias inscripciones recogidas por Pedro
Valera en el año 1589, y que Hübner y Manuel Rodríguez de Berlanga consideraron como
una falsificación elaborada por Cándido María Trigueros1188, cuestión esta sobre la que
trataremos más detenidamente en otro apartado de este trabajo.
Con la documentación epigráfica recogida en el trabajo anterior, así como los datos
existentes en los libros de Caro, Ambrosio de Morales y otros, realizó en 1765 el trabajo

1187
Hierro, op. cit. 1255 (1765).
1188
Valera, op. cit. 740, ARAH 9/4155(2), analizado por Almagro-Gorbea, op. cit. 172 (2003), 413-415;
Hübner, op. cit. 34, 228-268; Rodríguez de Berlanga, M., Los Bronces de Lascuta, Bonanza y Aljustrel
(Málaga 1881), 450; Mora, G., “Trigueros y Hübner. Algunas notas sobre el concepto de falsificación”,
AEspA 61 (1988), 344-248; Remesal Rodríguez, J., “Trigueros epigrafista. La pasión de Hübner por
Trigueros”, en Actas del III Congreso de Historia de Carmona. Carmona en la Edad Moderna (Carmona
2003), 463-486.
490
denominado Lapidario Bético Geográfico1189, en que aporta una importante colección de
inscripciones latinas de la Bética. Este manuscrito es igual a otro, conservado en la Real
Academia de la Historia, titulado Cuadernos de inscripciones antiguas de la Bética1190,
que en realidad es la copia realizada por Vázquez Siruela de las inscripciones de Juan
Fernández Franco, a la que siguen las cartas de Alonso Franco al inquisidor Oliván.
Otro erudito andaluz que realizó una obra sobre la arqueología, la topografía antigua y
la geografía histórica de Andalucía fue Patricio Gutiérrez Bravo, Cura del Arahal, bajo el
título Discursos geográficos de la Bética Romana (1771), cuyas coincidencias con la obra
del Padre Hierro, incluido el título, son evidentes y ya nos hemos referido anteriormente.
En sus trabajos, que siempre adoptan la forma de la disertación o del discurso,
Gutiérrez Bravo se nos presenta como un gran conocedor de la Historia Antigua y de la
arqueología de la Bética, a la par que es un representante de los nuevos tiempos, al alejarse
de las narraciones contenidas en los Falsos Cronicones y propugnar la observación directa
del hallazgo numismático o del descubrimiento arqueológico sobre el que está narrando los
hechos. Pero sus obras más interesantes quedaron finalmente inéditas, lo cual le ha privado
de ser mejor conocido entre los investigadores actuales. A pesar de su alta consideración
entre los eruditos y anticuarios de la época, nunca llegó a pertenecer ni a la Real Academia
de la Historia ni a la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, las dos instituciones
culturales más importantes de su ámbito de trabajo, y a las que comunicó numerosos
hallazgos de inscripciones y monedas.
No conocemos el original de la obra Discursos geográficos de la Bética Romana, ni la
fecha en que debió elaborarla, puesto que en la Biblioteca Nacional se conserva una copia
del mismo, realizado en el Convento de San Antonio Abad de Granada por Fray Sebastián
Sánchez Sobrino, fechada en Granada en 1771, y que obtuvo del propio Gutiérrez
Bravo1191. El ejemplar, como las colecciones numismáticas de Gutiérrez Bravo, pasó por
compra a la biblioteca del comerciante gaditano Antonio Mosti, de quien existe un ex libris
en el libro, y de aquí a la Biblioteca de A. Fernández-Guerra, quien le hizo algunas
anotaciones marginales.

1189
Hierro, José del, Lapidario Bético Geográfico del que es autor el Padre … , de la Compañía de
Jesús (1765). BBCC Mss. 64-8-132(1).
1190
Hierro, José del, Cuadernos de inscripciones antiguas de la Betica. ARAH Mss. 9/5772(2), fols.
337-451.
1191
Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 9.
491
Según indica Gutiérrez Bravo en el discurso preliminar de la obra, su intención era
elaborar una Geografía Antigua de la Bética, en la que se “informe de los ríos, de los
montes, de los pueblos que en los geógrafos griegos y latinos, y en las historias romanas
se mencionan”, con la intención de “poder instruir a otros, dando en esta compendiosa
geografía todo lo mejor que hasta ahora se ha averiguado, afianzándolo con muchas
lápidas y monedas, para que el curioso, como en un breve, tenga junto lo que tan disperso
anda”1192.
En su obra sigue el mismo esquema empleado por José del Hierro en sus Discursos
geográficos, que era el establecido por Rodrigo Caro. En primer lugar, utilizará los trabajos
de Ambrosio de Morales, Rodrigo Caro, el Padre Martín de Roa, Juan Fernández Franco,
Martín Vázquez Siruela, Macario Fariñas del Corral y Ximena. Pero a diferencia del Padre
Hierro, también utilizará las obras de Gonzalo Argote de Molina, Francisco Rus Puerta y
del Padre Flórez, que se convertirán en las referencias para sus obras. También introduce
diversas noticias procedentes de autores latinos extranjeros, como los estudios del Padre
Harduino sobre Plinio y de Weselingio sobre el Itinerario de Antonino.
Estas noticias vendrán confrontadas con las noticias aparecidas en “Estrabón y
Ptolomeo, que escribieron en griego, Plinio y Mela, en latín”, al que sumará los datos del
Itinerario de Antonino de todas las rutas y caminos. Con todo este compendio de datos, la
finalidad que perseguía era elaborar un trabajo en el que se diese “una razón de lo que fue
la Betica en tiempos de los romanos, sus límites antiguos, sus ríos, y las monedas y lápidas
de sus pueblos, hablando de cada una de ellas en particular”. Los capítulos sobre la Betica
romana, sus límites, sus ríos, sus divisiones administrativas y la descripción de los pueblos
que la poblaron, coinciden en gran parte con el trabajo inédito del Padre Hierro.
Otra novedad de la obra es la inclusión, en el punto 8º, de un discurso sobre las
monedas “que en bien gravados caracteres romanos nombran el pueblo a que la moneda
pertenece” y que “en cualquiera parte de la Betica se encuentran y producen a cada paso
[pues] apenas se labra edificio en cuyas zanjas no se encuentren [o] apenas se ara tierra
que no la produzcan”1193. Sin embargo, las monedas que utiliza para situar a los pueblos
de la Bética romana las obtiene del Ensayo de las monedas desconocidas de Luis José
Velázquez de Velasco, las monedas de la Betica de Livino Leyrens1194, sobre el que

1192
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1253 (1771), fols. 2-4.
1193
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1253 (1771), fols. 49v y 47v-48.
1194
Leyrens, op. cit. 309 (1752).
492
trataremos más adelante, el Diccionario Numismático del padre Flórez1195, la obra de
Jacobo Bary y la obra Averiguaciones curiosas del Padre Hierro. A ello habría que unir las
monedas que poseía en su colección particular, así como las que él mismo pudo ver en los
monetarios de Livino Leyrens y Francisco de Bruna, que menciona en varias ocasiones en
su texto.
El discurso 10º está dedicado a las inscripciones de la Bética, en el que analiza
“aquellas piedras antiguas que siendo mudas hablan, acuerdan lo olvidado, advierten lo
desconocido y en sólidos volúmenes enseñan la historia de lo pasado”, y que considera
que se trata de un “medio congruente para la situación” de las antiguas poblaciones.
dividió las inscripciones en tres clases: “la primera de los que constan de monedas, la
segunda de los que solo constan de piedras, y la tercera de los que constan de los
autores”1196.
Para las inscripciones utiliza principalmente a Ambrosio de Morales, Rodrigo Caro,
Macario Fariñas, Muratori, Martín de Roa, Padre de la Concepción, Martín Vázquez
Siruela, Pedro Leonardo de Villacevallos, Tomás de Gusseme, Enrique Flórez, los trabajos
del Padre Hierro y la obra de Pedro de Valera. Entre estas inscripciones que copia de otras
obras destacan los hallazgos de inscripciones romanas CIL II 1116 y II 1117 en 1753 en
Itálica (Santiponce, Sevilla), el hallazgo de la inscripción CIL II 1171 en Sevilla en la calle
Corral del Rey1197, o el hallazgo del epígrafe CIL II/5,920 (= II 1467) en Ventippo
(Casariche), que posteriormente fue llevada a la casa de Francisco de Bruna en Lucena1198.
Otro hallazgo sería la aparición, en 1754, del epígrafe CIL II 1393 en Marchena, en unas
huertas de la Compañía de Jesús, o el hallazgo de Munigua, en cuya descripción sigue las
indicaciones de Tomás de Gusseme, de quien también debió tomar el hallazgo de la
inscripción de Nerva en Río Tinto (FIGURA 34).
No podemos dejar pasar la siguiente noticia de la ubicación del templo de Melkart, en
la isla de Sancti Petri, “cuyas ruinas sumergidas se descubrieron en una baxa [del] año
1730”, y de donde “se sacaron unos idolillos que logró para su curioso Museo don Juan
Tyrry, Marqués de la Cañada, vecino entonces de Cádiz y hoy de El Puerto de Santa
María”1199.

1195
Flórez, op. cit. 959 (1757-1773).
1196
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1253 (1771), fols. 136v, 138v y 140v.
1197
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1253 (1771), fols. 148v-149.
1198
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1253 (1771), fols. 156v-157.
1199
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1253 (1771), fols. 13 y 209v; Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174.
493
Junto a éstas, también él mismo conoció de primera mano algunas inscripciones, como
la CIL II 2101, encontrada en Ossigi (Máquiz) o el epígrafe CIL II 1372, encontrado en
1764 en el Cortijo de las Casulillas (Arahal), donde sitúa a Callet1200. En otras ocasiones
utilizó a diversos acompañantes locales, como el Padre Juan Beltrán S.I., quien recogió las
inscripciones de Avrgi en 1759, por orden de Gutiérrez Bravo, y le remitió las inscripciones
CIL II 3349 y II 3351 encontradas en Mancha Real1201.
Otro autor del momento que realiza una obra importante sobre la Bética romana es
Fernando José López de Cárdenas, el Cura de Montoro, titulada Memorias antiguas de
algunas poblaciones de la Bética1202. Dicha obra fue presentada por su autor a la Real
Academia de Buenas Letras Sevillanas, y le valió para ser admitido en 1774 como
miembro de la institución. Fernando José López de Cárdenas fue un estudioso de las
antigüedades y de la epigrafía de la Betica, como lo demuestra su gran interés por la
historia local de distintas poblaciones cordobesas, como puede apreciarse en su obra, lo
que lleva a considerarlo como de uno de los mejores representantes del nivel cultural
alcanzado por el clero español durante la Ilustración a nivel local o provincial.
Su fama se debe también a la publicación de los manuscritos de Juan Fernández Franco
y al hecho de ser el primer erudito que trató sobre la pintura rupestre esquemática de
nuestro país, aunque las teorías y conclusiones a las que llegó en dicho momento son
totalmente erróneas1203. Aparte de ello, López de Cárdenas fue el autor de numerosas
obras, de las que solamente algunas de ellas vieron la luz, ya que la mayor parte han
permanecido inéditas hasta nuestros días. Estos manuscritos se conservan actualmente
repartidos entre los archivos de Biblioteca Municipal de Córdoba, el Instituto Séneca de
Córdoba, la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla y la Real Academia de la
Historia. En esta institución se conservan las copias de dichos manuscritos entre los
papeles de su Anticuario A. Fernández-Guerra, donde las pudo consultar Emil Hübner para
la elaboración del CIL II.
En definitiva, nos encontramos ante un erudito poco conocido hasta el momento
presente, cuya obra no tuvo continuación por ninguna escuela o discípulo. No obstante, sus
trabajos epigráficos tuvieron una gran difusión entre sus contemporáneos y posteriores
estudiosos, como ya puso de manifiesto Hübner, por lo que fue incluido dentro de la

1200
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1253 (1771), fols. 163-164v.
1201
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1253 (1771), fols. 174v-175.
1202
López de Cárdenas, op. cit. 321 (1772-1773).

494
Relación de Autores que deben examinarse para la formación de la Colección de
Inscripciones de la Bética, que comenzó a llevar a cabo la Real Academia de la Historia.
En la obra Memorias antiguas de algunas poblaciones de la Bética, que adopta la
forma de disertación o memoria, la falta de información sobre el período prerromano le
hace recurrir a la tradición de los Falsos Cronicones para explicar aquellos períodos
anteriores a la entrada de los romanos, de ahí que la genealogía de Tubal y sus
descendientes esté presente en estas obras. A continuación, y para dignificar el origen
oscuro, describe la importancia que tuvieron las localidades en época romana, basándose
en la narración de las fuentes grecorromanas y en los hallazgos arqueológicos, epigráficos
y numismáticos de época romana, que utiliza para corroborar las fuentes y para indicar el
status alcanzado por la ciudad en aquellos momentos.
Del análisis de la obra, observamos que en su mayoría sus trabajos se centran en las
tierras cordobesas que conocía personalmente, aunque apunta noticias de otras localidades
de Andalucía Occidental. Para su realización utilizó tanto las noticias que le remitían
diversos informantes locales, como aquellas otras noticias que el propio López de
Cárdenas obtuvo durante la visita directa al lugar. Así en el primero de los grupos,
debemos incluir las noticias referentes al hallazgo, en 1761, “abriendo los cimientos para
el Camarín de Nuestra Sra. del Rosario del Real Convento de San Pablo, en el día 3 de
Junio, se halló una tabla de alabastro apaisada de palmo de alto, dos de ancho y un dedo
de grueso, que fuera a poder de Don Pedro Leonardo de Villa-Ceballos”1204. También
recoge noticias sobre la existencia de algunos depósitos eclesiásticos, como el existente
“en el Convento de las Carmelitas Descalzas de Montoro [donde] en una mesa de altar,
que está a la puerta del Norte y se fabricó en 1751, se puso un pedestal de mármol blanco,
que se descubrió en las excavaciones de la Puerta Mayor”1205, o el depósito eclesiástico de
la Sacristía de la Capilla de Nuestra Señora del Rosario de la Iglesia Parroquial de
Montilla1206. También recoge algunas noticias de otras colecciones, como la “inscripción
que se halló en el sitio de Vado García entre Casariche y la Puente de Don Gonzalo. La
piedra se llevó a Lucena, donde permanece en las casas de don Francisco Bruna, Oidor
decano de la Audiencia de Sevilla”1207.

1203
López de Cárdenas, op. cit. 324 (1775).
1204
López de Cárdenas, op. cit. 321 (1772), Tomo I, 7v; CIL II 2265.
1205
López de Cárdenas, op. cit. 321 (1772), Tomo I, 31-31v; CIL II 2180.
1206
López de Cárdenas, op. cit. 321 (1773), Tomo II, 164; CIL II 1545.
1207
López de Cárdenas, op. cit. 321 (1772), Tomo II, 26-26v; CIL II 1467.
495
Algunas de las inscripciones que aparecen en su trabajo pasaron posteriormente a su
propia colección particular, como el hallazgo “el año pasado de 1770, por el mes de
Octubre en El Palomarejo [donde] se halló una tabla de mármol blanco quebrada que
tengo en mis casas, con una inscripción gótica y por el otro una inscripción latina”1208.
En el segundo de los grupos destacan las noticias de antigüedades que pudo recoger
durante la visitia efectuada a las localidades de Arjona y Cástulo, “el día 5 de Mayo de
1772 visité estos sitios con don Manuel de Rojas, exacto
investigador de antigüedades y hallamos piedras
grandes labradas, así de jaspe como de las bastas”. En
esta excursión describe la existencia de “muchas
medallas romanas” en estos lugares, donde “asimismo
vimos dos sepulcros, el uno de argamasón, por lo que, y
no estando en ella los fragmentos antiguos, reconocimos
los límites de la población”1209.
Dentro de la información que contiene la obra,
destaca el hallazgo en Montoro de una estatua thoracata
(FIGURA 123), y al que ya se había referido en otros
lugares: “también doy cuenta al señor Chantre de
Figura 123. Escultura thoracata de
Montoro, según López de Cárdenas. aquella estatua que se sacó en el olivar de la Cruz
Chiquita que tú, Lechina y D. Marcos sacamos el año pasado. Ella está sin cabeza, pero
el vestido denota ser pretexta, y la silla significa ser de Potesta Curulicia. Fue el señor
Gabacho, que representa la estatua, edil curul, de gran poder entre los romanos, y tenía
entendencia en lo profano y sagrado de los gentiles”1210. Esta figura, que parece que
aparecio junto a una inscripición, pasó posteriormente a la colección del cordobés Pedro
Leonardo de Villacevallos, y de aquí a la colección del Marqués de Casa Loring en
Málaga, conservándose en la Finca de la Concepción.
También nos describe los hallazgos encontrados en varias excavaciones arqueológicas,
como en 1751, cuando se encontraron en Montoro“unas tablas de bronce o cobre, en que

1208
López de Cárdenas, op. cit. 321 (1772), Tomo I, 37-37v; CIL II 2179.
1209
López de Cárdenas, op. cit. 321 (1772), Tomo I, 16v-17.
1210
Carta de 18.04.1769 remitida por Fernando López de Cárdenas a Antonio López de Cárdenas.
BBCC Mss. 59-3-44, fols. 144-145; Salas Álvarez, op. cit. 634 (2004), 70; López Toro, J. “Correspondencia
entre don José López de Cárdenas y don Fernando José de Velasco”, Homenaje a Cayetano de Mergelina
(1961-1962), 469 y ss; cfr. Beltrán Fortes, op. cit. 533 (2003), 143-144; Acuña Fernández, P., Esculturas
militares romanas de España y Portugal. Tomo I: Las Esculturas Thoracatas (Madrid 1975).
496
según noticias constantes se contenía el privilegio concedido a Epora, de pueblo
confederado en la excavación de la Huerta Mayor”1211. Otra noticia sería “el
descubrimiento de unos sepulcros en la parte de la sierra al que yo asistí, y en los que
hallaron muchos huesos y calaveras de gentiles con unos vasos de vidrio como tazas de
frailes, que fueron páteras en que sacrificaban los flamines a los dioses manes sobre las
sepulturas”1212.
Otra obra que permaneció casi inédita durante el siglo XVIII fue la Disertación
sobre las medallas antiguas de la Provincia Bética, elaborada, en 1752, por Livio Ignacio
Leyrens y Pelleart, que desarrolló importantes trabajos numismáticos en el seno de la
Academia Sevillana de Buenas Letras. En esta obra se estudiaban, por primera vez, las
monedas batidas en la Betica, y como primera cuestión tenemos que decir que Leyrens cita
en varias ocasiones al Padre Flórez a lo largo de sus páginas, pero la verdad es que la
disertación se leyó con anterioridad a la aparición de la obra sobre numismática del
agustino. Ello se debe a que la Academia, deseosa de publicar la obra, encargó al propio
Leyrens que la corrigiese, de ahí que fuese leída en varias ocasiones en el seno de la
Academia Sevillana, como ya hemos visto anteriormente, y finalmente fue publicada en el
Tomo II de sus memorias, ya en el siglo XIX1213. Pero, sin embargo, en ningún momento
aparece mencionada la obra de Gusseme sobre numismática1214, que debió conocer
parcialmente antes del fallecimiento del académico sevillano, porque un ejemplar se
conservó en la Biblioteca de la Academia Sevillana, y ambos eruditos eran miembros de la
institución.
El objetivo o “asunto principal de mi discurso – escribe Leyrens - es mencionar todas
las medallas conocidas de nuestra Bética, que han venido a mi noticia, y explicarlas en la
mejor forma que pudiera”, dejando “las que supongo puramente falsas como las de las
colonias Asta Regia, Claritas Julia, Gemina Urbanorum, Augusta Firma, Municipio
Barbésula, Munda, Miróbriga y otras publicadas por Golitzio, y adoptadas literalmente
por el padre Harduino”, aunque algunas de ellas se han considerado verdaderas.

1211
López de Cárdenas, op. cit. 321 (1772), Tomo I, 31v, CIL II/7, 137.
1212
López de Cárdenas, op. cit. 321 (1772), Tomo II, 172v-173, posteriormente ampliado en López de
Cárdenas, Fernando José, Disertación sobre la antigüedad de unos sepulcros descubiertos en la villa de
Montoro, del Obispado de Córdoba en este año de 1769 (1770), BBCC. Mss. 59-6-26..
1213
Leyrens, op. cit. 309 (1752). Leyrens había leído, el 28.04.1751, ante la institución sevillana un
Discurso sobre el uso de las medallas antiguas de España. AMS. Sec. XI. Tomo 14(4º)/10.
1214
Gusseme, op. cit. 305 (1773).
497
Asimismo, considera que las monedas o medallas debían ser considerados “como unos
monumentos que en pequeño bulto contienen, y explican admirablemente las más ciertas y
más necesarias noticias de la antigüedad”, puesto que “es tanta y tan variada la utilidad
que encierran y pueden producir para todas las artes y ciencias”. Así opina que las
monedas son útiles para el estudio de la geografía antigua, pues aunque “es imposible que
ninguna medalla señale puntualmente el sitio de la ciudad que la ha labrado; pero se
conoce al menos por muchas de las nuestras si eran puertos de mar, si estaban a las
orillas de los ríos, por donde se colige bastantemente la situación” de algunas de ellas.
Otra de las ventajas de la numismática sería que “la noticia de las ciudades oscuras o
ignoradas y el verdadero modo de escribir sus nombres, se evidenciana mejor por las
medallas de esta provincia, siendo este estudio de mayor utilidad que en ninguna otra del
orbe, por los defectos y variaciones de los códices; asi se verán vindicadas del olvido
muchas que deben la conservación de su fama a estos monumentos; otras encontrarán
probada su existencia y muchos su verdadero nombre”.
En su obra nos describe los principales estudios numismáticos sobre las monedas
españolas. En primer lugar, existirían una serie de obras que podríamos declarar como de
clásicas: “Don Antonio Agustín nos ha dejado solamente un bosquejo de ellas; Vicencio
Juan de Lastanosa nos ha dado una colección de las desconocidas, Rodrigo Caro algunas
del Convento Jurídico de Sevilla y varios historiadores alguna que otra de su patria”.
A ellas se les sumarían las obras de “algunos doctos modernos [que] vuelven a hacer
que renazca este estudio en España”, como las del “P. Alejandro Panel aclara con casi
nueva ingeniosidad las que hacian a su intento solamente; el P.Mro. Fr. Enrique Flórez da
muchas y muestra cuantas diera más, si las tomase por su asunto principal; D. José Luis
Velázquez que por poco acaba de darnos por conocidas las desconocidas, deja por ahora
con este rasgo de esponer cuanto pudiéramos desear en la materia”.
Y, finalmente, a ellos habría que añadir algunos autores extranjeros que habían tratado
en sus obras de las monedas españolas: “así Juan Foy Vaillant en su libro De las medallas
latinas de las colonias y municipios, sobre tratar solamente las imperiales, es muy corto.
Mahudel en su disertación, que escribió a este fin solamente es muy vago; el P. Juan
Harduino va tan descamiando, si no con menos credulidad, a lo menos con menos
disculpa, como Huberto Gotzio y otros”.
El método empleado para la elaboración de su obra sobre “las medallas es el de
proponerlas según las ciudades, que las han labrado, siguiendo el orden alfabético [y]
498
describirlas”, con la finalidad de utilizarlas, según estableció Spanheim, para demostrar
varios aspectos: “el primero es el origen, la historia y privilegios de las ciudades; el
segundo, su sitio; el tercero, la noticia de las ciudades poco conocidas o enteramente
ignoradas; el cuarto, la verdadera ortografía de sus nombres; y el quinto, la formación de
sus nombres gentilicios”. “Después – continúa Leyrens - pasaré a explicar sus leyendas y
tipos. Debo aquí de nuevo advertir que me abstendré absolutamente de tocar en la
interpretación de los caractéres desconocidos, porque no conociendo ninguno, ni sabiendo
lo que significan, por ignorar sus idiomas, no quiero tener la presunción de conciliar,
arbitrar y decidir en trabajos ajenos; dejo también muchas veces el intento de explicar
algunas letras romanas, prefiriendo confesar con el silencio mi ignorancia a la temeridad
de fallar en lo que no entiendo”1215.
No debemos finalizar estas refencias a la obra de Leyrens sin hacer mención a que esta
misma metodología estableció un modelo a seguir, que posteriormente fue empleado, al
menos parcialmente, por José del Hierro y, en su totalidad, por Patricio Gutiérrez Bravo
para elaborar, en sus obras sobre la Betica Romana, la parte correspondiente a las monedas
de las ciudades mencionadas en las fuentes grecorromanas o de las que se conocían
monedas, y que aparecían dibujadas en los principales tratados numismáticos del
momento.

b) la Beturia Céltica en las obras de Manuel Trabuco y


Belluga y de Miguel Ignacio Pérez Quintero.

Durante el siglo XVIII se produce una importante renovación en los estudios


humanísticos en nuestro país, cuestión ésta sobre la que ya hemos hablado con
anterioridad. Dentro de la misma los estudios de Geografía antigua adquirirán una gran
importancia, puesto que el interés de los principales anticuarios era la identificación de las
ciudades mencionadas en las fuentes grecorromanas, a través de los hallazgos epigráficos y
numismáticos ocurridos hasta aquel momento. Dentro de esta corriente la aparición de
algunas obras sobre la Beturia Céltica es una cuestión novedosa. Se trata de estudiar
aquella zona de la Bética que, según las fuentes grecorromanas, estaba habitada por gentes
de etnia céltica, y sobre la que existían muy pocos datos.

1215
Leyrens, op. cit. 309 (1752), 271-272 y 280-283.
499
El primer trabajo que se ocupa de este tema es la Disertación sobre los antiguos
pueblos de la Beturia Céltica, leída en 1758 por Manuel Trabuco y Belluga, que le valió a
su autor su admisión como correspondiente de la Academia Sevillana de Buenas
Letras1216. Para su elaboración utilizó las fuentes grecorromanas y los trabajos de Rodrigo
Caro y Ludovicus Muratori. Para ubicar geográficamente la Beturia recurre a las
narraciones de los autores clásicos. Plinio “da entender – cuenta Trabuco - que en La
Lusitania había también Celtas, pues dice que los Celtas que habitaron aquella Provincia
pasaron también a poblar en la Bética entre Guadiana y Guadalquivir como parte de la
Beturia”. Estrabón sostiene los “Celtas que habitaban la orilla oriental del Guadiana [lo
hacían] juntamente con algunos Lusitanos [y] que los Romanos hicieron pasar de la otra
orilla para fundar una Colonia”. Para Plinio y Ptolomeo, dice Belluga, “estos Celtas que
habitaban la región entre el Guadiana, y el Guadalquivir, pasaron después a habitar la
parte oriental del Betis”. Además, según Plinio, la Beturia Céltica tendría su capital en
Acinipo (Ronda la Vieja), según lo demostrarían las muchas “medallas de este pueblo”, “la
magnificencia de su teatro y grandeza de sus ruinas”, y, finalmente, por las inscripciones
de Acinipo (Ronda la Vieja) y Setenil de las Bodegas (Cádiz) que recogen, respectivamente
Rodrigo Caro y Muratori, que no hacen sino evidenciar la importancia de un lugar1217.
Siguiendo los textos clásicos, cita los nombres de las ciudades integrantes de la
Beturia: “Plinio pone ocho pueblos in Céltica: Acinippo, Arunda, Arunci, Turobrica,
Lastigi, Alpesa, Salpona, Serippo. Ptolomeo menciona cinco: Baeticorum, Celticorum,
Arunci, Arunda, Kurgia, Acenippo, Vama, que entre todos componen diez pueblos que son:
Acinippo, Arunda, Arunci, Turobrica, Lastigi, Salpesa, Salpona, Serippo, Kurgia, y
Vama”, pasando a continuación a describir la situación y los restos de antigüedad que se
encuentran en cada uno.
En primer lugar, destaca, pues, la ciudad de Acinippo, que estuvo situada “en el
despoblado, que llaman hoy Ronda la Vieja, una legua de la Villa de Setenil de las
Bodegas hacia el occidente, y dos de la ciudad de Ronda. Encuéntrase allí muchas ruinas
entre un monte, y las reliquias de un antiguo Teatro, que se mantiene casi entero el
proscenio, y los demás edificios que lo componían” a la que pertenecerían las inscripciones
CIL II 1345, II 1346 y II 1351, ésta última llevada a la cercana Setenil de las Bodegas1218.

1216
LASRASBL, Acta de 20.01.1758; Trabuco y Belluga, op. cit. 262 (1758).
1217
Trabuco, op. cit. 262 (1758), 2-4; CIL II 1348 y CIL II 1347.
1218
Trabuco, op. cit. 262 (1758), 5.
500
Otra localidad tratada era Lastigi, únicamente conocida por las medallas, pues “se
ignora el sitio de este pueblo, de él nos han quedado dos medallas: 1) Cabeza con galea
vuelta hacia la izquierda: en medio de una corona de laurel ) ( LAS. En un cuadrilongo en
medio de una corona de laurel. = AE. 3. ; 2) La misma Cabeza que la antecedente ) (
LASTIGI. En un cuadrilongo entre dos espigas. = AE. 2.”
También analizó la de Salpensa, situada en un “despoblado que llaman Facialcázar,
legua y media distante de Utrera, entre esta Villa y la de El Coronil”, donde se halló la
inscripción CIL II 1286, que ya fue recogida por Rodrigo Caro. En ese lugar se encuentran,
según Trabuco, numerosas monedas batidas en la misma localidad, y cuya descripción es
“SALPESA. Cabeza de Apolo con el pelo compuesto, vuelta hacia la izquierda ) ( un trozo
de edificio con tres columnas; el plecho, y la liza, el arco, y el carcax con las saetas. = AE.
2.”. Finaliza su obra con la mención de Salpona, Serippo, Curgia y Vama, cuyos sitios “se
ignoran; ni hay de ellos más memoria que la que se halla en Plinio, y Ptolomeo. Las
conjeturas de Caro sobre las situaciones de Sarpona, y Serippo, colocando a la primera en
el despoblado de Moguer, dos leguas de Morón; y a la segunda en la Villa de Los
Molares, no se tienen fundamento alguno”1219.
Entre esta disertación y el trabajo de Pérez Quintero sólo tenemos algunas pequeñas
referencias a la Beturia Céltica entre los eruditos del momento. Así, el Padre Hierro, en su
obra Averiguaciones Curiosas, dice que “hubo dos célticas. La boreal que confinaba con
Portugal desde Celti hasta Ayamonte. La austral desde Ronda, Arunda, a Morón o
Arunci”1220. Patricio Gutiérrez Bravo, en sus Discursos Geográficos, defendía la existencia
de “dos célticas, una Bethuriense de la parte septentrional del Betis, que empezaba en
Celti echando la línea hasta Medellín, y otra, que equivocó Ptolomeo en sus tablas,
turdetana a la parte meridional del Betis por los alrededores de Ronda hacia Sevilla a la
que pertenecían los pueblos de una y otra céltica”1221.
La gran obra sobre la Beturia, fue la realizada por Miguel Ignacio Pérez Quintero,
primero como disertación titulada Disertación sobre la Beturia o ilustración crítica de su
tierra, con la noticia de algunas de sus ciudades1222, que le valió a su autor ser admitido

1219
Trabuco, op. cit. 262 (1758), 6-8.
1220
Hierro, op. cit. 1255 (1765).
1221
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1253 (1771), fols. 34.
1222
LASRASBL, Acta de 05.10.1792; Pérez Quintero, op. cit. 268 (1792).
501
como miembro de la Academia Sevillana de Buenas Letras en 1792, y que fue
posteriormente publicada, bajo el título de La Beturia vindicada1223.
Pérez Quintero, representante de la
ilustración onubense, concibió su
trabajo como una disertación erudita
sobre historia clásica, basada en los
textos de los geógrafos Rusto Festo
Avieno, Plinio, Heródoto, Estrabón y
Polibio y de los historiadores Tito
Livio, Aulo Hircio y Appiano
Alexandriano. A ellos se unirían las
noticias contenidas en las obras de
Ambrosio de Morales, Rodrigo Caro,
Antonio Jacobo del Barco y del Padre
Enrique Flórez.
La intención de su autor era dar
cabida a “todas las antigüedades de los
Célticos y de los Túrdulos, primitivos

Figura 124. Mapa de la Beturia Céltica incluido por Pérez


pobladores de la región de aquel
Quintero en su obra. nombre [estableciéndose] la exacta y
puntual división jurisdiccional”, que se circunscribía espacialmente a una parte de la
Bética, la denominada Beturia (FIGURA 124), que comprende “el espacio mesopotámico
entre el río Guadalquivir y el Guadiana, desde los puntos que ambos entran en el mar
hasta los contrapuestos de Medellín y Andujar”, y ello era debido a que no sólo “carece de
historia propia, sino que se halla injustamente degradada en aquella prerrogativa, y
defraudada de muchas otras que se han atribuido mal a la Lusitania”1224.
Pero en realidad el marco geográfico a estudiar era sólo una parte del territorio que,
según las fuentes clásicas, ocupaba la Beturia, ya que el centro de gravedad de la zona lo
situó Pérez Quintero en la actual comarca de La Tierra Llana de Huelva, identificando la
villa de Trigueros con Conistorsis, “una de las ciudades más famosas de la Bética” y “la

1223
Pérez Quintero, op. cit. 268 (1794).
1224
Pérez Quintero, op. cit. 268 (1794), 1-5.
502
más memorables y esclarecida de los Célticos”1225. El método empleado para la
identificación era enumerar y estudiar las antigüedades de la villa, lo que le llevó a concluir
que “un pueblo que contiene dentro de sí tantos y tan manifiestos vestigios de antigüedad y
de opulencia en cimientos, monedas, sepulcros, Fortalezas, Termas, Templos,
inscripciones, Estatuas, y además se hallan en él aquellas mismas comodidades y señales
que de Conistorsis refieren Estrabón y Apiano Alexandrino”1226.
Ello ha llevado a pensar a Lara Ródenas que “visto en profundidad, la Beturia
Vindicada era respecto a Trigueros y Conistorsis lo que la Dissertación de Barco de 1755
había sido respecto a Huelva y Onuba”, pero que esa identificación ya había sido realizada
por Simón Rivero en 1786, en sus respuestas al interrogatorio de Tomás López1227.
El interés por los estudios de toponimia y topografía antigua en Andalucía hizo renacer
la curiosidad por la Beturia, región de la Bética habitada por gentes de estirpe celta,
ampliamente citada por los geógrafos e historiadores antiguos, y cuya presencia quedó
testimoniada en los topónimos de las monedas. Por ello surgieron varios estudios parciales
en los que las noticias de los autores clásicos y modernos fueron verificadas por hallazgos
epigráficos y, especialmente, por los numismáticos, que intentan resolver el problema de
ubicación de dichas ciudades con las modernas, y que posteriormente serían incluidos en
los principales diccionarios de monedas o medallas de la época.

c) La Colección Antiquaria de Juan Francisco Masdeu.


El interés de Juan Francisco Masdeu, jesuita expulso en 1767, por la Historia
nacional parte de su propósito de rebatir la incomprensión e ignorancia que hacia las cosas
de España mostraban los autores italianos1228 Por ello decidió escribir en italiano su obra
Storia Critica di Spagna e della cultura spagnuola in ogni genere, preceduta da un
discorso preliminare (Foligno 1781), que posteriormente apareció en español bajo el título
Historia Crítica de España y de la Cultura Española (Madrid 1783-1805).
Las materias que tienen cabida en su obra, según enumera en el tomo V de la misma,
son “la población, el gobierno, la religión, la milicia, la agricultura, las fábricas, el
comercio, las bellas artes [y] los progresos finalmente del espíritu”. Para ello, acudió

1225
Pérez Quintero, op. cit. 268 (1794), 46 y ss.
1226
Pérez Quintero, op. cit. 268 (1794), 82.
1227
BN Mss. 20263; Lara Rodenas, op. cit. 268 (1995), 103-105.
1228
Batllori, M., “La edición italiana de la Historia del Padre Masdeu”, Hispania III (1943), 612-630;
Batllori, op. cit. 21 (1966).
503
siempre directamente a los autores antiguos, buscando para cada período las fuentes
coetáneas o más cercanas, enfrentándose siempre a los escritores extranjeros. Según
manifiesta en el prólogo del volumen preliminar, su plan era historiar sucesivamente, de
manera que pudieran formar obras separadas, la España antigua, la romana, la goda, la
árabe, la “restauradora de la cultura en Europa”, la austríaca y la borbónica. Finalmente
no pudo terminar su obra, que quedó paralizada en la España árabe, que según su plan
comprende hasta la conquista de Toledo por Alfonso VI.
En la parte dedicada a la Historia Antigua de España sostiene la existencia de seis
épocas o secciones: España fabulosa, primitiva, celtibérica, fenicia, griega y cartaginesa,
para lo que utilizará tanto las fuentes grecorromanas como las bíblicas, así como algunas
noticias contenidas en los Falsos Cronicones. Posteriormente vendría el mundo romano y
el visigodo, en los que empleó dos colecciones de lápidas y medallas. En el caso de la
España goda abarca el volumen IX de su obra, mientas que lo concerniente a la España
romana abarca los volúmenes V, VI y XIX, y aparecen denominados como Colección de
lápidas y medallas que sirven para ilustrar la España Romana (1789), que es la que más
nos interesa al objeto de nuestro trabajo de investigación. La intención de Masdeu era
ilustrar la Historia de la España Romana con las noticias suministradas por las lápidas y
medallas antiguas, puesto que “conservan los nombres y nos enseñan la situación de
muchas ciudades. Nos dan noticia de muchos hábiles artífices, de negociantes
industriosos, de soldados valientes, insignes literatos y mujeres ilustres. Han hecho
inmortales a innumerables Magistrados, Duumviros, Quatorviros, Jueces, Ediles,
Questores, Procuradores, Embajadores, Sacerdotes, Pontífices. Finalmente me han
facilitado el modo como tejer un catálogo cronológico de los gobernadores antiguos de la
España Romana”1229.
Estas noticias fueron ampliadas posteriormente en 1800 y, en 1808, tenia concebido
publicar una obra, denominada Colección antiquaria de la España Romana que se
conserva manuscrita en la Real Academia de la Historia1230 puesto que la obra no pudo ver
la luz definitivamente por “mi forzada situación fuera de España, mi difícil comunicación
con los sabios que hubieran podido ayudarme, y mis cortos haberes para obra de tanto
dispendio, han concurrido estas circunstancias dolorosas no solo a formar mi trabajo

1229
Masdeu, op. cit. 21. Tomo V (Madrid 1788). Imprenta Antonio de Sancha, fols. V-VI.
1230
Masdeu, Juan Francisco, Colección antiquaria de la España Romana. 4 Vols. (Roma 1808). ARAH
Mss. 9/5888, 9/5889, 9/5890 y 9/5891.
504
mucho más pesado y más largo, pero aún a cerrarme del todo muchas puertas, por donde
hubiera podido venirme copiosa riqueza de antigüedades. En las funestas averías
europeas de nuestra edad feliz se concedió a los franceses, para un buen número de años,
el increíble privilegio inaudito de poder copiar y publicar a ellos solos, con exclusión de
todo español, las antiguallas más insignes de nuestra Península, concesión tan singular y
extraña que a pesar de mi sonrojo y dolor, por el respeto debido a los que la dieron, hube
de sufrir en Roma con paciencia, que viniese a gloriarse de ella en mi casa uno de los
mismos privilegiados. Es que demás el decir, cuan fatal me ha sido esta exclusiva cruel, en
virtud de la cual muchos artistas y amigos se han negado a sacarme copias de los
monumentos antiguos que repetidas veces he solicitado. Otro obstáculo para mí menos
notable y sensible ha sido la constitución intrínseca de la Real Academia de la Historia, la
cual aún después de haberme agregado a su ilustre Cuerpo, y haberse interesado para con
ella en mi favor el Real Ministerio de Carlos IV, decretó negarme para siempre todos los
auxilios que pudiera darme, a pesar de haberlo podido hacer sin desprenderse (como lo
propuse) de ninguna de sus piezas originales con solo permitirme las copias a mis
expensas”1231.
A pesar de ello, contó con una serie de personas que le comunicaron “varias memorias
antiguas de sus respectivos pueblos, algunas inéditas, y otras reducidas a su original
exactitud”. Estas personas fueron Pedro Ángel de Albisu, arquitecto, Joaquín Cid y
Carrascal, miembro de la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras, Fray Antonio
Fabré, monje agustino de El Puerto de Santa María, Fray Rafael Leal, Regente de Estudios
del Convento de San Agustín de Cádiz, Fray José La Huerta, Antonio Mosti, vecino de
Cádiz y José Ruiz y Román, cura del Sagrario de la Catedral de Cádiz. Incluso sabemos
que el propio Masdeu remitió una carta a la Real Academia de la Historia, en la que le
solicitaba su apoyo institucional para la finalización de este proyecto1232.
Junto a las noticias que les proporcionaran estos colaboradores, las obras utilizadas
para elaborar este trabajo inédito, fueron los trabajos de Luis José Velázquez de Velasco y
Cruzado, el tomo I de las Memorias de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, las
fuentes grecorromanas y “las eruditas obras de Agustín, Morales, Ocampo, Caro, Argote,

1231
Masdeu, op. cit. 1301 (1808), fols. 3-4.
1232
Masdeu, op. cit. 1301 (1808), fols. 4-5 y 34-36. ASRAH 26.11.1802.
505
Mayans, Flórez y tantos otros que han publicado esparcidas muchas antigüedades de la
España Romana”1233.
Las materias contenidas en su trabajo, se dividieron en doce clases de materias:
“Clase Iª Memorias Geográficas. Se colocaran por orden alfabético, dando el
primer lugar a las provincias, el segundo a las ciudades, sean municipios o colonias. Los
Conventos, los Ordenes o Ayuntamientos y los pueblos, montes y ríos irán todos mezclados
con las ciudades, según el orden que les tocare
Clase IIª Divinidades: son dos los artículos de esta clase el uno de Divinidades
conocidas y el otro de Divinidades incógnitas. Se observará en uno y otro el orden del
alfabeto.
Clase IIIª Emperadores. El orden natural de esta clase es cronológico.
Clase IVª Ministros Imperiales: comprende bajo este título con el mismo orden
cronológico a los Legados, Procónsules, Propretores, Questores, Procuradores y a todos
los demás Gobernadores y Ministros de cada uno de los Augustos, dividiendo el todo en
dos partes, una de Ministros Imperiales en España y otra de Ministros Imperiales
Españoles en país extranjero.
Clase Vª Ministros Municipales: tendrán aquí lugar, cada uno en su nicho propio,
los Duumviros, los Decuriones, los Ediles, los Presidentes, los Jueces y todos los demás
ministros subalternos, destinados al servicio y buen orden de los pueblos.
Clase VIª Ministros Sagrados: Pontífices, Sacerdotes, Flamines, Seviros,
Quidecimviros, Lararios, Augures, Arúspices y otros tales sujetos dedicados al culto
religioso-gentilíceo, serán los comprendidos en esta clase.
Clase VIIª Milicias y Militares: se pondrán aquí en diferente artículos las
Legiones del ejército, la Cohortes de infantería, las Alas de caballería, y luego después de
ellas los oficiales nobles y los soldados bajos”.
Clase VIIIª Familias. Las memorias pertenecientes a esta clase, son la mayor
parte sepulcrales, puestas las más en España y algunas fuera. Se colocarán unas y otras
por el orden alfabético de los nombres.
Clase IXª Espectáculos. Tendrán lugar bajo este título no solo todas las especias
de juegos y demás entretenimientos populares, sino también los legados o donativos
públicos.

1233
Masdeu, op. cit. 1301 (1808), fols. 9.
506
Clase Xª Arquitectura. Fuera de los teatros, anfiteatros y circos, que son propios
de la clase antecedente, pertenecen a esta todas las demás obras de arquitectura: puentes,
arcos, arcaduces, templos y otros edificios semejantes.
Clase XIª Escultura. Estatuas, relieves y demás grabados, con inscripciones, o sin
ellas, son los objetos propios de esta clase.
Clase XIIª. Obras Mecánicas. Se recogerán aquí todas las piezas e inscripciones
relativas a obras de plateros, caldereros, vidrieros, alfareros y demás artesanos y
menestrales”1234.
Gracias a las noticias que le enviaron sus diversos informantes, Masdeu recogió
numerosas descripciones y hallazgos epigráficos ocurridos en Andalucía, y que él incluyó
en su obra. Por ejemplo, mencionaremos, la carta de Joaquín María Cid y Carrascal,
fechada en Sevilla el 05.02.1794, que le da noticia de la existencia de la inscripción CIL II
1082 en Alcalá del Río (Sevilla). O la carta de fecha 09.06.1800, en que Fray Rafael Leal
le comunica el hallazgo en Córdoba de la inscripción CIL II 22301235. Pero en su obra
también se recogen numerosas descripciones de yacimientos y de las inscripciones
existentes en ellos, como son los casos de Acinipo, Antikaria o Aratispi1236. También hay
noticias obtenidas directamente de obras publicadas, como son los casos de las
inscripciones de Arva recogidas por Gusseme, o la inscripción dedicada a Ceres, encontrada
en Carmona, y publicada por Cándido María Trigueros, que es considerada hoy como
falsa.
Esta obra de Masdeu, poco conocida hasta el momento, nos proporciona numerosas
descripciones de yacimientos arqueológicos, así como noticias de la aparición de diversos
epígrafes y esculturas, que serían utilizados para elaborar una Historia de la España
Romana, con el objetivo de ensalzar las glorias nacionales y darlos a conocer entre los
anticuarios de las naciones extranjeras. En esta obra los materiales procedentes de la Bética
ocupaban una gran proporción. También nos permite conocer a una serie de informantes,
de los que apenas se tenían datos, y que en su mayor parte eran ajenos a las principales
instituciones culturales de la época.

1234
Masdeu, op. cit. 1301 (1808), fols. 28-30.
1235
Masdeu, op. cit. 1301 (1808), fols. 346-348.
1236
Masdeu, op. cit. 1301 (1808), fols. 438-440, 482-488 y 511-515 respectivamente.
507
d) Las Historias locales en el siglo XVIII.

“Apenas se halla provincia, ciudad o pueblo notable


que no pose historia particular de sus orígenes, establecimientos
y casos sucedidos en ella; y esta inclinación ha causado la fatalidad
de que hoy no sean más conocidos los tiempos remotos que los inmediatos”.
(Juan Pablo Forner).

Durante la primera mitad del XVIII se comienzan a publicar en diversas localidades


de Andalucía1237, las primeras historias escritas, en las que es facilmente apreciable, a
pesar de lo defendido por los novatores, la frecuente utilización de elementos religiosos
procedentes de los Falsos Cronicones y las menciones a su remoto orígen. Su objetivo
seguía siendo, como en el S. XVII, el engrandecer la categoría de la villa y mantener su
status de superioridad frente a otras ciudades, que en algunos casos venía justificado por
ser la patria de santos o mártires1238. Aunque el fenómeno se inició a comienzos de la
centuria, nosotros nos referiremos exclusivamente a aquellas obras publicadas a partir de
1736, año en que comenzamos nuestro estudio.
La publicación de la España Sagrada del Padre Flórez, en la que revisaba las
tradiciones y la Historia Eclesiástica hasta entonces admitida, despertó un nuevo interés
por el estudio de la Antigüedad de los pueblos y ciudades andaluces, que buscaron nuevas
argumentos de prestigio de acuerdo, en algunos casos, con las tendencias implantadas por
los novatores.
Este auge provocó una intensa actividad historiográfica, cuyos ejemplos más
conspícuos son, por ejemplo, las obras Apuntamientos para formar la historia de Lucena
(1762) de Francisco de Aranda , Las colonias gemelas reintegradas en la mitad de sus
respectivas poblaciones que tenían usurpadas los soldados eméritos de las legiones
romanas. Diálogos críticos (Madrid 1788) y La antigua Ostippo y la actual Estepa (1788)
de Fray Alejandro del Barco García, la Disertación histórico-geográphica sobre reducir la
antigua Onuba a la Villa de Huelva (Sevilla 1755) de Antonio Jacobo del Barco y Gasca,
Epora ilustrada o Historia de las Grandezas y antigüedades de Montoro (1755) de Juan
Beltrán, la Chorografia de Utrera (1753) de Juan Boza y Rivera, las Memorias de

1237
Guinea Díaz, op. cit. 901 (1991), 247-252; Guinea Díaz, P. “Tergiversaciones en la Historiografía
local andaluza del siglo XVIII sobre la antigüedad y la arqueología”, en Gascó y Beltrán, op. cit. 265 (1995),
121-133.
1238
Álvarez Santaló, L.C., “La erudición local historiográfica como fenómeno fronterizo entre la cultura
popular y la cultura elitista”, en Iglesias J. y García, M. (Eds), Osuna entre los Tiempos Medievales y

508
Antequera (1790) de P. Cabrera, la Memoria histórica de Arcos de la Frontera (1790) de J.
Camacho del Real, la Descripción de Lebrija (1763) de Pedro José de Campos, el Discurso
geográfico en que se persuade de que la antigua Ilipa Magna sobre el Betis no es la villa
de Peñaflor sino Alcalá del Río (1743) de Alonso Carrillo y Aguilar, el Compendio
histórico y descriptivo de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, metrópoli ínclita de
Andalucía, recopilado de los mejores autores por D. Fermín Arana de Varflora (Sevilla
1766) de Fray Fernando Díaz de Valderrama, La antigua Saepona hallada en su sitio junto
a Cortes (Málaga 1770) de Francisco J. Espinosa y Aguilera, la Historia, antigüedad y
excelencias de la villa de Osuna (Córdoba 174) de Antonio García de Córdoba, las
Noticias históricas de la antiquísima villa de Alcalá del Río y del Señor San Gregorio
Osethano (1751) de Marcos García Merchante, las Noticias pertenecientes a la historia
antigua y moderna de Lora del Río de Tomás Andrés de Gusseme, las Antigüedades,
Grandezas y Memorias de la Mui Noble y Mui Leal ciudad de Xerez de la Frontera (1752)
de Bartolomé Gutiérrez, las Adiciones a las antigüedades de Lucena y notas sobre algunos
puntos de historia y antigüedad de la misma ciudad (1763), la Noticia geográphico
histórica de una inscripción descubierta por septiembre de 1764 en el término de la villa
de Arahal y de otras piedras y medallas geográphicas inéditas (Sevilla 1765) y La antigua
Saepona restituida a su verdadero sitio (Sevilla 1771) de Patricio Gutiérrez Bravo, Ulia en
su sitio y Montilla en su centro (Córdoba 1763) de Lucas Jurado y Aguilar, Augusta
Gemella. Ylustrada con los pueblos de su partido, oy villa de Martos (Martos 1778) de J.
Lendínez, Historia de Gibraltar (Madrid 1782) de Ignacio López de Ayala, Attubi
ilustrada o comentarios históricos sobre la antigüedad y nobleza de la villa de Espejo
(Montoro 1755), Disertación sobre el nombre de Polei, aplicado a la villa de Aguilar
(1764), Franco ilustrado. Notas a las obras manuscritas del insigne anticuario Juan
Fernández Franco: en las que se corrigen, explican y añaden muchos lugares, para
instrucción de los aficionados a las buenas letras (Córdoba 1775), Memorias de la ciudad
de Lucena y su territorio, con varias notas de erudición pertenecientes a la Bética (Écija
1777), Epora christiana o Memorias de la Christiandad de la Muy Ilustre y Antigua Villa
de Montoro en la Andalucía, reyno de Córdoba (1785), Memorias de la antigua Epora,
hoy la villa de Montoro, Disertación histórico-geográfica de Epagro, contraída a la villa
de Aguilar y Breve disertación sobre el origen y antigüedad de la villa de Aguilar, sobre si
fue o no silla episcopal de Fernando José López de Cárdenas, Historia civil y eclesiástica

Modernos, Siglos XVII-XVIII (Sevilla 1995), 225-242.


509
de la ciudad de Medina Sidonia (Cádiz 1793) de Francisco Martínez García, Retrato al
natural de la ciudad y término de Jaén (Jaén 1794) de José Martínez de Mazas, Huelva
ilustrada. Breve historia de la antigua y noble villa de Huelva (Sevilla 1762) de Juan
Agustín Mora Negro y Garrocha y la obra titulada Palma ilustrada o breve descripción de
esta villa, con motivo de declarar el origen y antigüedad de la milagrosa imagen de
Nuestra Señora de las Angustias (Sevilla 1774) de Fray Ambrosio de Torres y Orden.
Lo primero que puede deducirse de estos trabajos es la gran variedad de estudios
aparecidos, que abarcan desde la historia de un pueblo o ciudad, en ocasiones extendida a
una comarca o incluso a la totalidad de la Bética, a la más simple y mucho más frecuente
disertación histórico-geográfica sobre la identificación de alguna localidad moderna con
otra que aparecía mencionada en las fuentes grecorromanas1239.
Como bien ha estudiado P. Guinea, todas estas historias presentan una serie de
características comúnes:
a) La antigüedad, ocasión y protagonistas de la fundación de la ciudad, se
consideran como el primer argumento para deducir la honorabilidad de la ciudad. Para ello,
se suele remontar el origen hasta el principio y se recurre a las fundaciones por parte de
personajes legendarios, bien de tradición judaica, bien de grecorromanos, bien procedentes
de la personificación de topónimos, aunque lo más común y habitual sea acumular todas
estas tradiciones en una misma línea argumental.
Así, se contienen menciones a los descendientes de Tubal1240, primer poblador de
la Península Ibérica y nieto de Noé, que configurarían una genealogía de reyes legendarios
de España. Esta idea tiene su origen en una tradición que, partiendo de una mala
interpretación de un texto de Flavio Josefo que se menciona en las obras de San Isidoro,
aparece desarrollada en los Falsos Cronicones, en especial en la Falsa Crónica de Beroso;
de aquí pasará a la Crónica General de España, que recogía las noticias aportadas por
Rodrigo Jiménez de Rada en su obra De rebus Hispania, donde se les mencionará como

1239
Puede verse una completa relación de las obras y manuscritos de los pueblos de Andalucía en las
obras de Muñoz y Romero, T., Diccionario bibliográfico-histórico de los antiguos reinos, provincias,
ciudades, villas, iglesias y santuarios de España (Madrid 1858), Ramírez de Arellano, R., Ensayo de un
catálogo biográfico de escritores de la Provincia y Diócesis de Córdoba, con descripción de sus obras. 2
Vols. (Córdoba, 1921-1922), Méndez Bejarano, M., Diccionario de escritores, maestros y oradores
naturales de Sevilla y su actual provincia (Sevilla 1922), y más recientemente el trabajo de Aguilar Piñal,
Fco., Bibliografía de autores españoles del S. XVIII. 8 Vols. (Madrid 1991-1995).
1240
Sobre Tubal y sus sucesores, véase Caro Baroja, op. cit. 1 (1991), 58-59 y 83-84; cfr. Lida de
Malkiel, Mª. R, “Tubal, primer poblador de España”, Ábaco. Estudios sobre literatura española 3 (1970), 9-
48.
510
personajes que forjarán topónimos y nombres de pueblos prerromanos, como Tarsis,
Turdeto, Tartessos, Hispalo, etc1241. Estas tradiciones, que durante la Edad Media habían
servido de lazo de unión entre la historia sagrada y la antigüedad clásica, servirán
posteriormente para proporcionar ciertas bases ideológicas a la Monarquía Española1242.
b) Los documentos que prueben su elevada posición en época romana. Sobre una
supuesta fundación primitiva se añaden posteriormente otras refundaciones y nuevos
nombres, de manera que la antigüedad se convierte en una forma de dignificar a la ciudad
y hacerla merecedora de honores en el presente que se corresponden con las glorias del
pasado. Asimismo, casi todas estas obras intentan identificar o reducir un topónimo
antiguo, aparecido en las fuentes clásicas o en hallazgos epigráficos y/o numismáticos, con
una localidad.
La consecuencia inmediata de ello es también la presentación de un catálogo de restos
que demuestren la importancia de la población en la antigüedad, y la descripción de los
títulos y el status jurídico que tuviese la ciudad romana, ya que se consideraba, por
ejemplo, que una colonia tenía más importancia que un municipio1243.
c) La aparición de numerosos testimonios que hagan referencia a la temprana
cristianización de la localidad, con la finalidad de elevar el prestigio de las localidades
frente a las pretensiones de otras ciudades, y argumentar la pretensión de dignidades
eclesiásticas, ignorando las ideas críticas de los novatores e ilustrados.
d) En aquellas obras más localistas, también es recurrente el tema de la honra y de
la recomendabilidad de la propia ciudad, donde los valores de antigüedad, nobleza y
cristianismo viejo serán los más importantes.
A modo de conclusión, podemos decir que durante el Siglo XVIII asistimos a un auge
de la producción historiográfica local, en la que junto a datos epigráficos y numismáticos,
se incorporan las menciones de las fuentes grecorromanas. Todas ellas tienen una doble
finalidad, la primera era tratar de identificar o reducir una de esas poblaciones antiguas
con las actuales y, en segundo lugar, probar la temprana cristianización del lugar.
Aunque en algunos casos abundan las falsificaciones, en la mayor parte de ellas se nota
la influencia más o menos acusada del pensamiento renovador de la Ilustración, al
incorporar esos datos arqueológicos como fuentes primarias e indubitadas, muchos de los

1241
Estévez Sola, J. A. “Aproximación a los orígenes míticos de Hispania” Habis 21 (1990), 140-144.
1242
Guinea Díaz, P., op. cit. 901 (1991), 248.
1243
Guinea Díaz, P., op. cit. 901 (1991), 250-251; Guinea Díaz, op. cit. 1308 (1995), 125.
511
cuales son los únicos datos de los que disponemos, ya que han desaparecido en la
actualidad.

V.e. LOS DICCIONARIOS GEOGRÁFICOS.

“Los diccionarios geográficos … se concebieron, sobre todo,


como instruméntos útiles al historiador, y fueron personas
e instituciones con intereses históricos, los que …
acometieron su realización”
(Horacio Capel, 1981).

En el siglo XVIII se produjo un profundo cambio en la concepción de la Geografía,


que, a consecuencia de la influencia del Racionalismo y del Enciclopedismo, fue perdiendo
su antigua vinculación con el mundo de las Matemáticas, a la vez que se produjo la
aparición de una serie de disciplinas especializadas con la Geografía Física y con las
Ciencias de la Tierra (como la Geología, la Botánica, la Geodesia, la Cartografía,...), que
pasaron a ocuparse de cuestiones que hasta entonces eran objeto exclusivo de la Geografía.
También fue el momento en que los gobiernos, a través de los distintos Servicios
Geográficos Nacionales, muestran un gran interés por los avances geográficos y
cartográficos, cuyo resultado será la aparición de los primeros mapas topográficos en
distintos países europeos. Pero también, la Geografía se vinculó a la Historia Crítica,
necesitada de una rigurosa determinación de las fechas y de los lugares en que se habían
producido los principales acontecimientos históricos, recogidos en las fuentes
grecorromanas y cristianas.
Será en el seno de esta relación con la Historia, cuando comienzan a elaborarse en toda
Europa una serie de Diccionarios Geográficos e Históricos, en los que se contenían noticias
históricas sobre las diversas poblaciones, que sirvieran como medio para detectar las
contradicciones de las fuentes antiguas y medievales y las tergiversaciones introducidas
por los Falsos Cronicones, que en el caso español alcanzó grandes cotas.
El resultado de este proceso fue el surgimiento de una serie de ambiciosos proyectos
que intentaban abarcar toda la información geográfica o geográfico-histórica de una
nación, y que fueron apoyados y financiados por los diversos monarcas o por las
principales instituciones culturales de los diversos países.
En el caso español, tenemos dos claros ejemplos, el Diccionario Geográfico elaborado
por Tomás López de Vargas-Machuca, y el Diccionario Geográfico Antiguo elaborado por
512
la Real Academia de la Historia. Ambos proyectos, que contaron con el apoyo de la
Corona, nunca llegaron a materializarse, salvo algunas provincias en el caso del segundo, y
toda la documentación se encuentra, inédita hasta el momento presente, en la Biblioteca
Nacional y en la Real Academia de la Historia.
Los Diccionarios no son una cuestión novedosa en la España de la segunda mitad del
Siglo XVIII, pues existen varios antecedentes e intentos fallidos, que a continuación
pasaremos a analizar de forma breve.

1.- Los Precedentes renacentistas.


En 1575, Felipe II, ante los problemas económicos y políticos en los que se veía
inmersa la Monarquía Hispana, dictó una serie de Instrucciones, conocidas con el nombre
de Relaciones de los Pueblos de España o Relaciones Topográficas de Felipe II1244, cuyo
objetivo era conocer los recursos económicos y el estado exacto de los Reinos que
componían la monarquía hispana. Como encargados de realizar esta labor, la Corona
designó una serie de Comisarios, que a su vez fueron los encargados de nombrar a “dos
personas, o más, inteligentes y curiosas de los pueblos donde residen, que hagan la
relacion dellos, lo mas cumplida y cierta que ser pueda, por el tenor de los capitulos desta
instruccion y memoria”. Estas personas, según las disposiciones adoptadas, debían elaborar
una relación, en la que “responderan a los capitulos de la memoria que se sigue, o a los
que dellos hubieren que responder», y las respuestas debían ser «breves y claramente,
afirmando por cierto lo que lo fuere, y por dudoso lo que estubiere en duda, de manera
que en todo haya la verdad que se requiere para la descripcion, … que es lo que en esta
diligencia se pretende, sin tener fin a otra cosa, mas de solo a saber las cosas notables, y
señaladas de que los pueblos se pueden honrar para la Historia dellos”.
Las preguntas versaban sobre distintos aspectos de la población (geografía, historia,
economía, edificios, etc.), pero también existía el interés de realizar una “memoria … para
la descripcion y Historia de los pueblos de España que manda se haga para honra y
ennoblecimiento de estos Reynos”. Es en este punto donde habría que buscar la
intervención de humanistas como Ambrosio de Morales1245 o de Antonio Agustín1246, que

1244
Un estudio parcial de las mismas en Alvar Ezquerra, A, (Ed)., Relaciones Topográficas de Felipe
II. Madrid. Estudio introductorio (Madrid 1993).
1245
Sánchez Madrid, S., Arqueología y Humanismo. Ambrosio de Morales (Córdoba 2002).
1246
Morán Turina, M.: “Arqueología y Coleccionismo de Antigüedades en la Corte de Felipe II”, en
Morán y Rodríguez, op. cit. 817 (2001), 32-35.
513
se manifestó en la inclusión de las diversas preguntas1247, que debemos relacionar con las
obras eruditas del momento, denominadas “estudios de geografía o topografías
antiguas”1248. El objetivo fundamental de estas obras consistía en la identificación (y
legitimación) de las ciudades antiguas con las modernas, mediante el análisis de la
toponimia y de las fuentes literarias romanas y cristianas, de la toponimia antigua y
moderna, la identificación de restos y antiguallas con determinados yacimientos
arqueológicos, y el uso de los materiales arqueológicos, epigráficos y numismáticos como
elementos de investigación1249.
En teoría, se hubiera podido realizar en muy poco tiempo un primer inventario de las
antigüedades nacionales, pero el proyecto no llegó a fructificar por varias cuestiones, tal y
como ha analizado M. Morán, para quien se trataba de “un concepto de antigüedad
enormemente difuso, la imprecisión y vaguedad con que se describen ruinas y objetos, la
falta de preparación de los informantes locales o distribución parcial de los
cuestionarios”1250.

2.- Los Proyectos Ilustrados.


Habrá que esperar al cambio de dinastía monárquica y su interés por la elaboración
de una nueva Historia de la Nación, y la nueva concepción de la Geografía, para que las
antigüedades vuelvan a ser incluidas como fuentes históricas de primera mano en los
estudios de diccionarios geográficos.
En 1752, el jesuita andaluz Pedro Murillo Velarde (1696-1753), publicó su obra
titulada Geographia Histórica, que es la primera en su género en nuestro país. En sus
capítulos XII, XIII y XIV del tomo I de la obra están dedicados a Andalucía1251, si bien
existe un mayor número de páginas y datos dedicados al Reino de Granada (capitulo XIII),
que los dedicados a los Reinos de Sevilla, Córdoba y Jaén (capítulo XIV).

1247
Salas Álvarez, J., “La Arqueología Andaluza en el Diccionario de Tomás López. Un análisis
historiográfico”, Iº Congreso Internacional sobre Historiografía del Instituto de Historiografía Julio Caro
Baroja. Universidad Carlos III de Madrid (Colmenarejo 2003) [en prensa].
1248
Beltrán Fortes, J., “Entre la erudición y el coleccionismo: anticuarios andaluces de los siglos XVI
al XVIII”, en Beltrán y Gascó, op. cit. 58 (1993), 113.
1249
Wülff Alonso, F., “Andalucía antigua en la Historiografía Española (XVI-XIX)” Ariadna 10
(1992), 16.
1250
Morán Turina, op. cit. 1317 (2001), 35.
1251
Murillo Velarde, Pedro, Geographia Histórica (Madrid 1752), 146-267. Para Andalucía, véase
Murillo Velarde, Pedro, Geographia de Andalucía [1752], edición a cargo de Ramón Mª. Serrera y Angeles.
Biblioteca de Cultura Andaluza nº 80 (Sevilla 1988).
514
Como fuente de información para la elaboración de su obra, que R. Serrera y A.
Gálvez definen como una “Chorographía de Andalucía”1252, utiliza con frecuencia las
referencias a los autores clásicos y coetáneos (Pomponio Mela, Ptolomeo, Mercator,
Ortelius, Cluvier), los grandes diccionarios, repertorios y derroteros (Ortelius, Moreri,
Dampier) y un “sin número de mapas y relaciones particulares”.
Pero junto a ello abundan también las referencias a los datos incorporados por los
Falsos Cronicones, que ya habían sido descartados por los principales historiadores y
geógrafos del Siglo de las Luces. Tampoco en su obra se recogen hallazgos y
descubrimientos arqueológicos, que apoyen sus tesis y descripciones.
En 1753 se publicó la versión española del Diccionario Geográfico de Luis
Moreri1253, cuyo original había sido publicado en Lyon en 1674. La traducción fue posible
gracias a los trabajos del gaditano José de Miravell y Casadevante, Canónigo de la Abadía
del Sacromonte (Granada), quien inició la tarea en 17301254, contando con la aprobación y
privilegio real de Felipe V para la impresión, cuyo anuncio apareció ya en 1734 en la
Gaceta de Madrid. Por esta obra fue admitido como miembro de la Real Academia de la
Historia, que le prestó el apoyo para esta tarea1255.
El diccionario combina en sus páginas lo histórico, lo geográfico y lo biográfico,
conteniendo una descripción histórico-monumental de las principales ciudades de España,
donde se hacía referencia al genio y propiedades de los habitantes, a los pueblos que
habitaron España a lo largo de la Historia y su gobierno, a los estados y órdenes, la religión
y la era de España, al Estado eclesiástico, al establecimiento, progreso y, finalmente, a la

1252
Serrera y Gálvez, op. cit. 1322 (1988), 21.
1253
El titulo original era El Gran Diccionario Histórico o Miscellanea Curiosa de la Historia Sagrada
y Profana, que contiene en compendio la Historia fabulosa de los Dioses y de los Héroes de la Antigüedad
Pagana, las Vidas y las Acciones notables de los Patriarchas, Juezes y Reyes de los Judíos, de los Papas, de
los Santos Martyres y Confessores, de los Padres de la Iglesia, de los Obispos, Cardenales, Emperadores,
Reyes, Príncipes Ilustres, Capitanes insignes, de los Autores antiguos y modernos y de quantos se hicieron
famosos en alguna ciencia y arte. El establecimiento y el progreso de las Ordenes Religiosas y Militares; y
la vida de sus Fundadores. Las Genealogías de muchas Familias ilustres de España, de Portugal y de otros
Países. La Descripción de los Imperios, Reynos, Repúblicas, Provincias, Ciudades, Islas, Montañas, Ríos y
otros lugares dignos de consideración de la antigua y nueva Geographia, etc. La Historia de los Concilios
generales y particulares, con el nombre de los lugares donde se celebraron. Traducido del Francés de Luis
Moreri. Con Amplissimas adiciones y curiosas investigaciones relativas a los Reynos pertenecientes a las
Coronas de España y Portugal, assi en el antiguo como en el nuevo mundo. Por D. Joseph de Miravell y
Casadevante, de la Real Academia de la Historia (París 1753). En París, a costa de los Libreros Privilegiados,
y en León de Francia, de los Hermanos Detournes Libreros. 9 vols.
1254
Arroyo Illera, F., “El Catastro de Ensenada y el Diccionario Geográfico”, en Campomanes, op. cit.
177 (2003), 389-397; Álvarez de Miranda, P., “Los proyectos enciclopédicos en el siglo XVIII español”, en
Vaca Lorenzo, A. (ed), Europa: proyecciones y percepciones históricas (Salamanca 1997), 98-100.
1255
Capel, H., “Los Diccionarios Geográficos de la Ilustración española”, en Geocrítica 31 (1981), 3.
515
división antigua de España. En la redacción del diccionario, Miravell contó con las
aportaciones de diversos eruditos españoles, como Patricio Gutiérrez Bravo, quien realizó
diversas descripciones de diversos lugares de España, en los que hace referencia a los
pueblos que habitaron la zona, así como al nombre que tuvieron en la antigüedad clásica.
A nivel local, en 1772 Cristóbal de Medina Conde, canónigo de la Catedral de Málaga,
proyectó la realización de un Diccionario Geographico Malacitano, para lo cual consiguió
que desde el Obispado de Málaga se enviase una encuesta a los párrocos de su jurisdicción
en la que se les solicitaban una amplia serie de noticias sobre la historia y el presente de
sus pueblos. De los trece puntos a que debían responder, dos estaban relacionados con la
existencia de despoblados y de epígrafes antiguos. Parte de estas respuestas se conservaron
en el manuscrito conocido por Suplemento al Diccionario Geographico del Obispado de
Málaga1256.
En definitiva, la idea de elaboración de un Diccionario Geográfico, entendido en el
sentido enciclopédico de acopiar todas las noticias sobre pueblos, gentes y territorios,
ordenados alfabética y/o topográficamente, no era una cosa nueva para la España ilustrada,
pero es en este momento cuando más proyectos de este tipo se pusieron en funcionamiento,
con unos resultados dispares, que en muchos casos sólo quedaron en simples proyectos que
nunca vieron la luz. Los más importantes, y no por ello publicados finalmente, fueron los
llevados a cabo por Tomás López y por la Real Academia de la Historia.

3.- El Diccionario Geográfico de Tomás López como fuente para


el conocimiento de la Arqueología Andaluza.

El origen de este proyecto se remonta a 1751, cuando el Marqués de la Ensenada,


Secretario de Hacienda, remitió a Fernando VI una Representación en la que defendía la
necesidad de adoptar una nueva cartografía de la nación, mucho más acorde con las
necesidades políticas de la monarquía borbónica1257.
A consecuencia de ello, Tomás López fue enviado en 1752 por el Marqués de
Esquilache, nuevo Secretario de Estado, como pensionado a Paris “para estudiar y
levantar el mapa de España”. Allí asistió “puntualmente al Colegio de Mazarino, a las

1256
Rodríguez Oliva, P., “Hallazgos arqueológicos en Torrox-Costa en el siglo XVIII”, Jábega 26
(1979), 39-40. Medina-Conde había estado inmerso en las falsificaciones granadinas del Sacromonte junto a
Juan de Flores y Oddouz, por lo que se traslado a Málaga.
1257
Marcel, G., “Le géographe Tomás López et son oeuvre”, BRAH LIII-3 (1908), 126-243.
516
lecciones públicas y al estudio de M. d´Anville”1258, especialista en geografía histórica y en
los sistemas de medición de los geógrafos clásicos, y con quien López aprendió las
técnicas de elaboración de los nuevos mapas geográficos que se estaban realizando en el
país.
A su retorno a España, en 1760, comienza a trabajar como grabador de mapas para la
España Sagrada del Padre Flórez en 1763 y 1764; así, en 1767 grabó el mapa del Reino de
Sevilla, que junto con otros trabajos le valió el nombramiento, el 20.02.1767, de Geógrafo
de los Dominios del Rey.
A este nombramiento le
siguieron el de
Académico de la Real
Academia de Bellas Artes
de San Fernando, en
1764, y de la Real
Academia Sevillana de
Buenas Letras, en
17731259.
Finalmente, la
publicación en 1775 de su
libro titulado Principios
Figura 125.- Mapa del Reino de Sevilla elaborado por Tomás López.
1260
geográficos , dedicado
a Pedro Rodríguez de Campomanes, le valió ser admitido, el 6 de Diciembre de 1776,
como miembro de la Real Academia de la Historia1261.
En 1785, el Conde de Floridablanca, Secretario de Estado, le otorgó su protección y
una pensión para realizar sus trabajos (FIGURA 125), como Geógrafo Real, en la futura
Academia de las Ciencias1262. En 1795, Manuel de Godoy le encargó elaborar una lista de
los mapas y obras geográficas que por aquel entonces se estaban editando en España y

1258
Marcel, op. cit. 1328 (1908), 132.
1259
El 21.05.1773 leyó su discurso de ingreso en la institución, titulado Proporción que tienen las
medidas romanas con el pie y vara castellanas; cfr. Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 327.
1260
López, Tomás, Principios geográficos aplicados al uso de los mapas. Imprenta de Joachim Ibarra
(Madrid 1775). El segundo volumen de la obra apareció en 1783.
1261
Su discurso de ingreso en la institución, de fecha 07.01.1777, se titula Discurso acerca de las
medidas largas de espacios ó de longitud de los Hebreos, y de su valor y computación con la vara
castellana. ARAH, Mss. E-167, fols. 80-90.

517
Europa, que deberían reunirse en un Gabinete Geográfico, similar a los existentes en París
y Londres, y que fue adscrito a la Primera Secretaria de Estado y del Despacho
Universal1263. Tomás López se mantuvo al frente de esta institución hasta su fallecimiento
en 1802, si bien el proyecto no llegó finalmente a fraguar, por falta de medios económicos,
materiales y personales.
Desde su posición de “Geógrafo de S.M.”, y contando con el apoyo de la Secretaría de
Estado, pensó en realizar un diccionario geográfico, que sirviese de complemento a la
planimetría de las Intendencias, Obispados, Partidos, Corregimientos y Villas, que
realizaba como geógrafo, para tener una representación actualizada de los reinos
peninsulares. Hay que llamar aquí la atención sobre la siguiente cuestión. Aunque contó
con el apoyo gubernamental, el proyecto de Tomás López nunca fue, si así podemos
llamarlo, el “oficial”, ya que este título debemos otorgárselo al Diccionario Geográfico
Histórico de la Real Academia de la Historia, impulsado por Pedro Rodríguez de
Campomanes1264.
Esta duplicidad de proyectos, muy similares en cuanto a su preparación y ejecución, se
debe a que se entremezclaron intereses políticos e intelectuales, circunstancia que fue una
de las constantes de la España de la Ilustración. El por qué de este hecho podemos buscarlo
en las siguientes cuestiones:
- Tomás López había sido protegido de Esquilache y Ensenada, enemigos políticos
de Campomanes, quien representaba las nuevas concepciones políticas de los gobiernos
ilustrados de Carlos III, surgidas especialmente tras el Motín de Esquilache y la expulsión
de los Jesuitas, y, por lo tanto, contrario al desarrollo de aquellos proyectos dirigidos por
personajes que no estuviesen bajo su protección.
- Tomás López no tuvo nunca el respaldo de ninguna institución cultural para la
realización de su proyecto, sino que fue con su esfuerzo personal y con el de sus hijos
como intentó su finalización.
- Desde sus comienzos, la Real Academia de la Historia había incluído entre sus
fines fundacionales la realización de un Diccionario Geográfico Histórico, y para ello
obtuvo la sanción real y el apoyo de la corona en todo momento.

1262
Carta enviada por Tomás López a Luis Mariano Ruiz de Urquijo el 03.10.1799.
1263
Marcel, op. cit. 1328 (1908), 167-168 y 177-178.
1264
Almagro-Gorbea y Maier, op. cit. 809 (2003), 26; Almagro-Gorbea, op. cit. 177 (2003), 111.
518
Para llevar a cabo su proyecto, Tomás López elaboró un cuestionario basado en las
Relaciones Topográficas de Felipe II, que, con la autorización de la Secretaria de Estado,
envió a los Obispos, Vicarios, Curas y otros funcionarios eclesiásticos, interesándoles
datos sobre sus diócesis o sobre sus parroquias, para así “concurrir con estos auxilios a la
instrucción pública”, al bien común y al adelanto de la nación, aspectos defendidos por los
ilustrados españoles. En este aspecto, López rompe con lo realizado con el Catastro de
Ensenada, el trabajo más parecido al suyo, ya que en este proyecto, de corte
eminentemente fiscal, la encuesta realizada fue enviada a los Intendentes, representantes en
los reinos y provincias de la autoridad real y brazo ejecutor de las nuevas reformas
políticas.
La finalidad de este cuestionario era, según el propio López, contribuir a “desterrar de
los mapas extranjeros y de las descripciones geográficas de España, muchos errores que
nos postran”1265. La explicación tradicional ha vinculado este hecho al elevado nivel
cultural del clero, que en algunos casos eran los únicos que sabía leer y escribir1266.
Aparte de este hecho, hay que considerar otros aspectos:
- la impulsora subyacente del proyecto es la Secretaria de Estado, brazo ejecutor de
los designios del monarca.
- Subyace un trasfondo regalista, al poner al servicio de los intereses del Estado el
estamento eclesiástico.
- Los eclesiásticos pertenecían a Academias e Instituciones eruditas, que en algunos
casos llegaban a representar la mayoría de sus miembros, o bien eran poseedores de
pequeñas colecciones epigráficas o numismáticas, o bien en sus parroquias se conservaban
algunos pequeñod depósitos de antigüedades1267.
Los intereses de Tomás López tienen que ver con la historia de las distintas
localidades, pero también con los aspectos económicos, geográficos, sanitarios,
demográficos, culturales, políticos, educativos, etc1268. Se incluyen asimismo cuestiones
relativas al paisaje, a las aguas, a los caminos y a la toponimia, así como determinadas

1265
Marcel, op. cit. 1328 (1908), 150, 151.
1266
Segura Graiño, C., “Introducción”, en López, T., Diccionario Geográfico: Almería. Edición y
estudio a cargo de Cristina Segura Graiño (Almería 1986), 20.
1267
Escacena Carrasco, J.L. y Aranda Campos, A., “Arqueología de tres curas de pueblo en el Siglo
XVIII”, en Beltrán y Belén, op. cit. 229 (2003), 63-97.
1268
Domínguez Ortiz, A., “El reino de Sevilla a finales del siglo XVIII, según las relaciones enviadas a
Don Tomás López”, Archivo Hispalense 7-8 (1944), 229-259, donde analiza los datos relativos a la
población, a la economía y a la administración.
519
cuestiones hacía referencia a la Arqueología y a la Historia de cada población, lo cual es
una influencia de las enseñanzas de d´Anville. No obstante, Tomás López debe ser
considerado como un “geógrafo de gabinete y no de campo”, ya que las informaciones que
recibió nunca las contrastó y nunca tuvo “una postura crítica ante los numerosos datos que
recibe”1269; ello tambiénfue debido a que el trabajo fue producto de un ruego a los prelados
para que estos, a su vez, encargaran a los párrocos que facilitaran los datos pedidos.
En 1767 comenzó a enviar su cuestionario, que se componía de quince preguntas, y
estuvo recibiendo contestación hasta 1800. A juzgar por la gran cantidad de
documentación recibida, y que se conserva inédita en la Biblioteca Nacional1270, la
encuesta tuvo una gran acogida. Hasta el momento presente, y por lo que respecta a
Andalucía, que es el objeto del presente trabajo, únicamente se han publicado las
relaciones referentes a Almería, Granada1271 y Sevilla1272, realizadas por C. Segura, y las
Provincias de Jaén1273 y Huelva1274, realizadas por J. E. Ruiz González.
Para el conjunto de este trabajo, las preguntas que más importan del cuestionario son
las siguientes:
“2º.- Si es cabeza de Vicaría o Partido, Parroquia, Anejo y de que Parroquias, y si
tiene Convento decir de qué Orden y sexo, como también si dentro de la población o
extramuros hay algún Santuario e Imagen célebre, declarar su nombre y distancia:
asimismo el nombre antiguo y moderno del Pueblo, la advocación de la Parroquia y el
Patrón del Pueblo”.
Esta pregunta se interesaba, entre otros aspectos, por la existencia de cultos
tradicionales o por la toponimia, lo que permitía como respuesta excursiones por antiguas
ermitas o por la etimología del nombre de la población y de los despoblados del término.
“7º.- Cuando y por quién se fundó el lugar, que armas tiene y con qué motivo, los
sucesos notables de su historia, hombres ilustres que ha tenido, y los edificios o castillos
memorables que aún conserva”.

1269
Segura Graiño, op. cit. 1337 (1986), 20.
1270
BN. Mss. 7293 a 7308.
1271
López, T., Diccionario Geográfico de Andalucía: Granada. Edición y estudio a cargo de Cristina
Segura Graiño y Juan Carlos de Miguel (Granada 1990).
1272
López, op. cit. 860 (1989).
1273
Ruiz González, J.E., Jaén según las relaciones enviadas por los párrocos al Geógrafo Real Tomás
López en el Siglo XVIII (Jaén, 1996).
1274
Ruiz González, J.E., Los pueblos de Huelva en el Siglo XVIII, según el Diccionario Geográfico del
Geógrafo Real D. Tomás López (Huelva 1999).
520
Esta pregunta hay que encuadrarla dentro la Historia Crítica desarrollada a partir del
XVIII, e impulsada por la Real Academia de la Historia. Pero a pesar de ello, hay
numerosos párrocos que para, certificar la antigüedad de las localidades, suelen recurrir
con bastante frecuencia a las noticias procedentes de los Falsos Cronicones.
Así por ejemplo, en el caso de Niebla (Huelva), Pedro Valiente, párroco de la
localidad contesta que “es tradición se fundó la villa por Tubal, nieto de Noé”1275, o como
en el caso de Osuna, que “fue fundada por Pirro, casado con Iliberia, hija de Hispán, que
viniendo a casar osos, fundó en lo intrincado de la montaña, que hoy es el terreno de las
canteras, una corta población con el nombre de Urso a los seiscientos cuarenta años del
diluvio”1276. Junto a ello, también abundan las referencias a fundaciones erróneas de época
romana, como se observa en el caso de Marchena (Sevilla), que fue “Marcia, colonia de
romanos, según las lápidas e inscripciones romanas que se han descubierto y traen
copiadas varios autores de conosido mérito”1277.
Destaca de esta pregunta del cuestionario las continuas menciones a la Época
Medieval, describiendo en algunos casos restos de murallas o de otras construcciones, pero
que únicamente en el caso de Niebla pertenecen a época islámica, ya que las otras, como
son los casos de Cala o Puebla de Guzmán, más bien parecen responder a construcciones
bajomedievales o modernas. En cualquier caso, los castillos quedaban fuera de la
consideración de monumento hasta el siglo XX, y en el caso del Diccionario habría de
ponerse en relación con el hecho de que muchos de ellos aún seguían con sus funciones
militares.
“15º.- Si hay alguna inscripción sepulcral, u otras, en cualquier idioma que sea”.
Sobre las respuestas a esta cuestión, no existe unanimidad en cuanto a las
contestaciones remitidas por los párrocos. Ello es debido a que no existía una definición
clara y concreta de lo que se consideraba como un monumento antiguo. La única
definición existente sería la incluida en la Instrucción, redactada por el Marqués de la
Ensenada y aprobada por el Real Decreto de 14.07.1753, en la que se definía monumento
antiguo: “estatuas de mármol, bronce, u otro metal, todas o enteras, pavimentos mosaicos

1275
Carta remitida por Pedro Valiente a Tomás López, cfr. Ruiz González, op. cit 1345 (1999), 212.
1276
Carta remitida el 23.12.1785 por Martín Navarro a Tomás López, op. cit. 860 (1989), 125.
1277
Carta remitida el 26.06.1787 por José Guerrero de Ahumada a Tomás López, op. cit. 860 (1989),
109.
521
o de otra especie, herramientas, o instrumentos de madera, piedra, o suela, monedas, o
lápidas, y lo que de ellas se diga por escritos, tradiciones, o noticias”1278.
De esta instrucción, llama la atención la definición de monumento antiguo que se tenía
en aquella fecha, en la que únicamente se incluían aquellos restos del mundo
grecorromano1279, lo que habría que relacionar con la tradición anticuarista que desde el
Renacimiento se viene produciendo en Andalucía, que centró su interés en el pasado
romano. No se incluyen en las respuestas ni las inscripciones prerromanas,
predominantemente púnicas y fenicias, ni tampoco las antigüedades islámicas, cuyos
estudios a nivel general en aquellos momentos no se encontraban muy desarrollados
debido al desconocimiento de la lengua árabe y al alejamiento de estos objetos con la
dinastía borbónica, y todo ello a pesar de que los trabajos e investigaciones de Miguel
Casiri de Gartia y de Luis José Velázquez de Velasco están llamando la atención sobre la
importancia de las denominados
alfabetos prerromanos o del arte
islámico, como ya hemos indicado
antes.
Pero también esta definición
debe ponerse en relación con el

Figura 126.- Inscripción romana de Encinasola (Huelva)


ambiente artístico que la Real
incluida en el Diccionario deTomás López.
Academia de Bellas Artes de San
Fernando estaba intentando imponer en esos momentos, basado en un arte que busca sus
raíces en el mundo grecorromano, alejándose del mundo islámico.
También habría que relacionarlo con el Patronato Regio, con el que se pretendía
obtener documentos de primera mano, y las antigüedades ya desde el siglo XVII eran
consideradas como tales. Con toda esta documentación obtenida los monarcas borbónicos
querían hacer valer sus derechos frente al Papado, y evidentemente no interesaban para
nada los monumentos islámicos, ya que los griegos, romanos y paleocristianos venían
mejor a los intereses borbónicos, ya que eran representativos de momentos más antiguos.
De las respuestas recibidas se constata la existencia de diversos depósitos y
colecciones eclesiásticas, compuestos en su mayor parte de epígrafes romanos, como es el
caso del conjunto de inscripciones existentes en la antigua Casa de la Compañía de Jesús

1278
Martínez Silvestre, op. cit. 84 (1794); Yáñez y Lavín, op. cit. 84 (1999), 124.
1279
Tortosa y Mora, op. cit. 74 (1996), 214.
522
de Marchena, compuesto por las inscripciones CIL II 135*, CIL II 1392, CIL II 1393 y
CIL II 14001280.
Además, en sus páginas, existen numerosas descripciones de hallazgos epigráficos,
que han permanecido inéditos hasta el momento presente, como son los ejemplos de las
inscripciones romanas de Écija (Sevilla)1281, de Encinasola (Huelva)1282 (FIGURA 126) y
1283
Aguilar de la Frontera (Córdoba) . También hay numerosas referencias a las
colecciones arqueológicas, principalmente de epígrafes y monedas, reunidos por diversos
personajes, como son los casos de Patricio Gutiérrez Bravo o de Francisco de Bruna y
Ahumada, oídor decano de la Audiencia de Sevilla, sobre quien se dice que es un “hombre
sabio y muy curioso que conserva muchas monedas que le regalaron en un gabinete
precioso que encierra muchas preciosidades pertenecientes a la antigüedad de esta
provincia de que he visto estatuas”1284.
Hay finalmente referencias a diversos hallazgos arqueológicos, ocurridos en diversos
puntos de Andalucía. Así, por ejemplo, en Ilipa Magna (Alcalá del Río, Sevilla), se dice que
“este año de 1788, se ha descubierto una solería muy capaz, de jaspe muy fino y de
diferentes colores haciendo diversas figuras de óvalos con diversidad de embutidos. Se ha
hecho juicio haber sido solería de algún templo famoso o de palacio de algún gran
personaje”1285.
En Monturque (Córdoba) se descubrió una “piedra como una vara en cuadro y otra de
grueso que se reconoce haberse quebrado y en ella se halla la inscripción siguiente y
recortada como una lista de cuatro dedos de ancho y medio de grueso que sobresale
donde está la inscripción lisa y encima una como flor:
M(arcus) Fuficius M(arci) [l(ibertus)]
Rufinus Fufic[ia]
M(arci) l(iberta) Copi[---]
1286
------?” .

1280
Carta remitida el 26.06.1787 José Guerrero de Ahumada a Tomás López, op. cit. 860 (1989), 108.
1281
Carta remitida el 21.06.1764 por Domingo Adornos y Dávila a Tomás López, op. cit. 860 (1989),
80; CIL II2/5,172; CIL II2/5,1201; CIL II2/5,1241 y CIL II2/5,1248.
1282
Carta remitida el 30.06.1788 por Agustín Pereira y Soto Sánchez a Tomás López, transcrita por
Ruiz González, op. cit. 1345 (1999), 139.
1283
Carta remitida en 1792 por Juan Vicente Gutiérrez a Tomás López. BN. Mss. 7294, 331v; CIL
2
II /5,592 (= II 1517).
1284
Carta remitida el 21.06.1764 por Alonso Lerena Martínez a Tomás López, op. cit. 860 (1989), 155.
1285
Carta remitida en 1788 por Mateo Domínguez Moreno a Tomás López, op. cit. 860 (1989), 19.
1286
Carta remitida en 1782 por José Muñoz a Tomás López, BN. Mss. 7294, 558r-559r; CIL II2/5, 612
(= II 1629).
523
En Rio Tinto (Huelva), se dice que “las Reales Minas de cobre llamadas de Riotinto ...
se encuentra ser tan antiguas como el conocimiento que los hombres tuvieron de uso de
los metales. En su circunferencia y centro no se hallan más que vestigios y signos
cuantiosos en grande manera, que arguyen el aprecio que hicieron de estas minas los
antiguos potentados. Sus bocas y contraminas están al mediodía, a la falda de la sierra
que llaman el Castillo Viejo, en el cual subsisten aún todavía sus murallas. Fabricado en
el centro y en la mayor elevación, se nomina comúnmente el Castillo de Salomón. A la
parte contrapuesta de estas minas, que es el norte, se encuentran los vestigios del antiguo
pueblo, pues permanecen en pie parte de sus murallas, puertas, multitud de columnas
derribadas, ya circulares ya cuadrangulares y ya salomónicas y espirales, basas y
pilastras correspondientes, perfectamente trabajadas de piedra ferruginosa y sumamente
dura. Las lápidas halladas la pie del castillo, a la parte del sur y próximo a esta aldea,
demuestran el sumo auge en que esto se ha visto, en particular la que se encontró en una
cañería antigua en 31 de Julio del pasado año de 1762, siendo asentista de ellas Don
Francisco Tomás Sanz, que en cobre, y al presente se conserva en el Real Gabinete de
Historia Natural (FIGURA 33 ) que dice así:
IMP NERVAE CAESARI AVG
PONTIFIC I MAXIMO TR
OTEST P P COS III
G IIII PVDENS AVG LIB
PROCVRATOR
IO POSVIT
En sus ruinas se encuentran varias monedas de oro, plata, cobre, que testifican una
antigüedad que no puede describirse con certeza”1287.
Otra descripción importantes es la del conocido “Puteal” de Trigueros, sobre el que se
dice que es “el mejor y más precioso monumento de la antigüedad, en un grande mármol
que hoy sirve de pedestal a la cruz de la plaza tercera que llaman del Carmen, delante del
Convento de los Reverendos Padres Carmelitas Descalzos, con dos hermosísimas
inscripciones de bellas letras romanas:
C SEMPRONIVS GAL PROCVLVS SERVILIANVS ET C SEMPRONIVS C F GAL
SERVILIANVS D ONVM AVG
1288
ANVLL DED SEMPRONI////” .

1287
Carta remitida en 1786 por Antonio Domínguez Cavallero a Tomás López, cfr. Ruiz González, op.
cit. 1345 (1999); CIL II 956.
1288
Carta remitida en 1786 por Simón Rivero a Tomás López, cfr. Ruiz González, op. cit. 1345 (1999),
296-299; CIL II 951. Sobre el “puteal”, en realidad un altar votivo, cfr. Beltrán Fortes, J., “El ara de
Trigueros (Huelva). Un posible testimonio del culto a Augusto”. Baetica 19 (1986), 191-203
524
Por las respuestas enviadas a Tomás López, hemos podido documentar nuevas
excavaciones arqueológicas en diversos puntos de Andalucía, que vienen a sumarse a las
ya estudiadas hasta el momento1289. Ejemplo de ello, son las realizadas en La Luisiana
(Sevilla), en cuyas inmediaciones se encontraron “muchos sepulcros, vestigios de casas,
piedras muy particulares de todos colores que se conservan en casas del señor cura
párroco, columnas quebradas. Todo estaba subterráneo y se halló en las primitivas
excavaciones que se hicieron, encontrado especialmente un sepulcro de gran magnitud,
todo guarnecido por todas partes de grandes lápidas y fuertes piedras que aún se
conservan. Y dentro de dicho sepucro algunos huesos del cadáver que allí se enterró. Y
otros muchos cadáveres en sus inmediaciones. Todo esto, junto con los vestigios de
cimientos que se han encontrado en las excavaciones de las inmediaciones de dicha
población, como denota el plano, demuestra evidentemente haber sido o habido pueblo
contiguo y que dichas grandes piedras, lápidas y demás serían traídas para la
1290
construcción de dicho pueblo antiguo” .
En la vecina Obulcula (Castillo de la Monclova, Fuentes de Andalucía, Sevilla) con
motivo de la mejora de la carretera de Andalucía se hicieron algunas excavaciones
arqueológicas, en las que “habiendo estado cavando unos trabajadores en un estaconal,
que llaman de Jofre, para poner algunos olivos,, en sus excavaciones encontraron una
caja de plomo y dentro de ella las reliquias de un cadáver, que manifiesta ser de
personaje”1291.
También en las cartas remitidas, hay menciones de monedas, cuyos hallazgos son
utilizados para fijar la ubicación de una población romana concreta. Por ejemplo en el caso
de Ilipa Magna (Alcalá del Río), se menciona que “son también monumentos de antigüedad
varias medallas o monedas, que se han hallado en el recinto de esta villa. Y sean las
primeras dos halladas en el añlo de 1737,del tamaño y figura que se sigue. En los años

1289
Mora, op. cit. 11 (1998), 99-102; Salas Álvarez, op. cit. 118 (2002); Salas Álvarez, op. cit. 125
(1999); Salas Álvarez, op. cit. 126 (1997); Negueruela, op. cit. 427 (1993); Rodríguez Oliva, op. cit. 678
(1980); Rodríguez Oliva, op. cit. 1327 (1997).
1290
Carta remitida en 1786 por José Serrano Rojas a Tomás López, op. cit. 860 (1989), 100. Más
documentación sobre estas excavaciones se encuentran en la correspondencia mantenida entre Miguel de
Aldenao y Lucas Arias de Rabanal con el Conde de Floridablanca, AHN. Estado, Legajo 3193.
1291
Carta remitida en 1798 por Bueno Cubas y Cangas a Tomás López, op. cit. 860 (1989), 121. Más
documentación sobre estas excavaciones se encuentran en la correspondencia mantenida en 1793 entre el
Marqués de Hariza y el Conde de la Cañada, conservada en el ARAH. Mss. 9/3938.
525
1766 y 1768 se hallaron en unos cimientos de castillos,
las siguientes del tamaño y figura que aquí se
expresan”1292, incluyendo un dibujo de las mismas
(FIGURA 127).
De este conjunto de información, caben destacar,
finalmente, dos grandes cuestiones relacionadas:
1º.- A pesar de la existencia de una gran
documentación, se aprecia la existencia de numerosas
ausencias sobre datos arqueológicos, epigráficos y
numismáticos, que sabemos que existieron por otras
fuentes. Uno de los casos más significativos es el de
Osuna, donde no se incluyen en la respuesta los hallazgos
que se mencionan en las historias locales, especialmente,
en la obra de Antonio García de Córdoba1293, ni tampoco
Figura 127.- Monedas de Alcalá del
Río incluídas en la obra de T. López el dato de las excavaciones que, por aquellas mismas
fechas se estaban realizando en la Necrópolis Rupestre de la Vereda de Granada,
aprobadas por el Conde de Floridablanca y sufragadas por la Corona1294.
2º.- La desproporción de documentos existentes entre Andalucía Occidental y
Andalucía Oriental, que en el caso de Almería y Granada alcanzan grandes cotas, pues
solamente se citan los hallazgos de Almuñecar. Como han sostenido recientemente J.L.
Escacena Carrasco y A. Aranda Campos, esto podemos relacionarlo, en el caso del antiguo
reino de Sevilla, con la existencia de estudios previos en el Siglo XVII, sobre todo
realizados por Rodrigo Caro1295.
También debemos relacionar la falta de homogeneidad en las respuestas, manifestada
tanto en la cantidad como en la calidad de la información sumistrada, con la propia
formación de los párrocos, de su afición a las antigüedades y del interés mostrado por
constestar, lo que llevó a A. Domínguez Ortiz a considerar que unos párrocos contestaron
“con celo y diligencia, otros con desgana, y muchos ni se molestaron en contestar”.

1292
Carta remitida en 1788 por Mateo Domínguez Moreno a Tomás López, op. cit. 860 (1898), 19-20.
1293
García de Córdoba, Antonio, Historia, antigüedad y excelencias de la villa de Osuna (Córdoba
1746), BBCC, Mss. 58-3-21.
1294
Figueroa y Silva, op. cit. 118 (1784-1785); Salas Álvarez, op. cit. 118 (2002), 51-57.
1295
Escacena y Aranda, op. cit. 1338 (2003), 67-68.
526
En definitiva, nos encontramos ante una fuente de información de primera mano para
el conocimiento de la realidad arqueológica de Andalucía durante el Siglo XVIII, ya que
los párrocos transmitieron numerosos datos y hallazgos arqueológicos, que deben ser
sometidos a revisión, por la propia condición de su autor. A pesar de ello, muchos de las
noticias transmitidas han permanecido inédito hasta el momento presente y otros que son
los únicos que poseemos, ya que el original se ha perdido en la actualidad.

4.- El Diccionario Geográfico-Histórico de España elaborado


por la Real Academia de la Historia.

Sin duda se trababa de uno de los proyectos más ambiciosos de la Real Academia
de la Historia, para el que estaba perfectamente capacitada, no sólo por medios materiales
y bibliográficos, sino también por medios humanos, pues contaba entre sus miembros con
importantes geógrafos e historiadores interesados en el tema. La idea de realizar una obra
como ésta ya era patente desde los comienzos de la propia historia de la Academia, pues se
convirtió en el primer encargo de la nueva institución, si bien originalmente se pensó no en
un Diccionario Geográfico sino Histórico-Crítico Universal de España, mucho más amplio,
y que requería numerosas actuaciones previas; éstas eran “la formación de unos completos
Anales, de cuyo ajustado y copioso índice se forme un Diccionario Histórico-Crítico
Universal de España”, que se encontraba compuesto por un total de “trece tratados: el Iº
Historia en general; 2º Geografía antigua, 3º Geografía moderna, 4º Historia Natural, 5º
Primer poblador de España 6º Lengua Primitiva; 7º Religión y Costumbres; 8º
Cronología; 9º Genealogía; 10º Medallas, inscripciones, privilegios y demás monumentos;
11º Cronicones Falsos y autores que se valieron de ellos; 12º Los que merecen entera fe;
13º Reglas Crítica”, que debía convertirse en “la principal atención de la Academia, en
que trabajarán generalmente sus individuos”1296.
A este trabajo se encomendaron varios académicos, recogiendo noticias topográficas,
cartográficas y geográficas de la nación, pero surgieron problemas, derivados de la gran
cantidad de documentación a analizar, de la falta de una cartografía actualizada o la
confusión entre Geografía Antigua o Moderna. Ello provocó el abandono del plan inicial, y

1296
Huerta, op. cit. 7 (1796), XI, XV y XXIV; cfr. Arroyo Illera, op. cit. 1325 (2003), 391.
527
hacia 1760 comenzaron a aparecer diversos comentarios, en forma de publicación satírica,
sobre el incumplimiento de lo dispuesto en los estatutos fundacionales de la institución1297.
En mayo de 1766, el académico Juan Manuel de la Parra presentó a la Academia una
colección de 10150 cedulas geográficas, como parte de un proyecto para convertir el Índice
General Geográfico de España, contenido en el primitivo plan, en un Diccionario
Geográfico de España, que fue rápidamente aprobado por la Academia de la Historia,
solicitando de S.M. la remisión de “la noticia de los pueblos que comprehendía la
operación de la Unica Contribución, o Catastro, que se hizo en 1753 en la provincias de la
Corona de Castilla”1298, y encargándose al propio Campomanes la recogida de noticias
sobre la Corona de Aragón y Mallorca.
Aquí no acabaron los problemas, pues ,aunque Manuel de la Parra presentó en 1769
los dos índices topográficos que había formado, uno para la Corona de Castilla y otro para
la Corona de Aragón1299, y en 1771 Casiri propuso la formación de un vocabulario de
topónimos árabes, los datos del Catastro de Ensenada no terminaban de llegar a la
Academia, lo que Horacio Capel entiende como producto de las luchas políticas entre los
partidarios del Conde de Aranda y los golillas, cuyos representantes más destacados eran
Campomanes y Floridablanca1300.
El ascenso de Campomanes, Director de la Real Academia de la Historia, en 1772 a la
Secretaria de Hacienda vino a cambiar la situación. En enero de ese mismo año presentó a
la Academia “dos tomos manuscritos de carta magna que contenían por orden alfabético
los pueblos de estos Reyno” y redactó una Instrucción para formar el Diccionario
Geográfico, compuesta de 21 artículos, que fue distribuida “entre los individuos
académicos y estos enterados de su objeto y naturaleza, eligiese cada uno la provincia de
que quisiese encargarse”1301.
En lo referente a las antigüedades, la Instrucción disponía lo siguiente:
“6.- También se advertirá la etimología de su nombre y de las antigüedades
pertenecientes a él, o las fábulas esparcidas en los Falsos Cronicones, poniendo en claro
la verdad; si en lo antiguo hubo silla episcopal, Convento Jurídico, Templo de la

1297
Capel, op. cit. 1326 (1981), 26; cfr. Aguilar Piñal, Fco. (Ed), Diálogos de Chindulza (Madrid
1967), 489-391.
1298
Huerta, op. cit. 7 (1796), LXXII-LXXIV.
1299
ASRAH 10.11.1769.
1300
Capel, op. cit. 1326 (1981), 27; Arroyo Illera, op. cit. 1325 (2003), 394.
1301
ARAH. Mss. 11/8033; Huerta, op. cit. 7 (1796), LXXIV; Anes, op. cit. 1086 (2003), 365-366.
528
Gentilidad, Amphiteatro, Teatro, ó si estaba en la via militar de los Romanos, ó si el tal
pueblo tiene Historiador particular, ó se halla referido en alguna historia ó en muchas,
poniendo al fin las remisiones, o citas puntuales de los autores”.
Esta pregunta es muy parecida a las preguntas 2 y 7 del cuestionario de Tomás López
que ya hemos analizado anteriormente, y que estaban relacionadas con la Historia Critica y
el análisis de las fuentes originales que pregonaba como método de trabajo la Real
Academia de la Historia.
“7.- También se advertirá si fue Colonia Fenicia, Romana, Griega ó Árabe; si hay
medallas batidas de tal pueblo, citando los autores donde estén publicadas, y advirtiendo
las que de esta calidad existen en el monetario de la Academia, para lo qual se tendrán
presentes sus catálogos para los Sres. formantes”.
Con esta cuestión se pretendían conseguir datos para los estudios de toponimia y
geografía antigua que tenía previsto incluir el Diccionario de la Academia. Como se
observa, se utilizaban las piezas del monetario de la institución para fijar la
correspondencia entre las ciudades antiguas y las modernas.
“8.- La misma advertencia se hará respecto a las inscripciones teniendo a la vista
las Cédulas Litológicas de la Academia, y lo que resulte de la nueva revisión de los
libros”.
En igual medida, las inscripciones también se utilizarían para ubicar las antiguas
ciudades, y como dispone en la misma deben ponerse las noticias en relación con los datos
conservados en la Colección Lithológica. Debemos relacionar esta cuestión con la pregunta
15 del cuestionario de Tomás López.
“9.- También se advertirán los Sitios, Batallas ú otras acciones militares que
constaren en la serie de la Historia, respectivas al pueblo o sitio de que se trate; y si
existen algunos Trofeos, Arcos, Triunfales ú otras memorias militares”.
“10.- En la ciudad capital se dará noticia breve de los Partidos o Pueblos sujetos
a ella, y de los varios ramos civil o eclesiástico”.
“11.- Los lugares despoblados o ruinas de antiguas poblaciones se colocarán
igualmente en este Diccionario, con las noticias que consten y también se pondrán las
Poblaciones nuevas, para que nada se ignore”1302.

1302
Campomanes, op. cit. 177 (1755); Almagro-Gorbea y Maier, op. cit. 80 (2003), 19, Almagro-
Gorbea, op. cit. 177 (2003), 111.
529
A diferencia del Diccionario de Tomás López, la Real Academia de la Historia
consideraba de interés no sólo monumentos del mundo clásico, sino que, y por primera
vez, se incluían datos referentes a los estudios prerromanos y de las antigüedades
islámicas, cuyos estudios en aquellos momentos estaban desarrollados gracias a los
trabajos del propio Campomanes y a los de Miguel Casiri de Gartia. Ello suponía
distanciarse del ambiente artístico neoclásico que la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando estaba intentando imponer en esos momentos.
La Academia de la Historia aceptó las opiniones de Campomanes y consideró que la
obra del Diccionario “era por su naturaleza y por los auxilios que para formarla
franqueaba S.M. la más útil y propia de los objetos del instituto”. En este punto, la figura
del director de la Academia cobra un interés especial, pues desempeñaba sus funciones en
la Secretaria de Hacienda, como ya hemos dicho.
En marzo de 1772, “recibió la Secretaria de Despacho de Hacienda una Real Orden
para facilitar a la Academia las noticias que esta deseaba sacar, para la obra del
Diccionario, de los documentos y diligencias de la Única Contribución” del Marqués de la
Ensenada, a los que se unieron las Relaciones Topográficas de Felipe II y los Censos de
Aranda y Floridablanca. Junto a ello se reunieron mapas, descripciones de ciudad, villas,
lugares, valles, montes, climas, producciones, poblaciones, con informaciones sobre
historia, descubrimientos de antigüedades e instituciones políticas1303.
Dada la disparidad de la documentación recogida y el desigual valor como fuente de
información geográfica, se hizo necesaria la redacción de una cédula-tipo, en la que
volcase toda la documentación recogida, con la finalidad de aportar una visión unitaria a la
obra. Ante la demora en la recepción de las cédulas, Campomanes pidió la colaboración de
los obispos en la obra del Diccionario, “esperando que dichos Señores Diocesanos
contribuirían con todas las noticias conducentes al conocimiento de las divisiones de
arcedianatos, arciprestazgos, abadías, vicarías, y otras cualesquiera, con las noticias de
sus respectivos pueblos y distritos”1304, lo que en la práctica representaba un acto regalista,
al imponer al estamento eclesiástico su colaboración en la consecución de un proyecto
destinado a dar un servicio público al país y a la Corona.

1303
Capel, op. cit. 1326 (1981), 27-28; Arroyo Illera, op. cit 1325 (2003), 392; Anes, op. cit. 1086
(2003), 366-367.
1304
Capel, op. cit. 1326 (1981), 28; Anes, op. cit. 1086 (2003), 367.
530
El gran volumen de documentación a analizar también provocaba diversos problemas
con la metodología a emplear y el estilo a aplicar en su redacción. Así en Julio de 1785
Ramón Guevara pronunció al respecto un discurso, en el que defendía la necesidad de
concebir la redacción del diccionario “formando un todo regular y sintético cuyas partes se
esclarezcan y refuercen mutuamente”, como había realizado la Enciclopedia Británica de
1772, de manera que “aun siendo las cosas que digamos sabidas, formen aquí un mapa o
conjunto enteramente nuevo y más estimable que sus fuentes mismas”1305.
Por el contrario, Gaspar Melchor de Jovellanos mostró gran atención por el lenguaje y
el estilo propio del Diccionario, defendiendo la necesidad de escribir una Geografía
destinada a instruir y deleitar a la sociedad. Por ello la define como una ciencia compuesta
“por la mayor parte de nombre propios, muchas veces comunes e innobles, y no pocas
extravagantes y exóticos; de nombres insignificantes, siempre ingratos a la imaginación y
al oído, y precisada a retratas unos objetos casi siempre parecidos, y pocas veces nuevos y
agradables”. Dado que esa concepción se reflejaba en el Diccionario de la Academia, que
debía incluir artículos tan múltiples y heterogéneos, defendió la necesidad de adjudicar la
redacción definitiva de la obra a unos cuantos académicos, que en aras de conseguir “la
uniformidad podrán observar los bellos modelos de la antigüedad ... particularmente los
célebres geógrafos griegos y romanos y revolviendo día y noche sus excelentes obras
copiar de ellas, la erudición de Estrabón, la exactitud de Plinio, el arte de Ptolomeo y la
precisión de Mela”1306.
La obra sufría numerosos retrasos y, en 1792, a raíz de la reforma de los estatutos de la
Real Academia de la Historia, se creó expresamente la Sala de Geografía, encargada de la
Geografía de España y de la formación del Diccionario, y cuya finalidad era “coordinar
alfabéticamente todas las cédulas, extractos, apuntamientos y noticias tocantes a la
descripción topográfica, política e histórica de cada pueblo, uniéndolo todo para extender
después el artículo particular”, de manera que se hizo cargo de toda la documentación
reunida desde 1772, sumando los datos procedentes del Censo de 1787.
Aunque en el reglamento de trabajos literarios de 1793 el Diccionario se consideró
como uno de los trabajos preferentes, seguían subsistiendo algunos problemas sobre el

1305
Reparaz, G. de, “Historia de la Geografía de España”, en Gavira, J. (Dir.), España, la Tierra, el
Hombre, el Arte. Vol. I (Barcelona 1943), 101-102; cfr. Capel, op. cit. 1326 (1981), 30.
1306
Jovellanos, Gaspar Melchor de, Memoria sobre el estilo conveniente del Diccionario Geográfico
(Madrid 1788). ARAH Mss. 9/5945, fols. 399-399v; Jovellanos, G.M., Obras de … , Tomo I (Madrid 1951),
309-310; cfr. Capel, op. cit. 1326 (1981), 31.
531
método a emplear en la redacción de las cédulas, en las que no existía una homogenización
en los datos que contenían. En 1795, se decidió encargar a cada individuo la redacción de
la cédula provincial “que sea más de su gusto y de que tenga más conocimiento”, ya que
consideraba que “por este medio, esto es, trabajando el diccionario particular de cada
provincia una sola mano, auxiliada siempre con todos los documentos y noticias que posee
la Academia relativos al país; podrá después el Cuerpo coordinar todas las cédulas
alfabéticamente para el Diccionario general”1307.
En 1797 se estableció una Junta, compuesta por José de Guevara Vasconcelos, José
Antonio Banqueri, Miguel de Manuel, José Ruiz Celada y José Córnide de Folgueira y
Saavedra, que actuaba de Secretario, cuyo propósito de esta junta era establecer las normas
finales para la redacción del Diccionario, para lo que solicitó informes de sus miembros.
Joaquín Traggia de Santo Domingo indicaba la necesidad de “formar una instrucción
para uniformar el método, asentando los principios sobre los que deben proceder los que
concurran al trabajo”, y que el “método de escribir la Geografía de España puede ser el
de Diccionario General de todos los Pueblos por Orden Alfabético, o el metódico
formando diccionario de cada provincia o finalmente el natural, dando a cada provincia,
partido, pueblo el lugar que le corresponda según el orden que le compete en la división
civil y política”1308.
En las Juntas Ordinarias de 20.01.1797 y 20.10.1797, Joaquín Traggia de Santo
Domingo y José Antonio Banqueri presentaron un informe en el que consideraban la
necesidad de realizar un “Diccionario de todos los pueblos de España, en que se refiere
cada uno a la provincia y partido a que pertenezca. No será dificultoso añadir algunas
noticias históricas sobre muchos de ellos”1309. El propio José Antonio Banqueri, en la
Junta Ordinaria de 20.01.1797, defendió que “a la descripción... deberá acompañar una
circunstanciada relación de las varias naciones o gentes que en el discurso de los tiempo
la hayan habitado, apoyando esto con las historias exactas, inscripciones, medallas y
otros monumentos de igual clase, si los hubiese, estampándolos respectivamente al fin de
la descripción general de cada provincia o donde la Academia lo juzgue más oportuno.”.

1307
Huerta, op. cit. 7 (1796), LXXXII; Capel, op. cit. 1326 (1981), 31-34; Anes, op. cit. 1086 (2003),
368-369.
1308
Traggia de Santo Domingo, Joaquín, Propuesta del Sr. Traggia sobre el método de formar el
Diccionario Geográfico (10 de Marzo de 1797). ARAH. Mss. 11/8235(26).
1309
Traggia de Santo Domingo, Joaquín y Banqueri, José Antonio, Reflexiones de…. sobre la
formación el Diccionario Geográfico, leídas en las Juntas Ordinarias de 20 de Enero y 20 de Octubre de
1797. ARAH. Mss. 11/8235(26).
532
También defendía la necesidad de no “omitir los nombres de algunos pueblos antiguos no
existen, que aún conservan sus mismas ruinas o los parajes donde estuvieron, tomando de
aquí ocasión para decir lo que de ellos se sepa”1310. Finalmente, el 20 de Noviembre de
1797 se redactó la Instrucción que deberán observar los señores que formen las cédulas
del Diccionario Geográfico de los pueblos de España, en que se contenían las nuevas
reglas directivas1311.
En 1799 se creó una Junta particular compuesta por Francisco Martínez Marina,
Joaquín Traggia de Santo Domingo, Vicente González Arnau y Manuel Abella, que
actuaba de Secretario. La finalidad de esta nueva junta era “que examinados y ordenados
los materiales que había recogidos para el Diccionario, propusieren los medios más
oportunos para adelantar y concluir tan antigua empresa”. Tras analizar la documentación
existente del Diccionario, la Junta comprendió “que la idea de publicar de una vez todo el
Diccionario era impracticable, porque no podía empezarse su formación hasta estar
recogidas las noticias de toda la península”. Por tanto se propuso, como anteriormente
había realizado el censor Casimiro Gómez Ortega, “que convendría dividirlo en varias
secciones, cada una de las cuales comprendiese aquellas provincias limítrofes y que tienen
mayor conexión entre sí. Aprobado el pensamiento, reconoció escrupulosamente todos los
papeles y noticias acopiadas por la Academia, y visto que la parte más completa era la el
reyno de Navarra, Señorío de Vizcaya y Provincia de Álava, determinó dar comienzo el
diccionario por estas provincias y la de Guipúzcoa, y dirigió cartas de oficio,
acompañadas de interrogatorios impresos, a los jefes, prelados, cuerpos y personas
particulares que podían contribuir a la adquisición de materiales”.
Esta decisión representó un cambio radical respecto al proyecto inicial, ya que
definitivamente se abandonaba la idea de una obra de conjunto, pasándose a concebir una
obra publicada parcialmente y en etapas sucesivas. Finalmente, la propia Academia
consiguió establecer un método para la redacción de la obra, que según recoge Manuel
Abella en el prólogo del tomo primero se reducía a “una descripción geográfica histórica
de cada Reyno y Provincia, en la qual se trata de la topografía, de la población, gobierno,
agricultura, frutos, comercio e industria: se da un compendio de la historia civil y
eclesiástica y un ensayo de la física y natural. En los artículos de los distritos o porciones

1310
Banqueri, José Antonio, Reflexiones sobre la formación de un Diccionario Geográfico. ARAH.
Mss. 11/8235(26).
1311
ARAH. Mss. 11/8033.
533
en que se hallan divididas las provincias … se describe todo el territorio de su
comprehensión, y por lo mismo deben leerse con preferencia a los demás” 1312. También
contenía esta definición que “de las ciudades y pueblos de algún nombre, y que han sido
famosos en la historia, se refieren su origen y sucesos históricos” y “se nombran los
pueblos antiguos, y se fixa su correspondencia moderna quando hay bastante fundamento,
o se expone sencillamente la opinión que parece probable”.
En el caso andaluz, la documentación quedó inédita en el Archivo de la Academia de
la Historia1313, donde hemos tomado algunos ejemplos. Siguiendo la definición anterior, en
el caso de Sevilla, la antigua Hispalis, se contiene la siguiente descripción: “La que tiene y
le dan los Geógrafos se dan en un mismo nombre, pues Sephela o Spela, según Bochart en
su Canaan significa Planities o Llanura. No es fácil señalar hoy el recinto de la Hispalis
Romana por las mudanzas que en aquella ciudad han sobrevivido a Árabes y Godos que
han destruido lo antiguo y edificado de nuevo. Rodrigo Caro dice que la abrazaba el Betis
con dos brazos y que el siniestro u oriental entraba por la Almenilla, corría la Alameda,
calle del Puerco y es por la Calle de la Sierpes, Calle de la Mar, salía por el Arenal a
incorporarse por el otro brazo. Antes creeré que todo el iba por aquí, que la ciudad estaba
islada, pues no hay autor que tal cosa expone. Para lo primero hay el fundamento a
observarse en lo oriental de la ciudad por las orillas del Tagarete y Barrio de San
Bernardo más rastros de antigüedad que en la parte occidental, pues consta que gran
parte de la población que esta al oriente de la Alameda eran pagos de huertas y por frente
de la casa profesa va la atarjea de aguas con que se regaban. Pero siempre es verdad que
Sevilla estuvo en la llanura en el borde oriental del Betis, lo que basta para fijar su
situación.
En sus varias monedas vio ambos nombres en una que cita Goleio en su Tesoro se lee
Col. Hispalepero comunmente usó del Col. Rom. o Romulensis como lee Plinio o Romana
como San Isidoro, o Romulea como se llama en lápidas. Ausonio le hizo a esta ciudad el
insige elogio que le quiso usurpar Mérida en pluma con Escalígero, que excedía en
grandeza a todas las ciudades de España.
Allí el año 1752 se halló en el Corral del Rey, cavando a tres varas, una dedicación a
Constancio el Flavo que la hacia Respublica Hispal”.

1312
Abella, Manuel, “Prólogo”, en Diccionario Geográfico-Histórico de España por la Real Academia
de la Historia. Sección I. Comprende el Reyno de Navarra, Señorío de Vizcaya y Provincia de Álava y
Guipúzcoa. Imprenta Joaquín Ibarra (Madrid 1802), XXIII-XXIV.
1313
Geografía Histórica de España. ARAH. Mss. 9/6287 a 9/63339 y 11/8547 a 11/8566.
534
En el caso de Cádiz, la antigua Gades, se contiene la siguiente noticia: “No siempre fue
colonia, pues una moneda de Cornelio Balbo con las insignias pontificales tiene estas letas
MVN. GADES. Mas esta moneda debe atribuirse a la nueva Cádiz, que en la Isla edificó
Cornelio Balbo y se llamó Neápolis y Augusto por haber sido tan favorecido de Augusto
este Cornelio Balbo.
La ciudad antigua que dicen algunos se llamó Heraclea de Hércules, estuvo en la
Puerta de San Sebastián, donde son escollos sus ruinas”.
En la voz Granada, incluye una doble acepción. La primera definición hace referencia
que “el Reino de Granada comprende parte de la Bética y parte de la Tarraconense,
dividiendo ambas provincias una línea tirada desde la desembocadura del Río Almazora a
la orilla del Mar Mediterráneo, entre Mojácar y Vera, y siguiendo después entre Granada
y Guadix hasta entrar en el Reino de Jaén por el Occidente del Lugar de La Guardia, de
suerte que todo lo que hay de esta línea al Oriente pertenecía a la Tarraconense y lo que
hay de ella al Occidente tocaba a la Bética”.
La segunda acepción o definición hace referencia a la que “ciudad de Granada es la
Illiberris que Ptolomeo (1.2. C.A.) pone en la Betica entre las ciudades mediterráneas de
los Túrdulos; la misma que Heplano Byzanthino llama con error Elibyrge, y Plinio (1.3.
C.I.) Iliberi, añadiendo que estaba en la Betica entre las ciudades de los Bastetanos, que
caían hacia el mar y que los naturales de este pueblo se decían por sobrenombre Liberini,
que sin duda debe corregirse en Florentini por las inscripciones que hoy existen en
Granada en que se llama Municipium Florentinum Illiberritanum”.
Sobre la población de Coria del Río (Sevilla), se dice que se encuentra situada a “dos
leguas más debajo de Sevilla a la orilla occidental del Guadalquivir está Coria que es la
Caura que Plinio pone entre las ciudades del Convento de Hispalis. Las medallas de este
pueblo en que se ve un pez fluvial denotan como su situación fue a la orilla del Betis.
Plinio enmendado y bien entendido la sitúa entre el borde occidental del Betis de
Sevilla abajo, a dos leguas de Sevilla por aquella banda vemos a la villa de Coria
reteniendo mucho el nombre. Bien mirado no estuvo el pueblo en lo bajo donde está hoy
Coria, sino en un Cerro al Norte donde está la Ermita de San Juan Bautista. Por todo él
observé rastros de ruinas romanas y una basa de dedicación. Sostiene una esquina de la
Ermita que por tener la frente al interior de la obra no pude leer. Su moneda tiene el pez
con el nombre, señal de litoral”.

535
La villa de Constantina (Sevilla) “parece que es la Laconimurgi que tenía por
sobrenombre Constantina Iulia y menciona Plinio (1.3. C.1) entre los pueblos del
Convento de Hispalsi en los célticos de la Beturia. Parece que el Laconimurgi de Plinio es
el Laconis de que hace mención el Geografo de Ravena (1.4)”.
La antigua ciudad romana de Cisimbrum, se situaría “entre Cabra y Lucena, a una
legua de distancia de ambos pueblos, hay un despoblado que llaman la Torre de la
Zambra, y antiguamente se llamó Cisimbrum, como consta de la inscripción que allí pone
Morales (Discurso General, página 19) y habla de los Cisimbrenses. En Plinio (Lib. 3,
Cap I) está errado también este nombre, poniendo Episimbrumm por Cisimbrum”.
A pesar de la publicación del primer volumen de la obra, hemos de decir que se trata
de un proyecto fracasado, pues las convulsiones del final del reinado de Carlos IV y la
Guerra de la Independencia impidieron la continuación y casi se llegó al abandono del
proyecto, que en 1846 tuvo una efímera continuidad con la publicación, por el académico
Ángel Casimiro de Govantes, del volumen correspondiente a La Rioja.
En resumen, el surgimiento de la historia crítica en el siglo XVIII hizo necesario la
aparición de una serie de obras geográfica en las que se determinaban rigurosamente las
fechas y los lugares donde se desarrollaron los principales acontecimientos históricos. Ello
conllevó la elaboración, como también ocurrió en toda Europa, de una serie de
Diccionarios Geográficos e Históricos, en los que junto a datos estrictamente geográficos o
catastrales, se contenían noticias históricas sobre las diversas poblaciones. Estos
ambiciosos proyectos, llevados a cabo por las principales instituciones culturales, fueron
apoyados y financiados por las diferentes monarquías europeas, puesto que querían utilizar
los datos obtenidos en su propio beneficio.
En el caso español, nos encontramos con estos dos grandes proyectos coincidentes en
numerosos puntos, uno de ellos defendido por Tomás López, Geógrafo Real, y el otro
apoyado por la Academia de la Historia, donde tenía como principal valedor a Pedro
Rodríguez de Campomanes, Sirector de la institución y futuro Secretario de Hacienda.
Ambos proyectos pronto entraron en confrontación debido a los diferentes grupos políticos
que los apoyaban, y finalmente la balanza se decantó hacia el proyecto de la Academia,
que podemos considerar como el “oficial”, ya que fue apoyado por la Corona y por las
principales figuras políticas del momento, como Campomanes y Floridablanca. No
obstante, los dos proyectos comparten puntos comunes. En primer lugar, perseguían el
conocimiento exacto de la realidad de la nación, por lo que adoptaron el sistema de
536
cuestionario, con algunas preguntas relativas a la existencia de antigüedades, en especial
epígrafes y monedas, que debían servir como apoyo puntual a la descripción del origen y
fundación de la ciudad, y de la que quedaban descartadas, al menos inicialmente, las
narraciones de los Falsos Cronicones, tan criticadas por los ilustrados.
Además, son obras plenamente enraizadas en la Ilustración, y en los manuscritos
referentes a Andalucía abundan las noticias referentes a hallazgos arqueológicos,
epigráficos y numismáticos, que han permanecido desconocidos, o han sido poco y mal
valorados, por los investigadores.
Se aprecia en ambos casos una desproporción de los datos referentes a Andalucía
Occidental frente a los pertenecientes a Andalucía Oriental, a la vez que se aprecia una
falta de homogeneidad entre las propias respuestas. Para su realización, debieron recurrir al
estamento eclesiástico, el más preparado intelectualmente para su realización, lo que sin
duda alguna representa un episodio regalista, al poner al servicio de los proyectos e
intereses de la corona todos los recursos humanos de la Iglesia. Sin embargo esta cuestión
pudo ser finalmente contraproducente para la realización de los proyectos, ya que algunos
de los párrocos y eclesiásticos aportaron una visión sesgada de la realidad de sus
localidades, lo que conllevó a la ausencia, en determinados casos concretos, de
información sobre hallazgos y excavaciones arqueológicos, que gracias a otras fuentes
sabemos que se produjeron.
A pesar de ello, los documentos que generaron aportan numerosos datos sobre la
realidad arqueológica de Andalucía, que en muchos casos es el único dato conocido y que
nos permite conjeturar sobre ese hallazgo o excavación. La interrupción de su ejecución,
sobre todo debido al desarrollo de la Guerra de la Independencia, hizo que en muchos
casos estos datos hayan permanecido inéditos hasta el momento presente, conservados en
los fondos de la Biblioteca Nacional y de la Real Academia de la Historia.

537
V.f. Las excavaciones arqueológicas.

“El siglo fue incapaz de organizar ninguna con constancia


y método suficiente, y ello a pesar del precedente que
Carlos III aportaba de Italia. Sin embargo, fueron varios los intentos”.
(Iván Negueruela, 1993).

En este apartado estudiaremos las diversas excavaciones arqueológicas realizadas


en diversas localidades de Andalucía, región en la que desde el Renacimiento se tenía
conocimiento de la aparición de diversos hallazgos. Es importante destacar el importante
papel desempeñado por diversas personalidades y eruditos, que bien de manera personal
bien por su pertenencia a las Reales Academias de la Historia y a la Sevillana de Buenas
Letras, realizaron las excavaciones arqueológicas, remitiendo diversos oficios, informes y
memorias, que en su mayoría quedaron inéditos y conservados en los archivos de dichas
instituciones y/o en el Archivo Histórico Nacional, Sección Estado.
Debemos destacar el importante papel desempeñado por la Secretaría de Estado, y en
especial por los Secretarios Ensenada y Floridablanca, quienes, en base a la documentación
conservada, impulsaron la práctica de excavaciones arqueológicas, con la finalidad de
obtener piezas con las que incrementar las colecciones reales.
A la hora de describir las excavaciones arqueológicas realizadas en Andalucía, las
hemos ordenado en primer lugar, por orden alfabético en las provincias, y dentro de ellas
por antigüedad; en el caso de que dentro de una misma localidad o yacimiento se hayan
realizado varias actuaciones, describirán cronológicamente, aportándose un plano general
de distribución de las excavaciones (FIGURA 128).

1.- Tabernas (Almería): La noticia de la excacavación de una posible


necrópolis megalítica la transmite el 04.06.1774 Felipe Gómez Corbalán a la Real
Academia de la Historia, donde describe que “en la villa de Tabernas, Reino de Granada y
obispado de Almería, en un sitio inmediato a ella, que llaman Coloradito de la Serrata,
camino de la Sierra, se advirtieron en días de Marzo del presente año de 1774 unas
excavaciones al parecer hechas para buscar tesoros, y en ellas se descubrieron algunos
huesos y calaveras de cuerpos humanos de todas edades, y algunas puntas de pedernal
labradas en forma de hoja de espada o verduguillo”.

538
539
Estos hallazgos llamaron la atención a las personalidades locales, que
decidieron reconocer el lugar de las excavaciones, que “estaban hechas sobre dos
catacumbas o bóvedas, fabricadas en forma de hornos, con paredes de mampostería y
toda la circunferencia interiro de dichas paredes, que tendrán como dos varas y medio de
alto, entapizadas de pizarras labradas, y puestas con toda curiosidad, y el suelo todo
enlosado de dichas pizarras labradas en triangulo, sentadas sobre arena con yeso blanco,
y sobre él, varios de dichos huesos y calaveras, puntas de pedernal y algunas de marfil, o
hueso, diferentes vasijas de barro, como crisosles, muchas cenizas, carbones y señales de
fuego, y en una de las mencionadas vasijas un poco de azufre. En una de dichas dos
catacumbas, se advirtió en el medio o centro de ellas, una de las mencionadas piedras, de
más de dos varas de alto, empinada y a un lado de ella (suponiendo que todo estaba
externado) como a una cuarta de dicho suelo, se encontró una pizarra labrada de vara y
medio de larga, y como tres cuartas de ancho, puesta la cara mirando al suelo sobre una
de dichas vasijas, y otros tiestos, para que no tocosen a él, y dicha cara enlucida de yeso
blanco, y señalada con letras o caractéres de almagra, y como se ignoraba tenerlos, al
sacarla la arrastraron, y se le cayó dicho enlucido, y sólo se pudieron recoger algunos
fragmentos de él, y en el mayor se veía
señalada una al parecer M pintada o
condedo o con soplillo; por este
acaecimiento, se cesó en dicho
reconocimiento”.
Junto a la necrópolis megalítica, se
encontró (FIGURA 129) un pinjante de
bronce con decoración zoomorfa y caracteres
epigráficos hebreos, que describe como
“medalla de cobre, y al parecer abierta a
cincel, o aburit poco delicado; el relieve es
bajo, vista con una lente convexa se percibe

Figura 129. Pinjante encontrado en Tabernas. Real


en el plumaje del pájaro (al fondo de las
Academia de la Historia.
buriladas que lo forman) un verde hermoso
con algunos visos de oro, pero todo muy sutil. Toda la medalla está bastante corroída, así
los relieves como los fondos: le faltan enteramente los tres espacios que van aquí
totalmente negros. Esta medalla no tiene reverso, los caractéres van fielmente copiados,
540
así en figura como en tamaño y lo mismo el todo de la medalla. Dichos caracteres son al
parecer turdetanos, y según el valor de ellos puede leerse YL YSSK EL”.
Es destacable el hecho de que Felipe Gómez Corbalán recordarse a los Alcaldes sus
funciones y, que por tanto, “no hacían bien en permitir aquellas excavaciones, sin
conocimiento de la superioridad, y quedaron en impedirlas absolutamente hasta que
tuviesen aviso de mí, bajo de cuyo supuesto, si a V.S. le pareciese podrá enterar el suceso
al Iltmo. Sr. D. Pedro Rodríguez de Campomanes, y prevenirme a mí de lo que haya de
hacerse”, llamando la atención sobre la existencia de otros “cinco sepulcros, que aún están
cerrados, a trescientos pasos” de distancia, que se diferencian sobre el terreno por “estar
en la coronación de algunos cerrillos, puestas lajas de punta, para no los toque la labor, y
en todo lo alto una pizarra con un taladro en medio”1314.

2.- Villaricos (Cuevas de Almanzora, Almería): La noticia nos la trasmite


Antonio José Navarro, Párroco de Vélez Rubio, quien intentaba probar la ubicación en el
lugar de una población antigua, a la que por los materiales encontrados, principalmente de
época romana, identifica con la inexistente ciudad romana de Morus.
Según Navarro, en Los Villaricos “estuvo Morus, ciudad romana”, ya que son “muy
notables los monumentos antiguos que se han descubierto, y cada día se sacan de aquel
sitio. Se recogen medallas romanas a centenares, se han hallado ánforas grandes,
lámparas de barro saguntino, se ven los vestigios de una gran plaza cuadrada, en donde
levantó con el arado un labrador el busto, o más bien medio cuerpo de una estatua, que
pareció de un sátiro, que llevaba sobre los hombros un cabrito. La piedra es calcárea,
basta y flopa, ya carcomida, desfigurado el rostro y las orejas, mutilados los brazos y todo
el pecho y espaldas, se ven sin embargo cubierto de pelo largo en remolinos. Se ha
recogido grandes trozos de acueductos de plomo, por los que conducían el agua a los
baños, de los cuales todavía se ven las ruinas en tres sitios diferentes. Algunos de ellos
estuvieron encostrados de mármol, hallándose losas delgadas del de Macael y trozos de
otras muy apreciables, de un hermoso verde con pequeñas manchas blancas, que parece
ser el verde antico,o el verde campan. En uno se ven mosaicos, pero de poco mérito, en
otros subsisten aquellos arquitos construidos con los grandes ladrillos que llama Vitrubio
tegulae bipedales, los cuales servían de hornos, y de tollos ellos se han sacado carbones y
cenizas.

541
Se han encontrado inscripciones, pero rotas, gastadas y maltratadas. En la que llaman
Casa de Abajo, que está en el mismo sitio de Los Villaricos, hay una columna casi toda
escrita, pero tan maltratada que apenas pueden juntarse dos letras. Yo hallé una lápida
sepulcral de gres con una larga inscripción, que dice así:
D ·M · S
IN . . . . . . . . . .
AN . . . . . . XXXI
NAPV . . . . . RV
IACET CORDV _ V _ ///
BAETABIA PRA ///
1315
LINA ·S ·S · S ·T ·T ·L” .

3.- Cerro de la Cavallería del Caracol o Puerto Vizcaíno (Alcalá de los


Gazules, Cádiz): La documentación sobre esta excavación se encuentra repartida entre los
Archivos Histórico Nacional, de la Real Academia de la Historia, Diocesano de Cádiz y el
Parroquial de Alcalá de los Gazules, y ha sido objeto de varios estudios parciales sobre los
resultados de estas excavaciones arqueológicas1316.
Del conjunto de noticias conservadas sabemos que a mediados de octubre de 1800, un
labrador encontró, en el denominado Cerro de la Cavallería del Caracol, un epígrafe en el
que figuraba el nombre del obispo Pimenio y de algunos santos cristianos, donde lo pudo
observar Juan Calvo y Negro, alférez del Regimiento de Dragones Sagunto, quien se
trasladó al lugar del hallazgo y comenzó, junto con algunos soldados, a realizar una
excavación en el lugar donde se suponía había aparecido el epígrafe. A los pocos días
abandonó el lugar, no sin dejar un pequeño retén de vigilancia en el lugar, y dando aviso
del hallazgo a las autoridades civiles y eclesiásticas de Alcalá de los Gazules.
En los días siguientes compareció en el lugar el arquitecto Pedro Ángel Albisu,
profesor de Arquitectura de la Escuela de Nobles Artes de Cádiz, que en aquellas fechas
había sido llamado por el Ayuntamiento de Alcalá de los Gazules para tasar unas obras
públicas en la villa.
Éste reconoció inmediatamente la importancia de los hallazgos, redactando los
primeros informe; decidió comenzar las excavaciones en el lugar, que, en varias fases,

1314
ARAH. CAAL/9/7949/1.
1315
Navarro, Antonio José, Papel tratando de probar que la antigua ciudad de Morus, colocada en el
Itinerario de Antonino entre Eliocroca y Basti, estuvo situada en donde está ahora la población nueva de
Chirivel, en el reino de Granada (1769). ARAH. Mss. 9/5980, fols. 130-138; cfr. CIL II 3407.
1316
Semanario Pintoresco Español RAH (1850), 409-411; Romero de Torres, op. cit. 205 (1908);
Romero de Torres, E., Catálogo Monumental de España. Cádiz (Madrid 1934), 175-176 y 254-256; Schlunk,
op. cit. 205 (1945), Corzo, op. cit. 205 (1981), Corzo, op. cit. 205 (1984); Corzo Sánchez, R., “Arqueología
542
durarían hasta 1802, aunque en 1807 el propio Albisu informaría del hallazgo de algunos
sepulcros en el mismo lugar, con motivo de la construcción de una ermita junto a las
ruinas1317.
Albisu comenzó inmediatamente a realizar sus excavaciones, y el 03.11.1800
comunicó a Miguel Moreno González, Director de la Real Sociedad de Amigos del País de
Alcalá de los Gazules, el hallazgo de una inscripción, cuya copia y dibujo le remitía
(FIGURA 130) y la aparición de los primeros sepulcros, conteniendo “dos cadáveres en
huesos con las cabezas mirando a el Oriente”, que fueron inmediatamente tapados “de
orden de los Jueces y [se] pusieron guardias de militares y sacerdotes”, solicitando la
expedición de una “Orden de su R[eal] M[ajestad] hasta purificarlo todo”, dado que su
deseo era “hacerme memorable con el descubrimiento de este precioso tesoro, que espero
del cielo enriquecerá a toda la Nación”1318.
En la misma fecha, Miguel Moreno remitió un oficio a Mariano Luis de Urquijo,
entonces Secretario de Estado, para que informase al
monarca de los hallazgos acaecidos, y de las reliquias de
los santos encontradas, a la vez que nos informa de los
primeros resultados obtenidos por Albisu en sus
excavaciones, “cuatro bóvedas subterráneas” en las que,
según palabras de Miguel Moreno, se encontraban “los
cadáveres de San Servando y [San] Germán”1319.
El Secretario de Estado también recibió otra
comunicación del Conde de la Haye Saint Hilaire, Capitán
General del Campo de San Roque, en el que le daba
traslado de los oficios que le habían remitido a su vez
Manuel Simó Solano, Corregidor de Alcalá de los
Gazules, y Alonso Joaquín de Villafañé, Comandante del
Cordón de Medina Sidonia, dándole cuenta de los Figura 130. Inscripción visigoda
IHC 88, según Albisu.
hallazgos, así como de la trascripción del epígrafe que dio
lugar a las excavaciones1320.

del Obispado Asidoniense”, Isidorianum 2 (1992), 18.


1317
Oficio de fecha 16.06.1807 remitido por Pedro Ángel Albisu a Joaquín Juan de Flores y de la
Barrera. ARAH. CAI-CA/9/3940/5(8-9).
1318
Oficio de 03.11.1800 de Pedro Ángel Albisu a Miguel Moreno González. AHN Estado. Leg.
3193(5); cfr. Corzo, op. cit. 205 (1981), 80. La inscripción es IHC 88.

543
El Secretario de Estado, habiendo informado al monarca de los hallazgos ocurridos,
consiguió el 22.11.1800 una Real Orden por la que se disponía la continuación de las
excavaciones, bajo la dirección de Pedro Ángel de Albisu, “mientras prudentemente se
conozca que pueda hacerse el descubrimiento de alguna antigüedad digna de atención [y
debiendo dar] puntual cuenta de los progresos que tenga al Comandante General del
Campo de San Roque”, que quedaba como autoridad encargada de proteger las
excavaciones. Asimismo, la Real Orden disponía que las reliquias encontradas y que se
encontrasen debieran quedar bajo la custodia del Cardenal Borbón, Luis María de Borbón,
Arzobispo de Sevilla1321.
A partir de aquí tenemos dos grupos de noticias para conocer el devenir de las
excavaciones. Por un lado, las noticias recopiladas por Lorenzo Villanueva, diputado por el
cabildo eclesiástico de Cádiz, que visitó el lugar el día 03.11.1800, y cuyo escrito se
encuentra en el Archivo de la Real Academia de la Historia. Por otro lado, tenemos las
noticias remitidas por el propio Pedro Albisu al Secretario de Estado, dándole cuenta de los
hallazgos principales.
Así, en la Academia de la Historia se conserva copia de la correspondencia entre
Lorenzo Villanueva y José López, en la que aquel le remite una planta de la basílica
encontrada, a la que añade los siguientes comentarios: “Los sepucros nº 2, 3 y 4 son de
mucha mejor obra que los del nº 5, pues son de una pieza el 13 y 14. En unos y otros se
hallan los huesos con tierra arenosa, con especialidad en el del nº 4 que hallaron los
huesos en el fondo y encima tierra apisonada por lo que no fue posible sacar no entero.
Hoy hemos extraído los que se hallan en el nº 4 y 5 y hemos abierto hasta once sepulcros
de fábrica más ordinaria, y quedan otros dos. En uno encontramos huesos de uno, en otros
de 2 y en uno de 3, pero en uno solo encontramos con separación dos porcionitas(?)
pequeña sin calaveras. Yo que como diputado que fue nombrado por el clero, he asistido a
que todo se ha obrado desde que se empezó la excavación (y he pasado muy malos ratos
por la intemperie) estoy lleno de gozo con un tal hallazgo, pues considero los unos huesos

1319
Oficio de 03.11.1800 de Miguel Moreno a Mariano Luis de Urquijo. AHN Estado. Leg. 3193(5).
1320
Oficios de 10.11.1800 y 13.11.1800 de El Conde de la Haye a Mariano Luis de Urquijo; Oficio de
fecha 10.11.1800 de Manuel Simó Solano al Conde de la Haye; Oficio de fecha 06.11.1800 remitido por
Alonso Joaquín de Villafañé al Conde de la Haye Saint Hilaire. AHN Estado. Leg. 3193(5).
1321
Real Orden de 22.11.1800. AHN Estado. Leg. 3193(5). Luis María de Borbón, sobrino de Carlos IV
y cuñado de Manuel de Godoy, dirigió la diócesis de Sevilla entre 1799 y 1814. En 1800 Pío VII le nombró
Cardenal de Santa María in Scala (Roma) y Arzobispo de Toledo. Defensor de la soberanía española, se
refugió en Cádiz, siendo nombrado en 1813 regente del Reino. A la vuelta de Fernando VII, pasó a defender
la causa liberal, lo que le llevó a enfrentamientos con el monarca.
544
y reliquias de los Santos que dice la lápida, las que por mi mano arañando la tierra
desenterré y coloque en los cajones en que se hallan, y a los otros sino por reliquias de
otros mártires por lo menos por huesos de buenos católicos de aquel tiempo que quisieron
ser enterrados junto a los mártires de Jesucristo, así lo dan a entender una cruz y otras
chapas con cruz que se han hallado en algunos de ellos (FIGURA 131).
El estudio con que esta hecha esta obra manifiesta desde luego que se escondían en
ella cosas grandes. Adivierta Vmd su orden, primero la cubría la tierra negra que se
labraba todos los años, quitada esta se descubre la pared, y cada uno de estos senos del
plano tenía las
cortezas siguientes:
escombro de caliza,
tiestos y demás terraje,
después un enlosado de
pequeñas losas bastas,
debajo de éstas, tierra
albariza propia de este
terreno, de más de una
tercia de grueso, lo que
se juzgo al principio
tierra virgen, pero la
experiencia acreditó
que debajo se hallaban
las losas que cubrían
el sepulcro, vea Vmd si
esta proligidas se
debería a unos
cualesquiera huesos,
que no a solos aquellos que
Figura 131. Planta de la basílica de Alcalá de los Gazules, según Lorenzo
Villanueva. venerarían hasta lo sumo los
de aquellos tiempos.
En cada sepulcro o en los más se encuentran estas botijitas de barro que en uno era
como una alcazaa y la tenía debajo de la quijada.

545
Quisiera se tomara Vmd el trabajo de enviarme las especies más particulares que en
este punto haya Vmd tocado, y su dictámen en esta parte, pues confieso con verdad que
tengo muchos deseos de que se aclare la verdad y continuarte por mi parte a ello en todo
lo que alcance”1322.
El 02.12.1800 G. Vázquez y Espina hizo el dibujo de la planta y la inscripción
referidas, dando cuenta a la Academia de los hallazgos. También fueron llegando a la
institución algunas copias de la planimetría levantada por Albisu, conformándose un
conjunto de noticias sobre las que trató la Academia en su Junta de 05.12.18000,
acordando que pasaran al Anticuario para elaborar el correspondiente informe sobre
ellas1323.
Así, Joaquín Traggia elaboró su informe, que dio a conocer en la Junta Ordinaria de
09.01.1801, a pesar de considerar que “el papel que se me ha pasado no da toda la luz
necesaria para hablar con exactitud de las antigüedades descubiertas”, por lo que en
espera de “noticias más exactas de la excavación”, hizo la siguiente reflexión sobre la
construcción exhumada: “un templo dividido en tres cuerpos, o cimientos, que ygnorado su
espesor, no es fácil determinar si era de edificio elevado o de paredes bajas, para dividir
en varios apartamentos el cementerio próximo que había allí indubitablemente, como
demuestran los huesos hallados…[y] creemos que los vestigios descubiertos al lado del
templo son la planta de algún monasterio destruido”.
Posteriormente analiza el texto de la inscripción encontrada, los personajes allí
mencionados (Santa Justa, Santa Rufina, San Servando, San Germán, San Saturnino, el
Obispo Pimenio) y los sepulcros exhumados, con el objetivo de tratar de determinar
realmente si estaban enterrados o no allí los mártires. Concluyó que la autenticidad de los
hallazgos no estaba suficientemente probada, por lo que era necesario la continuación de
las excavaciones1324.
Mucho más interesante es la documentación conservada en la Sección de Estado del
Archivo Histórico Nacional. Gracias al informe elaborado por Albisu, en fecha 30.12.1800,
podemos reconstruir el desarrollo temporal de los trabajos1325. Éstos comenzaron el día
31.10.1800 por “la letra A señalada en la adjunta planta, que atendidas las circunstancias

1322
Carta de 10.11.1800. ARAH. CAI-CA/9/3940/5(2-4).
1323
Carta de 02.12.1800. ARAH. CAI-CA/9/3940/5(6); ASRAH 05.12.1800.
1324
Informe de fecha 08.01.1801 remitido por Joaquín Traggia de Santo Domingo a la Real Academia
de la Historia. ARAH. CAI-CA/9/3940/5(7); ASRAH 09.01.1801.
1325
Informe de fecha 30.12.1800 elaborado por Pedro Ángel Albisu. AHN Estado. Leg. Leg. 3193(5).
546
me pareció el paraje más adecuado para venir en algún conocimiento. En el propio punto
A, y como a media vara de la superficie terrestre, encontré la pared indicada por esta
letra, y continué descubriéndola por B. C. D. E. F. hasta G. Volví al punto A, y
profundizando como dos varas, seguí el trabajo por la misma zanja que acababa de

Figura 132. Planta de la basílica de Alcalá de los Gazules, según Albisu.

descubrir, y tropecé con el sepulcro número 4, que contenía huesos, como se advertía por
la desunión de las lozas. Temiendo la distracción de los operarios, mandé cubrirlo con
tierra, y los trasladé al punto A, y siguiendo por H. Y. di con el cuadro J J J J (FIGURA
132).
Aquí determiné profundizar. Llevé adelante la excavación, y como a media vara de la
superficie exterior, y en paralelo con la pared, encontré un mal empedrado, que lo
deshice, y continuando en sacar tierra, hallé, como media vara más baja, una solería.
Quitada esta, nuevamente me vi con tierra, de forma que parecía el fin de la obra. Pero
continuando los trabajos y socavando en el mismo sitio, como a dos varas en total de
profundidad, encontré los sepulcros n[úmeros] 1, 2 y 3 el día 2 de Noviembre a hora de
las once de la mañana”.
547
“Los días 3, 4 y 5 se emplearon en nuevas excavaciones, cuyo rumbo no se señala en la
planta con puntos, por razón de haberse dividido los operarios para que trabajasen a un
tiempo en diferentes parajes”.
Levantados los dos cadáveres existentes en el sepulcro 1, se documentaron “dos
redomas de barro al lado de las calaveras, [así como] varios pedacillos de hierro
consumido, que pudieron ser de alguna pieza más grande”.
“Se abrieron enseguida los sepulcros n[úmeros] 2 y 3 … En el n[úmero] 2 había dos
esqueletos pequeños, o de cuerpos de 10 ó 12 años, y en el 3 uno solo pero de bastante
magnitud. No advertí en ellos ninguna señal adherida. Se encontraron asimismo redomas
de barro, y una más particular que era de vidrio, y tenía bañado el fondo interior en un
color carminado como de haber contenido algún licor.
El [día] 7 a presencia de los cabildos se levantaron las losas de algunos otros
sepulcros, que ya se habían descubierto, pero sin extraer cosa alguna, se continuó la
excavación.
El [día] 10 con asistencia del cura Don Pedro López, Alcalde y Escribano, se sacaron
los huesos comprendidos en los sepulcros n[úmeros] 4 a 11, y se depositaron en cajas con
separación, más no con la formalidad que los encontrados en los n[úmeros] 1, 2 y 3.
Aunque se abrió el número 12, sólo se extrajo un pectoral, dejando su examen y el del
n[úmero] 13 para otro día.
El [día] 13 se sacaron el esqueleto del n[úmero] 12, que acaso sería de Obispo por la
circunstancia de haberse encontrado en él el pectoral, y tres calaveras con esqueletos no
completos del n[úmero] 13.
Continúe en las excavaciones hasta el 23, y formé zanjas para resguardar los
sepulcros de las pisadas de bestias. Encontré los sepulcros n[úmeros] 14 y 15, de los que
extraje los huesos, y los conservo en mi poder, … con más varios otros pequeños que se
hallaban confundidos con tierra en el n[úmero] 16”.
Asimismo, “había encontrado en el 17 un pedestal suntuoso que indica ser triunfo de
alguna población, distante unos 6000 pasos de los sepulcros.
En el cuerpo de la obra se halló un instrumento cortante en hierro a manera de
cuchilla, o machete ovalado en dos mangos, con otros pedazos al parecer también de
instrumentos cortantes”.

548
Albisu remitió su informe, tal y como se especificaba en la Real Orden de aprobación
de las excavaciones, al Conde de la Haye Saint Hilaire, quien a su vez lo remitió a Pedro
Cevallos Guerra, nuevo Secretario de Estado.
Estas excavaciones, aprobadas por Real Orden, tienen emtre otras la particularidad de
estar vigiladas por el ejército, debido a la conmoción desatada entre las poblaciones
vecinas, por el hallazgo de una reliquias de santos, que, después de ser analizadas,
quedaron bajo la custodia del Obispado de Cádiz y del Arzobispado de Sevilla.
De la planimetría conservada parece que nos encontramos ante una basílica de tres
naves, construida, según los epígrafes, por el obispo Pimenio, en cuyo interior se
encontraban algunos sepulcros; por los materiales encontrados se fecharía en el siglo VII
d.C. El epígrafe se encuentra actualmente en la Iglesia de San Jorge de Alcalá de los
Gazules, junto con un relicario conteniendo los restos óseos y otros objetos
encontrados1326.
Ramón Corzo ha defendido la existencia de dos niveles de construcción en el edificio
exhumado por Albisu. Al nivel superior correspondería el muro en que se había empotrado
la inscripción, mientras que el nivel inferior, situado a una vara de profundidad una solería,
bajo la que se halla, a otra vara de profundidad, de los enterramientos más numerosos1327,
por lo que podemos pensar que, en realidad, existían varias fases constructivas en el lugar.
Del análisis del plano se desprende que algunos enterramientos, en concreto los
números 4 y 5, estaban realizados fuera del recinto del edificio, por lo que debemos pensar
que pertenecen a una fase distinta a la del resto. De éstos, tampoco tenemos noticias
suficientes como para pensar en qué orden y momento fueron realizados, y a qué fase
constructiva adscribirlos.

4.- Cerro de las Correderas (Alcalá de los Gazules, Cádiz): Estas


excavaciones son una continuación de las realizadas en 1800, puesto que se regían por la
misma Real Orden de 22 de Noviembre. Inicialmente se iban a realizar en el mismo sitio,
pero de la documentación conservada, vemos como Pedro Ángel Albisu se trasladó al
cercano Cerro de las Correderas, situado al Norte del lugar donde se realizaron los
anteriores trabajos. Una característica de esta intervención es la utilización de penados
como mano de obra.

1326
Corzo, op. cit. 205 (1984), 88.
1327
Corzo, op. cit. 205 (1981), 82.
549
En este Cerro de las Correderas, existían numerosos restos arqueológicos en
superficie, y Albisu descubrió, en primer lugar, los restos de “una fuente… [y] un medio
sepulcro, que no contenía nada particular”1328. Posteriormente, el 15.06.1801 se
descubrieron “tres esqueletos en un sepulcro, igual a los otros, con su redoma de barro”,
atribuible a un sepulcro visigodo, como los ya descubiertos en 18001329.
Continuadas las excavaciones, “el día 5 [de Julio] descubrí un pedazo de columna sin
basa ni capitel, de diámetro tiene media vara, y de altura una y media vara.
El día 6 una sepultura cubierta de losas [y] dentro había un cuerpo con calaveras, no
completa la osamenta y otro en los mismos términos.
El día 7 en un sepulcro dos osamentas, una de persona mayor y un niño pequeño no
completo.
El día 9 volví a reconocer una gran ciudad, en el sitio llamado Laba, [donde] hay
cañerías de juntas, las casas caídas y manifiestan las murallas de mucha grandeza y
nobleza y un anfiteatro romano.
[Otro] día descubrí una calavera de edad como de 6 años sin más osamenta tapada
con losas y otra osamenta de edad de 12 a 13 años”1330.
Albisu remitió su información a Adrián Jacome, Segundo Capitán del Campo de San
Roque, quien a su vez, y conforme a lo establecido en la citada Real Orden de 22.11.1800,
lo puso en conocimiento de Pedro Cevallos Guerra, el entonces Secretario de Estado. Éste,
remitió la información recibida a su vez a la Real Academia de la Historia1331, que ante la
importancia de los descubrimientos, acordó solicitar la continuación de las excavaciones y
la publicación de las noticias recibidas hasta aquel momento1332.
Continuaron los descubrimientos, como comunicó Pedro Ángel Albisu a Adrián
Jacome, Capitán General de San Roque, “El día 10 [de Septiembre] descubrí en el sitio
llamado la Mesa de Ortega una ciudad destruida, junto a la muralla tiene una fuente,…,
dicha ciudad se halla tres cuartos de legua de las excavaciones al Norte.

1328
Oficio de fecha 05.05.1801 remitido por Pedro Ángel Albisu al Capitán General del Campo de
Gibraltar. AHN. Estado. Leg. 3193(5).
1329
Oficio de fecha 16.07.1801 remitido por el Conde de la Haye Saint Hilaire a Pedro Cevallos Guerra.
AHN. Estado. Leg. 3193(5).
1330
Carta remitida por Pedro Ángel Albisu al Conde de la Haye Saint Hilaire. AHN. Estado. Leg.
3193(5).
1331
Oficio de 04.07.1802 remitida por Pedro Cevallos Guerra al Secretario de la Real Academia de la
Historia. ARAH. CACA/9/7949/2(1-2).
1332
ASRAH 09.07.1802; Córnide, op. cit. 107, 15; Oficio de fecha 04.07.1802 remitido por José Córnide
de Folgueira y Saavedra a Pedro Cevallos Guerra. ARAH. CACA/9/7949/2(3).
550
El día 10 descubrí un sepulcro y se halló la osamenta entera”. Estas noticias fueron
remitidas, a su vez, al Secretario de Estado1333.
En consecuencia, la segunda fase de las excavaciones aprobadas por la Real Orden de
22.11.1800 no se realizaron en el mismo lugar de la basílica visigoda, sino en un cerro
cercano, donde se hallaron vestigios de una población antigua, pero de las que los escasos
datos conservados (y en su mayor parte incluidos junto a los datos de la basílica visigoda)
nos impiden un estudio más detallado.

5.- Arcos de la Frontera (Cádiz): Antonio Ponz, en su obra Viage de España


narra en su visita a Arcos de la Frontera, la excavación practicada “... a corta distancia del
puente [donde] se encontró tres o cuatro años ha, junto a un pontoncito, arando la tierra
inmediata al río, un pavimento de mosaico con cimientos que indicaban haberlo sido de
algún palacio. Dicho pavimento estaba excelentemente ejecutado, de muy buena
conservación y dibujo. En uno de sus cuadros se representaba un niño como de tres
cuartas, ejecutado con primor y elegancia; figura desnuda, con una sola banda
encarnada, que, cayéndole sobre el hombro izquierdo, le cubría la espalda, y lo restante
de ella iba como agitada del aire sobre el muslo derecho.
Las piedrecitas de que consta esta obra eran de vivísimos colores, aunque sin pulir, tal
vez dispuesto así por el artífice para que la terssura del pulimento no alterase la armonía
de los colores. Ello es que pareció obra excelente a los que la vieron con algún
conocimiento, y más le creían de pincel que ejecutada con piedrecitas. Se ve que el que la
hizo no estaba pesarosode su habilidad, pues en buenos caracteres romanos pueso la
siguiente inscripción: VIVAT QUI FECIT, ET POSSIT PLURIA VIDERE. QUI POTEST
FACIAT, QUI NON POTEST TACEAT.
Se trató de extraer lo mejor que fuese posible este monumento de la antigüedad para
colocarlo donde estuviese bien conservado; pero el fin que ha tenido despues de haber
estado debajo de escombros dieciséis o dieciocho siglos, a poco que se había descubierto
lo hicieron pedazos una noche, destruyéndolo totalmente; cosa dolorosa, que prueba la
ignorancia y perversidad de algunos o, tal vez, la codicia, creyendo que encontrarían allí
tesoros. Me hube de contentar con reconocer el sitio donde estuvo y con poseer un dibujo
de esta obra, que ya me había remitido antes el padre Antonio Moreno, General de la

1333
Oficio de 23.09.1802 remitido por Adrián Jacome a Pedro Cevallos Guerra; Carta de 11.09.1802
remitida por Pedro Ángel Albisu a Adrián Jacome. AHN. Estado. Leg. 3193(5).
551
Congregación de Padres Cartujos de España y prior por entonces de la Cartuja de Jerez
de la Frontera”1334.

6.- Cádiz: José Carbonell, Maestro de la Escuela de Guardiamarinas de Cádiz,


narra la excavación realizada, en la zona de Puerta de Tierra, días despues del maremoto
que devastó la ciudad el 01.11.1755, y donde se ubicaría la necrópolis romana de la ciudad
antigua. Según Carbonell, estas excavaciones se están llevando a cabo “en la huerta que
está haciendo desmontar D. Manuel de Villanova, vecino de esta ciudad, [quien] se
encontró un [sepulcro] de dos varas y medio de largo, cuyos lados mayores se componían
de 2 piedras, la una de a vara y la otra de vara y media, y los menores eran de una sola
piedra de 3 quartas en quadro; estaba tapado con dos piedras de 5 quartas cada una, y
contenía huesos humanos de tamaño doble del regular, según me aseguró el referido don
Manuel; pero no pudo enseñarme alguno, por haberlos extraviado los trabajadores; sí
solo las piedras que medí y hallé ser de la misma calidad que las de los otros sepulcros.
Este no tenia inscripción.
No la tenían tampoco otros doce que se hallaron juntos, del tamaño de los demás que
se han descrito, y formados todos de las demás piedras a medio labrar de la cantera de
Puerto Real.
En uno separado de estos se encontró dentro una cazuela de barro sin vidriar, con su
tapa de lo mismo de menor diámetro que ella, pero igualmente cóncava. Encerraban una
tienta de cirujano de cobre, un cilindro de barro vidriado verde, cuyos extremos eran un
Príapo y una higa y taladro por medio, sin duda para poder passar un cordel y traerlo al
pescuezo a modo de amuleto; un botecillo cilíndrico de plomo, con su tapa del mismo
metal, lleno de muelas y dientes humanos, pero tan podrido que se deshacía en las manos
y una lámpara de barro sin vidriar, pero finíssimo y muy bien trabajando, representando
en su concavidad una ara con un fuego encendido, ceñida en el medio de una guirnalda,
cuyas dos mitades esán unidos en una cabeza de toro, y a su lado un ramo de laurel, que
arrancando del suelo sobrepuja el ara en igual altura de la llama.
Todas las lápidas que se han encontrado sobre estos sepulchros están en lengua y
characteres romanos y sin señal alguna de Christianismo, lo que demuestra haber sido
este cementerio de un pueblo gentil, sujeto a los Romanos y usando su idioma.

1334
Ponz, op. cit. 714 (1794), , Carta VI.
552
En la primera que he visto se hallan gravados estas letras:
L ·VALERIVS
PHILARGVRVS
H ·S ·E
En la segunda que tengo en mi poder se lée
SCRIBONIA
PERGAMIS
H·S·E
Las letras de esta inscripción son más proporcionadas y elegantes que las de la
anterior; no recuerdo haberlas visto más hermosas en inscripciones.
La tercera que tengo igualmente en mi poder dice
PHILE
H·S·E
1335
SIT · TIBI · TERRA · LEVIS” .

7.- Pago de Sidueña (Jerez de la Frontera ,Cádiz): Bartolomé Gutiérrez,


cronista de la localidad de Jerez de la Frontera, nos aporta noticias sobre esta excavación,
realizada en 1756 en el pago de Sidueña, cerca del Puente de Guadajabaque, con motivo de
los trabajos que se habían hecho para la Real Obra del Arrecife, y en las que ejerció una
labor de control el juez o justicia municipal, quien procedió a recoger algunas de las piezas
allí encontradas.
Según Gutiérrez, el lugar se encontraba “en una elevación que hacía la tierra que se
comprendía en las líneas del citado Arrecife, cuyo sitio es entre los dos puentes de
Guadajabaque y Mata-Rosines, siendo preciso allanar algo su globosidad para el cómodo
tránsito de los carruajes, en el fin del mes de Mayo de este dicho año, como a una vara
debajo de la superficie de la tierra o algo menos, se halló un sepulcro formado de varias
piedras de la inmediata cantera, y algunas de las que llaman de Puerto Real, al modo de
losas de sepulturas, puestas de peralte tres o cuatro en línea formando las paredes de los
costados y otras dos, una en cada extremo, y tres encima cubriendo el hueco; era su
longitud de más de dos varas, y su latitud de menos de media por la parte interior;
contenía un cadáver puesto de lado, cayendo los pies al Oriente, la cabeza al Occidente, la
espalda al sur y el rostro al Norte. Delante de él, había una forma de hornillo de barro
con buena porción de cenizas. Luego que fue descubierto el cadáver con todo su armazón
se deshizo, y quedó tal cual hueso en ser, pero tan calcinado que entre los dedos se
desmoronaba. Sólo de la dentadura se halló algo duro, como fue un colmillo (que guarda

1335
Carbonell, Joseph, Algunas antigüedades encontradas debajo de tierra en el Istmo de Cádiz (Cádiz

553
mi curiosidad, y un pedazo de vaso del Hornillo y algo del casco). En lugar de almohada
tenía una teja, debajo de cuyo hueco, se encontró una moneda, de la cual y de todo lo
relatado esta es la copia.
Estas piedras no tenían labor, ni mezcla, sino sacadas a escuadra, y cuadradas
formaban el depósito. De la moneda no tenemos noticia de otra semejante; estaba el
reverso muy carcomido y con algunos relieves de letras. La teja era muy gruesa y el
Hornillo del barro común de nuetra tierra.
El día 31 de Mayo, en presencia del Corregidor (en cuya ocasión estuve) se halló otro
sepulcro formando en la misma dirección de Este a Oeste, pero caídas las piedras; que
quizás como es tierra de olivar, para plantar o arrancar alguno, las descompusieron, pero
una de las piedras de los extremos tiene una labor señalada muy distinta de todas las
demás que, en estos y otros que se encontraron en el espacio de muchos días, se han
hallado después. Es de más de tres cuartas en cuadro y se ignora que destino tendría en
semejante sitio colocada, por estar desarmado el referido enterramiento. Esta es su forma:
El día 5 de Junio, se halló otro sepulcro dirigido con el mismo rumbo, con su cadáver
de que no quedaron reliquias consistentes, porque todas se hicieron polvo. Lo notable es
que, que todos estaban de lado, y el rostro al Norte y pies al Oriente. No muy distante, se
halló otro con el cadáver de un niño, que también se convirtió en polvo.
Otro día, en presencia del Juez se sacó una alcuza de barro sin vidrio, apolillada de
esta figura.
Mas se halló una tinaja de poco más de tres cuartas de alto, con una tapa de piedra,
como de amolar, con su agujero en medio; la tinaja estaba llena de caracoles vacíos, y
cubierta con esta tapa, enterrada como una ara debajo de la tierra.
Otro día después se halló otro sepulcro, con resagos de tres cadáveres de que nada
quedaba con solidez, después de darle el aire. Ultimamente se saco otra vasija de barro
como las demás, pero de la presente figura, de media vara de largo; que de todo lo mandó
recoger el Juez superior”1336.
Además, el propio Bartolomé Gutiérrez añade otras noticias sobre los hallazgos
arqueológicos como una “moneda hallada en un sepulcro antiguo que se encontró en las
inmediaciones del Arrecife que se hace de Xerez al Puerto, cerca del Arroyo de Mata
Rocines, donde se hallaron cenizas y huesos de unas personas humanas, como puesta de

27 de Noviembre de 1755). BN. 11553/7, fols. 119-125; cfr. CIL II 1905 y CIL II 1860.
1336
Gutiérrez, op. cit. 133 (1787), 98-100.
554
lado, pero tendida y todo tan corrupto, que solo los dientes tienen la mayor consistencia,
de que yo conservo dos de ellos. Era de 7 pies de largo, el Sepulcro (FIGURA 133) muy
poco más, y de media vara de ancho, tasada; con dos piedras, a la cabecera una y otra a
los pies, pero sin rótulos, y entre las cenizas que se encontraron, hallaron una moneda

Figura 133. Sepulcro del Pago de Sidueña, según dibujo de Bartolomé Gutiérrez

muy carcomida y corroída, confusa en la una parte más que la otra.


Estaba esta moneda debajo de una teja que tenía como debajo de la cabeza y el
sepulcro formado de piedra de cantería de la Sierra inmediata de San Cristóbal y la
cubierta de 3 piedras de la cantera hacia Puerto Real, estaba sobre el lado izquierdo, los
pies al Oriente y la cara al Norte, y junto se descubrió una forma de horno terraplenado y
con varios huesos y cenizas y tiestos de barro, como de una olla sin vedrío, estaba delante
del rostro este hornillo. A pocas varas de distancia se hallaron piedras de otros dos
sepulcros como el dicho, pero desbaratados y terraplenados, solo se encontró una de las
piedras dichas (que son todas cuasi cuadradas y de media tercia de peralte), una de 3/4 en
cuadro y con un agujero medio pasante”1337.
Bartolomé Gutiérrez consideró que esta necrópolis era de época prerromana por la
tosquedad de sus ajuares, y que debía vincularse con la cercana Asido, que situaba en la
actual Jerez de la Frontera, aunque más bien podría relacionarse con el cercano yacimento
fenicio del Castillo de Doña Blanca (El Puerto de Santa María), como indica D. Ruiz
Mata1338.

1337
Gutiérrez, op. cit. 133 (1787), 311.
1338
Ruiz Mata, D., “Referencias historiográficas sobre El Castillo de Doña Blanca (El Puerto de Santa
María, Cádiz)”, en Gascó y Beltrán, op. cit. 265 (1995), 157-160.
555
8.- Occurri (Ubrique, Cádiz): Las excavaciones practicadas en Ubrique se
debieron al hallazgo fortuito de un edificio y unas inscripciones en la Sierra de Benafelis, a
un cuarto de legua al Norte de la localidad en 1795, y que sirvieron para conocer la
existencia la ciudad de Occurri, hasta aquel momento desconocida.
Su descubridor fue Juan Vicente Vegazo, rico agricultor local, que compró el terreno
con el objeto de hallar una ciudad comparable a la de Pompeya, para “ofrecer algún
descubrimiento sensacional a la nación”. Vegazo elaboró un diario de excavaciones, en el
que describía pormenorizadamente los sectores excavados, la funcionalidad de las
estructuras exhumadas, los distintos momentos de ocupación del yacimiento, a la vez que
anota todas las piezas recuperadas, describió los fragmentos escultóricos e incluso plasmó
anotaciones sobre las coloraciones y tipos de tierras que se extraían en el yacimiento. Con
todo ello reunió una importante colección de antigüedades que depositó en su domicilio,
pero que desapareció a su fallecimiento. Lamentablemente este manuscrito se encuentra
desaparecido en la actualidad, y conocemos los datos relativos al mismo sólo gracias a las
trascripciones efectuadas por Fray Sebastián de Ubrique y Enrique Romero de Torres1339.
Por tanto, debemos remitirnos a los documentos conservados. Las noticias de los
hallazgos fueron comunicadas por Andrés de Palacios a la Real Academia de la Historia el
29.06.1797, entre los que se encontraban una inscripción dedicada al emperador Cómodo y
diversas monedas1340. Posteriormente, el propio Andrés de Palacios remitió un dibujo del
anverso y reverso de una moneda de Obulco, acompañado de un discurso crítico sobre su
verdadera interpretación, que en la Academia pasaron al Anticuario para que informase
sobre los hallazgos1341.
La propia Academia solicitó de Andrés de Palacio “un reconocimiento más detenido y
crítico sobre esos monumentos, así como espera se ponga más cuidado en este invierno en
la colección y conservación en los fragmentos, lápidas y monedas que se encuentren
mayormente, si Vmd., con su buen celo y amor a las antigüedades les anima e instruye en
sus operaciones”1342.

1339
El diario original se titulaba Antigüedades de Ubrique descubiertas por D. Juan Begaso en el año
1792; Romero de Torres, op. cit. 205 (1934), 244-245; Ubrique, Fray Sebastián de, Historia de la villa de
Ubrique (Sevilla 1944), 17; cfr. Guerrero Misa, L.J. e Higueras-Milena Castellano, J.M., “Recuperación y
puesta en valor del yacimiento ibero-romano de Ocuri (Ubrique, Cádiz): su integración en la Ruta
Arqueológica de los Pueblos Blancos”, AAA 1999. Vol. III (Sevilla 2002), 108-111.
1340
ASRAH 07.07.1797.
1341
ASRAH 21.07.1797; ARAH. CAI-CA/9/3940/4(1).
1342
ASRAH 22.09.1797; Minuta de Oficio remitido por Antonio Capmany Suris y de Montpalau a
Andrés de Palacios. ARAH. CAI-CA/9/3940/4(2).
556
La primera referencia detallada de las antigüedades encontradas la encontramos en una
descripción anónima conservada en el Archivo de la Real Academia de la Historia. Según
esta descripción, el hallazgo se produjo cuando Juan Vicente Vergazo plantó “en su
término de viña y frutales cierto pedazo de terreno en la Sierra de Benafeliz, que está a un
cuarto de legua de la población por el lado del Norte, se descubrió antes de llegar a la
cumbre en su parte occidental, un edificio de piedra arenisca compuesta de bóvedas y
nave de cinco varas y media de longitud, cuarto y media de latitud y cinco de altura con
poco diferencia. Su portada de tres varas y el grueso de la pared de dos por la fachada; a
los lados dos nichos cada uno de vara y tres palmos de alto, vara y media de ancho y dos y
un palmo de centro; teniendo enfrente otro nicho de una vara de centro, y de igual altura a
los otros dos. A los dos lados de este otros dos nichos de dos tercias de alto, media vara y
dos dedos de centro, y a cada un o de los colaterales dos taquillas de dos tercias de alto,
media vara y dos dedos de centor. Al lado de la puerta por lo interior se miraban otros dos
nichos como los anteriores, a las dos varas y media en lo interior del edificio un friso de
media cuarta y dos dedos de buclo que lo circundaban todo, el cual era también de piedra
arenisca, aunque toscamente labrada y las paredes por partes de tres varas y media de
grueso. En su planicie cuentan los naturales se ha observado en otro tiempo una
profundidad a la que se bajaba por gradas, y que estaba en forma de círculo, que la
bóveda se componía de cantos y juntas, y el edificio denotaba haber servido de baño según
sus circunstancias.
En el contorno de la misma cumbre se hallaron ruinas y señales de otros edificios por
las losas labradas, ladrillos gruesos y antiguos, tejas y bordes de tinajas de que abundaba
el terreno, y en ella como entrada de fortaleza de que se manifestaban en las rocas
indicios de paredes fuertes y de que había habido población, echándose de ver además
varios trozos de pedestales, columnas, mármoles y otros pedazos de piedras en que se
advertían algunas letras que no se podían leer, y en dos de los primeros las inscripciones
siguientes:
IMP · CAESARI
M · AVRELIO · COM ·
MODO · ANTONINO
AVG · PIO · FEL · GER
SARM · PON · MAX ·
TRIB · P · III · IMP · X ·
COS · V · PP · RESP
OCCVRRITANORVM
DECRETO · DECVRI
ONVM · D ·D ·

557
Junto a esta inscripción se halló una estatua sin cabeza.
La segunda lápida [dice así]
IMP· CAESARI · DI
VI · HADRIANI · F · DIVI · TRA
IANI · PART · NEPOTI · DIVI
NERVAE · PRONEPOTI
PIO · HADRIANO · ANTONI
NO · AVG · PIO · PONTIFICI · MAX
TR · POTEST · V · COS · III · PP ·
:::: PVB · OCVRRITANOR.
:::: CRETO · DECVRIONVM
D· D·

Junto a ella se encontró una estatua de mujer sin cabeza rodeado el cuerpo y pechos
de serpientes que parece ser la Diosa Proserpina; igualmente se hallaron varias monedas
de emperadores romanos grabadas en ellas sus cabezas y de reversos diferentes,
posteriores al tiempo de César, en que parece empezaron a ponerse semajantes bustos, y
por último un acueducto que vendría a la población o baño que queda insinuado, con lo
cual y demás señales que autorizan estos monumentos se infiere haber sido aquella de
consideración, y que en la misma habría algún templo donde se adoraría la expresada
Diosa y emperadores Cómodo y Antonino Pio, a quienes se concedía la apoteosis. Estas
estatuas fueron consagradas por la Respublica o Municipio Occuritano”1343.
Esta descripción bien pudo ser redactada por Andrés de Palacio, y con ello cumplir lo
requerido por la Academia de la Historia, o bien por el arquitecto gaditano Miguel de
Olivares, individuo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, quien el
12.03.1801 remitió la planta y el alzado del edificio (FIGURA 134) descubierto en
Ubrique1344, personajes que consideraron el monumento encontrado como un posible
edificio termal.

1343
Descripción de varias antigüedades halladas en el año pasado de 1798 en la villa de Ubrique, reino
de Granada, partido de Ronda. ARAH. Mss. 9/5951, fols. 211-212v; CIL II 1336 y CIL II 1337; Ceán
Bermúdez, op. cit. 854 (1832), 337-338; Corzo Sánchez, R., Ubrique (Cádiz 1982), 23-33; Cabello
Izquierdo, N., “El yacimiento arqueológico de Ocuri: una aproximación histórica. Prólogo a su estudio”.
Papeles de Historia 4 (1999), 95-113.
1344
ARAH. CAI-GR/9/3939/5(2).
558
Esta descripción fue la utilizada, junto a las noticias de Palacio, por Diego Clemencín y
Viñas1345 para redactar su informe sobre las antigüedades encontradas allí, destacando el
hecho de que estas inscripciones se encontraban “sobre dos pedestales”, y omitió “varias
observaciones sobre la lectura y ortografía
de las inscripciones”. La lectura de los
epígrafes fue posteriormente aclarada por
el Revisor Juan Pérez Villamil, quien leyó
unas observaciones acerca de los errores
contenidos en las inscripciones remitidas
desde Ubrique1346. José Córnide de
Folgueira y Saavedra1347 y Juan Agustín
Ceán Bermúdez1348 utilizaron la
descripción de Clemencín como base para
retrotraer hasta 1802 el año en que Andrés
Palacio puso en conocimiento de la
Academia las noticias de las excavaciones
practicadas.
La llegada de noticias a la Academia no

Figura 134. Planta de las excavaciones de Occuri. Archivo


quedo aquí, pues en 1804 Mateo
de la Real Academia de la Historia.
Francisco de Ribas, correspondiente en
Arcos de la Frontera, remitió a la Academia una descripción de varias antigüedades
halladas en el año de 1798 en la villa de Ubrique, a la par que anunció la remisión de varias
monedas de plata y cobre romanas1349, con destino al monetario de la Academia.
Finalmente, en 1805, Simón de Zamora, Párroco castrense de Ubrique, remitió una
carta1350 a la Academia, comunicándole el hallazgo de las dos inscripciones en Ubrique.
De esta carta obtenemos el dato de su hallazgo en 1795 por el propietario del terreno, Juan
Vicente Vergado, y no en 1802 como mantenía José Córnide de Folgueira y Saavedra.

1345
ASRAH 16.07.1797; Informe de 16.07.1802 de Diego Clemencín y Viñas. ARAH. CAI-
GR/9/3939/5(1).
1346
ASRAH 22.02.1805.
1347
Córnide de Folgueira y Saavedra, op. cit. 102 (1805), 11-15.
1348
Ceán Bermúdez, op. cit. 854 (1832), 337-338
1349
ASRAH 04.05.1804.
1350
Carta de 28.04.1805, remitido por Simón de Zamora a Joaquín Juan de Flores y la Barrera. CAI-
GR/9/3939/5(3-4), leída en la ASRAH 10.05.1805.
559
Además, la primera persona que leyó y tradujo las inscripciones fue el Marqués del
Palacio, Brigadier Coronel del Regimiento de Húsares Españoles, quien, según palabras de
Simón de Zamora, “vió igualmente las lápidas y obras donde se encontraron”. También
añade los siguientes datos sobre las inscripciones: “están en unos pedestales como de cinco
tercias de alto, una escrita en letra latina y la otra en letra cursiva”.
En definitiva, nos encontramos ante una excavación realizada por un particular, sin
autorización real y en un terreno que compró previamente, ya que tenía constancia de la
existencia de restos arqueológicos de cierta importancia. En el transcurso de sus trabajos
exhumó, según su propia descripción, unas termas y parte del foro de la ciudad y sacó a la
luz diversas estructuras y materiales escultóricos, epigráficos y mosaicos, con los que
conformó una pequeña colección privada que depositó en su domicilio, y que a la muerte
de su propietario se dispersó.

9. Loñar (Aguilar de la Frontera, Córdoba): Tenemos constancia de la


realización de estas excavaciones gracias a la noticia que el presidente de la Sociedad de
Amigos del País de Aguilar de la Frontera transmitió a Tomás López en el año 1792, como
contestación al cuestionario remitido. Según este informante, del que desconocemos su
nombre, en el lugar conocido como Loñar se han realizado, aunque sin especificar la fecha
exacta, “muchas excavaciones, y se han descubierto columnas antiguas, diversas basas
labradas, y poco tiempo hace un velón pequeño con una moneda dentro del Emperador
Constantino. También un sepulcro de plomo con huesos de 1 vara, y unos botes de barro
fino, de tres varas y medio. Hay tradición que estaba allí la ciudad de Zoñiga”1351.

10.- Huerta de Huelma (Montilla, Córdoba): Juan Cecilio de Ariza y


Mazuelo, notario de Montilla, levantó el día 02.12.1772 un acta en la que certificaba las
noticias contenidas en el folio 602 del libro Antigüedades de Montilla1352, que recoge otra
acta notarial de 01.11.1782, en la que se narra las excavaciones practicadas en 1772 en la
Huerta de Huelma.
Según este acta notarial “en los días 14, 15 y 16 de [Octubre de 1772] con noticia, que
se había dado de que en el Juncaz, que llaman del Huelma, e inmediato a la Huerta de ese
nombre y distante un cuarto de legua de esta referidad ciudad, en medio del camino que

1351
BN Mss. 7294, fols. 335-335v.
1352
Jurado y Aguilar, Memorias antiguas, op. cit. 891.
560
va a la villa de Montemayor y a la de La Rambla, había algunos vestigios y signos
evidentes de sepulcros antiguos, que tal vez hallados, podrían testificar con otros muchos
motivos descubiertos, las antigüedades de esta población, y que esto resultadría en mucha
gloria y honor de los naturale de esta ciudad.... Para el descubrimiento de dichos
sepulcros, y con efectos habiendo pasado al precitado sitio acompañado de diferentes
personas de esta vecindad, reconocieron unas tejas grandes de antigua fábrica, que dio
motivo a cabar con azadas y otros instrumentos hasta haber descubierto un sepulcro
circundado de canales o losetas de barro, que vulgarmente se conocen por tejones, y entre
ellos se hallaron diferentes grupos de cadaveres, que allí parecen ser sepultados, y de
tanta magnitud, el uno de ellos, que tenía una vara de largo mediada, y dentro de dicho
sepulcro se habían hallado, así no muy distintas tazas o macetillas pequeñas, unas osbre
otras con desigual tamaño, y un candil de barro, y ejecutado lo referido se había
comunidado a D. Martín de Barcia, del Consejo de su Majestad y obispo de este Obispado
de Córdoba, que se halla actualmente de viaje en esta ciudad, que habiendo hecho aprecio
de ella, y en su consecuencia dio orden para pasar, como pasó, al siguente día quince de
este dicho mes al nominado sitio de Huelma, en compañía del Sr. Chantre y Secretario del
Señor Ministro, llamado él D. Juan Antonio Carrascal y Vellí, un Sr. Canónigo de Jaén,
D. Pedro Fernández del Villar, el rector de la Parroquia de Santiago de esta ciudad D.
José Perez Cañas, el cura D. Alonso de Arias Jurado y Tablada, Presbítero, y otras varias
personas, que con la demás familia de S.I. concurrieron del alto, y a presencia de
Ilustrísimo Sr. continuaron el excavamiento y descubrimientos de sepulcros, haciendo la
operación Miguel y Alfonso Jurado, Francisco Solano de Luque, c/ de San Francisco, y
José de Mora, c/ de Herradores, y Juan Grande de esta ciudad y vecinos de ella, por
quienes se descubrieron otros muchos huesos de cadáveres, manifestándose así por ellos
commo por las tejas grandes, que había estado de mucha antigüedad, y dicho Ilmo. Sr.
mandó se diese para un refresco a los citados operarios, y expresó le había causado suma
complacencia el haber concurrido a dicho acto, y encargó siguiesen esta diligencia,
previniendo que si hallaban candiles, no había duda en que dichos sepulcros eran de
tiempos de romanos”1353.

1353
Acta Notarial de 02.11.1772 de Juan Cecilia de Ariza y Mazuelo. ARAH. CAI-CO/9/3938/2(3).
561
11.- Pago de la Fuente de la Higuera de Belén (Montilla, Córdoba): En el
mismo Acta notarial levantada por Juan Cecilio de Ariza y Mazuelo, también se recoge la
noticia de otra excavación arqueológica practicada por los hermanos Lucas y Antonio
Jurado y Aguilar en el Pago de la Fuente de la Higuera de Belén, aportando un dibujo con
los textos de las inscripciones halladas en la excavaciones (FIGURA 135).
Éstas se hicieron, también en Octubre de 1772, por el interés de Lucas Jurado y
Aguilar, erudito local de Montilla, quien tras realizar las excavaciones en la Huerta de
Huelma, determinó “pasar a otros
sitios donde se denotaba alguna
proporción de hallar iguales
sepulcros, o despojos antiguos,
me previno asistiese
personalmente, para que pudiese
certificar cuanto en el adjunto
paraje, y habiendo salido la tarde
de hoy de esta ciudad, en
compañía de citado Don Lucas y
don Antonio Jurado Aguilar,
Presbítero, nos encaminamos
hacia el sitio, que llaman Pago de
la Fuente de la Higuera de Belén,
que está cerca de un cuarto de
legua de esta ciudad, y habiendo
registrado diversos parajes, y
visto allí cerca algunos baños, al

Figura 135. Inscripciones en bronce halladas en el Pago de la


parecer romanos, y otros que se
Fuente de la Higuera de Belén (Montilla) en 1772. Archivo de la Real
Academia de la Historia juzgaron a propósito para dichos
descubrimientos, se determinó cavar en una cima cortada, que estaá junto a una
canteruela, por haber hallado un pedazo de ladrillo con algunas letras del mismo
material, y verse muchas piedras sueltas incorporadas en la tierra; a un tiempo, llegó a
dicha fuente un hombre con un haz de cardos blancos secos, que dejó caer en el grupo del
pilar de dicha fuente, y conocimos era Cristóbal Jiménez, vecino de esta ciudad, calle
Escuechuela, al que se llamó para que cavase un rato ... Y previniéndole fueron con
562
cuidado, acabó de descubrir ... Unos pedazos de varios tamaños como de bronce y
diciéndole que qué era aquello, sacó una tablilla o tarjeta, con letras romanas bien
formadas y gravadas, y dando otros golpes para quitar dichas piedras, las dividí con
efecto, y fueron sacadas otras tarjetas hasta el número de ocho. Al mismo tiempo llegaron
por allí D. Manuel Jurado, Miguel y Alfonso Jurado Aguilar, que expresaron venían de
Guadix y traían los cartabones los dos de ellos, y vieron allí mismo las tarjetas y situó de
donde se sacaron, y en virtud de lo visto, midieron la distancia que hay desde el citado
sitio hasta la expresada fuente y hallaron la de treinta pasos a Levante de dicha fuente; en
cuya atención el nominado D. Lucas me previno insertase aquí las letras y tamaños de
dichas tarjetas para que siempre consten las cuales son en la forma siguiente.
Una tarjeta de bronce que tiene media tercia de largo y cuatro dedos de ancho,
conteniendo la siguiente inscripción en tres renglones:
VLIA ET ·MVN ·
VLI · C ·S · VIC·
ERG ·AM ·GRA·
Otra tarjeta del mismo tamaño y cesta de letra con esta inscripción:
ATEGI.ET.ATE.
COL.M.GN.P.
P.ETP.S.PON.
Otra tarjeta de cerca de media tercia de largo y una dozava de ancho, que comprende
las letras:
Q ·P ·NIG ·EQS
ROM · IT ·INM
R · MIL ·FORI ·
Otra tarjeta de certa de media cuarta de largo, y dos dedos y medio de ancho, con las
siguientes letras:
L · JVN · PACI ·
VLIE ·CIV · ET
INM ·R ·D ·ST ·

Otra tarjeta de cerca de media cuarta de largo y dos dedos y medio de ancho, con las
siguientes letras:
Q · C ·L ·
C· R ·V·
C ·NM ·
T · AN ·
D · XC·
Otra del mismo tamaño y con las letras
M · V ·M ·
C · R ·V ·
C · Q ·M ·
V ·AN ·
DCCLX ·
Otra tarjeta casi cuadrada y con una dozaba de largo y las siguentes letras:

563
S ·P · Q · R ·
V · V · V ·V ·
F ·F ·F ·F ·
Y otra tarjeta de igual tamaño al anterior, y con estas letras
S·P·Q·C·
R ·R ·R ·R ·
1354
V · V · V · V·” .
Según estas noticias se descubrieron una serie de sepulcros, en cuyo interior se
encontraban unas inscripciones romanas cinceladas en bronce, que fueron utilizadas para
defender la ubicación de la ciudad de Ulia en Montilla, y que posteriormente fueron
consideradas como falsas por E. Hübner con buen criterio1355.

12.- Huerta del Caserío de los Señores Castillas (Montilla, Córdoba): Estas
excavaciones también se realizaron en Octubre de 1772, descubriéndose “ocho sepulcros
en la Huerta que llaman del Caserío de los Señores Castillas, como medio cuarto de legua
de esta ciudad de Montilla, hacia Levante, de los cuales el primero que era como de niño o
niña tenía un cajón de ladrillo con una mezcla finísima, luego dos barras de hierro y sobre
ellas una caja de plomo cuyo peso era de 8 libras y encima de ella otras dos barras de
hierro y sobre ellas una losa de alabastro finísimo, la cual el que lo halló dividió en
pedazos muy pequeños, por lo que no se ha podido saber si tenía alguna inscripción; los
otros siete no tenían más que sus cajones de ladrillo”1356.

13.- Pago de Santa Brígida (Montoro, Córdoba): según el erudito Fernando


José López de Cárdenas, en Abril de 1769, en el Pago de Santa Brígida, en un olivar
propiedad de Fernando Madueño, Fiscal de la villa de Montoro, “a mi presencia, hallaron
doce sepulcros, con dos sungrundarios y pateras de vidrio sobre las calaveras de
ellos”1357.

14.- Haza del Cerro de la Muela o El Palomarejo (Montoro, Córdoba):


Según la noticia aportada por el citado Fernando José López de Cárdenas, las excavaciones

1354
Acta Notarial de 02.11.1772 de Juan Cecilio de Ariza y Mazuelo. ARAH. CAI-CO/9/3938/2(3).
Carta de 03.01.1773 de Juan Cecilio Ariza y Mazuelo a Manuel de Santa María. ARAH. CAI-
CO/9/3928/2(4).
1355
Las inscripciones son CIL II 140 a-h * ( = II2/5, 13* a 20*); Hübner, op. cit. 34 (1869), 17.
1356
Nota anónima de Octubre de 1772ARAH. CAI-CO/9/3938/2(1).
1357
López de Cárdenas, Fernando José, Descubrimiento de monumentos antiguos de romanos y godos
hechos en la villa de Montoro. Imprenta de Juan Rodríguez de la Torre (Córdoba 1785), 11. BN Caja VE
372(7).
564
en este lugar se hicieron en Octubre de 1770, en la que se descubrió “una tabla de mármol
blanco de media vara de cuadrado y dos pulgadas de grueso, quebrada y en el anverso se
leen esas letras:
. . . . NIAE
. . . . F · MA
1358
. . . . LE”
que posteriormente fue colocada en el museo particular que reunió en su domicilio el
propio Fernando López de Cárdenas.

15.- Sitio de la Silena (Montoro, Córdoba): Tenemos conocimiento de estas


excavaciones, gracias a la descripción que de las mismas hizo el citado Fernando José
López de Cárdenas, su excavador. Según éste, “por Octubre de este año [de 1772] había
observado en el sitio de la Silena, distante cien pasos de la población inmediata al camino
que sale para Córdoba, que con las irrupciones de las aguas de Otoño se descubría en
circunferencia encima de la tierra un círculo de ladrillos y piedras quemados, el cual tiene
tres varas castellanas de atravesí. Lo primero que me ofreció fue, que había sido horno
donde los romanos derretían los metales de muchas minas que Montoro tiene en su Sierra,
pero lo cual daban fundamento algunas escorias de metales, que aún se registran en el
mismo camino hasta cerca del horno. Con este pensamiento determine abrir el sitio, por
ver si en él encontraba alguna moneda u otra cosa que condujese a la Historia Romana.
Lleve un hombre con azadón el cual descubrió el sitio en los días diez y once del corriente
mes [de Diciembre de 1772].
Por la parte de la circunferencia estaba cerrado con una pared de piedra y lodo de
más de cuarta de grueso, que por el ámbito interior tenía agarrado un barro cocido, y
todo ello denotaba haber servido de horno, o lo menos haberse allí puesto fuego de
continuo, capaz de haber hecho bastantes efectos en la pared y en el barro. Es este vaso
más angosto por la parte de arriba que por la inferior, a la manera de una olla, sin otra
diferencia que ser más ancho en su asiento o suelo. Tiene vara y cuarto de profundidad y
se reconoce que en su formación tendría dos varas, según se manifiesta por lo que en el
sitio han robado las aguas, dejando el camino otro tanto más profundo, que lo demás del
terreno.

1358
Informe de 27.09.1772 remitida por Fernando José López de Cárdenas a la Real Academia de la
Historia. ARAH. CAI-CO/9/3938/1; López de Cárdenas, op. cit. 321 (1772), Tomo I, 37v; López de
Cárdenas, Fernando José, Noticias pertenecientes a la topografía de muchos lugares antiguos de la Bética
con muchas inscripciones inéditas. ARAH Mss. 9/7379, 12; la inscripción es CIL II2/7, 163 (= II 2179).
565
Lo primero que se encontraba fue una mandíbula muy grande, que al golpe del azadón
se estremeció toda, reduciéndose a polvo, y no quedando sino siete dientes molares, un
colmillo y uno de los incisorios. Los molares, sin los raigones, tienen un dedo de largo,
dos de grueso y dos onzas de peso. Después se encontraron huesos de magnitud, que se
deshicieron al sacarlos. A un lado de este vaso, a vara de profundidad, se encontraron dos
mandíbulas de la misma especie, pero más pequeños sus dientes molares, de los cuales
quedaron dos en una parte de la mandíbula, que reservo. Asimismo, se hallaron dos
mandíbulas, una de caballo y otra de perro, y más abajo una de hombre con sus dientes y
las canillas de la tibia, y luego seguían huesos, unos quemados, otros medio quemados,
cenizas y piedras, unas a medio calcinar y otras del todo calcinadas, una patera de barro
negro fino de cerca de una cuarta de diámetro y otro pie de vaso semejante. Luego seguí
hasta el suelo del horno que parece de argamasón. No se descubrió hasta el suelo más que
la mitad del dicho horno, por parecerme que con lo descubierto se manifestaba
bastantemente la idea de este monumento de la antigüedad gentilicia.
Por estar este sitio fuera de la Epora antigua, y por ser contiguo a él muchos
sepulcros de Romano que allí se han descubierto, y aún se descubren, debemos tener por
cierto que el horno, o vaso del uso del fuego, descubierto en los dichos días fue un Ustrina
o Busto donde se quemaron o se sepultaron los cuerpos de algunos o de algún gentil”1359.

16.- Sitio de Cerca Vieja (Montoro, Córdoba): Gracias a la narración del ya


citado Fernando José López de Cárdenas, sabemos que estas excavaciones vinieron
motivadas por los hallazgos que “en los días 18 y 19 de Marzo del presente año de 1785,
cavando Juan de Campos, vecino de esta villa de Montoro, a media legua de distancia de
ella por la parte del norte, y en su sierra, en el sitio de la Cerca Vieja, contiguo a una
huerta de este nombre, halló piedras y vestigios de un edificio antiguo, y con esperanzas
de alguna utilidad cavó más profundamente, hasta sacar un fragmento de tabla de piedra
de mármol blanco con inscripción, tres columnas en trozos, bien gruesas, de jaspe rosado
con basas de jaspe azul, y unos capiteles de estuco o piedra artificial, según el orden
corintio, con algunas piedras de labores de asperón rosado”.
Enterado López de Cárdenas del hallazgo, y tras reconocerlo personalmente, decidió
pasar “al sitio, y con su inspección, hice juicio, que allí hubo templo antiguo, o a lo menos

1359
López de Cárdenas, Fernando José, Discurso sobre un busto o vitrina descubierto en Montoro por…
en el día 19 de Diciembre de 1772. BN. Mss. 19007, fols. 192-199.
566
requietorio o cementerio de mucha antigüedad, labrado con mucha magnificencia por
alguna de las familias de Epora, ricas y nobles, que con el tiempo profesaron el
Cristianismo. En consecuencia de esto, tomé la resolución de excavar el sitio por mi
cuenta y a mi costa, hasta el fin, que se logró en ocho días con tres peones.
Lo descubierto en esta excavación es lo siguiente: un edificio de romanos cuadrilongo
de dos cuerpos, y sus paredes tienen de grueso cinco cuartas; su largo es de doce varas y
media, su ancho de nueve; la pared que divide los dos cuerpos tiene de grueso tres
cuartas, siendo el segundo de más amplitud que el primero; tiene la puerta al Occidente, y
es de dos varas de ancho. En su primer cuerpo a la mano izquierda de la puerta tiene un
aparador, o altar pequeño pegado a la pared, que lo cubre una piedra o losa de asperón
dorada, de más de vara de largo y cuatro dedos de grueso, trabajada por su frente y
costados con labor espiral y corazones pequeños en los intermedios. En medio de este
primer ángulo y enfrente de la puerta, se hallaron tres sepulcros apareados, distinguidos
con piedra de asperón. Tienen nueve cuartas de largo, tres de ancho por la cabecera y una
tercia por los pies, que caen a la parte del Oriente. Se hallaron en ellos huesos humanos,
en la mayor parte corrompidos, pero supinos en su positura sobre el suelo de argamasa.
Se halló en ellos un vaso pequeño de vidrio de los lacrimatorios, ancho por abajo y
angosto y largo por el cuello, en estado de corrupción, en una arena rubia y muy menuda,
de suerte, que se deshace en el ambiente al más ligero contacto de la mano.
Se hallaron también los tres trozos de columnas de jaspe rosado, cuyo diámetro es de
media vara, y otra de asperón blanco entera, su longitud nueve cuartas y dos dedos, y su
grueso o diámetro de una cuarta en el asiento de la basa. Estas son de jaspe azul, unas y
otras de piedras de asperón, tres capiteles de tres cuartas de largo y muy pesados de
materia de estuco, o piedra artificial, y uno de asperón rosado, labrados todos cuatro
primorosamente, según el orden corintio. Se hallaron también muchas piedras de estuco,
con rosas, cuadrillos, una columna más pequeña en pedazos, todos con adornos y tallados
en pedazos. Reconociéndose que todo esto servía de retablo y adorno al pequeño altar,
cerca del cual se hallaron una pátera de latón morisco corrompida, una media luna
pequeña de bronce, fragmentos de aguamaniles y lucernas de barro rosado.
Por el ángulo oriental de este cuerpo, donde junta con el meridional, se reconoce
haber habido una puerta por donde se comunicaba el segundo cuerpo, de vara de ancho
con quiacialeras y umbrales de jaspe azul y de piedra blanca de espejuelo, sin poderse
asegurar su altura, por estar arruinada.
567
El segundo cuerpo, más ancho que el primero, tiene el suelo de argamasón, y en medio
un sepulcro de las mismas dimensiones que los primeros. Se hallaron en él huesos
humanos, sobre baldosas de barro cocido de color rosado. Son muy finas, y de menos de
un dedo de grueso, que parece que se hicieron acomodadas al sepulcro, aunque salieron
quebrantadas. La cubierta era una tabla de mármol blanco, que parece que quebraron por
tres partes, dejando el residuo de una tercera con inscripción gótica, de que se hablará
después. A su mano derecha, arrimado a la pared del mediodía, tiene una fosa (a manera
de alberquita) de argamasón fino, en su boca cuadrada, y en su fondo figura circular, que
acaba en un punto como el cono. Sale de ella un caño de piedra, que atravesando la
pared, desagua hacia la parte meridional. Finalmente, en la pared contraria por adentro
hay otra como alberca de argamasón, suelo terrizo, de dos varas de largo y una de ancho.
Entre las ruinas se hallaron piedras grandes de asperón rosado en cuadro y
cuadrilongo, labradas en orden de arquitectura por su frente, ladrillos y tejas de romanos
de diversas marcas y figuras, mucho carbón, clavos grandes y pequeños de diferentes
figuras, y los cercos de puertas todo de hierro corrompido con el orín, y algunas monedas
imperiales, con la desgracia de no poderse leer bien. La una tenía cabeza con su tenias,
parece que es de Augusto.
Está de manifiesto que este magnífico edificio fue quemado y destruido de propósito
por los enemigos del nombre cristiano.... no habiendo dejado a la posteridad más que el
fragmento siguiente:
MULUS
XPI · VIXTAN
PLUS · MI
NUS · XVV
1360
CESS” .
A juzgar por la descripción realizada se produjo la excavación de un edificio de época
romana, que posteriormente fue reutilizado en época paleocristiana, como lo demuestra el
sepulcro y la inscripción encontrados.

17.- Ermita de Nuestra Señora de las Cruces (Villanueva de Córdoba,


Córdoba): Se trata del lugar conocido por sus hallazgos epigráficos e identificado con la
ubicación de la antigua Solia. Aquí, Fray Cayetano del Santísimo ordenó la realización de
una serie de excavaciones en “la cerca continua a la Ermita [y donde] salieron un idolillo

1360
López de Cárdenas, op. cit. 1430 (1772), 5-8.
568
y una inscripción sepulcral del pueblo Mirobricense”1361, que recogía el nombre de Clodia
Romana, desconociéndose actualmente el destino final de las piezas.

18.- Alcazaba de Granada (Granada): Aquí únicamente trataremos las


excavaciones practicadas, entre 1754 y 1763, por Juan de Flores y Oddouz en la Alcazaba
de Granada, pues el tema de las acusaciones de falsificaciones de algunas de las piezas
encontradas, ya lo hemos tratado parcialmente en el capítulo correspondiente al Depósito
Judicial de la Real Chancillería de Granada, y más adelante lo trataremos más en
profundidad cuando tratemos de las falsificaciones en general.
Tampoco nos detendremos en los aspectos más anecdóticos de los hallazgos, que ya
han sido tratados por los hermanos Oliver Hurtado, por M. Sotomayor, por J. M. Roldán o
por J. Álvarez Barrientos y G. Mora1362, entre otros, centrándonos más especialmente en
los aspectos de la excavación en sí misma.
En 1747 se produjo el hallazgo de una inscripción en bronce (FIGURA 136), que
venía a confirmar las constantes noticias acerca de hallazgos de vestigios romanos que
desde el siglo XVI venían dándose en la zona1363. Ello sin duda fue lo que motivó a Juan
de Flores y Oddouz a realizar sus falsificaciones. Cuando Luis José Velázquez de Velasco
visitó Granada, no hizo mención a las excavaciones arqueológicas, porque aún no se
habían iniciado; sin embargo, sí examinó el gabinete
de Juan de Flores y Oddouz, cuestión ésta a la que ya
nos hemos referido al analizar el viaje del
malagueño, y hace mención de algunas piezas
arqueológicas que se encontraban en diversas
colecciones privadas, que fueron posteriormente
agregadas por Flores a los materiales recuperados en
las excavaciones.
Figura 136. Inscripción CIL II2/5, 639 (= II
De la documentación conservada podemos 2085), según Domínguez Alcántara.

distinguir varias fases en el transcurso de las excavaciones, aunque no será hasta el final de

1361
Santísimo, Fray Cayetano del, Historia de Sisapón o de la antigua villa de Chillón, reproducido por
Romero García, J., Saesapo (Ciudad Real 1954), 16. La inscripción en cuestión en CIL II2/7, 756.
1362
Oliver Hurtado, José y Oliver Hurtado, Manuel, Granada y sus monumentos árabes (Málaga 1875),
449-471; Álvarez Barrientos. y Mora, op. cit. 875 (1985).
1363
Domínguez Alcántara, op. cit. 35 (1754). AHN. Leg. 3193; ArchRealChanc. Mss. 512/2452, núm.
81, fol. 361; cfr. Gómez Moreno, op. cit. 878 (1889), 16; Sotomayor, op. cit. 751 (1986), 245-246; Roldán
Hervás, op. cit. 751 (1995), 10; Roldán Hervás, op. cit. 751 (1995), 386.
569
las mismas, cuando contemos con la documentación que remitió Juan de Flores a la Real
Academia de la Historia.
La primera fase de estas excavaciones se iniciaron en 1754, cuando Flórez comenzó a
realizar su intervención en un solar que había adquirido, y que era el mismo en el que en
1747 había aparecido una inscripción en bronce.
Inmediatamente Juan de Flores y Oddouz, a comienzos de Enero de 1754, solicitó
“licencia al Sr. Intendente Corregidor de este Reino para hacer una excavación” en la
calle de la Puerta Nueva, Parroquia de San Nicolás de Bari, en las cercanías de la antigua
Alcazaba Qadima. Flores basó su pretensión en la Real Orden Circular de 2 de Noviembre
de 1752, expedida por el Marqués de la Ensenada, entonces Secretario de Estado, para la
recolección y descubrimientos de antigüedades y remisión a la Corte de ellas, en concreto a
la Casa de Geografía establecida para este asunto1364.
El mejor testimonio de esta primera fase de las excavaciones es el transmitido por
Marcos Domínguez Alcántara, Comisionado por la Secretaria de Estado para la cuestión
del Patronato Regio, quien visitó los archivos de Córdoba y Granada. Durante su visita a
esta ciudad, conoció las excavaciones que en aquel momento se estaban realizando en la
Alcazaba, redactando un informe remitido el 26.02.1754 a José de Carvajal y Lancaster,
nuevo Secretario de Estado. Según Domínguez Alcántara, y una vez obtenida la
aprobación regia, Flores comenzó a realizar excavaciones en el lugar acordado, y “a las
cuatro varas de profundidad se encontró
una solería de piedras de la Sierra de
Elvira tan grandes, que tienen algunas dos
varas y meida de largo, una de ancho y una
cuarta de grueso, tan bien unidas como el
solado del mejor templo.
Fuese desmontando el terreno y a poco
más de dos varas se descubrió un trozo de
columna (FIGURA 137) redonda de bara y
Figura 137. Epígrafe CIL II2/5, 638 (= II 2082), según media de alto, y como vara y cuarta de
Domínguez Alcántara.
grueso en redondo, que parece ser basa de

1364
AHM Granada. Legajo 1929 (Fomento 1755); Flórez y Oddouz, op. cit. 86 (1762); Medina Conde,
op. cit. 749 (1763), Carta III, 131-137; Sotomayor Muro, op. cit. 751 (1986), 248 y 256-259.
570
alguna estatua, pues tiene en lo alto la inscripición de Publio Manlio que va señalada con
el número 1, esta se descubrió el día 26 de Enero.
Prosiguióse cavando y desmontando, y
el día 9 de Febrero se encontró otra piedra
grande blanca, con letras azules, algo mal
tratada y es la que va señalada con el
número 2 de P. Cornelio (FIGURA 138).
Esta parece que estuvo afianzada con
hierros en el paraje donde la colocaron,
pues aún mantiene una parte de ellos.
En el día 11 de dicho mes, a poca
Figura 138. Epígrafe CIL II2/5, 629 (= II 2079), según
distancia, se encontró otra piedra blanca, Domínguez Alcántara.

que va señalada con el número 3, y


empieza M F I D D (FIGURA
139). Esta se conoce que está quebrada,
y que tenía en la parte que falta otra
inscripción distinta como reconoce por
la letra que tiene al márgen

En este día se hizo un género de mina


hacia la pared del Norte de más de cuatro Figura 139. Inscripción falsa CIL II/25, 38*, según
Domínguez Alcántara.
varas para reconocer hasta donde llegaba
la solería, y no se pudo proseguir por que se encontró
con los cimientos de dicha Casa del Tesoro.
El día 12 se abrió otra mina hacia la parte de
Oriente, y se continuó por espacio de cinco varas, y se
encontró una [---] más profunda y junto a ella otra
piedra blanca con letras señaladas con taladros y como
con señales de haber tenido letras de metal embutidas,
(FIGURA 140) que es la que va señalada con el número
4, y - que según la descripición de Marcos Domínguez

Figura 140. Inscripción CIL II2/5, 632


(= II 2086), según Domínguez
Alcántara.
571
Alcántara- empieza S.P.Q. R., y en este estado mandó el Presidente que por ahora y hasta
nueva orden cesase el descubrimiento.
El día 27 de Febrero se encontró un trozo de piedra quebrada por todas partes que es
la que va señalada con el número 5.
Asimismo, se encontró como una vinagrera, o jarrita de piedra, con algunas letras o cifras
sobre la misma solería, y una efigie de Cristo, de tamaño de media cuarta poco más, de
plomo sin cruz y con señales de haber estado clavado con cuatro clavos, que por no
haberlos acabado de dibujar no podrán ir hasta el correo siguiente, en que también
remitiré a V.I. un papel que siendo del Maestro Cano lleva con el nombre la mejor
recomendación”1365.
Todas estas inscripciones se encontraron sobre un pavimento de piedras, que atribuyó a
“un templo, teatro o lugar muy frecuentado de los habitantes del pueblo”1366. Y, también
se hallaron lucernas de barro, estatuas y capiteles. En este momento, el Administrador de
los Derechos Reales logró del Presidente de la Real Chancillería de Granada la suspensión
de las excavaciones, alegando que “a él le pertenecía dicho descubrimiento, por decir que
el solar y casa era de la población”, solicitando que se ordenase a Juan de Flores el cese
de sus actividades y la entrega de los objetos descubiertos1367. En efecto, Flores cesó en
sus investigaciones, pero decidió recurrir a Fernando VI, a través del Marqués de la
Ensenada y de Ricardo Wall, el nuevo Secretario de Estado, para que le renovasen la
autorización y así poder continuar las excavaciones. Sin embargo, en fecha 21.07.1754 se
le denegó un permiso local para continuar las obras, y el 06.08.1754 presentó una nueva
solicitud al Corregidor Horcasitas, quien, desconocedor de la anterior denegación, le
concedió el permiso el 28.08.1754, comenzando de nuevo las excavaciones en Octubre de
1754.

1365
Oficio de fecha 05.03.1754 de Marcos Domínguez Alcántara a José de Carvajal y Lancaster. AHN.
Leg. 3193. Las inscripciones citadas son CIL II2/5, 639 (= II 2085); CIL II2/5, 638 (= II 2082); CIL II2/5, 629
(= 2079); CIL II2/5, 38 *; CIL II2/5, 623 (= II 2073) y CIL II2/5, 632 (= II 2086).
1366
Sotomayor Muro, op. cit. 752 (1986), 257; Roldán Hervás, op. cit. 751 (1995), 12; Roldán Hervás,
op. cit. 751 (1995).
1367
Razón del Juicio, op. cit. 760 (1781), 109; Sotomayor Muro, op. cit. 751 (1986), 257-258; Oliver
Hurtado, op. cit. 1433 (1875), 449.
572
La segunda fase de las excavaciones, comenzó en Octubre de 1754 y se prolongó hasta
Enero de 1755. Durante esta fase pues, se exhumaron una serie de galerías subterráneas,
en las que se introdujeron numerosas falsificaciones, como un ara votiva a Hércules
(FIGURA 141), mármoles con caracteres extraños, vasos y otros objetos1368.
En Enero de 1755 llegó la autorización de Fernando
VI, que le concede el permiso para que “en esta ciudad
descubriera minas, así estas como en los demás sitios
donde pueda encontrarse antigüedades, y en todo el
reino, sin que por nadie se le pueda impedir por ser
voluntad de S.M., así cuya Real Orden fue también
enviada al Sr. Presidente [de la Real Chancillería de
Granada] para que no se le impida al D. Juan de Flores
el descubrimiento, y fuera juez y director para la
calificación, identidad de los monumentos descubiertos
y que se descubriesen, enviando copia de todo lo
Figura 141. Ara dedicada a Hércules,
dibujo de L. Marín y grabado de M
descubierto a su Magestad”. Rivera.
Dado que se trataban de unas excavaciones realizadas
ahora por encargo regio, se creó una Real Junta de Excavaciones de Granada, de la que
desconocemos sus funciones específicas, pero que por su denominación podemos deducir
que era la encargada de velar por el buen desarrollo de los trabajos y por certificar la
veracidad de los hallazgos. En esta Junta, que se reunía en la casa del Marqués de la
Ensenada bajo la presidencia de Flores, se encontraban integrados representantes del
Arzobispado, del Cabildo, del Ayuntamiento y otras personas de notable autoridad, como
el Padre Juan de Echeverría, Francisco Luis de Viana, A. Fernández de la Cruz, Cristóbal
de Medina Conde, intérprete de las inscripciones, y Diego Sánchez Sarabia, que
desempeñó el cargo de “perito por la arquitectura y dibujo de la Real Junta de
Excabaciones de esta ciudad”. La propia Real Orden también estableció que la inspección
suprema de las obras recayese en la persona de D. Juan Bautista Busi y Chapelas1369.

1368
Razón del Juicio, op. cit. 760 (1781), 109-110; Sotomayor Muro, op. cit. 751 (1986), 259-260;
Oliver Hurtado, op. cit. 1433 (1875), 450.
1369
Razón del Juicio, op. cit. 760 (1781), 111; Sotomayor Muro, op. cit. 751 (1986), 260; Oliver
Hurtado, op. cit. 1433 (1875), 450; Gómez Moreno, op. cit. 878 (1889), 17; Roldán Hervás, op. cit. 751
(1995), 387; Álvarez Barrientos y Mora, op. cit. 875 (1985), 171.
573
Las excavaciones se reanudaron el 27.01.1755 en el lugar de las primeras
intervenciones, donde habían aparecido el
pavimento de grandes losas, denominado Templo
de Apolo1370, cuyo primer plano levantó Diego
Sánchez Sarabia (FIGURA 142).
En este lugar trabajó Flóres hasta 1763, a
excepción del período comprendido entre junio de
1757 y marzo de 1758 (FIGURA 143), y en ellos
cada vez eran incluidas más falsificaciones.
La continuada aparición de piezas falsificadas
ocasionó el surgimiento de numerosas voces
críticas entre destacados eruditos de la nación,
agrupados en las principales instituciones
culturales de la época. Para acallarlas, Flores
comenzó a enviar noticias de los hallazgos y copias
Figura 142. Plano del Templo de Apolo
según Diego Sánchez Sarabia.
de los dibujos a otros eruditos y aficionados, que, de
buena fe, comunicaban a otras persona los hallazgos
producidos, de manera que se estableció una verdadera
red de difusión de los hallazgos. Entre estos
propagadores inocentes, nos encontramos a Francisco
de Aranda, médico de Lucena (Córdoba), quien el
29.07.1757 remitió a Patricio Gutiérrez Bravo un
croquis del “Templo de Apolo”. Según Aranda, visitó el
Albaicín donde pudo “copiar la planta que remito, ella
va arreglada a lo que ví, y examine en el famoso
templo, y omitidas las partidas de críticas que sobre
algunas cosas se ofrecen y lo que añaden y mienten
ciertos apasionados .... y en contra debo decir a Vmd
que todo me parece magnífico y prodigioso, este templo
sea fundado por cristianos o gentiles (aunque más
Figura 143. Plano del Templo de
Apolo según Gómez Moreno.

1370
Flóres y Oddouz, Juan, Relación descriptiva de los objetos hallados en la Alcazaba de Granada.
Noticia del descubrimiento del Templo de Apolo y de los libros plúmbeos (Granada 1755). ARAH. Mss.
9/3535 (9 y 10).
574
propendo a lo último) creo ser trofeo de algún terremoto, cuyas ruinas acinadas y
olvidadas por el tiempo se hicieron cimientos de las sobrepuestas casas, tal vez
ignorándolo los mismos artífices, la situación a propósito de una eminencia que domina a
todo el terreno que ocupaba dicho edificio, persuade que con poco trastorno quedaría muy
inferior al nivel de las cercanas calles, sin que esto pruebe haber sido en su construcción
subterráneo..
El descubrimiento de todo no fue casual sino efecto de las reflexiones de un anticuario
presbítero que hoy es el director de las obra por el Rey, este había notado en la Parroquia
de San Nicolás, muy distante del Albaicín, una gruta de laa misma traza que las del
Sacromonte (las que tengo vistas) y que se dirigía a el Oriente, y aunque en parte
interrumpida con pozos y cimientos, segúa paralela a el dicho sitio, como en este había
rumores de otra gruta intentó descubrir su entrada y fue tan feliz que lo consiguió; hallada
ésta se internó y a poco tiempo fue hallando alguna lámina de plomo y fragmentos que
dicen alusión al Sacromonte, la letra es la misma y el asunto prevenir la notticia de
infinitos mártires que padecieron en
tiempos de Nerón y cuyas reliquias, se
depositaron en aquellas y en estas cuevas,
después se halló una caha de piedra
cerrada con chapa, de hierro y encerrados
en ellas los 82 cánones del Primer Concilio
Iliberritano abiertos en plomo como las
demás láminas, con la data del año 204.
Finalmente el día 14 de Mayo del presente
removiendo ruinas se halló el depósito del
cuerpo de Patricio, Obispo de Málaga.
Antes de pasar a otra cosa, es preciso
entender que luego que se halló esta
entrada de la gruta que estaba a mucha
profundidad, se reconocía en la tierra que Figura 144. Templo de Apolo. Croquis de Francisco
Aranda conservado en la RAH.
sucesibamente se cababa la ruina del
templo (FIGURA 144), pero como él y otro mayor ámbito estaba muy inferior a las casas,
se solicitó licencia para demoler éstas y hacer cortaduras que manifestasen el plano que
ya se descubra, el ámbito es un cuadro que tendrá de cuatro a cinco tosas de frente, las
575
columnas distan como tres varas unas de otras y se ven otras basas a desiguales
distancias, que verisiblemente serían otros compartimentos o naves de dicho templo.
Volviendo al sepulcro del pretendido Patricio, se ve éste en el mismo sitio que
demuestra el plano, está formado sobre un zócalo de piedra con algunas molduras, dentro
estaba la caja que contenía la oratura de un cadáver, una cruz pectoral de plomo y un
anillo de oro sin piedras, y en lugar de ésta un botoncillo del mismo metal, la inscripción
sepulcral decía Patricius Primus Episcopus Malacitanus; enfrente de este sepulcro está
otro que no se ha descubierto todaía y entre los dos pasa la escalera cuyo término se
ignora, como asimismo su uso, pues según parece estaba la principal puerta a el oriente,
respecto de que la basa dedicatoria, y otras estaban a esta parte, y son de distinto adorno
y figura. Como todo lo hallado se ha ido depositando en casa del Presidente no puedo
hablar con seguridad sobre algunas partidas que elevar los apasionados, lo cierto es que
se ha mandado volver a reconocer el archivo Sacromonte y convinar unas especies con
otras para ver que relación tengan, sin embargo de que esto es muy posterior a aquello,
esto es el dicho Concilio y la relación de otros mártires que padecieron en tiempos de
Diocleciano de que hablan algunas láminas de las halladas en la nueva gruta.
Sea de esto lo que fuere quisieron los granadinos que nada se dudara ni se disputara,
asi luego que se halló dicho sepulcro dieron aviso a el Arzobispo y Presidente a fin de
hacer procesión general, repiques y otras demostraciones, pero se contuvo el ardor
precipitado de éstos, y se contentaron con enviar notarios y testigos, para hacer conducir
a casa de dicho Presidente ...”1371.
Además, Flóres mantuvo correspondencia con los principales eruditos del momento,
como Luis José Velázquez de Velasco y Cruzado, en busca de su apoyo, remitiéndole
estampas y dibujos, o con el propio Agustín de Montiano y Luyando, Director de la Real
Academia de la Historia, a quien también le remitió algunos dibujos de los principales
epígrafes y noticias del desarrollo de las excavaciones1372. Aunque ya había remitido a la
Real Academia de la Historia noticias de sus hallazgos, no será hasta el 28.01.1760,
cuando comunique a Montiano que, “en las excavaciones de la Alcazaba de esta ciudad, se
han descubierto vestigios de algunos enterramientos gentilicios, lo que se acredita así por

1371
Carta de 29.07.1757 de Francisco de Aranda a Patricio Gutiérrez Bravo. Copia enviada por
Francisco Mateos Gago a Aureliano Fernández-Guerra y Orbe. ARAH Mss. 9/7364; cfr. Oliver Hurtado, op.
cit. 1433 (1875), 455-458; Gómez Moreno, op. cit. 878 (1889), 17; Roldán Hervás, op. cit. 751 (1985), 387;
Álvarez Barrientos y Mora, op. cit. 875 (1985), 171.
1372
ARAH. Mss. 9/2297 y 9/2301.
576
varios fragmentos de inscripiciones y huesos de nacionales que se han manifestado como
de una lápida que se halló con inscripción grabada en ella, de la que es copia reducida la
que incluyo a V.I de un esqueleto que cerca de ella estaba aún formado y adornado de dos
arracadas de plata, collar de piezas de oro, anill de dicha especie y de un joiel de rara y
extraña fábrica su materia. Plata de algo más de nueve onzas de peso, sobre el pecho de
esta cadáver hacia una plancha ovalada de cobre, muy consumida y casi hecha cardenillo.
Junto a la calavera se descubrieron dos vasijas de barro y otra de vidrio, parece
lacrimatorio...”1373.
El 15.04.1760 también pone en su conocimiento que “en la Alcazaba de esta ciudad, el
día 23 de Febrero de este año, se descubrió entre las ruinas de edficios antiguos que
aparecen en forma de enterramientos por la parte superior del subterráneo que se ha
estado y está desescombrando, una piedra jaspe parda o pedernal con varios renglones
grabados en ella”, remitiéndole posteriormente el 05.08.1760 referencia de dos
inscripciones halladas en la Alcazaba1374. Finalmente, el 28.09.1761 mandó un informe a
la Real Academia de la Historia con el objetivo de “que VS tenga aunque
compendiosamente noticia del principio, progreso y estado de los descubrimientos de
antigüedades que se estan practicando de Orden del Rey y por mi dirección en la
Alcazaba, sitio más alto de la ciudad de Granada, paso a VS esta en la que expongo dio
fomento a otros descubrimientos Real Orden, comunicada por el Excmo. Sr. Marques de la
Ensenada al Excmo. Sr. Intendente de este Reyno a fin de que Su Majestad mandaba que
de todo lo especial que en su distrito se hallara se diera noticia a la Casa de la Geografía
establecida en Madrid y por lo perteneciente a piezas de la antigüedad se remitieran a ella
las de facil conduccón con razón individual de la casualidad de sus respectivas
invenciones, sitios y demás circunstancias que ocurrieran en otro asunto y las pesadas y
de difícil transporte que se pusieran en seguro depósito en cuyo metido y noticioso el
precitado Sr. Intendente que yo conservaba algunas piezas y monedas antiguas, de piedra
y metales me pidio dibujos de todas lo que se practicó efectivamente a mis expensas
particularizando los sitios en que habían hallado dejándome prevenido que para en
adelante solicitara las que pudiera y le diese cuenta mediante lo cual y habiéndome
dedicado a la recolección de otros monumentos años antes, por especial afición que a
ellos tengo, le pedí licencia para hacer una excavación en lo más antiguo de esta ciudad,

1373
ARAH. CAI-GR/9/3939/1(1).
1374
ARAH. CAI-GR/9/3939/1(3) y CAI-GR/9/3939/1(6).
577
que es la ya citada Alcazaba, respecto varias observaciones que tenía hechas en el
expresado lugaar la que concedida con los requisitos de que ejercitara a mi costa, sin
perjuicio de tercero, con asistencia de Alguacil y Escribano que diesen fe de la operación
y de dar parte de lo que ocurriera diariamente por diferentes operarios se principió la
maniobra dia veinticuatro de Enero de el año pasado de 1754 en dicha Alcazaba en el
solar de unas casas que compré para el mencionado fin, Parroquia de San Nicolás, calle
María de la Miel y del Tesoro y ados varas más de profundo de los cimientos de las
expresadas casas bajo terreno durísimo se empezaron a manifestar las ruinas de un
edificio magnífico cuyo pavimento se hallaba solado de piedras de a dos y tres varas de
longitud y una y algo más de latitud, su calidad jaspe pardo y estando en este estado la
operación se mandó suspender a instancia de la Administración de Población por lo que
recurri a Su Majestad por la Secretaria de Estado con relación de lo expuesto y la piedad
de Rey mando se continuase por mí el descubrimiento con arreglo a las instrucciones que
en la Real determinación se contenían, ordenándose en ella que el Excmo. Sr. Presidente
de esta Chancillería aplicara a estos trabajos los sentenciados a Presidios o Arsenales que
fueran necesario y que se hallaran en las cárceles de su Jurisdicción pasándoles en ese
destino el tiempo de sus condenaciones como si a ellas fueran atento a lo cual he
proseguido la manifestación del citado edificio y en él y sus inmediaciones, antes y
despues se han hallado distintas inscripciones antiquisimas, integras y retazos de otras en
piedra y metal sagradas y profanas, lucernas de barro cocido, estatuas de alabastro
destrozadas, basas de columnas, trozos de ellas, capiteles, cornisas y otros vestigios y
fragmentos de rara magnitud, cuyas inscripciones aclaran epocas de mucha consideración
y los nombres que ha tenido la referida ciudad de Granada, Iliberria e Ilipula, que fue
libre e independiente del Imperio Romano, que tenía Capitolio, Magistrados y Senado, que
con su permiso se celebró en ella el Concilio que se denomina Iliberritano, señalan el día,
mes y año en que sucedió, que fue el tres de Marzo del 304, quienes asistieron, que se trató
en él y por que, en que sitio fue, de que servía antes que lo consagraran a Dios Trino y
Uno, y cuando, como lo destruyeron, y los que padecieron dentro de él martirio, por que
jueces y lo que los motivó a ellos.
También se han encontrado, en el interior del templo entre las expresadas ruinas,
cadáveres que uno por el relato de los monumentos de piedra y plomo que con él estaban
se viene en conocimiento ser de Patricio Obispo de Málaga, el que padeció Martirio por
no entregar los libros de la Ley que los Idólatras creían guardaba...
578
Contiguó a este edificio se han principiado a descubrir y quitar el terraplen de unas
minas, cavernas, grutas o mansiones subterráneas, que por el año 304, ya anotado, y
anteriores servían para asilo y refugio de los Christianos perseguidos del Gentilísimo y en
estas se han hallado diversos monumentos de varias especies y contenidos que unos de
ellos son cuadernos compuestos de planchas de plomo con caractéres extraños grabados
en ellas en los que se leen cánones del citado Concilio, algunos de los que se tenía noticia
por los autores que tratan de este negocio y otros de ellos estaban ignorados
absolutamente hasta de presente autorizados por distintos obispos y por Pedro Presbítero
de este Municipio y Secretario en él a quien mandaron cortar la lengua y mano derecha
los cónsulres de este pueblo padeciendo martirio en el destierro que le impusieron e
igualmente relacionan otras particularidades de mucho aprecio para la Historia sagrada
y profana.
No lejos del mismo lugar se estan descubriendo algunos sepulcros arruinados y en uno
de estos se halló el día 12 de Octubre del año pasado de 1759 un cadáver en esqueleto,
aun formado, que por la inscripción sepulcral que cerca tenía daba a entender ser de
Cecilia, mujer de Quinto Calpurnio, estaba adornado con dos arracadas, al parecer de
plata de una hechura tan no usada y extraordinaria que a no haberla hallado en el sitio a
que correspondían se dudara para que fin fueron construídas dichas piezas, tenía un
colalr de oro formado de quince piedrezuelas, un anillo de otra especie, una plancha de
cobre en el pecho, muy corroida y consumidad de hollin y en la cintura un joyel en figura
de hebillon de rara fábrica su materia plata, cerca de este y de la propia especie había
colocado en el expresado esqueleto un aro mediano a la similitud de llavero y en él
ensartados tres instrumentos que parecen ser unas pinzas, otro limpiadientes y el otro
limpiaoidos o cosas semejantes demasiadamente envejecidos y traspasados de orin y moho
al lado siniestro contiguo a la calavera se hallaron dos vasijas, una de barro y la otra de
vidrio. He pensado son lacrimatorios y cerca de los pies nueve monedas imperiales de
bronce de mediano y máximo módulo. A corta distancia de este paraje se ha ido
manifestando un muro bastantemente fuerte pero la antigüedad que demostraba lo tenía
muy maltratado. Inmediato a estos vestigios se encontró una inscripción dedicatoria bien
difusa, en piedra de alabastro en la que se lee que a Cayo Junio natural de Iliberria por
haber mantenido libre a su patria, dándole agua y donado el Patrimonio que poseía para
el culto de varias deidades y bien del público le concedieron grandes honores poniéndole
en el Templo de Apolo estatua dedietal. Finalmente en los días 23 de Febrero, 1º y 31 de
579
Marzo del pasado año de 1760, nueve de Marzo y 16 de Junio del presente de 1761, se han
sacado y hecho patentes distintos monumentos plúmbeos lapideos: el primero es una
inscripción en piedra jaspe pardo pedernal dedicada a Diocleciano y Maximiano por el
Senado y Pueblo Iliberritano en acción de gracias de haber extinguido el Cristianismo y
propagado la idolatría en esta tierra; los dos siguientes de el primer año son dos
cuadernos opistográfos uno de cuatro planchas de plomo con caractéres béticos y griegos
antiquísimos, lasa que entre otras noticias pone el catálogo de los Obispos de este
florentino municipio desde el año 52 de Cristo nuestro seños hasta el 306 que es distinto
del que corría por cierto antes de este invento por que añade muchos más prelados que los
que refiere el Emilianense episcoplio en el nominado tiempo con las fechas de su muerte y
del modo que las tuvieron. El otro cuaderno tiene 7 hojas de piedra alabastro labradas
con primor y hermosura en los cuales se inspeccionan por los dos frentes letras
Grecolapidario Béticas y signos de compendio y por lo grabado en la caja de plomo que lo
encerraba se viene en conocimiento ser el libro de los grandes milagros el que en idioma
latino expresa la creación del Mundo al parecer escrito por Augusto oispo de esta ciudad
el año de nuestra slavación de 240 gobernando la nave de la iglesia Fabiano Romano
unico de este nombre. Con estas referidas antigüedades había dos calizes, dos Larenas,
una santa Cruz y un Ara de piedra inscrita por ambas superficies asignando los cien
nombres de Dios, dedicada por Juan Obispo Iliberritano el año 82 del nacimiento del
Mesías.
Los restantes inventos que quedan anotados correspondientes a este presente año son
el primero el Ara de piedra alabastro, otra piedra de l misma calidad que en lo grabado
que tiene dice el martirio que padecieron en el foro de Jano, situado en este pueblo,
Marturio y Juan Presbiteros, Clemente y Jupnado Diaconos florentinos iliberritanos y el
libro de la Misa en nueve hojas orbiculares de plomo. La segunda y última invención se
reduce a una inscripción en piedra a Apolo, dos sellos el uno de Dario y el otro de Flavio,
obispos de este municipio, y de una plancha de plomo y otra piedra cuadrilongas ocultas
en las grutas que se estan descubriendo año 306; otra de Dario Presbítero de Cádiz para
asignar y dar noticia del sitio que oculta un gran tesoro, granse en que se explicaban los
católicos de los primeros siglos de la Iglesia cuando hablaban de cosas sagradas y para
decir que María Virgen fue concebida sin pecado siendo, este asunto tan difuso que para
circunstanciarlo como él es y manifestarlo integramente era necesario más que lo que
permite esta. No obstante me es indispensable exponer fuera digno de reparo omitir aquí
580
la narrativa de otros preciosos monumentos acreedores de la mayor atención pues para
las lecciones que he dado a los peregrinos caractéres y siglas con que se hallan he
penetrado que cuatro de ellos son de aquella cartas encíclicas remitidas por los Obispos
de la nación a Flavio que los convocaba al Conciliio Iliberritano y otras dos responsables
una del gran Osio obispo de Córdob y la obra de Felix, Obispo de Guadix, al mismo fin
todas seis grabadas en plomo y las cuatro primeras tan arduas de leer como que estan
figuradas con caracteres numerales griegos latinos y hebreos que al parecer designan las
letras iniciales de compendio que sirven al asunto. Otro de la anterior materia que es un
planchón muy grueso y corroído en el que se contiene con letras griegas y béticas un
trasunto del título de la Santa Cruz en Hebrero Griego y Lationi, leído inverso modo,
grabado por uno de los primeros Obispos de Iliberria antes del año 81 de Cristo en que
consta que murio llamdo Ameanto, el cual lo dedicó a Dios y Hombre crucificado. Y otro
también de plomo en que al parecer se comprenden varios decretos de los Padres
cconciliares en razón de doctrina y entre estos la confesión de algunos misterios de
nuestra Santa Fe de aquellos que ese celaba su publicidad por aquel tiempo a causa de la
ley del Arcano. Estos mencionados descubrimientos se hacen con la solemnidad que
corresponde para esa identidad interviniendo el Iltmo. Sr. Presidente de la Real
Chacillería , dos señores presbíteros con Jurisdicción Eclesiástica, tres señores canónigos
de la Santa Iglesia Catedral, el Sr. Intendente de este Reino, dos señores Ministros
togados, cinco caballeros regidores del Ayuntamiento de esta muy noble ciudad, un
caballero fiel, vista dos teólogos, dos canonistas, dos notarios, dos escribanos, un
Alguacil, dos Sobrestantes, dos Capataces de los Gastadores forzados Hay de día y de
noche en los sitios de las excavaciones centinelas para evitar la sospecha de extravío o
introducción... presenciándose por mí todo lo expuesto como descubridor y comisionado
que soy en virtud de Reales Ordenes en tal Negocio”1375.
Finalmente, en marzo de 1763, Flores debió suspender las excavaciones por falta de
fondos y ya no volvió a realizar más trabajos, a pesar de sus intentos para obtener el favor
de Carlos III y de otros eruditos de la corte, como Francisco Pérez Bayer o Martín
Sarmiento, personajes contrarios a la veracidad delos hallazgos de la Alcazaba.
El 12 de Junio de 1774 se produjo la denuncia contra Flores por falsificación de
documentos, comenzando un proceso judicial que duraría hasta 1777 y que conllevó la
condena de los principales falsificadores. Sin embargo, pero esto es objeto de otro

1375
Informe sobre las excavaciones practicadas en Granada (1761). Mss. 9/7141 y 11/877.
581
apartado, al que nos remitiremos en otra ocasión, y cuya consecuencia inmediata fue la
creación del Depósito judicial de la Real Chancillería de Granada, que ya hemos estudiado
en capítulos anteriores.

19.- Casa del Ciprés (Granada): Según el Padre Méndez, junto a la


denominada Casa del Ciprés existió un lugar en el que “se hicieron excavaciones y quedan
muchos trozos de basas y cornisas, ya consumidos las molduras, ya íntegros”1376.
Los objetos aquí encontrados en 1769, en el sitio denominado el Panteón gentilicio,
fueron depositados en el sótano de la Real Chancillería de Granada1377, y M. Gómez
Moreno los describe como “varios adornos mujeriles de escaso valor, como cuentas de
pasta y vidrio y piezas de un pequeño collar de oro groseramente labradas y de carácter
indefinido, bastantes monedas romanas del Imperio y españolas, cuatro puntas de flechas
de bronce y fragmentos de vasijas de vidrio, todo sacado de dos sepulturas, la una de
mujer, que parece consistían simplemente en fosas cerradas con piedras”1378.

20.- Arjona (Jaén): La narración del corregidor Antonio de Cardera y


Bermejo, indica que las excavaciones tuvieron lugar en la plaza del Mercado de Arjona, a
raíz del hallazgo en unas obras de “claros vestigios de una obra antiquisima que puede ser
Templo de la Gentilidad, con comunicacion a una especie de fortaleza, cuyos muros
arruinados se han descubierto, y en una pieza colocada en ellos una inscripcion con letras
numerales del tenor siguiente XCPOZQX”.
Además, se encontraron, según cuenta el propio Cardera, “debajo de una piedra
grandisima del cimiento de los mismos Muros una moneda con peso de 22 adarmes en
gran bronze de las que usaban los Romanos en sus tiempos mas antiguos, que por un lado
tiene la Cabeza de Jano con dos caras, segun la acostumbraban a poner en sus Medallas,
colocando en el reverso una nave con el nombre de ROMA. Tambien se halla otra moneda
pequeña mal conserbada, que no tiene cara por un lado ni otro y en el uno tiene en medio
la S.C. que demuestra haverse acuñado por decreto del Senado Romano y en el exergo
solo se le puede leer por a hora DIVA. En la inmediacion se descubrio una Cisterna de
Argamasa con siete suelos. Pero sobretodo lo que mas admira es el Cimiento que podra

1376
Méndez, op. cit. 418 (1780), 302.
1377
Razón del Juicio, op. cit. 760 (1780), 162 y 169.
1378
Gómez Moreno, op. cit. 878 (1889), 25.
582
ser del templo; el qual es de piedras labradas, todas iguales, de Vara y media de largo,
tres cuartas de ancho, y media vara de alto, exactamente unidas, pero sin mezcla alguna
en sus juntas”1379.
Antonio Cardera comunicó estos hallazgos a Pedro López Cañedo, Intendente
Provincial de Jaén, quien en fecha 07.07.1787 le ordenó la suspensión de las obras hasta
nueva orden. Ello fue aprovechado por el Alcalde Mayor de Arjona, que el 06.07.1787 le
requirió la elaboración de “un informe circunstanciado de todo lo que había producido
hasta entonces la excavación”, para su posterior remisión al “Yltmo. Sr. Conde de
Campomanes, Director de la Real Academia de la Historia e Inscripciones”. Según ese
informe elaborado por Antonio Cardera, se descubrieron “varios trozos de columnas de a 3
quartas y dos tercias, y de media vara de diametro; y dos capiteles, uno de asperon de
vara en quadro, y otro de piedra blanca de 3 quartas siendo correspondientes a columnas
de dos tercias y una pulgada de diametro el 1º y de media vara el 2º: conociendose, en
esse, haver servido para triunfo, o estatua, por tener entradas en la parte superior e
inferior, siendo de notar que en toda la excavacion no se han sacado ni cascos de texa, ni
ripios de yeso; consa tan fregüente en los escombros y ruinas de obras de mediana
antiguedad.
No debo omitir, que haviendo mandado levantar la piedra de la inscripcion
descubierta, por hallarse baja y expuesta a los insultos de los muchachos, y traido a casa,
y hechola limpiar, he hallado motibos para creer que las letras que a primera vista me
parecieron numerales, son Griegas, sin embargo de su desaliñada formacion pues son
como se sigue XCPOZQX pudiendo inferirse que la piedra esta quebrada por la ultima
fecha que ay en el reglon y que este seguia en ella o en otra compañera cuyo hallazgo sera
apreciable por lo raro de esa inscripcion que desde luego es particularisima”1380.
El Intendente remitió toda la documentación al Conde de Floridablanca, Secretario
de Estado, así como su decisión de suspender de las excavaciones, en espera de las órdenes
de la superioridad para su continuación1381. Sin embargo, Floridablanca le solicitó la
realización de “un diseño exacto de lo que se vaya encontrando y procurase que no se

1379
Oficio de 01.07.1787 remitido por Antonio Cardera y Bermejo a Pedro López Cañedo. AHN
Estado. Legajo 4818. Sign. 566; cfr. Salas Álvarez, op. cit. 125 (1999), 352.
1380
Carta de 11.07.1787 remitido por Antonio Cardera y Bermejo a Pedro López Cañedo. AHN Estado.
Legajo 4818. Sign. 566; cfr. Salas Álvarez, op. cit. 125 (1999), 352-354.
1381
Oficio de 14.07.1787 remitido por Pedro López Cañedo al Conde de Floridablanca. AHN Estado.
Legajo 4818. Sign. 566.
583
chase a perder con la misma excavacion cualquier antiguedad que pueda haber”1382. Así,
Pedro López Cañedo solicitó el 28.08.1787 a Cardera una planimetría de los
descubrimientos (FIGURA 145), que efectuó Cardera,
reflejando “con separacion la planta llana de las
excavaciones con la parte de Plaza que ocupan y de
las piezas mas apreciables que se han descubierto y
conserbo con las de mas con la custodia debida”.
Junto a ello, le acompañó una descripción de las
medallas que se habían descubierto en las
excavaciones de la Plaza del Mercado, y que es la
siguiente:
“Cobre 1.- Geronimo de Corpas de los
travajadores se hallo debajo de una piedra grande de
los cimientos una moneda que me entrego; es
Medallon de 22 adarmes de peso, tiene la Caveza de
Jano con dos Caras y por el reverso no se le distingue
la Nave y el nombre de ROMA que suelen tener estas
medallas, por haverla maltratado.
2.- Otra moneda se hallo alli de pequeño modulo: la
Caveza absolutamente borrada por un lado y por el
otro solo en su area se descubrían con perfeccion las
iniciales S.C.
3.- El mismo Geronimo de Corpas hallo otra
moneda de igual tamaño que representa por un lado al
Gran Constantino con su Caveza a la izquierda

Figura 145. Planimetría y hallazgos de


coronada de Laurel, y esta inscripcíon
las excavaciones de Arjona. AHN.
CONSTANTINVS. AVG. y en su reverso una Victoria,
oprimiendo con su pie izquierdo a un cautibo: tiene en la mano derecha un trofeo y en la
siniestra una palma y se lee SARMATIA DEVICTA.
4.- Bartolome de Medina, otro de los trabajadores, encontro otra moneda de mediana
forma: en un lado se ve la caveza desnuda de Caligula a la derecha con esta inscripcion:

1382
Oficio de 20.08.1787 remitido por el Conde de Floridablanca al Intendente de Jaén. AHN Estado.
Legajo 4818. Sign. 566.
584
C. CAESAR. AVG. GERMANICVS. PON. M. TR. P: y en su reverso una muger sentada, el
brazo derecho tendido, y en su mano la Patera: sobre la figura VESTA y a sus lados S.C.
5.- Bartolome Gonzalez se hallo una moneda desconocida de mediana forma: su
caveza a la izquierda con diadema y una S delante de la cara. Reverso un toro a la
izquierda: debajo de su boca se e este monograma M y sobre el toro media luna creciente:
en su exergo se lee el Ainphatz de Velarguero.
6.- Bartolome de Medina se encontrootra moneda, mediano bronze, su Caveza
laureada a la izquierda con la inscripcion IMP. M. IVL PHILIPPVS AVG.. Y el reverso
una muger en pie, que en la derecha tiene una balanza, y en la izquieda embraza la
cornucopia, y su inscripcion dice: AEQUITAS AVGG S.C.
7.- Juan Miguel de Cuesta otro de los peones se hallo en el pozo que se descubrio lleno
de tierra en la excavacion una moneda de buena conservacion, y con un hermoso varniz
verde: La Caveza esta a la izquierda y tocada, y el cuello adornado con su collar: Las
letras que devía devia tener delante de la Cara (que es de Venus) no se leen por estar
cortada la moneda por aquel sitio, pero tiene bien claros los tres puntos colocados detras
de la Caveza. En el reverso una figura alada con la cornucopia en su mano izquierda y su
inscripcion CORDVBA y no se le ve la tea en la mano izquierda que tiene tendida por caer
alli el corte de la medalla.
8.- El mismo encontro tambien en el pozo, a una vara de profundidad otra moneda
pequeña y gruesa: su caveza a la izquierda y en el reverso un toro tambien a la izquierda:
sobre el una media luna creciente y hacia la cola una L al reves asi . Y en el exergo no
se leen sus letras pero son iguales a las de las monedas de las de Asido.
9.- Bartolome Gonzalez se hallo una moneda de primera forma: caveza a la izquierda,
y tocada; delante de la cara OBVLCO. Y en el reverso dos renglones de letras
desconocidas, encima arado, y de bajo espiga.
10.- Juan Miguel de Cuesta se hallo una Moneda de pequeña forma. Su caveza
desnuda a la derecha y la inscripcion PER. CAESS. y el reverso quatro signos pontificales
y la inscripcion COL. PATRICIA.
11.- Otra mal conserbada que pareze de Cartago Nova = y otra quebra-
12.- y otra quebrada que no se puede conocer.
13 Plumbea.- Ultimamente Manuel Balenzia, otro de los trabajadores, hallo cerca del
muro señalado en el plano con la letra G un medallon grueso de Plomo que tenia una
costra blanca durisima, y haviendolo limpiado por un lado presenta en confuso la Caveza
585
de Jano con sus dos caras y por el reverso no se percibe lo que ay por la broza que tiene y
que no me atrebo a separar por lo blando de la materia: es su peso tres onzas y dos
adarmes”1383.
El Intendente jiennense mandó toda esta documentación al Conde de Floridablanca
para que adoptase la resolución correspondiente acerca de la continuación de las
excavaciones1384. Pero el Secretario de Estado, remitió en fecha 12.04.1788 el informe y la
descripción de las monedas a la Biblioteca Real para que Francisco Pérez Bayer
incorporase las monedas al monetario allí existente y elaborase el correspondiente informe.
Bayer, a la vista de las monedas y de la documentación remitida, consideró que “esta
documentación arqueológica vendría a corroborar la ubicación de la ciudad romana de
URGAO MUNICIPIVM ALBENSE en la propia Arjona, y de la que hasta el momento sólo
teníamos conocimiento por la presencia del topónimo en una serie de epígrafes
procedentes de Arjona y por las referencias de las referencias grecolatinas… así como a
la referencia en el Itinerario de Antonino”1385.
Las monedas aparecidas en esta excavación sirven para corroborar pues, la existencia
de un núcleo prerromano, el Urgavo de las fuentes, que posteriormente obtuvo el rango de
municipio romano, con el nombre de Urgao Alba o Municipium Albense Urgao. Pero las
columnas encontradas, con capiteles jónicos y dórico-jónicos y fustes circulares, pocos
datos pueden aportarnos acerca de la funcionalidad y/o cronología de las estructuras
encontradas.

21.- Cártama (Málaga): Se trata de unasa excavaciones practicadas en la


denominada Plaza del Pilar de Arriba o del Pilar Alto de la localidad, en la que se
descubrieron importantes restos arqueológicos de época romana, y de las que tenemos
noticias casi contemporáneas y otras de época posterior.
El primer problema se plantea con la cronología de estas excavaciones, pues la
documentación existente indica que se realizaron en 1752, y únicamente Antonio Ponz
hace referencia a que Luján desarrolló esta primera fase de excavaciones en 1747. La
segunda fase de excavaciones la llevó a cabo Luis José Velázquez de Velasco y Cruzado,

1383
Carta de 22.12.1787 remitida por Antonio Cardera y Bermejo a Pedro López Cañedo. AHN Estado.
Legajo 4818. Sign. 566; cfr. Salas Álvarez, op. cit. 125 (1999), 353-354.
1384
Oficio de 31.12.1787 remitido por Pedro López Cañedo al Conde de Floridablanca. AHN Estado.
Legajo 4818. Sign. 566.
1385
Informe de 19.04.1788 remitido por Francisco Pérez Bayer al Conde de Floridablanca. AHN

586
hacia 1751-1752, produciéndose una confusión entre las noticias pertenecientes a las
excavaciones de Luján y las de Velázquez, a lo que contribuyeron viajeros como Francis
Carter o estudiosos como Juan Agustín Ceán Bermúdez.
Inicialmente, en 1746, se habían realizado en “la plazuela prosima a la Yglesia
parroquial” una serie de excavaciones, en las que se encontraron “varios columnarios de
distintas mensuras y echuras pero echos pedazos oy esisten en esquinas y calles y entre
ellas una Basa de columna de vara en cuadro, esta sentada, y sucesivamente una columna
de hechura mosaica, pero partida por quasi el medio porque un pedazo tiene quatro varas
y media y el otro más de tres varas que toda ella compone siete varas y sucesivamente su
capitel bien feligranado de una vara en quadro que asi oy existe en esta Villa de la que
intenta el vecindario humilladero pues no lo tiene. Halláronse Gruesos y Grandes
cimientos y el suelo que se descubría era enlosado de losa de piedra blanca demás de vara
en quadro, de las que aun hechas pedazos oy existen más de setenta. Halláronse escaleras
de piedra de las que se sacaron ocho escalones y una pieda quadrilonga de vara y vara y
media que servia de meseta a las dichas escaleras”, según indica el propio Luján1386.
Estas excavaciones se prolongaron sólo durante cuatro días, y se suspendieron “por
tres motivos. El primero porque el señor Juez de cruzada ymvio comisión para que cesase
y se embargase lo sacado, lo segundo porque no había quien costease y lo tercero porque
para proseguir era ya necesario tocar a las casas”1387.
Estas noticias motivaron que el Marqués de la Ensenada, autorizase la realización de
excavaciones arqueológicas por parte del Teniente Coronel de Ingenieros Carlos Luján,
que se encontraban por la zona de la costa malagueña en busca de canteras de mármol con
las que abastecer las obras reales, tarea ésta que continuaría desempeñando posteriormente.
Así, Luján pasó a Cártama en Mayo de 1747, y realizó una excavación en la Plaza del
Pilar de Arriba, en el mismo lugar donde los vecinos habían desarrollado sus trabajos.
Gracias a la documentación existente en los papeles del Padre Flórez1388, conservados en
el Archivo de la Real Academia de la Historia, sabemos que Luján llegó a la villa con el
objetivo de “efectuar escavaziones, escrutinio, escritos y recoger monedas y antigüedades.
Y así lo hizo, practicando esta operación hasta finales de dicho año, en cuyo tiempo
descubrió en la Plaza del Pilar de Arriba…, a unas tres [varas] de fondo” un edificio del

Estado. Legajo 4818. Sign. 566.


1386
Luján, op. cit. 78 (1876), 210-211.
1387
Luján, op. cit. 78 (1876), 210.

587
que acompañó copia iguiente copia (FIGURA 146). Se trataba de los restos de una
edificación de planta rectangular, con losas de
mármol, “al parezer de los Pórticos Públicos…
los que al parezer formaban su entrada con dos
arcos sobre tres columnas de más de seis
varas”. También se documentaron tres capillas
o cellae ocupadas por diversas estatuas
sedentes (FIGURAS 83 y 147) de deidades
femeninas o emperatrices divinizadas1389.
Posteriormente, en 1751, Luis José
Velázquez de Velasco realizó de nuevo varias
excavaciones en la “plasuela de Arriba por
cima de la iglesia”, en el mismo lugar donde
Luján había planteado su actuación
arqueológica. Velázquez, según la narración de
M. Rodríguez de Berlanga, “por los años del 1751
Figura 146. Planta de las excavaciones de
Luján en Cártama (1747). RAH. al 1752 […] llevó a cabo en Cártama detenidas
excavaciones con tal tino realizadas que lo condujeron al
emplazamiento del foro y al recinto de un templo romano, donde
se encontraron estatuas mutiladas, columnas partidas y
pedestales con dedicatorias a algunas divinidades paganas.
Hubo, sin embargo, que suspender la exploración porque como
en Herculano las casas de la moderna villa se asientan sobre los
viejos edificios derruidos, y en cuanto a los restos descubiertos
colocáronse unos en las esquinas de varias calles, adosados a
las paredes, o bien se empotraron en los muros de diversos

edificios de la plaza del pueblo, mientras los otros debió traerlos


Figura 147. Escultura
encontrada por Luján en a Málaga”1390.
Cártama. AHM.

1388
ARAH. Mss. 9/7567.
1389
Luján, op. cit. 78 (1876), 210; Ponz, op. cit. 713 (1794), 96; Suplemento al Diccionario
Geographico del Obispado de Málaga. AHMMálaga. Mss. 15.137, fols. 85-85v. Las excavaciones y los
descubrimientos escultóricos han sido estudiados por Rodríguez Oliva, op. cit. 678 (1980), 43; Rodríguez
Oliva, op. cit. 767 (1979), 31 y ss. Para las esculturas, vid. ahora Beltrán Fortes, J. y Loza Azuaga, L., El
mármol de Mijas. Explotación, comercio y uso en época antigua (Mijas 2003), 109ss.
588
También tenemos algunas noticias más o menos coetáneas de estas excavaciones. Así,
Richard Twiss visitó el lugar en 1772 y entre los distintos epígrafes y esculturas de la villa
de Cártama, nos cuenta la noticia de la exhumación de un templo, con los restos de una
escalera, así como de “una mano de mármol del brazo izquierdo, de dos pies y medio de
largo, que sostenía una especie de trompeta de dieciocho pulgadas de largo, con las venas
del dorso de la mano y las arrugas de los nudillos exactamente reproducidas, que pesaba
alrededor de cincuenta libras; diez estatuas de mármol blanco muy grandes, aunque sin
cabezas ni brazos; once inscripciones en mármol; algunas medallas y una columna de
mármol rojizo de una sola pieza, de veinticuatro pies de altura y seis de diámetro. La
mano fue enviada a Madrid, al Palacio Real”1391.
El viajero inglés Francis Carter, asimismo recuerda que se “encontraron las ruinas de
un templo de Apolo, de las que se extrajeron algunos monumentos estupendos de la
antigüedad; el templo ... se edificó encima de él; muchas de las estatuas fueron llevadas a
Madrid. Las que se quedaron en la ciudad, de mármol blanco, están rotas y mutiladas...
Llas estatuas que quedan en Cártama todavía merecen la atención de los curiosos, a
pesar de su estado actual, por sus equilibradas proporciones y la caída inimitable de sus
ropas: el anticuario puede admirar aquí la perfección de la moda de los vestidos
romanos”1392.
Antonio Ponz, por el contrario, centró su mirada en las esculturas encontradas, “casi
del todo mutiladas, reducidas a trozos de medio cuerpo abajo y de medio cuerpo arriba,
fuera de dos o tres, que conservan algo más de integridad. Dos de ellas son de mujeres; la
una de tamaño colosal y en ambas se manifiesta un carácter muy grandioso y correcto.
También hay otro fragmento colosal de hombre, cosa excelente, como lo es una media
figura que me pareció de Apolo. Otras dos del tamaño natural están sentadas, y los demás
trozos son como los referidos, de la más bella escultura y del mejor tiempo de los
romanos.
Después de este descubrimiento en el tiempo que queda dicho, y en un sitio que se
creyó haber sido de un templo de Marte, se enviaron a Madrid varios extremos de estas
estatuas, como son manos, pies y no sé si alguna cabeza. Uno de los pies era tan grande,
que debía de corresponder a una figura de once varas de alto. Estas antigüedades las

1390
Rodríguez de Berlanga, M., Catálogo del Museo Loringiano (Málaga 1903), 16; cfr. Rodríguez
Oliva, op. cit. 678 (1980), 41; Álvarez-Martí Aguilar, op. cit. 83 (1996), 24.
1391
Twiss, op. cit. 558 (1775), 184.

589
amontonaron primero en otro paraje, en donde estaban muy mal; pero con el objeto de
empotrarlas en las paredes, en donde se conservaran mejor sus residuos, y fue éste un
consejo muy acertado. Además de los trozos de esculturas y de las inscripciones se
encontró una columna de mármol rojizo y blanco, cuyo diámetro por la parte inferior es
de más de veinte pulgadas y su altura, de veintiún pies; encima hay una cruz”1393.
A pesar de la confusión entre las excavaciones de Luján y la de Velázquez, podemos
decir que en los trabajos patrocinados por la Corona se documentaron los restos de un
edificio, quizás un templo dedicado al culto imperial, por las esculturas colosales
encontradas en su interior. Precismente lo que más llamó la atención de los
contemporáneos fueron las esculturas, puesto que venían se consideraron representativas
del nuevo canon estético, o canon oficial, defendido por la Academia de Bellas Artes de
San Fernando.

22.- Solar de la Aduana (Málaga): Durante las obras de construcción del


nuevo edifico de la Aduana de Málaga, situado al pie de la Alcazaba, se encontraron
diversos restos arqueológicos, según las noticias transmitidas por los viajeros ilustrados,
nacionales y extranjeros y por el erudito local Cristóbal Medina Conde.
Según Antonio Ponz, la construcción del nuevo edificio, cuya arquitectura es
representativa de la arquitectura neoclásica, supuso la destrucción de “lo que allí habían
fabricado los romanos, de buena y magnífica arquitectura, como deja conocer que la
había, de columnas enteras y medias columnas, de capiteles y otros fragmentos de
mármoles blancos y de mezcla que se han encontrado en aquel paraje adaptados por los
árabes a su mezquina arquitectura 1394.
Por otras noticias sabemos que se encontraron “jarrones y vasijas vidriadas en los
sepulcros, patios con columnas, arcos y pavimentos de mármol, acueductos y otos edificios
romanos, cmo como anfiteatro con bóvedas y gradas, que se descubrió en 1789 al abrir
los cimientos para el Hospital de Santa Ana. Se halló también un horno de fundición de
metales con crisoles y once barretas de planta; bustos de varones y matronas de mármol y
dos estatuas de mármol blanco, la una de hombre y la otra de mujer"1395.

1392
Carter, op. cit. 577 (1777), 171-173.
1393
Ponz, op. cit. 713 (1794), 738-742. Las inscripcioes mencionadas son CIL II 1953, II 1949, II 1958,
II 1956, II 1951 y II 1949.
1394
Ponz, op. cit. 713 (1794), Carta V, 806-807.
1395
Cortes y López, M, Diccionario Geográfico-histórico de la España antigua, Tarraconense, Bética y
590
También se encontraron “dos inscripciones arábigas tengo
pintadas en una alcarraza de barro blanco, descubierta en 7 de
Agosto de 1789 en los cimientos de la nueva Real Aduana, a cinco
varas de profundidad, metida en un pozo lleno de agua”1396. Junto a
ellas se contabilizan las refeencias a las inscripciones romanas CIL II
1971 y CIL II 1972, además de las CIL II 167*, II 168*, II 173*, II
174*, II 175*, II 176* y II 177*, que posteriormente fueron
consideradas como falsas por E. Hübner1397. Pero lo más destacado
de las excavaciones (FIGURA 148) fue el hallazgo “en julio de 1789
[de] una estatua de mujer mutilada en varias partes y ejecutada en
mármol blanco de más de siete cuartas de ellas”, así como “otros
muchos mármoles y fragmentos de lápidas”1398.
Figura 148.
Escultura hallada en
la Alcazaba, según
23.- Casa de la Viña (Torre del Mar, Málaga): Medina Conde.

Corresponde a una excavación arqueológica que hasta ahora se conocía parcialmente, por
los estudios realizados sobre unos vasos y alabastrones egipcios actualmente conservados
en el Arqueológico Nacional1399. La excavación vino motivada por el hallazgo el
03.03.1791 de una serie de alhajas en las labores de reparación del Camino Costero de
Málaga a Almería, en terrenos de la localidad de Torre del Mar. El responsable de la obra
puso en conocimiento del Regente del Corregidor de Vélez-Málaga el hallazgo, que
solicitó al Intendente de Málaga, Juan Piedrola y Coronado, una partida de “veinte hombre
de los de la Bridada de Desterrados que trabajan en la conclusión de la obra del Camino
a Torre del Mar” para realizar una excavación en el lugar.

Lusitania. Tomo III (Madrid 1836), 159.


1396
Medina Conde, op. cit. 714 (1775), 273-274.
1397
Hübner, op. cit. 34 (1869), 19-20 y 266.
1398
Ponz, op. cit. 713 (1794), 806-807; Cortes y López, op. cit. 1466 (1836), 159. Se trata de la llamada
“Dama de Málaga”, escultura femenida del S. II d.C., cfr. Beltrán y Loza, op. cit. 1460 (2003), 158ss.
1399
Fernández Avilés, A., “Vaso oriental de Torre del Mar (Málaga)”, Arqueología e Historia VIII
(1958), 39-42; Fernández Gómez, F., “Otro jarro paleopúnico de Vélez Málaga en el M.A.N.”, TP 28 (1971),
339-348; Almagro Gorbea, M., “Los dos jarros paleopúnicos del M.A.N. hallado en la Casa de la Viña (Torre
del Mar)”, MM 13 (1972), 172 y ss; Pérez Die, Mª. C., “Notas sobre cuatro vasos egipcios de alabastro,
procedentes de Torre del Mar (Málaga) conservados en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid”. RABM
LXXIX (1978), 903-917.
591
Practicada la misma se pudo comprobar que “el sitio se hallaba ya bien saqueado”,
puesto que la estructura exhumada “se deshizo enteramente por si se encontraba algún
otro conducto, o pavimentos iguales, lo que no se verificó”1400.
En estas obras, según el informe detallado realizado por el Intendente y que fue
remitido al Conde de Floridablanca, “los fragmentos encontrados, lo fue[ron] a el pie de un
cerro inmediato al mar, en cuio sitio conocieron los antiguos una plana y de el que los
mismos llamavan las Casas Encantadas, pues a corta distancia ay labradas algunas. Tiene
cuatro varas en quadro, seis de vaxo de tierra, sus paredes despues de formado el barreno
vertidas de piedra tosca labrada de contera, los quatro rincones formadas de la misma
piedra, en su medio para la División, y como para dos sepulcros de la misma piedra
labrada para la división y sostener las piedra de covixa que lo son de siete quartas de
longitud, y media de latitud con bastante igualdas, y estando sacando en una varro
colorado para una obra se hundió por quebrada una piedra de las dichas de covixa, y
descubrió un hueco como de una vara de altura por donde entraron y sacaron lo siguiente.
Una orza que se hallava puesta sobre un pedestal, este de piedra tosca labrada, y
aquella de piedra blanca como de alabastro transparente (FIGURA 149), su altura tres
cuartas y media, la hechura particular redondo su asiento, al parecer hecho a torno, sus
asas quanto cabe un dedo, su voca como media quarta de
circunferencia todo labrado con mucho primor. Otra orza de la
misma piedra y hechura como media bara de alto. Un bucaro
de la hechura de una olla grande como cavida de media arrova,
pintado a trazas con su tapa y pedestal del mismo barro con
quatro pequeñas asas cerca de su boca. Dos platos casi
derechos del mismo barro, uno como del mismo material, y
quando la Justicia llegó a saber este descubrimiento se havía
ya extraido de todo lo dicho. Se a encontrado una medalla que
Figura 149. Alabastrón por su asa parece cosa de venera que es adjunta su figura
egipcio encontrado en la Casa
de la Viña. MAN. estampasa su fondo lo es hondeado. Se han encontrado
algunos desechos huesos, las tinajas dizen se hallaron una vacia y otra con algunos
huesos, y la olla con arena, toda la mampostería se deshizo con la gente por si se
encontraba alguna otra maquina, o hueco inmediato, lo que no se verificó. Se dice haver

1400
Oficio de 07.03.1791 remitido por Juan Piedrola Coronado al Conde de Floridablanca. AHN Estado.
Legajo 3193(9).
592
descubierto un manillón como brazalete y un anillo de oro muy delgado con piedra, y un
pedazo de barra de plata, lo cierto es parecer sepulcro de dos personas”1401.
Finalmente los objetos fueron remitidos en 1792, según la documentación conocida,
por Manuel Gómez Bretón al Real Gabinete de Historia Natural1402, de donde pasarán en
el siglo XIX al Museo Arqueológico Nacional, en cuyos fondos permanecen actualmente.
De la descripción de los objetos y de los estudios realizados sobre ellos debemos
adscribirlos a una sepultura de cámara fenicia del S. VII a.C., que M. C. Pérez Die vincula
a la tipología de las tumbas de la cercana necrópolis de Trayamar.

24.- Despoblado de Arcos (Torrox, Málaga): Tenemos conocimiento de estas


excavaciones gracias a la carta remitida el 10.02.1773 por Ciriaco Fernández Azevedo a
Cristóbal Medina Conde, y que se incluyó en el Diccionario Geographico Malacitano.
Según estas noticias, en 1753, Francisco Fernández, Guarda de Rentas Reales, al realizar
unas obras en el lugar encontró “muchos cimientos y vestigios de casas antiguas, y entre
otras cosas un idolillo de metal, que colocó ensima del texado, de la cassa, el que despues
enfadado lo hiso pedasos, con una piedra”.
Años después, y consciente de la existencia de antigüedades, al realizar nuevas obras,
el mismo personaje llevó a cabo excavaciones en el lugar, y se hallaron “vestijios de
cassas, y un arca de plomo que tubo de pesso catorse arrovas, la qual tenia, por un lado
un venteron, que pesso sinco, y dentro dies y ocho monedas. El plomo llevo a la
Administrasion, y las monedas, regalo con ellas, a distintos sugetos. En otra ocasión
hasiendo obra en la dicha cassa, encontro una mina donde se cave de pie derecho por ella,
cuia salida tira asia el mar, y me ha manifestado, que en todas las ocasiones que a echo
obra o cavado la tierra, a encontrado ruinas de quartos, y alvercas al modo de una que
por delante de su casa vi yo”.
Otro período de excavaciones tuvo lugar en 1772, cuando encontraron “muchas ruinas
de casas, y paredes vaxo de tierra unos candiles, y platos, adornillos de piedra y otros
instrumentos, que dan mui bien a entender su antigüedad. Algunos quartos señalados, con
unos empedrados, de espesial primor, las piedras era poco más grandes que la uña de un
dedo, pulgar, azules, encarnadas y negras, y de otros colores, algunos pedasos de los

1401
Informe de 07.03.1791 elaborado por Juan Piedrola Coronado. AHN Estado. Legajo 3193(9).
1402
Carta de 17.03.1792 remitida por Manuel Gómez Bretón al Director del Real Gabinete de Historia
Natural. AMNCN, Legajo 7, nº 4, transcrita por Negueruela, op. cit. 427 (1993), 250 y 254.
593
empedrados por tener la argamason tan fuerte, se los an llevado enteros, otros que an
quedado, los e visto allí, inmediatos a estas ruinas. Se descubre por un lado del Castillo, a
la parte del mar una alverca, que al parecer fue vaño o deposito para agua dulce, para
beber, por estar fabricada con maior primor, hase figura obalada, labrada con ladrillo, y
una moldura tiene como dose varas, de largo, y seis de ancho, con su figura por medio del
ancho para entrada, de agua dulse, y salida por el otro, para el mar; por mas arriba
aparese, en las piedras como una laza de armas, pero todo tan a la orilla del mar que da a
entender claramente aver estado aquella punta, mas en tierra, y por consiguiente bien
retirado el mar, pues como esta oy no pudiera nadie vivir alli sin inundarse las mas vezes,
con los golpes de mar.
Siguiendo, asia la parte de poniente, se encuentran vestijios mui a la orilla del mar de
muralla, o paredes largas, y entre algunas piedras, una voca de mina o conducto aterrado
que da a entender, ser la salida de la mina encontrada en las casas del dicho Fernandez
puesta en el llano.
Por el levante, esta la salida y desagüe del rio, y en un alto que esta al margen de el
ai tres alvercas labradas con argamason mui fuerte, y otra inmediata al Castillo, con otras
que se pudieran descubrir, a poco diligensia, tienen figura de tenerias, y pudieron aver
sido saladeros, de pescados, pero no almadravas, de atunes, ni saladeros de ellos por ser
pescados que no se acostumbra matar en estos mares, pero pudieron ser saladeros de
vonitos, de que ai abundansia al tiempo, o de otros pescados, mui sabrosos, que
ordinariamente se matan en esta mar, y de ellos tener algun comersio los antiguos,
llevandolos a otros reinos, como ahora se practica traiendonos al vacallao.
Se han encontrado en las escavasiones del Castillo algunas monedas de las que
retengo quatro en mi poder, para que cotejadas, con otras de su tiempo, se venga en
conosimiento de la antigüedad que pueden tener”.
De la descripción efectuada por Ciriaco Fernández, debemos pensar que nos
encontramos ante los restos de la factoría de salazones de época romana, que se ubica
cercana a la villa del Faro de Torrox-Costa, quel luego se amortizó por una necrópolis
tardoantigua1403.

1403
Rodríguez Oliva, op. cit. 1327 (1979), 39-40.
594
25.- Castillo de la Monclova (Fuentes de Andalucía): En este caso existe una
documentación fragmentaria las excavaciones, puesto que existe una confusión entre las
noticias procedentes de El Castillo de la Monclova con las relativas a la cercana La
Luisiana, en la que también se realizaron excavaciones arqueológicas, aunque algunos años
antes.
Según la correspondencia mantenida entre el Marqués de Ariza y el Conde de la
Cañada, el origen de las excavaciones vino motivado por el hallazgo a finales de febrero de
1793, en unas tierras de su propiedad, denominadas “la Estacada, que se nombra de Jofre,
haciendo un hoyo, como de cinco cuartas para plantar un estacón, al golpe del azadón,
descubrió una plancha de plomo. Se creyeron sería algún tesoro y el manigero tuvo la
advertencia de llamar al Alcalde, para que dispusiese lo que le pareciere”.
En virtud de las atribuciones previstas en la legislación de Alcaldes, Corregidores y
Justicias, Juan Fernando Gil de Givaja, Alcalde de Écija, ordenó la prosecución de las
excavaciones e informó el 27.02.1793 al Marqués de Ariza del hallazgo de “un ataud de
plomo con la misma formación de los que ahora se hacen de madera, pero la tumba con el
peso de la tierra que tenía encia se había hundido. Estaba cosido con clavos de hierro,
pero estos ya en la mayor parte eran tierra. Abrieron el ataud con azadones y se hallaron
con el esqueleto de un cadáver de más que regular estatura, completa su osadura, pero a
los golpes de los azadones la mayor parte se hizo polvo. Tenía en la mano izquierda un
pequeño trozo de bastón con un casquillo de metal, sirviéndole de puño un caracol marino
como del tamaño de un huevo de gallina. Esta este entero, pero le quebraron con el
azadón un buen trozo y así lo conservó. Está el ataud primorosamente labrado por dentro,
y tenía formadas unas concavidades para la colocación de la cabeza y brazos, pero
ninguna otra cosa se halló, por donde se pudiera formar algun juicio sobre la identidad
del cadáver. Por desgracia no estaba yo en la Monclova, pues a hallarme allí hubiera
dispuesto se sacara este monumento de la antigüedad con toda la posible precaución, y no
lo hubiera hecho piezas. Estas se condujeron en un carreta al Castillo de V.E y allí
permanecen. Habrá como de veinte a veinticinco arrobas de plomo. Lo participo a V.E
para que disponga lo que tenga por conveniente, pues por ahora he suspendido el trabajo
de hacer en dicha estacada otros hoyos, advirtiendo a V.E que en el mismo sitio y a otros
distintos se han hallado y hallan varias monedas de latón, cobre y plata del Imperio
Romano”.

595
El Conde de Ariza comunicó los hallazgos al Conde de la Cañada1404, miembro de la
Real Academia de la Historia, quien lo puso en conocimiento a su vez de Antonio de
Capmany Suris y de Montpalau1405, Secretario de la Institución. Éste dio cuenta a la Real
Academia de la Historia del descubrimiento y se adoptó la decisión de solicitar al Conde
de Ariza la adopción de medidas para la custodia de los restos que se hubiesen salvado y
que, en el futuro, se pusiese mayor cuidado en los que se fueran encontrando en el mismo
sitio, remitiendo a la Acdemia noticias, descripciones y dibujos exactos1406. Otras noticias
de estas excavaciones las encontramos en el Diccionario de Tomás López1407, o en las
Actas de la Sala de Antigüedades de la Real Academia de la Historia1408, en cuyo marco se
recuperó en 1802 estas noticias, solicitándose a Tomás González de Carvajal, Intendente
de las Nuevas Poblaciones, la remisión de nuevos datos sobre estos hallazgos, puesto que
“se sabe examinó aquellas antigüedades”. Toman de aquí Ceán Bermúdez y Cortés y
López las noticias respectivas que publican en sus obras1409.

26.- Gelves (Sevilla): Las referencias que tenemos sobre esta excavación nos
las trasmite Joaquín Bravo de Laguna, párroco de la localidad, quien manifiesta que en la
zona norte de la población y a consecuencia de los “plantíos de olivares o viñas” o de las
indagaciones “para buscar manantiales de agua o para otros fines” se encontraron
diversos sepulcros. En este lugar se realizaron “muchas excavaciones” en las que “se han
hecho encontrado en toda esta longitud infinidad de ruinas y fragmentos de edificios y aun
sepulcros, según me han asegurado, utensilios de casas y otras grandes notas de
población antigua, monedas de cobre, que aún una está reservada, del emperador
Adriano”, vestigios que le llevan a defender, de manera errónea, que “Osset fue esta villa
de Gelves”1410.

1404
Oficio de 09.03.1793 remitido por el Marqués de Ariza al Conde de la Cañada. ARAH. CAI-
SE/9/3940/9(2).
1405
Oficio de 10.03.1793 remitido por el Conde de la Cañada a Antonio de Capmany Suris de
Montpalau. ARAH. CAI-SE/9/3940/9(1).
1406
ASRAH 15.03.1793; Minuta de oficio de 22.03.1793 remitido por Antonio de Capmany Suris de
Montpalau al Conde de la Cañada. ARAH. CAI-SE/9/3940/9(3).
1407
Carta de 15.06.1798 remitida por BN Mss. 7206; Segura, op. cit. 860 (1989), 120-121.
1408
Minuta de oficio de 22.03.1793 remitido por Antonio de Capmany Suris de Montpalau al Conde de
la Cañada. ARAH. CAI-SE/9/3940/9(3).
1409
CAAC 01.10.1802 y 06.10.1802; Ceán Bermúdez, op. cit. 854 (1832), 320; Cortés y López, op. cit.
1466 (1836), 236.
1410
Carta de 03.12.1785 remitida por Joaquín Bravo de Laguna a Tomás López. BN Mss. 7306; cfr.
Segura, op. cit. 860 (1989), 87.
596
27.- Guillena (Sevilla): Las escasas noticias que tenemos de estas excavaciones
hacen mención al hallazgo de una necrópolis, compuesta por “sepulturas o sepulcros,
como de gentiles de que hay muchas tradiciones de gente antigua.”, que se encontraron en
las ruinas del Castillo de la localidad1411.

28.- La Luisiana (Sevilla): De la documentación analizada podemos deducir de


la existencia, al menos, de dos momentos de excavaciones arqueológicas, que no han sido
tenido en cuenta en los estudios realizados sobre esta excavación.
José Serrano Rojas, párroco de La Luisiana, nos refiere que en el momento de la
fundación de la colonia se hallaron “en sus inmediaciones muchos sepulcros, vestigios de
casas, piedras muy particulares de todos colores que se conservan en casas del señor cura
párroco, columnas quebradas. Todo estaba subterráneo y se halló en las primitivas
excavaciones que se hicieron, encontrado especialmente un sepulcro de gran magnitud,
todo guarnecido por todas partes de grandes lápidas y fuertes piedras que aún se
conservan. Y dentro de dicho sepulcro algunos huesos del cadáver que allí se enterró. Y
otros muchos cadáveres en sus inmediaciones. Todo esto, junto con los vestigios de
cimientoss que se han encontrado en las excavaciones de las inmediaciones de dicha
población, como denota el plano, demuestra evidentemente haber sido o habido pueblo
contiguo y que dichas grandes piedras, lápidas y demás serían traídas para la
construcción de dicho pueblo antiguo”.
En esas mismas excavaciones también se encontró los restos de “un estanque o alberca
de argamazón muy fuerte con señales de bañadero con sus poyos todo alrededor de él, por
la parte interior para estar sentados los que se estaban bañando y en una de las cabezadas
de dicho bañadero había una pirámide o torreón con sus dos andanadas de asientos”1412.
Pero esta edificación ya era conocida desde antiguo, como se deduce de las palabras
escritas por el Padre José del Hierro hacia 1764-17651413, que habla de estos restos,

1411
Carta de 1785 remitida por José Barrera y Montero a Tomás López. BN Mss. 7306; cfr. Segura, op.
cit. 860 (1989), 90.
1412
Carta de 01.01.1786 remitida por José Serrano Rojas a Tomás López. BN Mss. 7306; cfr. Segura,
op. cit. 860 (1989), 98-102; Salas Álvarez, op. cit. 126 (1992), 406; Salas Álvarez, op. cit. 126 (1997), 99.
1413
Hierro, op. cit. 1255 (1765), 7.
597
situados en la Venta Quemada, , y que el propio Hierro identifica con los restos de Meruera,
citada por Plinio1414 junto a Obulcula.
Más datos de esta primera fase nos los transmite Lucas Manuel Arias Rabanal, quien
informó al Intendente General de Nuevas Poblaciones de que, en 1768 se descubrieron
“varios vestigios como de haberse arruinado alguna población extensa pues se
descubrieron cimientos de mezcla de piedra y algún ladrillo de tres dedos de frente y de a
tercia cuadrados”, así como una necrópolis compuesta de “sepulcros de piedra arenisca y
jaspe cubiertas con losas de lo mismo y dentro de ellos los huesos de unos cadáveres”, que
contenían como ajuar una “botella a ras de cuello”1415.
Estos sepulcros debieron pertenecer a una necrópolis musulmana, según la
comunicación remitida por Fray Domingo de Jesús María a Fray Andrés de la Asunción y
Fray Juan de la Encarnación, sobre una “copia de letrero que se halla en un ladrillo
encontrado en un sepulcro en las excavaciones de la Luisiana, bajo la cabeza de un
cadáver, con letras de relieve en el canto”, así como “ocho medallas de cobre árabes en
sus papelitos de una cajita de madera, halladas por los colonos en la misma Luisiana en
sus excavaciones”1416.
Debieron continuar los hallazgos en la zona, y el 22.11.1785 el Conde de Floridablanca
comunicó al Intendente de Sevilla la necesidad de adoptar las medidas necesarias para la
averiguación de las circunstancias de los hallazgos. Miguel Aldeano, Intendente de Sevilla,
comisionó a Lucas Manuel Arias Rabanal, su subdelegado, para que practicase “cuantas
diligencias sean necesarias para venir en conocimiento” de los hallazgos ocurridos en La
Luisiana1417. Gracias a las descripciones semanales realizadas por Lucas Manuel Arias
Rabanal conocemos el desarrollo de esta segunda fase de excavaciones arqueológicas,
comenzada en 1786 y que perduró hasta 1787.
Así, en su oficio de 02.11.1786, Arias Rabanal dice que “en las excavaciones que se
están haciendo en la falda y bajo de otra altura inmediata a un arroyo abundante por sus
fuentes, se han encontrado un capitel de columna de más de media vara de frente, de
alabastro y junto a él su correspondiente basa y una piedra que hacía figura de esquina,
primorosamente labradas, en media caña, y el capitel también labrado de resalte todo

1414
Plinio, Naturalis Historia, Tomo II, fol. 1 ; Hierro, op. cit. 1260 (1765), fol 133.
1415
Oficio de 02.11.1786 remitida por José Serrano Rojas a Tomás López. BN Mss. 7306; cfr. Segura,
op. cit. 860 (1989), 98-102; Salas Álvarez, op. cit. 126 (1997), 99.
1416
ARAH. CASE(9/7970/4(2-4).
1417
Oficio de 07.11.1786 remitido por Miguel Aldeano al Conde de Floridablanca. AHN. Estado.
598
alrededor y de vara de alto, todo de dicho alabastro por lo que se procuró la columna que
las ocupaba, y en efecto junto a dichas piedras se descubrió y sacó un pedazo de columna
de dicho alabastro de vara y cuarta de largo”1418.
En fecha 09.11.1786 continuó con la descripción de los hallazgos: “Desde el día 2 del
corriente hasta el de la fecha, con solo dos o tres personas que se han ocupado en dichas
excavaciones para ganar su jornal con las piedras y ladrillos que sacan, calando en
distintos sitios, se han encontrado a distancia de ocho pasos, tres sepulcros que yo he
presenciado, uno con sus costados de ladrillos con dos losas o piedras areniscas gruesas
hacia la cabeza y otras dos medianas a los pies. Junto a un cimiento, y dentro de dicho
sepulcro, se encontró el cadáver con solo sus huesos y otros como de tres [sic] junto a los
pies. Su cabeza salió con toda su dentadura completa, y a su lado izquierdo una botija
pequeña de barro con tres pies de la mismo para que hiciera asiento. Otro sepulcro
siguiendo al antecedente a lo largo, con las propias losas areniscas muy pesadas, y dentro
de él, los huesos de un cadáver, y a sus pies [sic], y junto a la calavera una especie de
redoma pequeña, larga de cuello, de vidrio, con alguna agua dentro. Y el último sepulcro,
algo desviado de lo expresado, se encontró con sus costados de ladrillo grueso, y con
cinco losas de mármol blanco cortado, y como de una vara de largo, y un dedo de alto, y a
los pies una pequeña. Contenía los huesos del cadáver y otros, y en el suelo de dicho
sepulcro unas tres piezas de barro con sus bordes que dicen eran tejas de las que usaban”.
También cuenta que entre los habitantes de la localidad existía la noticia del hallazgo, a
un “cuarto de legua del sitio relacionado, [de] bastantes sepulturas y columnas grandes, y
en este que estamos se descubrió un capitel con la labor lo propio que el antecedente que
se dio noticia. Y un ladrillo que salió de un cimiento que por sus dos costados se perciben
estas letras ITHACI por un costado, y por el otro las siguientes IXOHC”1419.
En fecha 16.11.1786 continuó su descripción de los hallazgos efectuados desde el día
nueve de Noviembre. Durante este período se descubrieron “cinco sepulcros inmediatos
unos a otros, y todos de sillares de piedras areniscas y mármol blanco. Una de ellas con
jarrillos pequeños, dos de barro y uno de vidrio, y todas con huesos de dos y tres personas,
siendo estos de bastante tamaño. Y encontrándose muchos cimientos, y material, y solados

Legajo 3193.
1418
Oficio de 02.11.1786 remitido por Lucas Miguel Arias Rabanal a Miguel Aldeano. AHN Estado.
Legajo 3193.
1419
Oficio de 09.11.1786 remitido por Lucas Miguel Arias Rabanal a Miguel Aldeano. AHN Estado.
Legajo 3193. Las inscripciones encontradas son CIL II2/5, 1324 y CIL II2/5, 1325.
599
de argamasón fuerte, y bajo de este otros pedazos de solado de mezcla fuerte, embutido en
él, unos cuadritos de mármol blanco, azul y encarnado, haciendo alguna flor, que son del
tamaño de un dado. Como asimismo dos basas de columnas, una más ancha de frente que
la otra, y últimamente se halló en un huequecito de un cimiento, e inmediato a una de
dichas sepulturas o sepulcros una cabeza que parece de marfil, con su corona antigua, y
barba, con la nariz quebrada como de haber caído dicha cabeza del cuerpo, que pesara
esta como libra y media, o veinte y cuatro onzas”1420.
El Intendente de Sevilla, en cumplimiento de sus funciones, comunicó el 14.07.1787 a
la Secretaria de Estado los hallazgos, a los que acompañó con un informe de las
excavaciones y una relación de las piezas encontradas1421, en espera de órdenes para la
prosecución o abandono definitivo de las excavaciones. Sin embargo, las excavaciones
continuaron a lo largo de los meses sucesivos de1787, como se desprende de las relaciones
semanales que Lucas Miguel Arias Rabanal envió esta vez directamente al Conde de
Floridablanca. Así el 05.08.1787 remite un resumen de las excavaciones practicadas en
1786 y, con respecto a las nuevas excavaciones, se descubrieron “otros tres sepulcros de
piedra mármol y ladrillo, con huesos de cadáveres, uno de ellos con cuatro calaveras y
vasos lacrimales de barro y vidrio, e inmediato a ellos dos basas de columna fuertemente
sentadas de tres cuartas en cuadro, y bastantes materiales de piedra y ladrillo grueso”1422.
El 16.08.1787 continuó con la descripción de lo encontrado, informó que se habían
encontrado “otras dos basas de columnas de tres cuartas en cuadro; un trozo de columna
como de cuarta en alta, un capitel de cuarta de frente; primorosamente labrado aunque
gastado; cuatro sepulcros, los tres con sus losas de mármol de cuarta en frente, y otras
comunes losas de piedra fina cortada del grueso de un dedo, dentro de ellos se
encontraron huesos de cadáveres y, especialmente, a uno se le hallaron trece calaveras
enteras y sus huesos correspondientes, con vasos lacrimales de barro y vidrio.
Pero el día 11, bajo un sepulcro, se descubrió un arco de ladrillo, y en su hueco una
losa con agujeros hechos con orden y primor, que habiendo arrojado por ellos algunos
chinos, se nota caían en agua, y en efecto se quitó la losa (que se partió) y se halló un
estanque hecho de ladrillo de bella obra de tres cuartas en cuadro, con cuatro varas de

1420
Oficio de 16.11.1786 remitido por Lucas Miguel Arias Rabanal a Miguel Aldeano. AHN Estado.
Legajo 3193.
1421
Oficio de 14.07.1787 remitido por Miguel Aldeano al Conde de Floridablanca; Informe de fecha
14.07.1787 realizado por Miguel Aldeano. AHN Estado. Legajo 3193.
1422
Informe de 05.08.1787 remitido por Lucas Miguel Arias Rabanal al Conde de Floridablanca. AHN

600
alto desde el agua. Y habiéndose metido en él, se halló que iba por debajo una cañería de
agua excelente, de media vara de ancho y otra media de alto. Y al sitio de mediodía tenía
su entrada capas de andar un hombre de mediana estatura cobijado de unos ladrillos
grandes puestos en figura de tijera, y a las cuatro varas de distancia se encontró otro
estanque de ladrillo como el primero que se descubrió”1423.
El 11.10.1787 continuó con la descripción de los hallazgos ocurridos “Desde el dia 16
de Agosto pasado en que di cuenta a V.E de los descubrimientos de estas excavaciones
hasta el presente, en que han trabajado lentamente en ellas con dos y tres peones se han
descubierto lo siguiente: siguiendo en el descubrimiento de la mina encontraron un
cimiento de fuente de piedra y ladrillo y a las cuatro varas de hondo se rompieron y
hallaron cuatro salitas o cuartos abovedados de una rosca muy fuerte de ladrillo
sostenidos los cuatro pies de sus arranques de un mocho de material ochavado con su
entrada a ellas por una escalera de ladrillo y piedras con su pasamano de pintura de
ramos encarnados. Cuyas cuatro piezas estaban llenas de tierra echada a mano que se
están vaciando y se creen serían baños cubiertos, respecto de estar en la derechura de las
minas de Agua, esperándose que conforme se vayan desocupando de la tierra se llenen de
Agua. Otras salitas o cuartos tienen a cuatro varas, unas y otras mayores, con
correspodencia unas a otras por unos arquitos pequeños, y dentro de ellas sobre el citado
machón se encontro una medalla de metal que es del emperador Probo, en el Imperio
Bajo.
Pero lo más apreciable de estos hallazgos es una lápida de dos varas y tercia de alto y
tres cuartas de ancho, que se encontró inmediata a dichas columnas (de que se hará
mención en el siguiente párrafo). Con las dos inscripciones sepulcrales de que a la letra es
copia la adjunta:
- - - - -/[- - -Obulcal?]-
ensis annorum CII
h(ic) s(it-) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis)
(vac.v.2)
Rustica Caccos-
sae f(ilia) ann(orum) LXXII
h(ic) s(ita) e(st) dicite qui
legitis s(it) t(ibi) t(erra) l(evis).

Ultimamente inmediato a dichas salitas y mina se hallaron juntas tres columnas, una
de sal y pez entre tres trozos de más de media vara de frente, que se piensa fueron traíadas

Estado. Legajo 3193.


1423
Informe de 16.08.1787 remitido por Lucas Miguel Arias Rabanal al Conde de Floridablanca. AHN

601
de Sierra Morna, que es donde hay esta clase de piedra, y oras dos, la una en dos pedazos
y la otra entrera todas de cuatro varas de largo y estas dos se discurre pertenecer a las
canterías de Estepa, de menos de media varia de frente. Y se siguen encontrando
sepulcros”1424.
Arias Rabanal acompañó un dibujo de la inscripción (FIGURA 90 y 150), que
posteriormente pasara a formar parte del Salón de Antigüedades de la Bética, reunido por
Francisco de Bruna y Ahumada en los salones bajos de los Reales Alcázares de Sevilla, tal
y como relata Antonio Ponz durante su visita al lugar1425.
El Conde de Floridablanca, el 24.10.1787. remitió toda la documentación recopilada a
Francisco Pérez Bayer, Bibliotecario de S.M.,
para que informase sobre los hallazgos, cosa
que éste realizó el 27.10.1787. Según Pérez
Bayer, no se podía dudar de la localización en
el lugar de una población romana, aunque por
los epígrafes encontrados poco podía
deducirse acerca del nombre antiguo; y sobre
los epígrafes hallados en los ladrillos, estos
indicarían el nombre de “los dueños o
maestros de los alfares o frigilinas para que
se supiese de cuya oficina eran o para otros
Figura 150. Epígrafe CIL II2/5, 1323
fines. Hay innumerables de ellos en los
museos, con los nombres de los fabricantes o de los obreros, y en esta Biblioteca Real
habrá por lo menos cincuenta”.
Sobre la fecha de estos hallazgos, el erudito Pérez Bayer considera que las letras IXOHC
son alusivas al Cristianismo, por ser una abreviatura de “estas cinco palabras griegas
ΙHσούς Χριστός Οεου Υιος ΣωτΗρ, esto es Iesus Christus Dei Filius Servator o Salvator, a
que aludían las palabra IXOHC (piscis)”1426.
En definitiva, nos encontramos ante unas excavaciones practicadas en diversos puntos
de la localidad en las que se documentaron tanto materiales romanos, como otros

Estado. Legajo 3193.


1424
Informe de 11.10.1787 remitido por Lucas Miguel Arias Rabanal al Conde de Floridablanca. AHN
Estado. Legajo 3193. La inscripción es CIL II2/5, 1323 (= II 1512).
1425
Ponz, op. cit. 713 (1794), 192; Salas Álvarez, op. cit. 126 (1997), 99.
1426
Informe de 27.10.1787 remitido por Francisco Pérez Bayer al Conde de Floridablanca. AHN

602
bajoimperiales y otros de época islámica. Pero, lo que más llamó la atención a los
contemporáneos fueron los dos depósitos de agua, que rápidamente fueron acondicionados
por los lugareños y en 1793 fueron abiertos al público para aprovechar las propiedades
curativas de sus aguas.
El interés por estos baños romanos también fue objeto de atención por la Real
Academia de la Historia, que solicitó de Tomás González de Carvajal, miembro de la
institución y Superintendente de las Nuevas Poblaciones, que teniendo noticia “de que Vd.
tiene algún conocimiento de unos Baños que pocos años hace se han descubierto en la
nueva población de La Luisiana, me encarga suplique a V.S. en su nombre que se sirva
comunicarla por mi mano las noticias que haya recogido de dichos Baños”1427, a lo que
éste contestó afirmativamente1428, puesto que, en cumplimiento de las funcione de su cargo
había visitado el lugar el 17.08.1796.
Según la documentación conservada, González de Carvajal identificó unos baños, en
los que “para bajar a ellos tiene sus gradas proporcionadas, y su conservación y
materiales parece ser de Romanos, se observa en su testero a Oriente solo una bocamina
con su enrrejado de ladrillos, y en el testero a Oriente solo una bocamina mayor que las
demás, y por todas ellas sale el agua que se introduce en el Baño, el cual tiene su desague
en el testero de Poniente... Enseguidad pasó SSª dicho Intendente con mi asistencia a otro
sitio que esta al mediodía de la Población y como a unos trescientos pasos de ella, se halló
un Estanque subterráneo cubierto de bóveda, que parece ser también baño y su
construcción de Romanos, y su figura es de cuatro estanques cuadrados sin división entre
sí formando una cruz y en medio un pilar o poste hinco que sale fuera y hace figura de
linterna o claraboya a los cuatro estanques; y en cado uno de estos se hallan cuatro
nichos en los tres testeros todos haciéndose frentes unos a otros; y para dicho Estanque se
baja por el cuadro que mira a Oriente por una escalera que en el dia parece rambla por
razón de la mucha tierra y broza que tiene, y dicha obra subterránea es al parecer de
ladrillo”1429.
La información la remitió a la Academia de la Historia Bernardo Vicente de Oviedo, el
nuevo Superintendente de Nuevas Poblaciones, transcribiéndola José Córnide de Folgueira

Estado. Legajo 3193.


1427
Minuta de Oficio 04.12.1802 remitida por José Córnide de Folgueira y Saavedra a Tomás González
de Carvajal. ARAH. CASE/9/7970/6.
1428
ASRAH 24.12.1802.
1429
Acta levantada por Francisco Delgado. AHM La Luisiana. Legajo. 1; Salas Álvarez, op. cit. 126

603
y Saavedra de la siguiente manera: “Entre otras cosas raras, que se han descubierto por D.
Bernardo Vicente de Oviedo en La Luisiana, de donde es Director, ocupan el primer
lugar las dos Termas o Baños Romanos, que manifiestan los adjuntos modelos. El largo y
descubierto tiene más de cuarenta varas de longitud y cuatro de latitud y todo él es de un
granito o derretido romano muy fino. Las aguas vienen por debajo de la última grada, y
salen por unas incisiones menudas, y de largo más de tercia, que hacen perspectiva muy
graciosa, como se registra en el mismo modelo en la parte a donde está el gradillaje más
completo, porque en lo demás, los muchos martirios que habrá sufrido en los millares de
años de su antigüedad la han desfigurado; y así en algunos parajes en lugar de las
incisiones se ven unos agujeros en cuadro, que forman una especie de boca mina....
El otro baño redondo y cubierto aun no está en uso, porque la multitud de agua que
tiene ha hecho más difícil su purificación, y darle salida y corriente a las minas que
entran en él, que hasta aquí se ha reconocido son tan elevadas, que se introducen por ellas
los peones hasta cuarenta varas adentro, bien que también se ha dado con algunos
acueductos de plomo. La figura de este es de cuatro salas en cuarto, que paran en una
linterna adonde se apoyan los cuatro arcos de los ángulos de las salas, y así se anda
alrededor, y las luces vienen a cada sala por dos ventanas que tiene cada cara de la
linterna, una rasgada y más alta, y la otra en arco y más baja, y estas que forman arcos se
comunican en términos, que las aguas corren por ellas de un lado al otro. El cilindro de
la linterna, y la linterna misma estaría en lo antiguo con alguna coronación, pero en el día
está chafado y desigual, como manifiestan aquellos golpes que se han señalado en lo alto,
y en medio del modelo. La obra alta de este Baño, que en un pedazo aún está solada de
mosaico, lo que indican aquellas rayitas que hay en uno de los cuarterones del modelo, se
ha hecho aquí incomprensible, bien que aún hay mucho por descubrir en esta preciosa
obra, que seguramente hace juego con otros subterráneos. Los asientos de este Baño están
en los nichos que se ven en cada uno de las bóvedas, lo que se observará mejor, quitando
las tapaderas que hacen frente al modelo a cada sala, con la advertencia, que siempre la
de la puertecilla o arquillo se pone en el lado opuesto a la escalera, la que va de quita y
pon, por comodidad de la conducción del modelo.
La Luisiana no es extraño que tenga mil preciosidades antiguas, porque está sobre la
misma Via Augusta, que iba desde el Océano al Templo de Jano, pero aun se ignora el
pueblo que hubo allí. Hay mucho de lo descubierto en el Museo del Real Alcázar de

(1997), 100.
604
Sevilla, y a cargo de D. Francisco de Bruna, Oidor Decano de aquella Real Audiencia, y
honorario del Consejo”1430.

29.- Necrópolis Rupestre de la Vereda de Granada (Osuna, Sevilla): Sobre esta


excavación, de la que existen poca documentación, se conserva la correspondencia
mantenida entre José de Figueroa y el Conde de Floridablanca, que está depositada en el
Archivo Histórico Nacional, además de la transcripción del diario de Arcadio Martín
Rodríguez, realizada por Francisco Rodríguez Marín1431, y las noticias aparecidas en los
diarios locales de finales del XIX y principios del XX.
El origen de estas excavaciones se debe al hallazgo fortuito de unas sepulturas, por el
corrimiento de tierras provocado por las fuertes lluvias. José de Figueroa Silva Lasso de la
Vega, Alcalde Ordinario de Osuna por el Estado Noble, junto con “D. Manuel y D. Miguel
Tamayo, D. Nicolás Nonet, D. Fernando Valdivia y D. Luis Arcadio Parejo, ex-director y
fundador de la Sociedad Económica de Amigos del País … hicieron excavar cerca de
dicha bóveda, hallando un fuerte arco y debajo de él dos sepulcros que sólo contenían
huesos humanos. Al lado de este arco aparecieron unos conductos que aunque obstruídos
en parte por antiguos hundimientos del terreno facilitaron el paso hasta dos panteones, el
uno sostenido por columnas y el otro hecho de bóvedas y arcos, todo de una pieza, labrada
a pico en una gran cantera de sillar. Uno y otro panteones contenían varios sepulcros
cubiertos con lozas del mismo sillar, enlucidas con cal y arena, y en ellos sendos
esqueletos, algunos de los cuales no estaban cubiertos con tierra. De estos panteones se
pasó a otra pieza, formada de dos medios cascarones sostenidos por una sola columna,
vaciada de la misma cantera, con dos sepulturas, en una de las cuales se halló una especie
como de ara, de una piedra especialísima. Descubiertas las puertas principales
condujeron a los exploradores a una especie de calles sin salida, pobladas de panteones,
si bien distintos en su fábrica. A las dos varas de dicha profundidad en una de dichas
calles se halló un fragmento de cabeza de becerro, labrada en piedra blanca y figurando

1430
ASRAH 24.05.1816; cfr. Córnide de Folgueira y Saavedra, José, Diccionario Geográfico Antiguo de
España. ARAH. Mss. 9/3915.
1431
Rodríguez Marín, F. “Las Cuevas. Diario de los trabajos y descubrimientos verificados en los años
1784 y 1785”, Apuntes y documentos para la Historia de Osuna (Osuna 1889), 115-138, donde transcribe el
diario de Arcadio Martín Rodríguez, titulado Copia del Diario de trabajos y descubrimientos que en las
excavaciones practicadas en Osuna, el año 1784, escribió el comisionado de dicho trabajo D. Arcadio
Martín Rodríguez, cuyo original se conserva en la BUS, Mss. 333-201.
605
introducir su lengua por una nariz, hallándose también una moneda en que se leía la
palabra REPARATIO y otra que sin duda, acredita ser del municipio de esta villa”1432.
Inmediatamente, remitió el 17.03.1784 un oficio al Conde de Floridablanca, Secretario
de Estado, dándole cuenta de los hallazgos, en espera de la prosecución o no de las
excavaciones. Floridablanca envió un oficio, el 02.05.1784 a Pedro López de Lerena,
Intendente Provincial de Sevilla, interesándole la recopilación de noticias sobre el
hallazgo. A su vez, López de Lerena comisionó a Mariano Esteban de Aranguren, uno de
sus funcionarios, para que reconociera y examinara el lugar1433, redactando éste un
informe sobre los hallazgos, para lo que contó con la colaboración de José de Figueroa, la
primera persona que conoció el hallazgo.
Según el informe de Aranguren, “son varias las antigüedades que han producido las
excavaciones hechas hasta ahora. He visto dos medallas en que se lee en la una
REPARATIO y en la otra VRSONE. Estas y otras hasta el número de 15, ó 20, con diferentes
efigies en el anverso, y varios jeroglíficos en el reverso que no pueden percibirse bien, dan
una idea clara de ser aquellos sarcófagos del tiempo de los romanos.
He visto también –continúa Aranguren- la media cabeza del becerro que refiere la
representación, y aunque su escultura es grosera y de muy poco arte, es un monumento
digno de aprecio.
Los dos pomos de vidrio hallados en uno de los sepulcros que se dice en la
representación me han parecido dos mitades de uno mismo en que tal vez habría
depositado algún bálsamo o licor aromático cerrado herméticamente.
Se han encontrado también muchos pedazos de mármoles de diferentes y extraños
colores y vetas, y entre ellos uno de pórfido de color oscuro como de javaco rapé con
motas blancas muy pequeñas.
Pero lo más particular y digno de aprecio es una cabeza de un emperador, o de algún
general de piedra blanca, como mármol raro, de poco más de tres pulgadas de ancho, y
algo más de cuatro de largo, orlada de una corona de ramos y flores, barba larga y crepa,
y con la particularidad de tener los ojos vacíos de intento, en significación del parecer de

1432
El Centinela de Osuna nº 63, de 17.04.1887; cfr. Rodríguez Marín, op. cit. 1502 (1889); El Paleto
de Osuna nº 42, 43 y 44 de Mayo de 1903; Salas Álvarez, op. cit. 118 (2002), 52-53.
1433
Oficio de fecha 26.05.1784 remitido por Pedro López de Lerena al Conde de Floridablanca. AHN
Estado. Legajo 3193.
606
ser imagen de algún ciego. Esta cabeza fue hallada en la profundidad de un pozo de
treinta y seis varas de hondo, puesta sobre un trozo de mármol colocado horizontalmente.
De estos mismos sepulcros es una lápida que se conserva en el Convento de San
Francisco de aquella villa, cuya inscripción dice asi:
D(is) · M(anibus) · s(acrum) ·
Marciana ann(orum) · XXXXVII pia
1434
in s(uis) · s(it) · t(ibi) · t(erra) · l(evis)” .

Asimismo, recomendaba la provisión de fondos para la continuación de las


excavaciones, ya que proporcionarían nuevas antigüedades, que el autor consideraba como
documentos de primer orden que podían servir para sacar “de la oscuridad en que se halla
la historia y antigüedades” de Osuna y por “la utilidad que debe resultar al público de los
conocimientos que faciliten, para la Historia los monumentos que allí se encuentren”.
A la vista del informe elaborado por Aranguren, el Conde de Floridablanca, mediante
oficio de fecha 20.08.1784, comunicó al Alcalde de Osuna la Real Orden por la que “el rey
había mandado que continuase descubriendo los sepulcros antiguos para lo cual se
librarían 12000 reales, en cargado que las excavaciones se practicasen con el mayor
cuidado, a fin de que los monumentos que se hallasen estuviesen en estado de poder servir
a la Historia”1435, realizándose las excavaciones entre el 11 de Octubre de 1784 y Febrero
de 17855.
Podemos seguir el transcurso de esta fase a través de los diarios de Arcadio Martín
Rodríguez y de la correspondencia intercambiada entre José de Figueroa y el Conde de
Floridablanca, en la que se refleja de forma sucinta los resultados de las excavaciones.
Según comenta José de Figueroa en fecha 23.10.1784 al Conde de Floridablanca,
“desde mi último aviso se han descubierto porción grande de cuevas o bóvedas
subterráneas, que por ser muchas, varían poco en su construcción de las anteriormente
descubiertas, y no hallarse en ellas cosa particular, que pueda merecer la atención de V.E.
no las individualizo, y solo resulta su detalle en el diario que llevo para que en todo
tiempo conste el por mayor de lo descubierto.
Merece aprecio según entiendo, una porción de plomos hallados en las excavaciones, y
fuera de las bóvedad, que siendo ovalados en su centro, finalizan en punta por sus dos

1434
Informe de 26.05.1784 remitido por Mariano Esteban de Aranguren a Pedro López de Lerena. AHN
Estado. Legajo 3193; Rodríguez Marín, op. cit. 1502 (1889), 195; Salas Álvarez, op. cit. 118 (2002), 53. El
epígrafe encontrado es el CIL II2/5, 1062.
1435
Oficio de fecha 25.08.2784 remitido por José de Figueroa al Conde de Floridablanca. AHN Estado.
Legajo 3193 (16); El Centinela de Osuna nº 63, de 17.04.1887.
607
extremos, y aunque de distintas figuras los mayores no excederán de cuatro onzas de peso,
leyéndose my bien conservado en algunos la inscripción siguiente CN MAG IMP que yo
constituyo Cneus Magnus Imperator.
En los días 20, 21 y 22 del que sigue se han hallado, en el primero un sepulcro
pequeño de un párvulo, todo de plomo, fuera de las bóvedas, y a un costado de la calle en
que está el de piedra, que a V.E. noticié, colocado a una vara de la superficie dentro de la
cantera, que para este efecto se cortó, cubierto con lucillo del mismo plomo, bien
conservado, y ajustado a su caja, y después losas de barro que lo cubrían.
En el segundo se descubrió otra grande de plomo con nueve y media cuartas de largo
en todo conforme, y solo con la diferencia de estar cubierto además de su lucillo, con una
doble bóveda de un grueso ladrillo dormido, la más fuerte y primorosa.
En el tercero se halló otro de la misma magnitud casi, pero de igual materia y forma, y
sobre el plomo cubierto como el primero con losas grandes de barro con una media caña
a sus cantos o lados.
El primero y último [estaban] rellenos de tierra y cal, con sus huesos mal conservados,
sin otra cosa alguna. Y el segundo conservaba su esqueleto completo, que en mucha parte
tocado se deshizo y solo con porción de cal casi petrificada.
En este mismo día 22 salió en dicha excavación, y a corta distancia de estos sepulcros,
una moneda bien conservada en su busto, y mayor parte de sus letras, que [cotejé] con el
Gusseme1436 … y es la siguiente: Sic Imp. M. Julio Filippo Aug. su cabeza laureada, en su
anverso S C, columna en medio con 111, y el mismo milliarium SAE culum”1437.
El 13.11.1784 continúa con la descripción de los hallazgos, manifestando que
“posterior a mi último aviso, se han descubierto en la misma excavación, que se continúa,
otros dos sepulcros de plomo y de igual construcción y medida, y sólo la diferencia de
hallarse el último más bien conservado que otro alguno.
Asimismo, se han descubierto otros varios plomos, unos con inscripciones mal
conservadas, y otros sin ella del tiempo de Pompeyo por ser idénticas en un todo, con los
que en mi última anuncié.

1436
cfr. Gusseme, op. cit. 305 (1773), Tomo V, folio 425, número 25.
1437
Oficio de 23.10.1784 remitido por José de Figueroa al Conde de Floridablanca. AHN Estado.
Legajo 3193.
608
En los mismos términos, y sitios han salido una garra o uña de Águila de piedra y el
brazo derecho de una estatua pequeña, en cuya mano sostiene una granada, pero sin
parecer los restos de estos dos fragmentos.
Aunque se descubrió últimamente otra bóveda grande sepulcral sostenida de dos
gruesas columnas sacadas de la misma piedra, y que por su interior se comunican con
otras ya descubiertas no conteniendo inscripción ni sarcófago apreciable, no la
individualizo a V.E. como lo demás que hallo digno de su atención”1438.
El 04.12.1784, continúa José de Figueroa con la narración de los descubrimientos, en
los que destaca “el hallazgo de otros dos sepulcros y varios plomos del tiempo de
Pompeyo, por ser, aunque de distintos tamaños, en todo conforme con los hallados
anteriormente bien conservada su inscripción, sólo ha ocurrido en la excavación que se
concentran en el Camino de Granada, el haber descubierto un cuadro de siete varas, y
una media de la superficie del camino, todo cortado y excavado en la misma Cantera,
solado por igual con piedrecitas de varios colores, son blanco, azul, papiro y verde con
varias figuras y dibujos particulares con son dos fatos frente uno de otro, con una especie
de murete entre sus uñas, esto mismo se advierte en los cuatro frente, y en sus esquinas
cuatro Caras o figurones con barbas y hasta en el medio un cuerpo desnudo el más
perfecto; en una mano tiene una especie de culebra, la otra le falta, como también la
figura que le acompañaba que era una mujer, por lo que se advierte en la parte del vestido
y pose que conserva; la cabeza el varón está adornada de plumaje, y ninguna piedra
excede del tamaño de un dado y todos con igual figura.
No está en todas sus partes bien conservado por el transcurso del tiempo... que sobre
si tenía, sin embargo del gran cuidad que desde luego hice poner, pero con las mezclas
sobre que está fundado están pasadas, aun cuando hubiese quien lo completase, con
piedrecitas que podrían proporcionarse de otros pedazos que en otro sitio se han
descubierto, es muy difícil el dibujo para que lo puedan aquí completar.
A la inmediación apareció otro sitio casi igual que contenía dos grandes losas de
alabastro de dos varas de largo con vetas de colores pero paridas de tiempo antiguo y
debajo 8 monedas Romanas, una de Adriano, una de Probo, 3 de Valentiniano, una de
Valerano, otra de Graciano y un municipio de Cádiz”1439.

1438
Oficio de 13.11.1784 remitido por José de Figueroa al Conde de Floridablanca. AHN Estado.
Legajo 3215, número 240(1).
1439
Oficio de 04.12.1784 remitido por José de Figueroa al Conde de Floridablanca. AHN Estado.
Legajo 3215, número 240(2).
609
A continuación, el 15.12.1784, José de Figueroa vuelve a remitir una nueva
comunicación al Conde de Floridablanca, en la que informa del hallazgo de un “cuadro
nuevamente descubierto en las excavaciones que descubren continuo y cuyo preciso
dibujo, por no haberse aclarado bien, nos hizo parecer gatos, lo que en efecto son Tigres;
y en su inmediación se ha hallado un profundo pozo, todo cortado a pico en la misma
piedra, en todo conforme a cordel, en el que se descubrió la cabeza de un Cesar laureada,
causa por la que se continuó hasta su fondo, por si se descubría alguna otra estatua,
inscripción o monumento apreciable.
En otro distinto sitio, y a espaldas de un torreón que fue de Argamasa, se ha
descubierto una, al parecer, muy antiquísima cortada de bóveda en la misma piedra, de la
que en el día no puedo habla hasta que la descubierta pueda formar justa idea de lo que
fue.
También se ha descubierto una moneda del municipio de Carteia, bien conservada y
una como Concha de búcaro y en un cóncavo vaciada perfectamente una deidad pequeña,
su dimensión, poco más de un pazo fuerte, que cotejada con las que demuestra el Panteón
mítico de Pomey, resulta ser idéntica a la Fortuna, a quien consagraron distintos templos
en España”1440.
Tras una breve interrupción de los trabajos a consecuencia de las fuertes lluvias, José
de Figueroa no vuelve a enviar noticias hasta el 05.01.1785, momento en que describe que
“en los días que lo riguroso de la estación lo han permitido, se ha trabajado sin
intermisión y desde mi último aviso sólo se han hallado porción grande de sepulcros de
distinta especie, a una vara o poco más de la superficie, cubiertos con losas de barro sin
inscripción, más que una que se advierten los caracteres siguientes γλλ, que en mi
entender son griegos por haberlos visto iguales en la defensa contra Gil Porras a favor de
la Historia Literaria de los Padres Mohedano. Esta losa salió quebrada y sólo está
completa la parte que contiene su inscripción.
Estos sepulcros en los más se han hallado monedas de diversos tiempos, los que
poseen imperiales son la mayor parte, y el no tener otro auxilio para entenderlas que los
municipios de Flores, que no las traen, no puedo individualizarlas. Su número y formación
son 81 y de estas las más están muy mal conservadas, pero me figuro que las que están
ilegibles no dejarán de ser apreciables.

1440
Oficio de 15.12.1784 remitido por José de Figueroa al Conde de Floridablanca. AHN Estado.
Legajo 3215, número 240(3).
610
Ninguno ha tenido cadáver, y sí sólo servidas contenidas en vidrios, o ánforas
pequeñas, con platos y vasos de barro abucarado o algunos bastante finos, si bien se han
hallado pedazos de lanzas, y una como guadaña, pero todo muy consumido, con el
transcurso de los siglos. Como asimismo varios candiles de barro, con distintas figuras
grabadas en su parte superior, y separado una ánfora o cántara grande de más de una
vara de alto, y su cuello quebrado, pero teniendo los pedazos completos, lo hice pegar y se
conserva con la rareza de ser su asiento de figura piramidal, que en nuestros tiempos la
conceptuamos especie de destilador.
El pozo que a V.E. noticié se concluyó sin tener cosa alguna, mucha porción de cenizas
y 51 varas de hondo y en el cuadro de los dibujos que tengo por baño, y que está en su
inmediación, le mantengo un guarda para evitar que lo destapasen, hasta que sobre todo
recaiga la última resolución de V.E. si esta fuese que nada se continúe. Debo hacer
presente la gran porción de bóvedas subterráneas que hay descubiertas, todas en las
inmediaciones de un Camino Real cual es el de Granada, y tierra a Levante a los Puertos,
y en las que no tabicando sus puertas, tanto por esta causa cuanto por la de inmediación
al Pueblo, puede ser albergue de toda maldad”1441.
Teniendo conocimiento el Conde de Floridablanca del cese de los hallazgos el
05.02.1782, ordenó que los “sepulcros antiguos, monedas y otras cosas … se coloquen y
guarden con las casas del Ayuntamiento de esta villa, a mi disposición y con inventario
formal, que sirva de resguardo a dicho D. José a quien se dará entrega de una copia
firmada, quedándose ese Ayuntamiento con otra”1442.
En definitiva, nos encontramos ante unas excavaciones financiadas directamente por la
Corona, en la que se hallaron varios tipos de estructuras sepulcrales, como han puesto de
manifiesto Mª. L. Loza y D. Sedeño, y que serían los siguientes1443:
- Cámaras Funerarias excavadas en la roca, con diversas estancias, que contenían
nichos, también excavados en la roca, en los que se documentaron una serie de
inhumaciones. En el interior de una de estas cámaras, se encontraron varios fragmentos de

1441
Oficio de 05.01.1785 remitido por José de Figueroa al Conde de Floridablanca. AHN Estado.
Legajo 3215, número 240(5).
1442
Minuta de Oficio de fecha 24.02.1785 remitido por el Conde de Floridablanca a José de Figueroa.
AHN Estado. Legajo 3215, número 240(7).
1443
Loza Azuaga, Mª. L. y Sedeño Ferrer, D., “Referencias antiguas sobre la Necrópolis de Osuna”, en
González Fernández, J. (ed.), Estudios sobre Vrso Colonia Iulia Genitiva (Sevilla 1989), 178-181.
611
una escultura pétrea de un toro, hoy en día desaparecida, que T. Chapa, consideró como
ibérica1444.
- Arcosolia o Loculi excavados en la roca, en uno de los que apareció un fragmento
de escultura de un Attis funerario.
- Sepulcros excavados en la roca, con bancos laterales e inhumaciones. En ellos se
encontraron fragmentos de esculturas, como un ejemplar que presentaba una granada en la
mano, elemento de gran significado en el mundo funerario romano.
- Sepulcros excavados en la roca, que contenían sarcófagos de plomo. En el interior
de uno de estos sepulcros se encontraron los restos de un mosaico con una escena de tipo
báquico: dos tigres enfrentados en cada lado, esquinas decoradas con cabezas de sátiros y
una escena principal compuesta por un personaje masculino desnudo, al parecer Baco
coronado con pámpanos y llevando en su mano un bastón o "thirso", acompañado de una
figura femenina, que podría ser Ariadna.
- Incineraciones en urnas de vidrio y cerámica, acompañadas de su ajuar, que habría
que llevar a cronologías más antiguas.

30.- Peña del Cristiano (Osuna): Estas excavaciones vinieron motivadas por el
hallazgo el 06.03.1802 en el paraje denominado Peña del Cristiano, a una legua y media de
Osuna, de “monumentos de antigüedad y particularidades preciosas”, cuando Antonio de
Castro realizaba obras para la construcción de una vivienda en el lugar1445.
La noticia fue comunicada por Luis de la Rosa, Administrador de la Renta de Correos
de Osuna, a Pedro Cevallos, Secretario de Estado, en cumplimiento de lo dispuesto por
Manuel de Godoy en 1795, quien en su calidad de Superintendente General de Correos,
había dirigido un oficio a los Directores Generales de Correos para que remitiesen todas las
noticias que tuvieren sobre antigüedades a la Real Academia de la Historia1446.
Pedro Cevallos aparte de remitir la noticia a la Real Academia de la Historia1447, le
comunicó a su subordinado que debía dirigir su información también “a la Real Academia

1444
Chapa Brunet, T., La escultura zoomorfa ibérica (Madrid 1980), 111, 153 y 156, donde se
considera como un elemento funerario y se le incluye en el Grupo A-1, que es atípico para los toros.
1445
ARAH. CASE/9/7970/5(1-8) y CAI-SE/9/3940/13(1-3). Parcialmente fueron estudiadas por Sedeño
Ferrer, op. cit. 99 (1993).
1446
Oficio de fecha 07.12.1795. ARAH Mss. 9/3910 y ASRAH de 04.12.1795. Sobre la Arqueología en
tiempos de Godoy, vid. Canto, op. cit. 512 (1994-1995) ; Canto, op. cit. 512 (2001).
1447
Oficio de fecha 30.03.1802 remitido por Pedro Cevallos al Secretario de la Real Academia de la
Historia, dando cuenta de los hallazgos. ARAH. CASE/9/7970/5(2) y CAI-SE/9/3940/13(2).
612
de la Historia en Madrid que está encargada particularmente del ramo de las
antigüedades en el Reino”, lo que Luis de la Rosa realizó en fecha 30 de Junio de 1802.
Según la descripción realizada por éste último, en las labores de obtención de piedras y
ladrillos para la construcción de una nueva casa, se halló “una columna de piedra pez de
cinco a seis cuartas de longitud, diez de circunferencia, en forma de principio de triunfo, y
en la parte superior una concavidad de cuarta en cuadro, y un borde, y a los lados de la
concavidad seis agujeros, tres en cada lado, cada uno de una pulgada de diámetro, sobre
cuya columna se lee la inscripción siguiente:
L(vcio) Sergio Regis f(ilio)
Arn(iensi) Plavto q(vaestori)
Salio Palatino
1448
patrono
Una columna cuadrada por todos lados haciendo medias cañas con vara de largo,
media vara de diámetro y una de sus bases con una hendidura de más de media cuarta.
Seis basas de alabastro entre grandes y pequeñas.
Dos pedazos de columna de piedra pez que se infiere y declaran los mismos
trabajadores rompieron con los golpes de la excavación.
Una caja sepulcral de alabastro, con cubierta de piedra algo azulada, su tamaño de
dicho sepulcro dos varas, y media de largo, trs cuartas de profundidad y otras tantas de
latitud o ancho. Dentro una calavera con los huesos espinazo que al tocarlas se redujeron
a polvo, dos botellas de vidrio basto verdoso, y una lápida de cuarta en cuadro con un
caballo atado a un pino todo dentro del mismo sepulcro, sobre cuya lápida descansaba la
cabeza del cuerpo, y a cada uno de los lados de la botella.
Diversos ladrillos con varias figuras esculpidad de perros, jabalíes, caballos atados o
árboles, y en estos una estrella en el cuarto trasero con la letra V.
Diversos pedazos de alabastro que parece componen una batea o fuente grandes, y
está labrada con una primorosa cenefa haciendo hondas y figurando como enlazadas
hojas de parra.
Una losa de siete a ocho cuartas de largo, una de grueso y tres de anchura, con una
hendidura por un lado de una pulgada de hondo, y al fin de un lado tiene un cuadro
formado por dos rayas, y otras que lo atraviesan …
Diversos ladrillos de más de tercia en cuadro con hendiduras como para encajonar
unos con otros, y varias rayas que atraviesan una de sus superficies o planos…

1448
CIL II2/5, 1113 (= II 1406; ILS 2922).
613
Un pedazo de alabastro grande, que hace un gran borde, y en este esculpidos un león,
un pez, un galgo, un pedazo de otra casta (parece dogo) y un animal con un rabo
enroscado que acaba en tres puntas, alas, cuello enroscado y boca de serpientes.
Una lápida con la … inscripción siguiente:
D(is) M(anibvs) s(acrvm)
INIGIO SERR
++NO[---]
LISSIVS[.?]O
SII[---]ST+[---] / IS[---] COLI[---]
SATE te rogo
pr(a)eterie(ns) di cas
1449
sit tib[i terra levis]
Otra lápia grande y bastantemente larga con la inscripción siguiente:
------
[---]si pars ++[---]-
flos catus ut p(ro) tuo p(ro)mis
{sis}so et sublibamine meream(u)r
infred[i] parad[i]si iaune recessit
autem Quistr(i)cia in pace die M(a)rtis
qu[o]d fuit Id(us) F(e)b(ruari)as era DCCXLVI
q[u]em pos(tea?) nomime Christi Adotius vir su(us) sepel(i)vit
eam in quo tumulo requievit in pace
vixit quattuord(e)ni(s?) co(m)plevit a-
n(n)os sepulta est tumulo
1450
hamen” .
El Secretario de la Real Academia de la Historia, remitió las noticias a los miembros de
la Sala de Antigüedades de la Academia, para que emitiesen su informe sobre los
hallazgos, que así efectuaron Joaquín Traggia de Santo Domingo, José Córnide de
Folgueira y Saavedra, Diego Clemencín y Viñas y José Ortiz y Sanz. Joaquín Traggia
observó los errores contenidos en la noticia de Luis de la Rosa, en especial en lo referente a
la trascripción de los epígrafes. Llamó la atención sobre los restos arquitectónicos y
escultóricos exhumados, cuyas descripciones también consideró deficientes, pero que
podían ser indicativos de la existencia en el lugar de un importante asentamiento romano y
visigodo, por lo que consideró la necesidad de proseguir con las investigaciones, así como
buscar “algún arquitecto o ingeniero capaz de examinar el terreno, y sacar dibujos exactos
bajo escala de todos los monumentos hallados y observar si se ven vestigios de cimientos
en el terreno”1451.

1449
CIL II2/5, 1114 (= II 1415).
1450
CIL II2/5, 1115 (= IHC 96).
1451
Informe elaborado por Joaquín Traggia de Santo Domingo el 05.04.1802. ARAH. SE/9/7970/5(3).
614
Examinado el informe, los académicos decidieron que el mismo pasase a Diego
Clemencín y Viñas y a José Ortiz y Sanz para que elaborasen una nueva exposición sobre
los hallazgos1452. José Ortiz y Sanz analizó las noticias originales y el informe de Joaquín
Traggia, concluyendo, en primer lugar, que “la relación viene ayuna de conocimientos
anticuarios”. Consideró Ortiz que “si la excavación estuviera al oriente de Osuna
pudieran las cosas halladas pertenecer a la célebre ciudad de Munda, la cual … sólo
podía distar de Osuna legua y media. De las columnas, pilastras y demás fragmentos de
jaspe, mármol, alabastro, etc., encontrados, solo diré convendría continuar la
excavación”, pero en esta ocasión bajo la dirección “de persona capaz y práctica en
antigüedades”. Acerca de la interpretación de los epígrafes, coincidió con las
observaciones efectuadas por Joaquín Traggia y consideró que estos restos pertenecerían a
un asentamiento romano y visigodo, conclusiones a las que posteriormente se sumaría
Diego Clemencín y Viñas1453.
Presentado el nuevo informe a la Academia1454, se acordó remitir a la Secretaria de
Estado un oficio por el que reclamaba la necesidad de estudiar con mayor exactitud los
restos descubiertos por Luis de la Rosa, con la finalidad de contribuir “al conocimiento del
estado en que se hallaban las artes en nuestra península”1455. Pedro Cevallos puso en
conocimento de Luis de la Rosa esta noticia, quien para enmendar los posibles errores
existentes en su inicial noticia remitió a la Real Academia de la Historia una “rectificación
de mis observaciones que se dejan ver en el papel adjunto, y también les dirijo en un
cajoncito por el correo de este día, dos pedazos de alabastro, en el uno esculpido un león y
el otro una cenefa figurando hojas como de Pascua, que es lo único que puedo remitirle, y
que he podido adquirir en el retardo que se advierte, por que la precisa asistenci a los
deseos de mis obligaciones en la Administración de Correos de mi cargo y otras
dificultades me lo han impedido. Su V.S.S. Haciendo aprecio de este descubrimiento
podrán ampliarse sus ordenes y medios de que haya de valerme para su continuación
hasta completar las obras de tan digno objeto, mediante el haberse suspendido por D.
Antonio de Castro dicha excavación, sin duda temiendo los gastos que son indispensables

1452
ASRAH 09.04.1802.
1453
Informe elaborado por José Ortiz y Sanz en 15.04.1802, que fue asumido por Diego Clemencín y
Viñas el 17.04.1802. ARAH. SE/9/7970/5(4).
1454
ASRAH 17.04.1802.
1455
Oficio de fecha 01.05.1802 remitido por José Córnide de Folgueira y Saavedra a Pedro Cevallos.
ARAH. SE/9/7970/5(5).
615
a ese fin que importa poco a un particular cuando haya de sacrificar para ello sus
intereses”1456.
En definitiva, nos encontramos con las noticias de una excavación arqueológica en la
que se exhumaron los restos de un posible asentamiento rural, que tuvo una duración
cronológica, a juzgar por los epígrafes, al menos desde época augustea hasta la visigoda, y
en la que se hallaron diversos ladrillos con decoración estampada y fragmentos pétreos con
decoración geométrica y animalística en relieve.

31.- Itálica (Santiponce, Sevilla): El interés por los restos de la antigua ciudad
romana de Itálica no es una cosa exclusiva de la Ilustración, ya que desde el Renacimiento,
los restos de la ciudad habían atraído especialmente a los eruditos y arqueólogos. Sin
embargo, a lo largo del XVIII la ciudad se convertirá en el centro del interés de los
anticuarios andaluces, agrupados en la Academia Sevillana de Buenas Letras, entre los que
destacan, especialmente, las figuras de Miguel José Espinosa Tello de Maldonado, el
Conde del Águila, y de Francisco de Bruna y Ahumada, quienes comenzarán un plan
intensivo de intervenciones o excavaciones arqueológicas sistemáticas en el yacimiento, en
las que se sacaron a la luz importantes vestigios epigráficos y escultóricos.
Así, en 1753, y bajos los auspicios del Conde del Águila, se realizaron las primeras
excavaciones en el lugar conocido como Cerro de los Palacios o Los Palacios, en las que
se hallaron dos epígrafes, esculpidos sobre pedestales, y dedicados (FIGURAS 95 y 96),
uno a Marco Aurelio Probo
imp. CAES ·
m. aurelio · PROBO
pio. fel. inVICTO · AVG ·
p. m . trIB · POTEST · COS
PROCOS
r. p . ITALIVCENSIVM
devOTA · NVMINI ·
maIESTATIQVE · EIVS
DICANTE · AVREVLIO
iuLIO · V · P · A · V · P · ET
cVRATORE · REIPVBLIC
ITALICENSIVM
y el otro al emperador Caro:

1456
Oficio de fecha 30.06.1802 remitido por Luis de la Rosa al Director de la Real Academia de la
Historia. ARAH. SE/9/7970/5(7); Minuta de oficio de fecha 13.07.1802, remitido por José Córnide de
Folgueira y Saavedra a Luis de la Rosa. ARAH. SE/9/7970/5(8), acusando recibo de la llegada de una
antigüedades procedentes de Osuna.
616
IMP · CAES
M · AVR · CARO ·
PIO · FELICI · INVICTO
AVG · PONT · MAX · TRIB
POT · · P · Cos · PROCOS
RESP · ITALICENS ·
DEVOTA · NVMINI · MAIESTATIo
1457
EIVS
Estos epígrafes fueron depositados en el Patio del Apeadero del cercano Monasterio
Jerónimo de San Isidoro del Campo, verdadero propietario del terreno, pasando a formar
parte de la colección o depósito eclesiástico allí reunido, lugar en el que permanecieron
hasta finales del siglo XVIII, y al que ya nos hemos referido en otro apartado de este
trabajo. Según la descripción de Itálica efectuada por Fray Fernando Zevallos, en 1760
volvieron a realizar nuevas excavaciones en el mismo Cerro de los Palacios,
descubriéndose un pedestal dedicado al emperador Floriano (FIGURA 151), que
posteriormente también pasó al Monasterio de San Isidoro
del Campo1458.
En 1781 volvieron a realizarse en el Cerro de los
Palacios trabajos arqueológicos, aunque esta vez bajo la
dirección de Francisco de Bruna y Ahumada, con la
finalidad de recopilar piezas para los fondos del Salón de
Antigüedades de la Bética que tenía formando en los
Reales Alcázares de Sevilla. En el marco de estas
excavaciones se encontraron varios epígrafes y,
especialmente, los torsos de las estatuas de Diana, un
torso masculino con clámide, la estatua de Trajano
heroizado y la de Adriano. Para su conocimiento tenemos
Figura 151. CIL II 1115, según tanto las noticias recogidas por Fray Fernando de Zevallos,
Cándido María Trigueros.
que debió visitar el lugar durante la fase de desarrollo de

1457
Flórez, op. cit. 848 (1754), 224-226; Ponz, op. cit. 713 (1794), 637-638; Zevallos, op. cit. 848
(1886), 26; Luzón Nogué, op. cit. 848 (1999), 36-37, Luzón Nogué, op. cit. 544 (2003), 52. Los epígrafes son
CIL II 1116 y CIL II 1117
1458
El epígrafe encontrado es el CIL II 1115; cfr. Flórez, op. cit. 848 (1754), 224-226; Trigueros, op.
cit. 307 (1773), 316-Lám. II; Zevallos, op. cit. 848 (1886), 25-26; Ponz, op. cit. 713 (1794), 637-638; León
Alonso, op. cit. 543 (1993), 38; Luzón Nogué, op. cit. 848 (1999), 40-41, Luzón Nogué, op. cit. 544 (2003),
53.
617
los trabajos, como la información remitida por el propio Bruna al Conde de Floridablanca,
así cuanto por las noticias conservadas en la Real Academia de la Historia o las aparecidas
en el diario sevillano El Correo de 2 de Enero de 1782.
Según el informe de Francisco de Bruna, en la “excavación que se está haciendo en el
lugar de Santiponce distante una legua de Sevilla en el terreno de la antigua Itálica se
descubrió un hueco de quatro varas y medio palmo de largo dos y una tercia de ancho y
dos y tercia de alto; sus paredes de ladrillo romano cubiertas de enchapaduras de losas de
mármol y jaspes muy finos de una tercia, y en los intermedios laborales mosaicas de
piezas de vidrio de seis colores (las blancas doradas por la superficie) del tamaño de
dados fijados en argamasa: el pavimento estaba
cubierto de losas de mármol de dos varas y medias
de largo y dos palmos y medio de ancho entre fajas
de la misma piedra, y por el contorno de él hacia la
pared losas de a tercia blancas y negras.
Dentro se encontró una columna rota en tres
pedazos de 27 pulgadas de diámetro y 7 varas y 24
pulgadas de alto con la basa y capitel corintio de
mármol muy fino, una cornisa dórica y dos
pedestales de estatuas; uno (FIGURA 152)
perfectamente conservado con su inscripción y una
parte de otro en que se lee con claridad el nombre
del sujeto y del pueblo; con la singularidad de que
parece según las letras iniciales se llamó Colonia
Victrix Itálica, como lo había pretendido en tiempo
del Emperador Adriano, que hasta ahora todos los

Figura 152. CIL II 1130, según Fco. de Bruna


monumentos y medallas decían municipio.
Se encontraron también (FIGURAS 28 y 89)
las dos estatuas de los dos grandes pedestales de mármol muy blanco y fino de particular
escultura, la una de mujer mayor de tamaño natural con su pretexta enrollada con gran
arte al cuerpo hasta la mitad del musio, y desde allí hasta el principio de la pierna se
figura otra ropa interior como de pieles, con su Aljava a la espalda, pero le faltan la
cabeza, brazos y piernas. La otra estatua de hombre de igual mármol y perfección es

618
desnuda con la pretexta cogida al principio del pecho, y primer tercio de la espalda, está
también sin cabeza, brazos ni piernas.
Por más cuidado que se ha puesto desde que se tuvo la noticia, cuando ya se había
hecho parte de la excavación, habiendo ido diferentes tardes a presenciarla, no se han
podido encontrar las cabezas, pies ni manos, y solo se han recogido entre aquellas ruinas
trozos que manifiestan ser de los brazos y piernas, y se está examinando como podrán
acomodarse, habiendose sacado con no poco trabajo del hoyo la columna por su gran
mole.
Las losas y jaspes de la enchapadura de la pared como estaban cubiertas de tierra al
hacerse la excavació al principio con menos cuidado se hicieron menudos pedazos porque
solo con los dedos se rompían al más leve
golpe, sin embargo he podido recoger
algunas enteras de varios colores que así se
les ha dado el aire se han endurecido; se
hallaron también pedados de tinajas de
mármol rosado; y entre huesos casi
petrificados una sortija cubierta de
herrumbre, que parece ser lo que se descubre
ser de metal corintio, con unas letras en lo
que hace la frente que pueden decir AELIA.
He conducido a este Alcázar los
pedestales y estatuas que he colocado en el
Figura 153. CIL II 1135 , según Fco. de Bruna.
mismo salón donde están los modelos de yeso
y demás inscripciones de la Bética; también he recogido diferentes losas (FIGURA 153) y
jaspes y el anillo, e incluyo a V.E copia de las inscripciones”1459.
Junto a esta descripción Fray Fernando Zevallos dice de estas excavaciones que “se
hallaron el día 2 de Noviembre de 1781 en el mismo sitio los troncos de dos estatuas, sin
cabezas ni brazos, ni piernas. La una es de mujer con túnica y precinta, y la otra de un
hombre desnuda con torpeza; ambas serían de elegante forma, trabajadas en bello

1459
Oficio de fecha 17.11.1781 remitido por Francisco de Bruna y Ahumada al Conde de Floridablanca.
Simancas. Sección Gracia y Justicia. Leg. 992, posteriormente publicado en RABM V (1875), 240-241; Ponz,
op. cit. 713 (1794), 637-638; León Alonso, op. cit. 543 (1993), 38; Mora, op. cit. 11 (1998), 101; Luzón
Nogué, op. cit. 848 (1999), 44-46; Luzón Nogué, op. cit. 544 (2003), 53; los epígrafes son CIL II 1130 y CIL
II 1135.
619
mármol balnco. Se encontró juntamente un pedestal que parecía (según su inscripción)
perteneciente a la estatua de mujer. El alto de este es poco más de cuatro pies, 13
pulgadas de ancho y 15 de grueso. La inscripción es otra dedicación de estatua, hecha a la
memoria de una señora de la casa imperial de los Elios, por decreto del Senado, o del
orden de los italicenses. Cuatro días después, siguiendo en busca de las cabezas y demás
partes de las estatuas se dio con el pedazo inferior del otro pedestal perteneciente a la
estatua de hombre. También se copia al fin con las pocas letras que le caben en su
porción. Estos pedestales y tronco de estatuas los llevó el Sr. D. Francisco de Bruna al
Alcázar de Sevilla donde junta otra piezas de Antigüedad u de las nobles artes, para
fomentar el estudio de sus profesores”1460.
En 1783, el mismo Fray Fernando Zevallos realizó excavaciones en el lugar conocido
como Los Baños, situado en los terrenos propios del Monasterio de San Isidoro del Campo,
con la finalidad de documentar el trazado del acueducto que, proveniente de Tejada la
Vieja (Huelva), abastecía de agua a la ciudad. Según su descripción, “de la parte de afuera
(de la muralla) a corta distancia, hice cavar y encontré el acueducto y el mismo cauce, de
igual tamaño y cuadro, que el que estuve viendo cerca de la Pisana. Este último trozo de
acueducto está ya muy vecino a vaciar sus aguas en la obra arruinada, pegada a lo
interior del muro, llamada aquí los Baños. La forma de esta pieza o piezas estuvieron
cubiertas de bóvedas y me parecieron arcas o receptáculo general de las aguas del
acueducto, y desde donde se hacía el repartimiento de las aguas para donde se quería en
la ciudad. El sitio es el más alto de todo su suelo, y fue bien tomado para dicho
repartimiento … Noté que dichas áreas, que aquí llaman Baños, están dadas al interior
con el mismo estuco encarnado, que advertí en el acueducto”1461.
En 1788, fue Francisco de Bruna quien volvió a realizar excavaciones en el mismo
lugar en que se ejecutaron en 1781. Antonio Ponz es la persona que nos da una descripción
de los hallazgos: “Cuatro fragmentos de la mejor escultura antigua que se puede imaginar
hallados el año pasado de 1788. Dos de ellos son los cuerpos de dos estatuas colosales de
varones y de bellísimo mármol; es, a saber: una de ellas, desde el cuello hasta las rodillas,
sin brazos ni cabeza; la otra, desde la mitad de la cabeza hasta la mitad del muslo derecho
por un lado, y por el otro, hasta la mitad de la pierna izquierda; gran lástima porque todo

1460
Zevallos, op. cit. 848 (1886), 26-27.
1461
Matute, op. cit. 897 (1827), 46; Gali Lassaleta, A., Historia de Itálica (Sevilla 1892), 66; cfr. Luzón
Nogué, op. cit. 544 (1999), 53.
620
el cuerpo hasta donde he dicho tiene una perfecta conservación; pero lo singularísimo es
la nobleza, grandioso carácter y corrección de las figuras, comparables ciertamente a lo
mejor de lo antiguo”.
[Estas estatuas] “colosales y menores, que, sin embargo, son algo mayores que el
natural y presentan, al parecer, una amazona de bellísima gracia y excelentes paños; la
otra de su tamaño creo que puede ser algún soldado o gladiador, y tal vez querrá
representar lo mismo la de las colosales que todavía conserva la mitad de la cabeza. La
otra, quién sabe si sería algún Apolo u algún César en aspecto de deidad como solían
representarlos la adulación. Le digo a usted que ldos piezas de la escultura griega, como
las estatuas colosales (y lo mismo se puede decir de las menores), no las ha en España, y
tenga usted por cierto que en el célebre Museo Capitolino de Roma harían un gran papel.
¡Qué incentivo éste para continuar las excavaciones de Santiponce!. Acaso se
encontrarían donde se hallaron estas estatuas las partes que les faltan y otras muchas
cosas. Debían, entre tanto, sacarse moldes y multiplicarse tan excelentes modelos”1462.
Finalmente en 1794 se hicieron nuevas excavaciones, debido a la construcción del
nuevo camino de Sevilla a Extremadura, aunque de éstas tenemos muy pocos datos, ya que
los materiales fueron destruidos o quedaron en posesión de diversos particulares. Las
escasas noticias que se conocen son las remitidas por Manuel de la Rocha al Duque de la
Alcudia, comunicándole que en los movimientos de tierras ocasionados por “el nuevo
camino que se construye desde ella a Extremadura” se hallaron “algunos pedazos de
estatuas y losas de mármol, las que he prevenido a los facultativos las recogan”, así como
también “13 adjuntas monedas de plata y un pedazo de cacharro donde se han encontrado
juntas en las ruinas que se sacan de la antigua ciudad de Itálica, sita en Santiponce
inmediata a esta de Sevilla”1463, que remitidas al Gabinete Numismático de la Biblioteca
Real resultaron ser “todas árabes, algunas de ellas muy singulares, y considerablemente
diferentes de otras que existen en este Museo, y las diez que pueden leerse son de Ali-ebn-
Juseph, que reynó en Andalucía desde el año de 5000 hasta el 527 de la Hegira, y que
corresponde a el de 1105 de la era cristiana hasta el 1142”1464.

1462
Ponz, op. cit. 713 (19794), 22; Matute y Gaviria, op. cit. 897 (1827), 87; León Alonso, op. cit. 543
(1993), 41; Mora, op. cit. 11 (1998), 101; Luzón Nogué, op. cit. 848 (1999), 52-53.
1463
Oficio de 17.09.1794 remitido por Manuel de la Rocha al Duque de la Alcudia. AHN Estado.
Legajo 3193(7); cfr. Mora, op. cit. 11 (1988), 102.
1464
Oficio de 24.09.1794 remitido por Pedro Luis Blanco al Duque de la Alcudia. AHN Estado. Legajo

621
32.- Cortijo de la Higuera o Camino del Arrecife (Utrera, Sevilla): durante los
trabajos de extracción de material de cantería para la reparación o construcción del Camino
del Arrecife o Camino Real a Cádiz, frente al Cortijo de la Higuera (Utrera), los operarios
encontraron, el 10.03.1790, “una losa de mármol que tenía 51 pulgadas de largo, 34 de
ancho y 3 de grueso, todo este círculo de una media caña entre boceles, y en los tres
frentes de ella la inscripción figurada. Por la parte superior está adornada de una labor
de relieve, con un corazón en cada esquina y varios cruces, entre ellas un semejante a la
de Calatrava o Alcántara”, y que dice lo siguiente:
+REL QVIES SORVM ID IOANNI BATISTE EVLA
LIE. IVSTE RUFINE. ET FELICI MARTIRVM.
DEDICATA EST HEC BASILICA. A PIMENI ANTISTI
1465
TE SUB VIII KAL DAS IVNIAS ERA dCL .
Continúa el informante anónimo diciendo que “esta losa (FIGURA 154) la condujo [a
Utrera] el Maestro del Arrecife el 11 por la noche, y el 12 se dispuso por el vicario Excmo.
y el Teniente de Asistente de
esta villa pasarla a la Iglesia
Mayor de Santa María, donde
permanece expuesta para que
la vea el público, en la Sala de
la Hermandad del Santísimo”.
Estos mismos personajes
acudieron “por la tarde al sitio
de las excavaciones con un

Escribano, Notario y muchas


Figura 154. Inscripción IHC 80 encontrada en Utrera en 1790, según Fco.
de Bruna.
gentes, y se hallaron dos
canillas como de brazo, y otros pequeños huesos que había recogido el Maestro, [quien]
dijo ser extraídos de la excavación vara y media más abajo de la losa”.
La comprobación del hallazgo motivó la continuación de las excavaciones, en las que
se encontraron varios sepulcros “todos llenos de tierra [que fueron] conducidos aquí [y] se
han puesto en custodia. Tiene aquella como dos varas de largo y dos de profundidad, pero
habrá de seguirse bajo el cuidado de un Diputado del Clero y otro de esta villa, por si se
descubriesen nuevos fragmentos”, como lo demostrarían otras excavaciones hechas en el

3193(7).
1465
Nota de 16.03.1790. ARAH. CAI-SE/9/3940/8(4); Corzo Sánchez, op. cit. 1387 (1992), 11; la

622
mismo lugar, cuyos resultados nos dan “idea de haber habido población, por los cimientos
de casas y ruinas, que es donde sacan piedras para el arrecife de aquella parte”1466.
Inmediatamente estos descubrimientos fueron comunicados por dos conductos
distintos a la Real Academia de la Historia, a la que se
remitieron la trascripción de la inscripción, dedicada por
Pimenio, Obispo de la Diócesis de Medina Sidonia, y un
dibujo de la misma. La Academia, deseosa de “tener toda
la ilustración posible de la identidad y autenticidad de la
inscripción lapidaria gótica, últimamente hallada en el
término de la villa de Utrera”, acordó que Francisco de
Bruna y Ahumada, correspondiente en Sevilla, informase
sobre las circunstancias del hallazgo, confrontando “las
copias con su original [a fin de] que rectifique los
descuidos o variaciones si las hubiere”1467.
Figura 155. Inscripción IHC 82
Bruna alegó su imposibilidad de asistir personalmente encontrada en Utrera en 1790,
según Fco. de Bruna
al lugar de los hallazgos por sus ocupaciones, pero delegó
el encargo en una “persona de mi satisfacción que lo ejecute”1468. A consecuencia de este
encargo, Bruna remitió posteriormente a la Real Academia de la Historia noticias del
hallazgo de dos de inscripciones góticas1469, incluidos los dibujos de las piezas
(FIGURAS 154 y 155), así como de una inscripción romana, que dice así:
FORTVNAE · AVG
… IA · L · F · CELERINA · BIS · ANTE · EA
pubLICE · EPVLATA · OB · HONOREM · SACERDOTI
1470
ex arGENTI · P · C · EPVLO · DATO · D · D
A estas descripciones se acompaña el informe redactado por el propio Bruna, en el que
únicamente dice que “en las excavaciones que se están haciendo para el camino del
arrecife a una legua larga de” de Utrera, se encontró inicialmente una lápida gótica, a las
que posteriormente se añadieron otras “dos inscripciones, una romana y otra gótica”, no

inscripción es IHC 80.


1466
Nota de 16.03.1790. ARAH. CAI-SE/9/3940/8(4).
1467
ASRAH 23.06.1790; Minuta de oficio de fecha 20.04.1790 remitida por Antonio de Capmany Suris
y de Montpalau a Francisco de Bruna y Ahumada. ARAH. CAI-SE/9/3940/8(6).
1468
Oficio de 05.05.1790 remitida por Francisco de Bruna y Ahumada a Antonio de Capmany Suris y
de Montpalau. ARAH. CAI-SE/9/3940/8(8).
1469
ARAH. CAI-SE/9/3940/8(9-12).
1470
ARAH. CAI-SE/9/3940/8(11), la inscripción es CIL II 1278.
623
haciendo mención en ningún momento a las disertaciones leídas por Antonio Santaella1471
y Bartolomé Cabello1472 en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, de las que
Bruna debió tener conocimiento. El informe también recoge otros “rastros de antigüedad
en aquellos sitios camino de los Puertos, en que había varias colonias y municipios, unos
que acuñaron moneda conocidas por los anticuarios y otros Pueblos estipendiarios. De los
que acuñaron moneda es Salpensa entre Utrera y El Coronil en el Despoblado de
Facialcázar y el otro Searo en el Cortijo de Sarracatin a dos leguas y media de dicha
Villa, cuyos campos mantienen el nombre de Sarro”. Pero lo más importante es su
disertación sobre la demostración de la ubicación de Asido Caesarina en la actual Medina
Sidonia1473, rechazando las propuestas de Enrique Flórez, aunque sobre esta cuestión
hablaremos más adelante.

A modo de conclusión podemos decir que las excavaciones arqueológicas


realizadas en diversos puntos de Andalucía estuvieron motivadas por hallazgos fortuitos,
normalmente durante trabajos de acondicionamientos agrícolas o de construcción de
nuevas vías o edificaciones. Estos hechos llamaban la atención de diversos personajes, que
bien de forma privada y personal, bien apoyados por la Secretaria de Estado o las Reales
Academias de la Historia o Sevillana de Buenas Letras, comenzabann a realizar las
excavaciones arqueológicas, en las que no existió una mínima metodología arqueológica,
con la excepción del caso de Occurri (Ubrique), aunque la pérdida de documentación nos
impide una correcta valoración de cada caso concreto.
En realidad se trataba de auténticos desescombros, destinados a obtener piezas
arqueológicas, principalmente estatuas, epígrafes y monedas, con las que engrandecer las
colecciones privadas o, como sería el caso de la reunida por Francisco de Bruna,
semipública. En ningún momento existió una preocupación por la posterior conservación
de las estructuras exhumadas, ya que eran destruidas, al usarse sus materiales como
material de cantería. Como bien han llamado la atención diversos investigadores no existe
un plan organizado de realización de excavaciones arqueológicas1474, sino que estas se van

1471
Santaella, op. cit. 296 (1790).
1472
Cabello, Bartolomé, Disertación sobre la inscripción romana hallada en Utrera. Leída el
28.05.1790. ARASBL. Tomo XV Disertaciones, fols. 21-35.
1473
Informe de 28.08.1790 redactado por Francisco de Bruna y Ahumada. ARAH. CAI-
SE/9/3940/8(13).
1474
Negueruela, op. cit. 427 (1993), 248.
624
realizando conforme van apareciendo los hallazgos, a pesar de la tradición anticuaria
existente en la región desde el Renacimiento.
Tampoco tenemos un criterio unánime a la hora de recoger la información procedente
de las excavaciones, pues hay desde simples noticias, como es el caso de las excavaciones
efectuadas en Cártama en 1751 o en Itálica en 1794, por citar sólo dos ejemplos, a
auténticas descripciones de los hallazgos, con una detallada y minuciosa relación de los
trabajos realizados, como ocurre en el caso del Diario de Excavaciones realizado por
Arcadio Rodríguez Marín en 1784 en los descubrimientos de Osuna.
Aunque entre numerosos eruditos e investigadores, como Luis José Velázquez o
Ignacio de Hermosilla, existía la creencia de que la mejor forma de conservar el pasado era
perpetuando su imagen gráfica, este pensamiento no se aprecia en el caso de las
excavaciones arqueológicas, puesto que sólo conservamos tres representaciones gráficas de
las estructuras exhumadas en Granada, Cártama y Arjona, pero el nivel de detalle es tan
escaso, que apenas podemos sacar sino una somera conclusión de ellas.
Entre estos eruditos se van abriendo paso algunos personajes pertenecientes al Clero,
como es el caso de Fray Fernando Zevallos o Fernando José López de Cárdenas, o bien a la
baja nobleza, que ocupan cargos administrativos intermedios, como es el caso de Francisco
de Bruna y Ahumada o de Miguel José Espinosa Tello de Maldonado, Conde del Águila,
que realizaron numerosas actividades arqueológicas.
También se hacen presentes en las excavaciones en ocasiones los nuevos ideales
artísticos postulados por la Ilustración española, y cuyo máximo exponente será la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, puesto que la inmensa mayoría de los
hallazgos pertenecen a época romana, a excepción de las inscripciones visigodas de la
Alcalá de los Gazules (Cádiz), de la Peña del Cristiano (Osuna) o del Cortijo de la
Higuera (Utrera), por su relación con la época paleocristiana, sin que en ningún momento
se excaven lugares pertenecientes al reciente pasado musulmán.
Sí cabe llamar la atención sobre la excavación practicada en Tabernas (Almería), en
que por primera vez se realizó una intervención arqueológica en una estructura dolménica
de época prehistórica, aunque por la descripción realizada por su excavador pocos datos
más podemos inferir que nos sirvan hoy día.
A través de la información conservada, podemos ver el papel desempeñado por los
distintos cargos administrativos a diferentes niveles. En la cúspide el Secretario de Estado,
que ordena la realización o paralización de las obras, gestionando fondos económicos,
625
obteniendo la aprobación real y dando el destino definitivo a las piezas encontradas. A
continuación se sitúan los Intendentes, mandos intermedios entre la cúspide administrativa
y los cargos locales, que serán los encargados de ejecutar las órdenes dadas y constituyen
un primer filtro de la información, a la vez que eran los encargados de inspeccionar las
excavaciones aprobadas por Real Orden. En el caso de las excavaciones practicadas en
Alcalá de los Gazules, la figura del Intendente quedó sustituida por el Comandante en Jefe
del Campo de Gibraltar, cuestión ésta que debemos relacionar con la cercanía de la
localidad a las posiciones militares que controlaban Gibraltar. En el caso más concreto de
La Luisiana el mando intermedio correspondía al Superintendente de Nuevas Poblaciones,
que desde La Carolina (Jaén) controlaba todas las cuestiones relacionadas con las Nuevas
Poblaciones de Andalucía. En el caso de las excavaciones practicadas en la Necrópolis
Rupestre de la Vereda de Granada (Osuna), Alcalá de los Gazules y Loñar (Aguilar de la
Frontera) jugaron un importante papel las Sociedad Económicas de Amigos del País,
instituciones socioeconómicas fundadas por la Corona y cuyo objetivo era conseguir el
desarrollo económico de las localidades en que se fundaron. En el caso de la excavación
practicada en la Peña del Cristiano (Osuna) jugó un papel muy importante Luis de la Rosa,
Administrador de Correos. Ello es debido a la Circular de 1795, elaborada por Manuel de
Godoy, Secretario de Estado y responsable de Correos, en la que imponía la obligatoriedad
a todos los miembros de Correos de remitir las noticias de hallazgos arqueológicos a la
Real Academia de la Historia.
No obstante, la experiencia llevada a cabo por Carlos III en Pompeya y Herculano
nunca tuvo un reflejo en la arqueología española y, por ende, de Andalucía, quizás por que
nunca se encontró una “Herculano española” en la que realizar excavaciones sistemáticas a
imitación de lo que ocurría en Nápoles, sobre todo con los resultados de las excavaciones
campanas, y ello a pesar de contar con importantes yacimientos en el territorio español,
como Itálica, Mérida, Segóbriga o Sagunto, sobre los que existía una importante tradición
de estudios, y en los que se realizaron excavaciones en estos mismos momentos.

626
V.g. Hallazgos casuales.

“todo su territorio está sembrado de pueblos antiguos arruinados,


especialmente entre los ríos Xenil y Betis, donde sucedieron
los últimos sucesos de armas entre César y los hijos
de Pompeyo. Es menester recorrerlo despacio”.
(José Ortiz y Sanz)

En este apartado estudiaremos algunos de los principales hallazgos


arqueológicos, epigráficos y numismáticos realizados de forma casual en diversos puntos
de Andalucía, y que tienen su importancia ya que muchos de ellos serán incluidos en las
historias locales o bien fueron utilizados para ubicar las localidades mencionadas en las
fuentes grecorromanas. Es importante destacar el importante papel desempeñado por
diversas personalidades y eruditos, que bien de manera personal bien por su pertenencia a
las Reales Academias de la Historia y Sevillana de Buenas Letras, fueron recogiendo las
diversas noticias y las remitieron, junto con informes y memorias sobre los hallazgos, a las
diversas instituciones académicas a la Secretaría de Estado, quedando muchas de ellas
inéditas y conservadas en los archivos de dichas instituciones y/o del Archivo Histórico
Nacional (Sección Estado).
Debemos destacar el importante papel desempeñado por la Real Academia de la
Historia, quien por mediación de sus miembros establecidos en las diferentes provincias
intentó recopilar todas aquellas noticias sobre los hallazgos que pudieran convenir a sus
objetivos.
El surgimiento de los hallazgos viene motivado por diversas causas. Éstas son las que
hacen que hayamos dividido los hallazgos en varios apartados, en función del hecho que
motivó su aparición o su reconocimiento, o, en el caso de los tesorillos, por el hecho
mismo de su aparición. Posteriormente, hemos procedido dentro de cada una de las
tipologías a una pequeña descripción ordenada en cada una de las provincias andaluzas por
orden alfabético, y dentro de ellas por orden cronológico. Esta regla no la hemos seguido
en el caso de los tesorillos, ya que dentro del apartado hemos llevado a cabo el estudio de
los mismos a partir de la ubicación de la fuente informativa, y dentro de la misma por
orden cronológico de aparición del tesorillo.

627
1.-
1.- Reformas en Vías y Caminos:
Caminos Tras la Guerra de Sucesión, los
distintos gobiernos vieron la necesidad de mejorar y/o reformar los distintos caminos de la
nación, y por ende de Andalucía, puesto que ello conllevaría una mejora del comercio y de
la agricultura, elementos claves para el deseado desarrollo del país. Sin embargo, no será
hasta la segunda mitad del siglo XVIII cuando se acometa una una importante política de
remodelación de las vías andaluzas, algunas de ellas con una larga tradición histórica,
remontables a épocas prerromana y romana1475.
En esos trabajos de mejora y acondicionamiento se producen una serie de hallazgos
arqueológicos, que se verán incrementados a partir de 1786, cuando Antonio Belluga
presente un informe al Conde de Floridablanca, analizando los defectos de la Carretera de
Andalucía, y la necesidad de recuperar el trazado de la antigua vía romana que cruzaba la
región, lo que comienza a ejecutarse.
Del conjunto de hallazgos, destacan los de miliarios romanos, que fijan cuando
aparecen in situ el exacto trazado del camino romano y las distintas reparaciones sufridas a
lo largo de su historia. Esta información era comunicada a la Secretaria de Estado y a la
Real Academia de la Historia, siendo utilizada tanto por los eruditos locales, como por los
distintos proyectos, principalmente los epigráficos, que desarrolló la Academia de la
Histora. Los principales hallazgos son los siguientes:

* Camino de Cartagena a Granada, que atraviesa la zona oriental de


Andalucía, a través de las tierras de Guadix, Baza, El Chirivel, Velez Rubio y Cuevas de
Almanzora, hasta desembocar, ya en tierras murcianas, en la localidad de Lorca. A lo largo
de su trayecto, tenemos noticias del hallazgo de diversos miliarios que atestiguan que esta
vía ya era utilizada en tiempos romanos, momento en el que fue construida y,
posteriormente, rehabilitada. En el lugar de Los Villaricos (Cuevas de Almanzora,
Almería), en el transcurso de los trabajos de explotación de una cantera para la obtención
de materiales con la que construir la nueva carretera, se halló “una columna, que todavía se
halla en la casa del cura y en la que se lee:

1475
Para el conocimiento de la red viaria romana en Andalucía véase el trabajo de Sillières, P., Les voies
de comunication de l´Hispanie Meridionale (Paris 1991), y, en concreto para la zona andaluz, Corzo
Sánchez, R. y Toscanos San Gil, M., Las vías romanas en Andalucía (Sevilla 1992).
628
MARCO
AVRELIO
NVMERIANO
NOBILISSI
1476
MO ·CAES ” .
En el lugar denominado Pago del Fraile, situado “a una legua de Velez-Rubio, sobre la
arena de la Rambla”, se encontró otro fragmento de miliario “de 6 palmos de largo,
quebrada en su extremidad, y con dos palmos de diámetro, unida a una basa cuadrada que
era de otros tres [palmos y que dice]:
IMP · XIIII · . . . . I
MAX . . . . . . .
1477
LX . . . \ . . . ” .
Otro hallazgo en esta carretera se produce en el Collado de las Vertientes, en El
Chirivel, “en el Camino de Baza está la Venta, Cortijada y Ermita de las Vertientes,
[donde] no lejos de las casas, y muy cerca del camino, hay tendida y destrozada otra
columna de brecha falta, que se descompone, y tiene separado el trozo en donde estaba la
inscripción, en donde con letras poco elegantes se lee:
. . . . . .AC
P /// S // C
CIA
1478
A” .

* Camino Real de Andalucía, que era la principal vía que atravesaba


Andalucía, pues ponía en contacto Madrid con la ciudad de Cádiz. Por ello la Corona
siempre tuvo un especial interés por conservar en buen estado esta calzada y en las
diversas labores de acondicionamiento realizadas se fueron encontrando miliarios, que
ratifican tanto la datación romana de la calzada como las posteriores reparaciones y
rehabilitaciones. Su trazado venía a coincidir casi en su totalidad con el trazado de la Via
Augusta, tal y como lo corroboran los distintos hallazgos de miliarios encontrados.
En la zona de Jaén, José Martínez de Mazas nos da noticia del hallazgo en localidad de
La Guardia de una columna miliaria en la propiedad de Francisco Hidalgo, y que dice así:

1476
CIL II 4942; Navarro, op. cit. 1386 (1769), 135; Córnide, Comentario ... op. cit. 96; Rubio de la
Serna, J., Monografía de la villa de Vélez Rubio y su comarca (Barcelona 1908), 31
1477
CIL II 4938; Navarro, op. cit. 1386 (1769), 134bis; Córnide, Comentario op. cit. 96.; Rubio de la
Serna, de la Serna, op. cit. 1547 (1908), 30.
1478
CIL II 4940; Navarro, op. cit. 1386 (1769), 135; Córnide, Comentario ... op. cit. 96.; Rubio de la
Serna, op. cit. 1547 (1908), 30.
629
“CAESAR ·AVGVSTVS
COS ·XI ·
TRIBVNITIA · POTESTATE · X
1479
PONTIFEX · MAX” .
En la zona de Córdoba, hacia 1771, durante las labores de acondicionamiento de la vía
se encontró el fragmento de un miliario romano, junto al Arroyo de la Miel, distante un
cuarto de legua de Córdoba, y que posteriormente fue remitido al Palacio Episcopal1480.
Posteriormente, en Noviembre de 1789, se encontraron en la misma zona, junto al
Arroyo de la Miel, distante un cuarto de legua de Córdoba, varios sepulcros, en los que se
hallaron “varias urnas cinerarias de barro, otros sepulcros de piedra, y en ellos adjuntos
los antiguos vasos de barro, rematados en punta de los que usaban en los sacrificios.
Muchas monedas romanas y otros vestigios de edificios considerables”1481, junto a lo que
se encontró un miliario de época trajanea. Su descubridor, el presbítero Francisco
Camacho, remitió la información a la Real Academia de la Historia, para que el texto del
miliario fuese incluido en la Colección Lithológica que llevaba a cabo la mencionada
institución. La Academia encargó a José de Guevara Vasconcelos la redacción de un
informe circunstanciado del hallazgo y de su importancia1482. El propio Camacho puso en
conocimiento del Obispo de Córdoba el hallazgo “en fecha 29.11.1789 se halló, sacó y
leyó este monumento romano para quien esto escribe y ha formado este bosquejo, pasada
el Puente Viejo (que dice) yendo desde Córdoba a los Puertos, que es al poniente de
nuestra ciudad, como a unos 50 pasos a la derecha del Camino Real (nuevamente
reedificado) en un arroyo que allí hay, y baja al Río Guadalfosillo”1483. A su vez, el
Obispo de Córdoba, comunicó a la Secretaria de Estado el hallazgo “muy cerca del
camino, que de Orden de V.E. se está abriendo para los Puertos, una columna consagrada
a nuestro gran Trajano”1484.
En las cercanías de La Carlota, junto al Arroyo de Guadalmazan, se descubrió en 1788
otro miliario, que atribuye la restauración de la Via Augusta a Vespasiano:

1479
Martínez de Mazas, José, Retrato al natural de la ciudad y término de Jaén (Jaén 1794), 20-21.
1480
CIL II 4731. López de Cárdenas, op. cit. 321 (1773), Tomo II, 105.
1481
Camacho, José Francisco, Situación de la antigua Carbula. Discurso por el hallazgo de un
monumento romano en la villa de Almodóvar del Río (Córdoba 1795), 139-158. ARAH. Mss. 9/5996. La
inscripción es CIL II2/7, 728 (= II 2232).
1482
Informe de 22.11.1789 de Juan Francisco Camacho. ARAH. CAI-CO/9/3938/11. Oficio de 22.01.1790
remitido por José Guevara Vasconcelos a la Real Academia de la Historia. ARAH. Mss. 9/3910.
1483
Carta de 18.12.1789 remitido por Juan Francisco Camacho al Obispo de Córdoba. AHN Estado.
Legajo 3193 (22).
1484
Oficio de 20.12.1789 remitido por el Obispo de Córdoba al Conde de Floridablanca. AHN Estado.

630
“Imp(erator) Caesar Vespas-
ianvs Aug(ustus) pontif(ex)
max(imus) trib(unicia) pot(estate) X imp(erator)
XX co(n)s(ul) IX p(ater) p(atriae) censor
viam Aug(ustam) ab Iano
ad Oceanvm refe-
cit pontes fecit
1485
veteres restitvit” .
En la zona de Sevilla se conservaba en bastante buen estado el Puente de las
Alcantarillas, uno de los puentes
que jalonaban la vía romana a la
altura de la localidad de Los
Palacios, y que servíaia para
salvar la zona de marismas allí
existente. Luis José Velázquez
de Velasco fue el primero en dar
a conocer la fisonomía del
mismo (FIGURA 156), pero la
primera descripción más o
menos extensa es la realizada por Figura 156. Sección del Puente de las Alcantarillas según
Velázquez.

Jean François Peyron, quien


describe que “en los
alrededores de la Venta de
la Alcantarilla hay una
pequeña aldea que le da su
nombre, donde los romanos
habían construído un puente
que existe aún para pasar
las tierras pantanosas que Figura 161. Grabado francés del S. XVIII del Puente de las Alcantarillas
forma el Guadalquivir; se
cerraba por los dos extremos. Las puertas están dominadas por dos elevadas torres”1486,
aportando un grabado de la construcción (FIGURA 157).

Legajo 3193 (22).


1485
Masdeu, op. cit. 21, Tomo XIX (Madrid 1783), 71; Corzo y Toscanos, op. cit. 1546 (1992),131,
figura 1. La inscripción es CIL II2/5, 1280 (= II 4697).
1486
Peyron, op. cit. 497 (1780), 312; Ponz, op. cit. 713 (1794), Carta IV.
631
Ya en el tramo gaditano la denominación de esta vía era Camino de los Puertos o
Camino del Arrecife. Según Luis José Velázquez de Velasco y Cruzado la voz Camino del
Arrecife provenía del árabe rasif, que quiere decir “camino empedrado”, lo que vendría a
confirmar la existencia de la via romana.
En este camino, en el tramo comprendido entre las localidades de Jerez de la Frontera y
El Puerto de Santa María, se encontró, en 1744, el siguiente miliario romano:
“NERONI · CLAVDIO
DIVI · CLAUDI ·F
GERMANICI · CAESARis
TI · CAESARIS · AVG · pRO
DIVI · AVG · Abn
CAES · aVg · Germanico
PONT · MAX
TRIB · POT ·III
IMP · III · COS · II
COS · DESIG · IIi
CC.XXII ”

que fue conducido a la cercana Hacienda de La Florida, en El Puerto de Santa María, y


cuya aparición fue comunicada inmediatamente a la Real Academia de la Historia1487.
El terremoto del 1 de Noviembre de 1755 produjo importantes estragos en la parte
occidental de Andalucía, tal y como nos narran las distintas fuentes conservadas. A
consecuencia de ello debieron acometerse obras de reparación en carreteras y edificios,
momento en el que se produjeron numerosos hallazgos arqueológicos. Este sería el caso
del Arrecife o Camino que unía Cádiz con la Isla del León, hoy la ciudad de San Fernando,
donde “se descubrieron también otros sepulcros muy antiguos de la piedra tosca, y dentro
de ellos huesos, y monedas de cobre”, así como algunas inscripciones1488, que
posteriormente pasaron a formar parte de la Colección de Huerta Alta, sobre la que ya
hemos hablado con anterioridad.
A consecuencia de la realización de obras de reparación en el Puente Zuazo, en las
cercanías de Cádiz, se exhumaron los restos del “acueducto de aguas de Tempul, con que
en los tiempos remotos se surtía Cádiz”. Esta edificación romana fue reconocida en su
totalidad por el ya citado Pedro Angel Albisu, profesor de Arquitectura en la Escuela de
Bellas Artes de Cádiz, quien describió su trazado de la siguiente manera: “Iba por la boca
del riachuelo de la Flor, sobre un elevado puente de tres ojos; después, por la dehesa de

1487
CIL II 4734; Oficio de 09.12.1749 remitido por Francisco Craywinckel a Agustín de Montiano y
Luyando. ARAH. CAI-CA/9/3940/1(1-3), sobre la que años después se elaboraría un informe. ARAH.
CACA/9/7949/4.
1488
CIL II 1750; Conde, Inscripciones ..., op. cit. 1128, mss.; Ceán Bermúdez, op. cit. 854 (1832), 228;

632
Palmetín, por la de Dos Hermanas, por los arquillos del Cortijo de Guerra, por los piñales
de Chiclana al Castillejo, bajando al río Zurraque y puente de Zuazo, y siguiendo por el
antiguo arrecife de Cádiz, llegan sus vestigios hasta introducirse en el mar grande por
Occidente, antes de llegar a la ciudad”1489.

* Camino Sevilla a Málaga: Luis José Velázquez de Velasco nos describe que
“por todo este camino se descubren los vestigios de la calzada antigua, principalmente
desde La Puebla hasta Osuna, donde está más clara y entera”1490.

* Camino de Sevilla a Mérida: el mismo Luis José Velázquez de Velasco


refiere que en este Camino, que estaba construido siguiendo la antigua Via de la Plata, a
“tres leguas de esta ciudad, frente al Cortijo de Moejano, hay vestigios de calzadas, y más
adelante como a una milla frente al [Cortijo] de la Encarnación se ven otros vestigios
hasta llegar a las Piedras de los Balazos, que están distantes de Sevilla tres leguas y
media, y de El Garrobo, legua y media.
A una legua se encuentra el Rivera de Huelva con los vestigios del puente y poco antes
se hallan algunas señales evidentes de calzada, y corre hacia el Oriente. De esta hay otra
legua al Ronquillo, y de aquí a Santa Olalla hay 4 leguas y por algunas partes de este
camino se conocen (aunque confundidos) algún pedazo más de calzada”1491.

2.-
2.- Obras públicas:
públicas Dentro de las obras públicas el siglo XVIII conllevó
unas importantes mejoras en el urbanismo y en la red de saneamiento de las distintas
localidades andaluzas. A consecuencia de los trabajos, se produjeron diversos hallazgos
arqueológicos. Así ocurre, en 1789, en el campo de la Merced (Córdoba), en las labores de
soterramiento de “un arroyo que bufa por el barrio de San Lorenzo, y [al] darle las
corrientes por fuera a las murallas en beneficio de la salud pública, pareció a dos varas
de distancia de la torre o puerta que llaman de Malmuerta, y debajo de los cimientos a un
trozo de foso de la muralla una basa sepulcral en piedra cipia, o franca, cerca de la
planchas de barro comun encarnado cocido en ollería, de figura cuadradas de trece

Hübner, op. cit. 34 (1869), 234; Stylow, A. y Gimeno, H., “Epigraphica Baetica”, Habis 33 (2002), 336-337.
1489
Ponz, op. cit. 713 (1794), Carta VI; Bourgoing, op. cit. 506 (1797), 504.
1490
Velázquez, Observaciones ... op. cit. nota 174, fol. 27.
1491
Velázquez de Velasco, Luis José, Disertaciones sobre Epigrafía y Numismática. ARAH. Mss.
9/4131.
633
pulgadas de ancho, y tres pies de alto, dividida en dos mitades iguales, en cuya inferior
labrada, y hueca por dentro estaban con señales de quemados varios huesos de un
cadáver, y en el exterior de la otra, que sirve de tapa, o cubierta de letra muy clara y
legible la inscripción sepulcral o epitafio siguiente
C(aio) Sentio Sat(urnino) co(n)s(ule)
K(alendis) Sextilib(us)
Dei Manes
recepervnt
Abulliam N(umeri) l(ibertam)
1492
Nigellam” .
Pero en el siglo XVIII también se construyeron diversos edificios y fábricas para las
manufacturas y estancos reales en los que se produjeron hallazgos arqueológicos. Ya nos
hemos referido al hallazgo de algunos epígrafes y estatuas al construir los cimientos de la
Aduana de Málaga, que dieron lugar a la realización de excavaciones arqueológicas. En
Sevilla, durante las labores de construcción del foso del nuevo edificio de la Real Fábrica
de Tabacos, situado a extramuros de la ciudad, se encontró una basa “en mármol negro, de
media vara en cuarto”, que contenía la siguiente inscripción:
“FIRMIA · A · L
APATE
A · FIRMIVS · APAT · S · LIB · CHIVS
A · FIRMIVS · NITORIS · LIB ·MELA”
El hallazgo fue remitido por Tomás Andrés de Gusseme a la Real Academia de la
Historia, y está inscripción fue incluida en las obras de Luis José Velázquez de Velasco y
de Patricio Gutiérrez Bravo1493.
Luis José Velázquez de Velasco cita que en el mismo lugar se encontró otra inscripción
romana fragmentada, escrita “sobre mármol negro, que parece haber tenido una vara de
largo”, y que contenía el siguente epígrafe:
“SEX · AVIENVS
LABERIA
1494
VIII” .

1492
CIL II2/7, 397 (= II 2255). Informe de 11.03.1789 remitido por Ramón José de Arce y Revollano al
Conde de Floridablanca. Oficio de 15.03.1789 remitido por la Junta de Saneamiento al Conde de
Floridablanca. AHN Estado. Legajo 3193(23); Barco, Fray Alejandro del, Observaciones curiosas a que dio
motivo un nuevo monumento de antigüedad romana que el presente año de 1789 se halló en la ciudad de
Córdoba (Córdoba 1789). ARAH. Mss. 11/8875(9).
1493
CIL II 1227; Oficio de 13.09.1762 remitido por Tomás Andrés de Gusseme a la Real Academia de
la Historia. CAI-SE/9/3940/3(2-3); Velázquez, Disertaciones ... op. cit. 1562; Gutiérrez Bravo, op. cit. 1253
(1771), 153.
1494
CIL II 1214; Velázquez, Disertaciones ... op. cit. 1562.
634
Otra noticia de estos hallazgos en los fosos de la Fábrica de Tabacos, la proporcionó
José Gestoso y Pérez, al reproducir una carta dirigida por Livino Ignacio Leyrens a Manuel
Díaz de Ayora, conservada en la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla, y que dice
además de los epígrafe, se encontraron “quatro sepulcros romanos de ladrillo toscos y
dentro además de las cenizas, tal cual candil ó lámpara de barro o algunas redomas de
vidrio, últimamente se halló una caxa de plomo con su tapadera de lo mismo, ya conocido
en algunas partes; tiene como dos tercias de largo, una de alto y otra de ancho, sin
letrero, pero con huesos dentro ya consumidos. También se han hallado encima de los
sepulcros romanos otros de moros”1495, noticia esta que posteriormente fue reproducida
parcialmente por A. Collantes de Terán1496.

3.-
3.- Canteras y explotaciones:
explotaciones En 1776 en el Cerro del Berrueco, a
una legua de Medina Sidonia, “en el sitio que llaman Plaza de Armas”, donde existe una
cantera, “los pedreros [hallaron] ocho sepulcros de piedra labrada para el efecto, con
ocho cuerpos consumidos. Hasta ahora no se ha hallado epitafio o inscripción alguna que
aclare su pertenencia”1497.
En fecha 31.07.1762, Tomas Sanz, Administrador Real de las Minas de Riotinto
descubrió una “lámina de cobre antiquísima de una vara menos dos pulgadas de largo, y
dos tercias menos una pulgada de ancho, del grueso de un duro. Reconociéronse en los
pedazos, en que se partió algunas letras, por lo que uniendo los fragmentos, que se
pudieron recoger” se apreció se trataba de una dedicatoria al emperador Nerva1498.
La primera persona que dio a conocer el hallazgo fue Tomás Andrés de Gusseme, que
remitió el 13.09.1762 un oficio a la Real Academia de la Historia dando cuenta de los
pormenores del hallazgo1499, acompañando a su informe un dibujo, que es la primera

1495
Gestoso y Pérez, J., Sevilla monumental y Artística (Sevilla 1889-1892), 501, posteriormente
reproducido por Beltrán Fortes, J., “Arqueología sevillana de la segunda mitad del siglo XIX: una práctica
erudita y social”, en Belén Deamos, Mª. y Beltrán Fortes, J. (Eds.), Arqueología fin de siglo. La Arqueología
española de la segunda mitad del siglo XIX (Sevilla 2002), 31-32.
1496
Collantes de Terán, A., Contribuciónal etudio de la topografía sevillana en la Antigüedad y en la
Edad Media (Sevilla 1977), 76-77.
1497
Martínez Delgado, Fco., Historia de la ciudad de Medina Sidonia (Cádiz 1875), 46.
1498
Sanz, op. cit. 456 (1762); Marcos Pous, op. cit. 456 (1993), 217 y ss; Barco y Gasca, op. cit. 270
(1762), LXXII-LXXII; Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 229; Carta remitida el 02.07.1786 por Antonio
Domínguez Cavallero a Tomás López, transcrito por Ruiz González, op. cit. 1345 (1999), 260-261. La
inscripción es CIL II 956.
1499
Oficio de 13.09.1762 remitido los Tomás Andrés de Gusseme a la Real Academia de la Historia.
ARAH. CAI-SE/9/3940/3(1) y CAI-SE/9/3940/3(4); Remesal Rodríguez, op. cit. 177 (1998).
635
representación gráfica del
epígrafe (FIGURA 158).
Carlos III dictó una Real
Orden, por la que la
inscripción pasó a formar
parte de la colección de
antigüedades del Real
Figura 158. Dibujo de Gusseme del epígrafe CIL II 956 hallada en Río Tinto.
Gabinete de Historia Natural.

4.-
4.- Construcciones y reparaciones en edificios religiosos:
religiosos
A lo largo del Siglo XVIII el Arzobispado de Sevilla, que extendía sus tierras por buena
parte del Valle del Guadalquivir, desarrolló una gran labor constructora. Inicialmente
levantará sus edificios siguiendo los cánones barrocos, para ir poco a poco a la largo de la
centuria, sustituyéndolos por los criterios neoclásicos impulsados y apoyados por la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando. Los trabajos se centrarán básicamente en dos
grandes grupos; por un lado, las iglesias y edificios de nueva planta y, por otro lado,
aquellas restauraciones y reparaciones más generales ocurridas a raíz del terremoto del 1
de Noviembre de 1755, que tuvo unas consecuencias bastantes graves para la conservación
del patrimonio histórico-artístico de Andalucía.
En ambos casos, las actuaciones produjeron numerosos hallazgos arqueológicos, que
fueron recogidos en las principales obras locales y nacionales del momento, que nos
informan de la importancia de los hallazgos.
Dentro del primer grupo de los hallazgos acaecidos como consecuencia de la
construcción de nuevas iglesias, debemos comenzar por el caso de la Iglesia de San José de
Cádiz, situada a extramuros de la ciudad, donde en 1781, durante las labores de
cimentación, se encontró la inscripción siguiente:
“GAVIA
DONATA
AN ·LXXXV
1500
K · S · H · S · E · S · T · L” .

Francisco Martínez Delgado nos cuenta, que durante los trabajos de cimentación del
nuevo Convento de los Padres Franciscanos Descalzos de Median Sidonia (Cádiz) se

1500
Molina, V., “Notas históricas de la Provincia”, Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos

636
encontraron “arcos finísmos, antiquísimos y subterráneos”, así como restos de “columnas,
ídolos y otras piezas muy antiguas”1501.
El 23.11.1752, Pedro Leonardo de Villacevallos remite a Enrique Flórez una carta
en la que narra el hallazgo de varias inscripciones romanas en la Iglesia de Santa Marina y
en el Colegio de la Asunción (Córdoba), acompañando dibujos de ellas. La más importante
era la “ dedicación o basa marmórea alabastrina (FIGURA 159), hallada en Córdoba,
junto al Colegio de la Asunción, año 1752. Tiene altura o peralte, siete palmos; de
anchura y grosura, tres palmos.
Adviértase que, en el destrozado del lado derecho de la
piedra, van puntualísimamente puestas sus vistas primeras letras
perpendiculares, como se hallan en su Original, unas y otras, para
más reconocer sus huecos, y las mejores letras que se deban poner
en su suplemento, que celebraré positivamente ver como su mejor
lección”1502.
Durante la construcción de los cimientos para el nuevo Camarín
de Nuestra Señora del Rosario del Real Convento de San Pedro de
la misma ciudad de Córdoba se encontró el 30.06.1761 una “piedra Figura 159. Dibujo de
Villacevallos del
sepulcral en tabla de alabastro apaisada, un dedo de gruesa, un epígrafe CIL II/27, 576.

palmo de lado y dos de ancho”, que posteriormente fue llevada al Museo de Pedro
Leonardo de Villacevallos. La lápida contenía la siguiente inscripción:
“[-] Capurnius Vrbanus ( [-Cal]purni Salv[i]ani l(ibertus)
manumissus ex te[s]t[a]m[e]nto [bene]ficio ac[c]epto nihil praeter
[- - -] praemium[m] libertatis
[-12?-f]amulae suae
1503
[hi]c s(iti) s(unt)” .
Manuel Díaz de Ayora comunicó a Fernando José López de Cárdenas la noticia, según
la cual en 1765 se encontró en las obras del también cordobés Hospital de San Vicente, una
inscripción que posteriormente pasó a formar parte de la colección depositada en la Huerta
de los Aldabones. La inscripción dice así:

Históricos y Artísticos II (1921), 40. La inscripción es CILA 361a


1501
Martínez Delgado, op. cit. 1568 (1875), 12.
1502
ARAH. Mss. 9/7564, fols. 20-21; Campos, op. cit. 1232 (1999), 286-287; Salas Álvarez, J. y
Gimeno Pascual, H., “Inscripción cordobesa CIL II2/7, 576”, en Beltrán y López, op. cit. 63 (2003), 367.
1503
CIL II2/7, 432 (= II 2265); López de Cárdenas, op. cit. 321, Tomo I (1772), 7v; Pérez Bayer, op. cit.
643 (1782), 14v.
637
“D(is) · M(anibus) · S(acrum) ·
Gallia · Quirina · c(cara) · s(uis)
ann(orum) XXVI
1504
s(it) · t(ibi) · t(erra) · l(evis) ·” .
Manuel José Diaz de Ayora dio también a conocer a Manuel Trabuco y Belluga,
canónigo de la Catedral de Cádiz, la noticia del hallazgo en las obras del nuevo Hospital
para Niñas Huérfanas Nobles de Córdoba, de las siguientes inscripciones:
“PROV
FIERI
----
NA · SAC
OM · AR
---
ENIS
NACLVS”.

Según el erudito cordobés del XIX Luis María Ramírez de las Casas-Deza, en este
mismo lugar, además de estas inscripciones se hallaron posteriormente, en Octubre de
1761, “vestigios y ruinas de cantería, como a nueve varas de profundidad, una tabla de
alabastro en que estaba labrado un cisne y un
medallón de plomo de tres onzas de peso de la figura
siguiente: A AT/L AI y [pájaro]. También se encontró
una moneda de plata de M. AEM.LEP, algunas
columnas y capiteles y un menudo empedrado
romano”1505.
En Las Cabezas de San Juan, se descubrió en 1762,
“al abrir las zanjas para hacer una iglesia nueva”,
una escultura de mármol blanco “de tres cuartas de
alto”, que inmediatamente fue conducid al Salón de
Antigüedades de la Bética de los Reales Alcázares de
Sevilla.
La Real Academia de la Historia tuvo
Figura 160. Dibujo de Gusseme de la
escultura de Las Cabezas de San Juan.
conocimiento del hallazgo por la noticia que le
remitió Tomás Andrés de Gusseme, quien aporta el primer dibujo conocido de la escultura
(FIGURA 160), aunque quedó inédito, así como la primera descripción de la pieza:

1504
CIL II2/7, 469 (= II 2278). ARAH. Mss. 9/7379.
1505
Carta de 06.06.1760 de Manuel José Ayora a Manuel Trabuco y Belluga. ARAH. Mss. 9/6049(2);
Ramírez y de las Casas-Deza, Luis María, Memoria de varias inscripciones y antigüedades que de algún
tiempo a esta parte se han descubierto en la ciudad de Córdoba (Córdoba 1851). ARAH. CACO/9/7951/26.
638
“Representa a un hombre barbado que tiene la rodilla derecha hincada y la otra que le
falta levantada; faltanle también los brazos, pero las manos quedan pegadas a un globo
que tiene sobre los hombros y está arrimado a una columna, que tiene arriba un agujero,
como que tuvo puesta una estatua, a él pie de otro monumento que es todo de una pieza,
está la inscripción [siguiente]:
TI · CLAVDIO · CAESARI · AVG ·GER
MANICO · PONT · MAX · TR · POT · VIII
IMP · XVI · COS · IIII · P · P · CENSORI
TERPVLIA · SAVNI · F · EX · TESTAMENTO
1506
ALBANI · SVNNAE · F · VIRI · SVI” .
Enterado Francisco de Bruna del hallazgo procedió a su estudio, que leyó ante la Real
Academia Sevillana de Buenas Letras. La propia Institución decidió incorporar el trabajo
en el tomo I de sus Memorias, aportando un dibujo de la pieza (FIGURA 21). Según
Bruna, se trataba de “una figura de relieve entero arrimada a uno, que parece tronco de la
misma figura trapecia, y es, no de un Fauno, como al principio se creyó, sino de un
hombre según lo indican los pies de figura humana, ... hincada la rodilla de la pierna
derecha y levantada la izquierda en ademán de irse a levantar, y poner en pie; con las
manos sostenía sobre los hombros y cabeza un globo, aunque le faltan a la Estatua los
brazos. En el plinto, o basa, en un liso de tercia de largo, y seis dedos de ancho se lee con
letras, aunque pequeñas, bien grabadas, y claras, la Inscripción, que representa su
lámina, íntegra, y bien conservada en cinco líneas..
En la parte superior de la pieza, y del globo se observan dos calados, señal de que
estaban allí los espigones de alguna estatua, o sobrepuesto”1507.

En la ciudad de Sevilla, “el 13 de Septiembre de 1797, cavando el cimiento principal


de la iglesia nueva de San Ildefonso, se halló un pedestal de mármol de cuatro pies y
medio de alto, dos y medio de ancho y uno y medio de grueso, cuyo neto se veían adornos
jónicos con flores y a sus costados figurados en relieve una patera y un vaso de sacrificios,
leyéndose en su tímpano con letras grandes la inscripción sepulcral siguiente:

1506
CIL II 1302. Oficio de 13.06.1762 remitido por Tomás Andrés de Gusseme a la Real Academia de
la Historia. CAI-SE/9/3940/3(1-3).
1507
Bruna, op. cit. 320 (1773), 306-308; Ponz, op. cit. 713 (1794), 224; Ceán Bermúdez, op. cit. 854
(1832), 233; Baena del Alcázar, L., “A propósito de uno de los athloi de Hércules: las representaciones de

639
D · M ·S ·
L · VALERIVS · L · LIB · FAVSTVS
SIBI · ET · DOMITIAE
SEX · LIBERTAE
FELICVLAE · VXORI
H · S · E · S · T · T ·L”

Sobre el destino de este monumento, nos dice Matute que también “se depositó en el
Salón del Real Alcázar para enriquecer la colección que de todo género de antigüedades
allí existen”1508.

Al segundo grupo de hallazgos pertenecerían aquellos que se encontraron en edificios e


iglesias que se restauraron o construyeron a raíz del terremoto de Lisboa, que ocasionó
graves daños al patrimonio histórico-artístico de Andalucía. Ello fue utilizado en
numerosas ocasiones para reconstruir las iglesias siguiendo los nuevos cánones estéticos
del Neoclasicismo.
Ejemplos de este grupo serían, por ejemplo, en Arcos de la Frontera, durante las
labores de reparación de la Iglesia Mayor, se halló “en el interior de la pared de las monjas
reparándola el día 15 de Febrero de 1764” una inscripción con las siguientes letras:
“GENIO
MVNICIPI
SACRVM
L · CAECILIVS
ATTARIVS
OB HONOREM
1509
IIIIII ·VIR · D ·D” .
En 1769 durante la restauración del Hospital de Mujeres de Cádiz, se encontró en sus
cimientos “un columbario con quince nichos chicos e inscripciones de lo sugetos que
estaban en ellos sepultados”1510.
En Medina Sidonia, en febrero de 1773, durante los trabajos de desescombros de
terrenos para “obrar en la cerca del Convento de San Francisco”, se encontraron monedas,
anillos, camafeos y una cabeza masculina “a la que nada le falta si no es parte de una

Atlas en la Mauritania y en la Bética”. Actas del IIº Congreso Internacional sobre El Estrecho de Gibraltar
(Madrid 1997), 347 y ss.
1508
Matute, op. cit. 473 (1887), Tomo II, 211-212. La inscripción es CIL II 1248.
1509
Ponz, op. cit. 713 (1794), 287; Hübner, op. cit. 34 (1869), 185. La inscripción es CIL II 1762.
1510
Ponz, op. cit. 713 (1794), 31-32; Ceán Bermúdez, op. cit. 854 (1832), 228. Las inscripciones son
CIL II 1773, II 1847 y II 1875 .
640
oreja y un poco de la punta de la nariz. Está peinada toda de rizos cortos a la manera que
se usó en la mediación de este siglo”1511.
Durante las obras de restauración de la Ermita de
Nuestra Señora de la Oliva, en Vejer de la Frontera (Cádiz),
en el año de 1779, el arquitecto Torcuato Cayón encontró un
pedestal romano, reutilizado con una dedicatoria de un
sucesor de Pimenio, el obispo Teoderaces, que pronto puso
en conocimiento de la Real Academia de la Historia1512, el
hallazgo e incluso remitió un dibujo del mismo (FIGURA
161).
Según Juan Agustín Ceán Bermúdez, en Alcalá del Río
(Sevilla), se descubrió en 1755, durante las labores de
restauración de la Ermita mudéjar de San Gregorio
Ossetano, se encontró “un ladrillo de barro con estas letras
Figura 160. Frente de la
estampadas en él: inscripción IHC 110.

TRVCIDIVS
1513
PRO PR” .
Según Justino Matute, informa que, en 1792 acordó el Cabildo Catedralicio de Sevilla
“la demolición del Arquillo de Santa Marta, señalando con una faja de losas el área que
ocupaban aquellas fábricas, cuyo terreno cedió al uso público... En la obra se
descubrieron notables antiguallas y la principal una hermosa inscripción acostada contra
la torre, cuya cabeza mira a los Reales Alcázares y los pies a la calle Placentines, que
aunque copiada en otro tiempo por D. Pablo de Espinosa, Ambrosio de Morales, Rodrigo
Caro y otros, se corrigieron ahora sus defectos por la exacta copia que de ella sacó D.
Antonio Sanmartín, presbítero, erudito archivista de esta Catedral”1514.
También Justino Matute nos cuenta que en otra obra que se realizaba en la antigua
Puerta del Perdón de la Catedral de Sevilla, se halló en 1799 “un pedestal de vara y cuarta
de alto y media de diámetro, con medias cañas en derredor”, que fue conducido a los
Reales Alcázares de Sevila. La inscripción decía:

1511
Martínez Delgado, op. cit. 1568 (1875), 38-40.
1512
IHC 110 y CIL II 5122. ARAH. CAI-CA/9/3940/3; cfr. Corzo Sánchez, op. cit. 1387 (1992), 27 y
ss; Beltrán Fortes, J., “Altares visigodos: reutilizaciones paganas”, en Homenaje al Profesor Presedo (Sevilla
1994), 796-798, nº 4, donde puede consultarse con mayor detenimiento las circunstancias del hallazgo.
1513
Ceán Bermúdez, op. cit. 854 (1832), 255.
1514
CIL II 1180; Matute, op. cit. 473 (1887), Tomo III, 111-112.
641
IMP · CAES
t · AELIO · HADR
ANTONINO · AVG
PIO · P · P ·
cORPVS · CENTO
NARiorum
INDVlgientia eiVS
COLLEGIIO HOMINVM
centum dum tasAI
1515
constitutio” .
En Écija, en 1780, durante las labores de construcción de los cimientos de la Iglesia
Parroquial de Santa Cruz, comenzada a construir en 1776 para sustituir a otro anterior
arruinada en 1755 por el terremoto de Lisboa, se encontrarón las siguientes lápidas:
“P(ublius) Anniius [-f(ilius)?]
Macer + [- - -]
Colon (iae) Aug(ustae) [Fir(mae)]
- - - -.
L(ucius) Servilius L(uci) lib(ertus)
Augustinus anno(rum) L
h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis)
1516
[[++++++]] ” .

5.-
5.- Labores agrícolas:
agrícolas Otra de las causas que motivaron la aparición de
numerosos hallazgos arqueológicos son los trabajos agrícolas realizados en diversos puntos
de las tierras y pagos andaluces. Por ejemplo, en 1753, durante la realización de trabajos
agrícolas en el Pago de San Julián (Jerez de la Frontera), en la viña del presbítero
Jerónimo Mures, se descubrieron dos lápidas o epígrafes en el interior de “una Bóveda o
Sepulcro de bien labrada arquitectura con dos lápidas en los extremos, y sobre él una
piedra o losa grande sin rótulo pero las otras dos estaban escritas con un epitafio cada
una, que contenían los enterramientos de padre e hijo”1517.
En Montoro, durante las labores de trabajo en la finca Huerta Mayor, se exhumaron en
1751 “unas tablas de bronce o cobre, en que según noticias constantes se contenía el
privilegio concedido a Epora, de pueblo confederado”1518. En Montemayor, salió a la luz
un mosaico (FIGURA 86) durante las labores de cultivo de un melonar1519.

1515
CIL II 1167; Matute, op. cit. 473 (1887), Tomo III, 242-243.
1516
CIL II2/5, 172 y CIL II2/5, 1241; Carta de 29.12.1787 remitida por Domingo Adornos y Dávila a
Tomás López; cfr. Segura Graiño, op. cit. 860 (1989), 80.
1517
CIL II 1307; Gutiérrez, op. cit. 133 (1787), 82.
1518
CIL II2/ 7, 137; López de Cárdenas, op. cit. 321 (1772), Tomo I, 31v.
1519
CIL II2/5, 507 (= II 1524); Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 117.
642
En Montilla, en el denominado Cerro de Navarrete, se descubrió en 1747, durante las
labores de plantar garrotes de olivos, la inscripción
“D(is) M(anibvs) s(acrvm)
Phi le
an(norvm) XXIIII
m(ensivm) II d(iervm) XX
pia in s(vis) hic
1520
s(ita) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis)” .
En el caso de Baza (Granada) Isidoro Bosarte informó el 25.04.1804 a la Sala de
Antigüedades de la Real Academia de la Historia del hallazgo de
un ara votiva “por un labrador el día 14 del corriente de Abril,
arando la tierra un mármol de vara de largo y media de ancho
esculpido en ella una figura de Mercurio (FIGURA 162) no
íntegra, como ni lo está la piedra con inscripción latina, que es
una dedicación por voto. Cuyo diseño presento a la Sala de
Antigüedades advirtiendo que el sujeto que me ha remitido dicho
diseño ha recogido la piedra y la tiene en su poder, y dice
asimismo que si tuviera licencia haría a su costa una excavación
en aquel sitio en el cual se hallaron muchos cimientos y
Figura 162. Ara votiva fragmentos de antigüedad”1521.
dedicada a Mercurio
hallada en Baza, según En la localidad malagueña de Monda, tuvo lugar el
Bosarte. RAH.
descubrimiento en 1762 de “varias medallas de plata del gran
Pompeyo con el letrero sabido por todos Cneus Magnus Pompeius Prefectus Clasiss et ore
maritime, una lámparas sepulcrares, una camafeo particular en una amatista del tamaño
de medio peso fuerte con la cabeza incisa de Pompeyo, y una perla grande con el asa
engastada de oro”1522, que posteriormente fueron enviadas al gabinete particular de
Francisco de Bruna y Ahumada.
En la villa de Benaoján (Málaga) “se encontró a media legua de ella en 1772 en el sitio
que llaman las Viñas del Concejo, un sepulcro cristiano, como lo indica su inscripción

1520
CIL II2/5, 562 (= II 1545); Jurado y Aguilar, op. cit. 891 (1776), 5v; Jurado y Aguilar, op. cit. 891
(1763), 73; Jurado y Aguilar, op. cit. 891 (1770), 194v; López de Cárdenas, op. cit. 321 (1773), Tomo II,
164v; Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 117.
1521
CIL II 3404; Minuta de Oficio de 25.04.1804 remitido por Isidoro Bosarte a la Sala de
Antigüedades de la Real Academia de la Historia. ARAH. CAI-GR/9/3939/6. ASRAH 08.06.1804; Flores de
la Barrera, op. cit. 128 (1817), XXIII.
1522
Bruna y Ahumada, Francisco de, Apuntaciones sobre la colonia romana de Munda que dio … en el
año 1752 al P.M. F. Henrique Flores por las obras de la España Sagrada que estaba escribiendo con noticia
de lo encontrado después en aquel sitio en el año 1762 (Sevilla 1763). ARAH. Mss. 11/8331, fols. 129-130v.
643
exarada en un ladrillo (FIGURA 163) de dos cuartas de largo y una de ancho, cuya copia
es como sigue: Bracari ui / uas cum tuis”1523.
Patricio Gutiérrez Bravo, nos cuenta que en 1754, en un cortijo de la Compañía de
Jesús, situado en las Huertas de Benjumea (Arahal, Sevilla), se halló un cippo, que
contenía la siguiente inscripción:
“D · M · S
AVRELIA
CAPITOLINA
VIXIT · ANN · XIV
1524
H · S · E · S · T · T · L” .
En Septiembre de 1764 se descubrió en el Cortijo de las
Casulillas, entre las localidades sevillanas de El Coronil y
Arahal, una “basa quadrilonga de dos tercias de ancho y cuatro
de largo y a su lado una figura de pátera” (FIGURA 164) que
Figura 163. Inscripción
IHC 193, según Medina- contenía una dedicatoria al emperador Decio:
Conde.
“IMP · CAES ·
C · MESSIO · Q · TRAIANO ·
DECIO · PIO · FELICI · IN
VICTO · AVG · P · MAXI
MO · P · P · TRIBVN · POTES
TATI · II · COS · II · PROCOS
resP · CALLENSIS ·
deVOTA · NVMINI
MAIESTATI Q · eius
1525
D · D ·” ,
y que posteriormente Francisco de Bruna trasladó al Salón de
Antigüedades de la Bética, que había reunido en los Reales
Alcázares de Sevilla.
Según el mismo Francisco de Bruna en la villa de Paradas se
descubrieron, hacia 1770, “cavando unas viñas … leones de
piedras”1526, no aportando más datos sobre el hallazgo.
En Marzo de 1787, “a una legua de esta villa camino de
Figura 164. Inscripción CIL II Sevilla, en el Cortijo de Mejillán, arando sus tierras se halló
1372, según Gutiérrez Bravo.

1523
CIL II 4967 (= IHC 193); Medina Conde, op. cit. 714 (1789), Tomo II, 300-301; Abascal y Gimeno,
op. cit. 177 (2000), 173-174, nº 270. El original de la pieza se encuentra actualmente en la Real Academia de
la Historia a quien se la regaló Juan José Moretti en 1865.
1524
CIL II 1393; Gutiérrez Bravo, op. cit. 1253 (1771), 249.
1525
CIL II 1372; Gutiérrez Bravo, op. cit. 1253 (1765), 6; Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 207; Segura
Graiño, op. cit. 860 (1989), 33.
1526
Bruna Ahumada, op. cit. 320 (1773), 309-310.
644
este cipo de una cuarta, poco más de largo y poco menos de ancho, por estar quebrado,
cuyas letras son
D·M·s
Q · BRVTtivs ...
BASILIPonensis
ANNO ....
HIC · SITus ·est
1527
S ·T · t · l ·” .
Enterado Francisco de Bruna del hallazgo procedió a recoger el epígrafe y depositarlo
en su colección del Alcázar, comunicando a continuación a Gaspar Melchor de Jovellanos,
en fecha 13.06.1787, que “me acaban de enviar de El Arahal una lápida sepulcral que nos
da noticia de un nuevo pueblo de la Bética, Basilippo, de que no encuentro más mención
en la historia, sino en el Itinerario de Antonino, Camino de Cádiz a Córdoba. Esta piedra
se halló en le mes de Marzo de este año arando en las tierras del Cortijo de Mejllán, una
legua de El Arahal, Camino de Sevilla, y sitio de El Cerro del Cincho (seis leguas de esta
capital) donde se han encontrado medallas, trozos de inscripciones y otros rastros de
antigüedad”1528.
Jovellanos, una vez tuvo en su poder la noticia, la comunicó al Conde de
Campomanes1529, mientras que Patricio Gutiérrez Bravo lo ponía también en conocimiento
de Tomás López al contestar a su cuestionario1530.

6.-
6.- Obras Privadas de Construcción:
Construcción en las construcciones privadas
que se realizan en Andalucía, se producen numerosos hallazgosen las obras de cimentación
o restauración de los edificios. Estos hallazgos fueron utilizados, en numerosas ocasiones,
por los historiadores locales para corroborar alguno de sus datos o para dar un prurito de
antigüedad a su ciudad, villa o localidad.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, en la localidad de Medina Sidonia se
produce una importante actividad constructiva por parte de las clases burguesas. En estos
trabajos se exhumaron diversos objetos arqueológicos, que fueron recogidos

1527
Ponz, op. cit. 713 (1794), 220; Sánchez Sobrino, op. cit. 644 (1774), 8. El epígrafe se recoge en CIL
II 1373,
1528
Carta de 13.06.1787 remitida por Francisco de Bruna y Ahumada a Gaspar Melchor de Jovellanos.
ARAH. Mss. 9/2009, fols. 454-456.
1529
Carta de 16.06.1787 remitida por Gaspar Melchor de Jovellanos a Pedro Rodríguez de
Campomanes. ARAH. CAI-SE/9/3940/6(9-10).
1530
Carta de 31.03.1787 remitida por Patricio Gutiérrez Bravo a Tomás López; Segura Graiño, op. cit.
860 (1989), 34.
645
minuciosamente por Francisco Martínez Delgado, aunque su obra no verá la luz hasta la
segunda mitad del siglo XIX.
Así, en mayo de 1773, el presbítero D. Pedro Parra y Arcos comenzó a realizar los
cimientos de una nueva vivienda en “la calle de la Loba, junto al Convento de San
Cristóbal, [donde] se halló una estatua togada de mármol blanco de dos varas y tres dedos
de alto. Está primorosamente trabajada: se percibe bien la finura de su ropaje, y por su
transparencia se señalan con tanta propiedad las piernas y los músculos como si estuviera
desnuda. Conservan mucha hermosura la muñeca y mano derecha; con tres dedos recoje
un poco el ropaje, y con el índice señala el pecho izquierdo que descubre con esta acción.
Le falta la cabeza y mano izquierda que no se hallaron, pero sí varios fragmentos del
pedestal y columna donde estaría colocada”1531.
En otro ejemplo, conocemos que en septiembre de 1777, durante los trabajos de
cimentación para la construcción de la nueva posada de la localidad, se encontró “un busto
o estatua de mujer de media vara de alto de piedra blanca, perfectamente labrada, vestida
con un ropaje talar de mucho vuelo, y con un delantal corto; la mano izquierda la tiene de
plano sobre el pecho y sobre parte de ella asienta la muñeca de la derecha, en ademán de
estar algo levantada y sosteniendo alguna cosa; pero no tiene mano derecha ni cabeza.
Con dicha estatua se hallaron algunas lápidas labradas sin inscripciones, que serían
verosiblemente parte de la base o pedestal sobre que estaba colocada”1532.
También refiere este autor el hallazgo, el 17.06.1790, de “una lápida de tres cuartas de
largo con media vara de frente” en las obras que Francisco Lozano realizaba en su
domicilio de la calle Sucia de Medina Sidonia, y que posteriormente fue trasladada a los
Reales Alcázares de Sevilla. Dicha lápida contenía la siguiente inscripción:
“Q · FABIO · CN · F · GAI
SENICAE · IIII · VIR
MVNICIPES · CAESARINI”.

Bajo esta lápida “se descubrieron varios huesos de configuración humana, y por tales
se tuvieron”1533.
Fernando José López de Cárdenas, en su obra sobre la Bética, dice que “en la calle del
Moralejo [de Aguilar de la Frontera (Córdoba)], en las casas de Don Pedro Carrillo,

1531
Martínez Delgado, op. cit. 1568 (1875), 38-39.
1532
Martínez Delgado, op. cit. 1568 (1875), 37-38.
1533
CIL II 1315; Cid Carrascal, op. cit. 267 (1790); Martínez Delgado, op. cit. 1568 (1875), 33.
646
abriendo unos cimientos en el patio, se halló un trozo de columna de jaspe azul con esta
inscripción:
[Ti(berio)] Claudio D[rusi f(ilio)]
Caesari Aug(usto)
Germanico
pontifici maximo
trib(uvnicia) [pot(estate) imp(eratori) p(atri) p(atriae)]
censori d[esignator?]
1534
[- - - - - -] / [- - -] SO[- - -] ” .
Luis María Ramírez de las Casas-Deza, en su memoria sobre las antigüedades de
Córdoba, da la noticia de que el “12 de Mayo de 1781 en las casas que modificaba Don
Miguel del Aguila se descubrió un mármol blanco .... A tres varas y media de profundidad
por bajo de la calle de Juan María que sale a las Tendillas de Calatrava. Hallóse una
basa de estatua de una vara de diámetro de mármol, cuyo lardo no se descubrió quedando
allí sepultada; pero se sacó un pedazo de cabeza con parte de enfrente.
En la misma casa se hallaron dos inscripciones, una de tres cuartas de alto y dos de
ancho, a que falta alguna linea por la parte superior y dice asi:
IN · DIVOR · AVC
PROVINC · BAET
HVIC. ...
La otra inscripción que esta quebrada por la parte superior dice asi:
EMEST
CORNELII · REST
TVTVS · ET ·AFRICANV
EXACTO · FLAMONIO
1535
VOTUM · REDDIDERVN” .
Francisco Pérez Bayer, durante
su estancia en Córdoba, en su viaje
a Andalucía de 1782, nos cuenta
que Pedro de Estrada le acompañó
hasta la “casa del Conde de
Hornachuelos donde (FIGURA
165), en unos cimientos que se
están abriendo para no sé qué
obra, acaban de descubrirse unos
capiteles corintios y trozos de columnas
Figura 165 Piezas encontradas en la Casa del Conde de
Hornachuelos, según Pérez Bayer.

1534
López de Cárdenas, op. cit. 321 (1773), Tomo II, 49v. La inscripción es CIL II2/5, 593 (= II 1518).
1535
ARAH. CACO/9/7951/26.
647
estriadas portentosos, así por su grandeza como por la finura de su labor.
Cuando entré donde se abrían los cimientos que estaban aserrando a lo largo un gran
trozo de la caña de una de estas columnas para hacer de ellas mesas de alabastro.
Manifesté mi sentimiento al secretario del Conde, que se hallaba a la sazón allí, y la
lástima que me causaba el que no se conservasen unos monumentos tan ilustres de la
Antigüedad y que tanto ennoblecían a Córdoba. Díjome al día siguientes Estrada que
bastaría el que hubiese yo dicho eso para que no se aserrasen
más columnas y se conservasen los demás fragmentos y cuantos
de nuevo se hallase. En este sitio se decía haber estado el
anfiteatro de Córdoba, pero las columnas son seguramente de
foro, basílica o pórtico de templo”1536.
En Baza (Granada) se halló en el año 1795, según cuenta
Antonio José Navarro, “una inscripción arabe entera ... en estos
días derribando una pared de las casas de D. Francisco Benito
Santolalla y Mendoza, que está al pie de la Alcazaba, se halló
entre el escombro una losa de piedra”, acompañando un dibujo
Figura. 166. Inscripción (FIGURA 166) de la misma1537.
islámica de Baza, según
Antonio José Navarro. En Martos (Jaén), en 1787 se produjo el hallazgo, según
recoge José Lendínez, de una lápida de marmol “al abrir los cimientos para la casa de D.
Felipe Sánchez, en la calle Campiña de Martos, a tres
varas de profundidad”. Dicha lápida, que se encontraba
en el interior de un sepulcro de piedra, fue
posteriormente colocada “en la pared de D. J. A. de
Torres y Varona”, donde la pudo dibujar el propio
Lendínez.
Junto a la inscripción (FIGURA 167) se encontró,
continúa Lendínez, “un sepulcro cubierto con una gran
Figura. 167. Inscripción romana de
Martos, según Lendínez. piedra de jaspe negro y dentro huesos grandes y
pequeños con dos calaveras. En sus inmediaciones se hallaron varios sepulcros, ... Uno
como de niño pequeño con los huesos correspondientes”1538.

1536
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 228.
1537
Navarro, Antonio José, Descripción de Baza y su Hoya (1795). ARAH. Mss. 9/5981, 83-84.
1538
CIL II2/5, 107 (= II 5473); Lendínez, J., Augusta Gemella. Ylustrada con los pueblos de su partido,
648
En Osuna (Sevilla), en 1743, durante la realización de una obras en la calle del
Arrecife, se descubrió “una boca profundísima, con cuyo motivo pasó con asistencia mía a
reconocerla y desde la boca de dicha gruta se manifestaban unos arcos por las cabezas, en
lo bajo de la bóveda de lo que parecía ser la puerta de dicha boca y estos pareció se
extendían dilatadamente por los ámbitos de la misma bóveda hacia el centro del
Pueblo”1539.
Hacia mediados del siglo, en la localidad de Arahal (Sevilla), “dentro de la villa, en un
derribo de una casa, encontré un fragmento de inscripción
D·M
M · VLP · PRO
… IS . O …
perteneciente a la familia de los Ulpios, que tan extendida estabe en Andalucía, como
prueba el Doctor Florez, en su tomo XII de la España Sagrada, a quien la remití y la
estampó”1540.
En Sevilla, durante la construcción de una vivienda nueva en la Calle Corral del Rey o
Valenzuela, en la colación de San Isidoro, se encontró el 22.09.1752 “un pedestal de
mármol, que tiene de largo cerca de vara y media, y de ancho cerca de tres cuartas, con
las siguientes letras”1541, que presentaba la particularidad de que en su cabeza estaban
profundizadas dos señales que indicaban ser los pies de la estatua que tenía sobrepuesta, y
en su cara principal se leía la siguiente inscripción:
D N
FLAVIO VALERIO
CONSTANTIO
NOBILISS · CAES ·
RESP · HISPAL ·
DEVOTA · NVMINI
MAIESTATIQVE
EIVS ·”.

Esta inscripción fue posteriormente trasladada a petición del procurador mayor de la


ciudad, el Conde de Mejorada, a las Casas Capitulares donde se conservó. Luis Germán y
Ribbón, miembro de la Academia de la Historia, comunicó a la institución el hallazgo,
remitiendo una transcripción de la misma, depositándose en su archivo.

hoy villa de Martos (Martos 1778), 501.


1539
García de Córdoba, op. cit. 1364, 100-103.
1540
Carta de 31.03.1787 remitida por Patricio Gutiérrez Bravo a Tomás López; cfr. Segura, op. cit. 860
(1989), 33; Flórez, op. cit. 848 (1754), 236. La inscripción es CIL II 1376.
1541
Oficio de fecha 21.04.1750 remitido por Luis Germán y Ribbón a la Real Academia de la Historia.
ARAH. CAI-SE/9/3940/2(2-5). La inscripción es CIL II 1171.
649
Por otro lado, los anticuarios sevillanos Fray José Cevallos y Ruiz de Vargas y Livino
Ignacio Leyrens y Pelleart, remitirieron una copia de la inscripción al Padre Enrique
Flórez, quien la incluyó en su obra. A partir de esta publicación, la tomaron el Padre
Hierro, José Córnide de Folgueira y Saavedra en sus obras y asimismo Cándido María
Trigueros y Justino Matute y Gaviria para ilustrar sus trabajos o para sus proyectos
inconclusos de las inscripciones de España1542.
En la misma provincia sevillana, Fray Alejandro del Barco nos cuenta que, en 1784, se
encontró en la parte oriental de Estepa, durante la construcción de “un vallado de una haza
propia de D. Vicente del Río”, la siguiente inscripción:
D(is) · M(anibus) · s(acrum)
Mummia · mulieris · lib(erta)
Fortunata
Ostipp(onensis) · ann (orum) · LI
pia · in · suis · h(ic) · s(ita) · e(st) · s(it) · t(ibi) · t(erra) · l(evis)
que posteriormente fue llevada a la “calleja que llaman del Caño”1543.
Junto a ella, se encontraron las siguientes inscripciones:
Rufinus · Rufi
f(ilius) · an(norum) · LXV · p(ius) · i(n) · s(uis)
hic · s(itus) · e(st) · d(ic) · q(ui) · l(egis) · s(it) · t(ibi) · t(erra) · l(evis) ·
Laria · Q(uinti) · lib(erta)
Tuche · an(norum) ·XI
hic · s(ita) · e(st) · s(it) · t(ibi) · t(erra) · l(evis) ·
---------
H(aple) · serva
annorum
XXIIII pia · in su-
1544
is hic s(ita) · e(st) · s(it) · t(ibi) · t(erra) · l(evis) · .

En Alcalá del Río (Sevilla), según el párroco local Mateo Domínguez Moreno, se
encontraron diversas inscripciones, entre las que destaca la hallada en 1767 en el interior
de un sepulcro, y que presentaba el siguiente epígrafe:

1542
Flórez, op. cit. 848 (1752), 92; Hierro, op. cit. 1256 (1765), Discurso X; Trigueros, Cándido María,
Inscripciones romanas de España y noticias de algunas antigüedades tomadas de la obra del Dr. Martín
Vázquez Siruela y de algunos otros autores. ARAH. Mss. 9/6059; Matute, op. cit. 473 (1887), Tomo II, 106-
107.
1543
CIL II2/5, 967 (= II 1449; ILER 5387); Barco García, op. cit. 868 (1788), 33v; Aguilar Cano,
Antonio, Memorial Ostipense. Extracto de varios curiosos libros que )se ocupan de la antigua Ostippo y
Stipo, actual Estepa. Tomo I (Estepa 1886), 61-63.
1544
CIL II2/5, 975 (= II 1463); CIL II2/5, 973 (= II 1458; ILER 2816) y CIL II2/5, 971 (= II 1451);
Barco, op. cit. 868 (1788), 30r-30v.
650
IN · BRITANnia praef. coh.
II · VASCONVM · EQVIT · trib. mi
LITVM · LEGIONIS · II · AVG · PRAEF
ALAE · I ·ASTVRVM · DONIS · DONATO
CORONA · MVRALI · ET · CORONIS
AVREIS · IIII · ITEM ·VEXILLO · ET · HASTIS
PVRIS · V · HONORATO · AB · EXERCI
TIBVS · INQVIBVS · MILITAVIT · BIGIS
AVRATIS · ET · STATVIS · EQVESTRIBVS
Q · FVLVIVS · EVCHIR ·
IIIIIIVIR · AVG ·
1545
AMICO · BENE · MERENTI ·” .

El 12.12.1799 durante la construcción de los cimientos de una casa en Itálica


(Santiponce, Sevilla), en la zona de las Eras del Monasterio, unos labradores encontraron
un mosaico en cuyo centro tenía representado un circo romano con escenas de juegos y en
torno al mismo una representación de las Musas (FIGURA 17 y 168), conocido como
Mosaico del Circo. Sus descubridores informaron rápidamente a Fray José Moscoso,
religioso del Monasterio de San Isidoro del Campo que gustaba de estudiar las
antigüedades, que tuvo el
apoyo del abogado
sevillano Francisco de
Espinosa para su estudio y
conservación. Moscoso
dio a conocer a Laborde la
existencia del mosaico,
que lo incluyó en su obra y
lo publicó en Paris, pero la
persona que dio a conocer
el hallazgo a la Real Figura 168.- Fragmento del mosaico del Circo, según Justino Matute.
Academia de la Historia fue
Anselmo de Ribas, quien remitió además una carta y un dibujo.
Según Ribas, el pavimento “es de dados de 8 líneas en cuadro por 1 de grueso; de
ellas los blancos y azules son de piedra natural,; los demás ficticios; tengo alguna
posibilidad de que el corte del pavimento se debía unir a algún otro pedazo y esto me hace
creer que pudo ser parte de algunas termas.

1545
Carta de 1788 escrita por Mateo Domínguez Moreno a Tomás López; cfr. Segura, op. cit. 860
(1989), 19. La inscripción es CIL II 1086.
651
Los animales, plantas y flores están con el color natural, que no es señalado en el
plano por que era pesado.
El aljibe o pozo que se advierte en un lado del pavimento, según su construcción, fue
hecho para recoger las aguas de lluvia y otras que se vertieran en él...”1546.
La Academia estudió la carta y el dibujo remitidos por Anselmo de Ribas, que pasó a
José Ortiz y Sanz, para estudiase el contenido y elaborase un informe. Según Ortiz, en el
mosaico eran apreciables como motivos decorativos “racimos, granadas, palomas o
perdices que se ven entre los medallones, y qué los animales verdaderos, híbridos o
fabulosos que hay en algunos de ellos. Lo mismo digo de una figura humana en pie, con
tunicela hasta las rodillas, que parece tiene un globo oscuro en la mano siniestra; y lo
mismo de otra del todo desnuda, con la pierna derecha levantada y el muslo escorzado,
como en actitud de bailar. Bien que está, por lo torosa y obesa, se puede tomar por un
Sileno, como sospecha bien el Sr. D. Isidoro Bosarte en sus Observaciones a este
monumento.
En otro medallón hay un centauro, levantado sobre sus pies y en acto de correr o dar
saltos. De su hombro siniestro vuela para atrás un trazo de ropa ligera, llevada por el aire
de la velocidad con que el centauro corre. Con la mano misma sobre el hombro lleva la
pala, timón o remo con que se figuran los rinos navegables adeás de la urna o vasija.
Diremos que el mosaicista quiso por esta biforme y clónica bestia representar el furioso
río Betis....
En otros medallones hay un perro corriendo, una fina o garduña; un ave como
avestruz, un caballo paciendo o bebiendo, un carnero casi parado y otros animales. ¿Qué
quiso simbolizar el artífice por estos animales y por las frutas?. Acaso la fecundidad de la
Bética?. Los famosos caballos andaluces hijos del viento, sus aún más famosos
moruecos... Quiso simbolizar las virtudes, las inclinaciones, los timbres de alguna persona
o familia. Creenlo comúnmente así los anticuarios explicando los innumerables y varios
emblemas y símbolos hallados en los sepulcros y en otros edificios de Roma....
Lo que creo no se puede poner en duda es que los siete bustos femeniles del tamaño
natural que se conservan casi enteros en siete medallones, y otro medio destruído,

1546
Carta de 08.03.1800 de Anselmo de Ribas. CAI-SE/9/3940/12(3); Laborde, op. cit. 544 (1806);
Laborde, op. cit. 511 (1812), 548; Matute, op. cit. 897 (1827), 193; Herrera, A., “Principales mosaicos
encontrados en Itálica”. BRAH XLIII (1903), 533 y ss.; Celestino, S., “Mosaicos perdidos de Itálica”. Habis 8
(1977), 359-383; Blanco Frejeiro, A., Mosaicos romanos de Itálica 1 (Madrid 1978), 55-56; León Alonso,
op. cit. 543 (1993), 47-49, Luzón Nogué, op. cit. 848 (1999), 62-63; Caballos et alii, op. cit. 862 (1999), 109-
110; Luzón Nogué, op. cit. 544 (2003), 59-69.
652
representan las Musas, que por tanto deberían ser nueve cuando el mosaico estaría
íntegro.Lo persuade el letrero Polimnia que uno tiene, el cual , según la Teología de los
gentiles, pertenece a la musa que prendía a la Retórica. Un libro abierto y un espejo (o
quizas membrana) que se ven en otros dos bustos, no lo repugnan.
El busto de varón puesto de perfil sobre su lado siniestro, con toga, según parece, y
corona en la cabeza, contenido en otro medallón, me es absolutamente desconocido. Yo lo
tengo por retrato... Si tuvieramos una copia más en grande, podríamos hacer esta
descripción más ajustada y amena de todo el monumento y sus partes, especialmente de
este retrato... El arriba citado Sr. Bosarte, sospecha pueda ser el orador y poeta Silio
Itálico, creío por algunos modernos originarios de Itálica, sin otro fundamento que su
cognomen Itálico...
En el centro del mosaico hay un recuadro paralelogramo, cuya longitud es triple de su
anchura y algo más. No se debe dudar de que la porción destruída de este recuadro (que
es la mayor) contenía también emblemas o figuras alegóricas. Ahora sólo quedan un
caballo sin brida ni freno, corriendo con su jinete, dos hombres y dos mujeres. El hombre
de más abajo parece tocar un instrumento de aire a manera de cocina. Más arriba estás
las dos mujeres agrupadas, una de las cuales lleva un niño en brazos... El hombre de más
arriba tiene en su mano derecha un conejo o cordero, como en acto de darle a otra
persona, o de ponerle en alguna ara que quizás había en lo destruído del mosaico. Así
puede muy bien decirse con el Sr. Bosarte, que representaría allí algún sacrificio u
oblación gentílica.
Los medallones del mosaico cuando estaba entero serían 36. Así se saca del orden en
que están repartidos los 26 que han quedado, aunque no todos íntegros. Sus orlas o
marcos están entallados unos a hojas de laurel, a lo que creo, formando una corona cada
uno; los otros tienen algunas labores de talla no muy elegantes. Están colocados
alternadamente entre sí mismos....”1547.
Posteriormente, la Real Academia de la Historia comisionó a Juan Agustín Ceán
Bermúdez1548 para que volviese a informar sobre las circunstancias del hallazgo y sobre la
descripción del mosaico, así como para que aportase un nuevo dibujo, más detallado. Ceán
Bermúdez visitó el lugar el 02.09.1802, junto con el dibujante Joaquín Cortes y el abogado

1547
ASRAH 10.02.1801. Informe de 10.02.1802 elaborado por José Ortiz ARAH CAI-SE/9/3940/12(5).
ASRAH 26.03.1802 y ASSARAH 15.09.1802; ARAH CAAC/1802/9/15. Córnide, op. cit. 102 (1805), XVII.
1548
Oficio de 30.03.1802 remitido por José Córnide de Folgueira y Saavedra a Juan Agustín Ceán
Bermúdez. ARAH CAI-SE/9/3940/12(6).
653
Francisco Espinosa, elaborando una nueva descripción del mosaico, y aportando nuevos
datos en los términos requeridos por la Acaemia.
Según Ceán Bermúdez, “parece que se descubrió este pavimento en 1799, con motivo
de allanarse el terreno para construir una casilla. Está situado sobre un aljibe y así
parece haber sido patio, tiene de largo desde N a S 14 varas y media, y de ancho desde O
a P 10 y cuarta. Al lado de O hay un pequeño brocal para sacar agua del aljibe, y al del S
un sumidero para recoger las aguas llovederas que caen en el mismo aljibe.
Rodea el pavimento un friso u orla de vara y dos pulgadas de anch, dividido en
cuadros, y cada uno tiene distintos labores, de las que llaman greca. Sigue otro friso en lo
interior que tiene de ancho dos varas y tres cuartas en los lados de N, O y P, y una y meda
escasa en el de S. Está dividido este friso en los tres primeros lados en dos ordenes de
medallas circulares, y en el de S en una solamente. Cada medalla tiene de diametro una
vara y una tercia, y en sus centros se representan Musas, un muchacho en actitud de
danzar, un centauro, y varios animales cuadrúpedos. Las Musas no son más que bustos,
pero del tamaño del natural; y en los ángulos que forman los círculos de las medallas se
figuran pajaros, frutas y flores. El centro de este pavimento representa un pays en el que
hay algunas figuras destrozadas con un carro, tiene 8 varas y cuarta de largo y dos y dos
tercias de ancho.
El mosaico está mal conservado, pues ha quedado mucho menos de la mitad, y está
salpicado, bien que permanecen cinco o seis Musas, y algunos trozos del friso exterior de
los lados de N y P pero casi destruído el pays del centro. Y aunque el difunto letrado
Francisco Espinosa le cercó con cuatro tapias y su puerta, cuya llave está confiada a una
mujer que vive en la casa inmedaita, las extraordinarias heladas que han caído ese
invierno sobre él han levantado las fasetas o piedrecillas.
El gusto de los adornos, el dibujo de las figuras y la desigualdad de las partes, manifiestan
que esta obra no es del buen tiempo del Impero Romano, sino posterior, cuando las bellas
artes iban en decadencia. La construcción del mosaico es grosera pues parece ser más
bien un empedrado mal unido, ls fasetas del primer friso tiene más de media pulgada de
ancho, las del segundo son algo más pequeñas y mucho más las del centro y pays. De unas
y otras he recogido una porción, y otra de un trozo con su mastique, que remitiré a V.S en

654
tiempo oportuno. Las del primer friso son piedras, pero las del segundo y centro parecen
composición artificial”1549.

7.-
7.- Tesorillos Monetarios:
Monetarios Otra forma de conocer el patrimonio
arqueológico de Andalucía, es a través de los denominados “tesorillos”, es decir, aquellos
hallazgos de depósitos de monedas, ocultados en el pasado con diversa intencionalidad. La
importancia de la numismática, como ya nos hemos referido en otras ocasiones, radicaba
en la trascendental función que cumplía en los estudios anticuarios para ubicar ciudades
antiguas o para corroborar determinadas cuestiones mencionadas en las fuentes
grecorromanas. Son numerosas las referencias a hallazgos numismáticos conservados en la
Real Academia de la Historia, que además siempre mostró un gran interés por acrecentar
su monetario, en línea con el desarrollo del coleccionismo monetario. Esta atracción, por
las monedas se acrecentó a partir de 1792, cuando los nuevos estatutos de la corporación
madrileña establecieron que entre las obligaciones del Anticuario debía “colocar las
monedas que posea la Academia, o que nuevamente se adquieran, en sus respectivas
series; explicar sus leyendas, inscripciones y tipos”, además de “formar los índices y
catálogos de las monedas”.
A partir de este momento, en la Academia aumentaron las noticias de los diferentes
correspondientes repartidos por provincias acerca de los hallazgos de monedas, lo que en
ocasiones permitió acrecentar su pequeño museo, como ocurre en los casos de los dos
tesorillos de Pinos Puente y en el de Córdoba.
En el primero de los casos, sabemos por el oficio remitido el 01.12.1794 por Manuel
Giménez Bretón, que la Junta General de Comercio, Moneda y Mina había decidido enviar
a la Real Academia de la Historia, a instancias de Elias Scideac, intérprete y bibliotecario
de S.M., 169 dirhams de las “508 monedas arábigas de plata, del tamaño como de una
peseta, que se recogieron en una olla pequeña”, que a su vez le había remitido el Juez de
Minas y Tesoros de Granada. Según el estudio realizado por Elías Scideac,las monedas
pertenecían a los gobiernos de los emires Abd al-Rahman I, Hixam I y Al Hakam I,
fechables entre el 776 y el 823 d.C1550. Estudiada la noticia por la Real Academia de la
Historia, ésta acordó que que el Anticuario procediese a su colocación en el monetario de

1549
Carta de fecha 25.09.1802 remitida por Juan Agustín Ceán Bermúdez a José Córnide de Folgueira y
Saavedra. ARAH CASE/9/7970/7(1); Informe de fecha 10.02.1802 elaborado por José Ortiz ARAH CAI-
SE/9/3940/12(7); Ceán Bermúdez, op. cit. 854 (1832), 284.
1550
GN 1794-1795/1(2-3).
655
la Academia y que las noticias recibidas pasasen a Fray José Banqueri y Fray Francisco
Cañes, para que informasen de los hallazgos y cotejasen sus resultados con la opinión de
Elias Scileac1551.
En 1801, volvió a encontrarse un nuevo tesorillo en Pinos Puente (Granada), del que
rápidamente tuvo constancia la Academia de la Historia, por mediación de Manuel
Giménez Bretón, Secretario de la Junta General de Comercio y Moneda, que remitió 100
monedas de plata árabes, junto con un estudio realizado asimismo por Elias Scideac.
Estos datos contenidos en las Actas de la Real Academia de la Historia contrastan con
la documentación existente en el Gabinete Numario de la Academia de la Historia, donde
sólo se conserva un informe anónimo, en el que no se especifican las circunstancias del
hallazgo ni el número de piezas que llegaron al monetario. Lo único que se indica es que
todas las monedas son dirhams nazaríes de plata, acuñados en la ceca de Granada durante
el reinado de Muhammad I, primer rey de la dinastía nazarí, acompañándose un dibujo de
una de las piezas1552.
Otro hallazgo de monedas se produjo en Córdoba, en 1806, durante las labores de
construcción de un edificio de nueva planta, en la hacienda de Trecepiés, situada en el
Arcón de la Sierra, propiedad de Francisco Beltrán de Guevara, Secretario del Cabildo de
la Catedral. La Academia tuvo conocimiento del hallazgo gracias al oficio remitido el
08.06.1806 por Domingo María González Domínguez, Intendente de la Provincia de
Córdoba, quien en cumplimiento de lo dispuesto por la Real Cédula de 1803, comunicó a
la institución el hallazgo, producido por un corrimiento de tierras, que dejó al descubierto
“un jarro o puchero” que contenía varias monedas árabes, “algunas enteras y otras hechas
pedazos corroídas por el tiempo”. El conjunto se divide en “tres clases distintas, unas del
rey Abd al-Rahman III, otras más pequeñas con dos grafilas y dos renglones árabes, las
que se pueden aplicar al rey Abenabet, y otra que debe aplicarse al rey Abengamia”1553.
La Academia le comunicó a Domingo González que remitiera las monedas para su
examen, cosa que esté realizó en fecha 31.07.1806, por medio de Antonio Díaz1554. Ante la
solicitud de una indemnización, la Academia acordó su estudio por el Anticuario y
proceder a la devolución de aquellas monedas que no desease comprar, pagando por el

1551
GN 1794-1795/1(4-5); ASRAH 05.12.1794; Martín Escudero, F.; Cepas, A. y Canto García, A.,
Archivo del Gabinete Numario. Catálogo e Índices (Madrid 2004), figura 36.
1552
GN 1801-1802/1(05); ASRAH 02.10.1801; Martín, Cepas y Canto, op. cit. 1622 (2003), figura 37.
1553
Oficio remitido el 02.06.1806 remitido por Domingo María González Domínguez a Isidoro Bosarte.
CAI-CO/9/3938/4(1); ASRAH 13.06.1806; Flores de la Barrera, op. cit. 128 (1817), XXXIV.

656
resto el correspondiente importe1555. José Antonio Conde realizó un informe sobre las
monedas, que atribuyó a los reinados de Abd al-Rahman III, Al-Hakem II e Hixem II, en el
que recomendaba la compra de las mejores monedas para el monetario de la Academia, así
como la devolución del resto al propietario1556.
También conservamos noticias del hallazgo de otros tesorillos en otras fuentes
diversas. Así por ejemplo, Alfonso de Lerena Martínez, párroco de Tocina (Sevilla),
informa a Tomás López que en dicha población, en “el sitio que llaman de las Viñas, y
otros no lejos de este pueblo, infinidad de monedas romanas especialmente de aquella
mezcla de metales entre bronce y cobre, de todos tipos; yo he visto más de doscientas, que
ha recogido en diez a doce años don Carlos Mejía de esta vecindad; y hoy mismo los
cavadores han encontrado una de plata del porte de un real de plata doble, de algún más
espesor, con el busto de Augusto y la inscripción de Augustus Augustus pontifex maximus,
que recogió el escribano de esta villa Tavares”1557.
En la Sección de Estado del Archivo Histórico Nacional asimismo existen noticias
acerca del hallazgo de dos tesorillos en la provincia de Jaén, uno de ellos en La Carolina y
el otro en Santisteban del Puerto.
Antonio Lomas, Alcalde Mayor de La Carolina, comunicó el 12.02.1790 al Conde de
Floridablanca el hallazgo de varias monedas de plata realizado por Juan Antonio de Castro,
vecino de la localidad, quien encontró en un baldío no muy distante de la localidad “dos
cajas, en figura de cartuchos informes, de chapa de plomo, dobladas a golpe, y sin
soldadura alguna, que casualmente halló en un sitio valdío no muy distante de esta
población y dentro de ellas las cadenas, piezas, monedas, medallas y piezas de pasta
derretida sin arte, todo de plata”.
El Sr. Castro había comunicado el hallazgo al Alcalde, quien en compañía del notario
Francisco Delgado reconoció el día 11.02.1790 “una por una las expresadas monedas,
pero como carezco de inteligencia y estudio en esta materia Numismática, tan oscura,
como útil y recomendable, y en esta población no hay persona, ni libro alguno, que haya
podido darme luz para su perfecto discernimiento, la mayor parte de ellas me es incógnita

1554
CAI-CO/9/3938/4(2-4); ASRAH 08.08.1808.
1555
CAI-CO/9/3938/4(5-6); ASRAH 22.08.1808.
1556
Informe de 29.08.1806 de José Antonio Conde. CAI-CO/9/3938/4(9); ASRAH 29.08.1808.
1557
Carta de 20.05.1787, remitida por Alfonso de Lerena Martínez a Tomás López; cfr. Segura, op. cit.
860 (1989), 148.
657
e incomprensible, y solo he podido distinguir y conocer algunas”, dando fe notarial de su
autenticidad.
Por ello decidió poner en conocimiento de Floridablanca el hallazgo, acompañando una
pequeña descripción del hallazgo: “Las monedas están muy conservadas, íntegras e
inteligibles, son como una mitad romanas y las otras góticas, según sus bustos, figuras y
caractéres, y es tanta la variedad y diferencia que se reconoce en ellas, que en las
ochocientas cuarenta y ocho he descubierto ya cerca de doscientas clases y cuños
absolutamente distintos. Por cuya razón, y otras circunstancias que observo, estoy
persuadido a que hay muy pocas monedas corrientes, principalmente en las romanas, y
que la mayor parte es una colección de medallas, que tenía recogida algún curioso, que
representan la Historia, triunfos de cónsules y emperadores y demás sucesos memorables
de Roma.
Hay unas que representan a Roma en figura de una matrona con celada en la cabeza,
el brazo desnudo, un cetro en la mano izquierada y en la derecha un globo que representa
al mundo, y en los pies botillas, sentada sobre los siete montes de Roma, y en ellos la letra
QUIRINI y debajo ROMA, y los pies VICTORIA y a la espalda N. TABI, y al otro lado un
busto, que parece de Vespasiano.
Hay otras, que también representan a Roma en figura de una mujer con una lanza en
la mano, y al lado izquierdo la Victoria en ademán de ponerle una corona de laurel.
Otras parecen representar al Pastor Tántulo sacando a Rómulo y Remo de las aguas
del Tíber, o otra historia semejante con la letra NERVA, y por la otra parte un busto con
la letra ROMA.
Otras tienen claramente la loba al pie de un árbol, y mamando los dos niños Rómulo y
Remo, y debajo la letra ROMA, y en la circunferencia SEX. PO. Y por la otra parte un
busto con una cruz y una figura de olla.
Otras representan al Emperador Filipo en un hermoso caballo en la solemne función
del año secular de la fundación de Roma, que él celebró con gran pompa y magnificencia
por ser en el que cumplía el milinerario de Roma, y debajo del Caballo tiene la letra
Philipus, y por la otra parte el busto de este emperador la ciudad de Roma y con la señal
?, que denota el año milésimo.
Otra tiene un carro triunfal tirado de Elefantes y debajo la letra Metellu, y por la otra
parte un busto con la letra Roma, que parece significar el grande triunfo, en que entró

658
Metelo en Roma con 120 elefantes y 13 capitanes en la primera batalla con los
Cartagineses.
Otra es evidentemente de Minucio Augusino y representa la columna que le levantaron
en Roma, por que, como Prefecto de la Annona, consiguió por su celo y diligencia el
pueblo por mucho tiempo la abundancia de granos a moderadísimo precio”
El propio Lomas en su comunicación deja entrever cómo era el sistema para comunicar
este tipo de hallazgos: “Aunque en toda materia de descubrimiento de tesoros debo
entenderme con el Subdirector General de V.E. según la Instrucción que rige para la
Recaudación de Bienes Mostrencos, Vacantes y Abintestatos”, sinn embargo, al advertir
que el “descubrimiento de Alhajas no pueden considerarse en el seguimiento del juicio por
un material o intrínseco valor, y si por la estimación a que les haga dignas de su
antigüedad, mérito y recomendación y además es un monumento, que tanto puede
contribuir a la Historia, a la Ciencia o estudio Numismático, y tal vez a utilidad del Estado
por algunos respectos, que no alcance mi limitación, me ha parecido no solo conveniente,
sino muy propio de mi obligación dirigirme desde luego a V.E. con esta reverente
representación,a efectos de que, instruído su elevado ánimo, ilustración y sabiduría de
este hallazgo, se digne resolver lo que sea de su superior agrado, y ordenarme el modo y
forma, en que deba conducirme en el asunto”1558.
Recibida la anterior comunicación en la Corte, Floridablanca dispuso mediante Real
Orden de 23.02.1790 la remisión a Madrid de este tesorillo de monedas republicanas e
imperiales, a juzgar por su descripción, cosa que realizó Antonio María de Lomas en fecha
09.03.1790 por mediación de Diego Sarabia, Administrador de Correos de Granada1559.
En Santisteban del Puerto (Jaén) se produjo, en fecha 24.05.1793, el hallazgo durante
las labores agrícolas en una haza del paraje conocido como El Villarejo de “ocho arrobas
de monedas” de oro y plata de “los emperadores Tiberio, Valeriano, Hadriano, Justino,
Graciano, Antonino y otros”, que fueron compradas por la cantidad de 500 reales por
Andrés Hervas y Gallardo, Sargento Primero de la Compañía Provincial de Caballería de la
Villa de Todos los Santos de Calabozo (Venezuela), quien a su vez las remitió al Conde de
la Alcudia1560.

1558
Oficio de fecha 12.02.1790, remitido por Antonio María de Lomas al Conde de Floridablanca. AHN
Estado. Legajo 3193(21).
1559
Oficio de fecha 09.03.1790, remitido por Antonio María de Lomas al Conde de Floridablanca. AHN
Estado. Legajo 3193(21).
1560
Oficio de fecha 06.06.1793, remitido por Andrés Antonio Hervás y Gallardo al Conde Duque de la
659
Acompañaba esta comunicación con un acta levantada por el escribano Fernando
Antonio Vera y García, en la que se certificaban la existencia de un procedimiento judical
incoado por el Juez Eduardo de las Herás Iriarte, Abogado de los Reales Consejos y
Alcalde Mayor de Santisteban del Puerto, sobre las circunstancias del hallazgo.
Según esta certificación, durante unas labores agrícolas “Andrés Martínez Monsalve,
Cristóbal de León y otros consortes vecinos de esta villa en el sitio de El Villarejo de este
término, habían encontrado al golpe de azada una dilatada porción de monedas de
diferentes metales antiguas, las que del parecer habían aportado a sus casas, sin haber
dado cuenta a la Real Justicia, se hacía forzoso proceder a la indagación de ellas y
ponerlas en cobro, y dar en su vista las providencias conducentes, para lo compareciesen
a los susodichos, los que bajo juramento declarasen lo que hubieren operado, e
igualmente personas que resultasen citadas, y que siendo cierto el hallazgo lo pusieran
pronto y manifiesto a disposición de S.M. integramente, y en el estado en que las hallaron,
bajo los apercibimientos que en él constan. En seguida de lo cual en el mismo día
compareció Andrés Martínez y bajo la solemnidad del juramento dijo ser cierto el que en
el día veinticuatro de dicho mes estando excavando garbanzo en haza que labra propia de
Luis Martínez de esta vecindad, sitada en El Villarrejo de este término, juntamente con
Juan Vela Coronado, Cristóbal de León, Juan Antonio Coronado, Pedro Munuera y
Cristóbal Manzanares, por causa de una copiosa lluvia se habían acogido a una mata de
chaparros que había en la citada haza, y habienod suscitado la especie de que dos días
antes habían encontrado en aquel sitio los mozos del Andrés y del Luis Martínez algunas
monedas antiguas de metal en uno de los surcos que hicieron, en cuya inteligencia se
convinieron todos en que se hiciese alguna excavación, la que hicieron inmediato adonde
se hallaban, y bajando como un palmo de tierra hallaron una talega grande de seda
pajiza, que al tomarla se deshizo en polvo, y por debajo encontraron una porción grande
de monedas unidas en carros, las cuales sacaron e introdujeron en un morral y
condujeron a casa del Andrés, en donde las habían reconocido y hallaron haber tres de
ellas muy pequeñas de plata, una de oro y las demás en metal y cobre, estas muy mohosas,
y a la novedad concurrieron algunas personas ls que estuvieron registrando el hallazgo y
de aquí había nacido que las de plata se extraviaron sin saber por quien, y la de oro la
compró don Andrés de Hervás residente en esta villa en ochenta reales de vellón, la que
pesada tuvo cinco gramos más de dicho valor, y que contemplando que las demás

Alcudia. AHN Estado. Legajo 3193(26).


660
monedas de cobre y metal eran de poca importancia no había hecho juicio de ellas y las
vendieron al mismo don Andrés a precio cada libra de cuatro reales y que pesadas todas
se halló haber cinco arrobas y media, de las que solo había satisfecho las cino y no la
media, que feu muerta por lo mohosas que estaban todas, y el importe de éstas y de la de
oro lo percibieron entre los del hallazgo. Y habiendo evacuado las declaraciones de las
personas citadas de ellas aparece casi igual narrativa que la que consta relacionada del
Martínez”1561.
El Duque de la Alcudia, una vez dado cuenta a S.M. del hallazgo, acordó la remisión
de lo hallado a la “Dirección de Correos de esta Corte donde se dará el oportuno
equivalente de su peso según se acostumbra a hacer en estos casos”, y el pago de los
gastos ocasionados a Andrés Hervás y Gallardo1562.

Como hemos visto en estos ejemplos a lo largo de este apartado, durante el siglo
XVIII se produjeron numerosos hallazgos en Andalucía, debido a diversas causas. En el
conocimiento de estos hallazgos jugaron un papel fundamental algunos eruditos andaluces
como Tomás Andrés de Gusseme, Francisco de Bruna y Ahumada o Patricio Gutiérrez
Bravo, solo por citar los ejemplos más representativos. Todos los hallazgos sirvieron para
incrementar el conocimiento de las antigüedades de Andalucía, siendo utilizadas por las
principales instituciones para cumplimentar sus proyectos o por los eruditos en sus obras
de historia local.
Respecto al destino final de los objetos arqueológicos encontrados en estos hallazgos
puntuales, la mayoría pasaron a engrosar colecciones privadas o públicas, como algún caso
concreto, los fondos del Real Gabinete de Historia Natural, en Madrid, o el Salón de
Antigüedades de la Bética, en Sevilla. En el caso de los tesorillos, éstos pasaron en su
mayor parte a la Real Academia de la Historia, para completar y acrecentar su monetario.
También estos descubrimientos sirvieron para localizar ciudades hasta entonces
desconocidas, como es el caso de Basilippo (Torre del Cincho, Carmona), o para fijar
definitivamente la ubicación de una ciudad antigua, como es el caso de los hallazgos de la
calle Sucia de Medina Sidonia, que corroboraron que la antigua Asido Caesarina tenía su

1561
Acta Notarial de 10.06.1793. AHN Estado. Legajo 3193(26).
1562
Minuta de Oficio de fecha 05.08.1793, remitida por el Duque de la Alcudia al Alcalde de
Santisteban del Puerto. AHN Estado. Legajo 3193(26).
661
asiento en esa localidad, y no en Jerez de la Frontera, como habían sostenido numerosos
investigadores y eruditos.
Los hallazgos de los referidos miliarios sirvieron para fijar el itinerario seguido por la
Vía Agusta y por la Vía desde Cartagena a Granada, siendo posteriormente utilizados por
José Córnide de Saavedra y Folgueria para elaborar su trabajo sobre las vias romanas, que
a la postre quedaría inédito.
La mayor importancia numérica la tuvieron los hallazgos ocasionados por la política
constructora de la Archidiócesis hispalense, tanto en edificaciones de nueva planta como
en restauración o ampliación de las ya existentes, y que se verían considerablemente
incrementadas a raiz del terremoto de 1755.

V.h. Descripciones de yacimientos


arqueológicos y monumentos.

“El pasado se presenta como un conjunto de ...


epígrafes, edificios, murallas y ruinas que ..
se encuentran a disposición de
la sociedad que ha recibido ese legado”
Fernando Gascó (1993)

Durante el siglo XVIII son frecuentes en las distintas obras la aparición de


descripciones de yacimientos arqueológicos. Unas son unas simples menciones, pero en
otras nos encontramos con verdaderas y pormenorizadas descripciones, que incluso van
acompañadas de dibujos o croquis. Anteriormente ya hemos hecho referencia a algunas de
estas descripciones, por lo que en este apartado no vamos a volver a repetirlas. Hemos
planteado este apartado como una selección de descripciones, que en numerosos casos es la
primera vez en que se tiene constancia de yacimientos arqueológicos de los que la
investigación actual ha confirmado la riqueza e importancia de los mismos.
A continuación, analizaremos cada una de las descripciones conservadas por orden
alfabético de provincias, y dentro de ellas por orden alfabético de los yacimientos; en el
caso de que dentro de un mismo yacimiento existan varias descripciones, están se
analizarán de forma cronológica.

662
1.- Necrópolis de Cádiz: Estaba situada a extramuros de la llamada Puerta
de Tierra, que servía de entrada a la ciudad. Al hablar de las excavaciones, ya hemos
hecho referencia a la descripción en 1755 de Joseph Carbonell, sobre varias
investigaciones efectuadas en la zona.
Aparte de la descripción puntual, Carbonell también cuenta la descripción del lugar
donde se producen los hallazgos, así como de los propios descubrimientos. Según esta
fuente “todo el suelo de la Península de Cádiz y de su isthmo, cuyo interior se ha llegado a
reconocer, es una mina fecunda de antigüedades. Son innumerables las medallas púnicas y
romanas, las lámparas sepulchrales, los lagrimatorios, y otros utensilios antiguos que en
ella se han encontrado, en qualquiera parte que se haya ofrecido cavar. No han faltado
inscripciones, idolos y aun estatuas, com la Senatoria de estatura natrual, que está ahora
colocada en la muralla de la Contraguardia de la puerta 2ª, y se conoce ser de buena
mano, aunque no griega. No obstante haberse encontrado sin cabeza, sin manos y sin piés,
son modernas las piezas que se le han substituido.
El principio del istmo principalmente es tan abundante en sepulcros, que quasi no se
puede mover la tierra de una a dos varas de profundidad sin encontrar alguno. De modo
que parece haber sido un cementerio de otros tiempos. La caxa de cada sepulchro es un
paralelogramo de unos 4 pies y dos pulgadas de largo, y poco más de ancho, compuesto
de 4 tapias de ripios cimentados con barro y, a vezes, con argamaza, u de 4 piedras a
medio labrar, cerradas con otras semejantes de unos 2 pies de largo, 1½ de ancho y de 6 a
8 pulgadas de grueso, que cogen de tapia por el menor diámetro de la figura, o con una
sola piedra de correspondiente tamaño.
En una de estas piedras suele hallarse una lamina de mármol, de una pulgada de
grueso, 10 u 12 de largo, y de distintos anchos desde la mitad del largo hasta todo el, con
letras romanas gravadas en ella, que expresan los nombres del sugeto que fue encerrado
en el respectivo sepulchro” 1563.

2.- Baelo Claudia ( Bolonia, Cádiz): Las ruinas de esta ciudad romana,
enclavada en la Ensenada de Valdevaqueros, ya fueron incluidas en las obras de Rodrigo
Caro y Macario Fariñas del Corral1564, pero no será reconocida su importancia hasta la
visita que efectúa Luis José Velázquez de Velasco y Cruzado, quien nos cuenta que la

1563
Carbonell, op. cit. 1406 (1755), fols. 120-121.
1564
Caro, op. cit. 256 (1634), Fariñas del Corral, op. cit. 580 (1663).
663
ciudad estuvo situada “a la orilla occidental del rio Barbate, que está [situada a] 4 leguas
de Tarifa al Occidnete, donde se descubren ruinas romanas medio sumergidas en el mar,
de donde se han llevado algunas inscripciones a Vejer de la Miel, que está a una legua de
allí, y al mismo Barbate”1565. Esta descripción posteriormente fue utilizada por José
Córnide de Folgueira y Saavedra, en su trabajo sobre las vías romanas.
Otra descripción de las ruinas digna de mención es la realizada por Patricio Gutiérrez
Bravo en su obra sobre la Bética Romana, que dice que era una de las ciudades de la Bética
que batían moneda, situada en el Camino de Cástulo a Cádiz por Málaga, fácilmente
reconocible por las “ruinas sumergidas en la mar en Valde Vaca”, al Oeste de Tarifa1566.
Descripción más interesante es la realizada por Antonio Ponz, quien visitó el lugar a lo
largo de su Viage e incluye en su relato, que ya hemos trascrito anteriormente, la mención
de la existencia de un acueducto y de los restos del teatro de la ciudad1567.

3.- Carteia (San Roque, Cádiz): Según el mismo Luis José Velázquez de
Velasco, el lugar se encontraba situado en un despoblado llamado El Rocadillo, donde
existían “muchas ruinas y aun los vestigios del muelle antiguo que también dice Strabon se
descubrían en su tiempo”, y recogió dos inscripciones que posteriormente fueron trasladas
a Gibraltar:
“D · M ·
VALERI . . .
MODEST . .
ANN · XX . . .
VII · H · S . . . .
---
… VARIA · MARCELLA …
1568
NEPOTIS . . . . ” .
Espléndida descripción de las ruinas de Carteia es la realizada por el inglés Francis
Carter quien, según se desprende de su obra, visitó en varias ocasiones el lugar, situado en
la desembocadura del río Guadarranque, y donde todavía se conservaban “rastros visibles
del muelle hecho de piedra; hasta se puede distinguir el atracadero, del cual se ve todavía
una parte, que sobresale de la superficie del agua unos doce pies; esta es la parte del río
más cercana a la muralla de la ciudad, que está como a medio estadio de distancia; desde

1565
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, fol. 35; Córnide, op. cit. 96a.
1566
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1253 (1771), 123.
1567
Ponz, op. cit. 713 (1794), 727.
1568
CIL II 1930 y II 1931. Velázquez, Observaciones .... op. cit. 174, fol. 34; cfr. Ceán Bermúdez, op.
cit. 854 (1832), 246.
664
la torre cuadrada al final de la muralla, acercándose al río, hay seis estadios y, desde allí
a la Torre de Cartagena, otros tantos; la muralla aquí parece tomar dirección sur a lo
largo del espinazo de una colina a unas cien yardas al Este del teatro, detrás del cual
(aunque dentro de la muralla) se hallan los cimientos de una edificio público; desde allí la
muralla se extiende media milla más hasta llegar a la ya mencionada torre cuadrada al
lado del mar [...]. A unas cuarenta yardas, detrás de la muralla, se pueden ver unas ruinas
que antes constituían una línea de edificios....”.
Otras ruinas que le llaman la atención del lugar, son “la casa de la finca que hay en la
colina se levanta sobre unas ruinas maravillosas: los trozos de la muralla que existen
todavía tienen seis pies de ancho. Yo supongo que esto debió ser un templo, porque
delante de ella hay media docena de grandes bloques cuadrados de mármol, tallados de
manera uniforme; estos bloques seguramente permanecieron allí por ser demasiado
pesados para moverlos o utilizarlos sin cemento, como ha hecho el amo del cortijo con las
piedras más pequeñas. Yo vi en la pared de su casa una losa de mármol, sobre la cual
aparcen unas tallas de jóvenes y sátiros; en el suelo se encontraa el mutilado tronco de
una estatua totalmente deformada [...]. Un número considerale de estatuas fueron
encontradas entre las ruinas, perto todas han desaparecido”.
Sobre el teatro de la ciudad dice que “sólo siguen en pie los cimientos de una línea de
arcos, unos con ocho o diez pies de altura y otros casi a ras de tierra [...]. En su interior
solamente se pueden distinguir seis u ocho de las filas de asientos más altas, que miden,
adaptándose a las reglas de Vitrubio, dieciséis pulgadas inglesas [...]. La parte trasera del
edificio se apoyaba en el declive de una colina [...]. Los arcos que rodeaban el pulpitum y
el proscaenium, como los de la fachada del edificio, están totalmente destruidos y no
queda la más mínima señal”1569.
El lugar fue visitado también por Francisco Pérez Bayer el 18.09.1782. En su
reconocimiento pudo distinguir claramente la zona de poblamiento musulmán y la zona de
poblamiento romano. De la primera dice que se expandía por “un cuadro como de cien
pasos y mantiene descubierta y algunas partes alta su cerca y parte de los cubos o torres
en sus ángulos y en el que mira a occidente, que es por donde el cerro se eleva más, hay
una torre mayor”.
Las ruinas romanas se situarían, según la descripción de Bayer, “en una pequeña
herradura que hace un montecillo, descubierta hacia el mediodía”, donde existían los

665
restos de “un edificio seguramente romano, compuesto de varios arcos que forman un
semicírculo. Es sin duda un teatro para las representación. Conserva en el todo su figura,
pero no las gradas ni las que llaman precintiones” y “de lo que llamaban orchestra o
plano, ni de lo que llamaban mutatoria nada queda absolutamente”.
También a la zona romana pertenecerían los terrenos circundantes al Cortijo de El
Rocadillo, donde existían “varias ruinas o fragmentos de edificios romanos de hormigón
de piedra menuda tajada, y hay algunos sillares con molduras y otras piedras labradas, y
se hallan continuamente monedas con el nombre CARTEIA”1570.

4.- Cástulo (Linares, Jaén): De este lugar tenemos la descripción y los dibujos
(FIGURAS 80, 81 y 94) realizados en 1782 por Francisco Pérez Bayer1571, conservamos
la obra del canónigo José Martínez de Mazas, en la que describe las ruinas existentes en el
lugar, y que fue leída en la Real Academia de la Historia1572 por Isidoro Bosarte.
Según Martínez de Mazas, en el lugar todavía era visible, a lo largo de “696 varas
castellanas”, el recinto amurallado, que presentaba la particularidad de ser doble,
“especialmente por la parte superior, pues además de la cerca de argamazón, había por el
lado de adentro otra de piedras sillares muy fuertes, como se ve por los cimientos que han
quedado”, o bien corresponder a dos fases constructivas distintas.
Para Mazas, que en este punto sigue bastante a Bayer, “lo principal de la ciudad estuvo
en aquel llano o declive muy suave, que está sobre la Ermita de Santa Eugenia”, por que
en dicha zona “no llega el arado a profundizar un solo pie en la tierra cuando tropieza con
cimientos de casas y descubre trozos de columnas, arquitrabes y cornisas”, ya que el
propio suelo se halla “sembrado de fragmentos de varios jaspes bien pulimentados,
búcaros, cristales [y] ladrillos”.
Su importancia quedaría corroborada por la presencia en el lugar de las inscripciones
recogidas1573, que le llevó a concluir que “si se pusiere mayor diligencia en descuajar
aquel terreno no dudo que saldrían más curiosos monumentos”.

1569
Carter, op. cit. 577 (1777), Tomo I, 40-58.
1570
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 40-58.
1571
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 204 y 211-212.
1572
Martínez de Mazas, op. cit. 801 (1788); ASSARAH 29.08.1804 y 05.09.1804 y ASRAH 17.08.1804.
1573
Las inscripciones recogidas por Martínez de Mazas son CIL II 3264, II 3265, II 3266, II 3270, II
3272, II 3276, II 3277, II 3278, II 3281, II 3284, CIL II 3285, II 3289, II 3292, II 3293, II 3299, II 3301, II
3302, II 3306 y II 3319l.
666
5.- Acinipo (Ronda la Vieja, Ronda): Aunque el yacimiento ya había sido dado
a conocer por Rodrigo Caro y Macario Fariñas del Corral en el siglo XVII, no será hasta la
visita de Luis José Velázquez de Velasco cuando tengamos una descripción completa del
lugar, en la que se incluye la representación gráfica del lugar teatrp.
La descripción aportada por Luis José Velázquez de Velasco debemos considerarla
como la primera disertación realizada sobre un teatro de época romana en Andalucía y
España, constituyendo uno de los primeros tratados sobre la arquitectura de este tipo de
edificación, si bien nunca fue publicado, permaneciendo en los fondos de la Real
Academia de la Historia, por lo que lo transcribiremos completamente. Para su confección
Velázquez visitó el lugar el
21.12.1747 y 11.01.1750,
recogiendo documentación que
posteriormente completó con
una tercera visita, ya en el
transcurso de su Viaje Literario,
efectuada en 1754, en la que
recogió diversos dibujos y
bocetos que posteriormente
incluiría en su obra (FIGURA Figura 169. Planta y Alzados del Teatro de Acinip, según L. J.
Velázquez
169).
Según Velázquez, el edificio se compone “por la frente exterior de dos grandes muros,
uno tras de otro. El exterior de que se compone la frente externa hace fachada a todo el
edificio por la parte que mira a Setenil, y el interior (FIGURA 71) corresponde por
dentro del proscenio. De estos dos muros, con los aposentos o divisiones que
corresponden, se compone la mayor parte de la escena, y así uno como otro está
fabricados de grandes piedras, iguales entre sí, y labradas con varios follajes y relieves.
Las piedras estaban unidas con plomo, según ordena, lib. 2º, Cap. 8º, y la altura de cada
una es de dos pies.
El muro exterior está arruinado en la mitad, de forma que por la parte que de él resta
se puede venir en conocimiento de la otra que le falta. La altura de este muro, y de toda la
escena, es de 54 pies, pues solo consta de 27 líneas de piedras. Este frente exterior tenía
cinco puertas, de que hoy solo restan dos, y los vestigios de las otras. Las dos puertas de
las esquinas eran cuadrangulares oblongas, las tres del medio arqueadas, y la del centro
667
más alta que sus dos colaterales. Por la puerta de una esquina se entra a un aposento de 6
¼ pies de longitud, y de 8 ¼ de latitud, y de este
aposento sale una puerta al
proscenio(FIGURA 170) .
En este mismo aposento, al lado
izquierdo, como se entra en la puerta del frente
exterior de la escena (FIGURA 171), hay otra
puerta más pequeña de 5 pies de alto, 4 de
ancho, y de 11 ¼ pies de largo, la cual recibe la
luz de una ventana que cae al muro del cuerno
de la escena. Esta misma disposición tendría el
aposento arruinado de la otra esquina, de que
solo ha quedado la ventana con el muro. La
comunicación que estos aposentos tenían con el
proscenio, nos hace creer que estas divisiones
Figura 170. Alzado del exterior del Teatro de
Acinipo, según L.J. Velázquez.
tendrían diferentes usos en orden a las
representaciones. El del lado derecho de la
escena era para el aparato de los que hacían
el segundo papel, y el del lado siniestro para
los siervos, y otras personas de semejantes
jerarquías.
La puerta que sigue a esta sale a otro
aposento de 17 pies de largo y de 8 ½ de
ancho, el cual no tiene comunicación alguna,
ni con los aposentos inmediatos, ni con el

proscenio, y de esta misma estructura sería el


Figura 171. Reconstrucción del exterior del Teatro de
Acinipo, según L.J. Velázquez. aposento arruinado que al otro lado le
correspondía. La puerta del centro, de que hoy solo restan los vestigios del arco, salía a
una división de 8 pies de largo y de 8 ¼ de ancho, la cual por otra puerta daba entrada al
proscenio. Este aposento tampoco tenía comunicación con las otras divisiones inmediatas,
y su uso sería en orden al aparato de los cómicos que ejecutaban el papel de los héroes, y
personas ilustres.

668
Los muros que dividen estos aposentos entre sí llegan hasta lo más alto de los otros
dos grandes muros, que por la parte interior y exterior forman la escena (FIGURA 172).
Es muy verosímil que entre estos muros estuviesen fabricadas otras piezas altas con suelos
de madera, y que las escalas
para subir a ellas estuviesen en
las piezas inferiores; lo uno
porque habiendo estas piezas
superiores, no se descubre por
qué pare se pudiese subir a
ellas sino por esos aposentos; lo
otro porque por que aquellos
aposentos, que no tienen
comunicación alguna, eran muy
propios para este fin. Las
escalas serían de madera,
porque en los aposentos que
hoy restan no hay vestigios de
otra cosa. Las ventanas y
claraboyas que se ven en la parte Figura 172. Alzado del exterior del Teatro, y Planta y de la escena del
Teatro, según L. J. Velázquez
superior de la frente externa de
la escena, muestran muy bien que el espacio interior sobre las piezas estuvo habitado.
El uso de esta escena serían sin duda en orden a las máquinas cómicas, que hoy
llamamos tramoyas, y para manejar los velos de que cubrían los teatros por la parte
superior para defensa del sol y del viento. De estos velos, en los teatros y anfiteatros, hay
expresa mención en los autores antiguos Propercio, Suetonio, Marcial, Vitrubio,
Lampidrio, Plutarco, Lucrecio, Dión, Xiphilino, Juvenal otros diferentes. Plinio y Valerio
Máximo hacen mención de ellos a Q. Castillo, o a lo menos su primer introductor en el
teatro romano. Hesychio habla de esta escena superior, y la llama episcena, o domicilio
sobre la escena.
Delante de este frente exterior de la escena pertenecían estar los pórticos, el odeo y los
demás edificios, que serían para refugio del pueblo en las lluvias tempestuosas, y para
ensayo de los choragos. En nuestro teatro no hay señales de estos, antes sí parece que este
frente exterior de la escena dejaba completo el edificio por aquella parte: ni en todo el
669
muro exterior se reconoce señal alguna por donde se pueda sospechar que este frente
externo se continuase con otros edificios.
Por la parte interior del teatro (FIGURA 71) lo primero que se descubre es el frente
del muro, que cae al proscenio. De este muro salen al proscenio tres puertas, y son las
mismas que corresponden a las del frente externo de la escena. Cada una de estas puertas
tenía su oficio. Por la del centro salían los héroes, y las personas ilustres que hacían el
primer papel, y esta se llamaba Valva-regiae, cuyo adorno se reducía a representar la
fachada de un palacio, o casa magnífica. Por la del lado derecho salían los que
ejecutaban el segundo papel, y por el lado izquierdo los siervos y los demás pobres.
También servía para representar algún fano o templo. En la tragedia la puerta derecha
servía para recibir los peregrinos, y la llamaban Hospitalia, y la siniestra para cárcel.
Sobre estas puertas hay otros tantos nichos, casi de la misma magnitud que las puertas
sobre que están. El del centro es arqueado, y sus dos colaterales oblongos. ¿Cuál sería el
uso de estos nichos?. ¿Sería el Theologeo, sito donde solían hablar los dioses en las
comedias?. Yo creería que estos nichos estaban destinados para las estatuas de los dioses,
cuyas aras solían poner en el proscenio, si el lugar de Terencio, de que los anticuarios se
han valido hasta hoy para persuadir que en el teatro se colocaban estas aras a los dioses,
no estuviera dudoso, después que don Manuel Martí ha hecho sobre él una nueva crítica.
Sin embargo consta de Pollux, que había estas aras dedicadas una a Baco, y otra a Apolo,
como a dioses tutelares de la comedia y de la tragedia.
Síguese el proscenio, pero tan confuso con la multitud de piedras que le cubren, que no
puede distinguirse el púlpito (FIGURAS 71 y 169). Era el púlpito una eminencia hecha de
piedra, de 5 pies de alto, según la norma de Vitrubio, y largo casi la mitad del proscenio,
donde los cómicos ejecutaban las danzas y los bailes, de forma que la escena servía de
vestuario a los representantes, el proscenio para la representación, y el púlpito para la
danza y música, y algunas veces para que los poetas y oradores recitasen sus escritos.
Pero aún no se han convenido los anticuarios sobre el sitio del púlpito, queriendo unos
que estuviese entre el proscenio y la orchestra, y fuere más bajo que el proscenio y la
escena. En nuestro teatro no hay apariencia de estar entre el proscenio y la escena,
porque todo el proscenio está continuado sin rastro de prominencia alguna, ni pudo
haberla allí, pues aunque el proscenio está más bajo que la escena, no hay señales de que
este espacio estuviese ocupado con el púlpito, como lo demuestran las piedras del muro
que están entre sus puertas, y el plan del proscenio, pues están igualmente cortadas como
670
las demás, y son indicios de haber estado unidas con otras. El proscenio tiene 102 pies de
largo y 25 de ancho.
De los extremos del muro, que hace frente al proscenio, salían estos dos muros o alas,
que cercaban el proscenio por ambos lados. De estos muros han quedado hoy las ruinas, y
algunos pedazos unidos al muro principal. A los lados del proscenio se reconocen las
ruinas de dos torres de 30 ¼ pies de largo, y 31 ½ de ancho. Yo sospecho que a estas
torres aluden dos lugares de Suetonio, en que se dice que Nerón asistía al teatro algunas
veces desde la parte superior y más alta del proscenio; entiendo aquí las ventanas y
balcones de estas torres, que daban vista al proscenio desde la parte superior. Estas torres
tenían comunicación con el proscenio, y con otras habitaciones que se esparcían por
ambos lados de la escena.
La orchestra (FIGURAS 71 y 169) está toda cubierta de tierra y piedras, que cubren
todo el semicírculo del teatro hasta la primera precinción. En el teatro griego servía para
la danza, pero en el romano tenia diferente oficio desde que C. Atilio Serrano y L.
Scribonio Livio, ediles curules, la destinaron para los asientos de los senadores. Así es que
en el plan de la orchestra se sentaban los senadores, magistrados, sacerdotes, vírgenes
vestales, y legados, y el príncipe o pretor en un sitio eminente, más alto que los demás. En
las colonias y municipios ocupaban la orchestra los decuriones, duunviros, ediles,
sacerdotes, sacerdotisas y el pretor de la provincia. La orchestra, medida desde el
proscenio hasta la primera precinción tiene 64 pies de diámetro, la cual no es
perfectamente semicircular, sino algo más prolongada, como en otros teatros semejantes
han observado los anticuarios.
La veneración y respeto que debo a los estudios de un sabio crítico, cuyo mérito ha
logrado siempre con el público una estimación muy distinguida, me obliga a detenerme
aquí para satisfacer una duda que, sobre el asunto en que acabo de hablar, suscitó este
erudito en preferencia de otros sabios, como motivo de oírme discurrir sobre el uso de la
orchestra en el teatro romano. Dudaba, pues, que los senadores, magistrados, el príncipe
o pretor se sentasen en el plan de la orchestra, teniendo por más cierto que los asientos de
toda esta orden estuviesen colocados en un gran podio, que circundase la orchestra, a la
manera que sucedía en los anfiteatros. Lo extraño de esta paradoja me día dispensar del
trabajo de impugnarla, si el mérito y conocida erudición de este literato no tuviese por sí
bastante influjo para hacer probable en el juicio de algunos una opinión, no solamente
destituida de fundamento sólido, sino opuesta a toda la antigüedad. Ni me atrevería yo a
671
darle tan ocioso nombre si no supiera que los escritores antiguos dicen, que en ellas se
colocaban los asiento de la orden senatoria, particularmente Suetonio, y también el
arquitecto Vitrubio, en cuyas palabras no cabe la menor duda, pues este último, después
de decir que los asientos de los sacerdotes estaban en la orchestra, prosigue advirtiendo,
que la altura del púlpito no excedía de 5 pies, para que los senadores que estaban
sentados en la orchestra pudiesen registrar más libremente lo que se ejecutaba en el
púlpito, lo cual solo puede ser estando sentados en el mismo plan de la orchestra, de
donde acaso no se puede registrar tan facilmente lo que se ejecutaba sobre el púlpito, si
este fuera de una altura proporcionada; pero de ninguna suerte podía haber este riesgo si
la orden senatoria se sentase en el podio, que nuestro crítico pretende persuadir, pues
debiendo ser este podio semejante al de los anfiteatros, era preciso que se elevase mucho
sobre el plan de la orchestra; y por consiguiente dominando el púlpito no sería tan
trabajoso registrar lo que en él se ejecutaba, aunque en éste se elevase más de aquellos
pies que Vitrubio señala.
Si se me responde que cuando los escritores antiguos dicen que los asientos estaban en
la orchestra (FIGURAS 71 y 169), no se debe entender esta expresión rigurosamente
como suena, sino que se sentaban en un podio que rodeaba la orchestra, responderé: 1º
que no hay derecho en la crítica para desterrar de los escritores antiguos el sentido
riguroso y preciso de palabras, cuando no hay en contrario el más leve fundamento para
sacar las expresiones de su quicio; 2º que la expresión latina in orchestra de ningún modo
puede entenderse en el sentido que pretende nuestro crítico, si no es corrompiendo el
legítimo sentido gramatical de ella, y haciendo que diga lo que en latín no puede decir; 3º
que si la orden senatoria tuviera sus asientos en el pretendido podio, no callarían los
escritores antiguos que hablan de esta materia, ni es creíble que pudiendo decir in podio,
dijesen in orchestra, valiéndose así de una expresión equívoca y poco significativa de lo
que se pretende dar a entender; 4º finalmente, no consta de toda la antigüedad que en el
teatro romano hubiese otro podio que del que habla Vitrubio en el lib. V, cap. 6, el cual de
ninguna forma podía servir para los asientos de los senadores, pues no le coloca rodeando
el semicírculo de la orchestra, sino junto al púlpito, y cubierto de columnas y chapiteles.
Yo creo que si nuestro sabio crítico usa esta vez de aquella feliz sagacidad intelectual
de que está dotado, y reflexiona desapasionadamente estos y otros fundamentos que
pudieran deducirse de la antigüedad, para manifestar que la orchestra realmente se
hallaba ocupada con los asientos de la orden senatoria, no podrá dejar de abandonar una
672
paradoja tan inaudita, que hasta hoy a ningún anticuario le vino al pensamiento. Además
que resta a nuestro crítico señalar otro uso a la orchestra en el teatro romano, a cuyo
empeño no sé si podrá sufragar su grande y selecta erudición.
Después de la orchestra se sigue la primera precinción (FIGURAS 71 y 169).
Llamase precinción una grada más alta o ancha que las demás, que distingue y separa
entre sí las restantes clases de asientos, rodeando todo el semicírculo del teatro. Estas
servían para distinguir los asientos de las tres ordenes senatoria, ecuestre y plebeya, a fin
de que estas tres clases no estuviesen en el teatro mezcladas y confusas entre sí. Consta
que desde la fundación de Roma hasta el consulado de Africano, y de T. Longo, por
espacio de quinientos cincuenta y ocho años, el senado y el pueblo asistían en pie a los
espectáculos, mezclados unos con otros; y que en tiempos de Escipión Nasica, el pueblo
empezaba ya a usar asientos, cuya costumbre, que paulatinamente se iba introduciendo en
Roma, pudo Nasica desterrar interesando al Senado en este negocio. Atilio Serrano y L.
Scribonio, ediles, parece que fueron los primeros que desterraron esta costumbre,
separando los asientos de estas clases. Augusto arregló después la división de estas
órdenes en el teatro, y dio el plan que refiere Suetonio.
La primera precinción que se descubre en nuestro teatro no se distingue de las demás
gradas en la latitud, sino en la altura, y tiene el alto correspondiente a dos gradas de las
comunes. El plan de esta precinción se continúa en el proscenio, de forma que la altura
que hay desde el plan de la orchestra al alto del proscenio (lo cual no se ha podido
averiguar por estar la orchestra cubierta de piedras) es la misma que hay desde el plan de
la orchestra al de la primera precinción.
Desde la primera precinción hasta la segunda hay ocho gradas, y en ellas se sentaba
el orden ecuestre, cuyos asientos se distinguían de la orchestra por la primera precinción.
Estas dos gradas comunes tienen pie y medio de alto, y tres de ancho. Las gradas que
medían entre la primera y segunda precinción debían ser catorce, según el decreto de las
leyes Roscia y Julia, teatrales, que prohibían que los plebeyos se sentasen en las catorce
gradas destinadas para la orden ecuestre. Domiciano renovó estas leyes, de lo cual se
reconoce que ya en su tiempo se habían vuelto a mezclar todas los ordenes ecuestre y
plebeya. En nuestro teatro estas gradas no so más que ocho, y yo creo que en los teatros
de las colonias y municipios no sería necesario que llegasen a catorce, porque la orden
ecuestre no sería tan numerosa como en Roma.

673
La segunda precinción (FIGURAS 71 y 169) tiene la misma altura que las demás
gradas ordinarias, y solo se diferencia de ella en el ancho, que es como dos de las demás
asientos. Sobre esta segunda precinción, por ambos lados del teatro, salen los vomitorios.
Llámanse vomitorios unas puertas esparcidas a trechos por todo el semicírculo del teatro
entre las mismas gradas, que guiaban a unos conductos subterráneos por debajo de las
gradas mismas, y tenían correspondencia unas con otras. Estas puertas servían para que
la gente tuviese donde acogerse en las lluvias y tempestades repentinas, y también para
que el pueblo entrase a las gradas, y pudiesen circular por estas puertas y conductos los
ministros del teatro que estaban destinados para conducir cada persona a su asiento.
Estos ministros cuidaban también de hacer levantar de los asientos a las personas que
furtivamente se habían introducido en la clase que no correspondía. Pero los vomitorios
de nuestro teatro tienen otra disposición muy diferente, pues ni se esparcen por medio de
las gradas, ni se comunican recíprocamente por conductos subterráneos, lo cual sería
impracticable estando las gradas y todo el semicírculo del teatro fabricado de la misma
piedra nativa, y cavado en un durísimo pedernal, de que se compone todo aquel terreno.
Nuestros vomitorios, pues, no son más que dos, y como ya dije salen a la segunda
precinción por los dos lados del teatro más próximos al proscenio. A estos vomitorios se
entraba por la parte superior de unos callejones en los dos lados de la escena, los cuales
no solo conducían por el plan de sus arcos a los vomitorios de la segunda precinción, sino
por la parte inferior a unas cuevas casi subterráneas, situadas en ambos lados, debajo de
las gradas que medían entre la precinción primera y la segunda.
Es verosímil que estas cuevas subterráneas sirviesen de cárceles para encerrar a los
que turbasen el buen orden del teatro con riñas, y sediciones. De estas sediciones se hace
mención en Suetonio y en Tácito, y por lo regular eran ocasionadas, o por las
parcialidades de los cómicos, o por aquellos dones que se arrojaban al pueblo y llamaban
Missilia, como aves, dinero, vestidos, oro, piedras preciosas, y otras cosas semejantes, de
que hay manifiestos testimonios en Stacio, Marcial, Xiphilino, Persio, Dión, Josefo,
Séneca, Corippo y otros escritores antiguos, principalmente en Suetonio. De una
constitución de Justiniano consta que el pueblo de Constantinopla se maltrataba con palos
y piedras por alcanzar estos Missilia que se arrojaban en el teatro. Estas cárceles se
hallan en otros teatros, especialmente en el de Sagunto.
Entre la segunda precinción y la tercera median tres gradas, en las cuales se sentaba
el público. La tercera precinción es en todo semejante a la primera, así en la latitud como
674
en la altura, sobre la cual se reconocen vestigios del muro que ceñía todo el edificio por
aquella parte, cuya altura, según Vitrubio, lib. V, cap. 7, debía ser la misma que la de la
escena.
En este muro debían estar las puertas por donde la gente entraba a las gradas de la
tercera y segunda precinción, porque a las otras, que medían entre la precinción segunda
y primera, es más verosímil que se entrase por los vomitorios (FIGURAS 71 y 169).
En este muro, que ceñía el teatro, debían también estar las gradas para los siervos,
para los viadores tribunicios, y para los ministros que tenían también sitio señalado en el
teatro. Entre la tercera precinción y el muro se sentaban las mujeres y los más pobres, y
este sitio se llamaba cátedra. Desde la primera precinción hasta el plano del muro hay 52
pies. El número de las precinciones es vario en los teatros. El Ferentino tenía una, el de
Pola, el de Pompeyo y el de Sagunto dos, el de Marcelo tres, y el nuestro otras tantas.
Por las dos puertas que debía haber en el muro se bajaba a las gradas por unas
escalillas, cavadas en los mismos escalones del semicírculo, de que hoy se ven los
vestigios bien claros. Estas escalillas eran una serie de gradas de medio pie de alto, uno y
cuatro dedos de ancho, y tres de largo, y suben desde el primer escalón contiguo a la
primera precinción hasta el último, y más alto del teatro, que llamaban summa cavea, de
forma que de cada escalón de los comunes se hacía dos. Justo Lipsio quiere que estas
escalas fuesen hechas para conducto de la orina de los espectadores, y para que el agua
pluvial pudiese correr más prontamente desde las últimas gradas hasta el fondo de la
orchestra, para lo cual, añade, no se hacían las gradas perfectamente planas, sino algo
inclinadas a la orchestra, para que el agua corriese con más facilidad. Pero es constante
que estas escalas servían para que la gente pudiese subir y bajar a los asientos sin
incomodar a los que ocupaban las caveas, esto es, las series de gradas que quedaban
entre las escalas, en que se dice que el emperador Claudio circuló por la media cavea, sin
ser necesario que alguno se levantase para darle tránsito. El número de estas escalas no
es uno mismo en todos los teatros. El de Pola, en Istria, o como otros quieren en
Dalmacia, tenía cinco, el Alaunense diez, el de Pompeyo quince, el Ferentino veinte y seis,
el de Marcelo y el Saguntino tiene, el nuestro tiene otras tantas.
En la parte inferior de los vestigios del muro se ven hoy unas perforaciones circulares
de medio pie de diámetro, que penetran directamente el muro hasta la parte exterior.
Sobre el uso de estas perforaciones circulares en las antiguas piedras aún no están de
acuerdo los anticuarios, y puede verse un número considerable de opiniones sobre este
675
asunto en un escritor (José María Suaresio) que le ha tratado de intento (Diarba de
foraminibus lapidum in priscis edificiis). Pero por lo que toca a las perforaciones de
nuestro teatro, es más probable que sirviesen para hacer que por ellas emanasen a la
circunferencia interior diferentes olores de rosas, de bálsamo, de que se servían para
recreo y delicia de los espectadores. Consta de diferentes lugares de Séneca, Apuleyo,
Marcial, Ovidio, Propercio y Plinio, que pueden verse en un autor clásico en este género
de erudición (Lypsio de Amphi. capitulo 16). Spaciano, en la vida de Adriano, dice que en
honor de Trajano se derramaron por el teatro bálsamos y otras cosas odoríferas.
Es muy regular que en estas perforaciones estuviesen embutidas en plomo otras
fístulas, o caños de hierro o bronce, por donde se derramasen los olores con más aseo y
limpieza. No solo por estas canales, sino también por algunas estatuas se esparcía este
olor, como un sudor humano. Estas estatuas estaban repartidas por las precinciones del
teatro de Marcelo. En nuestro teatro estas fístulas estaban en el mismo muro, y salían a
aquel lugar, que los antiguos llamaban cátedra.
Esta es toda la descripción del teatro Acinipponense, teatro hasta hoy totalmente
desconocido o ignorado de los anticuarios, pues Rodrigo Caro, que acaso ha sido el único
de los nuestros que tuvo conocimiento de las ruinas de Acinippo, le tuvo por anfiteatro,
cuyo error sin duda nacería del siniestro informe de persona menos instruida en este
género de erudición. Este engaño es muy ordinario en semejantes edificios. El teatro de
Sagunto fue también reputado por anfiteatro, y el Arausciano por circo. Ludovico Nonio
dice que en Mérida se ven hoy las ruinas de otro teatro, que el vulgo cree haber sido
palacio de no sé que reyes imaginarios, que sueñan haber vivido en España”1574.

6.- Salduba o Las Bóvedas (Marbella, Málaga): Eunque el yacimiento ya


había sido dado a conocer por Macario Fariñas, pero de nuevo será Luis José Velázquez de
Velasco quien describirá los restos de forma más acertada.r.
Según Velázquez el lugar se encontraba en un “despoblado que llaman Las
Bóvedas, junto a la torre del mismo nombre, a la orilla del mar y a dos leguas de
Marbella, hacia el occidente, donde se descubren grandes ruinas de población y
acueductos romanos, medio sumergidos en el mar”1575.

1574
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, 52; Velázquez, op. cit. 598 (1750), 125-162; Carter, op.
cit. 577 (1777), Tomo I, 137-139; Ceán Bermúdez, op. cit. 854 (1832), 328-333.
1575
Velázquez, op. cit. 174 (1765); Velázquez, observaciones ... op. cit. 174, fol. 50v. La misma
identificación fue seguida por Francisco de Bruna, en la carta que envía el 27.11.1779 al Marqués de
676
Entre todos los edificios y ruinas allí existentes, de la que
destaca especialmente un edificio termal de planta octogonal
(FIGURAS 70, 173 y 174, estructurado en torno a un patio
también octogonal, en su tiempo abovedado, y ocupado en su
centro por un estanque. Alrededor de este patio central se
encontrarían los restos de varias estancias abovedadas que
formaban el enorme edificio termal. Todo el conjunto estaba
construido en “argamasa tan desecho, que apenas se ha
podido ajustar sus partes a las debidas dimensiones”,
aunque para Velázquez erróneamente pertenecían a una
“antigua almadraba o pesquería”.
El 09.08.1782 Francisco Pérez Bayer visitó también el
lugar, realizando una descripción del lugar y aportando un Figura 173. Plantas Exterior y
Superior de Las Bóvedas, según
alzado de las ruinas. Según Bayer, junto a la orilla del mar L.J. Velázquez.

“se descubría un edificio antiguo el cual presentaba a la vista


tres arcos como nicho cerrados con su remate chato. Poco
antes, como a un tiro de bala de fusil, había visto varios arcos
en línea que son seguramente residuos de acueducto”.
El edificio, construido en opus caementicium, presentaba
“por cualquiera parte que se mire sus tres arcos, uno en cada
haz del octógono (FIGURA 175). Por dentro, las paredes,
cerca de lo alto, se encorvan hacia el centro del edificio y
forman una especie de cúpula que en los principios estaría Figura 174. Planta y Alzado
interior de Las Bóvedas, según
acaso cortada [y] hoy tiene en medio un agujero redondo,.. L. J.Velázquez.

Hay en lo interior unos nichos como


capillejas excavadas en el grueso de la
pared desiguales entre sí”,
considerando Perez Bayer la
construcción como “un panteón, según

Figura 175. Alzado del interior de Las Bóvedas y de su


acueducto, según Pérez Bayer

Montehermoso. ARAH. Mss. 9/2009, fol. 288.


677
su figura y la distribución de sus nichos o capillejas”1576.

6.- Singilia Barba (Antequera, Málaga): situada en el Despoblado de El


Castillón o de Valdesequillo, por las inscripciones allí encontradas y trasladadas a
Antequera, fue visitada en 1754 asimismo por Velázquez de Velasco, quien dibujó y
describió también los vestigios del antiguo teatro romano, del que solamente quedaban “los
vestigios de un semicírculo de las gradas
hasta ahora las dos entremitades por
donde se unían con las scena. El diámetro
de este semicírculo por dos extremidades
es de 407 pies españoles antiguos de a
tercia de vara castellana”. Realizó un
croquis de la planta del edificio (FIGURA
176) y un corte lateral del mismo
(FIGURA 69). El estado de destrucción
del edificio era debido, según Velázquez,
al uso del edificio como cantera para la
“fábrica del Convento de San Juan de
Figura 176. Planta del Teatro de Singilia Barba, según L.
J. Velázquez. Antequera”1577.
Fray Sebastián Sánchez Sobrino también llevó a cabo una descripción pormenorizada
del yacimiento, del que destaca por encima del conjunto la presencia de “las ruinas de su
gran teatro en el declive del monte”. Junto a ello, llama la atención sobre la existencia de
“los vestigios de un gran Lago, que pude ser Naumaquia, situado junto a la fuente con 400
pasos de largo y 120 de ancho, que es la misma medida que pone el P. Cabrera. Estaba
enlosado este edificio con finísimas piedrecitas de alabastro de diferentes colores del
tamaño de una haba, labradas y sentadas sobre mezcla con graciosa simetría.
Por todo el sitio que ocupaba la población se encuentran en abundancia fragmentos de
toda especie de mármoles y alabastros, como también de finísimos búcaros, en nada
inferiores a los de fábrica fenicia, que se descubren en Adra, y otros pueblos de esta
nación. El aqueducto que venia desde el Arroyo del Alcázar por la ladera de los Olivares

1576
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 382.
1577
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174c, fols. 29v-30. El dibujo fue incluido por Thouvenot, R.,
Essai sur la province romaine de Betique (Paris 1940), 438, de donde lo tomó Atencia Páez, R., La ciudad
romana de Singilia Barba, Antequera, Málaga (Málaga 1998), 55 y 58, fig. 6.
678
de Solomando, se conoce todavía, y se encuentra mucho plomo por todo el espacio de su
tránsito. También traían encañada otra Fuente que llaman de la Reina mora, y está a la
parte del Sur poco distante del Castillón. Hállanse con frecuencia por todo ese sitio
monedas antiguas, lacrimatorios, urceolos, pateras y toda especie de antigualla. Yo
adquirí en esta ocasión un ladrillo hallado cerca del Teatro, de una tercia de largo y poco
menos de ancho, con el monograma de Christo.
De este sitio pues se trajeron a Antequera muchas de las lápidas que adornan el Arco
de la Puerta de los Gigantes, y otras que están esparcidas por la ciudad”1578.

7.- Itálica (Santiponce, Sevilla): Su ubicación y la referencia a sus ruinas ya


eran conocidas desde siglos atrás, pero no será hasta 1711 cuando el Deán Martí visité el
lugar, en compañía de Francisco Lelio Levanto, arcediano de Niebla, y realice una
descripción del anfiteatro, incluido un dibujo del mismo que fue incluido por Mountfacon
en su magna obra1579.
Sin embargo no será hasta la segunda mitad del siglo XVIII será cuando se produzca
una valoración más adecuada de la importancia de los restos de la ciudad, tal y como se
aprecia en las principales obras escritas del momento, tanto españolas como extranjeras, lo
que conllevó a un mayor interés por la conservación de los edificios, justo en el momento
en que se autorizó la utilización de las ruinas de Itálica como cantera de material para la
construcción de la nueva carretera de Sevilla a Mérida.
En 1754 Enrique Flórez visitó el lugar, en compañía del Conde del Águila, del
dibujante Juan de Espinar y de Pedro San Martín y Lara, Aquitecto Mayor de Sevilla. A
petición del erudito agustino, Pedro San Martín realizó una descripción del teatro,
acompañado de dibujos de Juan de Espinar (FIGURA 121) y, que posteriormente incluyó
en el tomo XII de sua España Sagrada.
Según Pedro San Martín y Lara (FIGURAS 177 a 179) “al Norte Norte de la ciudad
de Itálica (como sitio el más proporcionado para los Espectáculos) y junto a la muralla
(cuyo cimiento se conserva en parte) yacen en un pequeño valle, formado de dos collados,
los vestigios de un gran anfiteatro, cuya figura es ovalar, en la conformidad que muestra
el plano de la primera estampa. El diámetro mayor (que es largo de Oriente a Poniente)

1578
Sánchez Sobrino, op. cit. 644, 133-136.
1579
Mountfacon, op. cit. 673, Tomo II, Parte 2ª, página 212, lamina CLII. Una historia de las
descripciones del lugar, véase León Alonso, op. cit. 543, Mora, op. cit. 11, 100-102, Luzón Nogué, op. cit.
849, y Caballos et alii, op. cit. 863.
679
tiene 291 pies castellanos, de a tres en vara, y el diámetro menor consta de 204 pies, que
son 68 varas
(FIGURA 177);
cuyas dimensiones
no puso
Montfaucon en el
Tomo III, parte 2ª
de la Antigüedad
Ilustrada, y otros,
que hablaron de ella, las
Figura 177. Corte trasversal el anfiteatro de Itálica. Juan de Espinar
refirieron sin exactitud.
Compónese la fábrica de las dos bóvedas, que representa e perfil y plano dela primera
estampa. La primera y más interior
corresponde al Podio, que era el sitio
donde se sentaban los Magistrados, como
el más proporcionado para gozar
perfectamente de los espectáculos, por
ser el más inmediato a la Arena, esto es,
a la plaza o área, donde lidiaban los
hombres y las fieras. Elevábase el suelo
de este Podio en altura de más de diez
pies, siendo necesaria una considerable
elevación, para que las fieras irritadas
en sus luchas no perjudicasen a los
circunstantes; por lo que a la altura del

Figura 178. Planta del anfiteatro de Itálica. Juan de Espinar


alzado se añadían Cancelas o
Balaustres, y otros resguardos
artificiales. Lo ancho del Podio de Itálica tiene tres varas, o nueve pies, para que los
Magistrados tuviesen desahogo con lugar espacioso para sillas y ministros, etc. A este
lugar del primer plan elevado sobre la plaza por su circunferencia daba entrada la bóveda
interior por diez y seis puertas muy capaces, ocho de cada lado; siendo su cañón
espacioso de once pies de anchura, cuyas paredes estuvieron revestidas de sillares de
piedra, que llaman de Gerena (lugar que dista de allí dos leguas y media) según muestran
680
los vestigios que permanecen. Dura casi entera por los dos lados del Anfiteatro esta
Bóveda, sustentando lo que resta de la fábrica, y solo está caída por las dos cabeceras
desmanteladas.
La otra Bóveda exterior y más grande, sostenía la parte superior del Edificio, y daba
entrada por lo alto a las Escalerillas por donde el pueblo bajaba a ocupar los asientos de
las Gradas. Pero no existiendo hoy la parte superior del Anfiteatro, no puede determinarse
lo que le falta por arriba. Permanecen las Gradas en muchos sitios, contándose hasta
quince, donde más. Su ancho es de dos pies y medio, como en el Anfiteatro de Vespasiano
de Roma, y como previene Vitrubio en su Arquitectura, libro 5, Capítulo 6 al fin;
lográndose con esta anchura la conveniencia de que pudiesen entrar y salir de los asientos
los que llegasen tarde, o quisiesen retirarse presto, sin molestia de los compañeros. El alto
de las Gradas es de dos pies, por que les debió de parecer molesta la medida de Vitrubio,
que no admite más de un pie y seis dedos; pues aunque el pie Romano era mayor que el
nuestro en cosa de un dedo (según propone Montfaucon los dos pies en el Suplemento de
la Antigüedad Ilustrada, Tomo IV, libro 5, Capítulo 2, de Puentes y Acueductos) con todo
eso era asiento muy bajo, y por consiguiente molesto.
No se conocen entre las Gradas precinccion, esto es, escalón más ancho y alto que los
demás al doble, el cual servía como de valla o muro, para separar los asientos de los
Caballeros y de la Plebe; y por ceñir las demás Gradas se llamaba praecinctio. Aquí
parece, que no la había, por faltar donde se mantienen quince Gradas; y si las hubiera,
correspondería junto a la decimacuarta, por ser 14 las Gradas señaladas al Orden
Ecuestre en la Lex Roscia, con que o no hubo distinción en aquel tiempo o si la había, fue
por distintivo que no existe.
Desde la Galería Superior salía el pueblo por la grada a una de las Escalerillas, que
cortaban el Anfiteatro desde arriba hasta la grada más inmediata al Podio, por las cuales
Escalerillas se repartía la gente a la Grada donde cada uno se había de sentar; porque
aunque desde arriba abajo había gradas, no servían éstas para subir, ni bajar, por ser los
Escalones muy altos; y a este fin se hacía de trecho en trecho unas escaleras angostas, que
ocupasen poco espacio, y por tener bajos los escalones fuesen suaves para bajar y subir.
Estas en nuestro Anfiteatro son 16, ocho de cada lado, en la conformidad que muestra el
Plan, cuyos escalones tienen un pie de alto, y otro en ancho, esto es, un pie menos en
altura que cada grada. Mantiénense actualmente con el número de veinte escalones donde
más, y por algunas se puede subir y bajar, aunque están rozados sus escalones, como en
681
casi todas las gradas (FIGURA 179); pero en fin concurren a formar los Cuneos, voz que
daban al espacio de la grada que hay entre las escaleras de arriba abajo; porque cada
grada debe ser más corta conforme se
acerque al centro, esto es, a la
Orchestra en el Teatro, al Podio en el
Anfiteatro, y consiguientemente el
ámbito de gradas entre dos escaleras,
ha de ser más ancho en lo que más
diste del Podio, y más encogido en la
grada más cercana, lo que es figura
Figura 179. Planta y Corte trasversal del graderío del anfiteatro de cuña, y por eso llamaban Cuneos a
de Itálica. Archivo Histórico Militar. Madrid.
los espacios referidos, y Excuneados a
los que llegando después de ocupados todos los asientos, se quedaban de pie en las
escalerillas.
Existen también hoy en la pared exterior de las Bóveda principal los túbulos, o
pequeños conductos, que por el grueso de la pared bajan de lo alto, y que son los que
Rodrigo Caro llama Urinatorios, o acaso eran los conductos por donde esparcían licores
de buen olor, como previene Montfaucon.
Tiene demás de esto el Anfiteatro dos subterráneos debajo del podio, en medio del
diámetro menor, uno a cada lado, que se han creído prisiones de las fieras que habían de
salir a la plaza; pero habiendo sacado la tierra que macizaba un subterráneo, no se sabe
cómo pudiese servir a tal destino, pues aunque tiene dos puertas a la plaza en la misma
frente de la pared del Podio, viene a ser en parte una especie de subterráneo de 20 pies de
largo y 12 de ancho, en forma de cañón de bóveda por arista, a cuyas extremidades están
dichas dos puertas con sus salidas a la plaza de doce pies de largo, al mismo piso de ella,
y cada una correspondiente a una escalerilla de 9 escalones, de 4 pies y 4 pulgadas de
ancho y 9 pulgadas de alto, soladas de ladrillo cuadrado, de a pie y medio, por cuyas dos
escaleras se baja a unas mesetillas cuadradas, por las cuales se entra a la referida
Bóveda, según la relación de Arquitecto que delineó el Plan subterráneo en la primera
estampa; y por su narrativa se conoce, que no era sitio proporcionado para las fieras,
siendo tan reducido, y de tal casta de fábrica, por lo que se discurre serviría para otro fin,
verbi gratia, para los gladiadores, o para los condenados a las fieras, y por tanto los
vivares o sitios para las fieras estarían fuera, junto a la puerta del Anfiteatro.
682
La fortaleza de la obra es grande, toda de mampostería de piedra del grueso de puño,
y de argamasa fortísima, de suerte que la parte arruinada se reconoce lo fue a mano, más
que por efecto del tiempo, contra el cual hubiera resistido la argamasa por su extraña
dureza.
Veníase al Anfiteatro (como añade en su relación el arquitecto) por tres grandes
bóvedas, que servían de entrada por la parte de la ciudad. De la una permanece un caño
de 79 pies de largo y 18 de ancho, de plano pie con la ya expresada bóveda exterior. De
las otras dos quedan pocas porciones. Pero la propuesta relación basta para conocer, lo
1º ser este el Anfiteatro mencionado por Justo Lipsio en el Tratado de los que existen fuera
de Roma, al cual aplaude de hermoso, aunque no pudo conseguir el dibujo... Lo 2º, se
infiere, no ser tan poco lo que existe, que mereciese tan alto silencio como el del Marqués
Escipión Maffei, que hablando de los Anfiteatros, solo nombra al de Itálica con respecto a
la Obra de la Antigüedad Explicada, donde se dice arruinado hasta los fundamentos,
como resume en su Verona Ilustrada, parte 4, col. 54. Pero acaso no es tan notable su
silencio, con el fin, de no reconocer en esta ciudad (como ni en otras) Anfiteatro
permanente de piedra, para que así campease más el suyo de Verona. Montfaucon, aunque
tuvo diseño de la ortografía de la fábrica, y confesó existía, cuanto por la dificultad de la
demolición no pudo ser aplicado a otro fin; con todo eso se abstuvo de estampar el
Alzado, acaso por no ser allí necesario, donde se representan otros de mejor
conservación. Aquí le proponemos en sus dos prospectos, por lo mismo que nunca se ha
estampado, y para que se vea que no es fábrica totalmente arruinada hasta los
fundamentos, pero omitimos lo que pertenece a la ilustración del monumento, por no ser
de nuestro asunto principal”1580.
Francisco Pérez Bayer visito el yacimiento durante su estancia en Sevilla. En otro
apartado ya hemos recogido la descripción de Pérez Bayer y el dibujo de Asensio Julián
(FIGURA 87). Ahora nos centraremos en su descripción del lugar donde se efectuó la
excavación de 1781, “de donde se sacaron alguna inscripción RES. ITALICENSIUM y
troncos de bellas estatuas que se trasladaron al Alcázar de Sevilla y estuvieron en el salón
destinado a estas antiguallas”.
Es el primero en describir el itinerario de visita a las ruinas, que partía del Monasterio
de San Isidoro del Campo, luego se dirigía hacia el denominado Cerro de los Palacios,

1580
Flórez, op. cit. 848 (1754), 227 y ss; San Martín y Lara, op. cit. 859 (1754); Ponz, op. cit. 391
(1783), 638-639.
683
donde se realizó la excavación de 1781, y “desde esta colinita bajando entre Poniente y
Norte hay otro pequeño valle; y de el vuelve a empinare suavemente otra colinita plantada
de olivos como a 200 passos se acaba de subir. De allí a 50 passos de la vereda por donde
se baja se descubren a mano diestra ruinas antiguas que muestran haber sido arcos y
aquello cañería o acueducto. Al fin de la bajada o declive de la colina en un valle bastante
menos desaogado están las ruinas del célebre anfiteatro de Itálica que sin embargo los
trabajos que ha sufrido del tiempo y la barbarie conserva señas de su grandeza”1581.
Una descripción importante y completa del conjunto arqueológico de Itálica fue la
realizada a finales del siglo XVIII por Fray Fernando de Zevallos y Mier, Prior del
Convento de San Isidoro del Campo, y por tanto conocedor de primera mano del
yacimiento. Zevallos estructuró su obra atendiendo a los principales edificios que eran
claramente visibles a finales del siglo XVIII, momento en el que escribió su obra, aunque
ésta no vería la luz hasta la centuria siguiente, gracias a la Sociedad de Bibliófilos
Andaluces.
En primer lugar, describe el Anfiteatro, al que califica como “la ruina más soberbia y
sobresaliente de cuantas duran en Itálica”, aunque con la salvedad de que “ha perdido ya
mucho, sea por los esfuerzos del tiempo”, especialmente por los terremotos, que han
provocado que se hayan “desplomado muchas bóvedas y también por haberle quitado
muchos sillares o piedras cortadas, para emplearlas en otras fábricas... y obras públicas
que se han hecho en Sevilla”1582.
Otros edificios que describe del conjunto son el denominado Templo de Diana,
“edificio casi cuadrado, del que sobresalen los muros, especialmente por los cuatro
ángulos. He oido a personas antiguas que conocieron aquellos muros levantados por un
lado hasta el arranque de la bóveda. Creo que de este habló Rodrigo Caro, que alcanzó a
conocer en pie la capilla mayor de un templo. Lo llamaría capilla mayor, porque como es
un cuadro de diez a once varas, se parece al crucero o capilla mayor de una iglesia. Pero
esto es el todo de aquella fábrica, sin que a su continuación haya cimientos de mayor
edificio”1583.
También destaca la presencia “dentro de la cerca de sus muros, los vestigios de una
gran fábrica que tiene señales de haber sido Basílica. Su largo es 40 varas y 20 de

1581
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 137 y ss.; León Alonso, op. cit. 543 (1993), 42-43.
1582
Zevallos, op. cit. 848 (1886), 90-92.
1583
Zevallos, op. cit. 848 (1886), 85-86.
684
ancho,se dividía en tres naves como muestran los basamentos o cepas de sus pilares, sobre
que se mantenían los arcos y bóvedas. Por fuera de su muro hubo un pórtico, del que
durán todavía los cimientos, compartimiento y ruinas de sus bóvedas. Este pórtico se
prologa de Norte a medio día cosa de sesenta varas y forma al Sur de la Basílica uno
como claustro o foro, cercado por todas partes del mismo pórtico. Vulgarmente llaman los
naturales a aquel sitio los sepulcros, porque parecen algo de esto los compartimetos que
formaban los pilares y capillas de que hay algunos pedazos caídos, o porque alguna vez
dieron por allí con algún sepulcro. Más por estar en el medio de la ciudad o de la línea de
su muralla, no me deja creer que fueran los sepulcros comúnes, que no debían estar sino
fuera. La primera vez que registré aquel sitio me pareció que podría haber sido la antigua
Catedral”1584.
Otros edificios reconocibles serían las antiguas Termas, de las que en su día quedaban
“bastantes vestigios, con el nombre de los baños y caen hacia el poniente de la que fue la
ciudad, próximos a su muro. Se reducen a dos piezas paralelas, cuyas tres paredes duran
todavía hasta el arranque de las bóvedas y conservan sobre el estuco de que estuvieron
revocados el sarro del agua que batía contra ella”1585.
Sobre el Teatro, Zevallos manifesta que pudo estar ubicado en dos lugares. Uno se
encontraría situado “al oriente de la ciudad, arrimado al barranco o recuesto que está hoy
sobre el lugar de Santiponce”, donde existía una “cerca de unos gruesos muros, cuyos
cimientos confunden hoy las casas que están fabricadas sobre parte de ellos y en frente de
donde parece que hubo alguna puerta principal de la ciudad por donde se salía al Prado y
al río, se nota una fábrica que forma un ancho semicírculo, con gradas que bajan hacia la
dicha puerta”.
La otra posible ubicación vendría dada por la existencia de “otro pedazo del edificio de
la misma fábrica se nota en medio de la antigua ciudad, no muy lejos de la que parece que
fue la Basílica. Pero en este segundo pedazo de edificio no dura sino el muro con su vuelta
de círculo, aunque sin gradas ni otro vestigio”1586.
También reconoció la existencia de la muralla de la ciudad, fácilmente identificable
“por una gran parte del medio día, y aún más por la del Norte. Pues he andado sobre él
anotando su espeso grueso, y las torres que tuvo a distancias iguales, aunque bien cerca

1584
Zevallos, op. cit. 848 (1886), 86-88.
1585
Zevallos, op. cit. 848 (1886), 89.
1586
Zevallos, op. cit. 848 (1886), 89-90.
685
una de otra. En muchas partes deja ya el muro de ser visible; pero los pedazos de ruinas
que hay de trecho en trecho, señalan el camino por donde se puede conocer toda su
circunferencia”1587.
Para Zevallos, los terremotos fueron la principal causa de la ruina del lugar, como lo
demostraría el hecho de que el terremoto de 1755, que puso al descubierto los restos de una
edificación, conocida como El Palacio, donde se amontonaban gran cantidad de “pedazos
de estatuas, cornisas, capiteles y otros destrozos de edificios”1588.

8.- Munigua (Villanueva del Río y Minas, Sevilla): aunque existían algunas
referencias a su existencia en los trabajos de Ambrosio de Morales y de Rodrigo Caro, y
los eruditos de la zona tenían conocimiento de la presencia, al Norte de Cantillana, de unas
ruinas “como de castillo antiguo, que se llamaba el Castillo de Mulva”1589. Su nombre era
conocido por la existencia en Carmona de la inscripción CIL II 1378, en la que se
mencionaba al Municipio Flavio Muniguensis. Pero su descubrimiento fue debido a Tomás
Andrés de Gusseme, quien comunicó la existencia de ruinas e inscripciones en aquel lugar
a Livino Ignacio Leyrens, quien a su vez lo puso en conocimiento de Sebastián Antonio de
Cortés, Secretario de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla, quien conjuntamente
con José de las Cuentas Zayas visitó el lugar el 02.12.1756, elaborando una memoria con
los resultados de su visita, aunque que en ningún momento hagan mención a su verdadero
descubridor1590.
El yacimiento se encuentra situado en la Dehesa de Mulva, y según Sebastián Cortés y
José Cuentas el emplazamiento era evidente por la presencia en superficie de “escombros,
materiales y restos de edificios. Encuéntranse muchos sillares de piedra tosca y labrada
con diversos adornos; varios trozos de argamasa; pedazos de paredes; rastros de
cimientos, cascotes, fragmentos y residuos de la Antigüedad, entre los que se ve casi

1587
Zevallos, op. cit. 848 (1886), 90.
1588
Zevallos, op. cit. 849 (1886), 88.
1589
Morales, op. cit. 580 (1575), fol. 28; Morales, Ambrosio de, Opúsculos Castellanos. Tomo II
(Madrid 1793), 290; Caro, op. cit. 256 (1634), libro III, Capítulo XII, fol. 102r; Hierro, op. cit. 1253 (1765).
1590
Cortés y Cuentas, op. cit. 317 (1773), 171-227; Carriazo Arroquia, Juan de Mata, “El
descubrimiento de Munigua y la espiral de oro del Cerro de Montorcaz”, MM 20 (1979), 272-278; Fombuena
Filpo, V., “Aproximación a los estudios anticuarios de los eruditos en torno a la Academia Sevillana de
Buenas Letras en el siglo XVIII”, Revista de Estudios Locales 6 (1995), 31-38; Mora, op. cit. 11 (1998), 99.
Vid. ahora Schattner, T., Munigue (Seville 2003), donde incluye un apartado dedicado a la historia del
descubrimiento, aportando varios dibujos antiguos.
686
entera la alberca de una casa desmantelada, cuyas paredes de argamasa conservan por
algunos lados más de tres varas de altura”.
Durante su visita, también pudieron referir las inscripciones CIL II 1049 y CIL II 1050
(FIGURA 180), dedicadas a los emperadores Vespasiano y Tito, y en los que se podía leer
el nombre romano de la ciudad, hasta entonces desconocida para la mayoría de los
eruditos. Pero lo que más llamó la atención a los académicos
sevillanos fue la presencia del denominado Castillo de
Mulva, del que se conservaba “sólo el esqueleto de un
edificio grande, pero desfigurado entre sus mismas ruinas.
El lienzo que mira al Poniente es el que permanece algo
más conservado, por estar sostenido de unos entibos
avanzados o pilares salientes de figura cónica. Todos los
demás se hallan enteramente trastornados y destruidos.
Pero sin embargo de su destrozo, se pueden todavía
distinguir dos cuerpos diferentes en dicha fábrica. El
interior tiene por el lienzo conservado más de diez varas de
altura, a cuyo pavimento se puede subir, y andar sobre
alguna porción de él. Su materia es toda de argamasa
solidísima, de la que comúnmente observamos en la
arquitectura romana.
Del cuerpo superior solo han quedado en pie unos
paredones de ladrillo descarnados y ruinosos, que parece
sostenían la techumbre del edificio u otro segundo
pavimento. La diferencia del material, y fábrica de estos dos
cuerpos nos hizo concebir la sospecha de si acaso el de
ladrillo, sobrepuesto al de argamasa, sería obra añadida por
los moros, a fin de dar al edificio mayor elevación y dominio
sobre el pueblo, según su regular costumbre. Pero este
Figura 180. Epígrafes CIL II
pensamiento no pudo pasar de una arriesgada conjetura. 1049 y II 1050, según S. Cortés y
J. Cuentas.
El lienzo oriental, que hacía fachada al pueblo, está todo

687
arruinado, y apenas se reconocen unos como reductos avanzados de su muro por los
ángulos formando un medio cubo o pórtico pequeño circular, cuya corta extensión no da
lugar a ... averiguar el verdadero destino de este edificio público”1591.
Sebastián Antonio de Cortes y José de las
Cuentas Zayas dieron cuenta de sus hallazgos a la
Academia Sevillana en la sesión celebrada el
26.03.17571592, lo que movió a Tomás Andrés de
Gusseme a visitar el lugar el 4 de Mayo de 1757,
elaborando una pequeña memoria de sus
descubrimientos, que remitió a la Real Academia
de la Historia1593, en cuyos fondos se custodia.
Según las palabras del propio Gusseme, durante su
estancia en el lugar, “cotejé las citadas dos
inscripciones [y] hallé” las inscripciones CIL II
1052 y II 1053 (FIGURA 181). Asimismo realizó

Figura 181. Epígrafe CIL II 1053,


el primer dibujo del lugar (FIGURA 182), en el que
según Cortes y Cuentas. destaca especialmente “el edificio grande, que se figura
en él, [el cual] no es propiamente fortaleza o castillo, sino Templo, Palacio o Casa del

Figura 182. Vista de Munigua según Gusseme.

1591
Cortés y Cuentas, op. cit. 317 (1773), 181-182.
1592
LASRASBL, Acta de 26.03.1757.
1593
Gusseme, op. cit. 168 (1757), 58-69; Ceán Bermúdez, op. cit. 854 (1832), 272-273.
688
Senado. Por la parte interior tiene un patio pequeño en círculo. Desde allí se extiende un
llano hacia el Oriente con muchos rastros de edificios grandes y menores, piedras
labradas a la romana, argamasas de la consistencia de aquellos tiempos y escorias de
metales en grande abundancia, que indican haber tenido alguna fábrica de esta especie”.
Todo ello le llevó a confirmar que la población se llamaba Munigua o Municipio
Muniguense, que se encontraba situada “en la Beturia Céltica, y que pertenecía al Convento
Jurídico Hispalense en el espacio contenido entre los Ríos Betis y Ana”.

9.- Arva o Peña de la Sal (Alcolea del Río, Sevilla): El yacimiento fue
reconocido asimismo por Tomás Andrés de Gusseme, quien identificó el Municipio Flavio
Arvense con las ruinas reconocibles en
el despoblado existente en la aceña de
la Piedra de la Sal, aportando un
croquis de las estructuras existentes.
Según la descripción efectuada
por Gusseme, las ruinas ocupaban
cerca de un cuarto de legua de
extensión. Además de estatuas, basas,
epígrafes (FIGURA 183) y columnas,
“se ven gran número de cimientos de
edificios, los más de argamasa romana
Figura 183. Inscripciones CIL II 1064 y CIL II 1066
procedentes de Arva, según Gusseme.
durísima, y otros de pedacitos de teja
unidos, de cuya materia hay paredones enteros. En lo alto se mantiene gran parte del
Castillo, o fortaleza, si ya no es otra especie de edificio, como templo, u otro de los
públicos. Un cubo de muralla, y otro cuadro se conservan enteros. En lo más alto hay una
concavidad, por donde se baja a un sepulcro familiar (que llamaban los antiguos
suggrundarium) y contiene un cuerpo de sala, como las de habitación, y a los lados varios
nichos bien conservados.
Subsisten también dos rastros de una oficina de fábrica, y fundición de metales, con
gran número de copelas, y otros utensilios para el laboratorio. En la parte más llana hay
un paredón grande de argamasa con muchos trozos de ruinas en contorno, y parece ser de
algún edificio grande. En algunos paredones se hallan introducidos varios acueductos, o
tubos de barro durísimo”.

689
Para apoyar esta identificación refiere en su discurso las inscripciones CIL II 1064 y
CIL II 1066 encontradas en el yacimiento, que
posteriormente fueron llevadas a la Colección de los
Reales Alcázares de Sevilla. Junto a ello aporta
también los epígrafes CIL II 1062 y II 1070, junto a
dos esculturas y un altar dedicado a Baco, con unas
figurillas danzantes (FIGURA 184), conservados
entonces en el edificio de la Encomienda de Alcolea
del Río, localidad vecina al yacimiento1594.
Posteriormente realizo una segunda visita al lugar,
en el que pudo comprobar las primeras impresiones
sobre el yacimiento y la existencia de otras
Figura 184. Inscripciones y esculturas
procedentes de Arva, según Gusseme.
ruinas, que incluyó en su descripción: “Sobre el
collado que domina el Guadalquivir, y en que

Figura 185. Vista de Arva según Gusseme.

según el mapa de perspectiva, que tengo formado, se advierte más número de vestigios de
esta antigua población, se extiende una llanura de bastante ámbito, toda llena de ruinas, y
de algunos restos de edificios de fábrica romana. Entre ellos subsiste todo el medio círculo
de un magnífico arco rodeado de muchos grandes trozos de ruinas (FIGURA 185). Pero
la circunferencia del llano se ven a distancias de igual proporción unos torreoncillos de

1594
Gusseme, op. cit. 168 (1756), 51-52; Ceán Bermúdez, op. cit. 854 (1832), 277-278.
690
una misma simetría, aunque unos más desechos, que otros, y son a mi ver restos del muro
que circundaba la población. Un edificio de argamasa cuadrado, y macizo, que en la parte
occidental tiene en el medio una ventana labrada de molduras, pero sin más abertura, que
un breve agujero, por donde parece salía alguna materia líquida, puede excitar la
curiosidad para inferir su uso”1595.

En definitiva, durante la segunda mitad del siglo XVIII surgen los primeros inventarios
descriptivos de los yacimientos arqueológicos andaluces, en los que junto a las menciones
de las monedas y los epígrafes, también se encuentran especificaciones sobre los
monumentos, tipos de ruinas e, inclusive, interpretaciones sobre la funcionalidad de los
mismos. Se trata de una nueva forma de contemplar los restos materiales del pasado,
mucho más detallista, que normalmente adopta la forma literaria de discurso o disertación,
ya que permite al autor expresar las opiniones personales sobre lo que está viendo.
Esta nueva visión puede apreciarse tanto en las alocuciones presentadas a las Academia
como en las distintas historias locales que se escriben en estos momentos, y de las que las
descripciones de los yacimientos de Arva o de Munigua o de la Necrópolis de Cádiz, son un
claro exponente, y que en algunos casos se convierten en las primeras noticias que se
tenemos sobre estos lugares. Una característica de todas estas descripciones es su
adscripción cultural a época romana, sin que existan datos del pasado árabe, a pesar de los
avances en la cuestión.
En esta labor destacaron una serie de personalidades y eruditos, especialmente Tomás
Andrés de Gusseme y Luis José Velásquez de Velasco, vinculados a las Academias de la
Historia y/o Sevillana de Buenas Letras y que participan de sus proyectos institucionales,
bien en su condición de académico, como es el caso de Gusseme (o de Sebastián Antonio
de Cortés), bien porque han recibido un encargo de esa corporación para reconocer
determinado lugar o informar sobre un hallazgo en cuestión, como es el caso de Velázquez
de Velasco, bien por sus conocimientos específicos, como es el caso del arquitecto Pedro
San Martín y Lara.
En estos trabajos podemos apreciar la existencia de dos novedades fundamentales
respecto a períodos anteriores. En primer lugar, las menciones de los autores
grecorromanos y/o de autores españoles como Ambrosio de Morales, Juan Fernández

1595
Gusseme, Tomás Andrés de, Addicion al papel de noticia del Despoblado del Municipio Arvense y
determinación del Canamense; Ceán Bermúdez, op. cit. 854 (1832), 277-278.
691
Franco, Rodrigo Caro o Macario Fariñas del Corral no serán consideradas como fuente
principal de información, sino que éstas cederán su puesto a las propias descripciones y
noticias de ruinas, epígrafes, monedas, restos arqueológicos, etc, aportadas por una visita
directa al lugar, que se realiza en una jornada sola o en varios períodos de tiempo, de
manera que estas fuentes antiguas solo quedarán para corroborar o apostillar los datos
obtenidos con el “trabajo de campo”.
La segunda de las novedades es la incorporación, más o menos generalizada, de vistas
de los yacimientos y plantas, alzados y secciones de los monumentos, puesto que entre
estos eruditos va calando la idea de la conservación de los monumentos a través de su
representación gráfica, como hemos podido observar al estudiar las trabajos de Velázquez
de Velasco o de Pérez Bayer.
Toda esta información será acaparada por las instituciones culturales del momento, que
las utilizaran como objeto de debates en sus tertulias semanales o como fuente de
información para completar sus proyectos institucionales: colecciones litológicas,
colecciones de monumentos, cuestiones de geografía antigua, identificación y ubicación de
ciudades, etc., sobre las que ya hemos hablado en apartados anteriores.

V.i. Ubicación de ciudades antiguas y hechos


históricos.

Desde el Humanismo y el Renacimiento existía en Andalucía una corriente erudita


especialmente centrada en identificar con las modernas localidades aquellas ciudades
antiguas mencionadas en las fuentes literarias romanas y de época cristiana, olvidándose de
todo aquello que tuviera relación con el reciente pasado islámico de la mayor parte de las
ciudades andaluzas, con la intención de ensalzar el remoto origen cristiano o clásico de
muchas de ellas. Buen ejemplo de este fenómeno son las obras de Ambrosio de Morales y
Juan Fernández Franco, en el siglo XVI, o de Rodrigo Caro, Pedro Díaz de Rivas o Martín
Vázquez Siruela, en el siglo XVII, solo por citar algunos ejemplos.
Durante el siglo XVIII numerosos eruditos e instituciones desarrollaron importantes
estudios de Geografía Antigua, que estaban basados en la identificación de las ciudades
antiguas con las actuales y en la localización espacial de los hechos históricos del pasado.
En estos trabajos tuvo una especial incidencia el pensamiento de los ilustrados, interesados
en buscar siempre los documentos de primera mano para la realización de trabajos

692
históricos. Por ello, la epigrafía y la numismática se convertirían en elementos de primer
orden y fuente para corroborar o desmentir las narraciones contenidas en las fuentes
literarias romanas. Los lugares en los que existía un gran número de ruinas y monumentos
antiguos, la epigrafía y la numismática pasarán, en ocasiones, a un segundo plano, y
únicamente servirán para corroborar o apostillar la documentación obtenida en los trabajos
de campo.
Este tipo de estudios era muy común en las Reales Academias de la Historia y
Sevillana de Buenas Letras, donde adoptaban la forma de disertaciones o discursos, que
eran leídos en las juntas semanales, tal y como hemos analizado en los apartados
correspondientes a estas instituciones. La aparición de la España Sagrada de Enrique
Flórez, en la que se analizaba la historia de las distintas sedes episcopales, marco un hito
importante en este tipo de estudios, ya que al recoger las antigüedades de cada localidad,
hizo que la obra se convirtiese en referente obligado para toda la erudición local andaluza
de la segunda mitad del XVIII. Pero además sirvió como estímulo para el desarrollo de
nuevas obras, que fueron impresas o quedaron sólo manuscritas, en las que se intentaba
rebatir o corroborrar las apreciaciones del sabio agustino, y que en algunos de los casos
desembocaron en verdaderas polémicas entre los eruditos.
Como ejemplo de este fenómeno, tenemos las disertaciones sobre la ubicación de
Carcesa, Tartesso, Saepona, Ostippo, Asta Regia, sólo por citar algunos ejemplos, o las
1596
polémicas surgidas a raíz de la ubicación de Onuba o Asido Caesarina.
Nosotros nos centraremos úicamente en dos ejemplos, que pueden ser representativos
de este fenómeno de las polémicas generadas y del interés por el descubrimiento de las
antigüedades, que son los casos de la localización de Asido Caesarina y la ubicación exacta
del lugar de la batalla de Munda entre Julio César y los hijos de Pompeyo Magno.

I.- Asido Caesarina (Medina Sidonia, Cádiz):


I.- Cádiz) Las conjeturas
acerca de la ubicación de esta ciudad generó una de las principales polémicas entre los
intelectuales del momento. Rodrigo Caro había defendido, siguiendo las tesis de Florián de
Ocampo, el posible origen fenicio de Medina Sidonia, sobre la que posteriormente se
fundaría, ya en tiempos de Julio César, la colonia romana de Asido Caesarina. Ello lo

1596
Fombuena Filpo, V., “Antonio Jacobo del Barco y los orígenes de Huelva: debate historiográfico”.
Kolaios 4 (1995), 773-785. Sobre el estado de la arqueología romana de Huelva, véase el reciente trabajo de
Campos Carrasco, J.M., “La ciudad romana de Onuba (Huelva. Una revisión arqueológica”. Anales de

693
demostrarían los hallazgos de las inscripciones CIL II 1313, II 1318, II 1320 y II 1324 que
vendrían a confirmar los textos de Plinio y Ptolomeo; ya que para el propio Caro “el
nombre Medina es árabe, y según los que entiende esta lengua, significa ciudad; el
renombre Sidonia, es derivado de Asido o Asidonia, que fue su antiguo apellido”1597.
También defendía Caro la existencia de evidencias sobre la pronta cristianización del
lugar, que fue sede de un obispado en el que destacó la figura, ya en el siglo VII d.C., del
obispo Pimenio. Este llevó a cabo una importante política de fundación de edificios
religiosos, como lo demostraban los epígrafes encontrados en Utrera, Medina Sidonia y
Vejer de la Frontera, y al que ya nos hemos referido en el apartado correspondiente a las
excavaciones y a los hallazgos arqueológicos.
En el siglo XVIII la polémica volvió a retomarse, esta vez de manos de la iglesia
jerezana, que en el fondo quería obtener arguementos históicos para romper su vínculo de
dependencia con la Archidiócesis de Sevilla. Así, reivindicó la asimilación de la ciudad de
Jerez de la Frontera con la antigua Asido, para de esta manera trata de recuperar la silla
episcopal existente con anterioridad a la llegada de los musulmanes y que tras la conquista
cristina de la zona había pasado a la ciudad de Cádiz. El encargado de realizar este trabajo
fue Francisco Mesa Xinete, canónigo de la Colegiata de Jerez, junto a Jerónimo de Estrada,
Rector en el Colegio de la Compañía de Jesús de la ciudad de Arcos de la Frontera, quienes
consiguieron en mayo de 1753 que el Cabildo Municipal ordenase que se recogiesen todas
las estatuas e inscripciones existentes en la ciudad, para ser depositadas en el edificio
renacentista del Cabildo Viejo, en aplicación de lo dispuesto en el art. 10 de la Instrucción
de 2 de Noviembre de 1752, que preveía que aquellas “estatuas, bajorrelieves y demás
monumentos cuya conducción no sea tan fácil se coloquen en parajes seguros y si puede
ser en las casas de los Ayuntamientos de los Pueblos, encargando a los Justicias su
conservación hasta que S.M. disponga de ellas”.
Esta documentación arqueológica, junto a las crónicas de Alfonso X el Sabio y el Moro
Rasis y otras obras menores, fueron remitidas a Enrique Flórez, quien las incluyó en el
Tomo X de su España Sagrada, junto con las menciones de la ciudad en las obras de
Ptolomeo y Plinio y las monedas que le remitieron Jerónimo Estrada y María Bustamante y
Guevara. Todo ello llevó a Flórez a desechar la común idea de que la antigua Asido
Caesarina se correspondía con la actual Medina Sidonia, como era su primera intención y

Arqueología y Prehistoria de la Universidad de Murcia XVII-XVIII (2001-2002), 329-340.


1597
Caro, op. cit. 256 (1634), 123-125.
694
ya había defendido en otros trabajos, ubicándola por el contrario en el solar de la actual
Jerez de la Frontera, tal y como podía deducirse de las antigüedades conservadas en la
ciudad1598. Dado el prurito de erudición que en cuestiones de Historia de la sedes
episcopales tenía la obra del agustino, sus tesis supusieron un respaldo casi oficial a la
pretensión de la jerarquía eclesiástica de Jerez de la Frontera de su consideración de
heredera de la silla episcopal asidonense.
Luis José Velázquez de Velasco y Cruzado, tras realizar una visita a la zona en 1754 y
recoger multitud de datos y fuentes, también defendió la identificación entre Asido
Caesarina y Jerez de la Frontera, según pudo deducir del estudio de las fuentes romanas y
de los epígrafes existentes en la ciudad, manteniendo que los hallazgos epigráficos y
arqueológicos de Medina Sidonia, entre los que incluye el famoso sepulcro romano y las
inscripciones del Obispo Pimenio, corresponderían a una ciudad antigua de la que se
ignoraba su nombre antiguo, pero de cierta importancia a juzgar por los hallazgos
acaecidos1599.
Será el jerezano Bartolomé Gutiérrez, un erudito local que volcó su interés en estudiar
e historiar de forma concreta el pasado de su localidad natal, para lo que procedió a
recopilar epígrafes, monedas y datos de los archivos locales, con los que pretendía
impugnar los relatos de la España Sagrada.
En 1754 escribió un pequeño opúsculo, en el negabaa de forma benévola las
afirmaciones de Flórez sobre Jerez de la Frontera. Buscaba con ello, según J. Cebrián, la
obtención de un refrendo prestigio que hubiese supuesto la respuesta de Flórez1600, con
vistas a la publicación de su gran obra sobre Jerez de la Frontera.
Cuando en 1757 termina el volumen primero de su obra sobre Jerez, ha madurado
como autor, y se advierte ya la búsqueda de documentos originales en los archivos, la
recogida de inscripciones y monedas que den autoridad a sus afirmaciones, muy contrarias
a las mantenidas por Flórez. Analizando las fuentes grecorromanas, los epígrafes y
monedas encontrados en la ciudad de Jerez de la Frontera, así como las fuentes medievales
conservadas, es decir los mismos argumentos utilizados por Flórez, llega a la conclusión de

1598
Flórez, op. cit. 848 (1754), 17 y 20-31. Sobre la cuestión del Obispado Asidonense, véase además
Corzo Sánchez, op. cit. 1387 (1992).
1599
Velázquez, Observaciones ... op. cit. 174, 31-32.
1600
Gutiérrez, Bartolomé, Reflexión sobre la opinión admitida por el M.R.P. Mro. Fr. Enrique Flórez
que niega la identidad de Asta con Xerez de la Frontera. Imprenta Joseph Padrino (Sevilla 1755); Cebrián,
J., “Un hombre de letras del siglo XVIII: Bartolomé Gutiérrez”. Actas de las IIª Jornadas de Historia de
Jerez (Jerez de la Frontera 1992), 16-18.
695
que Jerez no pudo ser nunca la sede de la silla asidonense, puesto que la antigua Asido
Caesarina se encontraría en el cercano “Pago de Sidueña, del lado de allá del Puente de
Guadajabaque”, como lo demostrarían los hallazgos de una necrópolis en 1756, durante
las labores de acondicionamiento del Camino Real, y de la que procedería su nombre por
corrupción lingüística. Por ello, considera que “Xerez no fue Asido, sino su heredera”, de
tal manera que “el Obispado no perteneció a Asido, ciudad situada en el Pago de Sidueña,
sino a Asidona Xerez, que fue la heredera de su término y señorío, lo que se prueba, en
tiempo de los moros, con el capítulo de Rasis donde consta todo el término de que era
dueño Xerez”1601.
La polémica continuaba viva, gracias a los trabajos de Francisco de Mesa Xinete1602,
en las que se reivindicaba la separación de Jerez de la archidiócesis de Sevilla, y el
restablecimiento en la ciudad del antiguo obispado, que en aquellos momentos se
encontraba en Cádiz, en base exclusivamente al criterio de ser una fundación lejana en el
tiempo.
Mesa Xinete consideraba que la ciudad de Medina Sidonia fue destruida por los
Turdetanos y no se volvió a reedificar hasta el tiempo de los Moros, por lo que niega que
tal ciudad existiese en tiempos de los romanos y de los Godos, sin tener en cuenta las
abundantes noticias sobre restos romanos y visigodos existentes en el núcleo urbano.
José del Hierro, también participó en la polémica en su obra Averiguaciones curiosas,
en la que se acercaba a la postura de Bartolomé Gutiérrez. Para el erudito sevillano, “la
asonancia de nombre ha arrastrado a muchos a situar este Pueblo en Medina Sidonia,
pero allí no ocurren las señas, que de él dan los autores. Medina no cae en los Turdetanos
en cuyo cantón situó Ptolomeo a Asidonia que el llama Asidum. No puede ser Medina el
último Pueblo del Convento Jurídico Hispalense después de Obona y Asta, como sitúa
Plinio a Asido, pues Medina estuvo en los Turdulos-Bastulos y tocó al convento Jurídico
Gaditano. Medina no estuvo mediterránea, respecto de los esteros del Betis, que es otra
señal de Asido en Plinio. El sitio en que todas ellas se verifican es en aquella cumbre de
Buena Vista, que está entre el Puerto de Santa María y Jerez. Allí junto a la Venta que se
ve todavía el diente de un torreón de Asido, que aún hoy llaman Sidueña las Huertas, que

1601
Gutiérrez, op. cit. 133 (1787), 90 y ss.
1602
Mesa Xinete, Francisco de, Compendio histórico de la muy noble y leal ciudad conocida por Xerez
de la Frontera (1763). BN Mss. 18124; Mesa Xinete, Francisco de, Demostración histórica de haver sido la
ciudad de Xerez de la Frontera y en su término la de Tarteso, Turdeto, Xera, Carteya, Asta Regio, Asido
Caesarina, Astidona, Asidona, Xerez Saduña y Xerez Sidonia, capital del antiguo Obispado Asidonense.

696
están de allí, al Guadalete; y en la Ermita de la Piedad se conservan aún algunas piedras
de romanos. Con que aquí fue Asido, y por consiguiente fue silla Obispal en tiempo de
Godos. Ni prueba lo contrario la lápida de Pimenio obispo Asidonense, que se conserva en
la Ermita de Santiago de Medina;
como ni prueba otra que se halla
del mismo obispo, en una Ermita
de San Ambrosio cerca del mar.
Lo más que prueban que uno y
otro sitio tocaba a la Jurisdicción
del Obispado Asidonense, cuyo
término era muy dilatado, y
estaban en el Arcos y Medina, y
todo él se llamaba término de
Sidonia como consta de los Privilegios
Figura 186. Monedas de Asido Caesarina, según Gutiérrez
de D. Alonso el Sabio” 1603. Bravo.

Estos mismos argumentos se aprecian en obra sobre la Bética Romana de Patricio


Gutiérrez Bravo, que sigue las anteriores afirmaciones de José del Hierro, si bien le quiere
dar un toque distinto al incorporar en su mención el estudio de las monedas de Asido
Caesarina (FIGURA 186), que ya había sido analizadas por Flórez y Velázquez de
Velasco, a quienes sigue en sus conclusiones1604.
La definitiva ubicación de Asido Caesarina en la actual Medina Sidonia, sólo se produjo
a raíz del hallazgo el 17.06.1789 de una lápida en las obras de cimentación de las casas de
Francisco Lozano, en la calle Sucia. La primera noticia concreta que tenemos del hallazgo
es la disertación realizada por Joaquin Cid y Carrascal para la Academia Sevillana de
Buenas Letras, en la que describe la pieza de la siguiente manera: “Es de tres cuartas de
largo con media vara de frente, bajo lo cual se descubrieron varios huesos de
configuración humana, y por tales se tuvieron. Dicha lápida permanece aún en la misma
casa y la inscripción es la siguiente:

Imprenta Manuel Martín (Madrid 1766). BN V.E. Caja 351(13).


1603
Hierro, op. cit. 1253 (1765).
1604
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1253 (1771), 60-62.
697
Q · FABIO · CN · F · GA.
SENICAE · IIII VIR
1605
MVNICIPES · CAESARINI” .
Inmediatamente que Francisco de Bruna tuvo conocimiento de la importancia del
hallazgo, que era “la primera prueba de que Medina Sidonia era Asido”, procedió a
recoger la lápida, que pasó a formar parte del Salón de Antigüedades de la Bética, y
elaboró un informe sobre el hallazgo, en el que además de lo dicho por Cid y Carrascal,
añade que “al reverso tiene estas letras EPIIYME”. Remitió el informe a la Real Academia
de la Historia1606, para que se incluyese la información en los proyectos que por entonces
la Institución desarrollaba.

II.- Munda Pompeyana


II.- Pompeyana: La ubicación del lugar en el que tuvo lugar la
célebre batalla entre Julio César y los hijos de Pompeyo, sigue siendo uno de los temas
más controvertidos en la historiografía arqueológica de Andalucía, desde el siglo XVI. Aún
en la actualidad esta cuestión sigue deparándo interesantes estudios en los que vuelven a
abordarse el tema de la localización de Munda y nuevas teorías1607.
El tema de la localización de Munda ya había sido tratada en el siglo XVI por Ambrosio
de Morales1608, quien pasa por ser considerado como la primera persona que creyó ubicar
correctamente la ciudad en la actual localidad malagueña de Monda, por los parecidos
lingüísticos entre ambos nombres, porque el lugar concordaría conla descripción que dan las
fuentes y por la existencia de una y por la existencia de una inscripción (CIL II 160*), que es
falsa; en una identificación que fue mantenida en el siglo XVII por Bernardo José Alderete y

1605
LASRASBL, Acta de 04.06.1790; Cid Carrascal, op. cit. 267 (1790); Martínez Delgado, op. cit. 1568
(1875), 33. La inscripción es CIL II 1315 .
1606
CIL II 1323. Informe de 28.08.1790 redactado por Francisco de Bruna y Ahumada. ARAH. CAI-
SE/9/3940/8(13). La inscripción se encuentra actualmente depositada en el Museo Arqueológico Provincial
de Sevilla, donde ingresó procedente de la Colección de Francisco de Bruna.
1607
Corzo Sánchez, R., “Munda y las vías de comunicación del Bellum Hispaniense”, Habis 4 (1973),
241-252; Cruz Arenas, A., “La ultima campaña de César en la Bética”. Iª Congreso de Historia Antigua de
Andalucía (Córdoba 1978), 143-158; Durán, V. y Ferreiro, M., “Acerca del lugar donde se dio la Batalla de
Munda”, Habis 15 (1984), 229-237. En el año 2003 se ha celebrado en Córdoba un Congreso, bajo el título
Julio César y Córdoba, donde el profesor Gómez Pantoja presentó una comunicación sobre la historiografía
de Munda desde Ambrosio de Morales a Schülten.
1608
Morales, Ambrosio de, Crónica General de España. Imprenta de Juan Iñiguez de Lequerica (Alcalá
de Henares 1574), Libro IX, capitulo 38.

698
Rodrigo Caro1609, mientras que para Macario Fariñas del Corral la identificación no estaba
nada clara1610.
En el siglo XVIII el tema sigue de actualidad entre los principales estudiosos de la
antigüedad. Así, el padre Flórez tomó estas manifestaciones como ciertas, incluyéndolas en su
obra1611. Luis José Velázquez de Velasco, durante su visita a Andalucía, llegó a la conclusión
que dicha localidad “estuvo la antigua Munda, famosa por la batalla de César con los hijos
de Pompeyo, y su situación es la misma que describe el autor del libro De Bello Hispanico,
atribuido a Hircio. El arroyo que según él pasaba junto a Munda, es el que hoy llamamos Río
Seco, que pasa por el oriente del lugar”1612.
En el seno de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, Livino Ignacio Leyrens
también llegó a plantear la cuestión de Munda, si bien desde los apartados numismáticos,
puesto que el “asunto principal de mi discurso es mencionar todas las medallas conocidas
de nuestra Bética, que han venido a mi noticia, y explicarlas en la mejor forma que
pudiera”, dejando “las que supongo puramente falsas como las de ... Munda...”1613.
Patricio Gutiérrez Bravo, tras analizar los textos clásicos, considera también que Munda
se ubicaba en la villa de Monda, “en la hoya de Málaga a su occidente y de Cártma cosa
de tres leguas, junto a una falda de la Sierra de Tolox entre el mar y un riachuelo que
llaman Riogrande que se mete en Guadalhorce”1614, lo cual vendría avalo por la
inscripción CIL II 160*.
Francisco Pérez Bayer visitó la localidad el 07.08.1782, en el transcurso de su viaje por
Andalucía, y tras una inspección ocular del terreno niega aquella teoría seguida por tantos
eruditos al afirmar que “yo no puedo acomodar a este pueblo ... las nociones que a la antigua
Munda se atribuyen, ni concordar las distancias que se le señalan respecto de otros pueblos y
ciudades” 1615, reconociendo únicamente como señales de antigüedad los restos de un castillo
existente en las proximidades de la población.
Sin embargo, la documentación más importante en este período es la realizada hacia
1789 por el Teniente Coronel de Ingenieros Domingo Belestá, en cuya actividad intervino

1609
Alderete, op. cit. 987 (1614)8, Tomo I, 39; Caro, op. cit. 256 (1634), 181.
1610
Fariñas del Corral, Macario, Antigüedades de Ronda, citado en Oliver Hurtado, M. y Oliver
Hurtado, J., Munda Pompeyana. Memoria escrita por ..., premiada por voto unánime de la Real Academia de
la Historia en el concurso de 1860. Imprenta de Manuel Galiano (Madrid 1861), 218.
1611
Flórez, op. cit. 848 (1754), 72 y 291-293.
1612
Velázquez, Observaciones .... op. cit. 174, 51v.
1613
Leyrens, op. cit. 309 (1752).
1614
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1253 (1771), 189 y 195-196.

699
activamente la Real Academia de la Historia y la Secretaria de Estado, aunque la iniciativa
partiese originariamente de la Sociedad de Anticuarios de Londres.
El interés británico por la ubicación de Munda no era una cosa nueva, puesto que Francis
Carter también visitó la localidad malagueña de Monda y le adjudicó las inscripciones CIL II
160* y II 161*, pero considerando, como ya había hecho Macario Fariñas del Corral en el
siglo XVI, que estas inscripciones no podían probar una dentificación segura1616. Lo que en
estos momentos pretendía la institución británica era conseguir “aclarar las dudas que se
ofrecen por la historia tocante al sitio y demás circunstancias de la batalla renombrada que
se dio entre Julio César y Cneo Pompeyo en las inmediaciones de Pompeya”1617, para ser
incluidos en la Historia Universal que tenía pensado publicar esa Sociedad de Anticuarios
londinense.
Para poder llevar a cabo esta misión, el General Melville, presidente de la Sociedad,
remitió a la Corte madrileña, a través de Antonio Merry, cónsul británico en Málaga, una
memoria fechada el 20.03.1789, que contenía los siguientes puntos a estudiar:
“1º.- La situación de Munda antigua, su latitud y longitud, con sus posiciones y
distancias de Monda moderna, Málaga, Ronda y lugares principales, en sus cercanías,
hacia poniente y norte.
2º.- La figura general y dimensiones del monte o montes en que se dice haberse
hallado la antigua ciudad de Munda.
3º.- La posición verdadera y tamaño de dicha ciudad, que mejor se pueda juzgar
ahora por los vestigios de sus muros y fosos, por donde se venga en conocimiento haber sido
antes el sitio y toma por Julio César ...
4º.- Lo que queda de antigüedades, ya sean en arquitectura, cementerios, edificios,
esculturas, inscripciones en mármol, utensilios, monedas, medallas, armas, monumentos
sepulcrales, urnas y otros artículos pertenecientes a una ciudad romana que se halle todavía
en Monda o junto a ella, o en sitios más distantes, adonde hayan sido llevados...
5º.- La disposición, superficie y forma de las cercanías de Munda en cuanto parece
haber tenido relación con el campamento de los dos ejércitos de César y de Cneo Pompeyo,
los movimientos de ambos antes de la batalla y la extensión del terreno en el cual
verdaderamente se dio.

1615
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 165v.
1616
Carter, op. cit. 577 (1777), Tomo II, 30-31.
1617
Minuta de oficio remitida en 1789 por la Real Academia de la Historia al Conde de Floridablanca.

700
6º.- Las mudanzas que se puede suponer haber hecho los dos ejércitos en una refriega
tan dilatada y porfiada como se dice que fue, antes de la deshecha y derrota total de Cneo
Pompeyo.
7º.- Si quedan todavía algunos escritos antiguos españoles, tradiciones razonables,
términos particulares en latín, o cualquier otra lengua, túmulos, cementerios, fragmentos de
armas y otros indicios del campo de batalla, o adonde se hizo la mayor carnicería o se saber
haber estado allí anteriormente.
8º.- Cuales son las mutaciones de importancia que sirvan a la averiguación de los
puntos antiguos de que se trata y que se puede razonablemente suponer haber sobrevivido
desde el tiempo de esta grande época ...
9º.- Finalmente la determinación ... del campo de batalla”1618.
Según este documento, la persona a elegir debía estar “competentemente poseído de
ciencia clásica e histórica, en adición a sus talentos y habilidades como ingeniero”, ya que
además de los trabajos de campo anteriormente enumerados, también debía buscar esa misma
información “en los autores modernos”.
La propuesta representaba una inmejorable ocasión para resolver uno de los principales
problemas que atañían a la Geografía Histórica hispana, y, por tanto, la Real Academia de la
Historia consideró que debía participar de alguna manera en esta misión, que por la
intervención de la Secretaria de Estado adquirió carácter oficial. Para poder llevar a cabo el
proyecto, se solicitó del Conde de Floridablanca el nombramiento de un Ingeniero que
procediera a practicar las investigaciones, designación que en principio recayó en José del
Pozo y Sucre, por recomendación de la Real Academia de la Historia. Su nombramiento
como miembro de la Academia de Matemáticas de Cádiz hizo que finalmente fuese sustituido
por el Teniente Coronel de Ingenieros Domingo Belestá1619. Éste se encontraba en aquellos
momentos dirigiendo las obras de reparación de Camino de Málaga a Antequera y, por tanto,
se consideró que podría hacer la comisión sin dejar su trabajo, ya que la localidad de Monda,
que se suponía era la antigua Munda, estaba en su zona de trabajo.
Por la Real Orden de Carlos IV de 05 de Marzo de 1790, se comisionó pues, al Teniente
de Ingenieros Domingo Belestá para las investigaciones y descubrimientos sobre el sitio y

ARAH. CAMA/9/7962/02(01).
1618
Tanto el original como la traducción se conservan en ARAH. Mss. 11/8331, fols. 40-40v.;
Instrucción de la Sociedad de Anticuarios de Londres. ARAH. CAMA/9/7962/02(01).
1619
Oficio de 08.11.17789 remitido por José Caballero al Conde de Floridablanca. ARAH. CAMA
9/7962/02(03); cfr. Berlanga Palomo, op. cit. 119 (2001), 329.
701
circunstancias de la batalla de Munda, concediéndosele posteriormente una subvención de
6.000 reales para su realización. De la documentación conservada, podemos considerar que la
Real Academia de la Historia fue la institución encargada de fiscalizar la labor de Belestá,
informando al Conde de Floridablanca de las decisiones que debía tomar al respecto e incluso
siendo la propia Academia la que instituyó el método de trabajo impuesto.
La implicación de la Academia de la Historia y de la Secretaria de Estado podemos
observarla en las siguientes circunstancias. Belestá solicitó de la Secretaria de Estado la
expedición de una cédula o carta que le facilitase la labor de consulta de los archivos
municipales de Sevilla, Córdoba y Osuna1620. Remitida la solicitud a la Academia, ésta
marcará las pautas a seguir. Junto al informe favorable, acompaña la recomendación de que
una copia de dicha autorización debía ser comunicada a los Corregidores interesados1621,
quienes por la legislación vigente eran los encargados de la custodia de esta documentación y
de los antigüedades aparecidas en las localidades.
Otro ejemplo de este control por parte de la Academia de la Historia, lo encontramos en la
solicitud de Belestá que le hace de poder ir a Madrid, “para instruirme en aquellos autores
cuya colección solo pueden hallarse en una Biblioteca Real y curiosos manuscritos que sobre
este asunto”, que se hallaban en los archivos de la Secretaria de Estado, así como para discutir
determinados aspectos de su trabajo.
La Academia finalmente consiguió que ella misma fuese la depositaria final de los
resultados de la investigación de Belestá, y sería también ella la encargada de publicarlos y de
enviar a la Sociedad de Anticuarios de Londres la información que desease ésta saber, de
manera que la independencia y el nombramiento de Belestá quedaban en entredicho,
quedando su posición relegada a la de mero coordinador de los trabajos1622.
En la realización de su tarea pueden distinguirse dos grandes etapas, que vienen a
coincidir con los dos grandes bloques metodológicos empleados, y que se desprende de la
solicitud enviada al Conde de Floridablanca, interesándole la expedición de una Cédula o
carta que le facilitase la labor.
1ª Fase: Marzo 1790 a Mayo de 1791: Durante este período, que podemos
denominar como de recopilación de la documentación, solicitó “noticias a los sujetos

1620
Oficio de 10.04.1790 remitido por Domingo Belestá al Conde de Floridablanca. ARAH. CAMA
9/7962/02(08); Berlanga Palomo, op. cit. 119 (2001), 330.
1621
Minuta de Oficio de 16.09.1790 remitido por la Real Academia de la Historia al Conde de
Floridablanca. ARAH. CAMA 9/7962/02(09); Berlanga Palomo, op. cit. 119 (2001), 330.
1622
Minuta de Oficio de 29.09.1790 remitido por la Real Academia de la Historia a Domingo Belestá.

702
literarios dedicados a la Historia que puedan serme conducentes, interesándoles a la
importante especulación”1623.
La Cédula o carta modelo que se remitió a todos los interesados, que conocemos por la
copia remitida a Pedro de Castro, dice así: “Interesándose el Estado en servir a la Corte de
Londres sobre el descubrimiento que solicita del sitio donde fue la batalla decisiva entre
los dos ejércitos de César y Pompeyo, para determinar este punto histórico, que con tanta
variedad se tiene escrito sobre él, se me ha honrado con esta Comisión en virtud de Real
Orden, a fin de levantar el plano topográfico del mismo territorio con otras operaciones,
que deben practicarse donde aconteció la derrota del ejército de Pompeyo destruido por el
de César.
Hallándome en algún modo instruido en la Historia de aquellos tiempos, he
reconocido que algunos autores se hallan discordes en el sitio; los unos pretenden que sea
en los campos de la villa de Monda donde ocurrió esta batalla, cuya opinión es la más
común; otros quieren que sea con inmediación a la ciudad de Munda, que ya no existe;
pero que la indican cerca de Ronda, de Córdoba, y aún la aseguran algunos entre Villena
y Jaén, pretendiendo otros que la tal ciudad de Munda se halla en la Celtiberia.
Con esta incertidumbre no se puede dar una terminación fija del expresado territorio,
para emprender las operaciones prácticas y demás investigaciones, que se piden a fin de
ilustrar la Historia Universal que escribe la Sociedad de Anticuarios de Londres, sin tener
otra seguridad definitiva, en que convengan los autores de más reputación para no
arriesgar el trabajo infructuoso, ni tampoco la opinión de investigador.
El Excmo. Sr. Conde de Floridablanca en su oficio de 17 de Septiembre me manda
pedir a los Literatos del Reino de reputación acreditada versados en la Historia y
antigüedades, las noticias que me fueren conducentes para poder cumplir la comisión con
todo el desempeño que se solicita.
En este supuesto me dirijo a V.S. por constarme se halla adornado de las calidades
que se prescriben, para que se sirva admitir este obsequio, que mis buenos deseos le
recomiendan a fin de contribuir al desempeño, que solicita una Nación delicada en la
especulación de todos los puntos que propone”1624.

ARAH. CAMA 9/7962/02(13).


1623
Oficio de 10.04.1790 remitido por Domingo Belestá al Conde de Floridablanca. ARAH. CAMA
9/7962/02(08).
1624
ARAH. Mss. 11/8331, fols. 95-95.
703
Estos personajes mencionados como “sujetos de la Comisión en la investigación”,
podemos dividirlos en tres grupos1625. Un primer grupo, compuesto por aquéllos a los que se
le solicitó información sin resultado, y que fueron Fray Manuel Risco (08.01.1791), José de
Guevara Vasconcelos, Antonio Valcárcel, Conde de Lumiares, y de Antonio Mayans,
Canónigo de la Catedral de Valencia y hermano de Gregorio Mayans. Un segundo grupo
compuesto por aquéllos que respondieron a la solicitud, pero de los que no se conserva su
respuesta. Son Antonio Fontanes y Neves, Presbítero de Sevilla, José Antonio Medina
Palomeque, Presbítero Capellán Mayor del Convento de las Comendadoras de Madrid, y
Ramón Monzón, Inquisidor de Toledo y Arcediano de Ronda. Un tercer grupo estaría
compuesto por aquellas personas que respondieron a la solicitud requerida, y que pasaremos a
estudiar a continuación.
A Pedro de Castro, Canónigo de la Catedral de Sevilla le fue enviada la solicitud el
08.01.1791, respondiendo a Belestá en fecha 09.02.1791 que “la ciudad de Munda, en cuyos
campos Julio César venció a Cneo Pompeyo, hijo de Magno, no puede conceptuarse en otro
sitio que aquel en que hoy subsiste la villa de Monda por cualquiera que lea con un poco de
reflexión los comentarios del Bello Hispaniensi ..., [porque] conserva el nombre y se
encuentran lápidas, que trae el Padre Flórez, tomo 12, página 291 y 293, citando al Muratori
y al Grutero”1626.
José Córnide de Folgueira y Saavedra fue de la opinión “de reducir a la moderna
Monda”, y para ello “ha solicitado en Ronda, por medio de un interrogatorio de
preguntas, varias noticias topográficas y especialmente sobre la llanura adonde pudo
darse la batalla pero no ha podido adquirirlas, y sólo su consocio el Marqués de Pejas le
ha asegurado que dicha llanura ha existido pero que ya se halla desfigurada por el curso
de un torrente (que se cree sea el Sigila) pues siendo de buena caliza o glipsosa le fue fácil
llevarse la tierra y formar barranco”.
También quería saber Córnide “si allí cerca había alguna cantera de piedras
carbonizadas pues asegurándolo Plinio era una prueba de la identidad”, por lo que
recurrió a Cristóbal Medina-Conde, “suplicándole se sirva comunicarle sus observaciones

1625
Informe de 21.01.1792 remitido por Domingo Belestá al Conde de Floridablanca. ARAH.
CAMA/9/7962/02(23), fols. 5-7.
1626
ARAH. Mss. 11/8331, fols. 95-97v.
704
que cree fortificaran las que tiene hechas como de sujeto de conocida literatura que ha
visitado el terreno..”1627.
Posteriormente, en una carta sin fecha conservada en el Archivo de la Real Academia
de la Historia dice que “mis observaciones de [Munda] y de la batalla acaecida en él, entre
César y el hijo mayor de Pompeyo, todas fueron hechas en esta corte con presencia del
libro de Bello Hispaniense, atribuido a Hircio Pansa, de los Geógrafos antiguos que
tratan de la Bética, y particularmente de Munda, y de los Modernos, que refieren dicha
batalla, y que disfrutamos ya impresos, ya manuscritos, aprovechándome al mismo tiempo
de las noticias que me han comunicado varios sujetos inteligentes, que han reconocido
aquel terreno. Nada he impreso de dichas observaciones, pero no tendré dificultad en
comunicarlas al Sr. Melville pero que les de algún orden y que enhebre ciertos cabos y
puntos pendientes, conviniendo, como desde luego convengo con este caballero, en que sin
un reconocimiento de terreno nada se puede decir que satisfaga a la esmerada crítica, de
un anticuario juicioso, pero interim que no desempeño la primera parte que llevo ofrecido
a Vm. diré las razones que he tenido para entrar en este empeño, y referiré los progresos
de este expediente, de que ya en gran parte se hace cargo su sabio autor.
Por los años [17]90 o 91, concurrí un día al estudio de mi amigo el Padre Mtro. Risco,
continuador de la España Sagrada del Mtro. Flórez, y le hallé muy ocupado con una
carta del Teniente Coronel de Ingenieros Don. Domingo Belestá, residente a la razón en
Málaga, en que dándole cuenta de que estándole encargado por el Gobierno reconocer el
sitio de la Batalla de Munda y prevenido de consultar sobre ella varios literatos y
anticuarios le pedía tuviese a bien darle su dictamen, hallábase a la sazón el Mtro. Risco
muy ocupado con la continuación de la España Sagrada, y me pidió que me encargase yo
de satisfacer a Belestá, en lo que tuve inconveniente para darle gusto y en consecuencia se
lo envió a Belestá, y este me pasó un oficio igual al que había pasado al Padre Risco.
Conténtele aceptando la Comisión y me dediqué a estudiar el asunto y a formar con el
auxilio de los Geógrafos e Historiadores antiguos un plano de la Betica, en el cual señaló
las marchas de César y Pompeyo hasta el sitio de la villa de Munda, adonde creía yo
entonces, que se había dado la batalla. Remitió dicho mapa, y el texto de Hircio traducido
al castellano, con los de otros autores antiguos que creí conducentes y mis particulares
observaciones, y le previne las que debía practicar en su reconocimiento empezando desde

1627
Carta sobre el sitio en que estuvo Munda. ARAH. Mss. 9/5999 (fols. 83 y 83v); Oliver, op. cit.
1681 (1861), 377-381; Berlanga Palomo, op. cit. 119 (2001), 331-332.
705
Córdoba describiendo los sitios, donde habían estado acampados los dos ejércitos, como
Ategua, Ucubi, Soricaria, Carruca, Ventippo, etc, y observando la calidad del terreno, y
particularmente si en las inmediaciones de Munda había alguna cantera de piedras
arborizadas o dendrites, como se infería de Plinio, y concluía mi respuesta, pidiéndole que
verificado su reconocimiento me diese noticia de lo por él resultase”1628.
Cristóbal de Medina y Conde incluye en su respuesta algunos de los datos contenidos en
su Diccionario Geográfico del Obispado de Málaga, en el que se recogían algunas
antigüedades procedentes de Munda. Según Medina Conde, no existía dificultad insuperable
para considerar en los campos y contornos de Monda se dio la batalla ente César y los hijos de
Pompeyo, para lo que se basa en las descripciones de los historiadores antiguos y modernos,
la topografía del lugar y las menciones de Macario Fariñas, Ponz y Masdeu, llegando a la
conclusión de remitir la “determinación de esta controversia a quien ocularmente hubiere
registrado estos sitios y los cotejare con las noticias que dan los escritores de estas
antigüedades”1629.
También le remitió su opinión Francisco Pérez Bayer el 31.10.1790, que coincidía con
lo publicado en su Viaje a Andalucía y Portugal. pero a ésta nos referiremos más adelante,
ya que finalmente fue la opinión aceptada y remitida a la Sociedad de Anticuarios de
Londres.
También recogió Belestá diversas certificaciones, como una realizada el 15.07.1791 por
Cándido María Trigueros, que certifica que en el capítulo 23 del libro 2º de la Historia
General de Córdoba de Francisco Ruano se sostenía que la batalla se dio en los alrededores
de Montilla y Monturque1630.
2ª: Fase: Mayo de 1791 a Noviembre de 1791: A la hora de establecer la
metodología de su trabajo, Domingo Belestá decidió que era necesario realizar un viaje
exploratorio para la consulta de “los archivos de las ciudades, villas o lugares donde yo
necesite transferirme para sacar los traslados o copias de papeles dirigidos a este fin”, y
dado que algunos de los lugares mencionados en la fuentes romanas ya no existían, era
indispensable la realización de una labor de campo, para la averiguación de noticias “que

1628
Córnide de Folgueira y Saavedra, José, Carta sobre el sitio en que estuvo Munda, lugar en donde
César venció a los hijos de Pompeyo. ARAH. Mss. 9/5999, fols. 55-58v.
1629
Medina Conde, Cristóbal de, Carta remitida el 24 de Marzo de 1790 a Domingo Belestá sobre
Munda. ARAH. Mss. 11/8331, fols. 84-92.
1630
ARAH. Mss. 11/8331, fols. 89-100v.
706
puedan conducir al hallazgo que se solicita”1631, solicitando la expedición de un pasaporte o
cédula para que “los Justicias de los lugares, comprendidos los de Señorío me franqueen los
archivos de antigüedades que hubiere en dichos pueblos, alojamiento y demás auxilios que se
pudieren ofrecer durante el tiempo de mi estancia en ellos”1632.
Comunicada su intención a la Secretaria de Estado1633, comenzó su viaje a mediados de
mayo de 1791, tomando como punto de partida Málaga y realizándolo en tres etapas, con la
intención de reconocer ocularmente los territorios donde debieron darse los sucesos militares.
Según cuenta en su informe Belestá, el 18.05.1791 pasó a la villa de Monda, en la que
permaneció hasta el 22.05.1791, reconociendo el lugar en compañía del Teniente Gobernador
Feliciano Liñán, y llegando a la conclusión de que la batalla no pudo desarrollarse en aquel
sitio, ya que el marco geográfico no se correspondía al descrito en las fuentes y tampoco se
conservaban vestigios antiguos en la zona1634. Posteriormente se dirigió hacia Ronda,
visitando el 26.05.1791 las ruinas de Acinippo, concluyendo que tampoco allí pudo situarse el
escenario de la batalla, hipótesis que confirmó con el hallazgo “en el archivo de la Colegial
de Ronda [de] un manuscrito auténtico muy antiguo, en el cual hablando de Ronda la Vieja,
dice que aquella ciudad destruida se llamaba en sus tiempos Acinipo” 1635.
Pasó luego a Alcalá del Valle y volvió nuevamente a Monda. Desde aquí marchó el
08.06.1792 hasta Cártama, donde observó “las inscripciones de lápidas que todavía existen
puestas en las paredes de varias casas”, así como “fragmentos de estatuas senatorias,
columnas, pedestales, estatuas de dioses, etc”, volviendo finalmente a la ciudad de Málaga.
El 25.06.1792 marchó a Córdoba, donde fue atendido por el Corregidor Pascual Ruiz d de
Villafranca, quien dio las órdenes correspondientes para franquear los archivos de la ciudad,
donde vio la obra de Las Antigüedades de Córdoba de Ambrosio de Morales y la obra
Monumentos de Inscripciones romanas de varias piedras halladas en Espejo, Montemayor,
Córdoba, Montoro, Porcuna y Martos de Juan Fernández Franco, que copió y acompañó a su

1631
Oficio de 10.04.1790 remitido por Domingo Belestá al Conde de Floridablanca. ARAH. CAMA
9/7962/02(08).
1632
Oficio de 19.03.1791 remitido por Domingo Belestá al Conde de Floridablanca. ARAH. CAMA
9/7962/02(15).
1633
Oficio de 27.04.1791 remitido por Domingo Belestá al Conde de Floridablanca. ARAH. CAMA
9/7962/02(16); Berlanga Palomo, op. cit. 119 (2001), 334-335.
1634
Informe de 21.01.1792 remitido por Domingo Belestá al Conde de Floridablanca. ARAH.
CAMA/9/7962/02(23), fols. 13-17; Berlanga Palomo, op. cit. 119 (2001), 334-335.
1635
Informe de 21.01.1792 remitido por Domingo Belestá al Conde de Floridablanca. ARAH.
CAMA/9/7962/02(23), fols. 19-20.
707
informe1636. De Córdoba continuó su reconocimiento por Écija, Palma del Río y Osuna,
donde llegó el día 2 de Agosto de 1790, entregando al “Corregidor interino Don Manuel
Tamayo la Real Orden para franquearme el archivo de la villa”, y consultando “un
manuscrito Tomo en folio con 482 páginas que trata de varios asuntos empezando por la
moneda forera, desde el año de 1498 hasta el de 1729. Así en este como en todos los
demás escritos que existen actualmente en el expresado archivo no se halló cosa que
pudiese iluminar a la investigación”1637, regresando de nuevo a Málaga.
El 02.11.1791 marchó esta vez a Sevilla, donde tras visitar el Archivo Municipal y las
Bibliotecas de Francisco de Bruna y Ahumada, de José Gil de Araujo, de Francisco de
Mendoza y Espinosa y de Antonio de Lara, se reunió con Fray Fernando Zevallos en el
Monasterio de San Isidoro del Campo.
También se reunió con Francisco de Bruna, por quien gracias a una carta remitida a
Benito Ramón de Heredia en 1793, sabemos que “el Ingeniero Belestá nos vino a mezclar
con las órdenes del Conde de Floridablanca, dejándome entonces creído que las había
tenido por demostraciones.
No es menester más que leer el derrotero de Aulo Hircio, que acompañó a César en la
Guerra de España desde Obulco, registrar los pueblos que señala, en que batió y
persiguió a Pompeyo hasta la batalla de Munda, cotejados con las medallas e
inscripciones, y lo que sientan los Geógrafos e Historiadores romanos sobre el territorio y
pueblos de los Conventos Jurídicos de Andalucía, para convencer que el sitio de Munda es
el de la actual Monda por el nacimiento y curso del río Sigila, la precisa distancia del
famoso pueblo de Cártama, donde existen multitud de inscripciones y estatuas, y sobre
todo la huída de Pompeyo después de la batalla de Carteia a buscar sus naos que nadie
ignora la situación de este municipio en la Bahía de Algeciras.
Como no he visto lo expuesto por el Sr. Bayer, no puede desbaratar sus fundamentos
pero lo tengo por un sueño, y quisiera verlo a mis manos para desmenuzarlo. El Ingeniero
Belestá cuando estuvo aquí, y Vm se acordará que absolutamente no entendía el latín, ni
aún podía construir a Hircio, habló conmigo muchas veces y sobre que ni aún tenía
noticia de las inscripciones citadas, que son la mayor prueba, me pareció estaba
convencido de este dictamen con las reconvenciones y pruebaas que yo le daba, pero
alguna vez le oí confusamente quería llevar esta batalla al otro Munda y Certima de la

1636
ARAH. CAMA/9/7962/02(22).
1637
ARAH. CAMA/9/7962/02(23), fol. 41-42.
708
Celtiberia, quizás por alguna especie que le habían sugerido de esto, aunque sin afirmarse
en una opinión tan descabellada.
No alcanzo los fundamentos de ella, y he pensado que sea la referencia de Tito Livio
en el Libro 40 hablando de Lucio Postumio y Tiberio Sempronio, en los pueblos de
Munda y Certima de la Celtiberia, ignorándose donde estaban estas dos ciudades, ni
hacer alguna otra mención de ellas... y es absolutamente imposible acomodarla a la
relación de Hircio con los demás pueblos de Andalucía que señala de las marchas y
batallas de César y Pompeyo, la inmediación de Carteia, y la demarcación que hace
Plinio, y últimamente a lo que dice Hircio que César trajo de la Batalla de Munda los
pertrechos de guerra, con que allí había vencido a sus contrarios, para combatir a Osuna,
pueblo que está muy cercano.
Estrabón y Plinio, que fue cuestor de la Bética, ponen los pueblos de Andalucía, en
cuyo término estaba Munda, y son de la misma opinión Ambrosio de Morales, el Padre
Mariana y Rodrigo Caro, exactísimo anticuario.
Cuando fui desde Ronda a registrar el sitio de Munda, llevé conmigo el Aulo Hircio y
el Ambrosio de Morales, y vine demarcando el nacimiento y curso del Sigila, observé el
alto donde estaba el pueblo, el campo de batalla, con la precisa variación que ocasionan
las aguas y labor de las tierras después de tantos siglos, como se experimenta en el
indubitado municipio de Itálica, hoy desfigurado todo. Luego pasé a Cártama a reconocer
las inscripciones, en que hay un crecido número de ellas, y de estatuas maltratadas”1638.
Las conclusiones a las que llegó Belestá fue que no era “posible practicar las operaciones
que solicita la Sociedad de Anticuarios Británica ... a pesar de todas las diligencias
practicadas”, lo que ponía en evidencia los escasos conocimientos de Belestá en temas de
anticuaria1639.
Esta postura fue duramente criticada por otros investigadores contemporáneos, como se
desprende de las siguientes palabras de José Ortiz y Sanz: “El Ministerio seis años hace en
averiguar el verdadero paraje en que estuvo la célebre Munda; pero quiso la suerte se le
encargase el negocio a cierto Ingeniero que carecía de todos los datos y conocimientos
indispensables para ello. Después de haber dado que reír a los literatos el modo con que

1638
Carta remitida el 16.02.1793 por Francisco de Bruna y Ahumada Benito Ramón de la Hermida.
ARAH. Mss. 9/5999, fols. 70-71v; Oliver y Hurtado, op. cit. 1681 (1861), 375-377; Berlanga Palomo, op. cit.
119 (2001), 335.
1639
Minuta de Oficio de 23.02.1792. ARAH. CAMA 9/7962/02(19).
709
pensó hallar a Munda, y de haber malgastado dos años, y no poco dinero sin adelantar un
paso, se le hubo de mandar lo dejase”1640.
Finalmente se resolvió publicar la disertación que sobre el tema había remitido Francisco
Pérez Bayer al Conde de Floridablanca, en vez de la de Belestá, y que se remitiera ésta a la
Sociedad de Anticuarios de Londres1641. Con la caída política del Conde de Aranda el trabajo
quedó en suspenso; posteriormente en el tomo IX de la nueva edición de la Historia de
España del Padre Mariana, cuyo editor era José Ortiz y Sanz, se incluyó en el apéndice una
carta de Pérez Bayer, fechada en Madrid el 21.03.1792, en la que trataba de la ubicación de
Munda.

En este trabajo, Pérez Bayer apoyándose en el viaje realizado en 1782 a Monda y tras
estudiar las fuentes clásicas, concluyó que “el teatro de la guerra entre César y los hijos de
Pompeyo fue la comarca de Córdoba, en sus cercanías y hasta ocho leguas a Oriente y
Mediodía de ella.
Que César no sacó ni un
pié de esta comarca hasta
después de ganada la batalla
y de haberse apoderado de
Córdoba.
Que ni sus tropas
salieron de dicha comarca, y
se alargaron hasta Osuna
hasta después de ganada
Munda.
Que esta ciudad perteneció al
Figura 187. Glandes encontrado en Utrera, según Pérez Bayer.
Convento Jurídico de Écija. Que
estuvo situada entre Itucci, Espejo y Osuna. Que no distaba mucho de esta ultima, y mil
cuatrocientos estadios de Carteia”, acompañando esta disertación con un dibujo de un
glande, o bala de honda, (FIGURA 187) perteneciente a las tropas pompeyanas, que había
sido encontrado en las cercanías de Utrera1642.

1640
Ortiz, op. cit. 820 (xxx), 149-50 y 154-155.
1641
Oficio de fecha 09.07.1792 remitido por Francisco Pérez Bayer al Conde de Aranda. ARAH.
CAMA 9/7962/02(30).

710
A raíz del trabajo de Belestá y de los escasos resultados obtenidos, se generó una
polémica y un amplio debate entre los intelectuales del momento acerca de la ubicación de
la antigua Munda, con la aparición de diversos estudios sobre el tema, además del de Pérez
Bayer, como fue el de Cristóbal de Medina Conde, La antigua Munda, reducida a la villa de
Monda del Obispado de Málaga (1790); el del catedrático de latinidad y retórica de Ronda,
Antonio José Sánchez Palomino, Investigación de la gran Monda o antigua Ronda (1793) y
también debemos mencionar el artículo publicado por el P. Manuel Risco en susapéndicesal
T. XLII de la España Sagrada titulado Demostración de la existencia de dos ciudades
llamadas Munda y Certima en tiempos de los romanos. Con ellos se inicia, pues, una
investigación más moderna de un tema que continúa aún hoy en día abierto.
De entre todos estos trabajos, debemos destacar dos, el realizado por el Bibliotecario Real
Guillermo López Bustamante, titulado Examen de las medallas antiguas atribuidas a la
ciudad de Munda en la Bética (Madrid 1799), en el que demostraba la falsedad de dichas
monedas. El otro trabajo es el realizado por José Ortiz y Sanz, con el título de Disertación
histórico geográfica acerca del paraje de la célebre ciudad de Munda, junto a la cual venció
Julio César a los hijos de Pompeio (1792), en el que sostenía la otra hipótesis de la
localización de Munda en la Campiña sevillana, frente a la hipótesis que apuntaba a los
campos cordobeses cercanos a Montilla y afirmaba que “Munda estuvo en un cerro a una
milla del Arroyo Salado entre Osuna y Écija, y cercana a las lagunas de Ayala, Calderona
y otras que hay en aquellos distritos. Buscar Munda en Monda, es buscarla donde no
puede hallarse”.
Como se ha dicho, la España Sagrada del Padre Flórez dio lugar al surgimento de una
importante literatura, en la que se trataba de rebatir o corroborar sus afirmaciones, dando
lugar a una serie de polémicas en las que participaron los principales euruditos del
momento. Andalucía también se vio involucrada en este fenómeno como lo demostrarían
los ejemplos de Carcesa, Tartesso, Saepona, Ostippo, Asta Regia y Onuba.
En el caso de la polémica surgida por la ubicación de la antigua sede episcopal de Asido
Caesarina en Jerez de la Frontera y no en Medina Sidonia la causa final era el deseo de la
jerarquía eclesiástica jerezana de independizarse de la archidiócesis sevillana. Por ello,
reivindicaron ser los herederos de la antigua sede de Asido, que había tenido dignidad
episcopal hasta la invasión musulmana, y en la que destacó la importante labor fundadora
desarrollada por el Obipso Pimenio.

1642
Mariana, P., Historia General de España. Tomo IX. Imprenta Monfort (1796), CLIX.
711
Se procedió a elaborar una teoría basada en las fuentes escritas antiguas y medievales,
que se vería apoyada por una recopilación de las antigüedades romanas de la ciudad,
corroborando la antigüedad de la ciudad. El respaldo a las teorías jerezanas vino de la
mano de Enrique Flórez, que asumió estos planteamientos, y como tal fueron seguidos con
matices por distintos autores locales, como Francisco Mesa Xinete, mientras que otros
eruditos, como Bartolomé Gutiérrez, que defendían que Jerez y Asido aun siendo la misma
ciudad, la primera fue la heredera de la segunda, que se situaría en concreto en las
inmediaciones del actual yacimiento del Castillo de Doña Blanca (El Puerto de Santa
María).
Finalmente, la epigrafía vino a solucionar la cuestión, al producirse el afortunado
hallazgo, en la calle Sucia de Medina Sidonia, de una inscripción que contenía el nombre
de la ciudad y que venía a corroborar la teoría mantenida por otros autores de que la
antigua Asido Caesarina era Medina Sidonia, donde existían importantes vestigios de época
romana y visigoda.
En el caso de Munda, el interés en el S. XVIII partió de la Sociedad de Anticuarios de
Londres, que quería resolver la posible ubicación de la ciudad escenario de la batalla entre
Julio César y los hijos de Pompeyo, para incluir los resultados en la Historia Universal que
preparaba, y en la que también había tenido cabida los estudios realizados por el General
Melvillle sobre las conquistas romanas de Britania.
La propuesta fue inmediatamente apoyada por la Real Academia de la Historia, que
veía la posibilidad de que la Secretaria de Estado se implicase políticamente y sufragase
económicamente un proyecto que venía a cumplimentar los estudios de localización de
ciudades, en la que había realizado la institución importantes contribuciones. Por ello,
desde un principio intentó controlar el desarrollo del proyecto, imponiendo un candidato,
que luego no resultó elegido, y una metodología de trabajo, fiscalizando los trabajos de
investigación, apropiándose de los resultados finales y, finalmente, convirtiéndose en el
único portavoz en la relación con la Sociedad de Anticuarios de Londres, con la que
compartía algunos miembros, como es el caso de Antonio Ponz.
El fracaso del proyecto se debió a que Domingo Belestá, Teniente Coronel de
Ingenieros, no era la persona más adecuada para realizar el trabajo, por su desconocimiento
de la lengua latina y de la anticuaria, tal y como quedaría demostrado en el informe final de
la obra, lo que evidentemente resultó un revés para la Academia de la Historia, que optó
por la publicación del informe realizado por Francisco Pérez Bayer.
712
El debate sobre la ubicación de Munda no acabó en el XVIII, y en el XIX volvió a ser
retomado, instituyendo la propia Academia un concurso sobre la cuestión. Actualmente la
cuestión sigue abierta, con la aparición de obras que aportan nuevos datos e hipóteis sobre
la ubicación de Munda Pompeyana.

V.j. Las Falsificaciones de antigüedades.

“Las inscripciones, testimonio infalible de la Veritas …


fueron manipuladas o inventadas por una pléyade
de falsarios que acabaron provocando una situación
de confusión que exigió una revisión de la documentación utilizada”.
(Helena Gimeno Pascual, 2001).

Durante el siglo XVIII se aprecia en las obras literarias y en los proyectos


institucionales la aparición de algunas falsificaciones históricas y arqueológicas, muchas
ya conocidas de antiguo, puesto que procedían de los Falsos Cronicones, y otras creadas en
estos mismos momentos por falsarios y falsificadores.
En su mayor parte se trata de referencias de epígrafes y monedas, elementos del pasado
admitidos por todos los anticuarios y eruditos, y que fueron manipulados o inventadas,
para así dar un prurito de autoridad y de validez a los historias locales, fenómeno que se
aprecia tanto en Andalucía como en el resto de España.
Protagonista frente a estas falsificaciones, fue desde 1738 la Real Academia de la
Historia, que centró sus “actuaciones hacia la historia nacional, ya para adelantarla, ya
para purgarla con el auxilio de la crítica de las fábulas y ficciones”1643. Resulta
paradójico que en el Archivo de la Institución se conserven numerosos documentos y
fichas que contienen referencias de inscripciones y epígrafes prerromanos, griegos y
romanos que en su día fueron considerados como verdaderos, pero que estudios posteriores
han considerado como falsos. Muchos procedían de historias locales y disertaciones, que
fueron extractadas por los miembros de la Sala de Antigüedades para la elaboración de la
Colección Lithológica de España, y otros fueron recogidos directamente por Luis José
Velázquez de Velasco, durante su Viaje Literario por Andalucía.
Los epígrafes prerromanos han sido estudiados recientemente por M. Almagro-
Gorbea1644, que ha destacado el elevado número de inscripciones falsas, casi el 60 %, y

1643
Huerta, op. cit. 7 (1796), VIII.
1644
Almagro-Gorbea, op. cit. 172 (2003).
713
que él atribuye al hecho de que Velázquez consideró auténticas las inscripciones
contenidas en el manuscrito de Pedro de Valera, obra sobre la que hablaremos con más
detenimiento más adelante. Es también significativo que la presencia de referencias de
epígrafes falsos en los Archivos de la Real Academia de la Historia se produce
posteriormente al Viaje de Velázquez por Andalucía, que realizó como ya hemos indicado
entre 1754 y 1755.
En el caso andaluz, y solo por citar algunos ejemplos, se conocen los falsificaciones
referidas a epígrafes prerromanos procedentes de Paymogo, Constantina y Lora del Río o
en las inscripciones griegas de Sevilla y Carmona, esta última conservada en la Colección
de Pedro Leonardo de Villacevallos., en Córdoba
Otras falsificaciones conservadas en la Real Academia de la Historia son las recogidas
de las falsas cartas dirigidas por el Licenciado Juan Alonso Fernández Franco al Inquisidor
de Córdoba Doctor Oliván, cuyas copias fueron remitidas por el Conde del Águila a
Fernando José López de Cárdenas, y que actualmente forman parte del legado de
Aureliano Fernández-Guerra y Orbe en esa Institución madrileña.
Otro grupo de epígrafes andaluces también considerados falsos procedían de las obras
de Faustino de Guzmán y Muscat, quien escribió bajo el seudónimo de Faustino de
Borbón, y que gozó de un gran prestigio en su época por sus conocimientos de griego,
latín, hebreo y árabe1645.
En el estudio de las falsificaciones andaluzas del XVIII, nos centramos en tres
ejemplos. Por un lado, las falsificaciones realizadas por Juan de Flores en la Alcazaba
Granadina, que dieron lugar a una importante polémica entre los eruditos del momento, y a
la que ya nos hemos referido anteriormente.
Por otro lado, debe analizarse la figura de Cándido María Trigueros, importante
anticuario y estudioso de las antigüedades andaluzas, que fue ya criticado en su época por
Fco. Pérez Bayer, pero que en especial fue desacreditado en el siglo siguiente por Hübner,
aunque su figura está siendo objeto de una revisión en la actualidad.
Finalmente, analizaré la cuestión de las denominadas “Monedas de Judas”, de las que
se conocen varios ejemplares en colecciones privadas andaluzas, y sobre cuya veracidad se
estableció una importante polémica, sobre todo, entre Francisco Pérez Bayer y Olao
Tyschen, a la que añadir la opinión de Patricio Gutiérrez Bravo, el primer anticuario que

714
realizó un estudio crítico sobre las mismas, pero que quedo inédito y que muchos
estudiosos han considerado como desaparecido.

1.-
1.- Juan de Flores y las falsificaciones granadinas.
granadinas

Ya nos hemos referido a ellas parcialmente al estudiar las excavaciones


arqueológicas practicadas por Juan de Flores y Oddouz en la Alcazaba Granadina, que
fueron su origen, y al analizar el Depósito Judicial de la Real Chancillería de Granada, que
fue su resultado. También hicimos mención al tratar de la colección privada de Juan de
Flores, otro resultado de las excavaciones y en la que se entremezclaban piezas auténticas
con otras posteriormente declaradas falsas.
El origen de estas prácticas fraudulentas en Granada a mediados del XVIII debemos
buscarlo en otras actuaciones tenidas en el siglo XVI en la misma ciudad de Granada, ya
que ambas intervenciones presentan numerosas coincidencias. En torno a la denominada
Torre Turpiana, el antiguo alminar de la mezquita granadina, se iniciaron en 1588 las
obras para los cimientos de la nueva catedral, momento en el que se encontraron una serie
de restos sobre Cecilio, obispo de Iliberri, y, en 1595, se hallarían en el Sacromonte los
denominados Libros Plúmbeos o Plomos del Sacromonte, en los que se narraba la
persecución y martirio de varios santos cristianos, así como de otros libros y documentos
en los que se hacia mención a la aparición de la Virgen y a la venida del Apóstol Santiago
a España, produciendo una polémica que también ocupó buena parte del siglo XVIII1646.
En el XVIIII, las excavaciones, en diversas fases debido a diversas interrupciones,
duraron desde 1752 hasta 1763, como ya hemos visto en el apartado correspondiente. En
ellas se encontraron los restos de un edificio, denominado el “Templo de Apolo”, junto a
lápidas, planchas de plomos, lucernas, estatuas, capiteles, etc que, aunque en principio
correspondía a piezas auténticas, posteriormente fueron sustituidos por falsificaciones
arqueológicas. Todas esas piezas eran introducidas por la noche en las minas o galerías
efectuadas para poder excavar y eran descubiertas durante las actividades diurnas.

1645
Muscat y Guzmán, Faustino, Cinco láminas antiguas publicada en Madrid año 1769. ARAH. GA
2000/4; Muscat y Guzmán, Faustino, Disertación sobre los caracteres primitivos que usaron los Españoles
antes de la entrada de los Romanos a España (Madrid 1779). ARAH. Mss. 9/6119(02).
1646
Hagerty, op. cit. 760 (1980); Caro Baroja, op. cit. 1 (1991), 115-143; Álvarez Barrientos y Mora,
op. cit. 875 (1985), 163 y ss.; Mora, op. cit. 11 (1998), 87-89.
715
Todos estos hallazgos (FIGURA 188)comenzaron a llamar la atención de los eruditos,
entre los que surgió una polémica a favor y en contra de la autenticidad de las mismas, que
se plasmó en una importante y abundante
bibliografía de disertaciones y trabajos. El
Marqués de Grimaldi, entonces Secretario
de Estado, solicitó, mediante carta de
03.12.1764, información a Enrique Flórez
y a Fray Martín Sarmiento, acerca tanto
de la “autenticidad de los monumentos
como sobre la utilidad de publicarlos, y si
será conveniente gastar el dinero en
Figura 188. Copa con inscripción prerromana, según Juan
de Flóres. hacer nuevas excavaciones”.
Enrique Flórez aconsejó al monarca que “inmortalizado con la protección de los
monumentos de Herculano, no se debe exponer al ludibrio de las Naciones, y que en el
fomento de las cosas de la Alcazaba recibirá España grave injuria entre los hombres de
letras de Europa”, y cuando realizó el tratado sobre la Iglesia Iliberritana incluyó
únicamente parte de la documentación que conocía1647.
Por su parte Fray Martín Sarmiento consideró que los fraudes de ahora “son por lo
menos de la misma fábrica y oficina” que los de Manuel de Luna, puesto que “siguen el
misma tema; los que se llaman caracteres béticos iliberitanos son totalmente fingidos, y el
proponer un alfabeto de ellos es tan fácil como lo es a dos que se quieren corresponder
con caracteres fingidos”1648.
Francisco Pérez Bayer también examinó un ejemplar impreso de la obra y las estampas
de lápidas y plomos descubiertos, y mantuvo una interesante correspondencia con Medina
Conde, defensor de las falsificaciones granadinas, que fueron la base para sus
argumentaciones, ya que no fue hasta su visita a Granada en 1782 cuando pudo ver las
únicas piezas que aún quedaban, aspecto al que nos hemos referido al tratar del Depósito
Judicial de la Real Chancillería de Granada.
Según Bayer, Medina Conde únicamente intentaba obtener documentación de primera
mano, puesto que para el erudito valenciano sólo cinco inscripciones eran “antiguas

1647
Flórez, op. cit. 848 (1754), 79-220; Méndez op. cit. 418 (1780), 301; Sotomayor Muro, op. cit. 752
(1988), 148-149; Fombuena Filpo, op. cit. 280 (1999), 128.
1648
Razón del Juicio, op. cit. 761 (1781), 194 y ss.; Sotomayor Muro, op. cit. 752 (1988), 148-149.
716
romanas, seguras, e indisputables”, como posteriormente recogió en su Diario del Viaje a
Andalucía, mientras que el resto “eran falsas, supuestas y contrahechas” y todas ellas
habían sido realizadas por una misma persona1649.
En la misma línea Tomás Andrés de Gusseme llamó la atención en la similitudes entre
las falsificaciones del XVI y las del XVIII, centrando sus ataques en los materiales
epigráficos publicados, en los que observa la mezcolanza existente entre caracteres
romanos, griegos, hebreos y desconocidos, lo que se encontraba al margen de la lógica
epigráfica hasta entonces conocida, destacando el hecho de que dicha cuestión se
observaba en piezas como la denominada Ara Máxima de Hércules1650.
Otro crítico de los hallazgos de Granada fue Vicente García de la Huerta, para quien
“los plomos y documentos cristianos y algunos de gentiles de la Alcazaba tenían para él
todos los accidentes de fingidos”1651.
El gran defensor de las falsificaciones granadinas fue Cristóbal Medina Conde,
nombrado “anticuario e intérprete de los documentos referidos por la Real Junta de
Excavaciones”, producto de lo cual fueron sus estudios sobre el tema, y que le valieron
curiosamente para ser admitido como miembro de la Academia Sevillana de Buenas
Letras. Ante las numerosas críticas a los hallazgos granadinos, decidió recurrir a Pérez
Bayer para que éste aceptase la autenticidad de los monumentos, dado el prurito de
autoridad que tenía el erudito valenciano, y que como ya hemos visto era en principio
contrario a la autenticidad de las piezas, para lo cual le visitó en Toledo en 17651652.
También tuvo que defenderse de los ataques de Tomás Andrés de Gusseme, a quien
reprochó que se hubiese dirigido a las Academia de la Historia y Sevillana de Buenas
Letras y no se hubiese dirigido al círculo de investigadores granadinos. Intentó siempre
defender la veracidad de los hallazgos, pero en esa defensa Medina Conde incluyó,
seguramente por error, las claves para deducir los métodos utilizados por los autores al
falsificar las piezas.

1649
Pérez Bayer, Fco., De conflictis granatensibus monumentis, anno MDCCLIV, ac deinceps detectis
atque in lucem prolatis synopsis historica. Imprenta Joaquín Ibarra (Madrid 1789); Pérez Bayer, Fco.,
Falsedad de los monumentos de la Alcazaba de Granada descubiertos en el año 1754 y siguientes y
confutación de la apología que de ellos hizo D. Cristóbal Conde (alias Medina Herrera), canónigo de
Málaga. ARAH. Mss. 9/6121; Razón del Juicio, op. cit. 761 (1781), 202 y ss; Vegué y Goldoni, op. cit. 743
(1934), 375 y 380; Alvarez Barrientos y Mora, op. cit. 875 (1985), 177.
1650
Razón del Juicio, op. cit. 761 (1781), 216 y ss.; Gusseme, op. cit. 280 (1760), 148-149; Fombuena
Filpo, op. cit. 280 (1994), 33-36; Fombuena Filpo, op. cit. 280 (1999), 128-129.
1651
Razón del Juicio, op. cit. 761 (1781), 308; Sotomayor Muro, op. cit. 752 (1988), 150.

717
El resultado final de toda esta polémica hubo de esperar unos años. En 1774, Lorenzo
Martín, profesor de pintura, denunció a Juan de Flores por falsificación de papeles
relativos al Voto de Santiago y su Diócesis. Finalmente, y ante las numerosas críticas
existentes, el 07.06.1774 Carlos III dictó un Real Decreto por el que autorizó la
paralización de las excavaciones, la incautación de lo existente en los domicilios de Juan
de Flores y Oddouz, Juan de Echeverría y Cristóbal Medina Conde y el inicio de un
proceso judicial, que terminará con la sentencia de fecha 06.03.1777, por la que se declaró
a estos personajes como culpables de falsificación de documentos y “monumentos
sagrados y profanos, caracteres, reliquias y libros de supuesta antigüedad”1653.
Las piezas declaradas falsas fueron destruidas, mientras que las verdaderas fueron
almacenadas, por Real Orden, en los sótanos de la Real Chancillería de Granada,
conformando lo que hemos denominados Depósito de la Real Chancillería de Granada,
cuya composición podemos seguir a partir de la descripción que efectuó Francisco Pérez
Bayer, durante su visita efectuada el día 08.06.17821654.

2.-
2.- Cándido María Trigueros.
Trigueros

La figura de Cándido María Trigueros de Lara y Luján (1736-1798) merece un


estudio dentro de este trabajo de investigación. A pesar de ser uno de los principales
eruditos andaluces1655 y de que su prestigio fue muy grande entre los principales estudios
del momento1656, ya en su época estuvo envuelto en una serie de polémicas, siendo
posteriormente considerado como un falsificador de inscripciones por los epigrafistas del
XIX, fama que, prácticamente, ha continuado hasta nuestros días, cuando se ha comenzado
a realizarse una valoración más positiva de su figura y de su obra.
Fue continuador de la tradición humanista comenzada por Rodrigo Caro, como lo
demostrarían sus disertaciones sobre el origen de España, la epigrafía romana y hebrea, la
religión de los antiguos españoles y sobre las denominadas “medallas desconocidas”,

1652
Sotomayor Muro, op. cit. 752 (1986), 137 y ss.; Álvarez Barrientos y Mora, op. cit. 875 (1985),
179; Fombuena Filpo; op. cit. 280 (1999), 128-129.
1653
Razón del Juicio, op. cit. 761 (1781), 199; Álvarez Barrientos y Mora, op. cit. 875 (1985), 163.
1654
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 184 y 193-194.
1655
Sobre la vida y la obra de Trigueros, vid. Sempere Guarinos, op. cit. 9 (1789), Tomo VI; Aguilar
Piñal, op. cit 1076 (2001).
1656
Trigueros, Cándido María, Correspondencia con Jovellanos, Miguel de Manuel, Conde del Águila,
Tomás de Iriarte y Casimiro Gómez Ortega (1778-1804). BN. Mss. 1295, 12975, 17676 y 18682; Trigueros,
Cándido María, Correspondencia con el Conde del Águila. AMS. Sec. XI 21(4º)/5.
718
presentadas a la Academia Sevillana de Buenas Letras, institución en la que fue admitido
en 1758 con sólo 21 años, y que publicó varios de sus trabajos1657.
Cándido María Trigueros hizo también un extracto de las inscripciones existentes en la
obra de Juan María de Ribera Valenzuela1658, y en 1771 recogió diversas inscripciones
romanas y medievales encontradas en Munigua y Carmona1659, obras que remitió a la Real
Academia de la Historia.
Permaneció en Carmona desde xxx hasta 1789, en que ganó por oposición una plaza de
bibliotecario en los Reales Estudios de San Isidro de Madrid, donde se encargó del Real
Museo Numismático creado por Carlos IV en 17901660, momento en el que empezó a
mostrar un gran interés por la Numismática. Reunió una importante colección de monedas,
escribiendo además una Historia de las Medallas o Diccionario Numismático (1790), que
ha permanecido inédito, y en el realiza un estudio descriptivo de las monedas del Imperio
Romano, desde Cneo Pompeyo hasta Constantino Paleólogo1661.
Sus conocimientos epigráficos y numismáticos le sirvieron de aval para su admisión,
en 1792, como miembro de la Real Academia de la Historia, versando su discurso de
ingreso sobre la Epigrafía y la Numismática, donde defendía la indubitable veracidad de
los datos aportados por estas materias, ya que en ellas “encontramos eternizadas con
certeza muchos de los acaecimiento y de las prácticas que, o por su pequeñez, o por su
notoriedad, no tuvieron cabida en los escritos más completos, y cuya falta hace que
muchas veces no entendamos lo que leemos. Y si consideramos cuán inagotable es el
océano de la Lapidaria y la Numismática, conoceremos por los buenos y abundantes
efectos que ha producido hasta aquí su estudio, los que se pueden esperar de su
continuación y complemento”1662.
Por ello comenzó a recopilar una serie de fichas epigráficas que posteriormente ofreció
a la Real Academia de la Historia, como integrantes de un proyecto titulado Inscripciones

1657
Trigueros, Cándido María, El Nombre de España, SBL. Mss. 25-1-1, Tomo I Disertaciones, fols.
177, 193; Trigueros, Copia de lápidas .... op. cit. 273; Trigueros, Inscripciones …. op. cit. 273; Trigueros, op.
cit. 307 (1773).
1658
ARAH. CAI-MA/9/3939/2.
1659
ARAH. CAI-SE/9/3940/4.
1660
Trigueros, Cándido Maria, Notas sobre las medallas antiguas de la Real Biblioteca de San Isidro
(1789). BBCC. Mss. Varios 12980/14; Trigueros, Cándido Maria, Inventario del Monetario que fue del Ilmo.
Sr. Velasco, comprado por S.M. para aumentar el Museo de la Biblioteca de los Reales Estudios de esta
corte, en virtud de su Real Orden. BN. Mss. 12975 (33).
1661
Trigueros, Cándido Maria, Diccionario Numismático (1790). BN Mss. 21392. Aguilar Piñal, op. cit.
1023, 48.
1662
Trigueros, op. cit. 1076 (1792); Aguilar Piñal, op. cit. 1076 (2001).
719
geográficas antiguas de España, recogidas y examinadas por la Real Academia de la
Historia1663, que presentó en 1794 a la institución junto a José de Guevara Vasconcelos.
La intención era recoger todas las inscripciones antiguas de España, ordenadas
alfabéticamente por su lugar de procedencia, traducidas al castellano y comentadas.
Gracias a este proyecto fue adscrito a la recién creada Sala de Antigüedades de la
Academia, comenzando a extractar inscripciones de diversas obras para el proyecto de la
Colección Lithológica que había retomado tras muchos años de suspensión1664, y al que
nos hemos referido en otro apartado de este trabajo.
A pesar de su interés por los estudios anticuarios tuvo ya entre algunos coetáneos fama
de falsificador o falsario, y buena muestra de ello son las siguientes palabras de Francisco
Pérez Bayer, sobre una inscripción griega encontrada en Carmona “signifiqué al señor
Trigueros que yo pensaba ir” allí para ver “las inscripciones originales y me desengañaría
por mí mismo. Respondióme con grande admiración mía que ya no existían, a lo menos él
ignoraba su paradero. Pues, <<¿y la que estaba en el estudio de Vmd.?>>. Díjome que había
mudado de casa y que cuando volvió a buscarla ya no la halló; y en cuanto a las demás,
que ignoraba dónde hoy pudiesen hallarse, y que acaso aquellas gentes bárbaras las
habrían desecho o encastrado en algún edificio y añadió <<la griega, sea verdadera o falsa,

yo la he leído>>. Confieso que me sobrecogió la respuesta, viéndome no sólo frustrado de


mi esperanza sino, en cierto modo, burlado. Y fue mucho que me contuviese sin darle en
nombre del público las quejas que justamente pudiera, pero se hallaba presente el señor
canónigo Castro, y lo que dije fue para mí desahogo <<Tanto cuidado en recogerlas, leerlas y
1665
copiarlas y publicarlas en la misma, y tan poco en conservarlas>>” .

1663
ASRAH 19.02.1794 y ASRAH 14.03.1794; Mora, op. cit. 11 (1998), 67; Maier Allende, op. cit. 80,
(2002), 17.
1664
Trigueros, Copia de lápidas … op. cit. 273; Trigueros, Inscripciones romanas … op. cit. 1599;
Trigueros, Cándido María, Apuntamientos de varias antigüedades sacados por Don Cándido María
Trigueros de la España Sagrada del Maestro Flórez y del Cronicón de Idacio. BN. Mss. 18072, fols. 3-36;
Trigueros, Cándido María, Piedras y algunas otras antigüedades extractadas de los Diálogos de Ronda de
Don Juan María de Rivera Valenzuela. ARAH. Mss. 9/3940; Trigueros, Cándido María, Apuntamientos del
tomo II manuscrito de varias antigüedades que tiene el Conde del Águila. ARAH. Mss. 9/6059, fols. 193-
214; Trigueros, Cándido María, Inscripciones latinas y otros apuntes de varios autores, con interpretaciones
de monedas antiguas. ARAH. Mss. 9/6058; Trigueros, Cándido María, Inscripción Hebrea. ARAH. Mss.
9/6101.
1665
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), 183r.
720
En otra ocasión, trabajando ya en la Biblioteca de
los Reales Estudios de San Isidro, donde estaba
encargado del Monetario, Trigueros fue acusado de
comerciar con las monedas y limar las medallas de
oro1666. A su muerte, en 1798, su numerosa
documentación epigráfica pasó a la Real Academia de
la Historia, donde conformó un importante fondo
documental, que fue consultado inicialmente por los
miembros de la Sala de Antigüedades.
Estos mismos documentos fueron analizados, ya en
el siglo XIX, por E. Hübner quien recopiló numerosos
datos para la elaboración del segundo volumen del
Corpus Inscriptionum Latinarum, dedicado a Hispania,
considerando inicialmente que Trigueros era una de las
principales fuentes para el estudio de la inscripciones de
Figura 189. Inscripción CIL II 127*,
según Trigueros.
la Bética. Así, mostró un especial interés por la
inscripción de Ceres Frugífera (FIGURA 189) y sobre todos por dos
inscripciones griegas de Carmona, una todavía existente en Carmona y
otra conservada en la Colección Villacevallos (FIGURA 190). Remitió
un estudio sobre las mismas a la Academia de Berlín1667, defendiendo
la autenticidad de las dos griegas, lo cual fue negado por K. Keil1668.
Tras este contratiempo, Hübner cambió de opinión y comenzó a tachar
a Trigueros de falsificador y de utilizar como fuente los manuscritos
espurios de Pedro Valera y del Licenciado Alonso Franco1669, de los

que existían unos ejemplares en la biblioteca del Conde del Águila. Figura 190.
Inscripción griega de
Hübner los consideró falsos, ya que nunca los pudo localizar, y ello a Carmona existente
en la colección de
P.L. Villacevallos

1666
Mora, op. cit. 1260 (1988), 348.
1667
CIL II 128*. Hübner, E., “Epigrafische Reiseberichte aus Spanien und Portugal”, Monatberichten
der königl. Akademie der Wissenschaften zu Berlin 1862,16-113. Sobre la inscripción griega existente en la
colección de Villacevallos, vid. Almagro-Gorbea, op. cit. 172 (2003), 244-246; Almagro-Gorbea, M.,
“Inscripción griega de Carmona”, en Beltrán y López, op. cit. 63 (2003), 363-366.
1668
Keil, K., “Griechische Inschirften in Spanien”. Rheinisches Museum XVII (1862), 66-80.
1669
Hübner, op. cit. 34 (1869), XXIII y 188; Hübner, E., “Inschirften von Carmona. Trigueros und
Franco, zwei spanische inschriftensammler”. Rheinisches Museum XVII (1862), 228-267; Hübner, E., La
Arqueología de España (Barcelona 1888), 73.
721
pesar de que existía una copia de estos manuscritos en la Real Academia de la Historia1670,
y conservados actualmente en el fondo documental de Aureliano Fernández-Guerra y del
Orbe, gran amigo del propio Hübner.
El epigrafista alemán también acusó a Trigueros de haber fingido las lecturas de varias
inscripciones (puesto que al no conservarse en el siglo XIX los originales era imposible
cotejarla, como era el caso de la inscripción de Ceres Frugífera que, según Trigueros, había
visto en Carmona)1671 e, incluso, de inventar otras muchas, como los propios manuscritos
de Valera y Alonso Franco.
A partir de esta publicación, muchos otros investigadores, siguiendo las palabras de
Hübner, consideraron a Trigueros como falsario. Manuel Rodríguez de Berlanga, amigo
personal del epigrafista alemán, consideró también que Trigueros fue el inventor de los
documentos de Pedro de Valera y de las Cartas del Licenciado Alonso Franco, y cuando
elaboró el Catálogo del Museo Loringiano considera que “entre las piedras escritas del
Museo de Villacevallos se encuentra una pequeña lápida, sobre la que aparece grabada en
letras modernísimas y nada epigráficas un epitafio, que ideó el tal Trigueros, sin más
trabajo que traducir literalmente uno romano, omitiendo solo el hic situs est”1672.
J. Beltrán también atribuyó a Trigueros la interpolación en inscripciones de Fernández
Franco y de Vázquez Siruela, continuando con la idea de Hübner de atribuir a Trigueros la
invención del libro de Valera1673, valoración negativa que, al menos parcialmente, ha sido
mantenida más recientemente por V. Fombuena1674. En el Congreso sobre la Carmona
Romana, se presentaron dos comunicaciones, en las que se volvía a tratar la figura de
Trigueros como falsificador. La primera de ellas fue la presentada por A.U. Stylow, quien
continúa manteniendo las apreciaciones de Hübner, al decir que el presbítero carmonense
“buscaba inscripciones antiguas, sobre todo en las provincias de Sevilla y Córdoba, y las
propagaba entre los círculos eruditos de su tiempo, y lo que la tierra no daba, lo fabricaba

1670
Valera, Varias inscripciones …. op. cit. 741; Franco, Cartas atribuidas …. op. cit. 741. Sobre las
Cartas del Licenciado Franco, vid. García Serrano, R. y Valverde López, J.L., “Documentos para la Historia
y Arqueología Española I. Cartas de Diego y Juan Fernández Franco”. BIEG 65 (1970), 33-56; Gimeno
Pascual, H., Historia de la investigación epigráfica en España en los siglos XVI y XVII a la luz del
recuperado manuscrito del conde Guimerá (Zaragoza 1997), 232-238; Salas Álvarez, J., “El licenciado Juan
Fernández Franco, un anticuario del Renacimiento y Humanismo Andaluz”, en Pioneros, op. cit. 124 (2004),
25-28.
1671
Trigueros, op. cit. 284 (1772).
1672
Rodríguez de Berlanga, M., Monumentos históricos del Municipio Flavio Malacitano (Málaga
1864), 289; Rodríguez de Berlanga, op. cit. 1454 (1903), 153-154.
1673
Beltrán Fortes, op. cit. 601 (1987), 128.
1674
Fombuena Filpo, op. cit. 280 (1999), 133.
722
él al igual que ciertas obras literarias. Sólo de Carmona, la ciudad más agraciada con sus
productos, conocemos 15, probablemente 27 inscripciones inventadas por él”1675.
La segunda de las comunicaciones fue la presentada por J. Maier, quien defendió la
idea de que Trigueros “trata de legitimar la existencia de un templo de Ceres en los
alrededores de Santa María mediante falsificaciones deliberadas”1676.
J. Gil fue el primer autor que mostró una actitud más diligente hacia la persona y la
obra de Trigueros. Considera este autor que inventó las inscripciones que mostró a Pérez
Bayer sólo con el intento de burlarse de él, aunque a la postre “los burlados iban a ser en
el futuro Hübner, Mommsen y Haupt”1677.
En su estudio general sobre el personaje y su obra, F. Aguilar Piñal mantuvo
inicialmente una postura crítica el erudito toledano, al que definió con las siguientes
palabras: “erudito investigador de inscripciones antiguas, en especial latinas, terreno en el
que también pretendió lograr el aplauso público falsificando y aún inventando
inscripciones inexistentes”1678. Esta visión negativa la cambió posteriormente, como
podemos apreciar en las siguientes palabras contenidas en su estudio sobre Trigueros, en
las que rebate al profesor F. Cantera, quien en un trabajo sobre la epigrafía hebraica de
Sevilla calificó a Trigueros de falsario: “nada de cuanto hoy sabemos del polifacético
escritor toledano permite aceptar estas acusaciones … ya que de sus trabajos epigráficos
no se deduce que fuera un falsario … A lo más ingenuo y atrevido en sus afirmaciones,
pero nunca falsificador ”1679.
Hoy en día, a pesar de los problemas que plantean las obras manuscritas de Trigueros,
encontramos autores que también revalorizan su obra epigráfica, como a continuación
analizaremos.
Para empezar, debemos notar la postura defendida por Gloria Mora, quien parte de los
trabajos de Aguilar Piñal. Aún manteniendo una idea positiva de Trigueros y de su obra, no
por ello deja de criticar los métodos empleados por él. Para G. Mora el problema partiría
de la separación existente entre falsarios y falsificaciones, ya que ella considera que los

1675
Stylow, A.U., “Una aproximación a la Carmo romana a través de su epigrafía. Nuevas aportaciones y
revisión crítica”. Carmona romana. II Congreso de Historia de Carmona (Carmona 2001), 96-97.
1676
Maier Allende, J., “Imagen historiográfica de la Carmo romana”, en Carmona romana, op. cit. 1746
(2001), 58.
1677
Gil, J., “Epigrafía antigua y moderna”, Habis 12 (1981), 170.
1678
Aguilar Piñal, op. cit. 207 (1966), 165.
1679
Aguilar Piñal, op. cit. 1074 (2001), 45. El trabajo de epigrafía hebraica es Cantera, F., “La epigrafía
hebraica en Sevilla”. Sefarad XI (1951), 371-389.
723
falsarios tienen una serie de motivos y condicionantes históricos y culturales justificaban
dichas ficciones, mientras que la falsificación se basaría en un documento real o ficticio
existente con anterioridad y lo que intenta el falsario es ratificarlo, complementarlo o,
simplemente, darle un mayor prurito. Por ello, considera que Trigueros no era un
falsificador intencionado, pero “en cambio, si pudo falsear … un texto ya existente,
acomodándolo a sus intereses, llevado de su <<ingenuidad y atrevimiento>> tanto como
de su deseo de ser útil a la nación y a la historia local”.
Añade también otra consideración que merece la pena resaltar. Así, Trigueros declaró
en “repetidas veces haberse limitado a copiar epígrafes ya recogidos en diversos
manuscritos”, y quizás la idea más interesante sea que “no son inscripciones completas ni
resultan históricamente importantes; por el contrario, la gran mayoría se compone de
fragmentos de inscripciones funerarias”1680.
J. Remesal ha sido el último investigador que ha realizado una valoración positiva de la
figura de Trigueros1681. Tras hacer una revisión de las distintas posturas acerca de la
cuestión, considera que las acusaciones de Hübner se deben a una “rabieta”, motivo por la
consideración de falsas de algunas inscripciones interpretadas auténticas por el epigrafista
alemán – como se dijo antes -, y que esa anatemización se mostró en todos los trabajos de
Hübner.
Remesal ha demostrado que los documentos de Fray Alonso Chacón y del Licenciado
Porras de la Cámara, que Hübner consideró invenciones de Trigueros, existieron en
realidad, ya que se conservan copias de dichos documentos en la Academia de la Historia
con anterioridad a su época.
Respecto a las Cartas del Licenciado Franco, de las que se conservan ejemplares en la
Biblioteca Colombina de Sevilla y en la Academia de la Historia, Remesal considera que la
copia sevillana la realizó Trigueros durante su estancia en Córdoba, lo que demostraría la
existencia de “un manuscrito precedente, o que la fecha es fingida, pero anterior al viaje
de Pérez Bayer a Sevilla en 1782. Además, si Trigueros se declara autor de la copia de la
Colombina, se hubiese hecho notar en ella que era copia de la copia de Trigueros. Por
otra parte, Trigueros, que manejó los papeles de la Real Academia de la Historia, hubiese
añadido de su puño y letra, como hizo en otras copias, la paternidad de la obra”.

1680
Mora, op. cit. 1260 (1998), 348.
1681
Remesal Rodríguez, op. cit. 1260 (2003), 463-486.
724
Además, contradice a J. Gil al afirmar que “la diatriba Pérez Bayer-Trigueros no se
centra sobre los textos de las cartas del inquisidor, sino exclusivamente sobre las
inscripciones de Carmona que Trigueros había publicado”, y que por tanto Trigueros
nunca inventó las Cartas al Licenciado Franco para sorprender a Bayer.
Sobre la falsedad de las inscripciones griegas de Carmona, este autor considera que la
conservada en la colección de Villacevallos, ya existía con anterioridad al nacimiento de
Trigueros, por lo cual es evidente que al menos “en Carmona existió un falsario antes de
que llegara allí Trigueros”1682.
En definitiva, Remesal considera que en la obra epigráfica de Trigueros pueden
distinguirse tres grandes grupos: “Trigueros editor de inscripciones que él ve; Trigueros
transmisor de inscripciones que él no ve, [y] Trigueros epitomista”, y que en cuanto a las
inscripciones falsas que el propio Trigueros copió, consideró que esto era una práctica
habitual en el siglo XVIII1683.

3.- “Monedas de Judas”.


3.- Las mal llamadas “Monedas Judas”

Otro elemento a destacar dentro de las falsificaciones son las denominadas


Monedas de Judas, consideradas por la religiosidad popular como procedentes de los
treinta dineros de la venta que celebró Judas con los príncipes de los Fariseos en la persona
de Jesucristo1684, y que aparte de colecciones privadas se encontraban depositados en
numerosas iglesias, monasterios y conventos de España, así como también del resto de
Europa. Aunque sobre estas monedas ya se habían disertado en las obras numismáticas de
los siglos XVI y XVII, en el XVIII se produjo una fuerte polémica en España acerca de la
autenticidad o falsedad de las mismas.
Tempranas referencias a estas monedas se encuentran en la correspondencia de Pedro
Leonardo de Villacevallos, quien poseía en su colección una de estas monedas, y que era
una de las más representativas de su colección numismática, tal y como se desprende la
propia descripción del Museo de Antigüedades de Pedro Leonardo de Villacevallos1685.
Esta moneda formó parte desde el principio de la colección, pues ya aparece mencionada
en las primeras cartas que mantiene Villacevallos con otros eruditos, como se aprecia en la

1682
Remesal, op. cit. 1260 (2003), 470-472.
1683
Remesal, op. cit. 1260 (2003), 476.
1684
Agustín, Antonio, Diálogos de Medallas, inscripciones y otras antigüedades (Tarragona 1575),
Diálogo II, 27-29.

725
carta fechada en Córdoba el 18 de Junio de 1726 y remitida a Andrés González de Barcia,
en la cual Villacevallos dice, en referencia a su monetario, que “...entre las que tengo hay
un siclo de plata que tiene por un lado el vaso del Maná con esta cifra o letra F y por el
otro la maza de Aaron que en letras Hebreas interpretadas por el Padre Villapaldo en su
libro Apparatis Civitatis Jerusalem dice ISRAEL SICLVS, y por el reverso SANCTA

Figura. 191.- Moneda Hebrea de la colección Villacevallos, según dibujo de Lope de los Ríos

IERVSALEM en que le da la primicia“1686.


Conservamos el dibujo (FIGURA 191) de la moneda gracias a la carta remitida por
Lope de los Ríos desde Sevilla el 14 de Junio de 1740, en la que le incluye un dibujo de la
misma para comparar con el de Villacevallos, y en cuya descripción aparece escrito de
puño y letra de Lope de los Ríos: “Debajo del de la izquierda dice JERUSALEM SANCTA
y debajo del de la derecha dicha SICLUS ISRAELIS. Es demostración de un Siclo Hebreo,
de plata y pesa media onza corrida”1687.
Francisco Pérez Bayer, en 1782, cuando visitó la colección, por aquel entonces
propiedad de su hijo Rafael María de Villacevallos, dice que el anticuario cordobés lo
había heredado de su pariente Bernardo de Cabrera, e indica que “tiene los mismos motivos
que el siclo que se encontraba en El Escorial y que describió Arias Montano”1688.
La mejor descripción de la moneda es la realizada por Pérez Bayer: “Sicli et semisicli
omnes mannae calicem sive ‫ עןםל‬homer in adversa cum ‫שקלישראל‬scékel israël, id est
siclus Israëlis, vel cum ‫ מצימשקל‬chatsî hascêkel dimidium sicli; in aversa vero ramum seu

1685
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24); BN. Mss 18630.
1686
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fols. 2 y 2v.
1687
BBCC. Mss. 59-3-44 (85-4-24), fols. 66-68.
1688
Pérez Bayer, op. cit. 643 (1782), fols. 88v-89; Respecto al siclo de El Escorial, se trata del siclo
hebreo que Benito Arias Montano regaló a Felipe II, quien lo depositó en el monetario de El Escorial,
726
florem Aaronis trifidum, et ‫ ידשלם קךשמ‬ierusalem kedôscah, seu Ierusalem sancta
1689
exhibent” .
Del análisis detenido de la moneda hebrea de la Colección Numismática de
Villacevallos, podemos concluir que nos encontramos con un siclo de plata, perteneciente
al año II de la Liberación o de Simón Barcocheba (66-67 d.C.), acuñados durante la
revuelta judía contra el dominio romano, ya que
presentan en el reverso la inscripción
JERUSCALAM HAKEDOSCAK-
IERUSALEM SANCTA, compuesta de 13
caracteres, y en el anverso la inscripción
SCEKEL ISRAEL- SICLUS ISRAELIS1690, al
igual que lo mantenido por la Enciclopeadia
Judaica que presenta unos dibujos de estas
monedas (FIGURAS 192 y 193) con grandes
similitudes al que conservamos de
Figura 192.- Monedas Judías del Año II de la
liberación (67-68 d.C.)
Villacevallos.
En el siglo XVIII surgió la polémica entre los principales eruditos de la época sobre el
origen de estas monedas, y en ella se vio envuelto indirectamente Villacevallos, por cuanto
su moneda hebrea aparece mencionada en las
obras que tratan sobre esta controversia,
mantenida entre O. Tyschen, catedrático de
lenguas orientales y experto en antigüedades
judías, y el citado Fco. Pérez Bayer.
Pérez Bayer defendía la autenticidad de Fig. 193. Monedas Judías del Año III de la
liberación (68-69 d.C.).
estas monedas hebreas y las consideraba
pertenecientes a Simón Macabeo, a quien Antíoco concedió el derecho a acuñar moneda,
por lo cual dichas monedas debieron ser realizadas en los mismos talleres que las monedas
de los Antíocos1691, idea que se ha seguido mantenido hasta trabajos bastante recientes.

desapareciendo a consecuencia del saqueo de los franceses durante la Guerra de la Independencia.


1689
Pérez Bayer, Fco., Nummorum Hebraeo-Samaritanorum Vindiciae (1790), 37.
1690
Mateu y Llopis, F., “Ante una nueva polémica que renace: los siclos de Israel”. Sefarad XI (1951),
38; cfr. Enciclopaedia Judaica (Jerusalén 1972).
1691
Pérez Bayer, op. cit. 1760 (1790), 63.
727
Por el contrario, Tyschen tachaba a estas monedas de falsas, fantásticas, ridículas e
“hijas del embuste y artificio de algún monedero italiano”, ya que las consideraba
procedentes de un taller establecido en Italia durante el Siglo XVI1692. Además, Tyschen
pensaba que “ó que las monedas, tanto las que se llaman Assiriacas (Hebreas) como las
Samaritanas todas sin excepción alguna son falsas; ó bien que si hubiese algunas
genuinas, de ningún modo deben atribuirse a Simón Macabeo, el cual floreció dos siglos
antes del nacimiento de Cristo, sino a Simón Barcocheba, intitulado Pseudo -Messias, el
cual en el segundo siglo Cristiano habiendo sacudido el yugo de los Romanos y tomado a
Jerusalén,, fue elegido Rey y Príncipe de Israel, esto es, de las Doce Tribus; y obtuvo tres
años y medio el Principado, e hizo acuñar monedas en caracteres Samaritanos, para
atraer así a los ánimos de aquellos cismáticos con esta especie de benevolencia”1693.
Tyschen mantiene la idea de que los siclos fueron recogidos tardíamente, debido a) la
rudeza y crasitud de sus letras, y b) por las abreviaturas Alef Shin Beth, Schin Ghíel sobre
el cáliz, que se inventaron últimamente por los Rabinos de época tardía, ya que
primeramente parece que los siclos samaritanos se acuñaron sin letras sobre el cáliz al
modo de los siclos Assiriacos. Testigo de ello sería el siclo que se conservaba en el Museo
de la Universidad de Gotinga, con la inscripción SICLO DE ISRAEL y GERUSALEM
SANTA1694.
Pérez Bayer realizó en 1793 una nueva obra en la que atacó los postulados de
Tyschen1695, volviendo a defender la autenticidad de estas monedas. Así, en primer lugar y
frente a la idea defendida por Tyschen de que los siclos no tienen época o la tienen dudosa,
Pérez Bayer respondió que las copias que él había visto tienen el símbolo aleph o el
Schin Beth samaritanos sobre el cáliz, que señalan el año primero o segundo del principado
de Simón Barcocheba, y si en alguno no aparece sería por defecto del cuño, ó haberse
borrado por casualidad ó de propósito1696.
Por otro lado, Tyschen había mantenido que dichas monedas nunca pertenecieron a
Judas, por cuanto los Santos Padres hubiesen manifestado algo al respecto en sus escritos,

1692
Tyschen, O., Diatribe de Numis Hebraicis (1790), 7.
1693
Tyschen, op. cit. 1763 (1790), 8.
1694
Tyschen, op. cit. 1763 (1790), 45 y ss.
1695
Pérez Bayer, Fco., Legitimidad de las Monedas Hebreo-Samaritanas. Confutacion de la Diatribe
DE NUMIS HEBRAICIS de D. OLAO GERARDO TYCHSEN Consejero del sr. Duque de Mecklenburg
Profesor de Lenguas Orientales y primer Bibliotecario de la Universidad de Rostoch &c. &. Valencia.
Imprenta de Benito Monfort. (Valencia 1793).
1696
Pérez Bayer, op. cit. 1766 (1793), 12-13.
728
referente a esas treinta monedas, si se hubiesen visto o si se hubiese sabido algo de cierto
sobre ellos1697. A ello le responde Pérez Bayer que a Judas se le dieron 30 monedas de
plata que probablemente no fuesen siclos de plata hebreos por precio de su maldad, sino
que fueron monedas griegas, ya que éstas eran las más corrientes en la Jerusalén de la
época, considerando que seguramente fuesen monedas de Rodas1698.
Tyschen llamó la atención sobre el hecho de que Flavio Josefo no mencione nada
acerca de la acuñación de monedas por parte de los hebreos rebeldes1699, a lo cual
responde Pérez Bayer que alguna razón tendría Flavio Josefo para ocultar dicha cuestión,
manteniéndose en su postura por cuanto al parecer tenía una pequeña colección de estas
monedas, pese a la repuesta en contra de determinados directores del Gabinete de Monedas
de Francia1700, volviendo a considerar estas monedas como pertenecientes a Simón
Macabeo, que luchó en tiempos de los Seleúcidas, y a quien Antíoco concedió el derecho a
acuñar moneda1701.
Sin embargo, el primer estudio sobre este tipo de monedas fue el realizado por Patricio
Gutiérrez Bravo1702, que ha permanecido inédito hasta el momento presente, e incluso ha
sido dado por desaparecido. Sabemos del interés de Patricio Gutiérrez Bravo por estas
monedas, por la carta remitida a Gregorio Mayans el 07.06.1775, “Habiendo éstos días
leído los Anales de Valencia del Dr. Escolano, llegando al tratado de reliquias de aquella
Catedral, veo que entre las muchas y singulares con que se halla enriquecida, se
mencionan las monedas de la venta de Judas; pero no las describe con aquella prolijidad
que se necesita para certificarse si son denarios o de Rodas, como son las de Roma y
Paris.
Para certificarme más, registré a Silva, en la Población de España, y veo su estampa,
arreglada a la relación de Escolano, pero no a la vista de la moneda. No deseo más que
saber la clase de estas monedas porque entonces, sin el auxilio de su estampa, me puedo
hacer cargo cómo es, en vista de otras semejantes. Es verdad que en las de Rodas, de que
son las más, las hay unas con el ΡΟ∆ΙΟΝ encima de la flor, y otras sin él; y la que no la

1697
Tyschen, op. cit. 1763 (1790), 39.
1698
Pérez Bayer, op. cit. 1766 (1793), 51.
1699
Tyschen, op. cit. 1763 (1790), 39.
1700
Pérez Bayer, op. cit. 1766 (1793), 53-54.
1701
Pérez Bayer, op. cit. 1766 (1793), 63.
1702
Gutiérrez Bravo, Patricio, Disertación crítico-histórica-dogmática sobre las monedas que recibió
Judas por su traición y sobre el siclo de los Hebreos (1775). BUS Mss. 331/35. En la publicación de Antonio
Mestre Sanchís se incluye una nota en este punto, en la refiriéndose a la Disertación sobre los siclos, dice que

729
tiene carece de la cabeza del coloso o imagen del sol de rayos. Asimismo quisiera que me
participara Vm. Las noticias que sepa de otras que haya en ese reino u otras partes, nada
más que señalando las ciudades o sitios, para certificarme si se descubren en más de las
que yo sé”1703.
A ello le responde el erudito valenciano el 26.06.1775 que “en tiempo en que las gentes
eran más supersticiosas que ahora, se tenían por reliquias algunas monedas, de las cuales
se decía que habían sido de aquellas por las cuales Judas vendió a nuestro Redentor
Jesucristo. Pero ni se ha probado jamás que conste por alguna tradición haber
conservado; y aunque esto se probase, nunca el precio de las más infame venta debería
tenerse por reliquia. Vm. Por hacer merecer a esta Santa Iglesia metropolitana de
Valencia, no diga que en ella hay tales reliquias, porque en el día de hoy ya se piensa de
otro modo. D. Antonio Agustín, en el principio de su segundo Diálogo de las medallas hizo
mención de dichas monedas. Vm. Para haber de ellas no necesita decir si se conservan en
esta iglesia metropolitana.....”1704.
Gutiérrez Bravo, a su vez, en carta de 07.07.1775, menciona por primera vez su
disertación sobre las monedas de Judas, “Recibo la carta de Vm. De 25 del pasado, y
siento no me conteste en el particular de la estampa de esas monedas, si son o no de las de
Rodas, que se tienen en otras iglesias. Toda la consideración de Vm. se reduce a que no
haga memoria de que hay tales monedas en esa santa iglesia. En el principal cuerpo de mi
Disertación no toco en particular de ninguna, pero en el apéndice, que es donde recopilo
todas las que han llegado a mi noticia, tendrá lugar entre las de Roma, París, Lisboa,
Malta y otras partes. Y si en unas ciudades tan grandes y donde no faltan hombres
críticos, se mantienen, no extrañarán mis lectores que suceda lo mismo en Valencia. La
idea es que se quite esta superstición de sus iglesias. Mi patria Sevilla posee una en el
monasterio de la Cartuja, que ha dado motivo a este trabajo que me he tomado, y en vista
de los primeros borradores que hice y presenté a su P. Prior, tuve la satisfacción de haber
sacado una copia y, leída en comunidad, haber mandado quitarla del relicario, donde la
tenían colocada, de que me dio parte con muchas gracias.

“este trabajo no aparece entre los impresos de Gutiérrez Bravo señalados por Aguilar Piñal”.
1703
BMV-Serrano Morales, 7627-23; cfr. Mestre Sanchís, op. cit. 938 (1990), 291. La obra a la que
hace mención es Escolano, G.: Década primera de la historia de la insigne y coronada ciudad y reino de
Valencia (Valencia 1612).
1704
BMV-Serrano Morales, 7271-363.
730
Esto mismo espero suceda con esas, las de Oviedo, y aun de la de Lisboa y otras, que
han llegado a mi noticia y se conservan como reliquias. Esto es el hilo de mi Disertación y
quisiera el socorro de Vm. para salir con ella sin escrúpulo...”1705.
El origen de este estudio deriva de que un amigo suyo fue a la Cartuja de Sevilla y le
mostró, situado en un relicario de la Sacristía, una moneda que le dijeron ser de las que
recibió Judas en premio a su traición, lo que le movió a realizar aquel trabajo.
Dividió su estudio en dos partes: “En la primera probaré que estas monedas que se
conservan en España, Italia y Francia como de la venta que celebró Judas con los
príncipes de los Fariseos de la persona de Nuestro Redentor Jesucristo no son las
originales de este trato, ni pueden serlo. En la segunda que dado caso, que lo fuesen no
merecen tenerse por reliquia. Y para dar gusto a mis lectores daré después en un apéndice
razón en particular de cada una de las monedas que han llegado a mi noticia se reservan
como de esta iniquidad en varias iglesias dentro y fuera de España, con sus estampas y
varias reflexiones críticas con que se afiancen más nuestro sistema...”1706.
Gutiérrez Bravo sostiene que el origen de su devoción se debe a que posiblemente
fueron “traídas junto con otras reliquias por Santa Elena, en el viaje efectuado Jerusalén,
depositándose algunas de ellas en la Iglesia de la Santa Cruz en Jerusalén”, y para ello
recoge la mención que hace “...de esta monedas Don Antonio Agustín para el principio del
Dialogo Segundo de sus medallas como veras en el Apéndice...”1707.
Tras comprobar que esas monedas no son mencionadas por ningún autor clásico, ni
tampoco por los padres de la Iglesia, ni formaban parte de los objetos llevados desde
Palestina a Constantinopla por Santa Elena, llega a la conclusión de que estas monedas
son una invención moderna de falsarios, que han querido engañar a los cristianos1708. Para
mantener esta posición se basa en las opiniones de Ambrosio de Morales y de Antonio
Agustín. Morales consideraba que la venta de Judas se debió realizar en denarios ya que
era la moneda conocida en esos momentos por los Judíos, y para ello se basó en lo que
dicen las Sagradas Escrituras. Por su parte, Antonio Agustín pensaba que la venta de Cristo
debió hacerse en siclos de plata y nunca en denarios, ya que aquéllos eran las monedas más
usuales entre los hebreos, y para ello se basó en distintos pasajes del antiguo

1705
BMV-Serrano Morales, 7267-23; cfr. Mestre Sanchís, op. cit. 938 (1990), 292.
1706
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1773 (1775), 4-5.
1707
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1773 (1775), 7.
1708
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1773 (1775), 9.
731
Testamento1709.
Analizando las monedas en sí, llegó a la conclusión que casi todas las mondas tenidas
como de la venta de Judas, no son monedas de siclos hebreos ni denarios, sino que se
trataban de monedas de la isla de Rodas, que muestran “por un lado la Cabeza del Célebre
Coloso dedicado para el Sol y en el otro una Rosa”, opinión en la que Gutiérrez Bravo
sigue a Agustín Calmet1710. Ello le lleva a considerar que “estas monedas de las Iglesias
no merecen aprecio entre los Críticos por carecer de todas aquellos requisitos que son
necesarios para tenerlos por verdaderos, como por no tener Bula ni Descritor Pontificios,
que las autoricen ni hay tradición que las favorezca por ser tan moderna su memoria que
no pasa del Siglo XV que es cuando se comenzaron a suponer por cosa Santa”1711. Y ello
es que no se “halla mención de estas monedas de Judas hasta el Siglo XV, luego estas, que
así se conservan son espurias y falsas introducidas en las Iglesias de tres siglos a esta
parte”, considerando que debieron ser “algunos vagabundos que fingiéndose haber
peregrinado por los lugares santos de Jerusalén, las traerían con algunas reliquias
verdaderas para engañar con ellas bajo el nombre de la Venta de Judas a sencillos
católicos...” 1712.

En el siglo XVIII se recogieron, entre las obras sobre inscripciones y antigüedades,


diversas falsificaciones, en su mayoría epígrafes y monedas, muchas de ellas conocidas de
antiguo y otras creadas en el propio siglo XVIII por una serie de falsarios o falsificadores.
En algunos casos, estas falsificaciones dieron lugar a la aparición de polémicas entre
los principales eruditos del momento, divididos entre partidarios y detractores de los
hallazgos, aunque no todos los casos son iguales.
Como ya hemos visto, en el caso de Granada las piezas fueron falsificadas a propósito
e incluidas entre las exhumadas en las propias excavaciones aprobadas por la corona. La
finalidad era defender, como ya había ocurrido en el siglo XVI, la legitimidad del Voto de
Santiago y la gran tradición cristiana existente en la capital granadina, remontable a los
primeros momentos del cristianismo peninsular.

1709
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1773 (1775), 25-26.
1710
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1773 (1775), 1; Calmet, A., Disertaciones de Monedas de Cuño. Tomo I,
181.
1711
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1773 (1775), 27-29.
1712
Gutiérrez Bravo, op. cit. 1773 (1775), 36-37.
732
El caso de Cándido María Trigueros es especial. Fue uno de los más importantes
eruditos españoles del XVIII, que dejó además una importante documentación sobre
epígrafes romanos, pero cuya imagen resultó muy perjudicada por los ataques recibidos en
el XIX por E. Hübner. Sin embargo, recientes trabajos proponen una reivindicación de la
figura de Trigueros, al mantener que en realidad fue un mero trasmisor de epígrafes falsos,
como hicieron muchos otros intelectuales de la época, y asímismo algunos de ellos ya se
conocían desde una época anterior a la de Trigueros, con lo cual es materialmente
imposible que fuesen inventados por él, tal y como mantuvo Hübner y con posterioridad a
él otros muchos investigadores.
En el caso de las monedas de Judas, bajo esta denominación se encuentra un grupo de
monedas judías o de la isla de Rodas, algunas falsas y otras auténticas, que fueron
utilizadas para defender los privilegios eclesiásticos alcanzados por la iglesias donde se
custodiaban.

733
734
VI. CONCLUSIONES.

Los estudios sobre Historiografía de la Arqueología en nuestro país se


encuentran actualmente todavía poco desarrollados, debido en gran medida a la escasa
atención que se ha prestado a la documentación antigua sobre el patrimonio arqueológico
existente en Archivos y Bibliotecas, a pesar de que, en muchos casos, es ésta la única con
la que se cuenta para testimoniar la existencia o características de yacimientos o hallazgos
arqueológicos, epigráficos, numismáticos o de otra índole. Aunque recientes estudios y
trabajos están arrojando alguna luz sobre estos aspectos, carecíamos realmente hasta ahora
de un estudio global de la labor recopilatoria y recuperadora del Patrimonio Arqueológico
de Andalucía durante el período comprendido entre 1736 y 1808, es decir entre la creación
de la Real Academia de la Historia y el inicio de la Guerra de la Independencia, los hitos
cronológicos que hemos impuesto para nuestra tesis doctoral1713.

La realización de este trabajo se ha visto apoyada básicamente en la recopilación de


un importante conjunto de documentación generada por la política cultural del período
ilustrado que, sobre la Arqueología y el Patrimonio Arqueológico de Andalucía, aún se
conservaba inédita en los Archivos de Instituciones como las Reales Academias de la
Historia y Sevillana de Buenas Letras, Archivo Histórico Nacional, Biblioteca Nacional y
Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla, base para el posterior análisis historiográfico,
que ha sido el objetivo principal del presente estudio. Conocer cómo las actividades que
hoy podríamos considerar de tipo arqueológico o anticuario (según la concepción de la
época) se imbricaron en las políticas oficiales de la nueva monarquía Borbónica española y
de sus principales Instituciones culturales, así como el propio desarrollo teórico y
metodológico que sirve de marco para tales actividades, que hemos analizado a partir de

1713
Este trabajo se incluiría dentro de la línea de investigación que últimamente vengo desarrollando
como integrante del grupo de investigación Historiografía y Patrimonio Andaluz, aprobado por la Consejería
de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía (número de registro HUM 0402), que, bajo la dirección del
profesor titular Dr. José Beltrán Fortes, se encuentra adscrito al Departamento de Prehistoria y Arqueología
de la Universidad de Sevilla. Este grupo de investigación ha desarrollado, entre otros, los siguientes
proyectos: 1.- Historia de la Arqueología Sevillana durante los Siglos XVIII-XX. Dos modelos de actuación:
Itálica (Santiponce) y Vrso (Osuna), aprobado por la Dirección General de Proyectos de Investigación
Científica y Técnica (DGICYT) del Ministerio de Educación y Cultura (PB98.1136). 2.- La Recepción de la
Antigüedad Clásica en el reinado de Carlos III a través de la Imagen, adscrito a la Universidad de Sevilla,
que bajo la dirección del Profesor José Beltrán Fortes, aprobado por la Dirección General de Proyectos de
Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico (DGICYT) del Ministerio de Ciencia y Tecnología
735
esa documentación original, como descripciones de hallazgos, excavaciones, epígrafes,
monedas, planimetría, dibujos, etc. Desde una perspectiva historiográfica, sobresalen los
proyectos generados y las publicaciones en los que se da a conocer parte del patrimonio
arqueológico de Andalucía. Aunque inicialmente están basados, sobre todo, en los
epígrafes y antigüedades romanas, visigodas e islámicas, a ellos se unirán posteriormente
las monedas y algunas descripciones de edificaciones, restos arqueológicos o yacimientos
de nuestra geografía. Junto a ello es básico, y asimismo lo hemos estudiado, el fenómeno
coleccionista en la Andalucía ilustrada, para cuyo análisis sólo contamos ahora de forma
destacada con la publicación del estudio dedicado a la colección arqueológica del cordobés
Pedro Leonardo de Villacevallos, en el que hemos tenido también la inmensa fortuna de
poder participar.
Es sabido que dentro del fenómeno de la Ilustración en España se imbrica un
movimiento de regeneración nacional, que partiendo del reforzamiento de la autoridad real,
pretendió la reforma de las estructuras de la nación, eliminando las deficiencias existentes
en aquellos momentos, con el objetivo de hacer de España una nación moderna y en
condiciones de igualdad con las principales potencias europeas de la época. Por ello, los
Borbones españoles del XVIII mostraron un especial interés por la actualización de los
conocimientos científicos y culturales, que, según los nuevos ideales políticos, debían jugar
un importante papel en la nueva España. Así en el aspecto educativo, asistimos a una
profunda reforma de los estudios universitarios, al que se une –ya en la segunda mitad del
siglo- una importante política de becas en el extranjero de los artistas españoles. Estas
nuevas ideas educativas y artísticas utilizarán las numerosas publicaciones periódicas como
vehículo de difusión de los nuevos postulados ilustrados, que surgen en este momento en
España y, por ende, en Andalucía, aunque centrados casi exclusivamente en Sevilla, Cádiz,
Málaga y Granada.
En el ámbito artístico los nuevos tiempos vienen marcados por las directrices impuestas
desde la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, considerada como
“una institución ilustrada al servicio de la monarquía centralizada”, en cuyo seno las
ideas de origen winckelmaniano de recuperación y valoración de la Antigüedad Clásica,
supondrán el definitivo triunfo del Neoclasicismo frente al Barroco, considerado por los
ilustrados españoles símbolo artístico de la decadencia de la nación. Como medio didáctico
y de propagación de las nuevas ideas artísticas y estéticas se utilizaron las colecciones de

(Proyecto I+D BHA2002-04437-C04-03).


736
vaciados de esculturas clásicas, entre las que sobresale el conjunto de esculturas clásicas
que A. R. Mengs regaló a Carlos III, que rápidamente sirvieron a su vez para realizar
nuevos vaciados en yeso cuyas copias se repartieron entre las principales Academias y
Escuelas de Bellas Artes, como las de Sevilla y Granada, en donde fueron impuestas como
modelos a seguir por los alumnos. Precisamente en el caso sevillano vino el copiador de la
Academia de Bellas Artes de San Fernando, el italiano Pagniucci, para montar las piezas
que se situaron en los Reales Alcázares, junto a la colección formada por Francisco de
Bruna.
Dentro de esta corriente ilustrada, cabe destacar el interés mostrado por la Corona en
apoyar los proyectos de elaboración de una renovada y crítica Historia de la Nación,
articulada desde la Real Academia de la Historia, donde se plasmaría la justificación
histórica de su programa político y centralizador. La Historia será entendida como un bien
de utilidad pública que debía servir de instrumento de enseñanza a las nuevas
generaciones, con el fin de evitar los errores cometidos en el pasado. A ésto habría que unir
el interés por la Historia que siempre mostraron la burguesía y las nueva élites políticas,
que deseaban una nueva interpretación del pasado histórico, mucho más acorde con los
tiempos y con los ideales que ellos defendían. En todo este ámbito histórico también se
advierte la influencia del movimiento de los novatores, llevado a cabo a fines del siglo
XVII, que propugnaba la necesidad de utilizar documentos fehacientes e indiscutibles para
redactar los tratados históricos, libres en todo momento de las falsificaciones introducidas
por los Falsos Cronicones, especialmente en el caso de España. Así, existió un gran interés
por la Historia Eclesiástica de la Nación, por su especial incidencia en las tradiciones
nacionales y por las implicaciones religiosas, con el objetiv de obtener un estudio realizado
con rigor y método, basado en documentos eclesiásticos comprobables y no en las
tradiciones y fábulas de los Falsos Cronicones.
La política regalista desarrollada por la monarquía borbónica desde el primero de sus
reyes, Felipe V, intentaba poner a su servicio el aparato administrativo y económico de la
Iglesia. Producto de esta política fue la cuestión del Patronato Regio, impulsada por la
Secretaria de Estado, y que finalizó de forma efectiva con la firma del Concordato de 1753.
Para lograr sus propósitos, la Corona había desarrollado un proyecto de reconocimiento de
los Archivos y Bibliotecas a la búsqueda de documentos de primera mano que justificasen
las pretensiones reales, del que formaron parte, por ejemplo, en el ámbito andaluz, José
Vázquez Venegas y Marcos Domínguez Alcántara. Finalmente la Corona se decantó por el
737
apoyo del proyecto de la España Sagrada del agustino Enrique Flórez de Setién, cuyo
primer tomo apareció en 1747, y en la que se hacía un estudio de las principales sedes
episcopales españolas a la vez que se indagaba en las cuestiones sobresalientes de hitoria
antigua y antigüedades. La publicación de los respectivos volúmenes dará lugar a la
aparición de diversas polémicas entre los eruditos españoles, que se mostraban totalmente
disconformes con las tesis mantenidas por Flórez, muchas de las cuales resultaron
posteriormente rebatidas, como ocurrió con los casos de Asido Caesarina y Onuba.
La monarquía borbónica también prestó un gran interés por la Historia Civil de la
Nación, como lo demostraría la fundación, en 1738, de la Real Academia de la Historia,
institución que centró los estudios de la Historia de España, con la finalidad de elaborar
cuantas Historias se crean útiles para el mayor adelantamiento de las artes y conseguir un
mayor lustre de la Nación, a la vez que tuteló el estudio y protección de las antigüedades
de la nación, generándose una legislación adecuada.
La labor de recuperación del Patrimonio Arqueológico de Andalucía durante la
Ilustración es un fenómeno realizado por una minoría de personas, que conforman la élite
intelectual y cultural andaluza, y cuyo impacto real sobre la mayor parte del conjunto de la
población fue muy pequeño. A nivel general los Borbones utilizaron estas inquietudes
culturales en su propio beneficio, al canalizarlas a través de las instituciones culturales
credas por ellos y que controlaban, ya que sus cargos dirigentes eran personas
pertenecientes al entramado administrativo o vinculadas al poder, como se aprecia en los
casos de Agustín de Montiano y Luyando, de Pedro Rodríguez de Campomanes, de Martín
de Ulloa o, a nivel andaluz, de Francisco de Bruna.
Estas instituciones desempeñaron un importante papel en la recuperación del
Patrimonio Arqueológico de Andalucía, bien como receptoras de objetos procedentes de
esta región o bien como entidades que desarrollan proyectos específicos para la
recopilación de noticias, epígrafes, monedas y antigüedades, que posteriormente incluirán
en los distintos proyectos en curso. En esa labor sobresale la Real Academia de la Historia,
sobre todo con la puesta en marcha de numerosos proyectos, entre los que sobresale por su
iicidencia en el campo que nos ocupa el de la Colección Lithológica o de las Inscripciones
de España, con el objetivo de recopilar documentos de primera mano para la elaboración
del Tratado de la Cronología de España, y en cuyo marco se recogen numerosas
inscripciones procedentes de distintos puntos de Andalucía. Además, se recepcionarán
numerosas noticias sobre hallazgos y excavaciones arqueológicas en Andalucía, que le
738
fueron remitidas por diversos correspondientes o eruditos locales, con el objetivo de
“servir a sus fines”, siendo su consecuentg evidente la creación, en 1792, de la denominada
Sala de Antigüedades, que se convertirá en un organismo específico para el conocimiento
de las antigüedades andaluzas.
La Academia de Bellas Artes de San Fernando tuvo dentro de sus actividades un
especial capítulo de recuperación de las antigüedades andaluzas en relación con las
antigüedades islámicas de Córdoba y, sobre todo, de Granada, con los palacios de la
Alhambra, exclusivamente mediante la documentación de los restos como una medida de
urgencia para conservar aquellas memorias del pasado que eran perfectamente visibles,
pero sin establecer criterios intervencionistas de conservación e intervención sobre la obra.
Sobresale, por tanto, por su interés sobre restos no pertenecientes a la antigüedad clásica,
en una línea que, a fines de la centuria sobre todo, augura el auge por lo islámico en el
marco del romanticismo decimonónico.
También consiguió la Academia que uno de sus Secretarios, Antonio Ponz, realizase
un primer inventario de las obras de arte existentes en las casas profesas y colegios de los
jesuitas expulsados, que luego se hizo más general, con el objetivo de obtener obras de arte
de referencia que sirvieran de modelo a los nuevos artistas o bien que pudieran pasar a
incrementar las colecciones reales.
Otra trascendental institución en la Andalucía ilustrada que fue fundada en estos
momentos es la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, que mostró su interés por la
geografía histórica, la epigrafía y la arqueología sobre todo del territorio dellantiguo reino
de Sevilla, llegando a prestar un gran apoyo a la Real Academia de la Historia, con la que
compartía numerosos miembros, en la realización de sus diversos proyectos institucionales
en el marco andaluz, especialmente de Andalucía occidental.
La Corona también desarrolló por sí misma una serie proyectos institucionales, cuya
utilidad era el conocer la realidad de las antigüedades del país y servir al bien común, y
cuya ejecución fue encargada a la Secretaría de Estado, lo cual hizo que en algunos de los
casos su ejecución estuviese determinada por los vaivenes políticos entre las diversas
facciones y el mayor o menor interés concreto del Secretario de estado correspondiente.
Entre estos proyectos destacan los de elaboración de Diccionarios, propio de los países
europeos en este período de la Ilustración, con lo que se intentaba abarcar toda la
información geográfica o geográfico-histórica de la nación, y que fueron apoyados y
financiados por los diversos monarcas, aunque asimismo intervinieron en su ejecución las
739
principales instituciones culturales de los diversos países. En el caso español nos
encontramos con dos grandes proyectos coincidentes en numerosos puntos, uno de ellos
defendido por Tomás López, Geógrafo Real, y el otro apoyado por la Academia de la
Historia, donde tenía como principal valedor a Pedro Rodríguez de Campomanes, Director
de la Institución y que desempeñará también el cargo de Secretario de Hacienda. No
obstante, ambos comparten puntos comunes. En primer lugar, los dos perseguían el
conocimiento exacto de la realidad de la nación, por lo que adoptaron el sistema de
cuestionario, en el que existían algunas preguntas relativas a la existencia de antigüedades
(en especial epígrafes y monedas), que debían servir como apoyo puntual a la descripción
del origen y fundación de la ciudad, de la que debían descartarse, al menos inicialmente,
las narraciones de los Falsos Cronicones, tan criticadas por los ilustrados.
Para su realización ambos debieron recurrir al estamento eclesiástico, el sector más
preparado intelectualmente en España todavía en aquello momentos, lo que también
constituye un episodio regalista, al poner al servicio de los proyectos e intereses de la
Corona todos los recursos humanos de la Iglesia. Sin embargo, esta cuestión pudo ser
contraproducente para la realización de estos proyectos, ya que algunos de los párrocos y
eclesiásticos aportaron una visión sesgada de la realidad de sus localidades, lo que conllevó
en el ámbito de las antigüedades a la falsedad o ausencia, en determinados casos, de
información sobre hallazgos y excavaciones arqueológicas, que gracias a otras fuentes
sabemos que se produjeron. Además, no se incluyen en las respuestas ni las inscripciones
prerromanas, predominantemente púnicas y fenicias, ni tampoco las antigüedades
islámicas, cuyos estudios en aquellos momentos no se encontraban muy desarrollados
debido al desconocimiento de la lengua árabe y al alejamiento de estos objetos con la
dinastía borbónica, y todo ello a pesar de que los trabajos e investigaciones de Miguel
Casiri de Gartia y de Luis José Velázquez de Velasco están llamando la atención sobre la
importancia de los denominados alfabetos prerromanos o del arte islámico.
Otro de los proyectos emprendidos por la Corona son la serie de “Viajes Oficiales”, en
los que además de conocer la realidad del país, se pretendía “examinar, recoger e ilustrar
todos los antiguos monumentos de la Nación y hacer las observaciones necesarias para el
conocimiento de la antigua Geografía del país”. El primero de ellos (en los comedios del
siglo) y más importante a pesar de todo fue el realizado por Luis José Velázquez de
Velasco y Cruzado, Marqués de Valdeflores, cuyo objetivo era la obtención de documentos
observados directamente del original, que en el caso de las inscripciones tenía la finalidad
740
de acabar con las transcripciones poco fiables y las falsificaciones e interpolaciones de
epígrafes, que tanto abundaban en las obras del momento. Junto a ello, y como otra
aportación novedosa del proyecto, podemos destacar el interés por la documentación
gráfica, mediante los dibujos de los monumentos antiguos con la mayor exactitud posible,
concibiendo el dibujo como elemento de inventario y conocimiento de esos monumentos.
El resultado final de este proyecto inconcluso (por circunstancias políticas, como es
sabido), fue la recopilación de una gran cantidad de documentación (epígrafes, monedas,
monumentos, etc) existentes in situ o en colecciones particulares o halladas en
excavaciones arqueológicas contemporáneas, cuya ingente documentación se conserva en
los fondos de la Real Academia de la Historia.
Otro proyecto apoyado por la Corona ya en momentos avanzados de la centuria fue el
viaje arquitectónico-antiquario de José Ortiz y Sanz, que tenía por objeto reconocer y
recopilar los monumentos arquitectónicos romanos existentes en España, y al que se
acompañaría una descripción rigurosa de los mismos y su representación gráfica, que se
concibe como un instrumento indispensable para conocer la lección arquitectónica que las
ruinas antiguas encierran. Por ende, su obra incluye la primera “carta arqueológica”
andaluza, mediante la cual, al menos potencialmente, podrían realizarse intervenciones
arqueológicas, aunque nunca llegó a ejecutarse en su totalidad.
Un proyecto complejo y extraño es el realizado por Alexandre Laborde, que
inicialmente fue considerado como una obra extranjera, pero que a partir de los últimos
estudios se ha puesto de manifiesto el importante papel desempeñado por Manuel de
Godoy, como Secretario de Estado de Carlos IV, en la concepción y financiación del
proyecto. Su obra fue la primera en dar a conocer el arte español islámico en Europa, y así,
muchos de los artistas que participaron en su ejecución, como el caso de Vauzelles,
tomarán ese filón como fuente de inspiración para sus pinturas posteriores, en las que
predominan los temas origen islámico, que constituirán la vanguardia de lo que años
después será la pintura romántica francesa.
Otro proyecto apoyado por la Corona fue el realizado por Domingo Belestá, ante la
iniciativa original de la Sociedad de Anticuarios de Londres, para determinar la exacta
ubicación del lugar en que acaeció la “Batalla de Munda”, cuestión sobre la que ya existía
una amplia tradición en las obras españolas y andaluzas del siglo XVI y XVII.

741
Durante el Siglo XVIII, se intenta recoger, ordenar y clasificar temáticamente los restos
de la antigüedad clásica, en el convencimiento –entre otros intereses, como el evidente del
regalismo o el del prestigio de la antigüedad clásica- de que el conocimiento del pasado de
la nación era una condición indispensable para el progreso de la misma. En ese marco de
prestigio, el primero de los Borbones españoles, Felipe V, se encargó de aumentar las
colecciones regias de esculturas gracias a la compra de diversas colecciones extranjeras,
entre las que sobresalió la perteneciente a Cristina de Suecia; asimismo se constatan otras
fórmulas en momentos más avanzados del siglo, como la donación a la Corona de
colecciones particulares, como ocurre con la de Nicolás de Azara ya en el reinado de carlos
IV. Destacable es asimismo la donación a Carlos III de la colección de vaciados de
esculturas del artista Antonio Rafael Mengs, que pasará a los fondos de la Academia de
Bellas Artes. El destino final de la amplia y exquisita carga artística del navío inglés
Westmorland en su mayor parte hacia la citada Academia también es un ejemplo evidente
de los intereses de la Corona española, en un marco en el que no se desarrolla el fenómeno
del Grand Tour con la vivacidad y empuje de otros países europeos.
Además, se crearon otra serie de instituciones para contribuir a los nuevos fines
ilustrados, como son la Real Biblioteca (con Felipe V), con un Gabinete de Antigüedades,
o el Real Gabinete de Historia Natural (con Carlos III). Para incrementar los fondos del
Real Gabinete de Historia Natural se dictó una serie de disposiciones para la remisión al
mismo de objetos naturales y arqueológicos de Andalucía, que fueron llegando procedentes
bien de hallazgos casuales, como la placa de bronce con inscripción dedicatoria del
emperador Nerva encontrada en Río Tinto (Huelva) o las joyas nazaríes encontradas en
Granada, bien de “excavaciones arqueológicas”, como los materiales egipcios encontrados
en Torre del Mar (Málaga). También se nutrió de los objetos ya existentes en el Gabinete
de Antigüedades de la Real Biblioteca, como el Bronce epigráfico con un contrato de
hospitalidad encontrado en el Peñón de Auditas (Grazalema, Cádiz).
El Gabinete Numismático de la Real Biblioteca fue otra institución potenciada por los
monarcas borbones, y aquí recalaron por compra diversas colecciones numismáticas
andaluzas, como la de Antonio Mosti, la de Livino Leyrens o la de Pedro de Estrada,
adquiridas por la Corona para ampliar sus colecciones privadas, y como medio para la
educación de los príncipes e infantes. Por otra parte, las representaciones de las monedas y
medallas antiguas se emplearon como modelos a seguir por los grabadores reales, en un

742
claro ejemplo de influencia de la Antigüedad Clásica en la Numismática y Medallística del
momento.

Miembros de la nueva nobleza andaluza, de grado medio, protagonizará a nivel


provincial ese afán coleccionista que Reyes y nobles mantenían en Madrid, como lo
demuestran los ejemplos de la colección numismática del Conde del Águila, en Sevilla, o
la colección escultórica y epigráfica reunida por el Marqués de la Cañada en El Puerto de
Santa María. Aún sin pertenecer a la nobleza en otros casos los coleccionistas son
detentadores de amplias parcelas del poder político en las ciudades donde los desarrollan,
como ocurre con Francisco de Bruna en Sevilla o con Pedro Leonardo de Villacevallos en
Córdoba. Junto a ello, también floreció el interés coleccionista en sectores destacados que
de la burguesía o del comercio que se unirán a la pasión coleccionista también como un
signo de prestigio, de forma que el arte de coleccionar se convierte en una moda de la
época.
Finalmente, también asistimos al desarrollo de un coleccionismo eclesiástico, mediante
la existencia de una serie de depósitos en iglesias y ermitas de Andalucía, compuestos
principalmente de epígrafes, que se embutían en los muros de los edificios religiosos, y
cuya composición conocemos gracias a las descripciones efectuadas por los viajeros y por
algunas relaciones contenidas en las historias locales.
En el marco del coleccionismo debemos destacar el auge de las colecciones
numismáticas, tanto por la importancia de la moneda en cuanto a objeto de antigüedad
indubitado, cuanto por la abundancia con respecto a otros materiales arqueológicos. Ello
mismo condujo a la elaboración de numerosos catálogos de colecciones, cada vez más
depurados, y a que numerosos coleccionistas andaluces, como Pedro Leonardo de
Villacevallos, Juan y Guillermo Tyrry, Marqueses de la Cañada, o Francisco de Bruna
Ahumada, fueran admitidos como miembros de las instituciones culturales andaluzas y
españolas, cuando no fueron los mismos inductores de su creación, como ocurre con
Livino Leyrens en el caso de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla.

Durante el período ilustrado también observamos la existencia de un interés de la


Corona por potenciar los estudios sobre los monumentos, monedas e inscripciones árabes
de España. Ello fue acompañado de la creación de las primeras cátedras de árabe y la
publicación de numerosas gramáticas y recopilaciones de manuscritos árabes, en los que
743
personajes como Miguel Casiri de Gartia, el Padre Fray Francisco Cañes o José Antonio
Banqueri tuvieron un papel destacado. Ello inevitablemente condujo al incremento de las
noticias de hallazgos de inscripciones y monedas islámicas en diversos lugares de
Andalucía, que fueron inmediatamente remitidos a la Real Academia de la Historia,
responsable científica de estos estudios árabes. También se ha mencionado la importante
labor de la Real Academia de Bellas Artes en relación a las antigüedades árabes de
Córdoba y, especialmente, Granada.

En el XVIII español fue importante la serie de iniciativas legislativas tendentes a


proteger y conservar el Patrimonio Arqueológico de Andalucía. En este cuerpo legal se
especificaban claramente las obligaciones y atribuciones de los cargos políticos y
administrativos, tanto de los ya existentes, Corregidores y Justicias, como de los de nueva
creación, Intendentes y Superintendentes. De las disposiciones de 1752 y 1753 puede
apreciarse que la Corona delegó las funciones policiales de vigilancia y control de los
monumentos antiguos en los Corregidores, funcionarios locales con atribuciones de policía
y justicia, y en los Intendentes y Superintendentes. La Secretaria de Estado fue el órgano
político que controló toda esa actividad y desde la que se impulsarán los nuevos proyectos
institucionales. A la cabeza de este órgano se encontraron siempre las figuras más
importantes de la Ilustración española, como el Marqués de Grimaldi, José de Carvajal, el
Marqués de la Ensenada, Ricardo Wall, el Conde de Floridablanca, Manuel Godoy, etc.
En ese marco debemos destacar el papel pionero desempeñado por el italiano Jerónimo
Grimaldi, Marqués de Grimaldi, cuya figura ha pasado desapercibida entre la multitud de
políticos españoles, pero cuya importancia es evidente, puesto que bajo su mandato se
iniciaron importantes proyectos de recopilación y catalogación del Patrimonio
Arqueológico de Andalucía, desarrollados concretamente desde el Real Gabinete de
Historia Natural y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Además, su
mandato coincidió con la introducción de las ideas winckelmanianas, gracias a Antón
Rafael Mengs, cuyas colecciones pasaron a aumentar cuantitativa y cualitativamente las
colecciones regias, así como a la adopción de los postulados neoclásicos por la Real
Academia de San Fernando, cuyo Secretario, Antonio Ponz, comenzó a realizar su Viage
por las provincias españolas.
De las iniciativas legislativas caben destacar tres por su importancia. La primera sería
la Instrucción de 2 de Noviembre de 1752, por la que se encargaba a Luis José Velázquez
744
de Velasco el reconocimiento de las antigüedades de España, en el primer intento de
catalogación de los monumentos de la nación. La segunda disposición legislativa fue la
Real Orden Circular de 16 de Octubre de 1779, por la que se prohibió la exportación de
pinturas y otros objetos artísticos antiguos o de autores fallecidos, de pinturas, libros o
manuscritos antiguos de autores españoles, sin expresa aprobación real. La tercera y
definitiva disposición legal fue la Real Cédula de 6 de Julio de 1803, que es la primera ley
española sobre la protección y conservación del Patrimonio Histórico y Arqueológico, al
establecer una serie de normas de obligado cumplimiento, sin distinción específica en
función de la titularidad o naturaleza de su propietario, y en la que por primera vez se
dispone que será una única institución, la Real Academia de la Historia, la encargada de
velar por el conocimiento y defensa del Patrimonio Arqueológico de Andalucía y de
España.

Durante el XVIII asistimos al surgimiento de una serie de trabajos como fruto de los
estudios eruditos de los anticuarios analuces y que reflejan sus opiniones y formación
iitelectual y cultural sobre distintos aspectos de la antigüedad, que aparecen reflejados en
las fuentes literarias grecorromanas, y que fueron también ampliamente tratados en las
tertulias y foros de discusión. Como en el conjunto de la nación española, se trata de
producción literaria realizada por grupos de élites, todavía en su mayor parte
pertenecientes al elemento eclesiástico, que en general se integraban en las instituciones
culturales más importantes del momento, es decir, como miembros y correspondientes de
las Reales Academias de la Historia y Sevillana de Buenas Letras. Participarán de los
postulados teóricos de renovación de la historia y de la crítica de las fuentes documentales
que propugnan estas instituciones, y en el seno de las mismas desarrollarán una importante
tarea investigadora, pero que tuvo un impacto limitado sobre el conjunto de la población
andaluza.
Es el momento de la aparición de diversas obras de gran importancia sobre la historia,
la epigrafía y la numismática de la Betica Romana, que son consideradas herederas de los
trabajos de autores de los siglos XVI y XVII, pero que en muchos casos quedaron inéditas,
limitando, pues, su influencia. Entre los temas podemos destacar las habituales cuestiones
de geografía antigua, en el intento de fijación de las ciudades antiguas, en cuyo marco
aparece una cuestión novedosa en el marco andaluz, como es el estudio de la Beturia
Céltica, que trata de estudiar aquella zona de la Bética que, según las fuentes
745
grecorromanas, estaba habitada por gentes de etnia céltica, pero sobre la que existían muy
pocos datos. También se produce un importante aumento de las historias locales, en las que
empieza a tene menos presencia las referencia a noticias procedentes de los “Falsos
Cronicones”. La publicación de los suvesivos volúmenes de la España Sagrada del Padre
Flórez, en la que se revisaba las tradiciones y la Historia Eclesiástica hasta entonces
admitida, incrementó nuevamente el interés por las historias de los pueblos y ciudades
andaluces y ofreció un modelo más crítico acorde con los nuevos parámetros históricos de
la Ilustración, en el que tenía un amplio desarrollo el estudio de las antigüedades, aunque
especialmente epígrafes y monedas.
En efecto, en todas esas obras se refleja el interés por las inscripciones y de monedas,
pero tmbién se describen las ruinas existentes en sus alrededores, con el objetivo de
acreditar la antigüedad de la localidad, remontable en muchos casos a época romana, lo
que evidentemente significaba la posesión de un prurito de superioridad frente a otras
ciudades, más modernas y más pujantes. Sin embargo, no debemos olvidar que en estas
obras literarias se entremezclan aúu algunas falsificaciones, muchas de ellas ya conocidas
de antiguo, puesto que procedían de los Falsos Cronicones, y otras creadas en estos
mismos momentos por una serie de falsarios o falsificadores. En su mayor parte se trata de
epígrafes y monedas, elementos de pasado admitidos por todos los anticuarios y eruditos, y
que fueron manipulados o inventadas, para así dar un halo de autoridad y de validez a los
historias locales, fenómeno que se aprecia tanto en Andalucía como en el resto de España.
Otro modo de recuperación del Patrimonio Arqueológico de Andalucía fue la
realización de numerosas “excavaciones arqueológicas” realizadas en diversas localidades
y motivadas en su mayor parte por hallazgos fortuitos, normalmente durante trabajos de
acondicionamientos agrícolas o de construcción de nuevas vías o edificaciones. Debe
tenerse en cuenta que en ningún momento existió una iniciativa pública para la realización
de tales excavaciones, ni por parte de la Corona ni por parte de las instituciones, de las
Reales Academias de la Historia y Bellas Artes, a nivel general, ni de la Sevillana de
Buenas Letras, a nivel andaluz. Al contrario de lo sucedido en el Reino Borbónico de
Nápoles, no existió una planificación en la realización de las excavaciones arqueológicas
en España, ni, por ende, en Andalucía, a pesar de algunas referencias a la búsqueda de una
“Herculano española” donde poder llevar a cabo un plan sistemático y continuado de
excavaciones arqueológicas. Las excavaciones arqueológicas se deben a iniciativas
privadas, sin que existiese una metodología arqueológica mínimamente avanzada, ya que
746
se reducían a simples búsquedas de objetos arqueológicos en las que se descuidaba la
referencia del contexto; a lo sumo existen planos generales cuando la importancia de lo
descubierto y, sobre todo, el carácter y formación de los descubridores lo auspiciaban. Las
piezas arqueológicas eran reconocidas y valoradas destacaban por sus contenidos históricos
y/o artísticos, por lo que sobresalían los epígrafes y las esculturas, como ocurre, por
ejemplo, en el caso de la de Francisco de Bruna y las excavaciones de Itálica.
Tampoco existió en ningún momento una preocupación por la posterior conservación
de las estructuras exhumadas, cuyo destino final era la destrucción, al usarse sus materiales
como material de cantería, y ello a pesar de excepcionales ejemplos en los que se buscó la
protección del objeto arqueológico, como ocurre por ejemplo en el caso del mosaico de las
Musas de Itálica. En el ámbito de las excavaciones debemos destacar el importante papel
desempeñado por la Secretaría de Estado, y en especial por Ensenada y Floridablanca,
quienes, en base a la documentación conservada, impulsaron la práctica de excavaciones
arqueológicas, pero con la finalidad de obtener piezas con las que incrementar las
colecciones reales.

Ahora tenemos mayor conocimiento sobre los personajes andaluces que contribuyeron
al conocimiento y recuperación del Patrimonio Arqueológico de Andalucía en el período
ilustrado, bien a través de sus trabajos eruditos, publicadas o inéditas, bien a través de las
comunicaciones remitidas a las instituciones culturales. En su mayoría proceden del
estamento eclesiástico, debido al alto nivel cultural alcanzado por algunos de ellos, pero,
además, apareceran elementos de nobleza baja y de la burguesía locales, formados en las
mismas universidades andaluzas o en otras del resto del país, y que pertenecerán a las
principales instituciones y tertulias de la época. En general, mostrarán un especial interés
por el conocimiento de las antigüedades locales, destacando las de sus propias ciudades, a
la vez que general un importante intercambio de correspondencia y son proclives a reunir
colecciones epigráficas y numismáticas, en las que se incluyen otros objetos (como
pequeñas esculturas), con el objetivo de salvaguardar tales restos muebles, así como de
servir de objetos de estudio. Lamentablemente el destino final de tales colecciones era la
desaparición, aunque en muchos casos eran adquiridas por otros coleccionistas (pero
perdiéndose posteriormente), si no eran adquiridas para las colecciones regias o de las
instituciones madrileñas, el único modo de preservarlas de forma efectiva.

747
En el último tercio del siglo XVIII numerosos viajeros ingleses y franceses
comenzaron a recorrer la geografía española y andaluza. Al igual de lo que ocurriera en el
Grand Tour por tierras de Italia, estos viajes responden a un instrumento de formación para
la juventud ilustrada europea, editando a su regreso a sus respectivos países una serie de
obras y/o diarios, donde describían de forma subjetiva la realidad española y en los que se
entremezcan noticias, más o menos breves, de las riquezas monumentales que iban
encontrando en sus recorridos, que anotaban e ilustraban con grabados en ocasiones. Sus
narraciones y descripciones contribuyeron a difundir entre el público extranjero los
monumentos y antigüedades de Andalucía, tanto del mundo clásico como ya del reciente
pasado islámico, y sirvieron de guía para el mayor número de viajeros extranjeros que se
producirá en el siglo XIX, contribuyendo a crear la imagen islámica de la “Andalucía
mora”, que aparece en muchas de esas obras. En esa línea hemos de destacar varios viajes
de embajadores marroquíes, que fueron utilizados como intérpretes de las inscripciones
árabes existentes en los principales monumentos o en las colecciones públicas o privadas
de Andalucía, lo que les proporcionó el contacto con la herencia cultural y material de Al-
Andalus, cuyos vestigios reconocieron en numerosos puntos de la geografía andaluza. Esto
lo plasmaron en sus obras, llenas de descripciones de sus visitas a la Mezquita de Córdoba
o a los Palacios Nazaríes de la Alhambra.
En el caso de viajes de españoles, también tenemos algunos ejemplos de viajes
privados en los que se describen las antigüedades andaluzas, como el de Fray Sebastián
Sánchez Sobrino, donde en una línea más tradicional y lógica entre los españoles recoge
especialmente las antigüedades romanas, sobre todo las inscripciones, siendo muy escasas
las referencias a monumentos o inscripciones islámicas, e inexistentes en el caso de los
hallazgos prerromanos. Antonio Ponz no llegó nunca a contar con el apoyo económico e
institucional de la Corona para la realización de su Viage, a pesar de que las principales
figuras del aparato burocrático, como el Marqués de Grimaldi, Pedro Rodríguez de
Campomanes y Gaspar Melchor de Jovellanos, apoyaron firmemente su ejecución ante el
monarca. Realizó el primer inventario del arte conservado o realizado en la España del
XVIII, en el que además de medir y describir minuciosamente todos los monumentos,
explicaba la historia de los edificios y la vida de los artistas que habían trabajado en ellos,
así como el origen y la historia de las ciudades y sus fundadores. El viaje privado realizado
en 1782 por Francisco Pérez Bayer, pero que tenía el respaldo tácito de la Corona y de la
Real Academia de la Historia, supuso una nueva forma de recopilación de las monumentos
748
de la nación. Interesado en origen por hallar e investigar las antigüedades prerromanas,
especialmente epigráficas y las leyendas de las “medallas de alfabetos desconocidos”,
incluyó finalmente referencias a las antigüedades romanas, visigodas e islámicas en su
recorrido desde Valencia hasta Andalucía y Portugal, acompañado en su recorrido por un
dibujante que registraba los monumentos visitados. Lamentablemente tampoco llegó a ser
publicado.

En definitiva, este trabajo ha supuesto una labor de recopilación de la documentación


existente sobre las diversas formas en que se fue recuperando el Patrimonio Arqueológico
de Andalucía, conservada en los archivos de las instituciones creadas por la monarquía
borbónica, y que al quedar inédita ha pasado desapercibida para numerosos investigadores
andaluces y españoles.
Se aporta además el estudio de las fuentes documentales desde una perspectiva
historiográfica, lo que supone no sólo la recopilación y ordenación de los datos, sino
también su interpretación y contextualización histórica, a la vez que una evaluación de la
“validez arqueológica” de dicha documentación, que en muchos de los casos es la única
fuente conservada en la actualidad sobre determinados yacimientos y objetos, al haber
desaparecidos en la actualidad.

749
750
VII. Bibliografía.

VII.A. FUENTES.

Abreviaturas

AHN: Archivo Histórico Nacional.


AHMilitar: Archivo Histórico Militar.
AMS: Archivo Municipal de Sevilla.
BN: Biblioteca Nacional.
BPR: Biblioteca del Palacio Real.
BUS: Biblioteca Universitaria de Sevilla.
Campomanes: Archivo Campomanes. Fundación Universitaria Española.
Colombina: Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla.
CSIC: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Lázaro: Archivo de la Fundación Lázaro Galdiano.
RABASF: Archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
RAE: Real Academia Española de la Lengua.
RAH: Archivo de la Real Academia de la Historia.
SBL: Archivo de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.

Academia de Bellas Artes de San Fernando:


(1760): Instrucciones de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a Diego
Sánchez Sarabia. Madrid.
(1766): Instrucciones de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a José de
Hermosilla. Madrid.
(1787): Antigüedades árabes de España. Parte Primera. Madrid. Imprenta Real. CSIC
Arabe Mss. 6/629.
(1804): Antigüedades árabes de España. Parte Segunda, que contiene los letreros
arábigos que quedan en el Palacio de la Alhambra y algunos de la ciudad de Córdoba.
Madrid. Imprenta Real. RAH. Mss. 14/4420.
Academia de la Historia:
(1754): Copia de las Cartas enviadas por Luis José Velázquez a la Real Academia de
la Historia durante el tiempo que tuvo a su cargo la comisión de la averiguación de las
antigüedades de España, años 1743 y 1754. RAH. Mss. 9/6000.
(1802a): Diccionario geográfico-histórico de España. 2 Vols. Madrid. RAH Mss.
3/3339.
(1802b): Advertencias a los que han de copias inscripciones. RAH. Mss. CA
9/7980/125.
(s.a.): Colección litológica formada por la RAH. RAH. Mss. 9/6500 a 9/6513.
(s.a.): Colección de Antigüedades de Granada. RAH Mss. 9/7953.
(s.a.): Colección de Antigüedades de Córdoba. RAH Mss. 9/7951 y 9/7952.
(s.a.): Geografía Histórica de España. ARAH. Mss. 9/6287 a 9/63339 y 11/8547 a
11/8566.
Academia de Inscripciones y Bellas Letras:
(1736): Memoires de Littérature tirez des registres de l´Académie Royale des
Inscriptions et Belle-Lettrres. Imprenta Real. Paris.
(1736-1786): Historie de l´Académie Royale des Inscriptions et Belle-Lettrres, despuis
son establissement jusqu´a présent. Imprenta Real. París.

751
Aguilar Cano, A.:
(1886-1888): Memorial Ostipense. Extracto de varios curiosos libros que se ocupan de
la antigua Ostippo u Stippo y actual Estepa. 2 vols. Estepa. 2ª Ed. Granada 1975.
(1891): Estepa. Puente Genil.
(1894): El libro de Puente Genil. Puente Genil.
(1899): Astapa. Estudio Geográfico. Estepa.
Agustín, Antonio:
(1575): Diálogos de Medallas, inscripciones y otras antigüedades. Tarragona.
(1577): Familiae romanae quae reperiuntur in antiquis numismatibus ab urbe condita
ad tempora divi Augusti ex bibliotheca Fulvi Ursini. Adiunctis familiis XXX ex libro
Antonii Augustini ep. Ilerdensis. Roma.
Albisu Pedro Angel:
(1800): Excavaciones arqueológicas en Alcalá de los Gazules. AHN Estado. Legajo
3193. Sig. 835 y 836.
Aldana y Tirado, Francisco José:
(s.a.): Discursos a las Memorias de Sevilla desde 1680 hasta 1771. AMS. Sec. XI
Tomo 3/11.
Aldeano, Miguel:
(1787): Relación de hallazgos remitidos por D. Miguel Aldeano al Conde de
Floridablanca (Excavaciones en la Nueva Población de La Luisiana en 1787). AHN
Estado. Legajo 3193.
Alderete, Bernardo José de:
(1614): Varias antigüedades de España, África y otras provincias. Amberes 1614.
Alonso O´Crouley, Pedro Antonio:
(1794): Musaei O-Crouleiani compendiaria descriptio: o catalogo de las medallas,
camafeos, monumentos antiguos, etc. Madrid. Imprenta de D. Plácido Barco López. RAH
Mss. 20/2507; BUS Mss 252-334 y Colombina. Mss. 39-1-35.
(1789-1796): Correspondencia entre Antonio Tomás de Herrera, vecino de Arahal, y
Pedro Antonio Alonso O´Crouley, vecino de Cádiz. Colegio Seminario de Chipiona
(Cádiz). Mss. 30.
(1789-1796): Correspondencia entre Antonio Tomás de Herrera, vecino de Arahal, y
Pedro Antonio Alonso O´Crouley, vecino de Cádiz. Seminario de Vitoria (Álava). Mss.
127.
Alvear, E.:
(1849): Noticias y papeles para la Historia de Montilla. Montilla.
Amador de los Ríos, Rodrigo:
(1875): Inscripciones árabes de Sevilla. Madrid.
Andrés y Morell, Juan:
(1788): “Carta sobre algunas antigüedades de España con motivo de las observaciones
que hizo Jovellanos acerca de las antigüedades arábigas de Granada y Córdoba”. Memorial
Literario. Madrid.
Angeloni, Francesco:
(1685): Hystoria Augusta da Giulio Cesare infine a Constantino Magno. Illustrata con
la veritá delle antiche medaglie da Francesco Angeloni. Roma, 1641 y L´historia augusta
da Giulio Cesare infine a Constantino Magno. Illustrata con la veritá delle antiche
medaglie da Francesco Angeloni. Seconda impressione con l´emendationi postume del
medessimo autore, e col supplimento de rovesci, che mancavano nelle loro tavole, tratti
dal tesoro delle medaglie della regina Cristina Augusta e descritti da Gio. Roma .

752
Anónimo:
(1755): Relación descriptiva de los objetos hallados en la Alcazaba de Granada.
Noticia del descubrimiento del Templo de Apolo y de los libros plúmbeos. RAH. Mss.
9/3535(10).
(1761): Informe sobre las excavaciones practicadas en Granada. RAH. Mss. 9/7141.
(1787): Noticias de la Villa de Espera. RAH. Mss. 9/5951.
(s.a.): Papeles sueltos de este siglo y fines del pasado sobre publicaciones de la España
Sagrada. RAH. Mss. 9/4741, 11/8251 y 11/8517.
(1798): Descripción de varias antigüedades halladas en la villa de Ubrique en el año
de 1798. RAH. Mss. 9/5951.
(1811): Almacén de noticias histórico-geográficas sobre la villa de Espejo que intenta
recoger por el orden mismo en que se hallan, proporcionando, un agradecido natural de
esta villa desde el año 1811. BN Mss. 18818 (76r-110r).
(s.a.): Papel con noticias acerca de Carteya impugnando al Padre Salmerón. RAH.
Mss. 9/7567 (II,9).
(s.a.): Antigüedad de la ciudad de Alcalá la Real y su villa del Castillo, con las
inscripciones romanas y de godos, y fundación de los moros africanos y ganancia del Sr.
rey D. Alonso y otros anteriores suyos. BN. Mss. P 159 (rotulado Orígenes Beticae).
(s.a.): Inscripciones y antigüedades arábigas en su mayor parte de España. RAH. Mss.
9/6050.
(s.a.): Varias noticias de la ciudad de Jabalquinto y de la de Arcos de la Frontera.
RAH. Mss. 9/5951.
(s.a.): Historia de Medina Sidonia. RAH. Mss. 9/7466.
(s.a.): Catálogo de los manuscritos pertenecientes a la Historia de España que se
hallan en la Biblioteca del Excmo. Sr. Duque de Arcos y Maqueda. RAH. Mss. 9/5874.
(s.a.): Copia al vivo de una inscripción arábiga que se halla en Arcos de la Frontera.
RAH. Mss. 9/6050.
(s.a): Noticias de antigüedades e inscripciones de la Provincia de Sevilla. RAH. Mss.
9/3933 y 9/3940.
(s.a.): Inscripciones de la Bética sacadas de manuscritos conservados en la Biblioteca
Real. RAH. Mss. 9/3934, 9/3935 y 9/3936.
(s.a): Noticias de antigüedades e inscripciones de la Provincia de Jaén. RAH. Mss.
9/3937.
(s.a): Noticias de antigüedades e inscripciones de la Provincia de Córdoba. RAH. Mss.
9/3938 y 11/8875.
(s.a.): Antigüedades e inscripciones de la Provincia de Granada. RAH. Mss. 9/3939.
(s.a.): Geografía Histórica de España. RAH. Mss. 9/6287 a 9/6339 y 11/8547 a
11/8566.
(s.a.): Observaciones sobre las Colonias Gemelas: su nombre y su título. RAH. Mss.
9/6039(10).
(s.a.): Antigüedades de Córdoba y estatutos de su Iglesia. RAH. Mss. 9/5443.
(s.a): Memorias romanas, lápidas que se han hallado y duran las más en la ciudad de
Córdoba y algunas que se han encontrado en las cercanías de ellas. RAH. Mss. 9/5742.
(s.a.): Colección de varias inscripciones remitidas de diferentes puntos de España.
RAH. Mss. 9/4775.
(s.a.): Inscripciones romanas de Antequera, Valle de Abdalajís, Castillón, Cauche el
Viejo y Cártama, de la Provincia de Málaga. RAH. Mss. 9/7567.
(s.a.): Colección de Inscripciones principalmente de Andalucía. RAH. Mss. 9/6118.

753
(s.a.): Inscripciones de manuscritos del licenciado Juan Fernández Franco, Piedras de
Cartima copiadas por un moderno anticuario, otras copiadas por D. Luis Velázquez y
comunicadas a D. Pedro Cevallos. RAH. Mss. 9/7567(9).
(s.a.): Cartas atribuidas al Licenciado Alonso Franco sobre monumentos
desconocidos, escritas a un Inquisidor que se sospecha fuese el Dr. Olivan. ARAH. Mss.
9/2210.
(s.a.): Varias inscripciones recogidas por Pedro Valera en el año 1589 de Jesús, que el
vio caminando con su amo el Duque. ARAH Mss. 9/4155(2).
(s.a.): Datos para la Historia de Jerez de la Frontera. RAH. Mss. 11/8528.
(s.a.): Noticia de varias inscripciones romanas. RAH. Mss. 9/7567(12-23).
(s.a.): Noticia sobre una inscripción romana y sobre monedas. RAH. Mss. 9/7567(I,3).
(s.a.): Inscripciones procedentes de distintos lugares geográficas suministradas por
varios: Conde, Córnide, etc. Unas manuscritas y otras impresas. RAH. Mss. 11/8514 y
11/8515.
(s.a.): Noticia sobre el hallazgo arqueológico en base a una inscripción del torreón
antiguo. RAH. Mss. 9/3938.
(s.a.): Inscripciones correspondientes a diversos objetos que se suponen hallados en
Granada por el racionero Flórez y sus compañeros a partir de 1754. RAH. Mss. 9/7141.
(s.a.): Munda. RAH Mss.11/8331.
(s.a.): Discursos y disertaciones. RAH. Mss. 11/8234 y 11/8235.
(s.a.): Diccionario Geográfico de España. RAH Mss 11/8035
(s.a.): Memoria de una inscripción antigua. AMS. Sec. XI 15(4º)/7.
(s.a.): Copias de las inscripciones antiguas que existían aún en Sevilla en 1750. AMS.
Sec. XI 1(4º)/1.
(s.a.): Inscripción de Utrera. AMS. Sec. XI 26(4º)/33.
Arana de Valflora, Fermín, véase Díaz Valderrama, Fray Fernando.
Aranda, Francisco de:
(1762): Apuntamientos para formar la historia de Lucena. RAH. Mss. Fernández
Guerra.
Aranguren, Esteban de:
(1784): Comunicación remitida el 26 de Mayo de 1784 sobre lapida procedente de los
sepulcros antiguos que se conservan en el Convento de San Francisco de la Villa de
Osuna. AHN Estado. Leg. 3193.
Arce y Rebollares, J.R.:
(1789): Informe sobre las Excavaciones en Córdoba realizadas por Ramón José de
Arce y Revollano en el campo de la Merced, cerca de la Puerta de la Malmuerta. AHN
Estado.Leg 3193 (26),sign. 837.
Archivo Histórico Nacional:
(1752): Excavaciones Arqueológicas en Córdoba. AHN Estado. Legajo 32048(18)
(1789): Hallazgos en Córdoba. AHN Estado. Legajo 3193 (22).
(1790): Hallazgos en La Carolina. AHN Estado. Legajo 3193 (21).
(1793): Excavaciones en Santiesteban del Puerto. AHN Estado. Legajo 3193 (26).
(1800): Excavaciones arqueológicas en Alcalá de los Gazules. AHN Estado. Legajo
3193. Sig. 835 y 836 y Leg. 3185 Sig. 556.
Archivo de Simancas:
(1756): Expediente sobre los descubrimientos de Granada. Gracia/Justicia.Leg.1027
ant.
(1781): Razón del Juicio seguido en la ciudad de Granada ante los Ilustrísimos
señores Don Manuel Doz, Presidente de su Real Chancillería, don Pedro Antonio

754
Barroeta y Angel, Arzobispo que fue de esta diócesis, y don Antonio Jorge Galbán, actual
sucesor en la mitra, todos del consejo de su Majestad, contra varios falsificadores de
escrituras públicas, monumentos sagrados y profanos, caractéres, tradiciones, reliquias y
libros de supuesta antigüedad. Gracia/Justicia . Leg. 1027.
(1781): Excavaciones en la Alcazaba de Granada. Mapas, Planos y Dibujos. XXXVI-
51 y XXXVI-52.
Argote, Simón de:
(1807): Nuevos paseos históricos, artísticos, económicos, políticos por Granada y sus
contornos. 3 Vols. Granada. Imprenta de Fco. Espinosa de los Monteros. RAH. Mss.
3/4716, 3/4717 y 2/2838.
Baena, C. de:
(1893): De Arcos a Roma en 1761. Arcos de la Frontera. 1893. Imprenta el
Arcobricense.
Banqueri, José Antonio:
(1783): Utilidad del estudio de la lengua árabe. Madrid. RAH. Mss. 11/965(3).
(1797): Reflexiones sobre la formación de un Diccionario Geográfico. Madrid. RAH.
Mss. 11/8235.
(1802): Libro de la agricultura. Madrid.
Barco García, Fray Alejandro del:
(1788): Las colonias gemelas reintegradas en la mitad de sus respectivas poblaciones
que tenían usurpadas los soldados eméritos de las legiones romanas. Diálogos críticos.
Madrid. BN. Mss. 2-46331 y 3-4897 y RAH. Mss. 9/6039.
(1788): La antigua Ostippo y la actual Estepa. Mss conservado en Museo
Arqueológico de Sevilla.
(1789): Observaciones curiosas a que dio motivo un nuevo monumento de antigüedad
romana, que el presente año de 1789, se halló en la ciudad de Córdoba. Estepa. RAH.
Mss. 11/8875(5).
Barco y Gasca, Antonio Jacobo del:
(1755): Disertación histórico-geográphica sobre reducir la antigua Onuba a la Villa
de Huelva. Sevilla. Impreso Joseph Padrino. BN. Mss. G.M. 562 y 3-33852 y SBL Mss. 2-
2-39 y luego corregida en el Mss. 25-1-16 (fols. 289-334).
(1760). Correspondencia con el P. Sarmiento sobre la identidad de Onuba con Huelva.
BN. Mss. 10350 (fols. 301-306) y RAH. Mss. 9/5762.
(1761): Disertaciones geographicas sobre algunos puntos tocantes a la Bética antigua.
BN. Mss. 5867
(1762): Retrato al natural y político de la Bética antigua, o colección curiosa de los
más célebres testimonios y pasajes de los autores geógrafos antiguos que hablan de esta
provincia. BN. Mss. 1717 y AMS. Sec. XI 22(4º)/10. Publicado posteriormente en
Memorias de la Sociedad Patriótica de Sevilla II. Sevilla, I-CLIX.
(1774): Discusión sobre las famosas islas Casitérides. SBL Tomo XI Disertaciones (1-
22).
(1775): Problema histórico geográfico sobre si fue la Bética el Tarsis de las flotas de
Salomón. BN. Mss. 18334 y SBL Tomo XI Disertaciones (42-70).
(s.a.): Correspondencia con el Conde del Águila. AMS. Sec. XI 22(4º)/12.
(s.a.): Correspondencia. BN. Mss. 5867 y 18334 y RAH. Mss. 9/5762 y 9/6049.
Baronio, Cesare:
(1588-1607): Annales ecclessiatici. 12 Vols. Roma. Tipografía Vaticana.

755
Belestá, Domingo:
(s.a.): Investigación sobre el sitio de la antigua Munda Bética. Málaga. RAH. Mss.
11/8321(1-2).
(s.a.): Papeles, en parte originales, relativos a la comisión que se dio por el Conde de
Floridablanca en 1790 a instancia de una Sociedad de Literatos de Londes al Teniente
Coronel de Ingenieros D. Domingo Balestá para averiguar el lugar donde se dio la batalla
de Munda. RAH. Mss. 11/8321(1-2).
Beltrán, Juan:
(1755): Epora ilustrada o Historia de las Grandezas y antigüedades de Montoro, Villa
principal de la Diócesis de Cordoba. Refiérense en ella su fundación y progreos, varones
claros en Virtud, letras y Armas, sus iglesias y Privilegios. Sacadas a la luz por el Padre
Juan Beltrán, religioso de la Compañía de Jesús y la dedica a la misma y Noble y Leal
Villa de Montoro. Universitaria Oviedo. Mss. M-324.
Beramendi y Freire, Carlos de:
(1791-1796): Viajes por España. 10 Vols.
Bie, Jacob de:
(1615): Imperatorum romanorum numismata auerea a Julio Caesare ad Heraclium
continua serie collecta ab excelensis duce Carolo Arschotano et ab Jacobo de Bie
illustrata. Amberes.
(1617): Numismata Imperatorum romanorum aurea, argentea, aerea. A Julio Caesare
usque ad Valentinianum Aug. Opera Iacobi Biaei Antverpiani aeri graphice incisa cum
indice copioso. Amsterdam.
Borbón, Faustino de:
(1770): Historia de la Lengua de España primitiva. RAE. Mss. 36.
(1779): Disertación sobre los caracteres primitivos que usaron los Españoles antes de
la entrada de los Romanos a España. Madrid. ARAH. Mss. 9/6119(02).
(1779.): Exposición y valoración de los caracteres fenicios. RAH. Mss. 9/6119.
(1796): Cartas para ilustrar la Historia de España árabe. BN. Mss. 2-21773.
(s.a.): Inscripciones arábigas de Granada. RAH. Mss. 9/6119.
(s.a.): Cinco láminas antiguas publicada en Madrid año 1769. ARAH. GA 2000/4.
Bosarte de la Cruz, I.:
(1804): Viage artístico a varios pueblos de España con el juicio de las obras de las tres
Nobles Artes, que en ellos existen, y épocas a que pertenecen … Imprenta Real. Madrid.
Bourgoing, Jean François:
(1789): Nouveau voyage en Espagne ou Tableau de l´état actuel de cette monarchie. 3
vols. París.
(1797): Tableau de l´Espagne moderne. 3 vols. Paris.
(1807): Atlas pour servir au Tableau de l´Espagne Moderne. Paris.
Boza y Rivera, Juan:
(1753): Chorografía de Utrera. BUS. Mss. 330-180.
Bruna y Ahumada, Francisco:
(1753): Apuntaciones sobre la Colonia Romana de Munda, que dio D. Francisco de
Bruna en el año 1753 al P. Mtro. F. Henrique Flórez por la obra la España Sagrada que
estaba escribiendo, con noticia de lo encontrado después en aquel sitio en año 1762.
RAH. Mss. 11/8331(129-130v)
(1764): Carta sobre antigüedades escrita el 2 de Abril de 1764. RAH. Mss. 9/5996 y
Discursos Académicos, VI, 315.

756
(1772): Discurso sobre la medalla inédita de Sex, municipal de Sevilla. AMS. Sec. XI
14(4º)/9.
(1773): “Noticia y Explicación de un monumento antiguo Romano descubierto en la
Villa de las Cabezas de San Juan, del Arzobispado de Sevilla”. Memorias Literarias de la
Real Academia Sevillana de Buenas Letras. I. Sevilla, 306-315.
(1781): Comunicación al Conde de Floridablanca, dándole cuenta de las estatuas,
pedestales, inscripciones y demás objetos que se descubrieron en Santiponce, cerca de
Sevilla. Simancas. Gracia/Justicia. Legajo 992.
(1790): Cartas de Francisco de Bruna y Ahumada dirigidas a Capmany. RAH. Mss.
9/3940.
(1790): Reflexiones sobre una lápida gótica encontrada a una legua de la villa de
Utrera, con cuyo motivo se habla del Obispado Asidoniense. RAH. Mss. 9/3940.
(1793a): Apuntaciones sobre el sitio en que estuvo la ciudad de Munda, en donde
César venció a los hijos de Pompeyo. RAH. Mss 9/5999 (fol. 70-71v).
(1793b): Carta a D. Benito de Hermida sobre el sitio en que estuvo la ciudad de
Munda y que le dice le incluya sus apuntaciones sobre el mismo asunto. RAH. Mss.
9/2009(402-408).
(1795): Noticias sobre las juderías antiguas de Sevilla. RAH. Mss. 9/5962.
(1796): Relación de lo ejecutado en el Alcázar de Sevilla con el motivo de la Comitiva
de los Reyes por Febrero de 1796. RAH. Mss. 9/2009 y BN. Mss. 18225/36.
(1796): Relación e informe al Príncipe de la Paz sobre la estancia de los Reyes en
Sevilla, enero de 1796. BBCC. Fondo Gestoso en perg. 1-7-V-21 (fols. 248-256). AHN.
Sección Estado. Legajo 4818 (41).
(s.a.): Inauguración a la Junta General de la Sociedad Patriótica de Sevilla. RAH.
Mss. 9/2009 (238-255).
(s.a.): Cartas al Conde del Águila. AMS Sección XI 21(4º)/2; 26(4º)/3-4; 26(4º)/25,
26(4º)/29; 26(4º)/31; 61/42 y 64/30-31.
(s.a.): Inscripción grabada en un pedestal de piedra colocado al presente en la
colección de inscripciones de los salones del Alcázar de Sevilla. RAH. Mss. 9/3940.
(s.a.): Colección de varias cartas y papeles sabios y curiosos recibidos del Excmo. Sr.
Don Francisco de Bruna. RAH. Mss. 9/2009.
(1807): Lista de las antigüedades que se han encontrado en las casas del Sr. D.
Francisco de Bruna. BUS. Mss. 331-225.
(1848): Inventario y aprecio del monetario de D. Francisco de Bruna. BUS. Mss. 331-
225.
(1875): “Comunicación de D. Francisco de Bruna dando cuenta al Conde de
Floridablanca de las estatuas, pedestales, inscripciones y demás objetos que se
descubrieron en Santiponce, cerca de Sevilla”. RABM V, 240-241.
Bude, Guillaume:
(1514): De asse et partibus eius libris quinque. Paris, in aedibus Ascensianus.
Burriel, Padre Andrés Marcos:
(1760): Carta original sobre las falsas láminas arábigas de Granada. RAH. Mss.
9/6050.
(s.a.): Resultado de comisiones históricas. RAH. Mss. 17.
Cabrera, P.:
(1790): Memorias de Antequera. Antequera.
Caimo, Norberto:
(1766): Lettere d´un viaggiatore italiano ad suo amico. Lucca.

757
Camacho, José Francisco:
(1795): Situación de la antigua Carbula. Discurso por el hallazgo de un monumento
romano en la villa de Almodovar del Río. RAH. Mss. 9/5996 (fol. 149-158v) y BN. Mss.
2-24512.
Camacho del Real, J.:
(1790): Memoria histórica de Arcos de la Frontera. Arcos de la Frontera.
Campos, Pedro José de:
(1763): Descripción de Lebrija. Real Academia de Medicina. Legajo 173.

Capmany Suris y de Montpalau, Antonio de:


(1796): “Noticia del Origen, progresos y trabajos literarios de la Real Academia de la
Historia”. Memorias de la Real Academia de la Historia I, 1-161.
Carbonell, Joseph:
(1755): Algunas antigüedades encontradas debajo de tierra en el Istmo de Cádiz.
Cádiz. BN 11553/7.
Cardenas y Bermejo, Antonio:
(1788): Excavaciones Arqueológicas en Arjona en 1787 y 1788. AHN. Estado. Leg
4828. Sig. 566.
Caro, Rodrigo:
(1634): Antigüedades y principado de la ilustrísima ciudad de Sevilla y Chorografía de
su convento jurídico o antigua Chancillería. Sevilla.
Carrillo y Aguilar, Alonso:
(1743): Discurso geográfico en que se persuade de que la antigua Ilipa Magna sobre
el Betis no es la villa de Peñaflor sino Alcalá del Río. RAH. Mss. 9/5996 (fol. 162-188).
(1746): Memoria de los libros manuscritos que posee D. Alonso Carrillo y Aguilar,
hecha de orden de la Real Academia de la Historia. RAH. Mss. 9/5874 (fol. 97).
(s.a.): Parte de una disertación de Alonso Carrillo respondiendo a otra que sin
nombre de autor publicó D. José Pardo de Figueroa sobre el nombre y fundación de
Itálica y Sevilla. RAH. Mss. 9/5996(fol 117-128).
Carter, F.:
(1777): A journey from Gibraltar to Malaga, with a view of that garrison and its
enviroment; a particular account of the towns in the Hoya of Malaga; the ancient and
natural history of those cities, of the coast between them and the mountains of Ronda.
Illustrated with the medals of each municipal town; and a chart, perspectives and
drawings, taken in the year 1772. Londres. Imp. T. Cadell. 2 vols.
Casiri de Gartia, Miguel.:
(1760-1770): Biblotheca Arabico Hispana Escurialensis. Madrid. Imprenta Antonio
Pérez de Soto. Lázaro. Ms. 12221.
(s.a): Varios dictámenes sobre monumentos arábigos. RAH. Mss. 9/6050.
(s.a.): Explicación de varias monedas e inscripciones arábigas. RAH Mss. 9/6050 y
Campomanes 28-7.
(s.a): Papeletas de los índices manuscritos arábigos de la Biblioteca del Escorial.
RAH. Mss. 9/5282.
(s.a): Interpretación de dos inscripciones arábigas grabadas en un sepulcro que se
halla en la capilla de la Santísima Trinidad de la Iglesia Catedral de Córdoba. RAH. Mss.
9/6050.
Castellanos de Losada, Basilio Sebastián:
(1847): Apuntes para un Catálogo que comprende la colección de Antigüedades de
la Biblioteca Nacional, con exclusión de la Numismática. Madrid.

758
Castillejo, F.:
(1796): Idea o descripción suscita y análisis e ilustración de las lápidas literatas de la
Colonia Augusta Gemella Tuccitana, hoy villa de Martos. BPR II-1583 (86-176).
Castro, A. de:
(1845): Historia de la muy noble, muy leal y muy heróica Ciudad de Cádiz. Cádiz.
(1858): Historia de Cádiz y su Provincia desde los tiempos remotos hasta 1814. Cádiz.
2 vols.
Castro, Pedro de:
(1791): Dictámen sobre la situación de Munda. RAH. Mss. 11/8331.
Cavanah Murphy, James:
(1813): The arabian antiquites of Spain. Londres.
Caveda, J.:
(1867): Memorias para la historia de la Real Academia de San Fernando y de las
Bellas Artes de España. Madrid.
Caylus, Comte de:
(1752-1767): Recueil d´antiquités égyptiennes, grecques, étrusques et romaines. 7
Vols. Paris.
Ceán Bermúdez, Juan Agustín:
(1802): Carta dirigida al Secretario de la Academia de la Historia, remitiéndole el
dibujo de un pavimento descubierto en Itálica. RAH. Mss. 9/3940.
(1832): Sumario de las Antigüedades romanas que hay en España, en especial las
pertenecientes a las Bellas Artes. Madrid.
Cevallos y Ruiz de Vargas, Fray José:
(1773): Copia de las inscripciones árabes de la casa de Nicolás del Campo, marqués
de Loreto. RAH. Mss. 11/8237.
(s.a.): Relación de la villa de Alcalá de Guadaira, vulgarmente conocida como “de los
panaderos”. RAH. Mss. 9/6049(1).
Choul, Guillaume de:
(1579): Discursos de la Religión, castramentación, asssiento del Campo, Baños y
exerçiçios de los antiguos Romanos y Griegos, del Consejo del Christianissimo Rey de
Francia. Madrid. Traducción de B. Pérez del Castillo. BBCC Mss. 108-7-15
Cid Carrascal, Joaquín:
(1790): Disertación sobre el sitio de la antigua Asido Caesarina, deducido de una
inscripción hallada en Medina Sidonia. SBL, 25-1-15, T. XV (164-175).
Clemente y Rubio, Simón de Rojas:
(1804): Historia natural de Granada, con diarios de viajes y apuntes varios. Madrid. 8
Vols. Jardín Botánico.
(s.a.): Planos y vistas de Andalucía. Madrid. Jardín Botánico.
Conde, José Antonio:
(s.a.): Ciudades, montes y ríos, islas y promontorios de la Betica. RAH. Mss. 9/5996
(fols 238-239v).
(s.a.): Inscripciones arábigas. RAH. Mss. 9/6050.
(s.a.): Monedas e inscripciones. RAH. Mss. 9/5966 y 9/5967.
(s.a.): Informe que dio D. José Antonio Conde sobre una breve disertación del Padre
Salvador Laín, sobre que las célebres regiones de Ophir y Tharsis estaban en Andalucía.
RAH. Mss. 9/5967.
(s.a.): Inscripciones de la Betica sacadas de manuscritos de la Biblioteca Real. RAH.
Mss. 9/3936.

759
Contreras de la Paz, Rafael.:
(1875): Estudio descriptivo de los monumentos árabes de Granada, Sevilla y Córdoba.
Madrid.
Cordero, Juan Martín:
(1561): Primera (y segunda) parte del promptuario de las medallas de todos los más
insignes varones que ha avido desde el principio del mundo, con sus vidas contadas
brevemente, traduzido agora nuovamente por Iuan Martín Cordero. Imprenta de G.
Rouillio. Lyon.
Córnide de Folgueira y Saavedra, José:
(1795): Apuntes y extractos para ilustrar el Itinerario de Antonio Pío. RAH. Mss.
9/3910.
(1805): “Noticia histórica de la Academia desde el mes de Agosto de 1796 hasta el de
Julio de 1802”. MRAH IV, I-XXXVIII.
(s.a.): Ilustraciones al itinerario de Antonino Pio. RAH. Mss. 9/3895.
(s.a.): Papeles concernientes al itinerario de Antonio Pío que iba recogiendo D. José
Córnide y Saavedra para ilustrarle. RAH. Mss. 9/3910.
(s.a.): Vías romanas según el itinerario de Antonino: reino de Sevilla, reino de
Córdoba, reino de Jaén. RAH. Mss. 9/3895.
(s.a.): Comentario a la parte del Itinerario de Antonino en que se describen las vías
militares de España. RAH. Mss. 9/3895.
(s.a): Carta sobre el sitio en que estuvo Munda, lugar en donde César venció a los
hijos de Pompeyo. RAH. Mss. 9/5999 (fol 55-58v).
(s.a.): Diccionario Geográfico antiguo de España. RAH. Mss. 9/3915 y 9/3916.
Corte y Ruano, Manuel de la:
(1836): Memorias del municipio Igabrense hoy Cabra, bosquejo sencillo de sus
antigüedades históricas. Córdoba
Cortés, Sebastián Antonio de, y Cuentas Zayas, José de las:
(1773): “Noticias de dos inscripciones anécdotas en que se hace memoria de un
municipio antiguo llamado Muniguense”. Memorias Literarias de la Real Academia
Sevillana de Buenas Letras. I Sevilla, 171-227(Apéndice II).
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(1835-1836): Diccionario geográfico-histórico de la España antigua, Tarraconense,
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(1884): Noticias y documentos para la historia de Baeza. Jaen.
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(1806): Viaje de España, Francia e Italia. Madrid. Imprenta Sancha. 14 vols. BUS
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(1744): Diálogos de medallas, inscripciones y otras antigüedades. Madrid. Imprenta de
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(1755): Disertación sobre la situación de la antigua Carcesa. SBL, 25-1-5, tomo V
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(1774): Travels throug Spain and Portugal in 1774. Londres.
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(1846): Bosquejo histórico de Niebla. RAH. Mss. 9/5935.

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(1861): Catálogo de los objetos arqueológicos que se conservan en el Gabinete de la
Real Academia de la Historia. Madrid.
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(s.a.): Epigrafía, copia de inscripciones antiguas de España. BUS Mss. 332/165.
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(1880): Historia de Montilla.
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(1760): Cartas a Manuel Trabuco y Belluga sobre inscripciones de Córdoba y sobre
envío de monedas. RAH. Mss. 9/6049(2).
(s.a.): El erario cordubense de Don Pedro Leonardo de Vila Zevallos, su Colono.
Colombina. Mss. 64-8-133(5-8).
Díaz de Valderrama, Fray Fernando:
(1766): Compendio histórico y descriptivo de la muy noble y muy leal ciudad de
Sevilla, metrópoli ínclita de Andalucía, recopilado de los mejores autores por D. Fermín
Arana de Varflora. Sevilla. Imprenta de Manuel Nicolás Vázquez. BN. Mss. 3-7958.
(1789): Compendio histórico-descriptivo de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla,
metrópoli de Andalucía. Corregido y añadido por su autor. Sevilla. Vázquez Hidalgo y
Cía. Madrid. CSIC. Instituto Zurita. Mss. 18-1131.
Domínguez de Alcántara, Marcos:
(1754): Informe sobre las excavaciones realizadas por Juan de Flores en la Alcazaba
de Granada. AHN. Estado. Legajo 3191.
Domínguez de Riezu, Antonio Hilarión:
(1769): Descripción del alcázar y fortaleza de la Alhambra de Granada, época de su
fundación y particularidades en ella existentes. Madrid.
Erizzo, Sebastiano:
(1559): Discorso di M. Sebastiano Erizzo sopra la medaglie de gli antichi. Con la
dichiaratione delle monete consulari, delle medaglie de gli imperadori romani.
Erro y Azpiroz, Juan Bautista:
(1806): Alfabeto de la lengua primitiva de España, y explicación de sus antiguos
monumentos de inscripciones y medallas. Madrid. Imprenta Repullés. Colombina. Mss.
102-3-43; BPR VIII/5400 y BUS Mss. 235-99.
Espinalt y García, Bernardo:
(1790): “Descripción particular de la villa de Fernán Núñez, sacada del Atlante
español”. Memorial Literario I. Madrid, 145-146 (Salón General BN 5/56102).
(1792): Atlante español. Madrid. Imprenta de Manuel González. 14 Vols. BN. Mss. 5-
6781 y G.M. 192-205. Colombina. Mss. 141-20-31/42.
(1794): Descripción particular de la villa de Fernán Núñez, sacada del Atlante
español. Madrid. Imprenta de Manuel González.
(1795): Descripción del Reino de Sevilla. Madrid.
Espinosa y Aguilera, Francisco J.:
(1770): La antigua Saepona hallada en su sitio junto a Cortes. Málaga. BPR VI/1030.
(1790): La antigua Saepona hallada en su sitio junto a Cortes. Málaga. Imprenta de la
Dignidad Episcopal. BN. Mss. 3-30164.
Espinosa y Maldonado, Miguel, Conde del Aguila:
(1757): Correspondencia con el Padre Flórez. RAH. Mss. 9/7567 (II,8).
(1760): Schedae epigraphicae. AMS Sec XI 1(en folio)/2.
(s.a.): Antigüedades Sevillanas. AMS Sec XI 1(en folio)/39.
(s.a.): Indice de libros de la Biblioteca del Conde del Aguila. BUS. Mss. 331/199.

761
(s.a.): Catálogo de manuscritos de la Biblioteca del Conde del Águila. BUS. Mss.
331/198.
(s.a.): Varias noticias sacadas de los manuscritos de la Biblioteca del Sr. Conde del
Águila sobre Sevilla. RAH. Mss. 9/5944.
Estrada, Jerónimo de:
(s.a.) : Colección de Monedas de D. Geronimo de Estrada, vecino de Arcos. BUS Mss.
332/169 (13).
Fariñas del Corral, Macario:
(1663): Tratado de las marinas desde Málaga a Cádiz y algunos lugares vecinos según
fueron en los siglos anteriores. Ronda.
Fernández, C.:
(1845): Historia de Antequera desde su fundación hasta 1800, que recuerda su remota
antigüedad, heróicas azañas, gloriosos combates y célebres monumentos que se han
salvado de los estragos del tiempo. Málaga. Imprenta del Comercio.
Fernández-Guerra y Orbe, Aureliano.:
(1866): Inscripciones cristianas y antiguos monumentos del arte cristiano español”, en
El Arte en España, Vol. V, 73-87
(1876): Epigrafía romano-granadina. Madrid.
Fernández Franco, Juan:
(1565): Suma de Inscripciones y Memorias de la Bética (1565). BBCC. Mss. 49-2-14 y
59-6-27.
Fernández de la Luna, Fray Tomás:
(1784): Noticias de Sanlúcar de Barrameda.
Fernández Prieto y Sotelo, Antonio:
(1740): Descripción de la antigua Itálica. RAH. Mss. E/114.
Ferreros, P. Esteban:
(1752): Antigüedades de España por el Padre Esteban Ferreros de la Compañía de
Jesús. Colombina. Mss. 56-4-10.
Figueroa y Silva, J.:
(1785): Excavaciones Arqueológicas en Osuna en 1784 y 1785. AHN-Estado
(Fomento).Sección IX-Vol. V. Mss. 240. Legajo 3215.
Fischer, C.A.:
(1801): Voyage en Espagne aux annés 1797 et 1798. Paris. 2 tomos.
Flores, Leandro José de:
(1833): Memorias de la Villa de Alcalá de Guadaira. Sevilla. Imprenta de Mariano
Caro.
(1834): Adicional a las Memorias Históricas de Alcalá de Guadaira, que trata de
Gandul, Marchenilla y Dos Hermanas. Sevilla. Imprenta de Mariano Caro.
Flóres y de la Barrera, Joaquín Juan de:
(1817a): “Noticia histórica de la Academia desde el mes de Julio de 1802 hasta el fin
de Noviembre de 1804”, Memorias de la Ral Academia de la Historia V, I-XXVIII.
(1817b): “Continuación de la noticia histórica de la Academia en el siguiente trienio
hasta fines de 1807”, Memorias de la Real Academia de la Historia V, XXIX-LII.
Flores y Oddouz, Juan de:
(1755a): Papel extracto de los descubrimientos de la Antigüedad por el Dr. D. Juan de
Flores, clérigo de menores órdenes. RAH. Ms. 9/2297.
(1755b): Segundo extracto de las excavaciones hechas para la inspección y búsqueda
de monumentos de la Antigüedad, de orden de S.M., y segundas lápidas diseñadas, por
dirección del Dr. D. Juan de Flores, clérigo de menores órdenes. RAH. Ms. 9/2297.

762
(1756): Expediente sobre los descubrimientos de Granada. Simancas.
Gracia/Justicia.Leg.1027 ant.
(1781a): Razón del juicio seguido en la ciudad de Granada ante los ilustrísimos
señores Don Manuel Doz, presidente de su Real Chancillería, don Pedro Antonio Berroeta
y Angel, Arzobispo que fue de esta diócesis, y don Antonio Jorge Galbán, actual sucesor
en la mitra, todos del Consejo de su Majestad, contra varios falsificadores de escrituras
públicas, monumentos sagrados y profanos, caractéres, tradiciones, reliquias y libros de
supuesta antigüedad. Madrid. Imprenta de Joaquín Ibarra. Simancas Gracia/Justicia . Leg.
1027.
(1781b): Excavaciones en la Alcazaba de Granada. Simancas. Mapas, Planos y
Dibujos. XXXVI-51 y XXXVI-52.
(s.a.): Descripción de los descubrimientos de Monumentos y Memorias de las
Antigüedades, hechos en la Alcazaba de esta ciudad de Granada, en el año de 54 y 55 por
dirección de don Juan de Flores, comisionado por S.M.A. a dicho fin. (con otros papeles
referentes a lo mismo). Colombina. Ms. 85-5-33.
(s.a.): Escrituras, papeles y copias de los objetos arqueológicos encontrados en la
comarca de Granada, coleccionados y estudiados por D. Juan de Flores. Lázaro. Ms. 244,
sig. 35/4.
(s.a.): Cartas, noticias y grabados relativos a los descubrimientos arqueológicos en la
Alcazaba de Granada. Lázaro. Ms. 266.
(s.a.): Granada primitiva. Compendio histórico del descubrimiento de monumentos
antiguos en la Alcazaba de Granada. RAH. Mss. 9/2297 y Campomanes 30-11.
(s.a.): Monumentos descubiertos en la antigua Iliberria, Illípula o Garnata, en virtud
de Reales Ordenes de S.M.C., por dirección del doctor D. Juan de Flores Odduz,
Prebendado de la Santa Iglesia Catedral y Metropolitano de la ciudad de Granada.
Lázaro. Ms. 244, sig. 35/5.
(s.a.): Relación de lo más notable que incluyen el Museo y Gabinete de Don Juan de
Flores y Odduz. Colombina
(1875): Breve explicación de las excavaciones que de orden de S.M. (Dios le G.) dirige
Don Juan de Flores, Racionero en la Santa Iglesia de la Ciudad de Granada, en la
Alcazaba de dicha ciudad; en Oliver y Hurtado, J y Oliver y Hurtado, M. (eds) Granada y
sus monumentos Árabes. Málaga, 450 y ss, nota 3.
Flórez de Setién y Huidobro, Enrique:
(1757, 1758, 1773): Medallas de las Colonias, Municipios y Pueblos antiguos de
España. 3 vols. Madrid. Oficina de Antonio Marín. CSIC. Museo 1-3851 y 1-3852 y RAH.
Mss. 222-8-6-3
(1747-1775): España Sagrada. Teatro Geográfico histórico de la Iglesia de España.
Origen, divisiones y límites de todas sus Provincias. Antigüedad, traslaciones y estado
antiguo, y presente de sus Sillas en todos los dominios de España y Portugal. Con varias
Disertaciones Críticas para ilustrar la Historia Eclesiástica de España.. 29 Vols. Madrid.
Oficina de Antonio Martín. RAH. Mss. 5/1110.
(1744-1759): Correspondencia con Pedro Leonardo de Villacevallos. RAH. Mss.
9/7564.
(1774): Mapa de todos los sitios de batallas que tuvieron los romanos en España, con
descripción historial y chronológica de los sucesos. Madrid. RAH. Mss. 14/8724
(1798): Colección de documentos copiados en la mayor parte para el uso del Rmo. P.
Mro. Henrique Flórez. BN Mss. 1622.
(s.a.): Papeles sueltos de este siglo y fines del pasado sobre publicaciones de la España
Sagrada. RAH Mss. 9/4741, 11/8251 y 11/8517.

763
(s.a.): Mapa de la Bética antigua delineado por el Padre Flórez par el tomo IX de la
España Sagrada. RAH. Mss. 9/7573(28).
(s.a.): Colecciones de Inscripciones, principalmente de Andalucía, copias para el uso
de Fr. Enrique Flórez. RAH. Mss. 9/6118.
(s.a.): Inscripciones. RAH. Mss. 9/7567 y 9/7570.
Gadeo, Manuel:
(1760): Carta a D. Luis José Velázquez, Marqués de Valdeflores, enviando copia de
una lápida hallada en Alameda (Málaga) y dando noticia de otras de Lora. RAH Mss.
9/6049(4).
Gálvez, Diego Alejandro:
(1774): Itinerario geográfico, histórico, crítico y litúrgico de la España, Francia, País
Bajo y gran parte de Alemania. Sevilla.
(s.a.): Correspondencia con el Conde del Águila. AMS. Sec. XI 14(4º)/5; 14(4º)/8 y
60/17-18.
García de Córdoba, A.:
(1746): Historia, antigüedad y excelencias de la villa de Osuna. Córdoba. Colombina
Mss. 58-3-21 y BN 10479.
García Merchante y Zuñiga, Marcos:
(1751). Noticias históricas de la antiquísima villa de Alcalá del Río y del Señor San
Gregorio Osethano. Colombina Mss. 85-3-12.
(1755): Noticias historiales de la antigüedad, grandezas y algunas de las familias de la
antiquísima villa de Alcalá del Río. Alcalá del Río (Archivo Parroquial).
(1771): Memorias de la antigüedad de la villa de Alcalá del Río, recogidas para la
historia de San Gregorio Ossetano. BN Mss. 18971 (entre los papeles de Gutiérrez Bravo).
Germán y Ribón, Luis:
(1750-1752): Inscripciones de Sevilla enviadas por D. Luis Germán y Ribón y D. José
Cevallos a la Academia de la Historia. RAH Mss. 9/3940
(1760): Exámen de la disertación del señor don Tomás Andrés de Gusseme sobre la
antigüedad de la villa de Lora del Río. SBL Tomo VI. Fols. 1-39.
(s.a.): Crónica de Sevilla de 1756 a 1783. Sevilla. AMS. Sec. XI, Tomo 3.
(s.a.): Correspondencia con el Conde del Águila. AMS. Sec. XI, 14(4º)/1 y 14(4º)/3
(s.a.): Continuación de los Anales de Zúñiga. Sevilla. Colombina. Mss. 84-4-25/26 y
83-5-16/19.
Ghazzal, Ahmad ibn al Mahdi al:
(s.a.): Embajada marroquí a España en el Siglo XVIII. Madrid.
Godoy y Álvarez de Faria, M.:
(1836): Cuenta dada de su vida política por don Manuel Godoy, Príncipe de la Paz.
Memorias críticas y apologéticas para la historia del reinado del Señor Carlos IV de
Borbón. 2 vols. Madrid.
Goltzius, Hubertus:
(1708): Huberti Goltzii De re nummaria antiqua opera quae extant universa quinque
voluminibus comprehensa. 5 Vols. Amberes.
Gómez Gayoso, Benito:
(1749): Discurso apologético probando que la antigua Ulia estuvo donde ahora
Montemayor. RAH Mss. 9/5996.
Gómez-Moreno González, Manuel:
(1870): Memoria de los trabajos realizados por la Comisión de Monumentos de
Granada en los seis trimestres desde principios del año de 1869 a Junio de 1870. Granada.
ARAH. CAGR/9/7955/20(2).

764
Gómez-Moreno Martínez, Manuel:
(1889): Monumentos Romanos y visigóticos de Granada. Granada.
Góngora Martínez, Manuel de :
(1860): Viaje literario por las provincias de Granada y Jaén. Comunicación elevada a
la Real Academia de la Historia el 12 de Febrero de 1860. Madrid.
(1867): Memoria premiada por la Real Academia de la Historia fijando definitvamente
el sitio de la Colonia Salariense. Madrid.
González, Casto:
(1794): Instituciones antiquo-lapidarias traducidas de la lengua toscana por Casto
González. Madrid. Imprenta Real. BN Mss. 2-42863. CSIC 11-5-8 y Colombina Mss. 43-
1-29.
González de Barcia, Andrés:
(1744): Diálogos de medallas, inscripciones y otras antigüedades. Madrid. Imprenta
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(1861): “Ambassade marrocaine en Espagne au XVIII siècle. Etrait de la relation d´un
voyage en Espagne”. Revue Africaine V, 456-467.
Guichot, J.:
(1873): Historia de la ciudad de Sevilla desde los tiempos más remotos hasta nuestros
días. Sevilla.
(1898): Historia del Ayuntamiento de Sevilla. Sevilla.
Gusseme, Tomás:
(1755a): Traza, método y distribución, para una Colección General de inscripciones
antiguas de España, con la Biblioteca de Autores, que debe examinarse y consultarse para
su formación. Madrid. Campomanes 4-1(1).
(1755b): Discurso breve y observación sobre las ruinas y despoblado, que se creen ser
de la antiquísima ciudad de Turdeto, término de la ciudad de Arcos de la Frontera, en
Andalucía. RAH Mss 9/5977 y 9/4031.
(1756a): Discurso sobre Arqueología. Colombina. Mss. 59-6-26 (23).
(1756b): Noticia del despoblado del Municipio Arvense en la Bética y de las
antigüedades que existen en la villa de Alcolea de la Orden de San Juan con la
determinación del municipio Canamense. RAH Mss. 9/5977 y 9/4027.
(1756c): Breve noticia del despoblado de Setefilla en Andalucía y conjeturas sobre la
situación de la antigua Aria. RAH. Mss. 9/5977.
(1757): Descubrimiento de un Pueblo antiguo de la Bética, llamado Muniguense,
comprobado con las inscripciones que mantiene. Y otras noticias Geográficas para el
gusto de los antiquarios. RAH Mss. 9/5977.
(1758): Disertación sobre la antigüedad de la villa de Lora del Río de Andalucía.
Noticia de su estado presente y de los vestigios que mantiene desde la época de los
romanos y de los Gentiles. SBL Tomo IV Disertaciones (fols. 103-139). AMS Sec. XI
14(4º)7/13.
(1759): Vindicación de legitimidad de una inscripción antigua de Porcuna, impugnada
por falsa. RAH Mss. 9/3937.
(1760): Desconfianzas críticas sobre algunos monumentos de antigüedad, que se
suponen descubiertos en Granada en las excavaciones de su Alcazaba desde el año 1753.
RAH Mss. 9/4027, 9/4028 y 9/4029. BN Mss. 13187. BUS 85-5-33 y Colombina Mss 104-
342 (están en el Tomo 95 de papeles varios).
(1762a): Reflexiones geográficas sobre algunos monumentos de la antigüedad hasta
ahora no publicados. RAH Mss. 9/5977 y BN Mss. 20287(24).

765
(1762b): Dos inscripciones remitidas a la Academia de la Historia. RAH Mss. 9/3940.
(1770): Ensayos de Numismática. Colombina Mss. 59-6-26(6).
(1773): “Disertación sobre algunas antigüedades inéditas de la Bética”. Memorias
Literarias de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras I, 106.
(1773a): “Noticias pertenecientes a la historia antigua y moderna de Lora del Río”.
Memorias Literarias de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras I, 228-264.
(1773b): Diccionario Numismático. 6 Vols. Madrid. Imprenta Ibarra. BN. Mss. U-
338/43. SBL Mss. 6-2-15. RAH Mss. 16/6032 a 16/6037. Lázaro. Mss. 6883. BUS Mss.
Estante N-164 y 256-107 y Colombina Mss. 53-4-1-6.
(s.a.): Bibliotheca de inscripciones y lápidas de España. Campomanes 4-1.
(s.a.): Noticias sobre Oducia o Sobre la situación de la antigua población de Oducia.
RAH Mss. 9/5977.
(s.a.): Noticias del despoblado de Setefilla, en Andalucía. RAH Mss. 9/4027.
(s.a.): Noticias de las poblaciones antiguas de España sacadas del Diccionario
Numismático de Gusseme. RAH Mss. 9/6051(27).
(s.a): Examen crítico de las inscripciones romanas de España que se han impugnado
por falsas espurias o sospechosas. RAH Mss. 9/4028 y Mss. 9/4029.
(s.a.): Noticias pertenecientes a la Historia antigua y moderna de Lora del Río, Alcolea
del Río, Setefilla y Arva en Andalucía. RAH Mss. 9/3940.
Gutiérrez, Bartolomé Domingo:
(1752): Antigüedades, Grandezas y Memorias de la Mui Noble y Mui Leal ciudad de
Xerez de la Frontera. Colombina Mss. 84-3-14 y BN Mss. 18290.
(1752-57): Historia de las antigüedades, memorias de la Mui Noble y Mui Leal ciudad
de Xerez de la Frontera. 4 Tomos. Colombina Mss. 84-3-14 a 84-3-19.
(1754): Reflexiones sobre la opinión admitida por Fray Enrique Flórez sobre el
emplazamiento de Asta Regia. Sevilla.
(1755): Año Xericense. Diario eclesiástico y civil de la muy noble y muy leal ciudad de
Xerez de la Frontera. Sevilla. Imprenta de Joseph Padrino.
(1755): Reflexión sobre la opinión admitida por el M.R.P. Mro. Fr. Enrique Flórez que
niega la identidad de Asta con Xerez de la Frontera. Imprenta Joseph Padrino. Sevilla.
(1757): Historia del estado presente y antiguo de la Mui Noble y Muy Leal ciudad de
Xerez de la Frontera. Colombina Mss. 84-3-15 y 84-3-16.
(1792): Historia de la muy noble y muy leal ciudad de Jerez de la Frontera. Sevilla.
Gutiérrez Bravo, Patricio:
(1763): Adiciones a las antigüedades de Lucena y notas sobre algunos puntos de
historia y antigüedad de la misma ciudad. BN Mss. 1744 (fols 91-172).
(1765): Noticia geográphico histórica de una inscripción descubierta por septiembre
de 1764 en el término de la villa de Arahal y de otras piedras y medallas geográphicas
inéditas. Sevilla. Imprenta Joseph Padrino. BN Mss. 2-61320. Colombina Mss. 21-3-68.
CSIC CEH 19-1531 y RAH Mss. 9/4128 y 14/7016.
(1771a): La antigua Saepona restituida a su verdadero sitio. Carta apologética que
dirige a un amigo D. Patricio Gutiérrez Bravo, presbytero del Arahal, sobre las cuatro
cartas de D. Francisco Javier de Espinosa y Aguilera, cura de la villa de Cortes. Imprenta
de José Padrino. Sevilla. Imprenta Joseph Padrino. BN Mss. VE/1350/8, Cº 360(21) y Cª
317(44), Colombina Mss. 63-1-14(12) y RAH Mss. 14/7016.
(1771b): Anales de la villa de Morón de la Frontera y noticias de los famosos hechos
de sus célebres y notoria antigüedad, con la de sus ilustres conquistadores y blasón de sus
armas. BN Mss. 1747 (fols. 154-195).

766
(1771c): Discursos geográficos de la Bética Romana, sus límites, sus ríos, sus gentes,
sus pueblos, sus nombres antiguos y modernos y la situación de cada uno de ellos, sus
lápidas y medallas geográficas. BN Mss. 18971.
(1775): Disertación crítico-histórica-dogmática sobre las monedas que recibió Judas
por su traición y sobre el siclo de los Hebreos. Mss Inédito. BUS Mss. 331/35.
(1776): Colección de medallas y varias inscripciones romanas principalmente de la
Bética recogidas de algunos manuscritos y de sus originales.
Hardouin, Père Jean:
(1741): Caii Plinii Secundi Historiae naturalis libri XXXII. Quos interpretatione et
Notis Illustravit Joannes Harduinus.Paris.
Hermosilla y Sandoval, Ignacio de:
(1761): Antigüedades árabes de Granada y Córdoba. RABASF Legs. 37-1/1 y 37-
1bis/1.
(s.a): Breve discurso sobre la utilidad o necesidad del estudio de la lengua árabe y
principales causas de su decadencia en nuestra España. RAH Mss. 9/5995.
Hermosilla y Sandoval, José de:
(1766): Epistolario con Ignacio de Hermosilla. RABASF Leg 37-1/1.
(1767a): Descripción de la fortaleza de la Alhambra. RABASF Leg 37-1/1.
(1767b): Descripción del templo de la Santa Yglesia Cathedral de Córdoba. RABASF
Leg 37-1/1.
Hidalgo Morales, J:
(1842): Iliberia o Granada. Memoria histórico-crítica, topográfica, cronológica de sus
antigüedades. Granada.
Hierro, José del:
(1749): Antigüedades de Ulia, hoy la villa de Montemayor, del reinado de Córdoba.
Montilla. RAH Mss. 9/7567(40), BN Mss. 18635(8) y Colombina 56-4-10.
(1750): Averiguaciones curiosas. Noticias geographicas sobre varios Pueblos
Romanos de la Bética. Sevilla. Colombina Mss. 64-7-120(12) y Mss. 64-8-132(2).
(1756): Reparos curiosos sobre la disertación de Onuba que acaba de salir. RAH Mss.
9/5772 y Colombina. Mss. 64-8-132(5).
(1760): Itinerarum Antonini Augusti per Baeticam Romanam ab Josepho a Hierro S. J.
correctum et illustratum. RAH Mss. 9/4029.
(1765): Indice para el discurso geográfico de la Bética Romana. BN Mss. 20287(52).
(s.a.): Discursos geográficos de la Bética romana, de sus límites, ríos, gentes, pueblos,
sus nombres antiguos y modernos y la situación de cada uno. RAH Mss. 9/5984 y
9/5772(1) y Colombina Mss. 64-8-132(4).
(s.a.): Lapidario Bético Geográfico del que es autor el Padre José del Hierro, de la
Compañía de Jesús. Colombina Mss. 64-8-132(1).
(s.a.): Cuadernos de inscripciones antiguas de la Bética. RAH Mss. 9/5772.
(s.a.): Huelva vindicada. Huelva.
(s.a.): Monetario del Padre José del Hierro, de la Compañía de Jesús. Colombina Mss.
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(1862b): “Antichità della Spagna. V. Monumenti Romani in Andalucia”. Bollettino
dell´Istituto di Corrispondenza Archeologica, 99 y ss.
(1862c): “Epigrafische Reiseberichte aus Spanien und Portugal”, Monatberichten der
königl. Akademie der Wissenschaften zu Berlin 1862,16-113
(1862d): “Inschirften von Carmona. Trigueros und Franco, zwei spanische
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(1773): Compendio de la Historia de España. Madrid. Andrés Ortega. BN Mss. 2-
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(1864): Historia, descripción y catálogo de las colecciones histórico-etnográficas,
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Jurado, J.Mª.:
(s.a.): Disertación sobre el sepulcro de Belisario. RAH Mss. 9/5992.
(s.a.): Historia abreviada de la villa de Espejo, o sea compendio de otra ideada con
este epígrafe: La Colonia Claritas Julia, hoy Espejo, villa del reino de Córdoba con
algunas disertaciones y apéndices justificativos a tal fin. RAH Mss. 9/7378.
Jurado y Aguilar, A.M.:
(1776): Ulia ilustrada y fundación de Montilla. Historia de dos ciudades. Córdoba.
Jurado y Aguilar, Lucas.:
(1763): Ulia en su sitio y Montilla en su centro. Apología histórica: razones y
conjeturas que apoyan y fundan el argumento de la obra y para su más sólida conclusión

768
se desa en todo la verdad. Córdoba. Imprenta de Julián Díaz Serrano. BN Mss. V.E.
360(22) y BUS Mss. 110-54(10).
(1770): Libro de Montilla. Córdoba.
(s.a.): Memorias antiguas y modernas de Montilla, lápidas, sepulcros romanos, cipos,
estatuas, monedas y medallas romanas, góticas y arábigas que se han hallado en sus
contornos. Montilla.
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(1862): “Griechische Inschirften in Spanien”. Rheinisches Museum XVII, 66-80.
Laborde, Alexandre de:
(1802): Mosaïque d´Italica. Description d´un pavé en mosaïque. París.
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hoy Santiponce, en las cercanías de Sevilla. Madrid. CSIC. M-Histor. A-top-Vitrina-103.
(1806b): Voyage pittoresque et historique de l´Espagne. Paris. 3 Tomos. Imprenta
Pierre Didot. RAH Mss 9/6545 y 11/825. CSIC. M-Histor. HA G 1428/2.
Lain y Rojas, Fray Salvador:
(1803): Historia de los Santos Mártires Juan Lorente de Cetina y Pedro de Dueñas,
patronos de la provincia de Granada. Córdoba. BN Mss. 3-13617.
(s.a.): Cartas a la Real Academia de la Historia. RAH Mss 9/3937.
Landi, Constanzo:
(1695): Discorso di M. Sebastiano Erizzo sopra la medaglie de gli antichi. Con la
dichiaratione delle monete consulari, delle medaglie de gli imperadori romani. Vinegia.
Lantier, Étienne François:
(1809): Voyage en Espagne du Chevalier Saint Gervais, officier français, et des divers
événements de son voyage. 2 vols. Paris. A.Bertrand.
Lasso de la Vega, Francisco:
(1752): Lección sobre una inscripción antigua de dedicación de estatua. BN
Mss.20287(18 y 40).
(1773): “Extracto de la disertación escrita con motivo de una inscripción antigua
descubierta en Sevilla (10 de Noviembre de 1752), a Flavio Valero Constancio” Memorias
Literarias de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras I, 67-96.
(s.a.): Noticias para formar el discurso histórico y geográfico de la villa de Alcalá del
Río y sus grandezas, y juntamente noticias del Glorioso San Gregorio Osetano, cuyo
sagrado cuerpo allí se venera. Colombina Mss. 64-8-132.
(s.a.): Discurso sobre algunos lugares cercanos a Sevilla. BN Mss. 20287(23).
Lastanosa, Vicente Juan de:
(1645): Museo de Medallas Desconocidas de España. Impresor Juan Nogués. Huesca.
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Leirens y Peellart, Livino Ignacio:
(1752): Disertación sobre las medallas de la Provincia de la Bética. Sevilla. SBL
Tomo III Disertaciones (fols. 313-331), AMS Sex. XI, Tomo 14(4º)/1 y Memorias
Literarias de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras II. Sevilla (1843) 271-314.
(1753a): Censura a la Disertación de Juan Sánchez Reciente sobre las ventajas que
saca la Historia del conocimiento del estudio de las medallas antiguas. SBL Tomo IV
Disertaciones (fols. 84-86).
(1753b): Censura y dictamen del papel escrito por Don Tomás Andrés de Gusseme
sobre Desconfianzas críticas sobre algunos monumentos de la antigüedad, que se suponen
descubiertos en Granada. RAH Mss. 9/4027(7).

769
(1755a): Explicación de un monumento antiguo hallado en el Palacio de Medinaceli de
Sevilla. SBL Tomo I Disertaciones (fols. 58-77), RAH Mss. 9/3940 y Memorias Literarias
de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras I. Sevilla..
(1755b): Explicación a una inscripción que se halla en una basa del jardín de los
excelentísimos señores de Alcalá, a quien se la regaló el Marqués de Estepa, don Adán
Centurión, que la hizo traer de Acci, pueblo antiguo de la isla de Córcega. SBL Tomo II
de las Disertaciones (fols. 117-124) y RAH 9/7567(8).
(1757): Disertación sobre el sitio moderno de la antigua Tartessos. SBL Tomo II de
las Disertaciones (fols. 141-149) y AMS. Sec. XI, Tomo 14(4º)/6.
(1758): Censura a la Disertación de don Manuel Trabuco y Belluga sobre los antiguos
pueblos de la Bética Céltica. SBL Tomo VI de Disertaciones (fols. 9-11).
(1761): Disertación sobre una moneda del Emperador Nerva. AMS Sec. XI. Tomo
14(4º)/(7).
(1762): Disertación sobre la aplicación de dos medallas antiguas de Córdoba para la
ilustración de su historia. SBL Tomo VIII Disertaciones (fols. 60-67).
(1760-1770): Correspondencia con Díaz de Ayora. Colombina Ms. 56-4-10 y 82-3-16.
(1773a): “Medallas”. Memorias Literarias de la Real Academia Sevillana de Buenas
Letras I, 205.
(1773b): “Disertación sobre la identidad y sitio de la antigua ciudad de Tarteso y
Carteya”. Memorias Literarias de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras I, 102.
Lelio Levanto, Francisco:
(s.a.): Correspondencia con el Conde del Águila. AMS. Sec. XI 23(4º)/18.
Lendínez, J.:
(1778): Augusta Gemella. Ylustrada con los pueblos de su partido, oy villa de Martos.
Martos.
López Alonso, Cecilio:
(s.a.). Historia de Andarax, en la Alpujarra. Andarax.
López de Ayala, Ignacio.:
(1782): Historia de Gibraltar. Madrid. Imprenta de Antonio de Sancha. RAH Mss.
3/6634.
López Bustamante, Guillermo.:
(1797): De las medallas de Nebrissa en la Bética. BN Mss. 8971.
(1797): Exámen de las medallas antiguas atribuidas a la ciudad de Munda en la Bética
por el Rvd. Flórez, Carlos Comba y otros célebres antiquarios. BN Mss. 12321.
(1799): Exámen de las medallas atribuidas a la ciudad de Munda, en la Bética.
Madrid. Imprenta Real. BN Mss. 2-64515. RAH Mss. 1-812 y 1-9884.
López de Cárdenas, Fernando José:
(1755a): Carta al Padre Enrique Flórez sobre una lápida sepulcral visigoda hallada
en la villa de Montoro. RAH Mss. 9/7567(I,7).
(1755b): Attubi ilustrada o comentarios históricos sobre la antigüedad y nobleza de la
villa de Espejo. Montoro. RAH Mss. 9/7378 y BN Mss. 18818.
(1764a): Carta de Don Fernando José López de Cardenas al jesuíta Don José del
Hierro sobre inscripciones romanas. Colombina. Mss. Varios en folio 120 (12).
(1764b): Disertación sobre el nombre de Polei, aplicado a la villa de Aguilar. SBL
Tomo VIII de las Disertaciones (fols. 206-213).
(1765): Noticias pertenecientes a la topografía de muchos lugares antiguos de la
Bética. Madrid. BN Mss. 18818 y RAH Mss. 9/7379.
(1770): Disertación sobre la antigüedad de unos sepulcros descubiertos en la villa de
Montoro, del Obispado de Córdoba en este año de 1769. Colombina Mss. 59-6-26.

770
(1771): Disertación sobre una inscripción antigua descubierta en una piedra de la
villa de La Rambla en el año de 1771.
(1772a): Discurso sobre un busto i vitrina descubierto en Montoro por Don Fernando
José López de Cárdenas en el día 19 de Diciembre de 1772. BN Mss. 19007 (fols. 192-
199).
(1772b): Lápidas halladas en la villa de Montoro, que prueban su antigüedad. RAH
Mss. 9/3940.
(1772-73): Memorias antiguas de algunas poblaciones de la Bética, de su topografía y
de inscripciones inéditas o erradas que, con observaciones y notas ofrece a la Muy Ilustre
Real Academia de Buenas Letras de Sevilla D. Fernando José López de Cárdenas,
miembro honorario de su Real Cuerpo y cura de Montoro. 2 vols. Córdoba. Colombina
Mss. 58-3-1 y 58-3-2.
(1773): Memoria de la colección de manuscritos que del Licenciado Juan Fernández
Franco recogió y copió el cura de Montoro D. Fernando José López de Cárdenas. RAH
Mss. 11/8056(9).
(1775a): Franco ilustrado. Notas a las obras manuscritas del insigne anticuario Juan
Fernández Franco: en las que se corrigen, explican y añaden muchos lugares, para
instrucción de los aficionados a las buenas letras. Por don Fernando José López de
Cárdenas, cura de la villa de Montoro. Trata de la Demarcación de la Betica antigua, sus
límites, gentes, rios, montes, pueblos y antigüedades ya desconocidas por el prolapso de
los siglos, con la vida del Licenciado Franco. Parte I: Córdoba. Córdoba. BN Mss. R-
28607 y U-5576, CSIC HE-6054 y BPR Pas 3788.
(1775b): Antorcha de la antigüedad, en la que se trata de las señales y rastros para el
conocimiento de ella. Y en particular de las antigüedades de Ecija y Estepa, escritas por
D. Francico José López de Cárdenas. Parte II: Córdoba. Córdoba.
(1776-1780): Correspondencia. RAH Mss. 9/7379.
(1777): Memorias de la ciudad de Lucena y su territorio, con varias notas de erudición
pertenecientes a la Bética. Ecija. Imprenta de Benito Daza. BN Mss. 2-20612. RAH Mss.
5/2490 y Colombina Mss. 53-3-18.
(1782): Extracto geográfico, legal y genealógico del estado de Aguilar de la Frontera,
sus términos y lugares, con sus pertenencias sacado de la Historia de Aguilar, que escribe
D. Fernando José López de Cárdenas. RAH Mss. 9/7379.
(1785a): Descubrimiento de monumentos antiguos de romanos y godos hechos en villa
de Montoro. Córdoba. Imprenta de Juan Rodríguez de la Torre. BN V.E. Caja 372(7) y V.
Caja 744(1).
(1785b): Epora christiana o Memorias de la Christiandad de la Muy Ilustre y Antigua
Villa de Montoro en la Andalucía, reyno de Córdoba. BN Mss. 19007(fols 200-240v).
(s.a.): Correspondencia y varios opúsculos del cura de Montoro D. Fernando José
López de Cardenas. BN Mss. 2541.
(s.a.): Cartas y fragmentos. BN Mss. 19007 (fols. 289-334).
(s.a.): Disertación original sobre la existencia y magnitud de los Gigantes con motivo
de haber descubierto en la ciudad de Montilla un sepulcro con descomunales huesos
humanos. RAH Mss. 9/5215 y Colombina Mss. 64-7-101(10).
(s.a.): Memorias de la antigua Epora, hoy la villa de Montoro. Montoro. RAH Mss.
9/7378 y BN Mss. 19007 (fols. 119-192).
(s.a.): Disertación histórico-geográfica de Epagro, contraída a la villa de Aguilar.
Montoro. RAH Mss. 9/7379
(s.a.): Breve disertación sobre el origen y antigüedad de la villa de Aguilar, sobre si
fue o no silla episcopal. Montoro. RAH Mss. 9/7379

771
(s.a.): Antigüedades de Aguilar de la Frontera. Comentarios históricos de su territorio.
Montoro. RAH Mss. 9/7379
(s.a.): Correspondencia con el Conde del Águila. AMS. Sec.XI 20(4º)/14; 20(4º)/17-
18 y 20(4º)/21.
López Cardera, V.:
(1789): Informe sobre las Excavaciones en Córdoba realizadas por Ramón José de
Arce y Revollano en el campo de la Merced, cerca de la Puerta de la Malmuerta.AHN
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(1787-1788): Diccionario Geográfico de España. Madrid. BN Mss. 7294(Cádiz y
Cordoba), 7301(Huelva y Jaen), 7303, 7304(Malaga),7306(Sevilla), 7307, 7308, 7309,
7310, 7311 y 7312.
Lozano y Casela, Pablo:
(1804): Antigüedades árabes de España. Madrid. Imprenta Real. BPR IX/M/29.
Luján, Carlos:
(1752): Correspondencia entre el Teniente Coronel de Ingenieros D. Carlos Luján y el
Comandante General D. Juan Martín Cermeño sobre unas grutas de jaspes que se hallan
en Torremolinos, Toloj y Churriana y algunas antigüedades de Cártama. AHMilitar. Mss.
4-5-4-3.
(1876): “Comunicaciones dirigidas al Marqués de la Ensenada dándole cuenta de las
antigüedades e inscripciones halladas en la villa de Cártama”. RABM VI, 210-214 y 223-
226.
Luzán, Ignacio:
(1796): “Disertación sobre el origen y patria primitiva de los Godos”. MRAH I, 99-140.
(1796): “Disertación en que se demuestra que Ataulfo fue el primer rey godo de
España”. MRAH I, 243-264.
Maldonado Saavedra, José:
(s.a.): Discurso de los lugares llamados ilienses que antiguamente hubo en la provincia
de Andalucía, a qué sitios y lugares corresponden al presente. RAH Mss. 9/4209.
(s.a.): Discurso sobre el sitio de Munda. RAH Mss. Papeles de Vargas Ponce.
Maraver y Alfaro, Luis:
(1863): Historia de Córdoba desde los más remotos tiempos hasta nuestros días. Tomo
I. Córdoba.
Mariana, Padre:
(1796): Historia General de España. Imprenta Monfort. Tomo IX.
Mariscal de San Antonio, Fray Pedro:
(1766): Carta escrita a Diego Alejandro de Gálvez sobre antigüedades. RAH Mss.
9/5996(313-125).
(s.a.): Correspondencia entre Fray Pedro Mariscal de San Antonio y Diego Alejandro
de Gálvez sobre la historia y antigüedades de Bornos. Colombina Mss. 82-3-15 y 63-9-83.
Martín Rodríguez, Arcadio:
(1784): Copia del Diario de trabajos y descubrimientos que en las excavaciones
practicadas en Osuna, el año 1784, escribió el comisionado de dicho trabajo D. Arcadio
Martín Rodríguez. BUS Mss. 333-201.
Martínez Delgado, F.
(1875): Historia de la ciudad de Medina Sidonia. Cádiz.
Martínez García, Francisco:
(1793): Historia civil y eclesiástica de la ciudad de Medina Sidonia. Cádiz.

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Martínez Gómez Gayoso, Benito:
(1749): Ulia es Montemayor. Discurso apologético. Convencimiento Histórico. RAH
Mss. 9/5956 (fols. 131-145)
Martínez de Mazas, José:
(1788): Descripción del sitio y ruinas de Cástulo, y noticias de esta antigua Ciudad en
el Reyno de Jaén. RAH Mss. 9/5959 (fols. 65-95) y BN Mss. 18704(5).
(1794): Retrato al natural de la ciudad y término de Jaén. Jaén. Imprenta Pedro de
Doblas. BN Mss. 2-61885 y RAH Mss. 4/2472.
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(1787): Prólogo a la Ciencia de las Medallas. Madrid.
Masdeu J. Fco.:
(1783): Historia Crítica de España y la Cultura Española. Madrid. 20 vols. BN Mss.
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(1789): Colección de Lápidas y medallas que sirven para ilustrar la España Romana.
Madrid. 2 Vols. Imprenta de Sancha. Incluída en los Tomos V y VI de su Historia Crítica.
(1808): Colección antiquaria de la España romana. Roma. RAH Mss. 9/5888, 9/5889,
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(s.a.): Historia Crítica de España. RAH Mss. 9/5660.
(s.a.): Correspondencia con el Conde del Águila. AMS. Sec. XI 26(4º)/30-31.
Mateos Murillo, Antonio:
(1753): Juicio que se ha formado en razón de unas lápidas nuevamente descubiertas en
la ciudad de Xerez de la Frontera por el Licenciado Antonio Mateos Murillo. RAH. Mss.
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(1755): Disertación histórico-cronológica en la que se trata de los progresos que ha
tenido desde su origen la ciudad de Jerez de la Frontera hasta la entrada de los árabes en
España. RAH Mss. 9/5882.
(s.a.): Inscripciones de la Bética coleccionadas por Mateos Murillo. RAH Mss. 9/3934,
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Matute y Gaviria, J.:
(1827): Bosquejo de Itálica. Sevilla.
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(1886a): “Adiciones al tomo IV de Ponz”. ArchHisp I, 379.
(188b6): Noticias relativas a la Historia de Sevilla. Sevilla.
(1887): Anales eclesiásticos y seculares de Sevilla desde 1701 hasta 1800. Sevilla. 3
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(1889): Noticias relativas a la Historia de Sevilla que no constan en sus anales.
Matute y Gaviria, M.:
(1822): Historia de la Judería de Sevilla. Sevilla.
Mayans i Siscar, Gregorio:
(1734): Cartas Morales. 2 vols.
Medina-Conde y Herrera, Cristobal de:
(1763): Cartas del Sacristán de Pinos sobre los nuevos descubrimientos en la
Alcazaba. Granada. Colombina Ms. 66-1015-16.
(1764a): Satisfacción a las Desconfianzas Críticas que sobre algunos monumentos de
Antigüedad descubiertos en la Alcazaba de Granada desde el año 1751. RAH Mss.
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(1764b): Paseos por Granada y sus contornos. Granada. Imprenta Nicolás Moreno. BN
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(1765): Informe a los eruditos sobre la oposición que hicieron a los descubrimientos
antiguos de Granada el famoso antiquario Pedro de Valencia y otros literatos. BN Mss.
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(1779): Correspondencia con D. Manuel de Roda con motivo de las falsas
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(1782): Antigüedades y Edificios Suntuosos de la ciudad y obispado de Málaga.
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(1789-1795): Conversaciones históricas malagueñas o materiales de noticias seguras
para formar la historia civil, natural y eclesiástica de la muy ilustre ciudad de Málaga.
Málaga. BN Mss. 2-64406
(1790): Informe sobre Munda. RAH Mss. 11/8331.
Méndez, Fray Fco.:
(1860): Noticias de la vida y escritos del Rvdo. Padre Henrique Flórez, con una
relación indicada de los viajes que hizo a las provincias y ciudades principales de España.
2ª Edición. Madrid..
Mesa Xinete, Francisco de:
(1763): Compendio histórico de la muy noble y leal ciudad conocida por Xeréz de la
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(1763): Extracto del compendio histórico y sagrado de Jeréz de la Frontera. RAH
Mss. 9/4230(1).
(1766): Demostración histórica de haver sido la ciudad de Xerez de la Frontera y en
su término la de Tarteso, Turdeto, Xera, Carteya, Asta Regia, Asido Caesarina, Astidona,
Asidona, Xerez Saduña y Xerez Sidona, capital del antiguo Obispado Asidonense. Madrid.
Imprenta Manuel Martín. BN V.E. Caja 351(13).
Mohedano Roldán, Jerónimo Antonio:
(1763): Antigüedad de Lucena contra la opinión que la hace modernamente edificada.
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Molina y Saldivar, Gaspar de (Marqués de Ureña):
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(1575): Las antigüedades de las Ciudades de España. Alcalá de Henares.
Moreri, Luis:
(1753): El Gran Diccionario Histórico o Miscellanea Curiosa de la Historia Sagrada y
Profana, que contiene en compendio la Historia fabulosa de los Dioses y de los Héroes de
la Antigüedad Pagana, las Vidas y las Acciones notables de los Patriarchas, Juezes y
Reyes de los Judíos, de los Papas, de los Santos Martyres y Confessores, de los Padres de

774
la Iglesia, de los Obispos, Cardenales, Emperadores, Reyes, Príncipes Ilustres, Capitanes
insignes, de los Autores antiguos y modernos y de quantos se hicieron famosos en alguna
ciencia y arte. El establecimiento y el progreso de las Ordenes Religiosas y Militares; y la
vida de sus Fundadores. Las Genealogías de muchas Familias ilustres de España, de
Portugal y de otros Países. La Descripción de los Imperios, Reynos, Repúblicas,
Provincias, Ciudades, Islas, Montañas, Ríos y otros lugares dignos de consideración de la
antigua y nueva Geographia, etc. La Historia de los Concilios generales y particulares,
con el nombre de los lugares donde se celebraron. Traducido del Francés de Luis Moreri.
Con Amplissimas adiciones y curiosas investigaciones relativas a los Reynos
pertenecientes a las Coronas de España y Portugal, assi en el antiguo como en el nuevo
mundo. Por D. Joseph de Miravell y Casadevante, de la Real Academia de la Historia.
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ciudades, villas, iglesias y santuarios de España. Madrid.
Murillo Velarde, Pedro:
(1752): Geographia Histórica. Tomo I: Andalucía y Extremadura. Madrid.
Nasarre, Blas Antonio:
(s.a.): Introducción a la Biblioteca Polígrafa Universal que compuso don Cristóbal
Rodríguez. RAH. Mss. 9/5742.
Navarro, Antonio José:
(1795): Descripción de Baza y su Hoya. RAH Mss. 9/5981.
Navarro, José:
(1769): Papel tratando de probar que la antigua ciudad romana de Morus, colocada
en el Itinerario de Antonino entre Eliocroca y Basti, estuvo situada en donde está ahora la
población nueva de Chirivel, en el reino de Granada. RAH. Mss. 9/5980.
Noguera y Climent, Vicente J.:
(s.a.): Extracto de las inscripciones y otros monumentos antiguos que se encuentran en
el manuscrito original que conserva la Universidad Literaria de Valencia, del viaje
literario que hizo a Andalucía y Portugal en 1782 el Ilmo. Sr. D. Francisco Pérez Bayer.
Madrid. RAH Mss. 9/5498.
Noris, Enrico:
(1689): Annus et epochae Syromacedonum in vetustis urbium Syriae nummis
praesertim Mediceis expositae, additis fastis consularibus. Florencia.
Occo, Adoph:
(1579): Imperatorum Romanorum numismata a Pompeio Magno ad Heraclium: quibus
insuper additae sunt inscriptiones quaedam veteres; arcus triumphales, & alia and hanc
rem necessaria. Amsterdam.
(1683): Imperatorum Romanorum numismata a Pompeio Magno ad Heraclium, ab
Adolfo Occone olim congesta, Augustorum iconibus exhibita studio e cura Francisci
Mediobarbi Biragi. Milán.

775
Oliver y Hurtado, J y Oliver y Hurtado, M.:
(1860): Demostración del sitio que ocupó la antigua ciudad Munda Bética. Memoria
presentada a la Real Academia de la Historia para el concurso de 1860. Madrid.
(1861): Munda Pompeya. Madrid.
(1875): Granada y sus monumentos árabes. Málaga.
Ortiz y Sanz, José Francisco:
(1787): Los diez libros de Architectura de M. Vitrubio Pollino, traducidos del latín y
comentados por Don Joseph Ortiz y Sanz. Imprenta Real. Madrid.
(1795-1803): Compendio cronológico de la Historia de España, desde los tiempos más
remotos hasta nuestros días. BN Mss. 2-57442 a 2-57447.
(1797): Noticia y plan de un viaje arquitectónico-antiquario encargado por S.M. en el
año de 1790. Madrid. Imprenta Real. BN Mss. V.E. 338(25) y AHN Sección Estado. Leg.
3243.
(1801): Disertación Histórico Geográfica acerca del paraje de la célebre ciudad de
Munda, junto a la cual venció Julio César a los Hijos de Pompeyo. RAH Mss 9/5959 (fols.
116-139v).
(1807): Viaje arquitectónico anticuario de España. Madrid. Imprenta Real. RAH Mss
14/1096.
(s.a.): Monumentos e inscripciones romanas. Inscripciones entregadas a la Sala de
Antigüedades por el Señor José Ortiz y Sanz. RAH Mss. 9/3936.
Panel, Alejandro:
(s.a.): Obras y Manuscritos. BN Mss. 1917, 1992, 2226, 15, 2750, 3579, 3595, 3617,
6432, 6443, 5546, 6548, 8735 y 13251.
(s.a.): Colección de Inscripciones de España. BN Mss. 20275.
Panvinius, Onuphrius:
(1557): Fasti et Triumphi Romanorum a Romulo Rege usque ad Carolus V. Impresor
Estrada. Venecia. BUS Estante 123, número 148.
Pardo de Figueroa, José:
(1740): Sobre el nombre y fundación de Itálica. Sevilla. RAH Mss. 9/5996.
Paruta, Filippo:
(1649): La Sicilia di Filippo Paruta descritta con medaglie e ristampata con aggiunta
da Leonardo Agostini. Roma.
Patin, Charles:
(1671): Imperatorum romanorum numismata ex aere mediae et minimae formae:
descripta et enarrata per Carolum Patinum doctorem medicum parisiensem.
Pérez Bayer, Francisco:
(1764): Cartas a Luis José Velázquez de Velasco sobre inscripciones. RAH Mss.
9/6049(8).
(1766): Apuntamientos acerca de las nuevas excavaciones de la Alcazaba de la ciudad
de Granada y de los monumentos especialmente profanos descubiertos en ellas entre desde
el día 24 de Enero de 1754 hasta principios de 1765. RAH Mss. 9/6121 y Biblioteca
Pública de Toledo Mss. 14.
(1772): Del alfabeto y lengua de los fenices y sus colonias. Madrid. Imprenta Joachin
Ibarra. BN Mss. R-8026, R-22282 y 3-34787.
(1781): De numis Haebreo-Samaritanis et vindiciae Hebraeo-Samaritanorum. 2 Vols.
Valencia. Imprenta Montfort. Colombina Mss. 44-5-29/30. BUS Mss. Estante 315-212 y
BN Mss. U-5280 y 1-24180.
(1782): Diario del Viaje que hizo desde Valencia a Andalucía y Portugal en 1782. BN
Mss. 5953-5954 y RAH Mss. 9/5498.

776
(1789): De conflictis granatensibus monumentis, anno MDCCLIV, ac deinceps detectis
atque in lucem prolatis synopsis historica. Imprenta Joaquín Ibarra. Madrid.
(1790): De numis Haebreo-Samaritanis et vindiciae Hebraeo-Samaritanorum. 2 Vols.
Valencia. BUS Mss. Estante 315-214 y BN. Mss. 2-14403.
(1792): Discurso sobre el sitio de Monda. Madrid (Obra del padre Juan de Mariana).
(1793): Legitimidad de las monedas hebreo-samaritanas, confectacción de la diatriba
“De Numis Hebraica” de Don Olao Gerardo Tychzen. Valencia. Impresor Monfort. BUS
Mss. Estante 18ª-264. BN Mss. 3-32253 y RAH Mss 3/4077.
(s.a.): Extracto de las inscripciones i otros monumentos antiguos que se encuentran en
el manuscrito original que conserva la Universidad Literaria de Valencia, del Viaje
literario que hizo á Andalucía y Portugal en el año 1782 el Ilmo. Sor. Don Francisco
Pérez Bayer del Consejo y Cámara de S.M. Formado por encargo de la Real Academia de
la Historia, por su Socio correspondiente Don Vicente Miguel Joaquín Noguera y Climent,
y escrito por el Doctor Miguel Godínez Presbítero beneficiado de la Metropolitana Yglesia
de Valencia. Madrid. RAH Mss. 9/5498.
(s.a.): Correspondencia con el Conde del Águila. AMS. Sec. XI 26(4º)/14 y 66/26.
(s.a.): Falsedad de los monumentos de la Alcazaba de Granada descubiertos en el año
1754 y siguientes y confutación de la apología que de ellos hizo D. Cristóbal Conde (alias
Medina Herrera), canónigo de Málaga. ARAH. Mss. 9/6121.
Pérez Pastor, M.:
(1771): Compendio de las antigüedades romanas. BPR IV/1559.
Pérez Quintero, Miguel Ignacio:
(1790): Disertación crítico-topográfica. Las Casitérites restituidas a su verdadero
sitio, por haberlas dislocado el inglés Cambdeno y otros sabios extranjeros, cuya
sentencia ha sostenido nuevamente el erudítisimo señor abate Don Juan Francisco de
Masdeu. Sevilla. Imprenta de Vázquez y compañía. BN V.E. Caja 367(15) y 515 (23) y
RAH Mss. 14/7016.
(1792): Disertación sobre la Beturia o ilustración crítica de su tierra, con la noticia de
algunas de sus ciudades. SBL Tomo XVI Disertaciones, fols. 52-118.
(1794): La Beturia vindicada, o ilustración crítica de su tierra, con las noticias de
alguna de sus ciudades e islas. Sevilla. Imprenta de Vázquez y compañía. BN Mss. 2-
64402 y RAH Mss. 14/7016.
Peyron, François:
(1783): Nouveau voyage en Espagen, fait en 1777 et 1778. Londres. P. Elmsley. 2 vols.
Pérez de Sarrio, Ignacio:
(1800): Disertación sobre las monedas desconocidas españolas. Valencia. Imprenta
Benito Monfort. BN Mss. V.E. 513(14).
Piranesi, Gian Battista:
(1744): Vedute di Roma Antica. Roma.
(1748): Antichità romane de´Tempi della Repubblica e de´primi Imperatori disegnate e
incise da Giambatttista Piranesi, architetto veneziano Roma.
Ponz y Piquer, Antonio:
(172-1794): Viaje de España o Cartas en que se da noticia de las cosas más
apreciables y dignas de saberse que hay en ella. Madrid. Imprenta Ibarra. 19 vols.
(1787): Antigüedades árabes de Granada y Córdoba. Madrid.
Rallón, Fray Esteban:
(s.a.): Historia de la muy noble y muy leal ciudad de Jerez de la Frontera. Jerez de la
Frontera. RAH Mss. 11/468.

777
Ramírez de las Casas Deza, Luis María:
(1837): Indicador cordobés o sea Resúmen de las noticias necesarias a los viajeros y
curiosos para tomar conocimiento de la Historia, antigüedades, .... que se conservan en
Córdoba. Cordoba.
(1840-1842): Chorografia histórico-estadística de la Provincia y Obispado de
Córdoba. Córdoba.
(1851): Memoria de varias inscripciones y antigüedades que de algún tiempo a esta
parte se han descubierto en la ciudad de Córdoba. Córdoba. ARAH. CACO/9/7951/26.
Rávago, Fco.:
(s.a.): Cartas al Padre Burriel sobre asuntos que tenía de la Comisión para registrar y
examinar los documentos de los archivos. RAH Mss. 9/5921.
Revert, N. y Stuart, J.:
(1761-1762): Antiquites of Athens mesured and delineated. Londres.
Reyes Ortiz de la Torre, Fray Juan Mateo:
(1799): Partidos triunfantes de la Beturia Túrdula.
Río Estrada, Lorenzo Ignacio del:
(1755): Reparos a la Disertación del señor don Livino Ignacio Leirens sobre la
inscripción y medios relieves de una basa que estaba consagrada a la diosa Isis, que se
conserva en los jardínes del Palacio de los Duques de Alcalá, en esta ciudad de Sevilla,
leído el 14 de Junio de 1755. SBL Tomo I(2º). (fols. 95-116).
Rivera Valenzuela, Juan María de.
(1766): Dialogos de memorias eruditas para la historia de la nobilísima ciudad de
Ronda. Córdoba. Imprenta de la Capellanía. BN Mss. 2-62160 y VE.356(17) y RAH Mss.
11/8332.
Roa, Martín de:
(1629): Écija, sus santos, su antigüedad eclesiástica y seglar. Imprenta de Manuel de
Sande. Sevilla.
Rodríguez de Berlanga, Manuel:
(1861): Estudios romanos. Madrid, 54-59.
(1864): Monumentos históricos del Municipio Flavio Malacitano. Málaga.
(1881): Bronces de Lascuta, Bonanza y Aljustrel. Málaga.
(1897a): “Museo de don Pedro Leonardo de Villaceballos”. Revista de la Asociación
Artístico-Arqueológica Barcelonesa 2, 81-96.
(1897b): “Museo de don Pedro Leonardo de Villaceballos”. Revista de la Asociación
Artístico-Arqueológica Barcelonesa 4, 257-292.
Rodríguez de Campomanes y Pérez de Sorribas, Pedro:
(1751): Papeles sobre los viajes literarios que hicieron a la Biblioteca del Escorial los
señores D. Lorenzo Diéguez y D. Pedro Rodríguez de Campomanes. RAH Mss. 9/5937.
(1753): Idea particularizada para reducir a un cuerpo solo todos los monumentos
auténticos que se hallan dispersamente citados o publicados en las historias generales o
particulares de España con un plan abreviado que facilita la inteligencia de esta idea.
RAH Mss 11/8035(22)
(1755): Representación a la Academia de la Historia sobre la formación de una
colección de inscripciones. Campomanes 4-2.
(1756): Antigüedad marítima de la república de Cartago en el Periplo de su general
Hannón, traducido del griego e ilustrado por... Imprenta Antonio Pérez de Soto. Madrid.
(1772): Instrucción para formar el Diccionario Geográfico acordado por la Real
Academia de la Historia en la Junta de 3 de enero de 1772, que se ha de distribuir entre

778
los Señores Académicos, para que con uniformidad se dediquen a cumplir su
repartimiento. Madrid. Campomanes 21-22 y RAH Mss 11/8035
(1779): Viaje a Extremadura y Andalucía. RAH Mss. 9/5539 y BN Mss. K-7728.
(s.a.): Relación del segundo y tercer viaje al Escorial en los años 1754 y 1755 hechos
por los señores D. Pedro Rodríguez de Campomanes y D. Lorenzo Diéguez. RAH Mss.
9/5725 y 9/5726.
(s.a.): Plan de una Geografía antigua de España. Campomanes 38/30.
(s.a.): Advertencia preliminar a las reglas directivas para la formación del Diccionario
Geográfico de España. Campomanes 21-15.
Rodríguez Gutiérrez, Bartolomé Domingo, véase Gutiérrez, Bartolomé Domingo.
Rodríguez Marín, Francisco.:
(1889): Apuntes y Documentos para la Historia de Osuna. Imprenta de M. Ledesma
Vidal. Osuna.
Rodríguez Mohedano, Fray Pedro y Rodríguez Mohedano, Fray Rafael:
(1776-1791): Historia Literaria de España desde su primera poblaciónhasta nuestros
días: orígen, progresos, decadencia y restauración de la Literatura Española, en los
tiempos primitivos de los Phenicios, de los Cartageneses, de los Romanos, de los Godos,
de los Arabes y de los Reyes Católicos. Tomos en 11 volúmenes. Madrid. Imprenta de
Antonio Pérez de Soto. BN Mss. 3- 51388/98. Lázaro Mss. 14770/71. Colombina Mss. 50-
1B-1/10 y BUS Mss. 83-44.
(s.a.): Correspondecia con Florez y Trigueros. RAH Mss. 9/6049(11).
(s.a.): Correspondencia con Fernando José de Velasco. BN Mss. 2227 y 2571.
Rojas, T.:
(1879): Historia de Antequera. Vol. I. Antequera.
Rojas y Sandoval, Manuel de:
(1755): Breve descripción de las antigüedades de la villa de Porcuna que en otro
tiempo fue la antigua ciudad de Obulco. RAH Mss. 9/4029(fols. 288-307v), Colombina
56-4-10 y BN Mss. 20433/2.
Rosa, Luis de la:
(1802): Copia de los monumentos y particularidades preciosas halladas a legua y
media de distancia de la Villa de Osuna. RAH Mss. 9/3940.
Ruano, Francisco:
(1745): Observaciones sobre las inscripciones y lápidas, nuevamente halladas y
reconocidas por D. Pedro de Villacevallos. Colombina Mss. 64-8-133(15).
(1753-1751): Correspondencia con Pedro Leonardo de Villaceballos. RAH Mss.
9/7564.
(1762): Historia general de Córdoba. Tomo I. Córdoba. BN Mss. 2-28190. Colombina
Mss. N-11-54 y RAH Mss. 11/164
(1795): “Observaciones sobre las inscripciones y lápidas nuevamente reconocidas y
halladas por D. Pedro Leonardo de Villacevallos, caballero de Córdoba, estudiosísimo y
puntualísimo en antigüedades y monedas”. Memorial Literario, Febrero de 1795, 182-192.
(s.a.): Correspondencia con el Conde del Águila. AMS. Sec. XI 4(4º)/6.
Saavedra Moragas, E.:
(1887): “Inscripciones árabes de la Casa de Villacevallos en Córdoba”. BRAH XI, 181-
167.
Sánchez, Tomás Antonio:
(s.a.): Contestación que dio D. Cándido María Trigueros a los reparos que puso
Tomás Antonio Sánchez a la disertación sobre una inscripción hebrea que está en la
puerta que llaman de la Campanilla en la Catedral de Sevilla. RAH Mss. 9/5989.

779
Sánchez de Feria y Morales, Bartolomé:
(1743): Alcalá del Río fue la antigua Ilipa sobre el Betis. BN Mss. 7185 (277-366).
(1749a): Disertación histórica y geográfica de su noble Villa de Castro del Río y su
país seis leguas distantes de Córdoba. RAH Mss. 9/7567 y Mss. 9/5951.
(1749b): Disertación histórica de la Noble Villa de Castro del Río. BN Mss. 7185 (1-
275).
(s.a.): Ulia es Montemayor. Discurso apologético. Convencimiento histórico. BN Mss.
7185 (376-416).
(s.a.): Disertación histórico crítica. Córdoba, antigua metrópoli de la Bética, parte 1ª.
Córdoba. RAH Mss. Librería de Aureliano Fernández Guerra.
Sánchez Reciente, Juan:
(1753): Disertación sobre las ventajas que saca la Historia del estudio de las medallas
antiguas. SBL Tomo IV Disertaciones (fols. 74-83).
(s.a.): Correspondencia con el Conde del Águila. AMS. Sec. XI 14(4º)/1.
Sánchez Sarabia, Diego:
(1761): Carta a D. Ignacio de Hermosilla sobre un cuaderno de inscripciones árabes
hallado en Granada. Fechada en Granada el 1 de Septiembre de 1761. RAH Mss. 9/6050.
(1762-1763): Descripción Histórica que comprende la delineación de los Reales
Alcázares de la ciudad de Granada, que de orden de S.M. y de la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando ha ejecutado Diego Sánchez Sarabia. 2 partes. BN Mss. 13188.
Sánchez Sobrino, Fray Sebastián:
(1774): Viaje Topográfico desde Granada a Lisboa. Granada. Imprenta Real.
Colombina Mss. 19-1-8.
San Martín y Lara, Pedro:
(1754): Noticias que yo Pedro de San Martín y Lara, maestro mayor arquitecto del
Ilmo. Cavildo Recinto de la ciudad de Sevilla, doy del Amphiteatro de Itálica, como se ve á
el presente según el reconocimiento efectuado por orden de el Conde del Águila. Sevilla.
15 de Abril de 1754. RAH Mss. 9/7567(I,38).
Santaella, Antonio:
(1790a): Disertación sobre dos inscripciones halladas en Utrera. SBL Tomo XV
Disertaciones (fols. 36-41).
(1790b): Disertación explicando una lápida sepulcral hallada en la villa de Salteras a
espaldas del púlpito de la iglesia y que al parecer es del siglo VII. SBL Tomo XV de
Disertaciones (fols. 198-208).
(1791): Memoria sobre la verdadera inteligencia de una inscripción romana contenida
en una lápida hallada en el sitio de Tejada y conducida a las Casas Capitulares de Sevilla.
SBL Tomo XV Disertaciones (fols. 281-289).
Sanz, Francisco Tomas:
(1752): Memoria antigua de romanos, nuevamente descubierta en las minas de Río
Tinto, ilustrada con su explicación y notas por un curioso sevillano. BN Mss. VE. 359 (2)
y RAH Mss. 9/3940
Sarmiento, Fray Martín:
(1750): Explicación de algunas medallas antiguas romanas. RAH Mss. 9/5595
(s.a): Obras. RAH Mss. 9/5595.
Scotto, Andrés:
(1615): Tabulae rei nummariae Romanorum Graecorumque ad belgicam gallicamque
monetam revocatae. Amberes.

780
Sempere y Guarinos, Juan:
(1789): Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reinado de
Carlos III. Madrid. 6 volúmenes. BN Mss. R-33728/33; CSIC General-Humanidades A-28
y Colombina Mss. 140-2-29D.
Sobreira y Salgado, Fray Juan:
(s.a): Exceptas del itinerario de Antonino Pío en lo tocante a España, trabajadas e
ilustradas por el Padre Juan Sobreira y Salgado. RAH Mss. 9/6066.
Somodevilla, Zenón de (Ensenada, Marqués de la Ensenada):
(1752a): Instrucción que dio en 8 de Abril de 1752 para la recuperación, conservación
y traslado a la RAH de las antigüedades aparecidas en Cartagena. Simancas, Secretaría
de Marina. Leg. 713.
(1752b): Instrucción que dio en 2 de Noviembre de 1752 a D. Luis José Velázquez, y
que debía observar en el viaje que iba a emprender para averiguar y reconocer las
antigüedades de España. RAH Mss. 9/6000.
Sotelo, A.:
(1740): Descripción de la antigua Itálica. RAH Mss. 9/5959 (fols 60-65).
Spanhemius, Ezequiel:
(1664): Dissertationes de praestantia et usu numismatum antiquorum. Roma.
Swinburne, H.:
(1779): Travels trough Spain, in the years 1775 and 1776. In wich general monuments
of Roman and Moorish Architecture are illustrated by accurate drawing taken in the spot.
Londres. P. Elmsby. 2 Vols.
Symeoni, Gabriele:
(1588): Illustratione de gli epitaffi et medaglie antiche. Lyon.
Tejera y Riosoto, Sebastián de la:
(1794): Disertación sobre la importancia del estudio de las antigüedades. SBL Tomo
II (2ª) Disertaciones (fols. 80-92).
Tormo, José:
(1753): Disertación sobre el lugar de Iliberris y el tiempo en que se celebró el famoso
concilio eliberritano. RAH Mss. 9/5996 (fols. 46-61)
Torres y Orden, Fr. Ambrosio de:
(1774): Palma ilustrada o breve descripción de esta villa, con motivo de declarar el
origen y antigüedad de la milagrosa imagen de Nuestra Señora de las Angustias. Sevilla.
Imprenta de Gerónimo de Castilla. Colombina Mss. 18-4-46 y Mss. 35-1-24 y BUS Mss.
109-33(10) y Mss. 109-70(2).
Townsend, Joseph:
(1787): Journey through Spain in the years 1786 and 1787 with particular attention to
the Agriculture, Manufactures, Commerce, Population, Taxes and Revenue of that country.
Londres. C. Dilly. 3 vols.
Trabuco y Belluga, Manuel:
(1758): Disertación sobre antiguos pueblos de la Bética Céltica. SBL Mss 25-1-6
(Tomo VI Disertaciones, fols. 1-8).
(1765): Carta a Lorenzo Dieguez sobre excavaciones en la provincia de Málaga. RAH
Mss. 11/8237.
(1773): “Discursos sobre los pueblos antiguos de la Bética Céltica”. Memorias
Literarias de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras I, 102.
Traggia de Santo Domingo, Joaquín:
(1801): Parecer sobre una inscripción hallada en Alcalá de los Gazules. RAH Mss.
9/3940.

781
(s.a.): Propuesta del Sr. Joaquín Traggia sobre el método de formar el Diccionario
Geográfico. RAH Mss. 11/8235 (26).
(s.a.): Disertaciones históricas. RAH Mss. 9/5235.
Trigueros de Lara Luján, Cándido María:
(1754): Cartas atribuidas al Licenciado Alonso Franco, sobre monumentos
desconocidos, escritas a un Inquisidor, que se sospecha fuese el Doctor Olivan. RAH Mss.
9/2210.
(1767): El nombre de España. SBL Mss. 25-1-1 (Tomo I Disertaciones, fols. 177-193).
(1772): Disertación explicando una inscripción romana que existió en Carmona. Leída
el 18 de Septiembre de 1772 en la Academia Sevillana de Buenas Letras. SBL Mss. 25-1-
12 (Tomo XII Disertaciones, fols. 115-128) y RAH Mss. 9/5989 (fols. 29-41).
(1773a): “Carta a Sebastián Antonio de Cortés”. Memorias Literarias de la Real
Academia Sevillana de Buenas Letras I, 220-221.
(1773b): “Explicación de una inscripción hebrea que está en la Puerta que llaman de la
Campanilla de la Santa Patriarcal Iglesia”. Memorias Literarias de la Real Academia
Sevillana de Buenas Letras I, 283-305.
(1773c): “Explicación de una inscripción romana existente en Carmona, atribuído por
el célebre Muratori a Sevilla”. Memorias Literarias de la Real Academia Sevillana de
Buenas Letras I, 264-282.
(1773d): “Memoria de varias inscripciones, sellos y monedas inéditas pertenecientes a
la Bética, cuyas copias y dibujos, con la noticia de su descubrimiento y actual existencia,
han sido presentados a la Academia a consecuencia de su particular encargo y comisión”.
Memorias Literarias de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras I, 315-321.
(1773e): Explicación de una inscripción hebrea que está en la Puerta que llaman de la
Campanilla de la Santa Patriarcal Iglesia. BN Mss. R-3023 y 3-3740.
(1778-1804): Correspondencia con Jovellanos, Miguel de Manuel, Conde del Águila,
Tomás de Iriarte y Casimiro Gómez Ortega. BN Mss. 17676, 12977, 12975 y 18692.
(1789): Notas sobre las medallas antiguas de la Real Biblioteca de San Isidro.
Colombina Mss. Varios 12980,14.
(1790): Diccionario Numismático. BN Mss. 21392.
(1791): Inventario del Monetario que fue del Ilmo. Sr. Velasco, comprado por S.M.
para aumentar el Museo de la Biblioteca de los Reales Estudios de esta corte, en virtud de
su Real Orden. BN Mss. 12975(33).
(1792): Discurso de recepción: importancia de la Epigrafía y Numismática para el
estudio de la Historia. RAH. Mss. 11/996 (28).
(s.a.): Copia de lápidas e inscripciones romanas, entre ellas una del Municipio
Muniguense y otras de la Bética. RAH Mss. 9/3940.
(s.a.): Inscripciones que se hallan en varios puntos de España. RAH Mss. 9/6057.
(s.a.): Inscripciones romanas de España y noticias de algunas antigüedades tomadas
de la obra del Dr. Martín Vázquez Siruela y de algunos otros autores. RAH Mss. 9/6059.
(s.a.): Apuntamientos de varias antigüedades sacados por Don Cándido María
Trigueros de la España Sagrada del Maestro Flórez y del Cronicón de Idacio. BN Mss.
18072 (folios 3-36).
(s.a.): Piedras y algunas otras antigüedades extractadas de los Diálogos de Ronda de
Don Juan María de Rivera Valenzuela. RAH Mss. 9/3940.
(s.a.): Apuntamientos del tomo II manuscrito de varias antigüedades que tiene el
Conde del Águila. RAH Mss. 9/6059 (fols. 193-214).
(s.a.): Inscripciones latinas y otros apuntes de varios autores, con interpretaciones de
monedas antiguas. RAH Mss. 9/6058.

782
(s.a.): Inscripción hebrea. RAH Mss. 9/6101.
(s.a.): Correspondencia con el Conde del Águila. AMS. Sec. XI 21(4º)/5.
Twiss, R.:
(1775): Travels through Portugal and Spain in 1772 and 1773. Londres. G. Robinson.
Tyrry y Tyrry, Guillermo (Marqués de la Cañada):
(1748a): Copia de una carta que escribió Don Guillermo Tirry y Tirry, Marqués de la
Cañada y Alférez Mayor del Puerto de Santa María a Don Pedro de Villazeballos, con
fecha 19 de Agosto de 1748, remitiendo adjunto un Cathálogo de las monedas que oro que
poseía. Colombina Mss. 63-9-83(20).
(1748b): Explicaciones numismáticas sobre las Medallas o Monedas consulares y de
familias romanas de el Gaditano Aerario y celebrado Musseo inssit. Del Marqués de la
Cañada, el Sr. D. Juan Thyrry. Dadas a la luz por el trabajo y aplicación misma de su hijo
y hereditario el Sr. D. Guillermo Thyrry, Cavallero del Orden de Santiago y Alférez Mayor
del Puerto de Santa María, sacadas del mismo manuscrito de su propia letra por Don
Pedro Leonardo de Villacevallos. Colombina Mss. 64-8-133(1).
(1748c): Descripción del Gabinete del Marqués de la Cañada, hecha por él mismo.
Colombina. Vol. en folio, 83 (núm. 21).
(1752): Discurso de ingreso en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. AMS.
Sec. XI 14(4º)/4.
(1764): Descripción de las antigüedades del Gabinete del Marqués de la Cañada,
hechas por él mismo; haviéndolas mandado dibujar en 13 láminas, para remitir a Francia
a el Conde de Caylus, por Abril de 1764. Colombina Mss. 63-9-93(21).
(1768-1772): Correspondencia con Díaz de Ayora. Colombina Mss. 64-8-133.
(s.a.): Correspondencia con el Conde del Águila. AMS. Sec. XI 14(4º)/14.
Tyschen, Olao:
(1790): Diatribe de Numis Hebraicis. Ginebra.
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(1750): Proposición a la Academia sobre la forma de organizar una colección
completa de Inscripciones de España. Madrid.
(s.a.): Cronología para la Historia de España. RAH Mss. 9/6039.
(1796): “Investigaciones sobre el origen y patria de los Godos”. MRAH I, 141-224.
(1796): “Disertación sobre el principio de la monarquía goda en España”. MRAH I,
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(1688): Numismata aerea Imperatorum et Caesarum in coloniis, municipiis et urbibus
jure latino donatis. París. BUS 33-71-3.
(1698): Numismata imperatorum Augustarum et Caesarum, a populis romanaet
ditionis graece lonquentibus et omni modulo percussa: quibus urbium nomina, dignitates,
praerogativae, societates, epochae, numina, illustres, magistratus, festa, ludi, certamini et
alia plurima ad eas spectantia consignantur. París. BUS. Estante 134, nº 93.
Vallemont, Pierre:
(1729): Los Elementos de la Historia, o lo que es necesario saber de Cronología, de
Geografía, de la Historia Universal. 5 vols. . BBCC. Mss. 54-2-8.
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(s.a.): Alfabeto Hebreo. RAH. Mss. 9/4223.
(s.a.): Varios papeles sobre el Alfabeto de los Fenicios. RAH. Mss. 9/4223.
(s.a.): Varias noticias sobre Sevilla sacadas de los manuscritos de la Biblioteca del
Conde del Águila. RAH. Mss. 9/4209.

783
(s.a.): Extractos de la Historia de Sevilla que dejó comenzada Argote de Molina. RAH.
Mss. 9/4209.
(s.a.): Viaje Artístico de Sevilla. RAH. Mss. 9/4176.
(s.a.): Noticias sobre el monte Ulia. RAH. Mss. 9/4203.
(s.a.): Discurso histórico geográfico de la villa de Huelva.
(s.a.): Descripción histórica de Sevilla.
Vázquez Clavel, Pedro:
(1781): Conjeturas de Marbella. Entretenimientos histórico-geográficos.
Vázquez Venegas, J.:
(1752): Cuadernos primero de inscripciones de la Catedral de Córdoba. AHN. Estado.
Leg. 3108(2).
(1752): Cuadernos en que se apuntan algunas lápidas romanas y góthicas que se han
conservado en las parroquias de Córdoba. AHN. Estado. Leg. 3108(2).
(s.a.): Colección de memorias lapídeas romanas y góthicas, halladas en la ciudad de
Córdoba y sus inmediaciones. 21 vol. Archivo Catedral de Córdoba. Mss. 258, 466, 467,
468, 259.2, 259.69, 260.1, 260.4 y 260.158.
Velasco y Cevallos, Fernando José de:
(s.a.): Epistolario. BN Mss. 2543,2536,2537,2538,2539,2226,9941-9944, 13633, 2230
y 18630.
Velázquez de Echeverría, Juan:
(1767): Paseos por Granada. BN Mss. 3-72339.
Velázquez y Sánchez, J.:
(1872): Anales de Sevilla de 1800 a 1850. Imprenta de la Fe. Sevilla.
Velázquez de Velasco, Luis José:
(1750): Disertación sobre el teatro y ruinas de Acinipo. RAH Mss. 9/5994 (fols. 125-
162) y 11/8235(29).
(1751a): Memoria presentada a la Real Academia de la Historia en 28 de Mayo de
1751 explicando varias monedas antiguas. RAH Mss. 9/4134
(1751b): Ensayo sobre los alphabetos de las lenguas desconocidas que se encuentran
en las más antiguas medallas y monumentos de España. Madrid. Imprenta Antonio Sanz.
BN Mss. 2-90140 y U-4904.
(1752): Instrucciones que le dio en 2 de Noviembre de 1752 el Marqués de la
Ensenada y que debía observar en el viaje que debía emprender para averiguar y
reconocer las antigüedades de España. RAH Mss. 9/6000.
(1754): Cartas que escribió Don Luis José Velázquez de Velasco a la Real Academia
de la Historia durante el tiempo que tuvo a su cargo la Comisión de la averiguación de las
antigüedades de España. RAH Mss. 9/6000
(1755): Copia de lápidas halladas en Aguadulce. RAH Mss 9/6049(4).
(1759): Anales de la nación española desde el tiempo más remoto hasta la entrada de
los Romanos. RAH Mss. 9/4140.
(1765): Noticia del Viaje de España, hecho de orden del Rey. I de una nueva Historia
General de la Nación desde el tiempo más remoto hasta el año 1516. Sacada únicamente
de los escritores y monumentos originales, y contemporáneos. Con la Colección Universal
de estos mismos escritores y monumentos recogidos. Madrid. Oficina de Don Gabriel
Ramírez. BN Mss 5-4951 y RAH Mss. 9/7018.
(1776): Inscripciones de Antequera copiadas de sus originales. Colombina Mss. 64-8-
132(12).
(s.a): Epistolario de Velázquez con Montiano. BN Mss. 17546.
(s.a.): Apuntes para un Corpus Inscriptionum Hispaniarum. RAH Mss. 9/4155.

784
(s.a.): Monumentos antiguos de Pintura, Escultura y Arquitectura. RAH Mss. 9/4128.
(s.a.): Disertaciones de epigrafía y numismática. RAH Mss. 9/4131, 9/4132, 9/4133 y
9/4134.
(s.a.): Algunos apuntes concernientes a la geografía antigua de España. RAH Mss.
9/4135.
(s.a.): Biblioteca Arábico-hispana del Escorial publicada por D. Miguel Casiri. RAH
Mss. 9/5878.
(s.a.): Colección de Inscripciones y Epitafios de España. RAH Mss. 9/4106.
(s.a.): Colección de Medallas y Monedas. RAH Mss. 9/4119, 9/4120, 9/4121, 9/4122,
9/4123 y 9/4124.
(s.a.): Colección de Inscripciones. RAH Mss. 9/4125, 9/4126 y 4127.
(s.a.): Varios apuntes para la Cronología de España. RAH Mss. 9/4141.
(s.a.): Cronología de los mahometanos de España. RAH Mss. 9/4144, 9/4145 y 9/4146.
(s.a.): Memorias históricas de la ciudad de Málaga. RAH Mss. 9/4151.
(s.a.): Inscripciones de varios puntos de España y Portugal. RAH Mss. 9/4156.
(s.a.): Reglas que propone Luis José Velázquez de Velasco para formar un mapa
general de España y noticia de los que había impresos y manuscritos, así generales como
particulares antiguos y modernos hasta su tiempo. RAH Mss. 9/5878.
(s.a.): Observaciones del viaje a Extremadura y Andalucía y noticia de algunos pasajes
de escritores antiguos. RAH Mss. 9/4118.
Vico Parmense, Aeneas:
(1558): Augustarum Imagines Aereis formus expressae. Venecia. BBCC Mss. 141-18-
24.
Villaceballos y Vera, Pedro Leonardo de:
(1736a): Explicación de ciertas inscripciones de Córdoba. Colombina Mss. 63-9-83(4).
(1736b): Sobre una inscripción romana en Castro del Río. Colombina Mss. 64-8-
133(18).
(1740a): Monedas o medallas imperiales de Augusto. Colombina Mss. 64-8-133(12).
(1740b): Explanación antiquo-lapidea, inscripcional del Museo de D. Pedro Leonardo
de Villa y Cevallos, natural de Córdoba, fijado y establecido en el patio primero de sus
casas, principales de ella, y del Sr. D. Raphael su padre, cavallero de Santiago, en la calle
de las Pabas, calleja de su apellido y collación de la Igleisa Chatedral. BN Mss. 5533.
(1744): Informe circunstanciado de la invención de los siete sepulcros antiguos que se
hallaron en la ciudad de Cordoba, en sitio cercano a una de sus puertas de cerramiento,
llamada del Osario, en el paraje que llaman los Tejares, en el año 1744. Colombina Mss.
64-8-132(11).
(1750): Medallas desconocidas de cobre del Erario Hispánico antiguo Cordubense de
D. Pedro Leonardo de Villa Zevallos que se hallan aquí en bosquejo y muy mal dibujadas,
en 24 de Septiembre de 1750. Colombina Mss. 64-8-133(10).
(1751): Numatorios apuntes del año 1751 de algunas medallas de plata familiares
romanas viejas de el Antiqui-Museo y Erario Cordubense de D. Pedro Leonardo de Villa y
Zevallos y Vera su Colono, por quien aquí escritas e inspeccionadas se exponen, como se
maifiestan.
(1752a): Informe a Don Luis José Velázquez sobre Numismática. Colombina Mss. 68-
4-133(9).
(1752b): Copia y explicación de varias inscripciones que remite D. Pedro Leonardo de
Villa y Zeballos al Padre Enrique Flórez. RAH Mss. 9/7567(7,5).
(1755): Explanación antiquo-lapidea, inscripcional del Museo de D. Pedro de Villa y
Zeballos, natural de Córdoba, fijado y establecido en el patio primero de sus casas

785
principales de ella y del Sr. D. Rafael su padre, caballero de Santiago, en la calle de las
Pabas, calleja de su apellido y collación de la Catedral. Año 1740. RAH Mss. 9/5770(2).
(1758): Numatorios apuntes del año 1758 de algunas medallas de plata familiares
romanas viejas de el Antiqui-Museo y Erario Cordubense de D. Pedro Leonardo de Villa y
Zevallos y Vera su Colono, por quien aquí escritas e inspeccionadas se exponen, como se
manifiestan. Colombina Mss. 63-9-83(6)
(1760): Explanación antiquo-lapidea, inscripcional del Museo de D. Pedro de Villa y
Zeballos, natural de Córdoba, fijado y establecido en el patio primero de sus casas
principales de ella y del Sr. D. Rafael su padre, caballero de Santiago, en la calle de las
Pabas, calleja de su apellido y collación de la Catedral. Año 1740. Copiado por D.
Manuel José Díaz de Ayora en el año 1760. Colombina Mss. 63-9-83 (7).
(1763): Explanación antiquo-lapidea, inscripcional del Museo de D. Pedro de Villa y
Zeballos, natural de Córdoba, fijado y establecido en el patio primero de sus casas
principales de ella y del Sr. D. Rafael su padre, caballero de Santiago, en la calle de las
Pabas, calleja de su apellido y collación de la Catedral. Año 1740. Copiado por D.
Manuel José Díaz de Ayora en el año 1763. Colombina Mss. 63-8-133 (14).
(1766): Comentario sobre la estancia en Córdoba del Embajador de Marruecos. AMS.
Sec. XI, Tomo 25(4º)/2 y 25(4º)/5-7.
(1768): Catálogo de las monedas de plata del Emperador Trajano. BPR II/1447.
(s.a.): Epistolario con Flórez. RAH Mss. 9/7564.
(s.a.): Siguense las inscripciones que tiene originales en su casa de Córdoba D. Pedro
Leonardo de Villa y Zeballos. RAH Mss. 9/7567(7,10) y Mss. 5770(2).
(s.a.): Correspondencia. BN Mss. 2537 y 537.
(s.a.): Correspondencia. Colombina Mss. 59-3-44.
(s.a.): Adición a la tabla 13 de las series de medallas de gran bronce de Pedro
Leonardo de Villacevallos. BPR II/1447, fols 17 rº a 27rº.
(s.a.): Inscripciones de piedras que tengo recogidas y puestas en el patio de mis casas.
Colombina Mss. 83-4-17.
(s.a.): Notas sobre monedas y medallas antiguas. Colombina Mss. 82-3-16.
(s.a.): Conjunto lapideo inscripcional y notas sobre columnas y miliarios de
Emperadores en Córdoba. Colombina Mss. 63-9-83(5).
(s.a.): Razón del nominal de medallas o monedas que remitió al P. Maestro José del
Hierro. Colombina Mss. 64-8-133(7).
Villanueva y Estengo, Fray Jaime:
(1821-1852): Colección reunida por D. Jaime Villanueva sobre Concilios, Historia
Eclesiástica y Viajes Literarios. 20 Vols. Valencia.
Yáñez de Avilés, P.:
(1733): España en la Santa Biblia. 2 Vols. Madrid.
Winckelmann, J.J.:
(1754):Gedanken über die Nachahmung der Griechischen Werke in der Malerei und
Büdhauerkunst. Dresde.
(1755): Reflexiones sobre la imitación del arte griego en la pintura y la escultura.
Dresde.
(1762): Anmerkugen über die Baukunst der Alten. Leipzing.
(1762): Van der herculanischen Entdeckungen. Dresde.
(1762): Monumenti antichi inediti. Roma.
(1763): Geschichte der Kunst des Altertuns. Dresde.
(1764): Nachrichten van den neusten herculanischen Entdeckungen. Dresde.

786
Zevallos y Mier, Fray Fernando:
(1783): Reconocimiento del origen y curso que sigue el aqueducto de Itálica, tomado
desde las fuentes de Tejada. Lo hice en los días de 31 de Mayo y 1º de Junio de 1783.
Sevilla.
(1785): La Sidonia Bética o Disertaciones acerca del sitio de la colonia Asido y
cátedra episcopal Asidoniense. Colombina Mss. 82-3-16.
(1886): La Itálica. BN Mss. R-14540.

VII.B. ESTUDIOS.
Abreviaturas:

AAC: Anales de Arqueología Cordobesa.


AEspA: Archivo Español de Arqueología.
ArchHisp.: Archivo Hispalense.
BIEG: Boletín del Instituto de Estudios Giennenses.
BOCES: Boletín del Centro de Estudios del Siglo XVIII.
BRAH: Boletín de la Real Academia de la Historia.
BRASBL: Boletín de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.
BSEAA: Boletín del Seminario de Estudio de Arte y Arqueología de Valladolid.
BullHisp: Bulletin Hispanique.
CAN: Congreso Nacional de Arqueología.
MM: Madrider Mitteilungen.
NRFH: Nueva Revista de Filología Hispánica.
RABM: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos.
RevHisp: Revue Hispanique.
TP: Trabajos de Prehistoria.

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antigua ciudad y sus relaciones con la de Linares. Madrid.
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VIII. AGRADECIMIENTOS.

En primer lugar agradecer el apoyo prestado a mi mujer Paloma y a mis padres,


Joaquín y Antonia, a los que desde siempre tuve a mi lado y quienes no sólo me han
ayudado en algunas fases de este trabajo, sino que también han soportado las dudas que me
han ido asaltando, así como las dilaciones del trabajo, esperando pacientemente la
finalización del mismo, que en parte también es suyo por el tiempo de disfrute personal
que les he robado.
Asimismo debo agradecer el interés, paciencia, apoyo y consejos prestados durante
la realización del presente trabajo por su director, el Profesor José Beltrán Fortes, quien,
pese a no ser alumno suyo, me acogió como un discípulo más, me brindó su amistad y me
contagió otra manera ver la arqueología y el patrimonio histórico de Andalucía, a la vez
que me abrió los ojos a la Historiografía, campo de investigación hasta entonces
desconocido para mí y que hasta el momento presente me ha aportado numerosas
satisfacciones personales.
Martín Almagro-Gorbea, Anticuario Perpetuo de la Real Academia de la Historia, es
otra de las personas a las que debo mi gratitud y mi mayor estima, pues siempre apoyó este
trabajo y puso a mi disposición los medios de la Academia para su finalización, e incluso
me permitió participar activamente en alguno de los proyectos que él personalmente dirige
desde el Gabinete de Antigüedades, en donde también encontré el apoyo e interés de su
colaborador el doctor Jorge Maier Allende, con quien compartí algunas de las ideas aquí
expuestas.
Igualmente debo agradecer la ayuda prestada a los profesores Bartolomé Mora Serrano,
de la Universidad de Málaga, Vicente Fombuena Filpo y José Luis Escacena Carrasco,
ambos de la Universidad de Sevilla, quienes no dudaron en ningún momento en facilitarme
algunos datos y documentos.
No puedo olvidar a las doctoras Gloria Mora Rodríguez y Helena Gimeno Pascual,
quienes me brindaron parte de su tiempo libre, su apoyo y sus consejos, y con quienes
compartí algunas impresiones y dudas que me iban surgiendo a lo largo de la realización
de esta tesis, así como algunas ideas que aparecen reflejadas en las presentes páginas.
A Alicia León Gómez, de la Universidad de Sevilla, a Fátima Martín Escudero,
Asunción Miralles de Imperial, Julio García, Antonio Congosto y Ricardo Leoz, de la Real
Academia de la Historia, quienes me brindaron su amistad y su apoyo personal.
No puedo olvidar a otras instituciones, como la Fundación Universitaria Española, el
Seminario Diocesano de Álava, el Archivo Municipal de Sevilla o los Archivos Históricos
Provinciales de Cádiz y Granada, cuyos directores me brindaron su ayuda siempre que lo
necesité. Este mismo agradecimiento debo extenderlo también a la Real Academia
Sevillana de Buenas Letras, y en especial a su director Rogelio Reyes Cano y a Dionisio
Puntas, quienes me a ayudaron durante mi estancia en la institución, y que hicieron que me
sintiera como en mi propia casa.
No puedo olvidar a la Fundación Caja Madrid, que me otorgó una beca de
investigación, entre el 01.01.2002 y el 30.06.2004, para realizar el proyecto titulado La
Real Academia de la Historia y su implicación en la Arqueología andaluza durante la
Ilustración, que ha servido de base para la elaboración de la presente tesis doctoral.

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