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“Año del Fortalecimiento de la Soberanía Nacional”

TEORÍA GENERAL DEL ACTO JURÍDICO

TAREA ACADÉMICA I

Facultad:

Derecho

Tema de investigación:

¿Cuál es el valor jurídico del silencio como manifestación de voluntad cuando se trata

de la ruptura de esponsales?

Docente:

Jiménez Flores, Ernesto

Integrantes Cód. institucional

Mora Munive, Ricardo Alexander U21304263

Saavedra Gregorio, Bella Clarita U21303156

Sencie Caycay Marycielo Karumy U21220046

Villalva Aching, Dana Isabel U21313892

Willis Hidalgo, Katerine Will U20213641

Lima, 2022
Índice

Introducción ………………………………………………………………………….1

CAPÍTULO I………………………………………………………...………………2

1. Definición de capacidad………………………………………………………2

2. Capacidad de goce…………………………………………………………….3

3. Capacidad de ejercicio……………………………………………………..….4

CAPÍTULO II………………………………………………………………………..5

4. La manifestación de la voluntad………………………………………………5

4.1. Elementos para la validez de la manifestación de voluntad……………...6

4.2. Clases de manifestación de voluntad……………………………………..6

4.3. La relevancia de la voluntad en el derecho privado: sobre la declaración o

manifestación de voluntad…………………………………………………....6

4.4. Vicios de la voluntad…………………………………………………….6

5. El negocio jurídico…………………………………………………………….7

5.1. Clases de ineficacia del negocio jurídico…………………………………9

5.1.1. Ineficacia estructural……………………………………………………9

5.1.2. Ineficacia funcional……………………………………………………..9

CAPITULO III……………………………………………………………………10

6. Planteamiento del problema………………………………………………...10

6.1.Desarrollo y ejemplo del caso…………………………………………..10

7. El silencio en el contrato de esponsales…………………………………….12

8. Referencias bibliográficas……………………………………….…………14
Introducción

El presente trabajo de investigación refiere a estimar el valor jurídico del silencio

como manifestación de voluntad en el negocio jurídico. Para ello, recurrimos a indagar

ciertos conceptos vinculantes a fin de adquirir una investigación profunda y enriquecida.

Dentro de este marco, evaluamos que el silencio viene a ser un comportamiento

omisivo que puede conllevar a desencadenar consecuencias jurídicas tras considerarse

como una declaración de voluntad, en caso, que la ley o la autonomía privada así lo

determinen. Según el Código Civil peruano en el artículo 142° establece que el silencio

predice ser manifestación de voluntad cuando la ley o el convenio le atribuyen ese

significado.

El devenir de esta problemática nos genera la siguiente interrogante: ¿Cuál es el

valor jurídico del silencio como manifestación de voluntad cuando se trata de la ruptura

de esponsales? Este estigma presupone ser un tema de análisis, lo cual, será de suma

importancia para los estudiantes universitarios ya que les brindará una mejor noción y/o

concepto sobre la manifestación de voluntad y el silencio en el negocio jurídico.

Igualmente, reforzará la capacidad analítica e interpretativa con la información

presentada del tema, incluyendo la clasificación y el problema planteado en base a la

información ya dada.

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CAPÍTULO I

1. Definición de capacidad

Según Varsi y Torres (2019) La capacidad es un atributo que tiene toda persona

natural, mediante el cual el sujeto puede realizar actos que no estén prohibidos. Por un

lado, es una aptitud para ser titular de relaciones y, por otro, es un concepto núcleo del

Derecho. De igual manera, en otra sede, hemos referido que la capacidad es, en una

acepción amplia, una aptitud: se es capaz en la medida que se puede realizar algo.

En la misma sintonía lo ha definido el profesor Espinoza, en tanto entiende a la

capacidad que se expresa en dos estados: un estado estático que se manifiesta a través de

la capacidad de goce. Y un estado dinámico que se manifiesta a través de la capacidad de

ejercicio.

La capacidad, acorde a la doctrina más aceptada, se clasifica en capacidad de goce

y capacidad de ejercicio.

Por consiguiente, según el Código Civil

Artículo 3.- Capacidad jurídica:

Toda persona tiene capacidad jurídica para el goce y ejercicio de sus derechos. La

capacidad de ejercicio solo puede ser restringida por ley. Las personas con discapacidad

tienen capacidad de ejercicio en igualdad de condiciones en todos los aspectos de la vida.

Es importante hacer mención del cambio de paradigma que se ha concluido con

la presente modificación tributaria de la Convención sobre los Derechos Humanos de las

Personas con Discapacidad. Debido a que, antes la capacidad jurídica hacía referencia

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sólo a la capacidad de goce, a partir de la Convención el concepto de capacidad jurídica

se ha extendido y ha adoptado una naturaleza inclusiva y social.

La capacidad jurídica ya no es solo la capacidad de goce, sino que, además, ahora

hace referencia a la capacidad de ejercicio. Es importante hacer esta mención pues

justamente lo neurálgico de esta primera modificación, atendiendo que el antiguo artículo

3 del Código Civil expresaba que “Toda persona tiene el goce de los derechos, salvo las

excepciones expresamente establecidas por ley”.

2. Capacidad de goce

El ser humano representa a un ser superior en este mundo material, cuya

vivencia yace en la realización de un proyecto de vida. Para su consumación se requiere

de la existencia del Derecho, pues éste influye y determina su conducta.

Aclaramos que no todo ser humano es persona, el ser humano es considerado

persona después de su nacimiento, pues a partir de este momento se efectúa la

personalidad jurídica. Ante ello, Torres (2020) expresa que “Queda demostrado que las

expresiones “ser humano” y “persona” no son sinónimas; el ser humano es anterior al

Derecho, constituye el principio y el fin de este.” (p.124). A su vez, nuestro vigente

Código Civil de 1984 señala:

Artículo 1. “La persona humana es sujeto de derecho desde su nacimiento. La

vida humana comienza con la concepción. El concebido es sujeto de derecho para todo

cuanto le favorece. La atribución de derechos patrimoniales está condicionada a que

nazca vivo”.

Asimismo, el artículo 17° de la Declaración Americana de los Derechos y

Deberes del Hombre, reconoce a la personalidad jurídica, indicando que “Toda persona

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tiene derecho a que se le reconozca en cualquier parte como sujeto de derechos y

obligaciones, y a gozar de los derechos civiles fundamentales”.

Como sabemos la personalidad jurídica es concedida por el Derecho objetivo a

motivo de reconocer a la persona natural y jurídica (identidad con fines propios) como

sujetos de relaciones jurídicas, lo que supone la producción de efectos jurídicos que

prevé la norma jurídica. Varsi (2021) señaló la definición de Teixeira De Freitas “La

persona es el ser jurídico. Aquel estimado, valorado y apreciado jurídicamente” (p.45).

En este sentido, definimos la capacidad de goce como aquella aptitud legal que tiene

una persona física o jurídica para adquirir derechos y obligaciones.

3. Capacidad de Ejercicio

Llamada también “capacidad de obrar”, es el instrumento jurídico a través del

cual el sujeto se inserta en el mundo jurídico pues de esa manera ejerce sus derechos y

asume responsabilidades.

Una definición sencilla de entender sobre este derecho son las que nos brindan

distintos autores en diferentes textos:

Según Torres (2019) la capacidad de ejercicio es la aptitud o idoneidad que tiene el

sujeto para ejercer personalmente sus derechos y asumir deberes. (p.439)

Además, la capacidad de ejercicio es la atribución de la persona de ejecutar por

sí misma los derechos a los que tiene capacidad de goce. Esta capacidad es la que le

permite realizar deberes y derechos a través de actos jurídicos (Varsi, 2019, p. 201)

En nuestra legislación la capacidad de ejercicio está regulada en el libro V, artículo

42° del Código Civil:

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Artículo 42.- Capacidad de ejercicio plena

Toda persona mayor de dieciocho años tiene plena capacidad de ejercicio. Esto

incluye a todas las personas con discapacidad, en igualdad de condiciones con las

demás y en todos los aspectos de la vida, independientemente de si usan o

requieren de ajustes razonables o apoyos para la manifestación de su voluntad.

En la legislación mexicana se menciona la capacidad de ejercicio en su artículo 43 del

Código Civil:

Artículo 43°

La capacidad de ejercicio para celebrar actos jurídicos, cumplir obligaciones y

hacer valer derechos, se reconoce por este Código a los mayores de edad en pleno

uso de sus facultades mentales y a los menores emancipados, en los casos

declarados expresamente.

Sin embargo, no toda persona cuenta con capacidad de ejercicio plena, ya que según el

art. 43° del CC son incapaces absolutos los menores de dieciséis años y el art. 44 del CC

indica que tienen capacidad restringida los mayores de dieciséis y menores de

dieciocho, los pródigos, los ebrios habituales, los toxicómanos, etc.

CAPÍTULO II

4. La manifestación de la voluntad

La historia del Derecho, en este aspecto, indica el progreso que a lo largo de los siglos

han avezado las diversas formas de expresión de la voluntad, a partir de aquellas que

requiera un nivel inferior de embelesamiento y, por ende, se ligan a acciones externas

liturgias que sobreviven con autonomía a cualquier manifestación o declaración de

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voluntad que pudiera acreditarse más adelante. Betti (2000) expresa la definición de

manifestación de voluntad como se citó en Olave, R. y Delgado Castro, J. (2021) :

Inicialmente se puede decir que la voluntad es un hecho psíquico o

interno que tiene que exteriorizarse a través de una declaración o

manifestación de voluntad. La voluntad, es el principal elemento del acto

jurídico porque, si bien es cierto que los demás requisitos de existencia o

de validez son indispensables, no es menos cierto que la voluntad

contiene en sí todos esos elementos (Betti, 2000, p. 57, en sentido

similar; León Hurtado, 1991, p. 25).

Dentro de todo acto jurídico e inclusive en el acto jurídico en sentido estricto, la

voluntad es un requisito o elemento fundamental. Asimismo, la voluntad vendría a ser

absolutamente libre y no cohesionada. Además, si no existe manifestación de voluntad,

el acto jurídico daría como efecto nulo, tal como lo menciona el Artículo 1359º. - No

hay contrato mientras las partes no estén conformes sobre todas sus estipulaciones,

aunque la discrepancia sea secundaria.

4.1. Elementos para la validez de la manifestación de voluntad

Para que la voluntad sea exigible, válida y para que la voluntad se considere como

requisito de validez del acto jurídico; previamente a su existencia debe pasar por tres

fases; es decir; debe de poseer tres elementos importantes.

- Discernimiento. – Se adquiere con la mayoría de edad. Es la capacidad volitiva

que posee el sujeto de poder distinguir, diferenciar y en base a ello, manifestar

su voluntad.

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- Intención. – Es cuando el sujeto ya analizó e interpretó dentro de sí la decisión

para ver si el acto jurídico en disputa le conviene o no. Posterior a eso llega la

intención; un propósito deliberado para exteriorizar la voluntad.

- Libertad. – Capacidad o potestad de elección; es decir; celebrar un acto jurídico

con quien mejor te parece.

4.2. Clases de manifestación de voluntad

- Manifestación expresa. –Es expresa cuando se formula oralmente, por escrito o

por cualquier otro medio directo.

- Manifestación tácita. – Es tácita, cuando la voluntad se infiere indudablemente

de una actitud o de circunstancias de comportamiento que revelan su existencia.

4.3. La relevancia de la voluntad en el derecho privado: sobre la declaración o

manifestación de voluntad

En el ámbito del Derecho privado, la voluntad de los sujetos de derecho actúa

frecuentemente como causa eficiente de efectos jurídicos, unas veces generando las

consecuencias ya previstas por el Derecho objetivo para el acto de que se trate, y otras

veces (mayormente), logrando la producción de los efectos que la voluntad del sujeto o

los sujetos que lo celebran establecieron para él. Pero, como resulta razonable, la

voluntad de los sujetos de derecho solo logra relevancia jurídica cuando es exteriorizada

de algún modo, es decir, mediante cualquier medio legalmente admitido.

4.4. Vicios de la voluntad

- Error. – falsa percepción de la realidad.

- Dolo. – Error inducido; es decir; contravención expresa a la buena fe.

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- La violencia e intimidación. – usando la fuerza o coacción para que acceda a

favor del intimidante, la voluntad se vuelve imperfecta. (221° inc. 3 del C.C.)

5. Negocio jurídico

El negocio jurídico es una especie de acto jurídico y una subespecie del hecho jurídico,

en nuestro país no se hace una diferencia entre negocio y acto jurídico de acuerdo a

nuestro ordenamiento son lo mismo sin embargo la doctrina es la que se ha encargado

de dividirlo, de acuerdo a esta los actos jurídicos se dividirán en actos jurídicos en

sentido estricto y negocios jurídicos, es así cómo el negocio jurídico habrá voluntad de

acto y voluntad de efectos es decir además de nuestra declaración o conducta nosotros

mismos estableceremos las pautas o en todo caso seremos totalmente conscientes de

ello.

Es así cómo se hace evidencia que no siempre el negocio jurídico no contará con los

efectos iniciales, es ahí donde se llega a realizar la ineficacia, debido a que evidencia

una deficiencia estructural o porque, aun formado perfectamente el negocio, éste

presenta ciertas circunstancias extrínsecas que inciden de manera total o parcial en sus

efectos. Sostiene Cifuentes (2004), “La ineficacia no es una definición, un concepto,

sino una consecuencia de aquellos tipos de irregularidades o anormalidades del negocio

jurídico”. (p. 709), debido a eso es qué carece totalmente de efectos. Por un lado, el

concepto de la teoría general del negocio jurídico en sus elementos de existencia y de

validez nos dice qué los elementos son la capacidad, formalidad, licitud y ausencia de

vicios de voluntad.

El acto jurídico es en consecuencia causado por la declaración de la voluntad

encaminada a producir efectos que no necesariamente sean lícitos o ilícitos dentro de

esta variedad de actos jurídicos vamos a encontrar los negocios jurídicos que tienen

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como particularidad que los efectos que van a producir para crear, modificar, regular o

extinguir relaciones jurídicas.

5.1. Clases de ineficacia del negocio jurídico

5.1.1. Ineficacia estructural

La ineficacia estructural se presenta en el momento del desarrollo del acto jurídico, con

respecto a su imperfecta estructura, por la carencia de un factor esencial. Además, por la

presentación de vicios tales cómo dolo, violencia, intimidación, error y por la aparición

de cualquier otra anomalía originaria prevista en la ley.

5.2.2. Ineficacia funcional

La ineficacia funcional es un acto jurídico perfectamente estructurado donde han

frecuentado todos sus elementos, presupuesto y requisitos de orden legal solo que dicho

acto jurídico por un evento ajeno a su estructura no intrínseca sino extrínseca. Esto

significa en consecuencia que los actos jurídicos aquejado por causales de ineficacia

funcional

CAPITULO III

6. Planteamiento del problema

Como sabemos la voluntad es el principal elemento del acto jurídico, el cual no se

puede llevar a cabo si esta no es exteriorizada, ya que, el derecho no regula la voluntad

interna y, pero si una vez que fue manifestada. Ahora bien, entendemos al silencio

como una manifestación tácita que no manifiesta su expresión, motivo por el cual nos

planteamos la siguiente interrogante:

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¿Cuál es el valor jurídico del silencio como manifestación de voluntad cuando se trata

de la ruptura de esponsales?

6.1. Desarrollo y ejemplo del caso

Para empezar, pondremos como ejemplo el contrato de esponsales, tenemos como

definición según Chavez (1949)

El término “esponsales", derivado del latín sponAUS, esposo, o spondere,

sponsum, prometer) tiene en el Derecho una doble significación: indica,

de un lado, el convenio de futuro matrimonio; y se refiere, de otro, a la

relación producida por dicho convenio. En esta última acepción, como es

fácil advertirlo, los 'esponsales son sinónimo de noviazgo (p.11)

Respecto a ello, podemos deducir que los esponsales vienen a ser la promesa de

un matrimonio a futuro hecho por una pareja de enamorados. Además, respecto a la

naturaleza jurídica de los esponsales Chávez (1949) nos menciona que:

“La teoría de que los esponsales constituyen una parte integrante del acto

de conclusión del matrimonio, atribuida al Derecho Romano y acogida en

las partidas (según cuyas reglas los casamientos empezaban por los

desposorios y se complementaban con la unión carnal) no es ya admisible”

(p.13)

De esta presente cita, podemos inferir que el contrato de esponsales es parte fundamental

para que el matrimonio se lleve a cabo, es decir que, el fin es el matrimonio. Por

consiguiente, algunos señalan que el contrato de esponsales sólo origina una relación de

hecho y ello tiene semejanza con el vínculo de amistad, según Chavez (1949) nos indica

que:

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Fundamentalmente, esta teoría se apoya en dos argumentos: el de que no

es posible exigir judicialmente el cumplimiento de la promesa, pues está

en la esencia misma del matrimonio el libre consentimiento de las partes,

lo que excluye toda clase de imposición o presión; y el de que los

esponsales pueden ser libremente resueltos. (p.13)

Respecto a dicha cita, podemos señalar que el contrato y el matrimonio es por el

consentimiento de ambas partes.

Además, los esponsales están sometidos a ciertas disposiciones, tal como Chavez

(1949) lo indica “Los esponsales estarían sometidos a las disposiciones generales que

gobiernan las relaciones contractuales en cuanto no aparezcan modificadas por las

especiales del Título 1 de la Sección Primera del Libro de la Familia”. (p.15). De la

presente cita, podemos afirmar que las disposiciones están reguladas en el libro de familia,

asimismo, se necesita de un agente capaz, objeto listo y forma prescrita por la ley.

Por otro lado, tenemos la ruptura de los esponsales Chaves (1949) nos indica lo

siguiente en base a ello:

Si la ruptura de la promesa matrimonial acarrea o puede eventualmente

acarrear una responsabilidad de orden pecuniario para el culpable se

produce en la doctrina jurídica una divergencia análoga a la que se anotó

al tratar de la naturaleza de los esponsales (p.16)

Respecto a ello, podemos deducir que, al darse la ruptura de daños y perjuicios, a

la parte que quiera romper con dicho contrato caería sobre él lo estipulado en los

esponsales.

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Al mismo tiempo, según Chavez (1949) otros autores “Como Merlín,

.Enneccerus, T oulLier, Planiol y Ripert, consideran que la ruptura culpable de los

esponsales no puede quedar impune cuando ha ocasionado algún daño o perjuicio” (p.16)

En base a ello, se puede decir que sería excesivo que el Derecho repute inexistentes las

promesas de matrimonio y las niegue. También, podemos afirmar que los esponsales

están desprovistos de todo efecto obligatorio dirigido a la conclusión del casamiento, ya

que su existencia no sólo es lícita, sino que produce ciertos efectos jurídicos.

Por otro lado, la extinción de los esponsales se puede dar mediante un contrato

donde se señale la extinción de esta, por ello según Chavez (1949) señala que:

La promesa termina por contrato de extinción, pues no hay inconveniente

en que el acuerdo de voluntades que dió lugar al compromiso matrimonial

pueda también darle término; por resolución unilateral, la que, sin

embargo, es capaz de conducir eventualmente a una acción

indemnizatoria; y por imposibilidad subsiguiente de efectuar el

matrimonio sin que medie culpa, lo que podría ocurrir si muere uno de los

esposos o si el casamiento deviene físicamente o legalmente imposible.

(p.25)

Se puede afirmar que, cuando nos encontramos en la situación de que una de las

partes fenece no hay indemnización por ello debido a que la extinción se daría sin culpa,

pero, si la parte afectada presenta cargos por daños y perjuicios, la otra parte le tiene que

pagar una indemnización.

7. El silencio en el contrato de esponsales

Se observa que, ante la interrogante planteada, el silencio deriva de una

manifestación tácita, es decir, que al no manifestar expresión se infiere que el

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comportamiento o la conducta del sujeto será un factor determinante para deducir su

voluntad. Torres (2021) señala que “son signos, diversos del lenguaje, que manifiestan la

voluntad del autor del acto jurídico”, en este sentido, según el artículo 141° declara que

no puede haber voluntad tácita cuando la ley exige que la declaración sea expresa o

cuando exista tal reserva o declaración en contrario por parte del agente. Lo dicho valdría

como requisito para que el silencio sea considerado manifestación tácita, en tanto, en el

caso en el cual una de las partes ocasiona la ruptura de esponsales mediante el silencio,

se podría comprobar que el artículo 240° no acredita que se necesite manifestación

expresa para romper el contrato. Por tanto, el silencio del sujeto aclara su posición de que

no existe intención de celebrar el contrato, por otro lado, si luego del incumplimiento

desmiente a través de una manifestación de voluntad expresa su propio comportamiento

justificando el actuar, queda entendido que quedaría en nulidad la manifestación tácita

(su silencio). Desde una perspectiva comparada, Galgano (1992) menciona:

El silencio, en sí mismo y por sí mismo, no tiene valor jurídico de consentimiento

tácito (en este mismo sentido también se expresa art. 18, 1º, de la citada Convención de

Viena sobre la venta internacional); sólo puede tener semejante valor si las circunstancias

en las que se observa o que lo acompañan permiten atribuirle el significado de

comportamiento concluyente. (Galgano, 1992, p. 86)

Retomando lo expresado anteriormente, consideramos que en el caso de

esponsales el silencio debe de ser entendido como manifestación tácita puesto que el

comportamiento especifica el no querer concretar el matrimonio, de tal manera, que se

deduce una actitud o circunstancia de comportamiento que revelan su existencia.

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Referencias Bibliográficas:

Cornejo Chávez, H. (1949). Los esponsales. Derecho PUCP, (9), 11-25.

Recuperado de: https://doi.org/10.18800/derechopucp.194901.001

Cifuentes, Santos, Negocio Jurídico, Editorial Astrea de Alfredo 2004, p. 714.

Recuperado de https://doi.org/10.21678/forseti.v0i4.1168

Pinochet Olave, R. y Delgado Castro, J. (2021). La teoría de la declaración de

voluntad en el negocio jurídico: su aplicación al emplazamiento de las partes en el

proceso civil. Revista de Derecho (Coquimbo. En línea), 28, 3432. Recuperado de:

https://www.scielo.cl/pdf/rducn/v28/0718-9753-rducn-28-6.pdf

Torres, A. (2019). Introducción al Derecho. Editorial Pacifico. Recuperado de:

https://andrescusia.files.wordpress.com/2020/09/introduccion-al-derecho-anibal-torres-

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Torres, A. (2020). Capacidad jurídica en el nuevo artículo 3 del Código

Civil. Advocatus, (038), 121-163.Recuperado de:

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Torres, A. (2021). Acto jurídico. Lima, Perú. Jurista Editores.

Varsi (2021). Tratado de Derecho de las personas. Instituto pacifico.

Recuperado de: https://doi.org/10.26439/advocatus2019.n038.4894

Varsi-Rospigliosi, Enrique, & Torres-Maldonado, Marco Andrei. (2019). El

nuevo tratamiento del régimen de la capacidad en el Código Civil peruano. Acta

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569X2019000200199

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