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El urbanismo moche y el

surgimiento del estado y la ciudad


en los Andes Centrales

Santiago Uceda C. y Jorge Meneses B.

RESUMEN

El estudio del urbanismo moche estuvo enfocado, durante las últimas décadas, en sitios tardíos como Pampa Grande y Galindo, y por mucho
tiempo ha sido considerado como un fenómeno de influencia Wari en la costa norte. Sin embargo, recientes excavaciones en las huacas de Moche
ponen en tela de juicio esta propuesta, demostrando que el urbanismo tuvo un desarrollo local en el centro del territorio mochica mucho antes
del siglo VII d.C. Las excavaciones en el complejo de las huacas del Sol y de la Luna, por más de veintidós años, han develado una compleja
estructura urbana configurada por grandes calles que segregan al sitio en sectores o barrios muy bien diferenciados, y con funciones y diseños
específicos. Dentro de esta trama urbana destacan dos edificios públicos: uno con funciones ceremoniales y el otro de características residenciales que
alternaron sus roles a lo largo de más de setecientos años de ocupación moche en el sitio. La presencia de una serie de indicadores como artesanos
especializados y a dedicación exclusiva, áreas de depósitos y servicios, apuntan a caracterizar al sitio como una ciudad que debió consolidarse
alrededor del año 300 d.C., cuando el sitio se convierte en la capital del estado territorial mochica sureño.

Palabras claves: Moche, urbanismo, ciudad, estado, especialistas.

ABSTRACT

In recent decades, the study of Moche urbanism has been focused on Late Moche settlements such as Pampa Grande and Galindo on the
north coast. The evidence in these sites supports the idea that Wari influence largely impacted the north coast around the seventh century AD;
however, recent excavations at huacas de Moche site cast doubt over this idea by demonstrating that Moche urbanism emerged and developed
at the heart of the Moche territory without foreign influence. Intensive excavations in huacas de Moche site have unveiled a complex urban
system organized by streets and corridors that divided the site in different sectors or neighborhoods; each one characterized by specific features and
designs. The site presents two well-defined monumental components: one associated with ceremonial activities and the other mainly residential.
Both alternated their roles across seven centuries of Moche occupation at the site. Large evidence of craft production as well as exclusive areas
intended for storage and administrative activities allows us to argue that a well-consolidated urban city flourished in the fourth century AD at
the heart of the southern Moche expansive state.

Keys: Moche, urbanism, city, state, craftsmen.


Introducción
El urbanismo en la sociedad moche tiene su punto de partida con la propuesta integral sobre el surgimiento
de la ciudad y el estado en los andes centrales que hizo Richard Schaedel (1978). En este trabajo el autor propone
la hipótesis de que el urbanismo se inició con los primeras aldeas producto del sedentarismo en los andes; luego
surgieron los centros ceremoniales vacíos, donde los templos cumplían la finalidad de lugares de peregrinaje y la gente
seguía viviendo en aldeas alrededor de los campos de cultivo o al borde del mar. Finalmente, con el surgimiento del
estado Wari aparecía la ciudad andina. Esta propuesta concordaba bien con su idea de que los moches conformaron
una jefatura y que no lograron alcanzar una organización estatal. La ausencia, en superficie, de residencias y otros
tipos de estructuras distintas a los dos edificios públicos monumentales, las huacas del Sol y de la Luna, así como
la presencia de dos centros urbanos tardíos durante el Horizonte Medio en Galindo y Pampa Grande, fueron
pruebas suficientes para aceptar la teoría propuesta por Schaedel (Bawden 1977 y Shimada 1994). La aparición de
estos dos centros urbanos coincidió con el supuesto abandono del sitio de las huacas de Moche hacia el 600 d.C.,
causado por sequías prolongadas o la presencia de mega Niños (Shimada et al. 1991; Nials et al. 1979a, b)

Durante la década de los 70s y dentro del marco del proyecto Chan Chan-Valle de Moche, se realizaron
investigaciones en el sitio, destacando aquellas realizadas por Shelia Pozorski al sur de la planicie entre las dos huacas
(Pozorski y Pozorski 2003 y Topic 1977), donde se descubrieron dos complejos arquitectónicos bien conservados.
Sin embargo, la fuerte influencia de Schaedel en la academia norteamericana no permitió reevaluar su teoría ni
ahondar en la problemática del urbanismo en el sitio.

Con el inicio del proyecto huaca de la Luna en 1991 se reiniciaron las investigaciones en el complejo,
enfocándonos en el tema urbanístico. En 1992 se descubrió al sur de huaca de la Luna un taller de producción
cerámica y dos años después, iniciamos un programa conjunto entre la Universidad Nacional de Trujillo y la
Université de Montréal, dirigido por Santiago Uceda y Claude Chapdelaine desde 1995 a 2001, teniendo como
objetivo el estudio del núcleo urbano moche. Desde entonces, y de una manera ininterrumpida, hemos continuado
trabajando teniendo como horizonte una comprensión del urbanismo moche. Sin embargo, una gran dificultad es
el hecho que las estructuras arquitectónicas están enterradas y sin una excavación previa no es posible tener una
idea de su diseño o forma. Por esta razón hemos llevado a cabo diversas campañas en la parte central, norte y sur
de la planicie entre ambos edificios y en la ladera sur del cerro Blanco. Aunque estamos lejos de tener una visión
global de la estructura y funcionalidad del sitio, creemos que es momento de un primer esbozo y discusión a la
luz de las evidencias recuperadas.

En este sentido, como primer aspecto revisaremos críticamente los aspectos teóricos dentro de los cuales se
ha desarrollado la discusión sobre urbanismo y su relación con la aparición de la ciudad y el estado, tanto a nivel
mundial, como en el área andina en particular. A partir de este debate nosotros hemos tomado una posición basada
en la corriente funcionalista que se adscriben los estudios de este tema desde Gordon Childe a la fecha, pero
también apoyándonos en la teoría general de la arqueología del paisaje, como una herramienta básica de análisis
de los elementos construidos y su interpretación social.

Luego describiremos los diferentes componentes que forman parte de la estructura urbana del sitio que a la
fecha se han logrado definir, ya que esta información sólo es posible obtenerla luego de la remoción de una gruesa
y compacta capa de sedimentos que cubre la arquitectura subyacente. En este acápite enfatizaremos los aspectos
formales y funcionales de cada uno de ellos, con el afán de establecer características urbanas generales y específicas.

Como tercer punto ordenaremos la evidencia científica en una secuencia ocupacional para el sitio y desde
este esquema abordaremos el origen de la ciudad y el estado moche, puntualizando aspectos relacionados con el
desarrollo del urbanismo y destacando aquellos, que desde nuestro punto de vista son los rasgos que los confirman.
Sólo de manera introductoria, la continuidad de una trama urbana donde se respetaron los ejes de circulación
(calles y callejones) es prueba de la presencia de un poder supra familiar, el estado. Del mismo modo, la presencia
de especialistas a tiempo completo y la existencia de servicios al interior del centro urbano refuerza la propuesta
que considera al sitio como una ciudad. Finalmente discutiremos a la luz de la evidencia actual nuestra propuesta
sobre las huacas de Moche como la ciudad capital de un estado expansivo mochica sureño.

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1. Aspectos Teóricos y metodológicos en el estudio del urbanismo, la ciudad y el estado
1.1. El urbanismo: propuestas sobre el origen del estado y la ciudad
El urbanismo debe entenderse como un largo proceso, no necesariamente lineal en el sentido evolutivo,
tampoco como un fenómeno surgido en un solo punto del planeta, sino todo lo contrario. Es un fenómeno
que se originó cuando grupos humanos alcanzaron la vida sedentaria, producto de la domesticación de plantas
y animales, aunque también cuando los recursos fueron suficientes para mantener a una población durante
todo el año; como es el caso de las sociedades pescadoras en algunos puntos. El urbanismo visto desde esta
perspectiva se inicia con la aparición de pequeñas aldeas, que se van complejizando en la medida que los grupos
humanos se especializan y una parte de la población se dedica a actividades que no tienen relación directa con
la producción de alimentos, pero si con la producción de bienes o servicios, los que se realizan dentro de los
centros urbanos. La etapa culminante de este proceso sucede cuando los centros urbanos se transforman en
ciudades y aparece el estado como una forma de organización social donde un pequeño grupo se apodera de
los recursos y mano de obra necesaria para acumular riqueza y poder.

Muchos antropólogos concuerdan que este proceso conocido como urbanismo es una expresión concreta
de la complejidad social y de la organización estatal (Janusek 2004); sin embargo, las propuestas de cómo
se desarrolló la formación estatal varían con la región y la base teórica con la que los investigadores fueron
formados. Sin embargo, parece necesario antes de abordar el concepto de ciudad, revisar los principales
enfoques, de cómo las sociedades dieron el paso evolutivo necesario para la formación del estado y por
consiguiente de las ciudades.

El enfoque conceptual más común se deriva de la economía política que considera la producción agrícola
y la demografía como factores importantes en la dinámica urbana. Procesos derivados como producción
artesanal y comercio a larga distancia han sido tópicos importantes de la investigación sobre el urbanismo.
La “revolución urbana” de Gordon Childe (1950) explica el proceso de formación urbano-estatal en el Viejo
Mundo (Sumeria, Egipto, India), enfatizando que la tecnología permitió una agricultura y producción intensiva,
estrategias que facilitaron el crecimiento de grandes asentamientos. A su vez, el mejoramiento del sistema
agropecuario permitió el almacenamiento de los excedentes de producción sustentando así el incremento en
el número de especialistas y dirigentes. En este contexto la aparición de las clases sociales es inminente, así
como del estado como aparato coercitivo.

Robert Carneiro (1970) analiza el surgimiento del estado en Egipto, Mesopotamia, India, México y Perú,
regiones tan diferentes pero circunscritas a áreas agrícolas con barreras externas (océanos, montañas o
desiertos). El autor sustenta que debido al crecimiento demográfico, la productividad de las tierras agrícolas
disminuyó conllevando a conflictos bélicos y a la competencia por obtener mayores áreas agrícolas. Producto
de las guerras, algunas aldeas debieron someterse a otras, llevando a la formación de unidades supra-aldeanas y
a la unificación del poder de varios jefes en uno supremo, obteniendo unidades cada vez de mayor extensión.
Es así como habrían surgido primero los cacicazgos y posteriormente los estados.

Otros autores sustentan que la necesidad de abastecimiento de cierto tipo de bienes, carentes en un área
nuclear, desencadenó una serie pasos hacia la complejidad social. Por ejemplo, William Rathje (1971) desarrolló
una teoría, a partir de su trabajo en las planicies mayas, basada en la relación entre el área nuclear que domina
primero una sociedad y la periferia que lo hace posteriormente. Ante la carencia de recursos básicos en el
área nuclear surge la necesidad de obtenerlos de áreas distantes, emprendiendo expediciones comerciales, y
una mayor producción interna de bienes locales para ser intercambiados. Estas actividades favorecieron la
emergencia de especialistas y una mayor complejidad en la estratificación social. Del mismo modo, las creencias,
rituales y productos ceremoniales que permitieron a los líderes mantener el estatus y orden social, fueron
exportados e intercambiados por recursos básicos. Este proceso generó el surgimiento de una organización
compleja de nivel estatal en el área nuclear y la posterior expansión hacia regiones vecinas. Una idea similar
fue desarrollada para explicar el urbanismo y la formación estatal en Mesopotamia. Guillermo Algaze (1989)
se apoya en los patrones de tipo económico-comercial de la cultura Uruk. El fenómeno Uruk estuvo basado

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en un intercambio asimétrico y la división del trabajo. La necesidad de materia prima por parte del sur de
Mesopotamia, disponible en el norte, este y fuera de Mesopotamia, sería la causa de una expansión colonial
desde el sur hacia el norte, y el establecimiento de una serie de ciudades-estado.

Desde un enfoque ecológico-cultural William Sanders (Sanders et al. 1979) intenta responder la pregunta de
cómo surgió el estado en la cuenca de México. Para él, con el crecimiento demográfico se crearon tensiones
de subsistencia que fueron solucionadas con el incremento en la producción de alimentos que debió ocurrir
sólo si existieron los factores ambientales adecuados. Esta respuesta estimuló primero el sedentarismo y
éste a su vez la especialización ocupacional, la intensificación de la agricultura, el incremento de las redes de
intercambio, la estratificación de clases y la emergencia de un control político cada vez más complejo.

Por su parte, Elman Service (1975) plantea el surgimiento del estado a partir de la importancia de ciertos
individuos y sus parientes (burócratas) en sus sociedades cuyos roles llegan a institucionalizarse y usualmente
a heredarse. Esos líderes, gracias también a una mejora tecnológica, asumieron funciones como redistribución
de bienes, organización militar y trabajos públicos con la intención de perpetuar su dominio proporcionando
ciertos beneficios a sus seguidores. Estos beneficios destinados a la población fueron cada vez más complejos,
útiles e indispensables. Los líderes e instituciones exitosos continuaron haciendo lo mismo hasta alcanzar el
grado de complejidad que se clasificaría como estado.

Allen Johnson y Timothy Earle (2000) proponen que debido al aumento de la densidad poblacional,
se necesita inevitablemente de la cooperación y la acción grupal para solucionar los problemas asociados
con este incremento. Estas soluciones se presentan en la forma de cambios, frecuéntenme innovaciones,
en la economía política. Este proceso, denominado como “intensificación de la producción” produce un
incremento en el riesgo de una producción insuficiente, en la competencia, en la demanda de inversión de
capital y en el comercio. Aunque estos efectos no pueden presentarse al mismo tiempo, definitivamente para
los autores conducen hacia una organización económica y política más compleja y hacia una estratificación
social, emergiendo de esta manera el estado.

Linda Manzanilla (1997) propone que en Mesopotamia el proceso urbano implicó la creación de un
sistema administrativo y redistributivo (cada vez más asimétrico con el tiempo) centralizado primero en el
templo. Este primer tipo de organización fue responsable de la centralización de los excedentes económicos
en almacenes, la presencia de especialistas a tiempo completo, el auspicio de comercio a larga distancia y la
aparición de sistemas administrativos complejos. La organización del templo pudo haber sido la base para la
revolución urbana, y sólo en tiempos tardíos, es cuando el palacio adquiere funciones administrativas y un
estado propiamente dicho se centraliza en éste como eje de un circuito tributario y cabeza de una clase de
sociedad emergente.

Al margen del número de teorías que expliquen la formación estatal debemos entender que el origen del
estado, como un proceso cultural no es único, sino un fenómeno recurrente con características inter-culturales.
Los estados emergieron de manera independiente en distintos lugares y momentos, siempre y cuando hayan
existido las condiciones apropiadas para ello. Del mismo modo que las explicaciones anteriores son particulares,
la definición de ciudad, ícono del proceso de urbano-estatal, también lo es. Aún no existe una única definición
de ciudad que sea aceptada por una amplia mayoría de investigadores.

1.2. Los conceptos de ciudad


Como menciona Collin Renfrew cada ciudad es única y una descripción general puede enfatizar sólo las
características únicas en cada caso específico, advirtiendo los problemas que conlleva la validación de generalidades
tempo-espaciales (Renfrew 2005). Del mismo modo George L. Cowgill advirtió de no hablar de “la” ciudad ya
que conlleva una materialización y especialización de categorías creando dificultades conceptuales innecesarias, y
que lo conveniente es pensar en “ciudades” o “una” ciudad, pero nunca en “la” ciudad (Cowgill 2004: 526). Aunque
parezca difícil esbozar y encontrar una descripción de ciudad, es necesario presentar las más importantes que
han dirigido la investigación de sitios urbanos alrededor del mundo durante las últimas décadas.

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Una de las definiciones más usadas es la de Childe (1950), que en su momento significó un gran avance
sobre anteriores propuestas puramente tipológicas. Desde un enfoque comparativo, intentó generalizar una
descripción a partir de similitudes y patrones recurrentes, heredados de pueblos y aldeas, aparecidos en la
matriz urbana del viejo mundo. Entre los rasgos discutidos por Childe, y que fueran retomados después por
Charles Redman (1979), están: (1) crecimiento del asentamiento hacia proporciones urbanas, (2) acumulación
de capital por tributos o impuestos, (3) trabajos públicos monumentales, (4) invención de la escritura, (5)
avances hacia ciencias exactas y predictivas, (6) aparición de comercio a larga distancia, (7) estratificación
de la sociedad, (8) especialización artesanal a tiempo completo, (9) sustitución de una sociedad políticamente
organizada basada en principios territoriales, el estado, por una basada en lazos sanguíneos y (10) aparición
de un arte naturalista o representativo.

Salta a la vista que Childe no da exactamente una definición concreta de un asentamiento urbano sino una
lista de características1. Esta lista, que ha sido tomada en cuenta por muchos seguidores, se refiere a funciones
urbanas y no a verdaderas características estructurales del urbanismo (Marcus y Sabloff 2005a). En realidad, el
autor las utilizó para indicar las características más sobresalientes de una sociedad de tipo estatal, que muchas
veces denominó civilización2. Childe es uno de los primeros en proponer una relación directa entre la emergencia
de ciudades y el surgimiento de sociedades con formación estatal, dos variables que se mantendrán constantes
a lo largo del estudio urbanístico alrededor del mundo. Distintos investigadores concuerdan con él al decir que
la ciudad es la expresión concreta de la complejidad social y de la organización estatal (Trigger 2003a, Janusek
2004). No obstante, otros postulan que las ciudades son rasgos de sociedades estatales, pero la correspondencia
no es necesariamente completa. Mientras que la existencia de una sociedad estatal implica la presencia de una
ciudad capital y quizás muchas más, la existencia de una ciudad no implica todas las características normalmente
asociadas con el estado, que frecuénteme incluye una jerarquía de asentamientos (Renfrew 2005).

Por otra parte, otros investigadores en lugar de basarse en la lista de rasgos de Childe, prefieren un enfoque
funcional al momento de definir lo que es una ciudad. Y es que si bien la combinación de cultura material y
organización social al momento de detallar las características de sociedades urbanas significó un gran avance,
proporcionó lastimosamente muy pocas ideas de cómo funcionaron las ciudades tempranas. John Rowe (1963)
propone que una ciudad es más que un nodo de asentamiento particularmente denso, tiene que existir una
nucleación de funciones no-domésticas. De una manera similar, para Richard Fox (1977) una concentración
densa de residencias domésticas no sería considerada una ciudad, a menos que se demuestre que fue un centro
de actividades no-domésticas. Propone además la existencia de tres tipos de ciudades según las actividades que
llevaron a cabo3. Sin embargo, tal como propone Bruce Trigger (2003b) las clasificaciones tipológicas tan útiles al
momento de clasificar artefactos arqueológicos no son verdaderamente útiles al momento de hacerlo con ciudades.

Además de apoyarse en el aspecto funcional, algunos otros investigadores abordan el concepto de ciudad,
no desde un punto de vista aislado, sino en relación al área rural. Para Morgan H. Hansen las ciudades son
reconocidas como asentamientos nucleados distintos del área rural, como centros de comercio que dan origen
1 Se tiende a cuestionar, o incluso desaprobar al menos cinco criterios de Childe (Hansen 2005). (1) Se menciona que el uso de sistemas
de escritura es el único criterio para distinguir una ciudad de otros tipos de asentamientos tempranos. Sin embargo, se ha encontrado
escritura en civilizaciones sin ciudades, como las runas escandinavas 700 años antes de que los primeros pueblos aparezcan en la parte
sur de Dinamarca. (2) Si la escritura es una condición para el desarrollo de las ciencias, una consecuencia de la crítica anterior es que la
existencia de ciencias como una característica urbana desaparece. (3) Se puede concluir que la presencia de edificios públicos monumentales
no es un criterio esencial dentro de la definición de ciudad; en Irlanda Medieval, existieron impresionantes monasterios sin ciudades hasta
la llegada de los vikingos noruegos que fundaron Dublin. Otro ejemplo es Stonehenge. (4) La división del trabajo y especialización de
las funciones son indudablemente aspectos cruciales del urbanismo, pero contra Childe es un punto discutible que especialistas a tiempo
completo sean requeridos. (5) Childe acepta que las civilizaciones políticamente urbanizadas fueron organizaciones estatales. Es verdad
que el estado y el urbanismo se combinan a menudo, pero no siempre. Estados sin ciudades son los reinos anglosajones en su periodo
temprano y la mayoría de reinos de habla Bantu en Uganda. Contrariamente, un ejemplo de ciudades sin estado es Yako en Nigeria.
2 El término civilización fue redefinido por Childe, sin embargo fue usado primero en antropología por John Lubbock (1870) como un
sinónimo de cultura; pocos años después Lewis Morgan (1877) propuso un significado alternativo, relacionado al pensamiento evolutivo
antropológico, específicamente como un estadio del desarrollo cultural. Morgan señalaba que una sociedad era considerada civilizada si
solo vivía en ciudades, con un gobierno central que controlaba el poder sobre un territorio.
3 El autor propone la siguiente clasificación (1) la ciudad mercantil, que aparece cuando la nucleación del asentamiento es producto de
un vibrante sistema económico; (2) la ciudad administrativa, que aparece cuando los sistemas políticos llegan a ser tan complicados que
se necesitan ubicar muchos niveles especializados de poder para administrar los propósitos y (3) los centros palaciegos-rituales que son
los más básicos, donde la principal razón de la nucleación es la proximidad a las funciones y funcionarios rituales (Fox 1977).

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a una considerable división del trabajo y especialización de la función, como verdaderos lugares centrales,
en el sentido económico (Hansen 2005). Otros investigadores como el mismo Renfrew, de manera concisa,
conceptualizan la ciudad como un centro sustancialmente poblado que ofrece servicios especializados a una
sociedad más amplia (Renfrew 2005), enfoque que está relacionado con la teoría del Lugar Central4. Dentro de
los que estudian el surgimiento del urbanismo en Mesoamérica como Michael Smith un asentamiento recibe la
categoría de urbano siempre y cuando sus actividades e instituciones (sean económicas, políticas, religiosas o
culturales) hayan afectado áreas lejanas del propio asentamiento. Las ciudades son grandes asentamientos con
muchas funciones urbanas que afectaron la gran área rural, mientras que los pueblos son asentamientos más
pequeños con menos funciones urbanas que afectan a una región mucho menor (Smith 2001). Finalmente, de
acuerdo a Trigger una ciudad puede ser definida como una comunidad o asentamiento que desarrolla numerosas
funciones en relación a un espacio rural mucho más grande (Trigger 2003a). Es bajo el enfoque funcional y
consideraciones como la de Trigger que se han abordado los principales temas sobre la emergencia de la ciudad
en las huacas de Moche y del consecuente primer estado territorial en la costa norte del Perú.

Aunque existen muchos criterios al momento de enumerar los requisitos de un sitio urbano, aparentemente
se ha usado el concepto de ciudad de manera general para asentamientos nucleados más grandes que una aldea,
aplicándose incluso a pequeñas comunidades antiguas con una población de sólo mil habitantes. Se ha debatido y
cuestionado el uso de manera sinónima de ciudad y pueblo y la cantidad de mil habitantes como la línea apropiada
de separación entre ciudad y aldea en sociedades antiguas (Marcus y Sabloff 2005a). Sin embargo, aunque el
tamaño y la complejidad política por si solos no son criterios adecuados para identificar ciudades, se debe tener
en cuenta que asentamientos con algunos cientos de individuos no podrían sostener el grado de especialización
y poder sociopolítico que uno podría pensar como urbano. Por lo tanto, poblaciones de algunos miles parece
un requerimiento necesario, sino suficiente, para que una sociedad o asentamiento sea urbano (Hansen 2000;
Renfrew 2005).

Una definición algo más amplia que las anteriores y que toma en consideración el modus vivendis de los residentes,
es la de Cowgill quien definió la ciudad como un asentamiento permanente dentro de un territorio mayor ocupado
por una sociedad que lo consideró su hogar, con un número importante de residentes cuyas actividades, roles,
prácticas, experiencias, identidades y actitudes se diferencian significativamente de aquellos otros miembros de
la sociedad que se identifican mucho más con espacios “rurales” fuera de dicho asentamiento (Cowgill 2004).
El autor pone énfasis en el rol que jugó el comportamiento de los residentes, al momento de determinar un
asentamiento como ciudad. Así también, desde el punto de vista de cómo emergieron las ciudades define dos
tipos: las “prístinas” (pristine cities) y las secundarias (planted cities). Las primeras son asentamientos con un nivel
de urbanismo previamente desconocido de una tradición local, lo que significa que los ocupantes no tuvieron
un modelo previo para emular; mientras que las segundas son creadas por pueblos con alguna experiencia de
vida urbana; muchas de estas ciudades fueron colonias derivadas de comunidades mayores.

Si bien cada ciudad es única de muchas maneras, como se ha mencionado líneas arriba, parece acertado a
la vista de los especialistas que un enfoque comparativo puede ayudar a responder preguntas como por qué
emergieron las ciudades y qué funciones cumplieron (Marcus y Sabloff 2005b). Las comparaciones entre centros
urbanos tempranos parten del análisis del ordenamiento interno de cada uno, que a su vez se relaciona con la
idiosincrasia propia de los grupos humanos tal como sucede con los estilos artísticos. En palabras de Trigger las
diferencias en el ordenamiento interno de las ciudades se correlacionan con dos tipos diferentes de organización
política: las “ciudades-estado” y los “estados territoriales” (Trigger 2003a).

Para Trigger las ciudades-estado formaban redes cuyas elites tendían a competir, a menudo militarmente, con
la intención de controlar el territorio intervenido, las rutas de comercio y otros recursos al mismo tiempo que
compartían creencias y símbolos, haciendo alianzas unas con otras, en forma de matrimonios entre las familias

4 El aspecto crucial en la Teoría del Lugar Central (Central Place Theory) es ver a los centros nucleados como redes en los que una ciudad
está ubicada en la cima de una jerarquía de asentamientos y otros centros nucleados muy por debajo de acuerdo a su tamaño y distancia
del lugar o asentamiento central. El dominio de la ciudad sobre el área rural se reduce con la distancia desde la ciudad, entonces existe
una relación directa entre el tamaño de una ciudad y el tamaño del territorio que controla. El resultado es una definición muy ambigua
de lo que es una ciudad. Muchas aldeas cumplen el requisito de desarrollar numerosas funciones en relación a un área rural mayor. Como
ya había notado Trigger con esta definición es imposible distinguir ciudades de pueblos y pueblos de aldeas (Hansen 2005).

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gobernantes. El autor caracteriza las ciudades-estado de la siguiente manera. De tamaño variado, generalmente
con un territorio de pocos cientos de kilómetros cuadrados; pero con una ciudad capital cerca al centro de su
territorio, rodeada por centros administrativos secundarios, aldeas y caseríos. La población varía entre unos
miles y más de cien mil individuos en las ciudades capitales, que cuentan con un gran número de campesinos y
de artesanos a tiempo completo produciendo bienes disponibles para cualquiera.

Por otra parte, los estados territoriales fueron entidades políticas mucho más grandes gobernadas por jerarquías
de funcionarios operando a diferentes niveles jerárquicos: central, regional y local. Los estados territoriales
experimentaron muchas combinaciones de control representativo y burocrático para mantener unidos los
diferentes grupos sociales. Se caracterizan de la siguiente manera. Las ciudades capitales albergaban el noventa por
ciento de la población total, pero raras veces sobrepasaban las cincuenta mil personas, entre las que se incluyen
sólo miembros de clase alta, funcionarios, artesanos empleados por el gobierno, servidumbre y sus familias. Los
campesinos sólo ocuparon aldeas cerca a las áreas de cultivo, y debido a su naturaleza dispersa la producción
agrícola fue menos intensa, con periodos de inactividad agrícola en los que trabajaron, con materia prima local,
los bienes que necesitaban (de menor calidad) para intercambiarlos en mercados locales. El gobierno reguló la
extracción minera y el comercio exterior monopolizando la materia prima para la producción de bienes de lujo
para líderes y funcionarios, creando también impuestos, rentas y trabajo de tipo corvea sobre trabajadores rurales.

Esta dicotomía, aunque cada vez más aceptada (Trigger 2003a) acerca de estados o entidades políticas, ha
sido criticada por Marcus que ve las dos categorías como extremos finales de un continuum; así como Cowgill
(2004) que sugiere que esta división conduce a la confusión de entidades políticas con tipos de asentamientos.
La solución que propone Renfrew (2005) es permanecer con los asentamientos, con el concepto de ciudades en
primer plano y con definiciones perteneciente a estructuras sociales y entidades políticas en segundo plano.

A pesar de que es difícil encontrar una definición de ciudad que satisfaga nuestras expectativas, que ha
probado ser una tarea más simple que la de civilización. La dificultad de encontrar una definición trabajable
para civilización ha hecho que este término pase de moda en los últimos años. Sin embargo, una posición algo
distinta es la de Renfrew (2005) que considera a los términos ciudad, estado y civilización como una triada que refleja
frecuentemente diferentes aspectos (urbano, social y cultural) de un mismo concepto.

1.3. Algunas consideraciones sobre urbanismo en el área andina


Como John Rowe, otros investigadores andinos han confrontado las nociones del urbanismo en la región,
tan distintas de otras tradiciones urbanas en el mundo. Rowe (1963) definió la ciudad desde una perspectiva
arqueológica, basándose en cuatro criterios, de las que el tamaño de la población y el ordenamiento espacial
fueron las más consistentes. Los asentamientos deben ser mayores a veinte viviendas (tamaño probable una sola
familia extendida) y tan densos que no permitieron agricultura entre las éstas. Además, considera la presencia de
especialistas y de población rural aledaña. Los asentamientos superiores a veinte viviendas (dos mil personas)
debieron albergar una sobrepoblación, por lo que el excedente pudo estar integrado por un nuevo grupo de
productores especializados; así también, una población rural debió estar dedicada a la producción de alimentos
para el consumo de los pobladores de la ciudad.

Helaine Silverman (1988) en base a su trabajo en Cahuachi define el urbanismo, y por ende la ciudad, a partir
de la presencia de una población grande, densa, permanente, residencial, económicamente distinta y socialmente
heterogénea; que se concentra en una área compacta con arquitectura interna, un ordenamiento interno planificado
con calles y vecindarios, estructuras de almacenamiento de bienes y alimentos y especialización económica y
producción artesanal.

José Canziani (2003a) coincide con Silverman al suponer la importancia de la complejidad arquitectónica y
distribucional; para él una ciudad corresponde a un nuevo tipo de asentamiento urbano que se caracteriza entre
otras cosas por la concentración, diversidad y grado de desarrollo de la arquitectura pública, por el planteamiento
y zonificación de su organización urbana y por el desarrollo de servicios que implica la presencia de especialistas
dedicados a la provisión y administración de servicios.

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Por su parte, Krzystof Makowski (1996, 2002) revisa y discute los diferentes modelos interpretativos del
proceso urbanístico en los Andes. Para el autor existen tres grandes tendencias que guiaron la investigación sobre
el urbanismo andino. La axiomática que asume la presencia de extensos complejos de arquitectura monumental
rodeada de áreas de vivienda implica un nivel avanzado de complejidad socio-económica, llamado urbano. La
comparativa que considera que el proceso evolutivo social y político que condicionó el surgimiento de las ciudades
y estados en el viejo mundo se repite en otras regiones. La pragmática que implica la existencia de asentamientos,
que por su extensión y diseño pueden clasificarse en urbanos y aldeanos; y cuyos criterios de diferenciación
siguen siendo confusos.

Los representantes de la perspectiva axiomática son Luis Lumbreras y José Canziani que siguen los lineamientos
de Childe. Ellos entienden que tras un largo proceso desencadenado primero por la revolución neolítica y luego
por la revolución urbana, la clase dominante (especialistas y dirigentes) reside en la ciudad que se convierte en
la sede de los poderes del estado. Lumbreras (1986) propuso originalmente que el urbanismo en los andes no
empezó a desarrollarse sino hasta la consolidación y expansión del estado Wari, en la sierra sur; sin embargo,
trabajos recientes en sitios como Caral5 (Shady 2000, 2006) y muchos otros le han hecho retroceder la fecha casi
tres milenios hacia el periodo Formativo (Lumbreras 2006), enfatizando dos áreas de desarrollo urbano: la costa
norcentral y la sierra central.

En cuanto al modelo comparativo cita a Donald Collier (1986) quien consideró que el desarrollo cultural en
la costa norte siguió los mismos lineamientos propuestos por Karl Wittfogel6 (1957) y Robert Adams7 (1966).
Para Collier hacia el final del periodo Formativo y comienzo de los Desarrollos Regionales se introduce el riego,
desarrollándose tecnologías como ganadería y metalurgia y aumentando la población. Este aumento generó
conflictos armados y ante esto surgieron las elites guerreras, para entrar en conflicto con las sacerdotales. Con el
tiempo los señoríos teocráticos del Formativo se convirtieron en sociedades seculares, militaristas y expansionistas,
como Wari. Richard Schaedel (1978) considera que el proceso evolutivo cultural en el que se enmarca el urbanismo
en regiones como Mesopotamia y México –siguiendo a Adams- también es aplicable en el caso andino. Para
Schaedel el largo proceso urbano se inicia milenios atrás con la formación de las aldeas que dan paso primero
mucho tiempo después a los centros ceremoniales vacíos, donde los templos sólo eran lugares de peregrinaje, y
finalmente a las ciudades que aparecen sólo tras la expansión del fenómeno Wari.

Debido a su definición de ciudad, Rowe (ver líneas arriba) es enmarcado dentro del modelo pragmático.
Diferencia una ciudad de un pueblo por dos variables: el tipo de actividades que sus residentes realizaron y el
número de estos, mientras que en una ciudad se llevan a cabo funciones artesanales, comerciales, de servicio,
administrativas, militares, etc.; en el pueblo la gente se ocupa de actividades de caza, pesca, agricultura o
recolección. Además propone el número de dos mil habitantes como límite entre los dos tipos de asentamientos
(Rowe 1963:3). Igualmente diferencia una ciudad de un centro ceremonial por la permanencia poblacional y es
que el centro ceremonial funciona estacionalmente, siendo abandonado por gran mayoría. Bajo estas mismas
consideraciones, Richard Burger (1984) describió el apogeo de Chavín de Huantar, con una población entre dos
y tres mil habitantes en una área de casi cuarenta y dos hectáreas, como un asentamiento proto-urbano que falló
en su evolución hacia una ciudad, aunque haya realizado muchas funciones características de una.

Finalmente Makowski (2003, 2012) comparte la idea de que el sistema andino es anti-urbano, en comparación
con el urbanismo occidental. Propone que la ideología y el calendario andino obligaban a desplazamientos

5 Shady propone que el ordenamiento interno tipo nucleado de la arquitectura monumental en el sitio de Caral es propio de la denominada “revolución
neolítica” de Childe, y que una civilización urbana se originó entre los valles de Santa y Chillón, a partir del desarrollo de una agricultura de riego. La
capital de este primer estado en palabras de la autora sería Caral.
6 La teoría hidráulica fue creada por Wittfogel para explicar originalmente el surgimiento del estado en regiones áridas como Egipto, China y Mesopotamia,
posteriormente fue propuesta para México y el área andina aunque su aplicación ha sido severamente criticada. La propuesta explica como un gobierno
despótico se mantuvo en el poder con el control de un recurso tan preciado como el agua y los canales de irrigación. Los administradores de los sistemas
de riego aprovecharon su función para monopolizar el poder, formando unidades políticas cada vez más grandes, capaces de llevar a cabo una irrigación
a gran escala.
7 El trabajo de Adams se resume en el análisis comparativo de dos sociedades urbanas como Mesopotamia y el centro de México. El autor propone que
la compleja división del trabajo fue la base del surgimiento de los estados. Esta propuesta enfatiza los cambios sociales en el núcleo del urbanismo y no en
los obvios cambios tecnológicos, con instituciones sociales cambiando en maneras predecibles, como el control de la elite cambió de teocrático, a través
de un militarismo local hasta alcanzar un estado expansionista centralizado (imperio). La complejidad creciente del comportamiento cultural, se centró
en los sistemas de organización social y económica. La reacción a esta nueva economía fue la evolución de las instituciones necesarias para manejarla.

8
poblacionales impidiendo en muchos casos la nucleación urbana. El autor caracteriza el sistema urbano en
los andes de la siguiente manera: (1) Inestabilidad en el sistema de asentamientos, es decir ausencia de tell urbanos
estratificados, largo hiatos ocupacionales: estratigrafía con ocupaciones múltiples y; cambios drásticos en la
distribución espacial; (2) predominio de arquitectura publica con más importancia en los espacios sagrados, marginando
espacios domésticos y (3) recurrencia de formas de arquitectura ceremonial como plaza, patio hundido, recinto cercado,
plataforma escalonada en centros urbanos.

Otro autor que investiga de manera general el proceso urbano andino es Canziani (2003b y 2010) que
analiza los cambios económicos y sociales de los primeros asentamientos aldeanos, así como los resultados
más importantes de las investigaciones arqueológicas. Pone hincapié en las distintas formas de asentamiento
y el surgimiento de una arquitectura pública como expresión del proceso de revolución neolítica en los andes.
Un detalle resaltante del autor es que aborda particularmente el tema del urbanismo moche (Canziani 1989,
2003a), considerando a las huacas de Moche dentro de las primeras ciudades en los andes. Para Canziani moche
consigue un acelerado desarrollo urbano que alcanzó la categoría de ciudad gracias a un alto nivel de desarrollo
económico basado a su vez en el perfeccionamiento de una agricultura con irrigación artificial, acentuado por
una división del trabajo dando origen a una formación estatal de tipo teocrático8 que ejerce su poder mediante
el aparato ideológico y físico, con una clase dominante conformada por sacerdotes y guerreros. En su trabajo
critica fuertemente la propuesta de Schaedel (1972) que encasilla al sitio y otros asentamientos contemporáneos
en la categoría de centros ceremoniales sin población permanente, un estadio anterior al de ciudad. Schaedel
propone que la urbanización se procesa recién a partir de sociedades teocráticas que se preocupan poco por el
control de los recursos (minimizando la naturaleza administrativa de los grupos humanos, que se iba a producir
sólo con Wari), y que presentan un patrón de asentamiento disperso.

1.4. La arqueología del paisaje como corriente para el estudio del urbanismo en las huacas de Moche
Directamente relacionados a las nociones de espacio y lugar, y acompañando tanto los ambientes urbanos
y rurales, emerge el paisaje como un campo fértil para la exploración de ecologías humanas en nuevas
configuraciones espaciales. Julian Thomas (2001) define al paisaje como una red de espacios relacionados, que
han sido revelados gradualmente a partir de tres aspectos: (1) la interacción y las actividades habituales de las
personas, (2) la cercanía y afinidad que han desarrollado por algunas ubicaciones especiales, y (3) los eventos que
han delineado otros espacios causando que sean recordados o incorporados dentro de las historias locales. En
este sentido para Thomas un paisaje es un conjunto de relaciones, donde además los paisajes sociales representan
sistemas de referencia en el que cada acción humana realizada es evidente en el contexto de otras acciones pasadas
o futuras. De esta manera, el enfoque paisajístico proporciona un campo de acción para integrar distintas formas
de información y aspectos de la vida humana como la cultura y las relaciones sociales, el poder y política, la
identidad y experiencia; una perspectiva aplicable al caso del urbanismo en la costa norte y al desarrollo de la
ciudad en las huacas de Moche.

La definición del paisaje de Thomas se diferencia notoriamente de aquella de Stephen Daniel y Denis
Cosgrove, geógrafos culturales, que no consideran importante el registro paisajístico para la interpretación del
pasado, es más para ellos el paisaje oculta desigualdades y conflictos creando fragmentación y multiplicidad para
claves interpretativas (Daniel y Cosgrove en Thomas 2001). Consideraciones como esta última dejan de lado
la materialidad esencial del paisaje y las prácticas espaciales que físicamente se desarrollan en él. Este enfoque
y aquel que considera al paisaje como un contexto medioambiental pasivo dentro del cual se encuentran los
restos arqueológicos incrementan considerablemente la divergencia moderna entre paisajes culturales y naturales.
Contrariamente, para Wendy Asmore y Bernard Knapp el paisaje debe ser entendido como un concepto que abarca
el continuum entre naturaleza y cultura, una mediación entre estos dos mundos inseparables e interrelacionados
(Ashmore y Knapp 1999). Incluso, existe una continua tensión entre el mundo natural y la imagen del paisaje
socialmente construido. De esta manera el paisaje nunca está completo, ni construido ni no construido sino es una
8 El estado se llama teocrático cuando en él se confunde la autoridad política y la religiosa. En un caso normal el jefe de la iglesia es al
mismo tiempo jefe temporal del estado. Un caso opuesto es el término secular aplicado al estado. Para muchos, significa la independencia
del estado respecto de las autoridades religiosas -en los asuntos y en el dominio que le son propios- así como su neutralidad en las
querellas religiosas o filosóficas.

9
expresión social en construcción permanente. Agrega también que los paisajes son al mismo tiempo artefactos
culturales y procesos históricos que son materializados a través de la práctica de agentes humanos; constituyendo
así un campo de producción cultural, interacción social y actividad colectiva para (Knapp en Harmansah 2013).

Desde una perspectiva económica y política los paisajes proporcionan recursos, refugio y riesgos que
coaccionan e impactan en las acciones y situaciones humanas, por lo que tienen que ser entendidos como entidades
que enfatizan las dimensiones socio-simbólicas de lo que las personas perciben, experimentan y contextualizan
(Ashmore y Knapp 1999). En este sentido, la formación del paisaje, tal como menciona Omur Harmansah (2013)
en su obra Cities and The Shaping of Memory in the Ancient Near East incluye los siguientes aspectos: (1) El ejercicio
de mecanismos sociales de poder. Elizabeth DeMarris y coautores consideran la ideología como una fuente de
poder, y exploran el rol que tuvo el control de ésta en la consolidación y centralización del poder político. En
este ámbito existe un proceso por el cual la ideología toma formas concretas y físicas como ceremonias, objetos
simbólicos, monumentos, sistemas de escritura y otros denominado materialización de la ideología; de esta manera
se debe entender a los paisajes como el reflejo de formas de poder en manos de elites gobernantes (DeMarris
et al. 1996). (2) La lucha política y negociaciones ente diferentes identidades culturales. Adam Smith y Nicholas
David exploran las maneras en que algunos espacios específicos son dedicados a asegurar la reproducción
social. Parten de la premisa de que un espacio producido asigna un significado a través de una negociación y pugna,
reiterando o legitimando las desigualdades en el acceso a recursos económicos, políticos y sagrados; de esta
manera los paisajes representan una diferenciación social de clase, género, jerarquía o poder (Smith y David 1995).
(3) La deposición material de las actividades humanas. Para Chistopher Tilley el espacio es un medium y no un
contendedor, involucrado en la acción y no puede estar divorciado de ella. Además no puede existir fuera de los
eventos y actividades dentro del cual está implicado. De esta manera los espacios son producidos socialmente
y en estrecha relación con los agentes humanos por lo que es propenso a la reproducción o cambio ya que su
producción toma lugar en la práctica diaria de individuos y grupos (Tilley 1994).

Para Harmansah9 el espacio, en particular el urbano, es un producto social, porque es construido mediante
las actividades de un cuerpo colectivo. Esta construcción es una en la que la sociedad se reproduce así misma a
través de varias formas de acción social como prácticas rituales, espectáculos estatales, actividades mundanas y
movimiento dentro de la ciudad. Estos espacios urbanos conforman paisajes conmemorativos donde se llevan
a cabo negociaciones políticas entre elites gobernantes y locales (Harmansah 2013). Siguiendo a Harmansah, el
paisaje urbano de las huacas de Moche y las actividades que se desarrollaron en él forman parte de un mismo
producto social, en el que las huacas son lugares donde se exhibió el poder y donde las prácticas cotidianas
produjeron deposiciones materiales que dejaron huella en la memoria colectiva de los habitantes de la ciudad. De
esta manera los monumentos y las actividades colectivas que han permitido su presencia material contribuyen
al estudio tanto del comportamiento diacrónico en el curso de casi setecientos años como del sincrónico en el
análisis de la relación de los distintos componentes del asentamiento. Sin embargo, salta la pregunta de ¿cómo
tienen que ser estudiados los residuos materiales y cómo tiene que ser analizada la información de primera mano
para que los paisajes y las ciudades sean correctamente documentados e interpretados?

1.5 Métodos, estrategias y recomendaciones para el estudio de ciudades


Debido al amplio número de ciudades antiguas, Joyce Marcus y Jeremy Sabloff en el libro The Ancient City,
abordan el estudio urbano desde un enfoque comparativo, cuyos resultados más resaltantes fueron agrupados en
grandes temas convertidos en ejes claros de investigación que valen la pena ser revisados al momento de trabajar
con grandes asentamientos (Marcus y Sabloff 2005b). Muchos tienen correspondencia con el trabajo en curso
en las huacas de Moche.

Uno de los primeros puntos es el mapeado de las ciudades que en algunas ocasiones puede hacerse de manera
extensiva, más no con los estratos más profundos. Se debe tener en cuenta que es difícil explicar los orígenes de
una ciudad sin los planos de su arquitectura más temprana. Además, hay que tener claro que las causas que dieron
9 Aborda el tema de la construcción de ciudades en el antiguo Cercano Oriente como una práctica arquitectónica, una forma de celebración
pública y una fuente de discurso político. La idea de construir una ciudad es encontrada frecuentemente en el registro histórico del
Cercano Oriente como una intervención política de la elite gobernante dentro de estructuras de asentamiento y paisajes construidos.

10
origen a los centros urbanos yacen en periodos pre-urbanos, y no en el de la ciudad misma. En algunas ocasiones
los planos pueden sugerir el crecimiento poblacional revelando la expansión de la ocupación residencial, periodo
por periodo; en otras ocasiones pueden demostrar la evolución de pueblo a ciudad a partir de la reorganización
del espacio relacionada con la emergencia de una nueva elite que tuvo la capacidad de tomar decisiones.

Los planos contribuyen también a que las estructuras puedan ser relacionadas con instituciones o personas. En
general, edificios estandarizados son considerados productos de instituciones centralizadas, tal es el caso de palacios
y templos. En muchas ciudades antiguas, el tipo de construcción y de espacios estandarizados fueron creados
y luego puestos en funcionamiento con personal especializado. Sin embargo, para determinar las funciones de
espacios especiales se necesita del hallazgo de artefactos asociados. Los arqueólogos suponen una correspondencia
directa entre un tipo de estructura y una función, sin embargo, casos recientes han mostrado que no es así ya que
muchas estructuras pueden ser multifuncionales.

El centro de una ciudad es donde usualmente se realizan las mayores excavaciones, y los resultados han sido muy
informativos, especialmente cuando una larga secuencia estratigráfica de edificios y construcciones monumentales
han sido expuestos. A diferencia de la periferia de la ciudad, el centro usualmente tiene una densa concentración de
espacios públicos. A partir del estudio de la secuencia estratigráfica se distingue el modelo de crecimiento espacial
de la ciudad que puede ser hacia afuera con la gente pobre en el centro y los más ricos moviéndose hacia la periferia,
o de manera inversa con las elites en el centro de la ciudad.

En cuanto a la evolución de los trabajadores especializados parece claramente que en algunos casos la
especialización a tiempo completo precedió a la emergencia de las primeras ciudades, tomando muchas formas.
En Mesoamérica y en el Cercano Oriente, un amplio rango de productos artesanales fue producido en viviendas
de las aldeas más antiguas, mucho antes de que el mundo sea testigo de las ciudades. De manera similar aldeanos
antiguos del valle de Oaxaca produjeron una serie de ornamentos en concha, mica, y espejos de hierro para ser
comercializados entre los diferentes barrios de la misma aldea.

Cuando se combinan textos, planos y artefactos asociados, se puede determinar el tipo de servicio que ofreció
una ciudad a sus residentes. Las ciudades a menudo ofrecieron a los pobladores del área rural servicios únicos y
espectáculos públicos, especialmente las capitales, como inauguraciones, consagraciones de templos o festivales
periódicos. Para llevar a cabo tales espectáculos, algunas capitales configuraron grandes espacios abiertos como
es el caso de la plaza de la capital azteca Tenochtitlan que llegó a acomodar ocho mil personas. De otro lado, para
confirmar que una ciudad tuvo la habilidad de atraer poblaciones por pocos periodos de tiempo, se tienen que
encontrar áreas públicas que parezcan tan grandes para ser usadas sólo por citadinos, con una enorme cantidad
de basura doméstica.

Los arqueólogos serán capaces de diseñar mejor las excavaciones cuando se den cuenta de cómo aislar los
bloques o unidades constructivas de una ciudad. Estas unidades pueden ser viviendas, conjuntos multifamiliares,
vecindarios, sectores o cuadrantes; además cada una de éstas debe estar incluida dentro de unidades mayores. En
muchas ciudades el bloque constructivo más pequeño es la vivienda, pero pueden variar tremendamente, no sólo
entre sociedades sino también a lo largo del tiempo en una misma sociedad. En ciudades mesopotámicas existieron
claros bloques delimitados por calles. Las viviendas grandes a lo largo de las calles principales parecen haber sido
ocupadas por mercaderes ricos que mostraban mercaderías en las habitaciones delanteras viviendo en las traseras.
Los residentes más pobres vivieron en el interior de pequeñas viviendas que no tuvieron salida a las calles, esta
gente sólo tuvo acceso a las calles principales a partir de una serie de pequeños y estrechos callejones y corredores.

La relación entre los pobladores de una ciudad y las poblaciones rurales pueden ser complementarias,
interdependientes, separadas o incluso antagónicas. Se propone que una ciudad siempre debe ser vista en su contexto
regional y macro regional con la intención de apreciar sus relaciones con los pueblos y aldeas del área rural. Se ha
discutido sobre el rol de residentes temporales que llegaban a las ciudades incas para desarrollar servicios laborales y
ser recompensados con bebidas alcohólicas. En Huánuco Pampa, una de las ciudades del estado inca, miembros de
dos grupos étnicos distintos llegaban a pagar tributo en forma de trabajo. Se deduce que muchos de estos residentes
temporales ocuparon miles de estructuras irregularmente ordenadas y dispuestas en un sector de la ciudad. El estudio
de los caminos que conectan ciudades y su área rural es otra manera de entender esta interrelación. A unos diez

11
kilómetros al sur de Monte Albán queda el sitio Cerro Tilcajete, un centro administrativo secundario. La evidencia
sugiere que algún tipo de camino conectaba Monte Albán con este centro administrativo de segundo rango. Los
estudios de caminos dan distancia en kilómetros. Hasta el momento los mejores estudios de tráfico pedestre pueden
ser hechos usando un rango de análisis GIS (Geografiphi Information Systems) o con el uso de tecnología satelital.

2. El complejo arqueológico huacas del Sol y de la Luna


2.1 El sitio dentro del paisaje cultural del valle de moche
Una mirada al escenario geográfico del valle bajo (Fig. 1) nos permitirá establecer puntos de referencia que
no debieron ser ajenos a los antiguos pobladores y líderes mochicas a la hora de elegir el lugar de construcción
del complejo sitio de las huacas del Sol y de la Luna.

El valle moche angosto de pendiente accidentada en sus orígenes y sólo se expande cerca de su desembocadura
en el mar. Esto se debe a la altura del valle medio, donde dos grandes montañas dominan y estrangulan el valle,
cerro Oreja al sur y cerro Galindo al norte. Desde este punto el valle es más amplio en su margen norte ya que el
río moche gira al sur en dirección al cerro Arenas donde dobla para tomar rumbo al oeste hasta el mar. Dentro
del valle mismo pequeñas colinas aisladas siguen un eje de sur a norte cortando el valle, son los cerros Blanco,
Pesqueda y Cabras. En los extremos dos montañas mayores delimitan la cuenca, se trata del cerro Ochiputur

Fig. 1.
Ubicación de las huacas de
Moche en la parte baja del
Valle de Moche.

12
por el sur y cerro Campana por el norte. Ambas montañas coincidentemente son las últimas manifestaciones
de zona de lomas en la costa norte peruana.

El valle en su origen fue un simple oasis alimentado por las aguas del río Moche, por lo que debió ser una
simple galería boscosa alrededor de sus márgenes; fuera de estos dominaba el desierto costero. En las zonas
más bajas, el desborde del río en épocas de mayor crecida debió producir bosques más extensos y quizás zonas
de filtración y bofedales. Hacia el sur y el norte de la desembocadura se extiende una amplia bahía que va desde
la punta de Salaverry hasta Huanchaco; es interesante que en ambos extremos se ha reconocido la presencia
humana desde del periodo Arcaico y durante la ocupación Moche. Estos ocupantes del litoral marino tuvieron
como actividad principal la economía extractiva del mismo, la recolecta de frutos de mar, así como la pesca en
línea, con redes en la orilla o en alta mar.

Este escenario que en apariencia no presentaba muchos recursos naturales para la sobrevivencia humana, fue
modificándose poco a poco con la introducción de los sistemas de irrigación por canales, los que transformaron
el paisaje cultural del valle. Es muy interesante resaltar que fue este escenario el que dio sustento al pensamiento
mítico y religioso de la gente de la costa. De un lado, en esta zona desértica la única fuente de agua es aquella que
trae el río, que nace en las montañas. De allí la aparición de un dios ligado a las montañas, asociado a serpientes
que representan al río serpenteando las montañas; la montaña productora de agua, y el dios que la rige, son
venerados por el bienestar que brinda y la fertilidad del suelo para producir alimentos. Pero las montañas aisladas
son lugares sagrados, en crónicas antiguas, se las denominan en legua yunga los Pong, que tenían la capacidad de
viajar y emparentarse. Esto debió ser uno de los motivos por los cuales los moches llevaron a cabo la fundación del
sitio al pie de una de estas montañas, el Cerro Blanco. Al Dios de las Montañas, luego se le brindaron sacrificios
humanos, propiciados por el estado como una forma de generar cohesión entre sus miembros, pero también
como un mecanismo de coerción social.

El mar no estuvo ajeno al imaginario antiguo, seres sobrenaturales de este medio van a constituir el mundo
divino de los moches. De este modo se generó una dualidad que compensara el rol de la montaña y aquella del
mar, representando a su vez otros pares opuestos como lo masculino y lo femenino, lo de arriba y lo de abajo, el
día y la noche. Es poca la atención que hemos dado al estudio del paisaje natural y cultural en la configuración
del mundo social, político e ideológico de las sociedades pasadas.

2.2. La estructura urbana


2.2.1. Los ejes de circulación

La evidencia arqueológica demuestra la existencia de hasta cuatro anchas y extensas calles que además de
dirigir la circulación de personas y animales dentro de la ciudad, dividen y/o separan grandes sectores a maneras
de barrios (Fig. 2). La calle 1, a más de 100 m al oeste del Templo Viejo y dispuesta en sentido sur-norte, tiene
unos 15 m de ancho y algo más de 260 m de extensión registrados. Se ha documentado su existencia tan al sur
a la altura de los conjuntos 8 y 27, donde se intersectaría con la calle 2; y tan al norte, a la altura del conjunto 43
donde se cruza con la calle 3.

De la calle 2 no se tienen dimensiones exactas; inmediatamente al sur del conjunto 8, está dispuesta en sentido
este-oeste, desconociéndose su ancho y habiéndose registrado tan sólo unos 80 m de extensión hacia el este. Se
supone que se une al oeste con la calle 1. Es posible que la calle 2 se proyecte muchísimo hacia el este entre la
fachada del Templo Viejo y el muro perimetral sur que justamente alcanza la ladera del cerro Blanco. La calle
3 tiene unos 13 m de ancho, habiéndose registrado tan sólo unos cincuenta metros de extensión. Dispuesta en
sentido este-oeste, ha sido registrado tan al este a la altura de los conjuntos 43 y 44. Se une al oeste con la calle
1. Es posible que se proyecte tan al oeste hasta alcanzar la huaca del Sol, pasando junto al anexo huaca del Sol
y tan al este que conduzca a la entrada norte del Templo Viejo.

Podemos mencionar una cuarta vía de circulación mayor, si bien no se ha registrado como una calle propiamente
dicha, recientes excavaciones demuestran la existencia de un camino epimural, a unos 80 m al este de la huaca

13
14
ANEXO BARRIO A
HUACA DEL
SOL

BARRIO F

AVENID CA44
A3

CA39
CA43
CA47

CAMINO EPIMU
RAL
CA42

HUACA
DEL SOL BARRIO B
TEMPLO
NUEVO
BARRIO D

A1
AVENID
NÚCLEO URBANO
BARRIO C PLATAFORMA ULHE
CA21
Plz5 CA17
CA35
TEMPLO
Plz1 CA30 VIEJO
CA9
Plz5 CA27 CA8
Plz2 CA7 AVENIDA 2

HUACAS DE MOCHE
0 100m
TALLER
ESCALA GRAFICA ALFARERO

BARRIO G
BARRIO E

CA46 CA5

Fig. 2. Plano general de las huacas de Moche, con ejes de circulación y sectores.
del Sol y dispuesto en sentido sur-norte (Rojas y Mejía 2013). Ha sido registrado tan al sur como a la altura del
conjunto 46 y debería proyectarse tan al norte hasta alcanzar la calle 3.

De esta manera, dos grandes vías dispuestas en sentido sur-norte (la calle 1 y el camino epimural) separan las
construcciones monumentales del espacio residencial en el centro de la ciudad. Si a este par de calles proyectásemos
la calle 2 hacia el oeste obtendríamos como resultado que la ciudad tuvo un ordenamiento interno tipo damero
de ajedrez.

2.2.2. Las vías secundarias y los espacios públicos

Estas vías menores o secundarias son los denominados callejones que justamente parten de las calles y
conducen hacia el interior de conjuntos arquitectónicos y plazas. Actualmente conocemos algo más de diez.
Se caracterizan por no sobrepasar los 2 m de ancho y por no ser más extensos que las calles. En cuanto a la
dirección, pueden dividirse en los que están en sentido sur-norte y los de este-oeste.

Los callejones en sentido este-oeste también pueden dividirse en largos y cortos. Entre los primeros sobresale
uno con más de 120 m de extensión registrados (callejón E-W 1). Parte de la calle 1, a la altura del conjunto 27,
hacia el oeste sobrepasando el conjunto 12. En su trayecto previamente alcanza las plazas 2 y 3. Otro callejón
(callejón E-W 2), de más de 60 m de longitud, parte también desde la calle 1, entre los conjuntos 30 y 35 y se
proyecta hacia el oeste, sobrepasando el conjunto 40. Un tercero (callejón E-W 3), ubicado al norte del anterior,
parte de la calle 1 entre los conjuntos 17 y 25, alcanzando el conjunto 21 por el oeste. Lo particular de este
callejón es que no es recto. Desde la calle 1 se proyecta unos 8 m hacia el oeste, luego hacia el norte 4 m para
finalmente girar hacia el oeste nuevamente unos 22 m más registrados. Otro (callejón E-W 4) de más de 50 m
de extensión registrados parte de la calle 1, a la altura del conjunto 42, proyectándose hacia el oeste alcanzando
la plaza 6. Otro callejón (callejón E-W 5) se ubica inmediatamente al norte; partiendo de la calle 1, entre los
conjuntos 42 y 43 se proyecta algo más de 40 m hacia el oeste alcanzando el conjunto 39. Un último callejón
largo (callejón E-W 6) parte desde una vía desconocida entre huaca del Sol y el conjunto 47 y se proyecta 38 m
hacia el este. Entre los callejones cortos está uno entre los conjuntos 27 y 30 (callejón E-W 7) de unos 13 m de
extensión, otro (callejón E-W 8) entre los conjuntos 23 y 25 de no más de 8 m.

Los callejones en sentido sur-norte, generalmente son mucho más cortos que los anteriores. Un primer
callejón (callejón S-N 1) parte desde el callejón E-W 1, entre los conjuntos 9 y 26, hacia el norte 17 m alcanzando
el conjunto 10. Un segundo (callejón S-N 2) parte también del callejón E-W 1 entre los conjuntos 12 y 13,
proyectándose 27 m al norte hasta alcanzar el conjunto 28, hacia el sur se proyecta algunos 10 m alcanzando
la plaza 2. Finalmente uno (callejón S-N 3) parte de la calle 3, entre los conjuntos 39 y 43 y se proyecta 24 m
hacia el sur.

Lo callejones parten de alguna de las vías principales y dirigen la circulación hacia y desde los conjuntos
pero también permiten alcanzar espacios públicos como las plazas. Generalmente irregulares y de dimensiones
variables, presentan disposiciones internas particulares. Hasta la actualidad se han registrado siete plazas. De ellas
la plaza 4 se trató de un conjunto arquitectónico; mientras que la plaza 6 (Seoane et al. 2010) y la plaza 7 (Zavaleta
et al. 2012) sólo fueron definidas en una pequeña parte.

La plaza 1 de forma cuadrangular, mide 15 m en su eje sur-norte y 12 m en su eje este-oeste. Según los
excavadores corresponde a una plaza del tipo cerrada con un estrecho vano de acceso en la esquina noroeste
que da directamente al callejón S-N 2. Colinda por el norte con los conjuntos 10 y 11, por el sur con el conjunto
12, por el este con el conjunto 9 mientras que por el oeste con el callejón S-N 2. La disposición interna es muy
interesante, en los lados este, oeste y norte existen banquetas anchas a distintos niveles, de las cuales la banqueta
este es la más compleja. Con una altura de 0,5 metros desde el centro de la plaza, cuenta con una pequeña
rampa central. Sobre esta banqueta se encontraron una serie de vasijas semienterradas y tal como lo indican los
hoyos de poste debió además contar con una cubierta (Chapdelaine 1998; 2000). Los rasgos más importantes
encontrados dentro de la plaza son las vasijas, una que contenía piruros, piruros dentro de un hoyo de poste y
un fogón en la esquina sureste (Chapdelaine 2003).

15
La plaza 2 se encuentra muy cerca y al sur de la primera, colinda por el norte con el callejón E-W 1, por el sur
con áreas no excavadas, por el oeste con el callejón S-N 2 y por el este con el conjunto 7. De forma cuadrangular
mide 14 m por lado. Esta plaza tendría también un único acceso en la esquina sureste desde el conjunto 7,
accediendo directamente a la banqueta sur. La disposición interna de la plaza 2 es particular, presenta banquetas
en cada uno de los lados. La más interesante aunque no la más alta es la banqueta oeste, dispuesta en forma de
U abierta hacia el este. Las banquetas sur y este se encuentran a la misma altura que la anterior aunque mucho
más destruidas; mientras que la banqueta norte –la más alta de todas- tiene a su vez dos niveles, el extremo oeste
de esta última banqueta estuvo destruido. La banqueta norte tiene evidencia de columnas y hoyos de poste que
indican que estuvo techada.

La disposición de las banquetas, la limpieza del piso y la ausencia de actividades domésticas, como en el
primer caso apoyan la idea de que este espacio tuvo una connotación menos secular. Sin embargo, existe una
contradicción por parte de los excavadores al considerar a la plaza 2 como un espacio público y al mismo tiempo
proponer un sistema de control desde una banqueta exterior a la plaza (Chapdelaine 2003). Un único ingreso a
este espacio, desde el conjunto 7, implicaría la naturaleza restrictiva de sus actividades, convirtiéndolo en cambio
en un patio perteneciente al conjunto en mención. A diferencia de la plaza 1 no se pudieron tomar muestras para
fechados radiocarbónicos; sin embargo, la ausencia total de reocupaciones por encima de esta plaza, sugiere que
esta última funcionó en el último periodo Moche Tardío.

La plaza 3 colinda por el norte con el anexo plaza 3, por el sur con el callejón E-W 1, por el este con el
conjunto 27 y por el oeste con el conjunto 26. De forma rectangular, tiene 17 m en el eje sur-norte y 14 m en el
este-oeste. Esta plaza en palabras de sus excavadores corresponde a una de tipo abierta con depósitos, con un
acceso libre desde el callejón E-W 1 y con otro acceso en el norte que conduce al anexo plaza 3 (Chiguala 2012).
El ordenamiento interno está dominado por la presencia de dos grupos de pequeños ambientes cuadrangulares
–con muros internos enlucidos y pisos con muy buen acabado- en el lado norte de la plaza, mientras que en
el lado sur existe un gran espacio amplio con una superficie en mal estado de conservación. Las excavaciones
demostraron que los límites y ordenamiento interno es el mismo para las dos últimas ocupaciones. El hallazgo
de pesas de red y abundantes restos de animales marinos y terrestres en los ambientes cuadrangulares de la plaza
confirman que sirvieron como depósitos. La ausencia de banquetas y fogones aleja la posibilidad de actividades
domésticas en el interior de la plaza. Para los excavadores el ambiente amplio en el lado sur, asociado directamente
al grupo de depósitos en el lado norte debió integrar a la plaza 3. En este sentido esta plaza tendría la función de
espacio de distribución de productos; no es claro quien administraba estos espacios y la manera de circulación
de los productos, toda vez que no hay ninguna relación estructural con el bloque constructivo 1 y el conjunto
arquitectónico 9. Sin embargo la presencia de una fila de fragmentos de cerámica a manera de base o cimiento
podría hacer suponer que aquí existió un muro de cierre y este espacio sería un patio del conjunto 26 adyacente,
el cual no ha sido hasta la fecha excavado.

La plaza 5, que no ha sido delimitada en su totalidad, colinda por el norte y por el oeste con áreas no excavadas,
por el sur con el callejón E-W 2 y por el este con los conjuntos 21 y 41. De forma rectangular, hasta la fecha, mide
24 m en el eje sur-norte y unos 29 m en el eje este-oeste, medidas que se modificarán cuando sea nuevamente
intervenida. Esta plaza ha sido entendida como un espacio para intercambio, distribución y almacenamiento de
bienes y cuenta con un acceso al noreste que permite una comunicación directa con el conjunto 21 (Chiguala
et al. 2008). Se trata de un espacio sin estructuras internas. Los rasgos más importantes sobre el piso –de tierra
arcillosa y en mal estado de conservación- corresponden a tres grupos de vasijas grandes y una gran concentración
de ceniza en el centro de la plaza.

La cercanía de la plaza 5 a las áreas productivas de los conjuntos 17 y 21 sirvió de sustento para que Chiguala
y colaboradores afirmen que en ésta se intercambiaron productos de toda la cadena productiva de los talleres
de abalorios de piedra y de objetos ornamentales y rituales de cerámica (Chiguala et al. 2008). Pero veamos en
detalle cada uno de estos argumentos. Primero, el material cerámico recuperado en la plaza 5 está dominado
principalmente por el mismo tipo de vasijas que justamente fueron encontrados en el área productiva del
conjunto 21. Estos son: adornos 26,4%, objetos de producción 14,4% y objetos ceremoniales-musicales 12,4%,
que agrupados superan la mitad de la totalidad vasijas encontradas. Segundo, en lo que respecta a los objetos
de piedra, estos son prácticamente inexistentes en la plaza 5, se puede esperar entonces que la producción de

16
adornos de piedra sea sólo de consumo familiar, sin una comercialización en la plaza. Con esto, se pone en
evidencia sólo el intercambio de objetos de cerámica, por parte de los residentes del bloque 2. Intercambio que
debió haber sido por productos alimenticios básicos ¿granos? guardados en las distintas tinajas de la plaza. Sin
embargo, si este espacio es una verdadera plaza, se desliza la posibilidad que esté controlada en beneficio de los
residentes del bloque, yendo en contra del concepto público de estas, integrando de esta manera a la plaza 5
dentro del bloque 2. Además, a partir de la identificación de restos faunísticos se distingue una similitud entre
las especies consumidas en la plaza 5 y en los conjuntos 17 y 21 –mayormente peces y moluscos- frente a un
mayor y distintivo consumo de carne de camélidos en el conjunto 35. Con esto se puede imaginar que serían los
mismos artesanos los que están comercializando los productos en el espacio denominado plaza 5.

Esto nos lleva a la lógica de postular que estas plazas pudieron servir como espacios públicos donde los
residentes de los bloques intercambiaban sus productos y de cierta manera tuvieron su control, pero no dejaron
de ser espacios abiertos donde otra gente pudo ingresar de manera controlado o libremente.

2.2.3 El ordenamiento interno de la ciudad Moche

Para describir los componentes estructurales de la ciudad Moche, ésta ha sido dividida en sectores. Para tal
división se ha considerado la disposición y extensión de los grandes ejes de circulación, funcionando a la vez
como ordenadores espaciales. Con la proyección de estos ejes, han surgido siete sectores a manera de barrios,
y cada uno recibe una letra desde la A hasta la G, comenzando por aquellos que incluyen a los dos edificios
monumentales dominantes: la huaca del Sol y la huaca de la Luna y a su correspondiente arquitectura anexa
ubicada en la planicie, sectores A y B respectivamente. Los cinco sectores restantes consideran los conjuntos
arquitectónicos más representativos y las principales estructuras cercanas. De esta manera hemos tratado de
incluir todos los componentes urbanos para tener una visión global de la ciudad Moche.

Los Sectores con arquitectura monumental


El sector A: el palacio y sus áreas anexas público-administrativas
Incluye las estructuras ubicadas al oeste del camino epimural y al sur de la calle 3, es difícil proponer los límites
hacia el norte, oeste y sur. Se distingue por la presencia del palacio moche: la huaca del Sol, residencia principal
del señor y su corte. Hacia el final de la ocupación moche en el sitio, el palacio contó, sobre la planicie, con una
serie conjuntos cumpliendo funciones administrativas y de almacenamiento de productos antes que residenciales,
por lo que debieron estar directamente controlados por funcionarios y encargados. La gran cantidad de depósitos
pequeños asociados a los diferentes patios del conjunto 47, en el que prácticamente no se han encontrado
espacios de descanso, apoyan esta idea, además de la ausencia en el palacio de espacios para almacenamiento a
gran escala. Debido a esta complementariedad funcional, no sería raro suponer que los conjuntos de este barrio
hayan tenido una comunicación directa con la huaca del Sol mediante alguna rampa, así como también con la
plataforma anexa a través del camino epimural.

La huaca del Sol (Fig. 3) se ubica a pocos metros de la margen izquierda del río. Mide 367 m en el eje sur-
norte y 146 m en el eje este-oeste. En términos estructurales10 podemos decir que huaca del Sol es un conjunto
de plataformas, de fachadas escalonadas, a distintos niveles (secciones 1, 2 ,3 y 4) comunicados por rampas y
corredores llegando a superar los 40 m de altura. Sobre las plataformas se construyeron diversas estructuras de
10 Se ha especulado mucho sobre la extensión y forma que tuvo originalmente la huaca del Sol ya que sufrió una fuerte destrucción en
el lado oeste en época colonial. Michael Moseley (2001, fig. 79) a partir de un criterio simétrico propuso que la huaca del Sol tuvo un
diseño de planta en forma de cruz. Sin embargo, recientes excavaciones dejan por los suelos tal aseveración (Uceda y Tufinio 2014).
Excavaciones muy cerca de un canal de regadío a pocos metros al oeste de huaca del Sol confirmaron que el canal funcionaba durante
la época Moche y que la huaca nunca se extendió más allá del mismo. Con la extensión intacta de la sección 4 en el eje este-oeste, es
probable que la sección 3 haya tenido una proyección menor o igual a la de ésta. Para completar el diseño se ha propuesto que la sección
1 se trata en realidad de una inmensa rampa que alcanza la superficie de una primera plataforma (sección 2), que a su vez se comunica
con la plataforma superior (sección 3) por medio de una rampa en zigzag en el lado norte de esta última. La plataforma sur (sección 4)
debió estar comunicada con la primera plataforma por medio un corredor en el lado oeste de la plataforma superior.

17
CA47

0 50m

ESCALA GRAFICA

Fig. 3. Huaca del Sol, levantamiento topográfico y diseño retomado de Uhle (1998).

18
las que no se tiene información detallada. Además, está compuesta secuencialmente de tres edificios (1, 2 y 3)
superpuestos (Tufinio et al. 2012, 2013 y 2014) que serán descritos a continuación.

Debemos subrayar que cada edificio tuvo entre tres y cinco remodelaciones (Fig. 4); en algunos casos, cada
remodelación implicó un incremento de altura que varía entre sólo unos centímetros a más de un metro. A
diferencia de lo observado en huaca de la Luna, los muros fueron desmantelados y sobre ellos se construyó
la superficie y muros del nuevo edificio. Durante el edificio 1 (más temprano) huaca del Sol se asienta sobre
sedimentos pluviales y eólicos y está construida con adobes hechos con gavera de caña. El edificio, que no superó
los 10 metros de altura, sólo incluye dos plataformas centrales a desnivel (secciones 2 y 3) dispuestas en sentido
sur-norte. Para el edificio 2, huaca del Sol alcanza los 16 metros de altura y se compone de tres plataformas a
desnivel ya que se adiciona la plataforma sur (sección 4). En esta construcción se emplearon también adobes
pequeños hechos con gavera.

El edificio 3 corresponde a una reedificación masiva, en la que huaca del Sol adquiere el volumen que ostenta
actualmente. En este último proyecto se construye la plataforma norte (sección 1); y la plataforma mayor (sección
3) se eleva por encima de los 20 m de altura. Los materiales y las técnicas constructivas empleadas para este
edificio son diferentes a los de los edificios más tempranos. Los adobes son de cara lisa (gavera de tabla), mucho
más grandes, conformando bloques constructivos; que se distinguen por presentar adobes con una misma marca
de fabricante. Presentamos a continuación con mayores detalles la arquitectura de las secciones 2 y 4 donde se
centraron los trabajos de investigación.

La sección 2, de forma cuadrangular y con 14 m de altura es dominada en la parte central por una terraza con
el eje mayor dispuesto en sentido sur-norte. Sobre ésta existen dos tipos de estructuras ubicadas en los extremos
norte y sur. La destrucción en la parte central imposibilitó la recuperación de información. En el lado sur existe
un recinto rectangular muy mal conservado con 17,5 m en el eje este-oeste y 16 m en el eje sur-norte. Al interior
presenta banquetas adosadas a los muros norte, este y oeste. Las banquetas laterales (este y oeste) tienen 0,20
m de altura y sobre el extremo oeste de la banqueta central –a mayor altura que las laterales- existe una pequeña
estructura en forma de trono. Siguiendo la tradición arquitectónica norteña es posible que debieran existir dos
estructuras similares más, una en el centro y otra en el extremo este de la banqueta (Tufinio et al. 2012: Figs.
19 y 36). Además, para alcanzar el trono principal sobre la banqueta central es probable que haya existido una
rampa. La ausencia del muro sur del recinto, es una buena sugerencia para proponer que el acceso a éste, como
en otros espacios de este tipo en la costa norte, fue por el lado opuesto a los tronos, en este caso el lado sur. La
arquitectura del lado norte de la terraza corresponde a una serie de espacios pequeños cuyo diseño general no
pudo ser reconstruido, pueden tratarse de ambientes anexos con funciones complementarias al ambiente del trono.

A unos metros al sur de la terraza y adosadas a la fachada norte de la sección 3 existe un conjunto de espacios
pequeños cuadrangulares que son considerados como depósitos y cocinas. El material cultural recuperado sobre
los pisos de las estructuras del edificio 3 es escaso pero se caracterizan por la ausencia de ollas, con un número
reducido de cántaros, floreros y cuencos sugiriendo actividades de consumo de alimentos y bebidas. Otra categoría
presente son los fragmentos de cerámica fina (botellas) y de figurinas muy relacionadas con actividades ceremoniales.

La sección 4 tiene forma rectangular con el eje mayor dispuesto en sentido este-oeste y se eleva 15 metros
desde la superficie. Las excavaciones en el extremo oeste han demostrado la existencia de hasta cinco pisos
superpuestos. La arquitectura de los tres últimos no presenta mayores alteraciones, presentando una disposición
similar. Se trata de por lo menos dos conjuntos mayores amurallados con diversos ambientes internos, separados
a su vez por un estrecho corredor dispuesto en sentido sur-norte. Ambos espacios no han sido definidos de
manera total pero es el del lado este el que brinda mayor información. Con un solo acceso en el lado oeste desde
el corredor, el conjunto mide 20 m en el eje sur-norte y 6 m en el este-oeste, aunque el lado sur se encuentra
totalmente destruido. Internamente se compone de espacios regularmente amplios (posiblemente patios) y
de otros mucho más pequeños y cuadrangulares formando grupos o incluidos dentro de los más grandes. De
manera funcional se ha propuesto que la arquitectura de esta sección se trata de una de tipo administrativa con
los espacios pequeños y cuadrangulares considerados como depósitos (Uceda y Tufinio 2014). En este sentido
es lógico que no se haya encontrado material cultural en estos espacios, ya que siempre es retirado al momento
del abandono del sitio (Anders 1977).

19
20
SECCIÓN 1 SECCIÓN 2 SECCIÓN 3 SECCIÓN 4

0 10 20 30 40 50 m
EDIFICIO 3
67.150

REOCUPACIÓN
REOCUPACIÓN
POST MOCHE
POST MOCHE 49.250 48.110
46.910
EDIFICIO 2
41.813
39.403 37.670
35.543 36.843 35.663 35.000
EDIFICIO 1
30.260 29.470 msnm

HERRERA Y GALLARDO Y HERRERA Y


RAMIREZ RAMIREZ RAMIREZ
ABRIL-1992 MAYO -1992 ABRIL-1992

EDIFICIO 3, contemporáneo al templo nuevo


EDIFICIO 2
EDIFICIO 1

Fig. 4. Superposición arquitectónica de Huaca del Solr


Fig. 5.
Reconstrucción en 3D del
conjunto 47.

Se desconoce la extensión de estos conjuntos, pero parece probable que no alcanzaron el extremo este de la
sección 4, puesto que existe evidencia de que se reservó una gran área desprovista totalmente de arquitectura,
destinada probablemente a ceremonias relacionadas con el culto a los muertos11 tal como lo atestigua el hallazgo
de varias tumbas moches y post-moche (Tufinio et al. 2014).

En cuanto a las áreas anexas sobre la planicie podemos decir que el conjunto 47 durante la última ocupación
alcanzó 20 m en el eje sur-norte y algo más de 37 m en el eje este-oeste (Rojas y Mejía 2013 y Zavaleta et al.
2014). Se han propuesto cuatro subconjuntos (Fig. 5). El subconjunto 1, cuenta con uno de los tres vanos de
acceso al conjunto. En el lado este existe un patio de grandes dimensiones, con dos banquetas dispuestas en L, y
se caracteriza por no presentar material sobre piso; en el lado oeste, existe un patio de menores dimensiones con
banquetas en todos los lados; este segundo patio está asociado, al norte, a un espacio con depósitos pequeños.
El subconjunto 2 se caracteriza por una serie de espacios de regular tamaño dispuestos irregularmente, los
espacios mayores presentan banquetas y sólo algunos espacios pequeños presentan concentraciones de ceniza,
sin estructuras de combustión propiamente dichas. El subconjunto 3 se caracteriza en toda su extensión por
depósitos pequeños y de regular tamaño, algunos con vasijas semienterradas. En el lado norte existe un espacio
con banquetas dispuestas en L con depósitos pequeños. El subconjunto 4, se caracteriza por un patio pequeño
en el centro y rodeado por espacios menores, algunos de ellos con vasijas semienterradas que dan clara evidencia
de su función como depósitos.

El sector B: el templo y sus áreas complementarias


Este sector incluye el espacio entre la calle 1 por el oeste, la calle 2 por el sur, y la proyección de la calle 3
por el norte. De esta manera encierra a los dos templos de huaca de la Luna y a sus diversas estructuras anexas
funerarias y residenciales. Pero, a pesar de que el templo viejo ya había sido clausurado es probable que los
conjuntos arquitectónicos anexos aún hayan servido como residencias de la desgastada elite sacerdotal, y sus
sirvientes, que siguió utilizando la plataforma Uhle como plataforma funeraria. Ante el desprestigio del templo

11 Para completar el diseño general de huaca del Sol se propone que los espacios residenciales estuvieron en la parte más apartada y
segregada, el sector 3, tal como sucede en los palacios lambayecanos como huaca Larga de Túcume y huaca Chotuna donde la residencia
se emplaza en la parte más alta de las pirámides. Las semejanzas en la configuración del palacio de huaca del Sol con aquellos de la sociedad
Lambayeque deben ser explicadas a partir de influencias que no debieron estar sujetas ni al control ni al dominio de los lambayeques.
Es evidente que ambas estructuras se inspiran de un tronco común, pero en Lambayeque siguieron evolucionando, mientras que en el
valle de Moche desaparecen introduciéndose las cercaduras que derivaron en los palacios amurallados Chimú de Chan Chan (Uceda y
Tufinio 2014).

21
viejo, se clausuró la comunicación con la plataforma Uhle que siguió funcionando además como el primer
lugar de recepción de los prisioneros venidos fuera de la ciudad para la ceremonia de sacrificio. Esto puede
sustentarse por la ausencia de vanos cerrados tal como los del viejo templo, si hubiera dejado de funcionar
también se los hubieran encontrados. Por lo tanto, los sacerdotes aún debieron enviar prisioneros desde la
plataforma Uhle hasta el nuevo templo, en un recorrido muchísimo más largo pero necesario para los cada vez
menos consecuentes ceremoniales moches. Incluso, es posible que algunos de los sacerdotes que continuaron
viviendo en las estructuras residenciales de este sector y que usaron el nuevo templo también fueran enterrados
en esta plataforma funeraria.

La huaca de la Luna se ubica en la ladera oeste de Cerro Blanco y estructuralmente está compuesta por tres
plataformas (I, II y III) y cuatro plazas (1, 2, 3 y 4), que se agrupan para conformar dos montículos distintos
temporalmente: El Templo Viejo y el Templo Nuevo. Un rasgo compartido por ambos templos es el hecho
de que no se tratan de estructuras sólidas construidas en una sola fase, sino de estructuras superpuestas.
Periódicamente, los viejos espacios eran cubiertos exprofeso, creando superficies más altas y anchas donde los
mismos espacios volvían a ser construidos (Uceda 1997).

El Templo Viejo

Es el más antiguo, se trata de un conjunto arquitectónico conformado por dos plataformas y tres plazas,
intercomunicadas por una serie de rampas y corredores (Fig. 6). El eje mayor del templo se dispone en sentido
sur-norte, con la plataforma principal (plataforma I) y un espacio amplio y amurallado (plaza 1) por delante
de ésta. Los otros componentes se encuentran al oeste de las estructuras que conforman el eje principal. El
templo tiene sólo dos estrechos vanos de acceso que alcanzan la plaza delantera. Además se compone de cinco
edificios superpuestos: A, BC, D, E y F (Fig. 7). Los componentes estructurales del templo que serán descritos
a continuación corresponden, en muchos casos, a último edificio, el edificio A.

Fig. 6. Reconstrucción en 3D del Templo Viejo de huaca de la Luna.

22
La plaza 1, plaza principal, tiene forma de “L” y mide unos 175 m en el eje sur-norte y 75 m en el eje este-oeste.
Tuvo dos vanos de acceso, ambos muy estrechos, uno en el muro norte de 1,84 m de ancho y que comunica, a
través de un corredor de 35 m, a un pequeño ambiente cuadrangular para finalmente alcanzar el espacio central de
la plaza; el otro, en el muro este, muy cerca de la fachada principal, tiene 2,10 m de ancho (Orbegoso et al. 2012).
Dentro de la plaza existe un número de estructuras que se ubican en las esquinas dejando un extenso espacio central.

Muy cerca de la esquina suroeste y del segundo vano de acceso a la plaza, se encuentra una estructura escalonada
de forma semicircular con el arco hacia el norte y una pequeña rampa en el lado este. Además, adosada al muro
oeste a pocos metros al norte del segundo vano, una estructura cuadrangular era accedida mediante una rampa
desde el norte. En la esquina sureste, se encuentra un segundo ambiente cuadrangular “recinto esquinero” con
un atrio delantero, construido sobre una plataforma baja que cuenta también con una rampa en el lado norte.
Los muros del atrio están decorados en alto relieve con diferentes escenas recargadas que han sido denominadas
como los “temas complejos” (Fig. 8).

En la esquina noreste de la plaza se construyó una plataforma de forma casi rectangular, de 35 m en el eje
sur-norte y 25 m en el este-oeste. Esta plataforma, a 3 m sobre el piso de la plaza, es alcanzada por una rampa
amplia (en dirección oeste-este) ubicada en su lado sur y llega a la altura del primer escalón del frontis norte de la
plataforma I. Justamente al norte de este escalón existe un vano que permite ingresar al patio construido sobre
la plataforma. De éste, para el último edificio, no queda sino los restos de una banqueta amplia pegada al muro
sur. Los mayores detalles corresponden al penúltimo edificio (Fig. 9). El patio está delimitado por muros anchos
de un 1 m en los lados sur, oeste y norte, el lado este limita con una terraza que corre lo largo de todo la sección
este de la plaza. Este patio presenta banquetas anchas adosadas a los muros sur y oeste. Justamente en la esquina
suroeste se construyó un recinto esquinero, con vano en la esquina noroeste. Al norte del recinto sobre una especie
de atrio se construyó una estructura en forma de U con los muros este y oeste de forma escalonada y adosado al
muro sur de esta estructura un muro como asiento. Se trata de un pequeño altar (Fig. 10). Dos rampas ubicadas
en sus lados norte y oeste permiten acceder a estas estructuras que no tienen más de 0,3 m de altura. Los muros
del altar están pintados con bandas de colores negro, amarillo, negro y rojo. El recinto esquinero está decorado en
el muro norte con las imágenes, en pintura mural, de un ser sobrenatural con dos mechones en sentidos opuesto
y aletas a la altura del cuerpo, razón por la que se le ha denominado el dios Demonio Pez, un dios decapitador
que sostiene en una mano un cuchillo y en la otra una cabeza humana cercenada.

Los muros sur y oeste del patio presentan decoración en pintura mural dispuesta en escaques que se repiten
de manera inversa. El diseño se compone de dos triángulos opuestos. Uno representa una ola de borde aserrado
que termina en un extremo en una cabeza de ave marina y en otro en una cabeza de pez o serpiente estilizada. El
otro representa la misma cabeza de pez o serpiente estilizada. El muro norte estuvo decorado con la imagen de
un personaje parecido a los danzantes o sacerdotes cogidos de la mano, pero su estado de conservación es muy
malo que no permita ver los detalles de este personaje.

La terraza, al este del patio, está a 2 m de altura y se accede mediante una rampa empotrada en la parte media,
o por una segunda rampa que se adosa a ésta en su extremo norte. Mide 10 m en el eje este-oeste y 47 m en sur-
norte. En su extremo sur se construyó un recinto de 14 m de largo con acceso en el muro norte, bloqueado por
un muro de un metro de alto impidiendo el acceso directo a éste. En su interior existe una banqueta frontal a lo
largo del muro sur; sobre esta existe un recinto esquinero al sureste y un asiento en la parte central de la banqueta.
Existe evidencia de que la banqueta tuvo un techo por la presencia de hoyos en el piso. El muro norte del recinto y
el muro este también estuvieron decorados con el mismo motivo de los muros sur y oeste del patio de la primera
terraza. Al noroeste del recinto existe una banqueta sobre la cual se construyó un altar muy semejante al descrito
en el patio de la terraza baja e incluso se accede a ella por rampas, una al norte y la otra al este.

La presencia de la imagen del Dios Demonio Pez, así como la presencia de área de quema en el patio y las
estructuras en U, permiten sostener que se trata de un altar de culto a esta divinidad, que representa al mundo
de abajo, al mundo nocturno, al mar, y a la gran mamacocha.

La plataforma I, que destaca por su volumen, tiene unos 95 m por lado elevándose unos 25 m desde el piso de
la plaza principal. Se trata de una estructura con fachadas escalonadas en los lados norte, sur y oeste. La fachada

23
24
Fig. 7. superposición arquitectónica del templo Viejo.
Fig. 8.
Dibujo de mural complejo 1

Fig. 9.
Reconstrucción en 3D
patio del dios Demonio.

principal está en el norte, asociada directamente con la plaza 1, cuyos escalones están decorados con paneles en
alto relieve representando diversos personajes (Fig. 11). En el primer escalón se representa el desfile de varios
grupos de seres humanos, cada uno conducido por un miembro que se distingue del resto, posiblemente de la
elite. Los grupos están conformados en los extremos por guerreros y en el centro por prisioneros. Los primeros
portan tocados y armas, pero además, amarradas a sus porras, llevan las prendas y las armas de los prisioneros;
estos últimos van desnudos y amarrados con una soga por el cuello. El desfile se inicia en el muro oeste de la
plaza, yendo de norte a sur, recorre la fachada principal y el lado este de la plaza hasta el sistema de terrazas que
permite el ascenso a la plataforma I. En el segundo escalón se representa una serie de personajes, vistiendo túnica
y tocado, y además cogidos de la mano como si realizaran una danza. En el tercero, una araña compuesta: una
parte representada en perfil y la otra vista desde arriba, y entre ambas secciones existen dos brazos humanos uno

25
Fig. 10.
Reconstrucción hipotética
trono.

Fig. 11.
Reconstrucción en 3D
de fachada norte templo
Viejo.

sosteniendo un cuchillo y el otro una cabeza humana cercenada. En el cuarto, un ser humano divinizado, dada la
presencia de colmillos de felino saliendo de sus comisuras, fina vestimenta y cinturones rematando con cabeza
de serpientes; de uno de sus hombros cuelga un pescado y del otro un cordel de donde pende otro pescado. En

26
Fig. 12.
Reconstrucción en 3D de
patio con relieve.

el quinto, un animal mítico, un felino con cola de saurio que remata en cabeza de zorro, que está cogiendo en su
pata delantera una cabeza humana cercenada. En el sexto, donde dobla la rampa que permite el ingreso al templo,
una gran serpiente, posiblemente una boa constrictora, y luego un ser con el rostro del dios de la Montaña con
dos cabezas de zorros que nacen de sus costados y sin cuerpo visible pero con patas de falcónida. En el último
escalón se representa al dios de la Montaña visto de frente con cuatro apéndices que se desprenden del cuerpo y
que terminan en cabezas de cóndor. Porta en una mano, un cuchillo y en la otra una cabeza humana cercenada.

El acceso a la parte superior de la plataforma I se hace a través de una amplia rampa con antepechos de 4
m de ancho y 40 m de largo, que arranca al sur del recinto sobre la segunda terraza de la plaza, alcanzando el
penúltimo escalón del frontis y girando, en ángulo de 90°, hacia el oeste. Antes de seguir describiendo debemos
aclarar que la plataforma I presenta dos niveles: uno alto que ocupa la esquina noreste y otro bajo que rodea a
éste en los lados sur y oeste. Entonces, volviendo al sistema de acceso (al menos para el edificio A), la rampa
permite alcanzar vía un corredor, bordeando el nivel alto, los ambientes del nivel bajo y por una rampa empotrada
el nivel alto. Los detalles de los espacios que serán descritos a continuación corresponden al edificio C. La rampa
frontal conducía a un vano ubicado en el lado oeste y que daba acceso a un vestíbulo ubicado al pie del nivel
alto. De este vestíbulo una rampa en L permitía ascender al nivel alto por dos accesos diferentes; el primero
mediante la rampa empotrada, en el lado oeste del nivel alto, accediendo a la terraza que daba frente a la gran
plaza. El segundo, en el lado sur, alcanzando un patio y recintos que se comunicaban con la terraza y el altar allí
ubicado. De regreso al vestíbulo, un vano comunicaba con los recintos alineados en el lado oeste del nivel alto y
por otro vano, al sur, con un patio amplio con muros decorados en rombos y triángulos donde se representaba
el rostro de la divinidad de las Montañas. Desde este patio, por un vano en la esquina noroeste, se podía acceder
a los recintos de las salas hipóstilas y aposentos.

El “patio con relieves” es el espacio arquitectónico que ocupa más de la mitad de la sección sur del nivel bajo
(Fig. 12). Para el penúltimo edificio, tuvo 60 m en el eje este-oeste y 47 m en el sur-norte. Se trata de un patio
con galerías en los muros sur, este y oeste; en los aleros y cumbreras de los techos se colocaron porras hechas
en cerámica y en las cumbreras muros escalonados en pares opuestos o en línea. En los muros techados que
forman la galería del patio se representa de manera repetitiva, dentro de un rombo, el rostro de la divinidad de la
Montañas; el rombo está flanqueado por triángulos tanto en la parte inferior como superior. El rostro modelado
de la divinidad antropomorfa Moche muestra colmillos, cejas prominentes y orejas bilobuladas y, de la barbilla
y el cráneo se desprenden apéndices en forma de ola; distribuidos en grupos de tres a ambos lados. Alrededor
del rostro, se creó una banda donde se representaron figuras geométricas serpentiformes con el rostro de un
pez o serpiente. Si eliminamos las figuras que ocupan los vértices sus lados poseen tres cabezas de serpientes
entrelazas todas.

27
Fig. 13.
Reconstrucción en 3D de
salas hipóstilas.

En los triángulos que flanquean el rombo también se representó el rostro de una deidad, posiblemente sea
la misma del segundo, pero se diferencia por presentar un apéndice a ambos lados de la barbilla que culminan
en una cabeza de ave; en el caso de los triángulos superiores este apéndice sale de la parte superior del cráneo;
este es un hecho que refleja claramente que la idea a transmitir su representación podía estar sujeta al tipo de
soporte, como en este caso los triángulos, pues este apéndice adicional sólo es posible hacerlo en el lado de
base del triángulo.

En la esquina sureste del patio con relieves se ubica un recinto techado con los muros exteriores decorados
en alto relieve. El paramento está dividido en “escaques” cuadrangulares. Se tratan de dos motivos diferentes que
se repiten de manera alternada en todo el panel. En un escaque se representa, en alto relieve, una cabeza de life
o raya vista desde arriba mientras que el otro escaque es dividido por una línea diagonal creándose dos triángulos
opuestos. Al interior de cada triángulo se muestra una cabeza de life o raya pero en bajo relieve, y nuevamente
en alto relieve, una ola de borde aserrado que termina en cabeza de ave vista de perfil.

Las “salas hipóstilas” se ubican en la parte suroeste del nivel bajo, y están compuestas por cuatro recintos
y un atrio (Fig. 13). Por un vano en el oeste del patio con relieves, se ingresa a un patio pequeño y desde éste,
vía un estrecho corredor, uno alcanza un vestíbulo. El vestíbulo, en la parte central, presenta cinco pilastras que
debieron soportar un techo a un agua. Una especie de balcón que permite ver la ciudad es el camino de acceso
a la sala del extremo sur. Un vano ubicado en el muro norte de ésta permite ingresar a las dos salas ubicadas en
la parte norte. Estas son más pequeñas y se comunican entre si por un vano en el muro divisorio. Todas las salas
presentan muros con nichos; en el caso de las salas del lado norte se ubican en su muro norte y en las del lado sur
en su muro sur. Todo parece indicar que estos aposentos tenían el carácter más privativo o sacro de la Huaca12.

Los depósitos se ubican en la esquina noroeste del nivel bajo (Zavaleta 2006). Sólo conocemos dos de ellos
con cierto detalle. Son de tamaño diferente, algunos presentan nichos y otros, hoyos en el piso, para empotrar

12 Los templos fueron concebidos desde dos puntos de vista fundamentales. De un lado como casa de dios y por otro como un lugar
donde nacen las normas de convivencia en sociedades estratificadas. El primero tiene carácter privado, sólo para un puñado de personas
iniciadas en el rito y el segundo, de naturaleza pública, abierto para las grandes masas. Bajo esta línea de ideas las “salas hipóstilas” son
consideradas como las áreas de culto, sustentado a partir del hallazgo, en los mismos espacios de su contraparte del valle de Chicama
Huaca Cao Viejo, de un ídolo de madera de grandes dimensiones. Además el hallazgo de restos de comida se relaciona con el rito de
entrega de alimentos a los dioses (Uceda 2010a).

28
Fig. 14.
Reconstrucción en 3D
altar mayor.

vigas de posibles tarimas; todos los vanos de los depósitos tienen umbral. Aparte de estas características
arquitectónicas, la evidencia material sobre el piso consiste de adornos metálicos de vestimentas y objetos de
lujo, tales como lentejuelas de cobre dorado. Estos debieron ser parte de los atuendos o emblemas, guardados
en estos espacios, y que señalaban el lugar de los individuos en la sociedad. El control de estos emblemas por el
templo y el sacerdocio se debió realizar en el marco de los ceremoniales celebrados aquí.

El nivel superior está compuesto de una terraza que ocupa la parte norte y daba frente a la plaza principal;
en la parte posterior existía un recinto con banqueta frontal en el lado norte; un patio amplio ocupaba la parte
sureste: Al lado este de la terraza existían dos pequeños ambientes con subdivisiones hechas con muros bajos;
estos ambientes se comunican con el patio y al altar ubicado en la terraza.

Para acceder al nivel alto se ascendía por una rampa en forma de L en el lado norte del vestíbulo del nivel bajo,
luego giraba hacia el sur y a la mitad, mediante una rampa empotrada en forma de L, se accedía a la terraza del
nivel alto. La rampa adosada al muro oeste del nivel alto continuaba subiendo hasta alcanzar la esquina suroeste
donde giraba al este, mediante un vano ubicado cerca de la esquina se accedía al recinto con banqueta; la rampa
continuaba como un corredor alto y al final se comunicaba con un vano que permitía el acceso al patio del lado
sureste del nivel alto.

Sobre la terraza, de 41 m en el eje este-oeste y 19 en el sur-norte, destaca en la esquina noreste un pequeño


altar escalonado al que se accedía mediante dos rampas y un escalón (Fig. 14). El lado oeste y posiblemente el
norte de este altar tuvo cuatro escalones pintados de color rojo, con diseños de olas que rematan en cabezas
de zorros de color amarillo en fondo negro de manera alternada. El altar presenta hoyos de postes que indican
un techo a doble agua, así como el muro este y sur donde presentan muros pintados hasta en tres momentos
diferentes. En la iconografía moche, existen escenas en altares como éste, donde se llevan a cabo la presentación
de la copa de seres humanos sacrificados.

La evolución de tres fases (Fig. 15) de los motivos representados en los muros este y sur es como sigue.
El primer mural es la representación repetitiva de la divinidad de la Montaña vista frontalmente, las imágenes
están separadas por bandas con grecas en doble ola color negro en fondo amarillo. La divinidad, dibujada
asemejando el diseño punto cruz del textil, presenta una diadema en forma de tumi, camiseta con grecas y
rombos, taparrabo con el diseño de una cabeza de pez estilizado, los brazos extendidos sostienen en cada

29
Fig. 15.
Evolución de murales que
decoran altar mayor.

mano una serpiente bicéfala y a ambos lados de la divinidad existen dos cabezas humanas cercenadas. Un
segundo mural se construye en la parte norte del muro oeste, justo donde se construyó el altar. El paramento
está divido en escaques cuyos fondos, pintados de color blanco y azul, contienen las cabezas de un ser con
orejas bilobuladas de donde se desprenden apéndices serpentiformes que rematan en cabezas de aves. El tercer
mural también con escaques presenta dos figuras que se alternan formando damero. Una es la divinidad de
las Montañas representada en perfil con un tocado que remata en cabeza de zorro en su frente y olas sobre
la cabeza, sin brazos ni manos pero de ambos lados del cuerpo salen dos apéndices serpentiformes opuestos,
uno hacia arriba y otro hacia abajo que rematan en cabezas de zorros. La otra es una imagen compleja, con

30
Fig. 16.
Sacrificios humanos
Plaza 3C

cuatro cabezas de serpientes en cada vértice. En la parte superior e inferior existen dos cabezas de la deidad
de la Montaña con apéndices que salen del cráneo y culminan en cabezas de aves; de los costados del cuadro
hay dos cabezas humanas estilizadas y de ellas salen unas apéndices que se reúnen en los vértices para forman
la cabeza de una serpiente o pez.

La plaza 2 se ubica al este y a 9 m por encima de la plaza 1. Se accede a este espacio mediante un sistema
de rampas desde la terraza 1 de la plaza principal. Mide 108 m en el eje sur-norte y 40 m en el eje este-oeste.
La plaza 2 presenta muros en los lados norte, sur y este mientras que al oeste sólo cuenta con un muro de
contención, de esta manera funciona como una terraza de frente a la plaza 1. Un muro en sentido este-oeste
divide a esta plaza en dos secciones que han sido denominadas como plaza 2A al norte de 63 m en el eje sur-
norte y plaza 2B al sur de 45 m en el eje sur-norte, esta última a un nivel mucho más alto. La plaza 2A tiene
una terraza como estructura principal adosada al muro este. Esta funciona como una banqueta corrida con
rampa central, que no se proyecta a lo largo de todo el muro. Es posible la existencia de una escalinata en la
esquina sureste de la plaza que permita una conexión con la plaza 2B (Chavarri y Mejia 2011). La evidencia
material recuperada sobre la banqueta corresponde a restos de comida, sobresaliendo además algunas plantas
alucinógenas y ritualistas. De la plaza 2B no se cuenta con mayor información.

La plaza 3, se ubica al sur de la plaza 2B, separando las plataformas I y II. El acceso a la plaza 3 se inicia desde
la rampa principal de la plaza 1 que al alcanzar el quinto escalón de la plataforma dobla hacia el este y luego
hacia el sur formando un corredor estrecho de más de 45 m ingresando a la plaza. Internamente fue dividida
en tres formando las plazas 3A ocupando la mitad este, 3B en la esquina suroeste y 3C en la esquina noroeste.

La Plaza 3C tiene 12 m en el eje sur-norte y unos 15 m en el eje este-oeste. Un muro divide a la plaza en
dos. En el lado oeste se distingue por la presencia de un ambiente techado en el centro con un vano en el lado
norte, cuyos muros exteriores están decorados con una escena de cópula entre un felino y una mujer. Frente
al vano existe una banqueta. El lado este de la plaza se comunica con el anterior por un vano en el extremo
norte del muro que los separa. Dentro del segundo espacio se hicieron dos hoyos donde se depositaron restos
humanos sacrificados (Fig. 16). Estos fueron descarnados manteniendo sus ligamentos completos, esto generó
que las extremidades permanezcan articuladas (Verano 1998). La plaza 3B, tiene forma de “L” y se comunica
con la plaza 3C por medio de un corredor. Tiene unos 17 m en el eje sur-norte y 32 m en el eje este-oeste. Los
elementos más importantes son dos ambientes adosados con vano en el norte, ubicados en la parte central.
Estos tienen planta rectangular y estaban techados. Se desconocen mayores detalles. La plaza 3A, carece de
estructuras arquitectónicas internas, sin embargo, tiene como rasgo principal un afloramiento rocoso a manera

31
Fig. 17.
Sacrificios humanos
Plaza 3B

Fig. 18.
Reconstrucción en 3D
edificio 1templo Nuevo.

de “montaña capturada”. La evidencia es contundente al afirmar que este espacio fue usado como un lugar de
sacrificios (Fig. 17) hasta en tres oportunidades (Bourget 1997, 1998).

El Templo Nuevo
Se trata de una unidad arquitectónica conformada por la plataforma III y la plaza 4, intercomunicadas por
una serie de rampas y escaleras. El eje mayor del templo se dispone en sentido este-oeste. Secuencialmente el
templo se compone de sólo dos edificios: 1 y 2. Antes de la construcción del mismo, la ladera del cerro Blanco
estuvo destinada para residencias de elite (Tufinio et al. 2009: Fig. 4). La plataforma III se compone de terrazas

32
arquitectónicas sobre las que se construyeron una serie de ambientes que no han sido bien definidos, salvo un
grupo de estructuras, en la terraza más alta, que configuran un altar13. Las terrazas están orientadas en sentido
oeste-este. La ausencia de detalles acerca de las estructuras construidas sobre estas y la diferencia arquitectónica
entre los edificios 1 y 2 obligan a describir ambos edificios.

Durante el edificio 1 (más temprano) la plataforma estuvo compuesta de tres terrazas (Fig. 18). Tuvo la fachada
principal, de forma escalonada, en el lado oeste frente a un espacio abierto. Una rampa empotrada en la terraza
1, en forma de “L”, desde la esquina noroeste permite el ascenso desde el espacio abierto. Se carece de mayores
detalles acerca de las estructuras en esta terraza. Una serie de escalinatas empotradas en el lado norte de la terraza
2 permite alcanzar los 5 m de diferencia de altura entre ambas terrazas. Nuevamente no se tiene mayores detalles
de las estructuras sobre esta nueva terraza. Una rampa con parapeto, empotrada, pero esta vez en sentido norte-
sur, al muro de contención de la terraza 3 permite alcanzar el nivel más alto del templo que se encuentra a 5 m por
encima de la terraza 2. Tanto el muro de contención de la rampa como el muro de la terraza 3 están decorados
con pintura mural, el primero con diseños geométricos en damero a gran escala “mural de la escalera y la ola” y
el segundo con una escena que incluye el desfile de personajes ataviados con indumentaria de guerreros. Sobre la
terraza existió una serie de ambientes pequeños de los que sólo permanecen los de la esquina sureste. Estructuras
escalonadas, banquetas y rampas configuran lo que ha sido denominado por los excavadores como un “altar”
(Tufinio 2010). El edificio 1 estuvo decorado con al menos dos murales que serán descritos a continuación.

El “mural con símbolos escalonados y olas” se ubica en la fachada oeste de la tercera terraza. Se compone por
dos símbolos geométricos que se repiten en dos filas de manera alternada. De un lado, dos olas (una azul y otra
amarilla) se unen formando un cuadrado, símbolo denominado como doble ola; de otro, dos elementos escalonados
(uno rojo y el otro negro) se unen formando otro cuadrado, símbolo conocido como doble escalonado. El “mural de
los guerreros y el dios Búho” se ubica en el paramento este de la rampa que comunica la segunda con la tercera
terraza. En él se distinguen fragmentos de diversos personajes pintados que serán descritos de manera ascendente
según la posición en el mural. El primer personaje y el más grande es un ser antropomorfo mitad hombre mitad
búho, representado de perfil, aparentemente ascendiendo por la rampa, pero con el rostro de frente. El rostro
es de búho con un tocado de dos penachos que rematan en olas, orejeras y collar de cuentas, el cuerpo también
de ave, tiene cola y alas totalmente desplegadas pero también brazos que parecen sujetar al siguiente personaje,
aparentemente desnudo, pues se distingue la espalda y las piernas sin indumentaria, por lo que se trataría de un
prisionero. A ciertos metros de distancia están representados hasta cinco personajes con la típica vestimenta de
guerrero moche que podrían estar formando dos grupos de desfile identificados a partir de las extremidades
inferiores. La posición de los pies indica claramente que están descendiendo por la rampa hacia el personaje búho,
salvo uno en posición opuesta y que podría dividir a ambos grupos. El primer grupo se compone de al menos
dos guerreros de los cuales se identifica el escudo del segundo. El segundo grupo se compone de al menos tres
guerreros de los cuales el primero va en dirección opuesta al resto y porta un adorno coxal, faldellín y camisón
con diseños de elementos escalonados, los otros dos sólo son identificados por fragmentos de las extremidades.

Durante el edificio 2 (más tardío) la plataforma estuvo compuesta de dos terrazas (Fig. 19). La fachada principal,
de forma escalonada sólo en el extremo este, se encuentra en el lado norte. Una rampa exenta con parapetos,
ubicada en la esquina noroeste de la plataforma, permite el ascenso desde el norte a la parte superior de la terraza
1. Sobre ésta existieron una serie de ambientes de los que se carece de mayores detalles. Para acceder a la terraza
2, casi a 11 m por encima de la primera, existe un sistema de ingreso compuesto de tres rampas. La primera es una
rampa exenta cerca de la esquina noreste de la terraza que dirige el ascenso hacia el este, la segunda esta adosada
a la terraza 2 y orientada de norte a sur y la tercera rampa vuelve a ascender hacia el este. En la parte más alta de
la plataforma existe una serie de ambientes pequeños (Fig. 20). De estos sólo han sobrevivido los del lado sur.
Banquetas, pilares, rampas y estructuras escalonadas configuran lo que los excavadores han denominado como
“altar” cuyos muros estuvieron decorados con escenas complejas, varias de estas apreciadas en el “mural de la
Rebelión de los Artefactos”14, del que sólo quedan algunas partes con color e incisiones por lo que la descripción
se hará a partir de una publicación de Alex Kroeber (Kroeber 1930). El mural se componía de una serie de
diversas escenas en las que destacan objetos (tocados, collares, escudos, cinturones, porras y otros) luchando,
13 Este espacio, del mismo modo que las salas hipóstilas para el Templo Viejo, es considerado como el área de culto del Templo Nuevo
(Uceda 2010a).
14 Buscar cita de Kroeber (1930) de los hallazgos.

33
Fig. 19.
Reconstrucción en 3D
edificio 2 templo Nuevo.

Fig. 20.
Reconstrucción en 3D
trono del templo Nuevo.

Fig. 21. Diversas escenas de la “Rebelión de los Artefactos”.

34
capturando y derrotando seres humanos, de la misma manera en que los guerreros moches tomaban prisioneros
para la ceremonia de sacrificio (Fig. 21).

En diferentes contextos alrededor del nuevo templo, específicamente delante de los frontis norte, sur y oeste
(Tufinio et al. 2009, 2010; Chavarri y Mejia 2012 y Verano et al. 2013), sobresalen restos óseos humanos completos
e incompletos con evidencia consistentemente de que fueron sacrificados15. Aunque no se han encontrado
individuos sacrificados al interior de la plataforma, la evidencia apoya la idea de que la plataforma III fue un sitio
de sacrificio después del abandono del Templo Viejo.

Adyacente al área público-monumental del templo, sobre la planicie se encuentra la plataforma Uhle, montículo
funerario de la elite sacerdotal, compuesta de dos espacios diferentes: un patio delantero y una plataforma
baja, comunicadas por una pequeña rampa (Esquerre et al. 2000: Fig. 132). El paramento exterior de los muros
perimétricos norte y oeste de toda la plataforma tiene decoración en alto relieve. Los diseños de ambos muros
representan la procesión de personajes que parten desde el acceso norte del patio y se dirigen primero hacia oeste
y luego hacia el sur. Los personajes, de los que sólo se han conservado las extremidades inferiores, son mitad
hombre mitad ave portando báculos por delante de ellos. Los excavadores han propuesto que se trata de la misma
representación repetida de la divinidad o guerrero del búho (Pimentel y Alvarez 2000). El patio delantero mide
47 m en el eje este-oeste y 18 m en el eje sur-norte y cuenta con un único y estrecho vano en el lado norte. Tanto
al oeste como al sur del patio existe una galería estrecha. La primera es alcanzada por una escalinata en la esquina
noroeste del patio. Antes de ingresar a la galería misma, existe un espacio denominado por los excavadores como
trono. El ingreso a la galería es por un estrecho vano y cuenta con una división interna tripartita. La segunda galería
se ubica entre la plataforma y el patio y cuenta con dos vanos angostos localizados en los extremos este y oeste.
Adosados al muro sur y sobre el piso existen veintiuna bases cuadrangulares, separadas 1,5 m entre una y otra,
que sostenían postes. El paramento exterior del muro norte de esta galería y que da directamente al patio, tiene
decoración en alto relieve. Se trata de paneles cuadrangulares con la figura de una serpiente de cuerpo ondulado
y dispuesta de manera concéntrica. Es justamente en este patio que se debieron realizar los ceremoniales y las
pompas fúnebres de aquellos sacerdotes enterrados posteriormente en la plataforma adjunta y que alcanzan un
total de cincuenta y siete hasta la fecha, por otro lado aquí debieron haber permanecido los prisioneros antes de
ser conducidos al interior de los templos para finalmente ser sacrificados.

La plataforma baja, donde se depositaron finalmente los cincuenta y siete cuerpos, tiene 54 m en el eje este-
oeste y 23 m en el sur-norte y cuenta con dos accesos. El primero comunica con el patio. Se trata de una rampa
en forma de L ubicada en la esquina suroeste del patio, entre las dos galería. El segundo vano se encuentra en el
lado sur y vía una escalinata conduce hacia el exterior. En la parte central de la plataforma existen tres ambientes
pequeños adyacentes. Con un único acceso en el ambiente oeste, cuentan con pilares y rampas internas (Chauchat
y Gutiérrez 2006; 2008a, 2008b; 2010; 2012; 2013)

A pocos metros al suroeste de la plataforma funeraria, se encuentra una de las estructuras residenciales de los
sacerdotes: el conjunto 8, de forma rectangular, que mide 21 m en el eje sur-norte y 16 m en el eje este-oeste (Tello
1998: Fig. 116). Aunque el extremo oeste del conjunto no pudo ser definido debido al estado de conservación,
podemos proponer que para la antepenúltima ocupación (segunda etapa constructiva de Tello) existen dos
subconjuntos, divididos por un muro en sentido este-oeste en la parte media del conjunto. El subconjunto
norte está dominado por un patio amplio (ambiente 8-1) con una banqueta larga en el lado este y una estructura
cuadrangular que pudo servir como ambiente para descanso en la esquina sureste. Sobre el piso de este espacio
se encontró evidencia de preparación de alimentos. El subconjunto sur, que cuenta con el acceso principal al
oeste desde la calle 1, se caracteriza por la presencia de tres ambientes en el lado norte, aunque han sido mal
identificados por el estado de conservación pudieron servir como ambientes para descanso. Al interior de uno
de estos se encontró cuatros vasijas –fragmentadas- semienterradas. Un pasadizo en forma de L hacia el este,
permite el ingreso a un patio central con banquetas a distintos niveles en los lados este, oeste y sur (ambiente
8-3), además cuenta con un espacio cuadrangular en la esquina suroeste que pudo servir también como ambiente
para descanso. Los hoyos de poste sobre las banquetas indican que este ambiente central estuvo techado salvo el
espacio más bajo. Al norte, otro espacio en forma de L permite alcanzar una estructura de forma cuadrangular

15 Aunque los individuos sacrificados en la plataforma III, tienen diferencias con los de las plazas 3A y 3C (Verano et al. 2013).

35
con pilar en el centro y dos hornacinas en el muro este, que además también estuvo techada. El muro sur de este
subconjunto y que incluye parte de los ambientes 8-2 y 8-3 contuvieron hornacinas en cuyo interior se encontraron
cráneos humanos asociados directamente a distintos huesos de camélidos y fragmentos de cerámica fina. Los
cráneos fueron modificados retirándoles una porción de la bóveda craneana y huellas de corte indican un claro
propósito de descarnamiento. Las evidencias sugieren la intención de modificar los cráneos hasta alcanzar la forma
de recipiente ceremonial (Verano 1999).

Los sectores urbanos y conjuntos residenciales


El sector C
Limita al norte con el cerro Negro, al sur con la calle 3 y al este con la proyección de la calle 1, desconociendo
el límite oeste. Este sector habría estado destinado a grandes eventos llevados a cabo en las plazas públicas (plaza
7); estas fiestas incluyeron el consumo de una buena cantidad de alimentos y bebidas. Para llevarlas a cabo se
necesitó de la existencia de diversos espacios para la preparación y el almacenamiento de alimentos y bebidas, tal
como los encontrados en el conjunto 44. No podemos dejar de lado, la sobresaliente presencia de la plataforma
anexa de huaca del Sol, en el extremo oeste del barrio, sugiriendo que de alguna manera estos eventos festivos
pudieron estar emparentados con los actos de recepción de tributos que se desarrollaron en esta última. Si fuera
así, es entendible que la organización de las fiestas estuvo a cargo de los funcionarios estatales, incluyendo la
preparación de alimentos y bebidas al interior de los conjuntos. En caso contrario, las fiestas habrían estado
enmarcadas dentro de los viejos cánones de reciprocidad que rigieron en la sociedad moche y andina en general.
Hasta el momento, por el nivel de las investigaciones, es difícil responder a esta interrogante.

La plataforma anexa de huaca del Sol es una estructura cuadrangular de aproximadamente 50 m por lado. Cuenta
con acceso en el lado norte y entre sus principales estructuras internas destaca un altar en la parte central (Armas
2008). Además, por la cercanía a la huaca del Sol y por la calidad de los muros y pisos ha sido interpretada como
un espacio anexo del palacio destinado a la recepción de bienes tributados, que serían conducidos posteriormente
hasta los depósitos reales, ubicados en la cima del palacio o en los conjuntos anexos de naturaleza administrativa
del sector A.

Uno de los conjuntos dedicados a la preparación y alimentos en gran escala es el conjunto 44, a más de 200
m de la plataforma anexa e inmediatamente al este de la plaza 7. Durante la última ocupación mide algo más de
42 m en el eje sur-norte y 40 m en el eje este-oeste y aunque ha sido sólo parcialmente definido, los excavadores
han propuesto cinco subconjuntos (Fig. 22). El subconjunto 1, cuenta con el acceso principal desde la plaza
7, y es dominado por un patio cuadrangular, caracterizado por la presencia de fogones y concentraciones de
ceniza sobre el piso, además de abundantes restos de moluscos. Un patio contiguo, de forma irregular y que
vale la pena mencionar cuenta con una banqueta ancha y sobre ésta un par pequeños depósitos; hacia el oeste
existen tres estructuras similares. El subconjunto 2 se caracteriza una buena cantidad de depósitos pequeños
aglutinados y en el lado sur, una cocina con banqueta, fogones, concentraciones de ceniza sobre el piso y una
piedra de superficie plana. El subconjunto 3, parcialmente definido, es dominado por patio con gran cantidad de
vasijas semienterradas de gran tamaño, cuatro fogones y algunas concentraciones de ceniza en el centro, además
se halló herramientas de molienda. El subconjunto 4, también parcialmente definido, cuenta con otra cocina
con sólo dos fogones de grandes dimensiones en el lado sureste –los mayores del conjunto y de los mayores en
el complejo; asociados a la amplia área de quema se encontraron restos malacológicos y óseos. El subconjunto
5, parcialmente definido, se caracteriza por cocinas de dimensiones regulares en el lado sur, con fogones,
concentraciones de ceniza y vasijas semienterradas; por otra parte, en el lado norte sólo existen depósitos y sin
evidencia de actividades domésticas (Zavaleta et al. 2011 y 2012).

El sector D
Es el espacio nuclear de la ciudad y se extiende entre las calles 1 y 3 –por el este y norte respectivamente- hasta
el camino epimural por el oeste; desconocemos que tanto se extendió hacia el sur. Este sector ha sido el más

36
Fig. 22. Dibujo de planta conjunto 44

37
Fig. 23. Dibujo de planta bloque arquitectónico 1.

estudiado de toda la ciudad, en el que se han identificado más de una treintena de conjuntos de manera parcial
y total, sobre todo en la parte central. Sin embargo, el sector D es complejo y difícil de ser caracterizado debido
a la diversidad morfo-funcional de los conjuntos. Pese a esto, las semejanzas entre conjuntos cercanos permite
segregarlo en tres grandes secciones: centro, norte y sur.

Los conjuntos del centro son residencias multifuncionales con espacios especiales para preparación de
alimentos, almacenamiento de productos, congregación de personas y producción de bienes. Algunos conjuntos
adyacentes entre sí se integran en macro unidades multifuncionales denominadas bloques arquitectónicos16. Una
característica de los conjuntos centrales es su cercanía a plazas públicas, donde los productos elaborados dentro
de los conjuntos habrían sido intercambiados (plazas 3 y 5). Entre los principales conjuntos arquitectónicos que
describiremos a continuación tenemos a los conjuntos 27 y 30 que integran el bloque 1, a los conjuntos 17, 21
y 35 que conforman el bloque 2 y los conjuntos 7 y 9 que son independientes y complejos.

El bloque arquitectónico 1, integrado por los conjuntos 27 y 30, limita al este con la calle 1, al sur con el callejón
E-W 1, al norte con el callejón E-W 2 y al oeste, con la plaza 3 (Fig. 23). Este bloque tuvo diferentes espacios
destinados que funcionaron como una residencia principal, una residencia secundaria, un área de servicios, un
área administrativa y un taller de orfebrería (Uceda 2010b: Fig. 12).
16 Esta definición hace referencia a un aspecto interpretativo-funcional de la integración de varios conjuntos arquitectónicos formando
un bloque o manzana, el cual está delimitado por callejones, de la misma manera que en el sistema urbano moderno. Dentro de estos
bloques las unidades específicas internas, podían ser combinaciones de conjuntos independientes o de varios subconjuntos, denominadas
a su vez áreas de actividad (Uceda 2013: 305).

38
El “área residencial y ceremonial” presenta un patio con banquetas y ambientes para descanso y depósitos. Se
accede a través de un corredor desde de la calle 1 que permite alcanzar un patio. Al oeste de este patio, un vano
comunica con la parte más amplia de esta área que permite acceder a su vez a dos cocinas. Una segunda área, ubicada
en el extremo oeste, se comunica primero con un pequeño vestíbulo y después con un ambiente para descanso y a
un segundo patio, rodeado de depósitos y un segundo ambiente para descanso. La evidencia cerámica indica que
en esta área predominó la actividad de almacenaje de enseres o de chicha, así como la actividad doméstica y ritual.
Los estudios sobre costumbres alimenticias demuestran una predilección por la carne de mamíferos en particular,
camélidos, pero también de moluscos. El consumo de carne (cuy y camélidos) está muy bien documentado en los
festines que los señores realizaban como parte de las actividades de reciprocidad necesarias para el mantenimiento
de la estructura social vigente y que debieron realizarse en los patios con banquetas.

El “área de residencia y servicios” se distingue por los ambientes para descanso. Es un área mucho menor en
extensión y compuesta de un vestíbulo que comunica con el corredor sur y este a su vez con un ambiente con
banqueta frontal, considerado como ambiente para descanso. Desde el vestíbulo, hacia el norte se comunica con
un patio sin banquetas. De este patio se accede primero a una cocina y después a un ambiente con un depósito.
Al lado este del patio, un vano comunica con un pequeño vestíbulo que antecede a un ambiente para descanso.
En esta residencia domina la activad de almacenaje de alimentos o de chicha, con poca actividad doméstica. Sin
embargo, al reconstruir las costumbres alimenticias, la presencia de restos de mamíferos es notoria, aunque no los
moluscos. La disminución de la actividad de almacenaje y doméstica con relación al área residencial y ceremonial
bien puede indicar que esta área residencial sea exclusiva para los residentes que controlaban todo el bloque.

El “área de servicios” se caracteriza por la presencia de una cocina con un fogón largo rectangular muy similar
a aquellos que se usan en la actualidad para la cocción del maíz en la preparación de chicha. Está compuesta de
cinco ambientes y un vestíbulo por el que se comunica con el corredor sur. El mal estado de conservación no
permite conocer detalles de algunos de ellos. Hacia el lado oeste del vestíbulo se encuentra la cocina con fogón
central y varias tinajas empotradas en el piso; formando parte de este ambiente, existen pequeños ambientes con
banqueta que pueden ser considerados como para descanso; no es clara la función de los otros ambientes. La
cerámica indica una preocupación por el almacenaje o producción de chicha y el consumo de alimentos por un
grupo reducido de personas; predominando los mamíferos.

El “área administrativa” es denominada así por la cercanía con el área de producción de chicha y orfebrería,
así como por la presencia de un grupo de depósitos. El acceso a esta se hacía directamente desde la calle 1, por
un vano de acceso indirecto. Al final de este corredor existe un vestíbulo que comunica con un patio y, al norte,
con un conjunto de depósitos. Al oeste del vestíbulo existe una cocina con fogón central, y dos ambientes para
descanso. Hay un segundo patio, en cuyo lado oeste se ubican dos cocinas. Estos ambientes pueden estar destinados
al alojamiento de gente foránea; gente que trae o lleva productos desde la zona urbana. Esta hipótesis puede ser
sustentada con la presencia de actividad doméstica importante y consumo de chicha y objetos para almacenaje,
ligado al consumo de camélidos, con un consumo menor de moluscos, peces y aves.

El “taller de orfebrería” es identificado por la presencia de un patio con evidencias de actividades ligadas a
la elaboración de objetos de metal. Presenta dos sectores bien diferenciados y separados. Se accede al primero,
ubicado al norte, por un corredor que conduce al patio. Alrededor de él existen hasta cinco ambientes con
banquetas indicando que se tratan de ambientes para descanso. Este sector bien puede considerarse el área de
residencia de los artesanos. Es interesante notar que en este sector no se registran áreas de cocinas. Al segundo
sector se accede desde el corredor E-W 1; el vano da acceso a un patio amplio en cuya esquina noreste existen un
ambiente con banqueta y cuatro depósitos. Sobre el piso del patio se registraron tres quemas circulares alineadas
de norte a sureste. En el relleno constructivo de un nuevo piso del patio se encontraron objetos de cobre e
instrumentos de piedra como toberas. Sobre el nuevo piso se encontró un yunque de piedra con adherencias
de cobre oxidado a su superficie, abundantes fragmentos circulares de cobre oxidado (prills), y fragmentos de
cerámica con cobre adherido.

Cabe resaltar que el área donde se encontró el yunque y los fragmentos de cobre oxidado presentaba una
tonalidad oscura, como si se hubiera realizado una quema. Adicionalmente, en el relleno que tapaba este nuevo
piso se encontró abundante escoria de cobre e instrumentos de piedra. Hacia el norte del patio dos manchas de

39
Fig. 24. Dibujo de planta bloque arquitectónico 2.

color blanco humo parecían estar alineadas; muy cerca de ellas un adobe rubefactado indicaba que en ese área se
realizaron fuertes quemas. Creemos que las manchas son cenizas producto de una fuerte combustión, ocasionado
por la fundición o del recalentamiento de metal. La evidencia permite suponer que este patio funcionó como
un taller de producción de objetos pequeños de cobre y cobre dorado. Sin embargo, no se registraron cocinas
o fogones, pero sí se demuestra el consumo de alimentos y chicha. Esto nos indica que la gente que ocupó este
taller fue abastecida de alimento y que éste es muy similar a aquel que se ha registrado para la residencia principal,
aunque en mayor porcentaje.

Por su parte el bloque arquitectónico 2 se encuentra al norte del primero y está compuesto por los conjuntos
arquitectónicos 17, 21 y 35 (Fig. 24). Limita al sur con el callejón E-W 2, al este con la calle 1, al norte con el
callejón E-W 3 y al oeste con la plaza 4. Este bloque arquitectónico posee seis áreas complementarias, distintas
a aquellas descritas para el bloque 1. En principio existen dos talleres, un área residencial, un área administrativa,
un área de residencia principal y un área de servicios (Uceda 2010b: Fig. 18).

El “área de residencial principal” corresponde al subconjunto 35-117. Su ingreso se efectúa por el callejón E-W
2 hasta un corredor corto que alcanza un vestíbulo. Desde el vestíbulo, un vano en el noreste permite acceder
a un patio flanqueado por dos banquetas en los lados sur y oeste. Posee un espacio formal de cocina donde se
registró in situ varios fogones y un batán con su mano de moler. Entre la cocina y el patio existe un ambiente
privado. Tres ambientes, dos en el extremo norte y uno en la esquina sureste, podrían ser espacios para descanso.

17 Subconjunto 1 del conjunto 35.

40
El estudio de la evidencia cerámica demuestra que las actividades domésticas, de almacenaje y de ritual fueron
las más frecuentes.

El “área de servicios” se caracteriza por los fogones y áreas para producir y distribuir chicha. Desde el callejón
E-W 2 y a través de un pequeño corredor se ingresa a un patio con hornacinas al pie de las cuales se registra un
conjunto de tinajas en fila. Al oeste existe una cocina con cuatro fogones. Al norte de esta área se registran tres
ambientes, dos de ellos pequeños y que se comunican con el patio, y un tercero más amplio al que se accede a
partir del segundo de los pequeños ambientes. Al sur de la cocina existe un ambiente para el descanso con tres
desniveles. El estudio de las formas de cerámica indica que en esta área dominaron las actividades de almacenaje o
producción de chicha. El consumo de carne se basó principalmente en mamíferos y un bajo porcentaje de peces.

El “área de residencia o viviendas” es un conjunto de posibles viviendas alrededor de tres patios. Se ingresa
por un corredor, desde el callejón E-W 3, hasta un patio con banqueta y fogón. En la parte sur del patio existen
dos pequeñas viviendas compuestas de dos ambientes cada una. Un segundo patio ubicado al este del primero
articula siete ambientes, cuya circulación y funcionamiento es difícil definir. Uno de ellos (ambiente 17-8) pudo
funcionar como una antesala a un tercer patio. El resto de ambientes se distribuyen alrededor del patio, dos son
cocinas y los otros, ambientes para descanso. Existe un dominio de vasijas para el almacenaje o consumo de
chicha, y de actividad ritual y. El consumo de carne de camélidos sobresale frente al de pescado. La presencia
de cuentas en piedras, son un buen indicio para postular que estas viviendas estén relacionadas con la gente que
trabajó o administró el taller de abalorios en piedra, al costado de esta área.

El “taller de abalorios en piedra” corresponde a un área donde se han registrado evidencia de producción
de abalorios en piedra. Estos espacios a manera de patios rectangulares compartieron posiblemente un solo
acceso desde el callejón E-W 3. En su lado oeste se registra una serie de pequeños ambientes, posiblemente de
una vivienda con una o dos cocinas y ambientes para descanso y depósitos pequeños. No es claro el acceso a
esta pequeña vivienda, pero es posible que se hiciera a través de un vestíbulo que se comunicaba con uno de los
patios o talleres. La distribución de fragmentos de cerámica por actividades resalta el predominio del almacenaje,
producción o consumo de chicha que concuerda con los ambientes con funciones domésticas, y patios con
tinajas. La reconstrucción de las costumbres alimenticias indica el predominio de la carne de aves y mamíferos.
La cantidad y variedad de material recuperado nos indica que la producción de abalorios se hizo a gran escala y
que en ella se empleó mano de obra especializada, aunque algunas piezas falladas señalan también la presencia
de aprendices dentro del taller.

El “área administrativa” colinda por el oeste con las dos últimas áreas descritas. Se caracteriza por la ausencia
de actividad doméstica y la presencia de un patio con banquetas. En la parte sur de este patio se registraron
tres grandes tinajas empotradas en el piso que sirvieron como contenedores de líquido, probablemente chicha,
para ser usada en actos rituales relacionados con el personal ligado a los talleres o al intercambio de productos.
Completan esta área tres ambientes para descanso. La distribución de cerámica por actividades presenta valores
bajos en general, pero destaca el almacenaje de chicha, y la actividad doméstica.

El “taller de cerámica” ocupa un área extensa, pero debido a que ha sufrido muchas alteraciones naturales y
culturales no se pudo definir los muros en la esquina noroeste y no es claro si tuvo un acceso directo a la plaza 5
o al callejón E-W 3. Al igual que en los otros talleres no se ha encontrado espacios destinados a la preparación de
alimentos. El taller está compuesto de un patio amplio que ocupa una quinta parte de la superficie y dos grupos
de estructuras en la esquina noreste y la sureste. El primero consiste de dos ambientes, uno con comunicación
directa con el patio y el otro presenta una banqueta sobre la que se registró una tinaja empotrada. Estos ambientes
debieron estar techados, muy posiblemente a manera de ramada. El grupo de la esquina sureste está conformado
por depósitos pequeños y aglutinados. Dos manchas de quema, una ubicada en la parte central norte del patio
principal y la segunda, en un espacio abierto de la esquina noreste, serían huellas dejadas por hornos abiertos
de alfarería, como se atestigua por la presencia de cerámica recocida registrada in situ. El estudio de la cerámica
demuestra el predominio de actividades de producción de cerámica, ritual, de almacenaje de chicha y domésticas.
Tratándose de un taller, la diversidad de formas cerámicas no debe indicar variedad de actividades, sino una
producción de formas diversas. La reconstrucción de costumbres alimenticias señala la preferencia de carne de
pescado, mamíferos y moluscos.

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Fig. 25. Dibujo de planta conjunto 9.

Fig. 26. Dibujo de planta bloque arquitectónico 3.

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Entre los conjuntos independientes tenemos al conjunto 7, parcialmente definido. Durante la última ocupación
tiene forma irregular y mide 23 m en el eje sur-norte y 32 m en el eje este-oeste (Chapdelaine et al. 1997, Chapdelaine
1998 y Armas et al. 2000, Chapdelaine et al. 2004). Podemos proponer la existencia de al menos dos subconjuntos
divididos por un muro largo dispuesto en sentido sur-norte. El subconjunto oeste tiene el acceso principal en
la esquina suroeste alcanzando tres espacios estrechos y alargados intercomunicados entre sí. Al norte de estos,
un patio amplio presenta una cocina con hornacinas en el muro este que se distingue por presentar sobre el piso
concentraciones de ceniza y gran cantidad de material orgánico. El lado norte de este subconjunto está dominado
por un patio central (compuesto por los ambientes 7-14 y 7-14a) cuyo rasgo más importante es una estructura
circular con más de 1 metro de altura, la que ha sido considerada por los excavadores como una “chimenea”
para actividades de fundición de metales. Alrededor de este espacio existen otros más pequeños donde pudieron
realizarse algunas actividades relacionadas con el procesamiento de objetos de metal. El subconjunto este se
compone de espacios muy amplios en el lado norte, mientras que en el lado sur un patio central ordena a otros
alrededor, algunos presentan concentraciones de ceniza y material orgánico sobre el piso.

El último conjunto del sector central es el conjunto 9 (Fig. 25), de forma rectangular, mide 19 m en el eje sur-
norte y 37 m en el eje este-oeste. Los excavadores han propuesto la existencia de cuatro subconjuntos (Chapdelaine
2003 y Armas et al. 2000). De las tres fases ocupaciones registradas describiremos la que corresponde a la última. Un
corredor desde el conjunto 12, alcanza un vestíbulo que permite el acceso al subconjunto 1 (este) y al subconjunto
3 (norte). El subconjunto 1, ubicado al suroeste, tiene un patio delantero con banqueta que se comunica con una
cocina con fogón y basura doméstica, al sur existen dos ambientes para descanso. El subconjunto 2, con ingreso
desde el subconjunto 1, es dominado por un patio central (compuesto por los ambientes 9-12 y 913) que presenta
algunas concentraciones de ceniza sobre el piso. Al sur y al este está rodeado por ambientes para descanso, algunos
depósitos pequeños y otros con vasijas semienterradas. El subconjunto 3, cuenta con dos pequeñas antesalas antes
de entrar al patio central que a su vez se conecta con cocinas tanto al norte como al sur, y que no se encuentran
lejos de otros espacios con vasijas semienterradas. El subconjunto 4, tiene un acceso directo al callejón E-W 1
y se distingue de los otros por el alto número de vasijas semienterradas en el patio central y por los depósitos
pequeños. Cuenta con una solo cocina.

Por otra parte, los conjuntos del norte son mucho más grandes que sus contrapartes del centro y si bien son
residencias multifuncionales cuentan con un número mayor de espacios para preparación y procesamiento de
alimentos y además los patios duplican y hasta triplican en tamaño a los de los conjuntos del centro. Tampoco,
hasta el momento, se han encontrado espacios destinados a la producción de bienes. Las características de los
conjuntos de la sección norte del barrio C guardan estrecha relación con aquellos conjuntos del barrio A que se
encuentran al otro lado de la calle 3. En esta sección del barrio C han sido excavados de manera total los conjuntos
39, 42 y 43, que serán descritos a continuación. De la misma manera que en la sección central los conjuntos están
integrados en bloques arquitectónicos.

El bloque arquitectónico 3 está conformado por un solo conjunto, el conjunto 42, y está limitado por el callejón E-W
6 al norte, por el callejón E-W 5 al sur, la calle 1 al este y la plaza 6 al oeste (Fig. 26). El bloque 3 está conformado
por cuatro áreas distintas: un área de reunión, dos áreas de servicio y el sector de residencias.

El “área de reunión” se distingue por un amplio patio central. Está conformado además por diferentes depósitos
y cocinas pequeñas (Seoane et al. 2009 y 2010). Tiene un acceso desde el callejón E-W 6, que alcanza un antepatio
antes de entrar al patio mismo (conformado por los ambientes 42-4b y 42-9). Este último se encuentra rodeado por
diferentes depósitos pequeños, algunos sólo para una sola tinaja, cocinas pequeñas con tinajas empotradas, pero
también por diversos ambientes irregulares que no han podido ser bien definidos por el estado de conservación.

Las “áreas de servicios” colindan y se comunican con el patio principal y se caracterizan por la heterogeneidad
en el tamaño, la forma irregular y la presencia en algunos casos de fogones grandes. Una se encuentra al noroeste
del patio y tiene un acceso desde la plaza 6 y otro desde el callejón E-W 6. En el norte de esta área, un pequeño
patio (ambiente 42-3) se encuentra rodeado de depósitos, y cocinas para preparación de alimentos. La cercanía con
la plaza puede suponer algún tipo de interacción entre los residentes del bloque desde estas cocinas. La segunda
se encuentra al este del patio. El estado de conservación no permite identificar algún acceso desde la calle 1. Se
distingue por las cocinas, los distintos depósitos pequeños

43
Fig. 27. Dibujo de planta bloque arquitectónico 4.

El “área de residencias” se caracteriza por ambientes de regular tamaño y se comunica al norte con las
cocinas del bloque. A pesar de existir una sola cocina y un espacio de crianza de animales (cuyes), cuenta
con algunos depósitos ubicados muy cerca de los ambientes para descanso en el extremo sur del bloque.

El bloque arquitectónico 4 está conformado por los conjuntos 39 y 43, para la antepenúltima ocupación
(Meneses et al. 2011). Este bloque limita por el norte con la calle 3, por el este con la calle 1, por el sur con
el callejón E-W 6 y por el oeste con el conjunto 40 (Fig. 27). El bloque 4 tiene cuatro áreas funcionales que
han sido denominadas como área de celebraciones principales, área de celebraciones, residencia principal y
área de servicios.

El “área de celebraciones principales” se distingue por el amplio patio central con sus cocinas anexas.
No cuenta con un acceso directo desde el exterior. Desde el callejón S-N 3 se alcanza un antepatio antes
de ingresar al enorme patio. Al noroeste y al sur del patio central existen espacios que pudieron funcionar
como ambientes para descanso, aunque no se descarta el uso como depósitos por la presencia de tinajas
empotradas. Sin embargo la asociación directa más importante del patio es al noreste con una cocina con
grandes fogones y tinajas empotradas. Esta última tiene una serie de depósitos pequeños anexos tanto al
norte como al sur y otros espacios para el procesamiento de los alimentos. Los estudios de distribución
de cerámica señala que las actividades dominantes fueron la preparación y almacenamiento de chicha. La
reconstrucción de costumbres alimenticias confirma el consumo de carne de camélido y venado (aunque en
bajas proporciones) y de pescado sobresaliendo la merluza.

El “área de celebraciones” se caracteriza por patios más pequeños y la ausencia de cocinas. A diferencia
de la última área descrita tiene accesos directo desde la calle 3 y el callejón E-W 6. La extensión, desgaste
y basura sobre el piso de los patios obedece a que se trataría de un área secundaria para celebraciones. Es

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posible que los patios hayan sido abastecidos desde el área de servicio. Es posible que algunos espacios al
sureste de los patios hayan servido como ambiente para descanso. La distribución de cerámica no difiere en
mucho del área principal, lo que demuestra que fueron usados de la misma manera: fiestas. Los análisis de
restos faunísticos demuestran también el consumo de carne de camélidos y especies distintas de pescado.

La “residencia principal” se caracteriza por un patio con banquetas y ambientes para descanso alrededor.
Tiene un vano de acceso desde el conjunto 40 que a través de un largo corredor permite ingresar a una serie
de ambientes para descanso, en el que se incluye el patio con banquetas. Al sur de éste un vano permite
alcanzar un patio amplio con grandes concentraciones de ceniza sobre el piso lo que supone la idea que
funcionó como cocina (ambientes 39-6E y 39-20). Esta tuvo una comunicación directa al noroeste con una
serie de depósitos. Un análisis de cerámica demostró que la proporción de vajilla fina es la más alta de todo
el bloque lo que demuestra la presencia de personas de elite viviendo aquí. Los estudios faunísticos resaltan
el consumo de carne de camélido y de pescado.

El “área de servicios” es identificada por las cocinas y los fogones alargados típicos para la preparación
de chicha. Cuenta con un acceso directo desde la plaza 6 y tiene comunicación con la residencia principal.
La cocina con fogón alargado está rodeada de depósitos pequeños y que se distinguen por la presencia de
tinajas empotradas. Es posible que esta área haya abastecido de chicha y comida a los patios secundarios del
bloque en momentos de celebraciones y fiestas. La distribución de fragmentos de cerámica confirma que los
más abundantes son aquellas formas para preparar y almacenar chicha, en especial de tinajas muy grandes.

Finalmente los conjuntos de la sección sur del barrio C se distinguen sobre todo por la formalidad de sus
patios centrales. Residencias de elite con patios con banquetas para actividades ceremoniales, directamente
comunicados a pequeños espacios de almacenaje. En el lado sur existen conjuntos como el conjunto 5 y el
conjunto 46 que han sido definidos en una buena extensión y serán descritos a continuación.

El conjunto 5 (Chapdelaine et al. 2004: Fig. 122), de forma irregular, para la penúltima ocupación alcanza
unos 21 ms en el eje sur-norte y 33 m en el eje este-oeste. Los excavadores han propuesto la existencia de
tres subconjuntos. El subconjunto 1 cuenta con un patio central con banquetas anchas (ambiente 5-22A)
en los lados norte, sur y este, una de estas tiene la impronta de una vasija. El subconjunto 2, el más grande,
cuenta con el acceso principal al conjunto desde áreas desconocidas. Está dominado por un patio amplio
con banquetas en los lados norte, sur y este y una pequeña rampa, además tiene comunicación con pequeños
depósitos cuadrangulares con hornacinas y a otro espacio con batanes y manos de moler sobre el piso, propio
de las actividades de procesamiento de alimentos. El subconjunto 3, ubicado hacia el noreste, cuenta un patio
central no tan grande con los únicos fogones del conjunto, y con improntas de tres vasijas semienterradas.
Obviamente este subconjunto estuvo destinado al abastecimiento de comida y bebida al resto del conjunto.
Alrededor de este espacio se encuentran pequeños ambientes dispuestos sobre banquetas y que además
cuentan con depósitos.

El conjunto 46, de forma irregular, para la última ocupación mide 44 m en el eje sur-norte y unos 33 m
en el eje este-oeste (Meneses et al. 2013). Los excavadores han propuesto la existencia de tres subconjuntos
(Fig. 28). El subconjunto 1, ubicado al este, es de forma alargada y se caracteriza por espacios sin estructuras
internas pero con presencia de fogones lo que supone un grupo de cocinas. El subconjunto 2 incluye dos
patios con banquetas y rampas centrales. El patio principal (ambiente 46-11) tiene banquetas dispuestas en U
en los lados sur, este y oeste, depósitos semisubterráneos, otros rasgos como hornacinas y un depósito para
tres vasijas. La presencia de rampas y la evidencia de techo resalta la importancia de este patio en ceremonias,
que debieron tener un carácter mucho más privado que en otras partes de la ciudad. Un patio secundario y de
características similares aunque con un fogón, cuenta con banquetas en el lado sur y depósitos cuadrangulares.
Hacia el oeste de este segundo patio existe una serie de cocinas pequeñas con fogones, concentraciones
de ceniza y abundante basura orgánica sobre el piso, pero también, existen unos ambientes contiguos con
evidencia de producción de abalorios en piedra. El subconjunto 3, al sur del anterior, se ordena a partir de
un patio central con banquetas. Alrededor de éste se disponen diferentes espacios menores que pudieron ser
ambientes para descanso, sólo uno con fogón y vasijas empotradas, algunos otros con depósitos pequeños
aunque la gran mayoría sin estructuras mayores.

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Fig. 28.
Reconstrucción 3D
conjunto 46.

El sector E
Limita por el norte con la calle 2, por el oeste con la proyección de la calle 1, y por el este con la proyección
del muro perimétrico sur del templo viejo de huaca de la Luna, mientras que desconocemos que tanto se
extendió al sur. En este barrio no se han hecho mayores excavaciones salvo por las realizadas en el denominado
taller alfarero Moche (Uceda y Armas 1997: Fig. 49), motivo por el cual no se pueden hacer mayores comentarios.
El taller alfarero se compone de una serie de estructuras, algunas parcialmente definidas, que alcanzan los 14
m por lado y que pueden ser descritas mejor en la antepenúltima ocupación. Del grupo de ambientes destaca
una unidad mayor que está dominado en el lado este por un patio amplio (ambiente 1). Entre los elementos
encontrados sobre el piso destacan un batán con la respectiva mano de moler, moldes de diferentes tipos.
Para los excavadores éste fue un patio destinado a la preparación de la masa y el secado de la misma. En el
lado oeste de esta unidad existen ambientes mucho más pequeños. Los del extremo norte (ambientes 8, 9 y
10) destacan por la presencia de basura doméstica como concentraciones de ceniza con restos malacológicos,
óseos, botánicos. Estos ambientes además de cumplir funciones estrictamente domésticas pudieron servir
como depósitos de instrumentos o materia prima. Otro grupo de ambientes, al sur del anterior, conforman
un pequeño vestíbulo (ambiente 6) y un espacio lo suficientemente grande para ser propuesto como ambiente
para descanso. Existen muchos otros espacios contiguos alrededor de esta unidad mayor que si bien no tienen
comunicación directa, poseen elementos muy similares como un plato de alfarero (ambiente 5) y fragmentos
de moldes. Este hecho, junto a la ausencia de callejones permite suponer que esta unidad denominada taller,
en realidad forma parte de un conjunto arquitectónico con mayores dimensiones y que no ha sido excavado
de manera total.

El sector F
Está ubicado en la ladera noreste del cerro Blanco y al norte del Templo Nuevo. En superficie se ha registrado
grandes cantidades de fragmentos de tinajas y otras no quemadas; también se pueden ver restos de muros de
piedra. Lamentablemente la ausencia de excavaciones en este sector y la abundante cantidad de pozos de huaquería
no permiten tener más información; por ello, este sector a futuro podría ser eliminado.

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El sector G
Se extiende sobre la ladera suroeste del cerro Blanco, y se trata de un área acondicionada con distintas terrazas
que incluye hasta la fecha dos estructuras habitacionales definidas sólo de manera parcial para la última ocupación
(sectores A y B, ver Armas et al. 2006: Fig. 73). A diferencia del barrio anterior, también sobre la ladera del cerro,
este muestra patios ordenadores, muros con hornacinas y tumbas con cerámica fina. El conjunto más bajo se ubica
al oeste (sector A), sobre dos niveles distintos (terrazas 4 y 5), cuenta con ambientes alargados. Sobre la terraza
más baja, existen cuatro ambientes intercomunicados entre sí, entre los que destacan cocinas con fogones y restos
óseos, malacológicos y botánicos sobre el piso. Sobre la siguiente terraza los ambientes aunque interconectados
no presentan evidencias claras de su función, pero uno de forma cuadrangular y pequeño contenía una vasija
empotrada. El otro conjunto (sector B), a unos 30 m al sureste del primero, incluye un gran patio que mide 17
m por lado. Con un acceso principal en la esquina suroeste alcanza un segundo patio, al interior, se encontraron
vasijas, restos vegetales y óseos sobre el piso. En las esquinas de este patio existen ambientes y uno con hornacinas
en uno de sus muros (ambiente 22). Al este un vano comunica este espacio con otros más pequeños, de forma
cuadrangular, con banquetas, restos orgánicos sobre el piso y evidencia de haber estado techados, algunos otros
presentan hornacinas en los muros y abundantes restos orgánicos sobre el piso.

3. Discusión

El urbanismo temprano en los andes


Para rastrear las raíces de la ciudad y el estado en el área andina, y en especial en la costa norte, debemos
entender que el surgimiento de ambos fenómenos, íntimamente relacionados, no fue súbito sino largo y continuo,
en un proceso de transformación y complejidad de la nucleación poblacional conocido como urbanismo y que se
inicia cuando gracias al desarrollo de la agricultura, pequeñas poblaciones comienzan a asentarse, sea de manera
estacionaria o permanente, construyendo estructuras básicas. Aquellos que se han interesado en el estudio del
urbanismo coinciden en verlo desde tres puntos de vista diferentes, pero relacionados, como son la densidad
poblacional, el desarrollo tecnológico y el desarrollo organizacional. A continuación presentaremos de manera
sintética la evolución urbana, hasta alcanzar la emergencia y consolidación de las huacas de Moche, vista desde
estas tres variables fundamentales.

La diversidad hábitats en los andes centrales generó la formación de tres tipos de asentamientos sedentarios
(desde los 10 000 a.C.): los sustentados en los bancos de moluscos y peces en el litoral costero, los de los guanacos
salvajes en el altiplano y los de los valles altos amazónicos ricos en flora variada. Se tratan de pequeños clanes
o bandas que empiezan a especializarse en la recolección y en la caza. Se reconocen dos tradiciones distintas
de puntas de proyectil: la lauricochense (sierra) y la paijanense (costa). Poseen un conocimiento restringido del
crecimiento de plantas y comienzan las primeras alteraciones genéticas (horticultura).

La adaptación a cada uno de estos ecosistemas generó patrones culturales diferentes. A comienzos del
periodo Precerámico Tardío (hacia el 2500 a.C.) surgen las primeras aldeas como centros urbanos y aparecen
los primeros montículos monumentales como símbolo de la integración grupal a cargo de líderes de poder
temporal (chamanes). Aunque surgen las primeras evidencias de una esfera religiosa cargada de un incipiente
simbolismo tanto en textiles como calabazas, no existe una verdadera diferenciación social. Los líderes usan
los ceremoniales para redistribuir de la riqueza, surgiendo el fenómeno de redistribución. Dentro de las nuevas
tecnologías, aparece el arado a pie y se desarrollan los primeros objetos en metal, además se mejora la industria
del procesamiento del algodón. Se desarrollaron dos grandes tradiciones arquitectónicas: una en la costa y otra
en la sierra. La tradición costeña puede ser subdividida a su vez en dos distintas: la norteña que se caracteriza
por la existencia de recintos sobre plataformas acompañadas de pozos circulares; mientras que la sureña por
recintos sobre montículos que se adosan y constituyen patrones escalonados o en “U”. La tradición serrana o
“Mito” se caracteriza por la presencia de una cámara o recinto con piso a doble nivel en cuyo interior y a un
nivel inferior se encuentra un fogón con o sin ducto de ventilación. Estas cámaras están construidas tanto sobre
plataformas como sobre montículos.

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Como consecuencia de esta evolución arquitectónica, durante en el periodo Inicial (hacia el 1800 a.C.)
se produjeron dos hechos. Primero, una coexistencia de las dos tradiciones costeñas en el valle de Casma. A
comienzo del periodo surge en el valle una arquitectura monumental con dos tipos de organización espacial:
por un lado montículos de fachadas escalonadas, con plazas y pozos circulares alineados en el eje del edificio
principal, Las Haldas es el mejor ejemplo; por el otro, edificios en forma de “U”, con plazas delanteras y pozos
circulares como lo es Sechín Alto.

Segundo, producto de la interacción de las tradiciones costeñas y serranas se construyeron estructuras con
elementos arquitectónicos compartidos como lo son los sitios de La Galgada y El Silencio. La presencia de
montículos y pozos circulares demuestran que existió una fuerte comunicación con comunidades costeñas. Sin
embargo, es en el mismo valle de Casma donde existe otra prueba de que la arquitectura del periodo Inicial
incorporó elementos de ambas tradiciones precerámicas. En la huaca A, del complejo Pampa de las Llamas, los
recintos ubicados sobre el montículo poseen las características formales de aquellas cámaras de la tradición Mito,
aunque sin fogón central, nichos, ni banquetas. La ausencia de estos últimos elementos de carácter ceremonial,
obedece a que la huaca A fue un edificio secular en el que las cámaras sirvieron para almacenar los excedentes
de la comunidad.

Resumiendo se puede afirmar que en el periodo Inicial, a lo largo de la costa desde el centro hasta el norte,
existieron dos tradiciones diferentes de construir edificios. Los montículos organizados en un sólo eje, y los
que se organizan formando un patrón en “U”. Durante el Horizonte Temprano (desde los 900 a.C.) ambas
tradiciones continúan pero es la última la que tiene su momento cumbre. Sin embargo, al final del Horizonte
Temprano, esta tradición sucumbe pues desaparece en la historia de la arquitectura monumental. En cambio la
primera perduró hasta la conquista española. En general, la arquitectura ceremonial presenta una decoración
mural con una fuerte carga religiosa, muchas veces a gran escala como en Moxeque, Huaca de los Reyes, Cerro
Blanco y otros. Es entonces que los templos son vistos como verdaderas casas de dios y la religión como una
herramienta de control y dominio. A inicios del Horizonte Temprano se puede hablar de un urbanismo incipiente
con evidencia de un poder centralizado que intenta ordenar el espacio al interior de estos primeros centros
urbanos. Dentro de los aportes tecnológicos más importantes está la aparición de los adobes como elementos
de construcción, de la cerámica y del telar de cintura. Además se empieza a modificar el medio ambiente con
la construcción de los primeros canales. Es recién, tras la aparición de los valles agrícolas que se puede hablar
de verdaderos paisajes culturales. Existe un mayor distanciamiento social entre los grupos de poder y el pueblo.
La existencia de las primeras tumbas de elite con objetos de oro, en Kuntur Wasi, supone la presencia ya de
especialistas al servicio de los chamanes.

Hacia finales del Horizonte Temprano (hacia el 100 d.C.) la ampliación de los canales de irrigación permitió
la emergencia de muchos centros urbanos nucleados, organizados en jefaturas. Uno de estos centros es Cerro
Arena que se compone, de un lado, de complejas estructuras residenciales con banquetas y corredores, hechas
con muros de piedra y pisos enlucidos, ubicadas en la parte más alta y de otro, de pequeñas estructuras irregulares
y aglutinadas en las partes bajas. Aunque carece de estructuras monumentales, la distinción arquitectónica de las
residencias es una clara evidencia de la diferenciación poblacional en segmentos. Un asentamiento diferente es
Grupo Gallinazo, un conjunto de estructuras monumentales. La disposición de los montículos obedeció a un
ordenamiento general en sentido sur-norte, en una clara señal de una organización en manos de un poder central.
Se evidencia además indicios de una planificación sectorial y de una jerarquización y distinción funcional de los
montículos. En el centro están los montículos públicos de función especializada que son los más elaborados
y tienen decoración mural, además existen montículos residenciales de un grupo de la población cercano a los
sacerdotes. Los montículos de la periferia parecen haber estado ocupados por grupos dependientes de los que
residieron más cerca de las estructuras ceremoniales.

Durante el Periodo Intermedio Temprano entre los inicios de nuestra era y el 100 d.C., aparece en la costa
norte peruana un nuevo grupo cultural denominado por los arqueólogos como Moche o Mochica, cuya
existencia se ha definido a partir de sus manifestaciones materiales, en particular de su cerámica. Sus orígenes
aún imprecisos, comparten las viejas tradiciones Cupisnique y Salinar, de quienes toman elementos esenciales
para dar forma a su arte e ideología. Larco (2001) sostuvo que esta cultura se originó en los valles de Moche y
Chicama, pero descubrimientos de sitios tempranos en Lambayeque y Jequetepeque han sido el sustento para

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que Castillo y Donnan (1994) propusieran la existencia dos núcleos mochicas ligados por lazos de parentesco y
bajo una ideología religiosa común. Poco conocemos del urbanismo de los sitios mochica temprano en ambos
núcleos, pero las evidencias actuales en sitios como huaca Dos Cabezas y en el complejo de las huacas de Moche,
apuntan a que estas primeras ocupaciones no pasaban de ser pequeños centros urbanos ligados al mantenimiento
del culto y de su elite religiosa. Por esta razón tomaremos la información del sitio de las huacas de Moche como
base para la discusión del urbanismo moche.

La estructura urbana en el complejo moche en el tiempo


A partir de la información acumulada por más de veinte años se sabe que no todos los componentes del
asentamiento son contemporáneos. Una primera secuencia maestra fue propuesta y estuvo basada primero en
la correspondencia de fechados radiocarbónicos de la plataforma I de huaca de la Luna, la plataforma Uhle y
el núcleo urbano y segundo en la asociación directa con la cerámica fina de las estilos Moche III y Moche IV
(Uceda 2013: Fig. 2). La procedencia de las muestras es variada, de plataforma I provienen de contextos de los
edificios A, C y D, de plataforma Uhle de contextos distintos y de núcleo urbano de contextos desde el piso 1
hasta el piso 718. Como primer resultado se asociaron los estilos cerámicos a fechas absolutas. De esta manera, en
las huacas de Moche el estilo Moche III está presente entre 50 d.C. y 630 d.C. mientras que el estilo Moche IV
entre 390 d.C. y 885 d.C. Ambos estilos coexisten entre 390 d.C. y 630 d.C. Segundo, con el cruce de las curvas
de calibración y la media de los fechados se demarcaron cuatro segmentos temporales cruzando las secuencias
ocupacionales de los tres componentes. Entre 100 d.C. y 250 d.C. corresponde el funcionamiento del edificio
D de la plataforma I; entre 380 d.C. y 450 d.C. los pisos tempranos del núcleo urbano (del piso 5 al 7) y la
construcción de la plataforma Uhle; entre 550 d.C. y 630 d.C. el piso 3 del núcleo urbano y el funcionamiento
del edificio A de la plataforma I; finalmente entre 630 d.C. y 720 d.C. los pisos más tardíos (pisos 1 y 2) y el
abandono de plataforma Uhle.

Además de la correlación de fechas, en esa oportunidad, se utilizó información empírica para completar la
secuencia ocupacional de todo el asentamiento. Se dedujo que después de 630 d.C. la plataforma I y los otros
espacios anexos (plazas 1, 2 y 3 y la plataforma II) habían dejado de funcionar, exceptuando de este grupo a la
plataforma III debido a la diferencia en el tipo de adobe con el que fue construida. A diferencia de los adobes de
cara lisa que conforman los rellenos constructivos de la plataforma I, la plataforma III fue construida íntegramente
con adobes con marca de fabricante, el mismo tipo de adobe de la última reedificación de huaca del Sol, por lo
que su contemporaneidad pareció lógica. A esto hay que agregar que, a partir de una revisión de los dibujos de
perfil del lado oeste (Herrera y Gamonal 1992), se propuso que el penúltimo edificio de la huaca del Sol estuvo
conformado por las secciones 2 y 3 y que no superaba los 15 m de alto. En años recientes, los resultados de
excavaciones no han hecho más que confirmar tales suposiciones. Un fechado radiocarbónico del edificio 1 del
Templo Nuevo lo ubica en 610 d.C. (Tufinio et al. 2009), mientras que una nueva lectura estratigráfica redefine
que el penúltimo edificio de huaca del sol estuvo conformada por tres y no dos secciones a desnivel (Tufinio
et al. 2014).

Con esta visión integral se propuso que el funcionamiento de la plataforma I y de la plataforma Uhle
corresponde con la utilización de los pisos más tempranos de la muestra del núcleo urbano (del piso 3 al 7) hasta
un periodo entre 600 y 650 d.C., fecha en la que ambas estructuras monumentales habrían sido abandonadas.
Sin embargo, este hecho no significó el abandono del asentamiento y el éxodo hacia Galindo como se propuso
mucho tiempo atrás (Moseley y Richardson 1992) ya que las residencias del núcleo urbano siguieron habitándose
(pisos 1 y 2), construyéndose además el Templo Nuevo (plataforma III) y reedificándose la huaca del Sol alcanzó
hasta alcanzar el tamaño que tiene hoy.

De esta manera la historia de las huacas de Moche ha sido dividida en tres periodos. El primero corresponde
a un periodo pre-estatal, con un nivel organizacional de tipo jefatura, que abarca desde la fundación del
asentamiento –aun imprecisa- hasta aproximadamente el 300 d.C. con los edificios monumentales: el viejo
18 Las excavaciones en el núcleo urbano, especialmente en el conjunto 35 han demostrado la existencia de hasta trece pisos arquitectónicos
antes de alcanzar suelo estéril (ver trinchera 9 en Tello et al. 2008). Sin embargo para esta correlación cronológica se hizo tomando en
cuenta los contextos hasta el piso 7.

49
templo de huaca de la Luna y la huaca del Sol de un tamaño reducido y sin imágenes o símbolos que decoren
sus espacios internos. El segundo comprende un intervalo entre el 300 d.C. hasta aproximadamente el 650 d.C.
en el que el protagonista arquitectónico es el denominado Templo Viejo de huaca de la Luna (Uceda 2008);
durante este tiempo los moches del sitio Huacas de Moche consolidan su hegemonía en el valle, logrando su
mayor esplendor con la expansión territorial hacia los valles del sur bajo un sistema de gobierno teocrático que
bien pudo tener sus antecedentes en el Horizonte Temprano. El tercero abarca un periodo entre el 650 d.C. y
el 850 d.C., en el que los actores estructurales son el Templo Nuevo de la huaca de la Luna y la huaca del Sol;
corresponde al declive del sistema teocrático como forma de gobierno y a la conformación por parte de la nueva
elite de un aparato de poder alternativo.

Las huacas de Moche en el periodo pre-estatal (Desde la fundación hasta antes del 300 d.C.)
Durante los primeros siglos de la era cristiana en la parte baja del valle de Moche coexistían pequeñas
jefaturas con centros pre-urbanos como Cerro Oreja, Cerro Galindo, Cerro Pesqueda y las huacas de Moche.
A diferencia del caso último, en el resto de asentamientos, tierra adentro, los templos se encuentran en la parte
más alta, distantes de las áreas residenciales, sin espacios anexos que permitan acomodar grupos de personas
(Billman 1996), lo que sugiere que no fueron diseñados para exhibiciones públicas y que los ceremoniales sólo
fueron presenciados por unos pocos19.

Aunque desconocemos en gran medida lo que sucedía en los otros asentamientos y la naturaleza de la
interacción entre estas jefaturas, sabemos que en el sitio huacas de Moche el tamaño original del templo viejo
de huaca de la Luna no superaba los 40 m por lado ni los 12 m de altura (Uceda y Canziani 1998) y que huaca
del sol no era más que una única plataforma de menos de 6 m de altura extendiéndose unos 120 m en el eje
sur-norte (Uceda y Tufinio 2014). Además los espacios interiores de ambas huacas sólo se encontraban pintados
de blanco, sin diseños de algún tipo y mucho menos en alto relieve. Es decir se trataban de plataformas simples
sin carga ideológica alguna y sin ningún mensaje político que trasmitir hasta entonces. Aunque como el resto
de templos de las jefaturas del valle el templo viejo de huaca de la Luna debió servir como escenario para una
serie de ceremonias que estuvieron enfocadas de una manera diferente: restringidas para un número reducido de
personas. Por otro lado, lo que sabemos del núcleo urbano es reducido, aunque las primeras estructuras presentan
claras evidencias de actividades domésticas, las construcciones fueron hechas en base a apisonados de tierra, sin
rellenos constructivos propiamente dichos, el poco material cultural del núcleo urbano está asociado a la fase
estilística Moche II (Tello et al. 2008).

La primera ciudad y el estado teocrático moche (Desde el 300 al 650 d.C.)


Entre el 200 y 400 dC el paisaje cultural en el valle se vio alterado por el incremento de la arquitectura
ceremonial que tiene como su máxima expresión las huacas de Moche en la parte baja del valle. A inicios de la
era cristiana se produjeron cambios a nivel ideológico y político que convirtieron a las exhibiciones públicas en
elementos fundamentales del poder para las elites en el mantenimiento e incremento de su autoridad y prestigio.
Las huacas se habían convertido en medios importantes de comunicación masiva en la difusión de discursos
ideológicos. Sin embargo, la construcción de monumentos de gran envergadura como las huacas de Moche
necesitó de mano de obra a una escala no vista previamente en el valle (Billman 2010). Debido a las dimensiones
de ambas huacas, tanto los trabajadores como los alimentos básicos para alimentarlos debieron ser buscados más
allá del ámbito de la ciudad. La fuente de financiamiento para la construcción y concentración de actividades en
el sitio obedece a la transformación del área agrícola en el valle.

A diferencia de las fases tempranas Gallinazo y Moche Temprano, durante las que no hubo una expansión
importante del sistema de irrigación, los primeros canales, verdaderamente, a gran escala en el valle fueron
19 El ejemplo más representativo es Cerro Oreja donde la huaca está localizada en la cima del sitio. Una plataforma fue construida para
levantar la huaca. Las terrazas por encima y debajo de esta no permitieron la reunión de personas para los rituales públicos. Aunque esta
masiva huaca fue visible desde una gran distancia, debido a su tamaño y elevación, las actividades conducidas fueron visibles sólo para
un número de personas en la cima de la huaca (Billman 2010).

50
Fig. 29. Extensión agrícola del valle bajo a partir de la contrucción de canales hacia el Moche Medio.

construidos durante la primera parte del Moche Medio, cuando tres grandes canales empezaron a funcionar
(Billman 1996, 2002). La ampliación del sistema de irrigación alcanzó el lado norte del valle bajo, que era el más
difícil de transformar. Grandes áreas de tierra cultivable fueron abiertas en el lado norte de Pampa Esperanza,
llegando después cerca a Huanchaco, a través de la expansión de los canales Moro, Vichansao y Mochica (Fig.
29). Con esto, más de 12 000 has pudieron ser cultivadas por lo que los pagos en bienes o servicios por parte de
los campesinos arrendatarios sobre estas tierras recientemente recuperadas habrían incrementado enormemente
la base del poder económico de los líderes que residían en el sitio huacas de Moche. Esto se vio reflejado en
nuevas empresas constructivas que ampliaron y remodelaron las estructuras arquitectónicas del sitio y en el
surgimiento de un estado teocrático expansivo.

Es en este momento en que el templo viejo fue reedificado y por primera vez la fachada principal y los
espacios interiores fueron decorados en alto relieve con diversas imágenes, de las que sobresale una, conocida
ahora, con el nombre de divinidad de las Montañas (Uceda 2008) y junto a ésta aparecen una serie de iconos
propios de la religión estatal moche (Donnan 2010) a lo largo de todo el territorio, no sólo del sur sino también
del norte. Cambios a nivel ideológico y político convirtieron a las exhibiciones públicas en un elemento del
poder fundamental para la elite sacerdotal en el mantenimiento e incremento de su autoridad y prestigio. El viejo
templo empezó a convertirse en un medio de comunicación masiva para discursos ideológicos. La concentración
de actividades en el templo y el costo humano de mantener una arquitectura más elaborada debió obligar a los
líderes a construir canales a gran escala irrigando amplias áreas agrícolas del valle bajo (Billman 2010). Con
nuevas tierras cultivadas, el pago en bienes o servicios de los campesinos arrendatarios incrementaron cada vez
más la base del poder del estado teocrático.

La construcción de un templo con una fachada con fuerte carga ideológica y simbólica al pie de cerro Blanco
y del sistema de canales en el lado norte del valle coincide con el abandono de los sitios moche tierra adentro. Es
posible que ante el aumento del prestigio de la elite de las huacas de Moche en el valle, diversas poblaciones se

51
Fig. 30.
Mapa de la costa norte
y expansión del estado
Mochica sureño.

hayan integrado o hayan sido asimiladas a la vida económica del sitio, surgiendo el primer estado territorial en la
costa norte del Perú, y teniendo como capital justamente a las huacas de Moche (Fig. 30). Pocos años después,
tras terminar de consolidarse en el valle, campañas militares fueron dirigidas hacia el sur, primero sobre los
valles de Virú y Chao y después sobre los valles de Santa y Nepeña. En este periodo de expansión territorial, la
estructura política del estado Moche sureño (Castillo y Donnan 1994) estuvo sustentado en la religión (Donnan
2010), donde el templo y su estructura ceremonial jugaron un papel fundamental.

Esto resulta evidente si consideramos que las representaciones iconográficas en los muros de los espacios
ceremoniales están relacionadas directamente con el tipo de liturgias realizadas al interior, y en el caso del
templo viejo con el sacrificio humano. La fachada principal del templo, de forma escalonada muestra una serie
de personajes, cada uno de estos se repite a lo largo de un mismo escalón. Es evidente que las imágenes de los
seres míticos de la fachada principal y del patio ceremonial del Templo Viejo tienen antecedentes en el panteón
Cupisnique.

La ceremonia de sacrificio (Fig. 31), la más importante del sistema de creencias moche, ha sido reconstruida a
partir de las representaciones iconográficas en la fachada del templo y fue confirmada por la evidencia arqueológica
de los espacios interiores. En un escenario desconocido y distante de la ciudad se llevaba a cabo un combate
entre dos grupos de la elite moche. Los combatientes que perdían eran desvestidos y las armas tomadas como

52
Fig. 31. Dibujo en línea fina de la ceremonia de sacrificio.

trofeos de guerra por vencedores que los tomaban como cautivos trayéndolos hasta el templo, presentándolos a la
multitud en la gran plaza, que llegó a albergar hasta diez mil personas en su máxima ampliación. Los muros altos
con los que está delimitada y los accesos extremadamente estrechos, significó un estricto control a los feligreses
que asistían al ritual por parte de la elite sacerdotal. Los cautivos después de ascender a espacios privados del
templo, eran torturados por semanas, hasta que finalmente se disponía su ejecución de acuerdo al calendario ritual
moche. Se ha propuesto que el altar mayor, en la cima del templo pudo servir como escenario para la parte final
de la ceremonia (Uceda y Paredes 1994). Este fue un espacio muy restringido, pero el más público en términos
de visibilidad, donde el sacerdote supremo, encarnando a la divinidad de las Montañas, recibía de manos de
otro sacerdote la copa con la sangre de los prisioneros. Los feligreses que regresaban hasta la fecha indicada
eran testigos del momento en que se presentaba la copa como parte de un ritual que no sólo formaba parte del
sistema ideológico, en el que se incluye la religión y sus materializaciones, sino que estuvo integrado dentro de
las políticas del estado moche que tuvo la intención de legitimar el poder y estatus divino de la élite teocrática.

Durante los siguientes cuatrocientos años, el Templo Viejo, en su calidad de centro ceremonial, fue la edificación
más importante e imponente de la ciudad que cada cierto tiempo (que obedece al ciclo calendárico ceremonial),
era intencional y cuidadosamente enterrada creando una estructura más amplia y elevada. Un detalle importante
es que dentro de los rellenos que cubrían los viejos edificios se construían cámaras sepulcrales para enterrar a
los sacerdotes que habían cumplido funciones (Uceda et al. 1994). Estos dos acontecimientos de enterrar tanto
edificios como sacerdotes sustentan la existencia de un concepto de “renovación del poder” aplicado al templo
como un mecanismo instaurado de los líderes teocráticos (Uceda 1997).

Lo que sucedió en el segmento más alto de la pirámide social en las huacas de Moche durante este periodo
también se reflejó en el segmento urbano. La presencia continua e inalterable de los callejones (y por lo tanto
también de las calles) separando conjuntos arquitectónicos desde antes del 380 d.C., un hecho que corresponde
posiblemente con el uso de rellenos constructivos entre las técnicas urbanas, demuestra dos cosas. De un lado,
el origen del concepto de propiedad privada por parte de los residentes de los conjuntos y segundo, la existencia
de vías de circulación y de una entidad superior que controlara y supervisara este status quo: el estado. Sobre los
residentes urbanos, en sí podemos afirmar que disponían de una variedad restringida de productos alimenticios
y bienes de prestigio; además las residencias fueron simples y pequeñas, sin mayor complejidad arquitectónica
con un patio que, algunas ocasiones, presentaba banquetas. La evidencia indica claramente que los residentes
urbanos tuvieron acceso sólo a productos básicos, sin gozar de verdaderos privilegios. Durante este periodo de
expansión y consolidación del estado Moche, los sacerdotes desarrollaron una ideología individualista, asumiendo
los roles de dioses y encarnándolos en los diferentes ceremoniales y rituales, sobre todo en el sacrificio humano
(Bawden 1994). Con esto, tiene mucho sentido que los productos hechos en los talleres de la ciudad tengan
como destino final de un lado estos mismos ceremoniales y rituales, como parte de los símbolos de distinción
social y política de los actores, y de otro los entierros de la elite teocrática, construyendo y realzando la identidad
de los individuos.

53
Visto desde esta perspectiva, es posible que los talleres de producción estuvieran controlados por los
sacerdotes y por lo tanto por el estado, en espacios anexos al templo, y que las residencias no contaran con
áreas para actividades productivas o que en caso contrario estuvieran supeditadas al poder y administración del
estado. En este sentido el templo se convierte en el centro de control y acopio de la producción artesanal. De
esta manera, los sacerdotes materializaron en los productos elaborados su estatus divino, garantizando además
que los mensajes ideológicos trasmitidos a la población se mantengan firmes e inalterables. Los depósitos
restringidos y los restos de metales como oro y cobre dorado en espacios al interior del templo son pruebas de
que los sacerdotes acumularon dichos bienes de prestigio.

En resumen podemos decir que durante el segundo momento de la historia del sitio, la vida de los pobladores
de la ciudad giraba alrededor de los intereses y necesidades del estado y la élite sacerdotal que realizaba los
ceremoniales al interior del Templo Viejo. El poder y la riqueza estaban concentrados en el templo y en los
sacerdotes que lo dirigían. Las continuas y sucesivas ocupaciones en el núcleo urbano evidencian el éxito de las
estrategias de control del estado teocrático durante casi tres siglos con los que las elites manipularon a los grupos
urbanos utilizados como mano de obra para producir bienes y construir y remodelar edificaciones, legitimando
de esta manera el estatus divino.

El colapso del estado teocrático y los inicios del estado secular (Del 650 al 850 d.C.)
Al finalizar el séptimo siglo de nuestra era, fracasó la estrategia de poder, del estado teocrático, basada
principalmente en la manipulación de expresiones materializadas de ideología. El discurso ideológico y las
materializaciones en los rituales, los monumentos y los artefactos, fueron incapaces de legitimar la estructura de
la sociedad expresada en la distribución desigual de la riqueza producida socialmente y el monopolio que las elites
tenían en la dirección de la sociedad (Castillo y Uceda 2008). A este debilitamiento de las esferas de poder hay
que agregar la inestabilidad del medio ambiente y las amenazas externas como la instalación de un enclave urbano
moche con distinto estilo cerámico en el cuello del valle y los cada vez más fuertes grupos extranjeros de moda.
A lo largo del territorio Moche sureño estos eventos se tradujeron en la caída del sistema político y en las huacas
de Moche, en el cierre del Templo Viejo (Uceda y Tufinio 2003) y en el desuso de viejos iconos de la iconografía
religiosa (Benson 2003), pero no en el abandono del asentamiento que se daría recién después del 850 d.C.

En este momento20 con una nueva elite moche reajustando el orden social es que se construye el Templo Nuevo.
Este pequeño edificio fue una respuesta de la reducida y debilitada elite sacerdotal a los amenazantes factores
externos e internos. El diseño, la orientación y el discurso iconográfico del nuevo edificio, totalmente diferentes en
comparación con el viejo templo, demuestran de todas maneras que no se quiso repetir o imitar los viejos patrones
arquitectónicos, y simplemente porque ya no funcionaban. Sin embargo los ceremoniales –que implicaban el
sacrificio humano- aún seguían realizándose, pero de un modo mucho más restringido y con cambios en su manera
de realización21, abriendo el pecho de los prisioneros para quitarles el corazón (Backo 2009). En este nuevo orden el
acto sacrificial dejó de ser reservado a un grupo de iniciados, lejos del alcance de las grandes masas. Los sacrificios
eran realizados ahora alrededor del templo, libre para aquellos apostados en un espacio diseñado para un número
eso si más reducido de creyentes. Los murales que decoran el nuevo templo reflejaron los cambios en las esferas
de poder, sobre todo el mural de la Rebelión de los Artefactos cuyas escenas podrían hacer referencia a dos diferentes
mitos americanos (al de Popol-Vuh de Guatemala y a los de Huarochirí de Perú) en los que este aparente caos
tiene un significado muy específico: el punto final de la edad de un mundo y el inicio de otro. La ausencia total de
imágenes del dios de la Montaña y la aparición de nuevos iconos en el nuevo templo están ligados a los procesos
convulsionados con los que lidió la elite moche en ese momento, donde los viejos dioses ceden el lugar a otros
nuevos que entraron en acción22.

20 Uceda (2005) explica que para este momento hay una correspondencia entre la Plataforma III, los 3 ó 4 últimos pisos del núcleo
urbano y la huaca del Sol.
21 Además de las típicas huellas de corte en las vértebras cervicales –que evidencian indiscutiblemente el acto sacrificial- se han registrado, en
una serie de cuerpos, huellas en la parte anterior del esternón, indicando una manipulación perimorten diferente. Esta misma manipulación
ha sido registrada en el sitio tardío de Pacatnamú en el valle de Jequetepeque (ver Tufinio et al. 2010).
22 En una revisión de los dioses del Moche Tardío, Benson (2003) distingue al Dios Radiante y al Buho Guerrero entre los más
representativos, además resalta la representación de una diosa.

54
Los altares en las áreas de culto están relacionados con un nuevo uso del templo ya no como un espacio donde
se legitima el poder político, sino como un oráculo que sanciona o recompensa, predice eventos y cataliza conflictos.
Los ceremoniales y rituales de fertilidad ya no se realizaron más y los sacrificios humanos debieron tener un
significado distinto. Es en este momento en que el poder político es separado de la esfera religiosa concentrándose
en el recientemente construido palacio moche: la huaca del Sol. Es entonces cuando el poder civil empezó a cobrar
más importancia, y el rey a diferencia del sacerdote ya no encarnaba al dios sólo en las ceremonias, sino que se
convirtió en el dios mismo.

Una consecuencia directa del desplome del sistema político y del debilitamiento del poder del estado teocrático
fue la pérdida de los territorios conquistados al sur del valle de Moche, quedando como enclave solitario el sitio de
Guadalupito en el valle del Santa (Chapdelaine 2010). Además, con la débil elite sacerdotal acaparando menos bienes
producidos en el núcleo urbano, la nueva elite integrada por la familia real y su corte, empieza a acumular riqueza
para sí misma, incrementando de esta manera su poder
económico. Con una cantidad extra de objetos de valor
en manos de esta nueva elite, su capacidad adquisitiva
les permitía ya conseguir mayores cantidades de
productos alimenticios –básicamente marinos- así
como otros objetos de valor. Es en esta coyuntura en
el que adquieren objetos, textiles y cerámicos, de estilo
Wari derivado (Pachacamac) desde la costa central
(Fig. 32) y de estilo Cajamarca (Fig. 33) desde la sierra
(Tufinio et al. 2014) que provenían de sociedades en
auge. Esto bajo un marco de acceso diferencial en
que sólo la elite suprema era capaz de adquirir objetos
importados, una estrategia para legitimar su estatus
durante la crisis. Este mismo fenómeno ya se había
producido, casi un siglo antes, en el sitio de San José de
Moro (Castillo 2000) en el valle de Jequetepeque, pero
en las huacas de Moche, las elites se resistieron más a
abrir las barreras comerciales a productos de grupos
extranjeros, como incluso el mismo estilo Moche V
del valle Chicama.

Con la aceptación por primera vez de objetos


foráneos de una elite que hasta hace pocos años se
mantuvo hermética, y en un intento por instaurar
un nuevo orden político, se construyen en el
palacio espacios –aunque pequeños- especiales para
Fig. 32. Botella estilo Huari encontrada en huaca del Sol ceremonias tanto privadas como públicas a manera de

Fig. 33.
Platos Cajamarca
encontrados en huaca
del Sol

55
salas capitulares23 donde el soberano se reunía junto a corte. Desde aquí se debieron dictar nuevas normas y pautas
hacia una sociedad que finalmente sucumbió abandonando la ciudad pocos años después. Al otro lado de la ciudad,
en un intento desesperado por parte de los sacerdotes, se retornó al viejo modelo arquitectónico llevando a cabo
una última empresa constructiva que incluyó el cambio de orientación y la construcción de una rampa exenta en
el Templo Nuevo, copiando el diseño del clausurado viejo templo.

En la ciudad, hubo un re-direccionamiento del flujo de los bienes producidos en los talleres, volcando la atención
hacia los espacios de almacenamiento auxiliares del palacio moche ubicados alrededor de éste (Rojas y Mejía 2013).
Este acomodo en la circulación de productos terminados originó de alguna manera que algunos habitantes del
núcleo urbano empiecen a controlar los talleres de producción construidos dentro de las residencias y que además
se queden con gran parte de las mercancías, enriqueciendo a los señores del núcleo urbano. De esta manera, los
miembros de esta clase urbana se comportaron como grupos corporativos que debieron contribuir además con
la construcción y ampliación del palacio a partir de la tributación de materiales constructivos y mano de obra, tal
como lo demuestran los millones de adobes con marca. Una innovación en la estructura administrativa que debió
venir desde valles norteños.

Esta mejoría económica de ciertos residentes urbanos se transcribió en un mayor y variado acceso a productos
alimenticios y en una mayor cantidad de ofrendas funerarias no sólo de cerámica –aunque de menor calidad artística-
sino también de metal (Uceda 2005). El control de especialistas por parte de los señores urbanos no sólo fue la
única consecuencia de la caída del sistema teocrático, sino también la organización de actividades ceremoniales y
rituales dentro de las residencias y en lugares especialmente construidos dentro de la ciudad (Zavaleta et al. 2013).
Con el desuso de la gran plaza pública del templo viejo, los actos de integración social se volcaron a los patios
de las residencias que fueron convertidas en grandes complejos multifuncionales especializados a cargo de uno o
varios señores urbanos. Es justamente este grupo de señores del segmento urbano quienes dieron sostén y máxima
autoridad al rey asentado en la huaca del Sol. De este modo, las relaciones entre el señor del palacio y los señores
de la ciudad debieron ser de colaboración y permanente reciprocidad y no de imposición y control como sucedía
cuando los sacerdotes llevaban las riendas del vasto territorio moche.

En resumen, los últimos casi doscientos años de la historia moche en el sitio, corresponden al periodo de colapso
del estado teocrático, un fenómeno que no fue violento ni catastrófico sino un proceso largo de contradicciones
internas y externas que provocaron la pérdida del control de los territorios conquistados, además de cambios en la
estructura social de la elite. Un nuevo grupo de poder, conformado por la familia real y su corte, fue adquiriendo
mayor poder en la medida que la esfera central teocrática se iba debilitando. Un proceso largo en el que el poder
se hizo más secular terminando algunos años después con la emergencia del estado chimú.

Conclusiones
Con lo anteriormente expuesto podemos enfatizar que en la costa norte del Perú se dieron una serie de
condiciones para la emergencia, entre el 250 y 300 d.C., de la primera ciudad y el estado en los Andes Centrales
tal como lo sustentan una serie de indicadores. La construcción de un sistema de canales en la parte baja del
valle de Moche permitió el desarrollo de una agricultura intensiva y extensiva, transformando el paisaje natural
en un verdadero valle agrícola. Los excedentes de producción y el pago del arriendo del agua en mano de obra
permitió la consolidación de los líderes asentados en las huacas de Moche, frente a los líderes de otros centros que
terminaron siendo asimilados a la vida económica del sitio. Pronto los líderes, que ostentaban un poder limitado
alcanzaron gran prestigio al punto fortalecer una clase sacerdotal gobernante compuesta de un jerarquizado
aparato estatal en la cúspide de la pirámide social.

Producto de la asimilación cultural de otros centros pre-urbanos, un crecimiento poblacional continuo en el sitio
fue inminente, concentrándose principalmente en el área entre los dos edificios públicos extendiéndose con el tiempo
alrededor de estos. Casi de inmediato el estado ordenó dicho crecimiento con la disposición de las vías de circulación

23 En el palacio lamabayeque Chornancap una estructura similar fue encontrada y ha sido considerada de gran importancia política, social
y económica donde reuniones al más alto rango estuvieron presididas por el gran señor del sitio o del valle (Wester 2010).

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