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India en la Segunda Guerra

Mundial, un sacrificio olvidado


LA JOYA DEL IMPERIO
La entonces colonia británica aportó más de dos millones de
voluntarios al esfuerzo bélico de los aliados, pero también ayudó a las
fuerzas del Eje
Kohima, la batalla olvidada de la Segunda Guerra Mundial

Soldados de la Marina Real de la India en el norte de Inglaterra, 2 de septiembre de


1940. 
 Fox Photos/Hulton Archive/Getty Images
IVÁN GIMÉNEZ CHUECA
29/01/2022 07:00Actualizado a 30/03/2022 16:30
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Tobruk, Kohima, Imphal, Singapur, Montecassino… Estas batallas, en


diferentes frentes de la Segunda Guerra Mundial, tienen en común que
contaron con la participación de soldados de India luchando en las filas
del Imperio británico. Más de dos millones y medio de personas
respondieron a la llamada a las armas que hizo el Raj (el gobierno
colonial dependiente de Londres) para combatir a las potencias del Eje.

El 3 de septiembre, cuando Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania, el


virrey británico de India, lord Linlithgow, anunció que la llamada joya de
la Corona, que englobaba también a los territorios actuales de Pakistán y
Bangladesh, apoyaría la lucha con todos sus recursos. En total, uno de
cada cuatro soldados de la Commonwealth en el frente sería indio (el
Imperio británico movilizó a diez millones de militares).
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Antes del inicio de las hostilidades, el Ejército del Raj disponía de unos
ciento treinta mil soldados. Las tropas eran indias, y solo uno de cada diez
oficiales era autóctono; el resto de los mandos eran de origen europeo.
Con todo, en 1945 la proporción se había reducido a cuatro a uno en favor
de los indios.

Ciertamente, era un contingente numeroso, pero estaba pensado para


librar conflictos coloniales y no una guerra moderna. Así que, en un
principio, Londres prefirió destinar a las tropas indias a labores de
guarnición en diversos puntos del Imperio.

Miles de nuevos reclutas para el ejército indio en un centro de entrenamiento durante la


Segunda Guerra Mundial.
 Dominio público
En los primeros meses, los combates no suscitaron un gran interés entre
los indios. Apenas se alistaron cincuenta mil nuevos reclutas (sobre una
población de 377 millones), pero la tendencia comenzó a cambiar en la
primavera de 1940. Las impactantes victorias alemanas despertaron
ciertas simpatías por la causa aliada. Además, la Italia fascista entró en
guerra en la primavera de 1940, lo que aumentó la sensación de peligro
dentro de la propia colonia.

En efecto, las posesiones de Mussolini en el cuerno de África amenazaban


las líneas de abastecimiento de Gran Bretaña con su imperio. India no
solo aportaba tropas, sino que también contribuía con alimentos y
productos manufacturados, por lo que era clave proteger esas rutas.
Además, los avances del Eje en el este y el norte de África hicieron temer
que la propia India acabase siendo víctima de un ataque italo-germano.

Gandhi dice no

Ante este nuevo escenario, el alistamiento se disparó. Entre abril de 1940


y diciembre de 1941, el Ejército del Raj totalizó en sus filas novecientos
mil soldados en las fuerzas terrestres, marítimas y aéreas, y Londres
aprobó un programa para mejorar su entrenamiento y equipamiento.

Respecto a los orígenes de estos voluntarios, tradicionalmente los


británicos habían preferido reclutar a integrantes de las que ellos
denominaban “razas marciales”, las castas guerreras. Esta categorización
incluía a etnias como los punjabíes, los sijs o los gurkas (estos últimos
eran combatientes de origen nepalí, pero fueron encuadrados en unidades
indias).

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contra el Imperio Británico

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Pero, a medida que avanzaba la guerra, la composición de las unidades
fue cambiando y reflejó mejor la sociedad de India. Más allá de las
simpatías por los aliados y la amenaza de una invasión del Eje, la vida
militar fue una vía para escapar de la pobreza y del paro que azotaban
muchas zonas del país.

También hay que destacar que, entre los más de dos millones de personas
que respondieron a la llamada a las armas, hubo 11.500 mujeres.
Conformaban el Women’s Auxiliary Corps y realizaban tareas en la
retaguardia, como la gestión de centralitas telefónicas en bases navales y
aeródromos. Pese a representar una proporción mínima frente al número
de hombres que sirvieron, su presencia fue un factor revolucionario en
una sociedad tan tradicional como aquella.

Personal de la RAF, la Fuerza Aérea de la India y el Women’s Auxiliary Corps


trabajando en el noreste de la India. 
 Dominio público
Pese a la incorporación a filas de centenares de miles de personas, la
participación en la guerra no generó unanimidad en la colonia. No hay
que perder de vista que, en la primera mitad del siglo XX, India pugnaba
por su independencia. El movimiento emancipador estaba liderado por
dos partidos políticos: el Congreso Nacional Indio (CNI) de Mahatma
Gandhi y la Liga Musulmana.
El primero se opuso, y, en protesta, todos sus cargos dimitieron en las
administraciones locales de la colonia. La Liga Musulmana, en cambio, se
mostró favorable. En 1942, el partido de Gandhi dio un paso más e inició
el movimiento Quit India, un llamamiento para no apoyar la causa hasta
que Londres no garantizara la independencia. La respuesta británica fue la
detención de sesenta mil personas, entre ellas, el propio líder del CNI.

Japón enseña los dientes

Volviendo a la marcha de la guerra, los soldados indios asumieron un


papel más activo a finales de 1940. La Cuarta División India de infantería
fue la primera en protagonizar una acción militar de envergadura. En
concreto, contribuyó a detener el avance italiano sobre Egipto en la batalla
de Sidi Barrani (a 95 kilómetros de la frontera con Libia), disputada los
días 10 y 11 de diciembre de 1940.

Otro frente señalado fue en África oriental, donde las tropas acabaron con
la amenaza italiana, junto a otras unidades de la Commonwealth. A
finales de marzo de 1941, las fuerzas del Raj fueron desplegadas en
Oriente Medio y participaron en las invasiones de Siria e Irak. Londres
temía que estos dos territorios cayeran bajo influencia alemana y
amenazaran a India.

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En el siguiente asalto de la guerra, los soldados indios se vieron las caras


con un enemigo muy duro: el Afrika Korps de Erwin Rommel. Las
fuerzas del Raj intervinieron en las principales acciones contra el Zorro
del Desierto, como el fallido intento de levantar el asedio de Tobruk
(Operación Battleaxe) o en las dos batallas de El Alamein.
Pese a los éxitos militares alemanes en los primeros años, las tropas de
Hitler aún estaban lejos de India. Pero a partir de diciembre de 1941,
apareció una nueva amenaza que llegó a las puertas del gigante asiático:
Japón.

Tropas indias de infantería en Birmania, c. 1944.


 No 9 Army Film & Photographic Unit/ Imperial War Museums vía Getty Images
En los primeros meses de 1942, las fuerzas niponas protagonizaron un
avance imparable sobre las posesiones británicas en Malasia y Singapur,
donde un contingente de cincuenta y cinco mil soldados indios se rindió
junto a otras tropas de la Commonwealth en el “peor desastre en la
historia militar británica”, según palabras de Winston Churchill.

A continuación, las tropas japonesas prosiguieron su marcha a través de


Birmania (actual Myanmar) hasta la frontera con India. El empuje nipón
fue detenido in extremis gracias, en parte, a las lluvias monzónicas, que
dificultaron la logística para las operaciones ofensivas.

El ejército olvidado

A partir de finales de 1942, unos cien mil soldados indios se encargaron


de proteger su frontera ante un posible movimiento japonés. Gran Bretaña
lanzó incluso ataques de tanteo sobre la Birmania ocupada, pero aquí las
tropas del Raj demostraron no estar aún preparadas para la acción en las
junglas asiáticas, ya que hasta entonces se había priorizado su
entrenamiento en el desierto contra italianos y alemanes.

De todos modos, reconquistar Birmania se convirtió en una cuestión de


honor para Churchill. Era la forma de demostrar que Gran Bretaña
también podía ser decisiva para derrotar a Japón en Asia. Para ello, el
potencial humano de India iba a ser fundamental.

El piloto de pruebas indio P. C. Ramachandran en Gran Bretaña, c. 1942.


 Ministry of Information Photo Division Photographer/ Imperial War Museums vía Getty
Images
En la guerra los planes nunca salen según lo esperado, y los japoneses se
adelantaron a la voluntad de Churchill. Fueron ellos quienes atacaron a la
joya de la Corona en la ofensiva contra Imphal y Kohima, dentro de la
operación U-Go. La intención de Tokio no era la conquista directa de todo
el territorio, sino desencadenar una revuelta. Las tropas de la
Commonwealth que rechazaron la ofensiva fueron, en su mayoría, indias.

Tras repeler al enemigo, el Imperio británico contraatacó, y se cumplieron


los deseos de Churchill de reconquistar Birmania. En las campañas que se
libraron en el sudeste asiático en 1944 y 1945, el 80% de los soldados de
la Commonwealth eran de las etnias de la India.
Estas unidades han pasado a la historia como “el ejército olvidado”, por la
escasa atención que recibieron en la prensa, pese a que la reconquista de
Birmania (1944-1945) fue la última gran campaña de Gran Bretaña en la
guerra.

Aunque desde 1942 un buen número de tropas indias sirvieron en Asia,


eso no implicó que dejaran de utilizarse en otros frentes. A partir de
septiembre de 1943, fue remarcable su presencia en Italia. Allí fueron el
tercer contingente más numeroso, solo por detrás de británicos y
estadounidenses, y destacaron en batallas como la de Montecassino.

La India del Eje

Por lo demás, miles de indios se incorporaron también a las tropas del Eje.
Alemania y Japón organizaron, respectivamente, la Legión India y el
Ejército Nacional Indio, cuyos contingentes fueron utilizados por Berlín y
Tokio para reforzar su propaganda contra Gran Bretaña. Sus reclutas
provenían de emigrantes en Europa y Asia, así como de soldados
capturados en África o Malasia.

Tropas indias en Francia durante la Segunda Guerra Mundial.


 Culture Club/Getty Images
Para acabar de darles una pátina de legitimidad, alemanes y japoneses
recurrieron a Subhas Chandra Bose, un líder indio exiliado que apostaba
por la violencia para obtener la independencia. Tokio lo puso al frente del
Gobierno Provisional de la India Libre (o Azad Hind), un estado títere con
base territorial en las islas de Andamán y Nicobar en el océano Índico,
que habían sido ocupadas por fuerzas niponas en 1942.

El Ejército Nacional Indio participó en la ofensiva de Imphal y Kohima,


donde sus efectivos se enfrentaron a sus compatriotas en las filas del
Imperio británico. El resultado fue una estrepitosa derrota para los
hombres de Chandra Bose (fallecido en un accidente de avión en 1945).
Los indios que estuvieron bajo órdenes niponas son considerados patriotas
en su país y no han quedado estigmatizados por haber luchado junto al
Eje.

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En total, unos ochenta y nueve mil indios perdieron la vida en los campos
de batalla de la Segunda Guerra Mundial sirviendo a ambos bandos. Los
civiles también pagaron un precio muy alto. La hambruna de Bengala de
1943 causó entre 1,5 y tres millones de muertos, como consecuencia de
una combinación de factores: la hiperinflación, la falta de alimentos
importados de Birmania (por la ocupación japonesa) y la prioridad de
enviar provisiones al frente.

Diversos historiadores y estudios (especialmente en India) han


responsabilizado a Churchill de pensar antes en la derrota del Eje que en
actuar para paliar los efectos de esa carestía. Las opiniones más radicales
acusan, incluso, al primer ministro británico de agravar la situación al
ordenar la destrucción de cultivos en la región, como parte de una
estrategia de tierra quemada ante una eventual invasión nipona.
La reina consorte visita a soldados indios liberados de campos alemanes de prisioneros
antes de su retorno a India en 1945, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
 Central Press/Getty Images
Además del coste humano, la contribución de India también se puede
medir por las condecoraciones obtenidas: cuatro mil medallas por
acciones valerosas, incluyendo treinta y una cruces Victoria –la distinción
más prestigiosa entre las fuerzas armadas británicas– del total de ciento
ochenta que se otorgaron en la Segunda Guerra Mundial.

Finalmente, el rol de India en la Segunda Guerra Mundial, aunque hoy


pueda quedar en un segundo plano, fue clave para allanar el camino del
país hacia la independencia, que se lograría en 1947. Su contribución fue
otro elemento que empujó a Londres a renunciar a la joya de su Corona.

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