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¡Buenos días con todos!

Contento de estar aquí al igual que ustedes. Esta mañana como podrán imaginar es una mañana
totalmente diferente, al menos para mí. Porque hoy no estoy de ese lado suyo sino desde acá.

Hace dos semanas, cuando se me comunicó que tendría el privilegio de preparar y compartir la
enseñanza con todos ustedes el día de hoy, sinceramente respiré profundo y a pesar de las
muchas emociones que me embargaron en ese momento, dije: ¡Sí! Yo me encargo.

Como era de esperarse, los días siguientes fueron una lucha constante. Yo, por un lado,
dándome ánimos, o tal vez recibiendo el aliento de los amigos, de la familia, y, por otro lado,
mis nervios.

Pero todos sabemos que “Dios no nos manda a la guerra sin armas”.

Es así que mientras ojeaba algunos pasajes bíblicos, encontré un versículo que estoy seguro
ustedes también conocen. Un versículo que trae una gran misión, no sólo para quien se pare
aquí al frente, sino para todo cristiano.

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.


Marcos 16:15

Para quien no me conoce, mi nombre es Lucho y si el día de hoy, estoy aquí parado frente a
ustedes, es porque decidí aceptar esa misión.

Dios siempre está tocando nuestra puerta. Hoy soy yo quien está aquí; mañana pueden ser
cualquiera de ustedes. Dios sólo espera que respondamos a su llamado:

Heme aquí; envíame a mí.


Isaías 6:8

¡Amén!

Como verán, poco a poco van quedando listas las instalaciones. Realmente somos muy
bendecidos, pues tenemos el privilegio de poder reunirnos cada domingo para adorar a Dios;
cosa que para muchos cristianos alrededor del mundo, esto muchas veces hasta les cuesta la
vida.

Por eso damos gracias a Dios porque podemos hablar de Él con total libertad y sin ser
perseguidos.

Así que, antes de tomar asiento no quisiera empezar sin antes poder elevar una oración.
Señor, gracias por obrar en mí y
permitir que yo escuchara de ti y te
aceptara en mi corazón cuando me
presentaron tu verdad, de igual forma
te doy las gracias por darme la
oportunidad de hablar de ti a otros que
no te conocen y viven tan necesitados
de tu amor.
Gracias porque puedo predicar tu
palabra sin impedimentos, gracias por
darme ese privilegio tan grande que es
el hablar de ti y de tu verdad.
Continúa poniendo en mí el anhelo de
predicar tu Palabra, que pueda
aprovechar cualquier oportunidad para
compartir a otros tu verdad, esa
verdad que nos hace libres. En tu
nombre oro, amen.
INTRODUCCIÓN

No sé si es una virtud o un defecto, pero las veces que he tenido la responsabilidad de preparar
un tema para luego compartirlo, lo he hecho buscando que sea lo más perfecto posible, de tal
manera que al final, no hayan preguntas y así no entrar en pánico.

Ya cuando terminé de elaborar mis notas, venía el siguiente el paso: estudiarlo. Y conforme lo
hacía yo mismo me iba cuestionando: ¿Y si no lo hago bien? ¿Y si no logro transmitir bien el
mensaje? ¿Qué van a decir de mí?

¿Se han sentido así alguna vez?

Estoy seguro que sí.

Pues como seres humanos, solemos medir nuestros logros y nuestro progreso por lo que los
demás piensen de nosotros, y no me lo van a negar.

Nos hacen creer que ya sea por nuestra posición, el auto que manejamos, como nos vestimos,
que profesión ejercemos, cuanto ganamos, cuantos títulos tenemos, etc., podemos sentirnos
exitosos.

Quieran o no quieran, así somos.

En el 2003, yo terminaba de estudiar una carrera técnica de 3 años. Ya mi familia había hecho
un gran esfuerzo por pagar mis estudios. Y ahora, llegaba el momento de trabajar y honrarlos.

Pero, nunca faltan los comentarios:

“Es difícil que con una carrera técnica te contraten”

“Te van a pagar poco”

“Tu título (tu cartón), no tiene peso”

Es por eso, que decidí seguir una carrera universitaria.

Para bien o para mal, dejé que lo que pensaba la gente, determinara mis pasos.

Bien, ¡Ese es el mundo!

Pero les digo algo: A pesar que el mundo nos enseñe que el éxito de una persona se rige por
cosas como estas, eso no quiere decir que deban ser lo más importante.

Para que me entiendan mejor. Aunque Dios a través de su Palabra no condena estas cosas, lo
que si advierte son los peligros de atesorar más las riquezas de este mundo que las cosas
espirituales.

Es por eso que esta mañana, aprenderemos cómo Dios nos exhorta a tener éxito no a la manera
del mundo, sino a su manera.

¡Amen!

Así es que, si me acompañan, en sus biblias iremos al libro de Mateo.


No almacenes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los
comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y
roban. Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el
óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a
robar. Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de
tu corazón.
(Mateo 6:19-21)

Ya se habrán dado cuenta por donde es qué va la enseñanza de esta mañana.

Un poco para entender el contexto.

Este versículo forma parte de una prédica que Jesús ofreció a sus discípulos y a una gran multitud
de gente, en lo que se conoce como el “Sermón de la montaña” o el “Sermón del monte”, el cual
contiene los principales principios del cristianismo.

Bien sabemos que Jesús, en todo momento tenía algo para enseñar, pero en esta oportunidad
era por algo muy particular.

Jesús había percibido, que las personas de ese tiempo vivían para tener buena ropa, abundancia
en sus graneros y en sus establos, tierras, riquezas, etc. ¡Ya sé! no se parecían en nada a nosotros
(sarcasmo)

Ante esto, Jesús se vio en la necesidad de exhortar a sus discípulos respecto a la actitud que
éstos deberían tener frente a las posesiones del mundo y que, desde su perspectiva
fundamentada en los principios de Dios, estas cosas no deberían ser sus prioridades.

De igual forma, esta mañana Jesús ve la necesidad de que nosotros sepamos estas enseñanzas.

Tesoros Perecederos (Vers. 19)

Jesús nos dice:

No almacenes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los


comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y
roban.
¿A qué tesoros se está refiriendo Jesús?

- Un tesoro es algo que está almacenado.

- Un tesoro no tiene que ser dinero necesariamente.

- Abarca todo aquello que nuestro corazón ame.

- Aquello hacia lo cual sentimos una atracción especial.

- Aquello que disfrutamos por encima de todas las cosas.

- en fin, lo que ante nuestros ojos tiene valor.

Puede ser algo grande, o puede ser pequeño; puede ser costoso, o algo barato. Puede ser algo
tangible (una casa grande, un auto de lujo, una bonita figura), o puede ser intangible (fama,
prestigio, posición).

Cada uno de nosotros, tenemos en nuestra vida, algo por lo que nos desvivimos.

¿Y qué dice Jesús de estos tesoros?

Miren lo que el Señor nos dice:

“Si los tesoros que van a almacenar son terrenales, no los atesoren. No vivan acumulando tales
cosas, como si su felicidad dependiera de ellas”.

¿Por qué creen que nos dice eso?

Porque éstos no son eternos. Tarde o temprano se acaban, se malogran o se pierden…


simplemente, no duran.

Estamos en un mundo en el que nada es eterno. Nada garantiza que algo dure para siempre.

Hasta nuestro cuerpo ya no es el mismo con el tiempo, y eso me estoy dando cuenta cada día.

Veamos lo que nos dice Juan:

No amen a este mundo ni las cosas que les ofrece, porque


cuando aman al mundo no tienen el amor del Padre en ustedes.
Pues el mundo solo ofrece un intenso deseo por el placer físico,
un deseo insaciable por todo lo que vemos, y el orgullo de
nuestros logros y posesiones.
Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo, y
este mundo se acaba junto con todo lo que la gente tanto
desea; pero el que hace lo que a Dios le agrada vivirá para
siempre.
1 Juan 2:15-16
¡Wow! Más claro, imposible.

Nuestro deber no es acumular cosas materiales, pues son temporales.

Y con esto no quiero decir que éstas cosas sean malas. Puesto que, cuando Dios nos da lo
material lo hace con ciertos propósitos:

1) Proveer para nuestras necesidades básicas.


2) Para compartir con otros.
3) Para apoyar al Ministerio.

Pero, ahí no queda la cosa.

Tesoros Celestiales (Vers. 20)

Contrario a lo que diga el mundo, Jesús nos dice:

Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no


pueden destruir, y los ladrones no entran a robar.

¿A qué tesoros se refiere?

A aquellos tesoros que tienen que ver con bienes espirituales, aquellos que tienen un propósito
para el Reino de Dios y que por lo tanto son eternos.

El amor, la paciencia, la benignidad, en fin, todos los dones y frutos del Espíritu Santo son tesoros
perfectos para acumular.

Realmente es triste ver como con el tiempo, los casos de violencia, de corrupción, de falta de
respeto, etc., son lo que vienen definiendo a las naciones. Es a lo que nos estamos
acostumbrando, a tal punto que muchas veces nos volvemos parte de ello.

Pero les digo algo: Para todo aquel que ha “nacido de nuevo” por medio de Cristo, su
ciudadanía ya no está aquí.

¿Entonces, dónde está?

Pablo nos responde y dice:

En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, donde vive el


Señor Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que Él regrese
como nuestro Salvador.
Filipenses 3:20
Como nuevas criaturas que somos, tenemos una ciudadanía nueva también. Por lo tanto, si
somos “ciudadanos del cielo”, nuestros valores no deberían ser los valores del mundo, sino los
valores del Reino de Dios.

¡Amén!

Pero la enseñanza no queda ahí.

El Verdadero Tesoro (Vers. 21)

Jesús continúa diciendo:

Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu


corazón.

La Palabra de Dios nos enseña que nuestro corazón siempre va a correr detrás de nuestros
tesoros.

No es raro. Al contrario, es común que sea así.

Por eso esta mañana la pregunta es:

¿Dónde está tu corazón?

Si no lo saben, no se preocupen. Esta mañana, todos vamos a dar con la respuesta.

Dios nos creó para adorarle

Tanto ustedes como yo, somos adoradores por naturaleza.

Eso quiere decir que, si nuestro corazón no está adorando a Dios, a algo más debe estar
adorando. Y eso, como bien sabemos: es idolatría.

Entonces ¿Cómo es que podemos saber dónde está nuestro corazón?

Eso es simple, basta con observar cómo y en qué empleamos nuestro tiempo, nuestro talento,
nuestro tesoro, cómo usamos los recursos que el mismo Dios nos da. Incluso en lo que
conversamos diariamente, ¿hablamos más de las cosas de Dios o de los negocios? ¿de las cosas
de Dios o del trabajo? ¿Qué estamos considerando como importante en nuestra vida?

Las repuestas a estas preguntas nos revelarán cuál es realmente nuestro tesoro.

Y como repito, el problema no es que trabajemos y gastemos en cosas materiales. El problema


es cuando trabajamos únicamente para obtener estas cosas materiales.
Pero si nosotros estamos edificando una vida espiritual y haciéndonos tesoros en lo eterno
vamos a trabajar, teniendo contentamiento en el corazón y vamos a saber cuál es el verdadero
propósito de esas cosas.

Es por eso que, sea lo que sea que hagamos, lo hagamos con excelencia, pero sin olvidar que el
propósito por el cual Dios te está llevando por ese éxito, es que edifiques y hagas tesoros en lo
eterno. Porqué allí, en el área de influencia donde estás, hay otros que no podemos estar y Dios
te tiene ahí con un propósito.

¡Amén!

Para terminar, tengo una pequeña historia con la que espero dar a entender mejor el mensaje
de esta mañana.

En un salón de clases, un maestro estaba enseñando a sus alumnos sobre las prioridades. Para
esto tomó un vaso de vidrio y le echo unas piedras grandes y seguidamente preguntó: ¿Está
lleno? No fue difícil darse cuenta que aún entre las rocas había espacios vacíos, por lo que los
estudiantes respondieron que en definitiva el vaso no estaba lleno.

Seguidamente, el maestro cogió un poco de grava de un pequeño costal y se lo agregó al vaso,


y nuevamente preguntó: ¿Está lleno? Los estudiantes, bastante inteligentes, se dieron cuenta
más o menos por donde “iba la cosa” y respondieron que no. ¡Correcto!

El maestro, esta vez coge de otro costal un poco de arena y lo agrega al vaso, y nuevamente
pregunta: ¿Está lleno? Con un poco de duda, sus estudiantes responden que no.

Acto seguido, el maestro coge una jarra con agua y vierte un poco dentro del vaso y ante la
mirada de intriga de sus estudiantes, pregunta: ¿Está lleno? ¡Sí! Replicaron todos y estaban
en lo correcto.

Entonces el maestro preguntó: ¿Cuál es la lección?

Jaimito levanta la mano y responde: “No importa que tan recargado esté nuestro horario,
siempre hay tiempo para algo más”

¡No!, respondió el maestro. Aunque tiene lógica tu respuesta, ese no es el punto.

El punto es: que primero debemos colocar las piedras grandes, de otra forma el resto de
materiales no van a caber.

Ahora, yo les pregunto:

¿saben cuál es nuestra “piedra grande”?

Pues nadie puede poner un fundamento distinto del que ya


tenemos, que es Jesucristo.
1 Corintios 3:11
¡Jesucristo!
Esas piedras grandes, representan los valores del reino, sobre los que debe estar cimentada
nuestra vida.

Porque si eso no está siendo prioridad en nuestra vida, ¡No vale!

Por eso, es que esta mañana Jesús nos dice que hay prioridades. Nuestra prosperidad e
identidad no están en la casa que vivimos, en el auto que manejamos o en todo lo que podemos
tener; sino en Él y sólo en Él.

¡Amén!

Conclusión

Ya para terminar, los invito a ponerse de Pie y cerrar sus ojos.

Y por un momento, examinen su vida, cada área de su vida. Y si reconocen de todo corazón que
hasta hoy han vivido para ustedes, para sus deleites, para hacer feliz a otros y no para cumplir
el propósito de Dios en su vida, hoy es tiempo de cambiar y regresar a Dios. Y si esta mañana
estás dispuesto, haz esta oración conmigo:

“Señor, quiero agradarte con mis


pensamientos, con mis palabras, con mis
acciones; quiero que todo el mundo sepa
que te amo, no quiero avergonzarme de
eso, ¡quiero que todos sepan que te amo!
Quiero que seas prioridad en mi vida,
quiero honrarte, quiero que transformes
mi vida, mi corazón. Que cada cosa que yo
haga sea para ti.
Transfórmame Señor, hazme una nueva
persona, que te ame a ti más que a todas
las cosas, en el nombre de Jesús te lo pido,
amén”.
Si has hecho esto por primera vez, no me queda más que decirte: ¡Bienvenido!

Y espero haber sido de bendición esta mañana y los exhorto a poner en práctica lo aprendido.

Porque la prueba viene de manera inmediata.

¡Muchas gracias y a Dios la honra!

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