Está en la página 1de 11

FAMILIAS EN EL CONTEXTO ACTUAL

BIBLIOGRAFÍA

• Instituto Nacional de Formación Docente (2015). Clase 1. Módulo: Los sujetos de la Educación Inicial
en los tres primeros años: los educadores/as, los niños/as y las familias. Especialización docente de Nivel
Superior en Educación Maternal. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.

¿Cuáles son las pautas que caracterizan a la sociedad actual? ¿Cómo influyen estos cambios en los
comportamientos de los sujetos? ¿En qué aspectos se diferencia la familia actual de la familia de mediados del Siglo
XX?
El contexto socio-cultural de nuestro tiempo se presenta caracterizado por la complejidad, la pluralidad de
saberes y de comportamientos, la valorización de la diversidad conjuntamente con otros factores tales como la
improvisación, el apresuramiento, la novedad y la ausencia de planificación. Los roles sociales fueron variando y la
participación de la mujer cobró cada vez más influencia en el mundo laboral; se modificaron las relaciones entre
familiares superando la autoridad absoluta de los padres por sobre los hijos. Este ha sido un cambio positivo dado que,
en la sociedad occidental, los vínculos dieron lugar a una relación más equilibrada y democrática entre las
generaciones de los mayores hacia las menores. Se observa la caducidad de ciertos valores que, en épocas anteriores,
se creyeron absolutos y universales, y se advierte el pasaje desde una sociedad que privilegia la “ética” a los valores
de una sociedad más “estética”. Esta etapa, denominada por muchos autores (Lyotard 1987, Lipovetsky 2008 o
Foucault, 1987, entre otros) de la “Posmodernidad” presenta características que priorizan la des-ilusión, el
escepticismo, y se considera que han llegado a su fin las utopías y han caído los ideales que se sostenían en la época
de la Modernidad, basados en el orden y el progreso. Los valores de la Posmodernidad (también denominada
Modernidad tardía o sociedad de la globalización) tienen que ver con lo efímero: nada es para siempre, ni siquiera
los afectos. Se privilegia el zapping y la velocidad de las comunicaciones. Se conforma un presente en el que todo
parece inmediato y virtual. Se convierte en prioritaria la sociedad de consumo: todo se compra.
Las situaciones deben decidirse con velocidad, sin reflexionar y gran parte de lo que sucede escapa a nuestro
control. Se prolonga la adolescencia y se evade el compromiso de responsabilidades futuras como: formar una familia
o, en ciertos grupos sociales, tener hijos. El ideal es la eterna juventud, el culto por el cuerpo, la predominancia del
placer por sobre el esfuerzo. De este modo, frente a valores de la Modernidad que privilegiaba lo permanente, lo
homogéneo, lo objetivo, el esfuerzo, la razón, la ética, el orden, el progreso, la seguridad, etc., emergen los valores
posmodernos de lo relativo, lo diverso, lo subjetivo, el placer, el presente, el sentimiento, la estética, el
entretenimiento. En este cuadro de situación se encuentran familias que padecen apuros económicos, problemas
de salud, de vivienda, separación familiar, etc. Además, se enfrentan al incremento de la violencia doméstica y
social, y del uso indebido de drogas -legales e ilegales- que se manifiesta cada vez de forma más temprana en
jóvenes y niños/as. Los ciudadanos sienten desconcierto por la inseguridad imperante que restringe los
comportamientos en espacios públicos y también en el ámbito privado. Esto genera actitudes contradictorias en la
atención de los niños/as. En las diferentes familias coexisten actitudes de gran sobreprotección con otras opuestas
1
de abandono y negligencia. En ambos casos los niños/as son llevados a disminuir su relación con el entorno que los
rodea y se perjudica la relación directa tanto con los objetos como con los otros: pares y adultos. 4
Cuando la situación es de rigidez y desmedido control, los limita en sus experiencias cotidianas y van perdiendo
el interés por jugar, por explorar el mundo cercano, disminuye la curiosidad por descubrir y experimentar con los
objetos que les brinda el entorno circundante, se limitan los vínculos y las oportunidades de interacción con otros
niños/as, y se privan de la posibilidad de manejar sus propios tiempos y organizar sus espacios de exploración y de
juego. En las grandes ciudades, los espacios de juego, en la vereda, en terrenos barriales próximos, aun en las plazas,
ya no son seguros. Todo esto obra como obstáculo para que los niños/as se reúnan entre sí y compartan actividades y
juegos. Las actitudes de negligencia y desamparo que suceden en algunas familias provocan situaciones de riesgo para
los niños/as que, en algunos medios, sufren accidentes en el hogar, problemas de salud, desnutrición, abusos, trabajo
infantil. Por estas razones las instituciones dedicadas a la educación infantil, son llamadas a cumplir con mayor
compromiso un papel esencial en el desarrollo formativo y el logro de aprendizajes por parte de nuestros niños.
Las distintas instituciones maternales, son el ámbito privilegiado para que los pequeños profundicen y amplíen
su capacidad lúdica, construyan el placer por el conocimiento, el cultivo de valores y actitudes éticas que privilegien el
respeto por los otros, la solidaridad y la cooperación.
No todos los valores de la Posmodernidad son negativos. Esta cultura enfatiza el valor de expresar con mayor
libertad los sentimientos, el desarrollo de la subjetividad, la revalorización de la naturaleza y la defensa del medio
ambiente, el aprendizaje de la comunicación virtual; asimismo, enfatiza el respeto por la diversidad, es decir, la
inclusión social de las diferencias, asegurando buscar los intereses de los marginados y oprimidos por las ideologías
vigentes en la Modernidad. La valoración de las diferencias es seguramente una gran conquista civil, pero aún existe
dificultad para incluir socialmente y reconocer los derechos de los nuevos inmigrantes, comunidades aborígenes,
grupos minoritarios, etc. que aspiran a ser incorporados a nuestra sociedad. Ahora bien, los educadores/docentes
entendemos que toda educación contiene un componente axiológico, una escala de valores. Cuando educamos, lo
hacemos con una finalidad, un ideal de ciudadano, y ese componente axiológico forma parte de las metas y objetivos
educativos. La educación ha de posibilitar la transmisión y la construcción, por parte de los niños/as, de una serie de
conocimientos y valores que deberían contemplar conjuntamente las características subjetivas o de formación del
sujeto individual, como las intersubjetivas que conciernen a las relaciones de los sujetos con los otros, pares y adultos.
Si bien los valores de hecho varían según cada cultura, aún se conservan otros valores más permanentes y universales,
y es imprescindible ayudar a nuestros niños/as a construirlos desde el primer día de ingreso al jardín. Valores
considerados de derecho, tales como la libertad, la honestidad, la confianza, la solidaridad, la cooperación; la justicia,
la paz, el respeto mutuo, la esperanza, la amistad, entre muchos otros, y que son compartidos por diferentes culturas.

LA FAMILIA. CONCEPTO DE FAMILIA


La familia ha sido definida, por diferentes autores, como el primer agente de socialización.

Se la caracteriza como un grupo de personas unidas por vínculos de parentesco de sangre -ascendientes y
descendientes- o legales -por matrimonio o adopción- que tienen un proyecto de vida en común. Constituye la
unidad básica de la sociedad.
2
Pichón Riviere ha definido a la familia (1987) como una estructura social básica que se configura por el interjuego
de roles diferenciados (padre, madre, hijo), siendo un modelo natural de interacción. Considera a la familia como una
estructura viva, un sistema abierto que está en permanente intercambio con el medio. En nuestro ámbito social
constituye la unidad de reproducción, herencia y descendencia, lo cual comporta derechos y obligaciones.
El desarrollo del vínculo entre padres e hijos, se fue transformando a través de los tiempos, produciendo
distintos modos de ejercer las funciones de crianza y educación. Los roles materno y paterno son construcciones
sociales que se generan a partir del nacimiento de un hijo y se ven influidos por imperativos socio-culturales,
económicos e histórico-políticos. Anteriormente, el padre, en su condición de varón, era el que asumía el rol de
proveedor familiar y, con su trabajo, debía mantener a la esposa y a los hijos mientras la mujer se ocupaba de las
tareas del hogar y del cuidado de los niños/as. La investigadora Catalina Wainermann señala en su artículo “Los libros
de lectura a las puertas del siglo XXl” (Lezcano, 1999), respecto de las ideas imperantes desde principios del siglo XX,
hasta fines de la década de 1970: Las mujeres y los varones son seres cuyas esencias son radicalmente diferentes, en
obediencia a un orden natural inmodificable que hace de ellas “criaturas débiles, suaves, dulces, afectivas, de buen
corazón, pasivas y temerosas”, y de ellos, “fuertes, inteligentes, rudos, creativos, activos y arriesgados” Por su
naturaleza, ellas parecen destinadas a “servir y valorizarse a través de los demás”, ellos a “conducir”; ellas, a “reinar
en la esfera de lo privado”, ellos, “en la esfera de lo público”. En el hogar a ellas les cabe la “misión” de ser madres y
esposas, a ellos, la de proveer a su sustento… Ni ellas salen a trabajar ni ellos participan del cuidado de los niños en el
hogar.
La función básica de la familia en la sociedad moderna fue la socialización de los niños/as y la de ofrecer
estabilidad y soporte afectivo a los miembros adultos de la misma. Las pautas que la familia imponía eran las que
orientarían la conducta de los integrantes, especialmente en la infancia. De este modo, la familia asumía y transmitía
una serie de mandatos sociales que, aun en la actualidad, rigen en varias comunidades y de los cuales es muy difícil
sustraerse. Van algunos ejemplos vinculados con los niños/as pequeños/as: “Los varones no juegan con muñecas”,
“el color rosa es para las mujeres”, “las niñas no juegan al fútbol”, “los hombres no lloran”, “solo las niñas ayudan en
las tareas del hogar”.
Es evidente la diversidad de configuraciones familiares que tienen lugar hoy en día en nuestra sociedad, tales
como:
 Parejas heterosexuales con hijos, que pueden ser biológicos o, en ciertos casos, adoptados. Existe una tendencia
a tener cada vez menor cantidad de hijos.
 Familias monoparentales, es decir, de un solo padre o madre, que puede darse por circunstancias no deseadas o
por decisión. Por ejemplo, muchas mujeres deciden tener o ad
 Familias extendidas o ensambladas, como se las suele llamar a aquellas uniones de padres/madres separados/as
o viudos/as que tienen hijos de anteriores parejas además de la actual.
 Asimismo, se observan madres adolescentes que conviven con sus padres y éstos, convertidos en abuelos,
desempeñan los roles parentales.
 Parejas homosexuales que crían el/la hijo/a de alguno de ellos o ellas, o adoptan un/a niño/a (y sufren
las críticas de varios sectores sociales en referencia a esta condición de dos padres o dos madres del mismo sexo).
3
 Familias extendidas en las que conviven el padre, la madre y los hijos junto a tíos y abuelos.
 Y también existen familias sin hijos. Esta tendencia se observa en los últimos años.
 En la actualidad, también asistimos a nacimientos de bebés engendrados por fertilización in-vitro,
que han modificado las características de la concepción y, aunque en nuestro país aún no se acepta el “alquiler de
vientres”, algunos sectores proponen incluirlo dentro de la legislación civil.
Como se observa, esta diversidad de configuraciones familiares ya presente en nuestra sociedad no es aceptada
por todos los sectores sociales, quienes invocan una serie de argumentos a favor de la familia tradicional, alegando
que los niños/as necesitan un padre y una madre para desarrollar una “personalidad sana”. Lo cierto es que, hasta
ahora, no se han observado perturbaciones en la constitución subjetiva de niños/as que han sido criados y educados
por parejas homosexuales, ni tampoco se conocen conclusiones negativas de investigaciones sobre los niños/as
incluidos en familias monoparentales. Y sobre los bebés nacidos de fertilización in vitro, aún no existen conclusiones.
Las migraciones ocurridas en nuestro país, han introducido características diferentes a los modelos de familias
portando sus creencias y formas de crianza particulares. "Estas transformaciones tienen que ver con la naturaleza
humana- cambiante, ambivalente y contradictoria- y con el hecho que la familia es una estructura viva y, por ende, en
permanente proceso de modificación. Las sociedades y las instituciones educativas generan modelos predominantes
sobre la diversidad existente, y esas representaciones se afianzan como hegemónicas. Todo cambio genera procesos
de aceptación y rechazo, hasta que las nuevas formas se estabilizan en modelos aceptados. Ya aparecerán otros, por
ahora inimaginables, que sorprenderán a las generaciones futuras." (Moreau, L. 2010)
Actualmente, los distintos roles familiares se han modificado y ya no se ven tan delimitados como en la sociedad
tradicional. Esto supone asumir unos cambios importantes en la actitud y en el comportamiento de los integrantes de
la familia. El rol materno que antes ejercía solamente la madre, de entrega, de amor, ternura, nutrición y cuidados,
hoy en día es también asumido por el padre o actual pareja, en ciertos casos como consecuencia de la pérdida de
trabajo y, en otros, por elección. Asimismo, puede ser delegado parcialmente a otros miembros de la familia:
hermanos mayores, tíos o abuelos, así como a otra persona ajena al ámbito familiar: una empleada o niñera contratada
por la familia para el cuidado de los pequeños/as. En muchos casos las familias deciden el ingreso del bebé a una
institución de cuidados maternales. Este último punto lo retomaremos luego. El rol paterno que desempeñaba el
varón era el de trabajar para traer el sustento y poner las normas, y reglas de disciplina y orden. Un rol que no le
permitía demasiada cercanía vincular con sus hijos. Según algunos especialistas, (Fernando Savater, Carmine
Ventimiglia, 1997) la autoridad de la familia actual se halla eclipsada -y dentro de ella, particularmente, el rol paterno,
que se ha debilitado en comparación con la autoridad que ejercían los padres antecesores-. Este lugar de proveedor
de la economía familiar que detentaba tradicionalmente el padre, actualmente es compartido, por el ingreso femenino
al mercado laboral.
Lo cierto es que los roles familiares se fueron modificando en los últimos años y ambos, mujeres y varones,
procuran repartirse las tareas del hogar y el cuidado de los hijos. A las mujeres les resulta difícil desempeñar los
quehaceres domésticos y además trabajar fuera del hogar. Por ello se hace necesario compartir las funciones y
responsabilidades familiares entre los cónyuges y otros miembros de la familia. Si bien este compartir tareas es una
tendencia en la sociedad actual, algunas dificultades residen en que las personas se resisten a abandonar los roles de
4
género heredados de sus mayores, en especial los varones. Por otra parte, es preciso lograr el reconocimiento social
para estos cambios y, particularmente, el apoyo de las instituciones y empresas para conciliar las tareas laborales de
mujeres y varones, que demandan el cuidado del hogar y de los hijos. La Convención sobre los Derechos del Niño
establece, en el artículo 18, que el Estado debe garantizar “(…) el reconocimiento del principio que ambos padres
tienen obligaciones comunes en lo que respecta a la crianza y el desarrollo del niño”. Se afirma que los Estados
prestarán asistencia a los padres y representantes legales para el desempeño de sus funciones en relación con la
crianza del niño y velarán por la creación de instituciones, instalaciones y servicios para el cuidado. Sin embargo, queda
mucho por hacer para contemplar las numerosas necesidades del cuidado en la primera infancia, que aún no han
tenido suficiente traducción legal y práctica. En varios países se ha avanzado en la legislación que protege a las familias,
otorgando licencias para la crianza de los recién nacidos, especialmente alargando los períodos asignados a las madres
y privilegiando la lactancia materna. En muy pocos países se otorgan licencias a los padres varones para la crianza de
los bebés. No obstante, existe la aspiración por parte de muchos gobernantes de mejorar las leyes referidas a licencias
remuneradas para madres y padres que incluyan no solo el ciclo de crianza sino también el de vida, e incorporar
licencias por enfermedad de los hijos.
Hemos realizado una descripción general de los cambios que se han dado en las configuraciones familiares, en
los últimos años. No obstante, cabe destacar que, en muchas jurisdicciones de nuestro país, aun coexisten modelos
familiares considerados tradicionales. También muchas otras familias, que siguen funcionando según ciertos valores,
costumbres y tradiciones inherentes y propias de las diferentes comunidades que integran, como por ejemplo, los
pueblos denominados originarios; que no condicen ni se encuadran en las descripciones arriba señaladas.

 Los Invitamos a observar los siguientes videos para analizar algunos de los aspectos
que puedan relacionarse con lo expuesto en esta primera parte de la clase.
Padre De Familia: https://youtu.be/P9V8n7n3KZU
Nido: https://youtu.be/y5KlRBwLY7o
Extremos: https://youtu.be/3qEaVNx-6dg

VÍNCULOS ENTRE FAMILIAS Y EDUCADORES


En esta segunda parte de la clase nos referiremos a los vínculos que se establecen entre las familias y los
educadores. Es fundamental reconocer que los padres y los miembros de su familia son las personas más importantes
en la vida de cada niño/a. Desde su nacimiento, comienza a integrarse a un entorno cultural cuyos miembros le aportan
conocimientos, creencias, pautas y valores que inciden en su constitución subjetiva, en el conocimiento del mundo
que lo/a rodea y de quién es él/ella. Cuando la familia decide enviar a un/a bebé a una institución maternal se produce
una gran conmoción que implica a todos los integrantes de la misma. Esta decisión puede basarse en motivos de
trabajo o porque consideran la importancia de una educación y experiencias complementarias a las que brinda el
hogar. Evidentemente los familiares se sienten con muchas dudas, con cierta inseguridad y con diferentes expectativas
e interrogantes referidas a lo que la institución maternal les puede ofrecer y al temor de cómo pueda reaccionar el

5
bebé en esta inclusión institucional. Algunos -y especialmente frente al primer hijo- experimentan un sentimiento de
culpa y se preguntan si será adecuado enviar a su niño/a desde tan pequeño/a a una institución infantil fuera del
hogar, y temen perder su amor, ocasionarle un daño en su desarrollo. También tienen expectativas sobre el cuidado
y cariño que puedan brindarles en la institución y recelan de ser juzgados como adultos que abandonan a sus hijos por
los docentes/ educadores. No debemos olvidar que, en años anteriores y por influencia de algunas teorías psicológicas,
se consideraba dañino apartar a los niños/as pequeños del entorno hogareño para enviarlos a una institución
educativa. Se sostenía que los niños debían estar al cuidado y educación exclusivamente de la familia durante los
primeros años de su vida. Al ingresar a una institución maternal, los niños/as, que hasta el momento recibían la
educación en el ámbito familiar, pasan a integrar una comunidad educativa regida por otras normas, otros códigos,
otros tiempos y horarios, y adquieren, paulatinamente, el status y rol de alumnos/as. Este aprendizaje, que demandará
múltiples adaptaciones a un nuevo contexto y a los otros/as niños/as y adultos que en él interactúan, implica el pasaje
de un contexto privado (del familiar) a otro público (el escolar/institucional). Las actuales investigaciones muestran
que aquellos niños/as que transitan la educación maternal en instituciones bien organizadas para el cuidado infantil y
que imparten “buenas enseñanzas” construyen, de modo más efectivo, los conocimientos que los ayudarán a
enfrentar los desafíos del mundo circundante, a lograr mayor autonomía, a desarrollar el lenguaje, su autoestima, a
compartir e interactuar con otros niños/as las actividades y conocimientos, dado que lo internalizan desde los primeros
años de vida.
¿Cómo podemos, los educadores, manejar la ansiedad de las diferentes familias? ¿Qué podemos hacer frente
a esa incertidumbre?
Las inquietudes -arriba mencionadas- de las diferentes familias podrán ser resueltas en la medida que los
educadores procuren aclarar sus dudas y los ayuden a comprender la importancia de la etapa por la que están
transitando los niños/as, respondiendo claramente sus preguntas y exponiendo la propuesta educativa que se ha
previsto para incidir en el desarrollo y aprendizaje actual y futuro de los pequeños/as. Ahora bien, es importante
señalar que las relaciones entre las familias y la escuela no han sido ni son lineales y sencillas. Posiblemente, siempre
ha habido cierta tirantez en estos vínculos que, en el contexto actual, se han agudizado. En realidad, como señala la
antropóloga María Rosa Neufeld, las relaciones no se dan entre las familias y la escuela sino entre las personas:
educadores, educadores/docentes, padres, madres, familiares, y gira en torno a la cuestión amplia sobre la educación
de los niños/as, hijos/as–alumnos/as. Es necesario reflexionar sobre estas relaciones dado que “(…) desde sus inicios,
la relación maestros-padres estuvo plagada de supuestos y suspicacias, que abarcaban desde la calidad moral hasta la
competencia de los otros para desempeñarse dignamente, ya sea como docentes o como padres. Seguramente,
siempre la vigilancia mutua fue un componente de este tipo de relación”. (Neufeld, 2000). "Diferentes autores marcan
la dificultad de la relación entre padres y educadores/docentes que comparten la tarea educativa en los primeros años
de la vida de los niños, dada su complejidad y que ‘cuanto más pequeños son los niños/as con los que se trabaja, más
borrosos se tornan los límites’ entre la función docente y la función paterna. Los educadores/docentes y los padres
deberán estudiar el lugar que deben ocupar para ayudar a los niños/as a crecer competentes y sanos. Para evitar las
luchas de poder que pueden darse entre quienes se ocupan de los niños/as hace falta un marco de cooperación y

6
sensibilidad que permita un desarrollo de las propuestas de trabajo compartido entre escuelas y familias."(Mateos,
2008)
Los motivos de esta incomodidad entre familias y educadores pueden deberse a varias razones. Tal vez a un
desconocimiento mutuo entre la familia y la institución escolar, y un desconcierto acerca de las diferencias y
coincidencias en la tarea que realiza cada uno. Muchas familias no tienen claro qué aprenden sus hijos en la escuela y
muchos maestros no comprenden de qué modo educan las familias a los niños/as. Tal vez emerja una suerte de
competencia y rivalidad en cómo resolver la educación de los niños/as de mejor manera o, contrariamente, se
depositan parcialmente las responsabilidades que a cada quien le competen en la tarea de educar a los pequeños. Por
ejemplo: las familias demandan que el jardín enseñe al niño a controlar esfínteres; los educadores demandan que los
padres disciplinen más a los/as pequeños/as. Desde los educadores se escucha muchas veces decir que las familias no
tienen interés en sus hijos o en lo que estos aprenden en el jardín. Estas aseveraciones se basan, habitualmente, en
las ausencias de los familiares a algunas convocatorias que se realizan desde la institución escolar tales como
reuniones, entrevistas, festejos; también se dan situaciones en donde los adultos responsables dejan a los niños y
luego los pasan a buscar tarde, etc. Ocurre que las familias, frecuentemente, tienen problemas para asistir a estos
encuentros por razones laborales, dificultades económicas, inconvenientes en la dinámica familiar, enfermedad de
algún integrante; impedimentos para expresarse claramente, lo que les provoca cierta vergüenza para participar en
público, etc. Es fundamental que los educadores indaguemos acerca de quiénes son los miembros de las familias con
los que conviven nuestros pequeños alumnos/as, cuáles son sus problemas, sus intereses, sus modos de vida, para
conocer mejor a los niños/as que integran cada grupo. Los alumnos/as, incluso los más pequeños, advierten la
verdadera comunicación que se establece entre sus familias y sus educadores/docentes, y perciben si ambos
contextos, el de su hogar y el de la escuela, están interrelacionados. Nuestras historias de vida, como educadores,
están atravesadas por tendencias arraigadas en las experiencias y opiniones heredadas de nuestras familias acerca de
lo que es bueno o detestable. Entre estas encontraremos representaciones sobre la educación que las familias deben
ofrecer a sus hijos. En ocasiones, algunos educadores/docentes se asombran y molestan frente a ciertas costumbres
de crianza y de comportamientos que les resultan extrañas. Nuestros alumnos/as provienen de diferentes sectores
sociales que tienen modos de vida, producto de una cultura que no siempre es comprendida por los
educadores/docentes que estamos constituidos por otros códigos. En consecuencia, se cuelan en nuestras prácticas
rastros de nuestras experiencias y, a la vez, de nuestros anhelos que, frecuentemente, se inclinan a desvalorizar las
costumbres y condiciones de las familias y de los niños/as que educamos. En algunas investigaciones realizadas en los
últimos años sobre los modos de vida de las comunidades que habitan en nuestra ciudad y país se describen las
exclusiones y segregaciones de diverso orden que sufren las diferentes minorías. También se muestran las distintas
modalidades de crianza propias de cada cultura y las diferencias existentes en relación con los cuidados infantiles:
pautas para la alimentación, cuidado de la salud, establecimiento de vínculos o las variaciones lingüísticas, etc.
Trabajar con la diversidad nos brinda una buena oportunidad de analizar nuestros prejuicios y actitudes frente
a las diferencias de todo orden: de género, creencias, religión, nacionalidad, etnias, apariencia física, etc. Y nos
ayuda a buscar vías para su modificación. "La diversidad representa la riqueza y la singularidad de la “raza humana”,
que debería ser la única “raza” a considerar porque es la que nos une y hermana con todos los hombres; y si deseamos
7
compartir su valor con nuestros niños/as, deberemos tener presente la importancia de formarlos para ser
ciudadanos/as en una sociedad democrática que practica diferentes costumbres y destaca los valores y tradiciones de
los distintos grupos e individuos que la conforman. Si comenzamos a trabajar con la diversidad desde el nivel inicial
y nos proponemos entenderla, ayudaremos a los niños/as a comunicarse, a valorar sus diferencias, a integrar; a
aceptar sus distintos modos de vivir y a defenderse de otros miembros de la sociedad que pretendan segregarlos."
(Windler, 2000)
Las pautas culturales, las experiencias de vida, los apoyos sociales existentes también influyen en la relación
entre las familias con cada institución en particular. Cabe señalar, además, que son muchas las instituciones que
establecen vínculos fluidos y de trabajo con las familias. No obstante, debemos reflexionar acerca de ciertos
estereotipos en las relaciones familia educadores/docentes, que no ayudan a afianzar la colaboración entre ambos en
beneficio del desarrollo y del aprendizaje de los pequeños/as.
¿Cómo se logra construir una mutua y recíproca comunicación entre los educadores y las familias?
En primer lugar, abriendo la institución a las familias para que puedan participar activamente y en forma
constante en algunas de las propuestas que se realizan en el jardín maternal: en actividades de la sala, festejos, talleres
para confeccionar materiales, jornadas para reparar juegos o para pintar algún lugar del jardín, etc. Desde los primeros
contactos, cuando los familiares se acercan a la institución con sus interrogantes, se comienzan a generar relaciones
de confianza, si los educadores los reciben de un modo atento y cálido. El esfuerzo de entender las motivaciones de
las familias siempre tiene una positiva repercusión en los niños/as, con la cordialidad ganada día a día. En estas
secciones de jardín maternal es necesario informar a los familiares sobre las diferentes actividades de los niños/as:
cómo se ha alimentado, si ha dormido y cómo ha sido su sueño, cómo ha sido su funcionamiento intestinal, si jugó y
con qué materiales, etc.
Este diálogo cotidiano con algún miembro de la familia es esencial, teniendo en cuenta que los niños/as no se
pueden expresar verbalmente y que son los educadores los que pueden referir lo ocurrido durante la jornada del
niño/a. A estas informaciones, el educador/docente sumará comentarios sobre otros aspectos, como cuáles son las
actividades que más disfrutó, cuáles son sus progresos, etcétera. Asimismo, el educador/docente podrá recibir
información sobre los bebés en su hogar: si pasó una mala noche, si ocurrió algún suceso que lo pudo perturbar, etc.
Estos breves intercambios se realizarán tanto al entrar al jardín como al finalizar el día con la persona que acompaña
o retira al pequeño/a de la institución maternal, cuidando siempre que no obstaculicen o interrumpan los momentos
dedicados a los niños/as. La participación de las familias no se circunscribe a intercambiar información acerca de los
comportamientos y las actividades de los niños/as en el jardín y en el hogar. Una de las formas más apropiadas para
unir vínculos y acercar a las familias a la tarea que se realiza es, como ya ha sido señalado, invitarlos a compartir
algunas actividades, fundamentalmente las de características lúdicas. Así, las familias podrán observar en cercanía y
vivenciar las propuestas que ofrece el jardín a sus hijos, y esto ayudará a enriquecer el cúmulo de experiencias, y
aumentará el tiempo de juego compartido. Para que todos (niños/as, familias y educadores) disfruten de estas
ocasiones deben considerarse con atención tanto los momentos más adecuados para realizar estas visitas como la
disponibilidad de tiempo de los familiares y de la institución. Los conocimientos, los valores, las actitudes, las pautas
morales, se construyen como resultado de un trabajo mancomunado entre todos los que están involucrados en la
8
educación de los niños/as: los educadores, los docentes, las familias, el grupo de pares y otros adultos significativos
que integran la comunidad circundante. No se deben menoscabar los saberes y prácticas que pueden proporcionar las
familias que, sin duda, pueden acarrear grandes beneficios y complementarán, con sus contribuciones y experiencias,
los conocimientos que ofrecemos a los niño/as. De este modo, cada uno de los diferentes actores de la comunidad,
aportará sus ideas y saberes para enriquecer las experiencias educativas, que respeten y hagan realidad los derechos
de los niños/as. La autora Perla Zelmanovich habla de ejercer “entre varios” la educación de los niños/as. "Un
dispositivo inspirado en la práctica entre varios reconoce que la escuela puede ser una ocasión para crear un lazo
social nuevo para los niños, pero sin desentenderse de las regulaciones que hacen al funcionamiento de lo común
(cuestión que no abordamos en este escrito). Supone dar una nueva oportunidad de establecer una manera de
relacionarse con los otros y con los objetos de la cultura. No se trata de pensar a la escuela supliendo el lazo que
construyen las familias con sus hijos, ni una maestra supliendo a otra, ni el director a las maestras. Requiere de un
trabajo de ubicación del lugar que le toca a cada uno desde un discurso particular. El "entre varios" busca instituir a
cada docente en su lugar atendiendo a sus motivaciones, fortalecer a cada adulto en su función para crear una
atmósfera favorable para lo educativo."(Zelmanovich, 2008). En palabras de Franco Frabboni (1984): "La escuela
infantil como servicio educativo ‘abierto’ propone una relación de reciprocidad sociocultural con el territorio vital de
los alumnos/as (...); al mismo tiempo que permite que participen y se deja administrar por toda la comunidad,
afirmándose como "servicio" capaz de poner en práctica el "derecho" de todos los niños/as a la educación, contra
todo signo discriminativo”. Las entrevistas y las reuniones con las familias Entre las diferentes actividades que se
realizan para iniciar la tarea compartida entre familias y educadores se encuentran las entrevistas o conversaciones
individuales con las mismas. El primer encuentro planificado persigue un doble objetivo: el conocimiento del niño/a y
de su entorno familiar por parte del educador, y el conocimiento del educador por parte de la familia. Los niños/as
tienen historias desde antes de nacer. A través de las entrevistas sabremos cómo es su entorno cercano, cuáles son
las expectativas que de ellos se tienen, con quién/es han vivido y cómo, qué han hecho hasta ahora, cuáles son sus
gustos y preferencias, sus temores y rechazos, sus hábitos y costumbres.
Es importante planificar, para la primera entrevista, algunas pautas o guion a seguir para recabar la información
necesaria, aunque conviene iniciar con alguna pregunta abierta y no abrumar con demasiados interrogantes, y permitir
a los familiares explayarse en aquellos aspectos que prefieran contar de su niño. Las entrevistas se realizarán en forma
individual con los familiares de cada niño, en lo posible antes de comenzar el ciclo escolar, y la información obtenida
tendrá carácter confidencial. Es recomendable elegir un buen espacio sin mayores interferencias, escuchar con
atención y crear un buen clima emocional para facilitar el diálogo. Se realizarán a lo largo del año otras conversaciones
o entrevistas individuales con las familias, a instancias de la familia o de los educadores, para informar sobre los
progresos o eventuales obstáculos que puedan darse en los comportamientos de los pequeños.
Otra modalidad en el intercambio de los educadores con las familias son las reuniones periódicas, que
posibilitan activar la intervención y facilitan la comunicación de las familias entre sí. La institución maternal puede
desempeñar un papel fundamental en contribuir a la participación de los adultos para que puedan iniciarse lazos de
amistad y apoyo entre las diferentes familias. Es aconsejable planificarlas y establecerlas con anticipación. Resulta
importante considerar los aspectos que colaboren en la asistencia de la mayor parte del grupo de familiares, como
9
por ejemplo, establecer un encuadre apropiado para la reunión, seleccionar cuidadosamente los temas a tratar,
comunicar a las familias el lugar y horario de la reunión con suficiente antelación para que puedan organizarse y
concurrir; realizar una invitación interesante que anticipe la temática. El tiempo de duración de la reunión no debe ser
muy extenso y se aconseja una organización espacial que facilite la comunicación. Será importante difundir la
información entre aquellas familias que no pudieron asistir. Cada reunión tendrá objetivos y temas específicos.
Además de informar respecto de las propuestas para los diferentes períodos del año, podrán tratarse en las reuniones
otras temáticas de interés tales como: necesidades y características generales acordes a las edades de los niños/as del
grupo referidas al aprendizaje y la socialización de los niños; la puesta de límites, los diferentes juegos que pueden
realizar con los pequeños en el hogar, las canciones y músicas apropiadas, los cuentos para relatar, etc. También es
posible abordar temáticas referidas a preguntas que las familias hacen llegar previamente y desarrollarlas como una
actividad colectiva en las que se discuten las inquietudes, objetivos y prácticas de la educación infantil. Es esencial la
búsqueda y construcción de un lenguaje común, claro y comprensible, de modo tal que los familiares entiendan los
conceptos que se mencionan. Se sugiere habilitar, en todas las reuniones, un tiempo para que las familias puedan
expresar sus inquietudes, dudas o comentarios referidos a temas que impliquen al grupo en su totalidad, aunque se
les pedirá que reserven los temas personales y específicos para las entrevistas individuales. Algunas de estas reuniones
se podrán reemplazar por entrevistas individuales con los familiares de cada niño para entregar los informes
respectivos y para intercambiar datos y opiniones sobre cuestiones vinculadas con el niño/a. El último encuentro pude
ser utilizado como cierre del año escolar para evaluar aspectos generales y grupales referidos a la tarea realizada
durante dicho año lectivo.
Los informes finales de cada niño podrán ser entregados en entrevistas individuales con cada familia para que
pregunten sobre aspectos referidos a los pequeños/as que requieran aclaración. Si bien en estas edades los niños no
participan de todos los festejos escolares, será deseable invitar a los familiares toda vez que se organice alguno de
ellos. Ellos pueden colaborar en la provisión de materiales, armado de escenarios e, incluso, actuar para los niños
participando en coros, bailes, preparando obras de teatro breves o de títeres, etc.
Otras formas de comunicación con las familias
 CUADERNO DE COMUNICACIONES Es un medio útil, ya que permite el intercambio escrito entre los docentes
y los responsables del niño/a sobre las vivencias diarias o semanales, así como también sobre las inquietudes, dudas
o novedades que quieran expresar los familiares. Es eficaz para realizar pedidos, enviar folletos, artículos periodísticos
o de divulgación relevantes, etc.
CARTELERA O MURAL DE ANUNCIOS Estas herramientas resultan útiles si se ubican en lugares que puedan ser
vistos por las familias. Será preciso seleccionar la información que se colocará en ella procurando que resulte clara y
acorde a los destinatarios. La cartelera se podrá utilizar para comunicar la programación del momento de las diferentes
salas, fotografías que muestran a los niños/as en las actividades, mensajes que pueden enviarse entre sí las familias o
las instituciones de la comunidad, etcétera.
VISITAS AL HOGAR Es frecuente que los educadores visiten los hogares de sus alumnos/as, fundamentalmente
en el ámbito rural. Sin duda, esta posibilidad brindará mucha más información del contexto y de la vida de los niños/as

10
que la que se recabe en reuniones y entrevistas. Esto resulta más difícil en comunidades urbanas por el ritmo de vida
que se lleva y, en ciertos casos, por la cantidad de niños/as que se atienden.
TALLERES Pueden proponerse para que aquellos familiares que lo deseen se acerquen a la institución y puedan
confeccionar materiales didácticos, títeres, reparar juguetes y juegos, etc. También es posible armar una biblioteca o
videoteca organizada por los familiares, con libros o videos informativos referidos al conocimiento del desarrollo y la
crianza de los niños, o propuestas de juegos y actividades para realizar con ellos, que serán de gran utilidad para las
familias. En este apartado incluimos también la organización de eventos de recaudación de fondos para la
cooperadora.
En síntesis El vínculo entre familias y educadores debe ser objeto de reflexión constante. En cada entrevista o
reunión, en cada intercambio de comunicación, todos aprenderemos algo nuevo y sentiremos una sensación de
renovado compromiso con los niños/as y con la tarea. Consecuentemente, es preciso dar lugar a la participación y
aceptar a las familias tal como son, siempre dentro de los límites de una consideración hacia los otros, que no dañen
la seguridad e integridad de sus miembros y, especialmente, de los niños/as que la integran. La exigencia de relaciones,
especialmente en esta etapa infantil, nos compromete a conformar una sociedad “viva” para que juntos, familias y
educadores, construyamos un proyecto a futuro para todos los/las niños/as.

 Mirar y escuchar la conferencia del Profesor Miguel Angel Zabalza, realizada en


Menorca, (España), en el marco de Jornadas de primera infancia
Jornadas de primera infancia: https://youtu.be/J6KY_AuD0Xo

11

También podría gustarte