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El siglo XXI, Después de Cristo o también llamado siglo XXI de la Era Común,
es el siglo actual y el primero del III milenio en el calendario gregoriano. Comenzó el
1 de enero de 2001 y terminará el 31 de diciembre de 2100. El siglo XXI se
caracteriza por el avance y expansión de la digitalización y el control de la
información a nivel global, es el parteaguas que desencadeno el desafío para
ingresar con éxito en el avance y expansión digital, lo cual se ha traducido en una
innovación o cambio respecto de los métodos de recaudación tradicional, así como
en el formato de impartición de justicia tradicional, histórico y legendario, el cual se
llegó a utilizar durante todo el Siglo XX. Durante el siglo que nos precede,
podemos considerar que el ministerio fiscal estaba marginado de forma natural
para alcanzar una óptima y confiable recaudación ya que al ser escasas y
prácticamente nulas las herramientas tecnológicas utilizadas, (solo contaban con
calculadoras y máquinas de escribir) los esfuerzos fiscalizadores se enfocaban
primordialmente en cálculos y conciliaciones contable-fiscal, tomando como base
para su auditoria la información documentada y resguardada que le era requerida al
propio contribuyente, lo que para su época era aceptable, pero hoy en día lo
anterior se denota rudimentario y obsoleto.
Podemos afirmar que hemos dejado aquel mundo analógico de finales del
siglo XX, que llegamos a presenciar, en donde las facturas o comprobantes de
ingresos eran impresas en papel en una imprenta autorizada por la Secretaria de
Hacienda, se tenían que asentar los datos del cliente, folio (proporcionado por SAT), datos
del impresor, número de autorización, fecha, información del receptor y el concepto por el
cual se estaba entregando la factura para poder deducir impuestos, observábamos que con
Con trabajo institucional se han cumplido objetivos al interior del SAT, como
lo fue el que se modernizara en los procesos de cumplimiento fiscal a través del
desarrollo de infraestructura tecnológica e innovación, así como consolidar a
funcionarios con experiencia en esta materia y construir una plataforma de servicios
fiscales digitales para acompañar y ayudar a todos los contribuyente a tributar de
manera correcta y eficiente, dándoles mayor certeza en la operatividad de los
sistemas y colaborando en minimizar los riesgos o consecuencias que enfrentan los
contribuyentes ante el incumplimiento de sus obligaciones fiscales como lo pueden
ser la cancelación de sellos digitales, que se traduce en la imposibilidad de facturar,
o bien el impacto en el flujo por devoluciones de IVA derivado de discrepancias
encontradas por la autoridad o que se le impongan multas por documentos
electrónicos (CFDI) emitidos de forma incorrecta.
A pesar de los grandes esfuerzos realizados por el SAT, para la gran mayoría
de los contribuyentes resulta necesario ser auxiliados por peritos en la materia
como lo pueden ser los contadores públicos, para poder presentar sus
declaraciones o dar respuesta a notificaciones recibidas a través del buzón
tributario, por lo que resulta incorrecto o falso aseverar que con el sistema vigente
no se requiere contador titulado; es cierto o verdad que el cumplimiento fiscal se ha
simplificado, pero aún existe desconocimiento o dificultad para realizar los trámites,
por lo que sigue siendo un reto para los contribuyentes el capacitarse en esta
materia, mantenerse actualizados y disminuir su carga tributaria, en términos de
tiempo, recursos humanos y por supuesto en el factor económico.